Está en la página 1de 42

Perífrasis verbales y expresión del aspecto en español*

Bruno Camus Bergareche


Universidad de Castilla-La Mancha

0. Introducción.

Es una propiedad comúnmente descrita de algunas perífrasis verbales del español el hecho
de que su auxiliar no pueda aparecer en las formas del pretérito indefinido1. Para estas
construcciones el pretérito imperfecto es el único tiempo posible para la expresión de eventos
en pasado. Mostramos ejemplos de este comportamiento en (1):

(1) a. Mis hijos {suelen / solían / *solieron} acostarse a las diez de la noche.
b. Juan {lleva / llevaba / *llevó} corriendo desde las siete.
c. El director{va / iba / *fue} a dimitir, pero ya veremos.
d. {Viene / venía / *vino} lloviendo ininterrumpidamente desde mediodía.
e. {Llevo / llevaba / *llevé} corregidos veinte exámenes.

Como se ve en (1 a.), en el caso de la perífrasis con soler la restricción es tal que en


rigor habría que considerar que la conjugación de este verbo, como consecuencia de su
distribución exclusiva como auxiliar en estas perífrasis, es defectiva y no presenta formas de
indefinido, tal y como ya ocurría en latín.
Una situación similar a la que muestran los datos de (1) se da también en otras lenguas
románicas para las mismas o parecidas construcciones perifrásticas. Por ejemplo, se señala
con frecuencia en la bibliografía el contraste entre itañiano y español respecto a la
construcción estar + gerundio. En español, contra lo que señalábamos en (1), son
perfectamente gramaticales oraciones como la siguiente:

(2) Ayer por la tarde estuve leyendo.

Ahora bien, su equivalente italiano resulta imposible:

(3) *Ieri sera stetti leggendo.

La diferente compatibilidad de estos auxiliares españoles con imperfecto e indefinido


guarda relación, como es fácil sospechar, con el valor aspectual que tienen las perífrasis a las
que dan lugar y no se da, de hecho, como es lógico, con perífrasis modales. Ahora bien, el
ejemplo de (2), con la construcción de interpretación progresiva estar + gerundio, muestra
que la restricción que estamos ilustrando dista mucho de ser general y no se aplica a todas las
perífrasis aspectuales de nuestra lengua. Efectivamente, perífrasis de un valor cercano al de
venir + gerundio de (1 d.), como ir + gerundio o andar + gerundio, parecen presentar menos
problemas para aparecer en indefinido, como muestran los ejemplos de (4):

(4) a. A medida que pasaban las horas, fue lloviendo con más fuerza.
*
Este trabajo ha sido financiado con cargo al proyecto “Tiempo y aspecto en la flexión verbal” (BFF2001-1214)
del Ministerio de Ciencia y Tecnología y una ayuda de financiación interna del Vicerrectorado de Investigación
de la UCLM.
1
Utilizaremos a lo largo de este trabajo esta denominación antigua de pretérito indefinido para referirnos al
pretérito perfecto simple (RAE 1973), a fin de evitar engorrosas confusiones con el pretérito perfecto compuesto
y el aspecto Perfecto.
b. A última hora anduve dudando y me costó tomar una decisión.

Asimismo, una perífrasis como tener + participio, de interpretación aproximada a la que


tiene llevar + participio en (1 e.), puede ser construida en pretérito indefinido:

(5) Una vez tuve corregidos todos los exámenes, me dispuse a ordenarlos.

Tomando como punto de partida estas observaciones relativas a la compatibilidad de


los distintos auxiliares con el presente o pretérito imperfecto y el pretérito indefinido, a lo
largo de las siguientes páginas nos proponemos ofrecer una descripción de las perífrasis
verbales del español habitualmente definidas como perífrasis de valor aspectual.
Someteremos a reconsideración la adecuación de los tratamientos tradicionales de estas
perífrasis2 y defenderemos la necesidad de proponer descripciones alternativas más ajustadas
que tengan en cuenta la diversidad de factores que determinan su interpretación -
señaladamente, además del aspecto, el modo de acción y las propiedades léxicas originales del
auxiliar-, como, por otro lado, se viene indicando desde hace ya tiempo3. Creemos que los
datos que estas descripciones suministrarán pueden abrir el camino a trabajos futuros de
evaluación de la validez de algunas propuestas recientes en relación con la caracterización y
clasificación de las distintas variedades de la categoría aspecto en el sistema verbal español,
muy especialmente las sugeridas en el trabajo de García Fernández (2000 a). Pero también, y
con ayuda de la comparación con la situación de este tipo de perífrasis en otras lenguas
románicas, podrá dibujarse un marco de referencia para la comprensión de los mecanismos de
evolución y desarrollo de las perífrasis aspectuales en español, en la línea de lo que se
propone en Squartini (1998).

1. El aspecto y las perífrasis verbales del español.

En este primer apartado abordaremos la descripción del marco teórico que nos servirá de
referencia a lo largo del resto del trabajo. Discutiremos brevemente en primer lugar algunas
de las definiciones de aspecto en la literatura reciente y, sobre todo, distintas clasificaciones
de las variedades aspectuales elaboradas a lo largo de los últimos veinte años y, en especial, la
propuesta en García Fernández (2000 a). Procederemos a continuación a determinar con
claridad cuáles de las perífrasis tradicionalmente descritas en español como aspectuales
resultan pertinentes en relación con el problema que los datos de (1-5) plantean y por qué.

1.1. Las variedades aspectuales.

Como es bien sabido, en el debate contemporáneo en torno a la naturaleza de la categoría


aspecto resulta obligado en primer lugar separar el aspecto léxico o modo de acción del
aspecto gramatical. En efecto, el primero es una característica intrínseca de los predicados que
permite dar cuenta de sus propiedades temporales internas. Consiguientemente su
manifestación es estrictamente léxica y se realiza fundamentalmente a través de cada uno de
los predicados concretos que en cada lengua corresponden a los distintos modos de acción en
cuestión4. La clasificación más conocida del modo de acción es la de Vendler (1957), quien,
tomando en cuenta propiedades de los predicados como la dinamicidad, la duratividad o el

2
Véanse al respecto, sobre todo, los trabajos de Fente, Fernández Álvarez y Feijóo (1979), Gómez Torrego
(1988) y Morera (1991).
3
Las descripciones de las perífrasis españolas que encontramos en trabajos como los de Bertinetto (1994, 1997),
Havu (1997), Squartini (1998), García Fernández (2000a y b) o García Fernández y Martínez-Atienza (en
prensa) apuntan inequívocamente en esta dirección.
2
hecho de que describan eventos delimitados por una meta o culminación (telos), distingue
entre estados, actividades, realizaciones y logros:
(1) a. Estados (no dinámicos, con duración, atélicos): ser viejo, saber, odiar, lamentar...
b. Actividades (dinámicos, con duración, atélicos): correr, reír, trabajar...
c. Realizaciones (dinámicos, con duración, télicos): escribir un libro, construir una casa, pintar una
pared...
d. Logros (dinámicos, sin duración, télicos): llegar, encontrar, alcanzar...
Distinto del modo de acción, o aspecto digamos ‘objetivo’, es el aspecto gramatical,
que permite a cada hablante seleccionar un punto de vista desde el que contemplar y describir
los distintos eventos. Como es de esperar, la realización de este aspecto ‘subjetivo’
corresponde de modo principal a mecanismos morfológicos y gramaticales, como pueden ser
la flexión verbal o las construcciones perifrásticas con verbos auxiliares
Ciñéndonos ahora a la consideración de este último, el aspecto gramatical, existen
notables dificultades a la hora de determinar sus distintas variedades. En general se tiende a
considerar como central la distinción entre la descripción por parte del hablante de un evento
como acabado, los tiempos compuestos y el pretérito indefinido de la gramática tradicional, o,
por el contrario, la descripción del evento en su desarrollo sin atender a su principio ni final,
el presente y el pretérito imperfecto, principalmente. Es lo que muestra el contraste entre las
oraciones siguientes:

(6) a. A las dos Juan corría por el parque.


b. A las dos Juan corrió por el parque.

Mientras que en (7 a.), con pretérito imperfecto, describimos la acción en su transcurso


y desde dentro, por lo que no hacemos explícita la información sobre su final, en la oración de
(7 b.), con pretérito indefinido, proporcionamos una descripción del conjunto del evento,
desde su principio a su final y, por tanto, lo presentamos como acabado.
Pero existen otras posibles clasificaciones que se cruzan con ésta y toman en
consideración criterios distintos. Por ejemplo, siguiendo a Dik (1987:60-61, 1989: 187), si
introducimos la variable de la cantidad de ocurrencias que un hablante puede considerar en la
descripción de un evento, podríamos construir una clasificación cuantificacional del aspecto
que daría lugar a variedades como la habitual, iterativa, frecuentativa, etc; o bien, tomando en
cuenta descripciones del evento formuladas a partir de puntos de referencia concretos en el
interior de su desarrollo temporal, obtendríamos una clasificación fasal con aspecto ingresivo,
progresivo, egresivo (terminativo), etc. Los ejemplos de (8-9) ejemplifican alguna de estas
posibilidades:

(7) a. Habitual: Juan bebe agua todos los días.


b. Iterativo: Juan bebe agua una y otra vez.

(8) a. Ingresivo: Juan empieza a beber agua.


b. Progresivo: Juan está bebiendo agua.

Del repaso de los ejemplos dados en (7-9), se puede extraer una interesante
observación que, por otra parte, ya habíamos introducido al separar modo de acción y aspecto
gramatical. Parece claro que las distintas variedades aspectuales se manifiestan mediante
instrumentos lingüísticos diferentes. Así como el modo de acción se vincula en su expresión a
unidades léxicas (verbos) diferentes, la distinción entre aspecto imperfecto y perfecto parece
descansar en las distintas lenguas, y también en español, en la flexión verbal (cf. supra (7)). El
aspecto cuantificacional se manifiesta en (8) con la ayuda de complementos adverbiales y, sin
4
Para una descripción detallada de los problemas del aspecto léxico en español, véase De Miguel (1999).
3
embargo, el aspecto fasal se hace explícito en (9) mediante perífrasis verbales. En los tres
casos, y como anunciábamos más arriba, tenemos procedimientos gramaticales, pero no son
ni mucho menos iguales. Atendamos con más detenimiento a estas diferencias porque habrán
de sernos de ayuda a la hora de considerar las perífrasis verbales en español.
En la monografía de Havu (1997) se propone una consideración de los distintos tipos
de procedimientos lingüísticos que en español dan forma a la expresión del aspecto, que
permite tratar separadamente cada uno de los niveles de clasificación de variedades
aspectuales, coincidentes la mayoría con las que hemos adelantado en los párrafos anteriores.
En primer lugar, como en cualquier otra lengua, en español son preferentemente las piezas
léxicas, los distintos predicados, las que manifiestan los rasgos vinculados comúnmente al
aspecto léxico o modo de acción, como puedan ser la dinamicidad, duratividad, telicidad y
otros. Como tendremos oportunidad de ver más adelante, en el caso del español, según Havu
(1997: 127 y ss.), también determinadas perífrasis sirven en ocasiones de modo principal para
la indicación de este conjunto de propiedades relacionadas con el modo de acción. Un
segundo grupo de valores aspectuales, los de tipo cuantificacional, de entre los que Havu
(1997: 104 y ss.) destaca sobre todo la iteratividad, queda encomendado a los complementos
adverbiales y resulta, por tanto, claramente externo al verbo. La que llama Havu (1997: 196-
198) aspectualidad fasal, que da cuenta fundamentalmente de transiciones entre fases del
desarrollo del evento, es la que soportan perífrasis en las que el verbo auxiliar sigue
conservando su significado léxico original, el cual es precisamente coincidente con estos
contenidos aspectuales: ingresivo (empezar a, ponerse a, romper a), terminativo (acabar de,
terminar de), etc. Por último están las variedades aspectuales de manera, que se corresponden,
como veremos inmediatamente, con las clasificaciones que la mayoría de los autores
considera más básicas. Dentro de este aspecto de manera Havu considera en primer lugar las
variedades que presentan una expresión más morfológica y gramaticalizada, el aspecto
perfecto frente al imperfecto (aspecto interno/externo en su terminología). En un segundo
nivel de gramaticalización estarían las variedades que se expresan comúnmente mediante
perífrasis con un verbo auxiliar fuertemente desemantizado (haber, estar, ir, venir, tener...):
aspecto progresivo, continuo, habitual, resultativo, etc.
Efectivamente, como acabamos de apuntar, son estas últimas categorías las que
constituyen el fundamento de las clasificaciones más generalmente aceptadas. Son las que, en
última instancia, quedan vinculadas a la consideración del aspecto gramatical que se puede
encontrar en Klein (1992: 537). Para este autor, el aspecto es la relación entre el Tiempo de la
Situación y el Tiempo del Foco, una idea que permite recoger el hecho de que con el aspecto
el hablante lo que hace es visualizar y describir de un modo específico un evento situado en
un momento dado. Así, cuando el hablante focaliza el desarrollo interno de un evento pero no
su principio o su final, obtenemos el aspecto Imperfecto5. Si, por el contrario, describe una
situación focalizando el fin del evento y el inicio del momento que le sigue, tendremos
aspecto Perfectivo o Aoristo. Cuando el hablante lo que hace es atender al momento que
sigue a la finalización de un evento, a sus efectos posteriores, lo que resulta es el aspecto
Perfecto. Y, finalmente, si el hablante describe la situación enfocando el momento
inmediatamente anterior a la situación, lo que obtenemos es el aspecto Prospectivo.6
Sobre esta clasificación de Klein que atiende fundamentalmente al aspecto de manera,
y con la consideración de propuestas anteriores de sentido muy parecido, como las que se

5
A partir de ahora y como es norma en la bibliografía sobre el tema, usaremos las mayúscula cuando nos
refiramos a cada una de las variedades aspectuales que empezamos a describir y finalmente clasificamos en los
Cuadros I y II.
6
Para una descripción detallada de esta clasificación, véase García Fernández en este mismo volumen. También
pueden consultarse algunas consideraciones que afectan a esta clasificación en Smith (1991). Un buen resumen
de todo ello se encuentra en García Fernández (2000b: 46-54)
4
encuentran en Bertinetto (1986), García Fernández ha venido elaborando en distintos trabajos
un tratamiento de las variedades aspectuales que recoge buena parte de los detalles que
comentábamos ya en Havu (1997). Puesto que es la clasificación que nos va a servir de guía,
la representamos en el cuadro I, a partir fundamentalmente de las conclusiones presentadas en
García Fernández (2000 a) y García Fernández y Martínez-Atienza (en prensa) y la
comentamos y ampliamos en las líneas que siguen a continuación:

CUADRO I

ASPECTO

Inconcluso Concluido

Sin límite izq. Con límite izq. Con límite izq. Doble límite

Imperfecto Continuativo Perfecto Aoristo

En esta clasificación se hace evidente que la distinción básica es una vez más la que
permite separar la expresión de los eventos inconclusos de la de los eventos concluidos. En el
caso de las variedades de aspecto inconcluso, el hablante no focaliza nunca el fin de la
situación descrita, por lo que no es posible hacer inferencias respecto de su conclusión y no
resulta, por tanto, pertinente hablar de su límite derecho, puesto que éste sería precisamente el
que permitiera considerar acabada una situación. Sin embargo, sí es pertinente distinguir
dentro de este grupo entre la variedad aspectual denominada Continuativo, que marca el
límite izquierdo de un evento, su comienzo, y el Imperfecto propiamente, que no aparece
delimitado ni siquiera en este punto. Es la diferencia que reflejan las dos oraciones siguientes:

(10) a. Juan escribe desde que cumplió diez años. (Continuativo)


b. Juan escribe por las tardes. (Imperfecto)

Como veremos más adelante, el Continuativo se expresa en nuestra lengua por medio de
formas de la conjugación muy diversas: el presente, el pretérito imperfecto, el pretérito
perfecto7 y el pluscuamperfecto, tal y como muestran las siguientes oraciones:

(11) a. Juan vive aquí desde hace dos años.


b. Juan ha vivido aquí desde que se casó.
c. Desde las diez de la mañana había llovido intensamente.

