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MEDITACIONES

sobre la excelencia
y virtudes de
SAN PABLO
APÓSTOL
MEDITACIONES
SOBRE ¡LA EXCEDENCIA Y VIRTUDES

DE SAN PABLO APOSTOL.

TOMO I.
MEDITACIONES
SOBRE LA EXCELENCIA T VIRTUDES

DEL GLORIOSO

DOCTOR DE LAS GENTES

SAN PABLO,
EN H ONOR

D E LO S AÑ O S D E SU A P O S T O L A D O .

str AUTOR

D O N M IG U E L 2ERARNAU, ,

PRESBÍTERO.

TOMO PRIMERO.

CON L IC E N C IA .

MADHID I<A IMPRENTA REAL.


17 QO.
PRÓLOGO DEL AUTOR.

I z a singular y tierna devoción


con que una respetable Señora
venera al Apostol San Pablo, in­
dustriosa siempre y solícita en
promover el mayor culto del
Santo 3 ideó un nuevo y parti­
cular obsequio sobre los comu­
nes y ordinarios. La idea fué
magnífica y propia de corazo­
nes grandes que no se conten­
tan con poco. Para celebrar pues
dignamente la fiesta de un Apos-
tol tan grande ha querido la de­
vota Señora usar de un medio
asimismo grande 3 dedicando al
culto y obsequio de San Pablo
otros tantos dias de preparación^
quantos fuéron los anos que em­
pleó en su apostólico ministerio.
Para este fin deseó y solicitó un
cuerpo de Meditaciones relati­
vas al Santo , sacadas de sus mis­
mas cartas 3 que comprehendie-
se en el numero todo el tiempo
de su Apostolado; y siendo es­
te un punto controvertido entre
los Escritores Eclesiásticos , or­
denó la Excma. Sra. el numero
de treinta y seis Meditaciones
para asegurar de esta suerte que­
dase incluido, según toda opi-
n ion, el número de años de la
predicación de San Pablo. Yo
sin contravenir á esta determi­
nación , que ha sido muy acer­
tad a, he colocado el fin de su
Apostolado en la Meditación
treinta y quatro por no apartar­
me de la opinion mas común,
que lo fixa en el año treinta y
quatro de la conversión del San­
to Apostol; y para que tuvie­
se juntamente su lugar la opi-
nion que lo estiende hasta el
año treinta y cinco, he dispues­
to las tres ultimas Meditaciones
con tal orden y conexíon entre
s í, que aunque son tres en el
núm ero, se puedan considerar
(según la opinion que se abraza­
re) ó como dos, ó como una
sola en la integridad y comple­
mento. San Pablo hablando del
término de su Apostolado nos
lo propone á semejanza de un
combate de guerra honum cer«
tamen certavi, y de una carrera
de luchadores, según el uso de
aquellos tiempos ^ cursum con--
summarou 1 La viccoria es com­
plemento de la batalla , y el
triunfo es el fin y último tér­
mino de la victoria. Mas; en el
término del estadio ó carrera 3
se veía pendiente una corona x
y el que primero llegaba por su
agilidad en el correr á cogerla
con la mano ^ era premiado so­
bre todos los competidores por
i z. ad Tim. 4.
el Juez repartidor de premios
que presidia en aquel publico
espectáculo y y aquí terminaba
últimamente la carrera. Todo
este objeto está comprehendido
en las dos últimas Meditaciones
debaxo de los títulos de 'victo­
ria, y de triunfo de San Pablo.
Fuera de esto se puede también
considerar en la Meditación
treinta y quatro el término del
Apostol libre y expedito; en la
treinta y cinco prisionero por
decirlo así y encarcelado, con­
tinuando el Santo Apostol, aun
en la misma prisión hasta el pun*
to de su m uerte, su carrera y
apostólica predicación, sed ver-
bum Dei non est alligatum con­
forme él mismo decia 1 escri­
biendo desde la cárcel á Timo­
teo , y como se verá en la dicha
Meditación treinta y cinco. Fi­
nalmente la treinta y seis es el
último término á donde miran
y van á parar todas las antece­
dentes , así que el número de
ellas tiene su lugar , y se com­
padece muy bien con qualquie-
z 2 . ad T ím . 2,
X2,

ra opiñíon que se abrazare á cer­


ca de los anos del Apostolado
de San Pablo. Hasta aquí lo per­
teneciente al número de Medi­
taciones. En quanto al modo de
formarlas y estenderlas , si ha
sido algo diferente del común y
ordinario , he juzgado no debia
perder jamás de vista , ni la
grandeza del objeto de estas Me­
ditaciones , ni el alto carácter y
eminentes luces de'la Señora, á
cuyo espiritual consuelo se diri­
gían, para proporcionar las ma­
terias y acomodar las expresio­
nes: mas no he dexado por eso
de atender en las materias á la
práctica y exercicio de la virtud
correspondiente para la imita­
ció n , por ser esta la principal
devocion que debemos mostrar
para con los Santos, y la que los
mismos Santos desean de noso­
tros ; y en la expresión , á que
fuese devota y apta á mover el
ánimo; y á ese mismo fin, aun­
que van declarados en lengua
vulgar varios textos de la Escri­
tura y de algunos Padres, que
se citan en el discurso de estas
Meditaciones; pero como quie­
ra que el nativo idioma , 6 el
particular y usado de la Iglesia
trae consigo una cierta m ayor
eficacia y unción, me ha pareci­
do dexarlos en su ser original
para mayor satisfacción , devo­
cion y consuelo de dicha Excma.
Sra.j á quien no es estraña la
lengua latina. Esto me ha pareci­
do advertir aquí para dar razón
de la O bra, y preocupar junta­
mente algunos reparos, que tal
vez pudieran ofrecerse.
*5
TABLA
DE LAS M EDITACIONES
que contiene éste T om o.

M e d it a c ió n i . D e la vocacion y elec­
ción de San Pablo al A p osto la­
do. Pagina i .
P unto i .p E go sum J e s ú s , quetn tu jper-
sequeris. ibid.
P unto 2.° Domine quid me vis fa c e -
re? p. 3.

P unto 3 V a s electionis est mihi is te , ut


jportet nomen meum coram gentibus, et
regibus, etjiliis Israel, p. 4.
M edit . 11. Sabiduría de San P ablo, p. 6.
Punto i.° Notum enim vohis fació F r a -
tr e s , Evangelium quod e'vangelizatum
est d m e, quia non est secundum komi-
. nem ; ñeque enim ego ab homine accedí
illud , ñeque d id ici, sed g e r revela-
tionem Jesu Christi. ibid.

Punto 2.0 Sapientiam autan loquimur ín­


ter perfectos, p. 9.
P u n to 3 ° M ih i enim omnium Sanctorum
mínimo data est g ra tia h<ec in Genti-
bus evangelizare investigabiles dimitías
Q hristi , et illuminare omites qu¿e sit
dispensario Sacramenti absconditi d s¿e-
culis in Deo , ut innotescat. Vrinci-
p a tib u s, et Potestatibus in Coelestibus
p e r Ecclesiam multiformis Sapientia
D ei. p. 1 o.
M e d it. nr. H um ildad de San Pablo, pa-í
gin . 1 2 .
P unto i.° Ego sum minimus Apostólo-
rum. ibid.
Punto 2.0 M ih i omnium Sanctorum míni­
mo. p . 1 4 .
Punto 3.0 Tamquam abortivo visus est
et mihi Christus. p . 1 6 .
M edit * iv. M ansedum bre de San Pablo*
p. zo .
P u nto i .° Servurn autem Domini oportst
mansuetum esse ad omnes. ibid.
P u n t o 2, 0 F acti sumus p a rvu li in medio
'vestrum, tamquam si m trix fo vea t f i ­
lias suos. p. a a ,
P u n t o 3.0 F r aires} et si preocupatus fu e-
rit homo in aliquo delicio, vos qui spi-
rituales estis hujusmodi , instruite in
spiritu íenitatis. p. 24.
M e d it . v. Caridad de San Pablo para con
D ios. p. 2 7 ,
P u n t o i. ° Charitas T>ei dijfusa est in
cordibus nostris p er Spiritum Sanctum
qui datus est nobis. ibid.
P un to 2 Vivo ego s jam non ego s vivit
vero inm e Christus. p. 33.
P u n t o . 3.0 Quis ergo nos separabit d cha-
ritate C h risti? Certus enim, quia ñeque
mors, ñeque vita b'C. poterit nos sepa­
rare d charitat? D ei. p. 3 6.
M e d i t . vi. Caridad de San Pablo para
co a el próxim o, p. 39.
Pun to i ° Quotidie morior propter ves-
tram gloriam. ibid.
P u n t o 2 ° Omnibus omnia factus sum , ut
omnes facerem salvos, p. 44.
P u n t o 3.0 Quis infirmatur, et ego non in-
Jirmor ? Quis scandalizatur , et ego non
uror ? p. 48.
M edit . vii. E xcelencia de la caridad de
San Pablo para con el próxim o.
P* 14 *
P u nto i E t quid eligam ignoro. Coarc-
tor autem e duobus. ibid*
P u n to 2 Desiderium hahens d issohij et
esse cum Christo multo magis melius ,
permanere autem in carne necessarium
propter -vos. p. 5 9.
P u n t o 3.° Optabam enim ego ipse ana-
thema esse d Christo pro Fratribus
mHs. p. 64.
M e d it. viii. T ern ura de la caridad de
San Pablo para con el próxim o,
p- 7 i*
P u n t o i . ° F ilioli mei , quos iterrnn p a r*
turto dones formetur Qhristus in vo-
bis. ibid.
P u n t o 2.0 Testis enim mihi est D eus ,
quomodo cupiam vos omnes in 'visceribus
Jesu Chrísti. p. 7 7 ,
P u n t o 3.0 S i qua ergo consolatio in Chris­
to , si quod solatium charitatis ; si qua
sacietas spiritus , si qua viscera mise-
ration is} imple te gaudium tneum. p. 84 .
M edit. ix, Trabajos A postólicos de San
P a b lo , p. 9 1 .
P unto i .° M in istri C h risti sunt , plus
ego.....in laboribus plurimis. ibid.
P unto 2.0 A Judiéis qidnquies quadra-
genas una minus accepi > te r wirgis cce­
sas sum. p. 97,
P unto 3 .0 Semsl lapidatus. sum. p . 1 0 2 .
M e d i t . x. C on tin u ación de l a misma
materia, p. 109*
P unto i ,° Ter naufragium f e c i; nocte et
die in profundo maris fu i.... ibid.
P unto 2,° In 'vigiliis m ultis, in fam e et
siti. p. 1 1 7 .
P unto 3® In jejuniis multis ¿ in frig o r e,
£t nuditate, p. 124.
M edit . xi. G lo ria de San P ablo en el pa­
decer por C hristo. p, 130,
P unto i .° M ih i autem absit g lo ria ri, ni-
s i in Cruce Domini nostri Jesu Chris­
ti. ibid.
P unto 2 ,° M ih i mundus crucijixus est. pa^
g in . 1 3 7 .
£O
P unto 3.0 E t ego mundo, p. 1 4 3 .
M e d i t . x i i. G ozo de San Pablo en el pa­
decer por C hristo. p. 14 9 .
P unto i Christo conjixus sum Cruci. ibid.
P unto %? Ego enim stigm ata Domini Je-
su in corpore meo porto, p* 1 5 7 .
• P u n t o 3.0 Adimple o ea 3 qua desuñé p a s -
sionum Christi in carne mea, p, 1 6 3 .
M e d it. xiii. M ortificación de San Pablo,
p. 16 9 .
P unto i .° Castigo corpus meums et in ser-
vitutem redigo, ibid.
P unto 2 ,0 Jsfe forte cum aliis pra d ica ve-
rim i ipse reprobus efjiciar. p. 1 7 8 ,
P u n t o 3 .° Semper mortifieationem Jesu in ,
corpore nostro circunferentes, p. 1 8 5 ,
M e d i t . x iv . G ra v e tentación de San Pa­
b lo. p. 1 9 1 ,
P unto i ,° N e magnitudo revelationum ex-
tollat m e, datus est mihi stimulus car-
nis me¿z Angelus Satana ¿ qui me cola-
p h izet. ibid.
P unto 2° Propter quod ter Dominum ro-
g a v i ut discederet d me. p. 200 .
P u n to 3 Stiffidt tibí g ra fía m ea; nam
virtus tn ínfirmitate perjicitur. p. 208.

