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Pontificia universidad javeriana

Facultad de Filosofía
Seminario: Tratado del Primer Principio
Director: Héctor Salinas
Estudiante: Daniel Felipe Plazas

INFINITUD COMO PREMISA DE LA SIMPLICIDAD Y UNIDAD DIVINA: EL


ENTENDIMIENTO DIVINO COMO PRIMERA CARACTERÍSTICA.

Introducción

La conclusión novena del capítulo cuarto busca demostrar la infinitud de Dios a partir de
cuatro características de la naturaleza primera, a saber: del entendimiento, de la naturaleza del
primer agente, de la naturaleza del último fin y de la naturaleza del ser más excelente. Este
documento solo se ocupará de las dos primeras pruebas y objeciones que respectan al
entendimiento. No obstante, vale la pena detenerse en el interés general de las demostraciones de
la infinitud únicamente para no perder de vista su objetivo.
Escoto busca demostrar cómo desde la infinitud divina se puede inferir la unidad y la simplicidad
divina, para comprender su procedimiento se deben incluir dos elementos: el concepto de
infinitud y el criterio de distinción formal. Atendiéndolos en el orden mencionado, sobre el
primero se debe expresar el cambio que sufrió el concepto tradicional legado por Aristóteles por
parte del pensador franciscano y los efectos teóricos de su reconfiguración en el tratado sobre el
Primer principio. En cuanto al criterio de distinción formal se mencionará cómo funciona para el
caso de Dios y se planteará una probable respuesta a por qué este criterio permite hablar de la
esencia que por definición no puede entrar en composición pero que a pesar de eso posee
atributos específicos.
Según el profesor norteamericano Richard Cross, el concepto de infinito en la tradición previa a
Escoto se refería a la potencia que podía darse en un ámbito espacial en extensión, es decir, se
refería a un análisis cuantitativo que la potencia de su infinitud iba llenando. Por ejemplo, el
tronco de un árbol teniendo una medida específica puede potencialmente llegar a ser infinito si se
le agregan paulatinamente otros troncos que vayan haciendo más larga su extensión.
Ahora bien, Escoto traslada ese análisis al ámbito cualitativo en acto, y esta es la diferencia
fundamental al concepto anterior, pues intercambia la extensión con la característica espacial y
potencial a lo intensivo (intensive) que atiende a lo que siempre está en acto y en consecuencia es
infinito. Al elaborar el análisis de esta manera el principal efecto teórico que se obtienen es un
operar más claro de las cuestiones cualitativas que operan para un ser acto, en palabras del
profesor Cross “where the quantity in quiestion is an actually infinite magnitude and the
qualitative perfection in question is of an actually infinite degree” (Pg. 41 Cross. 1999)
Como se ve la infinitud posee un papel destacado en el análisis de los seres para Escoto, prueba
de esto es la concordancia que posee el análisis anterior con lo mencionado en la respuesta a la
objeción de la conclusión primera del capítulo cuatro: “tratándose de cualesquiera entidades
que se distinguen por sus nociones formales (es decir como acto y potencia en caso de ser
compatibles o como dos entidades aptas para actuar en un mismo ser) si una de ellas es infinita
puede incluir por identidad a la otra y de hecho la incluye; de lo contrario el infinito podría
entrar en composición, lo cual es rechazado por le capítulo noveno de este capítulo” (Pg.109
Escoto. 1989) ahí quedan expresadas las contenciones que sufren las perfecciones al pertenecer
a una esencia infinita, pues tras esta última condición, esas perfecciones son también infinitas.
En tal sentido y a la luz de lo expuesto, parece ahora más claro el por qué la infinitud es tan
importante para la demostración de las perfecciones divinas.
Por otro lado, el criterio de distinción formal consiste en un análisis que se da a medio camino
entre una distinción real y una distinción meramente formal o conceptual (tomado de Cross). El
criterio se da de la siguiente manera: dos realidades hacen parte de la distinción formal si y sólo
si son idénticas y susceptibles de definición la una independiente de la otra. El criterio que hace
posible el análisis es que haya inseparabilidad entre ambas realidades.
En el caso de Dios, se muestra que por su carácter infinito toda perfección predicable se expresa
según la satisfacción del criterio que permite la identificación intrínseca de su esencia con los
atributos, en una palabra, sin criterio de distinción formal, no es posible comprender lo que de
suyo pertenece a Dios y las características propias de sus atributos. La unidad y la simplicidad
son algo que solo la esencia divina puede ser capaz de satisfacer por estar libre de potencia y ser
infinita. En tal sentido, no hay contradicción en afirmar la simplicidad y la unidad de Dios pues
sus atributos son de igual naturaleza que Él.
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Habiendo mencionado la relevancia de la infinitud para la demostración de las perfecciones o
atributos divinos y la respuesta probable de por qué no hay contradicción entre la esencia infinita

