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DOMINGO DE RAMOS CICLO B

28 DE MARZO DEL 2021


LA ENTRADA TRIUNFAL

1- ORACIÓN INICIAL

Señor Jesús, envía tu santo Espíritu a esta comunidad que se une para
reflexionar tu palabra y hacer vida tus enseñanzas, danos un corazón puro y
limpio para poder hacer tu voluntad. Permítenos prepararnos
adecuadamente a la vivencia de la Pascua sabedores que traes la alegría de
la vida eterna únicamente a los que están dispuestos, como a tu, a la
entrega generosa. Amen.

2. LECTURA
EL TEXTO.
Marco 11, 1-10

11,1: Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania,


junto al monte de los Olivos, envió a dos discípulos 11,2:
diciéndoles:
   —Vayan a al pueblo de enfrente y, al entrar, encontrarán un
burrito atado, que aún nadie ha montado. Desátenlo y
tráiganlo. 11,3: Y si alguien les pregunta por qué hacen eso, le
dirán que le hace falta al Señor y que se lo devolverá muy
pronto.
  11,4: Fueron y encontraron el burrito atado junto a una
puerta, por fuera, contra el portón. Lo soltaron. 11,5:
Algunos de los allí presentes les dijeron:
   —¿Por qué sueltan el burrito?
  11,6: Contestaron como les había encargado Jesús, y los
dejaron.
  11,7: Llevaron el burrito a Jesús, le echaron encima sus
mantos, y Jesús se montó. 11,8: Muchos alfombraban con sus
mantos el camino, otros con ramos cortados en el campo.
11,9: Los que iban delante y detrás gritaban:
   —¡Hosana!
   Bendito el que viene
   en nombre del Señor.
  11,10: Bendito el reino
   de nuestro padre David que llega.
   ¡Hosana en las alturas!

3. MOMENTO DE SILENCIO ORANTE

Algunas preguntas para la reflexión

Para contemplar más a profundidad el texto, desde hoy preguntémonos si


de verdad nosotros estamos dispuestos a afrontar con Jesús este camino de
amor. Es una senda que se manifiesta, en su aparente debilidad e inutilidad,
en un abandono incondicional a la voluntad del Padre.

a) ¿Verdaderamente estoy dispuesto a darlo todo como Jesús por amor


a los demás?
b) ¿Soy portador de humildad y sencillez en donde me encuentro?
c) La entrada de Jesús a Jerusalén implica una preparación previa de
sus discípulos en este caso a través del asno. ¿Cuál es la preparación
previa que debo hacer para ingresar con Jesús en esta semana
Santa?
d) ¿Qué cosas debo dejar afuera? ¿Y cuáles debo llevar conmigo para
caminar con fuerza y seguridad, para llegar al Domingo de
Resurrección?
e) ¿En este caminar de Semana Santa, voy solo? ¿Hay alguien en mi
entorno que no está del todo animado, y necesita de mí para
acompañarlo en esta semana Santa?
f) ¿Qué espero de mí en este camino? ¿Creo que saldré igual, o más
fortalecido?
g) ¿En qué reconozco el paso del Señor en mí vida, durante esta
cuaresma? ¿Tomo en cuenta el ejemplo del pueblo de Jerusalén, que
responde al paso del Señor, con alabanzas? ¿Lo he hecho, o lo haré
yo también?
h) ¿Cómo entronizo a Jesús en mi vida, con gestos y actos piadoso o
mediante un seguimiento que lleva a la cruz?
Que el sufrimiento, la angustia y tristeza del Señor Jesús nos cuestione y
nos haga tomar conciencia de nuestros actos para tener una buena
conversión en esta semana Santa.

4. INTERPRETACION

CONTEXTO HISTÓRICO, LITERARIO Y LITÚRGICO


 
 En este Domingo de Ramos, leemos este texto de Marcos en la bendición
de las palmas o ramos y la Pasión según Marcos en el momento de la
proclamación del Evangelio en la celebración de la Eucaristía. Tomamos el
texto que la liturgia proclama en la bendición de los ramos.

