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25 de Junio de 2014

Me encantaban muchos los campamentos que realizaba el colegio en donde estudiaba. El viaje con
los amigos, la naturaleza, el sol, la comida, pero lo más interesante estaba en la noche… Hablar con
mis amigos, sentir ese aire cálido de la noche, que es abrazador y tierno.
26 de Junio de 2014
El segundo día de campamento a las once de la noche, nos encontrábamos reunidos en un circulo y
en medio una fogata, cada uno con su abrigo a causa del frío. En medio de bosques y montañas,
con un silencio ensordecedor e inquietante que podrían volver loco a cualquiera que estuviera
consumido en su soledad.
Todo era chistes y risas. Probablemente hubiera sido la mejor noche de mi vida, hasta que comenzó
lo espeluznante. Las historias de terror no podían faltar en ninguna reunión, y tampoco, podía faltar
al chico que siempre las contaba.
Pero ese día no fue un chico, sino, una chica y tampoco era de mi curso. De hecho, era una de las
guías turísticas que nos acompañaban en las expediciones de aquellas montañas. No parecía una
chica muy mayor que nosotros, tal vez de unos 20 años… nosotros teníamos 17 años (estábamos
en la parte final de la secundaria) …
…Era muy bonita, una chica espectacular de piel oscura, pero de ojos color miel; su cabello rizado y
que le llegaba debajo de los hombros. Era delgada, aunque no tanto, pero lo que más resaltaba de
ella eran sus nalgas y sus tetas. Algo voluptuosas, con un tamaño perfecto… quizás vaya al gym o
haga ejercicio en casa…
Se sentó a mi lado, y como no quería que se diera cuenta que me gustaba y que me pasaba
observándola todo el tiempo, casi no la veía a los ojos.
- ¿Así que les gustan las historias de terror? – Preguntó ella
Y todos respondimos en descoordinación, pero algo entendible… un Sí
Empezó a contar lo que le había pasado un par de años atrás:
- Hace dos años nos encontrábamos un grupo de amigos explorando la zona, (para aprender
más) era de noche, lo cual andábamos con linternas. Delante de nosotros iba nuestro
maestro, y nos comenzó a contar la misma historia que ahora les cuento. Tal vez eran las
diez de la noche, pero todo era oscuridad y silencio. Pero lo espeluznante era que atrás de
nosotros en ocasiones se escuchaba que algo corría. – Es un venado – pensábamos todos.

La leyenda cuenta que hace veinte años una bruja habitaba este bosque, pero cuando se
empezaron a acercar los turistas empezó una ola de desaparecidos, los turistas afirmaban
que cuando se llega a la cima de aquella montaña (y apuntó con su dedo hacia el norte) se
podían escuchar gritos y gemidos de auxilios de personas en una cueva que estaba ahí.
Se dice que esta bruja a causa de su desagrado por convertir estas montañas en algo
lucrativo, secuestraba a los turistas y los ofrecía como sacrificio para el demonio. Han
pasado muchos años y se siguen escuchando gritos de personas pidiendo auxilio. - Aunque
creo que es una leyenda urbana – dijo nuestro maestro – Yo conozco aquí como la palma
de mi mano, y nunca he escuchado nada parecido – musitaba.

La leyenda cuenta que la bruja a causa de los sacrificios consiguió la vida eterna (porque ya
no hay desaparecidos). También se cuenta que la bruja ha concebido un rostro de horror…
se dice que tiene un gran tamaño, probablemente de 2.50 mt. De los lados de su cabeza
salen cuernos puntiagudos hechos de piedras volcánicas. Su cara es fina y sus ojos son de
color rojo, sus orejas largas parecen de un elfo. Tiene un cuerpo esquelético, y de su cuello
cuelga un collar del que penden dientes humanos. Entornado en su cintura hay un taparrabo
de color rojo muy gastado. Sus manos tienen uñas largas. Y los que han estado “cerca” de
esta bruja dicen que su olor es fétido, similares a la de los muertos.

Al bajar de la montaña, sentíamos que algo nos seguía… la presión del aire nos encerraba,
el corazón se nos aceleraba, un olor putrefacto se hacía más fuerte conforme bajábamos.
Yo iba en medio de todos los chicos, algunos se tapaban la nariz porque no aguantaban el
hedor. Asimismo, lo hice yo, aunque comencé a sentir mucho mareo, la cabeza me daba
vueltas en el aire, estaba a punto de desmayarme, pero algo pasó. Tuve una alucinación.

Me encontraba en un cuarto oscuro, no llegaba la luz de sol ni de la luna. En medio de eso,


dos bolas rojas flotaban a unos metros de mí. Se acercaban con el pasar de los
segundos… el olor penetrante se hacía más fuerte. Hasta que escuché sonar unas cadenas
que eran arrastradas por alguien… - ¿Hay alguien ahí? – pregunté con una voz baja y
temblorosa – Chicos, les he dicho que no me gustan este tipo de bromas… así que, por
favor, no hagan que me enoje – pero todo era silencio; nadie respondió. Cuando las bolas
estaban a pocos centímetros de distancia, lancé un golpe y las bolas se fueron… o eso fue
lo que pensé. Porque cuando giré a mi derecha frente de mí estaba la bruja. Sus grandes
cuernos y sus ojos estaban a 5cm de mi cara.

Podía escuchar su respiración, era la misma que la de un perro cansado, su baba caía en
mis zapatos montañeros, su boca se abrió para tragarme, noté ese olor, no tenía tiempo
para reaccionar, pero esquivé la mordida que me dirigió… caí al suelo, empecé a
arrastrarme sobre él, hasta que llegué a una pared… no tenía escapatoria, iba a morir.

