Está en la página 1de 13

1

Graciela Ritacco.

JEAN PAUL SARTRE

Jean Paul Sartre, filósofo francés de vasta influencia a lo largo del siglo XX,
nació en 1905 y murió en 1980. Su obra tuvo una gran difusión porque, además de
tratados de filosofía, fue también un gran literato, autor de novelas y obras de teatro. Se
lo conoce como un filósofo existencialista ateo. En 1943 publicó el Ser y la Nada,
quizás su obra filosófica de mayor envergadura. Sus intereses políticos lo aproximaron
al marxismo. Su fama como escritor de posguerra se extendió enormemente al finalizar
la Segunda Guerra Mundial (1945). Aunque se le adjud icó en 1964 el Premio Nobel de
Literatura, se negó a recibirlo por razones políticas. Con su Crítica de la Razón
Dialéctica (1960) buscó encontrar un fundamento antropológico existencial para el
marxismo, a la vez que darle un fundamento político a la antropología. N. Bobbio
considera que “como escritor, como personaje de sus libros y como pensador, es la
más perfecta encarnación del intelectual decadente; al decir la más perfecta, quiero decir
-dice Bobbio - no sólo la más consecuente, sino también la más lúcida y madura, la más
inteligente y sagaz.”1
Formula su pensamiento filosófico a través de una antropología centrada en los
problemas que aquejan al hombre llevándolo hasta la desesperación y la angustia. Se
concentra, para mostrarlo, en una serie de análisis fenomenológicos y psicológicos.
Podríamos decir que combina la descripción fenomenológica con la penetración
psicoanalítica y la crítica social.
“Simone de Beauvoir, en su libro La fuerza de la edad, insiste, con una curiosa
complacencia, acerca del temperamento ‘anarquista’ de Sartre. Debe retenerse este
rasgo. Notaremos, en este aspecto, el gusto de Sartre por la vagancia, diurna y nocturna,
a través de las ciudades por donde las circunstancias de su vida lo hacen pasar o donde
lo instalan. En La Nausea (1938) la ciudad significaba para él determinismo y
encuadramiento mecánico. Más tarde, establecido en París, la ciudad adquiere un
prestigio inesperado y Sartre manifiesta un gusto decidido por los cafés y los hoteles. El
anarquista teme todo lo que puede retenerlo: por definición, el ‘domicilio fijo’ es un
punto de fijación y una esclavitud, mientras que los cafés y los hoteles no son sino
lugares de pasaje que no encadenan la libertad. Sobre todo escribe Sartre, ‘una ciudad es
1
N. BOBBIO, El Existencialismo, México-Bs.As., 1954, p.78
2

una creación perpetua: sus escaparates, sus olores, sus ruidos, su vaivén pertenecen al
reino humano. Ahí todo es poesía en el sentido estricto del término. La gran ciudad es el
reflejo de este abismo: la libertad humana.’ (En Baudelaire) (La ciudad) es creadora de
libertad, tal como Sartre la concibe y, por de pronto, tal como, anarquista por
temperamento, la necesita en lo más profundo de sí mismo.”2
La conferencia El Existencialismo es un Humanismo (1946) bien puede
considerarse una accesible introducción a su pensamiento filosófico. A continuación se
expondrán algunos párrafos seleccionados de esta obra, a fin de dejarle la palabra al
propio Sastre para dar a conocer su pensamiento.

Existencialismo:
“Entendemos por Existencialismo una doctrina que hace posible la vida
humana y que, por otra parte, declara que toda verdad y toda acción implica un
medio y una subjetividad humana.”3
Queda claramente expuesta la precedencia de la subjetividad.