 La liturgia de este domingo nos presenta un doble aspecto sobre Jesús.


La procesión con los ramos es una celebración de alabanza a Jesús, como
Mesías y Rey. En cambio, los textos litúrgicos de la Misa nos manifiestan el
lado doloroso de la Pasión.
 El contexto literario nos pone antes, de esta última parte del trayecto,
un acontecimiento particular, que aumenta la expectativa sobre lo que está
por suceder y hace que la atención se centre todavía más en Jesús. A lo
largo del camino, al salir de Jericó, está sentado un ciego, llamado
Bartimeo. Apenas oye decir que Jesús de Nazaret está llegando, comienza a
gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí» (Mc 10,47);
finalmente, Bartimeo recobró la vista y se puso a seguir a Jesús en el
camino (cf. v. 52)! Y he aquí que, tras este signo prodigioso, acompañado
por aquella invocación: «Hijo de David», un estremecimiento de
esperanza atraviesa la multitud, suscitando en muchos una pregunta: ¿Este
Jesús que marchaba delante de ellos a Jerusalén, no sería quizás el Mesías,
el nuevo David? Y, con su ya inminente entrada en la ciudad santa, ¿no
habría llegado tal vez el momento en el que Dios restauraría finalmente el
reino de David?

 Jesús entra a Jerusalén para enfrentar su juicio, condena y su muerte y


con él la liberación del pecado y de la muerte de su pueblo . Jesús es
presentado como el Mesías Rey esperado, un rey pobre y humilde, que no
trae la guerra sino la paz, según la profecía de Zacarías. Con los ramos no
se ejecuta un acto social, sino que se levantan nuestras vidas de tantas
injusticias, guerras, violencia y desigualdad; es aclamar al rey, al bendito, al
enviado del Padre.

SENTIDO LITERAL

 11, 1-6 VAYAN AL POBLADO DE ENFRENTE, LOS


PREPARATIVOS PARA SU ENTRADA TRIUNFAL.

11,1: Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania,


junto al monte de los Olivos, envió a dos discípulos 11,2:
diciéndoles:
   —Vayan a al pueblo de enfrente y, al entrar, encontrarán un
burrito atado, que aún nadie ha montado. Desátenlo y
tráiganlo. 11,3: Y si alguien les pregunta por qué hacen eso, le
dirán que le hace falta al Señor y que se lo devolverá muy
pronto.
  11,4: Fueron y encontraron el burrito atado junto a una
puerta, por fuera, contra el portón. Lo soltaron. 11,5:
Algunos de los allí presentes les dijeron:
   —¿Por qué sueltan el burrito?
  11,6: Contestaron como les había encargado Jesús, y los
dejaron.

Los preparativos que Jesús dispone con sus discípulos hacen crecer esta
expectativa sobre la venida y restablecimiento del reinado Davídico, hace
renacer la esperanza de la gente en la venida gloriosa del mesías salvador.
Jesús llega al Monte de los Olivos desde Betfagé y Betania, por donde se
esperaba la entrada del Mesías. Manda por delante a dos discípulos,
diciéndoles que encontrarían un borrico atado, un pollino, que nadie había
montado. Tienen que desatarlo y llevárselo; si alguien les pregunta el
porqué, han de responder: «El Señor lo necesita» (vv. 11,3). Los discípulos
encuentran el borrico, se les pregunta —como estaba previsto— por el
derecho que tienen para llevárselo, responden como se les había ordenado
y cumplen con el encargo recibido. Así, Jesús entra en la ciudad montado en
un borrico prestado, que inmediatamente después devolverá a su dueño.
Todo esto puede parecer más bien irrelevante para el lector de hoy, pero
para los judíos contemporáneos de Jesús está cargado de referencias
misteriosas. En cada uno de los detalles está presente el tema de la
realeza y sus promesas.

Jesús reivindica el derecho del rey a requisar medios de transporte, un


derecho conocido en toda la antigüedad (cf. Pesch, Markusevangelium, II,
p. 180).

