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Generalidades:
El artículo 1437 señala cuáles son las fuentes de las obligaciones: “Las obligaciones nacen,
ya del concurso real de voluntades de dos o más personas, como en los CONTRATOS o
convenciones; ya de un hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación
de una herencia o legado y en todos los cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho que
ha inferido injuria o daño a otra persona, como en los delitos y cuasidelitos; ya por
disposición de la ley, como entre los padres y los hijos sujetos a patria potestad.”
Los contratos tienen la particularidad de ser la fuente más abundante para generar
obligaciones, no existe otra fuente de obligaciones para los particulares que no sea más
fecunda que los contratos o negocios jurídicos.
Los contratos tanto en general como en particular están normados, existen normas dentro
del código que establecen sus requisitos, sus elementos, estructura, efectos etc… Hay que
tener en consideración que toda esta normativa legal tanto del Código Civil como de
algunas leyes especiales, por ejemplo el arrendamiento, que regula los contratos, son
supletorias en cuanto que rigen en silencio de la voluntad de las partes, se aplican sólo para
el caso en que las partes no hayan acordado algo distinto. En consecuencia los particulares
pueden modificar, alterar, transformar con ciertas limitaciones toda esta regulación legal
que rige a los contratos.
Concepto de contrato:
El código civil define el contrato en el artículo 1438 “Contrato o convención es un acto
por el cual una parte se obliga para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa.
Cada parte puede ser una o muchas personas.”
El concepto que da nuestro código civil ha sido tradicionalmente criticado por dos aspectos:
2.- La segunda crítica al artículo 1438 del Código Civil, es que se entiende por esta norma
que el objeto del contrato serían una o más cosas que el deudor debe dar, hacer o no hacer:
En circunstancias que el objeto del contrato son las obligaciones que genera y el objeto de
las obligaciones son las prestaciones a que el deudor queda obligado en orden a dar, hacer o
no hacer alguna cosa.
De modo que cuando el artículo 1438 establece que en el contrato una parte se obliga para
con otra a dar, hacer o no hacer, se salta una etapa, pues alude a la prestación como objeto
del contrato, siendo que ella es el objeto de la obligación y no el objeto del contrato.
Mejor habría sido que el legislador hubiese dicho que el contrato engendra obligaciones y
que éstas tienen por objeto dar, hacer o no hacer alguna cosa.
Según el artículo 1445, para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de
voluntad, es menester:
En otros términos, los requisitos del contrato son los mismos de todo acto jurídico.
a) Requisitos de existencia:
Consentimiento
Objeto
Causa
Solemnidades en los casos que la ley lo exige
a) Requisitos de Validez:
De acuerdo con el artículo 1444, en cada contrato se distinguen las cosas que son de su
esencia, las que son de su naturaleza y las puramente accidentales.
Elementos esenciales:
Son de la esencia de un contrato aquellas cosas sin las cuales o no produce efecto alguno, o
degenera en otro contrato diferente.
Estos elementos esenciales del contrato pueden ser elementos comunes a todo contrato
(genéricos), como son el consentimiento, el objeto y la causa.
Elementos accidentales
El contrato desde otro punto de vista tiene una función económica y social, existen
muchísimos contratos que se celebran a diario por la gran mayoría de las personas capaces
y que son contratos que pasan desapercibidos, debido a que son cotidianos. Ejemplo:
Cuando me subo a una micro, cuando compro un chocolate.
Todos estos contratos que se celebran a diario y pasan inadvertidos son el medio por el cual
el hombre en una sociedad moderna satisface sus necesidades y desde ese punto de vista el
contrato tiene una función económica que cumplir.
Junto a estos contratos sencillos hay por cierto contratos más complejos, de mucha mayor
importancia que no se pueden celebrar sin siquiera darse cuenta que se ha celebrado el
contrato, ya que estos otros contratos son complejos, requieren de un proceso de formación
del consentimiento y se deben aplicar todas esas reglas del código de comercio que regula
la formación del consentimiento.
