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Domingo 10 de Octubre de 2021.

Tema: Gloriosa presencia de Dios desciende sobre su pueblo.


Lección: Levítico cap.09; versíc. 22 al 24
Texto: Éxodo cap.13; versíc.22
“Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de
día, ni de noche la columna de fuego.”
Éxodo 13:21; Esdras 8:21 y 31; Salmos 16:9, 109:31, 121:5-8;
Proverbios 2:8, 3:6; Isaías 4:5-6, 25:4, 32:2; Mateo 23:37;
Santiago 4:13-16.

En el huerto de Edén, la presencia de Adonai era lo principal.


Él conversaba con Adán y Eva, y era un momento de comunión
entre Elohim y sus criaturas. Esa presencia debió limitarse
cuando el hombre dejó de ser santo. Cuando la primera pareja
desobedece, se quiebra definitivamente la comunión con Elohim,
y al haber pecado en ellos, deben ser expulsados de su
presencia. Este momento debió ser muy doloroso para Adán y Eva,
porque ellos no tenían necesidades dentro del huerto, pero
fuera debían procurarse su propio alimento, debían trabajar
para su sustento y abrigo, y la descendencia vendría con dolor,
como lo encontramos en Génesis capítulo 03; versículos 16 al
19 que nos dicen: “A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera
los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos;
y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Y
al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y
comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él;
maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella
todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y
comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás
el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste
tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.” Y no sólo la
primera pareja estaba en dolor, también Elohim estaba
apesadumbrado, porque su voluntad sobre la humanidad era
habitar con ellos para siempre, pero el pecado hace entrada
por la desobediencia y este plan se trunca. Aunque sabemos que
Adonai no renuncia a su creación, y siempre su deseo es estar
con sus criaturas, es que se hace necesario el pago de la
desobediencia, que es en definitiva la muerte. Podrían haber
muerto fulminados Adán y Eva, pero Adonai en su misericordia
no lo permitió, sino que comienza con el plan de redención,
que traerá al hombre de vuelta de su mal camino, y en obediencia
será justificado, no porque el hombre tenga mérito, sino porque
será Adonai en su amor y gracia quien regalará al hombre el
don de la salvación, de esta forma se reestablecerá la comunión
que había en el principio del tiempo. Luego de la penosa
decepción en el Edén, Adonai se mostró a distintos hombres y
mujeres a través de la historia de la humanidad. Tenemos el
cuidado que Adonai tenía con Abel, después lo vemos con Enoc
con quien caminó, después con Noé, luego está la selección de
Abraham, Isaac y Jacob; luego está la aparición con Moisés, y
podríamos seguir nombrando a los padres de Sansón, el llamado
de Samuel, la visión de Isaías, el llamamiento de Jeremías, la
protección de Daniel, pero siempre es Yehováh quien se muestra
al hombre, es Él quien pone de manifiesto que quiere estar con
su creación. Lo más hermoso es cuando Él desciende en Yisrael
y camina entre ellos dando a conocer el evangelio eterno, y es
Él quien les dice que siempre ha estado con el hombre, y lo
encontramos en Mateo capítulo 28; versículo 20 que nos dice:
“enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y
he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo. Amén.” La Segunda persona de la Trinidad siempre ha
estado visible o invisible con sus hijos en la Tierra, y dando
