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LECTORES EXPERTOS

Gana peso “la ciudad de 15 minutos” desarrollada por la alcaldesa de


París, Anne Hidalgo, que supone un cambio radical del modo de vida
fomentando ir a pie o en bici

Una mujer se desplaza en bicicleta por París junto a otra que practica running.
 FRANCK FIFE / AFP
FEDERICO CAMERIN
BARCELONA
26/05/2020 06:00Actualizado a 26/05/2020 09:13

Con el estallido de la pandemia de la Covid-19, siempre más arquitectos y


urbanistas, entre otras figuras profesionales, se han puesto en marcha para
fomentar el debate sobre cómo será la ciudad post-coronavirus y las
medidas a adoptar para garantizar un entorno urbano sano, seguro y
sostenible.

Esta reflexión, en muchos de los casos, hace hincapié en las


transformaciones llevadas a cabo para enfrentarse a las pandemias de los
siglos pasados, sobre todo a partir del siglo XIII y XIX cuando, durante la
Revolución Industrial, las primeras leyes urbanísticas fueron introducidas
como medidas para “curar” los males de la ciudad: tuberculosis, cólera y
epidemias atribuibles a la alta aglomeración de personas, la promiscuidad
y las precarias condiciones higiénico-sanitarias.

El urbanismo, en aquel entonces, fue una especie de “medicina” para


garantizar una mejora de las condiciones higiénico-sanitarias.
Una chica se desplaza por la Rue de Rivoli.
 MOHAMMED BADRA / EFE
La ciudad, a lo largo de los siglos, ha sido golpeada por varios episodios
bien descritos por parte de la literatura (el italiano Boccaccio en sus
cuentos sobre la peste bubónica de la Florencia del 1348 en ‘El
Decamerón’; el inglés Daniel Defoe relatando la peste de 1665 en
Londres en ‘Diario del año de la peste’; Christoval Jacinto Nieto De Pina
en el libro ‘Memoria de las enfermedades experimentadas en la Ciudad de
Sevilla en el año de 1786’, etcétera).

Las medidas urbanístico-sanitarias adoptadas para combatir esta

“suciedad”, han sido, históricamente, acciones que han influenciado la

conformación no solamente urbana, sino también económico y social de

la ciudad”

Los Ensanches decimonónicos en España, cuyo ejemplo paradigmático


fue el de Barcelona, pensado por Ildefons Cerdà y Suñer en 1859, las
ampliaciones urbanas similares que se promovieron con criterios similares
en Italia (a través de los planes reguladores y de ampliación después de la
Unificación, como en el caso de la epidemia de 1884 que tuvo lugar en
Nápoles) y en Francia (con la transformación radical de París encabezada
por el programa de brutales derribos y espectaculares reconstrucciones
por parte del barón Haussmann).

En todas estas ocasiones, se procedió a intervenir en la ciudad demoliendo


barrios enteros para realizar nuevas plazas y calles más anchas (o
avenidas), desplazando a los residentes históricos de la parte de la ciudad
saneada a barrios más periféricos pero con condiciones higiénico-
sanitarias mejores.

Una chica se desplaza en patinete por uno de los nuevos carriles creados en París.
 Henri Szwarc / EP
De esta manera se “amplió” la ciudad a través de la zonificación en partes
que contribuyó a segregar social y económicamente hablando las urbes,
creando, en palabras de Alfonso Álvarez Mora, profesor emérito
honorifico de la Universidad UVA de Valladolid, “espacios de
reproducción social” burgueses y populares (véanse el libro ‘La ciudad
como producto versus la ciudad como obra, o la realidad urbana entre el
espacio de la renta y el espacio social’, de 2015, publicado por la misma
universidad vallisoletana).

Esta práctica, difundida en el oeste de Europa, desembocó en operaciones

inmobiliarias a alto rendimiento económico que llevaron a la separación de


población y funciones con respecto al mestizaje y la complejidad que

caracterizaba la ciudad del período anterior”

De esta forma, se crearon paulatinamente zonas “saneadas”, adornadas


con obras de embellecimiento para la emergente clase burguesa, y nuevas
áreas, periféricas con respecto a las extensiones y destinadas a las clases
menos adineradas, generalmente coincidente con las nuevas zonas
industriales desplazando así los problemas de “suciedad” social en otra
parte del territorio, no eliminado del todo este asunto.

Toda esta premisa, ¿a qué nos sirve? Hoy en día, en la época del
coronavirus, las incertidumbres y los desafíos a los cuales toca
enfrentarnos remiten a unas cuestiones que hacen referencia a esas
primeras desagregaciones socio-espaciales que tuvieron lugar a partir de
finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX hasta la actualidad.

En bici y en patinete por la Rue de Rivoli de París.


