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Estado de Bienestar, Oscar Rodriguez. p.203-210
Estado de Bienestar, Oscar Rodriguez. p.203-210
consolidación de un
Estado de Bienestar
ÓSCAR RODRÍGUEZ SALAZAR i
Profesor Titular. Facultad de Ciencias Económicas.
Universidad Nacional de Colombia.
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I A partir de concebir el Capital como una relación social y no como una cantidad de bienes
de equipamiento, Salama y Mathias [1983] caracterizan al Estado como el garante de las relaciones
de producción y que participa de manera decisiva en la institución de esta misma relación. En los
países desarrollados la intervención del Estado tiene como prioridad la reproducción de la fuerza de
trabajo, mientras que en los subdesarrollados su actividad privilegia la reproducción del sector in-
dustrial.
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1 "El concepto de fordismo fue popularizado en los Estados Unidos por el mismo Henry
Ford y en los años veinte ya era parte de la conciencia científica social y popular norteamericana y
europea" [Jessop 1999, 19].
3 La Teoría General de Keynes al seleccionar como unidad de medida el salario y al establecer
los factores objetivos que determinan la propensión marginal a consumir reconoce que lo que prima
en el mercado laboral es la extensión de la relación salarial de esta forma sus postulados intentan ela-
borar una política económica que se ajuste a la regulación fordista.
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5 Bairoch considera que la historia le dio la razón a List por cuanto al calcular la protección
efectiva que tuvieron los Estados Unidos y algunos países de la Europa occidental llega a la conclu-
sión que los que se protegieron lograron altas tasas de crecimiento económico, mientras que los paí-
ses latino-americanos que sí aplicaron la teoría de las ventajas comparativas entraron a desempeñar
el rol de periferias. Inglaterra al abrir sus puertas al comercio exterior tuvo en cuenta que era una po-
tencia industrial y la economía mundo del siglo XIX.
6 Para De Swaan "La formación del Estado logró que la producción, el almacenaje, el trans-
porte y el comercio quedarán más protegidos del robo y el saqueo [...] Pero a medida que la econo-
mía crecía se hacía más vulnerable a ataque menores, repentinos y transitorios. La pacificación inter-
na no había acabado con la delincuencia y el bandidaje. Los vagabundos, desprovistos de toda
propiedad se convirtieron en una amenaza aún mayor para las cosechas en expansión, los crecientes
excedentes y las líneas de abastecimientos cada vez más extensas" [De Swaan 1992, 256].
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8 Es pertinente recordar la función anticíclica de los sistemas de protección social: "la inden-
mización al desempleo, prácticamente inexistente en 1930, evita una caída de la demanda cuando el
empleo se reduce; los ingresos sociales introducen a la economía un poder de compra independiente
de los vaivenes de la coyuntura económica" [Rosanvallon 1981, 8].
9 "El primer derecho del individuo reconocido como sujeto central de la política es el derecho
a la vida. El cambia su sumisión o su participación según las diversas formas de este contrato social,
contra esta garantía fundamental: proteger su integridad física contra todas las amenazas de violen-
cia interior. El paso de un estado natural a un estado civil realizado por el Estado consiste en produ-
cir la paz civil. Pero esta seguridad de los individuos implica igualmente el reconocimiento y la ga-
rantía de otro derecho: la propiedad" [Ibid, pág. 22].
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¿ E L MODELO DE SUSTITUCIÓN
DE IMPORTACIONES UN SUBFORDISMO?
Una de las preguntas centrales de esta es sí por contar con proyectos
de seguridad social se puede concluir que en América Latina existió un
Estado de Bienestar? Sí la respuesta es afirmativa ¿Cómo se manifestó este
Estado para el caso colombiano?
En primer término se podría hacer mención a la forma como se desa-
rrolla el fordismo en la periferia. En segundo lugar, como se analizará en la
siguiente sección, sería pertinente determinar las características que asumió
el sistema de seguridad social en nuestro país, las cuales están articuladas al
régimen de acumulación, a la forma de regulación del Estado sobre el mer-
cado y a los intereses de los diferentes sectores sociales organizados que par-
ticiparon en el proyecto.
