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Pontificia universidad javeriana

Facultad de Filosofía
Seminario: Teoría estética Th. Adorno
Director: Luis Antonio CIfuentes
Estudiante: Daniel Felipe Plazas

EL MOVIMIENTO DINÁMICO DE LA OBRA DE ARTE COMO COMPRENSIÓN


HISTÓRICA

La naturaleza posee una cierta belleza que parece decir más de lo que es. El tratamiento que en el
arte posee este más consiste en determinarlo, en señalarlo como aparente o negarlo como
inexistente (irreal). La intensión humana de desarrollar ese más no determina el contenido
metafísico porque la obra de arte posee una autonomía en cuanto a la intensión del autor, de tal
manera, que la obra misma sea capaz de poner el contenido metafísico (trascendencia). Sin
embargo, dicho contenido parece separarse dos veces: la primera vez del autor y la segunda vez
de la obra misma “las obras de arte llegan a ser tales en la producción del más; producen su
propia trascendencia, no son su escenario, y de este modo quedan separadas de la
trascendencia” (Pg. 104 Adorno) El nexo de los momentos de la obra arte parece ser lo propio
de dicho contenido trascendente, en la adaptación que tiene lugar en este devenir todo el
contenido metafísico de la obra posee una pretensión de superación de la obra misma. Tal
superación no siempre es lograda, pues el contenido espiritual del arte consumado puede quedar
reducido en lo que en ella habla o se expresa según un significado mediado por la pretensión
artística o recortado según le corresponda a su momento. “el arte cae por debajo de su concepto
si no alcanza esa trascendencia, queda desartifizado” (Pg. 105 Adorno) lo anterior ofrece un
criterio para la concepción artística que permea el arte moderno. En tal sentido, lo que se busca
en el arte es su contenido espiritual más allá de todo cuanto sucede en su nexo factual. El
ejemplo que tare Adorno es el de las figuras geométricas que no encuentran su punto de
ascensión metafísica en el sólo efecto de producirlas. De lo anterior, se produce una paradoja y
es que en la obra de arte no puede estar aquello que ella quiere expresar o decir.
Para la descripción del más se debe mostrar que no es solamente el nexo entre la figura
psicológica y el escenario artístico, sino la exposición de su relación mediada y distante del
mismo. Lo anterior requiere una explicación más cuidadosa.
El más se distingue de la trascendencia del conjunto artístico por la negatividad del momento
histórico, pues este último brinda la condición de ver lo ausente. Por lo anterior, el más se aleja
del contenido metafísico de la obra en una relación mediada por el nexo con la distancia ya
mencionada. El ejemplo que propone Adorno es el de Baudelaire quien tomando la atmosfera
produce la desartifización del arte convirtiéndola en un tabú, en algo prohibido que es contario al
criterio metafísico artístico. Según lo anterior el arte se puede determinar en la negación
exponiendo la tendencia del desarrollo. Dicho crujir de la tendencia artística no es propia
solamente de un fenómeno que intenta expresar el más. La comparación de Adorno es la poesía
de Brecht que aún siguiendo muy de cerca el criterio metafísico del arte posee mayor contenido
que algunos poemas que pretenden ser rebeldes, por lo anterior pareciera entenderse “la
trascendencia estética y el desencantamiento van al unísono cuando enmudecen” (Pg.105
Adorno)
El silencio pare estar permitido por la ausencia de significado que posee el lenguaje artístico y
esta característica está emparentada con la expresión en el sentido que muestra la trascendencia,
ya sea, de aquello que el sonido no dice ni el arte expresa, de tal manera, que el momento se
muestra como algo natural propio de la naturaleza artística. En efecto, el instante de expresión no
se encuentra en sus materiales, sino que se presenta en la mediación del momento que dota a la
obra de arte como algo propiamente momentáneo y allí radica su carácter inmanente. En tal
sentido las obras se ponen en movimiento por la contemplación, por el interés de ser asaltado y
por el interés de que perdure toda lo significativo que expresa la obra. No obstante, su
significatividad viene acompañada por un horror cuando las obras son copias de aquello que se
expresa y tiene el singular destino de ser pasajero. Siendo este último el sentir que parece estar
cercano al móvil de la ejecución de las obras de arte, cuando ellas también parecen seguir el
mismo curso de su contenido, es decir, ser también pasajeras o expresiones del momento. “pues,
aunque, en su impotencia, ante la naturaleza, los seres humanos hayan temido en tiempos al
horror como algo real, no menor ni infundado es su miedo a que ese error se esfume” (Pg.106
Adorno)
Ahora bien, en la ilustración se encuentran ambos elementos: tanto el retrato de aquello que se
pretende conservar y poner en movimiento y la ilustración en sí misma que permite el recuerdo
de aquello, pero se aleja de este contenido objetivo para ser ella misma testimonio de la verdad.
“el arte es esa mnemosyne” de tal suerte, que cuando la obra de arte de arte determina su

