Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En Las Manos Del Maestro
En Las Manos Del Maestro
Padre bueno, reconozco que tú eres el príncipe de paz, y que gobiernas por sobre cualquier dictamen médico,
alerta de enfermedad, problema financiero o malas noticias, también reconozco que nunca nos prometiste una
vida sin aflicciones cuando tú mismo dijiste: yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este
mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.
Amado padre nada está fuera de tu control, por eso decido frente a las malas noticias que vienen como dardos
de fuego intentando incendiar mi esperanza, tomar el escudo de la fe, y establecer a mi alrededor tus promesas
como vallado de protección, cuando mi adversario venga a sembrar temor o angustia, yo en tu nombre recordaré
lo que dice tu palabra en filipenses 4:6-7: No me inquietaré por nada; más bien, en cualquiera que sea la
ocasión, buena y no tan buena, con oración y ruego, presentare mis peticiones a Dios el único y soberano, el
principio y el fin y le daré gracias.
Hoy decido construir sobre la roca, no con la vana idea de que nunca soplaran los vientos, sino con la total
certeza de que si estoy cimentado sobre ti nada me hará caer, renuncio a alinearme con las alarmas del sistema
que me rodea y me alineo con la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, la misma que tu prometiste
que cuidará mi corazón y mi mente en Cristo Jesús.
Hoy te pido que traigas a mi mente todas aquellas promesas que me has dado, que cada mañana me levante con
ellas en mi boca, que hable tus verdades y las de a conocer a todos con los que me rodeo, que cuando vaya de
camino a mis quehaceres mi mente recuerde tus bondades, que cuando atraviese por momentos que se escapen
de mi control y sienta que Dios no responde pueda traer a mi mente tu palabra en Deuteronomio cuando decía:
Si Dios los disciplinó, reconozcan que lo hizo porque los ama, como un padre a su hijo. Por lo tanto, trátenlo
con respeto y obedezcan todos sus mandamientos. »Miren que Dios les está dando una tierra excelente, llena de
arroyos, fuentes y manantiales que brotan de los valles y las montañas. Pero una vez que hayan comido y
queden satisfechos, no se olviden de dar gracias a Dios por tan excelente tierra, que cuando regrese a casa y sea
hora de dormir pueda dormir tranquilo reconociendo que tú me sustentas y aun mientras descanso tu peles mis
batallas.
Señor transforma mi mente y mis pensamientos, pon en mí la mente de Cristo y la mentalidad que proviene del
Espíritu que es vida y paz, que se refleje en mi boca tu esperanza, que ante cualquier alarma yo reconozca cuan
compasivo eres Tú con los que te temen como lo es un padre con sus hijos. Tú conoces nuestra condición; sabes
que somos de barro y que Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de
liberación.
Ayúdame señor a mantenerme enfocado, con mi mirada fija en ti, Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo
pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Pero reconozco que mi mente es débil y me resulta
mucho más fácil perseverar en mi adversidad que en tus promesas, que me es más sencillo meditar durante
largas horas en aquello que no tengo que fijar mi mente en las enormes y hermosas promesas que tú me has
entregado, por lo tanto levántame como faro de esperanza y permíteme en medio de un mundo alarmado ser un
instrumento de tu paz, en medio de malas noticias yo pueda darte a conocer como el único camino, en medio de
guerras y tribulaciones yo pueda desde mi cotidianidad ser sal y ser luz a quienes lo necesitan. En el nombre de
Jesús amén.
Bendito Padre, nos alegramos de poder tener abiertas las puertas de tu santuario para presentarnos ante ti y
adorarte.
En este momento Señor, inclinamos nuestro corazón delante tuyo y nos despojamos de toda pretensión, orgullo
o prepotencia que pueda impedir que nuestra oración llegue a tus oídos.
Tenemos heridas, deficiencias y enfermedades que necesitamos tratar y sólo tu tienes el poder para ayudarnos a
solucionar.
