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Cumbres Borrascosas es una novela difícil de catalogar.

Publicada en 1846, fue escrita por


Emily Brontë voluntariamente alejada de las modas de la época y el gusto victoriano que se
impuso en la sociedad inglesa a lo largo del siglo XIX. Auténtica en su apuesta, la narradora
eligió exponer el mundo interior que bullía dentro de ella y la asfixiaba. El resultado avala el
esfuerzo: pocas veces la fuerza que emana de los personajes impacta y conmueve con tanta
brutalidad, y al mismo tiempo, y con la misma intensidad, envuelve y seduce.
Emily Brontë perteneció a una familia atípica de cinco hermanas y un hermano, ninguno de los
cuales llegó a vivir pasados los treinta años. Los Brontë se refugiaron en la vida del páramo, al
norte de Inglaterra, en contacto con la naturaleza y en absoluta libertad, alejados de las
limitaciones sociales al uso. Entre los hermanos inventaron juegos que consistían en escribir
guiones e imaginar mundos, evadiéndose, a través de la imaginación, de la rutina y el rigor.
Cuando las niñas fueron enviadas al colegio, en calidad de internas, enfermaron por el cambio y
la rigidez del sistema, y el único chico, Branwell, murió alcoholizado.
El padre, Patrick Brontë, pastor de la Iglesia anglicana, enviudó pronto y crió a sus hijos sin
prejuicios, con acceso ilimitado a la cultura, demostrando gran amplitud de criterio. El Sr. Brontë
escribía y se convirtió en modelo para sus hijas: Charlotte, publicó Jane Eyre, Anne: Inés Grey,
y Emily: Cumbres Borrascosas; aunque tuvieran que usar seudónimos para esconderse, era muy
mal visto, en la época victoriana, que una mujer se dedicara a la literatura. Firmes y confiadas en
su talento, las Brontë rompieron barreras y apostaron por un camino distinto, ignorando los roles
-aunque en un principio coquetearon con ellos- que la Inglaterra del siglo XIX ofrecía para unas
señoritas como ellas: institutrices, damas de compañía, maestras. Lucharon con energía y el
apoyo paterno para conseguirlo. La tuberculosis venció al final, y precipitó el de ellas, pero nos
dejaron sus novelas, el mejor de los legados.

Importancia del espacio ficticio


La historia, en Cumbres Borrascosas, se desarrolla en un espacio concreto, los personajes se
mueven entre dos propiedades rurales: Cumbres borrascosas, y la Granja de los Tordos, la
hacienda vecina. El mundo comienza y termina en esas tierras frías y solitarias en donde el
paisaje tiene un rol protagónico y se convierte en un elemento determinante de la ficción. Cuando
alguno de los personajes se aleja de sus límites, el narrador lo margina e ignora, pierde peso
específico, al punto de evaporarse en el horizonte. Veamos algunos casos:
● Cuando Earnshaw viaja a Liverpool y regresa con Heathcliff, el narrador no menciona lo
que hace en la ciudad, sólo incluye en su relato el regreso a Cumbres Borrascosas con un
chico a cuestas quien va a indisponer a todos y será el causante del fin de la aparente
armonía familiar. Pero no tenemos información de lo que motivó su adopción, bajo qué
circunstancias lo conoció, etc. Estos hechos, sucedidos fuera de los límites geográficos
que Brontë demarca, permanecen en la oscuridad. ¿No sería un hijo natural de Earnshaw,
y por eso lo protege y quiere tanto, o más, que a sus hijos legítimos? No hay datos al
respecto porque el hecho ocurriría -si es que hubo una relación extra matrimonial y nació
un bastardo- fuera de Cumbres.
● El mismo esquema se repite con Hindley: ignoramos los detalles de su vida cuando se
aleja, presuntamente para ir a estudiar, desesperado al no poder tolerar la convivencia con
el chico adoptado. ¿Qué hizo en ese lapso de tiempo? Ni idea, Sólo sabremos que llega
con su mujer: los estudios -si los hubo- la relación amorosa anterior al matrimonio, la
familia de ella, etc. no son mencionados, pertenecen al mundo exterior, por lo tanto, se
silencian. O no se registran. Esto contribuye a singularizar el espacio elegido como
escenario y atribuirle una importancia crucial porque es allí, sólo allí, en donde pasan las
cosas dignas de ser mencionadas. Esta selección crea una atmósfera claustrofóbica con
una carga de tensión que enrarece el ambiente y crea suspense.
● Los tres años que Heathcliff pasa fuera de Cumbres están rodeados de misterio: no
sabemos cómo hace para educarse, ni cómo sobrevive económicamente, ni a dónde se
refugió. Un buen día aparece, y entonces sí, desde que se sumerge en Cumbres, podemos
seguir sus pasos día a día, y notar cómo incrementan sus celos, sentir cuánta rabia anida
en su corazón, y constatar con cuánta maldad pretende vengarse.
● Isabela, desdeñada y aterrada por Heathcliff, huye embarazada. Alejada de Cumbres,
desaparece de la narración y se diluye, tanto su historia como la de su descendencia.
Partir es una suerte de traición que se castiga con el silencio y el olvido. Cuando muere
Isabela, su hermano Edgar va a buscar al hijo que tuvo en el “exilio”: Linton. Desde el
instante en que el joven Linton pone los pies en la Granja de los Tordos, se convierte en
un nuevo foco de interés para el narrador y será el personaje capaz de precipitar el final.
● La vida de Lockwood anterior a su presencia como arrendatario de la Granja de los
Tordos, es otro misterio. Lo ignoramos todo sobre él. Y también ignoramos lo que hace
cuando se va de la Granja unos meses, la figura sigue siendo la misma: fuera del espacio
elegido, el mundo del personaje se detiene, no existe.