7
El pretérito perfecto compuesto de RAE (1973). Véase supra nota 4.
5
Por el contrario, la expresión del Imperfecto es más homogénea y corresponde de modo
principal al presente y al pretérito imperfecto, como muestra la oración siguiente:

(12) Juan corría ayer por el parque cuando yo pasé por allí.

Respecto a las subvariedades apectuales, dentro del Imperfecto cabe distinguir a su vez
entre el progresivo, el habitual y el continuo8 (Bertinetto 1986: 139-162). En el primer caso,
se focaliza un punto único dentro del desarrollo no delimitado del evento:

(13) Juan estaba escribiendo ayer a las siete de la tarde.

El habitual, por el contrario, permite expresar situaciones cuya repetición o frecuencia


las convierten en hábitos o características de los sujetos:

(14) Juan escribe unas páginas cada tarde.

El continuo, finalmente, focaliza la realización de un evento a lo largo de un periodo,


lo que lo convierte en el aspecto típico de las situaciones no dinámicas, como los estados (15
a.). Pero es también, además, la modalidad no marcada del aspecto Imperfecto, la que
tenemos en ausencia de lecturas habituales o progresivas (15 b.). Conviene no confundirlo
con el Continuativo, del que difiere por el hecho de no incluir referencia alguna relativa a su
inicio, su límite izquierdo, como se ve en las oraciones siguientes:

(15) a. Juan tiene el pelo rubio.


b. Juan pinta un cuadro.

En el caso de la expresión de los eventos concluidos, frente a la de los eventos


inconclusos, el hablante permite siempre suponer el fin del evento descrito. Ahora bien, puede
focalizar el momento posterior a su fin y, por tanto, éste quedará cerrado por la izquierda,
pero abierto por su lado derecho, al igual que los eventos inconclusos, con lo que obtenemos
el aspecto Perfecto, o bien, si focalizamos el evento completo desde su principio a su fin, lo
acotamos por los dos lados y resulta el aspecto Aoristo. Son las variedades que representan las
oraciones que siguen:

(16) a. Juan ha escrito ya varios artículos. (Perfecto)


b. Juan escribió una buena novela. (Aoristo)

En (16 a.) se describe un evento concluido (los artículos están ya escritos) pero se
focaliza el resultado de ese evento y este resultado no está delimitado y sigue siendo relevante
en el momento de la enunciación. Por el contrario, en (16 b.), el hablante permite visualizar
un evento completo con su principio y su fin, por tanto, doblemente delimitado, sin hacer
explícita de ningún modo su pertinencia para el presente. Como se ve, los tiempos
compuestos expresan característicamente el aspecto Perfecto y el pretérito indefinido es la
forma de la conjugación típica para el Aoristo. Sin embargo, conviene tener presente que en
español, esta última variedad aspectual también puede ser expresada en ocasiones mediante
los pretéritos perfecto y pluscuamperfecto, como se ve, por ejemplo, en (17), lo que convierte
a estas formas compuestas de la conjugación en formas de lecturas muy variadas y diferentes
(Continuativo (11 b. y c.), Perfecto (16 a.), Aoristo (17)):

8
Mantenemos la minúscula inicial para hacer referencia a lo que clasificamos como subvariedades aspectuales.
6
(17) a. Esta mañana a las diez Juan ha visitado a su padre.
b. Cuando llegué anoche a casa, Juan ya había vuelto del cine.

Al igual que con el Imperfecto, podemos reconocer distintas subvariedades de Perfecto


y de Aoristo. Para el primero conviene separar la lectura resultativa, en la que se habla de los
resultados de un único evento, como en (18 a.), de la experiencial, en la que se habla del
estado a que da lugar la experiencia proporcionada por una determinada situación, como ir al
cine de madrugada en (18 b.):

(18) a. Juan ya me ha visto.


b. Juan ya ha ido el cine de madrugada más de una vez.

En el Aoristo se distinguen la lectura ingresiva, en que se indica el punto en que


comienza un evento que se describe como concluido (19 a.), y la terminativa, en que se
describe el intervalo dentro del que se sitúa el principio y el final del evento (19 b.):

(19) a. Juan dio la clase a las doce y media.


b. Juan escribió un libro el año pasado.

Finalmente, habría que añadir a esta clasificación de García Fernández una de las
variedades propuesta en Klein (1992), la Prospectiva. Estaría, lógicamente entre los aspectos
inconclusos y, al igual que el Perfecto y frente a todos los demás, se trata de un aspecto que
focaliza momentos externos al propio evento. En el caso del Prospectivo, un momento
inmediatamente anterior a la situación; para el Perfecto, el tiempo posterior al fin de la
situación. Esa es la interpretación que corresponde a la siguiente oración en (20), que describe
un estado de cosas inmediatamente anterior y ajeno al evento correspondiente a pintar y, en
cualquier caso, no permite interpretar éste como concluido:

(20) Juan iba a pintar la pared ayer por la mañana.

De este modo, propondríamos como punto de partida, sobre la base de los trabajos de
Klein, Bertinetto y García Fernández y de las descripciones que acabamos de exponer, la
clasificación del aspecto que recogemos en el Cuadro II:

7
CUADRO II

ASPECTO

Inconcluso Concluido

Imperfecto Continuativo Prospectivo Perfecto Aoristo


progresivo experiencial ingresivo
habitual resultativo terminativo
continuo

Una vez que nos hemos acercado a distintos modos de encarar la descripción del aspecto
y hemos presentado la clasificación de las variedades aspectuales que usaremos como
referencia, iniciaremos inmediatamente la descripción de los distintos tipos de perífrasis
españolas y sus problemas. Con ayuda de las consideraciones que en este apartado acabamos
de hacer, nos proponemos seleccionar del conjunto total de perífrasis aspectuales, el grupo de
las que pueden resultar eventualmente afectadas por las restricciones que comentábamos en
los datos de (1-5).

1.2. Perífrasis y aspecto en español.

Los trabajos dedicados a la clasificación y descripción de las perífrasis verbales españolas


suelen ordenarlas de acuerdo a criterios formales, atendiendo principalmente a la manera en
que se presenta el verbo léxico9. Así, se habla de perífrasis de infinitivo, gerundio y participio,
evitando en primera instancia una clasificación basada en su interpretación semántica. Sin
embargo, de modo inmediato resulta frecuente separar al menos tres grandes grupos, las
perífrasis modales, las de voz pasiva y las aspectuales, sin duda, las más numerosas. En el
primer apartado se sitúan construcciones como haber de, haber que, tener que + infinitivo
para la expresión de la obligación, ver de, tratar de + infinitivo para la intención, ser de +
infinitivo para la necesidad, estar por + infinitivo para la disposición, etc. También es
relativamente normal (Gómez Torrego 1989, 1999) incluir entre las perífrasis las
construcciones con verbos modales como querer, deber, poder, dejar, pensar que permiten la
expresión del deseo, la obligación, la posibilidad o la intención. En el segundo apartado se
sitúan las perífrasis de interpretación fundamentalmente pasiva como ser, estar + participio.
Como es de esperar, ninguna de estas construcciones presenta el tipo de restricción que nos
interesa, la relativa a la capacidad de combinación con distintas formas de la conjugación.
Efectivamente, las perífrasis citadas admiten la construcción con cualquiera de ellas:

9
Seguimos aquí fundamentalmente los trabajos más recientes y completos sobre este asunto, los de Gómez
Torrego (1999) e Yllera (1999). No difieren sustancialmente en cuanto a los criterios de clasificación trabajos
anteriores como los de Fente, Fernández Álvarez y Feijóo (1979), Gómez Torrego (1988) o Morera (1991).
8
(21) a. Allí {hay/había/hubo} que trabajar duro.
b. {Tenemos/teníamos/tuvimos} que leer dos libros a la semana.
c. {Estoy/estaba/estuve} por viajar a Cuba.

(22) a. {Quiero/quería/quise} venir y echarte una mano.


b. {Puedo/podía/pude} dormir toda la noche.

(23) La casa {está/estaba/estuvo} vigilada por la policía.

Pasando ya al análisis de las perífrasis comúnmente descritas como aspectuales, es preciso


reconocer en primer lugar un grupo de construcciones que con toda claridad corresponden a
la expresión de lo que llamábamos más arriba, siguiendo a Dik (1987, 1989) y, sobre todo, a
Havu (1997), aspecto fasal. En español tenemos todo un conjunto de perífrasis de infinitivo
cuyo verbo auxiliar sigue estando muy cerca de su valor original y denota casi siempre
precisamente la fase en que se sitúa el desarrollo del evento en cuestión. Son expresiones
como las construidas con empezar a, comenzar a, ponerse a, echar(se) a, romper a, volver a,
acabar de/por, terminar de/por, dejar de, parar de, cesar de, que suelen ser descritas como
incoativas, puntuales, terminativas y, por tanto, habremos de clasificar sin mayor problema
dentro de los mecanismos de expresión de las distintas fases de desarrollo de un evento. Son,
como se espera, perífrasis en muchos sentidos cercanas a las modales, ya que presentan como
ellas un auxiliar cuyo valor semántico original es determinante en la interpretación general de
la expresión10 y cuyo comportamiento no aparece sujeto a ninguna restricción relativa al
tiempo en que debe aparecer, como se ve en las oraciones siguientes:

(24) a. Juan {empieza/empezaba/empezó} a comer a las tres.


b. Juan {acaba/acababa/acabó} de comer a las cuatro.

Las oraciones de (24) muestran además hasta qué punto estas variedades aspectuales
resultan diferentes a las que clasificaba Havu (1997) como aspecto de manera y luego
reformulamos nosotros más arriba en el Cuadro II. Como es fácil de ver, el aspecto incoativo
que suministra la perífrasis en (24 a.) y el terminativo proporcionado por acabar de en (24 b.)
resultan perfectamente compatibles con la interpretación de Imperfecto y Aoristo que se
manifiesta en cada una de las formas verbales que proponemos para el auxiliar: presente,
pretérito imperfecto o pretérito indefinido. Más aún, podemos hacer explícita mediante un
complemento adverbial la interpretación de la variedad habitual del Imperfecto y sigue sin
haber problemas de compatibilidad con la variedad aspectual de tipo fasal que denota la
perífrasis:

(25) a. Juan {empieza/empezaba} a comer habitualmente a las tres.


b. Juan {acaba/acababa} de comer habitualmente a las tres.

Este tipo de datos viene a confirmar algo que sostiene Havu (1997) y ya dejaba ver la
discusión que exponíamos a propósito de la clasificación de las variedades aspectuales en
español en 1.1. Esto es, las variedades aspectuales de manera, las de nuestro Cuadro II, deben
considerarse más internas, más gramaticalizadas y de rango superior a las variedades de fase,
puesto que éstas se les subordinan y son modificadas por ellas.
Nos queda finalmente prestar atención al grupo de perífrasis aspectuales dentro del
cual están las que presentábamos al principio en los ejemplos (1-5). Se incluyen aquí
10
Son el tipo de verbos que Smith (1991) denomina superverbos.
9
perífrasis de infinitivo como las construidas con soler o ir a, de gerundio como las construidas
con estar, venir, ir, andar o llevar o de participio como las que tienen a llevar y tener como
auxiliar. Se trata en prácticamente todos los casos de estructuras en las que el verbo auxiliar
está ya fuertemente desemantizado y guarda poca relación con su significado original; nótese
además que se trata, en su mayoría, de verbos de contenido léxico muy amplio y general.
También en la mayoría de los casos estas perífrasis encuentran equivalentes en otras lenguas
románicas que han sido habitualmente caracterizados también como aspectuales. Veamos
cuáles son las interpretaciones que se les han ido asignando tradicionalmente a estas
construcciones y comprobaremos cómo encajan en términos generales en alguna de las
variedades aspectuales básicas que considerábamos de mayor interés y presentábamos en el
Cuadro II.
Empezando por las perífrasis de infinitivo, hay una considerable unanimidad acerca
del valor habitual de la construcción con el verbo soler11, que se ejemplifica con oraciones
como las siguientes en que los complementos temporales hacen bien explícita esta lectura:

(26) De pequeño habitualmente solía nadar en la piscina los martes y los jueves.

Por el contrario, la perífrasis de ir a + infinitivo es considerada como una perífrasis


temporal, de futuro inmediato12. Sin embargo, como bien señala García Fernández (2000 b:
227 y ss.), resulta más apropiada una interpretación de naturaleza fundamentalmente
aspectual. De otro modo no se entendería el contraste entre oraciones como las siguientes,
tomadas de Gómez Torrego (1988: 66):

(27) a. Vámonos, que va a llover.


b. Vámonos, que lloverá.

Mientras que la oración de (27 a.) describe el estado de cosas inmediatamente anterior
a la lluvia y, por tanto, un momento previo y externo a la situación denotada por el verbo
léxico llover, en (27 b.) el verbo llover describe exactamente la situación misma y ésta está
colocada en el eje temporal en un momento posterior al momento del habla. En (27 a.)
tenemos aspecto Prospectivo, en (27 b.) simplemente tiempo futuro.
Las perífrasis de gerundio están encabezadas por la construida con estar, de uso muy
frecuente en nuestra lengua. Es descrita habitualmente como un presente actual que sirve para
destacar el momento en que se desarrolla la acción13, lo que corresponde con toda claridad a
lo que hemos llamado aquí la variedad progresiva del Imperfecto:

(28) En este momento estoy arreglando la televisión.

De acuerdo con la definición que hacíamos más arriba del progresivo, en la oración
(28) la perífrasis sitúa un punto concreto en el desarrollo de un evento descrito como
imperfecto y, por tanto, con final abierto.
Frente a esta construcción, las perífrasis de gerundio con verbos de movimiento
presentan variantes diferentes de un valor común que se interpreta como el desarrollo gradual
de un evento14. Es una lectura que puede corresponder a la subvariedad continua del
Imperfecto, si no quedan especificados ni el principio del evento ni su final:

11
Gómez Torrego (1988: 117-118, 1999: 3777-3778).
12
Fente, Fernández Álvarez y Feijóo (1979: 15-16) y Gómez Torrego (1988: 65-75, 1999: 3365-3372).
13
Gómez Torrego (1988: 141) e Yllera (1999: 3402-3403).
14
Fente, Fernández Álvarez y Feijóo (1979: 31, 34, 54-55), Gómez Torrego (1998: 147-151, 159-168) e Yllera
(1999: 3412-3419).
10
(29) {Andan / van} diciendo por ahí que no saldrás adelante.

Pero también puede ocurrir que tengamos aspecto Continuativo al quedar fijado el
límite derecho del evento, lo que parece obligado en el caso de venir + gerundio15:

(30) Te lo vengo avisando desde hace mucho tiempo.

Una interpretación similar a ésta de Continuativo es la que corresponde a la perífrasis


llevar + gerundio, que exige la delimitación del inicio del evento y, por el contrario, deja
abierto su final16:

(31) Llevo buscando una papelería desde esta mañana.

Entre las perífrasis de participio que manifiestan más claramente un contenido


aspectual están las construidas con tener y con llevar. Ambas tienen lectura de Perfecto, pues
denotan situaciones que son resultado del final de un evento anterior17:

(32) a. Tengo escritos cinco libros.


b. Llevo escritos cinco libros.

Ahora bien, como muestra el contraste entre las oraciones de (32), la perífrasis con
llevar incluye la información de que el evento que da lugar a ese estado resultante continúa
teniendo lugar, información que no está presente en el caso de la construcción con tener.
En el caso del grupo de perífrasis que acabamos de comentar, estamos, en
consecuencia, ante distintos tipos de procedimientos para la expresión de algunas de las
variedades de aspecto de nuestro Cuadro II. En todos los casos tenemos perífrasis cuyo
contenido aspectual deja sin especificar el límite derecho de la situación que se focaliza, por
lo que estamos finalmente en condiciones de aventurar una primera explicación que permita
dar cuenta del diferente comportamiento de estas construcciones con el pretérito imperfecto y
el pretérito indefinido, que mostrábamos al inicio en (1). Puesto que el contenido aspectual
de este último tiempo es en español inequívocamente de Aoristo, es decir, el aspecto que
define tanto el inicio como el final de una situación, podemos predecir correctamente que no
sea compatible con perífrasis de contenido aspectual diferente de éste. Por el contrario,
debemos esperar que sea posible combinar las perífrasis seleccionadas con tiempos que no
marquen el límite derecho de un evento, como, por ejemplo, presente y pretérito imperfecto.
Sin embargo, esta explicación no resulta suficiente en todos los casos, ya que resulta
desmentida por oraciones como las de (2) y (4-5), que, como trataremos de mostrar
inmediatamente, necesitan sin duda la consideración de factores distintos para resultar
correctamente descritas.

