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Carole Fink, Marc Bloch: a Life in History, Cambridge, 1989, p. 108; Lucien Febvre, A Marc Bloch, French Rural History: an Essay on its Basic Characteristics, Londres,
Geographical Introduction to History, Londres, 1925, pp. I, 235-236. 1966, pp. xxv, 5.
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the Age of Philip II, la cual marcó el comienzo de una nueva etapa, más
determinista, del desarrollo de la escuela de los Annales. Lo que, am- Queda claro aquí, mucho más que en la obra de Bloch, que el entorno
bientalmente hablando, había estado implícito en Bloch y en Febvre se confiere a la historia su estructura fundamental y crea un mundo, como
hizo más explícito en Braudel. ¡Pobre Felipe! El monarca que durante uno de los críticos de Braudel observa, al parecer "indiferente al control
cuarenta años aspiró a dominar el mundo como un coloso tiene que humano".5 Proporciona los parámetros físicos estrictos dentro de los cua-
esperar tras bambalinas a lo largo de todo el primer volumen y hasta les los seres humanos son libres de operar. Parece haber poco espacio
bien entrado el segundo de la enorme obra de Braudel, para que le sea para el actor humano. La naturaleza impone limitaciones sobre lo que la
permitido entrar en escena —junto con la clase de "historia superficial" gente puede y no puede hacer y, como se evidencia aún más en la obra
que es obligado a representar—. El rey de España representa aquí sólo última y más lírica de Braudel, The Identity of France, conforma la textura
un aspecto del tiempo histórico, el "tiempo individual", y de la "historia "micro" de su vida material: los alimentos que come, las ropas que usa,
tradicional" que se ha ocupado de las vidas de los "hombres como indi- las casas que habita y el carácter de cada una de las localidades, los países
viduos". Ésta, para Braudel, es tan sólo la historia de los sucesos, "las en que Francia está dividida.
perturbaciones superficiales, las crestas de espuma que las mareas de la
Pero sería erróneo ver en Braudel un determinista a la manera de
historia llevan sobre sus fuertes lomos". El historiador que se sienta en
Semple o de Huntington, pues se perdería de vista la naturaleza vasta y
el trono de Felipe II y lee sus documentos ingresa en "un extraño mun-
variada de su obra en conjunto. En Braudel el ambiente no simplemen-
do unidimensional", "un mundo de pasiones ciertamente fuertes", pero
te determina la actividad humana. Al revisar en 1944 un libro sobre
que es "ciego [...] e inconsciente de las realidades profundas de la histo-
"ecología humana", Braudel no sólo manifestó su beneplácito por el
ria". Esta otra historia, con sus "realidades profundas", se encuentra, en
intento del autor de relacionar el clima, la geografía y la enfermedad
parte, en el "tiempo social", representado por las actividades de las eco-
con la historia humana; también lo previno en contra del "determinis-
nomías, los estados y las sociedades, pero más especialmente en lo que
mo biológico" y de la "reducción sistemática de los problemas del hom-
Braudel llama "tiempo geográfico". Ésta es una historia estructurada en
bre al nivel de su biología". Insistió en que no era propio tratar la ecolo-
torno de montañas, llanuras, islas e istmos; es una historia de estacio-
gía humana como si se estuviera tratando con la ecología del olivo o de
nes, climas y epidemias; pero por encima de todo es una historia del
la uva: era menester ocuparse de las dimensiones tanto culturales como
Mediterráneo, el mar que da vida y carácter a la totalidad de la región
biológicas de la existencia humana. El hombre "en toda su complejidad
que lo envuelve. Aquí se encuentra una historia "cuyo paso es casi
—en toda la densidad de su historia, en toda su cohesión social y con
imperceptible, cuyo contenido es la relación del hombre con el ambien-
