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Perifrasis Verbales y Expresion Del ASP
Perifrasis Verbales y Expresion Del ASP
0. Introducción.
Es una propiedad comúnmente descrita de algunas perífrasis verbales del español el hecho
de que su auxiliar no pueda aparecer en las formas del pretérito indefinido1. Para estas
construcciones el pretérito imperfecto es el único tiempo posible para la expresión de eventos
en pasado. Mostramos ejemplos de este comportamiento en (1):
(1) a. Mis hijos {suelen / solían / *solieron} acostarse a las diez de la noche.
b. Juan {lleva / llevaba / *llevó} corriendo desde las siete.
c. El director{va / iba / *fue} a dimitir, pero ya veremos.
d. {Viene / venía / *vino} lloviendo ininterrumpidamente desde mediodía.
e. {Llevo / llevaba / *llevé} corregidos veinte exámenes.
(4) a. A medida que pasaban las horas, fue lloviendo con más fuerza.
*
Este trabajo ha sido financiado con cargo al proyecto “Tiempo y aspecto en la flexión verbal” (BFF2001-1214)
del Ministerio de Ciencia y Tecnología y una ayuda de financiación interna del Vicerrectorado de Investigación
de la UCLM.
1
Utilizaremos a lo largo de este trabajo esta denominación antigua de pretérito indefinido para referirnos al
pretérito perfecto simple (RAE 1973), a fin de evitar engorrosas confusiones con el pretérito perfecto compuesto
y el aspecto Perfecto.
b. A última hora anduve dudando y me costó tomar una decisión.
(5) Una vez tuve corregidos todos los exámenes, me dispuse a ordenarlos.
En este primer apartado abordaremos la descripción del marco teórico que nos servirá de
referencia a lo largo del resto del trabajo. Discutiremos brevemente en primer lugar algunas
de las definiciones de aspecto en la literatura reciente y, sobre todo, distintas clasificaciones
de las variedades aspectuales elaboradas a lo largo de los últimos veinte años y, en especial, la
propuesta en García Fernández (2000 a). Procederemos a continuación a determinar con
claridad cuáles de las perífrasis tradicionalmente descritas en español como aspectuales
resultan pertinentes en relación con el problema que los datos de (1-5) plantean y por qué.
2
Véanse al respecto, sobre todo, los trabajos de Fente, Fernández Álvarez y Feijóo (1979), Gómez Torrego
(1988) y Morera (1991).
3
Las descripciones de las perífrasis españolas que encontramos en trabajos como los de Bertinetto (1994, 1997),
Havu (1997), Squartini (1998), García Fernández (2000a y b) o García Fernández y Martínez-Atienza (en
prensa) apuntan inequívocamente en esta dirección.
2
hecho de que describan eventos delimitados por una meta o culminación (telos), distingue
entre estados, actividades, realizaciones y logros:
(1) a. Estados (no dinámicos, con duración, atélicos): ser viejo, saber, odiar, lamentar...
b. Actividades (dinámicos, con duración, atélicos): correr, reír, trabajar...
c. Realizaciones (dinámicos, con duración, télicos): escribir un libro, construir una casa, pintar una
pared...
d. Logros (dinámicos, sin duración, télicos): llegar, encontrar, alcanzar...
Distinto del modo de acción, o aspecto digamos ‘objetivo’, es el aspecto gramatical,
que permite a cada hablante seleccionar un punto de vista desde el que contemplar y describir
los distintos eventos. Como es de esperar, la realización de este aspecto ‘subjetivo’
corresponde de modo principal a mecanismos morfológicos y gramaticales, como pueden ser
la flexión verbal o las construcciones perifrásticas con verbos auxiliares
Ciñéndonos ahora a la consideración de este último, el aspecto gramatical, existen
notables dificultades a la hora de determinar sus distintas variedades. En general se tiende a
considerar como central la distinción entre la descripción por parte del hablante de un evento
como acabado, los tiempos compuestos y el pretérito indefinido de la gramática tradicional, o,
por el contrario, la descripción del evento en su desarrollo sin atender a su principio ni final,
el presente y el pretérito imperfecto, principalmente. Es lo que muestra el contraste entre las
oraciones siguientes:
Del repaso de los ejemplos dados en (7-9), se puede extraer una interesante
observación que, por otra parte, ya habíamos introducido al separar modo de acción y aspecto
gramatical. Parece claro que las distintas variedades aspectuales se manifiestan mediante
instrumentos lingüísticos diferentes. Así como el modo de acción se vincula en su expresión a
unidades léxicas (verbos) diferentes, la distinción entre aspecto imperfecto y perfecto parece
descansar en las distintas lenguas, y también en español, en la flexión verbal (cf. supra (7)). El
aspecto cuantificacional se manifiesta en (8) con la ayuda de complementos adverbiales y, sin
4
Para una descripción detallada de los problemas del aspecto léxico en español, véase De Miguel (1999).
3
embargo, el aspecto fasal se hace explícito en (9) mediante perífrasis verbales. En los tres
casos, y como anunciábamos más arriba, tenemos procedimientos gramaticales, pero no son
ni mucho menos iguales. Atendamos con más detenimiento a estas diferencias porque habrán
de sernos de ayuda a la hora de considerar las perífrasis verbales en español.
En la monografía de Havu (1997) se propone una consideración de los distintos tipos
de procedimientos lingüísticos que en español dan forma a la expresión del aspecto, que
permite tratar separadamente cada uno de los niveles de clasificación de variedades
aspectuales, coincidentes la mayoría con las que hemos adelantado en los párrafos anteriores.
En primer lugar, como en cualquier otra lengua, en español son preferentemente las piezas
léxicas, los distintos predicados, las que manifiestan los rasgos vinculados comúnmente al
aspecto léxico o modo de acción, como puedan ser la dinamicidad, duratividad, telicidad y
otros. Como tendremos oportunidad de ver más adelante, en el caso del español, según Havu
(1997: 127 y ss.), también determinadas perífrasis sirven en ocasiones de modo principal para
la indicación de este conjunto de propiedades relacionadas con el modo de acción. Un
segundo grupo de valores aspectuales, los de tipo cuantificacional, de entre los que Havu
(1997: 104 y ss.) destaca sobre todo la iteratividad, queda encomendado a los complementos
adverbiales y resulta, por tanto, claramente externo al verbo. La que llama Havu (1997: 196-
198) aspectualidad fasal, que da cuenta fundamentalmente de transiciones entre fases del
desarrollo del evento, es la que soportan perífrasis en las que el verbo auxiliar sigue
conservando su significado léxico original, el cual es precisamente coincidente con estos
contenidos aspectuales: ingresivo (empezar a, ponerse a, romper a), terminativo (acabar de,
terminar de), etc. Por último están las variedades aspectuales de manera, que se corresponden,
como veremos inmediatamente, con las clasificaciones que la mayoría de los autores
considera más básicas. Dentro de este aspecto de manera Havu considera en primer lugar las
variedades que presentan una expresión más morfológica y gramaticalizada, el aspecto
perfecto frente al imperfecto (aspecto interno/externo en su terminología). En un segundo
nivel de gramaticalización estarían las variedades que se expresan comúnmente mediante
perífrasis con un verbo auxiliar fuertemente desemantizado (haber, estar, ir, venir, tener...):
aspecto progresivo, continuo, habitual, resultativo, etc.
Efectivamente, como acabamos de apuntar, son estas últimas categorías las que
constituyen el fundamento de las clasificaciones más generalmente aceptadas. Son las que, en
última instancia, quedan vinculadas a la consideración del aspecto gramatical que se puede
encontrar en Klein (1992: 537). Para este autor, el aspecto es la relación entre el Tiempo de la
Situación y el Tiempo del Foco, una idea que permite recoger el hecho de que con el aspecto
el hablante lo que hace es visualizar y describir de un modo específico un evento situado en
un momento dado. Así, cuando el hablante focaliza el desarrollo interno de un evento pero no
su principio o su final, obtenemos el aspecto Imperfecto5. Si, por el contrario, describe una
situación focalizando el fin del evento y el inicio del momento que le sigue, tendremos
aspecto Perfectivo o Aoristo. Cuando el hablante lo que hace es atender al momento que
sigue a la finalización de un evento, a sus efectos posteriores, lo que resulta es el aspecto
Perfecto. Y, finalmente, si el hablante describe la situación enfocando el momento
inmediatamente anterior a la situación, lo que obtenemos es el aspecto Prospectivo.6
Sobre esta clasificación de Klein que atiende fundamentalmente al aspecto de manera,
y con la consideración de propuestas anteriores de sentido muy parecido, como las que se
5
A partir de ahora y como es norma en la bibliografía sobre el tema, usaremos las mayúscula cuando nos
refiramos a cada una de las variedades aspectuales que empezamos a describir y finalmente clasificamos en los
Cuadros I y II.
