VIERNES DE LA SEMANA VEINTIDOS DEL TIEMPO ORDINARIO.
SAN GREGORIO MAGNO, PAPA Y DOCTOR DE LA
IGLESIA. MONITOR: La carta de san Pablo a los colosenses nos comparte un himno hermoso, que se cantaba en las primeras comunidades cristianas y cuyo centro tiene a Cristo Jesús, nuestro Señor. San Pablo celebra ahora el primado verdaderamente universal de Cristo Resucitado y exalta su fiesta triunfal sobre todo el universo. El Evangelio según san Lucas nos comunica una controversia a propósito del ayuno. Pongamos atención. IDEAS PARA LA HOMILÍA Estimadas hermanas y estimados hermanos. San Pablo celebra ahora el primado verdaderamente universal de Cristo Resucitado y exalta su fiesta triunfal sobre todo el universo. Con un célebre himno cristológico –y destacando así su estatura única– el Apóstol canta la doble e inseparable función de Jesucristo: la creadora y la redentora. En cuanto “Hijo por excelencia”, Él es la cabeza y el prototipo de la nueva humanidad. Es precisamente por la Encarnación del Verbo preexistente como ha entrado plenamente en el mundo lo trascendente, a fin de pacificar a los ángeles con los hombres y a los hombres con Dios. Estimada familia. Siempre es difícil romper con los viejos hábitos, con la costumbre. El ayuno no es una práctica de mera apariencia que pueda ser llenada con simples formalismos externos. Hoy el Evangelio nos invita a profundizar en el encuentro con el Señor, que es la finalidad de la oración y del ayuno. Hoy, el Señor Jesús nos indica que el auténtico discípulo misionero debe convertirse en “amigo del Novio”, invitado a establecer así una relación muy personal con el Señor Jesús. De ahí que lo “nuevo” que Él anuncia requiera un cambio radical de mentalidad, esto es, “odres nuevos”. Sólo entonces la vida cristiana se convertirá en un válido motivo de fiesta. ¿Pero cómo surge la cuestión del ayuno y la oración? Veamos. Una de las preocupaciones constantes del pueblo de Israel era la de hacer la voluntad de Dios, de modo que la propia conducta fuera agradable a Dios. Para esto estaba la Ley de Moisés. Se quería estar seguros de que ningún elemento de la vida cotidiana escapara a la vivencia de la misericordia de Dios. Los hombres tienen que honrar a Dios, no a los hombres. La única aprobación que importa es la de Dios. Si se busca el aplauso de la gente, se pierde todo mérito ante Dios. Se convierte en espectáculo. Se convierte en circo. Ya no importa Dios, sino en ser vistos por medio mundo. Cuando uno busca mirarse sólo a sí mismo en estas prácticas, ya no se mira a Dios, ya no se hace lo que Él quiere. Es espejismo, es engaño. El Señor Jesús pone en guardia contra la hipocresía de los fariseos, aduciendo a los ejemplos del ayuno, de la oración, y del vestido nuevo y el vino nuevo. Todo inicia porque los fariseos y los escribas le reclaman al Señor Jesús que sus discípulos no ayunan ni hacen oración, sino que comen y beben. El Señor Jesús no está en contra de tales obras de piedad. Al contrario, quiere que sus discípulos las practiquen. Con lo que no está de acuerdo es con el modo en que las llevan a cabo los fariseos. Por ejemplo, la limosna era importantísima entre los judíos en general (Dt 15,7-11). El Señor Jesús y su grupo, a pesar de vivir modestamente, practicaban la limosna y lo mismo hicieron los primeros cristianos; lo que no admite, es que se haga