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AW MOORE
1. 3 Sentido-making desde un punto de vista
humano
1. LA CONCEPCIÓ N ARTÍSTICADE FILOSOFÍA
Un punto de vista famoso por Bernard Williams es que la filosofía
es una disciplina humanista (Williams 2006b) .1 Yo apoyo totalmente este punto de vista, y las razones que él da para ello. He tratado de defender algo similar en otros lugares (Moore 2012: esp. 602-4) .2 No intentaré ofrecer ninguna otra defensa aquí. Para los propó sitos de este ensayo, tomaré el punto de vista en cuestió n como una especie de dato. Me preocupa lo que se sigue de él, o má s bien lo que se sigue de un adorno particular, y ciertos problemas que plantea este adorno. Pero debo comenzar por decir algo sobre cuá l es la vista; o má s bien, lo que no es. No es la opinió n de que la filosofía sea una de las ciencias humanas. Uno podría pensar que esto apenas hace falta decirlo. Por un lado, ¿no existe una distinció n familiar y bien arraigada, dentro de la academia, entre las humanidades y las ciencias humanas? Quizá s sí (aunque vale la pena recordar que hay al menos dos disciplinas, la historia y la lingü ística, que está n incluidas de manera está ndar en las humanidades y que también podrían clasificarse razonablemente como ciencias humanas) .3 Sin embargo, eso no viene al caso. Pues tampoco se trata simplemente de clasificar la filosofía como una de las humanidades. (Williams deja esto en claro desde el principio de su ensayo.) El punto es, como dice el propio Williams, para señ alar “qué modelos, ideales o analogías [deberíamos]… mirar al pensar en las formas en que debería hacerse la filosofía” (Williams 2006b: 180). Un lema que ayuda a transmitir el punto es este: la filosofía, aunque no es antropoló gica, es antropocéntrica. Es decir, la filosofía, aunque no es el estudio científico del ser humano ni de ninguna de las peculiaridades que marcan su forma de actuar. 44 Creació n de sentido desde un punto de 45 vista humano la vida, tiene una preocupació n fundamental por el ser humano y por lo que se necesita para serlo y se persigue adecuadamente, en el nivel má s profundo, desde el punto de vista humano. La filosofía es un intento, por parte de los humanos, desde su posició n ú nica en el mundo, de dar sentido tanto a ellos mismos como a esa posició n. Pero "dar sentido a" es un término polimorfo. Un aspecto en el que me gustaría ir má s allá de lo que dice Williams es instar a que nos tomemos en serio las connotaciones de invenció n en lugar de descubrimiento en este contexto. Creo que la construcció n de sentido involucrada en la filosofía, al menos en la filosofía del mejor tipo, es, literalmente, construcció n de sentido: no una exploració n de algo dado previamente, sino una creació n de algo, má s notablemente una creació n de conceptos por qué vivir (como el concepto de Kant de un reino de fines, o el concepto de Nietzsche de eterno retorno, para elegir dos ejemplos importantes) .4 Llamemos a la concepció n de filosofía en la que es humanista en el sentido de Williams y creativa en el El sentido acaba de indicar la concepció n "artística". (Esto es lo que tenía en mente cuando me referí a un embellecimiento del punto de vista de Williams). Ahora bien, si, como sostengo, la concepció n artística es correcta, entonces podemos identificar de inmediato dos cosas de las que los filó sofos deben tener cuidado: una de ellas se relaciona principalmente con el elemento de humanismo en la concepció n, la otra con el elemento de creatividad en ella. Lo primero de lo que deben tener cuidado, lo que se relaciona principalmente con el elemento de humanismo en la concepció n, es el cientificismo. Es decir, deben tener cuidado con la apropiació n injustificada de procedimientos que se adaptan a las ciencias naturales. A