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26 COPIAS

FI01 - 105 COLECCIÓN CLAVES Remo Bodei


Dirigida por Hugo Vezzetti

LA CHISPA
Y EL FUEGO
INVITACIÓN A LA FILOSOFÍA

Ediciones Nueva Visión


Buenos Aires
Bodei, Remo
La chispa y el fuego. Invitación a la tilosofia - 1' ed. - Buenos
Aires: Nueva Visión, 2006
176 p.; 20x13 cm. (Claves, dirigida por Hugo Vezzetti)
Traducido por: Heber Cardoso
ISBN 950-602-529-0
1. Filosofia. l. Cardoso, Heber, trad. 11. Titulo
CDD 100

Título del original en italiano:


Una scintilla di fuoco. Invito al/a filosofía A 1nis alumnos
dispersos por el mundo
Copyright© 2005 Zanichelli editare S.p.A, Bologna [9700]

Traducción autorizada de la edición italiana publicada por


Zanichelli.

Traducción de Hebcr Cardoso

I.S.B.N.-10: 950-610-529-0
I.S.B.N.-13: 978-950-602-529-8

Toda reproducción total o parcial de esta


obra por cualquier sisten1a -incluyendo el
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te autorizada por el editor constituye una
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prisión (art. 62 de la ley 11.723 y art. 172
del Código Penal).

© 2006 por Ediciones Nueva Visión SAIC. Tucumán 3748, (1189)


Buenos Aires, República Argentina. Queda hecho el depósito que
marca la ley 11. 723. Impreso en la Argentina/ Printed in Argentina


La filosofía no es una "una disciplina que
sea lícito ensenar como las demás; sólo
luego ele una larga frecuentación y convi-
vencia con su contenido se n1anifiesta en el
alina, como una luz que de pronto se en-
ciende a partir de una chispa, para luego
alimentarse de sí misma".

PLATO.\", Séptin1a cnrta, 3·11. C-D


PREJUICIOS
SOBRE LA FILOSOFÍA

A menudo se escucha proclamar la inutilidad e incluso la


peligrosidad de la filosofia por parte de exponentes de ciertas
franjas del sentido común o de científicos o técnicos o profe-
sionales.
¿Qué pruebas sostienen estas opiniones?
A diferencia de lo que ocurre con las ciencias exactas o
empíricas, se dice que, en más de dos mil quinientos años de
vida, la filosofía no ha conseguido realizar ningún progreso,
no ha logrado acumular conocimiento, ni ha producido sóli-
das bases para su desa1Tol10. Como en muchas nobles estir-
,
1.'
pes, las ramas de su árbol genealógico han ido en búsqueda
1
,,: : de destinos diferentes.
1 '
En efecto, de su tronco han brotado tanto las ciencias
,, específicas como las disputas no concluyentes. Pero mientras
las primeras-una vez alcanzado el éxito y la autonomía- han
vuelto la espalda a la familia de origen siguiendo adelante por
su propio camino, los que se consideran como sus legítimos
:/ descendientes, al insistir en las segundas, en cambio han
1

terminado por disipar, en cada generación, el patrimonio de


conocimientos, consumiéndolo en la construcción de edificios
suntuosos pero inhabitables o en la puja entre opiniones por
naturaleza intrínsecamente inverificables.
Frente a tales objeciones, aparentemente irrefutables, al-
gunos filósofos han teorizado acerca de la muerte de la fi-
losofía, del mismo modo que alguna vez se proclamaba la
1 muerte del arte u, hoy, la de las ideologias y las utopías. Así,
,!:¡ han presentado a la filosofía como una disciplina siempre al
11
borde de una crisis irreversible, de una catástrofe, de un
suicidio anunciado o la han definido, con las palabras del
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35

fl !.