También se señala que el contrato cumple una función social, en el sentido de que el
contrato es un medio de cooperación y de colaboración entre las personas. El trabajo, el
acceso a la vivienda, el estudio, el trasporte urbano etc… son realizados por medio de
múltiples contratos.
En los tiempos modernos ya no existe esa concepción individualista del contrato que
concibe en teoría a las partes en un pie de igualdad donde el contrato fluye por el libre
juego de las voluntades de manera que el contrato pasa a ser el resultado del querer
libremente convenido de ambas partes. Pero esa hipótesis se ha demostrado que es muchas
veces errónea porque no siempre las partes están en igualdad de negociar y así nace
entonces toda esta teoría del contrato dirigido, nace la noción del contrato de trabajo que
busca proteger a una parte del contrato que es más débil, donde el contrato no sería el fruto
de las negociaciones entre las partes (no confundir con situaciones distintas).
También se vincula esta función social con el principio de la buena fe que le impone a
todos los contratantes antes, durante y después del contrato, el deber de actuar de buena fe.
Este principio consiste en que las partes son libres de establecer en el contrato su duración y
efectos, etc. Esta libertad de contratación no tiene mayores limitaciones que aquellas que
imponga la ley en defensa de las buenas costumbres o del orden público.
En virtud de este principio las disposiciones legales que regulan los contratos son
supletorios de la voluntad de las partes y pretenden interpretar esta voluntad que no ha
llegado a manifestarse.
Limitaciones al principio:
Los contratos admiten múltiples clasificaciones. Los artículos 1439 a 1443 del Código
Civil, establecen ciertas clasificaciones de los contratos y además existen otras
clasificaciones que agrega la doctrina.
Art 1439 CC. “El contrato es unilateral cuando una de las partes se obliga para con otra que
no contrae obligación alguna; y bilateral, cuando las partes contratantes se obligan
recíprocamente.”
En esta parte de la materia hay que recordar la clasificación de los actos jurídicos en
unilaterales o bilaterales, dicha clasificación se hacía dependiendo del mínimo de
voluntades necesarias para que el acto jurídico nazca. Los actos jurídicos bilaterales
requieren de la concurrencia de dos o más partes, de manera que los contratos son siempre
actos jurídicos bilaterales y jamás un contrato va a ser un acto jurídico unilateral. De
manera, que el contrato unilateral o bilateral será siempre un acto jurídico bilateral porque
el criterio para calificar de unilateral o bilateral a un contrato está en las obligaciones que
engendra el contrato y así será unilateral el contrato que engendra obligaciones solo para
una parte y será bilateral el contrato que engendra obligaciones para ambas partes.
Esta clasificación no es de orden público, de manera que las partes pueden alterar la
calificación de un contrato bilateral o unilateral en la medida que no se afecten los efectos
esenciales del contrato.
También hay casos de contratos que en su origen nacen como contratos unilaterales, pero
que durante su desarrollo se pueden transformar en contratos bilaterales. Por ejemplo: El
contrato de comodato que engendra sólo obligaciones para el comodatario y en principio el
comodante no asume obligación, pero si durante la vigencia del comodato se hace necesario
que el comodante haga reparaciones o indemnizar un daño que produzca al comodatario,
ese comodato o préstamo de uso se transforma en un contrato bilateral.
Otro dato importante dice relación con que en los contratos bilaterales la causa de la
obligación de una de las partes es la obligación correlativa de la otra. Así la causa de la
obligación del comprador de pagar el precio de la compraventa estaría en la obligación del
vendedor de entregarle la cosa vendida.
Lo anterior no acontece en los contratos unilaterales, lo que significa que a la luz de esta
noción de la causa se desprenden importantes consecuencias y diferencias entre los
contratos unilaterales y bilaterales:
1.- La regla del artículo 1552 del Código Civil, se aplica sólo a los contratos bilaterales, la
excepción del contrato no cumplido, el principio de que la mora purga la mora sólo tendrá
aplicación en contratos bilaterales.