veces, la apropiació n de tales procedimientos en la bú squeda de la filosofía es perfectamente aceptable y no está excluida por nada de lo que he dicho en nombre de la concepció n. Por ejemplo, entre las muchas cosas en las que los filó sofos pueden mostrar interés con bastante propiedad se encuentran las ciencias naturales mismas, estos son (después de todo) una parte muy significativa de la vida humana; y tal interés bien puede incluir un compromiso consciente con ellos (cf. Williams 2006b: 182 y Williams 2006c: 203). Pero no puede presumirse que los procedimientos adecuados a las ciencias naturales en general sirven bien a la filosofía. La segunda cosa de la que los filó sofos deben tener cuidado, la que se relaciona principalmente con el elemento de creatividad en la concepció n artística, es el conservadurismo. Si uno de los propó sitos de la filosofía es dar sentido, entendido literalmente Creació n de sentido desde un punto de 46 como lavista producció n de humano algo, entonces es mejor que los filó sofos no estén demasiado en deuda con las formas existentes de construcció n de sentido. Es mejor que no sientan reparos en modificarlos, extenderlos de diversas maneras, establecer nuevas conexiones entre ellos, complementarlos, o incluso desafiarlos, interrumpirlos, descartarlos y reemplazarlos.5 Esto lo considero una idea anti- Wittgensteiniana. Wittgenstein no es en general un conservador con respecto a la construcció n de sentido (ver, por ejemplo, Wittgenstein 1967: §132). Pero es un conservador con respecto a la creació n de sentido en la filosofía, de la que dice la famosa frase "deja todo como está " (ibid .: §124). Para Wittgenstein, el propó sito de la filosofía es curarnos de las confusiones que surgen cuando manejamos mal nuestro propio aparato conceptual (ibid .: §§89-133). La innovació n en nuestra construcció n de sentido solo puede traer consigo el riesgo de nuevas confusiones, mientras que, en opinió n de Wittgenstein, los filó sofos deberían buscar minimizar ese riesgo. Eso es contrario al espíritu de la concepció n artística.
2. LA DISTINCIÓ N ENTRE ANALÍTICA
FILOSOFÍ A Y FILOSO FÍ A CONTINENTAL: UN PROBLEMA PARA LA CONCEPCIÓ N ARTÍSTICA
Es instructivo, a la luz de estos peligros gemelos del cientificismo y
el conservadurismo, considerar có mo la concepció n artística se relaciona con la distinció n que se establece habitualmente entre filosofía "analítica" y filosofía "continental". Ahora, al igual que muchos otros, estoy impaciente tanto por las connotaciones que típicamente tiene el trazado de esta distinció n como por la terminología absurda que se utiliza para trazarla (cf. Williams 2006c: 201). Pero no niego que exista tal distinció n; tampoco veo ninguna gran ventaja en intentar, en esta etapa, promover una nueva etiqueta para él. Má s concretamente, creo que la distinció n tiene algo que enseñ arnos sobre la concepció n artística. Lo hace creando una paradoja con respecto a esa concepció n. Porque, en lo que concierne a la prá ctica real, son los filó sofos continentales los que podríamos esperar que simpatizaran má s con la concepció n. Son los que parecen má s dispuestos a involucrarse con otras disciplinas humanísticas, como la historia y la teoría literaria, y para hacerlo, ademá s, de tal manera que sugiera cierta continuidad con sus propios esfuerzos. Son aquellos cuya prá ctica es, en general, má s lú dica. Los filó sofos analíticos son los que má s a menudo proceden como si estuvieran mapeando las características de algo independiente del mapeo, de hecho, totalmente independiente de la humanidad. Son los que tienen má s probabilidades de necesitar que se les recuerde el peligro del cientificismo. Por otro lado, en lo que respecta a la autoimagen, es decir, en lo que respecta a la propia concepció n de los