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La respiración – el contacto vital con la existencia

La respiración es una de las cuestiones más importantes en el Tantra. Es nuestro vínculo constante
con la existencia. En este tomar y emitir estamos todo el tiempo en relación con la vida. Entonces,
la primer figura básica sería así.

Esta imagen sería la de un intercambio sano, natural, entre organismo y ambiente. Un modo pleno
de vivenciar el contacto. La respiración nos da constantemente un ejemplo de un modo fluido de
experimentarlo. Pero como todxs somos neuróticxs y no tenemos un contacto fluido y armonioso
con el ecosistema, podemos pensar la respiración como una regeneración o una reconexión de este
contacto. En este sentido nos referimos a la inteligencia de la respiración, como un potencial de
reconocer en nostrxs este contacto sano entre organismo y ambiente.

Esta relación, sin embargo, rara vez sucede con esta fluidez. A continuación exponemos algunas
formas de interrupción del contacto, algunas de las cuales tomamos de la Gestalt y las trasladamos a
este ámbito de la respiración.

Toda interrupción del contacto se da por estructuras de carácter fijadas. ¿A qué me refiero con esto?

En este ciclo natural del contacto, puede que haya momentos donde necesitamos recibir más de lo
que damos. La infancia es un claro ejemplo de esto. Pero a lo largo de la vida tenemos muchísimos
momentos en que, por distintas razones, necesitamos recibir más de lo que damos. Si por alguna
razón estoy muy movilizadx o cansadx, voy a necesitar pasar más tiempo en un estado receptivo
que emisivo. Y hay momentos en los que naturalmente necesitamos dar más de lo que recibimos.
Por ejemplo, el padre o la madre al hijx, que en constelaciones se dice que es el único vínculo que
no es de ida y vuelta -el padre o la madre da, el hijx recibe. Pero a lo largo de la vida también hay
momentos en que estamos más para dar que para recibir, para expresar que para plegarnos. El
problema sobreviene cuando cualquiera de estas dos modalidades se vuelve una estructura
caracterológica. O sea, una fijación de la conducta en la cual solo puedo dar, o solo puedo recibir.
Cuando solo puedo dar

Se identifica como una respiración muy enfocada en la exhalación, en la descarga, o como una
respiración superficial que no toma nada del medio.

La estructura caracterológica emisiva responde a una conducta fija que solo puede estar yendo hacia
afuera, evitando constantemente cualquier tipo de contacto con un registro interior de sí mismo.
Esta puede responder a diversas cualidades básicas:

Altruismo: nos referimos al falso altruismo, que prioriza siempre el bien ajeno por sobre el propio,
olvidándose de sí mismo por completo. Es la típica estructura que se sacrifica por lxs demás,
ocultando en esto distintas facetas manipuladoras que se transforman en quejas ocultas.

Omnipotencia: Es una de las estructuras que vimos y profundizamos cuando hablamos de la


polaridad de poder. Ahora la podemos registrar, desde la perspectiva de la respiración y el contacto,
como una estructura puramente emisiva, que busca constantemente alcanzar nuevas metas, sin tener
jamás un momento de descanso y registro de sí. Se puede pensar también como una estructura
ambiciosa e incansable, para la cual contactar con sus límites o con su vulnerabilidad se percibe
como debilidad. Es decir que el momento de recibir se percibe como débil -pues no tengo el poder
cuando recibo.

Proyección: La proyección es uno de los modos más habituales de inhibir nuestro contacto con
nosotrxs mismxs y con la vida. Se trata de poner afuera, en otrxs, cualidades que en verdad me
pertenecen. Hablamos de esta cualidad al hablar de núcleos deseantes, comprendiendo como
aquellas partes nuestras con las que no nos identificamos acaban depositadas en nuestra sombra,
que constantemente aparece reflejada en cada una de nuestras experiencias y relaciones. Todo
aquello del afuera que me genera una tensión o un conflicto está respondiendo, de algún modo, a
una pauta proyectiva. En este caso no se logra hacer el movimiento de tomar la información que el
ambiente me está dando, dado que solo puedo proyectarme sobre él.