2. La interpretación de las perífrasis aspectuales del español.

En este apartado, abordaremos el análisis detallado del funcionamiento del grupo de


perífrasis aspectuales que acabamos de enumerar y seleccionar y de algunas otras

15
Yllera (1999: 3415).
16
Fente, Fernández Álvarez y Feijóo (1979: 35), Gómez Torrego (1998: 152-155) e Yllera (1999: 3419-3420).
17
Fente, Fernández Álvarez y Feijóo (1979: 42-43), Gómez Torrego (1998: 191-193) e Yllera (1999: 3434-
3437).
11
construcciones de contenido muy similar, con el fin de determinar qué otras circunstancias
están detrás de su distribución con los distintos tiempos del sistema verbal español.

2.1. Las perífrasis habituales.

De entre las perífrasis que hemos elegido, la construida con soler + infinitivo es la de
comportamiento más homogéneo y consecuente con su interpretación aspectual. Como cabe
esperar de la expresión de la modalidad habitual del aspecto Imperfecto, no es posible en
nuestra lengua construir esta perífrasis más que en presente para los hábitos simultáneos al
momento del habla y en pretérito imperfecto para la indicación de una situación habitual en
un momento anterior al tiempo del habla:

(33) a. Ahora suelo ir al gimnasio los lunes y los miércoles.


b. El año pasado solía ir al gimnasio los lunes y los miércoles.

Dada la naturaleza no delimitada del aspecto habitual, parece lógico esperar que no sea
posible construir esta perífrasis con el auxiliar conjugado en las formas que puedan denotar
aspecto concluido y es exactamente esto lo que indica la gramática académica18. Puesto que el
verbo soler en español sólo ocurre en estas construcciones, debe ser descrito como defectivo:
no se conjuga ni en pretérito indefinido ni en los tiempos compuestos19. En este sentido, esta
perífrasis muestra un avance considerable en el proceso de gramaticalización y ha fijado con
notable nitidez su valor como perífrasis estrictamente habitual, hasta el punto de limitar su
ocurrencia, como acabamos de ver, a tiempos compatibles con este contenido aspectual.
En realidad, como explica Bertinetto (1997: 213-214)20, el habitual es una subvariedad
aspectual con características muy peculiares que imponen limitaciones importantes sobre las
formas que la manifiestan. Por ejemplo, un requisito importante para obtener la lectura
habitual es que el evento sea de por sí iterable, ya que los eventos habituales se componen
característicamente de un “macroevento” marco dentro del cual se sitúan diversos
“microeventos” correspondientes a cada una de las ocurrencias individuales del evento en
cuestión. Esto es, para oraciones como las de (33), estamos describiendo una sucesión de idas
al gimnasio –los microeventos- cuya repetición característica permite establecer un único ir al
gimnasio –el macroevento- convertido en habitual. Por tanto, no es sorprendente que las
perífrasis habituales den lugar a oraciones agramaticales si se combinan con predicados
estativos permanentes como los siguientes:
18
RAE (1973: § 2.12.13)
19
Algunos hablantes no parecen tener problemas para admitir formas del pretérito perfecto y construyen
oraciones como:

(i) He solido nadar mucho de joven.

Sin embargo, resulta muy interesante señalar que en estos casos parece primar no una interpretación
habitual de la perífrasis sino frecuentativa -es decir, relacionada con el aspecto cuantificacional, no con el de
manera, que es el que nosotros estamos considerando-, la cual obviamente no sería incompatible en absoluto con
los tiempos que denotan aspecto concluido como el pretérito perfecto. Lo demuestra el hecho de que los
hablantes que admiten (i) rechazan oraciones como la siguientes:

(ii) *He solido nadar habitualmente de joven.

Parece, entonces, que en esta variedad de español la perífrasis con soler no tendría interpretación de
habitual al menos en los casos en que se conjuga en pretérito perfecto y no sería descartable que tampoco la
tuviera con los demás tiempos. Para las relaciones entre el habitual y el frecuentativo, ver Bertinetto (1997: 208-
212).
20
Véase también sobre el habitual Bertinetto (1994) y Martínez-Atienza en este volumen.
12
(34) a. *Juan solía ser español.
b. *Juan suele ser profesor de Didáctica.

En estos casos, el único modo de legitimar las oraciones es que existan condiciones
pragmáticas que licencien la interpretación de estos predicados como susceptibles de
iteración. Por ejemplo, la oración (34 a.) podría ser aceptada en el caso de que pretendamos
dar a entender que la nacionalidad puede ser considerada una situación pasajera y sujeta a
modificaciones.
En consecuencia, lo que define la habitualidad es la existencia de una situación tal que,
habiendo ocurrido al menos una sola vez, permite servir de base para una definición genérica
o típica que prediga su repetición. De ahí su evidente relación con el aspecto cuantificacional,
la iteratividad, las lecturas frecuentativas, a pesar de que, como sostiene Bertinetto (1997:
208), los enunciados habituales no contienen necesariamente una cuantificación ni explícita ni
implícita.
Dada la complejidad de los requisitos de tipo pragmático necesarios para definir los
hábitos, no es sorprendente que las perífrasis habituales tengan problemas también con el
futuro o el imperativo. Desde luego, en español el auxiliar soler tampoco admite ninguna de
estas dos formas de la conjugación, lo que, sin duda, tiene que ver con la dificultad de definir
un evento como habitual cuando todavía no se ha producido.
Similar comportamiento presenta la otra construcción, de uso ciertamente más raro,
que a veces se clasifica junto a la de soler como perífrasis habitual (Gómez Torrego 1999:
3378). Se trata de acostumbrar + infinitivo21 en oraciones como las siguientes:

(35) a. Mis primos acostumbran caminar por el parque todas las tardes.
b. Juan acostumbra cenar todos los días sobre las nueve.

Acostumbrar, como soler, queda limitado también a los tiempos imperfectos y no es


posible conjugarlo en pretérito indefinido o pretérito perfecto:

(36) Mis primos {acostumbraban / *acostumbraron / *han acostumbrado} caminar


por el parque todas las tardes.

El parecido de esta perífrasis con la de soler incluye también las limitaciones relativas
al uso en futuro o imperativo y a la distribución con predicados estativos. Todo ello permite
concluir que su estatuto léxico es en el español actual idéntico al de soler. Se trata en ambos
casos de verbos que sirven exclusivamente como soporte de perífrasis habituales, sin ninguna
independencia léxica, lo que da razón de su defectividad.

2.2. La perífrasis continuativa llevar + gerundio.

21
Algunos hablantes prefieren acostumbrar a + infinitivo, como en:

(i) Acostumbro a salir a pasear los sábados.

En ningún caso debe confundirse este tipo de construcción con aquellas a las que da lugar otro verbo
distinto, el pronominal acostumbrarse “habituarse, tomar la costumbre”, cuando rige infinitivos, como en:

(ii) No me acostumbro a comer sin vino.

En casos como éstos no sólo estamos ante otro verbo sino que ni siquiera hay perífrasis.

13
Un comportamiento tan homogéneo como el de las perífrasis habituales que acabamos
de analizar es el que presenta la perífrasis llevar + gerundio. En su momento ya señalábamos
que era ésta una de las maneras en que se expresaba en español el aspecto Continuativo22.
Veámoslo ahora con más detalle.
Como dejan ver más arriba los Cuadros I y II, el Continuativo es una de las variedades
aspectuales de la expresión de eventos inconclusos, por lo que en ningún caso afirma el final
de las situaciones que describe23. Las siguientes oraciones ejemplifican diferentes tipos de
expresiones de lectura continuativa:

(37) a. Ha vivido en Murcia desde que se separó de su mujer.


b. Estoy examinando desde las diez de la mañana.
c. Llevaba caminando por el monte toda la tarde.

Como se puede ver, a pesar de la naturaleza bien distinta de cada una de las
construcciones usadas, en todos los casos se describe una situación que da comienzo en un
momento fijado de modo explícito por el complemento adverbial y llega hasta un punto
intermedio de su desarrollo. El límite derecho o final del evento queda, por tanto, sin ser
focalizado en absoluto en esta modalidad aspectual, por lo que en todos los casos es posible
inferir la continuación posterior de la situación a la que hace referencia el verbo en cuestión.
Ahora bien, frente al Imperfecto, el Continuativo sí afirma el inicio de las situaciones que
predica y la manifestación sintáctica más clara de esto es el hecho de que es obligatoria la
presencia de un complemento adverbial que determine el límite izquierdo que da comienzo a
la situación. En (37 a. y b.) bastaría eliminar el complemento adverbial con desde para
obtener oraciones de lectura no continuativa:

(38) a. Ha vivido en Murcia.


b. Estoy examinando.

En la oración (38 a.) se entiende que la situación denotada por vivir en Murcia ha
llegado a su término y no continúa produciéndose; es considerada en su totalidad desde su
inicio hasta su final. La oración (38 b.), por el contrario, focaliza un solo momento, el actual,
en el desarrollo del evento denotado por examinar. Son lecturas, pues, de Aoristo e
Imperfecto progresivo respectivamente.
En el caso de la oración (37 c.) con llevar + gerundio, este contraste es aún más
extremo ya que la exigencia de complemento adverbial es tal que su ausencia convierte en
agramatical la oración. Si eliminamos el complemento toda la tarde que, al igual que los
encabezados por desde, delimita un momento temporal desde su inicio, el resultado es, como
se ve en (39), agramatical:

(39) *Llevaba caminando por el monte.

22
Esta perífrasis existe también en gallego. En portugués existe levar a + infinitivo, pero no parece seguro que
corresponda exactamente a una perífrasis (Squartini 1998: 297). En América, sin embargo, está documentada por
Kany una forma alternativa con tener + gerundio de valor muy similar (Yllera 1999: 3420):

(i) Tengo dos horas esperando.


23
Seguimos fundamentalmente el trabajo de García Fernández y Martínez-Atienza (en prensa) para la definición
y descripción de los distintos modos de expresión del Continuativo y del funcionamiento de llevar + gerundio.
14
De este modo, el rasgo definitorio del aspecto Continuativo, la determinación del
inicio del evento, es también una característica sintáctica obligatoria de esta perífrasis, lo que
habla muy claramente a favor de su consideración como perífrasis continuativa.
Pero aún hay otra restricción que afianza más esta definición. Como cabe esperar de
una variedad aspectual que deja abierto el límite final de la situación que describe, el aspecto
Continuativo se relacionará estrechamente con la morfología de los tiempos imperfectos y
efectivamente ocurre que la perífrasis continuativa llevar + gerundio no se puede construir
nunca ni en pretérito indefinido ni con tiempos compuestos:

(40) *{Llevé / he llevado} caminando por el monte toda la tarde.

Como ocurría con las perífrasis habituales, en el caso de la perífrasis continuativa la


descripción de situaciones pasadas con mención expresa de su inicio pero sin determinar su
final ha de realizarse en pretérito imperfecto:

(41) (Cuando me encontraste ayer), llevaba caminando por el monte toda la tarde.

Por otro lado, a pesar de la importancia evidente que el valor aspectual continuativo
tiene en la perífrasis llevar + gerundio, del que son una muestra clara las restricciones que
acabamos de señalar, es posible aislar algún otro significado. Efectivamente, las preferencias
en la combinación de esta perífrasis con predicados de distinto modo de acción permiten
reconocer otros contenidos como el de la progresión gradual vinculados sin duda a las
propiedades de modo de acción del verbo léxico llevar.
En este sentido, llama la atención que llevar + gerundio no sea compatible con
24
estados , a diferencia de otros procedimientos ocasionales para la expresión del
Continuativo, como el pretérito perfecto o pluscuamperfecto y el presente25 y la perífrasis
estar + gerundio con tiempos compuestos (ver infra 2.4.), que se indican en las oraciones
siguientes:

(42) a. {Ha permanecido / había permanecido / permanece / *lleva permaneciendo}


solo desde que se divorció.
b. {Ha estado / había estado / está / * lleva estando} afónico desde que cogió la
gripe.

24
Como indican García Fernández - Martínez-Atienza (en prensa: nota 11), algunos predicados estativos como
vivir son, sin embargo, compatibles con llevar + gerundio:

(i) Lleva viviendo con sus abuelos desde hace un año.

Lo cual sorprende aún más si lo comparamos con el comportamiento contrario de habitar:

(ii) *Lleva habitando con sus abuelos desde hace un año.

La explicación puede estar en la diferente dinamicidad de ambos predicados: vivir, en tanto que
comprende no sólo el hecho físico de habitar un espacio sino también situaciones dinámicas como trabajar,
alimentarse, etc, sería un predicado más dinámico que habitar.
25
Son ejemplos como los de (11), que dábamos más arriba en 1.1. y volvemos a reproducir aquí:

(i) a. Juan vive aquí desde hace dos años.


b. Juan ha vivido aquí desde que se casó.
c. Desde las diez de la mañana había llovido intensamente.

15
Por el contrario, las actividades constituyen el grupo de predicados que con más
frecuencia y naturalidad se combina con esta perífrasis. El desarrollo paulatino y gradual en el
tiempo de un proceso que denotan las actividades suministra un buen marco para el
Continuativo y, también, el hecho de que esa progresión no vaya dirigida hacia una
culminación o telos favorece precisamente una interpretación con final abierto del evento que
permita inferir su continuidad posterior. En consecuencia, abundan los ejemplos del tipo de
los siguientes:

(43) a. Juan lleva nadando una hora.


b. Lleva trabajando desde los veinte años.
c. Cuando llegaste, llevaba dos horas estudiando.

Con las realizaciones, es decir, los predicados dinámicos y durativos orientados hacia
la consecución de una meta o telos, también es posible combinar la perífrasis de llevar +
gerundio, aunque no sin que se produzcan efectos interesantes sobre su interpretación, como
mostramos a continuación:

(44) a. Lleva pintando la pared desde hace tres horas.


b. Llevo escribiendo esta carta desde las cinco.

Puesto que la perífrasis continuativa no focaliza el final de la situación denotada por


las realizaciones pintar la pared en (44 a.) y escribir esta carta en (44 b.), no podemos
afirmar que la pared finalmente fuese pintada o la carta escrita. Se produce, entonces, un
efecto destelizador del predicado que acerca en estos contextos a realizaciones y actividades:
el evento descrito es originalmente télico pero se presenta de modo que su culminación queda
fuera de foco, al modo de los predicados atélicos.
Como puede esperarse de lo ya dicho, en principio no es posible combinar llevar +
gerundio con logros. Éstos son predicados puntuales, sin duración ni por tanto desarrollo en el
tiempo que cubra las exigencias del aspecto Continuativo:

(45) a. *El montañero lleva alcanzando la cima tres horas.


b. *Llevo llegando a Cáceres tres horas.

Si la interpretación de los predicados de (45) alcanzar la cima y llegar a Cáceres es


estrictamente la de un logro, está claro que no cabe esperar que nadie invierta tres horas en un
proceso puntual que carece de duración. Ahora bien, es posible dar por buenas estas oraciones
en el caso de que prescindamos de su significado recto de logro y forcemos una lectura
metonímica del tipo de “colocarse en disposición de alcanzar la cima o llegar a Cáceres”, en
cuyo caso no hay problema de compatibilidad con el Continuativo. Lo veremos más
claramente si usamos logros como el del predicado representado por el verbo morirse:

(46) Lleva muriéndose tres horas.