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y sus atributos, se tratará ahora de lo que respecta al entendimiento. Esta primera parte del
documento se ocupará de la primera prueba en cuestión que corresponden a los parágrafos 68 y
69.
Para la primera prueba con la que parte la conclusión novena vale la pena tener presente la razón
por la que el entendimiento divino tiene la característica singular de poseer en sí la intelección
más actual e idéntica a Él, así consta de la conclusión séptima del capítulo cuarto: “ningún acto
de entender puede ser un accidente de la naturaleza primera” (Pg. 129 Escoto. 1989)., sobre
esto, en la primera prueba de la conclusión octava se menciona “el entendimiento del primer
principio no puede tener ninguna intelección que no le sea idéntica” (Pg.133 Escoto. 1989)
Nótese la concordancia en la característica de lo actual con el concepto de infinito. Ahora bien,
en el clamor que Escoto hace a Dios por ayuda se encuentra no solo la conclusión sino el interés
fundamental del que se habló en la introducción, es decir: probar la simplicidad y unidad de la
esencia divina a partir de la infinitud.
Para atender la primera prueba se deben tratar las siguientes cuestiones: cómo funciona el
entendimiento divino, y en qué se diferencia radicalmente del entendimiento creado. Y cuáles
son los recursos teóricos utilizados por Escoto para la demostración del entendimiento infinito.
Para tratar la primera cuestión se debe mencionar que la primera característica esencial del
entendimiento divino es que es causado únicamente por sí mismo añadiendo a esto dos
proposiciones fundamentales que ofrece el profesor Cross para que funcionen a manera de
premisas, a saber: Todo en Dios es de laguna manera idéntico a Él mismo y Dios es inmutable
(nada externo de Dios es necesario para lo interno en Él), con lo anterior ante la vista, se procede
a explicar el funcionamiento del entendimiento divino.
El entendimiento en la época de Escoto seguía la tradición legada de Aristóteles, por lo tanto,
dividía el entendimiento en dos partes: la intelección pasiva que será llamado posteriormente
memoria y la intelección activa muye cercana a la inteligencia. (estas distinciones son de Cross,
quien también remite a San Agustín) el primero se encarga de almacenar los inteligibles de
manera pasiva y el segundo por su parte se encarga de dotar de actualidad a dichos conceptos
para que sean elaborados por el conocimiento habitual. Huelga aclarar que en el caso del
entendimiento divino dicha pasividad no existe, pues todo en Él es actualidad, y, en
consecuencia, infinitud. A esto último añádase que los inteligibles son también infinitos, por
tanto, están siempre en acto. Eliminado la pasividad y potencia del entendimiento divino se llega

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a que ambos están en acto y son infinitos, así también lo expresa la conclusión séptima del
capítulo cuarto. Esta argumentación que pudiera ser nombrada circular es una característica
inevitable de la argumentación metafísica.
La diferencia de este entendimiento respecto al entendimiento creado resulta ahora evidente y es
que la potencialidad que necesariamente posee lo creado no le permite la característica de la
actualidad y tampoco de la infinitud, mas sí le permite la pasividad que almacena en el
entendimiento y la actualidad del conocimiento habitual. Una imagen que puede ser de utilidad
para aclarar esta cuestión viene del ejemplo que el mismo Escoto propone: se tiene que un
malabarista experto podría desempeñar la actualidad de su ejercicio motriz con un mayor número
de objetos que un malabarista principiante. Siendo el símil en que el malabarista experto es el
entendimiento divino que posee en actualidad infinita dicha facultad y siendo los objetos de su
actividad los inteligibles puede dotarlos de infinitud (como es propio de su naturaleza) y el
malabarista principiante vendría a ser el entendimiento creado que en acto puede ejecutar la
acción con un menor número de objetos con la potencia de su realización.
Los recursos teóricos de Escoto se presentan de dos maneras: la primera es que el concepto
objetivo (Ratione intelligendi) posee la misma naturaleza que el acto de entender y el
entendimiento, es decir, es igual a la naturaleza primera, está siempre en acto y es infinito. Por lo
tanto, su perfección se expresa también en la capacidad de intelección que abarca mayor
pluralidad de objetos porque debe incluir eminentemente cada una de las perfecciones de esos
objetos, lo cual expresa su perfección infinita que se corresponde con las características propias
de la naturaleza primera.
En la segunda manera se sigue la de incursión de la individuación que solo permite conocer hasta
cierto grado el concepto objetivo (Ratione intelligendi) pues no hay acceso a la totalidad de su
entidad positiva. Por lo anterior se tiene que un entendimiento de esa característica sería
necesariamente menos perfecto que uno que pudiera comprender la totalidad de la entidad
positiva, ya que, se trata de una intelección que logra comprender de manera más perfecta tanto
en su entendimiento como en el acto de entender.
II
Para el tratamiento de la segunda prueba se deben tratar las cuestiones siguientes: el poder causal
de la naturaleza infinita y cómo funciona dicho poder en el conocimiento. Sobre la primera
cuestión el argumento de Escoto es bastante claro, a saber: si fuera el caso en que una causa