~: •
filósofo contemporáneo Jacques Derrida, como un "saber elige volver la espalda a este mundo y sustraerse al "contagio')
moribundo''. de las vivencias cotidianas por miedo a ser infestada por todo
¿Cómo podría, pues, la filosofía, en tal estado y con tales aquello que resulta confuso, casual, individual e indefirnble,
antecedentes, contribuir a la solución de problemas reales y la filosofía-desde Aristóteles en adelante-, en otras trad1c10-
comunes a todos? nes de pensamiento no ha renunciado al estudio de la sensi-
bilidad ni por lo general se ha negado (especialmente en el
siglo xx) a atribuir dignidad teórica intrínseca al mundo de la
¿UN SABER •IORIBUN!JO? vida cotidiana (cfr. Aristóteles, 2002; Husserl, 1987; Husserl,
1965, 123, 764-765, 49, 580; Schütz, 1975; Schütz, 1979)
La respuesta puede venir sólo si nos liberamos de dos equívo-
cos, que tienen raíces tan profundas que asumen la forma casi
descontada del prejuicio. El primer malentendido tiene que LA FJLOSOFiA COMO MEDIO
ver con la génesis y la esencia misma de la filosofía, que no
puede ser un "saber moribundo" por el simple hecho de que El segundo prejuicio tiene que ver con la "utilidad" de la
no siempre ha pretendido ser un "saber" (y como tal, por lo filosofía. Con toda tranquilidad, se puede afirmar que la fi-
tanto, nunca nació) y luego porque ha interiorizado la muerte losofía no sirve para nada, que no es un medio para fines
desde el comienzo, cuando intentó encontrar vías de salida sii11plen1ente útiles. Pero también es preciso agregar que hay
para los dilemas morales que en la tragedia griega quedaban, otros elementos -como la salud o la música de Mozart- que
desde el punto de vista humano, declaradamente en suspen- tampoco "sirven" para nada. Desde esta perspectiva, la filo-
so y sin respuesta. En efecto, desde sus orígenes socráticos, la sofía, que parece un lujo, resulta en cambio el bien más
i 1 filosofía se ha presentado como saber mayéutico, capaz de necesario. Se parece a la vista, que no produce nada, pero que
posibilitar, pero no de generar, conociinientos precisos, adqui- nos permite actuar y orientarnos en el mundo: "Puesto que en
ridos de manera definitiva dentro de campos rigurosamente verdad mantener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos es lo
delimitados. Luego se desarrolló como un saber hegeliana- mismo que vivir sin filosofar; y el placer de ver todas las _cosas
ment.e acostumbrado al "reino de las sombras", a conceptos que que nuestra vista descubre no es comparable a la satisfac-
aparecen primero como inconsistentes e inmateriales, pero ción que da el conocimiento de aquellas que se encuentran
que, en efecto, sustentan y articulan de manera invisible por medio de la filosofía; y, en suma, este estudio es más
nuestros modos de pensar, de representar, de imaginar y de necesario para regular nuestras costumbres y conducirnos
sentir. Las ideas son, en efecto, difíciles de captar, porque al en esta vida de cuanto lo sea el empleo de nuestros ojos para
no est.ar dotadas de dimensiones corpóreas, del espesor y la guiar nuestros pasos" (Descartes, 8-9).
tridimensionalidad de las cosas, no pueden mostrarse fácil- Por otra parte, siempre es preciso preguntarse: ¿útil para
mente. Del mismo modo, en su conocimiento abstracto, no qué? Un telescopio es útil si se quieren ver mejor los cráteres
puede apelar a algún experimento que no sea mental y, por de la luna, pero no lo es si me propongo curar un resfrío. En
tanto, su naturaleza es huidiza. Las ideas constituyen una este sentido, si nos ponemos de acuerdo acerca de las pala-
especie de red invisible, de transparente sistema de relacio- bras, también la filosofía es "útil", no porque implique venta-
nes, dotado de "nodos" irrepresentables de forma sensible jas inmediatas y tangibles, sino porque amplía los horizontes
(cfr. Hegel, 1968, I, 16), pero esenciales para el pensamiento. mentales y morales de los individuos, transformándolos: "Es
Para poder contemplar y· describir tal invisible mundo de por lo menos exacta y perfectamente justo decir que 'la filo-
ideas, el filósofo ha debido concentrarse sobre sí mismo (cfr. sofía no sirve para nada 1 • El error consiste e.n creer que, con
Platón, 2000, 78 D - 79 E) y comportarse como alguien que esto, cualquier juicio sobre la filosofía sea concluyente. No
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espera oír la voz predilecta" sin prestar atención a los obstante, aún queda por hacer un pequeño agregado, en
rumores de fondo del mundo sensible (cfr. Plotino, V, 1, 12, forma de pregunta: o sea, dado que no podemos hacer nada al
i ¡, 15-21) y de la vida cotidiana. Sin embargo, pese a que a veces respecto, en un último análisis, ¿acaso la filosofía no estará
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más bien en condiciones de hacer algo por nosotros, en el
supuesto que caso de que sigamos empefiados en ella? (Hei- nlentan incesantes transformaciones moleculares, que vuel~
degger, 1968, 23-24). ven a traducir y a calificar sus contenidos y sus formas, con
Para comprender las funciones y la relevancia de la filoso- un proceso análogo al de las lenguas, las que inadvertida-
fía probemos a realizar un experimento mental, a imaginar mente se modifican (por lo demás, no habría un mundo vital
cómo sería nuestro mundo sin ella. Entre otras cosas, no humano si no existieran estos sistema simbólicos que manco-
tendríamos un sentido crítico tan desarrollado, no conocería- munan a la especie tras la facultad de emitir sonidos articu-
