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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

Cómo Domar a Hércules: Retos sobre la Regulación de Esteroides Anabólicos


Androgénicos en la Población Deportista No Profesional Colombiana

Tesis presentada como opción de grado para la obtención del título de Abogado

Autor: Samuel Caicedo Serna

Directores: Prof. Diana Durán Smela, Prof. Miguel Malagón Pinzón

Bogotá D.C.

Julio 2020
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Agradecimientos

En mi paso por la Universidad, dos máximas labraron mi semblante: Yo soy, porque nosotros somos; y,
nosotros somos, porque existimos a través de otros. El significado de ambas suele ser intercambiable, y lo
mismo sucede con los entes aludidos en cada frase. En someras palabras, lo cierto es que, sin la ayuda y
bendición de tantos en mi vida, no habría escrito este trabajo, o siquiera este gesto de gratitud. Por eso,
primero al Dios de Spinoza, doy gracias. Segundo a mis hermosos padres, gestores de todo lo bueno que
he vivido. Tercero a mis colegas, quienes rumiaron conmigo. Cuarto a los directores de esta Tesis, a Diana
quien me enseño resiliencia; y a Miguel quien me mostró compasión. Quinto a alias “Hari”, un ser generoso
y de gran perspicacia. Sexto a mis maestros de la facultad de Derecho, abogados que fraguaron mi espíritu
de abogado. Y séptimo a Betty, quien me hizo un hogar lejos de casa. Por ustedes pude domar a Hércules.
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Tabla de Contenido

Resumen ................................................................................................................................ 4
Introducción .......................................................................................................................... 5
Justificación ........................................................................................................................... 6
Alcances................................................................................................................................. 6
Metodología ........................................................................................................................... 7
I. La Droga Hércules ............................................................................................................. 9
1.1 ¿Qué son los EAA? ...................................................................................................... 10
1.2 Breve Historia de los EAA............................................................................................ 10
1.3 Afectaciones a la salud por el consumo de EAA ............................................................ 11
1.4 Consumo Moderno de EAA .......................................................................................... 13
1.4.1 Peligros Agregados ................................................................................................ 14
1.5 Grupos Focales............................................................................................................. 15
1.5.1 La “Población Deportista No Profesional” .............................................................. 16
1.6 Patrón Cultural de EAA en Colombia............................................................................ 17
II. ¿Mis músculos, mi decisión? ........................................................................................... 19
2.1 Penalizar, Regular y Proteger........................................................................................ 19
2.1.1 El Tipo y el Bien Jurídico “Tutelado” ..................................................................... 21
2.2 Marco Legal de la Venta y Consumo de EAA en Colombia ........................................... 22
2.2.1 Regulación de Comercio ........................................................................................ 23
2.2.2 Regulación de Consumo ......................................................................................... 25
2.3 El Derecho a la Salud y los EAA................................................................................... 27
2.3.1 La Excusa del Derecho a la Salud ........................................................................... 29
2.4 El Derecho al Libre Desarrollo de la Personalidad y los EAA ........................................ 30
2.4.1 El Verdadero Alcance del DLDP ............................................................................ 31
2.4.2 Similitudes con el Caso de la Dosis Mínima ............................................................ 32
III. Óptica Internacional ..................................................................................................... 34
3.1 El Caso de Estados Unidos ........................................................................................... 35
3.2 El Caso de España ........................................................................................................ 36
3.3 Latinoamérica .............................................................................................................. 38
3.3.1 El Caso de Argentina.............................................................................................. 38
3

3.3.2 El Caso de Perú...................................................................................................... 39


3.3.3 El Caso de México ................................................................................................. 40
3.4 Conclusiones Generales ................................................................................................ 41
IV. Retos para Colombia ..................................................................................................... 42
4.1 La Necesidad de Regular .............................................................................................. 42
4.1.1 Modelos de Regulación .......................................................................................... 44
4.2 Principios Jurídicos para la Regulación de EAA en Colombia ........................................ 47
4.2.1 Protección Juvenil.................................................................................................. 48
4.2.2 Uso Lícito .............................................................................................................. 49
4.2.3 Comercio Regulado................................................................................................ 49
4.2.4 No Taxatividad ...................................................................................................... 50
4.2.5 Ánimo Educativo ................................................................................................... 50
Palabras de Cierre ........................................................................................................... 51
V. Bibliografía ..................................................................................................................... 52
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Resumen

El uso de Esteroides Anabólicos Androgénicos (en adelante “EAA”) acarrea serios riegos a la salud
de las personas. En Colombia, la regulación entorno al consumo de estas sustancias solo existe
respecto a deportistas profesionales o personas que las requieran para tratamientos especiales. Esta
realidad descuida a la mayoría de los usuarios de EAA, que son deportistas no profesionales, y la
situación continúa agravándose dada la tendencia moderna que incita al consumo. Urge
cuestionarse, entonces, qué tanto puede o debe regularse la venta y consumo de estas sustancias
en Colombia, amparando el derecho a la salud de los deportistas no profesionales, y evitando a su
vez imponer medidas que transgredan su derecho al libre desarrollo de la personalidad. Así, esta
investigación procura, mediante el análisis de literatura científica, normatividad nacional y
disposiciones internacionales, esclarecer el patrón cultural relativo al uso y comercio de EAA en
Colombia, y formular principios jurídicos que guíen futuros debates legislativos sobre la
regulación de la materia.

Palabras Clave

Esteroides Anabólicos Androgénicos; Afectaciones a la Salud; Deportistas No Profesionales;


Patrón Cultural; Regulación en Colombia; Derecho a la Salud; Derecho al Libre Desarrollo de la
Personalidad; Normativa Internacional.

Anabolic Androgenic Steroids; Health Problems; Non-professional Athletes; Cultural Pattern;


Regulation in Colombia; Right to Health; Right to Free Development of one´s Personality;
International Regulations.
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Introducción

El culto al cuerpo, la ilusión de prontos resultados, y la facilidad para obtener los medios que
prometen materializar el físico ideal, han consolidado la tendencia moderna del uso de Esteroides
Anabólicos Androgénicos (NIDA, 2018). Este es un fenómeno que ha incidido en el mundo del
fitness1 y el deporte desde hace varias décadas (CESAR, s.f.), y en los últimos años se ha vuelto
preponderante en Colombia (Vivir en el Poblado, 2016). En la actualidad, cualquier persona
entusiasta por lograr prontas transformaciones fisiológicas puede adquirir EAA con relativa
facilidad y poner en riesgo su salud (NIDA, 2018; El País, 2019). Se han logrado avances a nivel
internacional frente a la regulación del uso y comercio de estas sustancias (NIDA, 2019), pero aún
falta precisar si puede efectuarse alguna suerte de trasplante jurídico para mejorar las disposiciones
nacionales respecto al tema.

Aunada, no obstante, a la reflexión sobre regulación, destaca otra faceta del debate. Se trata
del alcance y aplicación del derecho a la salud y el derecho al libre desarrollo de la personalidad.
Un debate que trasciende en la órbita de la salud pública colombiana, porque el Estado colombiano
no se ha enfrentado antes a la necesidad de regular tan ampliamente una sustancia cuyo pretexto
para el consumo aparenta exaltar el espíritu deportivo, mientras carcome de manera insidiosa la
mente y cuerpo del consumidor. De ahí que el interrogante sea distinto a casos como el de la dosis
personal, pues el patrón cultural relativo a los EAA gira entorno al fitness, y los efectos de estas
sustancias hieren al organismo a corto, mediano y largo plazo (NIDA, 2018). Así, evocando el
deber constitucional de amparo a la salud de sus miembros, al Estado colombiano le compete
anticipar el doble desafío que supone curar una posible adicción a unas drogas de ambigua
naturaleza, y en consonancia al anticipo, expandir o concebir parámetros que regulen la venta y
consumo de EAA, sin transgredir el ámbito de la autonomía y autodeterminación del individuo.

Al reconocer, por tanto, la complejidad del asunto, este trabajo acomete: En su Capítulo I
- La Droga Hércules, enseñar de forma sintética en qué consiste la amenaza de los EAA hacia el
colombiano deportista no profesional, los menores de edad, y el sistema de salud pública en

1 La palabra “Fitness” es un vocablo inglés que significa “bienestar”. Su significado engloba dos nociones que se encuentran
relacionadas con el tema de la salud. Por una parte, se considera “fitness” al estado de salud física obtenido, no sólo por llevar una
vida sana, sino también por la continua práctica de ejercicios. Por otra parte, este término indica ciertos tipos de activida des físicas,
que por lo general se realizan en determinados sitios deportivos (¿Qué es Fitness?, s.f.). En la actualidad, no obstante, el término
“fitness” suele ser intercambiable con un estilo de vida centrado en el culto al cuerpo.
6

Colombia; en el Capítulo II - ¿Mis músculos, mi decisión?, procura esclarecer el debate jurídico


de cara a la regulación del consumo y venta de EAA, al tenor del derecho a la salud y el derecho
al libre desarrollo de la personalidad colombianos; en el Capítulo III - Óptica Internacional,
analiza las estrategias de ordenación y prevención implementadas para asimilar el uso de EAA a
nivel internacional; y en el Capítulo IV – Retos para Colombia, pretende esgrimir argumentos que
ayuden la elucidación del legislador para definir cómo puede afrontarse de manera justa y eficaz,
la realidad del consumo y venta de EAA en el país.

Justificación

Lo que prima en mi motivación por investigar sobre la regulación de EAA en Colombia, es ser la
primera persona en hacerlo. Me fascina la posibilidad de formular nuevos conceptos jurídicos que
expandan o concierten el debate sobre cómo puede o debe regularse el consumo de EAA en la
sociedad colombiana. Un fenómeno que merece la atención del sistema de salud pública nacional,
pues como será argüido más adelante, obviar el peligro inherente a estas sustancias puede costarle
la vida a muchos, y el problema de un mercado de EAA mal regulado en Colombia es inminente.
Por su parte, el estudio del tema también va ligado a mi segunda pasión y responsabilidad, que es
la ciencia del Deporte. En efecto, además del Derecho, me preparo para certificarme como
Entrenador Personal. De modo que, al verme inmiscuido en el mundo del fitness y el deporte, mi
perspectiva sobre el consumo y venta de EAA es más abarcadora.

Alcances

Este trabajo es de carácter exploratorio y descriptivo. Su objetivo principal es ilustrar la realidad


socio-jurídica entorno a la venta y consumo irregular de EAA en Colombia y el mundo,
apoyándome en evidencia científica y legal para explicar la gravedad de la situación. Luego, con
base en ese estudio preliminar, se dilucidan los retos legislativos atinentes a la regulación de estas
sustancias en la sociedad. Las consideraciones jurídicas fueran acordes a los límites del derecho a
la salud y el derecho al libre desarrollo de la personalidad colombianos, suplidas con argumentos
provenientes de entidades no gubernamentales especializadas en políticas sobre el abuso y
comercio de drogas. En este trabajo no propongo un modelo específico de regulación aplicable al
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caso de los EAA, y tampoco pretendo esgrimir argumentos que expandan el contenido del derecho
a la salud o el derecho al libre desarrollo de la personalidad; pero sí intento entrever el semblante
de principios jurídicos que estructuren modelos de regulación viables. Y, palmario a todo ello, en
algunas aristas de este trabajo esbozo críticas personales sobre el statu quo de la regulación de
EAA en Colombia, y realizo observaciones informadas para robustecer argumentos subsecuentes.
En síntesis, el espíritu de esta Tesis apunta a que los frutos de mi investigación sirvan como
antecedente a indagaciones futuras, y probos debates sobre la regulación de EAA en Colombia.

Pregunta de Investigación

¿Cuáles son los retos jurídicos entorno a la regulación de la venta y consumo de EAA en la
población deportista no profesional colombiana, considerando el alcance del derecho a la salud
y el derecho al libre desarrollo de la personalidad?

Metodología

Dar respuesta a la pregunta de investigación implica recorrer un camino de orden científico,


sociológico, y jurídico-analítico. El enfoque fue científico en aras de entender la naturaleza y
afecciones a la salud provocadas por la ingesta de EAA. Fue sociológico a fin de conocer las
dinámicas sociales que estructuran el patrón cultural en Colombia (u otros países) relativo al uso
de EAA, y comprender los discursos que afrontan el marco preestablecido del derecho a la salud
y el derecho al libre desarrollo de la personalidad. Y, por último, la dimensión jurídico-analítica
de este trabajo se centró en revelar la precariedad de material legislativo, jurisprudencial o
doctrinal en Colombia sobre la regulación de EAA más allá de los coliseos. Un análisis que fue
complementado al trasluz de los avances que otros países o entidades no gubernamentales han
implementado para reglar la venta y consumo de EAA en la población deportista no profesional.

Las fuentes empleadas para sustentar mi indagación se dividen en: i) Fuentes jurídicas
(leyes, jurisprudencia, o doctrina); ii) Fuentes de índole médica-científica (artículos de medicina
y estudios descriptivos transversales); y iii) Fuentes periodísticas (reportajes o noticias)2. El

2
En total, se hizo uso de 55 fuentes jurídicas; 50 fuentes de índole médica-científica; y 35 fuentes periodísticas.
8

material jurídico colombiano (i) fue obtenido vía internet de: El Diario Oficial; la Gaceta Judicial;
la Gaceta del Congreso; el Ministerio de Salud; y vLex Colombia. Para el análisis de normativa
internacional acudí a bibliotecas virtuales de derecho como: Lexis Library; Westlaw; HeinOnline;
JSTOR; vLex Global; y WILEY Online Library. En ambos casos se obvió parcialmente la revisión
de normativa concerniente a deportistas profesionales, pues el foco de este trabajo son los
deportistas no profesionales. Al ahondar en la naturaleza y afecciones a la salud provocadas por la
ingesta de EAA, (ii) utilicé dos (2) bases de datos bibliográficas en el ámbito de las ciencias de la
salud: PubMed y SciELO. Consideré adecuado el uso de los descriptores: “Steroids”; “Steroid
Use”; y “Anabolic Agents/Adverse effects”, utilizando los filtros: “Clinical Trial”; “Comparative
Study”; “Humans”; “Adult:19+ years” y “Teens”. Finalmente, para la obtención de noticias y
material periodístico, (iii) me basé en periódicos o revistas confiables según el país de origen.
Resultó imprescindible valerme de estas fuentes, ya que algunas vertientes asociadas a la realidad
de la venta o consumo de EAA no ostentan respaldo o estudios oficiales, pero sí se ilustran en
reportajes y cuentas acerca del problema examinado a lo largo de este trabajo.
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I. La Droga Hércules

¿Mens sana in corpore sano?


– Décimo Junio Juvenal

Pareciera que la humanidad del Siglo XXI no halla gracia en recordar mitos como el del hombre
cuya fuerza sobrepasa la de un león. Tampoco parece igual de dispuesta a forjar la virtud suficiente
para acercar a un humano a la gloria física encarnada por tal personaje. Lo curioso es que aún si el
recuerdo desvanece, la humanidad persiste en la búsqueda de alternativas para potenciar sus
capacidades. Con el paso del tiempo y gracias al mérito de diversas tecnologías, respuestas al
interrogante por cómo transcender nuestras aptitudes superarían la esfera del esfuerzo individual,
e iniciarían a explorar la viabilidad de usar estímulos extrínsecos. No sería hasta el Siglo XX que
un grupo de científicos alemanes lo haría viable (CESAR, s.f.), habiendo encontrado un medio
artificial que lograría escalar las facultades fisiológicas de una persona promedio, a magnitudes
que rivalizan las del propio Hércules. Los Esteroides Anabólicos Androgénicos (EAA), habrían
entrado en la escena. A partir de entonces, miles de personas comenzarían a recurrir al uso EAA,
anhelando transformar su físico de manera pronta y formidable. Eventualmente, la cifra en
volumen de consumidores ascendería hasta los millones (DEA, 2003). Llegar ahí, no obstante,
probaría ser igual de retador que las doce tareas impuestas al héroe griego; y en el caso de cientos
de miles de personas (NIDA, 2018), el costo del sacrificio que requiere un cuerpo de inmenso
vigor se asemeja al trágico origen en la historia de la mentada figura mitológica.