La existencia precede a la esencia:


“(Los existencialistas) consideran que la existencia precede a la esencia,
o si se prefiere, que hay que partir de la subjetividad.” (Ibid., p. 14)

Visión técnica del mundo:


A continuación Sastre explica detalladamente la precedencia de la existencia
respecto de la esencia:
“Consideremos un objeto fabricado, por ejemplo un libro o un
cortapapel. Ese objeto ha sido fabricado por un artesano que se ha inspirado en
un concepto; se ha referido al concepto de cortapapel, e igualmente a una técnica
de producción previa que forma parte del concepto, y que en el fondo es una
receta. (…) Diríamos entonces que en el caso del cortapapel (que tiene una
utilidad definida), le esencia –es decir el conjunto de recetas y de cualidades que
permiten producirlo y definirlo- precede a la existencia; y así está determinada la
presencia frente a mí, de tal o cual cortapapel, de tal o cual libro. Tenemos aquí,

2
R. JOLIVET, Sartre, Bs. As., 1963, p. 8
3
J.P. SARTRE, El existencialismo es un humanismo, Bs. As., 1949, p. 12
3

pues, una visión técnica del mundo, en la cual se puede decir que la producción
precede a la existencia.” (Ibid., p.14)

Descalificación de Dios- artesano y del hombre concebido como producto


creado:
Su explicación se completa de la siguiente manera:
“Al concebir un Dios creador, este Dios se asimila la mayoría de las
veces a un artesano superior; (…) admitimos siempre que la voluntad sigue más
o menos al entendimiento, o por lo menos lo acompaña, y que Dios, cuando
crea, sabe con precisión lo que crea. Así el concepto de hombre en el espíritu de
Dios es asimilable al concepto de cortapapel en el espíritu del industrial (…) Así
el hombre individual realiza cierto concepto que está en el entendimiento
divino.” (Ibid., p.14-15)
Si el hombre hubiera sido una criatura de Dios poseería una esencia que
lo predeterminaría a ser de acuerdo con las pautas puestas por su creador.

La concepción existencialista del hombre:


“El existencialismo ateo que yo represento- sigue Sastre- es más
coherente. Declara que si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la
existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por
ningún concepto, y que este ser es el hombre. (…) Que la existencia precede a la
esencia significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el
mundo y que después se define. El hombre, tal como lo concibe el
existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada, Sólo será
después, y será tal como se haya hecho. Así, pues, no hay naturaleza humana,
porque no hay Dios para concebirla.” (Ibid. p.15-16)
“Lo esencial es la contingencia. Quiero decir que, por definición, la
existencia no es la necesidad. Existir es estar ahí, simplemente; los existentes
aparecen, se dejan encontrar, pero no pueden nunca ser deducidos. Hay algunos,
según creo (dice en La Nausea), que han comprendido esto; sólo que ellos han
intentado superar esta contingencia inventando un ser necesario y causa de sí.
Ahora bien: ningún ser necesario puede explicar la existencia: la contingencia no
es una ilusión, una apariencia que se puede disipar; es lo absoluto, por
consiguiente, la gratuidad perfecta.”
4

El hombre es lo que él se hace:


Sartre desarrolla una filosofía de la libertad humana, que no reconoce limitación
alguna, en tanto no está sujeta a absolutamente nada. La libertad sartreana, expresión de
una permanente contingencia, resulta constitutiva de lo humano. Los actos libres son el
fruto de las decisiones momentáneas, que conforman la libertad. Libertad es, para
Sartre, libre albedrío, o sea la capacidad humana de optar en cada una de las elecciones.
“El hombre – dice Sartre - es el único que no sólo es tal como él se
concibe, sino tal como él se quiere (…) el hombre no es otra cosa que lo que él
se hace. Éste es el primer principio del existencialismo. Es también lo que se
llama la subjetividad.” (Ibid, p.16)

El proyecto:
Sastre explica la radicalidad del hacerse:
“Queremos decir que el hombre empieza por existir, es decir, empieza
por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse
hacia el porvenir. El hombre es ante todo un proyecto que se vive
subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor; nada
existe previamente a este proyecto.” (Ibid., p.16)
“El hombre no es nada más que su proyecto, no existe más que en la
medida en que se realiza no es por lo tanto más que el conjunto de sus actos,
nada más que su vida.” (Ibid. p. 28)

