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EL ALTO TRIBUNAL SELECCIONÓ LA TUTELA Y LA ESTUDIARÁ
El ICBF argumentó ante la Corte por qué no quiere que la pequeña de este caso vuelva con su
familia. Istock
La tarea de la Corte será revisar si la jueza 29 de Familia de Bogotá, Sandra Mejía Mejía, y
el Tribunal Superior de Bogotá tuvieron razón en decidir que la pequeña debía ser
reintegrada de inmediato con su familia. Ante la jueza Mejía, la madre, quien trabaja como
empleada en casas de familia, aseguró que ella no consumía drogas ni alcohol, y que si
castigaba a su hija, sólo en casos extremos, usaba la correa. El padre, un reciclador,
manifestó que la quiere mucho. La jueza determinó que los castigos con correa no eran
suficientes para alejar a Manuela de sus padres y que en el proceso no había prueba de que
ella corriera peligro.
Manuela está bajo el cuidado del Estado desde el 28 de noviembre de 2014. Ese día, según
testificó el patrullero que la encontró, ella se “encontraba deambulando en una calle pública
y llorando”. Dijo que no sabía dónde vivía, por lo que el policía optó por llevarla a una
comisaría de familia. En teoría, el trámite debía ser corto: los padres de Manuela
preguntarían en alguna comisaría o estación de policía dónde estaba ella, les darían
respuesta y ellos irían a recogerla. Pero el examen de Medicina Legal, que se practicó al día
siguiente, prendió las alarmas enseguida.
Ante el Juzgado 29 de Familia, los padres de Manuela aseguraron que la buscaron por
cielo, mar y tierra, pero los registros indican que la visitaron por primera vez dos meses
después de haberse perdido. Para ese entonces, Manuela ya había contado en entrevistas
con psicólogos -quienes sospechaban que quizá su extravío había sido a propósito- que el
maltrato en su casa era frecuente, no sólo contra ella, sino también contra sus tres
hermanos. Y que sus padres tenían un problema de trago. Los psicólogos evaluaron que era
necesario que sus padres mejoraran como corregían a sus hijos, pues sus métodos eran
“perjudiciales”.
Como el ICBF no estaba convencido de que Manuela estuviera segura en manos de sus
padres, empezó un proceso para determinar si se precisaba quitarles la custodia. Ellos
desertaron del proceso. Es decir, renunciaron a la custodia de su hija. En la fundación
donde estaba la niña organizaron talleres con los padres: la madre fue a tres, el padre, a uno.
En febrero de 2016 se hizo la audiencia en la que se declararía si Manuela podía o no ser
dada en adopción: a la diligencia sólo fueron el padre y una hermana de él. Al preguntarle
sobre su esposa, la respuesta del hombre fue que se había ido con un muchacho.
Al saber que tendría que volver a casa, la salud mental de Manuela comenzó a decaer. Se
volvió agresiva, desafiante, le cogió pereza al colegio. Sus padres poco la visitaban, y de
familia extensa, sólo fue a verla la hermana de su padre, quien expresó que apoyaría a su
hermano y a su cuñada en el proceso -después del incidente del “muchacho” que el señor
ventiló en la audiencia de adoptabilidad, se reconciliaron-, pero que ella no podía hacerse
cargo de su sobrina. Cuando supo que la orden de los jueces era que la reintegraran a su
familia entró en crisis, y ahí fue cuando manifestó que, si eso ocurría, ella escaparía.
Para Cristina Plazas, directora del ICBF, el caso de Manuela es emblemático con respecto a
lo que puede hacer el Estado, incluida la justicia, para proteger a los niños. Habla de él en
público y en medios cada que puede. Una de las cosas por las que Plazas más protestó fue
porque la jueza 29 de Familia no recibió el testimonio de Manuela, sólo de sus padres. La
niña les ha dicho a los psicólogos en reiteradas ocasiones que no quiere volver a vivir con
ellos. La jueza determinó que los padres no habían asistido a todos los talleres por su
situación económica, pero que sí quieren cuidar a la pequeña y que ella quiere estar con sus
hermanos.
