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Pontificia Universidad Católica de Chile

Escuela de Ingeniería
Departamento de Ingeniería y Gestión de la Construcción
ICC3464 - Sustentabilidad en la Construcción

Tarea 1

Problemática medioambiental y cambio climático

Ana María Bernal Ducci

Cristóbal Reyes Gaete

3 de septiembre de 2021
Introducción

En el presente informe se busca definir qué es el cambio climático y su relación con el efecto
invernadero, así como también explicar la posición de Chile en el contexto mundial del calentamiento
global. Primero se definen los factores y aspectos críticos del cambio climático, como los gases de efecto
invernadero, el efecto invernadero en sí, y su incidencia en el cambio climático.

Luego, se estudian los patrones de consumo y emisión del dióxido de carbono (CO 2), y sus posibles
escenarios de estabilización. De esta manera se busca evidenciar qué podría ocurrir a futuro si no hay
una disminución en la emisión de CO2, y también hacer propuestas para desarrollar estos cambios.

Después, se sitúa a Chile en el contexto internacional considerando distintas perspectivas que influyen
en el cambio climático, como aspectos legales y su crecimiento económico, que ha influido en el alza de
las emisiones contaminantes. Además, se analiza y compara en torno a los países pertenecientes a la
OCDE, distinguiendo las diferencias con países más desarrollados en temas ambientales.

Finalmente, como cierre se hacen comentarios sobre la temática estableciendo un punto de vista y se
generan conclusiones, tales como que es imperante generar conciencia sobre esta problemática en
todos los niveles de la sociedad, y lograr un cambio en la cultura de consumo. Es necesario establecer
regulaciones e implementar incentivos que ayuden a disminuir las emisiones contaminantes, y que
todos debemos ser partícipes y agentes de este cambio.

Factores y aspectos críticos del cambio climático

El cambio climático se refiere a los cambios inesperados de las condiciones meteorológicas previstas en
cierto sector. Es causado por el aumento en la frecuencia y en la temperatura de las olas de calor
alrededor del mundo, y a la disminución de los períodos fríos. Hoy en día, este fenómeno causa graves
problemas en la vida de las personas y de los ecosistemas. Si no se revierte esta situación, su impacto
será muy negativo para la humanidad y el planeta (MMA, 2017).

Uno de los aspectos más críticos del cambio climático, es el aumento de la temperatura en la tierra. Esto
altera los distintos ecosistemas, aumenta la temperatura y acidifica los océanos, provoca sequías y
altera las corrientes de agua y aire (COP25, 2019). Este comportamiento climático provoca elevaciones
en el nivel del mar y el deshielo de los glaciares, formando un círculo vicioso donde el nivel del mar se
eleva aún más.

Estos fenómenos afectan a todos los ecosistemas debido a los cambios de sus entornos. Hay sectores
que se están secando mientras otros se inundan. Esto no solo provoca alteraciones climáticas, sino
también aspectos sociales y económicos. Por ejemplo, las sequías no permiten el desarrollo de negocios
agrícolas y ganaderos, por lo que se querrán trasladar a sectores con más agua, consumiendo así aún
más este recurso. Esta situación tampoco es favorable para las comunidades, debido a la importancia
del agua en actividades de la vida cotidiana.

Estos comportamientos evidencian que el actuar humano afecta negativamente al cambio climático. Los
niveles de crecimiento y desarrollo, han llevado a que como sociedad estemos consumiendo los
recursos disponibles a niveles insostenibles de manera poco sustentable (Friedman, 2010).

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El efecto invernadero y su relación con el cambio climático

El Efecto Invernadero es un proceso natural, el cual permite mantener una condición térmica apta para
el desarrollo de la vida en el mundo. Esto es posible gracias a las concentraciones adecuadas de gases de
efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, como el dióxido de carbono (CO 2), óxido nitroso (N2O), metano
(CH4) y vapor de agua. Ellos retienen gran parte de la radiación solar, que los mantienen entre la Tierra y
la atmósfera. En teoría, las concentraciones de GEI se mantienen en equilibrio gracias a las fuentes
naturales de emisión y a las captadoras de gases, como volcanes y el mar respectivamente (CNIAN,
2012).