practicantes del alcance y los límites de la filosofía, es, si no exactamente al revé s, al menos má s cerca al revé s. Los filó sofos analíticos son los que tienden a pensar que lo que hacen está regulado apelando a, o con referencia a, algú n fenó meno fundamentalmente humano como el lenguaje o el conocimiento discursivo.6,7 Es entre los filó sofos continentales donde es má s probable encontrar la opinió n de que lo que es la filosofía, ante todo, ParteMi respuesta a esta paradoja es simplemente reconocer una falla en la prá ctica de algunos filó sofos analíticos, una falla que de hecho sugiere que no han prestado suficiente atenció n al peligro del cientificismo. No es solo que su prá ctica no sea fiel a la filosofía como yo la concibo, es decir a la concepció n artística. Su prá ctica no es fiel a la filosofía tal como la conciben. Tampoco es fiel a su propia herencia. Una parte importante de esa herencia es el objetivo, no solo de tener sentido, sino de tener un sentido claro, donde la claridad es una cuestió n de presentació n y donde la presentació n presupone una audiencia. Los filó sofos analíticos deberían ser má s conscientes de lo que suelen ser, primero sobre quién podría ser su audiencia y, segundo, sobre la necesidad de dar sentido a las cosas desde algú n punto de vista adecuado que compartan con esa audiencia. Este punto de vista compartido será típicamente mucho má s restringido que el punto de vista humano. Pero normalmente no será menos restringido. Para un ejemplo destacado de la falla que tengo en mente, considere el libro de Derek Parfit Reasons and Persons (1984). En su conclusió n de ese libro, Parfit analiza los diversos tipos de argumentos que ha invocado. É l dice que estos se encuentran entre dos extremos (donde 'entre' se entiende de tal manera que esto incluye los dos extremos mismos): lo que é l llama 'el camino bajo', que 'simplemente apela a nuestras intuiciones', y lo que él llama "el camino principal", que "pregunta cuá l es el significado del lenguaje moral, o la naturaleza del razonamiento moral" (Parfit 1984: 447). Ambos extremos, y el territorio entre ellos, involucran un elemento humano del amable al que he aludido. Sin embargo, las conclusiones de Parfit en el libro está n notablemente separadas de cualquier punto de vista relevante que pueda compartir con su audiencia. Por ejemplo, argumenta que hay buenas razones para inducir en nosotros disposiciones que servirá n a una determinada teoría é tica mientras se mantiene oculto el contenido de esa teoría (Parfit 1984: Pt. I, passim); pero hace poco o nada para decir lo que esto significa desde el punto de vista de aquellos para quienes, si tenía razó n, los aspectos prá cticos de inducir tales disposiciones (sobre todo suprimiendo la autoconciencia reflexiva del mismo tipo que su propio argumento tiene). inculcado) constituiría un verdadero problema social y político.9 ¿Existe una imagen especular que falla en la prá ctica de algunos filó sofos continentales? ¿Existe un desajuste similar entre su prá ctica y la imagen que tienen de sí mismos? Eso proporcionaría una simetría interesante, si fuera así. De hecho, sin embargo, no hay ninguna razó n obvia para pensar que sea así, no si nos centramos en el antropocentrismo que se evidencia en su prá ctica. Las grandes cuestiones de la ontología ciertamente pueden abordarse de manera antropocé ntrica. La fenomenología proporciona el modelo. Heidegger en un momento equipara la fenomenología con la ontología (y cada una, a su vez, con la filosofía); 10 pero tambié n insiste en que debe ejecutarse con una referencia peculiar al tipo de ser que es cada ser humano, a saber, Dasein (Heidegger 1962: 61 –2). Dije que no vemos ninguna imagen de espejo fallando en la prá ctica de los filó sofos continentales si nos enfocamos