Se acercó a mí, la bruja se acercó a mí y me dijo… - Vete de mi bosque, o sino van a seguir
sufriendo de las consecuencias – expulsó con una voz dominante y amenazadora. No sé de
dónde tomé valor y le dije: - ¿por qué lo debería de hacer? Este no es tu lugar. – exulté.

La bruja abrió su gran mandíbula… pude ver sus colmillos, su baba caía sobre mi pelo. No
podía moverme, me sentía petrificada. Cuando mi cabeza estaba dentro de su boca ella la
cerró… pude gritar: - Ahhhhhhh – exhalé un grito de dolor, pero me levanté de aquella
alucinación. Vi que todos mis compañeros estaban alrededor de mi cuerpo tirado en la
tierra.

Ellos dijeron que solo habían pasado segundo desde el grito a mi caída. Pero para mí en
esa alucinación habían pasado dos horas.

Cuando llegamos nuestros dormitorios todos estábamos bromeando y recordando el olor


que sentíamos en las montañas. Pero yo no podía superar aquel sueño, una pesadez en
mis ojos hicieron que cayera muerta del sueño. Hasta el día siguiente en que me levanté.

- Y más nunca volví a tener algo parecido a eso – terminó la guía

- ¡Wuaoooo! – musitamos todos al unísono

Me quedó viendo y soltó una risita encantadora y tierna.


- Ahora busquemos a dormir, que mañana nos espera un día largo – exclamó ella
Todos empezaron a irse, ella se levantó, pero no se fue. Y yo me quedé un rato más asando unos
bombones. Una increíble historia, pero con un toque de fantasía.
- ¿Te gustó la historia? – clamó una voz desde la oscuridad
Con temor moví mi cabeza hacía atrás… y la vi, riéndose por el pequeño susto que me había
provocado.
- Claro, me gustó mucho. – exclamé – Pero era una historia para asustar a niños de segundo
grado. Aunque ¿Me vas a afirmar que esta historia te sucedió en realidad?
- Nada de lo que he dicho durante toda esta expedición es mentira, pondría por ella mis
manos en el fuego.
- ¡Wuooo! Es una historia un poco difícil de creer.
- Jajaja, lo sabía. Ya sabía que tu no la ibas a creer.
Hubo un silencio inquietante.
- He visto que me observas mucho…
- ¿Ah?... estemm, a… - mi cara se puso roja y mis pies helados. – Lo siento…
- No tienes nada que lamentar – exclamó - ¿Qué tanto me ves?
- Estemm… no sé. Me encanta tu cabello y el color de tus ojos
- ¿En serio, solo eso has vistos…?
Pensé en decirle lo mucho que me gustaba, pero me acobardaba al ser ella una chica muy linda,
quizá no me iba a hacer caso. Ella era mayor que yo, pero podía sentir confianza hacia ella.
- Pues te he visto el trasero, jejee – exclamé con una voz temblorosa y grave.
- Lo sé, lo he notado… -
Le tomé la mano, no sé porque lo hice, pero sabía lo que ella quería hacerme entender.
- Acaso te gusto – musitó ella con voz dulce.
Me cara empezó a enrojecerse, la piel se me puso de gallina y mi corazón palpitaba demasiado
(pensé que se me iba a salir del cuerpo)
- A… estemm… - interrumpí nervioso. – A decir verdad, Sí me gustas… desde que venimos
no sales de mi cabeza.
Sus ojos bajaron directamente hacia mis labios, los suyos temblaban un poco, aquellos labios
húmedos y colorados me daban el indicio de besarla. Todos los chicos ya se habían marchado, solo
estábamos ella y yo y una fogata.
Acerqué mis labios, pero cuando casi tocaban los suyos, ella se apartó…
- Ah… perdón por mi atrevimiento – exclamé nervioso
- No eres tú – replicó ella – sabes… ¿si me encuentran besándome con un cliente me corren
de este trabajo? Este es el empleo perfecto para mí. Y no puedo darme el lujo de perderlo.
- Lo siento, no lo volveré a hacer – dije
- No pasa nada – contestó – mira, vente a mi cabaña dentro de 30 minutos, todos estarán
dormidos, así podremos platicar mejor, y nos podemos besar con toda confianza.
Mi cuerpo hizo un ademan de emoción, y cuando me levanté para darle mi mano y que ella se
apoyara para levantarse, noté que mi pene estaba erecto. No me di cuenta hasta que ella rio
silenciosamente y apuntó hacia la parte baja de mi buso escolar.
Busqué como tapar mi erección, pero no pude con mis manos. Aunque su cara ya no era la misma,
sino, una más morbosa.
- Procura llegar con esa misma gana a mi habitación – exclamó
- Cla… a… a… - tartamudeé – CLARO – dije al fin.
La noche me favorecía, quizás sexo. Aunque me parecía secundario. Solo quería ver sus ojos,
admirarla de pies a cabeza. 30 minutos después, su habitación estaba abierta. La cerré con cautela
y tratando de hacer el menos ruido posible. Aunque ya lo había conseguido para llegar hasta donde
ella.
Ella estaba encima de su cama, envuelta con sus sábanas. Cuando cerré la puerta se movió y se
levantó.
- Estos minutos han sido los más largo de mi vida – dijo ella
Los míos también lo habían sido. Me invitó a entrar en su cama, lo cual acepte sin musitar ninguna
palabra. Cuando estaba dentro, mi pene empezó a levantarse y terminó de hacerlo cuando toqué
sus senos completamente desnudos.
Pero al fin pude besarla, unos labios temblorosos pero apasionados, unidos a los míos, que
clamaban amor…

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