En este caso la oración sólo resulta gramatical si interpretamos morirse en el sentido


de agonizar, es decir, el proceso previo al denotado por morirse, lo que no es un logro sino
una actividad.
Finalmente, existe un tipo de predicados también puntuales que permiten desvelar otra
característica de la perífrasis continuativa. Son los llamados puntuales atélicos, predicados
como estornudar, toser, guiñar un ojo, llamar a la puerta..., claramente diferenciables de los
logros por el hecho de carecer de final o meta. Por su propio significado son predicados

16
característicamente iterables, en cuyo caso pasan a comportarse como actividades. Es la
diferencia que separa el predicado de (47 a.) que es puntual, semelfactivo, y el de (47 b.),
donde tenemos un predicado puntual iterado y, por tanto, una actividad:

(47) a. Cuando estornudé, Juan se dio la vuelta y me miró.


b. Estornudo muchísimo siempre que cojo catarro.

Como es de esperar, la combinación de estos predicados con llevar + gerundio


corresponde a su lectura como actividades, es decir, la interpretación iterada, tal y como
muestran las oraciones siguientes:

(48) a. Lleva tosiendo desde las tres.


b. Lleva llamando a la puerta toda la tarde.

Lo interesante es que, al igual que ocurre con este último grupo de predicados, el
Continuativo en general y, por tanto, llevar + gerundio, fuerza lecturas en las que el evento se
interpreta como una única actividad homogénea incluso cuando puedan darse en su interior
repeticiones o iteraciones. Eso es lo que explica que, combinado con predicados télicos como
las realizaciones, queden excluidas las interpretaciones estrictamente iterativas a favor de
lecturas atélicas:

(49) a. Hace las maletas sin parar.


b. Lleva desde las tres haciendo las maletas sin parar26.

Mientras que en (49 a.) podemos tener una iteración estricta y, por tanto, varios
eventos correspondientes a hacer las maletas, es decir, hacer las maletas una y otra vez con
sucesivas culminaciones de la actividad y, por tanto, realizaciones, en (49 b.) tenemos un
evento único de hacer las maletas que no llega a culminar y se presenta entonces como una
actividad.
Lo dicho hasta ahora nos permite concluir con la definición de llevar + gerundio como
una perífrasis cuya morfología está condicionada por su uso específico como perífrasis
aspectual continuativa. Además, su utilización está restringida a la combinación con verbos
que denoten actividades y realizaciones, lo que es explicable probablemente en razón del
valor original de llevar.

2.3. La perífrasis ir a + infinitivo.

La construcción ir a + infinitivo es reconocida como una de las perífrasis de mayor


frecuencia y uso entre las del español. Buena parte de sus ocurrencias no se corresponden con
la definición como perífrasis prospectiva que dimos más arriba en 1.2. Ya adelantábamos
entonces que en muchas ocasiones prevalecen interpretaciones estrictamente temporales, de
futuro, pero también son abundantes los casos en que presenta lecturas modales. Trataremos
de definir, sobre todo, las condiciones que rigen su uso aspectual para luego relacionarlo con
su funcionamiento temporal y modal.
Recordemos, en primer lugar, la naturaleza del aspecto Prospectivo de oraciones como
las siguientes:

(50) En este instante va a comenzar el recital.

26
Los ejemplos son adaptados de García Fernández – Martínez-Atienza (en prensa).
17
En (50) con la perífrasis focalizamos un momento de tiempo (“este instante”) que es
inmediatamente anterior al comienzo del recital. Nótese que no es posible sustituir la
perífrasis por el futuro imperfecto ya que este quedaría anclado por el complemento adverbial
que denota un momento simultáneo al tiempo de referencia, lo que es imposible dado su
valor temporal:

(51) *En este instante comenzará el recital.

Con la perífrasis atendemos, por el contrario, a la preparación de la situación, de la


cual nos colocamos, por consiguiente, claramente fuera. En este sentido, se dice que el
Prospectivo es externo al evento, como el Perfecto. Sin embargo, debemos clasificarlo junto
al Imperfecto y el Continuativo entre las variedades aspectuales que expresan eventos
inconclusos, ya que la descripción ofrecida por el Prospectivo no incluye el fin de la
situación27. En realidad, el Prospectivo ni siquiera afirma que se produzca el evento, luego
difícilmente puede informar de su inicio o su final.
Pues bien, datos como los de (50) muestran que el procedimiento apropiado para la
expresión del Prospectivo es en nuestra lengua la perífrasis ir a + infinitivo. Puesto que ir a +
infinitivo en estos casos funciona como perífrasis estrictamente aspectual y no temporal,
podemos esperar que sirva también para describir momentos inmediatamente anteriores a
situaciones pasadas. En este caso, dado que, como hemos dicho, el Prospectivo no puede
describir el final de un evento, la predicción será que la perífrasis presente flexión de
imperfecto y resulte incompatible con pretérito indefinido o perfecto28. Es lo que se observa

27
En todo caso, se podría considerar que las situaciones descritas por el Prospectivo incorporan un inicio o límite
izquierdo virtual (García Fernández, comunicación personal).
28
Es posible tener oraciones de naturaleza similar a las que aparecen en (48-49) en las que tenemos el verbo ir
en pretérito indefinido e, incluso, pretérito perfecto, como las siguientes:

(i) a. Cuando fui a abrirte la puerta, llamaron al teléfono.


b. He ido a escribirte una nota esta tarde, pero luego se me pasó.
c. Fueron a buscar algo de beber y en ese momento llegó Juan.

En estos casos lo que ocurre en realidad es que estamos ante el uso no perifrástico del verbo ir, con el
valor de “desplazarse” o “dirigirse”, que, naturalmente, no presenta restricción alguna de tiempo. En este uso el
verbo ir no puede seleccionarse a sí mismo, como se observa a continuación:

(ii) *Cuando fue a ir a la calle, resultó que no encontraba el abrigo.

Por el contrario, cuando funciona como auxiliar en la perífrasis prospectiva, no tenemos esta restricción:

(iii) Cuando iba a ir a la calle, resultó que no encontraba el abrigo.

Nótese también que en casos como los de (i) necesitamos sujetos agentivos, lo que no es preceptivo
cuando hay perífrasis:

(iv) Nos marchamos porque {iba / *fue} a nevar.

En definitiva, los usos de (i) implican alguna suerte de movimiento, como muestra el hecho de que la
siguiente oración de (v) no se pueda interpretar al resultar imposible, por contradictoria, la simultaneidad de las
situaciones descritas en la subordinada y en la principal:

(v) *Cuando me senté en el sillón hace tres horas, fui a escribirte una nota.

Basta sustituir fui por el pretérito imperfecto iba, dando paso así a una lectura prospectiva típica de la
perífrasis, para tener una oración válida:

18
en (52), que es la versión en pasado de (49), y en las oraciones de (53), que muestran además
hasta qué punto el Prospectivo es independiente del evento al que se refiere:

(52) Ayer en ese instante {iba / *fue / *ha ido} a comenzar el recital.

(53) a. {Iba / *fue / *ha ido} a abandonar la presidencia y ahí sigue todavía.
b. Ayer, cuando {iba / *fue / *ha ido} a llover, salió viento y finalmente quedó
un buen día.
c. {Íbamos / *fuimos / *hemos ido} a ir en tren y finalmente decidimos coger
el coche.

Con todo, como anunciábamos al principio, la interpretación aspectual no es la única


disponible para esta perífrasis. Como es bien conocido, esta construcción ha desarrollado a
partir de la lectura prospectiva un valor estrictamente temporal de futuro inmediato en
español29 (García Fernández 2000 b: 228). Esto es lo que explica que en muchos casos ir a +
infinitivo sea intercambiable por formas de futuro de la conjugación con una lectura
puramente temporal que sitúa el evento en un momento posterior al tiempo de referencia. Es
lo que observamos en oraciones como las que presentamos a continuación:

(54) a. Me voy a examinar (me examinaré) mañana a las tres.


b. Mis padres van a llegar (llegarán) esta misma tarde.
c. Esta noche cuando den las doce, vamos a tomar (tomaremos) las uvas de
Nochevieja.

Nótese que en ninguno de los ejemplos de (54) cabe la lectura prospectiva, es decir, la
perífrasis no describe el momento anterior al evento sino que sitúa el evento mismo en el
futuro.
En nuestra lengua este uso temporal de la perífrasis es muy estable y explica la
aparición de esta construcción incluso como variante del futuro en estilo indirecto,
subordinada tanto a un presente como a un pasado, como en (55):

(55) a. Juan dice que vendrá (va a venir) esta tarde.


b. Juan dijo que vendría (iba a venir) esta tarde.

Existen además un buen número de usos modalizados de ir a + infinitivo que


probablemente haya que poner en relación también con esta interpretación temporal30 (Gómez
Torrego 1999: 3368-3372):

(56) a. Vais a pensar que estoy loco, pero me da igual.

(vi) Cuando me senté en el sillón hace tres horas, iba a escribirte una nota.
29
También ocurre lo mismo en otras lenguas románicas en que aparece una perífrasis similar, como el francés
(aller + infinitivo) o el portugués (ir + infinitivo).
30
Los usos de la perífrasis en pretérito indefinido o perfecto que se documentan en expresiones de valor
exclamativo, si es que efectivamente tuviéramos aquí perífrasis, cosa que no es segura, probablemente puedan
explicarse también a partir de modalizaciones de la lectura temporal (Fente, Fernández Álvarez y Feijóo (1979:
16) y Gómez Torrego (1999: 3370)):

(i) a. ¡Mira tú quién fue a quejarse!


b. ¡Han ido a castigar a los que menos culpa tenían!

19
b. Va a haberlo matado Juan.
c. ¡Cómo me voy a callar!
d. ¡No irás a contárselo!

En resumen, habremos de concluir que la perífrasis ir a + infinitivo es en nuestra


lengua en primera instancia una perífrasis aspectual prospectiva, incompatible, por tanto, con
flexión de pretérito indefinido y formas compuestas. Desde este uso se obtienen además otros
valores distintos de naturaleza temporal o modal.

2.4. La perífrasis estar + gerundio.

Junto a la construcción con ir + infinitivo, la perífrasis estar + gerundio está entre las de
mayor frecuencia en nuestra lengua. Pero a diferencia de aquélla, esta perífrasis presenta un
análisis ciertamente complejo. Para empezar, las restricciones relacionadas con la flexión del
auxiliar que tan bien funcionaban para las construcciones estudiadas hasta este punto, en esta
ocasión parecen desaparecer. Recordemos de nuevo en (57) la oración ya presentada en (2),
con el auxiliar estar en pretérito indefinido, un tiempo para eventos concluidos, que choca con
la definición que dábamos en primera instancia en 1.2. para esta perífrasis como de
Imperfecto progresivo:

(57) Ayer por la tarde estuve leyendo.

Veremos a continuación cómo, frente al comportamiento de las perífrasis que


acabamos de analizar, que responden con mayor coherencia a una definición aspectual, existe
otro grupo de construcciones perifrásticas, con estar + gerundio en primer lugar, que se hallan
sujetas en distinto grado a restricciones debidas al significado original del verbo que sirve de
auxiliar. En este sentido, son perífrasis cuyo valor resulta más difícil de establecer y, desde
luego, va más allá de una estricta definición en términos de aspecto.
Atendamos en primer lugar al análisis de oraciones del tipo de (28) que en 1.2. nos
servía para ilustrar el uso de estar + gerundio como perífrasis progresiva:

(58) a. Juan está corriendo por el parque en este momento.


b. No me molestes ahora que estoy trabajando en el desván.
c. Ayer a esta misma hora estaba arreglando una fuga de agua.

En todas estas oraciones tenemos la descripción de un momento concreto no iterado en


el desarrollo de una situación de cuyo inicio o final no se dice nada. Es necesario además que
la ocurrencia única de ese evento descrito se esté produciendo exactamente en el instante que
le sirve como referencia temporal, es decir, para las oraciones de (58 a., b. y c.) en este
momento, ahora, ayer a esta misma hora, respectivamente. Esta lectura típicamente
progresiva es la más característica de esta construcción. En nuestra lengua está especialmente
vinculada a predicados durativos, por lo que resulta especialmente frecuente con actividades
(59) y realizaciones (60):

(59) a. En este momento están jugando Real Madrid y Barcelona.


b. Cuando llegué a casa, la niña estaba llorando.

(60) a. Ahora el niño está construyendo la nueva maqueta.


b. Me voy dentro de cinco minutos y estoy haciendo la maleta.

20
La exigencia de predicados que se desarrollen a lo largo de un tiempo y estén, por tanto,
dotados de duración bien determinada, complica la posibilidad de encontrar la perífrasis
aplicada a logros. Sólo cuando podemos tener una lectura que haga referencia al momento
preparatorio inmediatamente anterior al propio logro, cabe la combinación con la perífrasis
progresiva, como en las oraciones siguientes:

(61) a. El tren está llegando en este mismo instante.


b. El montañero está alcanzando la cima.

También es posible el uso de esta perífrasis con predicados que describen estados no
permanentes. Lo que ocurre en estos casos es que el predicado se interpreta en términos más
dinámicos, no ya como un estado sino como un comportamiento o actitud:

(62) Mírate y reflexiona, estás siendo una estúpida.

En oraciones de este tipo la interpretación más puramente progresiva, la ”actual” y de


ocurrencia única, se difumina en beneficio de la lectura habitual, como muestran ejemplos
como el siguiente:

(63) Últimamente estás siendo una estúpida.

Como es fácil ver, en (63) no ocurre necesariamente que el comportamiento estúpido


se esté verificando efectivamente en el momento en que se emite la oración. Lo que hay aquí
es una descripción general que supone una ocurrencia frecuente, hasta devenir típica, de ese
comportamiento. Sin duda, este efecto tiene que ver con el tipo de predicado: la descripción
de un cierto estado de cosas como comportamiento requiere una frecuencia, continuidad y
consolidación que favorece una interpretación que presuponga una ocurrencia múltiple, como
la habitual e incluso la continua, es decir, la modalidad del aspecto Imperfecto menos
marcada31.
La misma deriva hacia interpretaciones más cercanas a lo habitual o lo continuo, pero
siempre imperfectivas, se da en español con esta perífrasis para las actividades. Atendamos a
las siguientes oraciones y comparémoslas con los ejemplos de actividades con lectura
progresiva de (59):

(64) a. Verdaderamente la niña está continuamente llorando.


b. El Real Madrid está jugando muy bien esta temporada.

En ambos casos el complemento adverbial presupone un periodo de tiempo largo que


sirve de marco a la situación descrita por el predicado. En (64 a.) la perífrasis da lugar a una
lectura continua, ya que permite interpretar la situación como un mismo evento
ininterrumpido, incluso si hay en realidad más de una ocurrencia e instantes del periodo para
los cuales no se verifica la situación descrita. En (64 b.) la perífrasis es habitual, ya que damos
a entender una situación regular y característica a partir de la repetición frecuente de distintas
ocurrencias, lo que no impide que en alguna ocasión dentro del periodo de referencia no se dé
el evento en cuestión.
Igualmente las realizaciones pueden combinarse con estar + gerundio para dar lugar a
este tipo de lecturas imperfectivas, pero ahora el contraste con la lectura progresiva es mucho
mayor, ya que es obligada la lectura iterativa en que se tienen varias ocurrencias acabadas del
31
Squartini (1998: 70-88) describe estas lecturas como puramente durativas y no exactamente aspectuales.
Véase también sobre las relaciones entre el progresivo, el habitual y el continuo, Bertinetto-Delfitto (1996).
21
mismo evento y, por tanto, obtenemos una distinción entre un evento continuo o habitual y,
por tanto, abierto, que, además, está compuesto de varios ocurrencias acabadas y cíclicamente
repetidas. Nótese el contraste entre las oraciones con realizaciones de lectura progresiva de
(60) y las siguientes:

(65) a. El niño está construyendo continuamente la nueva maqueta.


b. Voy tanto de viaje que estoy siempre haciendo la maleta.

