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Docente:
Pascual Moricete
Presentado por:
Tays Vásquez
Jan Cabrera
Pamela Cárdenas
Nicolle Santana
Frandhely Uceta
Justin Rivas
Lisbet Fernández
Francheska D´Agata
Introducción
Como ya hemos estudiado, la sentencia no es más que el acto jurisdiccional que pone
fin al proceso o a una etapa del mismo. De esta se deriva una clasificación desde
diferentes puntos de vista, como las que vamos a conocer a continuación:
En primer lugar, puede ocurrir que dos personas simulen una contestación que, en
realidad, encubra un acuerdo que han pactado, y luego, mediante una acción en justicia
incoada por una de ellas contra la otra, concurran ante el tribunal, concluyan en
consonancia con lo convenido, y obtengan así una sentencia que consagre ese acuerdo
previo. Ha habido en este caso un proceso simulado; como toda simulación, el pro-ceso
simulado es lícito siempre que no tenga por objeto contravenir a una norma legal de
orden público, como, por ejemplo, a una de las que se refieren al estado y la capacidad,
a los regí-menes matrimoniales, y, en general, a las que regulan las materias respecto de
las cuales las partes no pueden celebrar convenciones,
En segundo lugar, puede ocurrir que un litigio haya existido efectivamente entre las
partes, y que, después de haberlo sometido al tribunal, 'ellas convengan en una
transacción o en un desistimiento, o que una de las partes preste aquiescencia a las
pretensiones de la otra, y luego concluyan en tal forma que la sentencia venga realmente
a consagrar el acuerdo de las partes. En este caso hay simulación sobrevenida en el
curso del proceso, y es lícita si intervienen en las mismas condiciones que la simulación
que tiene por objeto incoar un proceso.
¿Cuál es el carácter que tienen estas sentencias? De acuerdo con una primera
opinión, la sentencia de expediente no debe ser considerada como verdadera sentencia,
sino como un acto no jurisdiccional, o de administración judicial, mediante el que los
jueces comprueban que las partes han celebrado una convención, y levantan acta de su
convenio. Esta sentencia no sería otra cosa que un contrato judicial. En este sistema, la
sentencia de expediente podría ser impugnada mediante acción principal en nulidad,
igual que cualquier otro contrato; ella no produciría hipoteca judicial, excepto si se trata
de una sentencia intervenida respecto de una demanda en reconocimiento de escritura, a
causa de las previsiones de los artículos 193 y siguientes. Se ha pretendido, en otra
opinión, que para determinar el carácter de la sentencia de expediente hay que tomar en
cuenta la fórmula empleada por el tribunal: si éste se ha limitado a levantar acta del
acuerdo de las partes, sin pronunciar ninguna decisión acerca del litigio hay
simplemente contrato Judicial y no sentencia; si, por el contrario el tribunal no se limita
a comprobar el acuerdo de las partes, sino que, además dicta una decisión sobre el
proceso, esta decisión constituye un contrato sentencia propiamente dicha, y no la
comprobación de la convención judicial En este caso, el tribunal se ha apropiado de las
partes, y la ha hecho figurar en el dispositivo de su sentencia. La convención ha sido
absorbida por la sentencia. Esta distinción, sin embargo, no ha prevalecido: en todos los
casos, y sea cual sea la fórmula empleada por el juez frente a las conclusiones
concordantes de las partes, la sentencia de expediente es considerada como una
verdadera sentencia contenciosa, que produce la hipoteca judicial, y que no es
susceptible de ser impugnada por acción principal en nulidad, sino únicamente por el
ejercicio de las correspondientes vías de recurso, ordinarias o extraordinarias.
Ventajas. Desde varios puntos de vista, las partes pueden tener interés en hacer
incorporar su convención, intervenida antes o en el curso del proceso, en una sentencia
de expediente. 1ero. Cuando la convención es relativa al pago de cantidades de dinero y
es otorgada ante notario, ella constituye un título ejecutorio, equiparable a la sentencia,
en cuya virtud el acreedor puede embargar los bienes del deudor. Esa convención está
sujeta, sin embargo, a ser impugnada mediante acción en nulidad durante cinco años, en
tanto, que, por el contrario, la sentencia es impugnable únicamente por el ejercicio de
las vías de recurso, ordinarias o extraordinarias, dentro de plazos generalmente muy
breves. 2do. La sentencia de expediente procura al acreedor el beneficio de la hipoteca
judicial, que grava todos los inmuebles del deudor; en cambio, la hipoteca
convencionalmente otorgada tiene un carácter especial.
