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EL ALTO TRIBUNAL SELECCIONÓ LA TUTELA Y LA ESTUDIARÁ

Caso clave para el ICBF, en la Corte


Constitucional
Judicial
26 Feb 2017 - 10:00 PM
Redacción JUDICIAL
La directora del Instituto, Cristina Plazas, ha dado una pelea mayúscula para que una niña
de 10 años pueda ser dada en adopción. Jueces no la han respaldado.

El ICBF argumentó ante la Corte por qué no quiere que la pequeña de este caso vuelva con su
familia. Istock

En poco tiempo, la Corte Constitucional tendrá que definir el destino de la pequeña


Manuela*: si devolverla a sus padres o permitir que otra familia pueda adoptarla.
Recientemente, este alto tribunal seleccionó el caso de la menor para estudiarlo, luego de
que el ICBF presentara una tutela en un último intento por evitar que la niña regrese a su
familia biológica. Ella misma, la única mujer entre los cuatro hijos de sus padres, les ha
dejado claro a los psicólogos y trabajadores sociales del Instituto que en el instante en que
vuelva a poner un pie en su casa se va a escapar.

La tarea de la Corte será revisar si la jueza 29 de Familia de Bogotá, Sandra Mejía Mejía, y
el Tribunal Superior de Bogotá tuvieron razón en decidir que la pequeña debía ser
reintegrada de inmediato con su familia. Ante la jueza Mejía, la madre, quien trabaja como
empleada en casas de familia, aseguró que ella no consumía drogas ni alcohol, y que si
castigaba a su hija, sólo en casos extremos, usaba la correa. El padre, un reciclador,
manifestó que la quiere mucho. La jueza determinó que los castigos con correa no eran
suficientes para alejar a Manuela de sus padres y que en el proceso no había prueba de que
ella corriera peligro.

Lo que Bienestar Familiar trata de demostrarle a la Corte Constitucional es que la realidad


de Manuela es una muy distinta a la que quedó plasmada en el fallo del Juzgado 29 de
Familia el 19 de octubre de 2016, y que luego ratificó el Tribunal de Bogotá. Que en el
expediente, por ejemplo, sí había evidencia de un maltrato grave: apenas la niña quedó bajo
resguardo del Estado, Medicina Legal le hizo un examen y encontró que tenía en la espalda
“equimosis múltiples (sangrado bajo la piel) rojo violáceas, la mayor de ellas de 12 cm de
longitud”. Los golpes que había recibido le valieron una incapacidad de siete días.

Manuela está bajo el cuidado del Estado desde el 28 de noviembre de 2014. Ese día, según
testificó el patrullero que la encontró, ella se “encontraba deambulando en una calle pública
y llorando”. Dijo que no sabía dónde vivía, por lo que el policía optó por llevarla a una
comisaría de familia. En teoría, el trámite debía ser corto: los padres de Manuela
preguntarían en alguna comisaría o estación de policía dónde estaba ella, les darían
respuesta y ellos irían a recogerla. Pero el examen de Medicina Legal, que se practicó al día
siguiente, prendió las alarmas enseguida.

Ante el Juzgado 29 de Familia, los padres de Manuela aseguraron que la buscaron por
cielo, mar y tierra, pero los registros indican que la visitaron por primera vez dos meses
después de haberse perdido. Para ese entonces, Manuela ya había contado en entrevistas
con psicólogos -quienes sospechaban que quizá su extravío había sido a propósito- que el
maltrato en su casa era frecuente, no sólo contra ella, sino también contra sus tres
hermanos. Y que sus padres tenían un problema de trago. Los psicólogos evaluaron que era
necesario que sus padres mejoraran como corregían a sus hijos, pues sus métodos eran
“perjudiciales”.

