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Por R. David Zuñiga.

Durante mucho tiempo las mujeres han sido objeto de agresiones y maltratos por parte de los
varones (e incluso de mujeres) machistas, ya sea sicológica como físicamente. Incluso ese mismo
concepto denigratorio hacia la mujer se ha introducido en la Iglesia de Cristo, por culpa de una
mala exégesis de los textos de 1. Corintios 14:34-35 y 1. Timoteo 2:11-15.

Dos pasajes han sido usados tradicionalmente para especular que el apóstol Pablo tenía un
mensaje jerárquico o de patriarcado. Con ellos se ha menoscabado el ministerio de la mujer en la
Iglesia Cristiana. Estos son 1. Timoteo 2:11-15 y 1. Corintios 14:34-35 que dicen así:

“La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni
ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero,
después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en
transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con
modestia” (1. Timoteo 2:11-15).

“Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén
sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos;
porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación” (1. Corintios 14:34-35).

¿Cuál es el verdadero sentido de estos pasajes, ya que en otros pasajes se puede ver que Pablo no
iba conforme a la cultura (ni tan siquiera a una sub-cultura) sino más bien a una contracultura en
la que explicaba que las distinciones de raza, sexo o condición social no eran relevantes en la
Iglesia? Él estableció una nueva cultura igualitaria, cuando escribió:

“Porque, así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del
cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos
todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a
beber de un mismo Espíritu” (1. Corintios 12:-13).

“No hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que
Cristo es el todo, y en todos”. (Colosenses 3:11).

“Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre;
no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:26-28).

Incluso en 1. Corintios 11:4-5 dice que a la mujer le es permitido orar y profetizar en la


congregación, lo que sin lugar a dudas significa que la mujer creyente puede hablar en la
congregación. Igualmente 1. Corintios 14:31 dice, "Porque podéis profetizar todos uno por uno",
sin hacer alguna distinción entre hombres y mujeres. ¿Estos textos en los que Pablo permite que
tanto el varón como la mujer oren y profeticen en público se contradicen con los textos en los que
dijo que las mujeres deben aprender en silencio y callar en las congregaciones? ¿Qué significan
entonces las escrituras de 1. Timoteo 2:11-15 y 1. Corintios 14:34-35? Si somos conscientes del
contexto histórico y cultural de los remitentes a los que Pablo escribió los textos de 1. Timoteo
2:11-15 y 1. Corintios 14:34-35, vamos a comprender mucho mejor sus palabras.
Un Análisis de 1. Timoteo 2:11-15

Para una compresión de 1. Timoteo 2:11-15, debemos entender que Timoteo se encontraba
predicando el evangelio en Éfeso (ver 1. Timoteo 1:3), que era la capital mundial de la adoración a
la diosa griega Artemisa (también conocida como Diana por los romanos - Ver Hechos 19:28).
Además, aquella misma ciudad estaba muy influenciada por el gnosticismo (que era un sincretismo
de judaísmo con filosofía y paganismo griego). Por esta razón Pablo le rogó a Timoteo que se
quedara en Éfeso para que les ordenara a algunos que no enseñaran falsas doctrinas.

Este gnosticismo enseñaba entre otras cosas que Eva existió antes que Adán, que cuando Eva
comió del fruto prohibido las mujeres llegaron a tener una sabiduría mística especial, y que ciertas
mujeres mediadoras podían pasarle ese conocimiento místico a los varones a través de rituales
sexuales que se conocían como “authenia” (de la palabra griega authenteo que significa dominar,
gobernar o ejercer dominio sobre uno). Pablo contrarresta estos argumentos diciendo que “Adán
fue formado primero, después Eva”, y que “Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo
engañada, incurrió en transgresión”, por ende, no había ningún conocimiento místico especial en
las mujeres, y esto eran solamente patrañas para justificar dicha prostitución ritual.

