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POLICIA BOLIVIANA

DIRECCIÓN NACIONAL DE INSTRUCCIÓN Y ENSEÑANZA


UNIVERSIDAD POLICIAL MCAL. ANTONIO JOSÉ DE SUCRE
ESCUELA SUPERIOR DE POLICÍAS

CURSO : DIPLOMADO EN ADMINISTRACIÓN POLICIAL

MATERIA : TECNICAS DE TIRO POLICIAL

TEMA : LAS TECNICAS PARA SOLUCIONAR LAS TRABAS QUE

SE PRESENTAN EN EL DISPARO

DOCENTE : CAP. CRISTHIAN MENCIA QUIROGA

CURSANTES : SEGUNDO GRUPO

FECHA : 09 DE ABRIL DE 2021

LA PAZ – BOLIVIA

PRIMER SEMESTRE – 2021

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NOMINA DE POST-GRADUANTES DEL SEGUNDO GRUPO

(Nº de lista del 25 al 48)

1.- SOF. 1RO. CHAVEZ FERNANDEZ HILARION EUFRACIO

2.- SOF. 1RO. CHIRI NINA JESUS

3.- SOF. 1RO. CHOQUE CONDORI RAMIRO

4.- SOF. 1RO. CHOQUE FLORES RUDEL MARTIN

5.- SOF. 1RO. CHUQUIMIA MAMANI ABAD ELIAS

6.- SOF. 1RO. COCA PEÑARRIETA PABLO

7.- SOF. 1RO. CONDE CHAMBI RICHART AURELIO

8.- SOF. 1RO. CONDE PORCEL NATALIO

9.- SOF. 1RO. CONDORI CHOQUE EUSEBIO CALIXTO

10.- SOF. 1RO. CONDORI CHURA DANIEL

11.- SOF. 1RO. CONDORI MENDOZA PASTOR

12.- SOF. 1RO. COPA TARQUI GREGORIO

13.- SOF. 1RO. CORTEZ QUISPE PEDRO ERIC

14.- SOF. 1RO. CUEVAS RODRIGUEZ FERMIN

15.- SOF. 1RO. DE LA CRUZ HUANCA WALTER

16.- SOF. 1RO. DURAN SEGOVIA CIMAR

17.- SOF. 1RO. ESPINOZA ESPINO MARIO JUAN

18.- SOF. 1RO. FIGUEROA ARGANA ISIDRO SALBADOR

19.- SOF. 1RO. GOMEZ LARICO JAVIER

20.- SOF. 1RO. GUTIERREZ ESCOBAR EDWIN REYNALDO

21.- SOF. 1RO. HUALDIA CONDORI GUIDO

22.- SOF. 1RO. HUALLPA ROJAS OSVALDO

23.- SOF. 1RO. HUANCA RAMIREZ NAZARIO

24.- SOF. 1RO. HUANCA TINTAYA JAVIER FREDDY

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INTRODUCCIÓN

El presente trabajo práctico grupal, se trata de las técnicas para solucionar las
trabas que se presentan en el disparo, propiamente el NOMBRE DE LAS
INTERRUPCIONES, al respecto para nosotros es algo nuevo y desconocido este
tema, sin embargo, realizada la investigación nos permite conocer sobre estas
temáticas.

Y nos dice, la inmensa mayoría de veces, las interrupciones del arma de fuego
durante una secuencia de tiro son provocadas por la munición; por una mala
alimentación del arma de fuego, a veces, propiciada por el usuario o por una mala
expulsión de la vaina, causada generalmente por problemas del cartucho.

Son varias las modalidades de interrupción que una pistola puede sufrir durante una
sesión de tiro, y también pueden ser varios los motivos que las originan, tanto en un
entrenamiento como en un tiroteo real. Existen, por tanto, diversas formas de
solventar las trabas para devolver al arma a la situación de fuego.

Las trabas se pueden estudiar según el origen de las mismas. Principalmente se


deben a fallos mecánicos del arma, a fallos de alimentación y a fallos de la munición;
si bien algunos de estos problemas pueden ser causados directamente por una
acción involuntaria del propio tirador.

