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El paradigma 1 still believe that Me best formula for


sociology ix tu develop strong working
perdido de la nuclei ofpeople, without drawing Me boun-
daries too tightly between ourselves and our
interdisciplinariedad: colleagues in other branches of social scien-
ce and social practice.
volver a los clásicos Everett C. Hughes, /954 [1971:464]

1. Introducción

Juan José Castillo E ntre los lamentos y quejas más


socorridos y repetidos, tanto en la
literatura científica, como en la
barra del bar del Laboratorio o Facultad, está
el de una siempre deseada, y nunca al parecer
suficientemente lograda, interdisciplinariedad.
Raro será el articulo o libro sobre el asunto que
no se queje de esa carencia. Por supuesto
diciendo que los otros no lo llevan a cabo. Y se
dirá casi sin darse cuenw, como el que hace un
gesto de exorcismo, o para los viejos cristia-
nos, como el que dice una jaculatoria.
La interdisciplinariedad se ha convertido,
con tanto abusar de su nombre, como un deseo
nunca realizado, en algo así como el comenta-
ño inglés sobre el weather: eso de lo que se
puede hablar con toda inocencia para poner a
todos de acuerdo. Es el tema más adecuado
para una educada conversación entre sociólo-
gos que aún se desconocen. Para templar y ver
por donde respira el otro... Y así se puede
hablar con grandilocuencia de la necesidad de
interdisciplinariedad desde el primer momen-
to: seguro que coincidirán en esto. Aparente-
mente, claro.
Y, sin embargo, a poco que se profundice en
la conversación, las cosas pueden desembocar
en un desengaño: cada cual entiende ese para-
íso perdido, en el cual, al parecer muchos de
los problemas pendientes de las ciencias
sociales se resolverían, de un modo diferente.
Y en la mayoría de las ocasiones, literalmen-
te, como un paraíso perdido, del cual nadie
tiene memoria real, sino tan sólo imágenes
hermosas. En la práctica se practica poco tal
afición.
Para subrayar lo que decimos vale la pena
mencionar algunas sorpresas mayúsculas,
como diría Ortega, cuando se sigue el hilo del
debate interdisciplinar.

Juan José Castillo, Dpto. de Sociología III, Universidad Complutense de Madrid.


Política y Sociedad, 26(1997), Madrid (pp. 143-155)
144 Juan José Castillo

Para comenzar, y suponiendo que se trata de perspectiva distinta, desde una riqueza perso-
sociólogos profesionales, pueden idealizar ese nal y teórica distinta, con preocupaciones polí-
mundo en que trabajarán juntos, por ejemplo, ticas y científicas que hacen que nuestros ojos
en la explicación del significado del trabajo no sean nunca los mismos. De ahí que tras tan-
para los habitantes del siglo XXI, especialistas tas lecturas de Marx, Weber o Merton, encon-
del trabajo, junto con psicólogos, o economis- tremos siempre algo nuevo, algo que no había-
tas, o antropólogos, e incluso urbanistas. Pero, mos visto, entendido, en nuestra anterior
luego si usted les da a leer un artículo en ita- lectura. Porque tampoco nosotros somos los
liano o español, a uno de estos amateurs de la mismos, porque llevamos hacia ellos una
interdisciplinariedad anglófono, puede que ni mirada nueva en un sentido muy próximo a lo
siquiera se moleste en mirarlo: no leo esos que Giambattista Vico llamara una Scienza
idiomas, sentenciará. Y así, los sociólogos son nuova, una mirada que enriquece nuestra capa-
interdisciplinares, o sea, frecuentan otras fami- cidad de aprender, de encontrar.
lias o disciplinas (al menos en sus deseos), y De hecho, esto que parece una afirmación
sin embargo no conocen ni siquiera lo que intuitiva, se condensa en la forma en que hoy,
publican sus colegas de otras lenguas: o sea, realmente, como colectivo de pensamiento,
no conocen a sus propios hermanos 1, usamos para volver a los clásicos.
Todos los que no usan el inglés como lengua Digámoslo con dos constataciones mayores:
habitual en sus escritos conocen esta experien- la primera es la fundamentación, cada vez más
cia en sus propias carnes. Y algunos la han sólida y establecida de una Historia de la
aprendido tan bien, que para poder crecer, o Sociología que, obviamente, intenta esclarecer
«trepar» como se dice en España, ya no se pre- el contexto social, científico, académico y
ocupan de publicar en italiano, pongamos por político en el que nacen y se hacen las investi-
caso: sólo publican en inglés. Lo que, quizá les gaciones pioneras de nuestra disciplina k Este
proporcione más posibilidades de ascenso aca- abordaje, se dobla con un énfasis en una socio-
démico: como es sabido el publicar fuera de logia de la sociología, influida, cuando no
España, por quedamos en este mi país, es más emparentada directamente, con la sociología
valorado que hacerlo en revistas españolas, a del conocimiento científico, que profundiza
la hora de hacer balance de los «sexenios» de aún aquel marco explicativo, vinculando la
investigación que nos premian con un pequeño disciplina al evolucionar de las restantes cien-
sobresueldo mensual. cias sociales, y al conjunto de saberes sean
estos catalogados como «sociales» o no
Desde esa plataforma cambiante releer a los
clásicos nos trae siempre enriquecimientos que
2. De ida y vuelta: caminos ayudan a entender lo que pasa en nuestras
hacia los clásicos complejas realidades sociales contemporáne-
as. Y puede hacerse como propone Wallerstein

R
[1991], en cierto modo con la candidez de ir
eleer a nuestros clásicos es siempre directamente a la búsqueda de nuevos concep-
un ejercicio estimulante. De hecho, tos que nos «liberen» de los límites heredados
como hemos enfatizado en otro de los paradigmas del siglo pasado. Nuevos
lugar 2, los clásicos presentan, con la frescura del conceptos que nos ayuden a «aclarar la selva»
primer descubrimiento, argumentos que difícil- construida sobre los saberes convertidos en
mente pueden reflejar en toda su riqueza los sentido común científico que nos impide pen-
manuales al uso. Por eso, para el estudiante que sar hoy con claridad >t
todos somos, nada mejor que volver directa- Volvemos a los clásicos con nuestros pro-
mente a esos clásicos para liberarlos del barniz, blemas de investigación actuales, buscando la
o de las capas de barniz, estereotipado que el inspiración, el estimulo intelectual, que sólo
tiempo ha puesto sobre ellos. Para descubrirque puede ser un diálogo creativo, personal y
algunas grandes cuestiones centrales en nuestra colectivo, y esa vuelta no puede sino abolir las
disciplina fueron ya practicadas hace tiempo. murallas construidas por las disciplinas, preci-
Claro que este retorno, en cada una de nues- samente con el argumento de la interdiscipli-
tras vueltas del camino, se hace desde una nariedad...
El paradigma perd¡do de la interdisciplinariedad: volver a... 145

En la medida en que esa construcción insti- dad, para reforzar las fronteras más que para
tucional es reciente, volver a los clásicos es abolirlas~.