Como el ICBF no estaba convencido de que Manuela estuviera segura en manos de sus
padres, empezó un proceso para determinar si se precisaba quitarles la custodia. Ellos
desertaron del proceso. Es decir, renunciaron a la custodia de su hija. En la fundación
donde estaba la niña organizaron talleres con los padres: la madre fue a tres, el padre, a uno.
En febrero de 2016 se hizo la audiencia en la que se declararía si Manuela podía o no ser
dada en adopción: a la diligencia sólo fueron el padre y una hermana de él. Al preguntarle
sobre su esposa, la respuesta del hombre fue que se había ido con un muchacho.

Al saber que tendría que volver a casa, la salud mental de Manuela comenzó a decaer. Se
volvió agresiva, desafiante, le cogió pereza al colegio. Sus padres poco la visitaban, y de
familia extensa, sólo fue a verla la hermana de su padre, quien expresó que apoyaría a su
hermano y a su cuñada en el proceso -después del incidente del “muchacho” que el señor
ventiló en la audiencia de adoptabilidad, se reconciliaron-, pero que ella no podía hacerse
cargo de su sobrina. Cuando supo que la orden de los jueces era que la reintegraran a su
familia entró en crisis, y ahí fue cuando manifestó que, si eso ocurría, ella escaparía.

En diciembre de 2016, también con la intermediación de jueces, los padres de Manuela


adquirieron compromisos que difícilmente cumplieron. Ellos le habían dicho a la jueza 29
de Familia que habían inscrito a sus hijos en Batuta como muestra de que cuidarían bien de
la niña, pero no presentaron el certificado. Debían vincularse a Alcohólicos Anónimos,
pero no lo hicieron. Debían cambiarse de casa, pues Manuela había revelado que el dueño
de la pensión donde vivían en el Bronx la había manoseado cuando tenía 7 años. La demora
para cambiarse de casa fue el dinero, y al final, señaló la jueza, sí se trastearon.

Para Cristina Plazas, directora del ICBF, el caso de Manuela es emblemático con respecto a
lo que puede hacer el Estado, incluida la justicia, para proteger a los niños. Habla de él en
público y en medios cada que puede. Una de las cosas por las que Plazas más protestó fue
porque la jueza 29 de Familia no recibió el testimonio de Manuela, sólo de sus padres. La
niña les ha dicho a los psicólogos en reiteradas ocasiones que no quiere volver a vivir con
ellos. La jueza determinó que los padres no habían asistido a todos los talleres por su
situación económica, pero que sí quieren cuidar a la pequeña y que ella quiere estar con sus
hermanos.
La Corte Constitucional tiene la palabra.

* Nombre modificado para proteger a la menor de edad de esta historia.


POSESIÓN DE DONALD TRUMP SOLIVIANTÓ LA VIOLENCIA

Musulmanes: el blanco de los nacionalistas


en Estados Unidos
El Mundo
26 Feb 2017 - 10:00 PM
ÁLVARO CORZO V.
Los grupos de odio contra musulmanes han aumentado 298 % en el último año. Grupos
como el Ku Klux Klan consideran que esta es la oportunidad para determinar una nación
blanca y católica.

La llegada al poder de Donald Trump ha disparado el racismo de una forma alarmante en


los Estados Unidos, con los musulmanes como el principal blanco de odio. Así lo asegura
el Southern Poverty Law Center en su trigésimo reporte anual: Un año de odio y
extremismo, el cual contabilizó un total de 917 grupos de odio y ultraderecha en toda la
nación.

“No hay duda de que Trump ha dinamizado la derecha radical, esta nunca había tenido tan
cerca al poder, ni mucho menos se había sentido con voz en la Casa Blanca. La derecha
radical, como lo ha dicho, ve en el actual presidente a un campeón de la idea de una nación
estadounidense fundamentalmente de raza blanca”, explica Mark Potok, analista y director
del reconocido informe que no deja de incomodar a la administración del magnate.

