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LA REVOLUCIÓN ARGENTINA (1966-1973)

Inmediatamente después del golpe los militares que habían tomado el poder afirmaron que “la
Revolución Argentina tenía objetivo pero no plazos”. Las primeras medidas tomadas fueron la disolución
del Congreso, la destitución de los gobernadores, la prohibición de los partidos y de toda actividad
política y el establecimiento del Estatuto de la Revolución Argentina (al que quedó subordinada la
Constitución).

A lo largo del gobierno de la Revolución Argentina se sucedieron tres presidentes: Juan Carlos
Onganía (1966-1970), Roberto Levingston (1970-1971) y Alejandro Lanusse (1971-1973).
Los funcionarios del primer presidente, Onganía, van a plantear la transformación de la sociedad,
la cual se iba a lograr a través de un plan que debía realizarse en tres grandes etapas o “tiempos”:
o El tiempo económico: se debía lograr la industrialización del país para reducir la dependencia
de insumos y productos importados. Para acelerar el desarrollo, se favorecería el ingreso de
capitales extranjeros.
o El tiempo social: se trataría de realizar una alianza entre el gobierno y los sindicatos para
eliminar la influencia que Perón aún tenía sobre éstos, la cual se lograría una vez lograda la
trasformación económica.
o El tiempo político: una vez alcanzados los dos puntos anteriores, se reabriría el juego
democrático.

LA DOCTRINA DE LA SEGURIDAD NACIONAL

El Departamento de Estado de Estados Unidos formuló la “Doctrina de la Seguridad Nacional”. Los


Estados Unidos entendían que la problemática central de Occidente pasaba por la lucha contra el
comunismo, y que el vuelco de un país al comunismo arrastraría a los demás países de la región. En
consecuencia se hacía necesaria la intervención norteamericana, incluso en el plano militar, para defender
la causa de Occidente.
La Doctrina de la Seguridad Nacional se combina con la de las fronteras ideológicas: si el enemigo
ideológico estaba dentro de las fronteras de un país, se justificaba combatirlo militarmente.
Esta Doctrina motivó un cambio en el rol de las fuerzas armadas latinoamericanas, que comenzaron
a ocuparse de custodiar el orden interno para impedir el surgimiento de focos revolucionarios.
Lo más significativo fue que la Doctrina de la Seguridad Nacional propuso una idea amplia de
enemigo: no solo lo eran quienes atentaban de manera directa contra el orden establecido (huelguistas,
provocadores, insurrectos, etc.) sino también todos aquellos hombres y mujeres que criticaban el poder
económico, el orden político o los valores culturales establecidos.

La “Noche de los Bastones Largos”

La infiltración comunista era una obsesión para las Fuerzas Armadas, ya que consideraban que el
sistema democrático no la había logrado controlar. Para ellas, todo aquel portador de ideas de
transformación política, económica y social, se convirtió en un “sospechoso comunista”.
Por eso, a un mes del golpe, luego de que la Universidad de Buenos Aires diera un comunicado
repudiándolo, el gobierno decidió intervenir las universidades públicas para defenderlas de “la
infiltración comunista”. La medida fue rechazada por todas las casas de estudio, y varias fueron tomadas
por los estudiantes y los profesores. En la que se conoce como la “noche de los bastones largos”; la
policía ingresó brutalmente en las facultades tomadas para desalojarlas.

ASPECTO SOCIAL

El “Cordobazo”

A comienzos de 1969, una protesta generalizada de los estudiantes universitarios en diversas


ciudades del interior dio lugar a una represión que culminó con la muerte de un estudiante en Corrientes,
a lo que siguieron dos víctimas del accionar policial en la ciudad de Rosario. A su vez, en Córdoba se
generalizó una protesta sindical originada por la decisión oficial de suprimir derechos laborales como el
“sábado inglés”.
El 29 de mayo de 1969, en Córdoba, las protestas obreras y estudiantiles convergieron en una
manifestación. La dura represión policial llevó a un alzamiento masivo, conocido como el “Cordobazo”. Los
manifestantes controlaron durante varias horas el centre de la ciudad. Los enfrentamientos dejaron un
saldo de más de veinte muertos, y la situación solo se normalizó cuando se produjo la intervención del
Ejército.
El gobierno sostuvo que se trataba de un complot subversivo, pero lo cierto es que tras las
planificadas acciones iniciales, los dirigentes sindicales fueron desbordados por una multitud que expresó
de manera violenta su disconformidad al gobierno militar. El movimiento iniciado en Córdoba se extendió
a otras áreas del país y entre 1969 y 1971 se produjeron estallidos en otras grandes ciudades
industriales del interior, como Rosario, Tucumán y Mendoza.