La posibilidad de una acción tendiente a obtener una sentencia declarativa, fuera de los
casos expresamente consagrados por la ley, ha sido persistentemente negada por la
mayor parte de la doctrina, hasta época reciente. No hay para esa negativa, sin embargo,
ninguna razón fundamental: la acción en justicia es el único medio de obtener
declaración judicial respecto de una situación jurídica en todos los casos en que puede
temerse una perturbación o contestación; basta para ello que el actor ostente un interés
jurídico en el ejercicio de la acción.
- Encabezamiento. El artículo 146 manda que las sentencias “se encabezarán y darán
en nombre de la República”. Esto es un corolario de que la sentencia es un acto procesal
emitido por el órgano jurisdiccional en nombre del Estado.
- Lugar. Las sentencias deben darse, conforme lo dispone el artículo 1040, en el lugar
en que se halla establecido el tribunal.
- Indicación del tribunal. La sentencia debe indicar el tribunal que la pronuncia, por su
designación oficial: juzgado o tribunal de primera instancia, corte de apelación, etc. Se
acostumbra indicar, además, pero esto no parece indispensable, que el tribunal actúa en
sus atribuciones civiles y comerciales, Y, en los jueces de primera instancia divididos en
cámaras, que la sentencia emana de la cámara civil y comercial. Si se trata del Distrito
Nacional o de municipios en que existen varias cámaras, indicar la circunscripción.
- Conclusiones de las partes. Las conclusiones son actos procesales en que se enuncia
concretamente el pedimento que cada una de las partes somete al tribunal. El
demandante solicita mediante ellas que se acoja la demanda; por su parte, el demandado
solicita que se rechace la demanda. Esas son llamadas conclusiones sobre el fondo.
Ambas partes pueden también presentar conclusiones sobre excepciones y otros
incidentes.
Los motivos deben ser especiales. No es, suficiente que el tribunal afirme; es preciso
que muestre o exponga el fundamento su afirmación. No bastaría, pues, que el tribunal
declarara, por ej., que el demandante es acreedor, o que es propietario; es indispensable
que establezca cuáles son los hechos y circunstancias de los cuales resulta en el
demandante la calidad de acreedor o la de propietario. Sin embargo, el tribunal puede
responder a varias conclusiones o puntos: de conclusiones por un motivo general que
los incluya a todos. Por otra parte, los motivos pueden ser implícitos, y resultar del
conjunto de la sentencia, aunque no estén formulados de un modo particular. Así, por
ejemplo, los motivos dados para rechazar una demanda principal pueden aplicarse al
rechazamiento de una demanda subsidiaria.
Un tribunal del segundo grado de jurisdicción, al confirmar la sentencia del juez del
primer grado, puede limitarse a adoptar los motivos dados por éste en su sentencia, a
condición de que esos motivos sean correctos y suficientes, y de que, en la alzada, no
haya surgido ninguna pretensión nueva cuya admisión o rechazamiento exijan motivos
particulares. El tribunal de apelación, al confirmar sobre el fondo una sentencia no
motivada o insuficientemente motivada, debe dar motivos propios suficientes,
enmendando así el error del primer juez.
- Dispositivo. Por último, la sentencia debe contener un dispositivo, parte final que
enuncia la decisión del tribunal acerca del proceso, y en la cual se encierra la autoridad
de la cosa juzgada. El requisito de que el dispositivo sea la última de las enunciaciones
de la sentencia no se opone, de acuerdo con la opinión dominante, a que una cuestión
sea decidida por el tribunal en otro lugar que el dispositivo de la sentencia, por ejemplo,
en el contexto de los motivos.
Es importante aclarar que la ley no prevé un orden que deba seguirse en la enunciación
de las formalidades relativas a la redacción y a la pronunciación de la sentencia.
Conclusión