La exaltación a las mujeres mediadoras (o prostitutas rituales), se acrecentaba con el mito de que
Éfeso había sido fundado por las Amazonas, que según la mitología griega eran un pueblo de
mujeres guerreras en cuyo gobierno no intervenía ningún hombre, las cuales descendían de Ares
(el dios de la guerra) y la ninfa Harmonía. Se decía también que, por ser tan guerreras, su diosa
principal era Artemisa, la cazadora, y por eso se les atribuía a ellas la construcción del gran templo
de Artemisa en Éfeso.

Artemisa también era considerada como una diosa de la fertilidad, de la cual incluso se decía que
tenía el poder para guardar de peligro a las mujeres durante el trabajo de parto. Pablo aseguró
que no es Artemisa, sino Dios el que puede proteger a una mujer durante los partos, cuando
escribió: “Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con
modestia”. La palabra griega sotería, que en la Reina-Valera se traduce como salvar, también tiene
dentro de sus significados “rescate” o “seguridad”. La palabra griega teknogonía, que en la Reina-
Valera se traduce como engendrar, también tiene dentro de sus significados “procrear”,
“maternidad” o “propagar la especie”. Así que esta porción puede ser interpretada como: “Será
protegida [por Jesús] mientras propague la especie y cumpla con sus labores maternas, si
permaneciere en fe, amor y santificación con modestia”.

Tomando en cuenta todo lo anterior, podemos entender que cuando Pablo le escribió a Timoteo:
“no permito a la mujer enseñar”, se está refiriendo a que no le permite a la mujer enseñar falsas
doctrinas. Cuando le dijo: “no permito a la mujer… ejercer dominio sobre el hombre”, se está
refiriendo a que la mujer no debe participar de los rituales de prostitución sagrada donde
supuestamente ejerce dominio sobre el hombre y le transmite un conocimiento místico al hombre
por medio de las relaciones sexuales. Aquí el apóstol Pablo utiliza la palabra griega authentein,
que se ha traducido como dominio, pero que como ya vimos también está relacionada con los
rituales que mezclan adoración con sexo.

Esto toma mucho más sentido cuando hacemos una lectura desde los versículos 9-10 del mismo
capítulo, donde tenemos más pruebas de esa influencia pagana que se quería introducir en la
Iglesia. Pablo prohíbe el vestuario indecoroso como el de las sacerdotisas de Artemisa, y los
peinados ostentosos con hilos de oro y perla que eran elaborados para esos rituales falsos. Ese
mismo problema se había extendido a la iglesia de Tiatira, y el mismo Jesús tuvo que reprenderlo.
Él les dijo por medio del apóstol Juan: “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa
mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas
sacrificadas a los ídolos” (Apocalipsis 2:20). Así que 1 Timoteo 2:11-12 no es una prohibición a las
mujeres santas y piadosas para que enseñen la sana doctrina, sino que es una prohibición a que se
mezclen con las doctrinas heréticas y los rituales de adoración pagana.

Después de todo, fue en la misma ciudad de Éfeso que una mujer llamada Priscila, junto con su
esposo Aquila, ambos bien conocidos por Pablo (Romanos 16:3), enseñaron a Apolos con mayor
precisión el camino de la verdad (Hechos 18:24-26 ).

Un Análisis de 1. Corintios 14:34-35

Las epístolas son cartas, y en ellas se encuentran preguntas o comentarios que los hermanos le
hicieron al apóstol. En algunos casos, los traductores no tuvieron el cuidado de precisar cuándo es
pregunta y cuándo es respuesta. Por eso, le corresponde al lector hacer su propia investigación
para descubrir lo que sucede cuando algo parece contradecir lo que anteriormente había expuesto
el escritor sagrado. Por ejemplo, ¿Cómo es posible que solamente tres capítulos atrás (en 1
Corintios 11:4-5), el apóstol Pablo haya autorizado tan explícitamente a las mujeres a orar y
profetizar en la congregación, pero que ahora aparentemente diga que a la mujer no le es
permitido hablar?