LA SALIDA ELECTORAL

La creciente inestabilidad política provocó cambios en el elenco gobernante de la dictadura militar.


En junio de 1970 asumió Marcelo Levingston, a quien sucedió el general Agustín Lanusse en marzo de
1971. Lanusse comenzó a buscar formas de reintegrar al peronismo (sin Perón) en la política nacional con
la intención de terminar con las profundas divisiones que marcaban a la sociedad argentina a comienzos
de la década de 1970 y poner fin a la violencia política.

El Gran Acuerdo Nacional (GAN)

Con la intención de controlar la transición a la democracia constitucional, Lanusse se propuso


firmar con los partidos políticos un Gran Acuerdo Nacional (GAN) compuesto por tres puntos:
o El repudio a lo que denominaba “subversión” (los grupos armados).
o El reconocimiento de un lugar prominente a la Fuerzas Armadas.
o El acuerdo para designar una fórmula presidencial (en la que Lanusse tendría un lugar).
Sin embargo, a fines de 1970 los partidos políticos más importantes llegaron a un acuerdo (La
Hora del Pueblo) mediante el que se comprometían a pedir por el retorno de un gobierno democrático,
sin vetar a ningún partido. Por otra parte, entre 1971 y 1972, Perón, desde el exilio, apoyó a los distintos
sectores que alentaban su retorno. Éstos iban desde la dirigencia de la CGT hasta los diversos grupos
(armados y no armados) que conformaban la llamada Tendencia Revolucionaria Peronista.
Estas presiones, junto con el repudio a la “masacre de Trelew”, como se conoció al asesinato de
dieciséis presos políticos en esa localidad de Chubut el 22 de agosto de 1972; obligaron al gobierno
militar a ceder y permitir el retorno de Perón y aceptar el fracaso del GAN.

La Convocatoria a Elecciones y el FREJULI

Tras muchas negociaciones con la “Hora del Pueblo” y otros sectores políticos, finalmente el
gobierno convocó a elecciones generales. Lanusse logró imponer una cláusula que exigía que los candidatos
debían tener por lo menos dos años de residencia continua en el país, es decir, Perón no podría
presentarse.
En noviembre de 1972, después de diecisiete años de exilio, Perón regresó al país. Perón se dedicó
a establecer las alianzas necesarias para las futuras elecciones y volvió a España. Al no poder ser
candidato él mismo (por su ausencia en el país), designó a Héctor J. Cámpora y Vicente Solano Lima
como candidatos del Frente Justicialista de Liberación, o FREJULI.
Con el lema “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, se impone en las elecciones del 11 de marzo de
1973 la fórmula del FREJULI con casi el 50% de los votos.

EL TERCER PERIODO PERONISTA (1973-1976)


El triunfo electoral del FREJULI generó en amplios sectores de la sociedad la expectativa de que
la Argentina iniciaba una etapa de liberación y de retorno de la justicia social, proclamada
tradicionalmente por el peronismo. Los sectores más combativos del peronismo, a los que identificaba
como la Tendencia Revolucionaria, confiaban en que el nuevo Gobierno pondría en marcha un conjunto de
cambios orientados hacia la construcción de la patria socialista. Sin tener en cuenta, que si bien el
peronismo pregonaba la justicia social no era un partido de tendencia socialista.
El Justicialismo se encontraba dividido en dos sectores: el ala izquierda formada por los grupos
revolucionarios que simpatizaban con Montoneros y la Juventud Peronista, y el ala derecha, integrada por
los sectores más moderados y conservadores, cuyos máximos exponentes fueron José López Rega y
algunos líderes sindicales.

El Gobierno de Héctor Cámpora (25 de mayo al 13 de julio de 1973)

Aspecto Económico. El Pacto Social

La figura clave del nuevo Gobierno fue el ministro de Economía, José Ver Gelbard, el cual diseñó un
plan económico cuyos objetivos principales era frenar el deterioro económico, lograr la expansión de la
industria nacional y una redistribución equitativa de la riqueza.
Para poder llevar adelante esta política económica, el ministro, en consonancia con Perón y el
gobierno, propuso un acuerdo entre empresarios y sindicalistas que se denominó Pacto Social.
El plan Gelbard alentó el fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas orientadas hacia el
mercado interno, limitó la libertad de los mercados (estableciendo precios máximos para los artículos de
primera necesidad) y propuso una nueva ley de inversiones extranjeras con el objetivo de revertir la
fuerte influencia que tenía el capital extranjero en el mercado local.