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momento posee tanto lo que está condenado a desaparecer como aquello que conserva, ahí se
genera un equilibrio entre lo dinámico y lo estático. Este momento permite a los seres humanos
interiorizar el horror que en otro tiempos era propio de lo inconmensurable. Siguiendo a Hegel,
se tiene que la contraposición entre las obras de arte y los seres humanos vienen a expresar ese
horror de todo aquello que desaparece, lo anterior tiene lugar cuando la independencia de las
obras de arte se enfrenta, de alguna manera, a la objetivación de las obras de arte reproduciendo
el ya mencionado horror.
La característica de la desaparición se expresa en el texto de Adorno como un fenómeno celeste
que se muestra “al margen de su intención, y sobre el mundo de las cosas” (Pg.107 Adorno) de
tal manera se abstrae, hasta cierto punto, de corporalidad y deja a las obras mismas como
cáscaras incluyéndose en la totalidad y tomando la posición de momento. “Hablan en virtud de
la inflamación de la cosa y la aparición. Son cosas que tienen que aparecer. Su proceso
inmanente sale hacia fuera como su propia actuación, no como los seres humanos han hecho en
ellas y no simplemente para los seres humanos” (Pg.107 Adorno) Lo anterior es ejemplificado
con los fuegos artificiales, no solo por el arduo sentido que podría llegar a tener su significado,
sino también por lo efímero de su expresión.
Según lo mencionado hasta ahora, las obras de arte parecen tener una característica muy común
que está determinada hasta cierto punto por le criterio de contenido metafísico y por lo dinámico
del momento. Así parece mostrarse “las obras de arte se separan de lo existente defectuoso no
mediante una perfección superior, sino actualizándose al irradiar una aparición expresiva”
(Pg.108 Adorno) dicha expresividad, se muestra como no algo propio de la idealidad del arte,
sino más bien, como lo propio de la nueva tendencia del momento. En tal sentido, la obra de arte
posee en su carácter espiritual la expresividad que pretende mostrar aquello prohibido o negativo
con miras a convertir la obra del momento en cáscara incluyéndola en la totalidad.
De tal manera, que esa cualidad tan propia del arte se traslada hasta lo que es llamado “el lejano
arte” (Pg. 108 Adorno) que es propiamente lo anterior a la experiencia estética. El caso de
interés en este punto es el del circo con los pintores cubistas franceses que buscaban ligar al arte
corporal tratando de imitar con las líneas sus movimientos, aunque sin éxito, pues lo que interesa
a la tendencia no es movimiento sino el devenir espiritual de la obra.
Así pues, este rasgo pre artístico que se busca en los momentos del arte es “en una imagen no
inmediatamente en la apparition, sino solo mediante la tendencia contraria a ella” (Pg.108