En el transcurso de nuestras vidas, hemos desatendido nuestras necesidades emocionales y espirituales, lo cual
nos ha traído como consecuencia, debilidad en nuestro carácter.
Hubiese sido por ignorancia, por descuido o por cualquier razón, tu Espíritu Santo nos fue dado para alumbrar
sobre las áreas de nuestra vida que requieren atención y cuidado.
Te rogamos Señor, que nos des la sensibilidad que se requiere para atender a tu voz y poder tomar las acciones
que nos lleven a un estado de bienestar completo.
Tú le dijiste a tu pueblo, como nos dices a nosotros, en el libro de Éxodo, capítulo 15 verso 26: «Yo soy su
Dios. Yo soy quien les da salud. Si ustedes prestan atención a mis consejos y obedecen estos mandamientos y
estas leyes que hoy les doy, y hacen sólo lo bueno, no los castigaré como a los egipcios».
Tú eres quien nos permite vivir en total vigor hasta el último de nuestros días.
Hay jóvenes enfermos, hay quienes padecen a temprana edad, las consecuencias de sus malas decisiones, pero
cuando nos disponemos a cumplir con tus mandatos, tenemos la certeza de tu cuidado.
Cuando obedecemos a tu palabra, cuando aprendemos a ver la vida desde tu óptica, entonces somos capaces de
soltar las cargas, porque sabemos que tú tienes la solución a todo lo que pueda llegar a inquietarnos.
La vida es sencilla, pero somos nosotros quienes le buscamos tropiezos.
Cuando nos decidimos a perdonar, la paz que recibe nuestra alma, se complementa con el bienestar que recibe
nuestro cuerpo y el resultado es una vida mucho más sana, porque nuestro sistema inmune responde
positivamente a nuestro estado de armonía interior.
Ninguna enfermedad se incuba en un cuerpo fuerte, mucho menos si es tu poder, el que nos cubre.
No hay epidemia, ni plaga que pueda destruirnos porque tú nos proteges, nos sellas con la presencia de tu Santo
Espíritu para que ninguna de ellas tenga la capacidad de dañarnos.
En las escrituras, tenemos cantidad de promesas que nos garantizan muchos años de vida plena, para compartir
con los nuestros, momentos maravillosos que se quedarán en nuestro corazón como tesoro.
Nos prometiste también, en Éxodo, capítulo 23 versos 25 y 26: »Adórenme, pues yo soy su Dios. Yo los
bendeciré con abundantes alimentos. Nunca dejaré que se enfermen ni que mueran siendo jóvenes. Todas las
mujeres de Israel podrán tener hijos, y todos sus hijos nacerán bien.
Estamos dispuestos a adorarte Rey nuestro, estamos listos para reconocer que sin ti, no podríamos lograrlo.
Estamos preparados para admitir que lo que nos das a diario no lo merecemos, pero tu gracia y tu inmenso amor
lo ponen a nuestro alcance.
Te agradecemos la generosa provisión que pones en nuestra mesa, pues nunca ha pasado un día en que hayamos
tenido que ir a descansar sin habernos alimentado.
No has sido escaso para proveernos Señor, por el contrario hemos disfrutado de tu abundancia y crecido en
países donde la diversidad de alimentos nos muestran tu bendición constante.
Tú eres nuestro Dios, tus eres, Señor, nuestro origen, nuestro Salvador, tú eres el único ser digno de nuestra
completa alabanza y adoración.
La vida te pertenece y tú has puesto sobre nosotros propósito. Por ello, nuestras vidas no serán arrebatadas en
nuestra juventud, sino que cumpliremos el deseo de tu corazón y nos presentaremos un día, como obreros
aprobados, delante de ti.
Nos alegramos con el salmista que proclamó con el cántico 103, en sus cinco primeros versos: ¡Con todas las
fuerzas de mi ser alabaré a mi Dios!
¡Con todas las fuerzas de mi ser lo alabaré y recordaré todas sus bondades!
Mi Dios me perdonó todo el mal que he hecho; me devolvió la salud, me libró de la muerte, ¡me llenó de amor
y de ternura!