apostar por la interdisciplinariedad real, sin Por esa vuelta a los clásicos, y descubriendo
esfuerzo alguno, sin necesidad de demostra- que fenómenos que creíamos producto de las
ción 6 «nuevas tecnologías», o de las «nuevas formas
de organización del trabajo», no son tan nue-
vos, habrá de buscarse un modo de explicación
3. Ilustraciones más complejo, explorando por qué las condi-
ciones de posibilidad de determinadas formas

P
de gestión del trabajo, por ejemplo, van más
robablemente la fórmula que con- allá del simple «descubrimiento».
densa el interés que nos mueve Una muestra llamativa puede ilustrar lo que
hacia esta forma de recuperar una decimos, precisamente en lo que concierne a la
fonna de abordaje de la interdisciplinariedad y organización del trabajo en grupos, o equipos,
de la identidad de la Sociología del Trabajo, en que para los más «adanistas» de nuestros cole-
nuestro caso, sea la que ha propuesto y puesto en gas, es prácticamente una invención de los
práctica Pierre Bouvier (1995): mirar a los otros, años noventa, o como mucho de finales de los
para verse a sí mismo; para reflexionar sobre setenta.
nuestra propia práctica de investigadores de la Charles Manheim, en un trabajo clásico
realidad social del trabajo; para conocer sus sobre las obreras de las fábricas de tabaco en
limites, no sólo en cuanto a herramientas, for- Francia, publicado en 1902, condensa en la
mas de abordaje, conceptos que podemos enri- cita que recogemos a continuación un buen
quecer (o renovar), sino también, amplitud del número de problemas identificados al hilo de
campo real al que dirigimos nuestras cámaras. la discusión sobre las «nuevas formas» en los
Este permanente ejercicio de reflexividad lo años setenta, sobre la individualización de las
ha mostrado, muy lúcidamente, un sociólogo formas de retribución, y sobre otros problemas
francés con quien coincidimos en más de un mayores del trabajo en nuestros días... que
punto, en el argumento aquí desarrollado, al eran planteados de forma semejante a princi-
igual que en su forma de plantear el trabajo de pio de siglo por la mejor investigación de la
campo como pedagogía de la Sociología del época: «ciertas tareas exigen el concurso de
Trabajo. Jean Peneff ha mostrado, en un auto- varios obreros formando un equipo», se con-
análisis que está directamente vinculado con el cluye en el epígrafe «travail combiné», lo que
retomo a los clásicos, que todo el énfasis para lleva a un tipo de trabajo que se denomina
validar una entrevista biográfica —por ejem- «travail collectif», «associations» o «briga-
pío—, se hace sobre la persona o los métodos des»: «el trabajo colectivo tiene evidentemen-
con que la entrevista se lleva a cabo. Y que te el inconveniente de no permitir tener en
suele faltar por controlar al entrevistador e cuenta las aptitudes o el esfuerzo individual; el
intérprete, no sólo en la contextualización pos- reparto igual de lo que se gana perjudica a los
terior, sino en el mismo acto de «fabricar» la buenos obreros y puede desanimarlos; contra-
información. Preguntándose por ese tercer riamente, la asociación crea una solidaridad
problema, el sociólogo se ve obligado a hacer que se traduce en una vigilancia mutua muy
no sólo un ejercicio reflexivo sobre su práctica favorable para la producción» ~.
actual, sino a auto-analizar su historia, su Dos investigadores han seguido, en una
génesis, su experiencia como miembro de una línea muy próxima a lo que aquí proponemos,
clase social, como sociólogo. la suerte de un enfoque canónico en la socio-
Lo primero que uno puede olvidar, apren- logia del trabajo, la relación entre la automati-
diendo de los clásicos, es esa continúa preten- zación y las aún llamadas «consecuencias
sión de novedad que tiene nuestra sociología. sociales» de esa innovación. Al final de un
El adjetivo «nuevo» acompaña más a las largo viaje tanto temporal como espacial, y
investigaciones de sociología del trabajo que a social, por tanto, que les lleva desde los años
los anuncios publicitarios. Por supuesto, al cincuenta a nuestros días, pocos cambios ven
igual que a otras «disciplinas» hoy separadas, en los paradigmas que enfrentan, dicotómica-
y con las que se juega a la interdisciplinarie- mente, dos modelos, uno antiguo y otro
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moderno, el fordismo y el ohnismo o toyotis- Leer a Claude Lévi-Strauss como a un clási-


mo, por ejemplo, y proponen mayor compleji- co, esto es, no buscando la inspiración directa,
sino diferida a través de lá hibridación de
dad en los modelos adaptados que permitan
interpretar las situaciones de trabajo especifi- aquello que nos sugiere, haciéndolo crecer
cas sobre el «mantillo» de nuestra propia forma-
Con la mirada renovada por nuestras preo- ción como sociólogos, ayuda a enriquecer
cupaciones de investigación, tanto las «moti- nuestra preocupación de investigación actual.
En este sentido, algunos capítulos de La pen-
vaciones» o demandas sociales como aquello
que el sociólogo o socióloga intenta construir sée sauvage pueden ser, literalmente ilumina-
como problema primero y explicación socioló- dores o enriquecedores de las más actuales dis-
gica después —lo que Reed (1992:74) denomí- cusiones sobre las bases sociales de la
na «analytical frameworks»—, volvemos a leer cualificación del trabajo, las competencias
a los clásicos para acabar encontrando entre requeridas por el nuevo trabajador en sistemas
complejos de fabricación de bienes o servi-
los pliegues de sus razonamientos, ideas o
cios. Y en los más tradicionales también, hoy
intuiciones que nos ayudan a completar o
cruzados, casi siempre, por mezclas o briznas
abordar problemas que no éramos capaces de
abarcar en el momento precedente’0. De de tecnologías que hace poco, en los años
hecho, creo, en estas ocasiones los clásicos son ochenta, llamábamos «nuevas».
como un frontón contra el que lanzamos las Y si no, véase,: «el bricoleur es apto para
ideas que están aún flotando en nuestro razo- ejecutar un gran número de tareas diversifica-
namiento. Y de ellos vuelven más redondas o das; pero, a diferencia del ingeniero, no subor-
completas; a veces tan originales como si fue- dina cada una de ellas a la obtención de mate-
ran nuevas y hubieran estado esperando que rias primas y de herramientas, concebidas y
las recogiéramos. conseguidas a la medida de su proyecto: su
Releer en 1996 a Claude Lévi-Strauss, por universo instrumental está cerrado, y la regla
ejemplo, es un gozo intelectual. Los recuerdos de su juego es arreglárselas siempre con los
de mi primera lectura, siendo aún estudiante «medios de a bordo», que es como la verdade-
de ciencias políticas y económicas, quedaron ra cualificación habitual de las personas, «el
fijados en ese bricoleur que contraponía a lo resultado contingente de todas las ocasiones
largo de casi todo el texto de El pensamiento que se han presentado de renovar y enriquecer
salvaje, al «ingénicur»: dos tipos de conoci- el conjunto [de conocimientos y saberes incor-
miento que no sólo no eran «superior-infe- porados, decimos nosotros]. «El conjunto de
rior», sino que, como mostraba con ironía y los medios del b,icoleur no es, pues, definible
contundencia el maestro Lévi-Strauss, podían por un proyecto (...); se define únicamente por
tener una relación invertida, como «ciencia de su instrumentalidad (...); cada elemento [de
lo concreto». O ese proustiano capítulo octavo, formación, deformamos nosotros] representa
«Le temps retrouvé», donde dice, por ejemplo: un conjunto de relaciones, a la vez concretas y
«El pensamiento salvaje no distingue el virtuales; son operadores, pero utilizables con
momento de la observación y el de la interpre- vistas a operaciones cualesquiera dentro de un
tación, de la misma manera que no se registran tipo» 12,
en primer lugar, al observarlos, los signos emi- Una tercera ilustración de las ventajas de
tidos por un interlocutor para buscar inmedia- volver a leer a los clásicos nos muestra las
tamente el comprenderlos: éste habla y la emi- evoluciones, las trayectorias, puntos que nos
sión sensible trae consigo su significación» it~ ayudan a interpretar las ideas y los autores, a
Pero donde he encontrado inspiración, en enriquecer nuestro punto de vista sobre ellos.
esta relectura, más fructífera, ha sido ante una Y aquí, junto a las obras, muchas veces —como
de las problemáticas planteadas a la Sociología ya hemos destacado también en Sociología del
del Trabajo, que se reformula y enriquece eter- Trabajo: un proyecto docente—, las biografías,
namente, casi: las demandas de formación pro- las memorias, los diarios, todo aquello que nos
fesional necesarias a los trabajadores —esa es la abre la puerta de lo que Roger Cornu ha lla-
hipótesis casi inevitable— en contextos de cam- mado «la cocina de la investigación».
bios e innovaciones productivas. Esto es, Lo primero que nos devuelve esta perspecti-
siempre. va es la forma en que se ha creado socialmen-

