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167-191
Documento
Presentación
El Comité Organizador del IX Simposio Nacional de Ciencia Polí-
tica, durante la inauguración del mismo que tuvo lugar en Valencia
(Estado Carabobo), el 23 de noviembre de 2005, lo inició con un
acto de homenaje al Profesor Juan Carlos Rey “en reconocimiento
a su invalorable contribución a la Ciencia Política en el ámbito
nacional e internacional”. En la misma ocasión la Universidad de
Carabobo se unió a dicho homenaje, confiriéndole la “Orden Alejo
Zuloaga” que le fue entregada por su Rectora. Tras unas emotivas
palabras agradeciendo tales reconocimientos, el homenajeado pasó
a disertar sobre el tema que era el objeto central de dicho Simpo-
sio.
Curricúlum
En la actualidad es Profesor Emérito de la Fundación Instituto de
Estudios Avanzados (IDEA). Desde 1985 hasta 2004 ha sido Pro-
fesor Titular y Director de la Unidad de Ciencia Política de dicho
Instituto. Durante 25 años (desde 1960 hasta 1985) fue Profesor del
Instituto de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Jurídicas
y Políticas de la Universidad Central de Venezuela; y durante los
últimos seis años de ese periodo Director del mismo (al jubilarse
su fundador el Dr. Manuel García-Pelayo). Es autor de numerosas
publicaciones en el área de la Ciencia Política. Su principal inte-
rés como investigador es la teoría tanto empírica como normativa
de la democracia, aplicada especialmente a Venezuela pero desde
una perspectiva histórica y comparada. Actualmente culmina una
investigación sobre el tema: Del “Puntofijismo” al “Chavismo”
(El tránsito de un sistema populista de conciliación a un sistema
populista de movilización).
Introducción
Aquí se cita una frase aislada de Discurso de Angostura (Vid. Simón Bolívar,
“Discurso de Angostura“, Obras Completas. Vol. III. Compilación y Notas de
Vicente Lecuna 2ª edición. La Habana: Editorial Lex, 1950, p. 677), en la que
Bolívar denuncia la ignorancia y falta de educación con la que la monarquía
absoluta española había mantenido la dominación sobre sus colonias, y sin
un mínimo escrúpulo intelectual se trata de convertir dicha afirmación en una
crítica de la democracia formal, como si el Libertador hubiese afirmado que la
dominación española se había conservado gracias al ejercicio la democracia
representativa y no por medio de un gobierno despótico.
En otra ocasión, el mismo Chávez toma otro texto del Discurso de An-
gostura en el que Bolívar alaba la igualdad política o “igualdad formal“, crea-
da por las leyes, frente a las desigualdades reales, física y morales existentes
entre los hombres (Vid. Ob. cit. III, p. 682) y trata de hacernos creer que lo que
el Libertador está propugnando es que a través de la intervención de las leyes
se han de destruir las desigualdades sociales para implantar una total igualdad
real. Pues, según Chávez, para Bolívar
las leyes deben paliar, incluso eliminar [...] las diferencias naturales [...]
La sociedad, las leyes hechas por los hombres deben asegurar que este
hombre viva en condiciones iguales o idénticas de igualdad al que nació
superdotado. Creo –continúa diciendo Chávez— que ahí se está apli-
cando un mecanismo a través de las leyes para que la sociedad logre la
igualdad. 3
Pero cualquiera con un mínimo de formación histórica y que lea con algún
cuidado el Discurso de Angostura sabe que la igualdad defendida por Bolívar
era la igualdad política, meramente formal o igualdad ante la ley, que contras-
taba con las desigualdades reales, físicas y morales de los ciudadanos. “Las
leyes corrigen esas diferencias”, dice Bolívar, no porque las destruyen en la
realidad sino porque dan a todos “una igualdad ficticia”, llamada igualdad po-
lítica, que es la igualdad formal o igualdad ante la ley. Ello resultaba evidente
en el texto del Proyecto de Constitución que en esa ocasión presentó el Liber-
tador, que en su artículo 15 del título I, sección 1ª, definía así la igualdad: “La
el que Bolívar dice que: “El sistema de gobierno mas perfecto es aquel que
produce mayor suma de feliz posible, mayor suma de seguridad social, y ma-
yor suma de estabilidad política“ (Ob. cit., III, p. 683), Chávez ha afirmado,
en varias ocasiones, que este pasaje contiene la definición bolivariana de la
democracia, lo cual es evidentemente falso. Para cualquiera que conozca el
texto íntegro del Discurso es evidente que el pasaje en cuestión no se refiere a
ninguna forma de gobierno en concreto (Bolívar se va a referir a tales formas
un poco más adelante), ni por tanto trata de ser una definición de democracia,
sino que se refiere a los fines que debe perseguir cualquier gobierno que aspire
a la perfección. Pocos párrafos después Bolívar trata —ahora sí— de las dis-
tintas formas de gobierno y va a poner en claro que, para él, la mejor forma de
gobierno no es la democracia (ni en su forma de democracia representativa,
ni mucho menos en su forma de democracia directa) sino un gobierno mixto
en el cual se mezclan elementos correspondientes a las tres formas puras de
gobierno tradicionales (monarquía, aristocracia y democracia).