Mi Dios me da siempre todo lo mejor; ¡me hace fuerte como las águilas!
Queremos alabarte no por conveniencia, no por el miedo de que sucederá con nuestras almas después de la
muerte, no por interés, sino por puro amor.
Queremos ser la alegría de tu corazón mi Dios, queremos ser gratos y hablar bien de ti.
Tú eres quien nos ha perdonado de tanta maldad, incluso en contra de nuestros mismos cuerpos, Señor. Tú nos
has perdonado y nos has demostrado todo tu afecto y cuidado.
Tu nos has rejuvenecido y nos has llenado de fortaleza, aunque hayamos tenido que atravesar períodos de dolor,
enfermedad, tristeza o perdidas, tu nos has sido fuente de ánimo mi Dios.
Queremos ser entendidos, mirar nuestras generaciones pasadas para no repetir sus errores Señor, pues como
dice Salmos 107:17: Nuestros abuelos fueron tan rebeldes que se portaron como unos tontos; sufrieron mucho
por su maldad.
¿Por qué habríamos de sufrir también nosotros, si los tenemos como ejemplo?
Aleja nuestro corazón de toda insensatez y danos sabiduría para corregir nuestro caminar a tiempo.
Sin embargo, como dice el verso 19: Llenos de angustia, oraron a Dios, y él los salvó de su aflicción; ¡Demos
gracias a Dios por su amor, por todo lo que ha hecho en favor nuestro!
Tú tienes compasión de toda la raza humana porque recuerdas la debilidad de nuestra naturaleza, pero no
podemos excusarnos en ella, ni pretender insistir en nuestra maldad por causa de tu misericordia.
Porque cosecharemos lo sembrado y será todo nuestro ser quien lleve las marcas de las consecuencias de la
desobediencia.
Pues nos convertirá en personas amargadas, egoístas, iracundas, negativas y enfermas de diferentes dolencias.
Nuestra intención es la de acogernos a tu gracia y tu perdón, es la de corregir nuestro caminar y ser cada día
mejores personas, es la de ser agradecidos por tanta misericordia junta a favor nuestro.
Como dice Salmos 118:17: Aún no queremos morir. Queremos vivir y seguir hablando de lo que Dios ha
hecho.
Es tiempo y estamos a tiempo de anunciar todo lo que has hecho en nuestras vidas, porque muchas personas
necesitan oírlo. Hay tantos desorientados, hay tantos enfermos del cuerpo y tantos más, enfermos del alma,
afortunadamente, tú eres la solución para todos ellos, mi Dios.
Gracias por haber provisto a través del sacrificio de Cristo, la solución que nuestras vidas requerían, como lo
anunció el profeta Isaías en su libro, en el capítulo 53 versos 4 y 5: »A pesar de todo esto, él cargó con
nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores. Nosotros pensamos que Dios lo había herido y humillado.
Pero él fue herido por nuestras rebeliones, fue golpeado por nuestras maldades; él sufrió en nuestro lugar, y
gracias a sus heridas recibimos la paz y fuimos sanados.
A pesar de nuestra maldad, tú cargaste con nuestras enfermedades, tú soportaste todos los dolores, pero lo
hiciste para que pudiéramos acceder a tu paz y ser sanados.
¡Cuánto dolor sufriste Señor Jesús para darnos la sanidad que necesitamos! Es imposible no sentirnos
agradecidos, o amados.
Es imposible resistirnos a tu amor, o dejar de reconocer lo inmerecidas de tus bendiciones mi Dios.
Tu eres incomparable Señor, tu eres lo mejor que le pudo pasar a nuestras vidas. Nos entregamos
completamente confiados, pues sabemos, que la sanidad que requieren nuestros corazones quebrantados,
nuestras almas heridas y nuestros espíritus sedientos, provienen de ti.
Te adoramos y te bendecimos, nos declaramos enteramente confiados en tu amor, nos sentimos hijos, nos
sabemos seguros, sin importar que las circunstancias a nuestro alrededor nos amenacen, no hay poder que pueda
arrebatarnos de tu mano.