todas las restricciones impuestas por la costumbre y el prejuicio"— y no
te; una historia en que todo cambio es lento, una historia de constantes
sólo el hombre biológico —era la materia propia de la indagación his-
repeticiones, de ciclos siempre recurrentes".3
tórica.6
Para Braudel, el concepto de la longue durée tuvo un contexto históri-
Durante siglos, el hombre ha sido prisionero del clima, de la vegetación, de la co específico aun cuando lo presentó como un enfoque general de la in-
población animal, de cierta agricultura, de un equilibrio general establecido terpretación y de la metodología de la historia. En esencia, aplica el tér-
lentamente y del cual no puede escapar so pena de trastocarlo todo. Obsérvese mino al periodo de la historia de Europa comprendido entre el siglo XIV
la posición mantenida por el movimiento de los rebaños en las vidas de los y mediados del XVIII no apartándose mucho de la periodización hecha
montañeses, la permanencia de ciertos sectores de la vida marítima, arraigada por Bloch en French Rural History ni de los parámetros aproximados de
en las condiciones favorables instauradas por configuraciones costeras su propia obra académica. Ésta, para él, fue una época en que los cam-
particulares; véase la forma en que los sitios de las ciudades perduran; la per- pesinos constituyeron el grueso de la población del mundo, y vivían de
sistencia de las rutas y el comercio; y toda la asombrosa fijeza del escenario
la tierra y estaban atados al "ritmo, la calidad y la deficiencia" de sus
geográfico de las civilizaciones.4
cosechas. Siglos enteros, "la actividad económica dependió de poblacio-
nes demográficamente frágiles". A pesar de todos los cambios que los
afectaron, estos cuatro o cinco siglos mantuvieron "cierta coherencia,
3
Fernand Braudel, The Mediterranean and the Mediterranean World in the Age of Philip II,
5
vol. I, Londres, 1975, pp. 20-21. J. H. Elliott, citado en Peter Burke, The French Historical Revolution: The Annales
4 School, 1929-1989, Cambridge, 1990, p. 40.
"History and the social sciences: the longue durée, en Fernand Braudel, On History,
6
Londres, 1980, p. 31. "Is there a geography of biological man?" en Braudel, On History, p. 110.
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EL CLIMA Y LA HISTORIA
Le Roy Ladurie y en Goubert, y de ahí en adelante en la obra del histo- feliz. Se queda uno, pues, con la impresión de que, aunque el medio haya
sido influencia importante en la historia humana, y, como tal, demanda
riador economista Ernest Labrousse en los años cuarenta, la suma de la
seria consideración histórica, necesita ser integrado a varios factores
dificultad de la humanidad y la difícil relación con el entorno está culturales, a fin de que sea posible trazar un dibujo histórico equilibra-
expresada principalmente por medio de dos series de datos estadísticos: do. El dominio de la naturaleza sobre la historia no fue desbaratado en
el movimiento de los precios de los granos y el incremento o el de- tiempos tan pretéritos como los imaginados por Toynbee, sino que per-
cremento de la mortalidad. En este intento por cuantificar el encuentro sistió hasta las vísperas de la edad moderna de Europa. En ese punto,
humano con la naturaleza y someterlo al escrutinio médico y al meteo- sin embargo, en la época de las revoluciones agraria e industrial de los
rológico, puede apreciarse con gran claridad la argumentación de los siglos XVIII y XIX, rápidamente disminuyó y su influencia fue aminoran-
do conforme se acercaba al presente. Tal vez ésta sea una visión recon-
Analistas para tratar la historia como la ciencia del pasado.
fortante del pasado, pero ¿sigue siendo posible considerarla una visión
Pero, por potente y cuantificable que pueda ser el efecto del medio, exacta del presente?
hay renuencia a sucumbir ante una posición demasiado determinista.
