Desercién
Tite eed lo ONO 71
1. a. Observen las ilustraciones que acompafian el tex-
to y comenten qué elementos les permiten antici-
par en qué época y lugar sucede esta historia.
'b. :Con qué planeta del Sistema Solar asocian el cie-
lo multicolor y las tormentas eléctricas que apare-
cen en la ilustracién de la pagina 60?
2. El joven y la mujer de la ilustracién tienen cara de
preocupacién. {Qué problema tendrén?
3. :Qué rol tendré el perro en esta historia? ;Por qué
esté en la nave? ¢Quién serd su duefio?
4, Lean el titulo. 3Qué significa esa palabra? Comenten
qué relacién podria tener con los hechos que narra
el cuento.
La mujer se levanté lentamente de la silla, avanzé hi
[...] La sefiorita Stanley estaba sentada muy.
tiesa y erguida, con las manos dobladas so-
bre su regazo, y las canas brillindole a la luz.
Fowler la miraba, tratando de imaginar qué
sentiria, qué pensarfa. No le tenia miedo, pre-
cisamente, pero no se sentia cémodo cuando la
mujer andaba cerea, Esos ojos azules y pene-
trantes vefan demasiado; esas manos parecian
excesivamente competentes. Podria haber sido
latia de alguien, sentada en una mecedora, con
sus aguas de tejer. Pero no lo era. Era la més
eminente operadora de conversores del Siste-
ma Solar y no aprobaba lo que él hacia.
Algo anda mal, sefior Fowler ~declaré la
mujer.
~Precisamente ~convino Fowler-. Por eso
al joven Allen, Para que averigiie qué
envi
pasa.
=A¥ sino lo averigua?
~Enviaré a alguien més
la puerta y después se detuvo junto al escritorio.
~Algrin dia -dijo- usted sera un gran hombre. No deja escapar ninguna oportunidad. Esta es su oportu-
nidad. Usted lo supo desde que este domo fue nominado para las pruebas. Si usted tiene éxito, subira un
grado o dos. No importa cudntos hombres mueran, usted ascenderi un grado o dos.
méquina.
~Mi maquina ~
los bidlogos determinan,
Sefiorta Stanley ~dijo Fowler rudamente-. el joven Allen esti por salir. Por favor, asegrirese de que su
la mujer con fridad- no tiene la culpa, Opera de acuerdo con las coordenadas que
Fowler, encorvado sobre su escritorio, se qued6 escuchando los pasos de la mujer alejandose por el corredor.
Lo que ella habfa dicho era cierto. Los bidlog.
s habfan determinado las coordenadas, Pero los bidlogos
podian equivocarse. Una diferencia del ancho de un cabello, un error minimo, y el convertidor enviarfa algo
que no deseaban envia
circunstancia totalmente desconocida.
F Un mutante que podrfa haverse pedazos bajo alguna condicién, alguna tensién 0
Loshombres no sabfan mucho de lo que ocurria afuera. Solo lo que indicaban los instrumentos, ¥ las mues-
tras de esos eventos, propor
incretblemente grande, y los domos eran pocos
naclas por esos instrumentos y mecanismos, solo eran muestras, pues fipiter eraIncluso las investigaciones de los biélogos sobre los datos de los galopantes, aparen-
temente la mayor forma de vida joviana, habfan involucrado mis de tres afios de estudio
intensivo y dos afios més para su confirmacién. Un trabajo para el que hubiesen bastado
una o dos semanas en la Tierra.
Pero un trabajo que, en este caso, no podia realizarse allf, pues no era posible llevar
ala Tierra una forma de vida de Jupiter. La presién de Japiter no se podia reproducir
fuera de él, y a la temperatura y presi6n terrestres, los galopantes simplemente hubieran
desaparecido, convertidos en una nubecita de gas.
Sin embargo, era un trabajo indispensable si el hombre queria pasear alguna vez
por Jpiter con la forma de los galopantes. Pues antes que el conversor transformase al
hombre en otra especie era necesario conocer cada detalle de sus caracteristicas fisicas,
y con tal precision que eliminase toda posibilidad de error.
Allen no regres6. Los tractores peinaron los terrenos vecinos y no hallaron rastros
de él, a no ser que la esquiva criatura descrita por urio de los conductores se tratara del
perdido terricola con forma de galopante.
Los bidlogos emitieron sus mas académicas burlas cuando Fowler sugirié que las
coordenadas podrfan estar mal. Las coordenadas, sefialaron acuciosamente, funciona-
ban. Cuando un hombre se introducia en el conversor y el interruptor se activaba, el
hombre se convertia en un galopante. Dejaba el aparato y entraba, hasta perderse de
vista, en la espesa atmésfera.
Algiin detalle, sugirié Fowler, alguna pequeiiisima diferencia con lo que un galopante
debfa ser, algiin defecto mimisculo. Si se trataba de eso, dijeron los biélogos, tardarian
afios en descubrirlo.
