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SECCIÓN 02
Integrantes:
Nina es bailarina de danza clásica, específicamente ballet. Tiene 26 años y vive a solas con su
madre. No tiene amigos ni relaciones cercanas por fuera de la danza. Su habitación posee un
aspecto pueril con tonos pálidos y lleno de peluches. Su semblante luce aseado y ordenado, más,
infantil; habitualmente viste de blanco y tonos claros. En el transcurso de su carrera como bailarina
asume un papel importante para interpretar la danza del “cisne negro” seguido de lo cual comienza
a manifestar una serie de sintomatologías prodrómicas.
Mientras el curso de la patología avanza, Nina se va mostrando emocionalmente cada vez más
lábil y disfórica, va pasando poco a poco de la ansiedad al llanto y del llanto a la irritabilidad. Luego
de consumir éxtasis se muestra constantemente llorando por los pasillos, el baño, el salón o su
habitación, así como también, —muchas veces— exasperada e irritable.
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veces sobre sus dedos (sin embargo, debido a la naturaleza de la película no se logra distinguir
con claridad si esta agresión es o no parte de la alucinación). Su personalidad tímida, introvertida y
temerosa comienza a transformarse de forma disruptiva, su aspecto comienza a cambiar en la
medida en que avanza la enfermedad, su vestimenta es cada vez más oscura, pasa de vestirse de
blanco a negro. En la alucinación del último día entierra un cuchillo en el estómago a Lili, su
compañera de danza, sin embargo, luego se da cuenta que Lili está viva y que quien tiene una
puñalada en el estómago es ella; aun así, sale al escenario y representa su papel: mientras está
bailando alucina ver al cisne negro. Al finalizar se muestra satisfecha llegando al punto máximo de
su delirio, cuya idea central sostenía que para trascender debía morir; tal sucedió por el derrame
del cuchillo en su estómago.
Es posible identificar diferentes factores de riesgo en este caso. En primer lugar, existen
factores predisponentes y psicosociales que disponen la posibilidad de la patología: por un
lado, la madre de Nina muestra rasgos de personalidad obsesivos, ermitaños y atípicos que
podrían configurar un trastorno de la personalidad. Este antecedente no se debe valorar
solamente en términos de la herencia genética, sino también de los niveles de ansiedad que
implica en el ambiente del hogar, convirtiéndose a su vez, en un factor mantenedor y
agravante. Ello nos lleva a los factores ambientales, entre los cuales se puede observar que
la madre de Nina es excesivamente controladora y sobreprotectora: no permite que ella salga
ni tenga interacciones sociales, la llama constantemente por teléfono, la viste, e incluso le
corta las uñas de los pies. Debido a que su sueño siempre fue ser bailarina, pero no lo logró,
impulsó en Nina todas sus fantasías y anhelos frustrados, forjando en ella la obediencia,
excelencia, disciplina y pureza. Dichas cuestiones coartan la independencia y autonomía de
Nina, manteniendo un mecanismo sintomático. En sumo, la poca interacción social de la
protagonista se suma como un factor de riesgo ambiental tanto predisponente como
mantenedor, debido a que no tiene nadie a su lado que la acompañe en su proceso
profesional, ni tampoco en quien apoyarse cuando las cosas salen de control. Además, su
edad (26 años) y su sexo (mujer) se deben considerar como factores de riesgo
sociodemográficos, debido a que la mayoría de los brotes psicóticos se dan en esa edad, así
como también la depresión y rasgos obsesivos en mujeres.
El estrés de Nina al haber asumido el papel en la obra del cisne negro es otro factor de
riesgo relevante, de naturaleza precipitante. Tal alteración fisiológica la llevó a trabajar
infatigablemente y precipitó una serie de sintomatologías ya descritas. Así también, el
incremento del mismo estrés sumado a la privación del sueño, el alimento y el descanso, se
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convirtieron en factores que terminaron por agravar los síntomas hasta el punto de verse
afectada su conciencia y sensopercepción.
Reflexión normalidad/anormalidad
En este punto habría entonces que hacer una meticulosa diferenciación en nuestro análisis:
según la norma ideal la búsqueda del éxito profesional debiese ser un cometido óptimo, pero al
mismo tiempo distingue la anomalía cuando el empeño relativo que se ponga en marcha para
alcanzar dicha cota de éxito incluya unos elementos que amenacen otras cuestiones esperadas,
valga el ejemplo de su disminución en las relaciones sociales y malnutrición.
El dilema filosófico del asunto resulta de la relación causal entre una cosa y otra, y de la
comprensión holística o no de como entonces se produce una psicopatología, y si acaso la
normalidad y la anormalidad son o no autoproducciones bidireccionales, esto es, que una conlleve
a la otra, afectando el espectro en una oscilación difícil de describir, aunque con consideración de
las variables que se han acentuado en la literatura hasta el momento, como por ejemplo el
sufrimiento, la situación se ha vuelto más clara.
Pero dejando esto atrás, consideremos el asunto en sus términos. Desde la norma ideal, tanto
Nina como su madre mantendrían un comportamiento anormal, pues, teniendo 26 años, su madre
aún le viste, corta las uñas, regula el tiempo que permanece en el baño, fija horas de llegada, priva
de interacciones sociales y le mantiene una habitación pueril con peluches y tonos pálidos, es
decir, no es autónoma, ni independiente, ni madura a pesar de su edad. La norma estadística no
hace la excepción: la excentricidad del comportamiento atípico de Nina está muy por fuera del
rango promedio, las chicas a su edad tienen un funcionamiento psicológico diferente, así como
también intereses más diversificados y relaciones sociales amplias, ella por el contrario tiene un
funcionamiento psicológico alterado en distintas dimensiones de la cognición, no tiene amigos y
sus intereses son estrictamente restrictivos: la danza. Los rasgos psicóticos más acentuados
(como los delirios y alucinaciones) son claramente anómalos tanto desde un horizonte ideal como
estadístico: el mayor conjunto de personas posee una adaptación a la realidad no interrumpida por
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alteraciones de la conciencia, y se espera de un organismo psiconeuronal, que funcione según los
principios de la realidad externa, es decir, de los estímulos empíricos que convenimos todos en
procesar.
Hipótesis diagnóstica
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