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La respuesta a la falta de unidad a los cristianos.

¿Qué es la verdad?
Es una pregunta que todos nos hacemos, pero que no todos responden adecuadamente. No tener
la respuesta correcta puede hacer que condenemos la verdad, que es Cristo, y dejemos libre el
error, que es Barrabás, y que después nos lavemos las manos.

Satanás es el padre de la mentira, es mentiroso desde el principio. Pero Dios es veráz, el Dios
veráz según Romanos 3, 4.

¿Qué es la verdad? La verdad es algo externo a nosotros. Nosotros no somos la verdad, tampoco
nos la inventamos, sino que la descubrimos.

Si yo pongo un globo del mapamundi en medio de nosotros y me pongo a preguntarle a cada


uno lo que ve quizás uno diga: “America… China, otros Europa, Africa, etc” todo dependerá de la
capacidad de observar de cada uno… Ahora ¿significa eso que lo que yo puse en medio es solo
África? ¿O solo China? La respuesta clara es que no… aunque yo no lo vea entero, no quiere decir
que todo lo que yo estoy viendo es toda la verdad.

Tampoco quiere decir que nadie pueda saber toda la verdad, porque yo, que puse el globo en
medio de todos, conozco lo que contiene. Yo soy el responsable de comunicarles a los demás la
verdad, para que la entienden y descubren algo que les mejore la vida. Diría el Señor: no se
enciende una lámpara para cubrirla con un cajón (Mateo 5, 15). Nos ha pasado antes:

Descubrimos América, sin antes conocerla.


Antes pensábamos que la tierra era plana.
Antes no sabíamos nada de átomos o por ejemplo pensemos en el conocimiento de la medicina
que tenemos hoy… antes no estaba tan avanzado.

Y la verdad más importante: en un momento de nuestra vida no sabíamos nada de Dios. Esta es la
verdad que mas ha mejorado nuestras vidas. ¿Y cómo la sabemos? Porque hubo uno que para eso
nació y para eso vino al mundo, para dar testimonio de la verdad.

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.
(Jn 1, 18).

Y nosotros sabemos que ninguna mentira procede de la verdad 1 Jn 2, 21

La razón y Dios

Algunas verdades de Dios pueden ser conocidas por la capacidad humana.

Por ejemplo San Pablo, cuando fue a hablar en el aerópago, dijo: De un solo hombre hizo a todo el
género humano, para que habiten sobre la faz de la tierra, y les ha prefijado sus tiempos precisos y
sus límites para vivir, a fin de que busquen a Dios, y puedan encontrarlo, aunque sea a tientas.
Pero lo cierto es que él no está lejos de cada uno de nosotros, porque en él vivimos, y nos
movemos, y somos. (Hch 17, 26-28).
¿Cuáles verdades podemos conocer con la razón?

Que Dios es solo uno: hubo un filosofo que no era judío (el cristianismo no existía aun) llamado
Platón que llegó a la conclusión de que había un solo ser universal. Y Aristóteles habló de un
“motor inmóvil”.

Que Dios creó el mundo

Que Dios existe

Que Dios es un ser personal

porque lo invisible de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se hacen claramente
visibles desde la creación del mundo, y pueden comprenderse por medio de las cosas hechas, de
modo que no tienen excusa (Rm 1, 20).

Cuando Dios nos dio la inteligencia nos dio también un mandamiento… ¿Cual fue el
mandamiento? “Buscad mi rostro” como dice el salmo 27. O sea, Dios nos dio el mandamiento de
buscarlo a él, de buscar la verdad para que podamos salvarnos.

Y ustedes saben lo que dice el Señor: busquen y encontrarán, porque el que busca, encuentra. Por
eso dice el pasaje “no tienen excusa”.

La revelación

Hay otras verdades que no podíamos conocer solo con el entendimiento, porque nosotros no
vemos el mapamundi completo, sino solo una parte. Según nuestra capacidad. El cristianismo se
basa en un hecho hermosísimo: Dios, por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del
cielo y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre, para dar
testimonio de la verdad:

En el principio ya era la Palabra. La Palabra estaba con Dios, y Dios mismo era la Palabra. Y la
Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria (la gloria que corresponde al
unigénito del Padre), llena de gracia y de verdad (Juan 1, 1.14).

