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M AR X Y FO UC A U LT
La Cuestión Del Poder
Las relaciones entre Karl Marx y Michel Foucault son muy difíciles de designar,
clasificar o caracterizar. Por momentos podría hablarse de un “combate”, pero
también de cierta “complementariedad” y en otras ocasiones de ciertos
“desplazamientos”. Además que las continuas referencias y mezclas, realizadas por
Foucault, a Marx y ciertos marxismos (marxismo insípido, estrecho, estalinista, post-
estalinista, discurso marxista, el marxismo académico) dificultan aún más esas
relaciones
Las tesis de Foucault no sólo son compatibles con el marxismo, sino que solamente
pueden ser comprendidas a partir de él. Puede afirmarse que comprendió que su
propósito sólo era realizable a partir de Marx y de sus descubrimientos
fundamentales.
Lo que aquí se propone es no sólo la factibilidad, sino la imprescindibilidad de una
apropiación del legado foucaltiano desde las posiciones del marxismo revolucionario.
Es decir, podremos entender mejor a Foucault si lo leemos desde Marx, a la vez que
entenderemos mejor a Marx desde los aportes que realizara Foucault. No sólo
coinciden en varios puntos con los análisis marxistas sino que pueden enriquecerlos.
Desde mi perspectiva existe una tendencia, ya en acción en vigilar y castigar, que
consiste en ocultar el referente marxista sobre cuya base fueron elaborados los
principales elementos del análisis político de Foucault. Más precisamente, los
conceptos fundamentales de la teoría de Foucault de las relaciones de poder en la
“sociedad disciplinaria” quedan irremediablemente ciegos si no se los articula con una
teoría de la explotación y con una teoría del modo de producción capitalista
En las siguientes páginas analizaré la relación entre estos dos autores centrándome
en la cuestión del poder
1
Las Redes del Poder, Michel Foucault (Texto desgrabado de la conferencia pronunciada en 1976
en Brasil. Publicada en la revista anarquista Barbarie, N-° 4 y 5, (1981-2), San Salvador de Bahía,
Brasil.)
Foucault citaba a Marx sin anunciarlo, no ponía algo que distinguiera de forma
clara que esas palabras habían sido dichas por él. Foucault reconoce en la figura de
Marx a una de las mayores de la filosofía moderna: “Me sucede con frecuencia citar
frases, conceptos, textos de Marx, pero sin sentirme obligado a adjuntar la pequeña
pieza identificatoria que consiste en hacer una cita de Marx, en poner
cuidadosamente la referencia a pie de página y acompañar la cita de una reflexión
elogiosa... Es imposible hacer historia actualmente sin utilizar una serie interminable
de conceptos ligados directa o indirectamente al pensamiento de Marx y sin situarse
en un horizonte que ha sido descrito y definido por Marx. En caso límite se podría
uno preguntar qué diferencia podría haber entre ser historiador y ser marxista”2
4
Jorge luisa canda, Poder y revolución: claves para asimilar a Foucault.
Comprender la modernidad exclusivamente como expansión de la racionalización
y la instrumentalización, conduce irremisiblemente a una visión de la misma sólo
como negatividad. Interpretarla como modernización capitalista, como desarrollo de
la mercantilización y de las formas de explotación a ella aparejadas, condujo a Marx a
entender el carácter productivo de la dominación capitalista. Permite captar la
amplitud, multiformidad y contradictoriedad de las formas de subjetivación, y
apreciar desde una perspectiva más adecuada la dialéctica de socialización e
individuación. La teoría marxista sobre el capitalismo proporciona la herramienta
necesaria para responder a la cuestión que en Foucault quedaba sin aclarar: por qué el
poder tiene que transformarse, perfeccionarse y complejizarse tanto en la sociedad
moderna. Y también para entender cual es el fundamento de la resistencia. Descifrar
las complejidades del poder en la sociedad moderna desde la atalaya que nos brindan
conceptos como los de explotación capitalista, mercantilización y reificación, nos
habilita para colocar en la modernidad y en sus agentes (y no fuera de ellos) la
posibilidad de la superación de la dominación.
Todo intento de comprender una sociedad determinada implica la exigencia
primordial de establecer la interrelación entre los modos de objetivación y los
procesos de subjetivación. La idea de Foucault de una sociedad colonizada por las
fuerzas disciplinarias, no puede sustituir como instrumento de interpretación a la idea
marxista de una sociedad creada desde la ambivalencia del mercado capitalista.