Desde su descubrimiento, los EAA han revolucionado perspectivas sociales y jurídicas


entorno al mejoramiento del ser humano por vías artificiales (CESAR, s.f.). Su efectividad es
indiscutible, permitiéndole al consumidor (según el objetivo), desarrollar su fuerza, resistencia,
velocidad, flexibilidad o volumen muscular (González, 2008). La utilización de estas sustancias
provocaría revueltas en el mundo del deporte (Barbalho, M. y Pereira, F., 2015), tornándose luego
en un fenómeno que hoy afecta la salud de millones de personas (NIDA, 2018). Con ello en mente,
este capítulo se centrará en (1.1 y 1.2) explicar qué son y de dónde vienen los EAA; (1.3) concretar
sus efectos en el cuerpo humano; y (1.4, 1.5 y 1.6) determinar cuál es el foco poblacional afectado
por su consumo, al igual que los grupos de especial interés para este trabajo.
10

1.1 ¿Qué son los EAA?

Los esteroides anabólicos son variaciones sintéticas de la hormona sexual masculina testosterona
(Haupt y Rovere, 1984; Kickman y Gower, 2003). El término correcto para aludir a estos
compuestos es Esteroides Anabólicos Androgénicos (García, 2002). Cuando se dice que algo es
“anabólico” se hace referencia a desarrollo muscular (sea en términos de fuerza, volumen o
resistencia de los músculos), y al tratarse de “androgénico” se hace referencia a un aumento de las
características sexuales masculinas (Stedman´s Electronic Medical Dictionary, 1998). En la jerga
del culturismo y el deporte, a los EAA también se les conoce en inglés como gear, juice, roids y
stackers, y en español como arnolds, chuzo, chute, estechos y asteroides (NIDA, 2018).

Según amplio conceso médico en la materia (Avella y Medellín, 2012, p. 48), a pesar de
ser sustancias que pueden mejorar el rendimiento físico de un individuo, generan detrimentos a la
salud física (Avella y Medellín, 2012) y mental (García, 2002). Peor aún, las repercusiones en el
organismo se notan hasta años después de suspender el consumo (Fujioka et al, 1984; Sader et al,
2003). Esta grave injerencia en la salud a corto, mediano y largo plazo es lo que ha motivado a
expertos a encender alarmas, abogando por estricta regulación a nivel internacional. Conozcamos,
pues, la génesis de los EAA.

1.2 Breve Historia de los EAA

La historia de los EAA se remonta hasta la década los treintas, incluso antes de existir el término
“esteroide”. Según el registro del Center for Substance Abuse Research (CESAR, s.f.) de la
Universidad de Maryland, en 1930 un grupo de científicos liderados por el Dr. Laqueur,
farmacólogo alemán, logró crear una forma sintética de la testosterona para ayudar en el
tratamiento de hombres con trastornos de crecimiento, desarrollo y función sexual. Luego, durante
la Segunda Guerra Mundial, se descubrió que este compuesto sintético de la testosterona podría
usarse con soldados malnutridos para facilitar el incremento de peso y mejorar sus aptitudes físicas.
Después de la guerra, atletas de diversas disciplinas comenzaron a usar esteroides a fin de potenciar
sus capacidades fisiológicas, favoreciendo su desempeño en competencias. En los Juegos
Olímpicos de 1956, atletas soviéticos, particularmente los luchadores, obtuvieron resultados
excepcionales. Habiendo reconocido su utilidad, el Dr. Zeigler, fisiatra estadunidense, creó una
forma más selecta de lo que ahora se conoce como EAA. Desde entonces la popularidad de estas
11

sustancias continuó propagándose, no solo a nivel deportivo profesional, sino también en


aspirantes deportistas de colegios y secundarias alrededor del mundo. A razón de ello, en 1975 el
Comité Olímpico Internacional finalmente vetó el uso de los EAA. No obstante, la venta y
consumo ilegal de EAA se mantuvo, y en 1988 Estados Unidos fue el primer país en votar una
regulación federal de esteroides cuando los introdujo como parte del Anti-Drug Abuse Act,
imponiendo penas más severas por la venta y posesión de EAA. Años después, el Congreso de
Estados Unidos pasó la Anabolic Steroid Enforcement Act of 1990, que incluyó a los EAA en el
Rango III del Controlled Substances Act (CSA). En la actualidad, múltiples encuestas revelan que
la venta ilícita de EAA se mantiene prevalente en la población juvenil, y un número mayor de
adultos los consumen de manera frecuente (NIDA, 2018).

1.3 Afectaciones a la salud por el consumo de EAA

Como fueron pensados desde su concepción, el avance de los EAA ha permitido su uso en diversos
campos de la medicina. Por ejemplo, los EAA suelen recetarse para tratar deficiencias hormonales,
como en casos de pubertad tardía, o para combatir enfermedades que causen pérdida de masa
muscular, como el cáncer y el sida (Hengge et al, 1996; Gold et al, 2006). Asimismo, los EAA se
han aplicado en pacientes con osteoporosis; anemia aplástica; carcinoma de mama; quemaduras
(Demling, 2005); endometriosis; daño en el miocardio; hipogonadismo; sarcopenia (Johansen et
al., 2006); EPOC (Ferreira et al., 1998); isquemia cardiaca (Liu et al., 2003); mielofibrosis;
púrpura trombocitopenica (García, 2002); profilaxis a largo plazo del angioedema;
criofibrinogenemia (Melnik et al., 2007); entre otras. Empero, el uso de EAA en contextos no
medicinales aún suscita toda clase de inquietudes.

Prematura en su difusión por el mercado global, la comunidad científica había identificado


el riesgo a la salud ocasionado por los efectos secundarios de estas sustancias. La Organización
Mundial de la Salud (1994), estableció en el Glosario de términos de alcohol y drogas, que: “En
el ámbito del consumo de drogas y otros problemas relacionados, los esteroides anabolizantes son
los que suscitan más preocupación.” (OMS, 1994). De acuerdo con el National Institute on Drug
Abuse, o “NIDA” (2018), dicha preocupación se fundamenta en el menoscabo a la salud a corto,
mediano y largo plazo, contando agravios como: Problemas o insuficiencia renales; tumores y
daños en el hígado; agrandamiento del corazón; aumento de la presión arterial y alterac ión en los
12

niveles de colesterol (factores que pueden aumentar el riesgo de embolia e infarto aun en las
personas jóvenes); mayor riesgo de coágulos sanguíneos; e incremento en la posibilidad de
contraer VIH (por inyección como modalidad de consumo de EAA). Similarmente, la NIDA
constata otros efectos específicos a la edad 3 y el sexo: En los hombres, ocurre la disminución del
tamaño y atrofia de los testículos; la disminución de la cantidad de esperma; calvicie; desarrollo
de los senos; y aumento del riesgo de cáncer de próstata. En las mujeres, se presenta crecimiento
de vello facial o vello excesivo en el cuerpo; disminución del tamaño de los senos; calvicie similar
a la de los hombres; cambios o interrupción del ciclo menstrual; infertilidad; agrandamiento del
clítoris; y profundización de la voz.

En lo concerniente a afectaciones a la salud mental de los usuarios, entidades como la


NIDA y la Drug Enforcement Administration (DEA) han compilado registros médicos desde el
2004 que revelan el grado de trastornos psiquiátricos asociados a la ingesta prolongada4 de EAA.
A propósito de ello, se ha evidenciado que aparte del riesgo elevado de generar dependencia5,
consumir EAA predispone: Cambios drásticos en los estados de ánimo (incluyendo episodios de
manía que inducen a actos violentos); alteraciones del juicio (provenientes de la sensación de
invencibilidad); depresión; nerviosismo; irritabilidad extrema; delusiones; y hostilidad o agresión.
Más allá de estos trastornos, los usuarios de EAA son a su vez comúnmente diagnosticados con
Vigorexia 6. Finalmente, la NIDA y la DEA incluso han notado síntomas derivados de la
abstinencia al uso, como: Apatía y depresión; dificultad al concentrarse; insomnio; bajo libido;
migrañas; dolor en los músculos y articulaciones; ansiedad; anorexia; y fatiga.

Aunque los EAA son, en últimas, sustancias que ocasionan daños comprobados a la salud,
vale aclarar que la severidad del daño suele depender de la cantidad y duración de la ingesta
(NIDA, 2018). En este sentido, la letalidad de los EAA varía. Al considerar las afectaciones
cardiacas, por ejemplo, numerosos estudios (Suárez, 2001; Darke, et al., 2014; Frati et al., 2015;
Horwitz et al., 2018) han vinculado el abuso de EAA con un aumento en la probabilidad de generar

3
Las repercusiones en el caso de los adolescentes se profundizarán en el acápite 1.5.1.1.
4
Conforme a los datos suministrados por la NIDA y la DEA (2004; 2018), un consumo “prolongado” de EAA puede estimarse
como cualquier lapso mayor a tres (3) semanas.
5
Como veremos en el Capítulo II, acápite 2.1.1, el hecho de ser sustancias con el potencial de generar dependencia tiene
ramificaciones cruciales en disposiciones penales colombianas.
6
La vigorexia o dismorfia muscular es una forma de trasto rno dismórfico corporal (Pope et al, 1997), que se basa en una
preocupación patológica relativa a la musculatura/delgadez, donde los individuos se comprometen en la búsqueda patológica de un
hiper-mesomórfico físico (musculatura extrema), obligándose obsesiva y compulsivamente a participar en actividades para alcanzar
tan altos niveles (Pope et al, 2000; Dawes y Mankin, 2004).
13

alteraciones patológicas en el corazón, incidiendo en la expectativa de decesos por enfermedades


cardiovasculares7. En adición a ello, los mismos estudios procuraron revelar cómo la actividad
farmacológica ligada al uso excesivo de EAA influye en el deterioro de otros órganos
(particularmente el hígado y los riñones), exigiendo a los usuarios su admisión reiterada a
hospitales. En suma, la peligrosidad de los efectos secundarios por el uso irresponsable 8 de EAA,
aduce sobre la importancia de lidiar con este tema en cualquier país.

1.4 Consumo Moderno de EAA

En lo que respecta el consumo como hábito o actividad, la NIDA (2018) ha establecido que el uso
nocivo de EAA (fuere su ingesta por vía oral, tópica o inyectable), implica dosis que sean entre
diez (10) y cien (100) veces más altas que las recomendadas para tratar problemas médicos. Así,
las modalidades de consumo que estén por fuera de estos parámetros generalmente se consideran
como indebidas o irresponsables. En este orden de ideas, convine detallar cómo se están
consumiendo los EAA en el presente.

De cara al mercado global lícito o ilícito 9 de EAA, la DEA (s.f.) ha listado los tipos de
EAA disponibles comercialmente. Algunos de estos son: Fluxoymesterona 10 (Halotestin®);
metiltestosterona; nandrolona (Deca-Durabolin®, Durabolin®); oxandrolona (Oxandrin®);
oximetolona (Anadrol®); testosterona y estanozolol (Winstrol®). Los EAA usados en contextos
veterinarios también se emplean para el consumo humano, y entre estos están: Boldenona 11
(Equipoise®), mibolerona y trembolona (Revalor®). En los Estados Unidos, indagaciones por
parte de la NIDA han revelado que:

La gran mayoría de las personas que usan mal los esteroides son levantadores de pesas
masculinos, no atletas, entre los 20 y 30 años (…) [y] alrededor del 22% de los usuarios de
esteroides anabólicos comenzaron como adolescentes. El uso de esteroides anabólicos es menos
común entre las mujeres, ya que menos mujeres desean una musculatura extrema y los efectos
masculinizantes de los esteroides. (Negrilla fuera del texto) (Traducción propia) (NIDA, 2018).

7
La OMS ha indicado que las enfermedades cardiovasculares constituyen la mayoría de las muertes por enfermedades no
trasmisibles (17,9 millones cada año), seguidas del cáncer (9,0 millones) (OMS, 2018).
8
Estipular el verdadero límite responsable para el consumo de EAA será un punto debatido en los capítulos II y IV.
9
Bajo el entendido que no todos los productos de EAA son lícitos en todos los países.
10
Los términos que no están en paréntesis denotan el ingrediente activo, y los que sí indican el nombre del producto en el mercado.
11
Es de notar que a comienzos del 2020, la boldenona estuvo implicada en el caso de absoluci ón por control de dopaje al tenista
colombiano Robert Farah, (Robert Farah, Absuelto de Supuesto Caso de Dopaje | El Heraldo, 2020).
14

En línea con ese reporte, estudios recientes (AlShareef & Marwaha, 2020) aseveran que la cantidad
de usuarios adultos activos en ese país12 oscila entre los 4 millones. Por su parte, los datos del
estudio “Observando el Futuro” (Monitoring the Future), financiada por la NIDA en el 2019,
mostraron que el uso indebido de EAA entre los estudiantes de grado octavo y grado décimo
disminuyó en los últimos años, mientras que subsiste parejo entre los estudiantes de grado doce.

A la par con los Estados Unidos, los resultados de la investigación contenida en el volumen
24 de Annals of Epidemiology (2014), auspiciada por la American College of Epidemiology,
sugirió que 3.3% de la población mundial ha usado EAA al menos una vez (ratificando además la
prevalencia del consumo por hombres). Sumado a ello, se descubrió que la proporción de consumo
acorde a cada región del planeta es: Superior en Medio Oriente y Sur América; moderado en
Europa y Norte América; y menor en Oceanía, África, y Asia. Para concluir, la investigación
denota que el uso de EAA es elevado entre deportistas recreativos (no profesionales); seguido de
atletas profesionales; prisioneros o reclusos; usuarios de drogas; estudiantes de secundaria; y no
deportistas. A continuación, mencionaré otras dinámicas respecto al consumo de EAA, y luego
(en el acápite 1.5) ahondaré sobre el consumo por demográficas particulares.

1.4.1 Peligros Agregados


Otros fenómenos que conviene destacar acerca del consumo moderno de EAA, apuntan a dos
factores que amplifican el riesgo a la salud: El primero (i) alude a los EAA de fabricación casera
o clandestina, que pueden contener dosis inferiores o superiores a las recomendadas 13, o que se
importan de laboratorios de dudosa procedencia y suelen empacarse sin etiquetas o carecer del
principio/ingrediente activo (ABC, 2019). Y el segundo (ii) atañe a las modalidades habituales de
consumo, que consisten en “ciclar” la ingesta de EAA al mezclar más de un producto para crear
cócteles de inmensa potencia anabólica e ineludible toxicidad (NIDA, 2018). En otros términos,
los usuarios más ávidos de EAA no solo toman un principio activo a la vez, sino una docena o más
para atajar los efectos secundarios de los anteriores (ABS, 2019). Así, vemos que la problemática
del abuso de EAA es multifacética (englobando raras dinámicas de fabricación y comercio), y el
riesgo a la salud varía de usuario a usuario.

12
El caso de Estados Unidos será dprofundizado en el Capítulo III, acápite 3.1.
13
Esto es, que sobrepasan los límites de dosis recomendadas señalados al comienzo de este acápite.
15

1.5 Grupos Focales

Como se aprecia del acápite anterior, los espectros de la población que utilizan EAA son bastante
amplios. Algunas personas los usan para el desarrollo de sus capacidades físicas, y otras los
requieren por cuestiones medicinales 14. Sin embargo, aquellos que encajan en estos rubros
representan la minoría de la población usuaria de EAA (Avella y Medellín, 2012). En realidad, la
mayoría de los usuarios que consumen estas sustancias solo lo hacen por mejorar su apariencia
física (NIDA, 2018). Por tanto, hacer de este trabajo un esfuerzo consolidado obliga enfocarnos
en grupos de personas que usan EAA con fines estéticos.