Dios, que muchas veces y de distintas maneras habló en otros tiempos a nuestros padres por
medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio del Hijo, a quien constituyó
heredero de todo, y mediante el cual hizo el universo. Él es el resplandor de la gloria de Dios. Es la
imagen misma de lo que Dios es. Él es quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder
(Hebreos 1, 1-3).

El Señor dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mi (Jn 14, 6). Y
también: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (cf. Jn 14, 9).

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna (Jn 3, 16).

Y no se puede dejar a cada quien que busque la verdad por su cuenta, a ver si la encuentra… ese
tiempo ya pasó. Dios en Cristo ha inaugurado un nuevo tiempo en el que hay que salir a buscar a la
oveja perdida y ser sal de la tierra y luz del mundo.
Y “el que es de Dios, escucha las palabras de Dios”, como dijo el Señor en Juan 8, 47a

El Señor ya no camina entre nosotros como en aquellos días… ¿cómo es, entonces, que el Hijo de
Dios hace que se conozca esa revelación? Lo hace por medio de la Iglesia que él fundó, “Iglesia del
Dios vivo, que es columna y fundamento de la verdad” (1 Tim 3, 15).

Efesios 3, 10-11 dice: “para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por
medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito
eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor.

Otra cosa, Jesucristo envió a los discípulos diciendo: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y
en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he
mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.» (Mateo 28, 18-20).

Y dijo: El que los escucha a ustedes, me escucha a mí. El que los rechaza a ustedes, me rechaza a
mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió.» (Lucas 10, 16).

Pero bueno… en lugar de fundar una Iglesia, ¿No podía Cristo dejar esta búsqueda a cada quién?
Recuerden que en un tiempo era así y no funcionó. Y en el mismo tiempo de la predicación de
Cristo… cuando preguntó “¿quien dice la gente que soy yo?” La gente, que lo habían visto hacer
milagros, y lo habian escuchado predicando, esa gente tenía opiniones diferentes sobre él: “Unos,
que Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que Jeremías, o alguno de los profetas” (Mateo 16,
14). Él único que respondió bien fue Pedro, a quien Cristo le dio ahí mismo su oficio de cabeza. Él
respondió no por la carne ni la sangre ni por fuerza humana sino porque el Padre del cielo se lo
había revelado.

Entonces aquí vemos que la verdad no se inventa. Ella viene, se nos muestra, la encontramos y
nosotros entonces la aceptamos tal cual es. Si nuestro corazón es humilde, querremos escuchar la
verdad. Si no, no vamos a querer oírla sino que vamos a querer permanecer en nuestra zona de
comfort. “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus
obras no sean reprendidas.” (Juan 3, 20).

Hay quienes dicen: “nadie puede conocer la verdad” Jesucristo dice lo contrario: “conoceréis la
verdad y la verdad os hará libres (Jn 8, 32)”.

Lo que es verdad es que “Nadie puede venir al Padre sino por él”

Hay quienes dicen: la verdad es relativa. Lo que significa que todo el mundo, aunque tengan
puntos de vista distintos, tiene la verdad, y eso no puede ser verdad porque ¿Puede la verdad
contradecir a la verdad? Frente a la luz de la verdad, se ve claramente el peligro del error, por eso
Cristo no solo predicó la verdad sino que también denunció el error, por ejemplo, el de los
Fariseos, los saduceos y de todos los que estaban equivocados.

Cuando ustedes digan “sí”, que sea sí, y cuando digan “no”, que sea no. Todo lo que se dice de
más, viene del Maligno (Mateo 5, 37).
¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca
(Ap 3, 15b-16). La verdad no es tibia. En la verdad lo que es sí, es sí, y lo que es no, es no. Lo
demás, viene del Maligno.

Hay quienes dicen: al principio del cristianismo se sabía la verdad, pero ahora nadie tiene la
verdad sino solo una parte de la verdad. Contrario a esto Jesucristo dice: “El cielo y la tierra
pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24, 35).

La Iglesia que fundó Jesucristo tenía la misión de enseñarnos a cumplir “todas las cosas que él nos
mandó” y no solamente una parte de las cosas. Y para garantizar que eso ocurriera él dijo “Yo
estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” y no “algunos días sí y algunos días no”

Hay quienes dicen: Que la enseñanza de esta Iglesia que el fundó se corrompió y habría que
fundarla otra vez. Esto es imposible.. si admitimos que su Iglesia tiene la misión de enseñar la
verdad y en un momento la verdad dejó de estar con la Iglesia, Jesucristo no cumplió la promesa,
como acabamos de hablar.

