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El documento describe la presencia de Dios con su pueblo a través de la historia. Describe cómo Dios se mostró a Adán y Eva en el Edén, y luego a figuras como Abraham, Moisés y otros. Explica que Dios estableció su presencia con Israel a través de la nube y el fuego, y más tarde en el Tabernáculo y el Templo. Finalmente, dice que Dios siempre está presente con aquellos que tienen fe en Él.
El documento describe la presencia de Dios con su pueblo a través de la historia. Describe cómo Dios se mostró a Adán y Eva en el Edén, y luego a figuras como Abraham, Moisés y otros. Explica que Dios estableció su presencia con Israel a través de la nube y el fuego, y más tarde en el Tabernáculo y el Templo. Finalmente, dice que Dios siempre está presente con aquellos que tienen fe en Él.
El documento describe la presencia de Dios con su pueblo a través de la historia. Describe cómo Dios se mostró a Adán y Eva en el Edén, y luego a figuras como Abraham, Moisés y otros. Explica que Dios estableció su presencia con Israel a través de la nube y el fuego, y más tarde en el Tabernáculo y el Templo. Finalmente, dice que Dios siempre está presente con aquellos que tienen fe en Él.
Tema: Gloriosa presencia de Dios desciende sobre su pueblo.
Lección: Levítico cap.09; versíc. 22 al 24 Texto: Éxodo cap.13; versíc.22 “Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.” Éxodo 13:21; Esdras 8:21 y 31; Salmos 16:9, 109:31, 121:5-8; Proverbios 2:8, 3:6; Isaías 4:5-6, 25:4, 32:2; Mateo 23:37; Santiago 4:13-16.
En el huerto de Edén, la presencia de Adonai era lo principal.
Él conversaba con Adán y Eva, y era un momento de comunión entre Elohim y sus criaturas. Esa presencia debió limitarse cuando el hombre dejó de ser santo. Cuando la primera pareja desobedece, se quiebra definitivamente la comunión con Elohim, y al haber pecado en ellos, deben ser expulsados de su presencia. Este momento debió ser muy doloroso para Adán y Eva, porque ellos no tenían necesidades dentro del huerto, pero fuera debían procurarse su propio alimento, debían trabajar para su sustento y abrigo, y la descendencia vendría con dolor, como lo encontramos en Génesis capítulo 03; versículos 16 al 19 que nos dicen: “A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.” Y no sólo la primera pareja estaba en dolor, también Elohim estaba apesadumbrado, porque su voluntad sobre la humanidad era habitar con ellos para siempre, pero el pecado hace entrada por la desobediencia y este plan se trunca. Aunque sabemos que Adonai no renuncia a su creación, y siempre su deseo es estar con sus criaturas, es que se hace necesario el pago de la desobediencia, que es en definitiva la muerte. Podrían haber muerto fulminados Adán y Eva, pero Adonai en su misericordia no lo permitió, sino que comienza con el plan de redención, que traerá al hombre de vuelta de su mal camino, y en obediencia será justificado, no porque el hombre tenga mérito, sino porque será Adonai en su amor y gracia quien regalará al hombre el don de la salvación, de esta forma se reestablecerá la comunión que había en el principio del tiempo. Luego de la penosa decepción en el Edén, Adonai se mostró a distintos hombres y mujeres a través de la historia de la humanidad. Tenemos el cuidado que Adonai tenía con Abel, después lo vemos con Enoc con quien caminó, después con Noé, luego está la selección de Abraham, Isaac y Jacob; luego está la aparición con Moisés, y podríamos seguir nombrando a los padres de Sansón, el llamado de Samuel, la visión de Isaías, el llamamiento de Jeremías, la protección de Daniel, pero siempre es Yehováh quien se muestra al hombre, es Él quien pone de