Las cifras revelan que desde la carrera presidencial de Trump los crímenes de odio han
aumentado. Tan solo en los primeros 34 días posteriores a su victoria se reportaron un total
de 1.094 incidentes de odio contra diferentes minorías, en su mayoría musulmanes pero
también afroamericanos, judíos, indocumentados y miembros de la comunidad LGBTQI.
Según el informe, publicado en el Intelligence Report, en el último año se pasó de 34 a 101
grupos de odio antimusulmanes en Estados Unidos, casi el triple en relación con el año
pasado, número que hace eco a las cifras del último reporte del FBI que confirma un
aumento de 67 % en crímenes de odio contra miembros de la comunidad musulmana.
“Es evidente lo que está pasando: tan solo el día en que el presidente firmó el decreto que
prohibía la entrada de ciudadanos de siete país musulmanes a los Estados Unidos (hoy
bloqueado de manera indefinida por una corte de apelaciones) otra mezquita fue quemada
en el estado de Texas”, añade Potok.

Cabe recordar los mensajes incendiarios del magnate contra la comunidad musulmana,
como cuando citó falsamente un estudio que decía que el 25 % de los musulmanes que
viven en los Estados Unidos justificaban cualquier tipo de violencia en nombre de la yihad
o guerra santa. Para los analistas, su retórica —luego de las masacres cometidas por
musulmanes en San Bernardino, California (donde murieron 14 personas en diciembre de
2015), y en un club nocturno en Orlando, Florida (donde murieron 49 personas en junio de
2016)— dinamizó la islamofobia en el país. “Estamos hablando de un presidente que en el
pasado y en distintas ocasiones ha trinado e intercambiado mensajes en redes sociales con
miembros de grupos de extrema derecha”, añade Potok.

Uno de los casos más alarmantes es el de tres miembros del Kansas Security Force,
subgrupo de la milicia Crusaders y autoproclamado seguidor de Trump, quienes planearon
un atentado con cuatro carros bomba frente a un complejo residencial de inmigrantes
musulmanes en Garden City, Kansas, el día después de las elecciones. Nunca se llevó a
cabo porque el FBI los capturó.

“Cuando nuestros líderes permiten que salgan los aspectos más oscuros de nuestra sociedad
solo por lograr una victoria política, el odio se convierte en violencia contra personas que
piensan o se ven distinto”, dijo Joseph Crowley, representante demócrata de Nueva York,
luego de que una ola de grafitis y esvásticas así como jerga de ultraderecha en contra de
judíos y musulmanes se vieran en el metro de la ciudad. Según un reporte de la policía de la
Gran Manzana, en enero de 2017 se registraron 57 crímenes de odio, comparados con 31
que se presentaron en el mismo período el año pasado.

“Este es el año en que el uso cínico del discurso ‘nosotros contra ustedes’ ha afianzado una
narrativa de miedo y odio solo vista en los años treinta cuando Adolf Hitler llegó al poder
en Alemania”, dice el más reciente reporte de Amnistía Internacional publicado la semana
pasada en Londres, el cual alerta sobre la retórica de odio que Trump promueve. El informe
señala tambiéna Viktor Orbán, primer ministro de Hungría; a Recep Tayyip Erdogan,
presidente de Turquía, y a Rodrigo Duterte, presidente de Filipinas, como líderes con un
agenda tóxica que lo único que ha logrado es deshumanizar a grupos enteros de personas.

Para expertos en la protección de derechos civiles en Estados Unidos existe una relación
directa entre la ideología de odio, los grupos que la promueven y algunos aliados cercanos a
la Casa Blanca. Según el reporte del Southern Poverty Law, Act of America —el grupo
antimusulmán más grande de Estados Unidos y el cual cuenta con más de 280.000
miembros y más de 1.000 filiales en todo el país— ha tenido como orador en sus eventos a
Mike Pompeo, actual director de la CIA nombrado por Trump y quien incluso ha recibido
premios por parte de esta organización. También sobresalen el exasesor presidencial Steven
Miller, la consejera Kellyanne Conway y el fiscal general Jeff Sessions, quien ha dado
charlas y de igual forma recibido galardones por parte del David Horowitz Freedom Center,
otro gigantesco grupo antimusulmán.

