Está en la página 1de 3

LLAMADOS A SER SANTOS

OBJETIVO: Descubrir el llamado que Dios nuestro Padre nos hace a la santidad para que viviendo como Él hagamos su voluntad.

PARTIR DE LA VIDA

¿Hay consciencia del concepto de santidad?


¿Cómo defines la santidad?
¿Para ti quién es un santo?
¿Conoces la vida de algún santo, en qué se distinguió?

La santidad, es una cualidad de Dios, es una gracia de Dios; es un llamado de Dios.


Gaudete et Exsultate No. 9

El llamado a la santidad es imposible cumplirlo, si Cristo no es quien gobierna nuestra vida, pero para esto tenemos que someternos
voluntariamente cada día a su señorío.

El santo es la persona que ama a Jesús en un nivel personal, amarlo lo suficiente como para querer ser como Él en la vida cotidiana, lo
ama lo suficiente como para asumir las características de Jesús. Como Jesús cumple amorosamente la Voluntad de Dios, sabiendo que
de todas las cosas saldrá algo bueno porque es amado personalmente por tan grande Dios.

Los santos son gente común con la compasión del Padre en sus almas, la humildad de Jesús en sus mentes y el amor del Espíritu en
sus corazones. Cuando estas bellas cualidades crecen día a día en las situaciones cotidianas, nace la santidad.

“Los santos son personas ordinarias, que aman a Jesús, intentan ser como Él, son fieles a los deberes propios de su estado de vida, se
sacrifican por su prójimo y mantienen sus mentes y sus corazones alejados de las cosas del mundo”.

Viven en el mundo, pero se elevan sobre sus estándares mediocres. Disfrutan de la vida porque vivirla es un reto, no una penitencia.
Podrían no entender la razón de la cruz, pero la fe les da una capacidad especial para hallar la esperanza en ella. Entienden que deben
seguir las huellas del maestro y que todo lo que les sucede está orientado a lograr su bien.

Los santos son personas comunes y corrientes, que hacen lo que hacen por amor a Jesús, dicen lo que deben decir sin tener miedo -
que aman al prójimo incluso cuando éste los rechaza; y viven sin arrepentirse del ayer y sin temor por el mañana.

Nadie está exento del llamado a la santidad. Hombres, mujeres y niños han subido la escalera de la vida y han alcanzado altos grados
de santidad. Estos santos cristianos pueden encontrarse en todos los estados de vida existentes. G et.E. 10;14

Tenemos por ejemplo a Tarcisio, de nueve años, quien defendió la Eucaristía con su vida. María Goretti, de once años, que defendió su
virginidad y fue apuñalada una y otra vez por quien la atacó. Su santidad brilló intensamente cuando perdonó a quien la intentó violar y
asesinó, además de orar por su conversión

Los santos del pasado eran seres humanos con fragilidades. San Jerónimo tenía un violento temperamento y luchó contra esa debilidad
toda su vida. Dimas era un ladrón que terminó su vida con un acto de amor y de arrepentimiento y tuvo el privilegio de recibir la promesa
del paraíso de parte del mismo Jesús.
Cada santo se esforzó y luchó contra sus debilidades toda su vida y adquirió los hábitos de la virtud, nunca perdió de vista los extremos
más recónditos de su debilidad. Cada uno conquistó la santidad mediante la vigilancia continua de sí mismo, consciente de lo que eran
y conscientes de lo que podían llegar a ser. Esta manera de proceder y la consciencia clara de la propia tendencia al mal, los lanzó a
los brazos de Dios. Dependían de Él para todo y le daban el crédito por cada pequeña cosa buena que sucedía en sus vidas.

ILUMINAR CON LA PALABRA


El que los llamó es santo, sean también ustedes santos en toda su conducta 1Pd 1,13- 25

En las vidas de todos los santos, encontramos las siguientes similitudes: Amor a Dios y al prójimo, determinación para seguir a Jesús y
para levantarse de inmediato después de una caída, completa ruptura con el pecado grave, crecimiento en la virtud y la oración y, el
cumplimiento de la Voluntad de Dios.

Estas características están al alcance de todo ser humano y en ellas no desaparecen las faltas o imperfecciones. En este punto, debemos
hacer una distinción entre faltas y pecados. Una persona santa cumple los mandamientos y se ayuda de las disposiciones y capacidades
que posee para que este cumplimiento sea un proceso de la imitación de Cristo, sea un proceso de santificación. Sin embargo, tiene
también una serie de debilidades que lo hacen escoger, constantemente, entre él mismo y Dios. Es en este vaciarse personalmente que
cada uno, al irse llenando de Jesús, se va haciendo santo.

La santidad es una "experiencia de crecimiento" y éste consiste en el incremento del conocimiento, amor, autocontrol y todas las demás
virtudes imitables de Jesús. No tenemos que perder de vista la santidad mientras avanzamos en la vida, ya que la santidad significa que
Jesús es para nosotros lo que ninguna otra cosa puede ser en el mundo. Este deseo de pertenecer enteramente a Dios no excluye amar
al prójimo, ser compasivo, caritativo, paciente y amable. Nuestro deseo de pertenecer a Dios aumenta todas estas virtudes en nuestras
almas, incrementa nuestro amor por el prójimo y nos hace cada vez más generosos.

Una madre de familia santa lo será en la medida que sea una amorosa esposa y madre, llena de compasión por su familia porque está
llena de Jesús que es compasivo.

Un esposo y padre será santo en la medida que sea un hombre trabajador, honesto, preocupado por las cosas del hogar, con las ideas
claras sobre su modelo que es el providente Jesús.

Ambos, esposo y esposa llegan a ser santos a medida que crece su amor por el Señor. El amor los hace verse a sí mismos y cambiar
aquellas cosas que no son parte del ser como Jesús. Al hacer esto, la vida juntos es menos complicada, más llena de amor y
entendimiento. Están unidos por el amor y la oración, por el perdón y el esfuerzo mutuos.

Los niños se hacen santos siendo obedientes, atentos, alegres y cariñosos. Estas cualidades se mantienen por la fuerza de la gracia y
la oración.

Los santos son gente común con la compasión del Padre en sus almas, la humildad de Jesús en sus mentes y el amor del Espíritu en
sus corazones. Cuando estas bellas cualidades crecen día a día en las situaciones cotidianas, nace la santidad. G et E. 16

RESPONDEMOS CON NUESTRA VIDA.

Dios busca corazones dispuestos, pero también corazones limpios. Hoy buscaremos limpiar nuestros corazones de malas decisiones,
intensiones, o acciones, en nuestra vida personal, familiar.

CELEBREMOS NUESTRA FE

También podría gustarte