6
Para una descripción detallada de esta clasificación, véase García Fernández en este mismo volumen. También
pueden consultarse algunas consideraciones que afectan a esta clasificación en Smith (1991). Un buen resumen
de todo ello se encuentra en García Fernández (2000b: 46-54)
4
encuentran en Bertinetto (1986), García Fernández ha venido elaborando en distintos trabajos
un tratamiento de las variedades aspectuales que recoge buena parte de los detalles que
comentábamos ya en Havu (1997). Puesto que es la clasificación que nos va a servir de guía,
la representamos en el cuadro I, a partir fundamentalmente de las conclusiones presentadas en
García Fernández (2000 a) y García Fernández y Martínez-Atienza (en prensa) y la
comentamos y ampliamos en las líneas que siguen a continuación:
CUADRO I
ASPECTO
Inconcluso Concluido
Sin límite izq. Con límite izq. Con límite izq. Doble límite
En esta clasificación se hace evidente que la distinción básica es una vez más la que
permite separar la expresión de los eventos inconclusos de la de los eventos concluidos. En el
caso de las variedades de aspecto inconcluso, el hablante no focaliza nunca el fin de la
situación descrita, por lo que no es posible hacer inferencias respecto de su conclusión y no
resulta, por tanto, pertinente hablar de su límite derecho, puesto que éste sería precisamente el
que permitiera considerar acabada una situación. Sin embargo, sí es pertinente distinguir
dentro de este grupo entre la variedad aspectual denominada Continuativo, que marca el
límite izquierdo de un evento, su comienzo, y el Imperfecto propiamente, que no aparece
delimitado ni siquiera en este punto. Es la diferencia que reflejan las dos oraciones siguientes:
Como veremos más adelante, el Continuativo se expresa en nuestra lengua por medio de
formas de la conjugación muy diversas: el presente, el pretérito imperfecto, el pretérito
perfecto7 y el pluscuamperfecto, tal y como muestran las siguientes oraciones:
7
El pretérito perfecto compuesto de RAE (1973). Véase supra nota 4.
5
Por el contrario, la expresión del Imperfecto es más homogénea y corresponde de modo
principal al presente y al pretérito imperfecto, como muestra la oración siguiente:
(12) Juan corría ayer por el parque cuando yo pasé por allí.
Respecto a las subvariedades apectuales, dentro del Imperfecto cabe distinguir a su vez
entre el progresivo, el habitual y el continuo8 (Bertinetto 1986: 139-162). En el primer caso,
se focaliza un punto único dentro del desarrollo no delimitado del evento:
En (16 a.) se describe un evento concluido (los artículos están ya escritos) pero se
focaliza el resultado de ese evento y este resultado no está delimitado y sigue siendo relevante
en el momento de la enunciación. Por el contrario, en (16 b.), el hablante permite visualizar
un evento completo con su principio y su fin, por tanto, doblemente delimitado, sin hacer
explícita de ningún modo su pertinencia para el presente. Como se ve, los tiempos
compuestos expresan característicamente el aspecto Perfecto y el pretérito indefinido es la
forma de la conjugación típica para el Aoristo. Sin embargo, conviene tener presente que en
español, esta última variedad aspectual también puede ser expresada en ocasiones mediante
los pretéritos perfecto y pluscuamperfecto, como se ve, por ejemplo, en (17), lo que convierte
a estas formas compuestas de la conjugación en formas de lecturas muy variadas y diferentes
(Continuativo (11 b. y c.), Perfecto (16 a.), Aoristo (17)):
8
Mantenemos la minúscula inicial para hacer referencia a lo que clasificamos como subvariedades aspectuales.
6
(17) a. Esta mañana a las diez Juan ha visitado a su padre.
b. Cuando llegué anoche a casa, Juan ya había vuelto del cine.
Finalmente, habría que añadir a esta clasificación de García Fernández una de las
variedades propuesta en Klein (1992), la Prospectiva. Estaría, lógicamente entre los aspectos
inconclusos y, al igual que el Perfecto y frente a todos los demás, se trata de un aspecto que
focaliza momentos externos al propio evento. En el caso del Prospectivo, un momento
inmediatamente anterior a la situación; para el Perfecto, el tiempo posterior al fin de la
situación. Esa es la interpretación que corresponde a la siguiente oración en (20), que describe
un estado de cosas inmediatamente anterior y ajeno al evento correspondiente a pintar y, en
cualquier caso, no permite interpretar éste como concluido:
De este modo, propondríamos como punto de partida, sobre la base de los trabajos de
Klein, Bertinetto y García Fernández y de las descripciones que acabamos de exponer, la
clasificación del aspecto que recogemos en el Cuadro II:
7
CUADRO II
ASPECTO
Inconcluso Concluido
Una vez que nos hemos acercado a distintos modos de encarar la descripción del aspecto
y hemos presentado la clasificación de las variedades aspectuales que usaremos como
referencia, iniciaremos inmediatamente la descripción de los distintos tipos de perífrasis
españolas y sus problemas. Con ayuda de las consideraciones que en este apartado acabamos
de hacer, nos proponemos seleccionar del conjunto total de perífrasis aspectuales, el grupo de
las que pueden resultar eventualmente afectadas por las restricciones que comentábamos en
los datos de (1-5).
9
Seguimos aquí fundamentalmente los trabajos más recientes y completos sobre este asunto, los de Gómez
Torrego (1999) e Yllera (1999). No difieren sustancialmente en cuanto a los criterios de clasificación trabajos
anteriores como los de Fente, Fernández Álvarez y Feijóo (1979), Gómez Torrego (1988) o Morera (1991).
8
(21) a. Allí {hay/había/hubo} que trabajar duro.
b. {Tenemos/teníamos/tuvimos} que leer dos libros a la semana.
c. {Estoy/estaba/estuve} por viajar a Cuba.
Las oraciones de (24) muestran además hasta qué punto estas variedades aspectuales
resultan diferentes a las que clasificaba Havu (1997) como aspecto de manera y luego
reformulamos nosotros más arriba en el Cuadro II. Como es fácil de ver, el aspecto incoativo
que suministra la perífrasis en (24 a.) y el terminativo proporcionado por acabar de en (24 b.)
resultan perfectamente compatibles con la interpretación de Imperfecto y Aoristo que se
manifiesta en cada una de las formas verbales que proponemos para el auxiliar: presente,
pretérito imperfecto o pretérito indefinido. Más aún, podemos hacer explícita mediante un
complemento adverbial la interpretación de la variedad habitual del Imperfecto y sigue sin
haber problemas de compatibilidad con la variedad aspectual de tipo fasal que denota la
perífrasis:
Este tipo de datos viene a confirmar algo que sostiene Havu (1997) y ya dejaba ver la
discusión que exponíamos a propósito de la clasificación de las variedades aspectuales en
español en 1.1. Esto es, las variedades aspectuales de manera, las de nuestro Cuadro II, deben
considerarse más internas, más gramaticalizadas y de rango superior a las variedades de fase,
puesto que éstas se les subordinan y son modificadas por ellas.
Nos queda finalmente prestar atención al grupo de perífrasis aspectuales dentro del
cual están las que presentábamos al principio en los ejemplos (1-5). Se incluyen aquí
10
Son el tipo de verbos que Smith (1991) denomina superverbos.
9
perífrasis de infinitivo como las construidas con soler o ir a, de gerundio como las construidas
con estar, venir, ir, andar o llevar o de participio como las que tienen a llevar y tener como
auxiliar. Se trata en prácticamente todos los casos de estructuras en las que el verbo auxiliar
está ya fuertemente desemantizado y guarda poca relación con su significado original; nótese
además que se trata, en su mayoría, de verbos de contenido léxico muy amplio y general.
También en la mayoría de los casos estas perífrasis encuentran equivalentes en otras lenguas
románicas que han sido habitualmente caracterizados también como aspectuales. Veamos
cuáles son las interpretaciones que se les han ido asignando tradicionalmente a estas
construcciones y comprobaremos cómo encajan en términos generales en alguna de las
variedades aspectuales básicas que considerábamos de mayor interés y presentábamos en el
Cuadro II.
Empezando por las perífrasis de infinitivo, hay una considerable unanimidad acerca
del valor habitual de la construcción con el verbo soler11, que se ejemplifica con oraciones
como las siguientes en que los complementos temporales hacen bien explícita esta lectura:
(26) De pequeño habitualmente solía nadar en la piscina los martes y los jueves.
