dé una vida cómoda y fácil, libre de preocupaciones, y tendemos a decepcionarnos al ver que las aflicciones y pruebas continúan. Jesús no nos engañó, desde un principio nos habló claro al afirmar que en el mundo tendríamos aflicciones y que muchas veces atravesaríamos desiertos, pero que, confiando en Dios, podríamos vencerlos.
Dios acompaña a Su pueblo en el desierto
“Pues el Señor Dios de ustedes los ha bendecido en
todo lo que han hecho. Él les ha cuidado cada paso que han dado por este inmenso desierto. En estos cuarenta años, el Señor su Dios los ha acompañado, y no les ha hecho falta nada”. Deuteronomio 2:7 (NTV)
Luego que Dios libertó a los israelitas de la esclavitud
de Egipto, muchos de ellos pensaban que sus proble‐ mas terminarían. Durante cuarenta años caminaron y acamparon en el desierto, sin tener un lugar fijo. No era lo que esperaban. Pensaban que Dios los había sacado de la esclavitud para llevarlos a un paraíso. Se quejaban porque no querían estar en el desierto, menospreciando el hecho de que Dios los acompa‐ ñaba en el mismo, lo cual lo cambiaba todo. Fueron llevados allí por Dios, quien los guiaba y les daba provisión. Su tiempo en el desierto no salió bien. No dejaron un legado de confianza y obediencia a Dios.
Jesús anduvo en el desierto
“Luego el Espíritu lo impulsó a ir al desierto, donde
Jesús fue tentado por Satanás durante cuarenta días. Estaba a la intemperie entre los animales salvajes, y los ángeles lo cuidaban”. Marcos 1:12-13 (NTV)
Jesús al igual que los israelitas también fue llevado
al desierto por Dios, pero a diferencia de ellos, no se quejó. Recibió provisión de los ángeles, quienes le servían. Fue llevado allí por Dios, y fue tentado por el mismo enemigo. Agradó al Padre porque superó la prueba. El resto de la vida de Jesús fue un desierto también, terminando en Su muerte en la cruz. Su vida fue dura, difícil, llena de sufrimiento, experimentó el rechazo y el abandono, pero permaneció firme hasta el final.
Jesús nos da esperanza
“Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan
paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo”. Juan 16:33 (NTV)
Con Su muerte y resurrección, Jesús venció todo lo
que hace que nuestra vida sea un desierto, es decir, a satanás y sus demonios, a nuestra carne y rebeldía y la misma asechanza de la muerte. Por Él salimos victoriosos de nuestros desiertos. Igual que con Jesús, Dios nos acompaña en el desierto de nuestra vida. Su presencia en nosotros es la bendición más grande que hayamos podido recibir, y nos da esperanza verdadera, fuerza, paz y gozo en medio de cualquier desierto.
Conclusión
Si hoy en día estamos atravesando un desierto
económico, laboral, familiar, físico o emocional, debemos saber que no estamos solos; así como Dios estuvo con los israelitas y con Jesús en el desierto, hoy en día Él está dispuesto a acompañarnos para que recibamos la fuerza, la paz y el gozo para salir adelante. Jesús fue al desierto por nosotros, ahora nos corresponde seguirle para poder vencer como Él lo hizo.
Llamado y ministración
Jesús vino al desierto por nosotros, para que pudiera
llevarnos al Padre. A partir de hoy podemos gozar de su compañía sin cesar, entregándole nuestra vida.
Intercesión
“En paz me acostaré y dormiré, porque sólo tú, oh
Señor, me mantendrás a salvo”. Salmos 4:8 (NTV)
Padre, te pedimos por quienes aún no han depositado
su confianza en ti, para que Tu amor los alcance y puedan descansar de sus aflicciones.
Ofrendas
“Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único
Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Juan 3:16 (NTV)
Dios dio lo mejor que tenía por nosotros. Este es un
buen momento para que le demos algo bueno, como ofrenda de agradecimiento. Hagámoslo confiando en que veremos la cosecha de nuestra siembra. Consolidación
Motivemos a los participantes de nuestro grupo que
se integren a nuestro departamento de Extiende tu Mano. Con sus aportes ayudarán a familias que hoy en día están pasando necesidad.