La teoría de la explotación capitalista (y de sus efectos sociales) y la teoría de la
lucha de clases forman dos partes intrínsecamente relacionadas de un todo. Permiten,
a su vez, salvar otra de las insuficiencias de las formulaciones foucaltianas sobre el
poder: la ontologización de este, su autoreferencialidad, el hecho de que en algunos
análisis de Foucault el poder se explica sólo por sí mismo, con lo que sólo se accede a
una respuesta unilateral a dos preguntas tan importantes como las siguientes: ¿qué
poder?, ¿para qué? Rechazar la interpretación estrechamente economicista sobre la
dominación y afirmar su complejidad estructural, no nos puede conducir a ignorar la
interrelación entre el interés económico y el poder. El poder tiene siempre un
fundamento preciso: la explotación, la extracción de plusvalía
5
Foucault: “Vigilar y Castigar. Nacimiento de la Prisión”, Pág. 223
humanos-objeto. Cuerpos que serán objeto de explotación económica, ciertamente,
pero también objeto de inquisición y manipulación científica. Se tratará de dividir,
compartimentar, jerarquizar, organizar... toda una masa corporal humana que, reunida
necesariamente por el Capital para someterlos y dominarlos, y de ahí lograr una
adecuada explotación, podrían tornarse sumamente peligrosos al Poder por el mero
hecho de su reunión masiva.
"La subordinación técnica del obrero a la marcha uniforme del medio de trabajo y
la composición peculiar del cuerpo del trabajo, integrados por individuos de uno u
otro sexo y pertenecientes a diversos niveles de edad, crean una disciplina
cuartelaría que se desenvuelve hasta constituir un régimen fabril pleno y que
desarrolla completamente el trabajo de supervisión y por lo tanto, a la vez, la
división de los obreros entre obreros manuales y capataces, entre soldados rasos de
la industria y suboficiales industriales. 'En la fabrica automática, la principal
dificultad (...) radicaba (...) en la disciplina necesaria para lograr que los hombres
abandonaran sus hábitos inconstantes de trabajo e identificarlos con la regularidad
invariable del gran autómata' (...)"6
Anticipándose a Foucault, Marx en el análisis del mundo fabril, habla de las
fábricas como “presidios atenuados”. “La tendencia a economizar los medios sociales
de producción, tendencia que bajo el sistema fabril, madura como planta de estufa, se
convierte en manos del capital, en un saqueo sistemático contra las condiciones de
vida del obrero durante el trabajo, en un robo organizado de espacio, de luz, de aire y
de medios personales de protección contra los procesos de producción malsanos o
insalubres, y no hablemos de los aparatos e instalaciones para comodidad del obrero.
¿Tiene o no razón Fourier cuando llama a las fábricas ‘baños mitigados’?”7
6
Marx, “El Capital”, Pág. 517
7
Marx, “El Capital”, Pág.520
económicas (conversión del terrateniente en empresario burgués), o superestructurales
(parlamento, diplomacia, ejército). Tras una fase de antagonismo entre nobleza y
burguesía, el modo de producción capitalista acaba asimilando al noble transformando
a este en un burgués, o en un candidato a la empleomanía del moderno Estado
burgués. Pues bien, por vía de analogía, también podríamos hacer referencia a la
pervivencia de sistemas viejos, a veces realmente arcaicos, de control y sometimiento
que se heredaron desde los tiempos neolíticos del acceso del hombre a su condición
estatal, como fueron el patriarcado, el esclavismo, el militarismo, etc. Tales formas o
relaciones se adaptaron al feudalismo, o más bien el feudalismo se adaptó a ellos. Y
otro tanto ocurre con el capitalismo, si bien el régimen capitalista, a mi modo de ver,
no es un mero receptor pasivo de las herencias y los residuos, sino que recorta estas
estructuras arcaicas para darles, en ocasiones, una nueva funcionalidad
El Poder capitalista precisó de toda la base acumulada históricamente por los reyes
absolutos para poder diversificarse, miniaturizarse, insertarse progresivamente en
todas y cada una de las dimensiones de la vida social. ¿Cuál fue esa base acumulada
que el capitalismo tomó para sí? El marxismo economicista insiste en que la base que
sirvió de punto de arranque a una sociedad burguesa fue un capitalismo comercial,
con sus correspondientes instituciones bancarias, crediticias, etc., que junto con la
rapiña colonial y en general ese conjunto de acciones violentas que Marx denominó
Acumulación Originaria, formaron el fondo de capitales acumulados que, ya en la
fase productiva, podrían invertirse en empresas industriales. Sin embargo es preciso
no dejar de lado nunca el Poder “heredado” del Estado, activo organizador de esa
Acumulación Originaria
Es la propia historia del capitalismo la que nos demuestra que una concepción
substancialista del Poder, aplicada al soberano, al déspota absoluto y arbitrario (como
si fuera un Dios mortal sobre la tierra) y acumulador de fuerzas, se sustituye por obra
y gracia de una “transferencia”, en un Poder no acumulado sino ejercido con medios
tecnológicos, con tecnologías de control inter e intrapersonal. El capitalismo las puso
en práctica en sus primeras fases, en la era de la manufactura.