pruebas de su presencia en todo orden de cosas. Luego debido a
su ascensión, no deja que su pueblo camine en soledad, sino
que se provee ahora de la Tercera persona de la Trinidad, quien
hace y ordena todo lo que en el Tercer Cielo se dispone. En la
iglesia actual, no es la excepción, sino que su presencia es
palpable para los que están en comunión con Adonai. Cada
cristiano sabe que no camina solo, sino que hay Uno que vela
sus pisadas, que lo mantiene alejado de la influencia del
mundo, el demonio y la carne; y le provee la salida cuando de
tentaciones se trata. Es esta hermosa presencia la que el
pueblo de Yisrael vive a diario, no como una utopía, sino como
una presencia real, ¡ellos ven la nube de día y la columna de
fuego en la noche!. Sus ojos no son ajenos a tan bello portento,
pero ahora la construcción del Tabernáculo permitirá que se
restablezca la comunión con el hombre a través de los
sacrificios, holocaustos y ofrendas. Adonai está con ellos como
su Dios, y mostrará en ellos lo que significa vivir con el
Verdadero Dios. Yisrael deberá ser el embajador de las buenas
nuevas a toda la humanidad, dando el mensaje de reconciliación
para que todo aquel que en Él crea, no se pierda, sino que
alcance vida eterna. La sangre provee la justificación, es el
medio por el cual se remite el pecado, y es le medio por el
cual el hombre es acepto. Después del Tabernáculo, en la ciudad
de Yerushalayim se erige el templo, obra primorosa para que ya
Adonai no habite en tiendas, sino que habite permanentemente
en el pueblo. Este templo es aprobado por Elohim, que es lo
mismo que ocurre cuando la iglesia consagra un nuevo templo
para Yeshúa, y la respuesta de Adonai es la misma, y la
encontramos en 1° Reyes capítulo 08; versículos 27 al 29 que
dicen: “Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He
aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden
contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?. Con
todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria,
oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu siervo
hace hoy delante de ti; que estén tus ojos abiertos de noche y
de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho:
Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo
haga en este lugar.” Ya sea por la presencia del Rúaj Hakodesh
o por una Teofanía, Adonai siempre está con su pueblo, y cuando
el hombre se pone de rodillas, donde quiera que se encuentre,
haya camino directo al Trono de Gloria, desde donde Yeshúa
intercede y justifica al hombre, porque fue su sangre la que
nos ha dado la comunión entre el Cielo y la Tierra y es su
cuerpo el que ha permitido la reconciliación, para hacernos
sus hijos santos y amados, trasladándonos a la eternidad por
el solo afecto de su gracia, siendo renacidos por el Rúaj
Hakodesh que aún actúa para arrepentimiento y confesión de
pecados. El hombre que encuentra la puerta que es Yeshúa, tiene
la presencia de Adonai asegurada en su vida, que será vida
eterna, como lo dice el Tehilim 48; en el versículo 14: “Porque
este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos
guiará aún más allá de la muerte.” Esto es estar con Adonai,
esto es estar en Adonai, esto es estar por Adonai, presencia
está garantizada por sus promesas, Él es Fiel, y en toda
circunstancia de nuestra vida se presenta tal cual es:
Omnipotente, es esa presencia que ha prometido poner dentro de
nosotros la que nos llena de esperanza y nos conecta con el
Tercer Cielo, cuando Él venga se tomará a Sí mismo y le
conoceremos tal cual es, porque su gracia infinita lo ha
concedido.