2.- La condición resolutoria tácita del artículo 1489 CC se subentiende sólo en los contratos
bilaterales.
3.- Solamente en los contratos bilaterales se plantea el problema de los riesgos, que consiste
en determinar si la extinción por caso fortuito de la obligación de una de las partes extingue
igualmente o deja subsistente la obligación de la otra.
Contratos sinalagmáticos imperfectos: Son aquellos en que las obligaciones de las otras
partes no se originan con el nacimiento del contrato si no que se derivan, nacen o generan
durante la vida del contrato.
La gran diferencia entre uno y otro es que en los sinalagmáticos perfectos, las obligaciones
recíprocas entre las partes son interdependientes, están vinculadas o relacionadas y no es
una simple unión de obligaciones, sino que existe una interdependencia recíproca de las
obligaciones que las partes asumen y ésta interdependencia explica instituciones como la
excepción de contrato no cumplido / la condición resolutoria tácita/ teoría de los riesgos.
Artículo 1440: “El contrato es gratuito o de beneficencia cuando sólo tiene por objeto la
utilidad de una de las partes, sufriendo la otra el gravamen; y oneroso cuando tiene por
objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose cada uno a beneficio del otro.”
De acuerdo con esto para calificar un contrato de gratuito u oneroso se atiende a la utilidad
que el acto reporta a los contratantes.
Si sólo reporta utilidad a uno de ellos, quién nada da en cambio, el contrato es gratuito o de
beneficencia.
Por esta razón no hay que confundir ambas clasificaciones, porque son muy distintas y
utilizan un criterio diferente, no obstante en razón de que la mayoría de los contratos
bilaterales son onerosos y la gran mayoría de los contratos unilaterales son gratuitos, suele
existir una confusión o se suele confundir ambas clasificaciones, pero no es verdad que
sean similares o que los contratos bilaterales sean siempre onerosos.
1) Normalmente los contratos gratuitos son intuito persona lo cual es fundamental para
determinar los efectos del error en las personas: éste, en los contratos intuito persona, vicia
el consentimiento, artículo 1455.
4) En materia de acción pauliana, para que sean revocables los actos gratuitos
ejecutados por el deudor en perjuicios de los acreedores, basta la mala fe del deudor; los
contratos onerosos son revocables a condición de que estén de mala fe el otorgante y el
adquirente.
Art.1441 CC: “El contrato oneroso es conmutativo, cuando cada una de las partes se obliga
a dar o hacer una cosa que se mira como equivalente de lo que la otra debe dar o hacer a su
vez; y si el equivalente consiste en una contingencia incierta de ganancia o pérdida, se
llama aleatorio.”
- Está partiendo del supuesto de que los contratos conmutativos son siempre
bilaterales; lo que no siempre es así.
- La definición habla de lo que cada parte debe dar o hacer, de manera que
pareciera que la clasificación opera únicamente respecto de los contratos en que las
obligaciones son de dar o hacer, y la doctrina estima que también puede hacerse
respecto de los contratos con obligaciones de no hacer.
Lo que caracteriza al contrato conmutativo es que las partes miren como equivalente las
prestaciones, aunque en realidad no lo sean, lo importante es que las partes las miren como
equivalentes.
En los contratos aleatorios la contingencia incierta de ganancia o pérdida debe existir para
ambos contratantes. Es imposible que sea solamente aleatorio para una sola de las partes.