Sin embargo, debido al aumento de la actividad humana durante los últimos siglos, este equilibrio se ha
desbalanceado. Estudios demuestran que antes de la Revolución Industrial los niveles de CO 2 en la
atmósfera eran constantes, pero han tenido un notorio aumento desde el año 1800, como se aprecia en
la Figura 1. Hoy en día la concentración de CO 2 es aproximadamente 40% más alta que en la época
preindustrial.

Figura 1: 2000 Años de Concentración de Gases con Efecto invernadero. Fuente: CNIAN, 2012.

Junto al aumento de la concentración de CO 2, la actividad humana también ha aumentado los niveles de


otros gases con efecto invernadero. Gracias a la combustión de combustibles fósiles, el criadero de
ganado, la producción de gas natural y la descomposición de desechos de basura, los niveles de metano
han aumentado en dos veces y media a su valor preindustrial. Estas actividades, junto al uso de
fertilizantes, también han provocado un aumento del 15% de óxido nitroso durante el mismo periodo de
tiempo. Además, la emisión de nuevos químicos industriales clorofluorocarbonos (CFC), también actúan
como fuerte gases invernadero, y dado que no viene de fuentes naturales, su emisión es claramente
atribuida a la actividad humana (CNIAN, 2012). En la Figura 2 es posible apreciar los incrementos de
emisiones de GEI en el último siglo, y cómo desde el año 2000 se muestran mayores aumentos
absolutos. Este fenómeno se debe en parte al crecimiento demográfico de la humanidad, y está
fuertemente relacionado al crecimiento económico mundial (IPCC, 2014).

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Figura 2: Emisiones antropógenas anuales totales de GEI por gases, 1970-2010. Fuente: IPCC, 2014.

Patrones de consumo y emisión de CO2

Los estudios sobre las emisiones de GEI, evidencian que existe una relación casi directa entre los niveles
de CO2 acumulados y la proyección de aumentos de temperatura global. Esto quiere decir que el
calentamiento causado por emisiones antropógenas desde el periodo preindustrial por sí solo, podría
llegar a durar incluso milenios, causando cambios en el clima a largo plazo. Sin embargo, es poco
probable que estas emisiones aumenten la temperatura global en más de 1,5°C por sí solas (IPCC, 2019).
Pero este antecedente, sumado a las altas emisiones de CO 2 de las últimas décadas, pinta un panorama
desalentador para el calentamiento global. Como se puede observar en la Figura 3, existe un
forzamiento radiativo importante en los GEI a partir del año 2010, y sobre todo en los niveles de CO 2,
que han alterado significativamente la temperatura en los años siguientes a su emisión. El forzamiento
radiativo se refiere al cambio en el flujo neto de la energía radiativa hacia la superficie de la Tierra,
medido desde la parte superior de la atmósfera (IPCC, 2014). Esto significa que a mayores emisiones de
GEI, más se altera la radiación del sistema climático en la Tierra.

El CO2 acumulado hasta hoy en día, está provocando tanto el aumento del nivel del mar como su
acidificación, sumado a lo que esto conlleva en términos de alterar los ecosistemas marinos y costeros.
Para evitar esta tendencia de incremento apresurado en el calentamiento global y sus efectos negativos,
sería necesario mantener las emisiones contaminantes totales globales de CO 2 en cifras negativas (IPCC,
2014). En este contexto, la situación actual se ve complicada, pero si se implementan regulaciones
estrictas para controlar las emisiones de CO 2, se podría llegar a controlar la situación y evitar un
aumento tan drástico en la temperatura global (CNIAN, 2012). Sin embargo, esto está sujeto también a
que no ocurran grandes cambios en fuentes naturales de emisiones de GEI, como grandes erupciones
volcánicas, ni cambios drásticos en la irradiación solar (IPCC, 2014).