Cuando la interrupción se produce a causa de una o averías, es muy difícil alcanzar


una rápida resolución, incluso cuando se produzca durante una práctica. No
obstante, con un buen entrenamiento guiado profesionalmente, cualquier traba
podrá ser solucionada con cierta diligencia, aunque no tanto la tara o rotura
mecánica.

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LAS TÉCNICAS PARA SOLUCIONAR LAS TRABAS QUE SE PRESENTAN EN
EL DISPARO

CUANDO LA PISTOLA NO DISPARA: Encasquillamientos, trabas e


interrupciones

Una interrupción o traba del arma de fuego durante un enfrentamiento es,


seguramente, la pesadilla de más de un profesional de las fuerzas y cuerpos de
seguridad. Incluso para quienes están altamente cualificados siempre será un
motivo extra de tensión. Durante el entrenamiento en la galería, un tirador se podrá
permitir una resolución más o menos hábil y rápida de la traba, pero en el curso de

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un encuentro real debe efectuarse de modo súbito y con total eficacia y garantía de
seguridad. No siempre será fácil.

Son varias las modalidades de interrupción que una pistola puede sufrir durante una
sesión de tiro, y también pueden ser varios los motivos que las originan, tanto en un
entrenamiento como en un tiroteo real. Existen, por tanto, diversas formas de
solventar las trabas para devolver al arma a la situación de fuego.

Las trabas se pueden estudiar según el origen de las mismas. Principalmente se


deben a fallos mecánicos del arma, a fallos de alimentación y a fallos de la
munición; si bien algunos de estos problemas pueden ser causados directamente
por una acción involuntaria del propio tirador. Cuando la interrupción se produce a
causa de una avería, es muy difícil alcanzar una rápida resolución, incluso cuando
se produzca durante una práctica. No obstante, con un buen entrenamiento guiado
profesionalmente, cualquier traba podrá ser solucionada con cierta diligencia,
aunque no tanto la tara o rotura mecánica.

Las averías no se producen con frecuencia durante una balacera, expresión


sudamericana usada como sinónimo de tiroteo. Pero cuando ocurren suelen ser
debidas a problemas en el sistema de percusión, extracción, o expulsión. La
subsanación de una de estas averías es muy complicada de llevar a cabo de modo
inmediato. Suele ser precisa la intervención de un mecánico armero, o de
un manitas.

Las interrupciones casi siempre son provocadas por la munición: por una mala
alimentación del arma (a veces, como ya se dijo antes, propiciada por el tirador) o
por una mala expulsión de la vaina, causada, generalmente, por problemas en el

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cartucho. En este mismo texto veremos, por separado, las deformaciones o
alteraciones que se producen en la cartuchería cuando los usuarios ejecutan malas
praxis.

Acerrojamiento incompleto.-

La interrupción más sencilla de solucionar puede que sea la que llamaremos


acerrojamiento incompleto. Este mal acerrojamiento, u obturación incompleta, se
produce casi siempre que el tirador acompaña la corredera (carro en algunos
países) en su recorrido de avance al tiempo de alimentar la recámara. Los
instructores, para evitar esto, hacen hincapié en que la corredera se debe dejar
avanzar con toda la fuerza proporcionada por el muelle recuperador. En este caso,
el mecanismo que interviene es el interruptor o desconector de disparo. Al estar
parcialmente abierta la corredera (mal obstruida) este mecanismo impide que se
pueda producir el disparo. Un débil empuñamiento durante el tiro también favorece
este mal.

El consumo de munición en mal estado, con poca fuerza, o escasa de carga de


proyección, también puede dar origen a este tipo de interrupciones. Cuando el
cartucho disparado carece de potencia, éste, mediante la vaina, no empuja hacia
atrás la corredera con energía bastante como para que esta alcance su posición
más retrasada. Por ello no regresará a la posición de cierre desde la más atrasada.
La corredera, sin ese completo recorrido, no se cierra y por tanto no obtura sus
mecanismos.