La regla general es que los contratos onerosos sean conmutativos. Los aleatorios
constituyen la excepción. Son tales los que enumera el artículo 2258 del Código Civil:
El contrato de seguros
El juego
La apuesta
Por otra parte nada obsta a que los contratantes puedan transformar en aleatorios contratos
que no lo son, en virtud del principio de la autonomía de la voluntad, por ejemplo, como
ocurre en el caso de venta de cosa futura (artículo 1813)
La rescisión por lesión enorme sólo tiene cabida en los contratos conmutativos, como que
consiste en una grave desproporción de las prestaciones que las partes miran como
equivalentes.
Art 1442: “El contrato es principal cuando subsiste por sí mismo sin necesidad de otra
convención y accesorio cuando tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una obligación
principal, de manera que no pueda subsistir sin ella.”
La regla general es que los contratos sean principales.
Los contratos principales son aquellos que se bastan a sí mismo y que no requieren de la
existencia de ningún otro contrato. En consecuencia son autónomos, independientes.
El contrato accesorio es aquel que tiene por finalidad u objeto asegurar el cumplimiento de
otra obligación principal cualquiera que sea su fuente.
Cuando decimos “cualquiera que sea su fuente” significa que la obligación garantizada con
el contrato accesorio puede ser de origen contractual, cuasicontractual, delictual,
cuasidelictual o legal. Habiendo una obligación principal nacida de un contrato destinado a
garantizar el estricto cumplimiento de una obligación cualquiera que sea su origen o fuente
estamos frente a un contrato accesorio. Y esto significa que el contrato accesorio no
depende siempre de la existencia de otro contrato, de manera que no es correcto decir que
el contrato accesorio es aquel que depende de otro contrato principal. Porque eso va a
ocurrir cuando la obligación principal sea de origen contractual, ya que puede ocurrir por
ejemplo, que la obligación garantizada esté en la ley, sea por ejemplo obligación de dar
alimentos el marido a la mujer.
Los contratos accesorios son los que el artículo 46 CC denomina cauciones, la hipoteca, la
prenda y la fianza. La cláusula penal desde un punto de vista también es caución.
No obstante este carácter accesorio que tienen los contratos accesorios es posible que el
contrato accesorio exista antes del nacimiento de la obligación principal, pude existir el
contrato accesorio antes que exista la obligación principal.
Por ejemplo: Lo que se denomina cláusula de garantía general, cuando se constituye por
ejemplo una hipoteca para garantizar las obligaciones derivadas de esta pensión alimenticia,
del delito, de un saldo de precio en todos esos casos la obligación existe antes o a lo menos
en forma coetánea.
Pero también es posible que el contrato accesorio nazca antes como lo es en el sistema
bancario, cuando el deudor para garantizar no obligaciones existentes, sino para garantizar
obligaciones futuras derivadas de cualquier clase de acto o contrato, el deudor constituye
hipoteca.
No hay que confundir el contrato accesorio, con los contratos dependientes, por ejemplo las
capitulaciones matrimoniales.
Las capitulaciones matrimoniales que son los pactos que los cónyuges pueden hacer en el
campo matrimonial antes de celebrar el matrimonio, es un contrato dependiente de que se
celebre el contrato matrimonial.
5.- Contratos reales, solemnes y consensuales. Art 1443 CC. En atención a los
requisitos que se deben cumplir al momento en que nace el contrato.
Art 1443 CC: ““El contrato es real cuando, para que sea perfecto, es necesaria la tradición
de la cosa a que se refiere; es solemne, cuando está sujeto a la observancia de ciertas
formalidades especiales, de manera que sin ellas no produce ningún efecto civil; y es
consensual, cuando se perfecciona por el solo consentimiento.”
La regla general en los contratos es que sean consensuales. No son reales o solemnes sino
en los casos expresamente señalados por la ley.
El contrato es consensual cuando se perfecciona por el sólo consentimiento de las partes,
los contratos consensuales son la regla general y ésta regla general es coherente con el
principio de autonomía de la voluntad, porque desde que se estima que la voluntad por sí
sola es suficiente para generar un contrato, con mayor razón las partes deben tener libertad
para exteriorizar su consentimiento, decidir de qué manera, forma y bajo que exigencias va
a nacer el contrato.