Por último se destaca el alto consejero presidencial Stephen Bannon, exdirector


de Breitbart News, un conocido portal informativo de extrema derecha dedicado a
promover la “derecha alternativa”. Esta es conocida como una corriente ideológica que
defiende la idea que la identidad blanca en Estados Unidos está bajo ataque por fuerzas
multiculturales. Para sus defensores, la debilidad en términos migratorios y el aumento de
políticas sociales tienen en jaque a la civilización. “Nuestro glorioso líder ha ascendido a
convertirse en el emperador de Dios”, escribió Andrew Anglin, líder de la derecha
alternativa y quien dirige el Daily Stormer, el portal de derecha radical con más seguidores
en los Estados Unidos que en el último año creó 31 clubes de acción directa.
“La derecha alternativa es la disidencia del conservatismo tradicional en Estados Unidos, el
cual tiene posturas más radicales. Para sus lideres, el islam no es considerado una religión
sino una ideología política. Todos los correligionarios de esta corriente ideológica apoyaron
masivamente la elección de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos”,
concluye Potok.

La situación de los miembros de la comunidad LGBTQI no es menos preocupante. Los


crímenes en su contra también aumentaron: las mujeres transgénero de color son las más
victimizadas por crímenes violentos. El año pasado se registraron 26 asesinatos de odio
contra miembros de esta comunidad, que marcaron un ascenso del 14 %.

Hoy, cuando se ven los primeros efectos de la agenda LGBTQI de la Casa Blanca, el miedo
crece en toda la comunidad. La derogación de la orden ejecutiva de la administración de
Obama que permitía a los jóvenes transexuales escoger el baño que fuera acorde con su
identidad sexual tiene a la comunidad LGBTQI en estado de máxima alerta. “Tener en la
Casa Blanca al vicepresidente Mike Pence, un histórico opositor de nuestro movimiento y
nuestros derechos, nos hace temer lo peor”, me dice Carlin Gires, un joven afroamericano
de 32 años, en un mitin en frente de la Alcaldía de Los Ángeles. “No podemos dejar que en
cuatro años nos despojen de lo que llevamos luchando más de cuarenta años. Esperamos
llevar esta lucha hasta la Corte Suprema, de eso no cabe duda”.

Martes 28 De Febrero,

Última Actualización: 1:51 Pm



Uruguay: cuando el hombre no quiere


abortar pero la mujer sí
El Mundo
28 Feb 2017 - 10:18 AM
EFe
Jueza obliga a una mujer, embarazada producto de una corta relación con un hombre, a
suspender el aborto. El padre del bebé interpuso el recurso.

En 2012, Leonel Briozzo, entonces viceministro de Salud de Uruguay, promovió una


histórica ley que despenalizó el aborto. La normativa, llamada Ley de Interrupción
Voluntaria del Embarazo, permite a las mujeres abortar legalmente si se cumplen una serie
de requisitos formales en los hospitales.

Amparada por dicha ley, una mujer uruguaya comenzó el proceso para realizarse un aborto
con ocho semanas de gestación. Sin embargo, una jueza ordenó suspender el proceso de
interrupción involuntaria del embarazo debido a que el hombre con el cual gestó el bebé
presentó un recurso de amparo para proteger "la vida del hijo en común".

Según los argumentos de la jueza, la ley exige informar al médico responsable sobre las
circunstancias relativas a la concepción, las condiciones sociales o problemas que justifican
el procedimiento. La mujer no aportó la imprescindible historia clínica.

Si bien la justicia entendió que la pareja no tenía unión formal y no exhibía las
connotaciones del concubinato, aceptó el pedido de suspender el proceso abortivo porque el
hombre quería asumir al hijo "independientemente de que la madre esté dispuesta a ejercer
su rol" y que tenía condiciones económicas de hacerlo.