Cuando solo puedo recibir

Se identifica desde la respiración como la retención del aire adentro, el control sobre la exhalación
(controlo/mido lo que saco y lo que doy), y también como una respiración muy superficial.
Avaricia: Tiene que ver con una estructura de carencia que nos lleva a necesitar acumular, meter
meter y meter adentro, para suplir un vacío existencial. Emitir es ser generoso, es compartir. En
términos del avaro, la vida es una ecuación que da 0. Es una falta total de creatividad, pues en mi
carencia no logro concebir la potencia creadora de la intensidad del contacto.

Victimismo: Es la contracara del omnipotente de la polaridad de poder. No hay aquí capacidad de


expresar deseo ni límite, y solo me someto a lo que el afuera me trae, me lo trago entero sin
comprender mis posibilidades en ello.

Introyección: La introyección es el mecanismo por el cual nos tragamos lo que nos viene sin
masticarlo, sin procesarlo. Va del afuera directo al adentro sin mediación, sin poder ver qué me
quiero quedar y qué no. Así se construyen todos nuestros “debería”. No hay espacio para el deseo ni
para la necesidad. El contacto es entonces imposible.

Retroflexión:

La retroflexión consiste en hacerme algo que en realidad quiero hacer hacia fuera. Si necesito
expresar furia y no lo hago, por ejemplo, me empiezo a comer las uñas. O si necesito expresar mi
palabra, y no lo hago, aprieto la garganta, me autoahogo. O me aprieto las manos entre sí con la
intención de estrangular a alguien. Me meto para adentro algo que necesita salir hacia afuera. Esta
es quizás la respiración más controlada de todas, tanto en la inhalación como en la exhalación. Pues
se cree que soltar toda esta agresividad reprimida puede ser realmente riesgoso. La intensidad del
contacto queda entonces totalmente evitada. La retroflexión puede ser también con la caricia, con
algo “lindo”. Como está mal acariciar gente me lo hago yo mismx.

Confusión entre dar y recibir – adentro y afuera

En este caso la respiración muchas veces es fluida pero carece de posibilidad de intensidad,
tendiendo hacia cierta somnoliencia.

Simbiosis: El otro mecanismo que existe es muy complejo, porque puede confundirse fácilmente
con un contacto orgánico. Con la diferencia de que en este mecanismo no diferencio entre adentro y
afuera. La famosa simbiosis o confluencia. Parece que tomo y recibo pero si le preguntás “¿quién
da y quién recibe?” no tiene idea. Siempre antepone el nosotrxs al Yo. Acá parece que se está
contacto con todo, pero no se está en contacto con nada. Si no puedo decir Yo soy Yo y Vos sos Vos,
no hay posibilidad de contacto. Solo si yo soy yo y vos sos vos, validando nuestras diferencias -y la
posible tensión que puede existir entre nuestras diferencias-, puede haber contacto real. Es
importante no confundir simbiosis con apertura transpersonal, como bien explica Ken Wilber. La
simbiosis en un estado de regresión al útero, mientras que lo transpersonal está después de que ya
viví la diferencia. En la simbiosis estoy siempre desdibujadx en el medio, sin idea de quién soy
separado, diferente de lo demás. En el contacto sano del primer gráfico hay una fluidez de fuerzas
ligada a la apertura a una consciencia transpersonal.

Deflexión: La deflexión consiste en no habitar la intensidad del contacto, retirándome a la mente o


efectuando maniobras que constantemente disminuyan la intensidad. Nunca permanezco presente
en la intensidad. El contacto es débil, superficial. Es la típica persona que da a entender que siempre
está todo bien, que nunca le pasa nada. El mecanismo consiste en un falso bienestar, muy fácilmente
sostenible en el tiempo.

Confusión entre singularidad y aislamiento

La respiración tiende a cortarse constantemente, cuesta mucho estar presente en los momentos
entre inhalación y exhalación. El énfasis también tiende a estar en la exhalación más que en la
inhalación, como en caso de los desequilibrios emisivos, con la diferencia de que acá es como un
rechazo al medio que se da en la exhalación.