A grandes rasgos, los subgrupos de usuarios de EAA por motivos estéticos se dividen en:
a) Personas trans; b) fisicoculturistas profesionales; y c) deportistas no profesionales. El grupo
protagonista en este trabajo es el “c” - deportistas no profesionales. Los grupos “a” y “b” no serán
estudiados, puesto que, de un lado, el grupo “a” suele recurrir al uso de EAA únicamente para
afianzar sus características androgénicas (Adauy et al., 2018). Al respecto, se habla de terapias
hormonales en la transición de femenino a masculino para hombres transgénero (Adauy et al.,
2018); terapias cuya práctica es lícita y se realiza de la mano de un profesional de la salud. Y en
esos términos, estimo superfluo el análisis de un tratamiento ya regulado. De otro lado, distinguir
entre los grupos “b” y “c” resulta menos sencillo.

Al observar el grupo “b”, compuesto por individuos que dedican toda su vida a esculpir su
cuerpo, que consumen EAA de manera frecuente y sistemática (NHS, s.f.), y que compiten en
eventos sancionados 15, surgen un par de complicaciones. En primer lugar, el espacio donde los
fisicoculturistas se consagran 16 es compartido con los miembros del grupo “c”. Esto implica que
sujetos de ambos grupos se mezclan de forma constante. Luego, dado que los EAA se tornan en
un elemento imprescindible para competir de manera exitosa (NHS, s.f.), los fisicoculturistas
profesionales los utilizan de manera consiente17 y devota (Ibarzábal, 2008). Aquí, la complicación
radica en que los miembros del grupo “c” se hayan expuestos a usuarios permanentes de EAA, y

14
Dado que el uso de EAA está vetado en deportes convencionales (conforme a extensa reglamentación por parte del Comité
Olímpico Internacional “COI” y la World Anti-Doping Agency “WADA”), no se estudiará a los deportistas profesionales. De igual
forma, como el uso de EAA para aliviar enfermedades es lícito y controlado, tampoco se estudiará a grupos con enfermedades.
15
En el deporte del Fisicoculturismo, la mayoría de competencias oficiales operan bajo la jurisdicción de la IFBB ( International
Federation of Bodybuilding and Fitness) (IFBB, s.f.).
16 Los gimnasios con pesas.
17 Ya que los fisicoculturistas son impulsados por el espíritu competitivo, sus hábitos de consumo acostumbran a ser templados

conforme a la guía e instrucción autorizada de expertos de la salud (Ibarzábal, 2008).


16

la mentalidad con la que los fisicoculturistas se acercan a -y se hallan inmersos en- el universo de
los EAA, es sustancialmente distinta a la mentalidad que ostenta la población del grupo “c” (Emini
y Bond, 2014). Esta exposición e interacción reiterada eleva el riesgo del contagio por querer
conocer y -eventualmente- consumir EAA. Añadido a este peligro, los miembros del grupo “c”
son en promedio más ignorantes frente al consumo de EAA18. Y, en segundo lugar, los tipos de
EAA consumidos por fisicoculturistas son -generalmente- de venta lícita (Ibarzábal, 2008). Esto
quiere decir que el mercado del cuál obtienen sus elementos es el mismo al que están expuestos
los integrantes del grupo “c”. En otras palabras, los argumentos que van a esgrimirse en el Capítulo
II y IV sobre la regulación de EAA en Colombia, reverberarán de forma directa e indirecta en el
ámbito del grupo “b”. Entonces, aun si ambos grupos se hallan conexos, la atención primordial se
cede al grupo “c”, por lo que procederé a exponer de manera sucinta.

1.5.1 La “Población Deportista No Profesional”


Para efectos de este trabajo, los “deportistas no profesionales” (en adelante “DNPs”), se refieren a
un grupo de personas con interés recreativo en el deporte, el fitness o el ejercicio, y que, por acceder
de manera frecuente a gimnasios, son más propensos a exponerse al mercado y consumo de EAA.
Como fue insinuado con anterioridad, el protagonismo de los DNPs se fundamenta en singulares
delicadezas idiosincráticas que los separan de usuarios familiarizados con el consumo de EAA
(NIDA, 2019). Esto perfila a los DNPs como un grupo especialmente vulnerable ante el consumo
exagerado de EAA, y ello apremia que los DNPs sean protegidos y respaldados por el Estado
mediante la imposición de medidas que eviten caigan en el consumo o, en su defecto, mitiguen el
consumo irresponsable. Aun así, las líneas que demarcan a esta, la población del grupo “c”, son
obtusas o poco delimitadas. Un aspecto que intensifica la vulnerabilidad de los DNPs si acoplamos
a otro de sus subgrupos: Los menores de edad.

1.5.1.1 Menores de Edad


Pesa a que los usuarios de EAA sean predominantemente adultos, los menores también consumen
(NIDA, 2019). En Colombia se desconoce la cantidad estimada de menores que consumen o han
consumido EAA, pero al igual que cualquier otro ciudadano, si un menor puede categorizarse

18
Ambos puntos (sobre el espacio y la diferencia en mentalidad) serán argüido s posteriormente.
17

como DNP, está en riesgo. Cuando les aplica esta categoría, el peligro incrementa por dos razones:
Primero, porque los menores son una población más susceptible a influencias externas (Albert et
al., 2013); y, segundo, porque detentan afectaciones agregadas a la salud debido al consumo de
EAA durante la pubertad (NIDA, 2018). En concreto, el hecho de ser influenciables agrava la
vulnerabilidad de este subgrupo por factores modernos (como el conocido apego a redes sociales),
que amplifica la exhibición a menores de individuos que usan EAA, incitándolos de forma
implícita o explícita a hacer lo mismo (Griffiths et al., 2018). Y al considerar las consecuencias
agregadas a la salud, estudios (Lumia y McGinnis, 2010) han corroborado que los EAA retrasan
el crecimiento, y degradan la densidad de la columna neuronal en el hipocampo y la amígdala
(regiones del cerebro involucradas en el aprendizaje y las emociones, respectivamente),
repercutiendo en su desarrollo cognitivo (NIDA, 2018). Ahora, para cerrar este capítulo, fijaré el
patrón cultural relativo al consumo de EAA en Colombia, enfatizando cómo estos grupos se ven
afligidos en el contexto nacional.

1.6 Patrón Cultural de EAA en Colombia

Los “patrones culturales” consisten en esquemas de conducta social que se repiten de forma
sistemática y son determinados por una ideología, idiosincrasia, normas, y valores propios de un
grupo social en específico (Tolosana, 2007). Al tratarse de EAA, el patrón cultural tiene por objeto
fomentar su venta y consumo; el grupo que primordialmente lo integra es la población asistente a
gimnasios; y en los gimnasios es donde nace y se reproduce la conducta (Chulvi et al., 2007;
Gwizdek et al., 2018). En consecuencia, al sopesar las cifras y reportes en Colombia, vemos que:
i) Se ha sospechado sobre el abuso de EAA en gimnasios locales desde -como mínimo- 1987 19
(Semana, 1987); ii) un rubro de la población usuaria de EAA no pertenece exclusivamente al grupo
“b”, descrito en el acápite 1.5 20 (Cano et al., 2003), es decir, la totalidad de usuarios de EAA en
Colombia incluye a DNPs; y iii) los DNPs en Colombia se componen tanto por adultos como
menores, y se estima que alrededor de 3,72% de la población asiste a gimnasios (es decir, 1,67
millones de colombianos) (Dinero, 2019; Portafolio, 2019.). Todo para indicar que el patrón
cultural entorno al consumo de EAA existe (al menos en cierto grado) en Colombia.

19
Según Semana (1987), para esa época los factores que aparentaban inhibir el consumo de EAA eran de orden económico. A
comparación de esa época, no obstante, el costo de los EAA a través de los años ha disminuido (NHS, s.f.), y el consumo -como
sabemos- se mantiene prevalente en la actualidad (NIDA, 2019).
20 Esto es sin obviar que el nicho del fisicoculturismo profesional también existe y se replica en Colombia (IFBB - Colombia, s.f.).
18

Lo crítico al reconocer esta realidad, por tanto, es no quedarnos en la inacción. Frente a los
EAA se presentan mitos y desinformación que ignoran sus efectos nocivos a la salud y el bienestar;
la tendencia actual por recurrir a EAA con fines estéticos sigue acrecentándose (NIDA, 2019); y
donde se hallen estas sustancias, sus otras malas prácticas van de la mano 21. De igual forma,
expertos han repetido que impera concientizar, informar, capacitar y prevenir el consumo de EAA
en la población (NHS, 2019), ya que en los últimos años también se ha elevado el consumo en
nuestro país (Avella y Medellín, 2012). Pero ¿Cómo debe responder el Estado colombiano ante un
fenómeno como este? ¿Acaso no es decisión de cada uno hacer lo que quiera con su cuerpo? O,
quizás por la ineludible e inherente toxicidad de los EAA; toxicidad que tiene el potencial de
propagarse y permear a miembros inocentes de la población ¿El Estado colombiano debe
interceder, tomando medidas paternalistas al respecto? Con lo expuesto en este capítulo y de cara
a estos interrogantes, nos disponemos a entrar de lleno en el debate jurídico.

21
Como las referidas en el acápite 1.4.1.
19

II. ¿Mis músculos, mi decisión?

La voluntad es siempre libre, pero no siempre es buena.


– Agustín de Hipona

Cuan irónico es que, para muchos, el desenlace en la búsqueda de un cuerpo vigoroso acabe con
la destrucción del propio cuerpo. Quizás habrá quienes intercedan queriendo evitar aquel trágico
destino; quizás habrá otros que, por simple ignorancia o vicios en el consentimiento, ni siquiera
contemplen la urgencia de la situación. Con independencia de cuantos o quienes procuren
interceder, sin el respaldo legítimo y suficiente, contaremos muertes innecesarias al final del día.
Por fortuna, existe una entidad capaz de precaver tales ironías; una entidad que puede y debe
hacerlo: El Estado Social de Derecho (“ESD”). Ya sea por mandato expreso en su constitución, o
por los valores que dirigen su gestión, al ESD le compete velar por el bienestar e integridad de sus
miembros. El reto, no obstante, en el camino a la consecución de esos preceptos, está en balancear
entre permitir y prohibir, entre exhortar y condenar, y entre declarar o guarda r silencio. Un reto
que sobresale cuando las líneas no son claras, y cuando el tema evoca aparentes trasgresiones a
derechos colectivos o individuales. Y en esta ocasión, al ESD colombiano le compete dilucidar
cómo orientar un mejor desenlace en la historia de los usuarios de EAA en el país, al margen de
las libertades de sus ciudadanos y las capacidades del sistema. Por consiguiente, el objetivo de este
capítulo será (2.1) señalar cuál es la pena y el bien jurídico tutelado en este caso; (2.2) presentar
los vacíos legales respecto al consumo y venta de EAA en Colombia; (2.3) determinar si en el
marco del derecho a la salud colombiano el Estado debe hacer algo para atenuar la situación; y
(2.4) colegir qué tanto debe “atenuarse” la situación acorde a los límites del derecho al libre
desarrollo de la personalidad colombiano.

2.1 Penalizar, Regular y Proteger

Inaugurar nuestra expedición jurídica al mundo del consumo y comercio de EAA evoca una simple
aserción: Penalizar no equivale a regular. Aserción que confirma la verdadera intención de este
trabajo, y que nos exige diferir entre ambos conceptos. De un lado, entonces, me adscribo a una
definición de la pena según la cual: “La pena es el castigo impuesto por una autoridad legítima a
quien ha cometido un delito o falta.” (Gran Diccionario Enciclopédico Universal, s.f.). Definición
20

que adquiere una dimensión más interesante si la complementamos con la visión de Alfonso Reyes
Echandía (1996): “La pena es la supresión o coartación de un derecho personal que el Estado
impone por medio de su rama jurisdiccional a un sujeto imputable que ha sido declarado
responsable de un hecho punible.” (Negrilla propia). De otro lado, aunque el término “regulación”
elude una definición concreta en el ámbito del Derecho (Campanelli, 2014), me valdré del
Diccionario de la Real Academia Española, que define “regular” como: “Determinar las reglas o
normas a que debe ajustarse alguien o algo” (RAE, s.f.); a lo cual podemos añadir que el Estado
es el encargado de fijar esas reglas. Así, al imbricar “una supresión de un derecho personal”
(elemento de la pena), con “normas a las que debe ajustarse alguien o algo” (aspecto inherente a
la regulación), comenzamos a precisar equivalencias entre ambos conceptos. Precisión que haya
razón en cómo, al regular, el Estado amplía o restringe libertades/derechos colectivos o
individuales. Empero, a lo largo de este capítulo intentaré deconstruir esa equivalencia, pues el
contenido de ciertos derechos 22 sugiere no aferrarnos a una postura que castigue el consumo de
EAA. Dicho ello, la pena no siempre conlleva sanción o coartación.

Según la Corte Constitucional colombiana: “(…) [E]l Legislador define los delitos
orientado esencialmente por consideraciones de prevención general (…) [y] conforme a tal
criterio, la tipificación legal de hechos punibles pretende desestimular conductas lesivas de
bienes jurídicos23” (Negrilla propia) (Sentencia C-261 de 1996, M.P. Alejandro Martínez C.).
Además, por lo que dispone el artículo 4º del Código Penal (sobre las funciones de la pena), la
Corte ha dicho que: “[Lo que se] pretende a través de la pena [es] el cumplimento de determinados
fines como (…) la prevención del delito y la protección de determinados bienes jurídicos
(…).”24 (Negrilla propia) (Sentencia C-328 de 2016, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado). Y al
enforcarnos en esta finalidad, se afianza la utilidad de la pena como medio de protección de bienes
jurídicos. Ahora, con sujeción a lo planteado ¿Cuál es, pues, la pena relativa a los EAA en nuestro
ordenamiento? Explícitamente, ninguna.

22
Como el derecho al libre desarrollo de la personalidad.
23 En consonancia al ánimo “definitorio” de este acápite, debo anotar que el concepto de “Bien Jurídico” es otro difícil de definir
(Kierszenbaum, 2009). Aun así, para efectos de este trabajo entenderemos que el Bien Jurídico es: “Un interés vital para el
desarrollo de los individuos de una sociedad determinada, que adquiere reconocimiento jurídico.” (Von Liszt, 1882, p. 83.).
24
Vale aclarar que esta concepción va en línea con las teorías relativas de la pena (Corte Constitucional, Sentencia C-328 de 2016.
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado).
21

2.1.1 El Tipo y el Bien Jurídico “Tutelado”


En Colombia, las penas respecto a conductas que impliquen EAA no mencionan de forma explícita
a los EAA. En cambio, solo está penalizado el “suministro” injustificado de sustancias que puedan
generar dependencia, tal como lo indica el artículo 380 del Código Penal:

Suministro o formulación ilegal a deportistas. El que, sin tener las calidades de que trata
el artículo anterior 25 , suministre ilícitamente a un deportista profesional o aficionado,
alguna droga o medicamento que produzca dependencia, o lo induzca a su consumo,
incurrirá en prisión de dieciséis (16) a cincuenta y cuatro (54) meses. (Negrilla propia).

