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Aira Toni - La Politica de Las Emociones-67
Aira Toni - La Politica de Las Emociones-67
ciudadanos encuestados tras su mítico primer debate (1960), quienes lo habían
seguido por la radio dieron como ganador a Nixon, mientras que los televidentes
dieron la victoria a JFK. El día de las elecciones, el demócrata se acabaría
imponiendo por muy poco al conservador. Más de medio siglo después, ¿alguien
duda del peso creciente que ha adquirido el factor imagen y su trabajo estratégico
como elemento decantador del favor del público, no solo en el ámbito político?
No se puede desligar imagen de mensaje. Para entender el conjunto del
mensaje político, hoy en día simplemente no se puede hacer porque en la génesis
del mensaje político, en su gestación, y luego en su construcción, incluso en los
casos más reactivos y tácticos, está presente la obsesión por la imagen, el intento de
su control, así como de las interpretaciones que harán los prescriptores de los
medios o las redes sociales.
En este sentido, un libro de los psicólogos Stephen J. Martin y Joseph Marks
publicado a finales de 2019, nos apunta a qué atendemos, a qué no y el porqué de
una cosa y de la otra. Messengers: Who We Listen To, Who We Don’t, And Why, con
los ejecutivos de empresa como protagonistas, nos analiza la excesiva atención que
prestamos a la apariencia. Pero sus conclusiones valen para los ejecutivos y
también para los políticos. Y especialmente, para los aspirantes a «jefe del
Ejecutivo», término habitual para un presidente o primer ministro. Los autores de
Messengers apuntan muy exhaustivamente y rigurosamente cómo las personas
respondemos sobre todo a las señales que descodificamos visualmente. Reafirman
que las evaluaciones sobre los demás son extremadamente subjetivas y fácilmente
desviadas por las apariencias. Eso sugiere que se puede lograr mucho mediante el
uso de inteligencia artificial en las decisiones de contratación y promoción, siempre
que la programación se realice correctamente y se centre en las calificaciones de los
candidatos. Una computadora no se distrae con una cara bonita. Pero nosotros, los
humanos, sí.
El mencionado libro reseñado por The Economist sugiere varios ejemplos:
¿por qué los peatones son más propensos —tres veces más propensos, según un
estudio— a desafiar las leyes de tráfico —cruzar un paso de cebra con el semáforo
en rojo, por ejemplo— para seguir a un hombre y pasar al otro lado de la calle si
ese hombre viste traje, que cuando lo hace alguien en tejanos? U otro caso similar:
los conductores atrapados en un semáforo tardan más en tocar la bocina si el coche
que tienen enfrente es de una marca de prestigio.
Lo que estos ejemplos nos dicen de fondo viene de lejos y ahora, en una
sociedad obsesionada por la imagen, se sublima. El sociólogo William Davies ya