1° Título: Necesaria bendición sacerdotal hacia el pueblo de


Dios. Versíc.22. (Léase Números 06:24 al 26).
Genesis 14:18-20; Deuteronomio 10:8, 21:5; 1Reyes 8:55;
1Crónicas 23:13; 2Crónicas 6:3; Salmos 72:17; Marcos 10:16;
Lucas 24:50; Hechos 3:26; 2Corintios 13:14; Hebreos 7:6-7;
1Pedro 3:9.

Cuando Aarón hace la expiación por el pueblo, cuando la sangre


es rociada, se sella la paz entre Adonai e Yisrael, esto trae
perdón, reconciliación, justificación y finalmente la paz.
Ahora cada hombre, mujer y niños de las distintas tribus de
Yisrael, puede entrar en la comunión con Elohim y puede
demostrar lo que hay en su corazón, puesto que el precio ya
fue pagado. Cuando se terminan los holocaustos, y el olor
fragante de dicho sacrificio es acepto, entonces Aarón puede
hablar como intermediario entre Adonai y el pueblo; y no dice
cualquier cosa, sino que da la bendición dictada por el Tercer
Cielo para un pueblo santificado, como lo encontramos en
Números capítulo 06; versículos 22 al 27 que dicen: “Jehová
habló a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos y diles:
Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles:
Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer Su
rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre
ti Su rostro, y ponga en ti paz.
Y pondrán Mi Nombre sobre los hijos de Israel, y Yo los
bendeciré.”
Cuando leemos que dice pondrán Mi Nombre, está implícitamente
comunicando que sus hijos tendrán la facultad de caminar en
Él. Aarón como portavoz de las palabras de Adonai toma mayor
importancia porque Yisrael está en el desierto, aún faltan
jornadas para llegar a la Tierra que se les prometió, pero
ellos ahora con la bendición de Adonai podrán conquistar lo
impensable, transformarse de esclavos a guerreros, de guerreros
a jueces, de jueces a reyes y de reyes a súbditos del Mashiaj,
quien los gobernará en paz. Todo lo que se está viviendo en el
Sinaí, los está preparando de antemano para la venida de quien
será el gobernante de toda la Tierra. Por otra parte, es
comprensible que el pueblo se pregunte qué será de sus hijos
cuando ellos tomen posesión de la Tierra. Sin embargo, existe
un capítulo completo en Deuteronomio que les arenga a obedecer
los estatutos de Adonai y que, si lo hacen así, nunca faltará
la bendición en sus casas, como lo encontramos en el capítulo
28. Por esto es importante que exista Aarón y sus hijos, porque
son los que guiarán al pueblo a la obediencia. Si nos fijamos
bien, la bendición está subyugada a la respuesta de Yisrael a
las Tablas del Testimonio. Lo mismo que ocurrió en el Edén con
la orden de no comer del árbol del bien y del mal, se repite
ahora con seguir los estatutos y ordenanzas que se le dieron a
Moisés y que Aarón y sus hijos deberán repetir e integrar en
toda su manera de vivir, como lo encontramos en Deuteronomio
capítulo 06; versículos 01 al 09 que dicen: “Estos, pues, son
los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios
mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la
tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas
a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus
mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu
hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean
prolongados. Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por
obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y
miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de
tus padres. Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y
amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma,
y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy,
estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y
hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino,
y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una
señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y
las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.”
Yisrael debía mantener los preceptos y su vida seria una
bendición, no solo para ellos sino para toda la Tierra. Con
Yeshúa, nuestro gran sumo sacerdote según el orden del Malki-
Tzedek, la bendición está subyugada a que creamos en Él. Cada
cristiano que le ha recibido en su corazón como su salvador
personal, tiene a su haber una bendición infinita. Pero debemos
entender que todo se basa en la obediencia a su palabra. El
apóstol Pablo le escribe a los Efesios en el capítulo 01;
versículos 03 al 06 diciendo: “Bendito sea el Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición
espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos
escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos
santos y sin mancha delante de Él, en amor habiéndonos
predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de Su voluntad, para alabanza
de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el
Amado.” Nuestro sumo sacerdote nos ha bendecido más allá del
tiempo y del espacio, para que seamos aceptables al Abba, pero
en Él, no por las obras o méritos nuestros, sino por el afecto
de Su Voluntad. Es Él quien, en el Altar de la Cruz, llevó
nuestra maldición, llevó nuestro pecado, y al rociar su sangre
respondió a la justificación de la ira de Adonai, librándonos
del imperio de la muerte y trasladándonos a la gloria
inmerecida en la ciudad celestial. Es Él quien exclamó
¡consumado es!, abriendo las ventanas de los cielos para que
su gracia nos colme de bendiciones espirituales y materiales,
todo por medio de la obediencia a su mandato, y aunque es
cierto que el cristiano, muchas veces por culpa de la
obediencia debe pasar el valle de sombra, al final del valle
estará esperando nuestro Sumo Sacerdote Yeshúa quien en su amor
nos tomará y nos librará del mal, y habiendo pasado la aflicción
susurrará en nuestros oídos lo escrito en Hageo capítulo 02;
versículo 19 diciendo: “¿No está aún la simiente en el granero?
Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo
ha florecido todavía; más desde este día os bendeciré.” Es esta
bendición sacerdotal que nos impulsa a seguir adelante a pesar
de las vicisitudes del camino, a pesar de las trampas del
adversario, a pesar de las calumnias y disensiones que se
preparan por doquier. Es de la mano de Yeshúa que saldremos
victoriosos, y la bendición mayor que podemos obtener en
obediencia, es poder un día llegar al Trono de Gloria y abrazar
sus pies y decir gracias por tu amor, gracias por tu sacrificio,
gracias por tu misericordia y gracias por escogerme sabiendo
que a tus ojos estaba perdido.
2° Título: Visible manifestación de la presencia de Dios al
pueblo. Versíc.23. (Léase 2°Crónicas 05:14).
Éxodo 40:35; Números 14:10, 16:19 y 42; 2Crónicas 7:2; Isaías
6:1-4; Ezequiel 10:4; Lucas 1:21-22; 1Timoteo 6:16; Hebreos
9:24-28; Apocalipsis 15:8.