La humanidad debe ser algo más que un juguete indefenso de la natura-
EL PESIMISMO AMBIENTAL
leza: si es que la gente no va a quedar reducida a la categoría de colo-
nias de microbios o plantas, debe desempeñar un papel más consciente
Como hemos visto, una manera notablemente persistente de entender el
en la confección de su propia historia. En otro trabajo, la Histoire du
pasado ha sido en función del poder que la naturaleza ha ejercido sobre
Climat, Le Roy Ladurie retomó uno de los temas más queridos de Ells-
las vidas humanas: al conformar sus características físicas y mentales,
worth Huntington y examinó las pruebas de los cambios climáticos ocu-
al moldear el carácter de las leyes, las religiones y las instituciones so-
rridos en Europa desde la Edad Media y los posibles efectos de éstos
ciales, determinando la supuesta inferioridad o superioridad de las razas,
sobre las condiciones económicas y sociales. Si bien encontró datos
gobernando la formación y la ruina de las civilizaciones. La historia en
considerables del cambio climático, rechazó la clase de determinismo
gran escala —la historia de las civilizaciones, en vez de la historia de los
asociada con Huntington y criticó penetrantemente el artículo del histo-
reyes y las reinas— ha tenido que recurrir, pues, a alguna forma de deter-
riador sueco Gustaf Utterström, quien trató de demostrar que existía
minismo ambiental para brindar una dinámica crítica o la base de compa-
cierta correlación entre las condiciones climáticas más frías —desde
ración entre sociedades entre sí remotas en el tiempo y en el espacio.
fines de la Edad Media hasta el siglo XVIII— y las cosechas pobres, una
Pero la categoría paradigmática del ambiente se puede expresar, y en
población en descenso o estancada, la hambruna y los altos niveles de
los últimos dos siglos así se ha venido haciendo de modo creciente,
mortandad por causa de epidemias. "Detrás de tales teorías", se burló
menos en términos de la guía o la influencia controladora de la natura-
Le Roy Ladurie, "está el postulado, cómodo pero de lo más discutible, de
leza sobre la sociedad humana, que del dominio destructivo y en última
que el clima ejerce una influencia determinante sobre la historia". Y llegó
instancia autodestructivo de la humanidad sobre la naturaleza. Para
a la conclusión, muy contrariamente al modo braudeliano, de que "en
entender este cambio de juicio, en realidad prácticamente una inver-
el largo plazo las consecuencias que sobre los humanos tiene el clima
sión, del paradigma ambientalista anterior, es necesario referirse prime-
parecen ser leves, quizá insignificantes, y ciertamente difíciles de
ro a las teorías de la abundancia natural y de su negación.
detectar".8
La creencia en la abundancia intrínseca de la naturaleza, capaz de
Además, en sus estudios de la Francia rural, Le Roy Ladurie no conci-
satisfacer todas las necesidades humanas —alimento, vestido, abrigo,
be que la presencia opresiva del hambre y la enfermedad continúe inde-
combustible— y planeada así por Dios, es de añejo arraigo en la tradi-
finidamente. Por el contrario (más bien como Braudel y el fin de la lon-
ción occidental, igual que en muchas otras culturas. Se pone de mani-
gue durée), hacia el siglo XVIII la población de Francia estaba escapando fiesto en las antiguas nociones de Paraíso y Edén y su presencia es cons-
del atascadero maltusiano y venciendo muchos de los frenos ecológicos tante en la religión, las artes y hasta podría decirse que también en la
que anteriormente habían obstaculizado su progreso. La humanidad
publicidad y el turismo. La idea de un paraíso terrenal se nutrió y se
estaba entrando a un estado antinatural pero argumentablemente más
sostuvo gracias a las impresiones que los europeos se hicieron de otras
partes del globo, especialmente de los trópicos (como veremos en el
8
Emmanuel Le Roy Ladurie, Times of Feast, Times of Famine: a History of Climate since the
Year 1000, Londres, 1972, pp. 24, 119.
