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Universidad de Buenos Aires

Facultad de ciencias sociales

M AR X Y FO UC A U LT
La Cuestión Del Poder

Yesica Vanesa Signorelli

“El camino del infierno


está empedrado de buenas intenciones”
K. Marx
Introducción

Las relaciones entre Karl Marx y Michel Foucault son muy difíciles de designar,
clasificar o caracterizar. Por momentos podría hablarse de un “combate”, pero
también de cierta “complementariedad” y en otras ocasiones de ciertos
“desplazamientos”. Además que las continuas referencias y mezclas, realizadas por
Foucault, a Marx y ciertos marxismos (marxismo insípido, estrecho, estalinista, post-
estalinista, discurso marxista, el marxismo académico) dificultan aún más esas
relaciones
Las tesis de Foucault no sólo son compatibles con el marxismo, sino que solamente
pueden ser comprendidas a partir de él. Puede afirmarse que comprendió que su
propósito sólo era realizable a partir de Marx y de sus descubrimientos
fundamentales.
Lo que aquí se propone es no sólo la factibilidad, sino la imprescindibilidad de una
apropiación del legado foucaltiano desde las posiciones del marxismo revolucionario.
Es decir, podremos entender mejor a Foucault si lo leemos desde Marx, a la vez que
entenderemos mejor a Marx desde los aportes que realizara Foucault. No sólo
coinciden en varios puntos con los análisis marxistas sino que pueden enriquecerlos.
Desde mi perspectiva existe una tendencia, ya en acción en vigilar y castigar, que
consiste en ocultar el referente marxista sobre cuya base fueron elaborados los
principales elementos del análisis político de Foucault. Más precisamente, los
conceptos fundamentales de la teoría de Foucault de las relaciones de poder en la
“sociedad disciplinaria” quedan irremediablemente ciegos si no se los articula con una
teoría de la explotación y con una teoría del modo de producción capitalista
En las siguientes páginas analizaré la relación entre estos dos autores centrándome
en la cuestión del poder

Puntos de coincidencia y deuda

La reflexión forjada por Foucault sobre el papel jugado por el poder en la


conformación y despliegue de lo social, muestra claramente su deuda con un conjunto
de tesis fundamentales contenidas implícitamente en Marx, y desarrolladas por
algunos de sus mejores continuadores:
La asunción de un enfoque relacional de la sociedad. Siguiendo la pauta indicada
por Hegel: Marx asumió a la sociedad no como un conjunto de cosas, sino como un
conjunto de relaciones sociales. Cualquier fenómeno social, sea una mercancía, un
instrumento de producción o el mismo hombre, no es más que la cristalización de un
sistema de relaciones sociales. En consecuencia, el poder también ha de entenderse
desde esta perspectiva.
La interpretación del concepto de producción en su sentido amplio para entender
los fenómenos sociales, no sólo la actividad económica, sino también las ideas, las
prácticas sexuales, las técnicas carcelarias, etc., como resultados, creaciones, y no
como algo dado, fijado de una vez para siempre. Sólo el paradigma de la producción,
tomado en el sentido integral marxista, podía permitirle a Foucault realizar su objetivo
de estudiar las relaciones entre las formas de objetivación y las formas de
subjetivación humanas, y entender a estas últimas como resultados, como
producciones, y no como esencias ahistóricas, dadas desde siempre.
La comprensión de la revolución anti-capitalista no como simple sustitución de los
agentes detentadores del poder, sino como una profunda y total subversión cultural.
Las reflexiones de Foucault enriquecen la tesis marxista sobre la necesidad de la
transformación del modo de apropiación capitalista.