En esta epístola, está bien claro que el apóstol está respondiendo a varias preguntas que le
escribieron los hermanos de Corinto, pues él dijo: “En cuanto a las cosas de que me escribisteis...”
(1. Corintios 7:1). Entre todas estas cosas, parece que había preguntas que estaban relacionadas
con algunos textos judíos machistas, que interpretaban que la Ley imponía a las mujeres callar en
las congregaciones. Sin embargo, no hay ninguna porción de la Ley de Moisés o del Antiguo
Testamento que diga algo semejante, por lo cual se ve que Pablo estaba combatiendo contra
doctrinas de invención humana que se impusieron como si fueran la Ley. A causa de estas
doctrinas machistas, aunque a las mujeres se les permitía entrar en las sinagogas, se necesitaba la
presencia mínima de diez varones para iniciar el culto, aunque hubieran más de diez mujeres
presentes. Igualmente, ellas no podían hablar en la asamblea. Muchos sacerdotes judíos decían
que la mujer no pertenecía directamente al pueblo de Dios, sino solamente los varones porque
ellos eran los que se podían circuncidar. Muchos rabinos oraban: -“¡Gracias Señor porque no me
hiciste esclavo, ni gentil, ni mujer!”- A causa de todo esto, tiene sentido proponer que en 1.
Corintios 14:34-35 Pablo no estaba haciendo una afirmación sino citando una pregunta que le
habían hecho con anterioridad, así:

¿Vuestras mujeres callen en las congregaciones; ¿porque no les es permitido hablar, sino que
estén sujetas, como también la Ley lo dice? Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus
maridos; ¿porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación?
La respuesta que el apóstol Pablo dio a esta pregunta, es la misma que nosotros debemos dar
ahora:

“¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado? Si alguno se cree
profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que
ignora, ignore. Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; pero
hágase todo decentemente y con orden” (1. Corintios 14:36-40).

Nótese bien que la palabra de Dios no solo le llegó a los varones sino también a las mujeres, y que
en el versículo 14:31 el apóstol había dicho que ellos podían profetizar de a uno por uno, sin
distinguir entre hombres y mujeres.

Aquellos que dicen que a la mujer se le permitió profetizar pero que esto no incluye la predicación,
tienen un problema, porque si las palabras de 1. Corintios 14:34-35 se toman como afirmativas,
esto conllevaría a que las mujeres no pueden hablar absolutamente nada mientras estén en la
congregación, lo que conduciría a que ni siquiera podrían profetizar. Pero aún más, profecía
significa un mensaje divinamente inspirado o hablar bajo la inspiración divina para edificar a otros,
lo cual no necesariamente involucra una predicción del futuro sino que también puede referirse a
un mensaje público en el idioma de la concurrencia (1. Corintios 14:29-31), lo que puede incluir a
la predicación de la Palabra.

Contrarrestando la Discriminación de la Mujer en el Ministerio Cristiano

¡Ya Basta! Durante mucho tiempo las mujeres han sido objeto de agresiones y maltratos por parte
de los varones (e incluso mujeres) machistas, ya sea sicológica como físicamente. Y ahora ese
mismo concepto denigratorio hacia la mujer se ha introducido en la Iglesia de Cristo, por culpa de
una mala exégesis de los textos de 1. Corintios 14:34-35 y 1. Timoteo 2:11-15. Pero para estudiar
el ministerio y posibilidades de la mujer, debemos siempre considerar el propósito de Dios, así
como las costumbres, las culturas y los tiempos.

Es un error aislar a 1. Corintios 14:34-35 y 1. Timoteo 2:11-15 para luego intentar con ellos forzar
al resto de la Escritura (como se hace con frecuencia). Lo que debemos hacer, es recurrir a toda la
información que corporativamente nos ofrecen las Escrituras para luego pasar a interpretar esos
textos particulares. Tradicionalmente, los demás textos han sido desfigurados, porque desde el
primer momento se han examinado a través del prisma dogmático de la discriminación hacia la
mujer en el ministerio de los dones vocales en el culto público (y en los demás ministerios),
forzándolos a decir solamente lo requerido por esa determinada tradición teológica. ¡Mujeres de
Dios! ¡Jamás permitan que el cuervo de los dogmas y las malas interpretaciones bíblicas devoren
su corazón! ¡Recuerda que la “M” de Mujer es “M” de Ministerio!