manifiesto que quiere estar con su creación. Lo más hermoso es cuando Él desciende en Yisrael y camina entre ellos dando a conocer el evangelio eterno, y es Él quien les dice que siempre ha estado con el hombre, y lo encontramos en Mateo capítulo 28; versículo 20 que nos dice: “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” La Segunda persona de la Trinidad siempre ha estado visible o invisible con sus hijos en la Tierra, y dando pruebas de su presencia en todo orden de cosas. Luego debido a su ascensión, no deja que su pueblo camine en soledad, sino que se provee ahora de la Tercera persona de la Trinidad, quien hace y ordena todo lo que en el Tercer Cielo se dispone. En la iglesia actual, no es la excepción, sino que su presencia es palpable para los que están en comunión con Adonai. Cada cristiano sabe que no camina solo, sino que hay Uno que vela sus pisadas, que lo mantiene alejado de la influencia del mundo, el demonio y la carne; y le provee la salida cuando de tentaciones se trata. Es esta hermosa presencia la que el pueblo de Yisrael vive a diario, no como una utopía, sino como una presencia real, ¡ellos ven la nube de día y la columna de fuego en la noche!. Sus ojos no son ajenos a tan bello portento, pero ahora la construcción del Tabernáculo permitirá que se restablezca la comunión con el hombre a través de los sacrificios, holocaustos y ofrendas. Adonai está con ellos como su Dios, y mostrará en ellos lo que significa vivir con el Verdadero Dios. Yisrael deberá ser el embajador de las buenas nuevas a toda la humanidad, dando el mensaje de reconciliación para que todo aquel que en Él crea, no se pierda, sino que alcance vida eterna. La sangre provee la justificación, es el medio por el cual se remite el pecado, y es le medio por el cual el hombre es acepto. Después del Tabernáculo, en la ciudad de Yerushalayim se erige el templo, obra primorosa para que ya Adonai no habite en tiendas, sino que habite permanentemente en el pueblo. Este templo es aprobado por Elohim, que es lo mismo que ocurre cuando la iglesia consagra un nuevo templo para Yeshúa, y la respuesta de Adonai es la misma, y la encontramos en 1° Reyes capítulo 08; versículos 27 al 29 que dicen: “Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?. Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti; que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga en este lugar.” Ya sea por la presencia del Rúaj Hakodesh o por una Teofanía, Adonai siempre está con su pueblo, y cuando el hombre se pone de rodillas, donde quiera que se encuentre, haya camino directo al Trono de Gloria, desde donde Yeshúa intercede y justifica al hombre, porque fue su sangre la que nos ha dado la comunión entre el Cielo y la Tierra y es su cuerpo el que ha permitido la reconciliación, para hacernos sus hijos santos y amados, trasladándonos a la eternidad por el solo afecto de su gracia, siendo renacidos por el Rúaj Hakodesh que aún actúa para arrepentimiento y confesión de pecados. El hombre que encuentra la puerta que es Yeshúa, tiene la presencia de Adonai asegurada en su vida, que será vida eterna, como lo dice el Tehilim 48; en el versículo 14: “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aún más allá de la muerte.” Esto es estar con Adonai, esto es estar en Adonai, esto es estar por Adonai, presencia está garantizada por sus promesas, Él es Fiel, y en toda circunstancia de nuestra vida se presenta tal cual es: Omnipotente, es esa presencia que ha prometido poner dentro de nosotros la que nos llena de esperanza y nos conecta con el Tercer Cielo, cuando Él venga se tomará a Sí mismo y le conoceremos tal cual es, porque su gracia infinita lo ha concedido.