El hecho de que se trate de un animal sobre el que nadie ha montado


todavía remite también a un derecho real. Y, sobre todo, se hace alusión
a ciertas palabras del Antiguo Testamento que dan a todo el episodio un
sentido más profundo.

Jesús reivindica, de hecho, un derecho regio. Quiere que se entienda su


camino y su actuación sobre la base de las promesas del Antiguo
Testamento, que se hacen realidad en Él. 

El Antiguo Testamento habla de Él, y viceversa: Él actúa y vive de la


Palabra de Dios, no según sus propios programas y deseos. Su exigencia se
funda en la obediencia a los mandatos del Padre. Sus pasos son un caminar
por la senda de la Palabra de Dios.

Al mismo tiempo, la referencia a Zacarías 9,9 excluye una interpretación


«zelote» de la realeza: Jesús no se apoya en la violencia, no emprende una
insurrección militar contra Roma. Su poder es de carácter diferente: reside
en la pobreza de Dios, en la paz de Dios, que Él considera el único poder
salvador.
En esta ocasión, Jesús no impone silencio sobre su condición de Mesías,
como Marcos destaca que lo hace en otras circunstancias.

VV 7-8 JESUS SE PRESENTA COMO EL MESIAS.

 11,7: Llevaron el burrito a Jesús, le echaron encima sus


mantos, y Jesús se montó. 11,8: Muchos alfombraban con sus
mantos el camino, otros con ramos cortados en el campo.

Cuando se lleva el borrico a Jesús, ocurre algo inesperado: los discípulos


echan sus mantos encima del borrico; mientras Mateo (21,7) y Marcos
(11,7) dicen simplemente que «Jesús se montó», Lucas escribe: «Y le
ayudaron a montar» (19,35). Ésta es la expresión usada en el Primer Libro
de los Reyes cuando narra el acceso de Salomón al trono de David, su
padre. Allí se lee que el rey David ordena al sacerdote Zadoc, al profeta
Natán y a Benaías: «Tomad con vosotros los veteranos de vuestro señor,
montad a mi hijo Salomón sobre mi propia mula y bajadle a Guijón. El
sacerdote Zadoc y el profeta Natán lo ungirán allí como rey de Israel…»
(1,33s).

También el echar los mantos tiene su sentido en la realeza de Israel (cf. 2 R


9,13). Lo que hacen los discípulos es un gesto de entronización en la
tradición de la realeza davídica y, así, también en la esperanza mesiánica
que se ha desarrollado a partir de ella. 

Vv 11,9-10 BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR (V. 9)

11,9 Los que iban delante y detrás gritaban:


   —¡Hosana!
   Bendito el que viene
   en nombre del Señor.
  11,10: Bendito el reino
   de nuestro padre David que llega.
   ¡Hosana en las alturas!