M e d it . xv . T rato interior de San Pablo


con D ios. p. 2 1 3 .
P u n t o i.° JSfostra autem conversado in
calis est. ibíd.
P u n t o 2.0 Non habemus hic manentem ci-
vitatem, sed futuram inquirimus. pa-
gin. 2 2 2 .
P u n t o 3.0 Jám non estzs hospites, et ad­
vena ; sed estis cives sanctorum, et do-
mestíci D ei. p. 2 2 9.
M e d it . xvr. M enosprecio de San Pablo
de la opinion y estima de los hom ­
bres. p. 2 3 4 .
. P u n t o i.° M ih i autem pro mínimo est ut
d vobis judieer, aut ab humano die. ibid.
Pun to 2 Si adhue hominibus placerem ,
Christi servus non essem. p. 244.

P u n t o 3.0 Gloria nostra.hac est testimo-


niiim conscientia nostr¿e. p, 250.
M e d it. G ratitud de San Pablo, pa-
xvii.

gin . 2 5 6 .
P un to i. ° Benedictas JJeu s, et P a te r
Domini nostri Jesu C hristi f P a ter mi-
sericordiarum, et D eu s totius consola-
tionis. ibid.
P u n t o a.° In ómnibus gratia s agite. pa-
gin. 2 6 3 .
P u n t o 3 .° ,S i autem accepisti, quid gloria--
ris y quasi non acceperis? p. 2 7 0 .
M e d i t , x v iii. Correspondencia de San
Pablo al beneficio de la gracia, pa-
g in . 2 7 6 .
P u nto i.° G ra tia D ei sum id quod
sum. ibid.
P unto 2 .0 G ra tia ejus in me vacua non
f u i t ¡ sed abundantius Mis ómnibus labo-
ravu p. 2 8 3 .
' P unto 3 .0 Non ego autem , sed gra tia
Deimecum. p. 290.

M e d it . x ix . C on tin ú a el mismo asunto


sobre el beneficio de la gracia* pa-
gin . 29 9 .
P unto i. ° N on quod suficientes simus co­
gitare aliquid d nobis, quasi ex nobis,
sed sufjicientia nostra ex D eo est. ibid.
P u n xo 2.0 D eus autem p a c is , aptet vos
2J
in omni bono. p. 306 .
P u n t o 3 ° Spiritus adjwvat injirmitatem
nostram. p. 3 1 2 .
M e d it . x x . Sobre la correspondencia al
beneficio de la gracia, p. 3 10 .
P unto i .° Adjurantes autem exhortamur,
ne in 'vacuum g ra tia D e i recipiatis. ibid.
P u n to 2 Cum m etu , et tremore 'vestram
salutem operamini. p . 3 2 8 .
P u nto 3 .0 D eus est enim qui operatur in
vobis et velle, etperficere. p. 3 3 6 .
M e d i t . x x i. Correspondencia de San P a ­
blo al beneficio de la redención.
P • 343 *
P u nto i.° Charitas enim C hristi urget nos
6estimantes koc quontam si unus pro óm­
nibus mortuus e s t : erg o omnes mortui
sunt, et pro ómnibus mortuus est Chris-
tus. ibid.
P u nto 2 .0 U t et qui 'vfaunt, non ja m sibi
vivan t i sed et qui pro ipsis mortuus
est. p. 3 5 0 .
P unto 3 .° Qui dilexit me , et tra d id it se~
metipsumpro me. p, 3 5 8 .
M e d ít. xxti. Sobre el mismo asuntó, pa-
gin.363.
P u n t o i . ° F id e l is serm o, et om ni acceptio~
ne dignus : quod Christus Jesús venit in
hunc mundum peccatores salvos fa c e r e ,
quorumprimus ego sum. ibid.
P u n t o 2.° Sed ideo misericordiam conse-
cutus sum j ut in me primo ostenderet
Christus Jesús omnem patientiam ad in-
formationem eorum qui credituri sunt
illi > in vitam ¿eternam. p. 3 7 2 .
P unto 3 .° In hoc enim laboramus et male-
didmur , quia speramus in Deum *vi-
vum y qui est Salvator omnium homi-
num. p. 3 78 .
MEDITACIONES
SOBRE LA EXCELENCIA Y VIRTUDES

DE SAN PABLO APOSTOL.-


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MEDITACION
■'
I.
De vocacion y elección di San Pablo
al Apostolado.

PUNTO PRIMERO*

Ego Jttw J e / » í, £«m $ersequerh* A ct. 9.

;C ^ u á n admirable y prodigiosa fue la


vocacion y elección de Pablo al A pos­
tolado! Era Pablo de un ánimo genero­
so , que no fomentaba dentro de sí sino
Ideas sublimes y altísimos pensamientos.
Era de un corazon ardiente y fogoso f
tom. i, a
a MEDITACION
intrépido y activo para executárlos; ha­
bía formado el proyecto de destruir la
R eligión C atólica, y prevenido para es­
to con cartas del Príncipe de los Sacer­
dotes iba á D am asco, con ánimo de. lle­
var presos á Jerusalen quantos ha­
llase adoradores del nombre de Jesús;
pero al tiempo mismo que él con increí­
ble audacia esparcia el terror de su nom­
bre por todas partes , aquí fue quando
el Soberano Señor desbarató de repente
todas las ideás de Pablo. Rodeólo de una
grande luz del C ie lo , y haciendo sentir
aquella su voz magestuosa : Y o soy Je­
sús á quien tú persigues, bastó esto pa­
ra mudarlo de Saulo en P a b lo , de Lobo
en C o rd ero , y de Fariseo obstinado en
humilde profesor de Christo, jO gran
D ios! ¡Q uán altas y secretas son vues­
tras providencias sobre los escogidos! Sois
bueno, Señor, no solamente para los bue­
nos, sino aun también para los malos ;
si ellos h u y e n , vos les salís al encuen-
PR IM ER A . 3

tro para detenerlos, y con la suavidad


y eficacia de vuestra gracia los volvéis á
camino de salud. ¡Dichoso Pablo! Para
convertir á otros envia Christo á sus mi­
nistros i para con vos toma sobre sí esa
cargo , y se hace vuestro A postol.

PUNTO SEGUNDO.

Domine quid me vis facer Act. 9*

A una vocacion tan prodigiosa, tan


llena de misericordias , y tan abundante
de bendiciones del C ie lo , correspondió
Pablo con suma generosidad como era
justo y debido á una gracia tan estu­
penda de D io s, y á la nobleza del cora-
zon de-Pablo. ¿Señor (dixo) qué quereis
vos que y o haga? ; Heroica resolución!
En estas breves palabras se comprehende
toda la perfección del christiano. Quien
así se entrega en las manos de Dios ha­
ce un pflfcfecto sacrificio de sí mismo. N a ­
da retiene para sí el que todo lo sujeta
a 2
4 MEDITACION
y remite á la voluntad de Dios. ¡ O San­
to Apostol i \Quán bien cumplisteis desde
el principio con aquella altísima petición
que nos dexó encomendada el Salvador
en el Evangelio: hágase tu voluntad así
en la tierra como en el cielo! ¿ Por ven­
tura tengo y o el corazon tan desembara­
zado que pueda decir á Dios con toda
sinceridad 7 Senbr , haced de mí lo que
queráis? Interceded por mí ó Santo Pro­
tector mío para alcanzar de Dios un co­
razon libre y suelto de todo respeto hu­
mano y afecto terreno, par^L no querer
y a en adelante sino el cumplimiento de
la divina voluntad.

PUNTO TERCERO*

Vas eíectionis eh mihi iste , ut portet nomen meum


coram gentibus 7 et regibus > et filüs Israel.
A ct. 9.

Entretanto que se hallaba f& b lo de


esta suerte enteramente trocado con el
TRIMERA* 5
resplandor del cie lo , y con la poderosa
gracia que iba interiormente labrando es­
ta prodigiosa o b r a , reveló Jesús á un
Discípulo llamado Ananias, que vivia en
Damasco, el grande designio que había
formado sobre la persona de Pablo. A n ­
da, dixo el Señor, no temas: este es V a­
so de elección que yo tengo escogido
para que lleve la gloria de mí nombre á
los Gentiles, á los Reyes y á los Hijos
de Israel. He aquí Pablo que de Perse­
guidor pasa de repente á Predicador; de
gran Zelador de la Sinagoga á A postol
de Jesuchristo. 1 Bendito seáis D io s, ex­
clamaré con el Santo R e y David , que
solo vos sois el que obra grandes y es­
tupendas m aravillas: alabado seáis para
siempre por haber escogido á vuestro
siervo Pablo por Pregonero de vuestro
nombre, Predicador de vuestra fe, Apos-
tol y Maestro de vuestra Iglesia, y uni­
versal consuelo de los fieles..

s Psalm. 72»
MEDITACION II.
Sabiduría de S. Pablo.

PUNTO PRIMERO.

Notum enim vobis fació Fratres} JEvangeliam quoH


evangelizaium est 4 me , quia non est secun-
durn hominem 5 ñeque enim ego ab homine ac-
cepi illud, ñeque didtci, sed per revelationem
Jesu cbristi, A d G a la ta s 1 .

D io s que se había mostrado tan libe­


ral y dadivoso en gracias y misericordias
escogiendo á Pablo por A p o sto l, no ha­
bía de andar con mano escasa en comu­
nicarle el D on de Sabiduría, don nece­
sario para exercer dignamente el minis­
terio Apostólico i los demás Apostoles ha­
bían tenido la dicha de conversar con
Jesuchristo en carne mortal y y oír de la
boca misma de la Eterna Sabiduría las
verdades del Evangelio. Tres años gastó
el Salvador en instruir á los demás A pos-
toles, teniéndolos siempre en su escuela,
y atemperándose según el suave orden de
su providencia á la rudeza de aquellos
pobres pescadores, que habian de ser los
fundamentos de la Iglesia, reservó gran
parte de la instrucción para la venida
del Espíritu Santo : 1 muchas cosas aun
tengo que deciros; (decia el D ivino Maes­
tro ) pero no sois capaces por ahora de
entenderlas: quando viniere aquel espíri­
tu de verdad, que mi Padre os enviará
en mi nombre , quedareis perfectamente
enseñados. San Pablo no había logrado
esta dicha de vivir y conversar con el
Salvador, asistiendo á su escuela. Suplió
abundantemente esta falta el mismo Sal­
vador : abrió por decirlo así una singu­
lar y nueva escuela para este Discípulo
tan distinguido, enseñándole por sí mis­
mo , aunque y a inmortal y glorioso. Her­
manos , dice el A postol escribiendo á los
Galatas, os hago saber , que el Evange-

i Joan. 16.
8 MEDITACION
lío que os he predicado no es cosa "de
hombres, ni y o he recibido de hombre
alguno la comision de predicarlo, ni lo
he aprendido por magisterio hum ano,
sino por inmediata revelación de Jesu-
christo ; 1 y escribiendo á los Corintios
les dice, que fue arrebatado hasta el ter­
cer cielp , y que allí recibió tan altas y
secretas inteligencias que no hay lengua
que pueda explicarlas. Gracias os sean da­
das mi buen Jesús por haber dotado á
este Santo Aposto! de tan copiosa luz
de celestial sabiduría para enseñar al mun­
do. Iluminad Señor con un rayo de es­
ta divina Sabiduría las tinieblas de mí
corazon , para que no duerma el sueño
de la muerte y del pecado: 2 avivad mi fé
que. disipe las ignorancias y errores de
mi alma, para que obrando por ella vi­
va yó^ en justicia y santidad conforme lo
, que vos dixiste por vuestro P rofeta: mx
ju sto vivirá por fe. 3

5 2. ad Cor. 12. a Psalm, j i . 3 Habacuc. a.


PUNTO SEGUNDO.

Sapientiam autem loquimur inter perfectos,, i . ad


C o r . 2.