La Corte Constitucional tiene la palabra.
POSESIÓN DE DONALD TRUMP SOLIVIANTÓ LA VIOLENCIA
“No hay duda de que Trump ha dinamizado la derecha radical, esta nunca había tenido tan
cerca al poder, ni mucho menos se había sentido con voz en la Casa Blanca. La derecha
radical, como lo ha dicho, ve en el actual presidente a un campeón de la idea de una nación
estadounidense fundamentalmente de raza blanca”, explica Mark Potok, analista y director
del reconocido informe que no deja de incomodar a la administración del magnate.
Las cifras revelan que desde la carrera presidencial de Trump los crímenes de odio han
aumentado. Tan solo en los primeros 34 días posteriores a su victoria se reportaron un total
de 1.094 incidentes de odio contra diferentes minorías, en su mayoría musulmanes pero
también afroamericanos, judíos, indocumentados y miembros de la comunidad LGBTQI.
Según el informe, publicado en el Intelligence Report, en el último año se pasó de 34 a 101
grupos de odio antimusulmanes en Estados Unidos, casi el triple en relación con el año
pasado, número que hace eco a las cifras del último reporte del FBI que confirma un
aumento de 67 % en crímenes de odio contra miembros de la comunidad musulmana.
“Es evidente lo que está pasando: tan solo el día en que el presidente firmó el decreto que
prohibía la entrada de ciudadanos de siete país musulmanes a los Estados Unidos (hoy
bloqueado de manera indefinida por una corte de apelaciones) otra mezquita fue quemada
en el estado de Texas”, añade Potok.
Cabe recordar los mensajes incendiarios del magnate contra la comunidad musulmana,
como cuando citó falsamente un estudio que decía que el 25 % de los musulmanes que
viven en los Estados Unidos justificaban cualquier tipo de violencia en nombre de la yihad
o guerra santa. Para los analistas, su retórica —luego de las masacres cometidas por
musulmanes en San Bernardino, California (donde murieron 14 personas en diciembre de
2015), y en un club nocturno en Orlando, Florida (donde murieron 49 personas en junio de
2016)— dinamizó la islamofobia en el país. “Estamos hablando de un presidente que en el
pasado y en distintas ocasiones ha trinado e intercambiado mensajes en redes sociales con
miembros de grupos de extrema derecha”, añade Potok.
Uno de los casos más alarmantes es el de tres miembros del Kansas Security Force,
subgrupo de la milicia Crusaders y autoproclamado seguidor de Trump, quienes planearon
un atentado con cuatro carros bomba frente a un complejo residencial de inmigrantes
musulmanes en Garden City, Kansas, el día después de las elecciones. Nunca se llevó a
cabo porque el FBI los capturó.
“Cuando nuestros líderes permiten que salgan los aspectos más oscuros de nuestra sociedad
solo por lograr una victoria política, el odio se convierte en violencia contra personas que
piensan o se ven distinto”, dijo Joseph Crowley, representante demócrata de Nueva York,
luego de que una ola de grafitis y esvásticas así como jerga de ultraderecha en contra de
judíos y musulmanes se vieran en el metro de la ciudad. Según un reporte de la policía de la
Gran Manzana, en enero de 2017 se registraron 57 crímenes de odio, comparados con 31
que se presentaron en el mismo período el año pasado.
“Este es el año en que el uso cínico del discurso ‘nosotros contra ustedes’ ha afianzado una
narrativa de miedo y odio solo vista en los años treinta cuando Adolf Hitler llegó al poder
en Alemania”, dice el más reciente reporte de Amnistía Internacional publicado la semana
pasada en Londres, el cual alerta sobre la retórica de odio que Trump promueve. El informe
señala tambiéna Viktor Orbán, primer ministro de Hungría; a Recep Tayyip Erdogan,
presidente de Turquía, y a Rodrigo Duterte, presidente de Filipinas, como líderes con un
agenda tóxica que lo único que ha logrado es deshumanizar a grupos enteros de personas.