La contracara de la simbiosis es el egotismo libertino. Se trata de la estructura en la cual hago


siempre lo que Yo quiero, me muevo siempre dentro de mí mismo, creyéndome libre y que honro
mi diferencia, cuando en realidad estoy evitando todo tipo de contacto con lo otro (lo que está al
otro lado de la frontera de contacto.) Esto deriva en un aislamiento totalmente desconectado de la
vida.

Toda forma de interrupción del contacto tiene su parte sana, cada uno de estos elementos, como
decíamos al principio, son elementos que por momentos son sanos. De hecho, muchos entre sí se
complementan, y en tales casos sirve practicar el opuesto. Todo mecanismo es útil y sirve en
determinadas circunstancias. El tema es cuando cualquiera de estos se vuelve una estructura
caracterológica y no da permiso a las otras posibilidades de la relación-respiración.

La respiración es como una muestra gratis de un contacto natural entre organismo y


ambiente, todo el tiempo disponible para todxs. Por lo tanto, evidencia también nuestros modos
de escapar al contacto, nuestras estructuras interruptoras. Si damos más importancia a la inhalación
o a la exhalación. A retener adentro o retener afuera.

La respiración nos permite tanto tomar consciencia de nuestros patrones estructurales, como
proponernos alternativas que nos llevan a su liberación.
Posibles trabajos con la respiración

Para el altruista, solo poder tomar contacto con el momento de la respiración de inhalar ya es un
montón. Cambia toda la ecuación. Solo dirigir la atención al recibir permite estbalecer un contacto
con el interior que, en caso del altruista, está totalmente inhabilitado. Recibir se considera egoísta,
anulando en esa instancia el proceso de relación sano. Es entonces esencial generar un permiso para
conectar con el placer de recibir, observando las posibles creencias que lo impiden.

El omnipotente también precisa encontrarse con la inhalación. Una respiración más silenciosa y
relajada orientada al momento receptivo puede obligarlo a soltar el control y comenzar a desarrollar
cierta entrega. El tema acá es la total desconfianza en la vida. Permitirse, con una respiración
receptiva, “hacer la planchita sobre el Cosmos” es una de las experiencias más transformadoras que
el omnipotente puede vivir. El tema es que toda su omnipotencia es un modo de evitar el miedo a la
muerte. Muchas veces, al bajar la guardia, este miedo se hace figura. Esto puede llevar a frenar la
respiración y tratar de evitar a toda costa el contacto. Muchas veces, ante tales experiencias, un
omnipotente quiere irse, pues su vulnerabilidad se ha hecho evidente. Todo trabajo con la
omnipotencia requiere asumir el terrible miedo que hay detrás. Y apenas la respiración permite una
relajación, un soltar el control, el miedo emerge. Estar ahí, dándole contención y confianza es
esencial cuando esto sucede. El trabajo requiere también poner énfasis en la escucha como aspecto
recepetivo, la posibilidad de dejar entrar el afuera, permitirse ser tocado.

El proyector necesita reincorporar todo eso que puso afuera. Muchas veces sirve que pueda ver eso
que puso afuera, y empezar a inhalarlo. Si “tal es así o asá”, sirve proponer decirlo en primera
persona y ver qué siente. Un proceso de reapropiación que se da al inhalar. También puede servir
por ejemplo con el dolor de otra persona, inhalar ese dolor, hacerlo propio, sentirlo en mí. Lo
mismo con cualquier cualidad que vea afuera, inhalar esa cualidad, dejarla entrar, hacer un permiso
para que sea habitada.

El avaro necesita reconectar con su potencia creadora y su generosidad. Con el placer de darse al
mundo. Para esto, puede ser importante en primera instancia llevar la atención al exceso de
inhalación, y conectar así con la sensibilidad al exhalar, con qué sucede en la exhalación cuando se
permite expandirse hacia el mundo.

La víctima, el introyector, y retroflector precisan un trabajo de Catarsis. Si yo vengo tragando,


tragando, tragando, necesito vomitar. Todos los “debería” que tragué puedo sacarlos de mi cuerpo
con estos trabajos catárticos. Todo lo que me cuento que debería ser o hacer y que nunca puse en
duda. Que tragué de una y que constantemente contradicen quien soy. Debería ser esto, entonces
está mal ser quien soy. O está bien porque cumplo los debería o está mal porque no los cumplo,
pero nunca los pongo en cuestión. Y lo más posible es que no tengan nada que ver conmigo. Lo cual
es muy distinto a tomo, reviso qué de eso que me viene quiero quedarme para mí, y puedo soltar lo
que no me sirve, quedarme lo que sí, y eso que me quedo ponerlo a circular.