Cuando los intercesores entran al Santuario y presentan la


expiación, si dichos intercesores están en santidad y pureza
de alma, cuerpo y espíritu; entonces están facultados para
primero estar en el Propiciatorio y después bendecir al pueblo.
Es importante que se entienda que después de que Yisrael fue
purificado en la expiación, en la ofrenda por el pecado y en
la ofrenda de paz, han alcanzado el estatus que Adonai requiere
para poder entrar en comunión con su pueblo. Cada uno de ellos
estaba esperando dicho momento, y no hay duda de que también
las preguntas se agolpaban en sus mentes ¿seremos dignos?
¿moriremos? Y ¿si nuestra ofrenda no es agradable?, ¿hay algo
más que me impida ver la gloria de Adonai?; y cuántas otras
que llegado el caso, fueron prontamente respondidas porque
cuando Moisés y Aarón salieron del Santuario, bendicen al
pueblo como ya lo dijimos en el tema anterior, ahora esa
bendición se torna en presencia. Adonai baja desde el Tercer
Cielo y se muestra delante de toda la congregación, dando a
entender que la remisión se efectuó, que sus pecados fueron
justificados y que los errores pasados ya no cuentan, solo
cuenta lo que ocurrirá desde ese momento en adelante, como lo
señala Isaías en el capítulo 43; versículo 25 diciendo: “Yo,
yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no
me acordaré de tus pecados.” Yisrael respira agradecido, porque
su Dios está delante de ellos, su majestuosidad se ha revelado
para bendición, y todo aquel que se acerca con fe y sinceridad
de corazón hallará el bien y la misericordia. Ahora cada vez
que el pueblo se santifique y declare su pecado de corazón,
tendrá la posibilidad de estar delante de Adonai para ser
perdonado. Esto lo vemos una y otra vez en las escrituras.
Cuando Yisrael se desviaba de Adonai, y luego reconocía su
error y se volvía de su mal camino, la gloria del Dios Único
bajaba para estar con su pueblo y consolarlos, como lo
encontramos en Jeremías capítulo 23; versículos 12 y 13 que
dicen: “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y
yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis
de todo vuestro corazón.” Esto es lo que está aconteciendo en
las faldas del Sinaí, Yisrael ha sido obediente al mandato dado
por Moisés y los sacerdotes, se ha despojado de la banalidad y
se ha presentado delante de Elohim sin esconder nada. Esto
agradó de sobremanera a Adonai quien gustoso muestra que está
dispuesto a cumplir su promesa y llevarlos a la tierra que les
prometió a sus padres. Es esa presencia la que debemos anhelar
cada día. Aunque Yeshúa dijo a sus discípulos en Juan capítulo
16, versículos 16 y 22 que nos dicen: “Todavía un poco, y no
me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al
Padre.” “También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os
volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará
vuestro gozo.” Dando a entender que sería sacrificado por la
humanidad, pero que al resucitar mostraría que Él es mismo Dios
de los siglos y no solo eso, su promesa de vida eterna sería
una realidad. Yisrael tuvo la dicha de ver su gloria en muchas
ocasiones, cuando se consagró el templo erigido por Salomón,
cuando los profetas de baal fueron desafiados por Elías, cuando
se puso sitio a Samaria y Giesi vio los carros de fuego. Pero
una de las manifestaciones más gloriosas la encontramos en tres
pasajes importantes y fueron manifestaciones que se revelaron
a hombres igual que nosotros pero que caminaban en santidad.
La primera está en Job capítulo 38, versículo 01 que nos dice:
“Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo:”
Los amigos de Job, hombres impíos quisieron hacer de jueces de
Job, sin pensar que Adonai estaba en medio de ellos sosteniendo
a su siervo, finalmente este sacerdote debió interceder por
sus amigos para que no fueran castigados. La segunda
manifestación gloriosa está en Isaías capítulo 06; versículos
01 al 07 que nos dicen: “En el año que murió el rey Uzías vi
yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas
llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno
tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían
sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces,
diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda
la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las
puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa
se llenó de humo. Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto;
porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio
de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey,
Jehová de los ejércitos. Y voló hacia mí uno de los serafines,
teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con
unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí
que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu
pecado.” En cada manifestación, ¡Adonai trae salvación!. Isaías
por primera vez ve por el cual él profetizaba sin haber tenido
conciencia real de a quien representaba, y solo en ese día
comprendió que el mensaje que Adonai le daba era un mensaje de
vida, pero aún él se encontraba en muerte, solo con la acción
purificadora del fuego del Altar Isaías logró estar en
condiciones para ser el instrumento que Adonai necesitaba,
debía estar purificado y cuando ese fuego lo tocó, Isaías dejó
que la voluntad de Adonai hiciera lo que quisiera en su vida.
Finalmente, la presencia mayor de todas está en Lucas capítulo
02; versículos 08 al 14: “Había pastores en la misma región,
que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su
rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la
gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran
temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os
doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os
ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es
CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño
envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente
apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales,
que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas,
Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!.”
Amados es esta sublime presencia la que nos ha acompañado en
nuestras jornadas de batallas, una y otra vez, y es la que en
estos momentos inunda nuestro corazón de gozo, porque Él vive.
Y no solo porque se mostró en Yisrael, sino que lo hizo para
toda la humanidad, dándonos la gracia de salvación y
adoptándonos como hijos amados. A través de Él es que se recibe
el Rúaj Hakodesh, la misma presencia que descendió en
Pentecostés, dándonos el sello que nos autentica como esclavos
del Unigénito. Es esa presencia la que mora en cada corazón
que lo ha recibido, es esa presencia la que nos sostiene y es
esa presencia la que nos vivifica. Anhelemos siempre que su
presencia se haga sentir en nuestras vidas, no importa las
actividades que tengamos, consagrémonos en alma, cuerpo y
espíritu y su presencia nos acompañará dando lugar a todo tipo
de experiencias sobrenaturales, porque caminando con Él somos
más que vencedores.

