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Eronismo: Filosofía Política de Una Obstinación Argentina
Eronismo: Filosofía Política de Una Obstinación Argentina
Suplemento especial de
PáginaI12
1. derlo. Sabíamos que había pibes como vos.
Hablamos varias veces de ustedes en el Círculo
amus llega para el juicio. Sabe que Militar.
3.
Aramburu lo mira entrar. ¿Qué le va a decir
este afiebrado? Cada vez le ve más cara de loco,
de jacobino. De jacobino sin pueblo. Sin Revo-
lución Francesa. Se la inventó él a la Revolu-
ción. No puede contenerse. Dice:
–¿Y? ¿Qué decidieron? ¿Se suman a mi pro-
yecto o se hunden en las letrinas de la clandesti-
nidad?
III
–Qué frase, general –ironiza Fernando–. La ¿qué lograría? Le fallaron los suyos. No lo temor y los malos presentimientos, los peores.
voy a recordar. encontraron a tiempo. ¿Lo habrán buscado en Este país todavía no conoce la furia del Ejército
–¿Cuándo? serio? Argentino. Y lo que vimos hasta ahora, ¿qué
–Cuando lo recuerde a usted. –¿Quién puede saberlo? Hay muchos creti- fue? ¿Una muestra gratis? ¿La cola de una pelí-
–Me matan entonces. nos detrás de Onganía. Gente que me odia. cula de terror que todavía no se estrenó? Mal-
–¿Cómo puede suponer que nos vamos a Que le repugna mi plan de negociar con dito viejo, habría sido mejor decirle el fallo y
incorporar a su proyecto? Perón. Quieren verme muerto. Ustedes les van listo. General, vamos a matarlo. Y se acabó.
–Porque no puedo suponer que quieran sui- a hacer ese favor. Firmenich tenía razón. Ahora dice:
cidarse. Le voy a hablar claro, Abal Medina. –A nosotros también nos repugnan sus pla- –Yo creo que te equivocás. Que es un tipo
Aunque sea la última vez que lo haga. nes de arreglar con Perón. Pero por otro moti- común. Un gorila más. Importante, pero uno
–Hable. Nadie nos escucha. Nunca se va a vos. más. Hacenos un favor: terminemos con esto.
saber lo que nos dijimos en esta habitación. –Sin embargo, coinciden. Si volvés a hablar con él voy a tener que amasi-
–Yo estoy pagando por la sangre derramada –De ningún modo. Ellos quieren sostener el jarlo yo.
de Valle. La historia es eso. Una cadena de Estado Gorila. Nosotros queremos destruirlo. –Tranquilo, Pepe –dice Fernando, y esa vena
venganzas. Mi sangre va a reclamar la de uste- –Pero los dos quieren matarme. vuelve a viborearle en la frente. Firmenich lo
des. Matándome se condenan a morir, a que –Por distintas razones. Grave sería si fuera sabe: es peligroso cuando le pasa eso. Más de
los maten. Alguien me va a vengar. No lo por lo mismo. Usted se puso en un lugar peli- una vez dijo: “Si a Fernando lo ves con la vena
dude. Alguien, alguna vez, se va a sentir con groso. El de los conciliadores. Si las partes no hinchada, rajá”. Fernando dice–: Al general lo
tanto derecho como ustedes ahora. Este país quieren conciliar, los matan. Fuego cruzado. ejecuto yo. Y nadie más. –Agarra dos pistolas
todavía no conoce la furia del Ejército Argenti- Pero usted nos incomoda más que Onganía, el que hay sobre la mesa. Una de 9 mm. La otra
no. Tenemos un Ejército formado por la OAS otro que podría querer su vida. Usted no quie- es una 45. Dice–: Vamos.
y por la Escuela de las Américas. Si usted re sostener el Estado Gorila. Quiere crear un Empieza a amanecer.
supiera en serio, a fondo, lo que se enseña allí, nuevo régimen con el peronismo adentro. Los Aramburu los mira entrar. Ahí están: vienen
vacilaría. gorilas son brutos. Ni piensan en eso. Sólo a matarlo. Se acabaron las palabras. Cada uno
–Nosotros también nos formamos para la piensan en seguir con la represión. Su plan es sabe dónde está el otro. Qué piensa. Qué quie-
guerra. Pero no nos formaron torturadores sino el más hábil. Es hacer de Perón un general re hacer. Sobre todo –en su caso– qué hizo.