 MOHAMMED BADRA / EFE
Las ciudades presentan una forma dispersa, a “mancha de aceite”, que se
ha ido evolucionando en el último siglo y medio bajo una perspectiva de
desarrollo ilimitado, y teniendo como repercusión la inadecuada gestión
de los recursos disponibles, materializando así más desigualdad entre
personas y territorios y aumentando paulatinamente la contaminación a
nivel mundial, con todas sus consecuencias negativas para el ser humano.

Ahora, con la emergencia del coronavirus, se trata de proponer políticas y


acciones que mejoren verdaderamente la calidad de vida del medio
ambiente y de la ciudad en su conjunto, y no solamente de una cierta
franja, la más prestigiosa.

El ejemplo de París

Una solución que parece tener siempre más importancia en la ciudad,


sobre todo europea, es la del concepto de “la ciudad de 15 minutos” que
está desarrollando París durante la alcaldía de Anne Hidalgo, en la cual se
busca un cambio radical del modo de vida de la población en relación con
el tiempo: su objetivo hace referencia a que la población alcance los
lugares de trabajo y de compras a pie o en bicicleta, dentro de 15 minutos.

Unos operarios colocando una de las nuevas señales de movilidad ecológica en París.

 Adrienne Surprenant / Bloomberg L.P. Limited Partnership


Eso significaría la otorgación de más espacio para la movilidad lenta

(bicicletas y monopatines), además de una decisiva apuesta para los

transportes públicos sobre el transporte privado”

Eso no deberá significar actuar con un nuevo diseño arquitectónico y


urbano para crear nuevos ámbitos urbanos solamente para gente que se lo
pueda permitir: los nuevos espacios públicos y áreas verdes no deberán
ser la “excusa” para aumentar la anchura del espacio abierto y demoler los
tejidos urbanos definidos como “incompatible” con la forma de garantizar
una distancia social “segura” entre las personas, etcétera. ¿Por qué no?
Por qué se crearían espacios sociales “burgueses” y no “populares”.

Barceloneses transitando por la Diagonal en bicicleta.


 Mané Espinosa
Las medidas para actuar deberán proveer a realizar unas transformaciones
cuyo coste sea asumible también para la franja de población más débil,
utilizando las grandes áreas en abandono (antiguas fábricas, mercados,
mataderos, áreas militares, etc.) no como ocasión para establecer nuevos
negocios inmobiliarios, generalmente pensados para el aprovechamiento
del suelo de forma especulativa.
Estas áreas en abandono, producto de una obsolescencia (¿inducida?)
económico-financiera y estructural de ciertos tipos de actividades, hoy en
día difícilmente podrán generar una ganancia exclusivamente económica,
sino que se deberá cambiar el paradigma para acotar la falta de
equipamientos verdes y de todos aquellos que garanticen alcanzar una
mayor proximidad en la ciudad, sin la necesidad de grandes
desplazamientos.

Será importante, también, preservar y reforzar la “densidad”, que es una


solución sostenible del habitar la ciudad: eso garantizaría la concentración
de más servicios para permitir su acceso a una mayor población.

Además, será importante no cometer los errores del pasado, gestionando


las intervenciones en la ciudad y en el territorio a través de criterios de
“austeridad” entendida como gestión eficaz y eficiente de los recursos
disponibles.

¿Será el ser humano capaz de enfrentarse al desafío de garantizar una


ciudad para todos? En otras palabras, ¿podremos garantizar el “derecho a
la ciudad”?

Nuevo carril bici creado en Passeig de Gràcia, en Barcelona.

 Xavier Cervera
Federico Camerin
Arquitecto-urbanista, licenciado en el Departamento de Progettazione e
Pianificazione in Ambienti Complessi de la Universidad IUAV de
Venecia. Ha impartido seminarios y conferencias en varias universidades
en Alemania, España, Italia, México y República Checa y ha participado
en más de 20 conferencias nacionales e internacionales. Es autor de más
de 40 artículos escritos en varios idiomas en publicaciones nacionales e
internacionales, y actas de congresos (castellano, catalán, italiano, inglés),
además de ser autor de reseñas y revisor externo de revistas
internacionales de urbanismo. Ha realizado varias estancias
internacionales en instituciones como la Universidad Autónoma de
Barcelona (2013), la Universidad de Košice o el Colegio de Arquitectos
de Madrid (entre 2018 y 2019). Su trabajo de tesis doctoral centró su
atención en el proceso de construcción de la ciudad europea capitalista en
las últimas tres décadas del siglo XX. Early Stage Researcher adscrito al
Departamento de Urbanismo y Representación de la Arquitectura.
Instituto Universitario de Urbanística. Universidad de Valladolid (UVA) -
Bauhaus-Universität Weimar (BUW).

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