La responsabilidad:
“Pero si verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es
responsable de lo que es. Así el primer paso del existencialismo es poner a todo
hombre en posesión de lo que es y asentar sobre él la responsabilidad total de su
existencia. (…) No queremos decir que es responsable de su estricta
individualidad, sino que es responsable de todos los hombres. “(Ibid. p.17)

El hombre es libertad, la elección:


“Cuando decimos que el hombre se elige, entendemos que cada uno de
nosotros se elige, pero también queremos decir con esto que al elegirse elige a
todos los hombres. En efecto, no hay ninguno de nuestros actos que al crear al
5

hombre que queremos ser, no cree al mismo tiempo una imagen del hombre tal
como consideramos que debe ser. Elegir ser esto o aquello, es afirmar al mismo
tiempo el valor de lo que elegimos, porque nunca podemos elegir mal; lo que
elegimos es siempre el bien, y nada pude ser bueno para nosotros sin serlo para
todos.” (Ibid., p. 17)
“Dostoiewsky escribe: ‘Si Dios no existiera, todo estaría permitido’. Éste
es el punto de partida del existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios
no existe y en consecuencia el hombre está abandonado, porque no encuentra ni
en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo, excusas.
(…) Si Dios no existe no encontramos frente a nosotros valores u órdenes que
legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros, en
el dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas. Estamos solos, sin
excusas. (…) El hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha
creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado
al mundo es responsable de todo lo que hace. (…) El hombre, sin ningún apoyo
ni socorro, está condenado a cada instante a inventar al hombre.” (Ibid., p. 21-
22)
“Usted es libre, elija, es decir invente. Ninguna moral general puede
indicar lo que hay que hacer; no hay signos en el mundo.” (Ibid., p. 25)
“Lo que no es posible es no elegir. Puedo siempre elegir, pero tengo que
saber que, si no elijo, también elijo.” (Ibid., p.35)
“Antes de que ustedes vivan, la vida no es nada; les corresponde a
ustedes darle un sentido, y el valor no es otra cosa que el sentido que ustedes
eligen.” (Ibid., p.41)
La libertad es el resultado de la elección, imposible de evitar. El hombre opta a
su arbitrio, sin que deba adherirse a norma o valor alguno. En cada elección se
determina lo elegido como un valor, por el mismo hecho de haber sido elegido. La
abismalidad de la libertad es de tal envergadura que no está al alcance del hombre la
posibilidad de no ser libre. El hombre no elige ser libre sino que está condenado a serlo.
Todo acto humano está signado por la libertad, incluso es libre quien optara por la
decisión de prescindir o rechazar la posibilidad de la elección.

El desamparo:
6

“No hay otro universo que este universo humano, el universo de la


subjetividad humana. (…) Recordamos al hombre que no hay otro legislador que
él mismo, y que es en el desamparo donde decidirá de sí mismo. (…) Es
necesario que el hombre se encuentre a sí mismo y se convenza de que nada
puede salvarlo de sí mismo.” (Ibid. p. 43)
“El desamparo implica que elijamos nosotros mismos nuestro ser. El
desamparo va junto con la angustia. (Ibid., p.26)
“Así, nuestra responsabilidad es mucho mayor de lo que podríamos
suponer, porque compromete a la humanidad entera. (…) El existencialista suele
declarar que el hombre es angustia. Esto significa que el hombre que se
compromete y que se da cuenta de que es no sólo el que elige ser, sino también
un legislador, que elige al mismo tiempo que a sí mismo a la humanidad entera,
no puede escapar al sentimiento de su total y profunda responsabilidad.” (Ibid.
p.18)
“Se trata de una simple angustia, que conocen todos los que han tenido
responsabilidades. (…) Porque esto supone que enfrentan una pluralidad de
posibilidades, y cuando eligen una, se dan cuenta que sólo tiene valor porque ha
sido elegida. (…) Se explica además por una responsabilidad directa frente a los
otros hombres que compromete.” (Ibid., p. 20)
Al no poder evadir la necesidad de elegir, el hombre se angustia, por las
implicancias inevitables de cualquier elección que se haga. De ahí la imposibilidad de
escapar de la angustia, consecuencia de la toma de conciencia de la carga de la libre
elección. Este es el caso de los personajes de la novela Los caminos de la libertad,
quienes viven cada instante de sus vidas ‘existencialmente’.