Cuando esta traba se produce, la recámara queda entreabierta y deja ver


levemente, por la ventana de expulsión, la parte trasera del cartucho allí alojado.
Por tanto, la recámara queda incompletamente alimentada. Para dejar el arma
presta en condiciones óptimas de disparo, basta con dar un seco y brusco golpe
sobre la parte trasera de la corredera. Si el arma cuenta con martillo externo es
mejor golpear la zona más alta del carro, cerca del alza. Así se consigue que la
corredera avance unos milímetros y complete el cierre y sellado de la recámara. En
cualquier caso, este golpe se debe aplicar con la palma de la mano de apoyo,
también llamada débil, en dirección “alza a punto de mira”.

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Seguramente huelga decir que para ejecutar esta maniobra, como para cualquiera
de las otras que se van a conocer y analizar aquí, lo primero que hay que hacer es
extraer el dedo del arco guardamonte, o sea que ningún dedo debe estar en
contacto con el disparador. Esto no solamente debe aplicarse en estos casos, sino
en todas aquellas manipulaciones en las que no exista inmediata intención de
disparar.

Si tras dos intentos (dos golpes secos con la mano) no se consigue obturar el arma,
se recomienda lo siguiente: extraer el cargador, tirar de la corredera para sacar el
cartucho o vaina que quedó “mal alojado” en la recámara (tirar dos o tres veces para
garantizar la operación), volver a introducir otro cargador o el mismo que se extrajo
si es que aún contiene munición…, y volver a montar la pistola. ¡Voila!, ya se podría
disparar.

Fallo de disparo.-

Durante los entrenamientos, con las prisas y los nervios, a veces se produce
una mala introducción del cargador en su alojamiento, o sea en el brocal del
cargador. De producirse esto, la corredera no podría arrastrar el primer cartucho del
cargador hasta la recámara, al avanzar para alcanzar la obturación. Por ello, tras
cerrarse la corredera y ser presionado el disparador, no se produciría disparo
alguno. La recámara se hallaría vacía: ningún cartucho fue depositado en ella.

Otra incidencia muy similar a la anteriormente referida puede ser aquella en la


que estando correctamente introducido el cargador, éste se libera mediante la
presión accidental del retén del cargador. Presentada tal incidencia, el cargador se
descolgaría unos milímetros por la zona de carga. Cuando esto se produce, no
siempre es detectado con celeridad por el tirador. La situación, desde ese instante,

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es idéntica a la que vimos antes. En un caso el cargador no estaba bien insertado,
y aunque en el otro supuesto sí estaba correctamente alojado, este fue parcialmente
extraído por accidente.

La incompleta introducción del cargador a veces es detectable a simple golpe de


vista, pues suele quedar excesivamente “asomado” por la empuñadura del arma.
En ocasiones solamente se desprende hacia abajo unos milímetros, pero estos son
suficientes para propiciar el fiasco. Esta modalidad de fallo de disparo lo es por mala
alimentación. Más bien nula alimentación. Es de fácil solución: solo hay que golpear
el cargador con energía hacia el interior del arma, tras lo cual nada más que restaría
volver a montar la pistola. Si el arma contase con seguro de cargador, mecanismo
no recomendable en armas destinadas a tareas de seguridad y defensa, el cartucho
alojado en la recámara no podría ser disparado debido a la incompleta introducción
del propio depósito de munición.

Otra modalidad podría ser aquella en la que se presiona el disparador y, aun


ocupando un cartucho la recámara y el cargador su brocal, no se produce el tiro. En
estos casos el problema puede provenir de defectos en la munición, o de una avería
en el sistema mecánico de percusión. Si estamos ante la opción mencionada en
segundo lugar, la resolución será muy complicada in situ, pues se requerirá, casi
siempre, de la intervención de un armero, amén de precisarse, normalmente, de
piezas nuevas de recambio. Si por el contrario nos encontramos con un problema
del cartucho, salvar la traba sería cosa sencilla. En tal caso bastará con tirar hacia
atrás de la corredera y dejarla avanzar por sí sola. De este modo se consigue extraer
el cartucho defectuoso que ocupaba la recámara, mientras que a la par se vuelve a
alimentar con el cartucho que ocupaba el primer lugar en el cargador.