Con este recurso, Emily Brontë consigue maximizar la fuerza de sus personajes, fuerza que
resulta potenciada por el entorno, entorno que tiene una dosis de electricidad. Y para agravar la
sensación de encierro, los jóvenes de Cumbres y la Granja, terminan casándose entre ellos, ya que
no hay nadie más en el horizonte. Al final se produce una relación endogámica: Cati y Harenton
son primos.
La idea de círculo cerrado es una constante, recordemos la pasión de Catalina por Heathcliff. Ella
se mimetiza con su enamorado como si se reconociera en el otro, como si éste fuera un hermano
que comparte su misma esencia, su propia sangre. Parecen gemelos y la unión entre ellos es
planteada por Catalina como irremediable, un hecho que viene determinado por el destino al cual
no puede escapar

Los dos modelos de familias


En la novela tenemos dos paradigmas de comportamiento, dos modelos distintos: la familia
Earnshaw, que vive en Cumbres y los Linton, que vive en la Granja.
● Los Earnshaw pierden la paz con la llegada de Heathcliff, que es, de manera simbólica, la
imagen del mal en Cumbres borrascosas. Su presencia diabólica aporta una rabia
inmesurable, el dolor propio del humillado, y una ambición desmedida. Desde que llega
este chico sin pasado los hermanos se dividen, y Catalina se pelea con su familia por
defenderlo. Pero, con su llegada, también se transforma el padre, quien se convierte en un
ser malhumorado, injusto y violento, en un hombre que desprecia a su propio hijo, en un
ser decadente. Al enviudar, la falta de su mujer precipita su ruina, se encierra dentro de sí
mismo y se convierte en un personaje abusivo y despreciable. Su postura producirá el
odio de Hindley hacia Heathcliff y viceversa, y el amor cómplice entre Catalina y el
adoptado. Ese modelo de abuso se hereda y será la tónica en las relaciones: Hindley odia
y maltrata a Heathcliff y éste se vengará de la misma manera y con la misma intensidad.
Heathcliff maltratará a Harenton y abusará de él, de Isabela, de Edgar, y de Linton.
Catalina será igual de déspota con Harenton al principio, con la señora Dean, con Isabela.
En esta casa no se respira piedad, la generosidad no existe, y los buenos deseos parecen
cobardía.
● Pocas veces tenemos ante nosotros personajes con tan malas maneras, tan rudos y tan
salvajes. Si pensamos que una constante de la época victoriana fue precisamente el
cultivo de la armonía y el comportarse de acuerdo a una moralidad intachable, nos llama
aún más la atención el mundo creado por Emily Brontë. No nos vale, solamente, el
argumento del escenario hostil. ¿por qué tanta maldad? Es conmovedor comprobar cuánto
y cómo hacen sufrir al prójimo, la capacidad que desarrollan los superiores para infringir
dolor a los inferiores, el deseo de venganza, el abuso, los golpes físicos, las palabras
gruesas, las agresiones constantes.
● Los Linton son el lado buena de la vida, tienen educación y modales, practican la mesura
como norma. Sin embargo ellos también desprecian a Heathcliff desde que se presenta un
día en el jardín con Catalina: mientras a ella la acogen, al advenedizo lo echan fuera como
un apestado, lo llaman “gitano”. Con este gesto se percibe el sistema rígido de clases y las
relaciones verticales en el mundo rural de la Inglaterra del siglo XIX, hasta los buenos
Linton, maltratan al desposeído. El odio de Heathcliff tiene aquí su germen, palpamos el
origen de su rabia, la injusticia de ser ciudadano de quinta categoría por no tener el
apellido y la hacienda. Pero Edgar es un hombre que, a pesar de estos rasgos, intenta
hacer el bien y sus gestos son generosos con Catalina, con su sobrino, con su hija y con la
señora Dean. De poco le sirve: la maldad y los celos vencen en esta lucha sin cuartel,
Heathcliff le arrebata todo: mujer, tierras, hermana, sobrino e hija.