Del énfasis que hago sobre el texto de la norma denoto: (a) Que la alusión a EAA es implícita,
dado que estas sustancias tienden a producir dependencia 26; y (b) que los DNPs no son del todo
olvidados, pues se penaliza el suministro a deportistas “aficionados”. Luego, como se aprecia del
Título XIII del Código Penal, “Delitos Contra la Salud Pública”, vemos que el bien jurídico
tutelado con este tipo es, en efecto, la salud pública. De esto se desprende, en suma, que el Estado
colombiano ha reconocido jurídicamente la realidad del suministro de sustancias nocivas a DNPs.

Sin embargo, aquel reconocimiento es ilusorio en las calles. Es decir, el tipo penal del 380
no se ha imputado o condenado de forma significativa en Colombia. Aseveración que halla
sustento en los datos abiertos del gobierno 27, donde se evidencia que en 41 años, de las 18
instancias en las que se ha usado este tipo penal: i) La denuncia más antigua es del 2015; ii) catorce
(14) provienen del Valle del Cauca; iii) se han realizado seis (6) imputaciones; iv) se han efectuado
siete (7) capturas; v) no se ha hecho ninguna condena; y vi) entre las 18 denuncias, tres (3) de los
grupos de edad indiciados corresponden a la categoría de adolescentes (14 a 17 años de edad), y

25
El tipo penal del artículo 380 es subordinado, remitiéndose expresamente al tipo básico del artículo 379 del Código Penal, que
reza: Suministro o formulación ilegal. El profesional o practicante de medicina, odontología, enfermería, farmacia o de algun a de
las respectivas profesiones auxiliares que, en ejercicio de ellas, ilegalmente formule, suministre o aplique droga que produzca
dependencia, incurrirá en prisión de cuarenta y ocho (48) a ciento cuarenta y cuatro (144) meses y multa de ciento treinta y tres
punto treinta y tres (133.33) a mil quinientos (1.500) salarios mínimos legales mensuales vigentes, e inhabilitación para el ejercicio
de la profesión, arte, oficio, industria o comercio de ochenta (80) a ciento ochenta (180) meses.
26
Como se mencionó en el acápite 1.3.
27 La iniciativa de “Datos Abiertos” busca que todas las entidades del sector público publiquen la información pertinente y de

calidad en formatos estructurados a disposición de los usuarios , para que ellos y las entidades la utilicen de diferentes maneras,
según su interés. Dicha información es compartida públicamente en datos.gov.co, donde se registran datos desde 1979. En el
contexto colombiano, la Ley 1712 de 2014 "Por la cual se crea la Ley de Transparencia y del Derecho de Acceso a la Información
Pública Nacional", fue la responsable de consolidar esta iniciativa.
22

cinco (5) pertenecen a la categoría de juventud (18 a 28). En otras palabras, este tipo no solo es
incapaz de satisfacer su fin preventivo, sino que además parece haber sido “abandonado”28.

Lamentablemente, aun cuando algunos congresistas identificaron las falencias de este tipo,
lo que pretenden hacer para “mejorarlo” termina coartando la intención política por proteger a la
población DNP. Esto se muestra en la lectura de las motivaciones del proyecto de reforma 29 del
artículo 380 del Código Penal:

Con el cambio conceptual que en materia de dopaje impulsó la introducción del Código
Mundial Antidopaje, el tipo penal del artículo 380 ha quedado en desuso y cumple
ningún fin político criminal (…), por cuanto las sustancias y métodos utilizados en el
dopaje ya no producen, necesariamente, dependencia. (Negrilla propia) (Gaceta del
Congreso número 979, 2019).

Motivación inconveniente al conducir el tono de la reforma hacia algo exclusivamente a favor de


los deportistas profesionales. Pero, antes de sumergirnos en ese debate, reitero que este trabajo
acomete explanar los retos de la regulación del consumo de EAA para la población DNP, y no
repasar las fallas en la penalización del suministro de EAA a deportistas profesionales. Aun así,
como descubriremos en el próximo acápite, el estudio del tema compele cederle algo de
protagonismo a los deportistas profesionales.

2.2 Marco Legal de la Venta y Consumo de EAA en Colombia

Con la advertencia al daño a la salud que ocasionan los EAA, se esperaría que el ordenamiento
colombiano haya positivado medidas para su regulación de consumo y comercio. Pues bien. La
respuesta en el caso de Colombia es parcialmente afirmativa: Sí hay regulación, pero no cubre a
todas las personas, y no en todo sentido. Actualmente, el panorama de la regulación de consumo
de EAA lo encuadran tratados integrados a la Carta Política de 1991 mediante bloque de
constitucionalidad, y solo conciernen a deportistas profesionales. Esto, como se adujo con
anterioridad, descuida a la mayoría de los usuarios de EAA, que son DNPs. Por su parte, la

28
Aun si supusiéramos que en esos 41 años el bajo número de denuncias se debe a una “pulcra conducta ciudadana”, las fuentes
oficiales del gobierno no contradicen lo que reportan los noticieros sobre el uso irresponsable de EAA en gimnasios del país (El
País, 2019); y tampoco podrían hacerlo porque no existen (crítica que será profundizada en el Capítulo IV).
29
Suceso detallado en el pie de página 40.
23

regulación del comercio de EAA en Colombia corresponde a -únicamente- la inspección de


sustancias a cargo del INVIMA. Esta forma de regular es asimismo cuestionable, debido a su
jurisdicción limitada. Ciñéndonos, pues, a la orientación primordial de este trabajo, enseguida
resumiré los vacíos legales en el campo de la regulación del comercio de EAA, y luego escrutaré
las falencias de la regulación de consumo.

2.2.1 Regulación de Comercio


En Colombia, el importe, exporte, venta y circulación de EAA está medianamente regulado. En
efecto, tras consultar en las páginas web del Diario Oficial, la Gaceta Judicial, la Gaceta del
Congreso, el Ministerio de Salud, y vLex Colombia, lo único encontrado atinente a la regulación
del comercio de EAA se refiere al registro sanitario de productos que contengan ingredientes
activos de EAA (como los listados en el Capítulo I, acápite 1.4). Labor que, desde su creación en
1993 30, fue encargada al Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos
(INVIMA). Lo cuestionable al dejar solo en manos del INVIMA el control del mercado de EAA
en el país, es la sobrecarga y extralimitación que acarrea para su sistema y mecanismos de
vigilancia. El INVIMA, como lo dictan los artículos 2º y 4º del Decreto 2078 de 2012 31, tiene el
objetivo de actuar como institución de referencia nacional en materia sanitaria, y entre sus
funciones está ejecutar las políticas formuladas por el Ministerio de Salud y Protección Social para
la vigilancia sanitaria del control de calidad de los productos adscritos a su competencia. Y al estar
subordinado, el INVIMA no es capaz de subsanar algunas irregularidades sobrevinientes en los
registros sanitarios de EAA, o para ordenar a ciertos proveedores de EAA que certifiquen que la
ingesta de sus productos veterinarios puede tener graves repercusiones en el cuerpo humano.

Para entender a cabalidad lo que sucede, expondré tres casos en los que (a) la venta de
productos que contienen ingredientes activos de EAA se ajusta a los parámetros sanitarios del
INVIMA; (b) la venta de productos que contienen ingredientes activos de EAA debe sancionarse
mejor para evitar (o regular) su consumo humano; y (c) la venta de productos que contienen
ingredientes activos de EAA ya no está vigilada por el INVIMA32:

30
Tal como se dispuso en el artículo 245 de la Ley 100 de 1993.
31
Por el cual se establece la estructura del INVIMA, y se determinan las funciones de sus dependencias.
32
Información que proviene de los expedientes de registro de productos en las bases de datos del INVIMA.
24

a) Productos debidamente registrados: En el caso de Deca-Durabolin® (que contiene el


ingrediente activo “nandrolona”), las irregularidades no se exhiben a primera vista. El
producto cuenta con un registro sanitario vigente, está aprobado para venta e importe, y
sus contraindicaciones 33 son explícitas. Además, en su registro se aprecia que el Deca
suele recetarse para tratar la osteoporosis o anemia de falla renal crónica. Empero, al
ratificar que la mayoría de los usuarios de EAA no consumen por motivos medicinales
(NIDA, 2018), el control de venta de Deca en Colombia podría ser ampliado o revisado.

b) Productos con registro deficiente: Esteroides como la boldenona (disponible en el


mercado como “Equipoise®”), son destinados para uso veterinario o agropecuario
(VECOL, s.f.). A pesar de ello, la boldenona también se emplea para el consumo humano
(DEA, s.f.). Un hecho que genera -como mínimo- dos percances: El primero es que, al
ser un producto para uso en animales, el control de sanidad le concierne al ICA (Instituto
Colombiano Agropecuario). Entidad cuyas facultades o competencias no cobijan regular
la venta de productos animales para el consumo humano. Y el segundo percance es que
el INVIMA no puede obligar a los fabricantes o exportadores de boldenona a certificar
que su producto es o no dañino para el consumo humano, cuando se supone que sus
receptores sean de cuatro patas.

c) Productos no registrados: Finalmente, aunque el registro sanitario de EAA de popular


consumo como la testosterona y estenozolol (Winstrol®) (DEA, s.f.) ya no está vigente34
en Colombia, el contrabando de estas sustancias continúa proliferándose en los gimnasios
del país (Bluradio, 2018).

Sobra decir que estos no son todos los productos que contienen ingredientes activos de EAA en el
mercado, pero, todos estos productos sí tienen el potencial de generar una o varias de las afecciones
a la salud descritas en el Capítulo I, acápite 1.3 (DEA, s.f.; NIDA, 2018).

33
En el registro sanitario de Deca-Durabolin® (expediente “INVIMA 2016M-0000015-R2”), algunas de las contraindicaciones
son: “Administre con precaución en pacientes con trastornos cardiovasculares, insuficiencia cardiaca, disfunción renal,
hipertensión, y migraña; (…) precauciones: si se desarrollan signos de virilización, debe considerarse interrumpir el tratamiento”.
34 Vale señalar que en el expediente sanitario (#46637) de este producto (Winstrol Tabletas®), su registro (que venció en el 2005)

incluía las siguientes contraindicaciones: “Carcinoma de próstata o de mama; embarazo. Adminístrese con precaución en pacientes
con trastornos cardiovasculares; disfunción renal o hepática; y epilepsia o migraña”.
25

Expuesto así el “régimen” de venta de EAA en Colombia, se anota que: i) Depender del
registro sanitario de sustancias como los EAA no es un método idóneo para evitar su consumo
irresponsable 35; ii) la falta de registro sanitario no impide la venta y circulación de EAA en la
sociedad 36; y iii) no solo se está desprotegiendo la salud pública con un sistema de regulación de
comercio de EAA inepto, sino que además el Ministerio de Salud (y el INVIMA, por extensión),
no logran materializar la directriz expresa en el artículo 78 de la Constitución Política de 1991 37.
Por ello asevero que Colombia no cuenta con un sistema de regulación de venta de EAA seguro38.
Ahora, veamos las desgracias en los intentos (o abandonos) para regular el consumo.

2.2.2 Regulación de Consumo


Similar a los vacíos de regulación de comercio, al consultar en las páginas web del Diario Oficial,
la Gaceta Judicial, la Gaceta del Congreso, el Ministerio de Salud, y vLex Colombia, la ausencia
de leyes, edictos o sentencias relativas al consumo de EAA y su impacto en la población DNP es
alarmante. Partiendo desde las ramas ejecutiva y legislativa, la primera mención explícita de EAA
se halla en el Decreto 2845 de 1984, donde se sientan las bases de la sana actividad deportiva, libre
de drogas. Estas bases serían luego expandidas conforme a la Ley 18 de 1991, estimándose que el
uso de sustancias cuyos efectos procuren mejorar el rendimiento o influir en el estado sicológico
de los deportistas está prohibido en Colombia; es decir, se especifican los criterios de restricción
y el tipo de sustancias prohibidas. Sobre el particular, el artículo 1º de la Ley 18 de 1991 reza:
“Prohíbase en todas las actividades deportivas del país el uso de drogas, (…) [que] procuren
artificialmente mejorar el rendimiento, reducir la angustia, disminuir la fatiga o incrementar el
poder de los músculos de los competidores, tales como (…) anabólicos (…).”. Entrados en el
S.XXI sería expedida la Ley 845 de 2003, por la cual “se dictan normas de prevención y lucha

35
Como en el caso de “a” y “b”, por la obtención y utilización de EAA con una finalidad distinta a la que fueron destinados desde
su fabricación o formulación médica.
36
Como en el caso de “c”, al evidenciarse el contrabando de productos sin registro sanitario vigente.
37
El texto de esta norma superior dispone: Artículo 78. La ley regulará el control de calidad de bienes y servicios ofrecidos y
prestados a la comunidad, así como la información que debe suministrarse al público en su comercialización. Serán
responsables, de acuerdo con la ley, quienes en la producción y en la comercialización de bienes y servicios, atenten contra la salud,
la seguridad y el adecuado aprovisionamiento a consumidores y usuarios (…). (Negrilla fuera de texto) (Constitución Política de
Colombia de 1991).
38
El remanente de esta crítica será esbozado en el Capítulo IV.
26

contra el dopaje, se modifica la Ley 49 de 1993 39 y se dictan otras disposiciones”. Siendo esta ley
la más “reciente”, su contenido será examinado posteriormente (2.2.2.1).

Semejantes a estas disposiciones legislativas, las actuaciones por parte de la rama judicial
han buscado blindar la regulación antidopaje, y ampliar -someramente- otros conceptos. En
específico, la Corte Constitucional contempló la inclusión de disposiciones internacionales a través
del bloque de constitucionalidad, según su Sentencia C-376 de 2009. Estas disposiciones derivan
de una convención cuyos parámetros, lineamientos y sanciones superan en alcance a la regulación
interna frente al uso de EAA en el deporte. Unido a ello, se destaca de las consideraciones de la
Corte la reflexión sobre la “pureza” en la calidad de la profesión de los deportistas, haciéndose
más digna su labor sin recurrir al dopaje. En palabras de la Corte:

La Convención Internacional contra el Dopaje en el Deporte es un esfuerzo importante en


la lucha contra esa práctica prohibida, que contribuye a consolidar los valores y finalidades
que la Constitución de 1991 le ha trazado al Estado colombiano, ya que (…) promueve el
respeto de la dignidad humana de los deportistas (…)”. (Corte Constitucional, M.P. Gabriel
Mendoza, 2009).

Culminando, la Corte resuelve incluir en el bloque de constitucionalidad las reglas de la


Convención Internacional contra el Dopaje de 2005, promovida por la UNESCO (en cabeza de la
World Anti-Doping Agency “WADA”). Y así, al trasluz de la normativa precedente y los efectos
de esta sentencia, la prohibición del uso de EAA para deportistas profesionales en Colombia es
estricta, detallada y rotunda 40.