Fallo de expulsión.-

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Este fallo casi siempre se presenta por mal estado de la carga de proyección del
cartucho, o por insuficiencia en la propia carga propelente. Cuando tal caso se
produce, la vaina suele quedarse en el interior de la recámara, aun cuando el
proyectil haya sido expulsado por la boca de fuego. Cabe la posibilidad de que la
munición se encuentre en perfecto estado, pero que el mecanismo de expulsión y/o
extracción del arma estén averiados, o hayan fallado.

También puede darse el caso de que la recámara esté ocupada por un cartucho
entero y percutido, el cual, por fallo de la cápsula de ignición (o de la pólvora), no
ha desembocado en el disparo. Esta traba ya ha sido analizada en los supuestos
de fallo de percusión, pero se vuelve a incluir en este punto por compartir el mismo
método de resolución. Puede ocurrir incluso que la vaina quede atrapada, tras el
disparo, entre la corredera y la parte anterior del cañón, o pillada en la propia
ventana de expulsión sin permitir el cierre del arma. En este caso, con un vistazo,
se comprobar que la pistola está interrumpida por el casquillo incompletamente
expulsado: efecto chimenea.

Solventar una de estas interrupciones es una tarea rápida y fácil de llevar término.
Una vez detectado el problema solamente habrá que girar el arma hacia el lado de
la ventana de expulsión, para facilitar posteriormente la caída de la vaina hasta el
suelo. A la vez que se practica el giro antedicho, habrá que tirar hacia atrás de la
corredera. Con esta última maniobra se desprenderá la vaina. Tras ello, al avanzar
nuevamente el carro hacia delante, se introducirá un nuevo cartucho en la recámara
(siempre que todavía quede al menos uno en el cargador). Ni que decir tiene que
esta maniobra, como cualquier otra, hay que efectuarla dirigiendo la boca de fuego
a una zona de no riesgo. En caso de tener que solventar la traba en el transcurso
de un enfrentamiento, el cañón se dirigirá hacia el agresor.

Un agarre débil, suave o flojo de la empuñadura, también provoca la no


alimentación. En tal supuesto, tras disparar con la “mano-muñeca floja”, la vaina del
cartucho disparado podría quedar en modo “chimenea”, o similar, interrumpiendo el
avance de la corredera. Por consiguiente, la nueva alimentación no se produciría.

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Doble alimentación. -

Este supuesto es el que presenta más complejidad a la hora de lograr su resolución.


La doble alimentación se produce cuando un cartucho queda alojado en la
recámara durante la secuencia de tiro mientras otro, a la par, trata de acceder a la
misma sin que ello sea posible por hallarse ya ocupada. Esto provoca la inutilización
momentánea del arma. Un caos temporal, pero que puede resultar definitivo.

También podría producirse el disparo y que la vaina, durante el retroceso (buscando


la expulsión), se desenganchara de la uña extractora quedando nuevamente
alojada en la recámara. Esto supondría un grave inconveniente porque mientras eso
podría estar sucediendo, otro cartucho habría intentado ocupar la recámara. Otras
veces será el tirador quien, por no tirar completamente de la corredera hacia atrás
al extraer un cartucho, dejará la bala alojada mientras que en el avance incompleto
de la corredera otra haya tratado de llegar al mismo sitio, o sea también a la
recámara.

Es frecuente que cuando se detecta una interrupción de acerrojamiento incompleto,


principalmente por acompañamiento del carro, el tirador trate de solventarla tirando
de la corredera en vez de golpearla hacia delante. Esto puede dar pie, también, a
una doble alimentación.

La maniobra que devuelve el arma a situación de tiro es la más laboriosa de cuantas


se han analizado aquí, hasta el momento, máxime si hay que ejecutarla bajo el
fuego. Una vez detectada la traba: con la mano débil debemos extraer el cargador
con energía (tirón). Tras ello hay que tirar enérgicamente hacia atrás de la corredera
(dos veces, para garantizar la extracción del cuerpo alojado en la boca de carga). A
la par que se hace lo anteriormente descrito, se debe girar el arma lateralmente

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hacia el lado de la ventana de expulsión. Incluso se podría tener que volcar la pistola
por la ventana en dirección al suelo (esto dependerá del tamaño del hueco de
expulsión).