Una última interpretación para esta construcción distinta de la progresiva es la de


aspecto Continuativo32. Es éste el tipo de lectura que se obtiene para oraciones como las
siguientes, construidas a partir de las de (58):

(66) a. Juan está corriendo por el parque desde las siete de la tarde.
b. Estoy trabajando en el desván desde hace dos horas.
c. Cuando llegó María, Juan estaba arreglando una fuga de agua desde hacía
una hora.

Como es fácil entender, la inserción de un complemento adverbial que delimite por la


izquierda el evento, definiendo su inicio, convierte la lectura de Imperfecto en lectura de
Continuativo. Es interesante comprobar que, en casos como éstos, es posible la sustitución de
estar + gerundio precisamente por la perífrasis llevar + gerundio, que ya tenemos definida
como continuativa, sin modificar el significado de las oraciones:

(67) a. Juan lleva corriendo por el parque desde las siete de la tarde.
b. Llevo trabajando en el desván desde hace dos horas.
c. Cuando llegó María, Juan llevaba arreglando un fuga de agua desde hacía
una hora.

De hecho, el paralelismo entre ambas construcciones incluye la compatibilidad con el


mismo tipo de predicados, actividades como en (67 a. y b.) y realizaciones como en (67 c.).
Sobre estas últimas los efectos son también aquí destelizadores como veíamos que ocurría en
(44); también en (67 c.) el predicado se presenta como una actividad y, al quedar el telos de la
realización original fuera del momento temporal que es objeto de la focalización del
Continuativo, nada podemos afirmar acerca de su culminación.
Cuando estar + gerundio tiene como en (66) aspecto Continuativo, sin embargo,
presenta menos restricciones que llevar + gerundio. Tampoco se puede conjugar en pretérito
indefinido, pero sí curiosamente con los tiempos compuestos, pretérito perfecto o
pluscuamperfecto, que, como vimos más arriba (cf. (40)) son incompatibles con llevar +
gerundio:

(68) a. Juan {ha estado / *estuvo) corriendo por el parque desde las siete de la tarde.
b. {He estado / *estuve} trabajando en el desván desde hace dos horas.
c. Cuando llegó María, Juan {había estado / *estuvo} arreglando un fuga de
agua desde hacía una hora.

En realidad, lo que ocurre es que la perífrasis estar + gerundio tiene, usada con
tiempos compuestos, esta única interpretación continuativa y no es posible obtener ninguna de
las lecturas de Imperfecto que hemos visto más arriba: progresiva, habitual o continua. Los
32
Seguimos a García Fernández - Martínez-Atienza (en prensa: 1.3.), en todo lo que referente a la relación entre
la perífrasis estar + gerundio y el aspecto Continuativo.
22
tiempos compuestos necesariamente tienen delimitado el inicio del evento al que se refieren y,
por tanto, es de esperar que no puedan nunca dar lugar a lecturas de Imperfecto. De este
modo, podemos predecir la agramaticalidad de la lectura progresiva (69 a.), habitual (69 b.) y
continua (69 c.) de la perífrasis en pretérito perfecto en oraciones como las siguientes:

(69) a. En este mismo instante {está / *ha estado} jugando el Madrid.


b. Juan {está / *ha estado} siempre nadando por las tardes.
c. La niña {está / #ha estado33} llorando continuamente.

El uso como expresión del Continuativo de las formas compuestas de la perífrasis


estar + gerundio que acabamos de describir hay que ponerlo en relación, sin duda, con el
modo en que se construye en español el Continuativo de los predicados que expresan estados.
Ya veíamos más arriba que no era posible combinarlos con llevar + gerundio (cf. (42)).
Tampoco podemos usar las formas perfectas de la perífrasis estar + gerundio para la
expresión del Continuativo en este tipo de predicados:

(70) *Ha estado permaneciendo solo desde que se divorció.

Por el contrario, estos predicados disponen tan sólo para expresar el Continuativo de las
formas de presente y pretérito imperfecto (71) y de las formas de pretérito perfecto y pretérito
pluscuamperfecto (72):

(71) a. Permanece solo desde que se divorció.


b. Habita el apartamento de su hermano desde hace tres años.
c. Estaba triste desde que perdió a su perro.

(72) a. Ha permanecido solo desde que se divorció.


b. Ha habitado el apartamento de su hermano desde hace tres años.
c. Había estado triste desde que perdió a su perro.

Como muestra (72 c.), cuando el verbo estar corresponde a la expresión de un estado,
su uso en pretérito pluscuamperfecto (y perfecto) puede ser interpretado como Continuativo y
es esta propiedad del verbo léxico la que, como prueban las oraciones de (68), parece haberse
conservado cuando funciona como auxiliar en la perífrasis. Las restricciones relativas al modo
de acción y al tiempo del uso continuativo de estar + gerundio son, por tanto, a nuestro modo
de ver, consecuencia de la sintaxis específica de su auxiliar en los usos léxicos originales.
Vamos a atender, por último, a los datos españoles del tipo de (2) (que repetíamos en
(57)), en que, contrariamente a lo que uno esperaría de una perífrasis de Imperfecto o
Continuativo, estar + gerundio aparece con flexión de pretérito indefinido. Se trata de usos en
que la construcción presenta inequívocamente un evento en su conjunto desde su inicio hasta
su final; claramente, por tanto, aspecto Aoristo34. Prueba de ello es que es posible en estos
casos indicar los límites izquierdo y derecho de la situación con ayuda de complementos

33
Con el símbolo # queremos indicar cómo aquí resulta imposible la lectura de Imperfecto continuo, pero no
otras distintas, entre ellas, en primer lugar la de Continuativo.
34
Puesto que también los tiempos compuestos pueden tener en español lectura de Aoristo, lo que sigue vale
también para los usos de la perífrasis en pretérito perfecto o pluscuamperfecto con este valor (Squartini 1998:
38-39), como los siguientes:

(i) a. He estado llamándote tres horas.


b. De tres a cuatro había estado llamando a la puerta.
23
adverbiales encabezados, por ejemplo, por las preposiciones desde y hasta o expresiones
similares (Squartini 1998: 36-41):

(73) a. Ayer por la tarde estuve leyendo desde las cinco hasta las siete.
b. Estuvo navegando de mayo a julio en el Mediterráneo.
c. Estuvo trabajando treinta años en la fábrica de cervezas.

Pero, a diferencia del uso en tiempos imperfectos, la perífrasis estar + gerundio en


pretérito indefinido presenta considerables restricciones relativas al modo de acción. Dado
que impone siempre interpretaciones dinámicas o durativas, selecciona preferentemente
actividades y realizaciones (74) y no puede combinarse con estados (75 a.) ni con logros (75
b.):

(74) a. Estuvimos comiendo durante tres horas.


b. De cinco a seis de la tarde estuvieron cargando los muebles en el camión.

(75) a. *Estuvo siendo amable dos días.


b. *Ayer de seis a nueve tu tío estuvo encontrándote.

En ciertos casos de predicados no durativos, como los puntuales atélicos, la perífrasis


fuerza lecturas iterativas (76) o, como ya vimos que suele ocurrir con logros con fase
preparatoria, tenemos interpretaciones en las que focalizamos precisamente esta fase y no la
culminación del telos (77):

(76) a. El niño estuvo estornudando durante toda la tarde.


b. Estuve llamando a la puerta media hora seguida.

(77) Mi abuelo estuvo muriéndose toda una semana.

Además de la preferencia por predicados durativos, es también notable el efecto que


estar + gerundio en pretérito indefinido provoca respecto a la telicidad. Tal y como indica
Squartini (1998: 44-46), es interesante comprobar cómo las realizaciones quedan convertidas
en actividades cuando se combinan con estuvo + gerundio. Es algo que se comprende bien si
contrastamos pretérito imperfecto y pretérito indefinido con y sin perífrasis en oraciones
como las siguientes:

(78) a. Pintaban la habitación .


b. Pintaron la habitación.

(79) a. Estaban pintando la habitación.


b. Estuvieron pintando la habitación.

El contraste entre (78 a. y b.), además de con el aspecto (Imperfecto / Aoristo), tiene
que ver con la telicidad, ya que en (78 a.) el Imperfecto, al no enfocar el fin del evento pintar
la habitación, no dice nada acerca de su culminación y no podemos saber a partir de una
oración como ésta si finalmente quedó pintada la habitación. Por el contrario, es esto
precisamente lo que se deduce de (78 b.) que, al estar en Aoristo, informa del final de la
realización pintar la habitación y, por tanto, de su culminación. Pero, de modo llamativo, el
contraste entre (79 a. y b.) es sólo aspectual. En ninguno de los dos casos podemos deducir
que la habitación queda pintada, incluso si, como en (79 b.), construimos el predicado con

24
Aoristo. La única explicación para este comportamiento es que la perífrasis ha convertido la
realización pintar la habitación en una actividad, ha destelizado el predicado original.
Esta explicación se confirma efectivamente al insertar un complemento adverbial que
fuerce la lectura télica, como los temporales encabezados por en. Mientras que en pretérito
indefinido las realizaciones se combinan con este tipo de circunstanciales sin problemas, la
perífrasis no los admite:

(80) a. Pintaron la pared en una hora.


b. *Estuvieron pintando la pared en una hora.

Quedaría explicado de este modo el papel destelizador que cumple la perífrasis en


pretérito indefinido con las realizaciones, pero no parece clara su función con predicados que
ya son de por sí atélicos como las actividades. En este sentido, quedaría por explicar el
contraste entre:

(81) a. Corrí por el parque durante una hora.


b. Estuve corriendo por el parque durante una hora.

Nótese que la diferencia no puede referirse ni a aspecto -los dos son Aoristo-, ni al
modo de acción -los dos son actividades-35; de hecho, ni siquiera parece posible fijar con
claridad alguna diferencia entre ambas expresiones.
Una vez hecho el repaso de las características de la perífrasis estar + gerundio,
creemos que es posible sostener que, a diferencia de las perífrasis habituales o llevar +
gerundio, esta construcción está muy lejos de funcionar coherentemente en nuestra lengua
como un marcador aspectual. Hemos podido ver cómo es capaz de servir de expresión de
distintas modalidades de Imperfecto e, incluso, de Aoristo, lo que tiene que ver con el hecho
de que no presente prácticamente restricciones relativas a su flexión temporal. Mucho más
notable es, sin embargo, su dependencia de factores como el modo de acción del verbo al que
acompaña, como veíamos en sus usos en pretérito indefinido. En este sentido, se comporta de
modo bien diferente a su equivalente italiano. Como explican Bertinetto - Delfitto (1996) y
Squartini (1998), la perífrasis italiana stare + gerundio es hoy día una perífrasis estrictamente
aspectual que funciona coherentemente como marcador de aspecto Imperfecto.
Consecuentemente, y a diferencia de la construcción española, no es posible, como veíamos
en (3), que el auxiliar aparezca con flexión de ‘passato prossimo’ o ‘passato remoto’36. Para
estos autores, la peculiaridad de los hechos del español tiene que ver con los valores tan
característicos del verbo estar en nuestra lengua, que siguen pesando sobre su uso como
auxiliar, limitándolo en el sentido del modo de acción, pero nunca del aspecto. Recordemos
que el modo de acción es una propiedad léxica que puede transmitir la pieza estar al auxiliar
en la perífrasis y que se conservará tanto más cuanto menos avance su proceso de
gramaticalización37, como sugieren el propio Squartini (1998) y Squartini – Bertinetto (2000)
y comentaremos brevemente en 3.2.

35
Como señalan García Fernández – Martínez-Atienza (en prensa: n. 12), en ausencia de un complemento que
especifique la duración, parece preferible la perífrasis:

(i) ¿Qué hiciste ayer?


{Estuve corriendo / *corrí} por el parque.
36
Sobre el uso y valores de otras construcciones semejantes en las lenguas románicas, sobre todo, francés y
portugués, véase Squartini (1998).
37
De todos modos, los datos del español americano no apuntan a una evolución en el sentido del italiano
(Squartini 1998: 93-100). En el español de Perú (y quizás también Colombia y Venezuela y en judeoespañol), la
25
2.5. Las perífrasis con los verbos de movimiento venir, ir, andar + gerundio.

Tras la prolija descripción de las particularidades de la perífrasis estar + gerundio,


resultará más sencillo entender la complejidad de los contenidos desplegados por el conjunto
de perífrasis de gerundio con verbos de movimiento. Como vamos a tratar de mostrar, aquí,
incluso más que en el caso de aquélla, tenemos construcciones de uso fuertemente
condicionado por el modo de acción y por el significado original del auxiliar.

2.5.1. Ir + gerundio.

La perífrasis española ir + gerundio expresa un avance gradual, progresivo, en el


desarrollo de los eventos a los que se aplica. Por esto mismo, presenta notables restricciones
en su uso con los distintos tipos de predicado38. El grupo con el que se combina de forma
preferente es el de los predicados durativos y télicos, esto es, las realizaciones, y entre estas,
muy especialmente las que denotan alguna suerte de incremento gradual en el proceso de
acercamiento al telos. Las oraciones siguientes son ejemplos de estos usos con realizaciones
de diversos tipos:

(82) a. El pintor va coloreando el lienzo.


b. El conductor iba aumentando la velocidad.
c. Mientras descansaba su mujer, Juan iba haciendo la maleta.

En general, estas oraciones son especialmente frecuentes si se incluye algún


complemento adverbial que sirva precisamente para indicar ese desarrollo gradual, como poco
a poco, gradualmente y expresiones similares. Esto es especialmente cierto si el predicado en
cuestión no es de por sí incrementativo, como los siguientes:

(83) a. Juan iba comiendo el postre poco a poco.


b. Voy haciendo la maleta paso a paso.
c. Va levantando la voz gradualmente.

Este tipo de requisitos, junto a otros complementos que indiquen intensificación de


alguna clase, resultan obligados para combinar la perífrasis con actividades. De otro modo,
tenemos oraciones agramaticales:

(84) a. El niño va comiendo *(mejor) en el colegio.


b. A lo largo del día va lloviendo *(más intensamente).

perífrasis estar + gerundio presenta menos restricciones que en la variedad europea y puede combinarse en
cualquier tiempo con logros de toda clase como matarse y realizaciones como atravesar la esquina sin modificar
su carácter télico. Reproducimos aquí los ejemplos (66) y (71) de Squartini (1998. 70-71) que serían claramente
agramaticales en español peninsular:

(i) a. Y trabaja...comuna negra reamente [sic] ay... ella tiene problema [sic] de varices en las
piernas; realmente termina el año con lo de la campaña que le decimos...uno esos [sic] años
testás matando; van a esplotarte [sic] las piernas; (Lima Habla Culta Corpus, 209).
b. Cuando estuvimos atravesando la esquina, salió a la plaza, por la puerta del coso, don
Pascual (J. M. Arguedas, Agua, 1935, Perú).

La perífrasis es ya en estas hablas, por tanto, algo bien diferente de lo puramente progresivo.
38
Seguimos en la descripción de esta perífrasis fundamentalmente a Bertinetto (1997: 157-190) y Squartini
(1998: 249-279).
26
c. Anoche en la discoteca iba bailando *(con expresión de enorme disfrute).

Según Bertinetto (1997: 161) las actividades, con ayuda de estos complementos que
orientan de algún modo el evento descrito, se acercan en su contenido y propiedades a los
predicados télicos de (82-83), salvando así la exigencia relativa al modo de acción de la
perífrasis ir + gerundio, que no reside tanto en la telicidad cuanto en el modo en que debe ser
interpretado el desarrollo del evento: intensificación gradual.
Los logros, al no ser durativos, no deberían poder combinarse con ir + gerundio, pero,
de nuevo, como ocurre con las actividades, si se fuerza una lectura que permita introducir
desarrollo gradual e intensificación, como la lectura iterativa, desaparecen las dificultades. En
las oraciones de (85) con predicados de logro se observa que sólo es posible una
interpretación con iteración del evento, es decir, varias ocurrencias distintas de la misma
situación, además de una eventual intensificación:

(85) a. Voy encontrando tus pendientes por todas partes.


b. Los invitados van llegando poco a poco.