2.2.2.1 Posible Falta de Coherencia Legislativa


Fijado el marco legal vigente con relación al comercio y consumo de EAA en Colombia, regresaré
por un momento a analizar tres (3) componentes de la Ley 845 de 2003 (primero serán enunciados,
y luego explicaré su pertinencia para el debate legislativo): i) Como una de las finalidades de esta

39
En el caso de la Ley 49 de 1993, “por la cual se establece el Régimen Disciplinario en el Deporte”, no se menciona a los EAA u
otra modalidad de dopaje. Esta ley solo atañe las reglas en la actividad deportiva.
40
Valdría notar que a la fecha de la publicación de este trabajo (julio del 2020) el Ministerio del Deporte, a través de Coldeportes,
ha buscado robustecer las medidas antidopaje a nivel nacional. Esta determinación fue motivada por la controversia de dopaj e en
la que estuvo implicado el tenista colombiano Robert Farah. Entre las intenciones del Ministerio y Coldeportes, resaltan: Seguir en
el trámite para renovar el certificado internacional (validado por la WADA) de los laboratorios nacionales que realizan pruebas de
control antidopaje; e impulsar al Congreso a que modifique el artículo 380 del Código Penal colombiano, aumentando la pena por
incitar a deportistas a acudir a estas prácticas (Presidencia de la República, 2019; El Tiempo, 2019, 2020; El Nuevo Siglo, 2020).
27

ley se establece “(…) defender los derechos constitucionales de la salud” (Artículo 1º); ii) como
propósito “(…) evitar la utilización de sustancias (…) que producen alto riesgo para la salud de
deportistas” (Artículo 2º); y como fruto, iii) se erige la Comisión Nacional Antidopaje y Medicina
Deportiva (Artículo 6º), que tiene como unas de sus funciones “[l]a proposición y elaboración de
programas de capacitación e investigación que permitan el desarrollo del control al dopaje y de la
medicina deportiva” (Artículo 8º, literal c), y “[Proponer] la conformación de comisiones (…) para
la planeación, desarrollo y ejecución de acciones en control al dopaje y medicina
deportiva” (Artículo 8º, literal f). Lo pertinente al recalcar estos artículos es demostrar que las
autoridades competentes son conscientes de qué está en juego más allá del honor en la cancha. Por
esta y demás leyes promulgadas vemos que el Estado colombiano adopta una serie de premisas en
aras de restringir el consumo de EAA, a saber: Que el consumo de sustancias como los EAA
interpela la defensa del derecho a la salud (punto “i”); que dicha interpelación se debe a cómo el
peligro inherente a los EAA es real (punto “ii”); y tanto amerita combatir el consumo de estas
sustancias, que se erigieron comisiones en miras de supervisar esta realidad (así fuera solo en el
ámbito deportivo), y adelantar programas, investigaciones y propuestas de acción para socavar las
prácticas del dopaje en los círculos del deporte nacional. En abreviado, es en estos términos que
abogo por la coherencia legislativa que le atañe detentar al Estado para proteger y regular el
consumo de EAA en la sociedad colombiana; un punto que hará eco en deliberaciones sucesivas
y que será profundizado en el Capítulo IV.

Aparte de esta incoherencia legislativa, es extraño, aunque no desamparador, que órganos


como el Ministerio de Salud y la Corte Constitucional hayan reconocido las problemáticas
asociadas al consumo de EAA, y once (11) años después de la última manifestación reglamentaria
no contemos avances en la esfera de la protección de usuarios alternos de EAA. Esto no derrumba
la presunción de buena fe que predico de los aparatos de la rama ejecutiva y judicial, pero sí levanta
inquietudes sobre porqué se ha hecho tan poco. Y, en atención a ello, seguiré con el estudio del
Derecho a la Salud para vislumbrar cómo podría encararse el abuso de EAA en Colombia.

2.3 El Derecho a la Salud y los EAA

Entablar un diálogo acerca del derecho a la salud y los EAA exige valerme de -al menos- dos
presupuestos argumentativos. El primero lo uso para definir a “la salud” como: “(…) [U]n estado
28

de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o


enfermedades” (Negrilla fuera de texto) (OMS, 2006). Y el segundo nos sirve para introducir
algunos institutos jurídicos ligados a la salud como un derecho, así:

En clave de lectura del Estado social, [la salud] como un derecho integral e integrador (…)
implica la garantía real a gozar de un estado físico, mental, emocional y social que permita
al ser humano [actuar de] forma digna y al máximo sus potencialidades, en bien de sí
mismo, de su familia y de la colectividad en general (Negrilla propia) (Gañan, 2013).

Ambos presupuestos se hallan entrelazados, y ambos tocan aristas relevantes de la discusión. El


hincapié que hago en el primero ilustra una visión “idealista” de la salud, toda vez que esta debe
primar no solo cuando se ve afectada, sino también cuando permanece incólume 41. De igual forma,
el hincapié que hago en el segundo alude a la salud como un beneficio invaluable que debe ser
integral, y garantizarse 42 al colectivo. Así, la conjunción de estas ideas reclama que se emita
legislación propensa a evitar el consumo irresponsable de EAA en la sociedad, ya que el abuso de
estas sustancias contraria el goce efectivo de una vida saludable. Reclamo que se ha favorecido
por la evolución contemporánea del derecho a la salud colombiano.

Solo basta con volver la mirada a los artículos 44 y 49 de la Constitución Política de


Colombia, para reafirmar que de ellos emana el deber imperativo de salvaguardar la salud de
sujetos de especial protección (como los menores de edad) y el resto de la población. Un cometido
que, gracias a la Ley Estatutaria 1751 de 2015, hoy se le atribuye el rango de “fundamental”. Bajo
esa lógica, pues, las obligaciones del Estado según el artículo 5º de la Ley Estatutaria acarrean
garantizar y proteger el cumplimiento del derecho a la salud de todos los colombianos, mediante
la adopción de decisiones que no conlleven al deterioro de la salud de la población 43. Suponer,
entonces, que el Estado colombiano obviaría afrontar la amenaza de los EAA en nuestra sociedad,

41
Esta es una perspectiva que promueven los sistemas de salud estilo upstream, en la medida que sus políticas son de índole
preventiva (Arcadia, s.f.). Traigo este punto a colación, pues como veremos en los Capítulos III y IV, la lucha contra el abuso de
EAA es más eficaz en línea con políticas preventivas.
42 No sobra decir que, ante la eventual falta de su garantía, persiste la validez de este derecho. Tal como lo afirma Ferrajoli : “Si se

confunde derechos y garantías resultarían descalificadas en plano jurídico las dos más importantes conquistas del
constitucionalismo de este siglo, es decir, la internacionalización de los derechos fundamentales y la constitucionalización de los
derechos sociales.” (Ferrajoli, 2001, p. 59). De todas formas, en un ESD urge amparar los derechos sociales con garantías jurídicas
reales para su materialización, en pro de la dignidad de la persona humana y el bienestar de la comunidad.
43
Noción antecedida por desarrollos en la Ley 1122 de 2007, que esclarecen el ámbito de la “salud pública”: [L]a salud pública
está constituida por un conjunto de políticas que busca garantizar de manera integrada, la salud de la población por medio
de acciones dirigidas tanto de manera individual como colectiva , ya que sus resultados se constituyen en indicadores de las
condiciones de vida, bienestar y desarrollo (Negrilla fuera de texto) (Artículo 32º, Ley 1122 de 2007).
29

ultraja el amparo del derecho a la salud en lo colectivo e individual, y atenta contra el bien jurídico
de la salud pública44.

2.3.1 La Excusa del Derecho a la Salud


Lo anterior, sin duda, suena maravilloso. El problema es que las maravillas de esos enunciados no
siempre coinciden con la realidad. Esto puede leerse como algo bastante aparente, pero en unas de
esas instancias el error de simetría no es a causa de acciones u omisiones negligentes por parte del
Estado. De hecho, aquí es donde se complica el asunto, porque:

La jurisprudencia constitucional ha reconocido desde un inicio, que el Estado, o las


personas, pueden violar el derecho a la salud, bien sea por una omisión, al dejar de
prestar un servicio de salud, o bien por una acción, cuando realizan una conducta cuyo
resultado es deteriorar la salud de una persona. (Negrilla propia) (Corte Constitucional,
Sentencia C-313 de 2014, M.P. Gabriel Eduardo Mendoza M.).

Y de ahí se desprenden los miles de dilemas que entorpecen la defensa plena del derecho a la salud.
Un derecho que el Estado no puede negar a nadie, pero “nadie” sí puede -en ciertos casos- auto
negárselo. ¿Acaso ello aplica para los usuarios de EAA?

Si bien las excepciones del derecho a la salud incoan el debate sobre el derecho en el acápite
subsecuente, antes de continuar estimo oportuno acentuar otra cualidad que a ratos dificulta digerir
este derecho. Se trata de un ingrediente crítico en la receta de los derechos fundamentales: La
“irrenunciabilidad”45. Cualidad que hace de la salud un derecho inherente al ser humano46, y que
nos enfrenta a -como mínimo- dos retos teóricos. En primer lugar, si la irrenunciabilidad es
imprescindible ¿Debe el Estado hacer todo lo posible para impedir su alienación? Y, en segundo
lugar, si cada uno tiene la potestad de hacer lo que quiera con su vida ¿Puedo destruir mi propio
cuerpo abusando de EAA? Las respuestas, en principio, dependen del alcance del derecho al libre
desarrollo de la personalidad.

44
La totalidad de este argumento será esbozado en el Capítulo IV.
45
En Colombia, el derecho a la salud ostenta la cualidad de irrenunciable (Artículo 2º de la Ley Estatutaria 1751 de 2015).
46
Dicho de otra forma, el derecho a la salud (como cualquier otro derecho fundamental) es irrenunciable porque constituye la
propia esencia del ser humano y no puede separarse de la persona (Nava, 2012).
30

2.4 El Derecho al Libre Desarrollo de la Personalidad y los EAA

En un Estado donde se profesan amplias libertades individuales, el tamiz para ejercerlas es,
inversamente, el colectivo. Las libertades del colectivo templan las libertades del individuo, porque
las acciones de uno pueden repercutir en la vida de otros. Cómo repercuten y hasta qué punto, es
lo que marca la diferencia en los límites que establece el país anfitrión para armonizar el ejercicio
de esas libertades. Así, platicar sobre el derecho al libre desarrollo de la personalidad (en adelante
“DLDP”) nos lleva a trazar firmes distinciones entre las facultades de lo público y lo privado.

Al platicar sobre el DLDP en Colombia, nos apoyamos inicialmente en el artículo 16 de la


Constitución Política: “Todas las personas tienen el derecho al libre desarrollo de la
personalidad sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden
jurídico.” (Negrilla fuera de texto). De entrada, el énfasis que hago ratifica la existencia de límites
a libertades individuales, que dimanan de derechos colectivos. Empero, la sola enunciación de la
norma no aclara lo que comprende el DLDP. Por ello acudimos a la jurisprudencia unificada de la
Corte Constitucional: “El derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad protege la
capacidad de las personas para definir, en forma autónoma, las opciones vitales que habrán
de guiar el curso de su existencia. (Negrilla propia) (Sentencia SU-642 de 1998, M.P. Eduardo
Cifuentes M.). De modo que, si el concepto de “libre albedrío” fuera positivado, sería como lo ha
dicho la Corte Constitucional en la jurisprudencia citada.

Caracterizado de esta forma el DLDP, intercalar el tema de los EAA requiere volver a una
de las cualidades que el derecho a la salud comparte con el DLDP: La irrenunciabilidad. Importa
regresar a esta cualidad, pues en el curso de la vida de un individuo, hacer algo que atente contra
su salud puede estar en el mejor interés de esa persona. Uno de tantos ejemplos se refiere al abuso
de sustancias nocivas, dada la afinidad que una persona pueda tener a uno de los efectos que
produce la ingesta de esas sustancias. Esto, como es de esperarse, sucede a menudo con los EAA,
ya que para la mayoría de sus usuarios consumir estas sustancias les facilita satisfacer uno o más
objetivos vitales (Romano, 2016). La forma en que irrumpe acá la irrenunciabilidad del DLDP, es
al modular la intervención del Estado en la vida del individuo, cuando opera en pro de materializar
el derecho a la salud de ese individuo y del colectivo (al prevenir la propagación de conductas o
tendencias insanas). Y en esos términos, la tensión ya se saldó por expresa disposición
constitucional al reconocerse (como se dijo en el acápite 2.3.1), que el Estado o las personas
31

pueden violar el derecho a la salud y -ergo- a veces resulta válido sobreponer la irrenunciabilidad
del DLDP a la irrenunciabilidad del derecho a la salud. No obstante, lo que faltó por aclarar en esa
manifestación fue cómo juzgar legítima esa “sobreposición”.

2.4.1 El Verdadero Alcance del DLDP


En el caso de las fricciones entre la irrenunciabilidad del derecho a la salud y DLDP, dictaminar
hasta dónde puede justificarse una violación del derecho a la salud es tarea de la Corte
Constitucional. Así, la Corte ha elaborado a través de los años que la legitimidad de la transgresión
obedece a la magnitud del perjuicio que una renuncia autónoma al derecho a la salud ocasione a
los derechos de otras personas. Esto significa que, si la renuncia independiente al derecho a la
salud no configura un daño ajeno, la renuncia al derecho se reputa legítima. Citando a la Corte:
“[E]l legislador puede prescribirme la forma en que debo comportarme con otros, pero no la
forma en que debo comportarme conmigo mismo, en la medida en que mi conducta no
interfiere con la órbita de acción de nadie.” (Negrilla propia) (Sentencia C-221 de 1994, M.P.
Carlos Gaviria D.). Añadiendo en un desarrollo posterior, que:

La posibilidad de renunciar no es ilimitada en el caso de los derechos constitucionales


fundamentales; [esta] solo existe cuando se produce en condiciones de igualdad (…). [sic]
La renuncia es eficaz solo cuando se produce en ejercicio de la libertad concedida por el
derecho. (…) [es decir] La renuncia cabe, (…) en la medida en que el derecho
renunciado tenga por sentido la garantía (…) al libre desarrollo de la personalidad.
(Negrilla propia) (Corte Constitucional, Sentencia T-295 de 1999, M.P. Alejandro
Martínez C.)

Y para zanjar del todo el conflicto teórico que nos incumbe, esta misma corporación resolvió que
la cualidad “autónoma” de los derechos fundamentales, supedita su cualidad “irrenunciable”:

(…) [R]esulta oportuno distinguir entre la titularidad del derecho y el ejercicio del mismo,
pues, entiende la Sala que la titularidad de los derechos fundamentales es irrenunciable,
pero, el ejercicio de los mismos por parte del titular es expresión de su autonomía. Así
pues, si una persona en su condición de titular del derecho fundamental a la salud se
niega a [v.gr] practicarse un procedimiento, esto es, a materializar el ejercicio del
32

derecho, prima facie47 prevalece su autonomía. (Negrilla fuera de texto) (Sentencia C-


313 de 2014, M.P. Gabriel Eduardo Mendoza M.).

En suma, lo que refrena de forma legítima la materialización del derecho a la salud por parte de
quienes consumen EAA, es el ejercicio no coactado de su autonomía; aserción que fundamenta la
propuesta regulatoria del Capítulo IV.

Sentadas estas bases, los retos teóricos planteados al final del acápite 2.3.1 van disipándose,
así: Ante la pregunta de si el Estado debe hacer todo lo posible para impedir la alienación de la
cualidad irrenunciable del derecho a la salud, decimos que no, asumiendo que la renuncia esté
sujeta a la voluntad autónoma del titular del derecho. Y, en respuesta a la pregunta sobre la
posibilidad de destruir mi propio cuerpo abusando de EAA, decimos que sí, siempre y cuando mi
destrucción no irradie a los demás. Así las cosas, antes de pasar al Capítulo III nos conviene
esclarecer la incongruencia entre la tesis que sostengo y el caso de la dosis mínima.

2.4.2 Similitudes con el Caso de la Dosis Mínima


A mediados de la década de los 90s, el difunto magistrado Carlos Gaviria Díaz fue ponente de una
sentencia hito en la historia de la Corte Constitucional y el DLDP. En esta, la Sentencia C-221 de
1994, se declararon inexequibles las leyes que imponían al menos treinta (30) días de cárcel, multa
y reclusión obligatoria en centro psiquiátrico a cualquier colombiano que portara, detentara o
consumiera drogas estupefacientes. Con la emisión del fallo se legalizó la dosis mínima, y el país
experimentó un viraje polémico en la visión jurídica con que se afronta el consumo enfermizo y
riesgoso de drogas en la sociedad (Semana, 2018).