3° Título: Fuego de Jehová, señal poderosa de su presencia.


Versíc.24. (Léase 1°Reyes 18:38 y 39; Éxodo 24:17).
Genesis 4:3-4, 15:17, 17:3; Éxodo 3:2; Levítico 6:13; Números
14:5, 16:22; Jueces 6:21, 13:19-20 y 23; 2Reyes 19:15;
1Crónicas 21:26; 2Crónicas 6:2, 7:1-3; Esdras 3:11; Salmos
20:3-4, 80:1; Mateo 26:39; Apocalipsis 4:9, 5:8, 7:11.

Cuando se presenta el pueblo delante de Adonai, lo hizo en


pecado, pero cuando Aarón intercede por ellos, la intercesión
logra el efecto deseado dando lugar a la justificación y
posterior santificación que emana de la sangre vertida a los
pies del Altar, del rociamiento de dicha sangre y del toque de
la sangre en los cuernos del Altar. Hay que mencionar que los
cuernos del Altar no eran para amarrar a los animales del
sacrificio, había un levita encargado de ello, ya que debemos
recordar que los cuernos estaban a gran temperatura producto
del fuego que estaba en su interior, por lo que, en
consecuencia, no era posible dicho amarre. Sin embargo, cuando
el levita sostenía el animal, lo hacía para que el sacerdote
hiciera el corte que quitaría la vida de la víctima, y de esta
manera obtener la sangre que serviría para la expiación.
Yisrael ha pasado todo el día delante de Adonai, Aarón hizo el
sacrificio de la mañana por él y por sus hijos; y ahora en la
tarde está haciendo el sacrificio por el pueblo. Por esto que
las cosas que están aconteciendo no son inmediatas, sino que,
muy por el contrario, debe ser todo como fue ordenado, sin
errores, todo perfecto, porque el perfecto sacrificio traerá
reconciliación y paz. Ahora que Yisrael ha reconocido su
transgresión delante de Adonai y han mostrado un verdadero
arrepentimiento, es entonces que la viene la respuesta, pero
esa respuesta es por la sangre derramada, ya que sin sangre no
se hace remisión. Así que el sacrificio ha sido acepto, olor
fragante y Yehováh pone su sello de aprobación consumiendo lo
que está en el Altar y dando a entender que su pueblo ahora
está listo para entrar en la comunión con Él. Cuando el fuego
de Yehováh desciende y consume el holocausto el pueblo en
admiración y temor adora al que Vive por los siglos de los
siglos. Él está declarando que es el Único Dios y no hay otro,
que es su mano la que mueve los destinos del hombre y es su
mano la que los sacó de Egipto y será su mano la que los llevará
hacia la tierra que fluye leche y miel, y todo esto porque se
han presentado tal cual son y han hecho votos de no pecar más
y seguir las Tablas del Testimonio dadas a Moisés, que
escucharán la amonestación de los sacerdotes y enmendarán sus
vidas dejando la idolatría y las antiguas costumbres, como lo
encontramos en Deuteronomio capítulo 06; versículos 20 al 25
que dicen: “Mañana cuando te preguntare tu hijo, diciendo: ¿Qué
significan los testimonios y estatutos y decretos que Jehová
nuestro Dios os mandó?, entonces dirás a tu hijo: Nosotros
éramos siervos de Faraón en Egipto, y Jehová nos sacó de Egipto
con mano poderosa. Jehová hizo señales y milagros grandes y
terribles en Egipto, sobre Faraón y sobre toda su casa, delante
de nuestros ojos; y nos sacó de allá, para traernos y darnos
la tierra que juró a nuestros padres. Y nos mandó Jehová que
cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a Jehová nuestro
Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos
conserve la vida, como hasta hoy. Y tendremos justicia cuando
cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de
Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado.” Las respuestas
de Adonai al pueblo siempre han sido en momentos cruciales de
su historia. En este contexto primero lo vemos, como dijimos
anteriormente para sellar su pacto con Yisrael, pero luego
pasados los siglos, este pueblo de esclavos, jornaleros y
pastores, está dividido en dos reinos, producto de la
desobediencia de sus reyes. Es en ese tiempo que Yisrael sigue
a dioses de la tierra de los cananeos, como se les había
prohibido, pero ellos iban tras sus disoluciones, pensando que
Yehováh no cumpliría lo que había prometido. Sin embargo, en
su amor por su pueblo, es que llama a su siervo Elías y hace
que se enfrente con aquellos que han trastornado a Yisrael y
lo han desviado. Es en ese momento en que Elías restablece el
Altar hecho con doce piedras simbolizando a Yisrael, prepara
su holocausto y en la oración de consagración Elías es tajante
al decir que por orden de Yehováh lo hace. Y como su siervo
actúa en obediencia, viene entonces la respuesta de Adonai,
consumiendo el holocausto y refirmando el pacto que se había
gestado en el Sinaí, como lo vemos en 1° Reyes capítulo 19;
versículos 36 al 39 que nos dicen: “Cuando llegó la hora de
ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo:
Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto
que Tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por
mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová,
respóndeme, para que conozca este pueblo que Tú, Oh Jehová,
eres el Dios, y que Tú vuelves a Ti el corazón de ellos.
Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la
leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba
en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron:
¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!.” Estos dos
acontecimientos nos muestran que Adonai responderá a los que
son obedientes a su palabra y son activos en ella. Cada
cristiano debe entender que la respuesta a sus peticiones está
subyugada a la voluntad de Adonai. Eso significa que muchas
veces no habrá respuesta, porque la petición no está de acuerdo
con la voluntad de Yehováh, y aunque tratemos de torcer su
mano, finalmente deberemos aceptar su designio y vivir
contentos con ello. Por otra parte, en estos tiempos no
responde por fuego a nuestras oraciones, pero siempre está
preocupado de sus hijos y sus respuestas siguen siendo
contundentes: trabajo, sanidad, liberación, paz, victoria y
vida, son algunas de sus respuestas a lo que sus hijos
necesitan. Finalmente, debemos recordar que sin Él nada podemos
hacer, pero sus palabras fieles son las que hay que abrazar
para que nuestra vida en esta Tierra sea de bendición y
esperanza, siendo como hemos dicho a lo largo de toda la lección
hombres y mujeres obedientes, ya que eso nos permitirá un día
estar con Él, como lo señala el Tehilim 101; versículo 06 que
dice: “Mis ojos pondré en los fieles de la Tierra, para que
estén Conmigo; el que ande en el camino de la perfección, éste
me servirá.”
Adonai les bendiga.
David Molgas – La Serena

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