Incluso es posible encontrar la perífrasis con estados, pero de nuevo se imponen


interpretaciones del tipo de las que venimos viendo –graduales, intensificadoras, iterativas-
que introducen dinamicidad y duración:

(86) a. Así va poco a poco quedando rastro de tu paso.


b. Vamos siendo paulatinamente más prudentes.
c. Busco nuevos libros a medida que lo voy necesitando.

Otro valor que pone de manifiesto la tendencia de esta perífrasis a favor de


interpretaciones claramente orientadas o dirigidas sin ser necesariamente télicas es el
contenido incoativo (“empezar a...”) que muestran algunos de sus usos con estados y
actividades (Squartini 1998: 266-269):

(87) a. Ahora ya voy pensando que no llegaré a tiempo.


b. Ya va siendo hora de que nos dejes en paz.

Vemos hasta ahora, por tanto, que esta construcción puede llegar a combinarse con
cualquier tipo de predicado siempre que se imponga una lectura incrementativa: debe
interpretarse que el desarrollo de un evento, o varias ocurrencias del mismo evento, avanza
gradualmente y, por lo tanto, está orientado en algún sentido, por ejemplo, aunque no
necesariamente, un telos. Es fácil ver en este comportamiento una notable relación con el
contenido léxico original del auxiliar, un verbo de dirección en definitiva.
Dadas estas llamativas restricciones de modo de acción, no es sorprendente, por el
contrario, que no existan prácticamente restricciones aspectuales. En todos los casos descritos
hasta este momento, hemos presentado datos en que la perífrasis ir + gerundio aparecía en
presente o pretérito imperfecto y, en consecuencia, presentaba situaciones no concluidas en la
variedad aspectual de Imperfecto. Puesto que se trata en todos los casos de ejemplos en los
que se describe el desarrollo de una situación que no se caracteriza ni como habitual ni como
actual, podemos concluir que, con este tipo de morfología, esta construcción expresa por
defecto Imperfecto continuo. También es posible tener, como ocurría con estar + gerundio
(cf. supra, (66) y (68)), lecturas continuativas –con especificación del inicio de la situación-

27
de esta perífrasis con estos dos tiempos y, aún mejor, con los tiempos compuestos, como se ve
a continuación39:

(88) a. Va lloviendo más intensamente desde las tres de la tarde.


b. Juan ha ido comiendo el postre cada vez más deprisa desde que le dije que
no llegaría a tiempo.
c. Desde que entró por la puerta, el profesor había ido levantando gradualmente
la voz.

Igualmente, es posible encontrar en Aoristo -tanto en pretérito indefinido como en


pretérito perfecto o pluscuamperfecto- los mismos usos y valores ya comentados para el
presente o el pretérito imperfecto y los distintos tipos de predicados En todos estos casos la
situación descrita es vista en su globalidad, de principio a fin:

(89) a. El conductor {fue / ha ido / había ido} aumentando la velocidad mientras se


incorporaba a la autopista. (Realización)
b. A lo largo del día {fue / ha ido / había ido} lloviendo cada vez más
intensamente. (Actividad)
c. Los invitados {fueron / han ido / habían ido} llegando poco a poco. (Logro)
d. {Fuimos / hemos ido / habíamos ido} siendo paulatinamente más prudentes.
(Estado)

Una vez que hemos comentado el conjunto de su comportamiento, resulta interesante


compararlo con el de la perífrasis de gerundio con estar. En primer lugar, presente y pretérito
imperfecto, ir + gerundio sólo expresa Imperfecto continuo y Continuativo y en ambos casos
requiere predicados sobre los que impone lecturas incrementativas o graduales. Pero también
es compatible con la misma libertad en la combinación con todo tipo de predicados y esa
misma lectura incrementativa con pretérito indefinido y tiempos compuestos y valor de
Continuativo o Aoristo. En este sentido, carece de las fuertes restricciones sobre el modo de
acción que tiene estuvo + gerundio, capaz sólo de funcionar junto a actividades y
realizaciones (cf. supra (74-75)). Pero aún hay otra diferencia importante y es que la perífrasis
ir + gerundio con valor de Aoristo no tiene, a diferencia de estar + gerundio, efectos
destelizadores sobre las realizaciones. Esto es, sin duda, consecuencia de la preferencia
original de la primera por los predicados orientados y télicos y de la segunda por los atélicos.
Lo podemos comprobar en la distinta compatibilidad que muestran ambas construcciones con
los complementos adverbiales encabezados por en, que fuerza la interpretación télica, y
durante, que fuerza la interpretación atélica:

(90) a. Juan {fue / *estuvo} pintando poco a poco la pared en dos semanas.
b. Los ingenieros {fueron / *estuvieron} reconstruyendo poco a poco el puente
en dos años.

(91) a. Juan {*fue / estuvo} pintando poco a poco la pared durante dos semanas.
b. Los ingenieros {*fueron / estuvieron} reconstruyendo poco a poco el puente
durante dos años.

En las oraciones de (90) el complemento adverbial obliga a interpretar que el telos ha


sido alcanzado y, por tanto, se acabó de pintar la pared y se reconstruyó el puente, lo que hace
39
Se trata de todos modos de oraciones bastante más marcadas que aquellas a las que da lugar la perífrasis venir
+ gerundio (v. infra 2.5.3.).
28
imposible la perífrasis con estar. Pero en (91) ocurre exactamente lo contrario y el resultado
es que la perífrasis con ir es agramatical.
En relación con estos últimos datos, es curioso que el equivalente italiano de esta
construcción, la perífrasis con andare, muestre un comportamiento más restricto que recuerda
la situación en que se halla la perífrasis española con estar: como ésta tiene con tiempos
perfectos efectos igualmente destelizadores y también está excluida la combinación con
estados (Bertinetto 1997: 170-172, Squartini 1998: 209-243)40.
En conclusión pues, ir + gerundio representa en nuestra lengua el caso de una
perífrasis que se combina con cualquier tipo de predicado al que pueda imponer una lectura
incrementativa y orientada en algún sentido, por lo que sus únicas restricciones están
vinculadas a esta propiedad y no son en términos generales aspectuales.

2.5.2. Andar + gerundio.

Como ir + gerundio, también la perífrasis andar + gerundio aparece en español


condicionada por el contenido léxico original del auxiliar. Y así, el hecho de que, a diferencia
de ir, andar no sea un verbo con indicación implícita de orientación o dirección explica que
su perífrasis manifieste preferencia clara por los predicados durativos atélicos en primer lugar.
Esto, como vamos a mostrar seguidamente, la hace en muchos sentidos complementaria de ir
+ gerundio y cercana, por tanto, a estar + gerundio.
Efectivamente, donde ir + gerundio prefería realizaciones, andar + gerundio, como
estar + gerundio, prefiere actividades, a las que proporciona una lectura vagamente iterativa
que, por tanto, con flexión de imperfecto, corresponde al aspecto continuo y hasta habitual:

(92) a. Mi padre andaba comiendo cada vez con menos gana.


b. Últimamente de madrugada Juan anda corriendo por el parque.
c. Esta temporada el Real Madrid anda jugando muy bien.

Si se incluyen expresiones que sirvan para delimitar el inicio del evento, se obtienen
también lecturas de aspecto Continuativo, para las que sirven también los tiempos
compuestos:

(93) a. Desde hace tres días Juan anda corriendo por el parque de madrugada.
b. Desde hace tres días mi padre ha andado comiendo cada vez menos.
c. Desde principios de temporada el equipo había andado jugando muy bien.

La autonomía de la perífrasis respecto al aspecto resulta confirmada por sus usos en


pretérito indefinido, donde corresponde naturalmente a un Aoristo:

(94) a. Anduvo buscando trabajo el año pasado.


b. De junio a septiembre anduvimos navegando.

40
De nuevo, tenemos datos americanos que muestran hasta qué punto estas perífrasis españolas no evolucionan
en el sentido de convertirse en marcadores aspectuales y siguen ampliando su compatibilidad con otros modos de
acción en usos no durativos como los siguientes que describe Squartini (1998: 101 y n. 13, apud Lope Blanch,
Luna Traill y Montes Giraldo) para México y Colombia:

(i) a. A su llegada va viendo que el balcón estaba forcejeado.


b. Ana: dile a Luis de dónde voy llegando ahorita.

29
Además de las actividades, otros predicados atélicos como algunos estados admiten
frecuentemente la perífrasis:

(95) a. Su mujer anda queriendo separarse.


b. Juan anda teniendo muchos problemas en el trabajo.
c. El jefe anda siendo cada vez más osado.

Pero con las realizaciones y logros, la perífrasis andar + gerundio sólo es admisible en
lecturas iterativas que convierten estos predicados en actividades compuestas de varios
subeventos télicos repetidos y que fluctúan entre la interpretación continua y la habitual:

(96) a. Andan diciendo por ahí que te has portado francamente mal.
b. Ayer a estas horas andaban llamando a la puerta sin parar.
c. En aquel tiempo andaba siempre descubriendo misterios.

En otras ocasiones, si no es accesible una interpretación iterativa, el efecto es el ya


conocido de la destelización, que permite convertir realizaciones en actividades, por lo que
queda excluida la existencia misma de telos para estos predicados:

(97) a. Cuando llegaste, andaba haciendo la maleta.


b. Creo que Juan anda pintando su famoso cuadro.

Igualmente, el uso del pretérito indefinido en estos contextos elimina la telicidad, lo


que impide usar complementos como los encabezados por en, pero no los encabezados por
durante:

(98) Anduvieron reconstruyendo el puente {*en / durante} dos años.

De este modo, esta perífrasis se encuentra a medio camino entre la de ir y la de estar +


gerundio. Como hemos dicho ya, es en parte complementaria de la primera, de la que la
separa fundamentalmente el comportamiento diferenciado ante la orientación y telicidad de
los predicados. Así, ambas construcciones contrastarán en contextos de lectura gradual y
télica (99), reservados a ir + gerundio, y en contextos habituales y atélicos (100), donde sólo
es posible andar + gerundio; pero coincidirán y serán intercambiables en las lecturas
estrictamente iterativas (101):

(99) a. {Va / *anda} levantando la voz gradualmente.


b. Te {voy / *ando} conociendo cada vez mejor.

(100) a. Estos días {*voy / ando} comiendo muy poco.


b. Ahora Juan {*va / anda} pintando con acuarela.

(101) a. {Va / anda} haciendo la misma barrabasada un día sí y otro también.


b. {Van / andan} comentando que te casas.

Por el contrario, se encuentra muy cerca de estar + gerundio, del que le separa
fundamentalmente el hecho de que no puede expresar aspecto progresivo como el que
requieren oraciones como:

(102) Te {*ando / estoy} escribiendo una carta.

30
Si contrastamos en otros contextos ambas construcciones, veremos que sólo la
construcción con estar corresponde realmente a la lectura progresiva, mientras que la de
andar es continua:

(103) a. En el momento en que entraste, andaba viendo la televisión.


b. En el momento en que entraste, estaba viendo la televisión

A nuestro modo de ver, sólo de (103 b.) se deduce que en el momento temporal exacto
que describe la oración subordinada, se verificaba efectivamente y de modo simultáneo el
evento de la principal, ver la televisión. Por el contrario, tanto en (103 a.) como en (103 b.), es
posible la lectura continua en que el evento de la subordinada ocurre en algún momento del
desarrollo del de la principal y se entiende que este segundo evento está compuesto
principalmente de ver la televisión y también de otras actividades.
Por tanto, fuera de la interpretación progresiva, las dos perífrasis resultan
intercambiables y se afirma que la diferencia entre ambas es meramente estilística: más
enfática y marcada la construcción con andar (Squartini 1998: 278-279). Para Yllera (1999:
3417-3418), la diferencia está además en el hecho de que la denotación poco precisa del verbo
andar permite usos más modalizados de la perífrasis, por ejemplo, con la expresión por ahí
para indicar indefinición.
El último rasgo de esta construcción que pone de manifiesto la fuerte relación con la
pieza léxica andar es la dificultad que muestra para combinarse con verbos de sujeto no
agentivo como los meteorológicos y otros impersonales (Squartini 1998: 256, n. 19 y Gómez
Torrego 1988: 151). Nótese que en esto difiere al tiempo de las perífrasis de gerundio con
estar y con ir:

(104) a. {*Anda / está / va} lloviendo cada vez más.


b. {*Anda / está / va} habiendo cada vez más problemas con el tráfico.

Esta exigencia de agentividad separa también al verbo andar de ir o estar y, por tanto,
podemos suponer que es heredada por la perífrasis. Una vez más, estamos ante una perífrasis
de comportamiento poco consistente en términos de aspecto, pero sí en términos de modo de
acción.

2.5.3. Venir + gerundio.

Nos ocupamos finalmente de la tercera perífrasis de gerundio con verbo de


movimiento, la construida con venir, también como las dos anteriores con propiedades que
son deudoras del valor original de su auxiliar. La principal de ellas es la naturaleza claramente
orientada de la perífrasis que, al igual que el verbo de movimiento venir, describe el avance y
desarrollo de un evento desde un origen explícita o implícitamente delimitado hacia su
conclusión, sin que ésta quede en ningún caso definida41. En consecuencia, se trata con toda

41
No consideraremos aquí los usos modalizados, aproximativos, de esta perífrasis, que son los mismos de la
construcción venir a + infinitivo:

(i) La gasolina viene {costando / a costar} veinte céntimos más por litro.

Tampoco consideraremos los usos andinos (Colombia meridional, Ecuador y Perú) citados por Squartini
(1998: 100), que parecen corresponder a una perífrasis terminativa (cf. la perífrasis francesa venir de +
infinitivo):

31
claridad de una expresión marcadora del aspecto Continuativo, por lo que cabe esperar que su
morfología excluya formas de Aoristo como el pretérito indefinido. Y así ocurre
efectivamente; la perífrasis española venir + gerundio sólo admite flexión de presente,
pretérito imperfecto y los tiempos compuestos en sus usos continuativos. De este modo, se
aleja de las otras dos perífrasis de gerundio con verbos de movimiento por su decidido
contenido aspectual y las restricciones correspondientes en su distribución con formas de
pretérito indefinido. Veámoslo con todo detalle a continuación.

(105) a. Su hijo {viene / ha venido / *vino} comiendo cada vez mejor desde el
jueves.
b. Para cuando llegó la noche del día 23 de enero, el nivel del agua {venía /
había venido / *vino} subiendo desde hacía tres semanas.

En las oraciones de (105) tenemos un evento cuya descripción proporciona un límite


inicial bien explícito y que avanza en su desarrollo hasta el momento presente en (105 a.) y el
especificado en la oración subordinada en (105 b.). Este punto, sin embargo, no es
necesariamente el momento en que el evento concluye puesto que en ambos casos éste puede
continuar y así, se puede deducir perfectamente de (105 a.) que Juan sigue comiendo y de
(105 b.) que el nivel del agua seguía subiendo. Es la caracterización de los eventos que
proporciona típicamente el aspecto Continuativo y, por tanto, es lógico que no quepa un
pretérito indefinido.
A diferencia de la otra perífrasis continuativa –llevar + gerundio- y del resto de las
construcciones que pueden expresar Continuativo (ver supra 2.2. y 2.4), no parece obligatoria
la inserción del complemento adverbial que indica el inicio de la situación, por lo que éste
puede quedar implícito, lo que probablemente hay que poner en relación con las
peculiaridades léxicas del verbo venir. No es descartable, sin embargo, que estos usos puedan
corresponder a interpretaciones continuas o habituales:

(106) a. Como veníamos diciendo, los problemas de contaminación...


b. Las razones por las que se viene insistiendo en la peligrosidad de esos
hábitos siguen siendo oscuras.

Probablemente en razón del mayor desarrollo como marcador aspectual, como sugiere
Squartini (1998: 294-295), esta perífrasis se combina con actividades como las de (102), pero
también realizaciones (107), estados (108) o logros siempre que quepa la interpretación
iterativa o haya fase preparatoria (109):

(107) a. Vengo haciendo la maleta desde las tres de la tarde.


b. Mi madre viene preparando una fantástica broma desde el mes pasado.

(108) a. Mi mujer ha venido queriendo un bolso nuevo desde Navidad.


b. Desde el primer partido esa temporada venía siendo nefasta.