Por qué imponerles a las partes que tienen esta plena libertad formas especiales para
exteriorizar su voluntad, no hay razón para imponerles ritos ni solemnidades de cómo debe
exteriorizar su voluntad y por ésta razón es que la regla general es que los contratos sean
consensuales.
En consecuencia se puede afirmar que los contratos consensuales son aquellos que se
perfeccionan por el sólo consentimiento de las partes y sin necesidad de respetar o de
cumplir solemnidades especiales o de hacer entrega de la cosa.
Cuando se dice que el contrato consensual es aquel que requiere el sólo consentimiento de
las partes, lo que se quiere destacar es que no se precisa de otro elemento porque todos los
contratos necesitan de consentimiento, también los solemnes y reales, de manera que decir
que son aquellos que se perfecciona por el solo consentimiento, lo que se quiere significar
es que no es necesario ni cumplir solemnidades y ni tampoco es necesaria la entrega de la
cosa material objeto del contrato.
Los contratos solemnes son aquellos que sin perjuicio del consentimiento que requiere
todo contrato, las voluntades se deben exteriorizar cumpliendo las solemnidades que la ley
establece. Por ejemplo la compraventa de los bienes raíces.
El contrato real. La redacción del artículo 1443 contiene una impropiedad, al emplear la
expresión "tradición" porque el contrato real se perfecciona por la entrega, pues el término
"entrega" es genérico y la tradición una especie de entrega que sirve para transferir el
dominio.
En los contratos reales el consentimiento no se manifiesta sino mediante la entrega de la
cosa.
La mayoría de los contratos reales se perfecciona por la entrega de la cosa, a excepción del
mutuo, en que hay tradición y transferencia del dominio, artículo 2197.
No se concibe que el deudor esté obligado a restituir el objeto materia del contrato si,
previamente, no se le ha entregado el mismo. Hoy en día se critica el concepto de contrato
real, por considerársele artificioso y cuyo desaparecimiento del derecho no causaría
problema alguno.
Se señala que no es efectivo que la principal obligación del deudor en un contrato real sea
la de restituir la cosa objeto de él.
Sería absurdo celebrar un contrato para el único efecto de que la otra parte que recibe la
cosa tenga que restituirla posteriormente. No es este el objeto primordial de tales contratos.
La razón determinante en cada uno de estos contratos, en virtud de la cual se entrega la cosa
al mutuario o comodatario es la de proporcionarle el uso y goce la cosa prestada.
Para eso se contrata: para que el comodatario y el mutuario gocen del objeto materia del
contrato.
Quien entrega la cosa al depositario no lo hace con el fin de que éste se la restituya; la
razón determinante es confiarle el cuidado de la cosa que el depositante no puede conservar
en su poder.
El deudor prendario que entrega la cosa dada en prenda al acreedor es el de suministrar una
garantía especial de la obligación preexistente entre las partes.
No es lógico sostener que la restitución de la cosa es consecuencia de la entrega de la
misma y que la restitución no puede tener lugar sino una vez que la cosa ha sido entregada
por el deudor.
No se ve qué inconveniente pueda haber para que el contrato se forme aún sin esa entrega.
Es, pues, posible que desaparezca el concepto de contrato real y los actuales contratos
reales puedan ser contratos consensuales, donde la entrega no representa más que el
cumplimiento de la principal obligación que el contrato impone.
Importancia de la clasificación
La importancia que tiene es para determinar cómo y cuándo nacen jurídicamente los
diversos contratos.
Hay otras leyes que también reglamentan contratos importantes, por ejemplo el código de
comercio, que reglamenta el contrato de seguro, el contrato de cuenta corriente, de
transporte, etc.