en el antropocentrismo que se evidencia en su prá ctica. Pero, ¿y si nos centramos en la creatividad que se evidencia en su prá ctica, siendo la creatividad el otro elemento en la concepció n artística, y luego reflexionamos sobre el peligro asociado del conservadurismo? ¿Existe quizá s, si no una tensió n entre abordar las grandes cuestiones de la ontología y proceder antropocéntricamente, entonces existe una tensió n entre hacer ambas cosas y ser radicalmente innovador? ¿Qué tensió n tengo en mente? Bueno, considere esto. ¿Por qué la innovació n radical que he sugerido es una característica de la mejor filosofía no debería ser tan radical que nos lleve a una nueva concepció n de quié nes somos "nosotros" y de lo que se necesita para ser uno de "nosotros"? ¿Tan radical, en otras palabras, que nos proporciona formas de dar sentido a las cosas que dejan atrá s nuestra humanidad? Hay varias cosas que podrían estar en juego aquí. Podríamos llegar a reevaluar las relaciones entre los seres humanos y otros animales de tal manera que los primeros no ya tienen para nosotros el significado especial que se requiere para que exista un punto de vista distintivamente humano. O los avances en tecnología podrían desafiar la aplicació n misma del concepto de ser humano de tal manera que finalmente nos veamos llevados a abandonar el concepto por completo. Y de hecho hay, en ciertos filó sofos continentales, una disposició n, si no una aspiració n, para pensar má s allá de lo humano de esta manera. Foucault, Deleuze y Guattari se encuentran entre los casos má s claros e interesantes en este punto.11 ¿Có mo se puede perseguir la filosofía con un espíritu como este, sin dejar de ser resueltamente antropocé ntrico? Es una buena pregunta. Ciertamente hay una tensió n aquí. Sin embargo, no es una tensió n que aflija de forma peculiar a los filó sofos continentales. Lo representé arriba como una tensió n entre tres elementos: el antropocentrismo evidenciado en la prá ctica de los filó sofos continentales; la creatividad que se evidencia allí, donde se trata de una creatividad que permite una innovació n radical; y la bú squeda de las grandes cuestiones de la ontología que muchos filó sofos continentales consideran su oficio. Pero el tercero no es realmente relevante. La tensió n ya está ahí entre los dos primeros. Y esto significa que, si aflige a alguien, me aflige a mí. Pues esos son precisamente los dos elementos de la concepció n artística. Es una pregunta urgente para mí, entonces, có mo se puede resolver esta tensió n.
3. PENSANDO MÁ S ALLÁ DE LO HUMANO EN FILOSOFÍA
¿Es lo siguiente una forma razonable de resolver la tensió n?
De hecho, deberíamos estar abiertos a la posibilidad de pensar má s allá de lo humano en filosofía. Pero lo que esto significa es que los humanos deberíamos estar abiertos a la posibilidad de pensar má s allá de lo humano en filosofía. Debemos estar abiertos a la posibilidad de que nuestra filosofía un día ya no necesite ser antropocé ntrica, o incluso algú n día ya no tenga los recursos adecuados para serlo. Sin embargo, no podemos supervisar que se convierta en no antropocé ntrico excepto supervisando su evolució n desde algo antropocé ntrico. Y "evolució n" es la palabra correcta aquí. Nada puede suceder en un destello metamó rfico. Independientemente de cualquier transformació n gradual que pueda tener que implicar en nuestra llegada a abrazar posibilidades no humanas fuera de la filosofía, hay una transformació n gradual que sin duda tendrá que estar involucrada en nuestra llegada a abrazar las posibilidades no humanas dentro de la filosofía. No podemos llegar a hacer algo radicalmente nuevo. El sentido filosó fico de las cosas se salva a través de un proceso gradual y progresivo. (Este es un punto conceptual, no antropoló gico. Hay