POUTIC%
El paradigma perdido de la interdisciplinariedad: volver a.. 147

te tanto la disciplina, como sus problemáticas investigación y dejaron su marca en los resul-
o su institucionalización. En lo que concierne tados de este estudio de una comunidad ameri-
a la interdisciplinariedad, por ejemplo, buscan- cana»(p. xiii).
do los orígenes norteamericanos de la sociolo- Que algunos sigan creyendo poder oponer el
gía del trabajo, nos encontramos con que la trabajo de campo contio identificador y separa-
sociología del trabajo nació y se mantuvo en lo dor de perspectivas antropológicas y socioló-
que hoy nos parece un paraiso a ganar: la inter- gicas, puede discutirse (y rebatirse) con más
disciplinariedad que reune antropología, eco- fundamento sabiendo quienes son nuestros
nomía, ciencia política, psicología, geografía y clásicos comunes, nuestros orígenes como
sociología, al menos. perspectiva y como método (Platt,1983). Y
Cuando se lleva a cabo la investigación de viendo los trabajos y las investigaciones que se
Warner, en los años treinta, sobre «el sistema han venido llevando a cabo en los últimos
social de la fábrica moderna», a partir de una años, uno no puede por menos de creer que en
huelga general en el calzado, la industria lugar de ser el terrain la diferencia de la antro-
dominante en «Yankee City», ésta, la investi- pología con la historia o la sociología, como
gación, es el fruto de «los trabajos combinados afirma Daniel Fabre (1992), es un lugar de
y cooperativos de un grupo de antropólogos coincidencia. Y no sólo con esas perspectivas,
sociales», «nuestros entrevistadores se distri- sino también con la historia o la geografía. En
buyeron por toda la ciudad para observar lo efecto, cuando se afirma que «la observación
que la gente hacía y decía. Conocíamos a (más o menos participante) no sería un medio
muchas de estas personas intímamente y bien, como otro de recogida de datos, sino un ins-
puesto que habíamos estado viviendo en la trumento de descubrimiento» 14 ¿no encontra-
ciudad y estudiándola durante vados años mos ya ecos casi literalmente idénticos en la
cuando ocurrió la huelga» I3~ obra de Jacques Valdour, publicada en 1914?
En la edición abreviada de los cinco volú- ¿O en los trabajos de Le Play y su escuela? ~
menes que componen Yankee City, del que Por no continuar con todo un filón de investi-
Tite tnodernfactory es el cuarto, Warner nos gaciones, que si tienen en la comunidad inter-
dice los orígenes e influencias en su obra: nacional reconocidos investigadores, especi-
«La investigación de Yankee City comenzó ficamente en América Latina no han dejado
en 1930 después de un estudio de tres años de constituir toda una floreciente rama de
sobre los aborígenes del norte de Australia. investigación 16,
El trabajo de campo de esta comunidad de
Nueva Inglaterra fue llevado a cabo por jóve-
nes científicos, la mayoría de ellos estudian- 4. Ejeid work: la
tes de antropología social (1963:vii). «se uti-
lizó el mismo enfoque general para la sociología que se enseña
recogida de datos y para su análisis que el haciéndose
que sirvió para el estudio de campo de los