Mala fe, compromiso, autenticidad:


“Hay que preguntarse siempre: ¿Qué sucedería si todo el mundo hiciera
lo mismo? Y no se escapa uno de este pensamiento inquietante sino por una
especie de mala fe.” (Ibid. p.18)
“Si hemos definido la situación del hombre como una elección libre, sin
excusas y sin ayuda, todo hombre que se refugia detrás de la excusa de sus
pasiones, todo hombre que inventa un determinismo, es un hombre de mala fe.
(…) La mala fe es evidentemente una mentira, porque disimula la total libertad
del compromiso. (…) La actitud de estricta coherencia es la actitud de buena fe.
7

(…) cuando declaro que la libertad a través de cada circunstancia concreta no


puede tener otro fin que quererse a sí mismo, si el hombre ha reconocido que
establece valores, en el desamparo no puede querer sino una cosa, la libertad,
como fundamento de todos los valores. Quiere decir simplemente que los actos
de los hombres de buena fe tienen como última significación la búsqueda de la
libertad como tal. (…) Pero esta libertad se quiere en lo concreto.” (Ibid., p. 38-
39)
“El destino del hombre está en él mismo. (…) Sólo hay una esperanza en
su acción y la única cosa que permite vivir al hombre es el acto. Tenemos que
vérnosla con una moral de acción y de compromiso.” (Ibid., p. 31)
“Lo que el existencialismo tiene interés en demostrar es el enlace del
carácter absoluto del compromiso libre, por el que cada hombre debe realizar un
tipo de humanidad.” (Ibid., p. 34)
“El hombre se hace; no está todo hecho desde el principio, se hace al
elegir su moral, y la presión de las circunstancias es tal que no puede dejar de
elegir una. No definimos al hombre sino en relación con un compromiso.” (Ibid.
p. 37)
“En consecuencia, cuando en el plano de la autenticidad total, he
reconocido que el hombre es un ser en el cual la esencia está precedida por la
existencia, que es un ser libre que no puede, en circunstancias diversas, sino
querer su libertad, he reconocido al mismo tiempo que no puedo menos de
querer la libertad de los otros.“ (Ibid., p.39)

La situación:
“El hombre se encuentra en una situación organizada, donde está él
mismo comprometido, compromete con su elección a la humanidad entera, y no
puede evitar elegir. (…) Sin duda elige sin referirse a valores preestablecidos,
pero es injusto tacharlo de capricho.” (Ibid., p.35-36)
Sartre promueve una ética de la autenticidad en la que cada cual debe hacerse
cargo de sus elecciones, elecciones para las que ningún código anterior a ellas puede
dar una justificación. Quien se somete completamente a sus impresiones, sin rechazarlas
ni asumirlas según determinaciones impuestas, es alguien que ejercita su libre albedrío,
sin ‘enajenarse’ por seguir las reglas impuestas desde afuera del yo, verdadera ‘trampa’
en la que cae el ‘burgués’, al que Sartre llama ‘’puerco’. En cambio, el hombre ‘de
8

buena fe’, que no tiene apoyo alguno fuera de su propia elección, se atreve a
experimentar ‘la nausea’, producto del sentimiento de ahogo que nace al descubrir que
tras las cosas no existe nada. La experiencia del absurdo, como contingencia definitiva,
se expresa en el tedio. Precisamente, el aburrimiento - con su carga de indiferencia-
permite descubrir lo existente. La existencia se experimenta como absurdidez. En ese
momento la conciencia y el mundo se dan simultáneamente. “El mundo no ha creado el
Yo; el Yo no ha creado el mundo” (La trascendencia del Ego, 1936).