El día que los hombres lo entendamos, terminaremos de aplastarle la cabeza al enemigo número
uno de las mujeres, quien es Satanás ¡Los varones solos, jamás podremos alcanzar a 7 mil millones
de almas! ¡Dios tiene que restaurar su plan original en estos tiempos malos! Mientras Adán estuvo
solo, Dios nunca le dijo: -“¡Crece y multiplícate!”-. Fue hasta que Eva apareció en la escena, que
Dios les dio esta bendición.
La Biblia enseña que el hombre y la mujer fueron creados en igualdad, fueron igualmente
bendecidos y a ambos Dios los puso para gobernar. La Biblia no enseña que el varón sea una
creación superior a la mujer. Además, en el matrimonio, Dios los considera como una sola carne.

Adán y Eva fueron creados con la bendición de Dios y ambos fueron puestos para gobernar

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre [raza humana] a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la
tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a
imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los
cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1:26-27).

“Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada
Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:23-24).

El famoso comentarista Mattew Henry, escribió: “La mujer fue hecha de una costilla del costado
de Adán: no fue hecha de su cabeza para gobernar sobre él, ni de sus pies para ser pisoteada por
él; sino de su costado para ser igual a él, bajo su brazo para ser protegida y cerca de su corazón
para ser amada. Adán perdió una costilla, sin ninguna disminución de su poder o atractivo (pues,
sin duda, la carne se cerró sin cicatriz alguna), pero en su lugar hubo una ayuda idónea para él que
compensó abundantemente su pérdida –lo que Dios quita a su pueblo Él, de un modo u otro, lo
restaurará con creces”.

Tras el pecado, Dios le dijo a la mujer: “Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces;
con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti” (Génesis
3:16).

Hay dos asuntos a destacar aquí. El primero es el dolor con el cual la mujer tendría a sus hijos.
Pero miren que con ese dolor, Dios puso una enemistad entre la simiente de la mujer y la
serpiente antigua (Satanás), de tal forma que aunque la serpiente hirió en el calcañar, la promesa
dada a la simiente de la mujer fue la de aplastarle la cabeza a la serpiente. (Ver Génesis 3:15 y
Apocalipsis 20:2). Ese dolor que produjo esa simiente, terminó cancelando la maldición.

El segundo asunto es donde se dice que el deseo de la mujer será para su marido y que él se
enseñoreará de ella. Noten que aquí nunca se está diciendo que el hombre sea superior a la mujer,
sino que Dios estableció un orden en el hogar. Tampoco se está diciendo que todo varón sea la
cabeza de cualquier mujer, sino que el marido es cabeza de su esposa. Cuando una mujer y un
hombre se casan, ellos se convierten en una sola carne; hay unidad entre ellos. Pero es el hombre
quien es la cabeza de la familia, razón por la cual se dice que el hombre es la cabeza de la mujer.
Este señorío no se trata de subyugar a la mujer ni tampoco significa que ella no tenga derechos o
que sea una ciudadana de segunda clase. No se trata de decir que el hombre es mejor o más
importante que la mujer, pues la Escritura enseña que al fin y al cabo debemos someternos los
unos a los otros en el temor de Dios (Efesios 5:21). Al contrario, Dios les da a los maridos algunos
mandamientos bastante serios:
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por
ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de
presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante,
sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus
mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su
propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia” (Efesios 5:25-29).

Sin embargo, entre la mayoría de los pueblos que no son cristianos, la mujer ha estado sometida, a
través de los siglos, a la degradación y a una esclavitud virtual. Por ejemplo, los filósofos griegos se
refirieron a la mujer diciendo que ellas no eran seres humanos completos y por lo tanto eran
naturalmente deficientes, e incluso que eran la encarnación del mal. Por lo tanto en aquella
sociedad no había un sistema que protegiera a la mujer; ellas no tenían derecho a recibir
educación, eran compradas y vendidas como cualquier otro objeto material, no tenían derecho a
heredar y eran consideradas de poca importancia y sin derecho a realizar ningún tipo de
transacción comercial. La mujer estaba atada a los deseos de los hombres durante toda su vida.