Podemos cantar, podemos proclamar, podemos anunciar, que tu amor nos sana, que el sacrificio de Cristo, fue
más que suficiente para librarnos de toda dolencia, para restaurar nuestra salud, que el mismo Espíritu que le
levantó de entre los muertos, actúa a nuestro favor para darnos el bienestar que requerimos.
Gracias nuestro Dios y Padre. En el nombre de nuestro amado Jesús. Amén
Padre amado venimos ante ti, reconocemos que tuyo es el poder, la gloria y la magnificencia por los siglos de
los siglos.
En tus manos está nuestro mundo y las naciones, acuérdate de nosotros en tu bondad; y visitarnos con tus
misericordias.
Toma el control de nuestra nación y de cada ciudad, que tu amor y misericordia estén sobre nuestros pueblos,
veredas y provincias.
Señor Jesús guárdanos de todo mal y peligro, de la peste destructora, porque tuyo es el Reino y el poder desde
ahora y para siempre.
Sana nuestra tierra, confesamos nuestros pecados, y los de nuestra nación, esperamos en ti Señor Jesús.
Hoy profetizamos vida sobre las naciones de la tierra, reconocemos el poder de tu sangre que derramaste en la
cruz del calvario.
Aplicamos tu sangre sobre nuestras naciones, ten misericordia Señor de nosotros.
Oramos que ninguna enfermedad, ningún virus podrá tocar nuestros cuerpos, ni los de nuestros familiares.
Activamos tus ángeles a nuestro alrededor que nos guarden y nos protejan de todo aquello que pueda
lastimarnos. Nos levantamos en fe y obediencia, creyendo que tus promesas son sí y amen a nuestras vidas y a
cuantos confiamos en ti.
Sálvanos del maligno que acecha nuestras vidas. Señor este es un tiempo para acercarnos más a ti, y así estar
fortalecidos.
Espíritu Santo ven, sopla de los cuatro vientos sobre la tierra y sobre nosotros, que tu fuego queme todo mal y
podamos ver tu victoria sobre nuestras vidas.
Queremos obedecerte, Tú honras oh Dios la obediencia y prometes hacer maravillas cuando nos rendimos a ti.
Nos volvemos como nación a ti; tu palabra dice: Bienaventurada la nación cuyo Dios es el Señor Dios de
Abraham, de Isaac y de Jacob.
Hoy más que nunca queremos obedecer, tu palabra dice que cuando un hombre ora y obedece el Dios
todopoderoso actuará poderosamente sobre el.
Queremos someternos a tu Santo Espíritu, para que transformes nuestros corazones, y nuestras naciones. En el
nombre de Jesús.
Señor bendecimos a cada persona que hoy se ha unido a esta oración, te pido que tu les guardes de todo mal;
guardes sus vidas, guardes su salida y entrada a donde deban dirigirse desde ahora y para siempre.
Padre amado encamínanos en tu verdad y enséñanos lo que quieres que aprendamos en este tiempo de prueba,
porque tu eres el Dios de nuestra salvación; En ti esperamos en todo tiempo.
Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros, Según esperamos en ti. Hoy declaro la palabra que está en el
libro de Salmos 31:24 Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, Y tome aliento vuestro corazón.