Influencias de la fenomenología de Husserl y de la filosofía de Heidegger se


observan en El Ser y la Nada . Sartre elabora con esta obra una ontología puramente
descriptiva y clasificatoria. Presenta dos tipos de seres, irreductibles entre sí: lo que es
en-sí (en soi) y lo que es para-sí (pour soi).

En-sí:
El ente es en-sí, es lo que es. “Todo lo que es, es en acto”: el ente es actual,
carente de toda potencialidad o posibilidad. Totalmente pasivo, inerte, desprovisto de
toda consciencia. Es contingente, absurdo. Referirlo a un Dios o una creación resultaría
contradictorio y sin sentido. El ente reposa en-sí, es compacto, ‘viscoso’, ‘aglutinante’,
no tiene relación con otros.

Para-sí:
Pero hay en el mundo otro tipo de seres: está también el para-sí, el hombre. El
para-sí es fluido, cambiante, dinámico. Es para-sí porque es capaz de tomar consciencia
de sí mismo. El hombre no es un ente, un en-sí, sino una nada. Nada, que se va haciendo
un para-sí, o sea alguien que se reponsabiliza de sus actos, precisamente en la misma
medida en que reconoce la nada de lo que es en- sí, en la que el hombre está inmerso.
El cuerpo del hombre, sus hábitos y costumbres son el en-sí de cada hombre. El ser
hombre, el para- sí, es un proceso permanente de transformar en nada lo entificado y
solidificado del en-sí. La nada no proviene del ente sino del hombre, que la abriga. El
para sí, que es el hombre, no es una cosa, sino la nihilificación de los entes. Pero el
hombre se encuentra siempre en una situación, características que deben ser superadas
por la libre asunción consciente, al asumir el compromiso existencial del que se hace
cargo el para-sí. El hombre no tiene una esencia determinada, su existencia precede a
la esencia. Las condiciones en que se encuentra el hombre son de facto, existe, está
9

tirado en el mundo. Por eso, trascender la facticidad es la tarea humana por excelencia.
Facticidad y el acto de trascender dicha facticidad es la dialéctica es la que se encuentra
arrojado el hombre. Le corresponde al hombre ir haciéndose a sí mismo ‘hombre’,
para-sí, a través de las elecciones constantes e inevitables. Ese proceso otorga al
hombre toda la responsabilidad por el significado que se le adjudique al mundo. El
para-sí es la toma de consciencia del existir, como espontaneidad del libre albedrío.
“El hombre está continuamente fuera de sí mismo; es proyectándose y
perdiéndose fuera de sí mismo como hace existir al hombre, y por otra parte, es
persiguiendo fines trascendentales como puede existir; siendo el hombre este
rebasamiento de sí mismo, y no captando los objetos sino en relación a este
rebasamiento, está en el corazón y en el centro de este rebasamiento. (…) Esta
unión de la trascendencia, como constitutiva del hombre –no en el sentido en
que Dios es trascendente, sino en el sentido de rebasamiento, y de la
subjetividad, en el sentido de que el hombre no está encerrado en sí mismo sino
presente siempre en un universo humano, es lo que llamamos humanismo
existencialista.” (Ibid., p. 43)
El hombre es una libertad operante, que al tomar conciencia de sus
condicionamientos, va más allá de ellos, mediante sus actos electivos. La misma
libertad de elegirse le provoca al hombre una angustia inevitable. El para-sí tiene por
delante suyo sólo posibilidades, la fluidez de lo posible lo pone ante la obligatoriedad de
la opción, y al elegir algo lo dota de valor por el sólo hecho de elegirlo. Todo ello le
provoca una profunda angustia, causada por la necesidad de elegir, por la libertad que lo
condena a ser libre, desearía, por tanto, sólo ‘ser’ simplemente. Pero no quiere ser un
mero en-sí, quisiera ser un en-sí que sea a la vez un para-sí. Esta contradicción es un
imposible: el hombre es, dice Sartre en El Ser y la Nada, “una pasión inútil”.