Además, la Iglesia es columna y fundamento de la verdad. Si uno le quita la verdad, aunque sea un
ratico ¿Qué sería de la Iglesia? Sería destruida. Y esto es imposible porque Jesucristo dijo: “y las
puertas del infierno no prevalecerán contra ella. (Mateo 16, 18)”.

Y con respecto a fundar nuevas Iglesias San Pablo dice: Porque nadie puede poner otro
fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo (1 Corintios 3, 11).

Y esto es tan serio, que también dijo: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro
evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. (Gálatas 1, 8).

Hay quienes dicen: Los hombres fallan y pecan, no se puede creer que la verdad permaneciera
con ellos siempre. Eso es verdad, “todo hombre es mentiroso” Jesucristo nunca prometió que su
verdad iba a depender de la capacidad humana o de carne y sangre «Maldito el hombre que confía
en otro hombre; que finca su fuerza en un ser humano, y aparta de mí su corazón (Jeremias 17, 5).

El no fundó su Iglesia sobre la santidad de los discípulos sino sobre su propia santidad. Piensen que
los Apóstoles mismos pecaron, Pedró lo negó ante los hombres y la mayoría huyó el viernes
santo… pero ¡El plan del Señor permanecerá para siempre; los pensamientos de su corazón, por
todas las generaciones! (Salmo 33, 11).

En la mies del Señor crecen el trigo y la cizaña pero nada de eso destruye a la Santa Iglesia de Dios,
porque no depende de ningún hombre, sino de Jesucristo que por amor “se entregó a sí mismo
por ella para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de
presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante,
sino que fuese santa y sin mancha.” (Efesios 5, 25b-27).

Por otro lado, la Iglesia no es solo humana. Así como Cristo es hombre pero también es Dios. Así
mismo la Iglesia tiene un elemento humano y un elemento divino ¿Cómo sabemos que la verdad
de Cristo permanecería para siempre en la Iglesia que él fundó?
Él dijo: Aún tengo muchas cosas que decirles, pero ahora no las pueden sobrellevar. Pero cuando
venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta,
sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán de venir. (Jn 16, 12-13).

A propósito de los quienes dicen que solo se puede conocer parte de la verdad. Según Jesucristo,
el Espíritu Santo nos guiará a toda la verdad. O sea, que Cristo dio a la Iglesia su Espíritu para que
pudiera conservar la verdad completa. Jesucristo dice a Pedro: “pero yo he rogado por ti, que tu fe
no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” (Lucas 22, 32).

Se lo dice sólo a Pedro, porque él iba a ser la cabeza, nosotros lo católicos decimos, el primer Papa.
Y ya en los Hechos de los Apóstoles se ve cómo él usa esa autoridad en un momento de
confusión , donde no se tenía claro si era necesario circuncidarse o no para salvarse.

Él relató algunos sucesos y citó algunas profecías y dijo: “Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a
los gentiles que se convierten a Dios” (Hechos 15, 19) y después mandó a decir a los hermanos: “Al
Espíritu Santo y a nosotros nos ha parecido bien no imponerles ninguna otra carga, sino sólo esto
que necesitan saber (Hechos 15, 28)”.

O sea que no es por adivinación o ni es que Jesucristo baja del cielo para confirmar la verdad
cuando hay confusión. Él dejó carismas del Espíritu Santo a personas especificas de su Iglesia. Por
eso también dice a Pedro: “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la
tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.”
(Mateo 16, 19).

El Señor mismo contradice eso de que solo se puede conocer parte de la verdad.

Jesús dijo a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos; (Jn 1, 6a) … y el mismo dice: que su palabra es la verdad.
entonces, ¿cómo podemos permanecer en su palabra si no podemos conocerla completamente? Y
si no podemos conocerla completamente, ¿somos verdaderamente sus discípulos?

Si nadie se puede hacer verdaderamente su discípulo ¿Cómo entonces va a cumplir la Iglesia que
el fundó la misión de hacer discípulos a todas las naciones? Sería como decir que él les dio un
mandato que no podrían cumplir. Pero con el mandato, les dio el poder de enseñar toda la verdad.

Curiosamente, este pasaje termina diciendo: y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn
1, 6b).