un límite en lo drá stico y rá pido que puede ser una alteració n en nuestra toma de sentido filosó fica mientras sigue contando como una revolució n en nuestra toma de sentido filosó fica - en contraposició n a nuestro ser. como si fueran transportados má gicamente a una nueva posició n en el panorama filosó fico). Entonces, por ahora, nuestra filosofía debe ser antropocé ntrica. Esa es la ú nica manera, por ahora, en la que nosotros, sus practicantes, podemos apropiarnos del sentido de que nos ayuda a hacer de las cosas como distintivamente nuestras, y la ú nica manera, por lo tanto, en la que podemos reconocer que tiene el valor y la importancia para nosotros que debería. La tensió n entre el antropocentrismo de la filosofía y su creatividad se resuelve reconociendo al primero como provisional. Sí, creo que es una forma razonable de resolver la tensió n, al menos en líneas generales. Aun así, me incomoda dejar que el asunto descanse ahí. Porque también creo que deberíamos ser extremadamente cautelosos a la hora de pensar má s allá de lo humano de esta manera. Ya he comentado sobre el conservadurismo de Wittgenstein y el anti-conservadurismo de Deleuze; y he dejado en claro que mis simpatías está n con este ú ltimo. Sin embargo, existe otra disparidad relacionada entre los dos pensadores con respecto a la cual mis simpatías está n má s con el primero. Y esto me inclina hacia un conservadurismo de la prá ctica, si no de principios. La disparidad que tengo en mente gira en torno a las diferentes concepciones de lo dado de Wittgenstein y Deleuze. Wittgenstein dice que lo que se da son formas de vida (Wittgenstein 1967: 226). Deleuze dice que lo que se da son diferencias (Deleuze 1994: 222). No es obvio que exista algú n conflicto entre estos, sobre todo porque no es obvio que tengan el mismo significado por "lo dado". Aun así, la hay. Para Wittgenstein, una forma de vida, que él relaciona muy estrechamente con un lenguaje (Wittgenstein 1967: §§ 19, 23 y 241), proporciona una especie de marco dentro del cual se da sentido a las cosas. Los límites de nuestra forma de vida, podríamos decir, son los límites de nuestro mundo.12 Eso sería un anatema para Deleuze, para quien toda unidad, incluida la unidad de cualquier marco de este tipo, debe constituirse dentro de la multiplicidad, Me inclino hacia Wittgenstein en este conflicto. Me parece que hay algo fundamentalmente correcto en la idea de que, para que el sentido sea hecho de cosas, debe haber en primer lugar algú n marco de este tipo para que se haga dentro, un marco que determine de quién es el sentido. Y si hay algo fundamentalmente correcto en esta idea, entonces cualquier interrupció n del tipo que se requeriría para pensar má s allá de lo humano en filosofía tendría que ser una interrupció n de algo má s que nuestra construcció n de sentido. Tendría que haber, má s allá del nuevo sentido que le demos a las cosas, un nuevo "nosotros" que lo haga. También para Deleuze tendría que haber un nuevo "nosotros". Pero, para Deleuze, este nuevo "nosotros" sería en sí mismo un producto de nuestra toma de sentido, una especie de autocreació n. Los cambios que estarían involucrados en nuestro pensamiento má s allá de lo humano, por muy extremos que sean, serían parte de los cambios que estarían involucrados en nuestra extensió n de nuestra construcció n de sentido de cualquier otra manera. En una concepció n má s wittgensteiniana, sin embargo, estaría en juego algo má s radical. Y la radicalidad sería una radicalidad ética. Porque, en la medida en que la cuestió n ética primaria sea la cuestió n de qué es para "nosotros" vivir bien, la ética misma sería cuestionada. Nada de esto es una razó n concluyente para evitar tal interrupció n. Pero es una razó n, una razó n ética, para andar con mucho cuidado.