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Figura 3: Ponderación de las emisiones actuales en el tiempo. Fuente: IPCC, 2014.

Otro aspecto importante del calentamiento global y el drástico cambio climático que está surgiendo, es
la vulnerabilidad y la alta exposición a sufrir daños que pongan en peligro la supervivencia de las
personas y ecosistemas del planeta. Los riesgos involucrados van desde episodios climáticos puntuales,
como tormentas o huracanes, hasta procesos bastante más largos, como sequías y aumentos en el nivel
del mar (IPCC, 2014). Los niveles de exposición y vulnerabilidad están influidos por el nivel de desarrollo
de los sectores involucrados. Países con mejor situación económica y con políticas direccionadas a
mitigar sus emisiones contaminantes, están menos propensos a sufrir tanto daño como países más
pobres y menos desarrollados (IPCC, 2021).

Por todo lo anterior, las políticas de mitigación son altamente relevantes. A corto plazo, ya se conocen
algunos de los efectos del cambio climático causado por el aumento de GEI, pero no se tiene certeza
sobre qué condiciones traerán en el largo plazo para la vida y desarrollo terrestre, las emisiones ya
realizadas a lo largo de la historia, y estas sumadas a las que quedan por realizar, debido al desarrollo
económico y tecnológico.

Escenarios de estabilización CO2

Para proyectar el cambio climático a futuro y la temperatura media global de la Tierra, los científicos han
propuesto distintos escenarios posibles, los cuáles dependen principalmente de las emisiones
antropógenas de CO2 acumuladas y futuras. A su vez, “las emisiones antropógenas de gases de efecto
invernadero (GEI) dependen principalmente del tamaño de la población, la actividad económica, el estilo
de vida, el uso de la energía, los patrones de uso del suelo, la tecnología y la política climática” (ICCP,
2014, p. 8), distintas variables que los científicos tratan de incorporar con su incertidumbre en modelos
para predecir el futuro cambio climático. “Cada modelo emplea un conjunto ligeramente diferente de
ecuaciones matemáticas para representar cómo la atmósfera, los océanos y otras partes del sistema
climático interactúan entre sí y evolucionan a lo largo del tiempo” (CNIAN, 2012).

Como resultado de estos experimentos de modelaje, el IPCC definió cuatro trayectorias de


concentración representativas (RCP, por sus siglas en inglés), que “describen cuatro trayectorias
distintas en el siglo XXI de las emisiones y las concentraciones atmosféricas de gases de efecto
invernadero, las emisiones de contaminantes atmosféricos y el uso del suelo” (ICCP, 2014, p. 8). Cabe
destacar que estas cuatro trayectorias no son los únicos escenarios posibles, existe una gama completa
de escenarios y estas cuatro corresponden a las más importantes que se usan como base de análisis
internacional, para implementar políticas y medidas.

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De manera resumida, estas cuatro trayectorias son: RCP2,6 un escenario de declinación de las emisiones
antropógenas de CO2 el cuál sería un futuro “ideal”; las trayectorias RCP4,5 y RCP6,0 que corresponden
a los escenarios intermedios o escenarios de estabilización; y la trayectoria RCP8,5 que corresponde al
escenario más desfavorable con un nivel muy alto de emisiones de GEI. La Figura 4 muestra los distintos
escenarios para las emisiones de dióxido de carbono.

Figura 4: Proyección de las emisiones antropógenas de CO 2 anuales. Fuente: IPCC, 2014.

En específico, los escenarios de estabilización son aquellos en que, como su nombre indica, se
estabilizan las emisiones antropógenas de CO 2, y estos pueden ser escenarios de estabilización de baja
concentración (RCP4,5) o de alta concentración (RCP6,0). En el caso de los de baja concentración, son
aquellos de “aproximadamente 450 a 550 ppm CO 2-eq, para los que sea al menos tan probable como
improbable que el cambio de temperatura se limite a 2º C en relación con los niveles preindustriales”
(ICCP, 2014, p.108).