Incluso algunos teólogos cristianos, influenciados por esas ideas culturales también degradaron a
la mujer. "Agustín de Hipona pensaba que la mujer por sí sola no es la imagen de Dios. Para Tomás
de Aquino, la mujer está de forma natural sujeta al hombre, porque en el hombre predomina la
razón. Con la llegada de la Reforma Protestante, no cambió este concepto sobre la mujer. Tanto
Martín Lutero como Juan Calvino, pensaban que la mujer era inferior al hombre. En palabras de
éste último “las mujeres por naturaleza (esto es, por la ley natural de Dios) nacen para obedecer,
porque todos los hombres sabios siempre han rechazado el gobierno de las mujeres, como una
monstruosidad contranatura”. Todos estos teólogos estaban convencidos de que sus puntos de
vista descansaban sobre bases bíblicas, sin darse cuenta de que sus propios horizontes culturales
les habían conducido realmente a una exégesis errónea. Hoy disponemos de unos conocimientos
lingüísticos e históricos que nos ayudan a hacer una exégesis más exacta del texto bíblico, puesto
que la exégesis no sólo depende del horizonte cultural del exégeta sino también del conocimiento
que se tenga del horizonte cultural del propio texto". [1]

En el Antiguo Testamento hubo varias mujeres que se destacaron por su liderazgo. Para mencionar
a algunas, tenemos a María la hermana de Moisés, quien fue una líder de alabanza (Éxodo 15:20-
21) y es nombrada junto con sus hermanos Moisés y Aarón como líder del pueblo de Israel
(Miqueas 6:4). Débora (una mujer casada) fue jueza sobre Israel (Jueces 4:4-5), y bajo su liderazgo
los hijos de Israel fueron liberados de unos veinte años de opresión y ocupación de parte de los
cananeos. Hulda fue una mujer profetiza (2. Reyes 22:14) que ejerció una importante influencia
cuando el rey Josías redescubrió el libro de la Ley. Ella inspiró al Rey Josías, al sumo Sacerdote y a
los demás líderes, para que implementaran las mayores reformas morales y espirituales jamás
registradas en Israel. Una ola virtuosa de arrepentimiento y avivamiento vino como resultado. En
el tiempo del Rey David, "…Dios dio a Hemán… tres hijas... y... estaban bajo la dirección de su
padre en la música, en la casa de Jehová, con címbalos, salterios y arpas, para el ministerio del
templo de Dios… según la disposición del rey…" (1 Crónicas 25:5-6). También tenemos a la reina
Ester, quien arriesgó su vida para defender a su pueblo Israel (Ester 4:16). Esto nos demuestra que
dentro del plan de Dios, las mujeres siempre han sido muy valiosas para el ministerio.
Nosotros vemos a varias mujeres sirviendo durante el ministerio público del Señor Jesús. Por
ejemplo, el único registro de apoyo financiero otorgado a Jesús, está en Lucas: "Y algunas
mujeres... le servían de sus bienes" (Lucas 8:2-3). Es obvio que aquellas mujeres disponían de
dinero (algo negado a las mujeres en muchas culturas paganas); de otra manera ellas no habrían
podido donarlo para la causa de Jesús. En las culturas cristianas occidentales, un 70% del sostén
para la obra del Señor viene aún de las mujeres. Irónicamente, muchas de esas mismas iglesias de
las naciones occidentales son las que les niegan a las mujeres el papel de liderazgo o ministerio, les
ordenan el silencio en la Iglesia, y además enseñan otros puntos de vista que no son bíblicos con
relación al papel que ellas deben desempeñar.

En el momento en que Jesús sufría en la cruz, estuvieron junto a él María su madre, la hermana de
su madre, María la mujer de Cleofás, y María Magdalena (Juan 19:25). Los últimos de sus
seguidores que permanecieron con él fueron mujeres (Marcos 15:47). ¿Pero dónde estaban los
varones? Todos los discípulos huyeron (Mateo 26:56). Al principio Pedro le siguió de lejos (Mateo
26:58), pero luego le negó (Mateo 26:72). Marcos huyó aterrorizado (Marcos 14:51-52). Lo
anteriormente mencionado, debe hacer que los hombres se tapen los rostros de vergüenza por tal
cobardía. Ciertas mujeres valientes estuvieron dispuestas a arriesgar sus vidas por Jesús, mientras
que hombres llenos de temor huyeron para salvar sus propias vidas.