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segunda pudiera añadir mayor perfección a la primera, se llegaría a la conclusión de que el poder
causal de la primera sería menor pues obtendría mayor perfección en unión con la segunda. La
conclusión anterior rápidamente podría ser descartada por el siguiente argumento: todo elemento
o esencia que sea tomado como segunda es signo de una mayor perfección anterior, pues
depende de otro elemento eficiente capaz de causarlo, por tal motivo, no se sigue del hecho de la
causalidad simultanea una perfección en unión. Además, revela la infinitud y finitud
correspondiente, pues todo elemento finito recibe su perfección de otro elemento más perfecto.
Por otra parte, en lo que respecta al conocimiento las características de la causalidad divina se
expresan de la siguiente manera: hay un conocimiento que se adquiere por causa próxima con un
objeto especifico. No obstante, si dicho conocimiento pudiera darse en un intelecto de manera
anterior, es decir, sin necesidad de tal objeto dicho conocimiento sería más perfecto que aquel
que conoce por causa próxima del objeto. La concordancia con el poder causal se expresa de
igual manera en este punto pues dicho conocimiento anterior demuestra infinitud y perfección
tanto en causar como en el entendimiento, por lo tanto, la cognoscibilidad del entendimiento que
adquiere conocimiento por medio del objeto no le aporta mayor perfección al entendimiento
anterior. Resulta ahora evidente que tal entendimiento superior es la naturaleza primera, pues es
el único objeto que puede adaptarse a las características de comprensión total de las entidades
positivas y la perfección (ambas características se siguen de la conclusión séptima y segunda
respectivamente). De lo anterior se sigue la infinitud en cognoscibilidad del entendimiento y, en
consecuencia, en su entidad por la proporción que hay entre cognoscibilidad y ser. Esto último
también en concordancia con el criterio de distinción formal.
Los recursos utilizados en esta segunda prueba tienen tres respuestas. El primer problema al que
se enfrenta la prueba es que, según el argumento anterior, una causa segunda finita no podría
causar un conocimiento más perfecto del efecto, pues esta es un efecto de la causa primera, de tal
forma, se tendría que es más perfecto el conocimiento del efecto que aquel que posee la causa, lo
cual es falso, pues es más perfecto el conocimiento en la causa. Frente a esto, la respuesta de
Escoto es la siguiente: dadas las características mencionadas anteriormente del entendimiento
finito, no es posible para este el poseer un conocimiento intuitivo del objeto si este no se le es
dado primero, ya que, la causa no produce “la simple noticia de lo causado”(P.142 Escoto.
1989), por lo tanto, es de toda necesidad para el entendimiento finito el conocer mediante el

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efecto, por su puesto, de manera imperfecta en comparación con el entendimiento infinito de
Dios.
El segundo problema que se presenta consiste en que por lo expuesto en la segunda prueba no
concluye la infinitud de la primera causa el hecho de darse el que la causa primera cause con
mayor perfección en simultaneidad con la segunda, puesto que, una causa primera finita puede
contener eminentemente a la segunda.
La respuesta a este problema es la siguiente: toda causa finita, aunque contenga eminentemente
la perfección causativa de la segunda, solo la posee o formal o eminentemente y de aquí se
infiere que una perfección eminente (como es el caso de la causa primera finita) adquiere mayor
perfección cuando se le añade también la formal. Tal parece ser la naturaleza de los finitos, en
cuanto que juntos hacen una perfección mayor.
Finalmente, el problema tercero se expresa mediante un símil: si existiese otro sol menor al
habitual su calor y luz nada le añadiría en el causar al primero pero sí en el ser pues habría mayor
luz y calor, luego en el ser sí habría algo mayor. De la misma manera, se tiene que el
entendimiento de la naturaleza primera no podría tener mayor perfección en el causar por la
causa segunda ya en acto (en este símil el sol principal sería el entendimiento de la naturaleza
primera y el otro sol el entendimiento creado) pero de la misma forma en que el otro sol añade al
ser del sol principal, se podría decir que el entendimiento creado no le añade nada al
entendimiento infinito. En respuesta a esta cuestión Escoto argumenta que ninguna causa finita
podría tener la causación en sí si no fuera por una causa mayor en perfección a ella, pues si no
fuera así no tendría la perfección de causar accidentalmente y poseer la línea causal de otras
causas finitas. Así pues, se tiene que causan efectos de diferentes naturalezas. Visto en el símil
del sol se tiene que nada añadiría el segundo sol al primero puesto que su efecto es
necesariamente diferente, luego no añadiría nada ni en la causalidad del ser ni en el ser. Por
necesario se entiende aquello “que no puede ser causado de otra manera (tampoco puede ser
incausado) sino que solo puede ser causado por este sol” (P.145 Escoto. 1989) esta noción de lo
necesario expresa adecuadamente la solución del problema y funciona para la segunda prueba
del cuarto capítulo.

Bibliografía

6
Juan Duns Escoto (1989) Tratado acerca del Primer Principio, trad. Félix Alluntis. Madrid,
España: Biblioteca de Autores Cristianos 
R, Cross (1999) Duns Escotus. Nueva York, Estados Unidos: Oxford university press

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