El fin de estas trayectorias, a modo de vista personal, es proporcionar una especie de “línea base futura”
para guiar sobre las estrategias de adaptación y mitigación que se deben implementar en el corto y
mediano plazo, para poder evitar el sobrecalentamiento global. A medida que pasen los años, se
medirán las emisiones de dióxido de carbono y se observará cuál trayectoria estamos siguiendo como
planeta, lo que nos podría llevar a medidas cada vez más restrictivas para poder asegurar una Tierra
habitable para las futuras generaciones.

Conciencia en Chile frente al cambio climático

Chile es reconocido oficialmente como el mayor productor de cobre del planeta, y es también uno de los
principales exportadores de productos agrícolas, forestales y pesqueros (OCDE, 2016), es decir basa su
economía, crecimiento y desarrollo en la extracción de materias primas. Sin embargo, no es
precisamente un país manufacturero, por lo que gran porcentaje de estas materias primas son
exportadas a todo el mundo, y luego importadas como productos finales. Estas tres actividades, la

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extracción, la exportación y la importación, estresan al medio ambiente en un grado considerable y
preocupante, generando contaminación atmosférica, escasez de agua, pérdida de hábitats y la
contaminación del agua y el suelo (OCDE, 2016).

Frente a estos factores que inciden en el cambio climático, Chile no se queda de brazos cruzados, y a
partir de la década de 1990 cambia su enfoque reactivo a un enfoque proactivo y de prevención frente
al cambio climático, partiendo con la promulgación de la Ley 19300 sobre las Bases Generales del Medio
Ambiente en el año 1994. A partir de esta fecha en adelante, se podría decir que el grado de conciencia
ambiental en Chile ha ido en un aumento progresivo, aunque lento como se discutirá más adelante en
este reporte.

El año 2005 Chile recibe el primer informe de Evaluaciones del desempeño ambiental de la OCDE y
comienza a tomar las recomendaciones y medidas descritas en esta. Once años después, recibe la
segunda Evaluación del desempeño ambiental, dónde se reconoce que “durante la última década, Chile
logró avances considerables en lo atinente al fortalecimiento del marco de política y de las instituciones
ambientales en sintonía con las recomendaciones de la primera evaluación del desempeño ambiental de
2005” (OCDE, 2016, p.17). Estos avances corresponden a la creación de distintas instituciones
gubernamentales el año 2010, donde destacan el Ministerio del Medio Ambiente (MMA), el Servicio de
Evaluación Ambiental y el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad, integrado prácticamente por
casi todos los ministros del Estado.

En la línea del compromiso y conciencia frente al cambio climático, Chile se sumó a las partes firmantes
del Acuerdo de París de 2015, para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

Luego de recibir la Evaluación del desempeño ambiental de 2016, el MMA publica en 2017 el tercer Plan
de Acción Nacional de Cambio Climático (PANCC-II) como respuesta a las recomendaciones de la OCDE,
dónde se integran y orientan las acciones y objetivos con respecto al cambio climático, y se ratifica el
compromiso con el Acuerdo de París y el compromiso frente a la ONU de “desacoplar nuestro
crecimiento de las emisiones, de manera que al año 2030 las emisiones del país sean entre 30 a 45%
menos, con respecto a nuestro PIB” (MMA, 2017).

A grandes rasgos, el PANCC-II tiene como base cuatro ejes de acción: la adaptación, la mitigación, los
medios de implementación y la gestión a nivel regional y comunal; donde para cada uno de estos ejes se
establecen objetivos y medidas para su cumplimiento. Por ejemplo, para el eje de mitigación se tiene el
objetivo de reducir las emisiones de GEI, y como una de sus medidas está actualizar el Inventario
Nacional de Gases de Efecto Invernadero (INGEI) (MMA, 2017).