En relación a los puntos de coincidencia, Marx y Foucault, ven a la sociedad como


un conjunto de relaciones sociales, esto desemboca en que el poder se desarrolla
dentro de las relaciones de poder. El concepto de “producción” es visto por ambos
autores como un concepto mas amplio, se refiere a la producción de ideas,
pensamientos, conceptos, prácticas y técnicas, esta forma de ver este concepto hace
referencia a que todo el entramado social es una creación, algo engendrado por el
hombre, donde las relaciones de poder existen. También están de acuerdo con que el
capitalismo solo puede ser derrocado con un cambio integral que incluye el gobierno,
la forma de actuar y de pensar, la forma de percibir la cultura, la forma de gobernar.
Unos de los elementos en Foucault en relación al capitalismo es el “régimen de
verdad”, el capitalismo afinó varios mecanismos productores de ideas y de
subjetividad. Un ejemplo claro es ¿Quién decide quien esta loco? o ¿Quién decide
quien esta enfermo?, el capitalismo se funda en verdades que no son mas que ideas,
pensamientos que algún grupo impuso, estas verdades son las responsables de que el
capitalismo funcione. Foucault manifiesta que si se quiere cambiar de sistema tanto
económico como cultural, esas verdades capitalistas deben ser abolidas por completo
se deben destruir “los aparatos institucionales represivos” y las estructuras
reproductoras de la subjetividad humana ya que esas estructuras establecen una
verdad.” Para Foucault además de cambiar el “régimen de la verdad” y la “política de
la verdad” se deben de cambiar los mecanismos de poder que actúan en todo
momento, desde las estructuras gigantescas como un país, hasta las pequeñas
estructuras sociales como una pareja de personas que viven juntas.
Foucault analizó el poder desde la perspectiva de los “procesos disciplinarios” y de
la “analítica de poder”, pero al pasar los años se dio cuenta que la “analítica del
poder” no podía explicar las relaciones de poder que no fueran jurídicas o
disciplinarias. Cuando Foucault se encontró con esta dificultad recurrió a Marx.
“(…) podemos evidentemente encontrarlos en Marx (…); esencialmente en el libro
II de ‘El Capital’. Es ahí que, pienso, podemos encontrar algunos elementos de los
cuales me serviré para analizar el poder en sus mecanismos positivos.
En resumen, lo que podemos encontrar en el libro II de El Capital, es, en primer
lugar, que en el fondo no existe UN poder, sino varios poderes. Poderes quiere decir:
formas de dominación, formas de sujeción que operan localmente, por ejemplo, en
una oficina, en el ejército, en una propiedad de tipo esclavista o en una propiedad
donde existen relaciones serviles. Se trata siempre de formas locales, regionales de
poder, que poseen su propia modalidad de funcionamiento, procedimiento y técnica.
Todas estas formas de poder son heterogéneas. No podemos entonces hablar de poder
si queremos hacer un análisis del poder, sino que debemos hablar de los poderes o
intentar localizarlos en sus especificidades históricas y geográficas”1
Gracias al perfeccionamiento de los instrumentos de análisis de poder Foucault
pudo concluir en que el capitalismo existe gracias a que el poder y las relaciones de
este se encuentran en todo el entramado social, esto genera pequeñas relaciones de
poder, que llamó “micropoderes”. También sostenía que el poder en las sociedades no
solamente pertenece al estado o al gobierno o a sus instituciones, sino que las
relaciones de poder se llevan a cabo en todos los ámbitos de la vida de un sujeto y de
una sociedad (sexualidad, escuelas, familia, empresas transnacionales, etc.).

1
Las Redes del Poder, Michel Foucault (Texto desgrabado de la conferencia pronunciada en 1976
en Brasil. Publicada en la revista anarquista Barbarie, N-° 4 y 5, (1981-2), San Salvador de Bahía,
Brasil.)
Foucault citaba a Marx sin anunciarlo, no ponía algo que distinguiera de forma
clara que esas palabras habían sido dichas por él. Foucault reconoce en la figura de
Marx a una de las mayores de la filosofía moderna: “Me sucede con frecuencia citar
frases, conceptos, textos de Marx, pero sin sentirme obligado a adjuntar la pequeña
pieza identificatoria que consiste en hacer una cita de Marx, en poner
cuidadosamente la referencia a pie de página y acompañar la cita de una reflexión
elogiosa... Es imposible hacer historia actualmente sin utilizar una serie interminable
de conceptos ligados directa o indirectamente al pensamiento de Marx y sin situarse
en un horizonte que ha sido descrito y definido por Marx. En caso límite se podría
uno preguntar qué diferencia podría haber entre ser historiador y ser marxista”2