Mientras que la oración de (27 a.) describe el estado de cosas inmediatamente anterior
a la lluvia y, por tanto, un momento previo y externo a la situación denotada por el verbo
léxico llover, en (27 b.) el verbo llover describe exactamente la situación misma y ésta está
colocada en el eje temporal en un momento posterior al momento del habla. En (27 a.)
tenemos aspecto Prospectivo, en (27 b.) simplemente tiempo futuro.
Las perífrasis de gerundio están encabezadas por la construida con estar, de uso muy
frecuente en nuestra lengua. Es descrita habitualmente como un presente actual que sirve para
destacar el momento en que se desarrolla la acción13, lo que corresponde con toda claridad a
lo que hemos llamado aquí la variedad progresiva del Imperfecto:
De acuerdo con la definición que hacíamos más arriba del progresivo, en la oración
(28) la perífrasis sitúa un punto concreto en el desarrollo de un evento descrito como
imperfecto y, por tanto, con final abierto.
Frente a esta construcción, las perífrasis de gerundio con verbos de movimiento
presentan variantes diferentes de un valor común que se interpreta como el desarrollo gradual
de un evento14. Es una lectura que puede corresponder a la subvariedad continua del
Imperfecto, si no quedan especificados ni el principio del evento ni su final:
11
Gómez Torrego (1988: 117-118, 1999: 3777-3778).
12
Fente, Fernández Álvarez y Feijóo (1979: 15-16) y Gómez Torrego (1988: 65-75, 1999: 3365-3372).
13
Gómez Torrego (1988: 141) e Yllera (1999: 3402-3403).
14
Fente, Fernández Álvarez y Feijóo (1979: 31, 34, 54-55), Gómez Torrego (1998: 147-151, 159-168) e Yllera
(1999: 3412-3419).
10
(29) {Andan / van} diciendo por ahí que no saldrás adelante.
Pero también puede ocurrir que tengamos aspecto Continuativo al quedar fijado el
límite derecho del evento, lo que parece obligado en el caso de venir + gerundio15:
Ahora bien, como muestra el contraste entre las oraciones de (32), la perífrasis con
llevar incluye la información de que el evento que da lugar a ese estado resultante continúa
teniendo lugar, información que no está presente en el caso de la construcción con tener.
En el caso del grupo de perífrasis que acabamos de comentar, estamos, en
consecuencia, ante distintos tipos de procedimientos para la expresión de algunas de las
variedades de aspecto de nuestro Cuadro II. En todos los casos tenemos perífrasis cuyo
contenido aspectual deja sin especificar el límite derecho de la situación que se focaliza, por
lo que estamos finalmente en condiciones de aventurar una primera explicación que permita
dar cuenta del diferente comportamiento de estas construcciones con el pretérito imperfecto y
el pretérito indefinido, que mostrábamos al inicio en (1). Puesto que el contenido aspectual
de este último tiempo es en español inequívocamente de Aoristo, es decir, el aspecto que
define tanto el inicio como el final de una situación, podemos predecir correctamente que no
sea compatible con perífrasis de contenido aspectual diferente de éste. Por el contrario,
debemos esperar que sea posible combinar las perífrasis seleccionadas con tiempos que no
marquen el límite derecho de un evento, como, por ejemplo, presente y pretérito imperfecto.
Sin embargo, esta explicación no resulta suficiente en todos los casos, ya que resulta
desmentida por oraciones como las de (2) y (4-5), que, como trataremos de mostrar
inmediatamente, necesitan sin duda la consideración de factores distintos para resultar
correctamente descritas.
15
Yllera (1999: 3415).
16
Fente, Fernández Álvarez y Feijóo (1979: 35), Gómez Torrego (1998: 152-155) e Yllera (1999: 3419-3420).
17
Fente, Fernández Álvarez y Feijóo (1979: 42-43), Gómez Torrego (1998: 191-193) e Yllera (1999: 3434-
3437).
11
construcciones de contenido muy similar, con el fin de determinar qué otras circunstancias
están detrás de su distribución con los distintos tiempos del sistema verbal español.
De entre las perífrasis que hemos elegido, la construida con soler + infinitivo es la de
comportamiento más homogéneo y consecuente con su interpretación aspectual. Como cabe
esperar de la expresión de la modalidad habitual del aspecto Imperfecto, no es posible en
nuestra lengua construir esta perífrasis más que en presente para los hábitos simultáneos al
momento del habla y en pretérito imperfecto para la indicación de una situación habitual en
un momento anterior al tiempo del habla:
Dada la naturaleza no delimitada del aspecto habitual, parece lógico esperar que no sea
posible construir esta perífrasis con el auxiliar conjugado en las formas que puedan denotar
aspecto concluido y es exactamente esto lo que indica la gramática académica18. Puesto que el
verbo soler en español sólo ocurre en estas construcciones, debe ser descrito como defectivo:
no se conjuga ni en pretérito indefinido ni en los tiempos compuestos19. En este sentido, esta
perífrasis muestra un avance considerable en el proceso de gramaticalización y ha fijado con
notable nitidez su valor como perífrasis estrictamente habitual, hasta el punto de limitar su
ocurrencia, como acabamos de ver, a tiempos compatibles con este contenido aspectual.
En realidad, como explica Bertinetto (1997: 213-214)20, el habitual es una subvariedad
aspectual con características muy peculiares que imponen limitaciones importantes sobre las
formas que la manifiestan. Por ejemplo, un requisito importante para obtener la lectura
habitual es que el evento sea de por sí iterable, ya que los eventos habituales se componen
característicamente de un “macroevento” marco dentro del cual se sitúan diversos
“microeventos” correspondientes a cada una de las ocurrencias individuales del evento en
cuestión. Esto es, para oraciones como las de (33), estamos describiendo una sucesión de idas
al gimnasio –los microeventos- cuya repetición característica permite establecer un único ir al
gimnasio –el macroevento- convertido en habitual. Por tanto, no es sorprendente que las
perífrasis habituales den lugar a oraciones agramaticales si se combinan con predicados
estativos permanentes como los siguientes:
18
RAE (1973: § 2.12.13)
19
Algunos hablantes no parecen tener problemas para admitir formas del pretérito perfecto y construyen
oraciones como:
Sin embargo, resulta muy interesante señalar que en estos casos parece primar no una interpretación
habitual de la perífrasis sino frecuentativa -es decir, relacionada con el aspecto cuantificacional, no con el de
manera, que es el que nosotros estamos considerando-, la cual obviamente no sería incompatible en absoluto con
los tiempos que denotan aspecto concluido como el pretérito perfecto. Lo demuestra el hecho de que los
hablantes que admiten (i) rechazan oraciones como la siguientes:
Parece, entonces, que en esta variedad de español la perífrasis con soler no tendría interpretación de
habitual al menos en los casos en que se conjuga en pretérito perfecto y no sería descartable que tampoco la
tuviera con los demás tiempos. Para las relaciones entre el habitual y el frecuentativo, ver Bertinetto (1997: 208-
212).
20
Véase también sobre el habitual Bertinetto (1994) y Martínez-Atienza en este volumen.
12
(34) a. *Juan solía ser español.
b. *Juan suele ser profesor de Didáctica.
En estos casos, el único modo de legitimar las oraciones es que existan condiciones
pragmáticas que licencien la interpretación de estos predicados como susceptibles de
iteración. Por ejemplo, la oración (34 a.) podría ser aceptada en el caso de que pretendamos
dar a entender que la nacionalidad puede ser considerada una situación pasajera y sujeta a
modificaciones.
En consecuencia, lo que define la habitualidad es la existencia de una situación tal que,
habiendo ocurrido al menos una sola vez, permite servir de base para una definición genérica
o típica que prediga su repetición. De ahí su evidente relación con el aspecto cuantificacional,
la iteratividad, las lecturas frecuentativas, a pesar de que, como sostiene Bertinetto (1997:
208), los enunciados habituales no contienen necesariamente una cuantificación ni explícita ni
implícita.
Dada la complejidad de los requisitos de tipo pragmático necesarios para definir los
hábitos, no es sorprendente que las perífrasis habituales tengan problemas también con el
futuro o el imperativo. Desde luego, en español el auxiliar soler tampoco admite ninguna de
estas dos formas de la conjugación, lo que, sin duda, tiene que ver con la dificultad de definir
un evento como habitual cuando todavía no se ha producido.
Similar comportamiento presenta la otra construcción, de uso ciertamente más raro,
que a veces se clasifica junto a la de soler como perífrasis habitual (Gómez Torrego 1999:
3378). Se trata de acostumbrar + infinitivo21 en oraciones como las siguientes:
(35) a. Mis primos acostumbran caminar por el parque todas las tardes.
b. Juan acostumbra cenar todos los días sobre las nueve.