En el nombre de Jesús Amen y Amen
Rey del cielo, nos entregamos confiados en tu mano, sabiendo que ninguna adversidad por imposible que pueda
parecernos de superar, tiene ningún poder sobre nuestras vidas para limitarnos. Tú nos elegiste para cumplir una
tarea que debe ser hecha y aunque no fuéramos suficientes ante los ojos de nadie más, lo fuimos ante los tuyos
Papá. Gracias por tenernos en cuenta, gracias por amarnos y cuidarnos, por darnos aliento para continuar
cuando nos hemos detenido, para darnos todas las razones de porque sí, cuando nosotros sólo hemos visto las
razones porque no. Tu cumples tus palabras, tu eres fiel a tus promesas, lo que dijiste hacer por nosotros lo
harás indiscutiblemente. Llena nuestras vidas de fe Señor, fortalece nuestras rodillas endebles y nuestras manos
cansadas. Enséñanos a mirar más allá de las adversidades, porque muchas vendrán por nuestra causa y otras
tantas sin que tengamos velas en el asunto. Queremos usar todas las posibles excusas que puedan surgir en
nuestras vidas, como trampolín para impulsarnos a llegar todavía más lejos. De nuestras decisiones depende
hasta que lugar tu mano nos bendiga, porque sin duda alguna, tu no harás nuestra tarea Señor. Haznos
esforzados y valientes, capaces, entrenados y dispuestos para toda buena obra. En tus manos nos entregamos,
una y otra vez y todas las veces que sea necesario mi Rey. En el nombre de Cristo. Amén.
Hoy decido construir mi casa sobre la Roca que es tu hijo Jesucristo, hoy decido cimentar mi vida y la de mi
familia sobre tus verdades y tu espíritu santo que trae libertad, hoy declaro que mi casa está llena de tu
presencia y donde está tu espíritu Señor hay libertad, hoy declaro libertad sobre mi hogar, sobre mis hijos, sobre
mi esposo, esposa, sobre mis padres y declaro que así como he creído en ti viene la salvación a mi hogar, hoy
declaro que mi casa te sirve, que mi casa es un lugar de descanso y de paz, hoy declaro paz en la mente y el
corazón de los míos, inúndalos señor de pensamientos de bien para que ellos conozcan y comprueben tu buena
voluntad agradable y perfecta para nuestra familia y creyendo en ti oro también por aquellos de mi casa que no
te conoce para que tu traigas tu luz a sus vidas. Hoy reconozco que tienes un plan para mi familia y aun en
tiempos de crisis tus promesas permanecen, por eso estoy confiado y tranquilo en ti, porque la marea y la
tormenta no destruirá mi casa, veré tu gloria en mi familia y los días postreros serán aún mejor que los primeros
porque tu obra es permanente, y de algo estoy seguro y es que la buena obra que comenzaste en nosotros la
perfeccionarás en el día de tu regreso, me mantengo firme a la esperanza y vivo confiado porque fiel eres tu
quien me hizo la promesa, en el nombre de nuestro señor Jesucristo Amén.
Cuando confiamos en el Señor dicen las sagradas Escrituras que somos como el monte de Sion, que no se
mueve sino que permanece para siempre.
La persona que confía en Dios permanece. ¿Como permanece? permanece llena de paz, sus emociones no se
alteran en estos tiempos porque ninguna lesión acontece a su vida.
Cuando confiamos en el Señor, no seremos la presa de nuestros enemigos, sino que Dios hará caer a nuestros
enemigos en la fosa para ser el desayuno de los que diseñaron el mal para nosotros y sacarnos victoriosos.
Padre, así como Daniel durmió confiado, mientras que el rey se le fue el sueño que ninguna circunstancia de
esta vida robe mi descanso; sino que mis pensamientos estén fuertes y firmes a causa de mi confianza en ti
como todopoderoso.
cierra la boca de todo devorador que quiera venir encontrar de los míos, y derriba por tu poder Padre Santo todo
ataque que el enemigo este diseñado para derribar nuestras vidas. Amén
“YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA” NADIE VA AL PADRE SINO POR MI”
Cambio hoy el pesimismo por la esperanza de un buen futuro que has dado a mi vida, estoy confiado en ti,
grandes cosas que ojo no ha visto ni oído oyó son las que tú Señor has destinado para los que te aman, hoy abro
mi mente a todo lo que me quieres enseñar, sé Señor que tú tienes preparado grandes cosas y ocultas que aún no
conozco. Ahora veré las dificultades como la oportunidad que me estás dando para ver tu gloria en mi vida.