mos en la misma medida el empleo de las armas de la lados y significantes). Los mapas mentales y emotivos -y con
racionalidad y de la duda, que nos ayudan a protegernos de ellos el valor implícitamente atribuido a personas, lugares e
los peligros siempre acechan tes de la intolerancia dogmática, itinerarios- se transforman por tanto de manera general-
de la prepotencia de autoridades indiscutibles o de la super- mente lenta, pero inexorable. Sólo en un cierto punto se
ficialidad de creencias y opiniones no examinadas a fondo. producen o son advertidas las discontinuidades "catastrófi-
Aunque la filosofía no sea una ciencia rigurosa, aunque no cas". De este modo, a través de las generaciones, se consagran
oponga argumentos irrefutables, sino tan solo más razona- instituciones y espacios nuevos o se desacralizan y se olvidan
bles que otros, contribuye a dar sentido a un mundo menos antiguos ídolos y lugares de culto.
lacerado por la violencia y los abusos, despeja el camino de las Algo análogo, pero con mayor conciencia de las implicacio- :
civilizaciones de muchos tropiezos o "problemas". nes, ocurre en el campo de las ideas. Precisamente en estos .
períodos de acentuada crisis, la filosofía desarrolla su tarea ·
más importante: redisefia críticamente las variaciones del
LAS TAREAS DE LA FILOSOFÍA mapa de sentido, orienta nuevamente a los individuos con
! respecto a Jos continuos cambios de posición de las ideas y los
Desearía aún señalar brevemente algunas de las razones que valores, destruye modos de pensar y de representar inade-
llevan a percibir a la filosofía de manera inadecuada. Ha sido cuados, sectarios o mentirosos.
comparada, por ejemplo, con el imperio bizantino, en el sen- Siempre se piensa poco en el hecho obvio de que incluso el
tido de que pierde una provincia tras otra en beneficio de las término philo-sophia remite a un específico lazo entre cono-
ciencias, las cuales salen de su seno, pero pronto se emanci- cimiento y amor (en sentido no psicológico), que excluye no
pan de una tutela que se vuelve molesta. Esta imagen resulta sólo la plena posesión del saber, sino Ja transformación del
inapropiada, tan sólo porque expresa un a concepción estática amor en posesión. Juntos, conocimiento y amor instituyen
del saber, que no corresponde, en conjunto, a práctica efecti- una búsqueda que, por definición, habrá de permanecer in-
va alguna: en efecto, los límites de las distintas disciplinas cumplida, consciente de una carencia que no se puede colmar,
cambian continuamente, así como el valor de paradigma de la inagotable necesidad de responder a renovadas búsque-
asumido por cada una de las ciencias frente a Ja filosofía (la das de sentido. Esto ocurre no porque los filósofos sean
:1 matemática y la física en el siglo xvn; más tarde, la biología, masoquistas o amen lo incompleto, sino porque cada persona,
la fisiología, el psicoanálisis o la lingüística; en nuestros días, cada generación y cada civilización se encuentra obligada a
la inteligencia artificial o la antropología cultural). Antes que retomar desde el principio los problemas de fondo, dentro de
a la imparable decadencia del imperio de Bizancio, las vicisi- un horizonte dete1minado por los instrumentos de compren-
tudes de la filosofía son comparables -para emplear una sión y de juicio de los que dispone (comenzando por el
metáfora tomada de la geología- al registro de los movimien- lenguaje y las tradiciones). Si no quiere retroceder o fosilizar-
tos tectónicos, por lo general lentos, pero a veces "catastrófi- se, la filosofía también se halla obligada a responder a los
cos" del globus intellectualis, los que manifiestan, no pocas desafíos mediante las innovaciones y las transformaciones de
veces, el sentido de las fracturas y de las colisiones entre las cuanto -heredado del pasado- ha permanecido irresuelto.
grandes uplacas" conceptuales en las que se sostienen todas Por tanto, se coriserva sólo si no se estanca, si no se en-durece
las civilizaciones. En efecto, las culturas humanas experi- en forma de saber cristalizado y definitivo, si se mantiene
abierta, salvaguardando las conquistas logradas en la cohe-
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rcncia v la fidelidad a su rol, el de ampliar en todos los filosofia no debe renunciar a la búsqueda de la verdad, sin
hombre,s la esfera de la universalidad, de la sensatez y de la desesperar de su existencia 1 a la n1anera de la gran tradi-
participación en la "vida buena''. Sin un1bargo, esto no signi- ción filosófica antigua y medieval, movida por la idea de una
fica que aspire a forn1as excepcionales de conocimiento, por vis ueri, que impulsa naturalmente al hombre hacia ella, así
principio alejadas de la ciencia, a fulgurantes iluminaciones como guía al animal hacia su n1adrigucra. De ello también da
interiores, a visiones místicas (como la representada por la testin1onio Dante) quien así se expresa:
"intuición intelectual", mediante la cual se podría captar con
un solo golpe de vista la articulada complejidad de lo real) o lo veggio ben che gió. n1.ai non si sazia
que, al contrario> se adapte para convertirse en mera retórica nostro intellelto, se 'l ver non lo illustra
de persuasión, en arte de sacerdotes, profetas, abogados o di fúor dal qual nessun vero si spazia.
de vendedores ambulantes (cfr. Rossi, 27). De las ciencias, J>osasi in esso con1e {era i.n lustra,
con las que sien1pre ha estado en contacto, conserva el tosto che giunto l'ha; e giugner pOllo,
adtnirable in1pulso hacia el conocimiento y la "verdad". se non, ciascun disio sarebbe fi·ustra"

