¿Creen ustedes que la psicología de la liberación se mantiene vigente en el contexto
latinoamericano? ¿Por qué?Consideramos que la psicología de la liberación se mantiene vigente en el contexto latinoamericano, en primer lugar por la relevancia misma de la psicología social y por ser una vertiente de ésta, y en segundo lugar, porque las circunstancias de orden socio-económico-político- cultural que dieron su origen, lejos de haber sido superadas, hoy en día cuentan con nuevos elementos constitutivos de la realidad regional que influyen directamente en el comportamiento de algunos grupos. Se debe entender “liberación” en este contexto de la psicología social, como la emancipación de los grupos sociales que sufren opresión y carencia, de aquellas mayorías populares (en el sentido poblacional, demográfico) marginados por los medios y modo de satisfacer dignamente las necesidades tanto básicas como complementarias, y para desarrollar sus potencialidades para autodeterminarse (Montero, 1998 citada en Soto, 2006). La psicología de la liberación hace una crítica a la psicología y a la cultura dominante que viene de Estados unidos, en el sentido que la psicología no venía trabajando tanto a favor de las mayorías sino queestaba más dispuesta a atender las exigencias de sectores clasistas, por ejemplo, estaba más ocupada de buscar la eficiencia de la productividad de los trabajadores que en la justicia de las relaciones laborales, como señalaba Martín –Baró en sus discursos. La psicología social nace por un lado, desde el planteamiento individualista en donde la responsabilidad de la situación que vive una persona es atribuible a él mismo y libera a los sistemas (socio-económico-político o gubernamentales), de cualquier implicación, lo cual obedece a un control de la conducta del sujeto individual. Por otro lado, desde el psicoanálisis que consideraba que los seres humanos son básicamente animales irracionales a quienes la vida social otorga un cierto domino sobre sus impulsos. Tanto las teorías como los métodos imperantes desde las décadas de los años 50 y 70 que provenían de Norteamérica y estos a su vez estaban influenciados por psicólogos y corrientes europeos, no eran útiles, ni adecuados, ni suficientes para abordar los problemas psicológicos y de salud mental que se estaban presentando en el contexto latinoamericano de la época. Condiciones y circunstancias de pobreza, conflicto armado, exclusión social, falta de presencia del Estado en las zonas rurales, la
violación de los derechos humanos enmarcaban ese contexto. Circunstancias que se
describen enlas obras de autores como Ignacio Martín Baró, desde El Salvador, Bleger y Pichon Riviere desde Argentina entre otros, quienes en un principio toman una posición crítica hacia las contradicciones entre la teoría y la práctica de las ciencias pero especialmente de la psicología social con marcadas influencias marxistas (por lo menos en el lenguaje) y más orientados al enfoque fenomenológico que estudia los fenómenos tal como son percibidos y experimentados tanto por el sujeto que los estudia como por el sujeto estudiado. Así mismo, desde el ámbito latinoamericano, se cuestionaron sobre el verdadero qué hacer del psicólogo social. Este trabajo analítico y práctico fue avanzando y se produjo un proceso de crítica que ensus inicios utilizó las mismas herramientas de la psicología tradicional, dentro de un marco positivista - descriptivo, pero que gracias al compromiso de algunos psicólogos en Latinoaméricaque trabajaron desde esta perspectiva, estudiaron e hicieron visibles los problemas sociales que la región estaba viviendo. Esto los fue llevando a una crítica estructurada del modelo teórico y metodológico dominante de la psicología social de los Estados Unidos que estaba siendo aplicado de forma calcada en América Latina, pero que se daban cuenta que no era aplicable de manera eficiente para dar solución a la verdadera problemática de la región y se estaba prestando un servicio social parcializado. Los aspectos sociales y económicos que determinan la aprobación y el reconocimiento dela ciencia (institucionalización), no favorecen el desarrollo de teorías producidas en América Latina, pues no se ha dado la debida importancia a la necesidad de crear modelos propios sino que más bien, muchos psicólogos siguen avalando la legitimidad de los modelos ya establecidos.Esta falta de apoyo debilita el trabajo de quienes están comprometidos y buscan la construcción de un pensamiento propio, trabajan por la concientización, una praxis más adecuaday efectiva para atender a la población en los asuntos de salud mental y desarrollo personal, praxisque sea capaz de abordar la actual problemática psicosocial latinoamericana. Por esto, podemos decir que la psicología de la liberación maneja una perspectiva crítica de la psicología y entiendela libertad (política, individual, democrática, de mercado, etc.) como eje articulador alrededor delcual debe girar la sociedad moderna.El reciente Panorama Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) muestra un preocupante deterioro de algunos indicadores sociales en 2019 y señala que desde 2015 se ha retrocedido en términos de la erradicación de la pobreza, de la pobreza extremay la reducción de la desigualdad, los elementos claves para lograr un desarrollo sostenible. Los países de la región siguen lejos de alcanzar los compromisos intergubernamentales en ámbitos como la salud, la educación y la cultura. Existen nuevos elementos en la realidad actual latinoamericana como el narcotráfico en la producción y el consumo, el postconflicto, la explotación sexual y prostitución organizada, el aumento de casos de suicidio. El riesgo por el clima también está aumentando y cada vez hay más desastres naturales. La migración está creciendo y se ha convertido en un desafío para las autoridades locales. El mercado de trabajo está cambiando por cuenta de las cadenas de valor y la revolución tecnológica. Con este panorama, la psicología de la liberación sigue y debe continuar vigente porque como decía Martín-Baró, los problemas derivados de la situación latinoamericana “son consecuencias sociales que el psicólogo latinoamericano no debe perder de vista porque no sólo alteran las condiciones habituales de socialización, sino que tienen un efecto directo sobre las repercusiones de su trabajo.”