Tu dijiste dijo: “Conocerán la verdad y la verdad los hará libres” por eso no solo quiero escuchar de ti, quiero
escucharte a ti, no me basta con conocer de ti, quiero conocerte a ti, la verdad hecha hombre, cuando estoy cerca
de ti amado Jesús encontramos palabras de verdad, esas mismas que nos ayudan a apagar las mentiras del
enemigo, gracias por darme a tu espíritu santo, por otorgarme la libertad que solo tu puedes darme a través de
Él, tu palabra dice en 2 corintios 3:17
“Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.”
En tiempos en donde me sienta atacado decido cambiar cada mentira por la verdad de tu palabra pues sé señor
que la verdad permanecerá para siempre; más el que vive en mentira sólo por un momento. Con mi boca
declararé tus verdades y hago mías las palabras del salmista “Líbrame de mentirme a mí mismo; dame el
privilegio de conocer tus enseñanzas. He optado por ser fiel; estoy decidido a vivir de acuerdo con tus
ordenanzas”. En el nombre que es sobre todo nombre. Amén.
Amado Dios, hoy venimos ante ti con la armadura que nos entregaste y que tenemos puesta desde que te
aceptamos como nuestro único y suficiente salvador, perdónanos porque hemos luchado en nuestra fuerzas,
desconociendo todo el poder que nos otorgaste.
Hoy me pongo en posicion tomo tu espada y hago uso de la armadura que me diste como tu hijo, nada puede
venir contra mí, nada puede levantarse en contra de mi familia, economía, salud o mis finanzas. podemos estar
atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados;
derribados, pero no destruidos. En el nombre de JESÚS.
Avanzó, con la fe y la convicción de que tu peleas por mí, estas conmigo Señor.
Jesus tu me haz dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en tu debilidad. Por tanto, de buena
gana te glorificas más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí tu poder.
Creo firmemente que no debo tener miedo ni asustarme ante estos acontecimientos de dificultad que hoy
vivimos en nuestras naciones, porque esta guerra no es de nosotros sino tuya mi Dios. AMEN Y AMEN
Hoy todo lo guardamos, mañana todo lo tiramos; ya basta de guardar malos recuerdos, experiencias duras del
pasado, ofensas, orgullo, prepotencia y complejos. Es tiempo de botar todo lo que nos hace peso y nos limita
para alcanzar el buen futuro al que tu quieres conducirnos Señor.
Hoy rompemos, mañana cosemos; hoy podemos reparar lo que dañamos, sean relaciones con amigos, familiares
o conocidos. Si hicimos algo mal, sin importar la intención, es tiempo de reparar el daño, hasta donde nos sea
posible. Posiblemente quede la cicatriz, pero jamás quedará el dolor.
Hoy callamos, mañana hablamos; pues necesitamos aprender a oírte, a oír al otro, a controlar nuestra
impulsividad y a dejar que nuestro entendimiento tome el control, mucho antes que nuestras emociones.
Lo cierto es que callar es un arte que debemos aprender y que se perfecciona con el fruto del dominio propio
que proviene de la intervención activa de tu Santo Espíritu.
Hoy amamos, mañana odiamos; porque no atendemos con tiempo a aquellas señales de alerta que nos dicen que
estamos haciendo lo indebido. Podríamos amar siempre, no es imposible, si permitimos que tu guíes nuestros
actos, porque tu amor permanece para siempre.
Hoy tenemos guerra, mañana tenemos paz. Queremos llegar a esa paz que proviene de entregar nuestro
corazón a tí y aprender a ser humildes, reconociendo quien eres tu y quienes nosotros. Sabiendo que nuestro
prójimo es tan igual a nosotros, como para equivocarse como lo hacemos nosotros y para acertar como nosotros.
Nos entregamos a tu intervención oportuna Señor, para poder hacer ésta tarea de reparación de nuestra persona,
de nuestra casa y por ende de nuestra sociedad.
Todo empieza por nuestra decisión, todo empieza por casa. Todo es posible de hacer porque tú estás con
nosotros Señor.
Amén y amén