Finalizada la maniobra, el cartucho o la vaina que ocupaba la recámara debería


haber caído ya al suelo, pudiendo insertarse nuevamente el cargador. Únicamente
quedaría volver a montar el arma, para que el primer cartucho que asoma por sus
labios sea introducido en la boca de carga, por acción del arrastre de la corredera
en su recorrido hacía delante.

Con el adiestramiento adecuado se puede practicar un truco que ayuda a garantizar


el regreso a la situación de fuego. Se trata de rozar o golpear el cargador con el
muslo, por la zona de los labios, una vez arrancando de su brocal. Con ello se
consigue que el díscolo cartucho que ocupa el primer lugar en el cargador caiga al
suelo. Esta bala siempre quedará sobresaliendo excesivamente de los labios del
cargador y podría dar pie a una nueva interrupción. Con esto se elimina ese riesgo.

Si el cargador que se ha extraído del interior del arma posee pocos cartuchos,
recomiendo dejarlo caer al suelo e introducir otro con más munición. Este abandono
solo es recomendable en caso de recarga de emergencia. Una vez resuelta la
interrupción, casi siempre se necesitará suficiente munición para afrontar una
posible nueva defensa. Así pues, mejor no tener que efectuar otro cambio de
cargador tras la incómoda y estresante maniobra anterior.

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Algunos instructores enseñan a desechar el cargador extraído y proponen usar
siempre uno nuevo. La verdad es que esta recomendación se traduce en una rápida
solución, pero solamente es válida para quienes portan suficientes cargadores y,
además, los lleven colocados en el lugar adecuado del cinturón, cosa poco
frecuente. Si el cargador que se pretende reponer está a trasmano y desperdigado
sin sentido por el contorno del cinto, la maniobra no se podrá ejecutar con la
celeridad deseada y necesaria. Los cargadores de repuesto deben estar, como todo
el equipo, estratégicamente localizados en la cintura o en el chaleco táctico. Todo
no vale en cualquier sitio. Por cierto, si se presta servicio en unidades de calle
recomiendo ir provisto de dos cargadores de refuerzo, y si se trabaja en otros
destinos, también. Nunca se sabe, pero tampoco se debe caer en la paranoia.

Todas estas manipulaciones se pueden realizar con bastante rapidez, pero


requieren de entrenamiento guiado por instructores avezados. En una situación real
de confrontación armada todo será bastante más dificultoso. Lo que en el campo de
tiro resulta fácil y cómodo, en el momento crucial del “a vida o muerte” puede
convertirse en una tarea imposible de llevar a término.

El Tap-Rack-Bang (TRB)

De nombre onomatopéyico, esta técnica ofrece la posibilidad de devolver el arma a


la situación de fuego con garantía y seguridad. De modo muy rápido y
eficaz, permite solventar casi todas las modalidades de interrupciones estudiadas
en los párrafos precedentes. Las dos únicas trabas que no se pueden resolver con
el TRB son la de la doble alimentación y la del acerrojamiento incompleto.

Es cierto que cada tipo de interrupción tiene una manera directa de subsanación,
pero ello requiere que el tirador advierta, suficientemente, ante cuál de las
modalidades de traba se encuentra. Para discernir esto con suficiente claridad
habría que consumir cierto tiempo en observar el arma, pensar y decidir cuál de las
técnicas conocidas se va a usar…, y luego ejecutarla. Todo esto se puede hacer en
un entrenamiento (invertir ese lapso), pero es un lujo del que no siempre se
disfrutará en una acción real. Además, ¿acaso en una confrontación seria se puede
conservar capacidad cognitiva bastante como para poder discernir eficazmente?
¿Se mantiene la habilidad digital suficiente como para ejecutar tantas

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manipulaciones? No, rotundamente no. Ante tales situaciones hay que simplificar.
No debemos olvidar la ley de Hick para operaciones sencillas (Hick y Hyman, 1951):
el tiempo de respuesta es mayor cuando existen más estímulos donde elegir.