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Adorno) así pues, esa capa pre artística se puede encontrar también el rasgo anticultural del
momento en cuestión. Dejando de la cuestión empírica de lado se atiende solamente al contenido
espiritual de la obra. Este rasgo es inocente e infantil en tanto que parece volver a descubrir el
arte y toda significatividad artística.
Así parece ser el caso de Beckett que descubre rasgos ausentes en el momento que pueden venir
tanto del futuro como del pasado expresando de algún modo rasgos de ella “la montaña de
arena de Días felices se parece a formaciones del oeste de los Estados Unidos; habría que
preguntar si las obras pictóricas más abstractas no arrastran mediante su material y
organización visual de estos restos de la objetualidad que ellas ponen fuera de circulación” (Pg.
109 Adorno) el brillo de esa forma espiritual del arte está presente en las obras de arte
desconsoladas su lejanía se determina no solo al margen de la civilización sino también del
momento artístico. Un ejemplo que se ofrece de lo anterior es el del soldado que va a el jardín
zoológico y reconoce que no existen animales, la actitud de desconocer es parte del momento y
necesaria para el arte “la experiencia estética necesita esta manera de reaccionar, que es ajena
al concepto de arte” (Pg. 109 Adorno)
La suerte de toda obra de arte se expresa de ese modo en el que su significatividad pareciese
estar cercana a la ausencia de aquello que en la obra de arte se encuentra y a partir de estas
ausencias se muestra cómo se cifra aquello fantástico que existe en lo ausente, de tal manera
“imitan a la síntesis del pensamiento significativo, que son su enemigo irreconocible” (Pg. 109)
lo anterior determina la pregunta por la verdad del arte en el sentido en que la forma artística
presenta la pretensión de posibilidad de ser representado como posible.
Por otra parte, la filosofía idealista del arte comprometió al simbolismo en la teoría, se olvidó del
espíritu sensorial de la obra en su momento cultural. El romanticismo intento aprisionar la
apparition en lo artístico, pero sufrió el desmarque propio del arte resistiéndose a ser definido,
solamente se aferra a todo cuanto parece tener de ausente, pero al momento en que intente traerlo
de la presencia nuevamente se escapará algo en un movimiento dinámico que es propio del arte.
Aquel contenido ausente no puede ser intercambiado con algún objeto de la realidad como si
fuera un todo unitario, sino que en el arte se expresa aquello que es contrapuesto, es decir,
aquello que permanece de alguna manera ausente. Sin embargo “el arte imago de lo no
intercambiable se convierte en ideología cuando sugiere que en el mundo no todo es
intercambiable” (Pg.110 Adorno) en tal sentido las obras de arte poseen un papel crítico que

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apunta a la autoconciencia crítica, de tal forma, el arte se apropia de aquello no existente
buscando proporcionar fragmentos de aquello que quiere expresar. Y esto último parece
determinar aquello por lo cual las obras de arte poseen su autoridad pues obligan a la
autoconciencia a enfrentarse con aquel contenido negativo.
Contra lo anterior parecieron responder las ideas platónicas que determinaron la extensión del ser
dentro las cosas, criticando según Adorno, la concepción artística que escondía el concepto del
arte tras su consumación empírica. Quizás por esto, Adorno menciona que algunos
contemporáneos de Platón desconfiaban del arte pues quería controlar su rumbo hacia la
elevación metafísica. Sin embargo, esa desconfianza en el arte es legítima en tanto que puede
que la obra de arte no este a la altura de la elevación como se vio en caso anteriores. De tal
manera que “toda teoría del arte ha de ser al mismo tiempo una crítica de arte” (Pg. 111
Adorno) donde se tenga arraigadamente la concepción de producir lo posible como apariencia.
Ahora bien, la relación entre imagen y espectador es igual a la relación sujeto – objeto en la que
la conciencia pretende librarse del horror ya conocido mediante las imágenes de la apparition en
la que la obra de arte demuestra su carácter, en cierto sentido, sensorial. También se tiene que
por la manera propia de cada objeto en la experiencia se ha vuelto algo ajeno al espectador, pues
este último experimenta lo extraño y lo ausente mencionado en la obra. “a las obras de arte les
corresponde captar en lo particular lo general que dicta el nexo de lo existente y es ocultado por
lo existente, pero no esconde mediante la especificación de lo existente la generalidad
dominante del mundo” (Pg. 111 Adorno) en esto radica, precisamente la diferencia más concreta
de la concepción artística, pues ahora no se trata sólo de armonía e idealidad sino del
componente crítico del arte que afecta a la autoconciencia que capta el momento artístico en su
proceso inmanente y en el instante de su detención. “se puede llamar historia al contenido de
las obras de arte. Analizar las obras de arte significa captar la historia inmanente almacenada
en ellas” (Pg. 113 Adorno)

Bibliografía

Theodor W. ADORNO. (2004). Teoría estética. Madrid: Ediciones Akal. 

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