p
aborígenes australianos» (p. xiii). Pero, basta
una ojeada —afirma— a los cinco volúmenes ero quizá la mejor manera de volver
de la serie para detectar que las teorías, téc- a los clásicos, para aprender de
nicas y métodos de la sociología y de la psi- ellos —o, como he propuesto, para
cología «eran parte fundamental del estu- enseñar a través de ellos, que es casi lo
dio». mismo-, sea el recuperar, gracias a los mismos
«Las distintas tradiciones intelectuales de procedimientos que hemos indicado en el
este estudio —afirma— nos retrotraen inmedia- punto anterior, su forma real de llevar a cabo
tamente y directamente a tales científicos sus trabajos de investigación, la forma en que
como A.R. Radcliffe-Brown, Robert H. se diseñaron, en que se rectificaron los dise-
Lowie, y Bronislaw Malinowski. La influencia ños, en la práctica, la forma y método en que
de George Mead, Emile Durkheim, George hubieron de limitar sus conclusiones. Las for-
Simmel, y Jean Piaget se nota con fuerza. Los mas en que se hubo de volver al terreno para
tres años de trabajo de campo con los aboríge- corregir errores. En que gracias a ello se enri-
nes australianos establecieron un modelo de queció la teoría.
Y desde luego, lo que aquí nos interesa es W. LLoyd Warner. Y en los agradecimientos
cómo realmente se llevó a cabo cada investi- están también Elton Mayo y Everett C. Hug-
gación. No es frecuente encontrar, en las pro- hes. Pero, más importante, para lo que ahora
pias obras una presentación de los procedi- nos interesa, es el hecho de que se incluya en
mientos del trabajo de campo tal y cómo se esta edición un apéndice, que ocupa casi la
hicieron II cuarta parte del libro, en el que describe (y
Y en más de una ocasión habrán de buscar- reflexiona sobre) el propio proceso de realiza-
se en otras fuentes: las memorias, los ejerci- ción de la investigación. Este texto lleva por
cios de reflexión sobre la práctica que, mejor titulo «Sobre la evolución de «Street comer
que nadie, los maestros pueden llevar a cabo. society», y termina con unas «Reflexiones
Malinowski ha sido uno de esos autores del sobre el trabajo de campo».
que tanto hemos aprendido, también cuando Quienes han leido y comentado este último
nos revelaba, en un Diario, más informaciones texto son Hughes y Junker, por un lado. Y por
que las ya fundamentales de su obra sobre su otro una serie de profesionales vinculados con
propio método de investigación y creación. la sociología industrial en la época: de hecho
La introducción de los Argonautas, sobre Whyte firma este prólogo como miembro de la
«The subject, method and scope of this New York State School of Industrial Relations.
ínquiry» nos daba un vívido panorama de la Desde su punto de vista, el largo tiempo dedi-
experiencia que cualquier investigador ha sen- cado a la investigación le ha permitido la fami-
tido, ya sea a la entrada del poblado o de la liaridad íntima con su objeto de estudio, y
fábrica: «Imáginese usted mismo» abandona- observar sus cambios a lo largo del tiempo.
do en una playa tropical, entrando en el pobla- La razón para preparar este apéndice
do por vez primera... Ese sentimiento de deso- (1953:279) le vino de la voluntad de enseñar a
lación en el que uno quisiera regresar a la silla los estudiantes los métodos de trabajo de
segura de su despacho, lo hemos sentido campo para estudiar comunidades u organiza-
muchos, pero pocos lo confiesan como luego ciones: «pero, generalmente, el informe publi-
lo recoge Raymond Firth en la introducción al cado presta poca atención al proceso real con
Diario, en el que se incluyen muchas confe- el que la investigación fué llevada a cabo»
siones de todo tipo, que no estaban destinadas (p. 279). «Una explicación real, sin embargo, de
a la publicación, pero que nos devuelven a un como se hizo la investigación implica una valor-
investigador haciendo realmente investigación ción bastante personal de como vivió el investi-
concreta ~, Un investigador que, cómo se pre- gador a lo largo del periodo del estudio» 2t~
gunta Malinowski, no sabe bien cual es «this En Men a¿’ work, 1961, se condensan un
ethnografer’s magic» que le permite contar conjunto de estudios de Whyte, directamente
desde dentro y desde fuera la vida de un pue- centrados en lo que hoy podríamos llamar
blo ~. Tres cosas, según él, componen el méto- Sociología del Trabajo, y cubriendo, literal-
do: la capacidad científica; las buenas condi- mente todos los campos que podía cubrir la
ciones de trabajo, o sea estar sólo entre los disciplina en este momento, bajo la denomina-
nativos; el aplicar reglas correctas de recogida ción, que al autor le parece más abarcante, «las
de la información. Pero, el etnógrafo no debe relaciones organizacionales como campo de
sólo «echar la red en el sitio adecuado», debe, estudio» (cap. 1, pp. 5-16). La sociología
además, estar al día de su ciencia. Y, en última industrial como denominación no le complace,
instancia debe también saber abandonar todas porque no sólo, según él, las aportaciones han
las reglas: «en este tipo de trabajo, es bueno sido hechas por sociólogos, sino también por
para el etnógrafo, en ocasiones, dejar de lado antropólogos, psicólogos y economistas (p. 5).
la cámara, el cuaderno de notas y el lápiz, y Y, desde luego, como es bien sabido, tampoco
mezcíarse él m¡smo en lo que está pasando» 20~ el terreno concreto le sirve de definición: baste
Siguiendo en la misma vena, William E. recordar aquí su investigación sobre la «indus-
Whyte, en el prefacio a la edición ampliada de tria de la restauración» (cap. 6 y 8 de Men).
Street comer soc¡e¡y, en 1955, reconoce la En Learning frorn the fleid, 1984, Whyte
deuda, directa e indirecta, tanto en la prepara- hace una recapitulación, mirando hacia lo que
ción de los métodos de trabajo de campo, ha sido su experiencia de cincuenta años de
como en la redacción final del manuscrito, con trabajo de campo, que dice, «por comodidad,
El paradigma perdido de la interdisciplinariedad: volver a... 149

los llamaré «métodos antropológicos», reco- Tras una larga serie de referencias o compa-
nociendo, por supuesto, que son métodos utili- raciones entre música y mito, se inicia un largo
zados por muchos sociólogos además de mi texto, de más de diez páginas, un texto hermo-
mismo» (p. 12). so cuyo principio dice: «nunca, sin duda, el
Y en Social Theoryfor action (1991:1-14), placer musical fue mejor descrito y analizado
como introducción, lleva a cabo una especie de que en las páginas de Un amour de Swann».
«repaso» a su labor desde su primera gran obra, Esas páginas que emocionan al lector hoy,
el ya mencionado clásico Street comer society, igual que hace veinticinco años, son «explica-
iniciado en 1936, en un suburbio de Boston. En das» por el autor: las digresiones anteriores
sus distintos trabajos que han concernido tanto —dice— tienen su función, que es mostrar que
la industria como la agricultura, cree que la no desconozco la vida afectiva, como podría
preocupación que une todos esos estudios es la habérsele imputado en el debate sobre el
participación de los trabajadores 22, estructuralismo; no, no la desconozco, afirma;
tan sólo me niego a dimitir ante ella.
El caso es que, como él mismo reconoce a
5. Otros aprendizajes, continuación, esa voluntad hace qué parezca
—o sea...— la suya una obra donde el hombre, la
buscando la persona, no tiene emociones. Loin de lO¡24.
interdisciplinariedad Aunque, a veces, puede pasar lo contrario:

H
que por querer, en nuestras formas expresivas
y de transmisión de los resultados de nuestra
acer esta lectura de los clásicos, reflexión, mostrar a los seres vivos, a las per-
desde la perspectiva de la sociolo- sonas, que los economistas oficiales, o sea el
gía, supone, también, preguntarse, poder, ha convertido en lejanos signos de sus
y aprender sobre los procesos mismos de conoci- indices de inflación, de productividad o de
miento, sobre aquellos «escarpados caminos de beneficio, no parezca —o sea...— una sociología
la ciencia» que Marx recordaba al ciudadano La descalificada por demasiado emocional, y por
Chátre, preparando la edición francesa de Fil tanto pairial. Cuando, en verdad, busca o pre-
Capital. Al igual que sobre el cómo narrar los tende ser, tan sólo, una teorización simplemen-
resultados, sobre la argumentación, sobre la retó- te orientada por el deseo de mejorar la vida de
rica, sobre la escritura, que no es sino una parte la mayoría de las personas 25
importante de esos mismos resultados. Un abor- Releyendo la obra de Marcel Mauss uno
daje útil «para aquellos que están interesados en encuentra ideas que encajan en cada uno de
los mecanismos del trabajo intelectual» 23, los epígrafes que hemos querido identificar
Y, paralelamente, y en tercer lugar, volver en este texto. Primero, con los acontecimien-
—otra vez— a preguntarse sobre el cómo trans- tos de noviembre y diciembre de 1995 en
mitir esos conocimientos, sobre como se Francia como la negación práctica de tanto
aprende el oficio de sociólogo. texto semiculto sobre «el fin del valor traba-
Nuevamente la obra de Claude Lévi-Strauss jo», uno lee las «conclusiones de moral» del
nos sirve de ejemplo de lo que adelantamos en Ensayo sobre el don, y parece que se hubie-
el párrafo anterior sobre la narración. Nos son ran escrito para ayudar a abordar la explica-
ahora bien conocidas las polémicas suscitadas ción de esos hechos, casi tres cuartos de siglo
por su obra, especialmente a finales de los años antes: «el trabajador ha dado su vida y su
sesenta, y ello nos puede ayudar a entender esfuerzo a la colectividad de una parte, a sus
algunos argumentos que desarrolla en el «Fina- patronos de otra, y si debe colaborar a la obra
le» de L’homme nu, publicado en 1971. Aquí de la seguridad, los que se han beneficiado de
nos recuerda que había escrito en Tristes tropi- sus servicios no han cumplido con él con el
ques que una obra como las Mitológicas, de pago del salario, y el Estado mismo, repre-
tanto empeño, era como un «vasto y complejo sentando la comunidad, le debe, con sus
edificio, él también irisado de mil tintes, que se patronos, y con su propio concurso personal,
despliega bajo la mirada del analista, se expan- una cierta seguridad en la vida, contra el paro,
de lentamente y se cierra para despeñarse a lo contra la enfermedad, contra la vejez, contra
lejos como si no hubiera existido nunca». la muerte» 26

POLI!~jt,~
En cuanto a la enseñanza, el Manual de res, y las incognitas científicas que nos desve-
Mauss es una fuente de sugerencias sobre lo lan, hallar en esos filones los minerales precio-
que debe ser la tierra interdisciplinaria, el sos. Y, siguiendo con esa liviana metáfora,
conimon ground, lo que se da por descontado, convertirse uno en el orfebre que engarza,
sin siquiera mencionarlo, basado en todos los resalta, y da vida a esas «perlas>~. No hay lec-
saberes disponibles en las ciencias sociales. tura si no es personal de los clásicos.
«El joven etnógrafo que sale hacia el terreno Esa lectura supone un tipo de práctica de
debe saber lo que ya sabe, con el fin de llevar fonnación personal y de investigación, no de
a la superficie lo que aún no se sabe» ~ segundo grado. Se trata de ser un aprendiz de
Pero, donde, como todos recordamos, historiador que ha hecho historia, o un urba-
Mauss nos habla desde ese paraíso perdido —al nista que ha hecho planificación urbana, al
parecer— de la interdisciplinariedad, es, preci- estilo de la propuesta que hacia el maestro Fer-
samente, en las «notas sobre el método a pro- nand Braudel en Sociología e Historia, O, por
pósito de las que hemos seguido nosotros». lo menos, lecturas asiduas y estar al día de la
Claude Lévi-Strauss, en su presentación apa- literatura y los debates científicos; conocer las
sionada del texto ya nos ha contagiado para problemáticas, la configuración del campo de
entonces, como lectores, y entraremos en el saber, de primera mano.
Ensayo, como si fuera por vez primera, con la Y, sobre todo, no dejarse llevar en los deba-
sensación de estar, también, como él escribía tes inter-disciplinas por la confrontación hueca
en 1950, al borde de un descubrimiento histó- y general, entre, pongamos por caso, econo-
rico, personal y científico. mistas y sociólogos. Como lo han visto con
Mauss afirma: «los hechos que hemos estu- extrema lucidez próctica un conjunto de espe-
diado son todos, permitásenos la expresión, cialistas que no suelen verse las caras en los
hechos sociales totales».Y su entusiasmado congresos: «no se trata de confrontar discipli-
presentador nos dejará unas páginas brillantes e nas en tanto que tales, sino puntos de vista,
inolvidables describiendo un método capaz de problemáticas construidas por los investigado-
dar cuenta del melanesio concreto (...y comple- res dentro de sus disciplinas» 29~ Annie Bor-
jo), de forma total, desde dentro y desdefuera, zeix, en un magnífico texto, que forma parte
incluyendo también al observador ~. «El estu- del mismo esfuerzo anterior, y que vincula
dio de lo concreto, que lo es de lo complejo, es directamente, a la renovación necesaria de la
posible y más cautivador y más explicativo aún Sociología del Trabajo, insiste en la «observa-
en sociología. Nosotros observamos reacciones ción directa in situx’, y en que, para llevarla a
completas y complejas de cantidades numen- cabo, «varios puntos de vista sobre un mismo
camente definidas de hombres, de seres com- objeto valen más que uno sólo» 3Q
Josiane Boutet tiene el mérito, en este intento
pletos y complejos (...): el principio y el fin de
la sociología es percibir el grupo entero y su de confrontar, de verdad, es decir,hasta la raíz,
comportamiento completamente entero». distintos enfoques y problemáticas de investiga-
ción, de ser realista. El proceso es, jugando con
la expresión del psicopatólogo Christian
6. Aprendiendo de los Dejours —que participa en el libro-, doloroso, y
ello en un sentido muy inmediato y práctico. No
clásicos: ideas para un trabajo es un camino de rosas el poner a prueba los con-
interdisciplinario ceptos de una disciplina que están estabilizados,
dentro de otra disciplina donde su sólo nombre
ya comienza a producir mido: y le basta con

L a línea directriz para volver a los


clásicos que propongo está centrada
en su práctica de investigación, en
mencionar los términos «sentido» e «interpreta-
ción» para un sociólogo, desde el momento en
que entran en el universo del lingÍiista.
Una interdisciplinaniedad en serio, no sim-
cómo hicieron su obra. Pero, como he intenta-
do destacar, lo más importante es cómo se plemente el préstamo de algunas citas o refe-
hace el viaje. No se trata de, simplemente, rencias, es como salir al exterior de la protec-
hacer una lectura «inspirada», en la que, con tora nave espacial disciplinaria, donde muchas
las preocupaciones políticas, mayores o meno- cosas habituales pueden convertirse en desco-
El paradigma perdido de la interdisciplinariedad: volver a... 151