50 LA REVALORIZACIÓN DE LA NATURALEZA LA REVALORIZACIÓN DE LA NATURALEZA 51
capítulo VIII), a partir del siglo XV. Para Colón fue difícil, por ejemplo,
no creer que por casualidad se había topado con el jardín del Edén a su Sólo trabajando duro y no abandonándose a la haraganería, y sólo con-
arribo a las Antillas en 1492. Del mismo modo, cuando en la segunda teniendo las pasiones que producían más hijos de los que los padres
mitad del siglo XVIII empezaron a llegar a Europa los informes sobre la podían alimentar, era posible que la gente sobreviviera y cumpliera con
isla de Tahití, situada en el océano Pacífico, a muchos les pareció que se las expectativas divinas.
había redescubierto el paraíso en una isla y entre gente libre del ham- En Malthus, la naturaleza desempeña doble papel. En primer lugar,
bre, la miseria y la enfermedad (cosa que Europa desde luego no era). representa la plenitud y la fecundidad, la tendencia de todos los seres
"Pensé que había sido transportado al jardín del Edén", comentó el vivos —animales, plantas, personas— a reproducirse más allá de lo que
navegante francés Louis Antoine de Bougainville a su llegada a Tahití en les permiten sus medios de subsistencia. En segundo lugar, sin embar-
1768. Su compañero Philibert Commerson, no menos extático, declaró go, representa las fuerzas destructivas —el hambre, las plagas y las
que Tahití era una verdadera Utopía: enfermedades— que están actuando constantemente con la finalidad de
contener este libertinaje.
habitada por hombres sin vicios, ni prejuicios, ni carencias ni disensiones. Cuando Malthus escribía, lo hacía teniendo en mente ante todo su
Nacidos bajo el más vivificante de los cielos, los sostiene un suelo tan fértil, propia sociedad y la necesidad de restringir lo que él veía como el creci-
que apenas sí hace falta cultivarlo, y los gobierna más bien una especie de miento de la clase social de desempleados pobres, en crecimiento ince-
familia, que un monarca [...] no reconocen otro dios que el Amor. Todos los sante y dependiente de la caridad, pero que a pesar de ello seguía repro-
días están consagrados a él y la isla entera es su templo [...]9 duciéndose por encima de sus medios de subsistencia. Pero lo que no
deja de asombrar, especialmente en las últimas ediciones de su ensayo,
Pero la idea de abundancia natural en los trópicos pareció hallarse en es la medida en que Malthus, de modo muy semejante a lo hecho por
franco contraste con la parsimonia de la naturaleza en Europa, o no ser Montesquieu cincuenta años antes, recurrió a una extensa variedad de
más que un cuento chino nacido de la imaginación de hastiados viajeros ejemplos tomados no sólo del mundo clásico (Grecia y Roma) y de la
marítimos. En su Ensayo del principio de la población, publicado por Europa de su época, sino también de informes recientes de la vida entre
primera vez en 1798 pero revisado a fondo en ediciones subsiguientes, los pueblos nativos de África, Asia y América. Pero, en contraste con
T. R. Malthus adoptó un punto de vista pesimista de la naturaleza y de Montesquieu, a quien ocasionalmente citaba para criticarlo, Malthus
los límites impuestos por ésta. Identificó lo que supuso tendencia natu- concedió poca importancia al clima y otros factores ambientales. Según
ral de los seres humanos (compartida significativamente por poblacio- él, era la población, y no el clima, el verdadero determinante de la histo-
nes vegetales y animales) a multiplicarse exponencialmente hasta ser ria: lo que separaba a la civilización del salvajismo no era la presencia o
restringidos por las existencias de alimentos. La consecuencia inevitable la ausencia de un clima suficientemente estimulante, sino la capacidad de
—tan inevitable según él, que constituía una ley de la naturaleza— fue regular la población al tenor de la capacidad para producir alimentos.