1° Título: Necesaria bendición sacerdotal hacia el pueblo de
Cuando Aarón hace la expiación por el pueblo, cuando la sangre
es rociada, se sella la paz entre Adonai e Yisrael, esto trae perdón, reconciliación, justificación y finalmente la paz. Ahora cada hombre, mujer y niños de las distintas tribus de Yisrael, puede entrar en la comunión con Elohim y puede demostrar lo que hay en su corazón, puesto que el precio ya fue pagado. Cuando se terminan los holocaustos, y el olor fragante de dicho sacrificio es acepto, entonces Aarón puede hablar como intermediario entre Adonai y el pueblo; y no dice cualquier cosa, sino que da la bendición dictada por el Tercer Cielo para un pueblo santificado, como lo encontramos en Números capítulo 06; versículos 22 al 27 que dicen: “Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer Su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti Su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán Mi Nombre sobre los hijos de Israel, y Yo los bendeciré.” Cuando leemos que dice pondrán Mi Nombre, está implícitamente comunicando que sus hijos tendrán la facultad de caminar en Él. Aarón como portavoz de las palabras de Adonai toma mayor importancia porque Yisrael está en el desierto, aún faltan jornadas para llegar a la Tierra que se les prometió, pero ellos ahora con la bendición de Adonai podrán conquistar lo impensable, transformarse de esclavos a guerreros, de guerreros a jueces, de jueces a reyes y de reyes a súbditos del Mashiaj, quien los gobernará en paz. Todo lo que se está viviendo en el Sinaí, los está preparando de antemano para la venida de quien será el gobernante de toda la Tierra. Por otra parte, es comprensible que el pueblo se pregunte qué será de sus hijos cuando ellos tomen posesión de la Tierra. Sin embargo, existe un capítulo completo en Deuteronomio que les arenga a obedecer los estatutos de Adonai y que, si lo hacen así, nunca faltará la bendición en sus casas, como lo encontramos en el capítulo 28. Por esto es importante que exista Aarón y sus hijos, porque son los que guiarán al pueblo a la obediencia. Si nos fijamos bien, la bendición está subyugada a la respuesta de Yisrael a las Tablas del Testimonio. Lo mismo que ocurrió en el Edén con la orden de no comer del árbol del bien y del mal, se repite ahora con seguir los estatutos y ordenanzas que se le dieron a Moisés y que Aarón y sus hijos deberán repetir e integrar en toda su manera de vivir, como lo encontramos en Deuteronomio capítulo 06; versículos 01 al 09 que dicen: “Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres. Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.” Yisrael debía mantener los preceptos y su vida seria una bendición, no solo para ellos sino para toda la Tierra. Con Yeshúa, nuestro gran sumo sacerdote según el orden del Malki- Tzedek, la bendición está subyugada a que creamos en Él. Cada cristiano que le ha recibido en su corazón como su salvador personal, tiene a su haber una bendición infinita. Pero debemos entender que todo se basa en la obediencia a su palabra. El apóstol Pablo le escribe a los Efesios en el capítulo 01; versículos 03 al 06 diciendo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de Su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado.” Nuestro sumo sacerdote nos ha bendecido más allá del tiempo y del espacio, para que seamos aceptables al Abba, pero en Él, no por las obras o méritos nuestros, sino por el afecto de Su Voluntad. Es Él quien, en el Altar de la Cruz, llevó nuestra maldición, llevó nuestro pecado, y al rociar su sangre respondió a la justificación de la ira de Adonai, librándonos del imperio de la muerte y trasladándonos a la gloria inmerecida en la ciudad celestial. Es Él quien exclamó ¡consumado es!, abriendo las ventanas de los cielos para que su gracia nos colme de bendiciones espirituales y materiales, todo por medio de la obediencia a su mandato, y aunque es cierto que el cristiano, muchas veces por culpa de la obediencia debe pasar el valle de sombra, al final del valle estará esperando nuestro Sumo Sacerdote Yeshúa quien en su amor nos tomará y nos librará del mal, y habiendo pasado la aflicción susurrará en nuestros oídos lo escrito en Hageo capítulo 02; versículo 19 diciendo: “¿No está aún la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; más desde este día os bendeciré.” Es esta bendición sacerdotal que nos impulsa a seguir adelante a pesar de las vicisitudes del camino, a pesar de las trampas del adversario, a pesar de las calumnias y disensiones que se preparan por doquier. Es de la mano de Yeshúa que saldremos victoriosos, y la bendición mayor que podemos obtener en obediencia, es poder un día llegar al Trono de Gloria y abrazar sus pies y decir gracias por tu amor, gracias por tu sacrificio, gracias por tu misericordia y gracias por escogerme sabiendo que a tus ojos estaba perdido. 2° Título: Visible manifestación de la presencia de Dios al pueblo. Versíc.23. (Léase 2°Crónicas 05:14). Éxodo 40:35; Números 14:10, 16:19 y 42; 2Crónicas 7:2; Isaías 6:1-4; Ezequiel 10:4; Lucas 1:21-22; 1Timoteo 6:16; Hebreos 9:24-28; Apocalipsis 15:8.