Para expertos en la protección de derechos civiles en Estados Unidos existe una relación
directa entre la ideología de odio, los grupos que la promueven y algunos aliados cercanos a
la Casa Blanca. Según el reporte del Southern Poverty Law, Act of America —el grupo
antimusulmán más grande de Estados Unidos y el cual cuenta con más de 280.000
miembros y más de 1.000 filiales en todo el país— ha tenido como orador en sus eventos a
Mike Pompeo, actual director de la CIA nombrado por Trump y quien incluso ha recibido
premios por parte de esta organización. También sobresalen el exasesor presidencial Steven
Miller, la consejera Kellyanne Conway y el fiscal general Jeff Sessions, quien ha dado
charlas y de igual forma recibido galardones por parte del David Horowitz Freedom Center,
otro gigantesco grupo antimusulmán.
Hoy, cuando se ven los primeros efectos de la agenda LGBTQI de la Casa Blanca, el miedo
crece en toda la comunidad. La derogación de la orden ejecutiva de la administración de
Obama que permitía a los jóvenes transexuales escoger el baño que fuera acorde con su
identidad sexual tiene a la comunidad LGBTQI en estado de máxima alerta. “Tener en la
Casa Blanca al vicepresidente Mike Pence, un histórico opositor de nuestro movimiento y
nuestros derechos, nos hace temer lo peor”, me dice Carlin Gires, un joven afroamericano
de 32 años, en un mitin en frente de la Alcaldía de Los Ángeles. “No podemos dejar que en
cuatro años nos despojen de lo que llevamos luchando más de cuarenta años. Esperamos
llevar esta lucha hasta la Corte Suprema, de eso no cabe duda”.
Martes 28 De Febrero,
Amparada por dicha ley, una mujer uruguaya comenzó el proceso para realizarse un aborto
con ocho semanas de gestación. Sin embargo, una jueza ordenó suspender el proceso de
interrupción involuntaria del embarazo debido a que el hombre con el cual gestó el bebé
presentó un recurso de amparo para proteger "la vida del hijo en común".
Según los argumentos de la jueza, la ley exige informar al médico responsable sobre las
circunstancias relativas a la concepción, las condiciones sociales o problemas que justifican
el procedimiento. La mujer no aportó la imprescindible historia clínica.
Si bien la justicia entendió que la pareja no tenía unión formal y no exhibía las
connotaciones del concubinato, aceptó el pedido de suspender el proceso abortivo porque el
hombre quería asumir al hijo "independientemente de que la madre esté dispuesta a ejercer
su rol" y que tenía condiciones económicas de hacerlo.
Federico Arregui, abogado del hombre, dijo que éste le había pedido sin éxito a la mujer
que desistiera del aborto, por lo cual decidió apelar a la justicia: "El padre no solamente no
quiere (la interrupción), sino que quiere hacerse cargo de ese niño", dijo.
El fallo judicial es inédito y sienta un precedente importante. Según la jueza, es vital
controlar esos requisitos "porque sino la ley sería un pase libre para que se aborten niños
entre las primeras doce semanas, solo con pedirlo, y eso no es lo que dice la ley...".
Allegados a la mujer aseguraron que se apelará la decisión de la jueza.
El tema generó un aborto sin precedentes. Los gremios de jueces y abogados de Uruguay,
sin embargo, le dieron su respaldo a la jueza que decidió suspender el procedimiento.
El Colegio de Abogados instó al Ejecutivo a cumplir el fallo, pues lo contrario "colide con
los principios de tutela jurisdiccional, igualdad y seguridad que asientan nuestro Estado de
Derecho".
El fallo sentó un precedente importante considerando que está vigente la ley que permite a
las mujeres abortar legalmente en hospitales si cumplen con una serie de requisitos
formales.