Federico Arregui, abogado del hombre, dijo que éste le había pedido sin éxito a la mujer
que desistiera del aborto, por lo cual decidió apelar a la justicia: "El padre no solamente no
quiere (la interrupción), sino que quiere hacerse cargo de ese niño", dijo.
El fallo judicial es inédito y sienta un precedente importante. Según la jueza, es vital
controlar esos requisitos "porque sino la ley sería un pase libre para que se aborten niños
entre las primeras doce semanas, solo con pedirlo, y eso no es lo que dice la ley...".
Allegados a la mujer aseguraron que se apelará la decisión de la jueza.

El tema generó un aborto sin precedentes. Los gremios de jueces y abogados de Uruguay,
sin embargo, le dieron su respaldo a la jueza que decidió suspender el procedimiento.

La Asociación de Magistrados de Uruguay (AMU) y el Colegio de Abogados defendieron a


la jueza Pura Concepción Book por su decisión del 23 de febrero y ratificaron que actuó
conforme a "los principios de las Naciones Unidas sobre independencia judicial" al
rechazar las presiones e intromisiones.

El Colegio de Abogados instó al Ejecutivo a cumplir el fallo, pues lo contrario "colide con
los principios de tutela jurisdiccional, igualdad y seguridad que asientan nuestro Estado de
Derecho".

Ambas reacciones surgieron luego de que llovieran críticas y reclamos a la decisión de


Book por parte de grupos feministas, colectivos sociales, políticos y personalidades.

El exviceministro de Salud Leonel Briozzo, promotor de la histórica ley que despenaliza el


aborto aprobada en 2012, exigió incluso la destitución de la jueza de la ciudad de Mercedes
(departamento de Soriano, sur).

El fallo sentó un precedente importante considerando que está vigente la ley que permite a
las mujeres abortar legalmente en hospitales si cumplen con una serie de requisitos
formales.

La mujer, ya con diez semanas de gestación, apelará la decisión. El


espectador.
América latina menos desigual: ¿tuvo la izquierda
algo que ver?February 27, 2017