Lipietz [1990] cataloga el modelo de industrialización por sustitu-
ción de importaciones que se implantó en América Latina como de un for-
dismo incompleto, en tanto el mecanismo de inserción al "circulo virtuo-
so" del fordismo central falló por tres razones importantes que se observan
en tres campos: de lado delproceso de trabajo por cuanto una vez superada la
fase de sustitución fácil, que requiere poco capital fijo, se encuentran trabas
para aumentar el nivel de inversiones para importaciones de bienes de equi-
po las cuales son costosas y tienen una baja rentabilidad dada la estrechez
del mercado en la periferia; del lado de los mercados porque al no extenderse
la relación salarial el poder de compra de la población se reduce significati-
vamente, a lo cual se suma la aversión de las clases medias y dominantes a
comprar productos estandarizados; de lado de los intercambios externos, por
cuanto la política de sustitución de importaciones al requerir de un alto vo-
lumen de inversiones para las importaciones de equipos no podría ser fi-
nanciada por las exportaciones, originándose un déficit del comercio exte-
rior y de deuda externa.
De esta forma "se puede hablar de un subfordismo, es decir de una
caricatura de fordismo, una tentativa de industrialización según la tecnolo-
gía y el modelo de consumo fordista, pero sin las condiciones sociales, ni del
lado del proceso de trabajo ni del lado de la norma del consumo de masas"
[Lipietz 1990, 75]. Otra forma de analizar los rasgos distintitivos del proce-
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10 Rist en su libro Le dévebppement Histoire d 'une croyance Occidentale concluye que el térmi-
no subdesarrollo (y las políticas que lo acompañan) fiíe acuñado por el presidente Truman en el dis-
curso sobre el Estado de la Unión del 20 de enero de 1949. Desde ese entonces los términos desarro-
Ilo/subdesarroUo reemplazan a los de colonizador/colonizado.
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cial que articulaba a los ciudadanos. En general las reformas tributarias del
período de economía cerrada apuntaban a la redistribución de los ingresos y
la racionalidad de la administración tributaria. La ley 78 de 1935 que regu-
la la Reforma tributaria de la Revolución en Marcha pretendía lograr un sis-
tema técnico de impuesto fundamentado en la capacidad de pago y en el
principio de igualdad. Tal vez entre las reformas más progresivas del siste-
ma tributario se podría hacer mención a la tomada en 1960 [Ley 81] en el
marco del Plan de Desarrollo Decenal (asesorado por la CEPAL) que preten-
día implementar una tributación basada en tres aspectos prioritarios: apor-
te del gasto púbUco para elevar la demanda interna, contribución a la crea-
ción de capital y el efecto de la política fiscal sobre la redistribución del
ingreso. La financiación de este incremento del gasto público se basaría en
la creación de nuevos gravámenes.
Junto a los mecanismos de intervención macroeconómica, el Estado
se orienta hacia la consolidación de un sistema de seguridad social como
forma de legitimidad política y que se estructura en función de la correla-
ción de fuerzas de los sectores sociales organizados. La Ley 5 de 1945 y la
Ley 90 de 1946 son consideradas como aquellas que estructuraron el siste-
ma de seguridad social en Colombia. Estas fueron promulgadas durante la
administración de Mariano Ospina Pérez en una coyuntura marcada por la
represión sobre el movimiento obrero y de inicios de la violencia [Archila
1991]. En este sentido con el sistema de seguridad social se busca legitimar
un gobierno claramente represivo y la ley que sigue de cerca el modelo Bis-
markiano deja por fuera a la población rural.
Si bien la Ley 90/46, que dio lugar al Instituto Colombiano de Segu-
ros Sociales (ICSS), contempló el cubrimiento tanto de los seguros médicos
como de los económicos, las transacciones políticas condujeron al gobierno
de Mariano Ospina Pérez y a su ministro de trabajo Adán Arriaga a incli-
narse porque el Icss iniciara actividades brindando sólo los servicios inclui-
dos en los seguros médicos (EGM), postergando la apertura de los riesgos de
invalidez, vejez, muerte (IVM) y accidentes de trabajo y enfermedad profe-
sional (ATEP). De esta forma nació un modelo descapitalizado con baja co-
bertura y serias deficiencias en la prestación de los servicios de salud. A estas
circunstancias es preciso agregar la conversión de la contribución tripartita
a una bipartita (empleadores y trabajadores) que le imprimió el déficit
como rasgo distintivo, en tanto el Estado incumplió con sus aportes.