limosna para “quedar bien”. El Señor Jesús no busca criticar la oración; lo que no admite, es que se manipule lo más sagrado, la relación con Dios, para “quedar bien delante de la gente”. Veamos, la cuestión de la limosna, la oración y el ayuno. LA CUESTIÓN DE LA LIMOSNA. Esta acción denota en el que comparte la presencia de Dios en su corazón. En diversos textos de la Biblia aparece que dar limosna es parte de lo que Dios pide. Hay que dar limosna, pero sin espectacularidad, para que “nos vea la gente”, tentación muy recurrente entre los escribas y fariseos. En el fondo es compartir lo que somos y lo que tenemos, sabiendo que la creación tiene un solo dueño: Dios. Y que Él espera que cuidemos la creación y compartamos las riquezas que tenemos. LA CUESTIÓN DE LA ORACIÓN. El pueblo de Israel hacía muchos rezos u oraciones: al levantarse, al acostarse, al salir de casa, al ingresar a la casa, al comer, en las diversas peregrinaciones a la ciudad de Jerusalén, los sábados en las sinagogas, etc. El Señor Jesús cuando habla de la oración señala más bien la importancia del encuentro y no de la espectacularidad. “Entra en la intimidad de tu cuarto y con Dios”. Para el Señor Jesús la oración no es un espectáculo público, sino un profundo e intenso diálogo con Dios. Dios es nuestro Padre amoroso que siempre nos escucha. LA CUESTIÓN DEL AYUNO. El pueblo de Israel hacía ayunos como muestra de dolor, de penitencia, de arrepentimiento. Se hacía ayuno con ocasión de un duelo, cuando fallecía un familiar o conocido. Se hacía ayuno con ocasión de una enfermedad o de un desastre natural. O se hacía ayuno simplemente para mostrar la actitud religiosa de quien recurre a Dios con amor y confianza. Era expresión de dolor por los pecados cometidos. Una especie de reparación del daño ante Dios. La limosna, la oración y el ayuno en el fondo son motivaciones, son acciones que nos llevan al testimonio; una especie de expresión de lo que recibimos de Dios. El testimonio tiene una doble orientación. Dar gracias al Señor por lo recibido, siempre en el corazón; pero también reconocer en los hechos que somos amados por el Señor. Ayúdanos, Señor Jesús, ayúdanos a dar testimonio de ti. Ayúdanos, Señor Jesús, para que siempre nuestra vida sea una experiencia de gratitud por tu gran amor por nosotros. Ayúdanos, Señor Jesús, a vivir en serio tu perdón. Ayúdanos, Señor Jesús, a vivir en serio el compromiso por una nueva sociedad; a construir la esperanza por un mundo nuevo. Ayúdanos, Señor Jesús, ayúdanos a vivir la bondad y la búsqueda de la paz. Ayúdanos, Señor Jesús, ayúdanos a vivir la generosidad y el respeto. Ayúdanos, Señor Jesús, ayúdanos a vivir esa salvación que tú nos das porque ese es el quehacer en el cual sí seremos libres de tanta miseria y de tanto pecado. Ayúdanos, Señor Jesús, ayúdanos a vivir tu presencia siempre llena de promesas de amor y de esperanza. Gracias, Señor Jesús, tú viviste con plenitud la oración, el ayuno y la limosna, ayúdanos. Gracias, porque tú sí eres el que hace, porque tú sí eres el que practica la misericordia, porque tú sí eres el generoso, porque tú sí eres el que no pierde la esperanza, porque tú sí eres el que a pesar de cómo somos nosotros nos amas de verdad y nos das repetidas oportunidades para cambiar. Ayúdanos, Señor Jesús. Gracias por ese testimonio que tú nos das. Gracias, Señor