Para-otro:
A la vez, el para-sí es también para-otro (pour autrui), porque el hombre está
destinado a la relación con otro. La sexualidad es una muestra de ello. El ser para-otro
se nos presenta de improviso, aparece, se encuentra. En algunos casos la vergüenza nos
permite reconocer que estamos en presencia de otro. La mirada del otro se introduce en
nuestro mundo convirtiéndonos en objeto. En el encuentro con el otro se produce un
conato de dominio puesto que se busca dominar la libertad del otro. El otro nos
transforma en un objeto, nos cosifica, en un proceso de alienación.
10

“Por el yo pienso, contrariamente a la filosofía de Descartes,


contrariamente a la filosofía de Kant, nos captamos a nosotros mismos frente al
otro, y el otro es tan cierto para nosotros como nosotros mismos. Así el hombre
que se capta directamente por el cogito (yo pienso), descubre también a todos los
otros y los descubre como la condición de su existencia. Se da cuenta de que no
puede ser nada (en el sentido en se dice que se es espiritual, o que se es malo, o
que se es celoso), salvo que los otros lo reconozcan por tal. Para obtener una
verdad cualquiera sobre mí, es necesario que pase por otro, El otro es
indispensable a mi existencia tanto como el conocimiento que tengo de mí
mismo. En estas condiciones, el descubrimiento de mi intimidad me descubre al
mismo tiempo al otro, como una libertad colocada frente a mí, que no piensa y
que no quiere sino a favor o en contra de mí. Así descubrimos en seguida un
mundo que llamaremos la ‘intersubjetividad’, y en este mundo el hombre decide
lo que es y lo que son los otros.” (Ibid. p. 32-33)

ALGUNAS OBRAS DE J. P. SARTRE:

Filosóficas:
L’imagination, 1936
Esquisse d’une théorie de l’emotion, 1940
L’imaginaire, 1939
L’Être et le néant, 1943
L’existencialisme est un humanisme, 1946
Baudelaire, 1947
Situations , 1947- 1976
Critique de la raison dialectique, 1960
Les Mots, 1964
Literarias:
La Nausée, 1938
Les Mouches, 1943
Huis-clos, 1944
Les Chemins de la liberté, 1945-1949
Les Mains sales, 1947
11

Tras su muerte se publicaron:


Cahiers pour une morale, 1983
Vérité et Existente, 1989

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA:

N. ABBAGNANO, Introducción al existencialismo, México, 1955


N.BOBBIO, El existencialismo, México, 1949
M. BOCHENSKI, La filosofía actual, México-Bs.As., 1949
L. ELDERS, Sartre, Madrid, 1977
R. JOLIVET, Las doctrinas existencialistas, Madrid, 1962

LECTURAS OBLIGATORIAS:

1) A PUERTA CERRADA , 1944 (traducción de A. Bernárdez; Bs.


As., Editorial Losada, 2004 – reproduce la edición de1948)

I. Explique de acuerdo con las categorías filosóficas expuestas anteriormente el


sentido que proporciona la sumatoria de las siguientes frases:
Garcin: “La indiscreción grosera e insoportable de su mirada.” (Escena 1, p. 13)
“¿Entonces voy a vivir sin párpados? Sin párpados, sin sueño, es todo uno.” (p.
14)
“Los ojos abiertos. Para siempre.” (p. 15)
Estelle: “Es insoportable. ¿Y ha de sucederme por intermedio de ustedes dos?”
(Escena V, p.25)
·Inés: “Estamos en el infierno, nenita; aquí nunca hay error y nunca se condena a
la gente por nada.” (p.26)
“El verdugo es cada uno para los otros dos.” (Escena V, p.27)
Inés: “Yo te veo. Toda entera. Hazme preguntas. No habrá espejo más fiel.”
(p.30) “O si yo cerrara los ojos, si me negara a mirarte, ¿qué harías de toda esa
belleza? (p.31)
12