Aunque en ambos casos (EAA y dosis mínima) podemos hablar de cómo prevenir
enfermedades vinculadas al abuso de sustancias nocivas, los supuestos fácticos son incongruentes,
ya que el motivo para consumir difiere según la sustancia (ADF, 2017), y el patrón cultural ligado
a ambas conductas por separado, es distinto (NCBI, 2014; Gwizdek et al., 2018). Resumido en
palabras de Nora D. Volkow, directora de NIDA (2018):

47
Deriva de las consideraciones de la Corte que: “En cada caso concreto habrá de decidirse, si es admisible constitucionalmente la
renuncia del ejercicio del derecho, pues, tal uso de la autonomía puede entrar en tensión con otros valores y principios
constitucionales.” (Sentencia C-313 de 2014, M.P. Gabriel Eduardo Mendoza M). Precisión que no trastoca el hilo argumentativo
que mantengo, pues ya se tiene como caso concreto el abuso voluntario de sustancias perjudiciales a la salud.
33

El abuso de los esteroides anabólicos difiere del abuso de otras sustancias ilícitas porque
el abuso inicial de los esteroides anabólicos no está impulsado por la euforia inmediata
que acompaña a la mayoría de las drogas de abuso, como la cocaína, heroína y
marihuana, sino más bien por el deseo de los usuarios de cambiar su apariencia y su
rendimiento atlético, características de gran importancia para los adolescentes.
(Negrilla propia) (Volkow, 2018).

Hecha esta salvedad, las únicas congruencias admisibles son tres: i) El género de la materia sub
examine (“drogas”); ii) los argumentos en soporte de regular el consumo de sustancias nocivas; y
iii) la significancia para el debate de un fragmento de la ratio decidendi en la sentencia sobre la
dosis mínima: “Si a la persona se le reconoce (…) autonomía, no puede limitársela sino en la
medida en que entra en conflicto con la autonomía ajena.” (Corte Constitucional, Sentencia C-221
de 1994, M.P. Carlos Gaviria D.), Así pues, las ramificaciones de esta enmarcación conceptual
serán exaltadas en el Capítulo IV.

Como corolario de lo expuesto hasta ahora, la segunda mitad de este trabajo se centrará en
vertientes más aplicadas de la discusión. En el Capítulo III estudiaré de manera concisa el enfoque
y soluciones implementadas por otros países en la lucha contra el abuso de EAA en la sociedad; y
en el mentado Capítulo IV formularé principios jurídicos que nutran modelos factibles de
regulación de EAA en Colombia.
34

III. Óptica Internacional

Si tienes diez mil regulaciones, destruyes todo el respeto por la ley.


– Winston Churchill

Análoga a la forma como los deportistas suplementan su dieta con remedios exógenos, Colombia
ha suplementado sus sistemas sociales mediante cooperación internacional. En el campo del
Derecho, las contribuciones por parte de otros países y entidades no gubernamentales han
cimentado numerosas instituciones jurídicas y avances legislativos a lo largo del tiempo (Molina,
2011). Sin embargo, en el caso que nos apremia, podría decirse que la ayuda recibida por la WADA
se quedó corta 48. Por eso, vuelve a ser necesario buscar más allá de nuestras fronteras, procurando
encontrar así fuere un atisbo de alguna solución trasplantable al contexto colombiano.

En este capítulo presento los resultados de una indagación ultra sinóptica en casos de
regulación de EAA a escala internacional49, a fin de prestar elementos jurídicos, legislativos o
sociales que refuercen las propuestas de regulación elaboradas en el Capítulo IV. En los casos
escogidos para el análisis, veremos que las “alternativas” a la regulación terminan siendo útiles
como medida de contingencia temporal o parcial. La búsqueda de esta información se hizo en las
páginas oficiales del ministerio de justicia de cada Estado, en bibliotecas virtuales de derecho50, y
en páginas de prensa reputadas según el país. Asimismo, los criterios de selección para el análisis
de cada caso fueron: i) Que sea un Estado democrático 51; ii) que el patrón cultural relativo a la
venta y consumo de EAA exista en su sociedad; y iii) que en su ordenamiento se hayan incorporado
normas o estrategias para combatir o mitigar el abuso de EAA. En este orden de ideas, la redacción
de cada sub-acápite se divide en tres secciones: Patrón cultural; Regulación y estrategias; y -
breves- conclusiones.

48
Decir esto amerita hacer un par de salvedades: Aunque (i) el código antidopaje de la WADA fuera integrado al ordenamiento
colombiano a través de bloque de constitucionalidad en el 2005 (sin obviar que el código se actualiza cada año), y (ii) la WADA
custodia sus laboratorios de control antidopaje en Colombia (siendo Colombia uno de los 34 países pre stos a cumplir los rigurosos
criterios de la WADA), asevero que “la ayuda se quedó corta”, pues todas estas ventajas solo atienden a deportistas profesionales
(ONAC, s.f.; WADA, 2019).
49
No se mencionará regulación concerniente a deportistas profesionales (como WADA), a menos que lo único expreso sobre EAA
en el ordenamiento del país analizado sea esa clase de regulación.
50 Las bibliotecas consultadas fueron: Lexis Library; Westlaw; HeinOnline; JSTOR; vLex Global; y WILEY Online Library.
51
La preferencia al indagar sobre EAA en países de corte democrático, se debe a las semejanzas innatas que comparten con el
modelo estatal colombiano. Noción que puede extenderse hasta el contenido o aplicación de derechos como DLDP.
35

3.1 El Caso de Estados Unidos

Patrón Cultural: Recapitulando lo expuesto el acápite 1.4, se ratifica que el patrón cultural entorno
a los EAA también existe en Estados Unidos. En efecto, la NIDA ha revelado que: “La gran
mayoría de las personas que usan mal los esteroides son levantadores de pesas masculinos, no
atletas, entre los 20 y 30 años. (…) [y] alrededor del 22% de los usuarios de esteroides anabólicos
comenzaron como adolescentes.” (NIDA, 2018). Las cifras, asimismo, recalcan que la cantidad
aproximada de usuarios activos de EAA oscila entre los 4 millones (AlShareef y Marwaha, 2020).
Y, al especificar sobre los menores de edad, se constata que el uso indebido de EAA ocurre entre
estudiantes de grado octavo hasta grado doce, pero es más usual en estudiantes de grado doce
(NIDA, 2019). En cuanto al comercio, la venta es en cierta medida perpetuada por influjos de
proveedores o fabricantes externos, y por la elusividad de páginas de internet o redes sociales sin
titulares (GAO, 2005). Incluso, se estima que la mayoría de EAA vendidos de forma ilegal en
Estados Unidos provienen del exterior (DEA, s.f.; Sagoe, 2014).

Regulación y Estrategias: A nivel global, urge reconocer que el legislador estadunidense ha


marcado la pauta en normativa sobre la venta y consumo de EAA. La primera y más contundente
de estas normas fue la Ley de Control de Esteroides Anabólicos de 1990 (Anabolic Steroids
Control Act). Disposición que colocó a los EAA en el Anexo III de la Ley de Sustancias
Controladas (CSA), e hizo que la venta o posesión de EAA sin receta médica válida fuera ilegal.
El incumplimiento de esta norma conlleva una pena máxima de un (1) año en prisión y una multa
mínima de $1,000 USD (la pena máxima por tráfico es de cinco (5) años en prisión y una multa
de $250,000 USD). Además, si el sujeto reincide, las penas máximas en privación de la libertad y
sanción pecuniaria se duplican. Aparte de estas sanciones (que rigen para delitos federales), los
estados individuales también han implementado multas y sanciones por el uso ilegal de EAA. Lo
previo en parte motivado por la preocupación del consumo en menores52.

Palmarias a estas disposiciones legales, se destaca la utilidad de los institutos de inspección


e investigación que operan a lo ancho del Estado Federal (como el muy referenciado National
Institute on Drug Abuse - NIDA). Esfuerzos por parte de estas entidades han posibilitado compilar

52
Por ejemplo, el estado de Virginia permite la prueba de drogas en estudiantes como un programa legítimo de prevención de
drogas en la escuela, imponiendo sanciones a quienes resulten positivos por uso de EAA, y algunos otros estados y distritos
escolares individuales han considerado implementar medidas similares ( U.S. Department of Justice, s.f.).
36

información minuciosa para conocer, entender y combatir la problemática, y ello ha facilitado a su


vez, concebir legislación más eficaz. Adicional a ello, algunos de estos institutos dirigen campañas
de concientización con el fin disminuir la cantidad de usuarios o mitigar el abuso de EAA.

Conclusión: La problemática de los EAA es cuento trillado en Estados Unidos. El legislador de


este país fue el primero en sancionar modalidades indebidas de venta o posesión, y múltiples
entidades no gubernamentales han aportado conocimiento para aliviar la situación. Empero, la
regulación de consumo en población DNP es mínima, o no se haya unificada en el Estado Federal.

3.2 El Caso de España

Patrón Cultural: El abuso de EAA en España es un problema bien documentado (ABC, 2019).
Estudios recientes han demostrado, por ejemplo, que los índices de dismorfia muscular (vigorexia)
en la población DNP usuaria de EAA, pueden alcanzar hasta un 50% (n=744) (González et al.,
2018). En paralelo, la Inspección de Servicios Sanitarios de la Consellería de Sanidade de la Xunta
de Calicia, determinó que en cuatro (4) de las inspecciones efectuadas a oficinas de farmacia en
el 2015, se detectó el desvío de un total de 3118 envases de EAA (siendo una cantidad incierta
desviada a gimnasios). Y sobre estas mismas irregularidades en los desvíos, otro estudio (Vázquez
et al., 2015) determinó que deben incorporarse controles adicionales en la dispensación de
fármacos con ingredientes activos de EAA, pues el riesgo a la salud pública es inminente53.

Regulación y Estrategias: En el caso de España, el suministro de EAA se entiende como un delito


común de peligro concreto (Díaz, 2015). Conducta que fue positivada en el artículo 362 quinquies
del Código Penal, así:

Los que, sin justificación terapéutica, prescriban, proporcionen, dispensen,


suministren, administren, ofrezcan o faciliten a deportistas federados no competitivos,
deportistas no federados que practiquen el deporte por recreo, (…) sustancias o grupos
farmacológicos prohibidos, (…), que por su contenido, reiteración de la ingesta u otras
circunstancias concurrentes, pongan en peligro la vida o la salud de los mismos, serán

53
En alusión al problema de los desvíos de medicamentos, se observa que los mercados negros se han disparado desde que se
implantó la exigencia de receta médica para estos productos (ABS, 2019). Medida que va en línea con la normativa del Consejo de
Europa Medicrime de 2010, contra la falsificación de medicamentos que suponen una grave amenaza para la salud.
37

castigados con las penas de prisión de seis meses a dos años (…). (Negrilla fuera de texto)
(Artículo 362 quinquies, Ley Orgánica 10 de 1995).

El devenir de esta norma 54 es particularmente interesante, pues como lo señala la doctrina (Zárate
et al., 2016), aunque el tipo penal alude a aspectos relacionados con la protección de la pureza de
las competiciones deportivas, dicha finalidad no configura el bien jurídico protegido por el delito,
que no solo es la salud individual del deportista, sino la salud pública de todos los ciudadanos que
en otros ámbitos ajenos al deporte, pudieran hacer uso de las sustancias prohibidas en el ámbito
deportivo (AAP MADRID, núm. 521/2011, de 15 de julio ). El interés, sin duda, radica en que la
norma también concierne a DNPs. Empero, se aclara que en el ordenamiento español la persona
que consume sustancias dopantes jamás podrá ser condenada por un delito de dopaje; tal como lo
afirma la jurisprudencia: “Lo único cierto y seguro es que el deportista no es nunca autor del delito.
Ni aun cuando (…), la administración de sustancias cuente con su expresa voluntad y hasta con su
ferviente deseo.” (Juzgado de lo Penal de Valencia, Sentencia 401 de 2012).

Por otro lado, conviene asimismo resaltar las estrategias implementadas más allá de la
esfera judicial. Ejemplo de esto es la Guía Informativa Sobre Esteroides-Anabolizantes “Falsos
Amigos del Espejo”, propuesta por la Consejería de Sanidad de Valencia (“CSV”) en el 2010. En
esta, la CSV estima que enseñarle al público sobre el uso y riesgos de los EAA es la mejor forma
de evitar su abuso. De modo que la CSV admite, de entrada, los problemas sobre la venta y
consumo de EAA, y se esmera en recopilar a lo largo de 150 páginas, decenas de referencias a
informes médicos para explicar en un lenguaje sencillo en qué consisten los EAA y cuáles son sus
efectos dañinos a la salud física y mental. La guía también presenta información sobre cómo se
consumen los EAA, precisando sus vías de administración (orales, inyectables o tópicos), la
duración de sus efectos, su intensidad según la cantidad que se a consumida, y el objetivo a
conseguir. Finalmente, la guía concluye que los EAA, con independencia del estilo y cantidad de
la dosis, acarrean efectos mayormente nocivos a la salud.

Conclusión: De España se pueden sustraer varias riquezas jurídicas. Una breve apreciación
demuestra que la conciencia legislativa sobre la regulación de EAA es despierta y refinada. Y

54 El artículo 362 quinquies del Código Penal español fue introducido por la Ley Orgánica 7 de 2006, cuya finalidad es castigar las
dinámicas de suministro y consumo de sustancias prohibidas a deportistas, y preservar la salud pública. Esta última siendo
gravemente amenazada por la comercialización y dispensación sin control de productos carentes de garantía alguna y dañinos para
la salud (Benítez et al., 2010).
38

aunque el consumo de EAA es legal para DNPs, distintas dependencias del gobierno admiten la
gravedad de la situación, y han hecho un esfuerzo por investigar acerca de su abuso, concibiendo
herramientas educativas para contrarrestar estas prácticas.

3.3 Latinoamérica

Con el pretexto de ser un trabajo sobre la regulación de EAA en Colombia, decidí ahondar en más
de un caso latinoamericano. Pero, aun cuando en este capítulo nos sustraemos de analizar
regulación internacional que concierne solo a deportistas profesionales, en este acápite se hará la
excepción, ya que la búsqueda de normas o preceptos que impliquen a DNPs no arrojó resultados.

Aunado a lo anterior, el análisis de la regulación de EAA en países latinoamericanos se


caracteriza por tener tres rasgos en común: i) El establecimiento de prohibiciones y sanciones a
deportistas afiliados a federaciones deportivas mediante disposiciones legislativas, junto con el
seguimiento de entidades administrativas vinculadas a ministerios o secretarias de deporte (como
las comisiones antidopaje); ii) la ausencia de regulación para deportistas no vinculados a
asociaciones deportivas profesionales. Es decir, el consumo de EAA por personas que no estén
asociadas a las entidades mencionadas es libre; y iii) se puede afirmar que no existe regulación
que prohíba la comercialización de EAA. Lo previo es relevante por la particularidad del contexto
latinoamericano, dado el caso de México que propicia a que estos países sean destinos para la
adquisición de EAA por parte de consumidores norteamericanos. Veamos, pues, 3 goles que los
EAA le han metido a la población DNP latinoamericana.

3.3.1 El Caso de Argentina


Patrón Cultural: Un estudio sobre el consumo de EAA (n=200) publicado por la Facultad de
Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste (2013), concluyó que el consumo de EAA,
además de ser prevalente adultos DNPs, es notable en la población juvenil55. En palabras de la

55
Los resultados de este estudio fueron - Prevalencia: 6,5 %. Rangos etarios: 15-19 años (31%), 20-24 años (23%), 25-29 años
(15%), 30-34 años (8%), 35-39 años (8%), 45-49 años (15%). Anabólicos más consumidos: Dianabol (46%), Testosterona (23%),
Nandrolona (23%) y Estanozolol (8%). Fuentes de obtención: Internet (77%), entrenadores (69%), nutricionistas (23%),
farmacéuticos (23%) y médicos (15%). Razones para el consumo: rendimiento físico (77%) y estética (54%). Efectos adversos:
trastornos psicológicos (62%), acné y pérdida de cabello (46%), menor deseo sexual, (31%), mayor deseo sexual (15%), problemas
de erección (8%).
39

autora: “En conjunto, lo expuesto argumenta la necesidad del compromiso de la sociedad en


general para la prevención y educación en el uso de esteroides anabólicos”. Recomendación que
parece no haber sido escuchada a cabalidad en estrados nacionales.