Cuando los intercesores entran al Santuario y presentan la
expiación, si dichos intercesores están en santidad y pureza de alma, cuerpo y espíritu; entonces están facultados para primero estar en el Propiciatorio y después bendecir al pueblo. Es importante que se entienda que después de que Yisrael fue purificado en la expiación, en la ofrenda por el pecado y en la ofrenda de paz, han alcanzado el estatus que Adonai requiere para poder entrar en comunión con su pueblo. Cada uno de ellos estaba esperando dicho momento, y no hay duda de que también las preguntas se agolpaban en sus mentes ¿seremos dignos? ¿moriremos? Y ¿si nuestra ofrenda no es agradable?, ¿hay algo más que me impida ver la gloria de Adonai?; y cuántas otras que llegado el caso, fueron prontamente respondidas porque cuando Moisés y Aarón salieron del Santuario, bendicen al pueblo como ya lo dijimos en el tema anterior, ahora esa bendición se torna en presencia. Adonai baja desde el Tercer Cielo y se muestra delante de toda la congregación, dando a entender que la remisión se efectuó, que sus pecados fueron justificados y que los errores pasados ya no cuentan, solo cuenta lo que ocurrirá desde ese momento en adelante, como lo señala Isaías en el capítulo 43; versículo 25 diciendo: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.” Yisrael respira agradecido, porque su Dios está delante de ellos, su majestuosidad se ha revelado para bendición, y todo aquel que se acerca con fe y sinceridad de corazón hallará el bien y la misericordia. Ahora cada vez que el pueblo se santifique y declare su pecado de corazón, tendrá la posibilidad de estar delante de Adonai para ser perdonado. Esto lo vemos una y otra vez en las escrituras. Cuando Yisrael se desviaba de Adonai, y luego reconocía su error y se volvía de su mal camino, la gloria del Dios Único bajaba para estar con su pueblo y consolarlos, como lo encontramos en Jeremías capítulo 23; versículos 12 y 13 que dicen: “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.” Esto es lo que está aconteciendo en las faldas del Sinaí, Yisrael ha sido obediente al mandato dado por Moisés y los sacerdotes, se ha despojado de la banalidad y se ha presentado delante de Elohim sin esconder nada. Esto agradó de sobremanera a Adonai quien gustoso muestra que está dispuesto a cumplir su promesa y llevarlos a la tierra que les prometió a sus padres. Es esa presencia la que debemos anhelar cada día. Aunque Yeshúa dijo a sus discípulos en Juan capítulo 16, versículos 16 y 22 que nos dicen: “Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre.” “También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.” Dando a entender que sería sacrificado por la humanidad, pero que al resucitar mostraría que Él es mismo Dios de los siglos y no solo eso, su promesa de vida eterna sería una realidad. Yisrael tuvo la dicha de ver su gloria en muchas ocasiones, cuando se consagró el templo erigido por Salomón, cuando los profetas de baal fueron desafiados por Elías, cuando se puso sitio a Samaria y Giesi vio los carros de fuego. Pero una de las manifestaciones más gloriosas la encontramos en tres pasajes importantes y fueron manifestaciones que se revelaron a hombres igual que nosotros pero que caminaban en santidad. La primera está en Job capítulo 38, versículo 01 que nos dice: “Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo:” Los amigos de Job, hombres impíos quisieron hacer de jueces de Job, sin pensar que Adonai estaba en medio de ellos sosteniendo a su siervo, finalmente este sacerdote debió interceder por sus amigos para que no fueran castigados. La segunda manifestación gloriosa está en Isaías capítulo 06; versículos 