(109) a. Vengo encontrando monedas desde que salí de casa.


b. Venimos llegando a la estación desde hace media hora.

Por último, si bien es posible que inicialmente fuera preferente la lectura gradual, hoy
día parece que ese matiz no lo proporciona la perífrasis. Por eso podemos encontrarla en

(ii) a. Vengo leyendo este libro = Acabo de leer este libro.


b. Yo ya vengo comiendo el almuerzo = Acabo de comer el almuerzo.
32
contextos donde está ausente este valor u otros parecidos, como el incrementativo típico de ir
+ gerundio, como se ve a continuación:

(110) a. Vengo corriendo por el parque desde hace dos meses por lo menos.
b. Vengo trabajando en esa tienda desde hace un año.

Todas estas características de venir + gerundio resultan tanto más notables si se las
compara con las de la perífrasis equivalente en italiano42. En esta lengua venire + gerundio se
comporta de un modo muy semejante al de andare + gerundio –por tanto, también a ir +
gerundio en español-: presenta un contenido fundamentalmente gradual e incrementativo, por
lo que no se combina sin fuertes restricciones con estados, actividades o logros, y se conjuga
en cualquier tiempo, por lo que no está limitada aspectualmente. Así, por ejemplo, oraciones
como las de (109) y 110) no serían posibles en italiano, pero tampoco tendríamos en español
oraciones como la siguiente que propone Bertinetto (1997: 164):

(111) Dai cinquanta ai sessanta (compresi gli ultimi anni di guerra) vennero
accorgendosi sempre di più che l’agiatezza di un tempo si andava
implacabilmente assottigliando.
“De los cincuenta a los sesenta (incluidos los últimos años de guerra) fueron
[vinieron] dándose cuenta cada vez más de que la comodidad de un tiempo iba
disminuyendo implacablemente”

Nótese cómo es manifiesto el valor incrementativo y que la forma de ‘passato remoto’


de la perífrasis acompaña la definición tanto del inicio como del fin del evento que describe,
forzando así una interpretación de Aoristo del todo imposible en español43.
Concluimos, pues, considerando a la perífrasis venir + gerundio como una perífrasis
continuativa con restricciones morfológicas coherentes con este uso de marcador aspectual.
Este valor aparece claramente inducido por el carácter fuertemente orientado desde la
perspectiva del hablante que en español tiene el verbo venir, por lo que podemos cerrar este
apartado dedicado a las construcciones con verbos de movimiento llamando de nuevo la
atención sobre el peso que en su definición mantiene el valor léxico original del auxiliar.

2.6. Tener + participio, llevar + participio y otras perífrasis de perfecto.

Hasta ahora hemos atendido a la descripción de construcciones que en un principio


parecían corresponder a la descripción de eventos inconclusos, por lo que esperábamos que
requirieran sólo flexión correspondiente a formas que expresaran Imperfecto o Continuativo.
Pero nuestra lengua dispone también de perífrasis de Perfecto o resultativas, llevar, tener +
participio, que, a priori, no deberían presentar esta restricción. Consideraremos pues,
finalmente, el funcionamiento de estas dos últimas construcciones y haremos referencia
además a la perífrasis haber + participio, de significado originalmente resultativo también, y
que hoy aparece plenamente integrada ya en el paradigma verbal.
Como ya explicamos en el apartado 1.1., la variedad aspectual denominada Perfecto
focaliza el momento posterior a la conclusión de un evento, concretamente los efectos o
resultados de ese evento. Como el Prospectivo, el Perfecto describe una situación diferente a

42
Véase a este respecto Bertinetto (1997: 157-180) y Squartini (1998: 289-292).
43
Squartini (1998: 298-299) cita datos portugueses (brasileños) en que la correspondiente perífrasis con vir
muestra también morfología de pretérito indefinido (‘perfeito simples’) y valor iterativo, lo que la hace similar a
nuestra construcción andar + gerundio.

33
la del propio evento, pero presupone la finalización previa de éste. Tenemos, por tanto, una
situación de cierta complejidad. Por un lado, queda afirmada implícitamente la existencia de
un evento previo y de su conclusión. Por otro, se describe explícitamente un estado de cosas
resultante de este evento, que da inicio con el final de éste, pero cuyo límite derecho, su
acabamiento, como es corriente entre los estados, queda indeterminado o, mejor aún, no
existe. Además, conviene añadir una última complicación, la relativa al estatus del estado de
cosas a que da lugar el evento. Puede variar desde los resultados concretos y físicos a efectos
de naturaleza más abstracta como efectos de naturaleza mental, sobre el modo de pensar,
experiencias, etc. A lo largo de esta línea se sitúan las dos subvariedades del Perfecto, el
resultativo y el experiencial.
En el caso de las dos perífrasis de Perfecto del español, tener + participio y llevar +
participio, nos encontramos con importantes restricciones sintácticas que no permiten dudar
acerca de la naturaleza fundamentalmente resultativa de su contenido. En los dos casos
seleccionan verbos transitivos y, entre ellos, de modo muy revelador, los que dan lugar a
resultados concretos, tangibles o físicos, objetos creados o modificados por el propio
predicado. Ello supone que estas dos perífrasis aparezcan preferentemente en combinación
con predicados télicos, realizaciones (112 a.y b.; 113 a. y b.) y, en menor medida,
logros44(112 c. y d.; 113 c. y d.), tal y como muestra el siguiente grupo de ejemplos:

(112) a. Llevo pintados dos cuadros en estos dos días.


b. Ayer a estas horas ya llevaba redactadas cuatro clases sobre perífrasis.
c. El profesor lleva descubiertos bastantes yacimientos.
d. La batalla terminó cuando los ingleses llevaban hundidos cinco barcos.

(113) a. Tengo hechas tantas pruebas que ya sé lo que va a pasar.


b. El mes pasado tenía traducidos cinco capítulos.
c. Tenemos perforadas cinco páginas.
d. La retaguardia tiene apresados a cinco hombres.

Además de este valor inicial resultativo en sentido muy estricto, podemos encontrar
estas perífrasis con predicados -incluidos ahora los que denotan actividades- que den lugar a
resultados más cercanos a la idea de una transformación mental más que puramente física o
un cambio de estado abstracto como pensar, decir, entender, oír, ver, encontrar, perder,
pedir...:

(114) a. Te lo llevo dicho un montón de veces.


b. Llevo oído ya muchas veces que te vas y sigues aquí.
c. Llevo perdidos ya ni sé la cantidad de paraguas.

(115) a. Tengo pensado ir al médico.


b. ¡Anda que no te tengo ya visto!
c. Tengo pedido ese libro en la librería desde antes del verano.

En este tipo de predicados que no dan a lugar a resultados materiales, la perífrasis con
tener parece preferir contextos que permitan interpretar el evento previo como semelfactivo y
no repetido, como los de (115), pero no todos los hablantes rechazan las lecturas con eventos

44
Se trata de una consecuencia lógica del hecho de que se requieran verbos transitivos, menos frecuentes entre
los logros.
34
iterados y no tendrían problemas en usar esta construcción también en casos como los de
(114)45.
Frente a este uso de tener + partcipio, la perífrasis con llevar impone siempre lecturas
en las que el evento presenta varias ocurrencias y hay, por tanto, iteración. De hecho, las
oraciones de (115) no resultan posibles con esta perífrasis, en la medida en que es exigida una
interpretación puntual o semelfactiva del evento denotado por pensar, ver o pedir
respectivamente. Es más, este valor iterativo es puesto de manifiesto por la presencia
obligatoria junto a esta construcción de complementos cuantificados que describen distintos
estados resultantes vinculados cada uno de ellos a diferentes ocurrencias del evento. Es lo que
dan a entender las oraciones de (112) y las de (114), todas ellas con complementos que
cuantifican las ocurrencias del evento y sus correspondientes resultados. En relación con esto,
hay una diferencia más relevante aún entre ambas perífrasis y tiene que ver con el modo en
que queda descrito el evento. Mientras que llevar + participio claramente da a entender que
las ocurrencias repetidas del evento denotado por el verbo no están concluidas y pueden
continuar y producir nuevos resultados, la perífrasis con tener no incluye esta información y
sólo podemos entender que el estado resultante es único, por lo que el evento concreto que lo
genera –o sus diversas ocurrencias- está concluido. Lo veremos mejor si contrastamos las dos
perífrasis en los mismos contextos:

(116) a. Llevo hechas treinta croquetas.


b. Tengo hechas treinta croquetas.

En la oración (116 a.) la perífrasis con llevar describe un evento –el que corresponde a
hacer croquetas- compuesto de varias ocurrencias de sí mismo, cada una de las cuales da
lugar a distintos resultados y, por tanto, concluidas todas ellas. Tanto las ocurrencias del
evento como sus efectos quedan cuantificados en el complemento directo. Sin embargo, el
evento marco queda abierto y es esperable su continuación y la modificación del estado
consecuente con nuevos resultados. La situación denotada por hacer las croquetas está, pues,
inconclusa en su consideración global a pesar de que se componga de treinta eventos
acabados. Además, los treinta resultados distintos a que dan lugar estas ocurrencias definen
un estado sólo momentáneamente estable, ya que queda sujeto a las modificaciones que
introduzcan los nuevos episodios del evento hacer croquetas. La perífrasis focaliza un
resultado descrito de modo dinámico. Si el participio proporciona el valor de perfecto referido
al evento previo, el auxiliar llevar caracteriza el momento posterior como una situación en
desarrollo gradual y abierta. Es bien sintomático de esto el hecho de que la pasiva de estas
construcciones corresponda a la perífrasis dinámica ir + participio: Van hechas treinta
croquetas.
En la oración (116 b.) la perífrasis con tener describe también treinta ocurrencias del
mismo evento ya acabadas y el resultado global –treinta croquetas- a que da lugar ese evento.
Pero aquí la descripción de este resultado es perfectamente estable y fija, ya que nada se dice
respecto a nuevas ocurrencias de hacer las croquetas. Tenemos un evento global que se
considera cerrado y que da lugar a un estado resultante consolidado y presentado como no
sujeto a modificaciones. La perífrasis focaliza un resultado descrito como un estado. A la
caracterización como perfecto del evento previo que proporciona el participio, el auxiliar
tener añade la definición como estado de la situación a que da lugar. Su pasiva es, de modo
muy revelador, la formada con estar + participio: Están hechas treinta croquetas.
Desde el punto de vista aspectual, la perífrasis llevar + participio añade a las
propiedades del Perfecto que caracterizan a la situación resultante, la definición del evento
45
De hecho, uno de los problemas de esta construcción en nuestra lengua es la notable variación dialectal y las
dieferencias entre hablantes en los juicios de gramaticalidad. Véase al respecto, sobre todo, Harre (1991).
35
previo como inconcluso. Teniendo en cuenta la variedad aspectual que codifica en español la
perífrasis de gerundio con llevar (cf. supra 2.2.), resulta ciertamente tentador considerar
entonces que lo que tenemos aquí es una construcción que marca a la vez Perfecto y
Continuativo. La única dificultad radica en que, a diferencia de la perífrasis de gerundio,
llevar + participio no exige un complemento adverbial que fije el inicio del evento de modo
explícito. Lo que ocurre, sin embargo, es que en este caso ese papel corresponde al
complemento directo cuantificado que es, efectivamente, tan obligatorio con esta perífrasis
como lo era el complemento adverbial con la de gerundio. La supresión del cuantificador en
ejemplos como los de (111) da lugar a oraciones agramaticales:

(117) a. *Llevo pintados los cuadros en estos dos días.


b. *Ayer a estas horas ya llevaba redactadas las clases sobre perífrasis.
c. * El profesor lleva descubiertos los yacimientos.
d. *La batalla terminó cuando los ingleses llevaban hundidos los barcos.

De modo implícito, entonces, la cuantificación cerraría por la izquierda el evento


presentado en la construcción llevar + participio, evento cuyo final queda abierto, dando lugar
a una lectura de Continuativo que se añade a la de Perfecto resultativo para la situación
generada por el evento.
En consonancia con esta definición de Perfecto y Continuativo, la perífrasis llevar +
participio no es compatible con el Aoristo y no tiene morfología de pretérito indefinido46, y
como ocurre con las demás expresiones de aspectos inconclusos, se construye en pretérito
imperfecto para situar estos eventos en el pasado:

(118) a. Cuando llegaste, {llevaba / *llevé} hechas treinta croquetas.


b. En el momento en que llegaste, {llevaba / *llevó} corregidos cuatro
exámenes.

Por el contrario, la perífrasis tener + participio presenta en primer lugar una lectura
simple de Perfecto resultativo con tiempos imperfectos de presente o pasado, pero, además,
puede conjugarse en pretérito indefinido y con los tiempos compuestos. En casos como éstos,
al valor de Perfecto que denota el participio añade el valor de Aoristo para la descripción del
estado por el auxiliar tener. Sin embargo, lo interesante es que esta variedad aspectual
modifica la interpretación de esta perífrasis de modo idéntico a como afecta a otros
predicados de estado. Como en ellos, la única interpretación accesible es la ingresiva, en que
se focaliza únicamente el momento en que se adquiere o se ingresa en ese estado, pero no su
final, que queda indeterminado (ver supra 1.1.). Es el comportamiento que muestra de modo
típico un verbo como conocer en su acepción estativa de “poseer conocimiento”:

(119) a. Conocí Caracas el año pasado.


b. Conozco Caracas.
Las dos oraciones de (119) corresponden a un mismo estado de cosas: el conocimiento
presente de la ciudad de Caracas. Pero en (119 a.) el uso del pretérito indefinido permite
además hacer referencia al momento en el cual se adquirió ese conocimiento que lógicamente
no puede cesar y continúa hasta el presente, incorporando una inferencia que coincide con la
denotación de (119 b.). Es esta precisamente la interpretación denominada de Aoristo

46
Tampoco se usa la perífrasis en los tiempos compuestos.
36
ingresivo que obtenemos para el estado resultante denotado por la perífrasis de participio con
tener si se construye en pretérito indefinido47:

(120) Cuando tuve escritos tres folios, te llamé.

En (120) el momento al que se refiere la oración principal es necesariamente aquel en


que se ha acabado de escribir tres folios y, por tanto, se inicia la existencia del resultado
correspondiente, se ingresa en el estado correspondiente a tener escritos tres folios.
Naturalmente, ese estado, una vez alcanzado, continúa existiendo más allá del punto indicado
por la llamada a la que alude la oración principal. Se trata, por consiguiente, de un Aoristo
ingresivo del mismo tipo que el que tenemos en (119 a.), lo que sirve para confirmar la
descripción que hacíamos más arriba de las diferencias en la interpretación de esta perífrasis
frente a la de llevar + participio.
Por último, nos interesa llamar la atención sobre algunos hechos de naturaleza muy
similar a los que acabamos de explicar en relación con la construcción haber + participio, en
su origen una perífrasis resultativa cuya gramaticalización permitió obtener la serie de
tiempos compuestos del paradigma verbal español. En el trabajo de Squartini-Bertinetto
(2000) en que se aborda su desarrollo histórico, se describe un primer estadio de esta
perífrasis de participio con haber de valor y uso prácticamente idénticos a los de la perífrasis
del español actual con tener. Era una construcción estrictamente resultativa, limitada a los
verbos transitivos y, dada la naturaleza igualmente estativa de haber, con una interpretación
semántica necesariamente muy parecida a la de nuestra perífrasis. Con el tiempo, esta
perífrasis fue eliminando sus restricciones sintácticas y de modo de acción y desde la
interpretación puramente resultativa pasó a funcionar como marcador de aspecto Perfecto en
general. En este camino se fueron ajustando al nuevo valor aspectual las disponibilidades
morfológicas y se produjo un cambio que guarda evidente relación tanto con el análisis de
tener + participio que acabamos de hacer como con la consideración más general que venimos
haciendo desde el principio acerca de las relaciones entre flexión temporal y aspecto: el
progresivo desuso del pretérito anterior. Como señala Havu (1998: 250 y ss.), en español
medieval la perífrasis con haber, todavía en los estadios iniciales de su desarrollo, se podía
construir en pretérito indefinido –las formas del pretérito anterior-, pero presentaba
restricciones muy parecidas a las que tiene hoy día tuve + participio: sólo se usaba con verbos
transitivos y con lecturas de Aoristo ingresivo. A medida que avanzamos en el tiempo y la
perífrasis desarrolla sus usos actuales de Perfecto, su flexión de pretérito indefinido, el
pretérito anterior, ha ido haciéndose equivalente en su significado a un pretérito indefinido no
perifrástico o, mejor aún, ha desaparecido del uso oral48. Es, en definitiva, una exigencia del
avance del valor aspectual de Perfecto, que ya hemos visto varias veces.