nocidos peligros: «confrontar estos puntos de manera?), que ya ha conocido fases semejan-
vista -concluye Boutet con lucidez ~— es bus- tes a lo que ahora le pedimos, en el pasado
car lo que la otra disciplina tiene de molesto, (Platt, 1 992b).
de conflictivo frente a lo que se sabe ya en la Se habla de rejuvenecer puntos de vista, hoy,
disciplina, o a aquello que aún no se sabe» 32~ por ejemplo, con los enfoques antropológicos
Recientemente un organismo meritorio en la del trabajo. Nuestros clásicos, íuestros padres
definición de las problemáticas de investigación y maestros, eran antropólogos. Nada mejor
en tomo al trabajo, en Francia, ha publicado un que aspirar a ser lo que ya fuimos. O, al menos,
«appel d’offres», esto es una convocatoria de aprender críticamente de lo que fuimos.
financiación de investigación, sobre «Precarie- Mi propuesta, buscando el paradigma perdi-
dad, trayectorias y proyectos de vida» W Para do de la interdisciplinariedad, es volver a esos
definir la forma y el alcance de esta convocato- clásicos, que son nuestro tronco común, y tam-
na, un equipo interdisciplinar ha trabajado a lo bién nuestras raíces, sin las limitaciones de los
largo de un año, convocando, por otro lado, encasillarnientos actuales, tanto profesionales,
intervenciones en el grupo de otros profesiona- como disciplinarios o científicos. Y enriquecer
les de distintas ciencias, que han completado así nuestra mirada con la lectura, por ejemplo,
una revisión y rectificación, a través de muchas de Alfred Marshall, de sus Principios de eco-
sesiones de trabajo ~ Basta seguir la forma de nomia política, cuya primera edición es de
abordaje, los debates en ese entorno, y compro- 1890; un hoy economista que hace propuestas
bar ahora los resultados: para percibir que, aún sobre estudios de casos, al comienzo de su
siendo un camino difícil, sin ese arriesgado obra, enormemente próximos a nuestras preo-
compromiso por discutir y poner a prueba sus cupaciones actuales (Marshall, 1963, p. 1 y
seguridades, por parte de cada de uno de los 265). 0 que discute sobre tiempo de trabajo
profesionales participantes, no hubiera sido con más agudeza, conocimiento y lucidez que
posible ni siquiera rozar la espuma, la superfi- muchos «organizadores» de nuestros días. O
cie, de una problemática tan compleja como la que plantea un conjunto de reflexiones sobre
abordada: «Identidad, salud, inserción social y los contextos sociales de la «atmósfera indus-
nuevas formas de empleo y de trabajo». trial» que han inspirado el resurgir de una
Desde luego, experiencias como ésta son un nueva forma de reinterpretar la cultura produc-
buen aliciente para seguir proponiendo recupe- tiva en los años noventa (Castillo,1994; Becat-
rar el paraíso perdido de la interdisciplinarie- tini y Rullani, 1996). Volver, en suma, a
dad. Y, vistos los materiales y las formas de momentos en que la disciplina era en su propia
abordaje, de estos colegas, en los que parece práctica bastante interdisciplinaria... Sin saber-
que estamos asistiendo a un revival de nuestros lo, claro ~.
clásicos, uno no puede sino asegurarse de que
nuestra propuesta es un buen camino para que
puedan, en un futuro inmediato, fructificar en la NOTAS
práctica estas iniciativas, «para pensar fuera de
1 Una queja cualificada, que intenta poner una piedra
las rutinas de las escuelas, una sociología críti-
en ese dique, es la de Chanlat, 1995, quien se lamenta de
ca de la sociología que supone que se haga la la separación que existe entre la literatua francesa y
historia misma de las categorías sociológicas». anglosajona, en términos de estudios organizativos. Si se
tiene en cuenta el lugar desde donde se emiten, Québec,
y la persona, un miembro cualificado del Comité de
Investigación correspondiente de la Asociación Interna-
7. Resumiendo y cinal de Sociología, estas consideraciones toman su peso
real: «el campo del análisis francófono de las organiza-
concluyendo clones se presenta como relativamente autónomo cuando
se le compara con el anglosajón»; «estas dos científicas

y
«solitudes”’>< 1995:67,68). Una excelente contribución
olver a los clásicos, al menos en lo reciente a esa necesidad inglesa de una sociología subti-
que me concierne, me ha servido tulada es Dubois, 1996.
2 Véase Sociología del Trabajo: un proyecto docente,
para entender mejor lo que Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas-Siglo
puede ser la sociología del trabajo de mañana, XXI, 1996. Y «La Sociología del Trabajo que se refunda
interdisciplinaria (¿es que podría ser de otra en tomo a 1960», ponencia presentada al II Congreso

POPLTICSy
)
Latinoamericano de Sociología del Trabajo, Aguas de “ Daniel Pobre, «L’ethnologue et ses sources», in
Lindoia, Sáo Paulo, Brasil, 1-5 de diciembre de 1996. Althabe, Fabre y Lenclud, 1992, Ethnologie du présent,
Aquí, vale la pena resaltar los trabajos de Jennifer pp. 43 y 47.
Platt, como ejemplo avanzado y excelente ~ Véase Kalaora y Savoye, 1989. Estos autores nos
(Plaít,1983,1992a, 1992b). Y el conjunto de reflexiones descubren los ciclos de «olvido» y recuperación de Le
fomentado por el Comité de Investigación 6, de la Aso- Play (1 parte, pp. 23 y ss.).
ciación Internacional de Sociología, que ella lidera, y ‘<‘ Véase Burawoy, 1979 y 1992. Y la reciente obra
que se recogen en la Newslerter que publican con regu- editada por Frederick Gamst, 1995, Meanings of work.
laridad. Para una bibliografía espléndidamente comentada, sobre
Un marco y forma de reflexión que abre muchas antropología industrial en México, véase Raúl Nieto,
posibilidades reales para la interdisciplinariedad de la 1994. Y para un buen elenco, y mezcla, de perspectivas,
Sociología del Trabajo, lo presenta Dosse,1995, L’empi- en el más reciente congreso de la Asociación Latinoa-
re su sens, para Francia. En este libro, impresionante por mericana de Sociología, Abramo, 1996. En este mismo
la capacidad de seguir las escuelas, las influencias, los número de Sociología del Trabajo, que recoge la reseña
laboratorios; por haber sido capaz de rastrear en persona de Lais Abramo, se incluyen, además, otras de Enrique
las distintas posibilidades que ofrecen estos saberes cm- de la Garza, sobre el E Congreso Mexicano de Sociología
zados, curiosamente (i) se identifican muchos de los del Trabajo en marzo de 1996 y de Elsa Planelí y Carlos
«laboratorios» que hoy forman parte en Francia del A. Santiago, sobre dos encuentros, el Caribeilo de Estu-
Comité de Redacción o del de Orientación de Sociologie dios del Trabajo, y el Encuentro Mundial sobre Proble-
du Travail. mas Metodológicos, que tuvo lugar en febrero de ¡996,
Pero, una larga estancia reciente en Francia le pone a en Puerto Rico. En todos ellos queda constancia de lo
uno frente al hecho, no menos real, de una enorme proli- que afirmamos en el texto.
feración de estudios sobre el trabajo, sobre la precarie- ‘~ Estamos parafraseando a A. Gouldner, 1967
dad, o sobre la inserción social, que se ignoran mutua- [1954], Pauerns.... apéndice, pp. 247-269, «Ficíd work
mente, a veces estando no más lejos de un piso más procedures: te social organization of a student research
arriba o abajo. Los problemas de institucionalización, de team». Texto que ya hemos comentado en Sociología del
escuelas, etc. parecen prevalecer, a veces, sobre la siem- Trabajo: un proyecto docente.
pre buscada interdisciplinariedad. Una combinación de cómo se fabricaron las investi-
A fin de cuentas, para «olvidar» el concepto de gaciones, y del enseñar sociología del trabajo enseñando
desarrollo, hijo del de revolución industrial, Wallerstein a hacerlas es el núcleo de ese libro. A mi juicio una
[1991] va a leer otra vez a Marx y a Braudel para sacar buena summa de esta posición, que hoy mismo nos pare-
del primero todo aquello que le mostraba como un resis- ce enormemente útil, es el libro de Buford Junker, prolo-
tente ante las ciencias sociales dominantes del momento. gado por Everett Hughes, Field work. An introduction to
6 Wallerstein, 1995:271-274, en el capítulo «Ques- the social sciences, 1960. Algo muy semejante es lo
tions de paradigines: un appel á débat’>, condensa este hecho por Jean Peneff, 1995.
argumento de manera magistral: «En las ciencias socia- LS B. Malinowski, 1967, A diary, p. XVI.
les, el elogio del trabajo interdisciplinario no se ha B. Malinowski, 1922,pp. p. 6. Véase, también, A
enfrentado en realidad con la potencia de los apara- diary. Para una discusión reciente a múltiples voces,
tos(..3; en ningún caso, el trabajo interdisciplinario llega véase Dauber, 1996.
2(1 E. Malinowski, 1922, p. 21.
a criticar la fragmentación de las ciencias sociales».
Un ejemplo casi paradigmático de lo que decimos 21 Este tipo de reflexiones es el más indicado para
en Kalleberg, 1995: «Sociology and economics: crossing «comprender el propio proceso de investigación», como
the boundaries». subraya María Cátedra en su prólogo a la edición espa-
Ch. Manheim, 1902, De la condition des ouvriers..., ñola de Paul Rabinow, 1990:9. Aprovecho esta nota para
pp. 91 y 92. agradecerle, a María Cátedra, sus lúcidos comentanos a
Tertre y Santilli, 1992, Automatisation el travail, p. una primera versión de este texto.
172. Jennifer Platt hace esta misma tarea, de un modo 22 En el capitulo 8, Pp. 86 y ss., «Social research on
ejemplar, para la historia del «case study» en la sociolo- organizational behaviour in industry», recupera la gene-
gía norteamericana, en un texto que vale la pena leer y alogía de los trabajos sobre el trabajo, desde Mayo en
releer, 1 992b. adelante. En las PP. 142-157, da cuenta de sus trabajos
lO Los marcos analíticos de Reed, 1992, pensando en sobre las cooperativas de Mondragón, desde 1975, en el
la sociología de las organizaciones, «proporcionan redes País Vasco español.
de conceptos que están estructurados en tomo a proble- 23 C. Lévi-Strauss, 1984, Paroles données, p. 16.