Y Fowler sabfa que tenfan raz6n,
Asi que ahora eran cinco hombres, en vez de cuatro, y Harold Allen se habia adentra-
do en Jupiter inatilmente. Era como si no hubiese ido,
Fowler se incliné sobre el escritorio y tomé el archivo de personal; unas pocas hojas
cuidadosamente ordenadas, Era algo que temfa, pero que debfa hacer. Habfa que encon-
trar de algiin modo el motivo de estas extrafias desapariciones. Y la tinica forma era enviar
mas hombres. Por un momento se qued6 escuchando el aullido del viento sobre el domo,
el eterno y atronador ventarr6n que barria el planeta con una furia hirviente y retorcida.
by ¢Habria una amenaza alld afuera?, se pregunt6. gAlgiin desconocido peligro? gAlgo
/ que acechaba y se tragaba a los galopantes sin distinguir a los auténticos de los que eran
hombres? Por supuesto, esté claro que para los tragones no habfa ninguna diferencia,
No se habfa cometido un error fundamental al seleccionar a los galopantes como la
forma de vida més adaptable a las condiciones de la superficie del planeta? Su evidente
inteligencia habfa sido un factor decisivo para su elecci6n. Pues si el ser en que el Hom-
bre iba a convertirse no era inteligente, este no podrfa conservar su propia capacidad
mental por mucho tiempo.
gHabrian dado los bidlogos demasiada importancia a ese factor, olvidando algtin otro
que podrfa haber sido insatisfactorio o incluso desastroso?
No parecfa asi. A pesar de su obstinacién, los biélogos conocfan su negocio.
40 era imposible todo ese asunto, y estaba condenado al fracaso desde el principio?
La conversi6n a formas de vida diferentes habia tenido éxito en otros planetas, pero
0 no significaba que lo mismo ocurrirfa en Jipiter. Quiz4 la inteligencia del hombre no
podia funcionar correctamente con el aparato sensorial de la vida en Jipiter. Quizé los
galopantes eran una forma de vida demasiado extrafia al conocimiento humano.
Escaneado con CamScannerO el motivo de ese fracaso podfa residir en el Hombre, ser una —
condicién inherente a la raza, Alguna aberracion mental que, ante —
ciertos estimulos exteriores, hacfa imposible el regreso. Aunque quizd
oe fuera una aberraciOn, no para los hombres. Puede que se tratara
‘inicamente de una peculiaridad mental, aceptada como cosa comtin
en la Tierra, pero tan violentamente contraria a la vida en Jépiter que
destrufa toda cordura humana. Unas patas rascaban y golpeaban el
suelo del pasillo, Fowler las escuch6 y sonri6 débilmente Era Towser,
que volvia de la cocina, donde habfa ido a ver a su amigo el cocinero,
Towser entré en el cnarto Tevando un hueso. Le movi6 lacolaa Fowler
yse ech6 bajo el escritorio, con el hueso entre las patas. Clav6 largamente
Jos viejos ojos en su amo, y Fowler se agaché y le rascé su arrugada oreja.
gTodavia me quieres, Towser? ~pregunté Fowler, y Towser sacu-
dié la cola.
_Eres el tinico -dijo Fowler.
Se irguié y volvié al escritorio.
ersonal
Bennet? A Bennet Io esperaba tuna chica en Ja Tierra.
Andrews? Andrews planeaba volver al Instituto Tecnolégico de Mar-
te tan pronto como hubiese ganado lo suficiente para paws allf un afio.
Olson? Olson estaba a punto de jubilarse, Se pasaba las horas di-
ciendo a los muchachos que se dedicaria a cultivar rosas.
Curdadosamente, Fowler puso de nuevo el archivo sobre el es-
critorio. Sentenciando hombres a muerte. Lo habia dicho la sefiorita
Stanley, y sus pélidos labios apenas se babfan movido en aay rella cara
de pergamino. Los enviaba ala muerte mientras él, Fowler, se queda-
ba aqui, cémodo y seguro.
Sin duda lo estaban com:
de que Allen no habfa vuelto. No se lo di
Jo recordarfan los hombres que Hamara a su oficina y
comunicaria que serfan los préximos en i
Pero Fowler lo veria en sus ojos. Tomé de
net, Andrews, Olson. Habfa otros, pero era totalmente inatil seguir
buscando, Kent Fowler sabia que no podia hacerlo, que no podia
enfrentarse a ellos, que no podia enviar a otros hombres 2 Ja muerte.
Se inclin6 y, acto seguido, presion6 la tecla del in! tercomunicador
-Si, seffor Fowler
La sefiorita Stanley, por favor.
Esper6 a la sefforita Stanley, escuch
meso con indiferencia, Towser ya no tenfa muy buenos dientes. ~
“La sefiorita Stanley ~dijo la voz. de la sefiorita Stanley:
Querfa pedirle, sefiorita Stanley, que se prepare para en
otros dos.
Estiré la mano y tomé el archivo de
entando en todo el domo, en especial des-
irfan a la cara. Ni siquiera se
1a quienes les
nuevo el archivo. Ben-
ndo cémo Towser mordia dl
nviar 2
Escaneado con CamScanner~No teme ~pregunt6 la seforita Stanley- terminar con todos? Si los envia uno por
uno durarfan més; le darén una doble satisfaccidn.
Uno de ellos -