La Sabiduría de San Pablo fuer uni­


versal en orden al estado de la L e y de
Gracia. T u vo una perfecta inteligencia de
las Santas Escrituras, de toda la consti­
tución de la Iglesia , de su gerarq u ía,
grados , ministerios y profundos Sacra­
mentos; y m uy especialmente para anun­
ciar y declarar á los hombres los inmen­
sos tesoros de bienes y riquezas inefables
de gracia que tenemos en Jesuchristo,
que por esto decia él escribiendo á los
C orintios; predicamos la Sabiduría á los
que son perfectos y consumados en la
fe'. ¡O h ! quien no exclamará aquí con
el Profeta, 1 ¿quie'n podrá dignamente
engrandecer la Omnipotencia del Señor
por haber enriquecido á este Santo A pos-

i Psalm. lo g .
Io MEDITACION
tol de tanta y tan sublime Sabiduría?
¿Quien hará que resuenen por todo el
mundo sus magníficas alabanzas? Gracias
os sean dadas 6 Salvador mío por haber
derramado con tanta plenitud los tesoros
de vuestra Sabiduría sobre este bendití­
simo A postol , para instrucción y ense­
ñanza de todos vuestros redimidos.

PUNTO TEHCEHO.

Mihi enim omnium Sanctorum mínimo data est


gratia bise in Gentibus evangelizare investiga-
hiles divitias Christi, et iIluminare omnes qu<&
sit dispensatio Sacramenti ahsconditi á Sceculis
in Deo } ut innotescat Principatibus, et Potes-
tatibus in Cmkstihus per Ecclesiam multiformis
Sapientia De i. A d Ephes. 3,

La Sabiduría de San Pablo en ampli­


tud , claridad y distinción de verdades
sobrepujo á la que tuvo M oyses, y á la
que tuvieron todos los Profetas del anti­
guo Testamento, y hasta los mismos Es­
píritus Bienaventurados de los nueve C o ­
ros de los Angeles en virtud de la Sa-
SMGUKDA. I f
bíduría y Predicación de San Pablo que­
daron instruidos y enseñados, en muchas
cosas que hasta entonces habian ignora­
do. 1 A mí (de esta suerte habla el es­
cribiendo á los de Efeso) á mí que so y
el ínfimo de todos los fieles ha sido da­
da por don gratuito de Dios la comí-
sion j oficio y ministerio Apostólico pa­
ra que anuncie á los Gentiles los bienes
Incomprehensibles de C hristo, y les ins­
truya de quan admirable y sabiamente
ha sido ordenado y exhibido en estos
tiempos el Sacramento de la humana re­
dención, y el profundísimo secreto de la
vocacion de los Gentiles al Evangelio ,
que había estado oculto desde la eterni­
dad en el seno de D io s , y para que por
la predicación y distribución de gracias
y dones que se reparten en la Iglesia, sea
notoria y manifiesta, no solamente á los
hombres, sino también á los Principados
y Potestades, y demás órdenes de A n g e ­

lí Chrysost, horo. 7. ad Ephes.


I2 M ED ITA CIO N

les, la muchedumbre de la Sabiduría de


Dios. ¡Incomparable A p o sto l! ;Q uán lle­
no estaba vuestro sagrado pecho de la
Sabiduría de D ios, quando así prorrum­
pía vuestra lengua y vuestra pluma en
expresiones tan altas , tan grandiosas, y
tan fecundas de misterios escondidos en
la eterna predestinación de Dios!

MEDITACION IIL
Humildad de S. Pablo.

PUNTO PRIMERO.

Ego sum minimus Apostolorum. i . ad C o rin th . i J.

S a n Pablo colocado ya en el alto grado


de Apostol tenia necesidad de un grande
contrapeso para cumplir dignamente con
su honroso ministerio sin desvanecerse.
El era como una preciosa nave cargada de
riquísimos tesoros de gracia y sabiduría;
bien era menester que tuviese el justo y
TERCERA. 13
debido lastre para mantenerse firme y
andar con seguridad entre las alabanzas
y desprecios, entre los trabajos y persecu­
ciones que se habían de levantar como
olas, y combatir su apostólico.ministerio.
Este contrapeso y este lastre fue su pro­
fundísima Tiumildad, humildad propia de
San P a b lo , y que él solo con su lengua
del Cielo ,pudo dignamente expresarla. Y o ,
dice ( escribiendo á los de Corinto ) , soy
el ínfimo de los Apostoles. N o ignoraba
el Santo los grandes dones que había re­
cibido de Dios y su elección al A p osto­
lado, m uy especial y distinguida entre los
demás Apostoles : no obstante esto se man­
tiene firme en su sentir. To soy el ínfi­
mo de todos los Apastóles. E l que ha reci­
bido de Dios la gracia de ser humilde
entiende este lenguage, porque el solo
sabe discernir y separar lo suyo de lo age-
no , lo que tiene de su propia cosecha,
de lo que viene por la mano graciosa del
C ria d o r; para los demás es este un len-
14 MEDITACION
guage bárbaro y desconocido. ¡O mí buen
Jesús, maestro de humildad ! Enseñadme
esta virtud tan necesaria para salvarme,
conforme á lo que Vos mismo decis ; si no
os hiciereis como niños, no entrareis en
el R eyno de los Cielos.

PUNTO SEGUNDO.

M ihi omnium Sanctorum mínimo. Ad Ephes. 3.

San Pablo, no solamente se tuvo con


afecto de verdadera y sincerísima humil­
dad por el ínfimo de todos los A posto­
les í sino aun también por el ínfimo de
todos los Christianos. A sí se explica el
mismo escribiendo á los de Efeso : á mí
que soy el ínfimo de todos los fieles ha
sido concedida la gracia del Apostolado.
T o d o quanto veía en sí el Santo A pos­
to l , ya fuese n atu ral, ya fuese en orden
de la g ra cia , lo miraba todo como deri­
vado de D io s , origen de todo ser y fuen­
te de todo bien; y aun del mismo con-
TERCERA, I $
sentimiento libre que daba á. los impul­
sos de la gracia sabía m uy bien que de­
pendía sumamente de la misma gracia,
sin cuya previa mocion prevenido, y ac­
tual ayuda con fortad o, no podía sacarlo
á luz , y así lo referia todo á D ios , y
con un afecto vehementísimo de propio
desinteres, nacido de la sincera humildad,
decía : gratia Dei sum id quod sum. 1 P or
la gracia de D ios soy lo que soy : por
otra parte miraba á los demás ñeles con
otra estima de la que tenia de sí mismo;
y con este afecto mas ventajoso que te­
nia de los o tro s , juzgaba de ellos que hu­
bieran sido mejores que é l, si Dios les
hubiese prevenido con iguales gracias y
favores i por esto se tenia él por el ínfi­
mo de todos. ] O h , y quan diferente es
la sabiduría del C ielo de la falaz y en­
gañosa de la tie rra ! Ensalce, engrandez­
c a , y tenga por glorioso quanto quisie­
re la estimación hum ana, que siempre se-

x i. ad Cor.
16 MEDITACION
xá verdad , y verdad abatídora da toda
soberbia lo que dice el mismo A postol s
si alguno piensa que es algo , engañase,
que nada es. Qui existimat se aliquid essey
cum nibii s it, ipse se seducit. 1

PUNTO TERCERO.

Tamquam abortivo visus est et mihi Cbrisius. r. ad


C o rin th . i y.

Paso mas adelante la humildad de Pa­


blo. El se abatió tan to, que llegó á te­
nerse por menos que hombre , diciendo
de sí (hablando á los C o r in tio s ), que era
como un aborto á quien se le había mos­
trado y aparecido Jesuchristo. Este gran­
de abatimiento de Pablo nacía del sumo
aprecio y estima que tenia de la excelen­
cia de la gracia de Jesuchristo. Era m uy
favorecido del Señor; era mirado como
un asombro de santidad y sabiduría, en
tanto g ra d o , que hasta los Gentiles mis-

x A d Galat, 5.
TERCERA. I7
mos oyéndole predicar en Lycaonia 1 lo
tuvieron por D io s , é imbuidos como es­
taban en el error de sus falsas Deidades
quisieron ofrecerle sacrificio, llamándole
el Dios Mercurio. Pablo tenia otras lu­
ces muy superiores para no dexarse sor­
prender de la vana honra de los hombres.
El sabía que todo su bien era derivado
de la gracia del Salvador , como de su
fuente y origen , que esta gracia era un
don de la pura liberalidad y misericordia
del Señor, y tan g ra tu ito , que no había
ni podia haber de nuestra parte mérito
alguno antecedente que nos la grangease,
que sin esta gracia jamás hubiera salido
de la incredulidad Judaica, y hubiera que­
dado como tantos otros hermanos suyos
Israelitas eternamente envuelto en la ma­
sa de aquel pueblo ingrato y traidor;
que en virtud de esta misma gracia de
Christo había sido llamado y traído á la
luz del Evangelio y escogido por A p os-

1 A ct. 14,
TOM. !« B
I 8 MEDITACIOtf
t o l, y que toda la gloria que resultaba
de su Apostolado , en quien tanto res­
plandecía la gracia de C hristo, era debida
á solo Dios en Jesuchrito, que con s¡u ve­
nida al mundo nos había merecido y traí­
do todo bien •, que el retener ó reservar
para sí parte alguna de esta g lo r ia , era
un hurto manifiesto , y enorme sacrile­
gio , echando mano de lo mas sacrosanto
que Dios tie n e , que es su g lo r ia , y de la
qual tan solemnemente ha protestado por
su Profeta que la quiere toda para sí.
Gloriam meam alieri non daho. 1 P or esto
el Santo A postol tenía tanto empeño en
abatirse s ya decia de s í , que era como
un a b o rto , que es la cosa mas vil y des­
preciable, y digna solamente de arrojar­
se, ya publicaba que era el m ayor peca­
dor , 2 que había sido blasfem o, y per­
seguidor de las Iglesias, 3 que no era
digno de ser llamado A postol j y es que
temía Pablo ser ladrón y defraudador á

x Isai* 48. a 2. ad Timot. 1, 3 1. ad Cor.


TERCERA.
Dios de su gloria si el venía á ser glo­
rificado de los fieles en las grandes proezas
de su Apostolado. ¡O grande humildad
de Pablo! ¡O excelente predicador de la
gracia de Jesuchrísto ! Esto si que es pro­
pio de los grandes hum ildes, abatirse y
aniquilarse á sí mismos por engrandecer
el don y gracia de aquel Señor que los
hizo grandes. Quiero acompañaros, ó San­
to Protector m ío , en dar la gloria k Dios
de to d o , diciendo con v o s , y como vos
mismo me lo enseñáis. A solo D io s , R e y
de los siglos inmortal é invisible ? sea da­
da la honra y gloria por los siglos de los
siglos. Amen.
MEDITACION IV.
Mansedumbre de S. Pablo.

PTJNTO PRIMERO.

Servum autem Domini oportet mansuetum esse ad


om nst. 2. a d T ím . 2.

(C om p añ era inseparable de la humildad,


é igualmente necesaria al apostólico mi­
n isterio, es la mansedumbre. Por esto el
Santo A postol instruyendo á los Obispos
en la persona de Tim oteo su discípulo le
dice : conviene que el siervo del Señor sea
manso con todos. El trato con tantas y
tan diversas clases de personas á que se
ven precisados los Ministros Evangélicos,
los pone en una dura necesidad de haber
de tolerar inumerables inquietudes y mo­
lestias , fatigas y contradicciones que tur­
ban la paz interior; no obstante, ellos de­
ben de ser como los peces del m ar, que
qvarta, ai
guardan silencio, y conservan la quietud
y sosiego entre el ruido de las olas. San Pa­
blo , como Apostol y Doctor que era de
las gentes, habia de tratar con todas las
Naciones diferentes, y contrarias entre sí
en condicion, educación, usos y costum­
bres : con gentes bárbaras é indómitas, con
hombres feroces y enemigos de toda su­
jeció n , con grandes y poderosos, amigos
de su regalo , con rudos é ignorantes,
con Filósofos soberbios y presuntuosos,
con Oradores arrogantes y despreciadores;
habia de recibir injurias sin irritarse, oir
desprecios con sosiego , sufrir impertinen­
cias sin enfado , tolerar con tradiciones sin
porfía. ¡O qué campo tan dilatado miraba
delante de sí abierto el Santo A postol
para exercicio de su mansedumbre! El lo
corrió to d o , y con su admirable huma­
nidad , dulzura y mansedumbre cautivó
los corazones de inumerables que le oye­
ron , sujetólos al yugo del E vangelio, y
los ganó para Christo. ¡ O gran Dios I de-
i 1 MEDITACION
cía el Santo R e y D avid hablando con
v o s , acordaos Señor de D avid y de toda
su mansedumbre : Memento Domine Davidy
et úmnis mansuetudinis ejus. Clamare yo tam­
bién para consuelo de mi alma, acordaos
Señor de P ab lo, y de toda su mansedum­
bre, que es el carácter y mas viva imagen de
vuestro corazon manso y sufrido ; tole­
radme Señor entre tantos males como ro­
dean á mi alm a, y la inquietan y turban,
y la quitan la paz 5 atraedme á vos con
la suavidad y dulzura de vuestra gracia,
para que mi pobre alma libre ya de la
conturbación de este sig lo , descanse y re­
póse en vuestro seno. Am en.