Hay quienes dicen que uno ya puede decir que conoce toda la verdad si cree que con su corazón
que Jesucristo es el Señor y confiesa que Dios lo resucitó de entre los muertos (Rm 10, 9). Esta
doctrina es fundamental y super importante para la fe. Pero no es toda la verdad, porque el Señor
también los envió a los doce no solo a “hacer discípulos” sino también a enseñarles a cumplir
“todas las cosas que nos mandó”, no solo una parte de las cosas.

Además, salvarnos del pecado es la obra de la gracia, ¿Cómo lo sabemos? Porque donde abundó el
pecado, sobreabundó la gracia. Pero Jesucristo no vino solo con gracia, sino que vino “lleno de
gracia y de verdad”.

Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4).
Dios es Espíritu; y los que le adoran, tienen que adorarlo en espíritu y en verdad (cf. Jn 4, 24).

¿Cuáles son las conclusiones?

La verdad completa existe y puede ser conocida. Nosotros tenemos el deber de buscarla, y negarla
sería negar a Cristo.

Así como hay un solo Cristo, hay una sola verdadera enseñanza de Cristo y una sola verdadera
Iglesia de Cristo. La verdad debe ser conocida por medio de la Iglesia que él fundó. Esta Iglesia es
indestructible porque está fundada en la verdad.

¿Hay pecadores en esta Iglesia? Sí. Hay trigo y cizaña. También hay pastores que son lobos
disfrazados de ovejas y pastores asalariados; a ella se han acercado falsos profetas y maestros
tratando de engañarla desde muy temprano, pero cuando éstos empezaron a enseñar una
doctrina falsa y distinta de la de Cristo se hacieron anatemas (como dice San Pablo), se hicieron
Anticristos y fueron expulsados de la comunidad. Según dice san Juan:

Hijitos, han llegado los últimos tiempos; y así como ustedes oyeron que el anticristo viene, ahora
han surgido muchos anticristos; por esto sabemos que han llegado los últimos tiempos. Ellos
salieron de nosotros, pero no eran de nosotros. Si hubieran sido de nosotros, habrían
permanecido con nosotros. Pero salieron para que fuera evidente que no todos son de nosotros.
(…) Ninguna mentira procede de la verdad. ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es
el Cristo? Éste es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Que permanezca en ustedes lo que
han oído desde el principio. Si lo que han oído desde el principio permanece en ustedes, también
ustedes permanecerán en el Hijo y en el Padre. (1 Jn 2, 18-19.21-22.24).

¿Cómo puedo saber que estoy unido a la verdadera Iglesia? Para ser discípulo verdadero, tengo
que permanecer en la enseñanza completa de Cristo, que es lo que se ha predicado desde el
principio.

Hay que estudiar a los primeros cristianos y ver como actuaron a través de la historia. Porque no
crean que Jesucristo subió al Cielo en el año 33, los apóstoles murieron y luego vinimos nosotros
en el 2020. No. La Iglesia no se ha acabado nunca y ha predicado desde el principio hasta hoy. No
se puede ignorar la historia de la Iglesia.

¿Cuál Iglesia ha predicado desde el principio? Al día de hoy solo existe una Iglesia en el mundo
que tenga una línea histórica que pueda conectar su existencia de hoy con la misma Iglesia de
Apóstoles, que es la Iglesia Católica. Todas las demás comunidades que han salido han venido
muchos años después: en el año 1054 los Ortodoxos, en 1517 la protesta con Martín Lutero y así
sucesivamente. Otra vez, no podemos ignorar la historia de la Iglesia.

Mientras la Iglesia verdadera la fundó Cristo, las demás comunidades tienen como fundador
hombres que creyeron que hacían el bien, pero que se equivocaron al pensar que la Iglesia había
sido destruida o que la verdad había dejado de estar en ella. No reconocieron que Jesucristo
estaba con su Iglesia todos los días hasta el fin del mundo y que ni las puertas del infierno podrían
vencerla.

Esta Iglesia, como hablamos la vez pasada, es necesaria para la salvación y quienes la rechazan
están rechazando a Cristo que dijo “el que a ustedes rechaza, a mi me rechaza a mí y el que me
rechaza a mi rechaza al que me envió”. Esta Iglesia tiene la verdad completa porque y no solo
partes de la verdad porque ella es columna y fundamento de la verdad y tiene al Espíritu de la
verdad que por medio del Papa (que es el sucesor de San Pedro) y los Obispos (sucesores de los
Apóstoles) confirman a los hermanos en la verdadera fe.

