• Pecado mortal o grave
¿He faltado a Misa los domingos o días festivos Oración: "Dame, Jesús mío, verdadero
ón: "Dame, Jesús mío, verdadero dolor de
Es pecado mortal lo que tiene como objeto una
materia grave y que, además, es cometido con
pleno conocimiento y,
deliberado consentimiento. (CCE 1857)
5 pasos para una buena confesión
I. Examen de conciencia.
II. Dolor de los pecados.
III. Propósito de enmienda.
IV. Confesión de los pecados.
V. Cumplir la penitencia.
I. EXAMINA TU CONCIENCIA
Antes de acercarte a confesar es preciso realizar el
examen de conciencia invocando el auxilio del
Espíritu Santo con una sencilla oración:
“Ven Espíritu Santo, ilumina mi
memoria, mi inteligencia y mi
voluntad para que movido por la
acción de la fuerza de tu amor, sepa
reconocer mis pecados”.
Habiendo invocado la gracia de Dios,
podemos reconocer en que hemos fallado. Se
recuerdan los pecados preguntándose sin prisa lo
que se ha hecho en contra de los mandamientos de
la Ley de Dios y de la Iglesia, con plena advertencia
y pleno consentimiento.

¿Cuando fue mi última Confesión? ¿He callado
por vergüenza algún pecado mortal en mis
confesiones anteriores? ¿Me he acercado
indignamente a recibir algún sacramento?

¿He dudado o negado las verdades de la fe
católica? ¿He puesto en peligro mi fe leyendo cosas
contrarias a la fe católica? ¿He asistido a reuniones
de sectas que no son católicas? ¿He sido
supersticioso o practicado el espiritismo? ¿Creo en
amuletos, horóscopos, he consultado ‘adivinas’?

¿He tomado el nombre de Dios en vano? ¿He
blasfemado? ¿He jurado sin necesidad o sin verdad?
por mi culpa y sin una razón grave? ¿He cumplido
los días de ayuno y abstinencia?

¿He desobedecido a mis padres o superiores en
materias de importancia? ¿Manifiesto cariño,
respeto, obediencia a mis padres, amigos y
superiores?

¿Tengo enemistad, odio o rencor contra
alguien? ¿Rehúso perdonarle? ¿He causado la
muerte a alguien? ¿Me he embriagado, bebido con
exceso o tomado drogas? ¿He practicado,
aconsejado o facilitado el aborto?

¿He consentido pensamientos o miradas
impuras? ¿He visto películas inmorales? ¿He
realizado actos impuros? ¿Solo o con otras
personas? ¿Del mismo o distinto sexo? ¿He usado
indebidamente el matrimonio? ¿He usado, sin
causa grave, algún método para evitar tener hijos?

¿He tomado dinero o cosas que no son mías?
¿Cuánto? ¿He restituido o reparado por el daño
causado? ¿He sido honrado en mis negocios?

¿He dicho mentiras? ¿He calumniado a otra
persona? ¿He hecho juicios temerarios contra el
prójimo? ¿He reparado el daño que haya podido
causarse?

¿He consentido envidias? ¿He sido soberbio,
orgulloso o perezoso? ¿Cumplo con mis
obligaciones? ¿Cumplo con dedicación con el
horario de mi trabajo o estudio? ¿Cumplo con mis
deberes ciudadanos?