4. SPINOZA:UN CASO DE ESTUDIO
Tomemos el caso de Spinoza.14 Spinoza podría ser considerado un
oponente del antropocentrismo en filosofía. Una de sus doctrinas má s conocidas es que nuestra virtud suprema consiste en dar sentido a las cosas sub specie æternitatis (Spinoza 2002a: Pt. V, Props 29ff.). De hecho, sin embargo, sea la interpretació n de esa doctrina como sea, hay algo profundamente antropocé ntrico en la filosofía de Spinoza. En ninguna parte es esto má s evidente que en su relato de la diferencia entre el bien y el mal. Spinoza niega que estos sean algo "positivo considerado en sí mismo" (ibid .: Pt. IV, Pref.). Má s bien, son formas que tenemos de pensar las cosas, de acuerdo con nuestros deseos. Así, en opinió n de Spinoza, juzgamos que una cosa es buena porque la deseamos; no lo deseamos porque juzgamos que es bueno (ibid .: Pt. III, Prop. 9, Schol.). Esto, por supuesto, implica una especie de relativismo, como Spinoza reconoce libremente (p. ej., ibid .: Pt. III, Prop. 39, Schol., y Pt. IV, Pref.). Sin embargo, porque cree que existe un 'modelo de la naturaleza humana que todos nos ponemos por delante', y porque está escribiendo desde un punto de vista humano compartido, Spinoza es capaz de eludir el relativismo y definir lo bueno como 'aquello que ciertamente sabemos que es el medio para acercarnos má s al modelo' y lo malo como 'aquello que ciertamente sabemos que nos impide reproducir dicho modelo' (ibid. .: Pt. IV, Pref.). Tal antropocentrismo es sorprendente por derecho propio. Pero también es sorprendente por una razó n má s indirecta, muy pertinente a la cautela que ahora estoy instando. Contrarresta lo que de otro modo sería un aspecto inquietante y siniestro de la filosofía de Spinoza, en sí mismo un asistente natural del relativismo al que está comprometido, a saber, la doctrina de que el derecho de cada cosa se extiende tanto como su poder (Spinoza 2002b: Cap. 16, §4) .15 Así, el derecho de un tigre suelto se extiende tanto como su poder; el derecho de un crecimiento canceroso se extiende hasta donde alcanza su poder; el derecho de un ré gimen represivo se extiende tanto como su poder. El antropocentrismo de Spinoza proporciona aquí un baluarte. Tan pronto como podemos ver que el ejercicio de uno de estos poderes nos está impidiendo reproducir el modelo de la naturaleza humana de alguna manera, podemos ver que es malo; y en consecuencia podemos resistirlo. Para citar a Max Stirner: “El tigre que me ataca tiene razó n, y yo, que lo derriba, tambié n tengo razó n. No defiendo contra é l mi derecho, sino a mí mismo ”(Stirner 1982: 128, é nfasis en el original). “El tigre que me ataca tiene razó n, y yo, que lo derriba, tambié n tengo razó n. No defiendo contra é l mi derecho, sino a mí mismo ”(Stirner 1982: 128, é nfasis en el original). “El tigre que me ataca tiene razó n, y yo, que lo derriba, tambié n tengo razó n. No defiendo contra él mi derecho, sino a mí mismo ”(Stirner 1982: 128, é nfasis en el original). De la misma manera, si empezá ramos a tratar de extender el espinozismo má s allá de lo humano, socavaríamos las garantías de que tal antropocentrismo proporciona y exacerbaría lo que es preocupante en la visió n centrada en el poder de Spinoza. Podríamos, por ejemplo, empezar a tomarnos en serio un punto de vista segú n el cual el florecimiento de los individuos estaba subordinado al florecimiento del Estado16. para ser entendido desde un punto de vista humano. Pero ese, en cierto modo, es el punto. No se trata de que exista una posició n neutral desde la que evaluar las diferentes formas de filosofar; precisamente no. La cuestió n es que nuestro filosofar y nuestra evaluació n son, al menos por ahora, desde un punto de vista comú n, un punto de vista humano y, siempre que sea así, Sin duda, el mero hecho de que no exista un punto de Arquímedes significa que es igualmente importante para nosotros reconocer los peligros, tal vez los peligros no humanos, en nuestro permanecer en deuda con un paradigma filosó fico particular. conclusió n de que la filosofía es, al menos por ahora, un ejercicio para hacer sentido de las cosas desde un punto de vista humano. Simplemente refuerza la conclusió n de que debemos proceder con cuidado al hacer filosofía. Solo que no subestimemos la fuerza de esta conclusió n. Porque si la filosofía es un ejercicio para dar sentido a las cosas desde un punto de vista humano, si, como dije antes, la filosofía es un intento, por parte de los humanos, desde su posició n ú nica en el mundo, de dar sentido tanto a sí mismos como a sus seres humanos. esa posició n, entonces el cuidado con el que debemos proceder cuando estamos haciendo filosofía es el cuidado con el que debemos proceder cuando nuestra propia humanidad está en cuestió n.18