Poder, disciplina y modo de producción capitalista

La urgencia de la tarea de desarrollar una teoría que se concibiera como un


instrumento que desentrañara la especificidad de las relaciones de poder y el carácter
que necesariamente han de tomar las luchas contra estas, constituyó el motivo que
dirigió las búsquedas de Foucault, y es precisamente lo que impone con carácter de
necesidad la apropiación de estas por el pensamiento consecuentemente crítico.
Resaltó que el capitalismo se perpetúa gracias al desempeño de poderes que se ejercen
por todo el cuerpo social, y expuso en su integridad el nexo entre formas de saber,
técnicas disciplinarias y relaciones económicas, lo que nos permite comprender con
mayor precisión la amplitud de lo que Marx denominó como relaciones de
producción.
El tratamiento foucaltiano de la cuestión del poder tuvo limitaciones e
insuficiencias. La principal de ellas ha sido señalada por varios autores: absolutizar la
capacidad englobadora y el efecto homogeneizador de las estructuras de poder, lo que
- por ende -le impidió explicar cómo surge la resistencia y la oposición.
Foucault contribuyó al análisis de la racionalidad política del capitalismo, pero esa
racionalidad política sólo puede ser plenamente comprendida si se la vincula
orgánicamente con las causas del surgimiento y las regularidades del funcionamiento
de ese sistema. En suma, si se entiende como expresión particular de la más amplia
racionalidad sistémica de la sociedad capitalista. De lo contrario, sólo se llegará a una
visión incompleta de la complejidad y del carácter contradictorio del funcionamiento
2
Foucault, “microfísica del poder”, Pág. 102
del poder en ella. Es precisamente hacia este aspecto adonde se han dirigido las
principales críticas a Foucault. La dominación en el capitalismo se expresa en un
modo específico (nunca antes existente como tal), de articulación entre
individualización y socialización, en un cambio en la forma del control social, una
forma diferente de conducir los procesos de individuación.
Tras esta constatación, es necesario plantearse un conjunto de interrogantes: ¿por
qué se produce ese cambio en la dominación?; ¿por qué comienza a ser necesaria
ahora esa nueva dinámica de las formas de poder?; ¿porqué las viejas formas del
poder propias de la sociedad premoderna no sólo pueden, sino que tienen que ser
sustituidas en la modernidad por un nuevo poder discreto, silencioso, racionalizado?
La respuesta sólo puede hallarse en el análisis del modo de producción capitalista
como un todo. La teoría del Estado capitalista no puede ser aislada de una historia de
su constitución y de su reproducción. Vale decir, de un enfoque integrador, que
establezca la articulación entre las distintas formas de racionalidad existentes en el
capitalismo (la económica, la política, la cognoscitiva, la artística, la moral, etc.) y de
ellas con la lógica general de funcionamiento del sistema. Solo así puede encontrarse
una respuesta satisfactoria a las preguntas antes planteadas, que en esencia refieren a
la cuestión del fundamento del poder. Y es aquí donde se hace evidente uno de los
lados flacos de las concepciones foucaltianas. Está claro que el fundamento del poder
reside en la explotación. En la necesidad por parte de un grupo social de obtener,
mantener y legitimar su expropiación del plusproducto creado por otros grupos
sociales.

Las distorsiones básicas de la vida moderna pueden retrotraerse a la existencia de