No hay que confundir los contratos innominados o atípicos con aquellos contratos
complejos con lo que la ley denomina, contratos mixtos o complejos, que son aquellos
negocios jurídicos en los cuales hay una unión de varios contratos, como por ejemplo
cuando se celebra un contrato de compraventa, mutuo y de hipoteca, o cuando se celebra un
contrato de arrendamiento y promesa de compraventa. En este escenario no hay un contrato
innominado sino es un contrato complejo o mixto, en donde cada uno de los contratos que
se reúnen en un instrumento no pierden su identidad, mantienen su individualidad y no
forman en consecuencia un solo todo que pueda ser visto como un contrato innominado.
Esta clasificación es importante para determinar las reglas por las que se regulan los
contratos.
c. Se rigen también, en silencio de la libertad de las partes, por las reglas de otros
contratos semejantes que pueden ser aplicadas por analogía en la medida que la naturaleza
de ese contrato lo permita.
Contrato de libre discusión es aquel en que las partes estipulan libremente sus diversas
cláusulas.
Constituyen el tipo normal de contratos, y son la resultante de una discusión entre las
partes.
Contrapuestos a los contratos de libre discusión están los contratos de adhesión, aquellos
en los cuales no hay discusión posible entre las partes y que se forman mediante la
aceptación lisa y llana, por una de ellas de las condiciones señaladas por la otra.
Mientras en los primeros cada parte propone algo, produciéndose una discusión hasta llegar
a un acuerdo, en los contratos de adhesión una de las partes impone a la otra las
condiciones del contrato, pudiendo esta última sólo aceptarlo o rechazarlo.
Contrato de ejecución diferida son aquellos en que una o más de las obligaciones pueden
cumplirse dentro de un plazo, a veces tácito.
Contratos de tracto sucesivo son aquellos en que las obligaciones de las partes, o de una
de ellas a lo menos, consisten en prestaciones periódicas o continuas, es decir, las
obligaciones tienen que ir cumpliéndose en el tiempo.
No deben confundirse los contratos de tracto sucesivo con los contratos de ejecución
escalonada o a plazo, que son aquellos en que las obligaciones de las partes se cumplen por
parcialidades en diferentes oportunidades. Es el caso de la compraventa cuyo precio de
paga a plazo, en cuotas. Este no es un contrato de tracto sucesivo donde las obligaciones de
las partes se van desarrollando minuto a minuto, sino un contrato en que las obligaciones se
dividen en diversas cuotas, cada una de las cuales se cumple en un momento dado.
Estos principios tienen plena aplicación en los contratos de ejecución instantánea. En los
contratos de tracto sucesivo ocurre lo contrario. Como las obligaciones se desarrollan en el
transcurso del tiempo y la obligación de una de las partes, supone la de la otra, la extinción
de una de las obligaciones de las partes, la imposibilidad de ejecución de una de ellas, tiene
por efecto la extinción total del contrato o su modificación mientras dure el impedimento.
Es contrato preparatorio o preliminar aquel contrato en que las partes acuerdan que van
a celebrar a futuro un contrato que por ahora no pueden o no quieren celebrar. Es posible
que por distintos impedimentos jurídicos, materiales, económicos, etc. un contrato no se
pueda celebrar en tiempo presente, pero las partes desean celebrarlo una vez que
desaparezcan los obstáculos jurídicos, materiales, financieros, económicos, etc. que
impiden la celebración del contrato definitivo. Para lograr aquello celebran lo que se
denomina un contrato preparatorio o contrato de promesa, como lo es el contrato de
promesa de compraventa, y ese contrato genera una obligación de hacer consistente en
suscribir el contrato prometido.
Además de estas clasificaciones que hemos visto de los contratos, del código civil y las
establecidas por la doctrina, hay también otras categorías de contratos que se podrían
insertar en estas clasificaciones, la doctrina ha establecido distinciones entre distintas
categorías de contratos.