Jesús, porque tú sí nos amas y nos das ese reino tuyo, nuevo y pleno, de amor y de paz. Ayúdanos, Señor Jesús, QUE ASÍ SEA. ORACIÓN UNIVERSAL CONSCIENTES DE QUE SIN LA AYUDA DE DIOS NO PODEMOS NADA, DIRIJAMOS NUESTRAS SÚPLICAS INSISTENTES AL SEÑOR. UNÁMONOS A CADA PETICIÓN DICIENDO: TE ROGAMOS, SEÑOR. Por los militantes cristianos, por las comunidades en las que trabajan y por los que empiezan a abrirse al Evangelio. TODOS: TE ROGAMOS, SEÑOR. Por los niños que acaban de nacer, por los que dan sus primeros pasos por la vida, por los adolescentes y por los jóvenes, por los adultos y por los ancianos. TODOS: TE ROGAMOS, SEÑOR. Por los que sufren largas noches de insomnio, por los accidentados que han quedado reducidos a la inactividad. TODOS: TE ROGAMOS, SEÑOR. Por nuestros amigos y por nuestros enemigos, por todas las intenciones que han sido encomendadas a nuestra oración. Por quienes estamos aquí y por quienes nos siguen a través de las redes sociales. TODOS: TE ROGAMOS, SEÑOR. Para que Dios nos dé fuerza en el trabajo, dirija nuestro progreso y perfecciones las obras que realizamos. TODOS: TE ROGAMOS, SEÑOR. Por los obispos y presbíteros, por los monjes y por los contemplativos; para que, como san Gregorio, sepan unir la oración intensa con el celo por anunciar el Evangelio. TODOS: TE ROGAMOS, SEÑOR. Por todas las parroquias de nuestra diócesis y los Equipos Parroquiales de Animación Pastoral, que podamos practicar el Proyecto Diocesano de Pastoral. Para que nuestra comunidad diocesana, todas las parroquias, sacerdotes, seminaristas, laicos, Vida Consagrada, jóvenes, que participan en el Encuentro Diocesano de Diálogo, promovido por el Papa Francisco, respondan con generosidad a este llamado. TODOS: TE ROGAMOS, SEÑOR. Por nuestro Seminario Conciliar del Espíritu Santo. Que el Señor suscite abundantes vocaciones enamoradas del Señor Jesús. Por el Instituto Diocesano de Formación para Laicos. TODOS: TE ROGAMOS, SEÑOR. Por los enfermos, médicos y enfermeras. Por quienes han perdido un familiar, un amigo, un vecino. TODOS: TE ROGAMOS, SEÑOR. DIOS NUESTRO, SIEMPRE FIEL A TUS PROMESAS, ESCUCHA LAS ORACIONES DE TU PUEBLO Y HAZ QUE CONFIEMOS EN TI, INCLUSO CUANDO PARECE QUE NO NOS ATIENDES. POR JESUCRISTO, NUESTRO SEÑOR. AMÉN. COMUNIÓN ESPIRITUAL CREO, JESÚS MÍO, QUE ESTÁS REAL Y VERDADERAMENTE EN EL CIELO Y EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR. TE AMO SOBRE TODAS LAS COSAS Y DESEO VIVAMENTE RECIBIRTE DENTRO DE MI ALMA, PERO NO PUDIENDO HACERLO AHORA SACRAMENTALMENTE, VEN AL MENOS ESPIRITUALMENTE A MI ALMA. Y COMO SI YA TE HUBIESE RECIBIDO, TE ABRAZO Y ME UNO DEL TODO A TI. SEÑOR, NO PERMITAS QUE JAMÁS ME APARTE DE TI. AMÉN. ORACIÓN POR LA PAZ SEÑOR JESÚS, TÚ ERES NUESTRA PAZ, MIRA NUESTRA PATRIA DAÑADA POR LA VIOLENCIA Y DISPERSA POR EL MIEDO Y LA INSEGURIDAD. CONSUELA EL DOLOR DE QUIENES SUFREN, DA ACIERTO A LAS DECISIONES DE QUIENES NOS GOBIERNAN. TOCA EL CORAZÓN DE QUIENES OLVIDAN QUE SOMOS HERMANOS Y PROVOCAN SUFRIMIENTO Y MUERTE, DALES EL DON DE LA CONVERSIÓN. PROTEGE A LAS FAMILIAS, A NUESTROS NIÑOS, ADOLESCENTES Y JÓVENES. A NUESTROS PUEBLOS Y COMUNIDADES. QUE COMO DISCÍPULOS MISIONEROS TUYOS, CIUDADANOS RESPONSABLES, SEPAMOS SER PROMOTORES DE JUSTICIA Y DE PAZ, PARA QUE EN TI, NUESTRO PUEBLO TENGA VIDA DIGNA. AMÉN. SANTA MARÍA, REINA DE LA PAZ Y SAN JOSÉ, RUEGUEN POR NOSOTROS.