Entre las primeras personas que fueron revestidas con el poder del Espíritu Santo para ser testigos
de Cristo, estuvieron mujeres. Después de que Jesús ascendió al Cielo, varias mujeres se reunieron
con los discípulos en el Aposento Alto para orar (Hechos 1:14). Aunque las Escrituras no lo explican
tan específico o con detalle, estas mujeres probablemente oraban audiblemente en público.
Cuando Jesús dijo en Hechos 1:8: "Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo…", esa promesa fue para las mujeres también. No hay duda de esto, pues entre
aquellos que asistieron al primer culto de oración para recibir el poder prometido, había un grupo
de mujeres. "Y fueron TODOS llenos del Espíritu Santo" (Hechos 2:4). ¿Para qué fueron llenos?
Para cumplir Hechos 1:8: "...y me seréis testigos...". Esto incluía ambos sexos. Además Pedro
prometió que la promesa sería para todos a cuantos el Señor nuestro Dios llamare (Hechos 2:39).

Vemos también que Felipe, uno de los primeros siete diáconos (Hechos 6:5), y el evangelista que
llevó la Palabra de Dios a Samaria (Hechos 8:5), tenía cuatro hijas que profetizaban (Hechos 21:8-
9).

Algunos dicen que la mujer no puede tener liderazgo porque ella es dada a ser engañada como lo
fue Eva, y que cae más fácilmente en herejías que el hombre. Pues Pablo no está de acuerdo con
ese argumento, ya que él indica que tanto los hombres como las mujeres pueden ser engañados si
toleran a cualquier falsa doctrina y no permanecen en una vida cristiana de constante crecimiento
espiritual (Ver 2. Corintios 11:1-3 y Colosenses 1:10).

Una vez alguien me dijo: -“¡Muéstreme un versículo que mencione a una mujer como pastor!”-Yo
le dije: -“¡Muéstreme un versículo donde por nombre se mencione dentro de la iglesia a un varón
como pastor!”- ¡No lo hay! Una cosa interesante, es que el Movimiento Pentecostal es el que más
pastoras ha producido alrededor del mundo.

Si estudiamos de cerca la historia de la iglesia, encontraremos que el ministerio de la mujer fue


sepultado debido a que la óptica eclesiástica se hizo netamente pastoral y dejo de ser apostólica. Y
por lo que cabe, no solo ese vital e importante ministerio sino otros, tanto en los varones como en
las mujeres.

En Romanos 16:7, encontramos: “Saluden a Andrónico y a Junia, que son judíos como yo, y que
estuvieron en la cárcel conmigo. Son apóstoles bien conocidos, y llegaron a creer en Cristo antes
que yo” (TLA - Traducción en Lenguaje Actual). Satanás no tolera este versículo y lo tergiversó bajo
el gobierno del Papa Bonifacio VIII en 1298. La misma Enciclopedia Católica acusa a ese Papa de
pecados contra natura, herejía, magia y simonía. Este Papa dictó una bula llamada Periculoso con
un tono bien machista, en la que ordenó que todas las monjas deberían ser enclaustradas en sus
conventos sin poder salir a no ser por enfermedad. Durante este tiempo, una monja llamada
Gertrudes escribió El Heraldo del Amor Divino, donde cita a Junia como un apóstol de la Iglesia.
Cuando Bonifacio se enteró, ordenó que se le añadiera una “s” al final de “Junia” para que
apareciera como varón. (Enciclopedia de la Religión 1995).

Romanos 16:7 ha sido un dolor de cabeza para aquellos que mal interpretan los pasajes de 1.
Corintios 14:34-35 y 1 Timoteo 2:11-14. Si se acepta el pasaje tal como aparece originalmente en
el griego koiné, se derriban dos paradigmas: (1) Las mujeres en el ministerio y (2) otros apóstoles
además de los doce apóstoles del Cordero. Satanás odia ambas cosas: Al ministerio apostólico y al
ministerio de la mujer.