Aspecto Político

Siguiendo las directivas de Perón, el nuevo Gobierno designó como funcionarios a dirigentes de los
dos sectores que integraban el peronismo.
Sin embargo, las contradicciones dentro del justicialismo se manifestaron rápidamente llegando a
su máxima expresión el 20 de junio de 1973 cuando se concretó el regreso definitivo de Perón a la
Argentina. Mientras una multitud esperaba su llegada en las inmediaciones del aeropuerto de Ezeiza, se
produjo un enfrentamiento armado entre sectores de la izquierda y la derecha peronista que dejó un
número nunca determinado de víctimas. Este hecho se lo llamó la masacre de Ezeiza.
A los pocos días del retorno del viejo líder peronista, Cámpora y Solano Lima renunciaron a sus
cargos. Y ante la ausencia del presidente de la Cámara de Senadores (se lo mandó en misión diplomática
al extranjero) asumió la presidencia Raúl Lastiri, presidente de la Cámara de Diputados. Éste no tenía
importantes antecedentes políticos, sino que su mayor mérito era ser yerno de López Rega, el secretario
privado de Perón, ministro de Bienestar Social y máximo representante de la derecha peronista.
Listiri llamó nuevamente a elecciones. Esta vez Perón si podía participar. Para no verse obligado a
elegir vicepresidente entre las dos alas del movimiento, designó candidata a su esposa, María Estela
Martínez. La fórmula Perón-Perón ganó las elecciones con el 62% de los votos.

El Tercer Gobierno de Juan D. Perón (12 de octubre de 1973 al 1 de julio de 1974)

Tras asumir su tercer gobierno Perón se propuso poner fin a los problemas dentro de su partido.
Fue apoyándose cada vez más en el ala sindical (derecha) y quitó de los puestos que habían ocupado
durante el gobierno de Cámpora a los representantes de la Tendencia Revolucionaria.
Los enfrentamientos entre la izquierda y la derecha del movimiento no cesaron. José L. Rucci, líder de
la CGT fue asesinado en 1973 y se atribuyó el atentado a Montoneros. El ERP intensificó también sus
ataques y, además, hizo su aparición la Alianza Anticomunista Argentina (la "Triple A”) un grupo
parapolicial apoyado por José López Rega, ministro de Acción Social. La Triple A se dedicó a reprimir y
asesinar militantes y activistas de distintas agrupaciones de izquierda (peronistas o no).
Finalmente, en 1974, en ocasión del acto del 1° de Mayo, Perón
rompió con Montoneros (que lideraba el sector de izquierda del
movimiento). Los grupos de la "Tendencia Revolucionaria" ocuparon
una parte importante de la Plaza de Mayo, con el objeto de mostrarle
a Perón su capacidad de movilización. Suponían que esa presencia
conduciría a que el presidente se liberara de los sectores de derecha
que, según afirmaban los dirigentes de la juventud Peronista, lo
rodeaban y le impedían tomar contacto con la realidad. El encuentro
tuvo un desarrollo dramático: ante los estribillos hostiles a
funcionarios y sindicalistas, Perón los acusó de "estúpidos", "imberbes" y “mercenarios al servicio del
extranjero". Las columnas juveniles optaron por retirarse, dejando un hueco en la plaza.

En los meses siguientes, la situación económica y política se deterioró. Pero no había tiempo para mucho
El discurso culpable de la ruptura. "El gobierno está empeñado en la liberación del país, no solamente del
más: la salud de
colonialismo, sinoPerón
tambiénestaba
de estosseriamente resentida,
infiltrados que y el 1°y traidoramente
trabajan adentro de julio falleció,
[y] sonvíctima de un que
más peligrosos ataque
los
cardíaco. La muerte
que trabajan afuera.del
Hoylíder dejó
resulta al algunos
que país en imberbes
una situación extremadamente
pretenden tener más méritocomplicada.
que los que lucharon durante
veinte años". Éste es un fragmento del penúltimo discurso de Perón el 1° de Mayo de 1974. Tras escucharlo, los
grupos juvenilesElagrupados
GobiernopordeMontoneros
María Estelase retiraron
(Isabel)de la Plaza. Pocos
Martínez días después
de Perón anunciaron su "vuelta a la
(1974-1976)
clandestinidad".
María Estela Martínez de Perón llegó a la presidencia sin condiciones de liderazgo, pese a que su
marido en varias ocasiones sostuvo que la estaba preparando para la
política. Su figura fue opacada por la de José López Rega, el ministro de
Bienestar Social, que ejercía una fuerte influencia sobre la presidenta.
La gestión de Isabel y López Rega agravó una situación que ya era
complicada. Al tiempo que apuntaban a terminar con la izquierda, buscaron
que el sindicalismo se subordinara a sus directivas.