Los gremios económicos, los sindicatos y el Estado fiíeron responsa-
bles de las limitaciones iniciales del sistema de seguridad social; la concerta-
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ción implicó hacer mutuas concesiones entre los diferentes actores sociales.
Ante la negativa de la ANDI de iniciar el proyecto con los seguros económi-
cos, el gobierno perfiló la posibilidad de capitalizar la Institución haciendo
uso de las cesantías de los trabajadores privados, pero esta organización gre-
mial condicionó su apoyo al abandono de esa alternativa.
Las organizaciones sindicales, por su parte, apoyaron al gobierno en
la expedición de la Ley 90/46, no obstante, los sectores más combativos del
proletariado no fueron solidarios con el conjunto de la clase obrera, y algu-
nos de ellos prefirieron crear sus propios organismos de seguridad social o
permanecer en los que ya tenían y no integrarse a una institución en donde
hubiesen podido compartir los beneficios.
No todos los sectores sociales estuvieron de acuerdo con la puesta en
marcha de los seguros. La oposición al proyecto provino de la Federación
Médica, los médicos identificaron el proyecto con nocivos intentos por so-
cializar la medicina; tal vez la razón más poderosa era la regulación de tarifas
que el ICSS instauraría a partir de ese momento [Rodríguez y Arévalo 1994].
"' Esta forma de iniciar la seguridad social dejó por fuera a los trabaja-
dores informales y a la población rural. Como el Estado no realizó los
aportes correspondientes, el proyecto tuvo serias dificultades en materia
de financiación. Con el Frente Nacional sufrió el mismo proceso de clien-
telización y corrupción de las entidades públicas.
Si bien, al final, los seguros económicos contemplados en los decretos
1825/65 y 687/67 gozaron del beneplácito de los gremios y de los sindica-
tos, al principio tuvieron que ser casi impuestos por el Estado. Las reaccio-
nes adversas del inicio se produjeron en tanto los empleadores y los trabaja-
dores temían que el Estado estuviera utilizando una treta para no cancelar la
deuda contraída con la institución. La ANDI se movilizó para lograr que el
sistema de capitalización fuera el más bajo posible; los sectores sindicales
UTCy C T C y algunos del llamado sindicalismo independiente objetaron el
proyecto por el incremento de los aportes.
Al amparo de los decretos mencionados se estipuló que el manejo de
las reservas del Icss operaría en virtud de un contrato de fideicomiso y sus-
cripción de bonos de valor constante para la seguridad social, firmado entre
el ICSS, el Gobierno y el Banco de la República. De esta forma el Estado po-
dría hacer uso de una parte del ahorro nacional, lo cual le facilitaba un ma-
yor grado de intervención en la actividad económica.
Las dificultades financieras del Instituto encuentran sus orígenes
en el sistema descapitalizador por el cual se optó y en la renuencia a reali-
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II El cap. 2 del tít. 2 de la Constitución de 1991 estipuló el ámbito de los derechos sociales: la
protección a la familia, la igualdad de derechos entre géneros, los derechos fundamentales de los ni-
ños, adolescentes y personas de tercera edad, la seguridad social, el acceso a la vivienda y a la recrea-
ción y el estatuto del trabajo. Estos derechos fueron plasmados en los Art. 42 a 57; del Art. 58 al 66
están consignados los derechos de propiedad, y se retoman los derechos sociales y en particular lo re-
lativo a la educación desde el art. 67.
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12 Este mensaje es enviado por las políticas neoliberales en el campo de lo social cuando focali-
zan el gasto público o al introducir reformas a la política social; la relación salarial y la estabilidad en
el trabajo se presenta como un privilegio para el conjunto de la población. ^
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ter injusto al favorecer por igual a personas que tienen necesidades y re-
cursos muy diferentes; no estimula la productividad ni el esfuerzo de los
agentes; y no se ajusta a los cambios en los requerimientos de la demanda;
comentarios similares hace el Banco Mundial cuando descalifica al siste-
ma público de pensiones basado en el modelo de reparto. De esta manera,
se ligan las críticas que se han elaborado frente al Estado de Bienestar con
las de los subsidios a la oferta, observados a través de la universalización de
los servicios.