El parecido de esta perífrasis con la de soler incluye también las limitaciones relativas
al uso en futuro o imperativo y a la distribución con predicados estativos. Todo ello permite
concluir que su estatuto léxico es en el español actual idéntico al de soler. Se trata en ambos
casos de verbos que sirven exclusivamente como soporte de perífrasis habituales, sin ninguna
independencia léxica, lo que da razón de su defectividad.
21
Algunos hablantes prefieren acostumbrar a + infinitivo, como en:
En ningún caso debe confundirse este tipo de construcción con aquellas a las que da lugar otro verbo
distinto, el pronominal acostumbrarse “habituarse, tomar la costumbre”, cuando rige infinitivos, como en:
En casos como éstos no sólo estamos ante otro verbo sino que ni siquiera hay perífrasis.
13
Un comportamiento tan homogéneo como el de las perífrasis habituales que acabamos
de analizar es el que presenta la perífrasis llevar + gerundio. En su momento ya señalábamos
que era ésta una de las maneras en que se expresaba en español el aspecto Continuativo22.
Veámoslo ahora con más detalle.
Como dejan ver más arriba los Cuadros I y II, el Continuativo es una de las variedades
aspectuales de la expresión de eventos inconclusos, por lo que en ningún caso afirma el final
de las situaciones que describe23. Las siguientes oraciones ejemplifican diferentes tipos de
expresiones de lectura continuativa:
Como se puede ver, a pesar de la naturaleza bien distinta de cada una de las
construcciones usadas, en todos los casos se describe una situación que da comienzo en un
momento fijado de modo explícito por el complemento adverbial y llega hasta un punto
intermedio de su desarrollo. El límite derecho o final del evento queda, por tanto, sin ser
focalizado en absoluto en esta modalidad aspectual, por lo que en todos los casos es posible
inferir la continuación posterior de la situación a la que hace referencia el verbo en cuestión.
Ahora bien, frente al Imperfecto, el Continuativo sí afirma el inicio de las situaciones que
predica y la manifestación sintáctica más clara de esto es el hecho de que es obligatoria la
presencia de un complemento adverbial que determine el límite izquierdo que da comienzo a
la situación. En (37 a. y b.) bastaría eliminar el complemento adverbial con desde para
obtener oraciones de lectura no continuativa:
En la oración (38 a.) se entiende que la situación denotada por vivir en Murcia ha
llegado a su término y no continúa produciéndose; es considerada en su totalidad desde su
inicio hasta su final. La oración (38 b.), por el contrario, focaliza un solo momento, el actual,
en el desarrollo del evento denotado por examinar. Son lecturas, pues, de Aoristo e
Imperfecto progresivo respectivamente.
En el caso de la oración (37 c.) con llevar + gerundio, este contraste es aún más
extremo ya que la exigencia de complemento adverbial es tal que su ausencia convierte en
agramatical la oración. Si eliminamos el complemento toda la tarde que, al igual que los
encabezados por desde, delimita un momento temporal desde su inicio, el resultado es, como
se ve en (39), agramatical:
22
Esta perífrasis existe también en gallego. En portugués existe levar a + infinitivo, pero no parece seguro que
corresponda exactamente a una perífrasis (Squartini 1998: 297). En América, sin embargo, está documentada por
Kany una forma alternativa con tener + gerundio de valor muy similar (Yllera 1999: 3420):
(41) (Cuando me encontraste ayer), llevaba caminando por el monte toda la tarde.
Por otro lado, a pesar de la importancia evidente que el valor aspectual continuativo
tiene en la perífrasis llevar + gerundio, del que son una muestra clara las restricciones que
acabamos de señalar, es posible aislar algún otro significado. Efectivamente, las preferencias
en la combinación de esta perífrasis con predicados de distinto modo de acción permiten
reconocer otros contenidos como el de la progresión gradual vinculados sin duda a las
propiedades de modo de acción del verbo léxico llevar.
En este sentido, llama la atención que llevar + gerundio no sea compatible con
24
estados , a diferencia de otros procedimientos ocasionales para la expresión del
Continuativo, como el pretérito perfecto o pluscuamperfecto y el presente25 y la perífrasis
estar + gerundio con tiempos compuestos (ver infra 2.4.), que se indican en las oraciones
siguientes:
24
Como indican García Fernández - Martínez-Atienza (en prensa: nota 11), algunos predicados estativos como
vivir son, sin embargo, compatibles con llevar + gerundio:
La explicación puede estar en la diferente dinamicidad de ambos predicados: vivir, en tanto que
comprende no sólo el hecho físico de habitar un espacio sino también situaciones dinámicas como trabajar,
alimentarse, etc, sería un predicado más dinámico que habitar.
25
Son ejemplos como los de (11), que dábamos más arriba en 1.1. y volvemos a reproducir aquí:
15
Por el contrario, las actividades constituyen el grupo de predicados que con más
frecuencia y naturalidad se combina con esta perífrasis. El desarrollo paulatino y gradual en el
tiempo de un proceso que denotan las actividades suministra un buen marco para el
Continuativo y, también, el hecho de que esa progresión no vaya dirigida hacia una
culminación o telos favorece precisamente una interpretación con final abierto del evento que
permita inferir su continuidad posterior. En consecuencia, abundan los ejemplos del tipo de
los siguientes:
Con las realizaciones, es decir, los predicados dinámicos y durativos orientados hacia
la consecución de una meta o telos, también es posible combinar la perífrasis de llevar +
gerundio, aunque no sin que se produzcan efectos interesantes sobre su interpretación, como
mostramos a continuación:
16
característicamente iterables, en cuyo caso pasan a comportarse como actividades. Es la
diferencia que separa el predicado de (47 a.) que es puntual, semelfactivo, y el de (47 b.),
donde tenemos un predicado puntual iterado y, por tanto, una actividad:
Lo interesante es que, al igual que ocurre con este último grupo de predicados, el
Continuativo en general y, por tanto, llevar + gerundio, fuerza lecturas en las que el evento se
interpreta como una única actividad homogénea incluso cuando puedan darse en su interior
repeticiones o iteraciones. Eso es lo que explica que, combinado con predicados télicos como
las realizaciones, queden excluidas las interpretaciones estrictamente iterativas a favor de
lecturas atélicas:
Mientras que en (49 a.) podemos tener una iteración estricta y, por tanto, varios
eventos correspondientes a hacer las maletas, es decir, hacer las maletas una y otra vez con
sucesivas culminaciones de la actividad y, por tanto, realizaciones, en (49 b.) tenemos un
evento único de hacer las maletas que no llega a culminar y se presenta entonces como una
actividad.
Lo dicho hasta ahora nos permite concluir con la definición de llevar + gerundio como
una perífrasis cuya morfología está condicionada por su uso específico como perífrasis
aspectual continuativa. Además, su utilización está restringida a la combinación con verbos
que denoten actividades y realizaciones, lo que es explicable probablemente en razón del
valor original de llevar.
26
Los ejemplos son adaptados de García Fernández – Martínez-Atienza (en prensa).
17
En (50) con la perífrasis focalizamos un momento de tiempo (“este instante”) que es
inmediatamente anterior al comienzo del recital. Nótese que no es posible sustituir la
perífrasis por el futuro imperfecto ya que este quedaría anclado por el complemento adverbial
que denota un momento simultáneo al tiempo de referencia, lo que es imposible dado su
valor temporal:
27
En todo caso, se podría considerar que las situaciones descritas por el Prospectivo incorporan un inicio o límite
izquierdo virtual (García Fernández, comunicación personal).
28
Es posible tener oraciones de naturaleza similar a las que aparecen en (48-49) en las que tenemos el verbo ir
en pretérito indefinido e, incluso, pretérito perfecto, como las siguientes:
En estos casos lo que ocurre en realidad es que estamos ante el uso no perifrástico del verbo ir, con el
valor de “desplazarse” o “dirigirse”, que, naturalmente, no presenta restricción alguna de tiempo. En este uso el
verbo ir no puede seleccionarse a sí mismo, como se observa a continuación:
Por el contrario, cuando funciona como auxiliar en la perífrasis prospectiva, no tenemos esta restricción:
Nótese también que en casos como los de (i) necesitamos sujetos agentivos, lo que no es preceptivo
cuando hay perífrasis:
En definitiva, los usos de (i) implican alguna suerte de movimiento, como muestra el hecho de que la
siguiente oración de (v) no se pueda interpretar al resultar imposible, por contradictoria, la simultaneidad de las
situaciones descritas en la subordinada y en la principal:
(v) *Cuando me senté en el sillón hace tres horas, fui a escribirte una nota.