Regulación y Estrategias: La ley más reciente es la Ley 26.912 de 2013, que establece el régimen
jurídico para la prevención y el control del dopaje en el deporte. El objeto de esa ley 56 es la
prevención del dopaje en el deporte, la lucha contra el dopaje en el deporte sobre la base del
principio del juego limpio, y la protección de la salud de los que participan en las competencias.
El ámbito de aplicación, como dispone el artículo 3° de esta ley, corresponde a: Todas las personas
que sean miembros de una federación deportiva nacional (sin importar su lugar de domicilio o el
lugar donde se encuentren situados); todas las personas que sean miembros de clubes deportivos
federados, equipos, asociaciones o ligas que participen de cualquier forma en cualquier actividad
organizada, celebrada, convocada o autorizada por una federación deportiva nacional de la
República Argentina, o a una liga nacional no afiliada a una federación deportiva internacional.

Conclusión: La regulación de EAA en Argentina tiene un enfoque de prohibición y sanción al


consumo, cuando los consumidores sean miembros de una federación deportiva nacional. Esto
implica que el consumo y comercialización de estos productos más allá del ámbito deportivo, no
tiene sanción alguna (EAA 1, Latinoamérica 0).

3.3.2 El Caso de Perú


Patrón Cultural: Según un estudio de la fundación peruana Procrear (2010), el 6% de las personas
que acuden a los gimnasios en el Perú consumen sustancias dentro de las que se encuentran los
EAA. Además, el 75% de hombres dedicados a la mejora y el moldeamiento corporal reportan
haber usado en algún momento dichas sustancias.

Regulación y Estrategias: La Ley N° 28.036, en el Capítulo Cuarto, Subcapítulo Tercero,


denominado “Comisión Nacional Antidopaje”, establece disposiciones normativas frente a la
materia. Se resalta que esta Comisión tiene funciones de carácter consultivo57 del Instituto Peruano
del Deporte. Por tanto, tal como lo establece el artículo 30 de esta ley, la Comisión debe asesorar
al Instituto Peruano del Deporte y al sistema deportivo nacional, para el lo gro de mejores resultados

56
Artículo 1° de Ley 26.912 de 2013.
57
Artículo 32 de la Ley N° 28.036.
40

deportivos y el establecimiento de mecanismos e instrumentos para la lucha, control y prevención


del consumo de sustancias prohibidas, así como el uso de métodos ilegales para el aumento
artificial del rendimiento deportivo (en concordancia al Código Mundial Antidopaje de la WADA).

Conclusión: Lo curioso en el caso peruano es que el país incumple el Código Mundial Antidopaje
(Artículo 22, núm. 8 58), dado que el órgano nacional dedicado a la lucha contra el dopaje no es
autónomo respecto del gobierno de su país. Es decir, al estar la Comisión vinculada al Instituto
Peruano del Deporte, no es independiente. Adicionalmente, no existe regulación sobre EAA para
DNPs (EAA 2, Latinoamérica 0).

3.3.3 El Caso de México


El caso mexicano es bastante peculiar debido a la relación que tiene con el mercado de EAA en
Estados Unidos. La DEA (2004), afirmó que el uso ilegal de EAA era nutrido por varias fuentes,
provenientes principalmente de México y Europa, pues en esos países no hay ninguna regulación
para la venta de estos productos. En soporte a ello, la Government Accountability Office (2005),
hacía referencia a la facilidad con que los EAA eran comprados sin prescripción médica. Las
conclusiones de ese informe también aludían a que las ventas de EAA provenían del extranjero,
particularmente de México, así como de otros países como Rusia, Rumania y Grecia. Aunque esta
información sea anticuada, no se encontraron fuentes recientes que notifiquen disminuciones en el
fenómeno de provisión ilegal de EAA por parte de otros países o regiones del mundo.

Patrón Cultural: Conforme a un estudio realizado en el marco del curso de Fisiconstructivismo


(2001), el cual es impartido por la Federación Mexicana de Fisiconstructivismo, se asevera lo
siguiente: Que de un cuestionario (n=152) realizado a DNPs con edades entre los 16 a 56 años, el
consumo de EAA fue de 26.4%, siendo más frecuente entre varones de 21 a 30 años. Luego, del
total de usuarios de estas drogas, el 72% recomiendan su uso, aun cuando conocen los efectos
colaterales que pueden llegar a presentarse y comprometer la salud. Quince (15) años después, el
subdirector médico de la Comisión Nacional de Cultura Física y el Deporte (CONADE, 2016),
confirmó que la realidad del consumo irresponsable de EAA persiste en el país.

58 El artículo 22, numeral 8, establece: “Cada gobierno debe respetar la autonomía de la Organización Nacional Antidopaje en su
país o una Organización Regional Antidopaje a la que pertenece su país, y cualquier laboratorio aprobado por la AMA en su paí s,
y no interferir en sus decisiones y actividades operativas ” (WADA, 2020).
41

Regulación y Estrategias: La Ley General de Cultura Física y Deporte, en su Capítulo V, establece


la regulación sobre sustancias prohibidas y métodos no reglamentarios en el deporte. En el artículo
107 se declara de interés público, la prohibición del consumo, uso y distribución de sustancias
farmacológicas potencialmente peligrosas para la salud, y métodos no reglamentarios destinados
a aumentar artificialmente las capacidades físicas de los deportistas. Aun así, esta norma solo
aplica para todos los deportistas que integren las preselecciones y selecciones nacionales.

Conclusión: Del caso mexicano se concluye que, primero, los informes de autoridades
norteamericanas establecen que la ausencia de regulaciones hace de México un mercado preferido
para la obtención de EAA. Segundo, se observa que la Ley General de Cultura Física y Deporte
establece prohibiciones a deportistas que participen en competiciones nacionales o internacionales.
Y tercero, no existe regulación frente a otro tipo de deportistas (EAA 3, Latinoamérica 0).

3.4 Conclusiones Generales

De esta revisión simplificada sobre la normativa internacional se puede concluir que: i) En ninguno
de los casos es posible constatar una disminución histórica en el número de usuarios activos de
EAA; ii) tampoco fue posible establecer una correlación entre disminuciones en número de
pacientes que sufren de enfermedades no transmisibles ocasionadas por el abuso de EAA, y las
mismas enfermedades ocasionadas por factores desligados al abuso de EAA; iii) ningún país
cuenta con algún dispositivo jurídico que haga las veces de regulación de consumo de EAA; iv)
países que han lidiado con esta problemática durante más tiempo (Estados Unidos y España)
abogan por educar antes que castigar; y v) Latinoamérica necesita mejorar sus estrategias de
combate en este plano. Ahora, ad-portas del final, tengamos en mente los elementos descritos en
este capítulo, y pasemos a determinar si algo puede trasplantarse al contexto colombiano.
42

IV. Retos para Colombia

La ley debe mandar, no polemizar.


– Séneca

Hércules no siempre fue adepto a su fuerza. De hecho, ser fuerte le trajo más desgracias que
fortunas. Nadie estuvo para ayudarle a templar su ira, ni para educarlo en cómo evitar tristes
secuelas por el uso irrestricto de sus dones. Así, este héroe, antes de ser heroificado, mataría -sin
dolo- a su esposa e hijos. Luego, buscando el perdón, haría los doce trabajos que terminarían
inmortalizando su nombre. Y, aun cuando pueda decirse que de haber carecido fortaleza no habría
realizado esas proezas, por sus mismas capacidades indómitas, tuvo que sufrir desde el inicio.
Aunque ningún mortal se halle en la posición de Hércules, muchos padecen igual por querer emular
aptitudes físicas inhumanas. “Inhumanidad” que se deduce por la imposibilidad de lograr, sin
tergiversar los límites naturales del cuerpo humano, talentos herculinos.

Devuelta al plano de la realidad, lo expuesto hasta este punto nos demuestra que existen
entidades y argumentos capaces de aminorar los deseos imprudentes de ciertas personas. En el
caso de los EAA, mientras el Estado Social de Derecho actúa como la entidad encargada de
hacerlo, la salud pública fundamenta su pretexto. Empero, sabemos ya que el ímpetu al defender
la salud puede ser inhibido por el ejercicio legítimo de la autonomía personal. Autonomía que, a
su vez, tampoco es absoluta, y ha de modularse si su manifestación repercute de forma negativa
en la vida de otros. Entonces, el impase debe resolverse ponderando; o, más bien, regulando. Dicho
ello, en este capítulo (4.1) ratificaré la importancia de la regulación como medio de protección de
derechos colectivos e individuales; y (4.2) propondré principios como guía en la concepción de un
modelo de regulación viable para la venta y consumo de EAA en Colombia.

4.1 La Necesidad de Regular

Regular no significa que a la venta y consumo de EAA le sobrarán restricciones. En realidad, lo


opuesto es más viable y propenso a suceder, en la medida que los gobiernos apoyen sistemas de
licencias cuidadosamente diseñados para proteger la salud de los consumidores y promover la
equidad (TDPF, 2019). En el caso de los EAA, el argumento a favor de regularlos es imperativo,
43

puesto que siguen estando ampliamente disponibles en el mercado global y local, y cualquier
persona -sin importar la edad- puede adquirirlos de diversas maneras (DEA, s.f.). Más aún, como
fue evidenciado en los capítulos anteriores, los EAA no tienen estándares unificados de
fabricación, no hay garantías de protección al consumidor, y los productos suelen obviar
indicaciones de seguridad o advertencias detalladas para el consumo. A fin de cuentas, recordando
lo planteado en el acápite 1.5, solo una mínima fracción de los usuarios de EAA comprende la
verdadera naturaleza del contenido de los productos que adquiere, los riesgos a los que se enfrenta
utilizándolos, y cuánto podría matarlos.

En línea con estas aserciones, el argumento a favor de regular se complementa con los
deberes inherentes a los sistemas de salud y las obligaciones del Estado. Esto es, que los sistemas
de salud deben responder a escenarios complejos que exigen reacciones inteligentes, donde la
inversión de recursos limitados se optimice a partir de la planeación, gestión y evaluación de
políticas de salud basadas en evidencia (MinSalud, 2013). Y, nuevamente, por lo argüido en
capítulos anteriores es claro que al tratarse de EAA se ostenta evidencia suficiente para afirmar
que el consumo irresponsable de estas sustancias es un problema de salud pública, y ello amerita
una respuesta por parte del sistema. Lo único incierto en el caso colombiano es cómo debe
sopesarse entre la gravedad de la situación, la inmediatez de la respuesta, y la cantidad de recursos
requeridos para solventar el problema. Responder, en todo caso, es obligación ineludible del
Estado, pues hacerlo va acorde a la faceta “prestacional” de salud pública, siendo esta una
concreción del enfoque del derecho a la salud en términos de la garantía de un ciclo de servicios
que van desde la promoción de la salud, hasta el tratamiento especializado (MinSalud, 2017).

Contemplamos, igualmente, que los beneficios de regular exceden sus percances, y


motivan al Estado más allá de sus obligaciones. De acuerdo con el informe “Regulación – El
Control Responsable de las Drogas”, emitido por la Comisión Global de Política de Drogas en el
2018, urge primero reconfigurar el statu quo entorno al control de drogas:

La criminalización del consumo y posesión de drogas para uso personal también se


reconoce cada vez más como un obstáculo para la efectividad de las políticas de salud.
Además, la penalización socava el estado de derecho y fomenta los prejuicios, el
estigma y la discriminación contra las personas y las comunidades (Negrilla fuera de texto)
(CGPD, 2018).
44

Y, segundo, al preguntarse quién debería asumir el control de las sustancias que conllevan riesgos
graves para la salud (¿El Estado o el crimen organizado?), la comisión afirma: “Estamos
convencidos de que la única respuesta responsable es regular el mercado, establecer
regulaciones adaptadas a la peligrosidad de cada droga y monitorear y hacer cumplir estas
regulaciones.” (Negrilla propia) (GCDP, 2018).

En últimas, regular acarrea una injerencia estable del gobierno en cada elemento del
mercado, tal como ya se ha hecho con el alcohol, el tabaco, los farmacéuticos, y cualquier otro
producto consumible. Traducido esto de manera concisa al ámbito de los EAA: Podemos regular
la producción (dónde se producen y quién los produce); el tránsito (desde la producción hasta el
mercado); los productos en sí mismos (en cuanto a su preparación, su embalaje, y precios); los
vendedores (que sean licenciados o no); los puntos de venta (si son locales o servicios de entrega
en línea); y en caso de ser locales, regular qué fachada deben exhibir, dónde se pueden ubicar, y
sus horarios comerciales; podemos asimismo regular el marketing o publicidad de los productos;
y, quizás el componente más importante de todos, la disponibilidad, que se refiere al acceso por
parte de los compradores y usuarios de EAA, imponiendo límites de edad o advertencias para
sujetos que padezcan de condiciones médicas particulares. Todas estas son matices de la
regulación que operan en el marco de un producto legal, controlado por el Estado, en oposición a
un producto ilegal, controlado por criminales. Empero, es obvio que la solución al problema no ha
de ser homogénea, dado que los EAA varían según sus efectos y el ambiente donde se consumen
o emplean. Así las cosas, antes de ahondar en los otros beneficios de la regulación, mencionaré
algunos de los modelos regulatorios probados en la actualidad.

4.1.1 Modelos de Regulación


Con base en ejemplos sobre la regulación de drogas y sustancias populares, la TDPF (2019) ha
decantado cinco (5) modelos de regulación eficaz, adaptables a distintas clases de legislación. En
este trabajo no escogeré un modelo aplicable al caso de los EAA en Colombia, pero sí los enuncio
a modo de reflexión; comenzando por el más restrictivo, y culminando con el menos restrictivo:

a) Prescripción Médica: Este modelo consiste en ejercer un control médico riguroso para la
dispensación de drogas a usuarios registrados que lo soliciten. La restricción está en que
45

obtener y consumir la sustancia solo sería permitido en un escenario clínico, vigilado por
profesionales de la salud (verbigracia: Los suministros asistidos de heroína en Suiza).

b) Minoristas de Farmacia: En este modelo se cuenta con un especialista entrenado que vende
las drogas a usuarios registrados. Los especialistas serían capaces de brindar asesoramiento
y hacer cumplir el régimen de licencias, doblando como un portero al mercado de drogas.
La TDPF señala que este modelo es viable para drogas con mediano potencial de letalidad.

c) Ventas Autorizadas: La diferencia entre este modelo y el “b” radica en que los adultos
consumidores no deben estar registrados, y solo es posible consumir el producto por fuera
del lugar licenciado, o en espacios donde lo permita la ley. Ejemplo de ello es el cannabis
en Canadá o Estados Unidos, obtenido en tiendas licenciadas con prohibición de consumo
en zonas públicas. Adicionalmente, como requisito para obtener la licencia, se exige a los
minoristas capacitación para ofrecer recomendaciones acerca del consumo responsable.

d) Locales con Licencia: Este es el modelo más común y mejor establecido en la sociedad
contemporánea. Difiere del “c” en el sentido que el producto puede ser consumido en el
local donde se adquiere (como bares, cantinas o clubes para tomar alcohol), o consumido
por fuera de espacios licenciados (si fueron comprados en algún almacén). De modo que
la “carga regulatoria” recae en su mayoría sobre el proveedor.

e) Venta Libre: Al tratarse del modelo menos restrictivo, se consideran sustancias con bajo
potencial de letalidad, pero que aún son reguladas por el gobierno para asegurar estándares
de calidad, salubridad y etiquetado adecuado. Generalmente, los productos cubiertos por
este modelo son aquellos a base de cafeína o coca (como el té de coca).