PUNTO SEGUNDO.

Facti sumus parvuli in medio vestram, tamquam si


nutrix foveat filios suos. 1 . ad T h esalon ic.

La mansedumbre de Pablo para cori


los yá convertidos á la fe', era la mas útil
para promoverlos en el bien. Por el fru-
QITARTA* 23
to del Evangelio ( decía el Santo A posto!
hablando á los Tesalonicenses) hemos tra­
ta d o , vivid o, y conversado con tanta sua­
vidad y blandura como sí fuéramos unos
niños en medio de vosotros, y con aquel
regalo y caricias con que una madre apli­
ca á sus pechos para dar la leche á su tier­
no y pequeñuelo h ijo , que tiene colgado
de sus brazos. ¿Puedense oir expresiones
ni mas suaves ni mas blandas, tiernas, ni
regaladas? A sí era el trato y conversa­
ció n , y modo de portarse de San Pablo
con los fieles. N o se veía en el esquivez
alguna, ni aquellos modales arrogantes 6
imperiosos que ahuyentan de sí el trato
de las gentes. N o era menester buscar de
indu stria, sazón y oportunidad para ha­
blarle , ni averiguar ántes si estaba de
buen humor. Siempre y á todas horas
era fácil y accesible á todos para conso­
larlos , para animarlos , para promover­
los en el bien del Evangelio. \ O Santo
A p o sto l, quien me diera poderme arro-
24 MEDITACION
jar á vuestros pies , aquellos sagrados
pies que con tanta gracia llevaban el
Evangelio de salud por todas partes l Y o
los besara con ternura, yo los bendixera
mil veces, y bailado en lágrimas de con­
suelo diría con Isaías; 1 ¡ quán hermosos
son los pasos1. ;quán agraciados los pies
de los que evangelizan la paz del C ie lo !
; de los que anuncian los bienes de la
R edención!

PUNTO TERCERO.

Fraires, et si preocupatus fuerit homo in aliqm


delicio , vos qui spirituales estis hujusmodt ,
instruite in spiritu knitatis. A d Galat. 6 .

L a mansedumbre de Pablo para con


los pecadores era la mas eficaz para mo­
verlos á penitencia. El Salvador del M un­
do se declaró á sí mismo Maestro de la
mansedumbre, quando d ix o : aprended de
mí que soy manso. Bien podemos asegurar
que el Apostol San Pablo salió una per-

I Isaise ¿a,
QÍTARTA. 2§
fecta copia de este santo original, quan-
do el mismo se dio por exempl'ar á los
demás. Sed imitadores mios, dice, como
y o lo soy de Christo, 1 El Santo Apos^
tol desde que entró en la escuela del Sal­
vador tenia ya abandonado juntamente
con la secta, el espíritu Farisaico, espí­
ritu quanto mas suave para s í, tanto mas
rigoroso para otros, cargando sobre ellos
un yugo intolerable que los hace gemir
sin consuelo; debaxo de su peso 5 por el
contrario 2 trataba é l , y quería que fue­
sen tratados los pecadores con el espíri­
tu del buen Pastor del Evangelio , que
no dió en rostro á la pobre oveja des­
carriada con su desvio cargandola de
oprobios, ni la trató con dureza dando-
la de palos j sino que la cogió con gran
blandura, la cargó con gran suavidad
sobre sus hombros, aliviandola con gran
piedad y mansedumbre de la fatiga del
camino, y tuvo por gran dicha suya el

» i. ad Cor. 4, a Luc. i ¡j.


26 MEDITACION
acrecentar su rebaño con una oveja de
mas. Hermanos (decía el A postol escri­
biendo á ios Galatas) sí alguno cayere
en pecado, los que sois espirituales pro­
curad ayudar con espíritu de manse­
dumbre á levantarle. N o se contentó el
A p ostol con d ecir, instru id lo, ayudadlo-
con mansedumbre> sin o , con espíritu de
mansedumbre, esto es, con aquella suavi­
dad j dulzura que inspira el interior
afecto de la mansedumbre, de suerte que
las buenas palabras, amonestaciones, ins­
trucción , corrección y qualquier otro me­
dio exterior que sea oportuno para ayu­
dar al pecador, salga todo sazonado con
el afecto interno de la mansedumbre, co­
mo el aliento que sale acompañado del
calor del corazon que lo despide. ¡ O h !
Y quan bien os quadra Santo mió lo que
decia de sí el Santo Profeta Isaías. 1 El
Señor me ha dado una lengua sabia y
erudita para que sepa con mis palabras

i Is4i«e ¿o.
qvartx. a7
confortar y poner en pie al caído. Pero
á mí por el contrarío quadra bíen lo que
decía el Profeta D a vid : erré como oveja
que perdió el sendero. Rogad Santo mío
al D ivino Pastor que me haga sentir su
dulce y amoroso silvo , y que y o sea
dócil en seguirlo y no apartarme ya ja­
más de su custodia.

M E D IT A C IO N V. r
Caridad de San Pablo para con Dios,

PUNTO PRIMERO.

Charitas D ei diffusa est in cordíbus nostris per


Spiritum Sanctum qui daius est nolis. A d
Rom. 5.

Ei amor se funda siempre en algün


bien , en virtud del qual se inclina y
mueve la voluntad del que am a, á que­
rer bien á la persona amada 5 y este que­
rer bien y quererse bien entre s í , es el
am ar, y amarse mutuamente los que se
28 MEDITACION
aman: pero h ay grande diferencia entre
el amor de Dios y el, nuestro. El amor
nuestro supone la bondad en la persona
amada i mas no se la dá, porque no tie­
ne nuestro amor virtud ni eficacia para
dar bondad al que’ no la tiene: pero el
amor de Dios, con el mismo acto de amar,
da y comunica á la persona amada aque­
lla bondad que antes no tenia. ¿ Qué
bondad teníamos nosotros ántes de ser
criados quando nos faltaba aun. el ser,
que es el fundamento de toda bondad?
N o obstante esto nos amó , y el amar­
nos fué querer eficazmente darnos la bon­
dad de aquel ser que no teníamos. Am a
Dios á los pecadores haciéndolos justos,
á los ignorantes dándoles sabiduría, á
los fe o s , flacos y miserables comunicán­
doles hermosura, fortaleza y felicidadj y
esto es amarnos Dios á nosotros, comu­
nicarnos sus bienes según el orden de su
sabiduría en aquella proporcíon, grado y
medida de que somos capaces de partid-
QUINTA. 29
parios. Pero el querer bien nosotros á
D io s , que es el am arlo, no es, ni pue­
de s e r , darle algún bien que no ten g a ,
quando todo el bien qúe nosotros tene­
mos y podemos d a r, de allá nos viene
como de su fuente y origen ; de donde
se sigue, que la comunicación de bienes
que de suyo pide el amor no consiste en
dar nosotros al Señor algún bien que no
tenga > sino en usar bien de los que he­
mos recibido de su bondad y am or, em­
pleándolos todos en obsequio , honra y
gloria de aquel Señor que nos lo ha da­
do. Amamos pues á D io s, y le queremos
bien quando apreciamos , estimamos y
nos complacemos de aquella bondad que
él tiene por sí mismo , que es eterno ,
sumo, é infinito bien, y por este moti­
vo procuramos de nuestra parte agradar­
le y complacerle promoviendo en todo
su mayor honra y gloria entre los hom­
bres, que es el bien extrínseco con que
nosotros podemos contribuir á su ex&lta-
go MEDITACION
cion y ensalzamiento.
Este es el amor perfectísímo de cari­
dad , virtud excelentísima, y que como
R eyna que es de las demás no pudo me­
nos de tener su propio y particular asien­
to en el corazon de Pablo , que por su
alto ministerio estaba destinado á promo­
ver en todo la mayor gloria de Dios acá
en la tierra. ¿Mas quíe'n podrá compre-
hender la grandeza del amor de San Pa­
blo para con Dios? Este amor es á pro­
porción y medida de la luz y conocimien­
to que se tiene de la bondad infinita de
Dios* A llá en el Cielo en donde se des^
cubre la Bondad Divina con la lumbre de
g lo ría , y se manifiesta á los Bienaventu­
rados con la clara visión , los arrebata
de tal suerte, que no pueden dexar de
amarle con todas sus fuerzas; no pue­
den suspender ni cesar por un instante
de este am or, ni desviar siquiera la aten*
cion de aquel objeto amabilísimo : allí co­
mo en un mar inm enso, interminable y
QUINTA. 3 I
sin orillas se pierden en sí mismos los
Bienaventurados, y sumergidos en aque­
lla suma é infinita bondad quedan trans­
formados en Dios. San Pablo, aunque no
tuvo aquella clarísima luz con que se ma­
nifiesta claramente Dios en el C ie lo , tu­
y o sin embargo un altísimo conocimien­
to de la inmensa grandeza de la Bondad
Divina, Bebió de la misma fuente de la
eterna verdad en aquel su prodigioso rap­
to hasta el tercer, cie lo , las aguas de la
D ivina Sabiduría. Discurrid por aquí quán
penetrada , tierna y embebida quedó su
dichosa alma en amor para querer bien
á tal am ante, que con tanta bondad le
habia colmado de bienes, y para emplear
todo quanto habia recibido en obsequiar­
lo , en honrarlo y glorificarlo. N inguno
mejor que el Santo A postol pudo decir
lo que dexó escrito en la carta á los R o­
manos : la caridad de Dios ha sido der­
ramada en nuestros corazones por el Es­
píritu Santo que se nos ha dado. S í ;
32 MEDITACION-
fue derramada esa caridad en el corazon
de Pablo inundándolo todo como un cau­
daloso r í o , y ocupando todos los afec­
tos y querer de su voluntad. El no mo­
vía un pie , ni meneaba una mano', ní
respiraba su corazon sino para buscar
siempre y promover en todo la mayor
gloria de Dios. ¡O corazon de P ablo!
\Quien pudiera entrar en esa hoguera y
ver los poderosos incendios de amor en
que. se abrasaba! ¡ Pobre de mí que ten­
go un corazon tan frío y helado para
con mi Dios que tanto me am ó, y tan­
to bien me hizo i ¿Cómo he correspon­
dido á tanto amor? ¿V o s, Señor, empe­
ñado en comunicarme vuestros bienes, y
y o insensible á tal amor? ¿Vos en que­
rer enriquecerme con vuestros bienes, y
y o porfiado en querer ser pobre y mi­
serable? Sanad, Señor, con vuestra po­
derosa gracia el afecto corrompido de mí
corazon , para que á imitación de vues­
tro A postol y Protector mió , no ame
QUINTA. 33
ame y o en adelante cosa alguna sino en
vos y por vos.;

PUNTO SEGUNDO.