Basta sustituir fui por el pretérito imperfecto iba, dando paso así a una lectura prospectiva típica de la
perífrasis, para tener una oración válida:
18
en (52), que es la versión en pasado de (49), y en las oraciones de (53), que muestran además
hasta qué punto el Prospectivo es independiente del evento al que se refiere:
(52) Ayer en ese instante {iba / *fue / *ha ido} a comenzar el recital.
(53) a. {Iba / *fue / *ha ido} a abandonar la presidencia y ahí sigue todavía.
b. Ayer, cuando {iba / *fue / *ha ido} a llover, salió viento y finalmente quedó
un buen día.
c. {Íbamos / *fuimos / *hemos ido} a ir en tren y finalmente decidimos coger
el coche.
Nótese que en ninguno de los ejemplos de (54) cabe la lectura prospectiva, es decir, la
perífrasis no describe el momento anterior al evento sino que sitúa el evento mismo en el
futuro.
En nuestra lengua este uso temporal de la perífrasis es muy estable y explica la
aparición de esta construcción incluso como variante del futuro en estilo indirecto,
subordinada tanto a un presente como a un pasado, como en (55):
(vi) Cuando me senté en el sillón hace tres horas, iba a escribirte una nota.
29
También ocurre lo mismo en otras lenguas románicas en que aparece una perífrasis similar, como el francés
(aller + infinitivo) o el portugués (ir + infinitivo).
30
Los usos de la perífrasis en pretérito indefinido o perfecto que se documentan en expresiones de valor
exclamativo, si es que efectivamente tuviéramos aquí perífrasis, cosa que no es segura, probablemente puedan
explicarse también a partir de modalizaciones de la lectura temporal (Fente, Fernández Álvarez y Feijóo (1979:
16) y Gómez Torrego (1999: 3370)):
19
b. Va a haberlo matado Juan.
c. ¡Cómo me voy a callar!
d. ¡No irás a contárselo!
Junto a la construcción con ir + infinitivo, la perífrasis estar + gerundio está entre las de
mayor frecuencia en nuestra lengua. Pero a diferencia de aquélla, esta perífrasis presenta un
análisis ciertamente complejo. Para empezar, las restricciones relacionadas con la flexión del
auxiliar que tan bien funcionaban para las construcciones estudiadas hasta este punto, en esta
ocasión parecen desaparecer. Recordemos de nuevo en (57) la oración ya presentada en (2),
con el auxiliar estar en pretérito indefinido, un tiempo para eventos concluidos, que choca con
la definición que dábamos en primera instancia en 1.2. para esta perífrasis como de
Imperfecto progresivo:
20
La exigencia de predicados que se desarrollen a lo largo de un tiempo y estén, por tanto,
dotados de duración bien determinada, complica la posibilidad de encontrar la perífrasis
aplicada a logros. Sólo cuando podemos tener una lectura que haga referencia al momento
preparatorio inmediatamente anterior al propio logro, cabe la combinación con la perífrasis
progresiva, como en las oraciones siguientes:
También es posible el uso de esta perífrasis con predicados que describen estados no
permanentes. Lo que ocurre en estos casos es que el predicado se interpreta en términos más
dinámicos, no ya como un estado sino como un comportamiento o actitud:
(66) a. Juan está corriendo por el parque desde las siete de la tarde.
b. Estoy trabajando en el desván desde hace dos horas.
c. Cuando llegó María, Juan estaba arreglando una fuga de agua desde hacía
una hora.
(67) a. Juan lleva corriendo por el parque desde las siete de la tarde.
b. Llevo trabajando en el desván desde hace dos horas.
c. Cuando llegó María, Juan llevaba arreglando un fuga de agua desde hacía
una hora.
(68) a. Juan {ha estado / *estuvo) corriendo por el parque desde las siete de la tarde.
b. {He estado / *estuve} trabajando en el desván desde hace dos horas.
c. Cuando llegó María, Juan {había estado / *estuvo} arreglando un fuga de
agua desde hacía una hora.
En realidad, lo que ocurre es que la perífrasis estar + gerundio tiene, usada con
tiempos compuestos, esta única interpretación continuativa y no es posible obtener ninguna de
las lecturas de Imperfecto que hemos visto más arriba: progresiva, habitual o continua. Los
32
Seguimos a García Fernández - Martínez-Atienza (en prensa: 1.3.), en todo lo que referente a la relación entre
la perífrasis estar + gerundio y el aspecto Continuativo.
22
tiempos compuestos necesariamente tienen delimitado el inicio del evento al que se refieren y,
por tanto, es de esperar que no puedan nunca dar lugar a lecturas de Imperfecto. De este
modo, podemos predecir la agramaticalidad de la lectura progresiva (69 a.), habitual (69 b.) y
continua (69 c.) de la perífrasis en pretérito perfecto en oraciones como las siguientes:
Por el contrario, estos predicados disponen tan sólo para expresar el Continuativo de las
formas de presente y pretérito imperfecto (71) y de las formas de pretérito perfecto y pretérito
pluscuamperfecto (72):
Como muestra (72 c.), cuando el verbo estar corresponde a la expresión de un estado,
su uso en pretérito pluscuamperfecto (y perfecto) puede ser interpretado como Continuativo y
es esta propiedad del verbo léxico la que, como prueban las oraciones de (68), parece haberse
conservado cuando funciona como auxiliar en la perífrasis. Las restricciones relativas al modo
de acción y al tiempo del uso continuativo de estar + gerundio son, por tanto, a nuestro modo
de ver, consecuencia de la sintaxis específica de su auxiliar en los usos léxicos originales.
Vamos a atender, por último, a los datos españoles del tipo de (2) (que repetíamos en
(57)), en que, contrariamente a lo que uno esperaría de una perífrasis de Imperfecto o
Continuativo, estar + gerundio aparece con flexión de pretérito indefinido. Se trata de usos en
que la construcción presenta inequívocamente un evento en su conjunto desde su inicio hasta
su final; claramente, por tanto, aspecto Aoristo34. Prueba de ello es que es posible en estos
casos indicar los límites izquierdo y derecho de la situación con ayuda de complementos
33
Con el símbolo # queremos indicar cómo aquí resulta imposible la lectura de Imperfecto continuo, pero no
otras distintas, entre ellas, en primer lugar la de Continuativo.
34
Puesto que también los tiempos compuestos pueden tener en español lectura de Aoristo, lo que sigue vale
también para los usos de la perífrasis en pretérito perfecto o pluscuamperfecto con este valor (Squartini 1998:
38-39), como los siguientes:
(73) a. Ayer por la tarde estuve leyendo desde las cinco hasta las siete.
b. Estuvo navegando de mayo a julio en el Mediterráneo.
c. Estuvo trabajando treinta años en la fábrica de cervezas.
El contraste entre (78 a. y b.), además de con el aspecto (Imperfecto / Aoristo), tiene
que ver con la telicidad, ya que en (78 a.) el Imperfecto, al no enfocar el fin del evento pintar
la habitación, no dice nada acerca de su culminación y no podemos saber a partir de una
oración como ésta si finalmente quedó pintada la habitación. Por el contrario, es esto
precisamente lo que se deduce de (78 b.) que, al estar en Aoristo, informa del final de la
realización pintar la habitación y, por tanto, de su culminación. Pero, de modo llamativo, el
contraste entre (79 a. y b.) es sólo aspectual. En ninguno de los dos casos podemos deducir
que la habitación queda pintada, incluso si, como en (79 b.), construimos el predicado con
24
Aoristo. La única explicación para este comportamiento es que la perífrasis ha convertido la
realización pintar la habitación en una actividad, ha destelizado el predicado original.
Esta explicación se confirma efectivamente al insertar un complemento adverbial que
fuerce la lectura télica, como los temporales encabezados por en. Mientras que en pretérito
indefinido las realizaciones se combinan con este tipo de circunstanciales sin problemas, la
perífrasis no los admite:
Nótese que la diferencia no puede referirse ni a aspecto -los dos son Aoristo-, ni al
modo de acción -los dos son actividades-35; de hecho, ni siquiera parece posible fijar con
claridad alguna diferencia entre ambas expresiones.
Una vez hecho el repaso de las características de la perífrasis estar + gerundio,
creemos que es posible sostener que, a diferencia de las perífrasis habituales o llevar +
gerundio, esta construcción está muy lejos de funcionar coherentemente en nuestra lengua
como un marcador aspectual. Hemos podido ver cómo es capaz de servir de expresión de
distintas modalidades de Imperfecto e, incluso, de Aoristo, lo que tiene que ver con el hecho
de que no presente prácticamente restricciones relativas a su flexión temporal. Mucho más
notable es, sin embargo, su dependencia de factores como el modo de acción del verbo al que
acompaña, como veíamos en sus usos en pretérito indefinido. En este sentido, se comporta de
modo bien diferente a su equivalente italiano. Como explican Bertinetto - Delfitto (1996) y
Squartini (1998), la perífrasis italiana stare + gerundio es hoy día una perífrasis estrictamente
aspectual que funciona coherentemente como marcador de aspecto Imperfecto.