Resulta factible, pues, que los EAA tengan cabida en algún modelo de regulación. Pero, dados los
diferentes tipos de EAA en el mercado (seccionados según sus efectos o la especie animal
destinada para el consumo 59), lo más sensato sería designar distintos modelos de regulación acorde
al nivel de peligrosidad de cada clase de EAA. Ahora pasaré a esbozar los otros beneficios de la
regulación de estas sustancias.

59
Como en el caso de la boldenona, referida en el sub -acápite 2.2.1.
46

4.1.2 Los Otros Beneficios de la Regulación

Si bien esclarecer lo “incierto” 60 es una labor que escapa el alcance de este trabajo, mencionarlo
abre la reflexión sobre los otros beneficios61 que realzan el valor de regular. El primero de estos
es: La captación de información pertinente. Aun reconociendo (como fue descrito en los acápites
1.6, 2.1, 2.2 y 3.3), que el patrón cultural entorno al abuso de EAA existe en Colombia y
Latinoamérica, ningún gobierno o entidad es capaz de ofrecer datos exactos para asentir qué tan
severa es la situación en su contexto. Esta falta de datos entorpece la gestión de agentes oficiales
(pues no sabrán cómo mejor afrontar la situación), e impide monitorear el uso de EAA en la
población (lo cual facilita precaver instancias de abuso o exceso en venta y consumo). Aquí el
contraste se refleja en los esfuerzos de instituciones como NIDA, de Estados Unidos 62, que elabora
reportes anuales para ayudar en la coordinación de estrategias federales que combatan el problema.
Pero, creo que el inconveniente con este acercamiento se arraiga en la intención por combatir la
realidad del consumo de EAA, ya que aun pretendiendo asfixiar las vías que nutren la obtención,
venta o dispensación irregular de estas sustancias, la demanda por EAA se mantiene y los mismos
indicadores de NIDA (2019) señalan que la tendencia se acrecienta año tras año. Entonces, al
auspiciar medios estatales (o autónomos con veeduría estatal) que capten la información y
evidencia pertinente, se tendrían recursos intelectuales para dirigir acciones y políticas que
prevengan de manera legítima y eficaz, el comercio ilícito y consumo temerario de EAA,
aumentando sus probabilidades de éxito.

El segundo beneficio alude a ventajas económicas. Con independencia del modelo


regulatorio a implementar, la administración tendrá costos que cubrir. Empero, los recursos que
serían liberados por no tener que contrarrestar el tráfico o contrabando de EAA son,
discutiblemente, superiores. La CGPD (2018) y la TDPF (2019) han señalado, por ejemplo, que
suplir el gasto de la guerra contra las drogas asciende hasta los cien billones de dólares
($100.000.000.000 USD) anuales (sin contar la pérdida de vidas), lo cual se aproxima al
presupuesto total de ayuda global. Así, una regulación más robusta permite conservar la inversión

60
En referencia a que, en el caso colombiano, no se sabe cómo debe sopesarse entre la gravedad de la situación, la inmediatez de
la respuesta, y la cantidad de recursos requeridos para solventar el problema.
61
Estos beneficios derivan de mi apreciación personal sobre la materia, basándome en el estudio e investigación recopilada a lo
largo de todo el trabajo, y en las recomendaciones de la Global Comission on Drug Policy (“GCDP”), al igual que la Transform
Drug Policy Foundation (“TDPF”).
62
Ver acápite 3.1.
47

agregada de tiempo y recursos necesarios para resistir la informalidad de la fabricación,


adquisición y suministro de EAA (evidenciadas en el acápite 1.4, 2.2, y el Capítulo III). Luego, el
ahorro por trasladar el dominio del mercado al Estado podría ser invertido en salud, educación, y
proteger a la comunidad y a los menores de edad.

Finalmente, el tercer beneficio estriba en la práctica segura. A grandes rasgos, este


beneficio se traduce en: (i) Evitar la propagación de modalidades que amplifiquen el peligro, y (ii)
avivar la conciencia ciudadana. De un lado, (i) ejercer control legítimo sobre la venta y consumo
de EAA previene que prácticas 63 como la ingesta simultánea de múltiples compuestos anabólicos,
o la fabricación de EAA clandestinos, continúen perpetuándose. A la par, la promulgación de
normas que coaccionen a los fabricantes de EAA a incluir advertencias explícitas sobre los efectos
secundarios/adversos de estas sustancias en la salud, similares a aquellas en las cajetas de
cigarrillos, podría desalentar el uso o abuso por parte de consumidores. Y, de otro lado, (ii) al
emplear canales oficiales de comunicación para educar a la población (particularmente a los
deportistas), sobre los riesgos inherentes a estas sustancias, se engruesa el blindaje ante las
prácticas lesivas antes referidas (propuesta materializada en el caso de España 64); y los usuarios
que por temor a ser estigmatizados no buscan ayuda, se sentirían más cómodos al hacerlo.

4.2 Principios Jurídicos para la Regulación de EAA en Colombia

Ante una realidad que ya ostenta reconocimiento jurídico por parte del Estado colombiano
(expuesto en los acápites 2.1 y 2.2.), se estima congruente que el paso a seguir sea legislar a favor
de la protección de los DNPs. Iniciativa que, en mi criterio, no se ve respaldada por la voluntad
política en pro de aumentar la pena a quien incurra en la conducta del tipo consagrado en el
Artículo 380 del Código Penal65; ya que es irrisoria no solo en términos de evitar el uso de EAA
en la población deportista profesional 66, sino que además sería inútil para mitigar las dinámicas
que atentan contra los DNPs 67. Nada de esto atiende a la seriedad de la situación cuando el patrón
cultural relativo a la venta y consumo lícito e ilícito de EAA existe en Colombia y el mundo, y se

63
Referenciadas en el sub-acápite 1.4.1.
64
Ver acápite 3.2.
65
Consultar sub-acápite 2.1.1.
66
Recordando que, en 41 años, el art. 380 ha sido aplicado un total de 18 veces, resultando en ninguna condena.
67
Aserción amparada en la investigación compilada a lo largo de este trabajo, y en las recomendaciones proferidas por la GCDP
en el 2018, y la TDPF en el 2019.
48

agrava con el paso del tiempo. En este orden de ideas, la última contribución de este trabajo se
centrará en esbozar -de manera sucinta- cinco (5) principios jurídicos para guiar las elucidaciones
del legislador al concebir regulación sobre la materia.

4.2.1 Protección Juvenil


En los cimientos de una regulación estable de EAA en Colombia reside el deber de proteger a los
más vulnerables; y dado que cualquier ciudadano puede ser “DNP”, los menores de edad se
incluyen entre los rubros poblacionales que están más expuestos al peligro. En efecto, como fue
establecido en el acápite 1.4, y los sub-acápites 1.5.1.1, 2.1.1 y 2.4.2: Este cohorte de la población
(i) es más susceptible a volverse usuarios activos de EAA desde temprana edad; (ii) a comparación
de adultos, los menores y adolescentes sufren afecciones agregadas a la salud por el uso de EAA;
y (iii) en algunos casos, estos también delinquen al poseer o suministrar EAA 68.

Sumario a ello, en virtud de los valores y obligaciones del Estado 69 se evoca supremo
cuidado al guardar la salud de los menores. Cuidado que templa el alcance del derecho al libre
desarrollo de la personalidad de los menores, pues como lo ha dispuesto la Corte Constitucional:
“[E]l pleno ejercicio del derecho al libre desarrollo de la personalidad está relacionado con la
capacidad que tienen las personas de tomar decisiones, que depende de una voluntad reflexiva
formada.” (Negrilla propia) (Sentencia C-246 de 2017, M.P. Gloria S. Ortiz D.). Y para el caso
de los menores de edad, la Corte explica en la misma jurisprudencia que: “[E]sto se traduce en
que, a mayor capacidad, los niños, niñas y adolescentes tendrán mayor posibilidad de disponer de
este derecho, pero siempre guiada por la salvaguarda de su mejor interés” (Negrilla propia).
Por ende, existen diferentes ámbitos en los cuales la autonomía de los menores de edad se ve
limitada o condicionada según la etapa de la vida; y en ese sentido, salvaguardar su salud conlleva
la prohibición de venta, suministro o consumo recreativo70 de EAA por menores.

68
Entre las 18 veces que ha sido aplicado el art. 380 del Código Penal, tres (3) de los grupos indiciados corresponden a la categoría
de adolescentes (14 a 17 años).
69 En complemento a los preceptos constitucionales, se exaltan a su vez los deberes en la Convención Internacional Sobre los
Derechos del Niño de 1989, aprobada por la Ley 12 de 1991.
70
Léase como el uso de EAA con fines estéticos, o para el desarrollo de aptitudes fisiológicas sin fundamento médico.
49

4.2.2 Uso Lícito


Otra piedra angular en la estructura legislativa que asimile a los EAA en nuestra sociedad, es la
autonomía. Como fue argüido en el acápite 2.4, esto quiere decir que el ejercicio legítimo de la
autonomía inherente al derecho al libre desarrollo de la personalidad convalida el consumo de
EAA en la población adulta. Entonces, en lo que respecta el consumo no habrá intromisiones por
parte del Estado, a menos que un consumidor incite a otros a hacer lo mismo. Empero, detectar y
probar ocurrencias de ese estilo es una tarea difícil, y más cuando el patrón cultural se perpetúa
entre amistades. Por fortuna, esa clase de preocupaciones han de ser subsanada s tras la
implementación de un sistema de regulación en el cual la injerencia del Estado sea proporcionada,
no se criminalice a los usuarios, y se fomente el uso responsable de estas sustancias (punto que
será reforzado en los principios subsecuentes).

No obstante, el uso regulado de EAA implica, a su vez, replantear la posesión lícita de estas
sustancias. Porque penalizar la posesión, como se ha hecho históricamente en Estados Unidos y
España, no ha demostrado disminuir los índices de consumo excesivo o el crimen asociado a la
fabricación o comercio 71 de EAA. Además, las cantidades de posesión permitidas han de variar en
dependencia a la cualidad del sujeto, como en el caso de algunos miembros de la población
transgénero o los culturistas profesionales 72. De modo que, si fuera a admitirse la dosis mínima de
EAA, quizás habría que separar a usuarios recreativos o aficionados, de usuarios que los requieren
para satisfacer objetivos vitales.

4.2.3 Comercio Regulado


Intrínseco al uso de EAA, está su fabricación y comercio. En este frente la ley debe ser clara y
contundente, ejerciendo controles más estrictos sobre los canales de producción y distribución de
estas sustancias. Ya apreciamos en el acápite 1.4 y en el Capítulo III que las irregularidades en el
mercado de EAA son multifacéticas, repercutiendo en la manera como son fabricados, etiquetados
y vendidos. En el caso de Colombia, la única entidad indirectamente encargada de custodiar esta
gestión es incapaz de hacerlo a cabalidad73, e incluso, por incidentes de dopaje con EAA destinados

71
Consultar acápites 3.1 y 3.2.
72
Ver acápite 1.5.
73
En atención a la insuficiencia del INVIMA descrita en el sub -acápite 2.2.1.
50

para uso en animales 74, es evidente que aún falta mucho por precisar. Asimismo, reitero que la
venta indiscriminada de EAA no puede permitirse, pues los efectos de los productos no son
idénticos. De ahí que quienes dispensen estas sustancias estén acreditados para tal efecto, y que
las advertencias y contraindicaciones en los empaques de los productos sean explícitas.

Y al respecto de las licencias, un par de anotaciones: Primero, convendría revisar al alcance


del Artículo 300 de la Ley 9 de 1979 75, que reza: “Todos los productos (…) que se importen al
país, deberán tener un certificado del país de origen (…), autenticado ante el Consulado de
Colombia (…) en el cual, además, se debe certificar su aptitud para el consumo humano.”
(Negrilla fuera de texto). El problema al aplicar esta disposición a los EAA es que no sería sensato
reclamarle a un fabricante que certifique la aptitud de su producto para el consumo humano,
cuando se supone que así no sea76. Y, segundo, en vista de las recomendaciones emitidas por la
International Drug Policy Consortium (2019), sería procedente extrapolar al contexto colombiano
el modelo de regulación “c”, mencionado en el acápite 4.1.1, adecuable a varios tipos de EAA.

4.2.4 No Taxatividad
Aunada a la regulación del uso y comercio, debe fijarse la no taxatividad de listas que recopilen
los tipos de EAA disponibles en el mercado o las modalidades habituales de consumo. Este aspecto
se atribuye a la constante innovación en productos de EAA, y en las técnicas de utilización
predilectas según la temporada o costumbres populares. Reducir, por tanto, a una lista taxativa las
clases de EAA o métodos permitidos para el consumo, truncaría los esfuerzos por regular el
mercado vigente y desampararía a las personas que decidan ensayar modos alternos de consumo.
Al no ser taxativos, pues, los mecanismos de regulación de EAA se amoldan a toda novedad.

4.2.5 Ánimo Educativo


Finalmente, en aras de hacer sostenible cualquier sistema que formalice la venta y consumo de
EAA en la sociedad, impera educar a la población. En gran medida, la buena voluntad de las
personas suele determinar la eficacia del modelo regulatorio (GCDP, 2018), y esa voluntad es más

74
Nota relativa al caso de dopaje en el que el tenista colombiano Robert Farah resultó positivo para boldenona. Más detalles acerca
de este suceso se hallan en los pies de página 11 y 40.
75
Por la cual se dictan medidas sanitarias.
76
Nuevamente destaca el caso de la boldenona, descrito en el acápite 2.2.1.
51

proclive a darse si la comunidad entiende la necesidad de regular (TDPF, 2019). Empero, este
ánimo educativo no ha de enfocarse en teorías sobre regulación, sino en la realidad del peligro
imbricado en el consumo y comercio de EAA. Así, reputadas autoridades (DEA, s.f.; NIDA, 2019;
TDPF, 2019) han sugerido que el factor más importante para mitigar el abuso de estas sustancias
radica en la educación sobre los efectos secundarios adversos, y los síntomas de abuso. Por ello,
posturas como la de la Consejería de Sanidad de Valencia son destacables (ver acápite 3.2), ya
que, al reconocer abiertamente el problema, se facilita la cooperación del grupo focal y se
previenen tragedias por el uso ignorante de EAA.

Palabras de Cierre

Los EAA se han usado desde hace casi un siglo, y en la actualidad, la tendencia que incita al
consumo parece más latente que nunca. Pero los EAA son peligrosos, y ese peligro empeora al
dejar el comercio en manos de redes criminales, o al no vigilar el consumo de usuarios temerarios.
Muchas de las cosas que usamos, consumimos o hacemos son riesgosas. La regulación se trata de
gestionar el riesgo y ofrecer un medio probado que ayude a cimentar alternativas para la protección
de las personas, y especialmente los más vulnerables. A través de la regulación hemos mejorado
la seguridad y reducido el riesgo en diversas áreas, como: La conducción de automóviles; el
manejo de químicos; la producción de alimentos; el suministro de agua; la industria farmacéutica;
la calidad del aire; y la venta y consumo de otras sustancias, como el tabaco o el alcohol, que son
conocidas por generar efectos secundarios… inoportunos. Necesitamos hacer lo mismo con los
EAA. Y, aunque afrontar de manera pragmática la realidad entorno al abuso y comercio de EAA
en Colombia (y el mundo) es cuestión de compromiso por parte del Estado y los usuarios, lograrlo
no requiere de jueces Hércules.
52

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