3. Consideraciones finales.

En el apartado 1. de este trabajo, a partir de las consideraciones acerca de la categoría de


aspecto y la discusión de las clasificaciones modernas de sus variedades, hemos determinado las
perífrasis verbales españolas que pueden ser definidas en términos aspectuales. Seguidamente,
en el apartado 2. hemos procedido a una descripción pormenorizada de las construcciones

47
El resultado es el mismo con tiempos compuestos, ya que, excluida por redundante la lectura de Perfecto, sólo
queda disponible en estos caso la de Aoristo.
48
Sólo se reconocen como diferenciados precisamente los usos procedentes del español medieval con valor de
Aoristo ingresivo -un pretérito anterior en sentido literal- que tanto recuerdan a los de tuve + participio de (116):

(i) Cuando hube acabado, llegó Juan.


37
seleccionadas con el fin de determinar con claridad la naturaleza exacta de las restricciones a
que están sometidas. Hemos visto que, en términos generales, éstas pueden referirse bien al
modo de acción de los verbos a los que acompañan, bien a la flexión morfológica.
En el primer caso, las perífrasis parecen operar de modo principal sobre el modo en que
se desarrolla el evento descrito, su modo de acción: duratividad, dinamicidad, telicidad,
gradualidad, iteratividad. En buena medida el tipo de modificación en cada caso está
fuertemente determinado por el valor léxico original del verbo que funciona como auxiliar en la
perífrasis. De este modo, podemos decir que en estas circunstancias las perífrasis verbales
presentan un escaso nivel de gramaticalización en lo que respecta a su desarrollo semántico.
Como es de esperar entonces, son construcciones que no presentan limitaciones a la hora de ser
conjugadas en cualquier tiempo, dado que no están aspectualmente condicionadas. En esta
situación se hallan todavía en nuestra lengua estar, ir, andar + gerundio y tener + participio.
En el segundo caso, tenemos perífrasis que funcionan en mayor o menor grado como
marcadores aspectuales, clasificando en primer lugar el evento como conluido o inconcluso y a
partir de ahí en alguna de las diferentes variedades aspectuales (ver supra CUADRO II). El paso
desde la situación anteriormente descrita a esta nueva función de naturaleza más claramente
gramatical supone para estas construcciones, como es lógico, la incompatibilidad con las formas
flexivas que no sirvan como expresión del valor aspectual del que son ahora portadoras. Es la
situación que en distinto grado manifiestan las perífrasis habituales soler, acostumbrar +
gerundio, la prospectiva ir a + infinitivo, las continuativas llevar, venir + gerundio y la
resultativa continuativa llevar + participio. El mayor grado de gramaticalización en esta misma
escala es el que muestra finalmente como expresión del Perfecto la antigua perífrasis haber +
participio.
Los hechos que acabamos de resumir presentan a nuestro modo de ver interés para la
consideración y discusión de al menos dos cuestiones de orden más general. En primer lugar
suministran información valiosa para evaluar la validez de las clasificaciones aspectuales
contemporáneas. Pero también ayudan a entender el modo en que se desarrollan históricamente
las perífrasis y con ellas los distintos sistemas verbales de tiempo y aspecto en las lenguas del
mundo y especialmente en las lenguas románicas.

3.1. Las variedades aspectuales.

La descripción de alguna de las perífrasis que habíamos seleccionado, específicamente


llevar + participio, plantea en relación con la clasificación de las variedades aspectuales una
cuestión de cierta trascendencia a la hora de definir cada una de ellas y, sobre todo, de
determinar la naturaleza exacta de sus relaciones. Recordemos que la perífrasis citada era
definida a la vez como de Perfecto resultativo y de Continuativo. Eso supone abrir la puerta a la
posibilidad de combinar en una misma forma distintas variedades aspectuales. En ese caso,
¿cuáles son combinaciones posibles y cuáles no?, ¿es posible establecer una jerarquía entre las
distintas variedades que permita dar cuenta de estas relaciones? y, yendo más allá de lo
expuesto en este trabajo, ¿cómo se relaciona el aspecto (de manera) con las variedades
aspectuales de fase? ¿y con el tiempo y el modo?
El problema de las relaciones y combinaciones entre las variedades aspectuales de
nuestro CUADRO II suscitado por la definición de llevar + participio puede empezar a
resolverse si introducimos en esa clasificación la distinción entre eventos simples y múltiples.
Parece claro que una variedad como el Imperfecto progresivo sólo puede ser considerada en
relación a eventos únicos y homogéneos, de una sola ocurrencia. Pero en otros casos y, desde
luego, en el Perfecto resultativo, estamos partiendo de estructuras eventivas complejas en las
que es posible reconocer más de una situación relevante para la definición de aspecto. En
concreto, tal y como insistíamos en su momento, el Perfecto resultativo requiere un evento

38
previo, iterado o no, cuya conclusión genera una nueva situación, el estado resultante. Por tanto,
podemos esperar que el modo en que se describe esta situación compleja difiera para al menos
las dos situaciones principales: evento pasado y estado resultante. Y efectivamente, es esto lo
que ocurre con la perífrasis llevar + participio; de ahí que su definición sea también múltiple.
Finalmente, la importancia de la toma en consideración de los eventos múltiples queda
puesta de manifiesto de manera crucial para el caso de variedades aspectuales que suponen
necesariamente la iteración, como el Imperfecto habitual. Siguiendo el razonamiento que
acabamos de hacer para el Perfecto resultativo, es de esperar que para cada uno de los eventos
iguales de que se compone una situación habitual podamos tener una descripción aspectual
específica. Es decir, lo habitual puede aplicarse a la repetición de varias situaciones progresivas,
continuas, continuativas, prospectivas, incluso perfectas49; de lo que se deduce que es posible
combinar el habitual con Imperfecto progresivo y continuo, Continuativo, Prospectivo y
Perfecto, esto es, todas las modalidades aspectuales abiertas, sin límite derecho. Es lo que
prueban oraciones como las siguientes en que la lectura habitual que impone la oración
subordinada temporal resulta perfectamente compatible con la expresión de cualquier variedad
aspectual. Sólo las expresiones correspondientes al Aoristo, esto es, el pretérito indefinido, dan
lugar a oraciones agramaticales:

(121) a. Cuando llegaba a casa los jueves, estabas siempre duchándote. Habitual
progresivo.
b. Cuando llegaba a casa los jueves, veíamos álbumes de fotos. Habitual +
continuo.
c. Cuando llegaba a casa los jueves, llevabas durmiendo desde las once. Habitual
+ Continuativo.
d. Cuando llegaba a casa los jueves, ibas a preparar la cena. Habitual +
Prospectivo.
e. Cuando llegaba a casa la cena, ya tenías leído el periódico. Habitual +
Perfecto.
f. *Cuando llegaba a casa los jueves, viste la televisión. Habitual + Aoristo.

Es probable a la vista de estos datos que fuera entonces más conveniente situar en el
CUADRO II el habitual como una variedad aspectual jerárquicamente más alta y de este modo
podríamos predecir su combinación con otras variedades. Además, con ayuda de la distinción
entre eventos simples y múltiples, quizás habría que someter a revisiones del mismo tipo alguna
otra de las variedades de ese cuadro y, en este sentido, sería interesante avanzar en la definición
del Imperfecto continuo o el Perfecto experiencial.
Como ya sugeríamos más arriba, sería conveniente además llevar a cabo planteamientos
análogos que ayudaran a determinar con claridad las relaciones entre estas variedades
aspectuales y las del aspecto fasal, las distinciones temporales o las modales, a fin de saber de
qué modo es posible combinar cada una de ellas.

3.2. La gramaticalización de las perífrasis.

Por último, también la descripción de este conjunto de perífrasis verbales arroja luz
sobre las pautas de evolución de este tipo de construcciones, más aún si tenemos en cuenta
además los datos que al respecto muestran otras lenguas románicas. En este sentido, resulta
interesante contrastar los hechos descritos con las hipótesis que avanza Squartini (1998) después
49
Al menos en su variedad resultativa. El Perfecto experiencial presenta a este respecto un comportamiento
muy especial (ver Martínez-Atienza en este volumen).

39
del análisis pormenorizado de las perífrasis progresivas y de Perfecto en el mundo románico.
Según este autor (1998: 1-2) la gramaticalización progresiva de las perífrasis verbales es
dependiente de dos factores básicos que presionan en sentido contrario: modo de acción,
relacionado en tanto que propiedad léxica de modo fundamental con la "persistencia" del valor
semántico original de la unidad léxica correspondiente al auxiliar, y aspecto, vinculado en tanto
que propiedad gramatical a la morfología y la sintaxis. La evolución histórica previsible se
moverá a largo plazo en favor del segundo factor y en detrimento del primero, como muestra de
modo paradigmático la evolución de haber + participio. Ahora bien, este proceso no parece ser
ni mucho menos lineal y está sujeto a una importante variación inter- e intralingüística en la que
juega, sin duda, un importante papel la posición e importancia que en cada caso tengan los
distintos auxiliares. Es esto probablemente lo que explica el alto grado de gramaticalización al
que han llegado las perífrasis habituales románicas con soler (o las perífrasis con haber en
español), pero también las diferencias entre la perífrasis progresiva con stare en italiano y su
equivalente español, cuyo auxiliar presenta notorias peculiaridades léxicas. Este mismo tipo de
razones pueden estar detrás del comportamiento tan específico de las perífrasis con verbos de
movimiento en el mundo románico, en general poco gramaticalizadas.
Sin embargo, no deja de ser interesante notar cómo existen algunos hechos que no
encajan del todo en las hipótesis de Squartini. Por un lado, en español la perífrasis venir +
gerundio queda fijada como marcador aspectual precisamente en razón del valor léxico original
de su auxiliar, por lo que, como se ve, la denominada "persistencia" no parece necesariamente
actuar siempre en contra de la gramaticalización. Por otro lado, algunos datos del español
americano -las perífrasis con verbos de movimiento, otra vez- apuntan hacia una evolución que
no podemos interpretar con claridad como un avance en el proceso de gramaticalización y un
refuerzo de los valores aspectuales. Por el contrario, se observa una eliminación de restricciones
relativas al modo de acción que no se acompaña de incremento en las restricciones aspectuales,
dando lugar así a una pauta de evolución que no encuentra encaje en el esquema de Squartini.
Resultaría, por tanto, interesante profundizar en el estudio de estos mecanismos
diacrónicos y para ello, sin duda, sería de la mayor importancia recabar el mayor número de
datos relativos a estadios anteriores de nuestra lengua y de los demás romances, pero también
datos dialectales, tanto peninsulares como americanos. De este modo, podríamos fijar con más
seguridad los caminos por lo que discurre la evolución de estas construcciones y contribuir así a
un mejor conocimiento del modo en que se constituyen los sistemas tempo-aspectuales en las
diversas lenguas.

4. Bibliografía.

BERTINETTO, PIER MARCO (1986), Tempo, Aspetto e Azione nel Verbo Italiano, Firenze,
Accademia della Crusca.

BERTINETTO, PIER MARCO (1994), “Statives, Progressives, Habituals”, Linguistics, 32, págs.
391-423. [Citamos por la reproducción en Bertinetto (1997), págs. 61-93].

BERTINETTO, PIER MARCO (1997), Il dominio tempo-aspettuale. Demarcazioni, intersezioni,


contrasti, Torino, Rosenberg & Sellier.

BERTINETTO, PIER MARCO - DENIS DELFITTO (1996), “L’èspressione della ‘progressività-


continuità’. Un confronto tripolare”, en Paola Benincà - Guglielmo Cinque - Tullio De
Mauro - Nigel Vincent (eds.), Italiano e dialetti nel tempo. Studi di grammatica per Giulio C.
Lepschy, Roma, Bulzoni, págs. 45-66. [Citamos por la reproducción en Bertinetto (1997),
págs. 223-238].
40
DIK, SIMON C. (1987), “Copula Auxiliarization: How and Why?”, en Martin Harris – Paolo
Ramat (eds.), Historical Development of Auxiliaries, Berlin–New York–Amsterdam, Mouton
-De Gruyter, págs. 53-84.

DIK, SIMON C. (1989), The Theory of Functional Grammar. Part I: The Structure of the
Clause, Dordrecht, Foris.

FENTE, RAFAEL - JESÚS FERNÁNDEZ ÁLVAREZ - LOPE G. FEIJOO (1979), Perífrasis verbales,
Madrid, SGEL, 3ª ed.

GARCÍA FERNÁNDEZ, LUIS (2000a), “El Perfecto continuativo”, Verba, 27, págs. 343-358.

GARCÍA FERNÁNDEZ, LUIS (2000b), La gramática de los complementos temporales, Madrid,


Visor.

GARCÍA FERNÁNDEZ, LUIS – MARÍA MARTÍNEZ-ATIENZA (en prensa), “La expresión de


eventos inconclusos”.

GÓMEZ TORREGO, LEONARDO (1988), Perífrasis verbales. Sintaxis, semántica y estilística,


Madrid, Arco/Libros.

GÓMEZ TORREGO, LEONARDO (1999), “Los verbos auxiliares. Las perífrasis de infinitivo”, en
Ignacio Bosque - Violeta Demonte (dirs.), Gramática descriptiva de la lengua española,
Madrid, Espasa Calpe, págs. 3323-3390.

HARRE, CATHERINE E. (1991), Tener + participle: A Case Study in Linguistic Description,


London-New York: Routledge.

HAVU, JUKKA (1997), La constitución temporal del sintagma verbal en español, Helsinki,
Academia Scientiarum Fennica.

KLEIN, WOLFGANG (1992), “The Present Perfect Puzzle”, Language, 68, págs. 525-552.

MIGUEL, ELENA DE (1999), “El aspecto léxico”, en Ignacio Bosque - Violeta Demonte (dirs.),
Gramática descriptiva de la lengua española, Madrid, Espasa Calpe, págs. 2977-3060.

MORERA, MARCIAL (1991), Diccionario crítico de las perífrasis verbales del español, Puerto
del Rosario, Cabildo Insular de Fuerteventura.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (1973), Esbozo de una nueva gramática de la lengua española,
Madrid, Espasa-Calpe.

ROJO, GUILLERMO (1990), “Relaciones entre temporalidad y aspecto en el verbo español”, en


Ignacio Bosque (ed.), Tiempo y aspecto en español, Madrid, Cátedra, págs. 45-75.

SMITH, CARLOTA S. (1991), The Parameter of Aspect, Dordrecht-Boston-London, Kluwer


Academic Publishers.

41
SQUARTINI, MARIO (1998), Verbal Periphrases in Romance: Aspect, Actionality and
Grammaticalization, Berlin-New York, Mouton-De Gruyter.

SQUARTINI, MARIO - PIER MARCO BERTINETTO (2000), “The Simple and Compound Past in
Romance Languages”, en Östen Dahl (ed.), Tense and Aspect in the Languages of Europe,
Berlin-New York, Mouton-De Gruyter, págs. 403-439.

VENDLER, ZENO (1957), “Verbs and Times”, Philosophical Review, 56, págs. 143-160.
[Reproducido en Zeno Vendler, (1967), Linguistics and Philosophy, Ithaca-New York,
Cornell University Press, págs. 97-121].

YLLERA, ALICIA, (1999), “Las perífrasis verbales de gerundio y participio”, en Ignacio


Bosque - Violeta Demonte (dirs.), Gramática descriptiva de la lengua española, Madrid,
Espasa Calpe, págs. 3391-3441.

42

También podría gustarte