una serie de contenciones, principalmente en la forma de enfermeda- Malthus rechazó el determinismo climático al tiempo que se burló de las
des, guerras y hambrunas, que forzaron a las poblaciones a retornar al ideas de abundancia natural. Desde su perspectiva, Tahití, lejos de ser el
tamaño que las limitadas existencias de alimentos podían sostener. Las paraíso terrenal, estaba asolada por la guerra, el hambre y la enferme-
sociedades humanas podrían prever prudentemente la aparición de estas dad y, víctima de un imprudente abandono al dios del amor, no podía
contenciones "positivas" recurriendo a estrategias "preventivas" de su controlar el tamaño de su población por otros medios que no fueran los
propia invención. Algunas de éstas —como el infanticidio— fueron la bestiales frenos del infanticidio y los sacrificios humanos.10
marca del salvajismo y no tuvieron cabida en los países civilizados, don- El legado de Malthus ha resultado notablemente duradero: "en la histo-
de frenos morales y sexuales, concretados en el celibato y el matrimonio ria del pensamiento occidental pocos hombres han ejercido una influen-
tardío, limitarían por sí solos el número de nacimientos y con ello el nú- cia comparable a la suya".11 Su ensayo impactó profundamente a
mero de bocas que alimentar. Clérigo de formación, Malthus creía que otros dos de los padres fundadores del ambientalismo moderno,
ésta era la forma en que Dios premiaba la industria y la moderación. Humboldt y
10
T. T. Malthus, An Essay on the Principle of Population, 1a ed. 1798, Londres, 1973, pp.
44-58.
9 11
Citado en Richard H. Grove, Green Imperialism: Colonial Expansion, Tropical Island Clarence J. Glacken, Traces on the Rhodian Shore: Nature and Culture in Western
Edens and the Originis of Environmentalism, 1600-1860, Cambridge, 1985, p. 238. Thought from Ancient Times to the End of the Eighteenth Century, Berkeley, 1967, p. 637.
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12
Donald Worster, Natures Economy: a History of Ecological Ideas, Cambridge, 1985, p.
149. 14
George Perkins Marsh, Man and Nature: or Physical Geography as Modified by Human
13
Charles Darwin, On the Origin of Species, 1a ed. 1859, Harmondsworth, 1968, p. 117. Action, por primera vez publicado en 1864, Cambridge, Mass., 1965, p. ix.
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World. Es asombroso el contraste con los escritores anteriores. A diferen- hoy sobre etapas anteriores de la historia? Ponting (como Malthus, su
cia de Toynbee o Huntington, ésta no es una historia centrada en el des- mentor) está convencido de que la población es uno de los factores deci-
arrollo y la decadencia de las civilizaciones. Es una iracunda descripción sivos en toda la historia humana y ve sus efectos y su importancia en el
de lo padecido por el planeta bajo el dominio humano. No es ni el clima pasado más remoto. La estela de destrucción, al contrario de lo que
ni la enfermedad lo que representa al ambiente, sino todas las formas de pudiera pensarse, no comienza con la industrialización y la urbaniza-
la naturaleza, animada e inanimada al mismo tiempo, y los peligros a los ción del siglo XIX, sino que es un proceso implacable que se inicia hace
cuales han quedado expuestas en un mundo cada vez peor gobernado unos 10 000 años, en los orígenes mismos de las sociedades sedentarias.
por la humanidad. Lo que para Toynbee fue el heroico parto de la civilización, que surge de
Malthus, más que cualquier otro padre fundador del pensamiento los medios "difíciles" y una naturaleza adaptable, para Ponting es la
ambientalista, motiva la agenda de Ponting: se hace contrastar una his- destrucción irreparable de ecosistemas frágiles desde la Mesopotamia y
toria del libertinaje inherente y a fin de cuentas sin sentido de los seres el valle del Indo antiguos en adelante.
humanos, con los límites del espacio finito y los recursos limitados. La Dado tal enfoque presentista de la historia, no cabe sorprenderse de
Tierra, igual que en la visión de Malthus, es un "cuarto cerrado": está en que Ponting rechace el antiguo eslabonamiento, vivo aún en Toynbee o
peligro de también convertirse en una tumba. Ponting explica de qué en Huntington, entre civilización y dominio de la naturaleza por el hom-
modo, para satisfacer su creciente población, los seres humanos pasa- bre, y en lugar de eso ve casi toda clase de actividad humana como ata-
ron de la caza y la recolección a la agricultura sedentaria alrededor de que funesto contra el precario equilibrio de los ecosistemas naturales.