Para esto ponemos el énfasis en la exhalación fuerte, que nos permite vomitar todo lo que nos
tragamos. En el caso de la víctima, el énfasis está en reconectar con su potencia. En el caso del
introyector, el énfasis está en vomitar todo lo tragado. En el caso del retroflector, trasladar hacia
afuera eso que se hace a sí mismo. En los tres casos se trata de una propuesta catártica.

El simbiótico necesita diferenciarse de su medio. El trabajo con el Mantra So Ham en la


respiración(yo soy) puede servir para centrarse en sí mismo. También la respiración como modo de
habitar el cuerpo, diferenciándolo del medio. La respiración como modo de reconocerse separado
de lo demás, de reconocer la clara frontera que lo separa, a partir de la cual puede asumirse
diferente y honrar su diferencia.

El deflectivo también necesita atravesar procesos de catarsis y respiraciones intensas que lo lleven a
reconectar con la intensidad de existir.

El egotista precisa establecer una conexión tanto con el dar como con el recibir. Toda respiración
abocada a llevar consciencia a esto es importante. También el desarrollo de la escucha, el recibir
abierto lo que le otrx me trae, el validar la diferencia del otrx y dejar entrar esa información que el
contacto me trae, en lugar de querer imprimirle siempre mi forma.

La intensidad del contacto

En el contacto hay siempre intensidad. Todos estos son entonces modos de inhibir la intensidad del
contacto. Por eso desarmarlos no es nada fácil. La respiración nos reconecta con esta intensidad, y
muchas veces preferimos evitarla.
Intensidad no significa exceso, sino vivo. Vivo y, por lo tanto, inestable, incontrolable, indomable.
Mientras que en los patrones caracterológicos lo que estoy haciendo es, de distintas formas,
controlar estos flujos de intensidad. La intensidad es el contacto con lo vibrante en un cuerpo
abierto a las fuerzas. Cuando realmente entro en contacto con lo vivo estoy en una intensidad
vibrante. Las estructuras caracterológicas fijan formas para generar la ilusión del control y de la
estabilidad. La intensidad del contacto las desarma.

La fijación de ciertas formas provisorias es necesaria para nuestra socialización, para una cierta
comprensión del orden sistémico del proceso colectivo. El problema siempre se da en la
rigidización de estas formas, que impide el contacto abierto con las fuerzas siempre cambiantes. La
respiración es, en potencia, un constante contacto con la intensidad de existir en un mundo de
fuerzas que escapan a las formas predefinidas por el “sujeto”. Nos va abriendo a una percepción
sensible capaz de percibir y moverse en este constante proceso de transformación.

Entonces, la respiración puede empezar a poblar los rincones hasta ahora despoblados, excluídos, de
nuestro ser-psicocorporalidad. Si pudiéramos estar presentes a lo largo del día en esta respiración
plena, el caudal de vida podría circular plenamente y la vida adquiría su cualidad de ser una fiesta.
Pero en el medio están todas las trabas que venimos nombrando, basadas en el miedo a la intensidad
del contacto, la potencia de estar vivxs. A medida que nuestra respiración vaya siendo cada vez más
plena, vamos a sentir al mismo tiempo más potencia y más patrones que emergen y nos cuestionan,
nos desestabilizan. Nos “sacan de nosotrxs mismxs”, que es como nos sentimos cuando nos estamos
abriendo a un nuevo “yo mismx”. La respiración plena pone en evidencia todos estos patrones, y
soltarlos nunca es muy cómodo en tanto están afectivizados. Los patrones los creamos por dos
razones: para sobrevivir y para que nos quieran. Soltar los patrones es entonces abrirnos a dos
situaciones sumamente incómodas: no sobrevivir, y que no nos quieran. He aquí la intensidad de
vivir en el abismo. He aquí la potencia de lo vivo en nosotrxs. He aquí la inteligencia de existir que
nada excluye. He aquí el pánico y el éxtasis. Dulce, sagrada y desquiciada intensidad.
Técnicas de respiración

