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Hola a todxs. Muy buena la clase del profesor Grüner y los aportes de lxs compañerxs.

Es común encontrar contradicciones entre el “sistema del arte” y las ideologías de determinados artistas exitosos.
Por un lado el sistema, lleno de fortunas mal habidas, lleno de lavado, lleno de negocios turbios entre políticos y
empresarios; por el otro lado los artistas, románticos, o espirituales o rústicos o “locos”, o incluso ciudadanos
comunes. El mundo del arte es una Contradicción en sí. Por ejemplo Diego Rivera, comunista declarado, pintando
un mural (que incluía los rostros de Marx, Lenin y Trotsky, entremedio de masas de obreros tomando el poder) en
el vestíbulo del Rockefeller Center, todo un símbolo arquitectónico del capitalismo. Aunque también podemos ver
un umbral, un linde ahí, que es otra clase de relación, más que de contraposición de continuidad, como una puerta,
en donde se puede establecer un tránsito. David Rockefeller, además de fundar la Comisión Trilateral (una de las
organizaciones privadas más influyentes del mundo) y presidir el Chase Manhattan Bank, durante de su vida donó
USD 150 millones al Museo de Arte Moderno, que fundó junto con su madre Abby, admiradora de Diego Rivera.
Ante las contradicciones en el arte (ahora digo como práctica más que como sistema), me parece, lo que está
bueno para tener en cuenta es si de ellas se va a parar a un equilibrio o si se va hacia un conflicto. Esto podría
marcar la diferencia entre ver las cosas “detenidas” o verlas “siendo un proceso”. Muchas veces lo que no se
resuelve suele ser lo más interesante o lo más bello. En el caso de un artista comprometido, es decir alguien que
con sus herramientas lucha contra la injusticia, en pos de la libertad y la equidad entre los seres, por un mundo
mejor, el hecho de cuestionar las fuentes de esos males necesariamente tiene que llevarlo, creo, a una situación de
fuertes contradicciones. Sobre todo en tres instancias: 1) La contradicción entre su mundo mejor futuro
(imaginario pero posible), y el mundo actual regido por un sistema injusto (poderoso pero no eterno). 2) La
elección reflexiva, estratégica, de situarse “en” la contradicción, no en sus respectivos polos: estar en la relación
de contraposición más que en las cosas que se contraponen, problematizar, conflictuar. 3) “Hacer aparecer” las
contradicciones internas del sistema capitalista (desde el que crea el artista, porque no está en otro mundo) y
utilizarlas como evidencia motora de cambios radicales; no hacia las soluciones finales, sino hacia mejores
conflictos.

La contradicción de construir el estadio "nido de pájaro" para las olimpiadas y para el stablishment chino y luego
criticar la política china para las olimpiadas, quizás funciona como una señal tranquilizadora; es bueno tener un
activista opositor correcto, que se pueda mostrar, o sea que no haya que "hacerlo desaparecer"; después de todo las
criticas pueden, luego de un tiempo, comenzar a borrarse, pero el estadio queda, bastante sólido. Ai Weiwei
denuncia ante el occidente democrático-liberal la falta de libertad y la corrupción del régimen chino, lo hace
exponiendo en grandes museos financiados por potencias imperialistas, opresoras. Y usando las redes, idem. Eso
es contradictorio y no lo es (lo que a su vez es una contradicción). Se trata de “visibilizar” las luchas, dice Ai (eso
me recuerda una frase que está en “La Chinoise”, de Godard: “El arte no es un reflejo de la realidad, si no la
realidad de ese reflejo”).¿Cual es el reflejo de Ai Weiwei? Una víctima que ayuda a otras víctimas. Alguien
valiente. Alguien multifacético, contradictorio. A veces parece condenar "a priori" el socialismo (no solo el de
China, que bastante capitalista ya es, sino toda posibilidad del socialismo por venir). A veces parece luchar, más
que nada, por la libertad individual. Cuando lo detuvieron, Estados Unidos (que detiene, tortura y asesina
sistemáticamente) y la Unión Europea (responsables en buena medida de los países destrozados que expulsan
refugiados, que luego se les amontonan en la entrada) protestaron. El Tate Modern en Londres (donde están
expuestas sus semillas de porcelana hechas a mano) puso unas letras gigantes en su exterior que decían “Liberen a
Ai Weiwei”. Dicho museo está instalado en una ex central de energía cerrada en 1981, su edificio fue reconvertido
por los arquitectos suizos Herzog y de Meuron... los mismos que trabajaron con Ai en el estadio Olímpico de
Pekin. Algunas contradicciones se "solucionan" con plata (se vuelven umbrales?). A muchos empresarios y
burócratas capitalistas del occidente democrático cada vez les cierra más el modelo de política restrictiva y
economía fluida, como Singapur, Dubai o Ruanda. Como China (que invierte un montón en arte internacional).

