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Según algunos registros poco confiables, la artista Luce Maywather, alias Carol Weiß, nace un

dudoso 15 de diciembre de 1870 en Stanton, Broadway (Inglaterra). Otro dirán, sobre los
mismos hechos, que no existen fechas claras en la historia de este personaje tan antagónico.
Ella era la menor de cuatro hermanos aunque dos de ellos fallecieron debido a una fiebre
desconocida durante su primera infancia lo que marcó mucho de lo que sería el derrotero de
su vida y la de su carrera. Su familia era de clase poco acomodada pero afecta a los detalles de
buen gusto, lo que le facilitó ingresar a esferas adineradas sin mucho problema. Padres, por
momentos ausentes por la búsqueda de una estabilidad económica que nunca llegó y dueños
de un mal genio que la empujaban permanentemente a descubrir nuevos horizontes a través
de dibujos y pinturas que retrataban sus sentimientos y carencias. Durante su juventud no fue
destacada por sus pares ya que estaba imposibilitada económicamente para acceder a
exposiciones o muestras que la desvelen en su real magnitud.

Luego de su muerte pudo saberse que unas carpetas con bocetos fueron quemadas
accidentalmente en el hogar de ancianos donde terminó sus días. Este hecho imposibilitó
reconocer sus primeras líneas artísticas, aunque quien fuera su primer esposo heredó a su hija
mucho de lo trabajado mientras duró su matrimonio.

En 1890 se mudó a la misteriosa Londres con una meta clara y concreta: encontrar su espacio
en el mundo, mejorarlo y compartirlo. Decía la artista: “nada debo que no me lo haya cobrado
la Vida o mis acreedores”. Sin dinero ni lugar donde alojarse, se valió de su arte para subsistir.
Retratos y bodegones abundaron en esta etapa de su prolífica producción. Los claroscuros
encontraron la manera de surgir y acomodarse graciosamente para que el público callejero
retroalimente esta entrega desde la necesidad y la pasión. Su formación iniciaba con pasos
más claros y ella era consciente de esa urgencia por comunicar desde la imagen. Sus
detractores plantean que nunca logró salir de unos garabatos surgidos de la urgencia por un
mendrugo de pan.

La joven Luce cursó sus estudios en la Royal Academy of London. Espacio en el que se nutrió de
grandes artistas que la marcaron en su impronta. El recorrido por sus claustros no le fue
sencillo. La falta de estabilidad financiera sumado a su condición de mujer y sin una familia que
la contenga socialmente mellaron su relación con el mundillo artístico del momento que la
pretendía independiente pero con un abolengo que no tenía y que tampoco requería para
construirse como creadora de un movimiento tan fuerte como el que logró conformar a través
de su evolución creativa y teórica.

Allí conoce a quien será su marido, Arthur Walsh, un desgarbado y pelirrojo joven pueblerino
que bosquejaba escritos poco prometedores. Desde siempre este personaje era poco
respetado por la elite pero tenía algunos escritos que lo relacionaban con la literatura y eso, a
los ojos de Luce era una posibilidad de ingreso al mundo de las Artes, sueño que postergaba
pero que mantenía intacto desde muy temprana edad. Corría el año 1893. Luego de una serie
de relaciones tumultuosas y escandalosas que la debilitaban emocionalmente, decidió
afianzarse y aceptar el pedido del escritor y se casó en el año 1895 en una pequeña capilla, a la
que solamente asistieron unos pocos conocidos. A sus ojos, empezarían a abrirse otras
puertas. Al año siguiente, la pareja tiene una niña llamada Emily Walsh-Maywather. Este
nacimiento fue el único momento de genuina alegría que pudo tener la malograda pareja.
Arthur, sin dar muchas razones, abandona la escritura y se dedica a vender objetos de poco
valor en un negocio de mala muerte que solamente sostenía los gastos mínimos. Preso de
tanta desgracia, opta por inclinarse al juego y a la bebida, anunciando una ruptura sin retorno.
La pequeña Emily enferma constantemente por la falta de una buena alimentación y entre
fiebres recurrentes y parásitos se termina por disolver la relación. En 1900 se divorcian y la
joven Luce huye, una vez más, apesadumbrada por abandonar a su hija con quien nunca más
se reencontrará pero a quien siempre acompañó “desde el recuerdo y la culpa”, contará años
más tarde en su autobiografía. Su nuevo destino es Berlín.

Relación con el poder: MUY MALA

No tuvo influencia entre sus pares hasta fines del siglo XX, solo fue expuesta en pequeñas
galerías y museos.

Su “salto a la fama” fue en 1999 con una mención en el libro de Judy Chicago Women and art:
Contested territory.

Obra maestra: pintura tétrico de las ruinas de su pueblo natal luego de finalizada la primera
guerra mundial (Racconto, 1920)

Escenografía en el Gabinete del doctor Caligari pero sin créditos.

después poesía y performance dadá.

Fue asesinada en Zurich, 1928. Balazo en la parte de atrás de la cabeza, la encontraron en un


callejón.

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