En resumidas cuentas, en las últimas décadas Chile ha tenido un aumento en su grado de conciencia,
políticas, medidas y propuestas medioambientales, sin embargo se deben analizar los datos y
estadísticas y comparar la situación con otros países para verificar los avances y la veracidad del
compromiso frente a este desafío.

Estadísticas y comparación internacional

Dentro del resumen y los datos duros de la Evaluación de desempeño ambiental, la OCDE asegura que
los GEI producidos por Chile aumentaron un 23% en el período 2000-2012 y es el cuarto país de la OCDE
que tuvo un mayor aumento porcentual según el gráfico de la Figura 5, teniéndose en cuenta que se
proyecta que continúe en alza (OCDE, 2016).

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A pesar del alza en las emisiones de los GEI, los impuestos a las emisiones de óxidos de nitrógeno y
dióxido de carbono representaron solo el 1,2% del PIB en 2014, cifra inferior a la de muchos países de la
OCDE (OCDE, 2017, p.18), por lo que se espera aumentar estos tributos a fin de acotar las emisiones y
tener mayores fondos para destinar a las políticas ambientales, dado que, en cuanto a los gastos
efectuados por los organismos del gobierno central, un estudio sobre las erogaciones en 2012 reveló
que sólo el 0,5% de todos los gastos se destinaron a proteger el medio ambiente (OCDE, 2017, p.18),
porcentaje bajo si se quiere eficacia y eficiencia en las políticas implementadas.

Figura 5: Parte del Gráfico 1.B1 de las Emisiones e intensidad de los GEI de la Evaluación de desempeño
ambiental de Chile 2016. Fuente: OCDE, 2016, p. 98.

Sin embargo, en contraste con el bajo porcentaje destinado de las erogaciones para la protección del
medio ambiente, un 9% del total de estas se gastaron en investigación y desarrollo (I+D) sustentable, lo
cuál junto a la apertura al comercio internacional propició el ingreso y progreso de industrias de
energías renovables no convencionales, principalmente la energía solar y eólica. Un porcentaje de los
más altos en América Latina (OCDE, 2016, p. 19). Esta industria de energía renovables representa un
32,39% de la oferta total de energía primaria (OTEP), que se compara con el promedio de 9,2% de los
países de la OCDE, como se indica en la Tabla 1, dónde se muestran también otras estadísticas básicas
de Chile.

Tabla 1: Extracto de las Estadísticas Básicas de Chile (OCDE, 2016).

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Nota: el valor entre paréntesis indica los valores promedio de la OCDE.

En fin, Chile en las últimas décadas viene creciendo económicamente, creciendo su conciencia
medioambiental, su compromiso y participación internacional en acuerdos para el medio ambiente,
aumentando la matriz energética de energías renovables no convencionales y aumentando las
instituciones, medidas y políticas medioambientales. Pero en forma paralela aumenta también
poblacionalmente, aumenta la extracción de materias primas, la exportación e importación que implican
un transporte poco amigable con el medio ambiente, y aumenta también sus emisiones de GEI, por lo
que de nada sirve tanto desarrollo e instituciones si no se logra desacoplar eficaz y rápidamente la
actividad económica de el uso de recursos y de los impactos ambientales. En este sentido las acciones
deben ser más inmediatas, los impuestos más severos, las instituciones más interconectadas y
organizadas y las políticas más exigentes y de carácter más obligatorio.

Comentarios y Conclusión

El cambio climático que se está viviendo hoy en día es un tema apremiante, que todos deberíamos
tomar conciencia al respecto. El nivel de consumo y estilo de vida en los países desarrollados, no es
sostenible en el tiempo. El gasto acelerado de los recursos naturales disponibles no es sustentable, y
esto en conjunto con la actividad económica e industrial, provoca una nivel de emisión de GEI que afecta
drásticamente al medio ambiente. Esto se traduce en elevaciones del nivel del mar, derretimiento de
hielos, sequías más largas, menos precipitaciones, y una larga lista de fenómenos que afectan la vida
cotidiana tanto de las personas como del resto de las especies. Friedman (2010) plantea en su libro que
estos comportamientos climáticos también están estrechamente relacionados con los cambios
económicos que han sucedido en las últimas décadas. Como conclusión, debe haber un cambio en la
idiosincrasia y cultura, para que se vuelvan más conscientes de cuánto y qué están consumiendo.