¿Ayudo a los más necesitados? ¿He malgastado
el dinero o el tiempo que tengo en caprichos o
vanidades? ¿Ayudo a la Iglesia en sus necesidades?
Estas son solo algunas cuestiones con las que se
puede examinar la propia conciencia. Es
conveniente recordar que la materia del examen de
conciencia está formada por los Mandamientos de
la Ley de Dios, los Mandamientos de la Iglesia, los
Pecados Capitales y las Obras de Misericordia.
Si se recuerdan otros pecados graves,
deben mencionarse en la confesión.
todos estos pecados y de los que
ahora no me acuerdo. Virgen
Maria, Madre de Dios y Madre
mía ruega por mi para que de
veras me duela de mis pecados".
II. DOLOR DE LOS
PECADOS
III. PROPÓSITO DE
ENMIENDA
La contrición. Es “un dolor del alma y una
detestación del pecado cometido con la resolución
de no volver a pecar”, por el amor que se tiene a
Dios y que renace con el arrepentimiento. (Cfr. CCE
1451)
La contrición, entendida así, es el principio de la
conversión, que devuelve al hombre a Dios, como el
hijo pródigo que vuelve al padre, y que tiene en el
sacramento de la Penitencia su signo visible. Por
ello, "de esta contrición del corazón depende la
verdad de la penitencia"... Es bueno recordar que
contrición y conversión son aún más: un
acercamiento a la santidad de Dios, un nuevo
encuentro de la propia verdad interior, turbada y
trastornada por el pecado, una liberación en lo más
profundo de sí mismo y, con ello, una recuperación
de la alegría perdida, la alegría de ser salvados, que
la mayoría de los hombres de nuestro tiempo ha
dejado de gustar.
El firme propósito de no volver a cometer el pecado
confesado (enmienda) es señal de arrepentimiento
genuino y sincero. Esta resolución incluye evitar
ponerse en ocasiones de pecado.
La ayuda de la gracia de Dios junto con la intención
de rectificar dará la fortaleza para resistir y vencer
las tentaciones en el futuro.
Oración: "Dios mío, me duele mucho haber
pecado contra Ti, porque eres tan bueno y porque
me amas tanto, pero con tu divina ayuda hago el
firme propósito de nunca más ofenderte".
 IV. CONFESIÓN DE LOS PECADOS
La acusación de los pecados es el gesto del hijo
pródigo que vuelve al Padre y es acogido por él con
el beso de la paz, y consiste en decirle al Sacerdote
todos los pecados que hemos descubierto en el
examen de conciencia.
Esta confesión de pecados debe ser:
Sincera: Manifestando solo la verdad, sin falsedad o
hipocresía y sin pretender ocultar algo o engañar al
Sacerdote, pues a Dios es imposible engañarlo.
Completa: Sin callarse, ni por vergüenza, ningún
pecado del que se tenga conciencia.
Humilde: Reconociendo sus yerros y debilidades y
actuando sin orgullo, altanería, ni arrogancia.
Prudente: Usando palabras adecuadas y correctas y
sin nombrar personas ni descubrir pecados ajenos.
Breve: Sin explicaciones o justificaciones
innecesarias y sin mezclar otros asuntos.
Ahora sí, seguro del amor del Padre, acércate al
confesionario y haz tu confesión.
1. Se empieza con la Señal de la Cruz diciendo
“En el nombre del Padre, y del Hijo y del
Espíritu Santo.”
2. El sacerdote saludará y te invitará a tener
confianza en Dios.
3. En seguida te leerá o leerás un breve texto de la
Sagrada Escritura, tomado de la guía que
encontrarás en el confesionario.
4. Luego recitas el Yo Confieso.
5. Se comienza la confesión de los pecados:
a. Se dicen los pecados que se recuerden,
empezando con los más difíciles. Si se ha
recibido alguna absolución general, hay que
decírselo al sacerdote junto con los pecados
mortales que se perdonaron.
b. Si tienes dudas, sientes vergüenza o no sabes
cómo confesar, se le dice claramente al
sacerdote. El ayudará siempre a hacer una
buena confesión. Basta que se conteste
honestamente a sus preguntas. Nunca debe
callarse un pecado por vergüenza o por temor. PREPARANDO
Hay que confiar siempre en la misericordia
de Dios que es nuestro Padre y quiere MI CONFESIÓN
perdonarnos.
c. Si no tienes conciencia de ningún pecado
mortal, es bueno confesar al menos los
veniales que se recuerden, diciéndole
claramente al sacerdote que no se tiene
conciencia de pecado grave.
6. Cuando hayas terminado, el sacerdote te dará la
penitencia y tal vez algunos consejos que te
ayudarán a ser mejor cristiano(a).
7. A continuación se manifiesta la contrición con
alguna de las fórmulas que también se
encuentran en la guía o diciendo el Señor Mío
Jesucristo.
8. Enseguida, se escuchan con atención las palabras
de la absolución contestando al final, "amén".
CONFESARSE
9. Para terminar, después de la absolución, el • ¿Para qué?
sacerdote y tú alaban a Dios con alguna de las
"Los que se acercan al sacramento de la
fórmulas de la guía, que concluyen el penitencia obtienen de la misericordia de Dios
sacramento. el perdón de los pecados cometidos contra El y,
al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a
la que ofendieron con sus pecados." (CCE 1422)
V. CUMPLIR LA PENITENCIA
“La satisfacción es el acto final, que corona el signo El Pecado
sacramental de la Penitencia. ¿Cuál es el significado
El pecado es, ante todo, ofensa a Dios, ruptura de
de esta satisfacción que se hace, o de esta penitencia la comunión con él. Al mismo tiempo, atenta
que se cumple? No es ciertamente el precio que se
contra la comunión con la Iglesia. (CCE 1440)
paga por el pecado absuelto y por el perdón
• ¿Qué pecados se han de confesar?
recibido; porque ningún precio humano puede
En la confesión, los penitentes deben enumerar
equivaler a lo que se ha obtenido,
todos los pecados mortales de que tienen
fruto de la preciosísima Sangre de conciencia tras haberse examinado seriamente.
Cristo. Las obras de satisfacción (CCE 1456)
son el signo del compromiso Por tanto, todo fiel llegado a la edad del uso de
personal que el cristiano ha razón debe confesar al menos una vez al año, los
asumido ante Dios, en el pecados graves de que tiene conciencia, luego
Sacramento, de comenzar una de su última confesión. Y sin ser estrictamente
existencia nueva”. (Juan Pablo II, necesaria la confesión de los pecados veniales, la
Reconciliatio et Paenitentia 31-III) Iglesia recomienda vivamente hacerlo. (Cfr. CCE
1457 y 1458)