10 000 años antes de nuestra era. Esto tuvo consecuencias trascendenta- La humanidad se halla tan apartada de la naturaleza que su existencia
les y a menudo destructivas para el ambiente, como se puso de mani- misma es inherentemente una amenaza a la supervivencia de cualquier
fiesto en el destino que tuvieron algunas de las primeras civilizaciones. ecosistema natural. Ésta, además, es la historia global, en que la Tierra
Pero persistió el problema de alimentar a una población en incesante ex- entera comparte un destino común. Lo que para Hipócrates, en el siglo
pansión. Se hicieron más y más innovaciones para resolver el problema, V a.C., o para el pensamiento neohipocrático del siglo XVIII, fue la in-
pero éstas tuvieron también efectos negativos. La expansión de Europa fluencia maligna de algunos aires, aguas y lugares, se ha convertido en
hacia ultramar se convirtió en "el saqueo del mundo", con la consi- el planeta erosionado, contaminado y sobrepoblado de fines del siglo XX,
guiente destrucción en gran escala de la vida silvestre nativa, la intro- en la toxicidad de virtualmente todos los aires, aguas y lugares.
ducción de especies extranjeras y la creación de una economía global Ponting comienza, en lo que para nosotros sería un sentido retórico,
dilapidadora de recursos. La segunda "gran transición", mayor aún que con las "lecciones" de la Isla de Pascua. Las islas, en particular las tropi-
la revolución neolítica, siguió a la primera con el uso de combustibles cales, han tenido desde hace mucho (y Tahití es una muestra) un nicho
fósiles y la expansión industrial. Sin embargo, a pesar de estos expe- emocional e intelectual en el pensamiento ambientalista, por la singula-
dientes, y en parte a causa de ellos, la población humana creció todavía ridad y la fragilidad de sus ecosistemas aislados y por su significado
con más rapidez. Fueron necesarios dos millones de años, señala Ponting, como "cuartos cerrados" con espacio y recursos finitos. Cuando en el
para que la población humana mundial alcanzara los 1 000 millones de siglo XVIII los navegantes europeos visitaron por primera vez la Isla de
personas (en 1825), pero sólo fue preciso otro siglo para que llegara a Pascua, separada de la tierra habitada más cercana por más de 1600 ki-
los 2 000 millones y apenas 35 años para que sumara 3 000 millones (en lómetros de océano Pacífico, se asombraron y quedaron desconcertados
1960). Los siguientes 1 000 millones se alcanzaron en sólo 15 años y a ante las gigantescas estatuas de piedra que ahí encontraron. Parecía
los 5 000 millones se arribó en un tiempo aún menor, hacia fines de los inconcebible que los 3 000 habitantes "primitivos" que vivían en chozas
años ochenta.15 de carrizo y en cuevas, en una isla de apenas 390 kilómetros cuadrados
El crecimiento de la población mundial a partir de la primera Guerra y casi por entero desprovista de árboles, hubieran sido capaces de escul-
Mundial es, qué duda cabe, uno de los factores principales que debe pir y levantar más de 600 estatuas, muchas de ellas de más de seis
tomarse en cuenta al considerar los problemas ambientales del presen- metros de altura. Parecía más probable que los autores hubieran sido
te. Pero, ¿qué tan válido es proyectar las preocupaciones maltusianas de miembros de alguna civilización de fuera.
De hecho, explica Ponting, sí fueron los isleños los autores de las esta-
tuas, pero al talar gran número de árboles con objeto de trasladarlas de
15
Clive Ponting, A Green History of the World, Harmondsworth, 1992, p. 240.
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