NOTAS
1 Ver tambié n (Williams 2014) para reflexiones asociadas sobre la naturaleza
de las humanidades. 2 Algo similar pero no igual, porque mi preocupació n en ese libro es específicamente con la metafísica y no con la filosofía en general. Aú n así, mi preocupació n es la metafísica en una caracterizació n un tanto idiosincrá sica y muy generosa de la metafísica, como el intento más general de dar sentido a las cosas (una caracterizació n que mucha gente de hecho tomaría como má s apropiada para la filosofía en su conjunto). Y mucho de lo que esto excluye dentro de la filosofía, como la estética, la ética, la filosofía política y la filosofía de la religió n, le da a la disciplina, en todo caso, un reclamo aú n mayor del título de ser humanista. 3 Tambié n vale la pena recordar que Collingwood tomó la metafísica como una rama de la historia: ver (Collingwood 1998). (Dicho esto, no tomó la filosofía como una rama de la historia: ver (Collingwood 2005: Cap. 10, §3).) 4 Esta es también una visió n que he tratado de defender en otra parte, en relació n específicamente con la metafísica pero con implicaciones para la filosofía en general (ver Moore 2012: esp. Intro., §7, y Concl., §4). Digo que voy má s allá de lo que dice Williams. ¿Pero de hecho estoy haciendo algo má s radical que eso? ¿Estoy contradiciendo lo que dice? En particular, ¿la opinió n de que la filosofía es creativa en el sentido indicado entra en conflicto con la insistencia de Williams de que "tiene que haber algo en la filosofía como hacerlo bien" (Williams 2006c: 202, énfasis en el original)? No me parece. Esto se debe a que no creo que responder a algo dado anteriormente sea la ú nica forma de 'hacerlo bien' (ver Moore 2012: 381, 393-4). Ciertamente, mi punto de vista no entra en conflicto con la idea de que existe tal cosa en filosofía como hacerlo bien. 5 Williams dedica mucho tiempo a emitir advertencias contra el cientificismo en filosofía, por ejemplo (Williams 2006b) y (2006c: passim). Las advertencias contra el conservadurismo en filosofía, como era de esperar, son menos visibles en su trabajo; como era de esperar, porque la idea correspondiente de que la filosofía es creativa no existe. Pero tales advertencias no faltan por completo en su trabajo. Difícilmente podrían serlo, dado que existe una estrecha relació n idea que se encuentra con bastante certeza en su trabajo, a saber, que a veces se debe permitir que la reflexió n perturbe los conceptos por los que vivimos: ver, por ejemplo (Williams 2006e, esp. Cap. 8 y 9). 6 Cf. La afirmació n de Dummett de que `` la filosofía del lenguaje es el fundamento de todas las demá s filosofías '' (Dummett 1978: 442), o la sugerencia de Quine de que `` la filosofía de la ciencia es filosofía suficiente '' (Quine 1966: 151), donde por `` ciencia '' quiere decir no mucho má s que conocimiento organizado (vé ase, por ejemplo, Quine y Ullian 1978: 3). 7 Es cierto que estos fenó menos pueden ser objeto de estudio científico (no antropocé ntrico). Pero su relevancia para la filosofía analítica es de otra índole. Si un filó sofo analítico, al reflexionar sobre có mo (decir) se usa la palabra 'causalidad', niega que exista una causalidad retró grada, entonces no está anunciando el resultado de una investigació n empírica sobre el uso de la palabra ' causalidad'; é l o ella está enunciando una regla para su uso. (Aquí estoy traicionando mi wittgensteinianismo, a pesar de mi queja anterior sobre Wittgenstein: cf. (Wittgenstein 1967: §383); cf.tambié n (Hacker 1996, especialmente Capítulo 