Brontë tiene el valor de presentar a sus personajes sin intentar dulcificarlos, tal cual los siente
venir dentro de sus circunstancias: imperfectos, dolientes, pasionales, vengativos. Esto contribuye
a convertir Cumbres Borrascosas en un clásico porque, a pesar del tiempo transcurrido, el lector
detecta la autenticidad, sabe perfectamente que todo eso sigue sucediendo en sociedades
pequeñas, rurales, primarias. Recuerdo en este momento Las ratas de Delibes y Los pazos de
Ulloa de Emilia Pardo Bazán, dos novelas españolas con mundos similares.
Pero si leemos con atención la obra de Emily Brontë, encontraremos un elemento esperanzador,
un instrumento para transformar al hombre en un ser superior, capacitado para compartir y vivir
en armonía:

El valor de la educación
En este aspecto notamos la influencia de la cultura victoriana. Dickens, contemporáneo de las
hermanas Brontë, consideraba que la literatura debía educar a los ciudadanos para hacer frente a
los cambios que la revolución industrial estaba produciendo en Inglaterra. La novela tenía, en el
siglo XIX, una función social mucho más importante que la que tiene hoy: no habían medios de
comunicación masivos para airear los diferentes puntos de vista respecto a los acontecimientos
que les preocupaban, o a los hechos que podían influir en la vida de la gente. La novela, género
propio del siglo XIX, ponía en cuestión ciertos temas de interés y servía como vehículo de
reflexión. Con la publicación de algunas de sus novelas, Charles Dickens consiguió que se
tomaran algunas medidas para proteger a los menores en el mundo laboral.
Si observamos la evolución de los personajes en Cumbres Borrascosas, constataremos que la
educación es un tema clave en el universo de Brontë. Y cuando hablamos de educación
excluimos a la religión, elemento insustancial en una novela en donde no aparece el temor de
Dios, ni se huele su presencia. El único personaje que habla de religión es José, un fanático que
no merece el respeto de nadie.
Señalaremos algunos párrafos que tratan concretamente el tema de la educación:
● Muerto el señor Earnshaw, Heathcliff queda a merced de Hindley, quien lo odia y lo
somete a una vida de sirviente en la casa, en realidad, lo “embrutece” para dominarlo. Lo
que hace es privarlo de educación: al convertirlo en un salvaje, lo degrada. La señora
Dean da testimonio de este cambio:
● Sin embargo, este niño incivilizado, gracias al afecto y la paciencia de Cati, se convierte
en un muchacho deseoso de aprender, correcto en sus modales, digno en su actitud. El
amor que nace entre ellos es la semilla de este cambio. Pero el amor exige cierto grado de
educación como una condición para entenderse:

Creo que el eje de la propuesta de Brontë es reclamar el derecho a la educación para crecer como
persona y aspirar a convertirse en un ser interesante y deseable. La educación en el mundo de
Cumbres Borrascosas -antes del “encuentro” entre Cati y Harenton- no era un derecho, era un
privilegio. Al que no le tocaba en suerte ese privilegio, no merecía nada: ni respeto, ni dinero, ni
afecto.