En el pasaje que estamos comentando del Discurso de Angostura, en que
define los fines del gobierno perfecto, Bolívar toma —aunque en forma sólo
parcial— una idea fundamental de Bentham, según la cuál el fin de cualquier
gobierno ha de ser “la mayor suma de felicidad para el mayor número”, a lo
cual el Libertador añade que también debe proporcionar la mayor seguridad
social y la mayor estabilidad política. El Libertador coincide con Bentham en
rechazar la democracia directa, tal como existía en la antigua Griega, alegan-
do que si bien podía deparar la mayor libertad, también se caracterizaba por
una extrema debilidad, por lo que conduciría inevitablemente a ser derrocada
por una tiranía (y, por tanto, no proporcionaba ni la seguridad social ni la esta-
bilidad política). En cambio, Bolívar en Angostura aceptaba como necesarias,
al menos parcialmente, algunas instituciones de la democracia representativa.
Así, en el Art. 15 del título I, sección 1ª, de su Proyecto de Constitución pre-
sentado en tal ocasión, después de proclamar el derecho de todo ciudadano a
contribuir a la formación de la ley, añade:
Conclusiones
He sostenido la idea de que los elementos llamados formales que son propios
de la democracia representativa son absolutamente necesarios si se quiere
preservar la democracia sin adjetivos, pues a falta de ellos se abre la vía de
alguna forma de despotismo. Pero, al mismo tiempo, creo que la democracia
debe también tratar de satisfacer los deseos y aspiraciones de los ciudadanos,
y que la democracia representativa es el sistema de gobierno que tiene más
probabilidades de cumplir con tal objetivo, por lo cual es injusto acusarla
de ser en todo caso meramente formal. Con esto me declaro en contra de la
orientación que se acostumbra a llamar neoliberal (y que yo prefiero llamar
neoconservadora) que considera técnicamente imposible y políticamente in-
deseable hacer de las elecciones un mecanismo para que las políticas de los
gobiernos respondan a los deseos de la mayoría. Para tal concepción neolibe-
ral o neoconservador, las elecciones y eventuales reelecciones apenas propor-
ciona un control limitado y negativo sobre el contenido de las políticas guber-
namentales, pero no sirve para decidir positivamente cuál sea el contenido de
tales políticas. Es decir, según esa idea, las elecciones sólo sirven para hacer
posible (aunque no lo garantiza) que un gobernante que durante su actuación
haya ofendido o irritado a un número suficientemente grande de electores, sea
castigado por éstos y sufra una derrota en las próximas elecciones. Según los
neoliberales (en realidad neoconservadores) este control mínimo y puramente
negativo debería bastar para justificar la democracia.
Pero, si la democracia representativa queda reducida a esto, debemos ser
muy pesimistas acerca de su futuro, no sólo en Venezuela sino en toda Amé-
rica Latina, pues así difícilmente podrá contar con el apoyo popular que es
condición básica para su mantenimiento. Desde 1958, el pueblo venezolano
no sólo ha estimado por muchos años los valores básicos de la democracia
representativa, como son la libertad y el respeto a la dignidad humana, sino
Notas
1 Desde joven Hugo Chávez estuvo en contacto con personas con ideología y
militancia marxista-leninista, algunas de cuyas ideas pudieron influir en su
formación. Sin embargo, cuando ya como oficial del ejército decidió partici-
par activamente en la política, tratando de conquistar el poder por la vía de la
insurrección armada, aunque mantuvo contactos con grupos de guerrilleros
y exguerrilleros de extrema izquierda como posibles aliados de su empresa,
rechazaba expresamente la ideología marxista, no sólo por su incapacidad
teórica para prever el futuro, sino por el fuerte rechazo de la misma por la
mayoría del pueblo y por sus compañeros militares. Al decidir participar en
las elecciones nacionales y después de su triunfo en las mismas, declaró re-
petidamente que no era marxistas ni comunista, sino bolivariano, pero que
tampoco era antimarxista o anticomunista, pues reconocía el aporte que podía
hacer la gente de tal ideología a la empresa revolucionaria. Sólo es en enero
de 2005 cuando Chávez cambió su proyecto político explícito al anunciar que
lo que se propondría en adelante era construir el socialismo del siglo XXI,
inspirándose expresamente en las ideas socialistas de Jesucristo (¡sic!) y de
Marx y Engels.
2 Se trata del documento conocido como Cuaderno Azul (también llamado Li-
bro Azul), cuya autoría principal se atribuye a Chávez, aunque con algunos
aportes colectivos. Véase el texto completo en: Alberto Garrido, Documentos
de la Revolución Bolivariana. Mérida: Ediciones de Autor, 2002, pp. 101-122.
El párrafo citado aparece en la página 116.
3 Palabras de Hugo Chávez a Agustín Blanco Muñoz, Venezuela del 04F-92
al 06D-98. Habla el Comandante Hugo Chávez Frías. Caracas: Universidad
Central de Venezuela, 1998, pp. 96-97.