EFECTO DE LOS CONTRATOS:
El código trata en el Título XII del Libro Cuarto, artículos 1545 y siguientes, pese a que el
nombre del título es "Efectos de las obligaciones", indistintamente los efectos de los
contratos y los efectos de las obligaciones, que son cosas diferentes, defecto éste que viene
del código francés.
Los artículos 1545, 1546, 1547, 1552, 1554 y 1558 tratan de los efectos del contrato.
Las demás normas del título XII, se refieren propiamente a los efectos de las obligaciones.
Se entiende por efectos de los contratos los derechos y obligaciones que dé el emanan para
las partes, de manera que los derechos y obligaciones que se derivan de todo contrato son
los que se denominan efectos de los contratos.
Para estudiar los efectos de los contratos hay que distinguir las siguientes clases de
personas:
Las partes
Los terceros y, dentro de éstos, los terceros relativos y los terceros absolutos.
Por regla general el contrato sólo produce efectos respecto de las partes.
Nuestro legislador no dijo expresamente que el contrato sólo produce efectos entre las
partes, a diferencia del Código Francés, en el cual hay una disposición expresa que
consagra este principio.
Pero, el hecho que no exista tal disposición en nuestro Código no puede llevar a la
conclusión contraria; Bello no lo dijo expresamente porque lo consideró obvio, e
innecesario consignarlo.
Esto es una aplicación del principio de que nadie puede quedar obligado sino en virtud de
una declaración de voluntad, y esta declaración sólo la hacen las partes y no terceros.
Partes del contrato:
Debe considerarse que es parte no sólo aquél que actúa por si mismo, sino también el que
actúa por medio de representante.
El representado es parte del contrato concluido por su representante, porque lo que una
persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por ella o por la ley para representarla,
produce respecto del representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo
(artículo 1448)
Pero también son partes de un contrato, cuando fallece una de las partes contratantes, sus
herederos, porque representan a la persona del causante en virtud del artículo 1097 del
Código Civil. Existen sí algunas excepciones, como es el caso de los contratos intuito
persona.
Los efectos que produce el contrato entre las partes están señalados en el artículo 1545:
“Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser
invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales.”
Se discute sobre el alcance de la palabra ley que el legislador emplea en el artículo 1545
CC.
Se dice que el contrato es una ley en el sentido que no puede ser invalidado por la sola
voluntad de una de las partes, así como la ley no puede ser derogada por ninguno de los
individuos a que se refiere; pero no es en su esencia una ley.
De manera que, celebrado un contrato se genera este efecto obligatorio y las partes no
pueden alterar lo pactado unilateralmente, sino que se precisa:
Que la ley autorice expresamente dejarlo sin efecto por determinadas causas.
Pero este efecto obligatorio va mucha más allá, por cuanto el contrato legalmente celebrado
no puede tampoco ser modificado por el juez, y las estipulaciones del contrato se imponen
también a él, quien debe respetarlo.
Así las cosas, los jueces no pueden desconocer los efectos legales del contrato cuya
existencia han constatado.
EJECUCIÓN DE BUENA FE
El artículo 1546 establece otra regla fundamental relativa a los efectos del contrato entre las
partes contratantes: “Los contratos deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan
no sólo a lo que en ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan de la precisamente
de la naturaleza de la obligación, o que por la ley o la costumbre pertenecen a ella.”
La ejecución de buena fe del contrato significa que debe cumplirse conforme a la intención
de las partes y a las finalidades que se han propuesto al contratar.
La buena fe contractual tiene como natural corolario que el contrato no sólo obliga a
aquello que fue materia de una estipulación expresa.
Pero este efecto relativo de los contratos sólo quiere decir que los contratos pueden generar
derechos y obligaciones únicamente respecto de las partes, pero no que ellos sean
inexistentes respecto de los terceros.
Los contratos constituyen una realidad social, un hecho, y los hechos existen para todos.
Esto es lo que se denomina efecto absoluto o expansivo del contrato, esto es, que los
contratos existen respecto de todos.