Consecuentemente, y a diferencia de la construcción española, no es posible, como veíamos
en (3), que el auxiliar aparezca con flexión de ‘passato prossimo’ o ‘passato remoto’36. Para
estos autores, la peculiaridad de los hechos del español tiene que ver con los valores tan
característicos del verbo estar en nuestra lengua, que siguen pesando sobre su uso como
auxiliar, limitándolo en el sentido del modo de acción, pero nunca del aspecto. Recordemos
que el modo de acción es una propiedad léxica que puede transmitir la pieza estar al auxiliar
en la perífrasis y que se conservará tanto más cuanto menos avance su proceso de
gramaticalización37, como sugieren el propio Squartini (1998) y Squartini – Bertinetto (2000)
y comentaremos brevemente en 3.2.
35
Como señalan García Fernández – Martínez-Atienza (en prensa: n. 12), en ausencia de un complemento que
especifique la duración, parece preferible la perífrasis:
2.5.1. Ir + gerundio.
perífrasis estar + gerundio presenta menos restricciones que en la variedad europea y puede combinarse en
cualquier tiempo con logros de toda clase como matarse y realizaciones como atravesar la esquina sin modificar
su carácter télico. Reproducimos aquí los ejemplos (66) y (71) de Squartini (1998. 70-71) que serían claramente
agramaticales en español peninsular:
(i) a. Y trabaja...comuna negra reamente [sic] ay... ella tiene problema [sic] de varices en las
piernas; realmente termina el año con lo de la campaña que le decimos...uno esos [sic] años
testás matando; van a esplotarte [sic] las piernas; (Lima Habla Culta Corpus, 209).
b. Cuando estuvimos atravesando la esquina, salió a la plaza, por la puerta del coso, don
Pascual (J. M. Arguedas, Agua, 1935, Perú).
La perífrasis es ya en estas hablas, por tanto, algo bien diferente de lo puramente progresivo.
38
Seguimos en la descripción de esta perífrasis fundamentalmente a Bertinetto (1997: 157-190) y Squartini
(1998: 249-279).
26
c. Anoche en la discoteca iba bailando *(con expresión de enorme disfrute).
Según Bertinetto (1997: 161) las actividades, con ayuda de estos complementos que
orientan de algún modo el evento descrito, se acercan en su contenido y propiedades a los
predicados télicos de (82-83), salvando así la exigencia relativa al modo de acción de la
perífrasis ir + gerundio, que no reside tanto en la telicidad cuanto en el modo en que debe ser
interpretado el desarrollo del evento: intensificación gradual.
Los logros, al no ser durativos, no deberían poder combinarse con ir + gerundio, pero,
de nuevo, como ocurre con las actividades, si se fuerza una lectura que permita introducir
desarrollo gradual e intensificación, como la lectura iterativa, desaparecen las dificultades. En
las oraciones de (85) con predicados de logro se observa que sólo es posible una
interpretación con iteración del evento, es decir, varias ocurrencias distintas de la misma
situación, además de una eventual intensificación:
Vemos hasta ahora, por tanto, que esta construcción puede llegar a combinarse con
cualquier tipo de predicado siempre que se imponga una lectura incrementativa: debe
interpretarse que el desarrollo de un evento, o varias ocurrencias del mismo evento, avanza
gradualmente y, por lo tanto, está orientado en algún sentido, por ejemplo, aunque no
necesariamente, un telos. Es fácil ver en este comportamiento una notable relación con el
contenido léxico original del auxiliar, un verbo de dirección en definitiva.
Dadas estas llamativas restricciones de modo de acción, no es sorprendente, por el
contrario, que no existan prácticamente restricciones aspectuales. En todos los casos descritos
hasta este momento, hemos presentado datos en que la perífrasis ir + gerundio aparecía en
presente o pretérito imperfecto y, en consecuencia, presentaba situaciones no concluidas en la
variedad aspectual de Imperfecto. Puesto que se trata en todos los casos de ejemplos en los
que se describe el desarrollo de una situación que no se caracteriza ni como habitual ni como
actual, podemos concluir que, con este tipo de morfología, esta construcción expresa por
defecto Imperfecto continuo. También es posible tener, como ocurría con estar + gerundio
(cf. supra, (66) y (68)), lecturas continuativas –con especificación del inicio de la situación-
27
de esta perífrasis con estos dos tiempos y, aún mejor, con los tiempos compuestos, como se ve
a continuación39:
(90) a. Juan {fue / *estuvo} pintando poco a poco la pared en dos semanas.
b. Los ingenieros {fueron / *estuvieron} reconstruyendo poco a poco el puente
en dos años.
(91) a. Juan {*fue / estuvo} pintando poco a poco la pared durante dos semanas.
b. Los ingenieros {*fueron / estuvieron} reconstruyendo poco a poco el puente
durante dos años.
Si se incluyen expresiones que sirvan para delimitar el inicio del evento, se obtienen
también lecturas de aspecto Continuativo, para las que sirven también los tiempos
compuestos:
(93) a. Desde hace tres días Juan anda corriendo por el parque de madrugada.
b. Desde hace tres días mi padre ha andado comiendo cada vez menos.
c. Desde principios de temporada el equipo había andado jugando muy bien.
40
De nuevo, tenemos datos americanos que muestran hasta qué punto estas perífrasis españolas no evolucionan
en el sentido de convertirse en marcadores aspectuales y siguen ampliando su compatibilidad con otros modos de
acción en usos no durativos como los siguientes que describe Squartini (1998: 101 y n. 13, apud Lope Blanch,
Luna Traill y Montes Giraldo) para México y Colombia:
29
Además de las actividades, otros predicados atélicos como algunos estados admiten
frecuentemente la perífrasis:
Pero con las realizaciones y logros, la perífrasis andar + gerundio sólo es admisible en
lecturas iterativas que convierten estos predicados en actividades compuestas de varios
subeventos télicos repetidos y que fluctúan entre la interpretación continua y la habitual:
(96) a. Andan diciendo por ahí que te has portado francamente mal.
b. Ayer a estas horas andaban llamando a la puerta sin parar.
c. En aquel tiempo andaba siempre descubriendo misterios.
Por el contrario, se encuentra muy cerca de estar + gerundio, del que le separa
fundamentalmente el hecho de que no puede expresar aspecto progresivo como el que
requieren oraciones como:
30
Si contrastamos en otros contextos ambas construcciones, veremos que sólo la
construcción con estar corresponde realmente a la lectura progresiva, mientras que la de
andar es continua:
A nuestro modo de ver, sólo de (103 b.) se deduce que en el momento temporal exacto
que describe la oración subordinada, se verificaba efectivamente y de modo simultáneo el
evento de la principal, ver la televisión. Por el contrario, tanto en (103 a.) como en (103 b.), es
posible la lectura continua en que el evento de la subordinada ocurre en algún momento del
desarrollo del de la principal y se entiende que este segundo evento está compuesto
principalmente de ver la televisión y también de otras actividades.
Por tanto, fuera de la interpretación progresiva, las dos perífrasis resultan
intercambiables y se afirma que la diferencia entre ambas es meramente estilística: más
enfática y marcada la construcción con andar (Squartini 1998: 278-279). Para Yllera (1999:
3417-3418), la diferencia está además en el hecho de que la denotación poco precisa del verbo
andar permite usos más modalizados de la perífrasis, por ejemplo, con la expresión por ahí
para indicar indefinición.
El último rasgo de esta construcción que pone de manifiesto la fuerte relación con la
pieza léxica andar es la dificultad que muestra para combinarse con verbos de sujeto no
agentivo como los meteorológicos y otros impersonales (Squartini 1998: 256, n. 19 y Gómez
Torrego 1988: 151). Nótese que en esto difiere al tiempo de las perífrasis de gerundio con
estar y con ir:
Esta exigencia de agentividad separa también al verbo andar de ir o estar y, por tanto,
podemos suponer que es heredada por la perífrasis. Una vez más, estamos ante una perífrasis
de comportamiento poco consistente en términos de aspecto, pero sí en términos de modo de
acción.
41
No consideraremos aquí los usos modalizados, aproximativos, de esta perífrasis, que son los mismos de la
construcción venir a + infinitivo:
(i) La gasolina viene {costando / a costar} veinte céntimos más por litro.