Estelle: “Me veía como los demás me veían, así me mantenía despierta. (…)
Pero no puedo quedarme sin espejo toda la eternidad. (p.29) Mi imagen en los
espejos estaba domesticada, la conocía tan bien…” (p.31)
Inés: “Su silencio me grita en las orejas (…) sé que usted oye el mío. (…) Hasta
el rostro me ha robado: usted lo conoce y yo no lo conozco.” (pp. 31-32)
Garcin: “Dentro de un rato estaremos desnudos como gusanos.” (p. 33)
“No quiero empantanarme en tus ojos. ¡Eres húmeda! ¡Eres blanda! Eres un
pulpo, eres una marisma.” (p.52)
Inés: “Sólo soy la mirada que te ve, sólo este pensamiento incoloro que te
piensa.” (p.55)
“Os, os veo; yo sola soy una multitud, la multitud.” (p. 56)
Garcin: “¿Me verás siempre? (…) Habían previsto que me quedaría delante de
esta chimenea, oprimiendo el bronce con la mano, con todas esas miradas sobre
mí. Todas esas miradas que me devoran… (…) No hay necesidad de parrillas; el
infierno son los Demás.” (p.56)

II. Haga lo mismo con las siguientes frases:


Garcin : “Después de todo, viví siempre con muebles que no me gustaban y en
situaciones falsas; me encantaba.” (Escena1, p.11)
“Miro la situación de frente.” (p.13)
Estelle: “Quizá nunca hemos estado tan vivos.” (Escena V, p.21)
Garcin: “Estoy poniendo mi vida en orden.” (p. 22)
Estelle: “Quizá podrá reprochárseme, en nombre de ciertos principios, …” (p.
26)
Inés: “Condenada, la santita. Condenado, el héroe sin reproche.” (p. 26)
Garcin: “Cada uno de nosotros tiene bastante que hacer consigo mismo, (…)
Callarse. Mirar en uno mismo, no levantar nunca la cabeza.” (p. 27)
Estelle: “Cuando no me veo, es inútil que me palpe; me pregunto si existo de
verdad.” (p.29)
Garcin: “Nos sentaremos de nuevo tranquilamente, cerraremos los ojos y cada
uno tratará de olvidar la presencia de los demás.” (p. 32)
Inés: “Quiero elegir mi infierno; quiero mirarlo con todos mis ojos y luchar a
cara descubierta.” (p. 33)
13

Garcin: “Mientras cada uno de nosotros no haya confesado por qué lo han
condenado, no sabremos nada. (…) cuando conozcamos nuestros monstruos…”
(p.34)
“Daría cualquier cosa por verme en un espejo” (p.39)
Estelle: “Tú eres el que debe decidir.” (p.48)
Garcin: “¿Pero son esas las verdaderas razones?” (p. 48)
Inés: “Pero el miedo, el odio y todas las suciedades que uno oculta son también
razones. Vamos, busca, interrógate.” (p. 48)
Garcin: “Me espié. Me seguí el rastro. Me parece que pasé una vida entera
interrogándome, pero qué, el acto estaba allí.” (p. 48-49) “¿Puede juzgarse una
vida por un solo acto?” (p.54)
Inés: “Sólo los actos deciden acerca de lo que se ha querido.” (p. 54)
Garcin: “He muerto demasiado pronto. No me dieron tiempo para ejecutar mis
actos.” (p.54)
Inés: “Se muere siempre demasiado pronto –o demasiado tarde-. Y sin embargo
la vida está ahí, terminada; trazada la línea, hay que hacer la suma. No eres nada
más que tu vida.” (pp. 54-55)

2) LAS MANOS SUCIAS , 1947 (traducción de A. Bernárdez; Bs.As.,


Editorial Losada, 2004 – reproduce la edición de1948)

Analice el comportamiento de Hugo y las reflexiones que lo acompañan


de acuerdo con el pensamiento filosófico y político de Sastre. Distinga
los diversos momentos del proceso narrado en la obra teatral.

También podría gustarte