El nombre de la técnica TRB nace del sonido que provocan las siguientes
maniobras:

– Golpe a la base del cargador: Tap

– Tirar de la corredera hacia atrás para expulsar una vaina o un cartucho


alojado en la recámara, o incluso un casquillo atrapado en la ventana de
expulsión, y liberar el carro para alimentar nuevamente la recámara con otro
cartucho: Rack

– Finalmente, el sonido del disparo que la traba impedía: Bang

La filosofía de esta técnica consiste en que en el momento que se accioné el


disparador y no se produzca el disparo, el tirador haga uso de la TRB sin demora
de tiempo, aun cuando no sepa la causa concreta de la interrupción, descartada
previamente la doble alimentación y el acerrojamiento incompleto. O sea:

1º.- Que golpee el cargador hacia dentro por si se trata de una mala alimentación
por alojamiento incompleto del cargador.

2º.- Que arrastre la corredera y posteriormente la libere por si hubiera una vaina o
un cartucho alojado en recámara (extraería el cuerpo allí instalado). Sirve también
cuando una vaina asoma por la ventana de expulsión a modo de chimenea. Tras
esto, el arma quedaría otra vez cargada. Puede que la pistola esté incluso sin
alimentar por error u olvido, pero tras estas manipulaciones quedará lista para hacer
fuego.

3º.- Finalmente, siempre que no se esté ante una doble alimentación o un


acerrojamiento incompleto y si aún existen cartuchos en el cargador, ya se podría
producir el bang, que es el resultado pretendido: el disparo.

Todos los supuestos descritos son fácilmente reproducibles durante los


entrenamientos. Se pueden simular en las sesiones de tiro en seco y con fuego real
dentro de la galería. Para ello se deben emplear cartuchos dummys o
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aliviapercutores, los cuales, debidamente mezclados con cartuchos cargados
dentro del cargador, provocarán trabas en la secuencia de fuego real. También
producirá interrupciones el uso de cartuchos débilmente cargados, pero esto puede
propiciar accidentes: proyectiles encajados en el interior del tubo-cañón.

Circunstancia poco estudiada

Durante las prácticas de tiro no son pocas las ocasiones en que se detectan
problemas de alimentación en las pistolas de los policías, estando motivadas, en
este caso, por defectos físicos de la munición. Los cartuchos que suelen producir
estos fallos serán, casi siempre, el primero o el segundo de los situados en la parrilla
de salida del cargador.

Quienes trabajan con cartucho en la recámara, cosa aconsejable si se está bien


adiestrado y debidamente concienciado y mentalizado, suelen meter diariamente
uno de los que se encuentra en el cargador. Casi siempre se hace montando el
arma de modo natural, esto es dejando avanzar la corredera. A la larga, tras muchas
repeticiones, si estas balas no son permutadas por otras nuevas, la maniobra
provocará alteraciones físicas en los cartuchos que día tras día son sometidos a tal
fatiga.

Son dos las posibles modificaciones que los cartuchos pueden sufrir por esta causa:
la elongación y el acortamiento. La primera modalidad aumenta la longitud total del
cartucho. La otra forma es la contraria: acorta la longitud total del cartucho, por
inserción forzada del proyectil hacia el interior de la vaina. Con ambas

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malformaciones se pueden sufrir muy serias interrupciones durante la secuencia de
tiro.

Debe saberse que de repetirse día tras día la maniobra de alimentación del arma y
su posterior vaciado para nuevamente proceder a la carga, dependiendo de qué tipo
de rampa de alimentación posea el arma, se producirá una u otra deformación en la
cartuchería. Esto ocurrirá si frecuente y prolongadamente en el tiempo se realizan
tales operaciones. Estas manipulaciones suelen ejecutarse durante las prácticas de
tiro, o durante la necesidad diaria de alimentar y vaciar el arma cuando se inicia y
finaliza el turno de servicio.

El mero hecho de que un cartucho permanezca por un excesivo espacio de tiempo


en los cargadores y en la recámara, y a la vez en sus fundas, ya es motivo de
desgaste. La inercia a la que está sometido el cartucho ubicado en la recámara
puede favorecer, a la larga, el alargamiento del cartucho por deslizamiento del
proyectil (efecto de la gravedad). Carreras, saltos, caídas, movimientos bruscos,
etc., también ayudarán a ello. La continua exposición al sol, al frío, a la humedad, a
la lluvia y, en general, a las inclemencias del tiempo, afectará negativamente al
mantenimiento general de la munición. Las armas y los cargadores de los
profesionales de la policía, de la milicia, o del sector privado de la seguridad, están
expuestos durante años a todos estos cambios y circunstancias.