01 al 07 que nos dicen: “En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.” En cada manifestación, ¡Adonai trae salvación!. Isaías por primera vez ve por el cual él profetizaba sin haber tenido conciencia real de a quien representaba, y solo en ese día comprendió que el mensaje que Adonai le daba era un mensaje de vida, pero aún él se encontraba en muerte, solo con la acción purificadora del fuego del Altar Isaías logró estar en condiciones para ser el instrumento que Adonai necesitaba, debía estar purificado y cuando ese fuego lo tocó, Isaías dejó que la voluntad de Adonai hiciera lo que quisiera en su vida. Finalmente, la presencia mayor de todas está en Lucas capítulo 02; versículos 08 al 14: “Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!.” Amados es esta sublime presencia la que nos ha acompañado en nuestras jornadas de batallas, una y otra vez, y es la que en estos momentos inunda nuestro corazón de gozo, porque Él vive. Y no solo porque se mostró en Yisrael, sino que lo hizo para toda la humanidad, dándonos la gracia de salvación y adoptándonos como hijos amados. A través de Él es que se recibe el Rúaj Hakodesh, la misma presencia que descendió en Pentecostés, dándonos el sello que nos autentica como esclavos del Unigénito. Es esa presencia la que mora en cada corazón que lo ha recibido, es esa presencia la que nos sostiene y es esa presencia la que nos vivifica. Anhelemos siempre que su presencia se haga sentir en nuestras vidas, no importa las actividades que tengamos, consagrémonos en alma, cuerpo y espíritu y su presencia nos acompañará dando lugar a todo tipo de experiencias sobrenaturales, porque caminando con Él somos más que vencedores.
3° Título: Fuego de Jehová, señal poderosa de su presencia.
Cuando se presenta el pueblo delante de Adonai, lo hizo en
pecado, pero cuando Aarón intercede por ellos, la intercesión logra el efecto deseado dando lugar a la justificación y posterior santificación que emana de la sangre vertida a los pies del Altar, del rociamiento de dicha sangre y del toque de la sangre en los cuernos del Altar. Hay que mencionar que los cuernos del Altar no eran para amarrar a los animales del sacrificio, había un levita encargado de ello, ya que debemos recordar que los cuernos estaban a gran temperatura producto del fuego que estaba en su interior, por lo que, en consecuencia, no era posible dicho amarre. Sin embargo, cuando el levita sostenía el animal, lo hacía para que el sacerdote hiciera el corte que quitaría la vida de la víctima, y de esta manera obtener la sangre que serviría para la expiación. Yisrael ha pasado todo el día delante de Adonai, Aarón hizo el sacrificio de la mañana por él y por sus hijos; y ahora en la tarde está haciendo el sacrificio por el pueblo. Por esto que las cosas que están aconteciendo no son inmediatas, sino que, muy por el contrario, debe ser todo como fue ordenado, sin errores, todo perfecto, porque el perfecto sacrificio traerá reconciliación y paz. Ahora que Yisrael ha reconocido su transgresión delante de Adonai y han mostrado un verdadero arrepentimiento, es entonces que la viene la respuesta, pero esa respuesta es por la sangre derramada, ya que sin sangre no se hace remisión. Así que el sacrificio ha sido acepto, olor fragante y Yehováh pone su sello de aprobación consumiendo lo que está en el Altar y dando a entender que su pueblo ahora está listo para entrar en la comunión con Él. Cuando el fuego de Yehováh desciende y consume el holocausto el pueblo en admiración y temor adora al que Vive por los siglos de los siglos. Él está declarando que es el Único Dios y no hay otro, que es su mano la que mueve los destinos del hombre