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Grecia se convirtió en un protectorado romano en 146 a. C., tras la derrota


sufrida por una coalición encabezada por la Liga Aquea. Las islas del mar
Egeo fueron añadidas a este territorio en 133 a. C. Atenas y otras ciudades
etropas del general romano Sila. Las guerras civiles romanas devastaron el
territorio aún más, hasta que Augusto organizó la península como la provincia
de Acaya en 27 a. C. Además de esta provincia, otras zonas helénicas estaban
incluidas en las provincias de Macedonia, Tracia y Epiro.[1]

Con respecto a la cultura helénica, está se relacionaba en muchos ámbitos con


la romana, hasta el punto de que se puede hablar de una cultura greco-romana.
El idioma griego sirvió como lengua franca en el Este y en Italia, y muchos
intelectuales griegos desarrollaron la mayor parte de sus trabajos en Roma.

Bajo dominio de Roma, al menos durante la época republicana, Grecia entró


en un periodo de decadencia económica en la que muchas ciudades quedaron
despobladas. El abandono de los cultivos trató de ser revertido en algunos
lugares por las autoridades mediante concesiones de tierras comunales a
particulares en condiciones ventajosas.[2] Por otra parte, la cultura griega fue
muy admirada por los romanos; como decía Horacio, “Grecia cautiva a su
salvaje conquistador”.[3] Las epopeyas de Homero inspiraron la Eneida de
Virgilio, y autores como Séneca escribieron con estilo griego.

Algun os personajes romanos destacados, sin embargo, rechazaban las


costumbres griegas, por considerar que corrompían los valores tradicionales
romanos. También había rasgos de la civilización griega, como la pederastia,
las bacanales y las doctrinas epicúreas, que estaban mal vistos,

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constituyó el comienzo de una nueva era para todo el
mundo conocido. El Helenismo, que desde hacía más de dos mil años
brillaba en Europa, con luz propia primero en Grecia, luego en Roma y
finalmente en Bizancio que es lo mismo que Roma, se vio sometido
definitivamente y estuvo oculto en la Europa oriental durante más de
cuatrocientos años. El Cristianismo ortodoxo, por el contrario,
conservó ciertos privilegios, mantuvo intactas las costumbres
religiosas bizantinas y se constituyó en el estandarte del Helenismo
Finalmente, el Imperio Romano había caído de forma definitiva, ya
no podría nunca más renacer de sus cenizas, porque éstas habían
sido esparcidas por los aires, desintegrándose para siempre. Mientras
tanto, la ciencia de los griegos, esa que determinaba el saber del ser
humano y hacía la diferencia con los demás pueblos, estaba siendo
descubierta por los occidentales, en gran parte gracias a los sabios
bizantinos que huían de los Balcanes desde hacía más de un siglo,
despojados por los turcos, y que esparcían sus conocimientos junto
con los sabios escritos de los filósofos por toda Italia y desde allí a los
demás países.
Efectivamente la cristiandad quedó para siempre dividida a partir
de entonces, con una parte, la occidental, libre para establecer sus
modos de vida, para generar ese maravilloso renacimiento, para crear
sus propias costumbres y hacer nacer a las naciones que hoy son las
más avanzadas en el mundo, mientras que la otra, la oriental, estaba
cada vez más bajo el dominio turco, servía al Imperio Otomano, y
solamente existía bajo su autoridad.
Por otra parte, occidente tuvo que aprender a vivir consigo mismo
para poder hacer frente al creciente peligro turco, por lo tanto la
relación entre los distintos Estados occidentales se fue haciendo más
armoniosa y toda Europa consiguió un mayor equilibrio, necesario
para vencer en una guerra permanente y sin la presencia
tranquilizadora del «cismático» Imperio Bizantino, el cual había
logrado mucho antes ese mismo equilibrio para luchar contra el infiel
con éxito por más de mil años.
Europa debió esforzarse durante más de dos siglos hasta poder
doblegar al Imperio Otomano, y eso sólo fue un factor que hizo que los
Estados occidentales evolucionaran lo suficiente y maduraran como
para contrarrestar el gran peligro turco.

3. Para la historia occidental, la cuna de muchos de los valores que la


rigen y determinan es y será siempre la Antigua Grecia. Si nos detenemos a
pensar, estamos rodeados por elementos, aspectos, creaciones y
desarrollos que provienen de aquella antigua civilización que ha pasado a la
historia por el uso de la razón, la invención de la democracia y la polis.
No podríamos hablar de Occidente sin hablar de la Civilización Griega

Esto es claro. Lo que hoy entendemos por Occidente, el mundo


mayormente secularizado, donde la razón es la base del conocimiento,
donde los gobiernos no dependen (al menos directamente) de ninguna
Iglesia, donde la cultura y la tradición ha corrido sus límites y prohibiciones
respecto de las figuras religiosas, es una consecuencia de las enseñanzas
que la civilización griega nos ha legado.

El legado de estos filósofos y de otras ramas de la cultura (principalmente el


arte, con sus medidas perfectas y clásicas) ha sido recuperado en
diferentes momentos de Occidente como las únicas posibles formas de
avance y de modernidad. Así pasó en la época del Renacimiento, durante
el siglo XVIII con el Iluminismo y a principios del siglo XIX. En la
actualidad, la ciencia utiliza métodos de conocimiento que han comenzado a
desarrollarse en la antigua civilización griega, en aquella región del planeta
donde las montañas y el mar permitieron transformar la historia del
universo.

gracias

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