Los peregrinos que han venido con Jesús a Jerusalén se dejan contagiar por
el entusiasmo de los discípulos; ahora alfombran con sus mantos el camino
por donde pasa. Cortan ramas de los árboles y gritan palabras del Salmo
118, palabras de oración de la liturgia de los peregrinos de Israel que en
sus labios se convierten en una proclamación mesiánica: «¡Hosanna,
bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el Reino que llega, el
de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!» (cf. Sal 118,25s).
A pesar de las diferencias entre los evangelistas. Trataremos solamente de
comprender las líneas esenciales de fondo, teniendo en cuenta, además,
que la liturgia cristiana ha acogido este saludo, interpretándolo a la luz de la
fe pascual de la Iglesia.
Ante todo, aparece la exclamación: «¡Hosanna!». Originalmente, ésta era
una expresión de súplica, como: «¡Ayúdanos!». En el séptimo día de la
fiesta de las Tiendas, los sacerdotes, dando siete vueltas en torno al altar
del incienso, la repetían monótonamente para implorar la lluvia. Pero, así
como la fiesta de las Tiendas se transformó de fiesta de súplica en una
fiesta de alegría, la súplica se convirtió cada vez más en una exclamación
de júbilo (cf. Lohse, ThWNT, IX, p. 682).
La palabra había probablemente asumido también un sentido mesiánico ya
en los tiempos de Jesús.
Así, podemos reconocer en la exclamación «¡Hosanna!» una expresión de
múltiples sentimientos, tanto de los peregrinos que venían con Jesús como
de sus discípulos: una alabanza jubilosa a Dios en el momento de aquella
entrada; la esperanza de que hubiera llegado la hora del Mesías, y al mismo
tiempo la petición de que fuera instaurado de nuevo el reino de David y, con
ello, el reinado de Dios sobre Israel.
La palabra siguiente del Salmo 118, «bendito el que viene en el nombre del
Señor», perteneció en un primer tiempo, como se ha dicho, a la liturgia de
Israel para los peregrinos y con ella se los saludaba a la entrada de la
ciudad o del templo. Lo demuestra también la segunda parte del versículo:
«Os bendecimos desde la casa del Señor». Era una bendición que los
sacerdotes dirigían y casi imponían sobre los peregrinos a su llegada.
El papa Benedicto XVI nos dice: Podemos descubrir aquí un primer gran
mensaje que nos trae la festividad de hoy: la invitación a mirar de manera
justa a la humanidad entera, a cuantos conforman el mundo, a sus diversas
culturas y civilizaciones. La mirada que el creyente recibe de Cristo es una
mirada de bendición: una mirada sabia y amorosa, capaz de acoger la
belleza del mundo y de compartir su fragilidad. En esta mirada se
transparenta la mirada misma de Dios sobre los hombres que él ama y
sobre la creación, obra de sus manos.
Pero con el tiempo la expresión «que viene en el nombre del Señor» había
adquirido un sentido mesiánico. Más aún, se había convertido incluso en la
denominación de Aquel que había sido prometido por Dios. De este modo,
de una bendición para los peregrinos la expresión se transformó en una
alabanza a Jesús, al que se saluda como al que viene en nombre de Dios,
como el Esperado y el Anunciado por todas las promesas.
Un elemento que no podemos dejar de considerar es el hecho de que
después de aclamar a Jesús como “Hosanna al hijo de David”, días después
una muchedumbre grita ¡crucifíquenlo!, ¡crucifíquenlo! En efecto, la mayor
parte estaban desilusionados por el modo en que Jesús había decidido
presentarse como Mesías y Rey de Israel. Este es precisamente el núcleo de
la fiesta de hoy también para nosotros. ¿Quién es para nosotros Jesús de
Nazaret? ¿Qué idea tenemos del Mesías, qué idea tenemos de Dios? Esta es
una cuestión crucial que no podemos eludir, sobre todo en esta semana en
la que estamos llamados a seguir a nuestro Rey, que elige como trono la
cruz; estamos llamados a seguir a un Mesías que no nos asegura una
felicidad terrena fácil, sino la felicidad del cielo, la eterna bienaventuranza
de Dios
VALORES PERMANENTES DEL EVANGELIO
 SOLIDARIDAD
Debemos expresar una libre adhesión del amor por alguien que nos ama, un
amor que responde al amor de Jesucristo, que se ha entregado por todos,
estamos llamados a seguir a Jesús en su caminar y nombrarlo nuestro Rey
y Señor, de la manera como lo hicieron sus discípulos en la entrada trinfual.
 OBEDIENCIA
Jesús siempre actuó de manera obediente a las peticiones de su padre que
lo acreditan como el enviado de Dios, así nosotros debemos actuar
obedientes a la fe, sometiéndonos a la voluntad de Dios.
 HUMILDAD
Es el sentirnos pequeños ante la presencia de nuestro Dios y hacer siempre
su santa voluntad, escuchando atentamente a nuestros hermanos y
actuando como Jesús que siendo de condición divina asumió nuestra
condición frágil humana para hacernos gozar de la vida divina. En el
Evangelio, su entrada triunfal montado en un burrito nos muestra un claro
ejemplo de obediencia y humildad que debemos imitar.
 VALENTIA
La valentía cristiana surge desde las mismas palabras de Cristo, que nos
invita a no tener miedo, a confiar, a lanzarnos a difundir su mensaje, “no
tengan miedo yo he vencido al mundo” nos dice el Señor. La vida publica de
Jesús fue un verdadero acto de valentía ante la actitud hostil de las
autoridades de su tiempo, la misma provenía del amor que tenia por su
padre y por toda la humanidad.
 LA ALEGRIA
Jesús es la fuente de nuestra alegría, quien en este evangelio hace que la
misma desborde en los que lo siguen, al descubrir la llegada del mesías
como el Rey de Gloria, al que gritaban “—¡Hosana! Bendito el que viene en
nombre del Señor”. La alegría de sentirnos acompañados y amados en el
camino de la vida.
B SENTIDO ESPIRITUAL
B1. SENTIDO DE FE
 Como Jesús fue entronizado por su pueblo fiel que mantenían la
esperanza en el mesías salvador, llenos de gozo y alegría intensa; así
nosotros debemos colocarlo en el trono de nuestro corazón y confiar
en él.
 Estamos llamados a seguir a nuestro Rey que, aunque es pobre y
humilde, goza de toda la protección y amor de un Dios y Padre
poderoso: elige como trono la cruz y que no nos asegura una
felicidad terrena fácil, sino la felicidad del cielo, la eterna
bienaventuranza de Dios, este es el modelo de realeza que ejerce
Jesús.