No hay evidencia de que la disminución de la pobreza se deba a la


orientación política. Cambios en la política social y empleo formal sí
benefician el ingreso.
En el siglo XXI, la mayoría de países en la región ha reducido las brechas.
Políticas sociales y mercado laboral han jugado a favor, pero no ha habido
cambios económicos estructurales. Al buscar “izquierda latinoamericana” en
internet, lo más probable es que encuentre en los titulares palabras como crisis,
fracaso o muerte. Los cambios recientes en el mapa político de la región, como los
que han ocurrido en Cuba o Argentina, y los aprietos por los que están pasando
naciones como la venezolana y la brasileña, han puesto a los analistas a hablar de
una debacle, algo que, en palabras del periodista y escritor argentino Martín
Caparrós, ya se volvió un cliché.
Pero, a pesar de que instituciones como la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL) y el Foro Económico Mundial hablan de esta en
términos de “la región más desigual del mundo”, un reciente estudio publicado por
la Universidad Nacional se dio a la tarea de preguntarse, entre otras cosas, si la
llamada “nueva izquierda” ha tenido algún papel en la reducción de las brechas de
ingreso y riqueza en estos países. En este panorama, Colombia, que no ha tenido
un gobierno de izquierda, “se caracteriza por un nivel de desigualdad elevado (…)
Este país ha logrado una reducción en la primera década de este siglo, pero
inferior a la mediana de la región. Sin embargo, en los años de crisis mundial
(después del 2008), ha incrementado la reducción del Gini (un índice que da
cuenta de la desigualdad), logrando un decremento de más de dos puntos”. En
2015, el Gobierno celebró que finalmente los colombianos en la clase media
fueron más que los colombianos considerados pobres. De acuerdo con la
información del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), el
porcentaje de personas en situación de pobreza disminuyó 0,7 puntos
porcentuales, al pasar de 28,5 % en 2014 a 27,8 % en 2015. De otro lado, el
porcentaje de personas en situación de pobreza extrema fue 7,9 % en 2015, frente
a 8,1 % en 2014. Pero en cuanto a desigualdad, el índice de Gini se ubicó en
0,522 en 2015, mientras que en 2014 la cifra fue 0,538 (cuanto más cerca de 1
está el índice, mayor desigualdad).
Con base en datos de la CEPAL, los investigadores Francesco Bogliacino y Daniel
Rojas Lozano exponen que en la década 2000-2010 los únicos países en los que
la desigualdad creció fueron Costa Rica, República Dominicana y Guatemala. En
el período 2010-2015, que vino después de la crisis económica mundial que se
desató en 2008 y la desaceleración del llamadoboom de las commodities, la
“tendencia igualitaria” se suavizó, con excepciones como Uruguay y Ecuador, que
siguieron reduciendo las brechas, dice el estudio tituladoLa evolución de la
desigualdad en Latinoamérica en el siglo XXI: patrones, determinantes y causas.
Uno de los datos que saltan a la vista en el documento es que el nivel promedio de
años de escolaridad en la población económicamente activa crece en la región, lo
que “puede ser un factor que ha jugado un rol en la reducción de la desigualdad”.
Por otro lado, “el mercado del trabajo ha mejorado la distribución de ingreso”, y en
cuanto a uno de los elementos asociados a ese mejoramiento, el salario mínimo,
los investigadores indican que en el único caso en el que ha habido una reducción
es Venezuela, por la dinámica inflacionaria que ha vivido. “La informalidad se ha
reducido en todos los países menos en República Dominicana, El Salvador y
Honduras”, resume el estudio.
Además expone que el gasto social se ha incrementado: “Es evidente que el
esfuerzo en política social ha sido imponente en todos los países, incluyendo por
ejemplo Colombia, México o Perú, que no habían elegido gobiernos de izquierda
(en el período estudiado)”. Según los datos que tiene en Colombia el
Departamento para la Prosperidad Social (DPS), en el quintil más bajo, las ayudas
institucionales —como Más Familias en Acción— entre 2010 y 2014 contribuyeron
con cerca de 10 puntos porcentuales al aumento de más de 40 % en los ingresos
de los hogares. En su trabajo, los investigadores de la Nacional retoman la
existencia de diferentes tipos de izquierda: una con partidos institucionalizados y
organizados, como ocurre en Chile o Uruguay, y otra con sistemas desarticulados,
en donde ubican la petroizquierda (países productores de petróleo y gas), como
Venezuela y Bolivia. Además tienen en cuenta las particularidades de la nueva
izquierda latinoamericana, en la que “se ha aceptado al mercado como el mejor
mecanismo para establecer precios y se ha reconocido la ineficiencia en ciertas
intervenciones estatales”. En ese sentido, la izquierda en la región no es una sola
ni mucho menos uniforme.
Los hallazgos de los investigadores dan cuenta de que, a pesar de la existencia de
los gobiernos de izquierda, los patrones de desigualdad y las reacciones a la crisis
económica mundial, no se pueden “encasillar fácilmente en términos de
orientación política”, pues el comportamiento de la desigualdad en determinado
momento puede ser similar al comparar países como Perú y México con
Venezuela. Lo que sin duda estas naciones tienen en común son “niveles de
desigualdad de ingreso que son estadísticamente más elevados que los países
‘desarrollados’”, según el trabajo de Rojas y Bogliacino. Pero, a pesar de la
heterogeneidad de los resultados, en general, la reducción de la desigualdad se
podría pensar como consecuencia de una “nueva dirección en la política social y
los cambios ocurridos en el mercado del trabajo”, como el aumento en el salario
mínimo y la reducción de la informalidad en la región.
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