mas e intereses compartidos que surgen de la particular 24 C. Lévi-Strauss, 1971, L’homme nu, p. 620, 586 y
forma de orden o pautas de pensamiento que son crucia- 596. Esta inspiración metodológica en Proust la recuerda
les para nuestra comprensión de los fenómenos organi- más de una vez Lévi-Strauss con agudeza e inspiración,
zacionajes» (p. 74). como cuando evoca los «tipos compuestos». O cuando
C. Lévi-Strauss, 1962, La pensée sauvage. cap. menciona ese final de Le temps retrouvé, en que eí nove-
VIII.[Traducción de JJCI. lista evoca su trabajo con las famosas «paperoles» con
(2 C. Lévi-Strauss, 1962, p. 29. cierta similitud con el de una costurera que fabricara un
“ W.LI. Warner, 1947, The social sysíem..., pp. xv y vestido nuevo con fragmentos de otros (Lévi-Strauss,
5. El trabajo de campo de esta investigación se llevó a l993,p. lO).
cabo entre 1930 y 1935, más un complemento de inves- 25 Pienso aquí, especialmente, en un texto propio,
tigación en 1945. «A la búsqueda del trabajo perdido. Y de una sociolo-

pflLwt~
gía capaz de encontrarlo»,1997. Donde la «indignación REFERENCIA BIBLIOGRÁFICAS
ilustrada», para usar una frase que califica las interven-
ciones de Voltaire ante distintos affaires de su tiempo, ABRAMO, Lais: «XX Congreso de la Asociación Latino-
le obliga a uno a navegar por un filo argumental muy
americana de Sociología: ‘Trabajo y trabajadores, de
difícil. la fábrica a la informalidad’, en Sociología del Traba-
26 M. Mauss, 1923-1924,[1989], p. 261. Sobre los
jo. nueva época, Madrid, nY 28, otoño 1996, pp. 151-
acontecimientos de noviembre-diciembre de 1995 en ‘55.
Francia hay unos comentarios mínimos en mi nota, de pró-
ALTHABE, Gérard: «Vers une ethnologie du présení», en
xíma publicación en Work and Occupations, «Looking for
Althabe, Fabre y Lenclud, 1992, Pp. 247-257.
the meaning of work». Véase, Putur Antéricur, 1996. ALTHABE, Gérard; FABRE, Daniel; LENCLUD, Gérard
27 La cita bien merece recordarse en francés: «Le
(cd.): Vers une ethnologie du présent, París, Maison
jeune ethnographe qui part sur le terrain doit savoir ce
des Sciences de l’Homme-Eíhnologie de la France,
qu»il sait déjá, afin d»amener ñ la surface ce qu»on nc
sait pas encore», M.Mauss, 1947, p. 5. Este manual, Cahier 7, 1992, 259 p.
BACHELARO, Gaston: Lengagement rationaliste, París,
como nos dice en nota de presentación Denise Paulme,
es la versión estenográfica de los cursos de Mauss de Presses Universitaires de France, 1972,192 p. [Préfa-
ce de Georges Canguilhem] [Hay traducción al espa-
1926 a 1939. El texto definitivo no ha sido, claro está,
revisado por el autor. Aunque, cuando ya pensaba en ñol en Siglo XXI Editores].
publicarlo en un futuro, se extendía un poco más cada BAGNARA, Sebastiano; BROADBANT, Stefania: «Ergono-
curso en un tema: tecnología y estética, 1935-36; fenó- mia degli artefatti cogniíivi», en Quaderni di Sociolo-
menos jurídicos, 1936-37; religión, 1937-38. gia, vol. 37, n. 4, pp. 105-123.
28 Mauss, Socio/ogie et anthropologie, p. 274. Lo de
BECATTINI, Giacomo; RULLANJ, Enzo: «Sisteúas producti-
la Introducción de Lévi-Strauss esá en las pp. XXVI- vos locales y mercado global», en Información Comer-
XXVII. La cita siguiente en el texto, de Mauss, en p. 276. cial Española, nY 754, junio de 1996, Pp. 11-24.
~ J. Boutet, 1995, p. 14. La autora presenta un mág- BILLIARD, Isabelle (coord.): Identités, santé, inserfion
nifico texto conjunto, resultado del trabajo común de socia/e et nouve/les formes de~nploi, París, MIRE
ergónomos, sociólogos, médicos, lingúistas... sobre Las (Mission Interministerielle Recherche-Expérimenta-
palabras en el trabajo. Valga citar aquí, y para los eco- tion)-Groupe de Travail~ 1995, 313 p.
nomistas y sociólogos, tan lejanos en España, la cercanía BoRzE¡x, Annie: «La parole en Sociologie du Travail»,
más conseguida en Francia, al contrario, por continuos en J. Boutet (ed.): Paro/es au travail, París, L’Har-
trabajos abiertos en esta misma dirección. El último de mattan, 1995, pp. 225-245.
los cuales, el editado por Sabine Erbés-Seguin, 1995. BouvíER, Pierre: Socio-Anthropologie da contemporain,
30 A. Borzeix, 1995, «La parole en Sociologie du tra- París, Galilée, 1995, 176 p.
vail», pp. 229 y 225. BROwN, Richard H.: A poetie for socio/ogy Toward a
‘~ J. Boutet, 1995, p. 13. /ogic of discovery for tIte human sciences, Cambrid-
32 Un empeño semejante presidió el esfuerzo de refle- ge, Cambridge University Press,1977, 302 p.
BULMER, Martin: The Chicago School of sociology. ms-
xión sobre la noción misma de trabajo que emprendió
Michel Freyssenet en 1992, parte del cual ha visto la luz titutionalization, diversity, aná rIte rise ofsocio/ogical
en francés recientemente en el número «Hors Série», research, Chicago-Londres, The University of Chica-
1994, de Sociologie da Travail, presentado por Michel go Press, 1984, 285 p.
Freyssenet, junto a Pierre Desmarez, «Les énigmes du BURAWOY, Michael: Manufacruring consent. Changes in