 Las alabanzas de bendición en la entrada triunfal resuenan también


para nosotros, cómo el Mesías lleva a cumplimiento la promesa de la
bendición de Dios, la promesa originaria que Dios había hecho a
Abraham: «Haré de ti una gran nación, te bendeciré… y en ti serán
benditas todas las familias de la tierra» (Gn 12,2-3).

 Jesús nos enseña que en todos los momentos debemos mantenernos


junto a él, porque donde está el maestro ahí debe estar también su
discípulo, en el júbilo, en la persecución, o cuando este amenazada la
vida, siempre obedientes, tolerantes y humildes.

 B2. SENTIDO MORAL


 Aprenderé de Jesús a ser “manso y humilde de corazón”, a no
imponer por la fuerza o violencia mis criterios y mis modos de
entender la convivencia familiar, comunitaria, social y eclesial.

 Repetiré: Bendito el que viene en el nombre del Señor. ¡Hosanna!


Sobre todo, cuando me venga la tentación de gritar
desesperadamente: ¡Crucifícalo, crucifícalo!, sobre todo cuando
quiero hacer mi voluntad.

 Hay que reconocer a Jesús, aceptarlo, ofrecerle nuestra vida y


consagrarnos como hostias vivas agradable a él y concederle todo el
poder para que pueda gobernar y regir nuestras vidas, darle el
Señorío y el control.

 Echemos frente a Jesús el manto de nuestras seguridades,


reconociendo su realeza y démosle el lugar que le corresponde en
nuestra vida.
B3 SENTIDO ASCETICO
 Jesús nos viene a mostrar su reinado de amor, al que tenemos de
adherirnos, soportándolo todo, muriendo a nosotros mismos,
cargando nuestra cruz, sabedores que si morimos con el también
seremos glorificados con él.

 Solo muriendo a nosotros mismos vamos a ser capaces de dar mucho


fruto de redención a los demás, no importa el sacrificio, el desprecio,
la condena; entreguémonos generosos a la voluntad de Dios y el
premio será la vida eterna.
5- ORACION

 ACCION DE GRACIAS
 DE PERDON
 DE INTERSECION
 DE ADORACION
 DE SILENCIO

PADRE NUESTRO, AVE MARIA Y GLORIA

Fuente:
Schokel, Luis Alonso, Biblia de Nuestro Pueblo
Benedicto XVI, XXI Jornada Mundial de la Juventud. Domingo 9 de abril de 2006
Joseph Ratzinger, Jesús de Nazaret, 2ª parte

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