Tampoco consideraremos los usos andinos (Colombia meridional, Ecuador y Perú) citados por Squartini
(1998: 100), que parecen corresponder a una perífrasis terminativa (cf. la perífrasis francesa venir de +
infinitivo):
31
claridad de una expresión marcadora del aspecto Continuativo, por lo que cabe esperar que su
morfología excluya formas de Aoristo como el pretérito indefinido. Y así ocurre
efectivamente; la perífrasis española venir + gerundio sólo admite flexión de presente,
pretérito imperfecto y los tiempos compuestos en sus usos continuativos. De este modo, se
aleja de las otras dos perífrasis de gerundio con verbos de movimiento por su decidido
contenido aspectual y las restricciones correspondientes en su distribución con formas de
pretérito indefinido. Veámoslo con todo detalle a continuación.
(105) a. Su hijo {viene / ha venido / *vino} comiendo cada vez mejor desde el
jueves.
b. Para cuando llegó la noche del día 23 de enero, el nivel del agua {venía /
había venido / *vino} subiendo desde hacía tres semanas.
Probablemente en razón del mayor desarrollo como marcador aspectual, como sugiere
Squartini (1998: 294-295), esta perífrasis se combina con actividades como las de (102), pero
también realizaciones (107), estados (108) o logros siempre que quepa la interpretación
iterativa o haya fase preparatoria (109):
Por último, si bien es posible que inicialmente fuera preferente la lectura gradual, hoy
día parece que ese matiz no lo proporciona la perífrasis. Por eso podemos encontrarla en
(110) a. Vengo corriendo por el parque desde hace dos meses por lo menos.
b. Vengo trabajando en esa tienda desde hace un año.
Todas estas características de venir + gerundio resultan tanto más notables si se las
compara con las de la perífrasis equivalente en italiano42. En esta lengua venire + gerundio se
comporta de un modo muy semejante al de andare + gerundio –por tanto, también a ir +
gerundio en español-: presenta un contenido fundamentalmente gradual e incrementativo, por
lo que no se combina sin fuertes restricciones con estados, actividades o logros, y se conjuga
en cualquier tiempo, por lo que no está limitada aspectualmente. Así, por ejemplo, oraciones
como las de (109) y 110) no serían posibles en italiano, pero tampoco tendríamos en español
oraciones como la siguiente que propone Bertinetto (1997: 164):
(111) Dai cinquanta ai sessanta (compresi gli ultimi anni di guerra) vennero
accorgendosi sempre di più che l’agiatezza di un tempo si andava
implacabilmente assottigliando.
“De los cincuenta a los sesenta (incluidos los últimos años de guerra) fueron
[vinieron] dándose cuenta cada vez más de que la comodidad de un tiempo iba
disminuyendo implacablemente”
42
Véase a este respecto Bertinetto (1997: 157-180) y Squartini (1998: 289-292).
43
Squartini (1998: 298-299) cita datos portugueses (brasileños) en que la correspondiente perífrasis con vir
muestra también morfología de pretérito indefinido (‘perfeito simples’) y valor iterativo, lo que la hace similar a
nuestra construcción andar + gerundio.
33
la del propio evento, pero presupone la finalización previa de éste. Tenemos, por tanto, una
situación de cierta complejidad. Por un lado, queda afirmada implícitamente la existencia de
un evento previo y de su conclusión. Por otro, se describe explícitamente un estado de cosas
resultante de este evento, que da inicio con el final de éste, pero cuyo límite derecho, su
acabamiento, como es corriente entre los estados, queda indeterminado o, mejor aún, no
existe. Además, conviene añadir una última complicación, la relativa al estatus del estado de
cosas a que da lugar el evento. Puede variar desde los resultados concretos y físicos a efectos
de naturaleza más abstracta como efectos de naturaleza mental, sobre el modo de pensar,
experiencias, etc. A lo largo de esta línea se sitúan las dos subvariedades del Perfecto, el
resultativo y el experiencial.
En el caso de las dos perífrasis de Perfecto del español, tener + participio y llevar +
participio, nos encontramos con importantes restricciones sintácticas que no permiten dudar
acerca de la naturaleza fundamentalmente resultativa de su contenido. En los dos casos
seleccionan verbos transitivos y, entre ellos, de modo muy revelador, los que dan lugar a
resultados concretos, tangibles o físicos, objetos creados o modificados por el propio
predicado. Ello supone que estas dos perífrasis aparezcan preferentemente en combinación
con predicados télicos, realizaciones (112 a.y b.; 113 a. y b.) y, en menor medida,
logros44(112 c. y d.; 113 c. y d.), tal y como muestra el siguiente grupo de ejemplos:
Además de este valor inicial resultativo en sentido muy estricto, podemos encontrar
estas perífrasis con predicados -incluidos ahora los que denotan actividades- que den lugar a
resultados más cercanos a la idea de una transformación mental más que puramente física o
un cambio de estado abstracto como pensar, decir, entender, oír, ver, encontrar, perder,
pedir...:
En este tipo de predicados que no dan a lugar a resultados materiales, la perífrasis con
tener parece preferir contextos que permitan interpretar el evento previo como semelfactivo y
no repetido, como los de (115), pero no todos los hablantes rechazan las lecturas con eventos
44
Se trata de una consecuencia lógica del hecho de que se requieran verbos transitivos, menos frecuentes entre
los logros.
34
iterados y no tendrían problemas en usar esta construcción también en casos como los de
(114)45.
Frente a este uso de tener + partcipio, la perífrasis con llevar impone siempre lecturas
en las que el evento presenta varias ocurrencias y hay, por tanto, iteración. De hecho, las
oraciones de (115) no resultan posibles con esta perífrasis, en la medida en que es exigida una
interpretación puntual o semelfactiva del evento denotado por pensar, ver o pedir
respectivamente. Es más, este valor iterativo es puesto de manifiesto por la presencia
obligatoria junto a esta construcción de complementos cuantificados que describen distintos
estados resultantes vinculados cada uno de ellos a diferentes ocurrencias del evento. Es lo que
dan a entender las oraciones de (112) y las de (114), todas ellas con complementos que
cuantifican las ocurrencias del evento y sus correspondientes resultados. En relación con esto,
hay una diferencia más relevante aún entre ambas perífrasis y tiene que ver con el modo en
que queda descrito el evento. Mientras que llevar + participio claramente da a entender que
las ocurrencias repetidas del evento denotado por el verbo no están concluidas y pueden
continuar y producir nuevos resultados, la perífrasis con tener no incluye esta información y
sólo podemos entender que el estado resultante es único, por lo que el evento concreto que lo
genera –o sus diversas ocurrencias- está concluido. Lo veremos mejor si contrastamos las dos
perífrasis en los mismos contextos:
En la oración (116 a.) la perífrasis con llevar describe un evento –el que corresponde a
hacer croquetas- compuesto de varias ocurrencias de sí mismo, cada una de las cuales da
lugar a distintos resultados y, por tanto, concluidas todas ellas. Tanto las ocurrencias del
evento como sus efectos quedan cuantificados en el complemento directo. Sin embargo, el
evento marco queda abierto y es esperable su continuación y la modificación del estado
consecuente con nuevos resultados. La situación denotada por hacer las croquetas está, pues,
inconclusa en su consideración global a pesar de que se componga de treinta eventos
acabados. Además, los treinta resultados distintos a que dan lugar estas ocurrencias definen
un estado sólo momentáneamente estable, ya que queda sujeto a las modificaciones que
introduzcan los nuevos episodios del evento hacer croquetas. La perífrasis focaliza un
resultado descrito de modo dinámico. Si el participio proporciona el valor de perfecto referido
al evento previo, el auxiliar llevar caracteriza el momento posterior como una situación en
desarrollo gradual y abierta. Es bien sintomático de esto el hecho de que la pasiva de estas
construcciones corresponda a la perífrasis dinámica ir + participio: Van hechas treinta
croquetas.
En la oración (116 b.) la perífrasis con tener describe también treinta ocurrencias del
mismo evento ya acabadas y el resultado global –treinta croquetas- a que da lugar ese evento.
Pero aquí la descripción de este resultado es perfectamente estable y fija, ya que nada se dice
respecto a nuevas ocurrencias de hacer las croquetas. Tenemos un evento global que se
considera cerrado y que da lugar a un estado resultante consolidado y presentado como no
sujeto a modificaciones. La perífrasis focaliza un resultado descrito como un estado. A la
caracterización como perfecto del evento previo que proporciona el participio, el auxiliar
tener añade la definición como estado de la situación a que da lugar. Su pasiva es, de modo
muy revelador, la formada con estar + participio: Están hechas treinta croquetas.