Vivo ego f jam non ego; vivit vero in me Chris-


tu s. A d G a l. £«

L a caridad de San Pablo fue tan abra­


sada que lo transformó todo en Dios.
Compara la Santa Escritura la caridad al
fuego. 1 Y o he venido al M undo (decia
el Salvador) á pegar fuego á la tie rra,
¿ y que otra cosa quiero yo sino que se
encienda? M irad lo que pasa con el hier­
ro en la fragua quando está ya perfec­
tamente caldeado. El no pierde su ser y
naturaleza de h ie rro ; pero sus qualida-
des en cierto modo se desaparecen, y en­
tran en su lugar las que le comunica el
fuego , propias suyas. El que ántes era
frió , duro e inflexible, se para con la
actividad del fu eg o , tierno, blando y ma-

I Luc. 12,
TOM. I. C
54 MEDITACION
nejable, y recibe tal calor que abrasa y
consume como si fuera et mismo fuego.
V ed ahi la transformación que hizo el
amor divino en el corazon de Pablo j y
este mismo efecto nos quiso él declarar
quando dixo escribiendo á los G alatas:
viv o y o ; y a no y o ? Christo es el que
v iv e en mí. Quedó Pablo en virtud del
amor D ivin o tan transformado en Chris­
to y que todas sus operaciones de vida las
consideraba é l, no tanto como operacio­
nes suyas propias, quanto como opera­
ciones deí mismo Christo t cu y o amor las
animaba t y era como el alma de todas
ellas. El sen tir, el pensar, el querer de
Pablo hablan traspasado los de la baxe-
za humana ? y como hombre muerto y a
á todo lo sensible y cria d o , su alma no
tanto vivia en el propio cuerpo que ani­
maba j quanto en el corazon de Christo
su amado > el amor de Christo Impelía a
Pablo á discurrir como un relámpago de
un lugar á o tro , á afanarse por el fru-
QI/INTA. 35
to del Evangelio. El amor de Christo era
el que daba movimiento aí obrar 7 al pa­
decer y sufrir de Pablo. El amor de Chrís-
to era el que daba vida á todas las em­
presas del Apostolado de P ab lo ; y así
como hombre arrebatado y fuera de sí
muerta ya á todo lo criado visible e In­
visible ? que y a ni siente r ni piensa, ni
ama, ni quiere, decia con un santo de­
lirio de am or, Christo es mi vid a , vivo
y o í y a no yo > Christo es aquel que vi­
ve en mL ¡O Santo A p o sto lí ;Quán le­
jos estoy y o de este amor tan debido por
otra parte á la suma é infinita bondad
de mi D ios! E stoy m uy v ivo en mis pa­
siones, m u y sensible á mí amor propio,
á mi comodidad y regalo f á mi honra é
ínteres? pero muerto e Insensible á las
dulces impresiones del amor divino. ¿Quien
trocará mi corazon, y que muera ya de
una vez, á todo lo criado por amor de
mi C riador? Asistidme Santo m ío, y al­
canzadme del Señor su poderosa gracia
C2
36 MEDITACION
que purifique mi alma de todo afecto des­
ordenado , para que muriendo á todo lo:
que no es D io s , viva á imitación vues­
tra en D io s , por Dios y con Dios.

PUNTO TERCERO.

Quis ergo nos separahit á charitate Christi’* Cer­


tas enim > quia ñeque mors, ñeque vita & c. po-
terit nos separare d charitate Deu A d R om . 8 .

Una alma asi penetrada del amor D i­


vino , y transformada en Dios por amor,
y que ya no vivia en sí, ántes bien Chris­
to vivia en ella, bien pudo provocar a
todas las criaturas á un general desafio
para dar muestras de su valiente, resuel­
ta y fortíslma caridad. Esto es lo que hi­
zo el grande Apostol de las gentes para
dar mayores bríos de virtud á los vale-
rosos , y animar á los flacos y pusilánw
mes. ¿Quién será bastante, decía él es­
cribiendo á los Rom anos, quién será ca­
paz de apartarnos de la caridad de Chris­
to? ¿Por ventura la tribulación? N o 5 que
QU IN TA . 37
nos gloriamos en ella. ¿La angustia? Me­
nos; nuestra caridad es tan dilatada, que
no teme estrechez ni apretura. ¿Será aca­
so • el hambre? N i eso i porque Christo
siendo como es la vida, es mi sustento.
¿Será la desnudez? Tampoco; el vestido
de la caridad de Christo me cubre sobra­
damente. ¿Será bastante el peligro? No le
temo por el amor de Christo, ¿Será ca­
paz la persecución? N o hago caso de ella;
ni los Judíos, ni los Gentiles, ni los Bár­
baros, ni los Griegos, ni los Poderosos,
ni los Magistrados con todas las perse­
cuciones que han levantado contra m í,
han prevalecido. ¿Será poderoso el cuchi­
llo y la espada? Venga en hora buena,
que tengo por ganancia el morir por
Christo en quien vivo. Y despues de ha­
ber hecho el Santo Apostol esta larga
numeración de enemigos capaces de ater­
rar á toda flaqueza humana, vuelve so­
bre sí , y con nuevos bríos provoca á
todo el Universo, diciendo ; estoy cier-
38 M E D IT A C IO N
to , y persuadido con,la firme esperanza
que tengo en D ios, que ni la muerte , ní
la vida, ni los A ngeles, ní los Princi­
pados , ni las virtudes, ni las cosas pre­
sentes, ni las venideras, ni los cielos, ní
los infiernos, ni otra criatura alguna po­
drá apartarnos de la caridad de Dios que
está en Christo Jesús, Señor nuestro. ¡O
jnagnanima caridad! D olores, penas, an­
gustias , trabajos, muerres, todo lo mi­
raba el Santo Apostol con desprecio. T o­
do lo absorvía su grandísima caridad. T o ­
do lo tenia por nada en cotejo de su ar­
dentísimo amor á Jesuchristo. ¿Y yo que
amor tengo al buen Jesús? Un ligero tra­
bajo , una pequeña incomodidad, un do­
lor pasagero me espanta, y no tengo va­
lor para sufrirlo por amor de Christo*
El Santo Apostol por amor de Christo
estaba pronto á renunciar de buena ga­
na todos los bienes del parayso, que­
riendo antes habitar en el infierno mis­
mo amando á C h risto , que dexando de
QtriNTA. 39
amarlo vivir en el lugar mas delicioso del
cielo, y yo no tengo ánimo para renun­
ciar un bien terreno, para privarme de
una recreación superfina, para abandonar
un ge'nero de vida mundana y delicada
por el amor de Christo. ¡Oh! Y quan
flaca, quan pequeña y quan niña es mi
caridad,

M ED ITA CIO N VI.


Caridad de San Pablo para con el
próximo.

PUNTO PRIMERO.

Quotidie morior propter vestram gloriam. i . ad


Cor. i

E s propio del amor el querer bien no


solamente á la persona amada, sino tam­
bién á todas sus cosas. Un criado ñel y
generoso no se contenta de amar á su Se­
ñor; sino que,hasta á su misma hacien­
da, y todo quanto le pertenece lo mira
40; M E D IT A C IO N

con singular aprecio y estimación. Basta


que sea cosa de su A m o , para que atien­
da á ella, á su conservación y aumento
con aquel cuidado y diligencia que pide
el mérito y dignidad de la persona á quien
ama y sirve. Ahora pues: la mas prin­
cipal hacienda que tiene el Soberano Pa­
dre de familias en esta su gran casa del
mundo, 1 son las almas, cuya eterna sal­
vación es aquella preciosa herencia que se­
ñaló el Eterno Padre á su Unigénito Hijo
Jesuchristo. ¿Quánto trabajó el Salvador
del Mundo para entrar en la posesion de
este divino mayorazgo? Despues de ha­
ber empleado 33. años de vida en fati­
gas , sudores , doctrina, virtudes y mila­
gros , pareciendole aun poco todo este
gran caudal en cotejo del singular apre­
cio y estima que habia mostrado tener su
Divino Padre de la salud eterna de las
almas; echó él también el resto de sus
tesoros ofreciendo en complemento de to-

1 Psalm. 2.
SEXTA. 41
do el precio inestimable de su sangre: con
ella selló el nuevo Testamento, y quedó
constituido Redentor del mundo. ¿Puede
haber motivo mas poderoso para amar á
los hombres, que el considerar quanto les
amó el Eterno Padre , y quanto hizo su
Hijo Unigénito en prueba de este mismo
amor? A vista pues de un exemplar tan
asombroso como este, ¿qué habia de ha­
cer el Apostol San Pablo? ¿Aquel fidelí­
simo siervo en la casa del Señor? ¿ Aquel
grande amador de Jesuchristo? ¿Aquel
que con obras, y con palabras decia de
sí, vivo y o , ya no yo 5 Christo es el que
vive en mí ? Grande fué sin duda su amor:
para con los hombres i y grande habia dé
ser para que correspondiese á una vida,'
que no tanto era vida de P ablo , quan-,
to vida de Christo en Pablo. A sí es 5 el
Santo Apostol en prueba de su grande
caridad para con los hombres hizo un
continuo y perpetuo sacrificio de su vi­
da. Cada dia muero (decia él escribiendo
4 ^ M E D IT A C IO N

á los Corintios) esto e s , de continuo es­


to y sacrificado, y expuesto á mil peligros
de perder la vida por la salud eterna de
vuestras almas. Peligros en el mar, (di­
ce él mismo contándolos de paso y de
corrida) peligros en la tierra , peligros
en los ríos, peligros en las ciudades, pe­
ligros en la campaña, peligpos en el po­
blado, peligros en la soledad. De todas
partes rodeaban al Santo Apostol en el
curso de su predicación peligros y mas
peligros. Peligros de los Gentiles, peli­
gros de los Judios , peligros de los Hi­
pócritas y falsos Chrístíanos, peligros de
los hombres, peligros de los demonios.
Todo parece que se habia conjurado pa­
ra quitar de la haz de la tierra á aquel
grande A p o sto l, que por todas partes
esparcía los rayos de su gran caridad mas
resplandecientes que los que despide el
sol en su carrera. Pero aquel magnanímo
corazon hacia frente á todo. Por nada
se acobardaba, le habia dotado el Salva-
SEX TA . 43
dor de tal anchura y dilatación de áni­
mo 1 Cor nostrum dilaiatum est 7 que to­
do cabía, y tenia anchísimo lugar den­
tro de aquel seno capacísimo de su gran
caridad. Donde quiera que asomase algún
resquicio ó de plantar la fe' de nuevo, 6
de cultivar la ya recibida por su predi­
cación, ó de fortalecer á los flacos, 6 de
aumentar con nuevos progresos á los per­
fectos y consumados, allá corria sin ha­
cer caso ni de trabajos, ni de peligros,
ni de muertes. Nada era capaz de cor­
tarle, ni detenerle el paso. jO grande
A p o sto l! ; Gozo de los A ngeles, corona
de los fieles , y gloria, de la Santa Igle­
sia I Todos somos deudores á vuestra di­
latadísima caridad. Sus frutos se exten­
dieron del Oriente hasta el Occidente
del Medio dia hasta al Aquilón. No se
acabaron, no, con vuestra vida mortal?
ellos duran y durarán hasta el fin del
mundo. Impresos quedan los exemplos de

i a. ad Cor. €.
44 M E D IT A C IO N
vuestra magnanima caridad en los sagra­
dos monumentos de la Santa Iglesia pa­
ra instrucción de todos. Vos que ahora
libre ya de todo mal reposáis en el se­
no mismo de la caridad, que es Dios, in­
clinad esos vuestros benignos ojos á los
que acá vivimos rodeados de peligros 5
sed con vuestra poderosa intercesión nues­
tro-.compañero en el triste destierro de
esta vida corruptible para que podamos
con seguridad llegar á esa Santa Sion ,
ciudad de p a z , y patria de los escogidos
de Dios. Amen.t

PUNTO SEGUNDO,

Omnibus omnia factus sum> ut omnes facerem sal­


vos. 1. ad Cor. 9.