Con el fin de tomar las políticas y medidas correctas para poder mitigar y adaptarse al cambio climático,
científicos del IPCC crearon modelos para intentar predecir el futuro del cambio climático, definiendo
distintos posibles escenarios. Algunos de estos probables futuros corresponden a escenarios de
estabilización de las emisiones de CO 2-eq, los cuales predicen un aumento de temperatura en torno a los
2°C. Entre estos escenarios destacan las trayectorias RCP4,5 y RCP6,0, las cuales deben servirnos como
“línea base futura” para poder compararlas con nuestras emisiones en los próximos años y tomar
conclusiones sobre la eficacia y efectividad de las medidas tomadas, así en el futuro cercano poder
corregirlas y/o mejorarlas buscando acercarnos más a los escenarios de declinación de las emisiones.

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Por último, en el caso particular de nuestro país, Chile, las últimas décadas se han experimentado tanto
crecimientos benéficos como dañinos para el medio ambiente. Por una parte, el país ha crecido
económicamente lo cual permite el ingreso de nuevas tecnologías e innovaciones sustentables, como ha
sido el caso con las energías renovables no convencionales, que al 2014 representaban el 32,39% de la
OTEP; además de crecer institucionalmente en términos medioambientales con la creación del
Ministerio del Medio Ambiente, y otras entidades gubernamentales. Sin embargo, este crecimiento
benéfico se ha acompañado del aumento de las emisiones de GEI, aumento de las extracciones de
recursos naturales, aumento poblacional y políticas e impuestos poco eficientes. Este hecho nos lleva a
tener una mirada crítica sobre la coherencia entre “la palabra y la acción” de Chile frente al cambio
climático. Si se quiere ser un real aporte para el objetivo del Acuerdo de París y también desacoplar la
actividad económica de la extracción de recursos y los impactos ambientales, las leyes deben ser más
exigentes, las multas más graves, los incentivos más atractivos y las erogaciones distribuidas más
inteligente y estratégicamente, para así lograr un escenario habitable para las futuras generaciones.
Referencias

Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)/Organización para la Cooperación y el


Desarrollo Económicos (OCDE). Evaluaciones del desempeño ambiental: Chile 2016. Santiago, 2016.

Consejo Nacional de Investigación, CNIAN. (2012). Cambio Climático: Evidencia, Impactos y Opciones.

MMA. (2017). Plan de Acción Nacional de Cambio Climático 2017–2022 (II). Ministerio del Medio
Ambiente, Chile.

IPCC. (2014). Cambio climático 2014: Informe de síntesis. Contribución de los Grupos de trabajo I, II y III
al Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
[Equipo principal de redacción, R.K. Pachauri y L.A. Meyer (eds.)]. IPCC, Ginebra, Suiza, 157 págs.

IPCC. (2019). Calentamiento global de 1,5°C: Resumen para responsables de políticas; Resumen técnico;
Preguntas frecuentes. IPCC, Ginebra, Suiza, 110 págs. Disponible en:
https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/sites/2/2019/09/SR15_Summary_Volume_spanish.pdf

IPCC. (2021). Climate Change 2021: The Physical Science Basis, Summary for Policymakers. IPCC,
Ginebra, Suiza, 42 págs. Disponible en:
https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg1/downloads/report/IPCC_AR6_WGI_SPM.pdf

Comité Científico COP25, Mesa Océanos, COP25. (2019). Océano y Cambio Climático, 50 preguntas y
respuestas. Disponible en:
https://cop25.mma.gob.cl/wp-content/uploads/2020/01/Abc-del-oceano-y-el-cambio-climatico.pdf

Friedman, T. (2010). Caliente, plana y abarrotada. Cáp. 1.

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