Amor y pasión
Catalina no puede vivir sin Heathcliff., los sentimientos que experimenta son primarios y de una
intensidad muy fuerte porque tienen un componente pasional determinante. De Edgar le gustan
algunas cosas: su elegancia, sus maneras, la buena vida que le ofrece, pero sus sentimientos
responden a otro nivel que ella misma, con gran lucidez, califica con estas metáforas en uno de
los párrafos más bellos de la novela:
Estoy segura que quien lee Cumbres Borrascosas, jamás olvidará esta palabras. La pasión que
ambos comparten, se refleja en la furia con que se relacionan, hay una buena dosis de animalidad,
como en todas las pasiones porque son, por naturaleza, ciegas y excluyen al mundo. Sólo interesa
éste en cuanto, quien la vive, pueda satisfacer sus deseos.
Catalina encuentra inevitable que Edgar acepte su amistad con Heathcliff porque lo ve desde su
necesidad, no piensa en el honor o dolor de su marido. Y al principio, el bueno de Edgar acepta
porque la quiere y desea verla feliz. Pero la pasión es voraz:
Catalina muere después de este diálogo, y sin embargo no hay ternura, lo que se percibe es
violencia, desesperación, una angustia muy grande por las limitaciones que la realidad impone.
La atmósfera brutal, teñida por la intensidad de la pasión que comparten: aman y odian, exigen y
se rasgan las vestiduras como en una tragedia clásica. Tanto es así que la unión persiste después
de muerta Catalina, su figura ronda como un fantasma sin paz ni sosiego -al más puro estilo de la
novela gótica- reclamando la atención de su amante y su presencia en la otra vida.
Hay rabia, mucha rabia, porque se trata de una pasión no consumada. La contención, a la cual
están forzados -no hay sexo ni erotismo explícito en el texto, a pesar de que la pasión amorosa es
el gran tema- produce esta tensión y genera violencia. La pasión insatisfecha de Heathcliff
alimenta sus malos instintos y su sed de venganza se extiende sobre aquellos que sobreviven a
Catalina: primero se venga de Hindley, luego transfiere esa venganza en Harenton. Deja sin
honor a Edgar Linton: le roba a su hermana, luego al sobrino al recuperar al hijo que tuvo con
Isabela para seducir a Cati y poder acceder al dinero de Linton. Heathcliff oprime, maltrata, causa
dolor, soborna. Es un personaje atormentado cuyo odio genera una energía inagotable, un fuego
que será el motor de la historia. Sólo al final, cansado y viejo, se retira del mundo y entonces,
precisamente porque el fuego se extingue, se producirá el milagro de amor entre Harenton y Cati.
Sin Heathcliff -el mal- en el horizonte, el amor -el bien- florecerá en Cumbres Borrascosas.

Los narradores
El primer narrador es Lockwood, personaje que irrumpe en Cumbres como forastero. Es
interesante este matiz, porque su punto de vista será el de alguien que, viniendo de fuera,
interpreta las cosas de una manera sesgada, teñida de subjetividad. Debido a su soledad tendrá
una actitud favorable respecto a su vecino. Pero la noche que pasa en Cumbres, por la nevada,
tiene una pesadilla con el fantasma de Catalina y, además, lee sus diarios. Lleno de curiosidad,
Lockwood decide indagar en la vida de estas gentes. Para ello requiere de una fuente de
información, entonces aparece la segunda narradora: la señora Dean. Ella sabe todo sobre los
Earnshaw, Linton y Heathcliff.
Ambos alternan sus roles de narradores y estos cambios contribuyen a crear una dinámica
particular: la narración depende de sus miradas. Cuando se les niega el acceso a la fuentes –
cuando la señora Dean es expulsada de Cumbres por orden de Heatfcliff- Emily Brontë,
inagotable, recurre al testimonio de Zila, la nueva sirvienta quien compartirá con la señora Dean,
lo que ve y lo que sabe.
La credibilidad emana de los testimonios de los narradores, el lector bebe de las fuentes sin
cuestionar jamás la veracidad de la historia, mérito de la escritora que presenta un mundo sin
fisuras, compacto, encerrado en sí mismo y finito. El lector queda con la sensación de haber
presenciado retazos de vidas apasionantes y le resultará difícil recuperarse del dolor que
transmiten los seres que habitan el territorio ficticio de Cumbres borrascosas.

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