El llamado principio de equidad es uno de los puntos sobresalientes
en las propuestas de focalización. Al hacer una revisión de las teorías de jus-
ticia social [Schnneider-Bunner 1997], se encuentra en el liberalismo el
sostén teórico de la aplicación de dicha técnica. En el liberalismo los bienes
que harían parte de una política social son considerados como bienes co-
munes que pueden y deben funcionar de acuerdo con las leyes del mercado,
aunque se puede aceptar el altruismo para compensar algunos desajustes. Es
decir, se trata de bienes cuyo mercado aceptaría la intervención estatal con
el objetivo de acordar ayudas parciales para beneficiarios particulares y en
ciertos bienes.
Entre los instrumentos que utilizan los programas de focalización se
encuentra el Sisben; sistema de clasificación que permite identificar a la po-
blación pobre objeto de una política de subsidios en salud y de otros pro-
gramas sociales. Un criterio central para esta identificación es el ingreso y
las condiciones de la vivienda, la forma como se implementa a través de en-
cuestas. La información que requiere la focalización, que gira en torno a la
capacidad de pago ha sido comentada por Amartya Sen en tanto genera un
conjunto de incentivos y de costos sociales. La población objetivo se con-
vierte en un agente activo que busca distorsionar la información y que a la
postre desvirtúa la orientación del sistema.
La distorsión de la información es una vía para que se pueda acceder a
los incentivos en forma fraudulenta y lograr servicios a los cuales no se ten-
dría derecho. En el caso límite se podría incidir sobre una conducta para
que se mantenga la condición de pobreza o de lo contrario serían excluidos
del sistema. Otro aspecto que debe ser destacado es el estigma de quien se
declara pobre, que iría en contra de la autoestima y del respeto de las demás
personas. Ante la ausencia del ejercicio de los derechos sociales los progra-
mas de focalización pueden incidir en la viabilidad política y calidad en tan-
to los pobres carecen de poder político para que se garantice la continuidad
y la calidad de los servicios [Fresneda 2000].
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Dentro del Estado de Bienestar de tipo liberal del que hace mención
Esping-Andersen se encuentran unos principios de estratificación social so-
bre los cuales el Estado diseña una política social; estos principios podrían
ser extendidos al Estado colombiano formado después de la Constitución
de 1991. Si bien dentro del pensamiento liberal clásico el universalismo y la
igualdad aparecen como principios rectores del sistema, para el caso colom-
biano esta meta enfrenta dificultades para su realización en tanto el sistema
de régimen subsidiado tiene un paquete de servicios en salud [Pos] que
equivale a la mitad del que le corresponde a un afiliado al régimen contri-
butivo; de contera sólo se ha podido proteger a la mitad de la población que
cumpliría con los requisitos de subsidio, la otra mita debe acudir a los subsi-
dios de oferta.
Este liberalismo tiene una política social minimalista, y en últimas
está asociada con el paternalismo y el elitismo, pero lo que es más grave, con
la perpetuación de la pobreza. Siempre se piensa que los resultados de esta
política social van paralelos a los resultados del mercado, por ello se insiste
en el problema de las externalidades que tienen los bienes públicos y la polí-
tica de ayuda y de autosubsistencia. En últimas los derechos sociales del ciu-
dadano dentro del liberalismo reformista serán modelados por el Estado.
CONCLUSIONES
Los Estados de Bienestar son una construcción histórica que aparece
a partir de la Segunda Guerra Mundial y están asociados a aquella etapa de
intervención estatal en la economía que se insinúa a partir de la Gran De-
presión de los años treinta y se consolida luego de la segunda postguerra.
Esta forma de organización política es el producto de la combinación de
dos lógicas, la del seguro que cobija a toda la población y la universalización
de los derechos sociales como promotores de un concepto de la ciudadanía.
El seguro social es la institución central de los estados de bienestar y es a su
vez la forma como la sociedad lucha contra la exclusión social.
Las instituciones típicas del Estado de Bienestar encuentran su racio-
nalidad económica en el modelo keynesiano. Este último se caracteriza por
una fuerte regulación del Estado sobre el mercado, por un activismo fiscal y
una tributación directa progresiva que busca no sólo redistribuir el ingreso
sino darle una justificación política a los proyectos gubernamentales. A di-
ferencia del modelo clásico en donde el nacimiento del mercado autorregu-
lador genera un proceso de dislocación social y un sistema en el cual el mer-
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