(DANTE, Paradiso, IV, 124-129)


EL TRABAJOSO CA...'111~0
HACIA LA VERDAD [Bien \'CO que nueslra inteligencia no quedará snlis-
fccha si no la ilumina aquella verdad fuera de la cual
Si la filosofia no regala recetas de inmediato éxito, sí no no se difunde ninguna obra.
alcanza resultados que puedan considerase como definitivos,
esto también depende del hecho de que la verdad se encuen- En cuanto ha podido alcanzarla, dcsco.nsa en r.~lla co-
mo la fiera en su cubil; y puede indudablen1cnte
tra dividida y limitada, y que cada uno sólo posee inevitable- conseguirla; de lo contrario, todos nuestros deseos
mente una parte de ella (cfr. Jaspers, 39), Por esto, la historia serían vanos.]
de la filosofía, con la sucesión y el enfrentamiento de las
ideas, presenta, a primera vista, un lado trágico, bajo forma Pero, este "deseo", el deseo de alcanzar la verdad. ¿es
de una serie de desencuentros y refutaciones reciprocas entre suficiente para alcanzarla? Y, además, ¿la verdad es tan
los filósofos[-> págs, 97-101], No obstante, esto no implica resplandeciente como para que todos la vean? La encíclica de
que la filosof\a sea reducible a opiniones contrapuestas y Juan Pablo II Veritatis splendor implica, precisamente, que
equivalentes, sino tan solo que la misma es lucha, competen- la verdad sea evidente por sí misma (y si no le es, la fe viene
cia, campo de batalla, conquista incesante de verdades cada en su ayuda). Pero quien no está en condiciones de verla, ¿es,
vez más complejas, pero siempre limitadas, expuestas a la por lo tanto, teórica y moralmente ciego o daltónico? La cues-
duda, revocables, en parte. Bajo ese perfil, la filosofía es un tión no resulta fácil de resolver, signada como está por el
ave fénix, ya que siempre renace de sus propias cenizas riesgo de caer, por un lado, en el escepticismo más pilatesco
(Husserl, 1987, 358; Merleau-Ponty, 2003, 7). El filósofo y, por el otro, en el potencial abandono del terreno de la
debe, por tanto, demostrar la imposibilidad de dar cumplida racionalidad. Tal vez todavía tenga razón Aristóteles, cuando
razón de todo, combatir la presunción, la erudición por sí observa en la Metafísica que "la búsqueda de la ''crdad bajo
misma y el saber que adopte una autoridad indiscutible. No un cierto aspecto es difícil, mientras que bajo otro es fácil.
: i debe, por lo tanto, atemorizarse por cometer "parricidios Una prueba de esto se encuentra en el hecho Je que es
intelectuales", yendo, llegado el caso, contra los propios imposible para el hombre captar de modo adecuado la verdad
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maestros y contra el saber tradicional en general, a la manera y que es igualmente imposible no captarla del todo: en efecto,
del joven Sócrates, quien se atrevió a enfrentarse con Parmé- si uno puede decir algo con respecto a la realidad y si, tomada
1 i1 nides, "µadre venerando y terrible" (c/i·. Curí, 44, 17). Al en su individualidad, esta contribución agrega poco o nada al
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n1isrno tien1po, aun conciente de su parcial con1prensión, la
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conocimiento de la verdad, de la unión de todas las individua-
les contribuciones deriva un resultado considerable" (Aristó- CONVERTIR
teles, 1997, II, 993 a-b). La verdad, nunca completa, nunca LA VIDA
ausente, se encuentra sie1npre en marcha: revela, cada tanto 1