El acortamiento de la longitud del cartucho se produce por el continuo choque del


proyectil contra la rampa de alimentación de la recámara. Esto será más frecuente
en según qué tipo de armas. Tampoco hay que despreocupar la limpieza y el
mantenimiento del arma y la buena conservación y calidad de la cartuchería.

Para evitar las alteraciones métricas de los cartuchos existen varios remedios
básicos y generales:

a) Se recomienda cambiar la munición de los cargadores con cierta frecuencia, sea


o no sea utilizada en maniobras de ejercitación de alimentación, u otras
manipulaciones.

b) Para practicar la alimentación del arma, o la resolución de interrupciones, siempre


deben emplearse cartuchos de manipuleo, o aliviapercutores. De este modo se

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reduce la posibilidad de una descarga involuntaria y se evita fatiga innecesaria a los
cartuchos cargados.

Para acabar, no me quiero sustraer al impulso de recordar que el cuerpo humano


experimenta una serie de cambios biológicos y psicofísicos autónomos que afectan
positiva y negativamente al comportamiento del organismo, cuando se perciben
acciones hostiles graves. Uno de los puntos negativos es la pérdida de capacidad
cognitiva y de habilidad motora digital. Meditar sobre qué tipo de maniobra hay que
realizar y llevarla a término será algo muy complicado en tales condiciones
emocionales.

CONCLUSIONES.-

 Cartucho en la recámara. Puede ser porque no se ha preparado el arma


adecuadamente para hacer fuego (montaje incompleto o cargador mal
insertado antes de montar) o porque al realizar un cambio de cargador no se
ha introducido bien el cargador de repuesto. En ambos casos, el principal
problema es que no hay cartucho alojado en la recámara para que sea
alcanzado por la aguja percutora de la pistola.
 El cartucho está defectuoso. En algunos casos puede ocurrir que el pistón
iniciador del cartucho esté defectuoso de fábrica o por un mal mantenimiento
de los cartuchos por parte del tirador.
 Existe un fallo en el sistema de disparo de la pistola. Aguja o muelle de la
aguja percutora roto, muelle real del martillo percutor débil (en pistolas con
martillo percutor externo). En este caso el arma está inservible y no tiene
arreglo en ese mismo momento.

RECOMENDACIONES.-

La filosofía de esta técnica consiste en que en el momento que se accioné el


disparador y no se produzca el disparo, el tirador haga uso de la TRB sin demora
de tiempo, aun cuando no sepa la causa concreta de la interrupción, descartada
previamente la doble alimentación y el acerrojamiento incompleto. O sea:

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1º.- Que golpee el cargador hacia dentro por si se trata de una mala alimentación
por alojamiento incompleto del cargador.

2º.- Que arrastre la corredera y posteriormente la libere por si hubiera una vaina o
un cartucho alojado en recámara (extraería el cuerpo allí instalado). Sirve también
cuando una vaina asoma por la ventana de expulsión a modo de chimenea. Tras
esto, el arma quedaría otra vez cargada. Puede que la pistola esté incluso sin
alimentar por error u olvido, pero tras estas manipulaciones quedará lista para hacer
fuego.

3º.- Finalmente, siempre que no se esté ante una doble alimentación o un


acerrojamiento incompleto y si aún existen cartuchos en el cargador, ya se podría
producir el bang, que es el resultado pretendido: el disparo.

BIBLIOGRAFIA.-

Hptts.www. ernesto perez vera

https://www.ultimocartucho.es

https://www.tirotactico.net

ANEXO

DE LAS TECNICAS PARA SOLUCIONAR LAS TRABAS QUE SE PRESENTAN


EN EL DISPARO

MUESTRARIO FOTOGRAFICO
En las dos fijaciones fotográficas se puede apreciar de como se manipula cuando
hay interrupción de disparo a un arma de fuego y también depende de la
alimentación y se dará solución con ayuda del instructor a cargo y la practica de su
arma.

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