travail». Ahí escriben una lingtiista, un antropólogo, un the labor process under monopo/y capita/ism, Chica-
economista, un ingeniero, un sociólogo, un experto en go, University of Chicago Press, 1979, 267 p. [Hay
gestión... El texto de Freyssenet, está publicado en espa- edición en castellano, Madrid, Ministerio de Trabajo
fbI: 1994. y S.S., 1989: El consentimiento en la producción].
~“ Se reproduce, completa, en MIRE Info, n. 35, junio BURAWOY, Michael: «The written and repressed in
1995, pp. 65-69. Gouldner’s industrial sociology», en Theory and
3~ El grupo «central» estaba compuesto de un (o una) Society. vol. 11, n. 6, noviembre 1982, Pp. 831-851
economista, médico, ergónomo, sociólogo-historiador, [Número monográfico, homenaje a Alvin Gouldner].
psicopatólogo-ergónomo; historiadora, jurista, y cuatro BURp.woy, M. et alii: Ethnography unbound: power and
sociólogos; de ellos uno, además profesor. Junto a ellos, resisrance in tIte modern metropo/is, Berkeley, Uni-
asistían y dirigían un pequeño equipo de trabajo de la versiíy of Califomia Press, 1991.
MIRE. Por otro lado participaron en sesiones especial- CAPLOW, Theodore: «The dynamics of information inter-
mente convocadas ad hoc, dos historiadores, una ergó- viewing», en American Jaurnal of Sociology, vol.
noma, un médico del trabajo, varios economistas, dos LXII, nY 2, septiembre de 1956, Pp. 165-171.
sociólogos y un jurista. CAsTILLO, J.J.: E/trabajo de/ sociólogo. Madrid, Edito-
El conjunto del trabajo de las sesiones, resumen de las rial Complutense, 1994.
intervenciones, calendario, etc., se recogen en un texto CASTILLO, Juan José: «A la búsqueda del trabajo perdido.
editado por Isabelle Billiard, 1995, Identités.. Y de una sociología capaz de encontrarlo», en A.
~> Alfred Marshall era uno de aquellos cuatro jinetes Pérez-Agote e 1. Sánchez de la Yncera (eds.): Com-
de La estructura de la acción social de Talcott Parsons plejidad social y teoría sociológica, Madrid, Centro
(1949); un «escritor europeo». Y nadie nos ha explicado de Investigaciones Sociológicas, 1996, Pp. 73-
quién ni cómo lo descabalgó de esa posición de clásico 95.[Una versión mucho más desarrollada se ha publi-
de la sociología. cado en Estudios Sociológicos, México, en 1997].

PPflTICSt
2 .2

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Por una sociología A modo de introducción


práxica
S i al afirmar, tras asistir al pase de
una película, que hemos visto a tal o
cual actor o actriz alguien nos
adviene que en realidad lo percibido no ha sido
más que la imagen de unos personajes proyecta-
da en la pantalla —recordemos que el cine consis-
te en pasar un número de fotogramas a una velo-
cidad determinada—, no tendremos más remedio
que rendimos ante la evidencia, pues los perso-
Manuel Montañés Serrano najes de nuestras películas nunca tendrán la
facultad del protagonista de La rosa púrpura de
El Cairo para salir de la pantalla. Si embargo, si
esa misma precisión se intenta trasladar sobre la
percepción de la realidad circundante, nos encon-
traremos con una fuerte resistencia para que
ambas situaciones sean equiparadas entre sí. Difí-
cilmente admitimos una entidad mediadora entre
lo observado y nuestra observación. Olvidamos
que nuestra observación esta determinada por
nuestro singular sistema óptico. Olvidamos que si
tuviéramos otro sistema fisiológico de visión, el
mundo percibido seña apreciablemente diferente.
No obstante, siempre podemos sostener que es
irrelevante tal precisión, dado que del mismo
modo que sin la participación de los actores rea-
les de carne y hueso la película no seña posible,
también podemos decir que, como apunta Enri-
que Luque Baena, «nuestras percepciones del
mundo corresponden a algún grado de realidad.
Algún grado de isomorfismo se da, después de
todo, entre la experiencia del mundo y su reali-
dad. De otro modo, hubiera sido imposible la
adaptación de los organismos a su medio ambien-
te: todos hubieran desaparecido» (1985: 76).
Si admitimos éste razonamiento, movemos en
la realidad o en la realidad percibida a efectos
prácticos carecería de importancia. Desde una
concepción idealista, la realidad percibida no
seria la cosa en sí (el noúmeno kantiano), pero
no por ello todo lo percibido obligatoriamente
tendña que ser siempre apariencia engañosa. La
realidad percibida, siguiendo la filosofía idealis-
ta, seña el fenómeno kantiano, el cual presenta
propiedades que son de la cosa en sí y es objeto
de experiencia. Como apunta Miguel Beltrán,
«la eventual discrepancia no se da entre dos
cosas (la apariencia y la realidad), sino entre una
cosa (la realidad) y su apariencia, su modo de
manifestarse» (1985: 11 y 12). Como en el mito
de la caverna de Platón, la realidad percibida

Manuel Montañés Serrano, Dpto. de Sociología II, Universidad Complutense de Madrid.


Política y Sociedad, 26 (1997), Madrid (pp. 157-175)

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