La grande caridad dé Pablo, y su ar­


diente deseo de salvar en quanto era de
su parte á todos los hombres era como
una aguda saeta que tenia de continuo
herido el corazón del Santo Apostol. De
SEX TA . 4$
noche lo desvelaba, y de día no le daba
reposo. Esta grande caridad para con los
hombres le obligaba á buscar todos los
caminos, emplear todos los medios, y va-*
lerse de todas las industrias para salvar­
los? y esto es lo que él mismo dice es­
cribiendo á los Corintios, Me he hecho
todo para todos con el fin de salvarlos $
todos. Con el Judio se hacia como sí
fuese Judio $ con el Gentil como Gentil?;
con el Griego como Griego s con el R o­
mano como Romano, no del modo que
enseña la depravada política de los hijos
de las tinieblas, que se hacen impíos con
los impios; ni de los Hipócritas que fin­
gen ser lo que no son para engañar á
otros 5 sino con verdadero afecto de sin­
cera caridad y compasion, como declara
San Agustín non mentientis astu , sed com~
miserantis affectu 1 acomodándose á todas
personas de todos estados y condiciones,
nobles , plebeyos , sabios , ignorantes 7

1 August, epist. p,
46 M E D IT A C IO N
condescendiendo con ellos eñ todo lo que
le permitía la pureza del Evangelio que
predicaba, sin desdeñarse de tomar quaí-
quier oficio por baxo y vil que fuese, si
por este camino podía aprovechar al pró­
ximo y como una buena madre que de
continuo asiste á su hijo enfermo con
tanto cuidado y solicitud que no se apar­
ta de él de día ni de noche. SI el hijo
gime con la fuerza del mal que padece,
la madre se enternece y llo ra : ella lo
vuelve de un lado al otro, lo sostiene en
sus brazos, íe da la comida por sus ma-
¡ nos > ella la guisa por sí misma toman­
do sobre sí todos los oficios aun los mas
viles y baxos de la casa para consolar ,
aliviar y dar si pudiera la salud á su hi­
jo* De esta manera se hacia el Apostol
San Pablo todo para todos con el fin de
ganarlos á todos, jO santa caridad, que
Industriosa eres para hacer bien á todos!
¿Qué diré yo> de vos Santo Apostol mío?
Que la caridad que os transformó en
SEXTA . 47
Christo, esa misma os transformó en los
hombres. Ellos estaban teñidos con la san­
gre de Jesuchristo, ¿cómo era posible na
quedar arrebatado vuestro corazon á amar­
los? Por los hombres no se desdeñó el
Redentor de sufrir penas, ignominias, y
una muerte afrentosísima, ¿cómo no ha­
bíais de mirar como gloria de vuestro
Apostolado el abatiros, el tomar qual-
quier oñcio, cargo, ó ministerio por vil
que fuese, pudiendo por este medio ga­
narlos para Christo? Miradme Protector
mió con ojos de compasion, y desde el
cielo usad conmigo de aquella caridad
que exercitasteís con los hombres acá en
la tierra para que yo aprenda el uso de
esta virtud, y sepa hacer bien á todos y
ganarlos para Christo,
¡PUNTO TERCERO.

Quis infirmatur, et ego non infirmar* Quis sean-


dalkatur t et ego non uror% 2. ad Cor. i r .

Aquella grande caridad, que movía al


Apostol San Pablo á acomodarse á todos
de qualquiera clase , estado y condicion
que fuesen condescendiendo con ellos en
todo lo que era lícito y permitido para
el fin de ganarlos á todos, esa misma ca­
ridad le obligaba á mirar las miserias del
próximo como propias, y las sentía y se
afligía por ellas como si él mismo las pa­
deciese; y esta es una délas mayores prue­
bas de caridad que podemos dar al pró­
ximo. El amor consiste en la unión de
las personas amadas. Quanto es mas per­
fecta la unión, tanto es mayor la comu­
nión y participación de bienes y de ma­
les entre los que aman. El bien que tíe-*
ne el u no, lo posee el otro con el' gozo;
y el mal que aflige al uno, lo siente el
SEX TA . 49
otro con la compasion; porque no hay
diversidad de uno y otro quando el amor
perfecto los une y los hace uno mismo :
y si este efecto causa aun el amor natu­
ral entre padres y hijos, y entre los ami­
gos que de veras se aman, ¿quánto ma­
yor será , y de mas subido y relevante
grado el efecto que proviene del amor
sobrenatural y de la gracia? Discurrid
ahora ¿que' tal se hallaria el corazon del
Santo A p o stol, que todo era caridad?
-¿Cómo sentiría los males, trabajos y mi­
serias del próximo? El mismo lo declaró
bastantemente quando dixo, escribiendo á
los Corintios. ¿Quién está en algún tra­
bajo y aflicción , que yo no lo sienta y
me halle juntamente afligido con él ?
¿Quién ha caído en algún pecado, que
yo no, me queme y se me abrasen las en­
trañas? Y no penseis que esto era respe­
to de uno ó de otro; .no: era igualmen­
te con todos, con grandes y con peque­
ños, con señores y con esclavos; á to-
tom. i. D
go MEDITACION

dos los miraba igualmente unidos consi­


go mismo en Jesuchristo Redentor de to­
dos, y así no hace él distinción alguna
como nota San Juan Chrysóstom o; sino
que habla en general con todos , quien
se halla afligido, sea el que se fuere,
Quís infirmatíir l N i tampoco dice como
dicen los que se aman, me compadezco
de vuestro trabajo y aflicción? no, antes
realza mas de punto ia caridad con aña­
dir que él sentía y padecía el mismo tra­
bajo y aflicción. E t ego non infirmor? A sí
era. Su corazon caritativo era como el
mar á donde iban á desaguar como rios
todos.los trabajos, aflicciones y miserias
de todos. En él hacían igual y mayor im­
presión , que en los mismos pacientes ,
quanto era mayor el exceso de su cari­
dad. Pero; ¡ O h ! ¡ y quán o tra , quári vi­
va y penetrante era la pena del corazon
de Pablo en orden á las miserias espiri­
tuales del próximo! Quanto es mayor el
mal que padece la persona amada, tanto
SZXTJ, $X
es mas excesivo el sentimiento del que
ama» El mayor mal en que puede caer
una persona es el pecado. El es aquel cu­
chillo de dos filos que separando al alma
de D ios, hiere el honor divino con la
ofensa, y quita con la culpa la vida de
la gracia al pecador condenándolo á unos
daños imponderables y daños eternos;
ved ahora ¿quál sería el sentimiento y
aflicción del Santo Apostol quando algu­
no caía en pecado? Aquel corazon tan
compasivo, que traspasaba en sí todas las
miserias temporales del próximo mirando-
las como propias , y le afligían como sí
él mismo las padeciese, ¡qué dolor! ¡qué
penal ¡qué aflicción no habia de sentir,
quando viese á su amado caído en el ma­
yor m al, y envuelto en la mayor fata­
lidad y miseria ! El no halló expresión
mas viva para declarar la grandeza de su
dolor, que llamándolo dolor de fuego ,
que es el dolor mas v iv o , el mas pene­
trante, y el mas sensible de todos. Quis
D2
52 M E D IT A C IO N

scandallzatur , et ego non nror\ A quí me


veo yo precisado á clamar de lo íntimo
del corazon á vos Protector mío, y so­
licitar vuestra caridad y compasion. Mis
miserias son grandes, y las del alma ex­
ceden incomparablemente á las del cuer­
po. En este valle de obscuridad, en es­
ta tierra de tinieblas y de sombras de
m uerte, en esta noche de tanta tribula­
ción y angustia gime mi alma en apre­
turas , y desea la paz y libertad de ios
hijos de Dios. Vos que descansáis ya en
eterna paz , y sois morador de esfc di­
chosa y bienaventurada tierra de vivien­
tes, en donde no tiene entrada ni el tra-«
bajo, ni la miseria, ni la tentación, ní
el temor del enemigo, felicísima de todo
bien, y desierto eterno de todo mal, ¿po­
dréis por ventura olvidaros de los que
dexasteis acá baxo envueltos en toda suer­
te de miserias? Vos ya no sentis pena por
nuestros trabajos , ni tristeza por nues^
tras miserias, ni dolor por nuestros ma-
sex ta , 53
les, ní aflicción por nuestras tribulacio­
nes. Todos estos afectos como compañe­
ros de la mortalidad , con la carne se
acabaron: pero la caridad', nos decís vos,
jamás perece: chantas nunquam excidit. 1
Despojado de la carne, no habéis queda­
do desnudo de la caridad. Amor teneis
de nuestro bien , y caridad para librar­
nos de todo mal. Esa misma santa cari­
dad imploro Protector mió para alivio de
mis trabajos , consuelo en mis afliccio­
nes, fortaleza en las tentaciones, y per­
severancia en el bien hasta la muerte.
Amen.

i i. ad Cor. 13.
M ED ITA CIO N VIL
Excelencia de la caridad de S. Pablo
para con el próximo.

PUNTO PRIMERO.

E t quid eligam ignoro. Coarctor autem é duohus,


A d Philip, cap. i . v. 22. 23.

D e l grande amor que tuvo San Pablo


á Jesuchristo nació como de su fuente el
caudaloso rio* de su amor á los hombres.
El amor á Jesuchristo tiraba el corazon
de Pablo hácia arriba para entrar en la
total posesion del objeto amado. El amor
á los hombres lo tiraba hácia abaxo pa­
ra no abandonar á los que siendo tan
amados necesitaban aún de su presencia,
y estos dos grandes amores puestos en
competencia levantaron en el corazon del
Santo Apostol una hermosa lucha de ca­
lidad, lucha que siendo el asombro de
S E P T IM A . ££
la tierra, fue la admiración del paraíso.
Oigamos para consuelo nuestro, y hoa-
ra suya como se explica él escribiendo á
los Filipenses; yo me hallo dice preci­
sado á tomar uno de dos partidos, coarc-
tor autem e duobus, ó salir quanto antes
de este mundo para estar con Christo en
el cielo, ó quedarme todavía por algún
tiempo con vosotros en la tierra; y no
se lo que he de escoger , et quid eligam
ignoro'. 1 i O Santo Apostol! ¿Quién en­
tenderá este lenguage de caridad? ¿No de^
cis vos, que tendreis por gran ganancia
el morir por vivir con Christo? ¿No es
Jesuchristo el blanco de vuestros deseos,
de vuestras ansias, de vuestros suspiros?
¿Vuestra vida sobre la tierra no es aca­
so una vida llena de trabajos, de mise­
rias , de peligros? Y ahora que está en
vuestra mano el dar fin á todo esto , y
asegurar de una vez la eterna posesíon
de vuestro amado Jesuchristo, salis con

x Chrysost. hom. et 4,
¡j 6 M E D IT A C IO N

esta duda suspenso , é indeciso : no se lo


que he de escoger, et quid eligam ignoro?
; Valgame Dios y que ideas de caridad son
estas tan nuevas y peregrinas 1 ¿ Qué Mer­
cader habrá que despues de haber venci­
do el víage á costa de mil borrascas y
peligros por esos mares interminables, liar*
liándose ya en la embocadura del mismo
Puerto, y pudiendo asegurar su rica Na­
ve 5 no obstante esto queda suspenso, é
indeciso si ha de entrar en el Puerto, ó',
si ha de volver la proa al mar, y me­
terse de nuevo en los peligros de tem­
pestades y naufragios? ¿Qué General vic­
torioso estando ya para entrar en las
puertas de la Ciudad, se parará suspen­
so é indeciso, si ha d e . recibir la gloria
del triunfo que le convida, y descansar
de los trabajos de la guerra i 6 volvien­
do atrás emprender nuevos peligros, nue­
vas empresas, nuevas batallas? Y vos San­
to Apostol, ¿por qué os deteneis? Te-
neis á la vísta el dichoso Puerto de la
S E P T IM A . 57
eterna paz y tranquilidad que os convi-*
da con la entrada. Descargad pues esa
preciosa Nave de vuestra alma, y asegu­
rad ya los inmensos tesoros de gracia y
merecimientos. Mirad los Angeles del pa­
raíso dispuestos ya á recibiros en triun­
fo 7 compañeras de los Angeles son tan­
tas almas como habéis enviado de ante­
mano á aquel Reyno felicísimo. Ellas son
los riquisimos despojos que habéis quita­
do al enemigo con vuestra predicación ,
y quieren ahora servir de nueva gloria
al triunfo de vuestra entrada. ¿En qué
os parais? ¡ A h í que todas estas con side­
raciones son poderosas , s í , para una ca­
ridad menor que la caridad de Pablo. El
amaba mucho á sus hijos, y temía mu­
cho el perderlos si se ausentaba; y esto
era lo que le detenia en medio de tan­
tos bienes, y bienes tan relevantes como
por otra parte se le presentaban á la vis­
ta al Santo Apostol. Esto era lo que le
tenia suspenso é indeciso sin determinar-
58 M E D IT A C IO N
se, et quid eligam ignoro, no se que par­
tido tomar. \ O Santo D io s! ¡ Dios de ca­
ridad y amor eterno I Alaben os los cie­
los y la tierra por haber dado á vuestra
Iglesia un Apostol de tanta caridad co­
mo San Pablo. 1 En la creación de los
cielos ,. quando vieron los Santos A nge­
les resplandecer el sol y las estrellas pror­
rumpieron en magnificas alabanzas , ad­
mirados de la hermosura de vuestras obras;
¿pero qué sol, ó qué astro vio jamás el
firmamento ni mas hermoso ni mas res­
plandeciente que el que logró la tierra
con la presencia de Pablo? Gracias infi­
nitas os sean dadas Señor Dios Criador
de todo por haber puesto en la Santa
Iglesia esta gran lumbrera de caridad que
nos guiase con su luz, y nos encendiese
con su calor para llegar con seguridad á
la eterna salvación.
PUNTO SEGUNDO.