Richard Bauckman, un experto en griego, dijo: “La historia de este texto es una historia triste de
prejuicio que condujo a esa mala traducción”. La mayoría de los que están a favor del Papa
Bonifacio VIII, como el bautista John MacArthur, toman a Burer y a Wallace como eruditos del
griego para sostenerse. Pero la verdad es que la mayoría de los eruditos convienen en que Junia
era una mujer y además apóstol, y descartan a este par de eruditos por dos razones: Primero,
porque para traducir un texto del Nuevo Testamento no se requiere de tan solo conocer el griego,
sino además ver como lo entendieron otros escritores de la época que tuvieron a ese idioma como
lengua principal. A esto se le llama el griego patrístico, como es el caso de Orígenes (185-253),
Juan Crisóstomo (337- 497) y Jerónimo (340 -419). Es bien sabido que Juan Crisóstomo no era muy
favorecedor de las mujeres, y sin embargo cuando llegó a este versículo escribió: “¡Oh! ¡Cuán
grande sería la devoción de esta MUJER, que ella fue contada como digna de ser denominada
apóstol!”. Segundo, el nombre de Junias (masculino) no se encuentra en ningún manuscrito de la
época (no existía), pero para las mujeres era nombre común tanto Junia como Julia.

Además, en ninguna parte de los manuscritos más antiguos aparece el tal Junias (varón), sino solo
la hermana Junia. Por si fuera poco, al inicio de este capítulo Pablo menciona a otras dos mujeres
líderes de la iglesia. Una era Febe, la cual es presentada como diaconisa de la Iglesia en Cencrea, y
una mujer que ha entregado su vida al servicio del Señor (Romanos 16:1-2). Muchos estudiosos
creen que fue Febe, quien entregó la carta de Pablo a los Romanos. La otra era Priscila, esposa de
Aquila. El hecho de que Pablo ponga el nombre de Priscila antes que el de su marido, indica que el
liderazgo de ella era mucho más sobresaliente que el de Aquila. Es interesante que de las 26
personas que Pablo saluda en este capítulo de Romanos 16, nueve sean mujeres: Priscila, María,
Junia, Trifena, Trifosa, Pérsida, la madre de Rufo, Julia y la hermana de Nereo. Pablo obviamente
piensa altamente de ellas. De las nueve menciona a cuatro (Maria, Trifena, Trifosa, y Persida)
como mujeres que han trabajado MUCHO. El verbo que usa eskopiao que denota un gran
esfuerzo. Este verbo no lo usa con ningún hombre en la lista.
Así que Pablo da un lugar prominente a las mujeres en el ministerio, lo cual nos demuestra que
Pablo no era un machista, como es la creencia de la fantasía popular. ¡No! ¡Pablo no padecía de
paranoia ni mucho menos mitomanía en relación con las mujeres u otro ser humano! Lo hermoso
de la carta a la iglesia en Roma (una ciudad cosmopolita compuesta de diversidad de razas, rangos
y sexo), es que Pablo trasciende en una profunda unidad echando por tierra las diferencias que
hoy en día plagan a algunas congregaciones.

Un grupo de predicadores ignorantes le dijeron a Sejourner Truth (instrumento que Dios uso entre
otros para abolir la esclavitud en los Estados Unidos) que la mujer era inferior al hombre. Una de
las razones que le citaron es que Jesucristo era un hombre. Ella les preguntó: -“¿De dónde vino
Jesucristo?”- Al no recibir respuesta ella les dijo:-“Jesús vino de Dios y una mujer. El hombre nada
tuvo que ver en el nacimiento de Jesús”-. Ella tenía toda la razón, el verdadero evangelio dignifica
y eleva a la mujer. “Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así
como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de
Dios”(1. Corintios 11:11-12). Pedro dice que ellas son coherederas de la gracia de la vida (1. Pedro
3:7). Cuando una persona o un grupo de personas se alejan de Jesús para vivir en el legalismo,
mucho más maltrato le dan a la mujer, pero nosotros no hemos aprendido así de Cristo.

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