Ello no es una excepción al efecto relativo de los contratos porque de ninguna manera
significa crear obligaciones para los terceros que no concurrieron a su celebración, pero el
contrato existe y no puede ser desconocido; nadie puede discutir o privar a las partes de los
derechos y obligaciones que emanan del contrato.
Por ejemplo, cuando el deudor es declarado en quiebra los distintos acreedores deben
respetar el derecho de los demás acreedores que verifican en la quiebra.
En términos generales, son terceros aquellas personas extrañas al contrato, los que no han
concurrido materialmente a su celebración. Todo aquel que no es parte, es tercero.
Terceros Absolutos, que son aquellos que no han concurrido a la celebración del contrato ni
están ligados a las partes por vínculo alguno.
Terceros Relativos son aquellos que no concurrieron a la celebración del contrato, pero que
con posterioridad a la celebración de éste entran en relaciones jurídicas con las partes.
Respecto estos últimos no rige completamente el principio del efecto relativo de los
contratos, a ellos también puede llegar a afectarles el contrato.
a) Terceros Relativos
Entre estos terceros relativos que pueden verse de alguna manera afectados por el contrato
son:
Los sucesores a título universal
Se está en presencia del sucesor a título universal en caso del heredero, aquel que sucede en
todos los bienes o en una cuota de ellos.
Los herederos de las partes, los cuales no pueden considerarse terceros extraños al contrato,
pese a que no intervinieron en su celebración.
Jurídicamente cuando el causante fallece, los herederos entran a ocupar el lugar que él
ocupaba.
Por lo tanto, los herederos se convertirán en acreedores o deudores, en los mismos términos
que lo era su causante, de cuya personalidad son la continuación.
Para expresar esta idea se señala que quien contrata lo hace para sí y para sus herederos.
Los contratos, pues, aprovechan y perjudican a los herederos de manera que sus efectos
pueden invocarse a por ellos y contra ellos. Pero esta regla tiene algunas excepciones:
c) Los contratos en que las partes han convenido expresamente que sus consecuencias
no ligarán a sus herederos.
Además, entran en la categoría de los terceros relativos aquellos que hubieren sucedido a
alguno de los contratantes a título particular.
A éstos también le afectan los contratos celebrados por su causante.
3) El donatario que también es sucesor a título singular del donante respecto del bien
donado.
En otros términos, el sucesor a título singular adquiere el bien tal como se encontraba en
virtud de los contratos que, respecto de dichos bien, había celebrado el causante.
Por consiguiente, los contratos por los que el autor había consolidado, transformado,
aumentado o disminuido su derecho, aprovecharán o perjudicarán al causahabiente a título
singular.
Dos condiciones deben reunir los contratos que han de afectar a los sucesores a título
singular:
Los acreedores no son partes, pero tampoco se les puede considerar por completo como
terceros, deben respetar los contratos celebrados por el deudor.
Los acreedores pueden impugnar los actos ejecutados por el deudor ejecutados en
fraude de sus derechos a través de la acción pauliana.
Los acreedores pueden desconocer los actos simulados del deudor, demostrando la
simulación.
b) Terceros Absolutos
Los otros terceros son los terceros absolutos, aquellos totalmente extraños al contrato,
aquellos que no han sido parte ni que, con posterioridad, entran en relaciones jurídicas con
los contratantes.
A estos terceros absolutos no pueden afectarlos los contratos; respectos de ellos no son
obligatorios los derechos y obligaciones que emanan del contrato.
Para estos terceros rige plenamente el principio del efecto relativo de los contratos.
Sin embargo la regla señalada, de los efectos relativos de los contratos, tiene algunas
excepciones:
a) Lo dicho respecto de los efectos de los contratos tienen relación solamente con los
contratos patrimoniales, pero no con los contratos de familia. Estos no producen efectos
relativos, sino absolutos.