LOS EXTREMOS

Nada más llegar a China (Beijing) entro en contacto con un ambiente artístico que, a pesar de ser
subterraneo, está bastante conectado con las nuevas tendencias en el resto del mundo. Nacidos
durante los 80s, casi todos. Podrían ser los “hijos, sobrinos y nietos” de “Fuck Off”, la ya legendaría
muestra independiente (contra la Bienal de Shangai) a principios de siglo.

Entre las cosas que les pregunto estan: su opinión sobre la reciente popularidad en occidente de
artistas como Tianzhuo Chen (que con su grotesco decadentismo colorido, en algunos sentidos me
hizo acordar a Copi, por su mezcla de tradicionalismo con lo más trash de las nuevas tendencias
sociales, políticas, sexuales); su opinión sobre Ai Weiwei, ya consagrado en occidente, aún
problemático en China; y, más que nada, la rara historia del artista chino convertido en un
creepypasta en occidente, responsable de que muchas personas piensen que en China se comen los
fetos.

Con respecto a Tianzhuo Chen, me contestan que les parece curiosa y graciosa la dimención
religiosa-pop que le da a su obra; medio en joda, pero religión al fin. Igual que Shangguan Zhe, con
sus fantacias religioso-cientificas (artista y diseñador de Shangai, actualmente colaborando con
Nike). Lo reprimido vuelve, me dicen, aludiendo al pasado reciente, comunista y ateo. En cuanto a
Ai Weiwei, uno de ellos, que parece conocerlo bien, me habla de algunas de sus obras. Esas
multiplicaciones y acumulaciones de sillas, de bicicletas, etc, con un aspecto cancerígeno, pueden
ser leídas de dos maneras: 1) como la monstruosidad de la producción en serie de objetos y
personas (totalitarismo político), o 2) como la monstruosidad de la producción en serie anclada en
el “bien de cambio” y no en el “bien de uso” (totalitarismo mercantíl). La primera opción, le
parece, es la que más corresponde a la parte conciente de la generación de Ai; pero la segunda, es la
que más largo alcance tendrá, opina. ¿Su preferida?: el zapato con dos puntas. También les gustaban
los tres libros (el blanco, el negro y el gris) en el que Ai Weiwei compiló a varios artistas extremos
de comienzos de los 90s. Con la sangre de la plaza Tiananmén aún fresca en el ambiente, estos
artistas hacian obras como injertarse pasto en la piel o... comer fetos. Zhu Yu, se llama, me dijeron.
La obra es “Eating People” (Comiendo gente). Resulta que averiguó si comer carne humana estaba
prohibido por ley o por la religión, y no encontró ningún impedimento. Quedan un par de fotos. En
el 2001, comenzaron a viralizarse en Internet. Con el tiempo, abundaron los videos en Youtube y los
posteos en Taringa contando cómo en China comían fetos y bebes. A cada video y posteo, la historia
se perfeccionaba y complejizaba, volviéndose lo que en occidente se llama “creepypasta” (mito
urbano de la época de las redes). Mis interlocutores sonrrien cuando les comentó que alguna vez, de
chica, escuché en mi país decir (nunca supe si en serio o en broma) que los comunistas comían
niños. Entonces, no sé bien porqué, alguien cita a Oscar Wilde: la vida imita al arte. Nos reímos
más fuerte, y seguimos comiendo.

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