revolucionarios. No se equivoque. No va a manso dominado por la burguesía. Eso nunca. ¿Pensará Aramburu en Valle? Difícil. No me
conseguir que tenga miedo. Ni que vacile. Aramburu regresa al tuteo. Siempre que lo matan por lo de Valle. Soy un símbolo. El tipo
–Hágase esta pregunta. Se la hizo Gutiérrez hace es porque se siente perdido. Porque es su que lo tiró a Perón. Uno sabe los riesgos que
de la Concha a Castelli, cuando éste se prepa- última carta. toma. Debió prever esto. Pero nunca imaginó
raba para fusilar a Liniers. Le preguntó... –Sos un idiota, pibe. que podrían aparecer pibes así. Revolucionarios
–No se gaste, general. Hace tiempo que yo –Le exigí que no me tuteara. y peronistas, vengativos, irresponsables o
me hice esa pregunta. Me sorprende que usted –¿Cómo no te voy a tutear si sos un pendejo? valientes, lo mismo da. Pero con cojones.
la conozca. Vas a arruinar tu vida. Tu idealismo de los Carajo, quién lo hubiera dicho.
–Son sus prejuicios. Cree que los militares veinte años te va a costar muy caro. Yo tam- Le quitan las ataduras de las manos. Aram-
somos brutos. bién tuve veinte años. También tuve sueños de buru se restriega las muñecas. Las tiene hincha-
–Podría pasarme la noche ofreciéndole prue- juventud. Pero esos sueños no exigían la muer- das, hay algo de sangre.
bas. Volviendo a Castelli: Castelli era abogado. te de nadie. –Sentimos mucho eso, general –dice Fernan-
Gutiérrez de la Concha le preguntó qué juris- Fernando lo mira con desdén. Aramburu do–. De haber podido, lo habríamos evitado.
prudencia era la que lo autorizaba a matar pri- recibe de pleno esa mirada. Acaso nunca lo –Está dentro de las reglas –concede Arambu-
sioneros. Una pregunta tonta. Castelli era un miraron así. No con odio, sino como a un ru–. Siempre se amarra a los prisioneros. Pri-
revolucionario. El y su amigo Moreno. La pobre tipo. Lleva 15 años recibiendo halagos, sionero que se escapa deja de serlo. Secuestra-
jurisprudencia eran ellos. Toda revolución crea homenajes, reconocimientos. Pero este pibe se dor sin prisionero, también.
su propia jurisprudencia. ¿O ustedes hicieron permite mirarlo con menosprecio, con una –Somos muchos más que sus secuestradores
otra cosa? También la contrarrevolución crea repulsa tan extrema que hiere, que deshonra. Y –dice Firmenich.
sus propias leyes. O deroga las de los revolucio- con una altanería, con un irreverencia que, –¿Por qué?
narios. recién ahora, aparece en estado puro, sin los –Somos sus jueces. Lo juzgamos y decidimos
–Gutiérrez de la Concha dijo algo más. velos, sin las cortesías forzadas entre captores y que era culpable.
–A ver, general. Dígalo. ¿Lo leyó en Billiken? prisioneros. Ese menosprecio se expresa feroz- –Y ahora van a ejecutarme.
–Voy a dejar de lado esa ofensa. Olvidemos a mente, lejos de toda civilidad, de todo trato –Exactamente.
Castelli. Si cree que mis citas vienen del Billi- entre caballeros cuando le dice: –¿Puede pedirle algo, juez Firmenich?
ken voy a evitarlas. La cuestión se la voy a plan- –General, perdone mi franqueza. Pero usted, –¿Dice eso con ironía?
tear yo. Con mis palabras. Porque son mis a los veinte años, ya era un milico de mierda –¿Hubo ironía en mi voz?
ideas. con alma de asesino. –No me pareció.
–Soy todo oídos. Fernando abandona la habitación. Cierra de –Porque no la hubo.
–Usted se me presenta como un revoluciona- un portazo. –¿Qué quería pedirme, general?
rio. Quiere cambiar el régimen al cual yo pre- –Una tontería. Pero no querría caminar
tendo integrar a Perón. Usted, por el contrario, 4. hacia la muerte con el riesgo de cometer una
quiere usar a Perón para destruirlo. También Se reúne con los suyos. Firmenich lo recibe torpeza que me ponga en ridículo. ¿Me com-
Castelli quería cambiar un régimen. Fusilar a mal. prende, verdad?
