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LIBRO OSCAR-GRACIELA.

OK 12/5/06 15:02 Página 2

Buscadores de sentido... Leer es dro, al mirar las escenas de una manifesta- Tomar la palabra... Esta “toma de la a poco y sin abandonar por mucho tiempo la
algo más que descifrar, aunque toda lectura ción en el noticiero de la televisión o recoger palabra” es un momento clave en la historia extrañeza. Pero al mismo tiempo se le volverá
suponga un desciframiento. Leer es construir los indicios del paso de un extraño por una del lector. La lectura –y la escritura– empie- familiar, y poco a poco se adueñará de él para
sentido. No sólo se “lee” lo que está cifrado en habitación muy conocida por lo general queda zan en la palabra viva, que sale de una boca dar voz a su lectura del mundo. Gritará o
letras. Se “lee” una imagen, la ciudad que se dentro de los límites de nuestra conciencia. concreta y es recogida por oídos también musitará sus sentidos. Hará preguntas.
recorre, el rostro que se escudriña... Se bus- Otras veces, en cambio, cuando contamos concretos. La lectura empieza siendo oral. En Jugará con las palabras, los tonos, los soni-
can indicios, pistas, y se construye sentido, se una película que hemos visto, por ejemplo, o el lenguaje y con el lenguaje construimos dos. Se apropiará de nanas, canciones, rela-
arman pequeños cosmos de significación en cuando relatamos un suceso, algo de lo que nuestros primeros pequeños textos, dejamos tos, acertijos, órdenes, proverbios, avisos
los que uno, como lector, queda implicado. fuimos testigos, damos voz a nuestra “lectu- nuestras primeras, deliberadas marcas. publicitarios y consejos… El lector incipien-
Mucho antes de disponer del lenguaje, un bebé ra”. Nuestro trabajo de constructores de Organizamos, enfatizamos y seducimos. te, que comienza siendo un “lector oral”,
“lee” el mundo que lo rodea, busca señales, sentido se vuelve visible. Pensemos en un Pero no sólo eso. El lenguaje es en sí una tendrá mucho para “leer” antes de llegar a
anticipa acontecimientos según esas relato, por ejemplo. El relato que hace- suma de lecturas y de escrituras. Cada len- la escuela… Y también para “escribir” en la
señales, registra lazos de significa- mos es obra nuestra. No pretende guaje, cada variante de cada lenguaje contie- medida en que tenga la palabra y encuentre
ción entre un tono de voz, un rumor incorporarlo todo, cada una de las ne una historia, una lectura del mundo, una quién lo escuche. Aun cuando muchas veces
de fondo, un ruido de pasos por el sensaciones que registraron nuestro idea del tiempo, ciertos puntos de vista… prefiera echar mano a las imágenes o a los
pasillo y la desazón, o el consuelo. El oído, nuestro ojo o nuestro olfato en Cada lenguaje tiene sus vueltas, sus giros, sus gestos para “inscribir” sus “lecturas” del
movimiento de una cortina, cierta un primer, un segundo, un tercer plano precisiones y sus ambigüedades. Los paisanos mundo (a un niño de tres años le puede
luminosidad, el contacto con la colcha de la atención, sino que elige, arma, de la campiña de Buenos Aires conocían, a resultar más fácil “dibujar” a su familia que
de la cama algo “le dicen”. No se trata de “dibuja”… Se escogen algunos pasajes, mediados del siglo XIX, decenas de nombres hablar de ella), el lenguaje se irá convirtien-
un significado que está allí de antemano, no otros se omiten, se procede a un cierto de pelajes de caballo. Los pueblos pesqueros do en su segunda piel y su instrumento de
es cierto que ese movimiento de la cortina, montaje, se hace hincapié en un detalle y no suelen desarrollar metáforas populares en exploración privilegiado.
esa luminosidad o ese contacto con la col- en otro, se adopta un punto de vista… El las que intervienen peces y aparejos. Algunos
cha estén preparados para decirle lo mismo cosmos de significación que construimos es lenguajes tienen muchas maneras de matizar
a cualquier otro bebé. El ha construido la personal, exactamente como le sucedía al la acción de mirar y muy pocas maneras de
significación, es resultado de su trabajo. bebé. Y nos incluye. Cada persona, desde decir “tocar”… Los hay que no tienen sino un
Sin embargo, está claro que esa “lectura” que nace, “lee” el mundo, infatigablemente tiempo verbal… Cada palabra de cada len-
mínima de quien todavía no dispone del len- busca sentidos. guaje tiene su historia. Un “barrigón”, un
guaje resultará invisible. No queda registro de Y, del mismo modo, si le dan la ocasión, tam- “panzón” o un “guatón” no son exactamente
ella en ninguna parte. Sólo, tal vez, en situacio- bién puede “escribir”, o “inscribir” en palabras, lo mismo…
nes excepcionales, alguien muy cercano y lo ese mundo que ha leído. Puede contarlo. El lenguaje le viene a uno así, en aluvión, en
bastante intuitivo podrá acaso –leyendo a su Analfabetos de significación no hay, somos forma de gran paquete, complejo y total, con
vez pequeñas señales– tener algún atisbo de todos constructores de sentido. Y, si nos dan su sintaxis y su semántica, sus giros, sus
ella. Muchas de nuestras “lecturas” privadas, la palabra, todos podemos sentirnos, al dichos, sus metáforas, hasta sus muletillas…
íntimas, siguen siendo de ese orden, invisibles, menos por un rato, “el dueño del cuento”. Desde el momento mismo del nacimiento (tal
toda la vida. El universo de significados que vez –dicen algunos– antes) estará sumergido
armamos al contemplar un paisaje, o un cua- en él. Lo irá explorando y conociendo muy de

Montes, Graciela. La gran ocasión (Buenos


Aires, Plan Nacional de Lectura, Ministerio
la gran ocasión ( 2
de Educación Ciencia y Tecnología, 2007)

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