Dei'idertum babens dissolví , et esse cum Christo


multo magis melius, permanere autem in carne
necessarium propter vos. A d Filip. i.

El grande Apostol de las Gentes no


había de permanecer en 'la duda en que
se hallaba suspenso é indeciso. ElLo era
preciso resolverse y tomar partido; y ved
aquí que el amor á los Filipenses decidió
la lucha triunfando en este lance del co^*
razón de Pablo. El Santo Apostol sentía
un vivísimo deseo de partir de este mun­
do para estar con C h risto, y el cumpli­
miento de este deseo era lo mejor para
Pablo, como el mismo confiesa dissolvi
et esse cum Christo multo magis melius i pe­
ro considerando por otra parte la nece­
sidad que tenían de su presencia aquellos
chiistianos, flacos aun y tiernos en la fe'>
no le sufrió el corazon de Padre dexar
abandonados á aquellos hijos , quedando
tristes, llorosos y huerfános con la au-
6O MEDITACION'
sencía de tal Padre, y así resolvió a fa­
vor de ellos la duda, permanere autem in
carne, necessarium propter vos. Como sí di-
xera: si yo atendiese solamente á mi de­
seo, y á mi propio bien y felicidad des­
de ahora me resolvería á partir de este
mundo para estar eternamente con Chris­
to , por quien suspiro de continuo: pero
como quiera que yo no tanto deseo mi
propio bien, quanto el común de todos,
sufriré de buena gana la tardanza y di­
lación de mi eterna Bienaventuranza, por
quedarme con vosotros para consolaros
con mi presencia, y animaros en la fe
y promoveros en el bien del Evangelio.
\ O entrañas paternales de Pablo 1 ¿ Por
ventura es poco detrimento la dilación
aunque no sea mas que por un solo dia
de la eterna vida ? No obstante esto, pa­
sa por ello el Santo A p o sto l, y olvida­
do de su propio Ínteres, aunque tan gran­
de y precioso, se abandona por decirlo
así, echándose en los brazos de aquellos
S E P T IM A . 61
sus tiernos hijos por no dexarlos descon­
solados, y expuestos á retroceder por su
flaqueza del camino dé salud,
¡O eminente caridad! Decia el Salva­
dor del mundo, 1 que la mayor prueba
de amor que podía dar uno á su amigo,
era dar la vida por el. Mas aquí el San­
to Apostol, no la vida; sino lo que es
superior á ella dio en prueba de su gran­
de amor al próximo. El renunció volun­
tariamente, no algún bien terreno, aun­
que fuese de sumo precio y estimación ,
sino los bienes del paraíso, El sacrifica
no la vida temporal, sino la vida eter­
na , en quanto á , la pronta entrada y po­
sesión de ella, por el bien de sus ama­
dos Filipenses. N ad ie. puede comprehen-
der la grandeza y valor de este sacrificio
sino el que tuviere la. caridad del Santo
Aposiol. Los Santos que ardían en de­
seos de ver á D io s, suspiraban de con­
tinuo por aquella Bienaventurada Patria,
i Joan, i
62 M E D IT A C IO N

y mientras se miraban ausentes y pere­


grinos, cada dia de tardanza y dilación
les parecía un siglo. ¡ A y de mí 1 decia
gimiendo el Santo R ey D avid: ¡ A y de
mí! ¡Que la morada del penoso destier­
ro de mi vida se ha prolongado! ¿Y
quién hubo jamás que tuviese deseos de
ver y estar con Christo 1 ni mas ardien­
tes, ni mas fervorosos que el Apostol
San Pablo? El tuvo en su mano el cum­
plimiento de sus deseos: no obstante es­
to él renuncia y se desposee de todo. El
escoge prolongar mas y mas su penoso
destierro sobre la tierra 5 él dilata para
otro tiempo la posesion de su eterna fe­
licidad. El antepone el bien de sus ama­
dos FÜipenses á la pronta entrada en el
paraíso. \ O caridad excelentísima, y so­
bre todo encarecimiento! ¿ Qué lengua se­
rá bastante á “declarar, ó qué entendi­
miento podrá comprehender tu precio y
valor? T ú eres aquel precioso fuego del

2 Psalm, up.
SE P T IM A . 63

Santuario, que arde de día y de noche


en los templos vivos del Señor, T ú eres
aquella poderosa llama que subes y te le­
vantas á tan alto grado, que ni los rios
de los trabajos , ni las avenidas de las
tribulaciones podrán ahogarla. T ú eres
aquel fuego consumidor que purificas de
toda escoria de la tierra, y paras al al­
ma mas pura y brillante que el mismo oro.
Quien tiene á tí , posee todos los tesoros.
Quien e^tá sin tí es el mas pobre de to­
dos los nacidos. Dadme Señor mío Je­
suchristo , Maestro de la caridad, esta pre­
ciosa jo ya , para que amando á vos , y
por vos al próximo á imitación del gran­
de amador, y amado vuestro San Pablo,
os posea á vos eternamente que sois mi
sumo bien.
- PUNTO TEItCERO.

Optabdm enim ego tpse anathema esse á Christo


pro Fratribus meis. Ad Rom. 9- v. 3.

El Apostol San Pablo , que estaba


puesto en la Santa Iglesia como el sol en
el firmamento para alumbrar á todos, en
todo lu g ar, y en todo tiempo hasta la
fin del mundo, habia de dar tan subli­
mes pruebas de caridad que fuesen la glo­
ria de su Apostolado, y sirviesen de ad­
miración á todos los venideros. Trabajos,
persecuciones, tormentos y muertes que
son para otros heroicas pruebas de cari­
dad eran para el Santo Apostol pruebas
ordinarias y quotidianas, pudíendo de­
cir con verdad, como dixo : yo cada día
?nusro por el bien y eterna salvación de los
hombres. El habia de ir en busca de
otros bienes y de otros males , que los
que se experimentan aquí en la tierra ,
para mostrar su caridad? los bienes del
paraíso fueron la prueba que dio de su
SEPTIMA, 65
amor á los Filipenses , escogiendo antes
quedarse con ellos desterrado en este
mundo , que pasar luego á gozar de la
eterna patria. Aquí no abandonó el San­
to Apostol enteramente el paraíso: la so­
la tardanza, y dilación de poseerlo fue lo
que prefirió, reservándose para otro tiem­
po la posesion, quando no tuviesen ya
tanta necesidad de él sus amados Filipen-
ses. Mas con los Hebreos pasó adelante
su caridad, y subió al mas alto grado á
que puede llegar esta virtud.
Veía el Santo Apostol la obstinación
de los Israelitas en no querer recibir el
Evangelio de Christo, y que por esta in-
fidelidad quedaban reprobados de Dios.
Esto le tu sab a tanta pena y dolor, y le
cubría el corazon de una tristeza tan in­
soportable que no halló el Santo Apos­
tol otro consuelo á su tristeza, ní otro
desahogo para.su corazon extremamente
afligido , sino prorrumpir en un extremo
de caridad en testimonio de quanto ama-
tom. i, E
66 M E D IT A C IO N

ba á sus hermanos los Israelitas, y quan


sensible le era la pérdida y reprobación
de ellos. La prueba que de su caridad iba
á dar el Santo Apostol era sumamente ar­
dua y difícil de persuadir á los Hebreos:
para asegurarla pues dio principio con
un solemne juramento poniendo por tes­
tigo á Jesuchristo; anadió además de es­
to el testimonio de su conciencia, y no
como quiera, sino movida é impelida del
Espíritu Santo para declarar lo que sen­
tía en su corazon veritatem dico in Cbrts-
to , non mentior: testímonium mihi perhiben-
te ccnscientia mea in Spiritu Sancto. ¿Y qué
pretendeis Santo Apostol con este preám­
bulo de tanta solemnidad? Confirmar mas
lo que voy á decir, ¿Y qué nos decis?
Que estoy sumamente triste y afligido,
y el continuo dolor de mi corazon no
me dexa reposan y por esta causa desea­
ba y o , sino hay otro remedio, quedar
eternamente separado de la compañía de
C hristo, para que mis hermanos los Is-
SE P T IM A . 67
raelitas se ¡salvasen. Optabam enim ego ipse
mathma esse a Christo pro FrMribus. meis.
Ved aquí que el Santo Apostol de un gol­
pe lo cortó todo.' Caído el árbol, todos
los frutos van á tierra. El renuncia con
el deseo la eterna patria * la compañía de
Christo, la compañía de los Angeles y de­
más Bienaventurados, y elige en quanto
es de su parte el eterno destierro de la
gloria , á trueque de que se salven sus
hermanos los Israelitas. ¿Puede haber ma­
yor exceso de caridad? Quien lo da to­
do , nada reserva para sí. La eternidad
abraza todos los tiempos i y quien aban­
dona los bienes eternos queda por lo que
toca á sí mismo sin esperanza de reci­
bir en algún tiempo el fruto de sus tra­
bajos , el descanso de sus fatigas, la pa­
ga de sus buenas obras. El Santo Apos­
tol con este su deseo, y en quanto era
de su parte se desprendía de todo. A
Dios cielo : tú estabas destinado para mi
eterna morada ; quedan ya eternamente
68 M E D IT A C IO N

cerradas tus puertas para mí. A Dios ben­


ditos A n g e le s y a no oiré yo para siem­
pre jamás vuestras alabanzas al Criador.
A Dios Bienaventurados > yo rhe quedo
ya eternamente privado de vuestra dulce
y amable compañía. Pasad adelante San­
to Apostol, ¿Y vuestro amado Jesuchris­
to? Aquel Christo Jesús , cuyo sagrada
nombre no se os caía de los labios, y
que por Ja abundancia del afecto y amor
del corazon lo estáis repitiendo en casi
todos los periodos de vuestras cartas, ¿co­
mo? ¿Corno os despréndereis del que es
vuestra vida , vuestras delicias , y todo
vuestro amor? ¿Quién será poderoso pa­
ra apartaros de la caridad de Christo ?
Deciais vos r y para esto provocabais á
todas las criaturas de la tierra y del cie­
lo visibles é invisibles; y no solamente á
las que ahora eran , sino también á las
que podían ser, todas quantas pódia criar
D io s, que no eran bastantes para apar­
taros de la caridad de Christo. ¿ Qué di-
S E P T IM A . 69
reís ahora ? ¿ Después de haber hecho una
remitida tan autentica y tan solemne de
toda la eternidad con todos sus bienes?
¿Cómo y en dónde quedareis? ¡ A h ! Que
un ímpetu de caridad tan vehemente no
piensa sino en amar $ de lo demás se ol­
vida y pierde todo cuidado. El Santo
Apostol con' este acto de tan excelente
caridad, no renunció, ni pudo renunciar
la gracia y amistad de Dios , que bien
sabía el que esto hubiera sido una gran­
de impiedad : se reservó siempre y en to­
do lance el amar á Jesuchristo. El amor
se contenta con amar, con amar se satis­
face; de lo demás sea lo que se fuere, y
venga lo que viniere y como Dios fuere
servido; con esto no perjudicaba el San­
to Apostol á la honra de D io s, pospo­
niendo por su grande caridad su privado
Ínteres al común de otros muchos * y en
lugar de su propia gloria substituía la de
inumerables Israelitas , quantos deseaba
por su grande amor introducir en el pa­
yo M E D IT A C IO N
raiso. i O grande A p o stol, y sobremane­
ra grande! ¡O seno capacísimo de cari­
dad! ¡ Que corazon tan dilatado ! Mas
que las arenas del m ar, mas que el ám­
bito de los cielos. Todos los bienes de la
eternidad no pudieron estrecharlo consi­
go. Su gran caridad quedó á la parte de
afuera para andar libre, suelta y espedí-
ta en amar á los hombres, y meterles si
posible fuere á todos dentro de la eter­
na vida. ; Apostol incomparable! El es­
taba quanto era de su parte, resuelto á
quedarse solo, sin mas compañero que su
caridad lejos, y á la vista de aquel R ey-
no felicísimo de eterna p a z, á trueque de
poblarlo enteramente de habitadores para
engrandecer mas la gloria de Dios, y au­
mentar el número y multitud de los que
le alabasen eternamente. \ 0 caridad pu­
rísima , y exenta de todo Interes no sola­
mente temporal, sino también eterno! ¿Y
yo ? ¿Que7 es lo que hago por el bien del:
próximo? ¿Y que deseo hacer para enea-
OCTAVA. 7 I
minarlo á la eterna salvación? M e con­
fundiré en la presencia de Dios de ver­
me tan atrás, y de quan p o c o s pasos he
dado en el camino de la caridad.