El Deterioro Económico

En medio de los conflictos sociales provocados por los


enfrentamientos dentro del movimiento peronista, a pocos meses de la muerte de Perón se produjo la
renuncia de José Ver Gelbard, el ministro que por su presencia en el empresariado nacional constituía la
garantía del Pacto Social. La llegada de Alfredo Gómez Morales al frente de la cartera de Economía, no
aportó soluciones nuevas y al poco tiempo renunció.
Mientras tanto crecía la inflación y se producía el desabastecimiento de productos de consumo
esenciales.
Finalmente fue designado ministro de Economía Celestino Rodrigo como ministro de Economía,
quien a mediados de 1975 puso en marcha un plan de ajuste conocido como “Rodrigazo”.

El Rodrigazo

Tratando de llevar a cabo una política liberal ortodoxa mediante un tratamiento de shock,
Celestino Rodrigo decidió una devaluación del 100%, incremento de tarifas (del 40 al 70%) y
combustibles (175%), anulación de lo actuado en las paritarias, disminución del subsidio en algunos
artículos de consumo popular, levantamiento de controles en la comercialización del ganado, y un reajuste
del 50% en las tasas de interés. Esto lógicamente desató una espiral inflacionaria, que llevó la inflación
total del año al 308,7%.
Ante esta situación la CGT dispuso el primer paro general de 48 horas contra un gobierno
peronista y una movilización en Plaza de Mayo. Finalmente, fueron aceptados los aumentos de sueldos
exigidos por los sindicatos.
El gobierno de Isabel quedó totalmente desprestigiado y José López Rega y Celestino Rodrigo
debieron renunciar en julio de 1975. No obstante la economía siguió en franco derrumbe.

La Violencia Creciente

Mientras crecía la represión ilegal desarrollada por la "Triple A", la dirección de Montoneros
decidió que su organización pasara a la clandestinidad y reiniciara acciones armadas. Por su parte, el ERP
continuó sus ataques a unidades militares e instaló un foco guerrillero rural en la provincia de Tucumán.
La creciente violencia política llevó a que las Fuerzas Armadas recuperaran protagonismo, al
presentarse como defensores de la Patria frente a los embates del “marxismo internacional”. Dos
decretos del gobierno, dictados en 1975, ordenaron la participación militar para enfrentar a los grupos
guerrilleros. El primero estableció el llamado "Operativo Independencia", destinado a neutralizar el
accionar subversivo en Tucumán. Poco después, la intervención militar para combatir a la guerrilla se
extendió a todo el país.
En la visión de Montoneros, un golpe de Estado perpetrado por los militares para derrocar al
gobierno de Isabel "formaba parte de la lucha interna del movimiento peronista", y apostaron de manera
decidida a esta opción como un escenario favorable a su organización. El ERP, por su parte, intentó una
operación de envergadura en diciembre de 1975, atacando el Batallón 601 de Arsenales, en la localidad
bonaerense de Monte Chingolo. Pese a que el ataque resultó un rotundo fracaso, el ERP no modificó su
estrategia. Sus dirigentes también creían que la toma del poder por parte de los militares abría las
posibilidades para que se produjera un alzamiento popular victorioso.

El Fin del Gobierno de Isabel

La situación de violencia e inestabilidad económica llevó finalmente a que las Fuerzas Armadas
derrocasen a María Estela de Perón. El 24 de marzo de 1976 se produjo un golpe de Estado que instaló
en el gobierno una junta formada por los comandantes de las tres armas: el general Jorge Rafael Videla,
nombrado además presidente de la Nación, el almirante Emilio Massera y el brigadier Orlando Agosti,
que se autodenominó "Proceso de Reorganización Nacional”.

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