y es su mano la que los sacó de Egipto y será su mano la que los llevará hacia la tierra que fluye leche y miel, y todo esto porque se han presentado tal cual son y han hecho votos de no pecar más y seguir las Tablas del Testimonio dadas a Moisés, que escucharán la amonestación de los sacerdotes y enmendarán sus vidas dejando la idolatría y las antiguas costumbres, como lo encontramos en Deuteronomio capítulo 06; versículos 20 al 25 que dicen: “Mañana cuando te preguntare tu hijo, diciendo: ¿Qué significan los testimonios y estatutos y decretos que Jehová nuestro Dios os mandó?, entonces dirás a tu hijo: Nosotros éramos siervos de Faraón en Egipto, y Jehová nos sacó de Egipto con mano poderosa. Jehová hizo señales y milagros grandes y terribles en Egipto, sobre Faraón y sobre toda su casa, delante de nuestros ojos; y nos sacó de allá, para traernos y darnos la tierra que juró a nuestros padres. Y nos mandó Jehová que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida, como hasta hoy. Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado.” Las respuestas de Adonai al pueblo siempre han sido en momentos cruciales de su historia. En este contexto primero lo vemos, como dijimos anteriormente para sellar su pacto con Yisrael, pero luego pasados los siglos, este pueblo de esclavos, jornaleros y pastores, está dividido en dos reinos, producto de la desobediencia de sus reyes. Es en ese tiempo que Yisrael sigue a dioses de la tierra de los cananeos, como se les había prohibido, pero ellos iban tras sus disoluciones, pensando que Yehováh no cumpliría lo que había prometido. Sin embargo, en su amor por su pueblo, es que llama a su siervo Elías y hace que se enfrente con aquellos que han trastornado a Yisrael y lo han desviado. Es en ese momento en que Elías restablece el Altar hecho con doce piedras simbolizando a Yisrael, prepara su holocausto y en la oración de consagración Elías es tajante al decir que por orden de Yehováh lo hace. Y como su siervo actúa en obediencia, viene entonces la respuesta de Adonai, consumiendo el holocausto y refirmando el pacto que se había gestado en el Sinaí, como lo vemos en 1° Reyes capítulo 19; versículos 36 al 39 que nos dicen: “Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que Tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que Tú, Oh Jehová, eres el Dios, y que Tú vuelves a Ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!.” Estos dos acontecimientos nos muestran que Adonai responderá a los que son obedientes a su palabra y son activos en ella. Cada cristiano debe entender que la respuesta a sus peticiones está subyugada a la voluntad de Adonai. Eso significa que muchas veces no habrá respuesta, porque la petición no está de acuerdo con la voluntad de Yehováh, y aunque tratemos de torcer su mano, finalmente deberemos aceptar su designio y vivir contentos con ello. Por otra parte, en estos tiempos no responde por fuego a nuestras oraciones, pero siempre está preocupado de sus hijos y sus respuestas siguen siendo contundentes: trabajo, sanidad, liberación, paz, victoria y vida, son algunas de sus respuestas a lo que sus hijos necesitan. Finalmente, debemos recordar que sin Él nada podemos hacer, pero sus palabras fieles son las que hay que abrazar para que nuestra vida en esta Tierra sea de bendición y esperanza, siendo como hemos dicho a lo largo de toda la lección hombres y mujeres obedientes, ya que eso nos permitirá un día estar con Él, como lo señala el Tehilim 101; versículo 06 que dice: “Mis ojos pondré en los fieles de la Tierra, para que estén Conmigo; el que ande en el camino de la perfección, éste me servirá.” Adonai les bendiga. David Molgas – La Serena