La historia del capitalismo manufacturero ilustra perfectamente que una de las
primeras “invenciones” del nuevo modo de producción no consistía en una invención
mecánica, físico-química, etc., por mucho que éstas cumplieran sus papeles decisivos
después (la máquina de vapor, por ejemplo). La gran “invención” del capitalismo, de
la era post-feudal, consistió realmente en disponer en el espacio y en el tiempo a los
seres humanos de una determinada manera, “recortarlos” operatoriamente en sub-
tareas, y en unidades fraccionarias de éstas. Sólo así, disponiendo de un control
absoluto, de una “Soberanía” sobre la Producción de cada día y de cada mercancía, se
pudo deshacer para siempre el saber-hacer feudales del granjero y del artesano. Era
preciso controlar al trabajador, como enseñó Marx, separándolo definitivamente de la
propiedad de los medios de producción y de los demás derechos y vínculos. Pero
junto a esa separación, se ha de incluir igualmente la separación del Conocimiento por
parte del trabajador en su labor productiva. Separación de la propiedad, y
desvinculación de toda capacidad cognitiva. Sólo reduciendo a los obreros a una
condición de “autómatas programados” pudo el Capitalismo, ya en sus fases
productivas manufactureras, hacer cumplir el plan de “transferencia” de Poder. Desde
un Poder Absoluto del Soberano, a un Poder Ejercido tecnológicamente por la
burguesía, sustentado en el Capital.
Con el ascenso de un Estado “burgués” y “liberal” se puede comprender que éste
no fue simplemente una simple “emanación” o “secreción” de una base económica ya
de por sí burguesa, capitalista. Este economicismo no es creíble, Marx en su capítulo
sobre la Acumulación Originaria muestra que el Estado disolvió las antiguas lealtades
y servidumbres de la época feudal, haciendo del trabajador una mercancía libre, no un
hombre libre.
“El punto de partida del desarrollo fue el sojuzgamiento del trabajador. La etapa
siguiente consistió en un cambio de forma de ese sojuzgamiento. Sin embargo, los
objetivos que nos hemos trazado no exigen, ni con mucho, el análisis del movimiento
medieval. Aunque la producción capitalista, esporádicamente, se estableció ya
durante los siglos XIV y XV en los países del Mediterráneo, la era capitalista sólo
data del siglo XVI. Allí donde florece, hace ya mucho tiempo que se ha llevado a cabo
la supresión de la servidumbre de la gleba y que el régimen urbano medieval ha
entrado en la fase de su decadencia.
En la historia del proceso de escisión hacen época, desde el punto de vista
histórico, los momentos en que se separa súbita y violentamente a grandes masas
humanas de sus medios de subsistencia y de producción y se las arroja, en calidad de
proletarios totalmente libres, al mercado de trabajo. La expropiación que despoja de
la tierra al trabajador, constituye el fundamento de todo el proceso.”8
8
Marx, “El Capital”, Pág. 894-895
El esclavo, el hombre-cosa, la mercancía humana, empiezan a ser realidad desde el
momento en que se ven despojados de sus medios de producción
Conclusión
Foucault logra contribuir a una perspectiva relacional del poder, pero su límite
estaría en la ausencia de un fundamento material de ese poder. Existe una clara
tentación en su obra a absolutizar el poder (Amo-Poder), llegando a considerar que
toda lucha o resistencia resultaría inevitablemente pervertida por el poder
El Poder no es una sustancia invariable y homogénea a lo largo de la historia. Tal
afirmación se corresponde exactamente con lo que debe decirse de la Producción. El
Materialismo Histórico investiga precisamente las transformaciones que en el Poder y
la Producción acontecen, haciendo de ambos conceptos un sistema de relaciones
cuyos términos y operatorias, así como el sistema y el tipo mismo de relaciones, se
transforma sin cesar. El marxismo, más allá de las tergiversaciones vulgares, asume
perfectamente la idea de que el Poder no es una “superestructura”, a modo de reflejo o
instancia reguladora, y en todo caso ajena a la base económica que le corresponde y
que debería constituir su explicación determinista.
9
Murillo, “El Conflicto Social En Michel Foucault Conflicto Social”
Bibliografía:
- Jorge Luis Acanda González (S/I) “Poder Y Revolución: Claves Para Asimilar A
Foucault” (S/I)
- Diego Guerrero “El Libro I De El Capital Y El Siglo XXI”, Febrero 2004, IX JEC,
Madrid
- Karl Marx (2002), “El Capital”, Tomo I, Siglo XXI, Bs. As., Argentina.