8), y (Hacker 2007: 7-11).) Para una discusió n sostenida de las relaciones entre la filosofía analítica y el lenguaje desde una perspectiva profundamente opuesta, ver (Williamson 2007: passim).punto de partida: lo que ellos llaman la epoche4 (cf. Moore 2012: 431; y para una explicació n de la epoche4, ver Husserl 1970: §35). Pero eso no es, en sí mismo, una ofensa a la concepció n artística. Hay todo tipo de formas en las que la filosofía podría distanciarse de las ciencias naturales sin llegar a suspender sus propios modos de pensamiento. (Algunos fenomenó logos son quizá s insuficientemente sensibles a este punto: véase, por ejemplo, Husserl 1962: §62.) Nó tese que recientemente ha surgido un enfoque aú n diferente de la filosofía, bajo el título de `` filosofía experimental '', que conserva un interés ampliamente analítico en el lenguaje pero lo que también implica un uso significativo de la investigació n empírica, en particular la investigació n empírica de las intuiciones lingü ísticas de las personas (ver, por ejemplo, Knobe y Nichols 2008). 8 Cf. La afirmació n de Heidegger de que "la ontología y la fenomenología no son dos disciplinas filosó ficas distintas entre otras", sino que "caracterizan a la filosofía misma" y que "la filosofía es una ontología fenomenoló gica universal" (Heidegger 1962: 62). Tendré algo má s que decir sobre esto en breve. 9 El libro de Parfit tambié n puede contener otro ejemplo destacado de lo que tengo en mente. Sostiene que la identidad personal no es nada má s allá de ciertos hechos de continuidad corporal y psicoló gica entendidos impersonalmente (Parfitt 1984 III, passim). Y trata de sacar conclusiones sobre las personas, en particular conclusiones é ticas, que pueden entenderse en sí mismas de manera impersonal. Pero hay buenas razones para pensar que só lo desde un cierto punto de vista que involucra un conjunto de valores que van en contra de estas conclusiones puede haber una conversació n significativa sobre personas en primer lugar (ver má s Moore 1997: 229–32). 10 Ver arriba, n. 8. 11 Vé ase, por ejemplo (Foucault 2001: cap. 10, §6), y la discusió n sobre "convertirse en animal" en (Deleuze y Guattari 1987: cap. 10). La noció n de "un cuerpo sin ó rganos" que impregna este ú ltimo trabajo también es relevante. 12 Esto es, por supuesto, una alusió n a los primeros trabajos de Wittgenstein, en particular a (Wittgenstein 1961: 5.6), donde dice: "Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo" (énfasis eliminado). La sugerencia de que algú n aspecto fundamental de esta idea sobrevive en el trabajo posterior se asocia sobre todo con (Williams 2006d). (Williams 2006a) tambié n es relevante: proporciona una convincente elucidació n y defensa de la idea de que una forma humana de vida es, para nosotros, los seres humanos, "dada" (aunque Williams no lo expresa en esos té rminos). 13 Hay un eco de esto en su actitud hacia el empirismo. En un momento dice que lo que distingue a una posició n como empirista es que tiene una explicació n de có mo el sujeto está constituido dentro de lo dado (Deleuze 1991: 109); en otros lugares deja claro que ve su propia posició n como empirista, por ejemplo (Deleuze y Guattari 1994: 47-8). 14 Una de las muchas razones por las que vale la pena considerar a Spinoza a este respecto es la alta estima que le tiene Deleuze, para quien es `` el 'príncipe' de los filó sofos '' (citado en Joughin 1990: 11; cf. Deleuze y Guattari 1994: 48). 15 Para una discusió n, ver (Curley 1996). 16 Es instructivo en este punto recordar la notable afirmació n de Mao Zedong, citada en (Chang 1993: 293): 'Incluso si Estados Unidos ... hiciera volar [la tierra] en pedazos ... [esto] aú n sería un asunto insignificante en lo que respecta al el universo en su conjunto se refiere. Hay momentos en los que intentar dar un sentido má s objetivo a las cosas raya en lo catastró fico. 17 Podríamos oír hablar a este respecto de "el prejuicio humano", la frase que Williams se apropió como título de su ensayo sobre temas relacionados (Williams 2006a). 18 Estoy muy agradecido con Yuuki Ohta por sus comentarios sobre un borrador inicial de este ensayo.