La presencia

La primer técnica es tan simple como estar presentes, atentxs en el proceso de la respiración. Al
llevar consciencia podemos tomar consciencia de los patrones de nuestra respiración. ¿Estoy
inhalando plenamente? ¿Dejo que la exhalación suceda sin mi control o la retengo? Simplemente
observar, sin querer cambiarlo. ¿Cómo es mi respiración natural, hoy? ¿Cómo respiro
normalmente? Al mismo tiempo, la misma consciencia lo va modificando. Pero sin querer cambiar
nada. Anentxs a la respiración, tal y como es.

En la presencia podemos reconocer patrones, momentos en que retenemos la respiración, o lugares


del cuerpo a los que no va. Solo en la atención nos vamos dando cuenta de toda la información que
respirar nos revela acerca de nuestras estructuras caracterológicas.

La respiración gozosa y plena

El goce nos permite abrirnos a la inteligencia de la respiración. Una respiración gozosa es una
respiración plena, que permite un contacto sano y natural con la vida. Incluir a la atención el factor
goce genera un cambio muy fuerte en la respiración.

Si ahora mismo, haciendo lo que estés haciendo, te permitís sumar el goce de tu respiración, la
experiencia y la circulación del aire cambian por completo. Un gran ejemplo de esto es en la
sexualidad. Si en el encuentro sexual comienzo a respirar plenamente, emerge una nueva
interacción. Me puedo abrir a la intensidad del contacto íntimo de nuestros cuerpos. Solo estar
presentes en esta respiración gozosa nos conecta también con el amor, con el espacio para un
intercambio pleno.

La respiración por boca al pecho

La respiración por boca nos lleva directo al cuerpo y a la emoción, y al llevarlo al pecho permite un
masaje de nuestras corazas que lentamente nos va abriendo a la existencia. Nos desarma y nos
permite habitar nuestra vulnerabilidad. Si ahora mismo te permitís hacer una respiración profunda
por la boca al pecho, la tensión se desarma y aparece un espacio de permeabilidad para las fuerzas
que circulan en este instante.

La respiración alquímica

Son todas las técnicas que se basan en una respiración conectada, en la cual podemos ir atravesando
distintos niveles de intensidad. (véanse apuntes Viajar a través de la intensidad y Tantra – las
funciones de la respiración)

En este apunte nos enfocaremos en técnicas específicas de la respiración alquímica ligadas a


respiraciones catárticas, respiraciones de intercambio y respiraciones de los Nadis.

Respiraciones catárticas

véase “la respiración como desollinador” de “Tantra – las funciones de la respiración”.

1) Limpieza de Chakras
2) Limpieza Padre-Madre y relación
3) Meditación dinámica Osho
4) Limpieza Víctima-victimario

Respiraciones de intercambio

1) Circuito básico
2) Circuito básico con cabeza
3) Intercambio de alientos
4) Intercambio Chakra por Chakra

Respiraciones Nadis (principales 14 Nadis)

1) Circuito Perineo-Ano
2) Del Sacro al Hara
3) Del Sacro al ombligo, del obligo a todo el abdomen
4) Del Sacro al Cardíaco, del Cardíaco a todo el cuerpo
5) Del Sacro a la garganta, de la garganta a la punta de la lenguaje
6) Del Sacro a la coronilla, de la coronilla al Cosmos
7) Del Sacro al tercer ojo, del tercer ojo a la fosa nasal izquierda
8) Del Sacro al tercer ojo, del tercer ojo a la fosa nasal derecha
9) Del Sacro al tercer ojo, del tercer ojo al ojo izquierdo
10) Del Sacro al tercer ojo, del tercer ojo al ojo derecho
11) Del Sacro al tercer ojo, del tercer ojo al oído izquierdo
12) Del Sacro al tercer ojo, del tercer ojo al oído derecho
13) Del Sacro al obligo, del ombligo a mano y pie izquierdo
14) Del Sacro al obligo, del ombligo a mano y pie derecho
(13 y 14 se pueden hacer también solo a mano o solo a pie)

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