los procesos de racionalización. Pero, como apuntó Marx, no se deben a la
racionalización sin más, sino a la peculiar naturaleza de la modernización capitalista.
Es preciso explicar las patologías de la modernidad a partir de la universalización de
la forma mercancía en la sociedad capitalista. Entender a la modernidad existente no
en abstracto, sino como modernidad capitalista. Sólo considerando a estas patologías
en su origen específicamente capitalista puede romperse el pesimismo escatológico
inherente a las reflexiones sobre la modernidad sin más y comprender su carácter
potencialmente reversible
Es preciso destacar la existencia de potencialidades liberadoras contenidas en la
propia modernidad capitalista, potencialidades que son reprimidas a la vez que
constantemente producidas por las características específicas de esa sociedad. Pero sin
olvidar que para lograr una subversión tal del orden imperante en la que - por primera
vez en la historia de la humanidad - predominen las posibilidades de autonomía
individual, es preciso romper el marco referencia1 de la dominación capitalista, pues
dentro de ella, dentro de su “régimen de verdad”, no hay consenso desenajenante
posible.
La pieza imprescindible de engranaje de las reflexiones de Foucault sobre la
dominación se halla en las conceptualizaciones de Marx referidas a las características
del proceso de modernización capitalista. Las carencias inherentes a sus aportes sólo
pueden ser enmendadas si se las vincula con la teoría marxista sobre la explotación
capitalista. Y viceversa: sólo se puede entender la teoría de Marx sobre el capitalismo,
y no caer en el economicismo ni en la sobrevaloración de la metáfora sobre la base y
la superestructura, si se relaciona a aquella con la explicitación foucaltiana del
carácter constituyente del poder.
El concepto de explotación no es en Marx una categoría exclusivamente
económica. Al estudiar las características de la explotación capitalista, el autor de El
Capital sentó una pieza imprescindible para comprender la especificidad de la
interrelación entre el modo de objetivación y las formas históricamente condicionadas
de producción de la subjetividad. Al referirse al “modo de producción” capitalista, no
estaba designando únicamente un modo de producción de objetos materiales, sino
también- y sobre todo, añadiría yo - un modo de producción de la subjetividad.
Marx explicó que la ley económica fundamental de la producción capitalista es la
producción de plusvalía. Es decir, la necesidad de aumentar incesantemente la
cantidad de valor creado en cada ciclo productivo. Para ello, tiene que lograr un
consumo ampliado. Es decir, tiene que lograr que cada vez se consuma más, que cada
persona compre cada vez más mercancías. Tiene que convertir a los individuos en
consumidores ampliados. “El capitalismo significa, ante todo, una nueva relación
entre producción y consumo, entre los objetos a ser consumidos y los individuos: ‘la
producción es la intermediaria del consumo al crear su objeto y al asignárselo, pero
a su vez el consumo es el intermediario de la producción al proporcionar a sus
productos el sujeto para el cual ellos devienen productos’.”3
Esta ley económica se convierte en la ley social general que caracteriza a la
sociedad capitalista. Sólo es posible lograr la producción constantemente aumentada
3
Jorge luisa canda, Poder y revolución: claves para asimilar a Foucault.
de valor si se disponen todas las relaciones sociales de tal manera que: se amplíen
incesantemente las necesidades de consumo de los individuos; se obtenga la
universalización de la forma mercancía, es decir, se logre que las personas sólo
puedan interiorizar sus necesidades y la satisfacción de esas necesidades en la forma
de adquisición y consumo de mercancías. Todo objeto con el que se relacione el
individuo para satisfacer una necesidad, sea ella material o espiritual, y sea por ende
ese objeto material o espiritual, tiene que ser convertido en mercancía, para que el
sistema capitalista pueda seguir reproduciéndose. Como se comprenderá, ello implica
una transformación radical de las formas y vías tradicionales de surgimiento y
despliegue de la subjetividad humana. “Como cualquier otro modo de producción
anterior, el capitalismo es, ante todo, un modo de producción de la subjetividad
humana, pero uno muy complicado. ‘No se trata solamente del objeto del consumo,
sino también del modo de consumo que la producción crea tanto en forma objetiva
como subjetiva. Por ende la producción da lugar al consumidor. La producción no
sólo proporciona una materia a la necesidad, sino también una necesidad a la
materia. (…) la producción crea no sólo un objeto para el sujeto, sino también un
sujeto para el objeto’.”4
Conceptualizar las características de la explotación capitalista permite comprender
el carácter ambivalente e internamente contradictorio de sus efectos sobre las formas
socialmente condicionadas de subjetivación. Para poder explotar más a las personas es
preciso, por un lado, desarrollar incesantemente su subjetividad, generar un sistema de
necesidades en constante desarrollo; pero a la vez es imprescindible, para la
reproducción del capitalismo, encarrilar ese desarrollo de la subjetividad a través de
las vías exclusivas de la forma mercancía. La modernización capitalista significa la
profundización de la enajenación de todas las formas de objetivación de las personas,
pero a la vez el despliegue multilateral de su personalidad. Significa la existencia de
una tensión constante entre ese desarrollo potencialmente multilateral de la
subjetividad humana (algo no logrado anteriormente por ningún otro modo de
producción) y el intento, denodado e imprescindible para la reproducción del
capitalismo, de eliminar la multilateralidad de ese desarrollo, de subsumirlo dentro de
la universalización de la forma mercancía, de encauzarlo sólo por los estrechos
canales que tributan a la producción de la plusvalía.