lo que estamos en condiciones de captar, pero lo hace en un


doble sentido: lo descubre y lo vela de nuevo para poder ir más
allá de lo que se ha aprendido.
Sigue siendo válido lo que sostenía Heráclito a propósito
del saber oracular: "El señor que está en Delfos [Apolo], no
dice ni esconde, sino que da señales" (Heráclito, frag. 93 DK).
El conocimiento de la verdad también apunta a un más allá
de sí mismo, remite a ulteriores búsquedas. Resulta casi un
milagro -como recordaba Einstein- el hecho de que "lo
incomprensible de la naturaleza es que lleguemos, al menos
en parte, a comprenderla". Por eso no debe entristecernos el
no poder conocer la verdad en su totalidad, no debemos A lo largo del pasado, la filosofía ha procurado transformar la
deplorar la limitación de nuestra razón: sería como renunciar vida de los individuos. En efecto, el conocimiento no era
a emplear nuestras propias piernas por la ai\oranza de no considerado como un fin en sí mismo. Incluso la pura contem-
poseer alas (cfr. Locke, I, 29). plación tenía por objetivo el máximo de felicidad en el marco
Justamente, porque la búsqueda de lo verdadero es una de una vida deseable (Cambiano; Hadot, 1998 y 2001) si bien,
empresa colectiva, la filosofía debe enfrentarse en forma por lo demás, para algunos filósofos lo importante era preci-
continua con una realidad en la que estamos incluidos. La samente el deseo de generar el acto del conocimiento (cfr.
misma "no puede ser el diálogo solitario del filósofo con la ver- Plotino, V, 6, 5, 9). Aun admitiendo que la filosofía debía
dad, el juicio emitido desde la altura sobre la vida, sobre el enseñar a despegarse de la limitación de la propia casual
mundo, sobre la historia-como si el filósofo no formara parte experiencia para elevarse hasta una visión más vasta, ofre-
de ellos- y, por otra parte, ésta no puede subordinar la verdad cida por la común pertenencia de los hombres al logos, a la
interiormente reconocida a una instancia externa" (Merleau- razón o al lenguaje, la elección del tipo de vida no constituía
Ponty, 1958, 40-41). En este sentido, el filósofo debe estar algo accesorio. La coherencia entre la propia conducta y las
pararlójicamcnte dentro y fuera del mundo, compartir l~ ideas profesadas era así esencial para quien aspiraba a
suerte de todos los demás individuos, portadores también convertirse en filósofo. No existía, por tanto, oposición alguna
ellos de paradojas y contradicciones: "Cada hombre tiene en entre teoría y praxis, entendidas en el sentido moderno,
sí, pues, paradojas que le son reprochadas a la filoso'fía. porque la decisión de vivir para la contemplación era el
Quitarle a la filosofía sus paradojas es como negar la vida" resultado de una deliberación y de la puesta en acción de las
(ibíd., 80). Con la diferencia-cabe agregar- de que la filosofía propias ideas y convicciones. La filosofía tendía, pues, a for-
no se limita a verificar su existencia, sino que busca constan- mar, antes que a inforn1ar, a cambiar la dirección del alma
temente hacer de ellas una razón y superarlas. antes que a aumentar los conocimientos, a cambiar la vida o,
al menos, una vida: la propia (en este sentido tenía carácter
personal, no se orientaba a una universalidad abstracta,
como en las universidades modernas, donde los filósofos,
convertidos en una suerte de funcionarios del Estado, deben
11
desarrollar programas estándar para sus estudiantes).
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