Desde el punto de vista aspectual, la perífrasis llevar + participio añade a las
propiedades del Perfecto que caracterizan a la situación resultante, la definición del evento
45
De hecho, uno de los problemas de esta construcción en nuestra lengua es la notable variación dialectal y las
dieferencias entre hablantes en los juicios de gramaticalidad. Véase al respecto, sobre todo, Harre (1991).
35
previo como inconcluso. Teniendo en cuenta la variedad aspectual que codifica en español la
perífrasis de gerundio con llevar (cf. supra 2.2.), resulta ciertamente tentador considerar
entonces que lo que tenemos aquí es una construcción que marca a la vez Perfecto y
Continuativo. La única dificultad radica en que, a diferencia de la perífrasis de gerundio,
llevar + participio no exige un complemento adverbial que fije el inicio del evento de modo
explícito. Lo que ocurre, sin embargo, es que en este caso ese papel corresponde al
complemento directo cuantificado que es, efectivamente, tan obligatorio con esta perífrasis
como lo era el complemento adverbial con la de gerundio. La supresión del cuantificador en
ejemplos como los de (111) da lugar a oraciones agramaticales:
Por el contrario, la perífrasis tener + participio presenta en primer lugar una lectura
simple de Perfecto resultativo con tiempos imperfectos de presente o pasado, pero, además,
puede conjugarse en pretérito indefinido y con los tiempos compuestos. En casos como éstos,
al valor de Perfecto que denota el participio añade el valor de Aoristo para la descripción del
estado por el auxiliar tener. Sin embargo, lo interesante es que esta variedad aspectual
modifica la interpretación de esta perífrasis de modo idéntico a como afecta a otros
predicados de estado. Como en ellos, la única interpretación accesible es la ingresiva, en que
se focaliza únicamente el momento en que se adquiere o se ingresa en ese estado, pero no su
final, que queda indeterminado (ver supra 1.1.). Es el comportamiento que muestra de modo
típico un verbo como conocer en su acepción estativa de “poseer conocimiento”:
46
Tampoco se usa la perífrasis en los tiempos compuestos.
36
ingresivo que obtenemos para el estado resultante denotado por la perífrasis de participio con
tener si se construye en pretérito indefinido47:
3. Consideraciones finales.
47
El resultado es el mismo con tiempos compuestos, ya que, excluida por redundante la lectura de Perfecto, sólo
queda disponible en estos caso la de Aoristo.
48
Sólo se reconocen como diferenciados precisamente los usos procedentes del español medieval con valor de
Aoristo ingresivo -un pretérito anterior en sentido literal- que tanto recuerdan a los de tuve + participio de (116):
38
previo, iterado o no, cuya conclusión genera una nueva situación, el estado resultante. Por tanto,
podemos esperar que el modo en que se describe esta situación compleja difiera para al menos
las dos situaciones principales: evento pasado y estado resultante. Y efectivamente, es esto lo
que ocurre con la perífrasis llevar + participio; de ahí que su definición sea también múltiple.
Finalmente, la importancia de la toma en consideración de los eventos múltiples queda
puesta de manifiesto de manera crucial para el caso de variedades aspectuales que suponen
necesariamente la iteración, como el Imperfecto habitual. Siguiendo el razonamiento que
acabamos de hacer para el Perfecto resultativo, es de esperar que para cada uno de los eventos
iguales de que se compone una situación habitual podamos tener una descripción aspectual
específica. Es decir, lo habitual puede aplicarse a la repetición de varias situaciones progresivas,
continuas, continuativas, prospectivas, incluso perfectas49; de lo que se deduce que es posible
combinar el habitual con Imperfecto progresivo y continuo, Continuativo, Prospectivo y
Perfecto, esto es, todas las modalidades aspectuales abiertas, sin límite derecho. Es lo que
prueban oraciones como las siguientes en que la lectura habitual que impone la oración
subordinada temporal resulta perfectamente compatible con la expresión de cualquier variedad
aspectual. Sólo las expresiones correspondientes al Aoristo, esto es, el pretérito indefinido, dan
lugar a oraciones agramaticales:
(121) a. Cuando llegaba a casa los jueves, estabas siempre duchándote. Habitual
progresivo.
b. Cuando llegaba a casa los jueves, veíamos álbumes de fotos. Habitual +
continuo.
c. Cuando llegaba a casa los jueves, llevabas durmiendo desde las once. Habitual
+ Continuativo.
d. Cuando llegaba a casa los jueves, ibas a preparar la cena. Habitual +
Prospectivo.
e. Cuando llegaba a casa la cena, ya tenías leído el periódico. Habitual +
Perfecto.
f. *Cuando llegaba a casa los jueves, viste la televisión. Habitual + Aoristo.
Es probable a la vista de estos datos que fuera entonces más conveniente situar en el
CUADRO II el habitual como una variedad aspectual jerárquicamente más alta y de este modo
podríamos predecir su combinación con otras variedades. Además, con ayuda de la distinción
entre eventos simples y múltiples, quizás habría que someter a revisiones del mismo tipo alguna
otra de las variedades de ese cuadro y, en este sentido, sería interesante avanzar en la definición
del Imperfecto continuo o el Perfecto experiencial.
Como ya sugeríamos más arriba, sería conveniente además llevar a cabo planteamientos
análogos que ayudaran a determinar con claridad las relaciones entre estas variedades
aspectuales y las del aspecto fasal, las distinciones temporales o las modales, a fin de saber de
qué modo es posible combinar cada una de ellas.
Por último, también la descripción de este conjunto de perífrasis verbales arroja luz
sobre las pautas de evolución de este tipo de construcciones, más aún si tenemos en cuenta
además los datos que al respecto muestran otras lenguas románicas. En este sentido, resulta
interesante contrastar los hechos descritos con las hipótesis que avanza Squartini (1998) después
49
Al menos en su variedad resultativa. El Perfecto experiencial presenta a este respecto un comportamiento
muy especial (ver Martínez-Atienza en este volumen).
39
del análisis pormenorizado de las perífrasis progresivas y de Perfecto en el mundo románico.
Según este autor (1998: 1-2) la gramaticalización progresiva de las perífrasis verbales es
dependiente de dos factores básicos que presionan en sentido contrario: modo de acción,
relacionado en tanto que propiedad léxica de modo fundamental con la "persistencia" del valor
semántico original de la unidad léxica correspondiente al auxiliar, y aspecto, vinculado en tanto
que propiedad gramatical a la morfología y la sintaxis. La evolución histórica previsible se
moverá a largo plazo en favor del segundo factor y en detrimento del primero, como muestra de
modo paradigmático la evolución de haber + participio. Ahora bien, este proceso no parece ser
ni mucho menos lineal y está sujeto a una importante variación inter- e intralingüística en la que
juega, sin duda, un importante papel la posición e importancia que en cada caso tengan los
distintos auxiliares. Es esto probablemente lo que explica el alto grado de gramaticalización al
que han llegado las perífrasis habituales románicas con soler (o las perífrasis con haber en
español), pero también las diferencias entre la perífrasis progresiva con stare en italiano y su
equivalente español, cuyo auxiliar presenta notorias peculiaridades léxicas. Este mismo tipo de
razones pueden estar detrás del comportamiento tan específico de las perífrasis con verbos de
movimiento en el mundo románico, en general poco gramaticalizadas.
Sin embargo, no deja de ser interesante notar cómo existen algunos hechos que no
encajan del todo en las hipótesis de Squartini. Por un lado, en español la perífrasis venir +
gerundio queda fijada como marcador aspectual precisamente en razón del valor léxico original
de su auxiliar, por lo que, como se ve, la denominada "persistencia" no parece necesariamente
actuar siempre en contra de la gramaticalización. Por otro lado, algunos datos del español
americano -las perífrasis con verbos de movimiento, otra vez- apuntan hacia una evolución que
no podemos interpretar con claridad como un avance en el proceso de gramaticalización y un
refuerzo de los valores aspectuales. Por el contrario, se observa una eliminación de restricciones
relativas al modo de acción que no se acompaña de incremento en las restricciones aspectuales,
dando lugar así a una pauta de evolución que no encuentra encaje en el esquema de Squartini.
Resultaría, por tanto, interesante profundizar en el estudio de estos mecanismos
diacrónicos y para ello, sin duda, sería de la mayor importancia recabar el mayor número de
datos relativos a estadios anteriores de nuestra lengua y de los demás romances, pero también
datos dialectales, tanto peninsulares como americanos. De este modo, podríamos fijar con más
seguridad los caminos por lo que discurre la evolución de estas construcciones y contribuir así a
un mejor conocimiento del modo en que se constituyen los sistemas tempo-aspectuales en las
diversas lenguas.
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