4
Jorge luisa canda, Poder y revolución: claves para asimilar a Foucault.
Comprender la modernidad exclusivamente como expansión de la racionalización
y la instrumentalización, conduce irremisiblemente a una visión de la misma sólo
como negatividad. Interpretarla como modernización capitalista, como desarrollo de
la mercantilización y de las formas de explotación a ella aparejadas, condujo a Marx a
entender el carácter productivo de la dominación capitalista. Permite captar la
amplitud, multiformidad y contradictoriedad de las formas de subjetivación, y
apreciar desde una perspectiva más adecuada la dialéctica de socialización e
individuación. La teoría marxista sobre el capitalismo proporciona la herramienta
necesaria para responder a la cuestión que en Foucault quedaba sin aclarar: por qué el
poder tiene que transformarse, perfeccionarse y complejizarse tanto en la sociedad
moderna. Y también para entender cual es el fundamento de la resistencia. Descifrar
las complejidades del poder en la sociedad moderna desde la atalaya que nos brindan
conceptos como los de explotación capitalista, mercantilización y reificación, nos
habilita para colocar en la modernidad y en sus agentes (y no fuera de ellos) la
posibilidad de la superación de la dominación.
Todo intento de comprender una sociedad determinada implica la exigencia
primordial de establecer la interrelación entre los modos de objetivación y los
procesos de subjetivación. La idea de Foucault de una sociedad colonizada por las
fuerzas disciplinarias, no puede sustituir como instrumento de interpretación a la idea
marxista de una sociedad creada desde la ambivalencia del mercado capitalista.
La teoría de la explotación capitalista (y de sus efectos sociales) y la teoría de la
lucha de clases forman dos partes intrínsecamente relacionadas de un todo. Permiten,
a su vez, salvar otra de las insuficiencias de las formulaciones foucaltianas sobre el
poder: la ontologización de este, su autoreferencialidad, el hecho de que en algunos
análisis de Foucault el poder se explica sólo por sí mismo, con lo que sólo se accede a
una respuesta unilateral a dos preguntas tan importantes como las siguientes: ¿qué
poder?, ¿para qué? Rechazar la interpretación estrechamente economicista sobre la
dominación y afirmar su complejidad estructural, no nos puede conducir a ignorar la
interrelación entre el interés económico y el poder. El poder tiene siempre un
fundamento preciso: la explotación, la extracción de plusvalía

El auge de una sociedad industrial representó el auge del control. Durante el


Antiguo Régimen los mecanismos de control que seguían las monarquías y los
poderes locales eran fragmentarios, lacunares, intermitentes, primitivos. Al crearse
una sociedad industrial se hizo indispensable la creación de “disciplinas” asociadas
estrechamente con instituciones. Los análisis de Foucault a este respecto son
magistrales y perfectamente complementarios del marxismo. Ellos muestran que las
instituciones, lejos de ser meras secreciones de la Superestructura Estatal, conforman
más bien un conjunto de máquinas pensadas para poner a prueba sistemas de
saber/poder que, a partir de unos toscos y conocidos mecanismos de control de
cuerpos humanos, se puedan ir perfeccionando en la dirección de un mayor grado de
sometimiento y dominación de los mismos. “Si el despegue económico de Occidente
ha comenzado con los procedimientos que permitieron la acumulación del capital,
puede decirse, quizá, que los métodos para dirigir la acumulación de los hombres
han permitido un despegue político respecto de las formas de poder tradicionales,
rituales, costosas, violentas, y que, caídas pronto en desuso, han sido sustituidas por
toda una tecnología fina y calculada del sometimiento. De hecho los dos procesos,
acumulación de los hombres y acumulación del capital, no pueden ser separados; no
habría sido posible resolver el problema de la acumulación de los hombres sin el
crecimiento de un aparato de producción capaz a la vez de mantenerlos y de
utilizarlos: inversamente, las técnica que hacen útil la multiplicidad acumulativa de
los hombres aceleran el movimiento de acumulación de capital”. 5
Las nuevas exigencias industriales exigían concentrar cuerpos humanos para
extraer de ellos su jugo. Para la institución disciplinaria del Taller, de la Gran Fábrica,
con sus consiguientes cuerpos humanos reducidos a máquinas, era preciso importar de
otras instituciones pre-existentes ese Poder disciplinario, esas tecnologías de control,
sometimiento y dominación ya conocidas en otros lugares: el monasterio y el
convento, el cuartel militar, el presidio. La revolución industrial va a suponer una
realimentación continua de las más diversas instituciones acumuladoras de cuerpos
humanos, y de conocimiento/control sobre los mismos, disponibles para los más
diversos fines, de los cuales el productivo es el principal en una empresa capitalista y
en una sociedad de mercado, pero un fin, al cabo, que presupone un poder político. El
poder político no ya como depósito de “legitimidad” o “soberanía”, que en el estado
se atribuiría el Rey al igual que en la industria se lo arrogará un Patrono. Más bien, el
Poder político en tanto que ejercido, en tanto que eficaz mecanismo de control,
sometimiento y dominación de unos representantes del Capital sobre unos seres

