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I.

- Aparato Psíquico

En la teoría freudiana se concibe una infinidad de cuerpos, de los cuales


resalta uno en particular, el cuerpo del ser humano, ese cuerpo que está
guiado para satisfacer ciertas cantidades de necesidades, como lo son el
hambre, la sed, evitación del dolor y el sexo.

Estas necesidades corresponden a un cuerpo enteramente biológico, igual que


los otros animales, que se mueven impulsados por dichas necesidades, ese
impulso es conocido por Freud como “la libido” (energía vital), esa energía que
nos impulsa por y para la consecución de dichas necesidades, mejor conocido
como la instancia psíquica “Ello”

El principal trabajo o tarea de dicha instancia es la de preservar el principio del


placer, aquel que pregona que las personas deben atender sus necesidades de
manera inmediata, imaginemos que un bebé llora, por qué llora, pues en un
sentido adulto no se sabe lo que quiere, pero se sabe que lo quiere
inmediatamente, pues sino no lloraría o no haría una rabieta, es decir no habría
una fuerza motivacional, dicha fuerza motivacional que provoca la aparición del
deseo, o sea que una necesidad produce una fuerza motivacional (Pulsión )
que transforma la necesidad en deseo.

Ahora bien es sabido que si una persona no ha satisfecho sus deseos, éstos se
tornan más predominantes, tanto que pueden incluso irrumpir toda la
conciencia y no se puede “pensar” en nada más que eso. De ahí que surge el
concepto de un cuerpo que se rige y se agarra de la realidad por medio de los
sentidos, ésta instancia psíquica se la conoce como Yo, esa instancia que se
forma a partir del primer año, aproximadamente, el Yo busca los “objetos”
adecuados o en algunos casos necesarios para satisfacer sus necesidades
orgánicas, el Yo sería como la instancia que busca las soluciones. Por eso el
Yo opera bajo el principio de realidad, dicho principio básicamente consiste en
satisfacer las necesidades en cuanto se presente el objeto disponible.
Es bueno mencionar que el Yo se encontrará en su camino con ciertos
obstáculos y en otras ocasiones se encuentran elementos que puedan ayudar
a satisfacer las necesidades del cuerpo biológico, todas estas experiencias de
satisfacción e insatisfacción son almacenadas celosamente por el Yo,
especialmente aquellos que se presentan en los primeros años de vida, dicho
registro se convertirá en la última instancia del aparato psíquico conocido como
Súper Yo.

El Súper Yo se constituye en los 7 primeros años de vida de las personas pero


en algunos casos puede no instaurarse jamás. El Súper Yo tiene dos
dimensiones: La primera hace referencia a la consciencia que se constituye por
aquellas internalizaciones de las experiencias de los castigos y las
advertencias. El otro es conocido como Ideal del Yo, esa instancia que se
adjudica a partir de las expectativas que pueden generar el entorno, esos
modelos positivos y gratificantes que se le enseñan al niño, ahora bien el Súper
Yo le comunica al Yo estos dos anteriores requerimientos mediante la culpa, la
vergüenza y el orgullo.

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