Liniers era parte de ese cambio. –¿Tanto tardaste en decirle algo tan sencillo? –Por completo, general. ¿De qué se trata?
–Parte sustancial de ese cambio. General, lo vamos a amasijar. Eso era todo. –Ateme los cordones de los zapatos.
–Gutiérrez de la Concha le pregunta: doctor –No es un tipo común –dice Fernando. Aga- –Disculpe. No lo había notado.
Castelli, ¿qué clase de sistema es el que empieza rra un pedazo de pan y le pone manteca. No Firmenich apoya una rodilla en tierra y ata
de este modo? ¿Qué clase de sistema empieza sabe por qué, pero hablar con Aramburu le dio los cordones de Aramburu. Se pone en pie. Lo
fusilando prisioneros indefensos? hambre. ¿Qué pasa? ¿Le incomodó algo de lo mira. Aramburu no dice nada.
–No busque conmoverme, general. Son que dijo el condenado? No sabemos esto. Sabe- –Tenemos que atarle las manos a la espalda
demasiados argumentos para defender apenas mos que se acerca el final y que será Fernando –dice Fernando.
una vida. Aunque sea la suya. Gutiérrez, a el que tendrá que matarlo. Tal vez no haya sido –¿Otra vez atarme las manos? Vieron mis
quien llamo así para evitar la parte incómoda conveniente que lo conociera más allá de lo muñecas. Están a la miseria.
de su apellido, decía boludeces, con perdón. necesario. Aramburu era, para Fernando, una –No tanto, general –dice Fernando–. Sólo a
Una revolución tiene el derecho de matar a construcción ideológica: el que lo tiró a Perón, tono con las circunstancias. Así son las cosas.
quienes quieren impedirla. Si empieza así, el que lo fusiló a Valle, el que escondió a Evita, Los que enfrentan a un pelotón de fusilamien-
empieza bien. Usted me plantea una cuestión el gorila, el hombre de reserva del régimen. to lo hacen siempre con las manos atadas a la
de ética política. Una mariconada liberal. Todo Ahora corre el peligro de convertirse en un ser espalda.
sistema que empieza matando empieza mal. humano. Debiera haberlo previsto. Es más fácil –¿Me espera un pelotón de fusilamiento?
¿Usted me plantea eso? ¿El fusilador Arambu- matar a un rival ideológico que a una simple –No haga preguntas cuya respuesta conoce.
ru? Toda revolución que empieza y no mata persona. Le impresionó cuando quiso librarse –No por completo. Sé que no habrá pelotón.
cuando tiene que matar está perdida. de las ataduras. Cuando se lastimó las muñe- ¿Cómo me van a matar entonces?
–Van a matarme entonces. cas. Cuando le salió sangre. Ahí, el miedo del –Falta poco para lo sepa –Fernando mira a
Fernando no responde. Se toma un tiempo general se le volvió traslúcido. Se tenía prohibi- sus compañeros. Con su habitual parquedad,
que a Aramburu le parece eterno. Después, sin da la piedad. Había leído bien a Clausewitz: con aspereza, con ese tono acerado con que
solemnidad, pero con cierto aire marcial o con “Toda consideración de humanidad os hará sabe dar órdenes, dice–: Al sótano.
una clara dureza, dice: más débiles”, algo así. ¿Fue por eso que habló
–General Aramburu, el Tribunal lo senten- con Aramburu, que se arriesgó a escucharlo? (Continuará)
ció a la pena de muerte. Va a ser ejecutado en ¿Por una consideración de humanidad? Si por
PROXIMO
media hora. esa boludez le llegara a temblar la mano en el
DOMINGO Aramburu busca romper sus ataduras. Se las- momento decisivo, no se lo perdonaría. Y ade-
tima las muñecas. Le brota sangre. más: esa frase. Esa frase sobre el Ejército
El secuestro de –Ese nudo está muy bien hecho, general Argentino. No pudo evitar que se alojara en Colaboración:
Aramburu (conclusión) –dice Fernando–. Y aunque lograra desatarse, algún punto oscuro de su conciencia. Entre el Virginia Feinmann – Germán Ferrari