5
Foucault: “Vigilar y Castigar. Nacimiento de la Prisión”, Pág. 223
humanos-objeto. Cuerpos que serán objeto de explotación económica, ciertamente,
pero también objeto de inquisición y manipulación científica. Se tratará de dividir,
compartimentar, jerarquizar, organizar... toda una masa corporal humana que, reunida
necesariamente por el Capital para someterlos y dominarlos, y de ahí lograr una
adecuada explotación, podrían tornarse sumamente peligrosos al Poder por el mero
hecho de su reunión masiva.
"La subordinación técnica del obrero a la marcha uniforme del medio de trabajo y
la composición peculiar del cuerpo del trabajo, integrados por individuos de uno u
otro sexo y pertenecientes a diversos niveles de edad, crean una disciplina
cuartelaría que se desenvuelve hasta constituir un régimen fabril pleno y que
desarrolla completamente el trabajo de supervisión y por lo tanto, a la vez, la
división de los obreros entre obreros manuales y capataces, entre soldados rasos de
la industria y suboficiales industriales. 'En la fabrica automática, la principal
dificultad (...) radicaba (...) en la disciplina necesaria para lograr que los hombres
abandonaran sus hábitos inconstantes de trabajo e identificarlos con la regularidad
invariable del gran autómata' (...)"6
Anticipándose a Foucault, Marx en el análisis del mundo fabril, habla de las
fábricas como “presidios atenuados”. “La tendencia a economizar los medios sociales
de producción, tendencia que bajo el sistema fabril, madura como planta de estufa, se
convierte en manos del capital, en un saqueo sistemático contra las condiciones de
vida del obrero durante el trabajo, en un robo organizado de espacio, de luz, de aire y
de medios personales de protección contra los procesos de producción malsanos o
insalubres, y no hablemos de los aparatos e instalaciones para comodidad del obrero.
¿Tiene o no razón Fourier cuando llama a las fábricas ‘baños mitigados’?”7

La característica central del modo de producción capitalista es su capacidad para


reorganizar drásticamente los elementos más arcaicos que sobrevivieron a partir de
regímenes productivos más antiguos. Ningún modo de producción tiene por qué
eliminar del todo aquellos residuos de los modos anteriores que no supongan un
obstáculo para el objetivo primordial de éste. El capitalismo, por ejemplo, no se ha
empeñado en la eliminación radical de la nobleza, antes bien, otorga nuevas funciones