Esta Iglesia tiene una cabeza, y no solo para un momento de la historia, esta cabeza transmitió su
ministerio a través de la imposición de manos, como ya hemos visto. Incluso en la Biblia uno que
se llamaba Simón el Mago trató de comprar ese poder con dinero.

En esta Iglesia hombres específicos tienen el poder de perdonar los pecados porque el mismo
Cristo dijo a sus Apóstoles: “A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados, y a quienes se
los retengáis, les serán retenidos.” (Juan 20, 23).

Y dice que la Palabra que cuando San Pablo fue a predicar a Éfeso y ocurrió un suceso con unos
demonios la gente empezó a creer. Y dice: “Muchos de los que habían creído venían y confesaban
sus malas prácticas” (Hch 19, 18).

En esta Iglesia se cree que María es la Madre del Señor, bendita entre todas las mujeres, y todas
las generaciones la llaman bienaventurada, porque el poderoso hizo obras grandes por Ella.

Sus miembros son llamados santos, pero de los más santos se guarda un recuerdo especial según
dice el Salmo 112, 6: “El hombre justo siempre será recordado” o en otras traducciones “En
memoria eterna será el justo”. Estos hombres y mujeres que creyeron, aunque murieron están
vivos… porque Dios no es un Dios de muertos sino de vivos.

Ésta Iglesia cree que algunos pecados que no son de muerte pueden ser perdonados en la vida
siguiente, como vimos en nuestra primera formación, y que antes del juicio final, habrá un juicio
particular después de la muerte. Porque si la obra resiste, se salvará, pero si no resiste se salvará
como quien pasa por fuego. Según 1 Corintios 3. Pero quien sea muerto en su fe y muerto en sus
obras, será muerto para siempre.

Esta Iglesia cree que Jesucristo «Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se los dio
diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía.» (Lucas
22, 19) y “Asimismo tomó la copa diciendo: «Esta copa es la sangre de la Nueva Alianza. Cuantas
veces la beban, hagan esto en memoria mía.»” (1 Corintios 11, 25).

No dijo que era un símbolo ni que representaba, sino que era, porque el mismo que con su palabra
creó todas las cosas, era capaz de cambiar las cosas con su sola palabra.

La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que
partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? (1 Corintios 10, 16).

Por lo tanto, siempre que coman este pan, y beban esta copa, proclaman la muerte del Señor,
hasta que él venga. Así que cualquiera que coma este pan o beba esta copa del Señor de manera
indigna, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, cada uno de ustedes debe
examinarse a sí mismo antes de comer el pan y de beber de la copa (1 Corintios 11, 26-28).

¿Por qué? ¿Por qué poner tanta importancia a este pan y esta copa? Porque no son pan y copa
ordinaria, sino el cuerpo y la sangre del Señor.
Por tanto, que nadie os critique por cuestiones de comida o bebida, o a propósito de fiestas, de
novilunios o sábados (Colosenses 2,16)

¿Por qué la verdad? Porque por una opinión uno no está dispuesto a morir pero por la verdad, hay
que sacrificarlo todo. Hay quienes para lograr la unidad quieren sacrificar la verdad. Pero la única
forma cristiana de alcanzar la unidad es siguiendo la verdad en el amor (Efesios 4, 15).

Yo he dicho todo esto porque soy de Cristo y no puedo callar la verdad. Lo dije no para condenar,
sino para salvar. Y como imagino que muchas dudas van a surgir a partir de esta prédica, porque
por ahí afuera se dicen muchas cosas que no son, pero quiero pedirles que me den la oportunidad
de seguir haciendo lo que el Espíritu de la verdad me encomendó, que fue predicar la verdad …
¿Cómo? Respondiendo sus preguntas.

¿Cómo volverse católico?

Yo, con la ayuda de Dios, puedo guiarles a conocer la verdadera fe de los apóstoles.

De su parte yo necesitaría que ustedes lean, primero la Biblia y luego las explicaciones correctas.

Que oren todos los días y empiecen a rezar el rosario.

Que ayunen fuertemente.

Eventualmente deberán confesarse y hacer una profesión pública de fe.

Deshacerse de todo lo que no es integro. Esto incluye idolos, la Biblia evangélica

Casas completas aceptaban al Señor

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