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EL RESPETO

El respeto es un valor que nos impulsa a tratar a los demás y a nosotros mismos
de manera cuidadosa, según algunos pensadores este es el primero de los
valores y la condición de posibilidad de todos los demás y la base de la dignidad.

La dignidad es el merecimiento que pertenece al ser humano por el solo hecho de


serlo, que se materializa sin duda en el respeto propio, pero que no puede
prescindir del respeto ajeno. Esto implica a su vez, el reconocimiento que se hace
del otro, el semejante, lo que presupone el respeto a sí mismo.

Respetar es una actitud reverente del espíritu humano ante las cosas que tiene
delante, delante de su propio cuerpo y también delante de las personas que le
rodean. El respeto no tan sólo se refiere a las personas, sino también a las
realidades de la naturaleza. Se trata de una actitud más bien pasiva. No obstante,
esta pasividad no es indiferencia. El respeto nos impele a no molestar a los otros,
a no herirles, a no agredirles.

Respetar al otro quiere decir cuidar la intimidad del otro, no inferir en su privacidad
y, menos aún, exponerla públicamente. Respetar al otro es tomar conciencia de
que existe una dimensión del otro que no me corresponde saber y que he de
mantener en secreto, incluso en el caso que llegara a saberla confidencialmente.
En este sentido, decimos que alguien es irrespetuoso con otra persona cuando
transgrede su espacio íntimo y erosiona su vida privada.

El respeto no se obtiene a través de la coacción o de la fuerza, sino más bien al


contrario. El respeto o bien la autoridad moral se reconocen a través del ejemplo y
de la acción coherente, pero nunca se puede imponer al otro el respeto. Cuando
se impone, no es respeto auténtico y, aunque aparentemente el otro parece que
respete, no respeta en el fondo de su corazón.

De allí se sigue que los seres humanos deben ser tratados “siempre como un fin y
nunca como un medio”, no se debe manipular a la gente, usarla o instrumentarla
para alcanzar propósitos, por muy buenos que se consideren estos. Los seres
humanos tienen valor por ser racionales, libres, autónomos, establecen sus
propias metas, guían su conducta por la razón y sentimientos, promueven el
bienestar de las otras personas, respetando sus derechos y de modo general
fomentan los fines ajenos.

El respeto al otro es básico para el buen funcionamiento de la vida cotidiana, pero


también, el respeto a las leyes que rigen la ciudad. Sin este respeto resulta
imposible la vida en común, la convivencia pacífica en el seno de la vida cotidiana.
Es necesario respetar el tiempo y el espacio del otro.
El valor del respeto también puede aplicarse a la propia conciencia y también a la
conciencia de otro. Nadie está legitimado para interiorizar en la conciencia de otro
y hurgar en ella. Respetar la propia conciencia significa serle fiel y no violentarla.
Para vivir en comunidad es necesario respetar las decisiones libres y
responsables del otro, mientras no afecten negativamente en la vida de otras
personas.

El respeto indica una cierta distancia respecto al otro. Marca una lejanía que nos
incapacita para acercarnos demasiado inoportunamente al otro. Cuando sentimos
respeto hacia una persona o un tema, nos distanciamos de ellos, lo cual nos
permite acercarnos con cuidado. El respeto hacia la otra persona es una manera
de mostrarle que tiene valor, que existe algo valioso en su existencia y que no
estoy legitimado para inmiscuirme en ella.

Los humanos, para poder convivir en la vida cotidiana, necesitamos ser


reconocidos y necesitamos un marco de respeto mínimo a la propia persona y a
las propias creencias. En un marco de pluralidad como el nuestro, se hace
esencial una pedagogía del respeto. Sólo desde este valor pueden convivir
pacíficamente identidades culturales, religiosas, sociales y simbólicas diferentes.

El respeto activo no es indiferencia, sino que es reconocimiento de la otra


identidad desde la distancia, que no quiere decir desde la frialdad. Este valor nos
obliga a guardar una distancia y unas formas que crean una humanidad que, a la
vez, abre la posibilidad de habitar el mundo y de respetarlo. Respetar es
comprender al otro desde su punto de vista y dejarlo crecer poniendo los medios
para que se realice por sí mismo y en su manera de ser.

La práctica del respeto se traduce en el valor de la cortesía y, aunque se han


criticado, en muchas circunstancias las formas como mecanismos frívolos, el
hecho es que la vida en sociedad pide el respeto a ciertas formas, a ciertos ritos y
a ciertas conductas sociales.

REFERENTE BIBLIOGRÁFICO

Torralba, Francesc. (2009).  El Respeto. Cien valores para una vida plena: la
persona y su acción en el mundo, Editorial Milenio. ProQuest Ebook Central,
https://ebookcentral-proquest-
com.bdigital.sena.edu.co/lib/senavirtualsp/detail.action?docID=3213429.

Advertencia pedagógica
Los apartes del texto presentado han sido tomados de su original. El pretexto para
su uso obedece a intencionalidades y finalidades pedagógicas.

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