6
Marx, “El Capital”, Pág. 517
7
Marx, “El Capital”, Pág.520
económicas (conversión del terrateniente en empresario burgués), o superestructurales
(parlamento, diplomacia, ejército). Tras una fase de antagonismo entre nobleza y
burguesía, el modo de producción capitalista acaba asimilando al noble transformando
a este en un burgués, o en un candidato a la empleomanía del moderno Estado
burgués. Pues bien, por vía de analogía, también podríamos hacer referencia a la
pervivencia de sistemas viejos, a veces realmente arcaicos, de control y sometimiento
que se heredaron desde los tiempos neolíticos del acceso del hombre a su condición
estatal, como fueron el patriarcado, el esclavismo, el militarismo, etc. Tales formas o
relaciones se adaptaron al feudalismo, o más bien el feudalismo se adaptó a ellos. Y
otro tanto ocurre con el capitalismo, si bien el régimen capitalista, a mi modo de ver,
no es un mero receptor pasivo de las herencias y los residuos, sino que recorta estas
estructuras arcaicas para darles, en ocasiones, una nueva funcionalidad
El Poder capitalista precisó de toda la base acumulada históricamente por los reyes
absolutos para poder diversificarse, miniaturizarse, insertarse progresivamente en
todas y cada una de las dimensiones de la vida social. ¿Cuál fue esa base acumulada
que el capitalismo tomó para sí? El marxismo economicista insiste en que la base que
sirvió de punto de arranque a una sociedad burguesa fue un capitalismo comercial,
con sus correspondientes instituciones bancarias, crediticias, etc., que junto con la
rapiña colonial y en general ese conjunto de acciones violentas que Marx denominó
Acumulación Originaria, formaron el fondo de capitales acumulados que, ya en la
fase productiva, podrían invertirse en empresas industriales. Sin embargo es preciso
no dejar de lado nunca el Poder “heredado” del Estado, activo organizador de esa
Acumulación Originaria
Es la propia historia del capitalismo la que nos demuestra que una concepción
substancialista del Poder, aplicada al soberano, al déspota absoluto y arbitrario (como
si fuera un Dios mortal sobre la tierra) y acumulador de fuerzas, se sustituye por obra
y gracia de una “transferencia”, en un Poder no acumulado sino ejercido con medios
tecnológicos, con tecnologías de control inter e intrapersonal. El capitalismo las puso
en práctica en sus primeras fases, en la era de la manufactura.
La historia del capitalismo manufacturero ilustra perfectamente que una de las
primeras “invenciones” del nuevo modo de producción no consistía en una invención
mecánica, físico-química, etc., por mucho que éstas cumplieran sus papeles decisivos
después (la máquina de vapor, por ejemplo). La gran “invención” del capitalismo, de
la era post-feudal, consistió realmente en disponer en el espacio y en el tiempo a los
seres humanos de una determinada manera, “recortarlos” operatoriamente en sub-
tareas, y en unidades fraccionarias de éstas. Sólo así, disponiendo de un control
absoluto, de una “Soberanía” sobre la Producción de cada día y de cada mercancía, se
pudo deshacer para siempre el saber-hacer feudales del granjero y del artesano. Era
preciso controlar al trabajador, como enseñó Marx, separándolo definitivamente de la
propiedad de los medios de producción y de los demás derechos y vínculos. Pero
junto a esa separación, se ha de incluir igualmente la separación del Conocimiento por
parte del trabajador en su labor productiva. Separación de la propiedad, y
desvinculación de toda capacidad cognitiva. Sólo reduciendo a los obreros a una
condición de “autómatas programados” pudo el Capitalismo, ya en sus fases
productivas manufactureras, hacer cumplir el plan de “transferencia” de Poder. Desde
un Poder Absoluto del Soberano, a un Poder Ejercido tecnológicamente por la
burguesía, sustentado en el Capital.
Con el ascenso de un Estado “burgués” y “liberal” se puede comprender que éste
no fue simplemente una simple “emanación” o “secreción” de una base económica ya
de por sí burguesa, capitalista. Este economicismo no es creíble, Marx en su capítulo
sobre la Acumulación Originaria muestra que el Estado disolvió las antiguas lealtades
y servidumbres de la época feudal, haciendo del trabajador una mercancía libre, no un
hombre libre.
“El punto de partida del desarrollo fue el sojuzgamiento del trabajador. La etapa
siguiente consistió en un cambio de forma de ese sojuzgamiento. Sin embargo, los
objetivos que nos hemos trazado no exigen, ni con mucho, el análisis del movimiento
medieval. Aunque la producción capitalista, esporádicamente, se estableció ya
durante los siglos XIV y XV en los países del Mediterráneo, la era capitalista sólo
data del siglo XVI. Allí donde florece, hace ya mucho tiempo que se ha llevado a cabo
la supresión de la servidumbre de la gleba y que el régimen urbano medieval ha
entrado en la fase de su decadencia.
En la historia del proceso de escisión hacen época, desde el punto de vista
histórico, los momentos en que se separa súbita y violentamente a grandes masas
humanas de sus medios de subsistencia y de producción y se las arroja, en calidad de
proletarios totalmente libres, al mercado de trabajo. La expropiación que despoja de
la tierra al trabajador, constituye el fundamento de todo el proceso.”8

8
Marx, “El Capital”, Pág. 894-895
El esclavo, el hombre-cosa, la mercancía humana, empiezan a ser realidad desde el
momento en que se ven despojados de sus medios de producción

Para finalizar y siguiendo a Susana murillo “La fetichización es una condición


necesaria de la existencia del capitalismo. Ella separa lo económico de lo político y el
individuo de lo social. El capital es un proceso complejo que se presenta de modo
desarticulado, de esta manera el efecto de la fetichización es la desaparición en la
experiencia cotidiana, de la percepción y la vivencia de las condiciones de posibilidad
en las que el capitalismo se desarrolla, condiciones que pueden enunciarse como de
explotación del hombre por el hombre. En esa perspectiva, la idea de “hombre
universal”, sujeto de derechos y deberes de modo igualitario es un fetiche que obtura
la percepción de las efectivas relaciones de opresión imperantes. En nombre del
“hombre” sujeto de derechos y deberes se puede penalizar, encerrar, criminalizar,
medicalizar, en última instancia, ejercer procesos de dominación social. En esa clave,
los trabajos de Foucault se han centrado en “deshacer las sujeciones del Sujeto”,
mostrar los modos obscuros, olvidados, sutiles en los que los cuerpos han sido
sujetados, modulados, docilizados, conformados, a partir de los umbrales del
nacimiento del Estado moderno.”9

Conclusión
Foucault logra contribuir a una perspectiva relacional del poder, pero su límite
estaría en la ausencia de un fundamento material de ese poder. Existe una clara
tentación en su obra a absolutizar el poder (Amo-Poder), llegando a considerar que
toda lucha o resistencia resultaría inevitablemente pervertida por el poder
El Poder no es una sustancia invariable y homogénea a lo largo de la historia. Tal
afirmación se corresponde exactamente con lo que debe decirse de la Producción. El
Materialismo Histórico investiga precisamente las transformaciones que en el Poder y
la Producción acontecen, haciendo de ambos conceptos un sistema de relaciones
cuyos términos y operatorias, así como el sistema y el tipo mismo de relaciones, se
transforma sin cesar. El marxismo, más allá de las tergiversaciones vulgares, asume
perfectamente la idea de que el Poder no es una “superestructura”, a modo de reflejo o
instancia reguladora, y en todo caso ajena a la base económica que le corresponde y
que debería constituir su explicación determinista.
9
Murillo, “El Conflicto Social En Michel Foucault Conflicto Social”
Bibliografía:

- Jorge Luis Acanda González (S/I) “Poder Y Revolución: Claves Para Asimilar A
Foucault” (S/I)

- Michel Foucault (1976) “Las Redes Del Poder”, (Texto Desgravado De La


Conferencia Pronunciada En 1976 En Brasil. Publicada En La Revista Anarquista
Barbarie, N-° 4 Y 5, (1981-2), San Salvador De Bahía, Brasil.)

-Michel Foucault (1985b). Vigilar Y Castigar. Nacimiento De La Prisión (1975).


México: Siglo XXI.

- Michel Foucault (1980). Microfísica Del Poder, Madrid: La Piqueta.

- Stefan Gandler “Releer A Marx En El Siglo XXI: Fetichismo, Cosificación Y


Apariencia Objetiva” © Dialéctica, Nueva Época, Año 30, Número 38, Otoño 2006

- Diego Guerrero “El Libro I De El Capital Y El Siglo XXI”, Febrero 2004, IX JEC,
Madrid

- Karl Marx (2002), “El Capital”, Tomo I, Siglo XXI, Bs. As., Argentina.

- Murillo, Susana - El Conflicto Social En Michel Foucault Conflicto Social, Año 1,


N°0, Noviembre 2008 - www.conflictosocial.fsoc.uba.ar/00/murillo01.pdf

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