M ED ITA CIO N VIII.


Tcffiufa de leí cavidad de San Pablo
para con el próximo.

PUNTO PRIMERO,

Fiíioli m ei, quos iterum parturio dome formetur


Christus in vobis, A d Gal. 4.

E l Apostol San Pablo, que en la pro­


videncia , solicitud y cuidado era el Pa­
dre , en la ternura y suavidad era la Ma­
dre de todos; la naturaleza ha dotado á
las madres de unas entrañas tan fáciles y
sensibles en orden á los hijos que al pun­
to se conmueven, y no pueden disimular
los varios afectos de ternura que excita
en su corazon el amor materno- Los hí-
7a MEDITACION
jos cuestan mucho á las madres, siendo
ellos como decía Raquel de su Benjamín
films dohris hijos de dolor. ¿Y qué otras
entrañas , sino las entrañas de una ma­
dre podían tolerar las inumerables moles­
tias , cuidados, fatigas , é Impertinencias
que acompañan indispensablemente á la
crianza y primera educación de los niños?
Todo esto lo absorve el amor de madre,
y todo lo tolera, no solamente con pa­
ciencia , sino también con gusto 5 no se
enfada la madre quando llora el hijo, an­
tes lo consuela, y aun quando el chicue-
lo neciamente la hiere, la dá golpes á los
pechos, y la araña la cara, no por esto
se irrita la madre ¿ antes con semblante
risueño lo alhaga y lo acaricia. Este es el
carácter de una madre5 ¿y quie'n á la
vista de esto no se pasmará, que un tan
grande Apostol como el Apostol San Pa­
blo, un Apostol de tanta autoridad y ma­
gisterio, un Apostol que habia sido su­
blimado hasta lo mas alto del cielo para
OCTAVA- 73
ser participante de los secretos de Dios
se humanase tanto en su apostólico mi­
nisterio, y se abatiese hasta tomar el ca­
rácter y persona de una tierna madre que
se entretiene en alhagar y acariciar á su
hijuelo ? Sin embargo ello es así, y á es­
to obliga una tierna caridad. O id, como
gime este Santo Apostol, escribiendo á los
Galatas. Hijuelos míos que os tengo aun
dentro de mis entrañas con dolores de
parto, hasta que renazcais otra vez en
Christo. Habian sido los Galatas conver­
tidos antes á la fe por el Santo Apostol;
pero habiendo despues entrado algunos
falsos Predicadores de los Judíos, los per-
vertieron haciéndolos caer en el Judais­
mo. Quedó San Pablo sumamente afligi­
do quando supo esta novedad y desvio de
los Galatas, y tomando la pluma los es­
cribió una carta para volverlos al cami­
no. Pero mirad con que ternura les ha­
bla el Santo Apostol, no les llama her­
manos, ni hijos como quiera, sino hijue-
74 i MEDITACION

los míos que es palabra de mayor rega­


lo y cariño filioli m ei , y para que no se
desmayasen con el temor que podían te­
ner de que el Santo Apostol se indigna­
se contra ellos por su apostasía, oíd co­
mo prosigue hablando esta tierna madre*
Os llevo aun hijuelos míos dentro de mis
entrañas, como quien d ice, muchos do­
lores, afanes y gemidos me costasteis quan­
do os engendré espiritualmente en Jesu­
christo por el Evangelio; no penseis que
ahora por haberos muerto perdiendo la
vida de la fe, os tenga abandonados, y
os haya sacudido de mis entrañas como
un aborto monstruoso: soy aun madre ;
aun os tengo dentro de mis entrañas, y
estoy dispuesto á padecer nuevamente los
mismos dolores de parto para que renaz­
cáis segunda vez en Jesuchristo. Si; no
estóy enagenado de vosotros; os miro aun
como hijos; gemiré y suspiraré como ma­
dre dolorida , hasta que tenga el con­
suelo de veros en mi presencia vivos y
OCTAVA. 7 $
resucitados en la fe. Hijuelos mios, hi­
juelos mios, filioii mei quos tUrum parturto
doñee formetur Christus in vobis. ¿Habéis
visto igual ternura? N o obstante esto,
no quedaba el Santo Apostol todavía sa­
tisfecho. El queria darles á entender la
grandeza y ternura de su amor; pero no
acertaba con la pluma á descubrirles , y
hacerles patente y manifiesto todo su co­
razon afectuosísimo; y así prosiguey qui­
siera yo ahora hallarme presente con vo­
sotros , y mudar mi voz vettem rniem esse
apud vos modo, et mutare vocetn meam.
¡Quán de otra manera exprime los afec­
tos del corazon la lengua, que la pluma!
La pluma es un instrumento muerto > y
las letras carecen de aquella vida con que
anima el corazon la voz del que habla.
¡ Quer de tonos de voz no muda una ma­
dre empeñada en persuadir á su hijo lo
que desea! Ya gime, ya suspira, ya rue­
g a , ya hace de la que se enoja , ya lue­
go se enternece y llora, ya alhaga, ya
y6 M E D IT A C IO N
acarkia, ella se deshace , se desentraña,
y desmenuza por decirlo así su corazon
en otras tantas expresiones quan tas la ins­
pira el amor materno : por esto deseaba
el Santo Apostol hallarse presente con sus
Calatas para usar de todas estas expresión'
nes que el llama mudar la v o z, y con
toda esta m ultitud, y variedad de pala­
bras y expresiones afectuosas hacerles pa­
tente, y manifiesto su corazon que por
otra parte no podía declarar con los mu­
idos caracteres de una carta. ¡O corazon
afectuosísimo del Santo Apostol! ¿Y quién
era capaz de resistir á las dulces impre*
siones de tan tierna caridad? ¿Qué cora­
zon por mas duro que fuese no se había
de enternecer quando oyese al Santo
Apostol que entre sollozos, lágrimas y
suspiros sacaba del profundo de su pecho
aquella su voz trémula, vacilante é in­
terrumpida ; hijuelos míos, hijuelos míos ,
El leer solamente estas pala­
bras quebranta el corazon, ¿ qué sería él
OCTAVA. 77
oírlas de la boca de aquella materna ca­
ridad? ¿Quien no habia de rendirse á una
llamada tan dulce y regalada , hijuelos,
míos, filtoli meí\ ¡ O mil veces afortunados
los que lograron la dicha de oir al San­
to Apostol y y ser criados y educados á
los pechos de esta madrfc con la suave
leche de su doctrina! Tomadme Santo
Apostol debaxo de vuestra protección y
materna, piedad, para que á la sombra de
vuestro cuidado, y amor viva yo seguro
sin apartarme jamás de aquella saludable
instrucción, y enseñanza que habéis de-
xado á los fieles.

PUNTO SEGUNDO.

Test is enim mihi est D eu s, quomodo cttpiam vos


omites in xñsceríbus jfesuehristi. A d Philip, i .

El Apostol San Pablo para declarar a


los Calatas la ternura de su caridad., se
transformó en una madre tiernamente
amante de sus hijos. Esta semejanza, de
78 M ED ITA C IO N
la qual se habia valida el Santa Apóstol,
era muy humana y casera, aunque por
otra parte muy expresivas su corazon que
estaba penetrado y embebido en afectos
mas nobles y mas sublimes , habia de es­
coger o tra exemplar mas glorioso, á cu­
y a norma trasladase en sí los afectos de
ternura para declararlos á los hombres.
El tomó por dechado las entrañas mismas
del Salvador para exprimir la ternura de
su amor á los lilipenses. Las entrañas
mas tiernas y mas sensibles en los afec­
tos de amor que hubo jamás, ni se ve­
rán otras iguales sobre la tierra fueron
las entrañas de Jesuchristo. Toda la vida
de Jesús fue una continuada prueba del
tierno amor que mostró á los hombres,
por cuya salud eterna habla venido al
mundo; pero al fin de su vida fue quan­
do este Divino Salvador manifestó mas
al vivo la incomparable ternura de su
amor. En aquella última Cena y Divino
Convite, que su inefable amor habia man-
OCTAVA. 79
dado prevenir para regalar á sus Discí­
pulos , y en ellos á toda la Iglesia, sol­
tó los diques al mar inmenso de su ca­
ridad para inundar con su ternura á ios
que se hallaban presentes, y a todos lo s
que habian de suceder hasta la fin del
mundo. \ O y con quantos, y quán ex­
presivos afectos de ternura descubrió el
Salvador su amante corazon! El se con­
solaba y regalaba con sus Discípulos,
unas veces llamándolos hijuelos , otras ve­
ces diciendoles que no los dexaria huér­
fanos y desamparados, que no se entris­
teciesen , que les enviaría otro consola­
dor que los alentase; y como la prueba
mas sensible del amor tierno es no tener
cosa reservada, sino descubrirse mútua-
mente los que se aman, y con suma sa­
tisfacción y confianza comunicarse los se­
cretos mas escondidos, dióles también es­
ta prueba el Salvador, diciendoles : ya de
aquí en adelante no os llamare siervos ?
ni criados, sino amigos, porque os he
8o M ED ITA C IO N
manifestado todo quanto he oído á; mí
Padre. Por último dio una prueba, que
el solo pudo darla, y fue darse así mis-
mo dando su Sagrado Cuerpo por susten­
to , y su preciosa Sangre por bebida pa­
ra internarse mas con ellos, y con esta
maravillosa invención de su amor, halló
modo y manera de quedarse juntamente
con sus Discípulos, al mismo tiempo que
se ausentaba y partía de este mundo pa­
ra su Padre. Ved aquí el grande exem-
plar que tuvo delante de sí el Apostol
San Pablo para trasladar en su corazon
todos los afectos de ternura con que amó
siempre á los hombres i y esto fue lo que
propuso el á los Filipenses, y para ma­
yo r satisfacción de ellos lo confirmó con
juramento, diciendo : testigo es Dios de
quanto, y quan tierno es el afecto de
mi corazon con que os amo á todos en
las entrañas de Jesuchristo, que fue tan­
to como decirles: si quereis saber quan
afectuoso, quan tierno, cordial y entra-
OCTAVA. Si
ñabre es el amor que os tengo, entrad,
sí podéis, en las entrañas de Jesuchristo;
y allí vereisme metido y transformado
en ellas, y el amor cdn que os amo á
vosotros es del todo semejante al amor
cordial y entrañable con qué Christo amó
á los suyos. Sí : fue siempre el Santo
Apostol en todo una perfecta y consu­
mada copia de aquel divino o r ig in a lp e ­
ro en la ternura de la caridad fue muy
sobresaliente. El se recreaba con aquellos
¿us hijos en la fe tratándolos con inefa­
ble suavidad y dulzura; él los llamaba
con los nombres de mayor cariño y re­
galo , unas veces nombrándolos hijuelos
mioá, otras veces diciendo, vosotros sois
mi gozo y mi corona, sois la gloria de
mi Apostolado. Os llevo dentro de mis
entrañas, os tengo á todos metidos en mi
corazon. El les descubría con las mas vi­
vas expresiones de amor su pecho, dán­
doles cuenta de lo que pasaba por él en
su apostólico ministerio para consolarlos,
tom. i. f
82 M ED ITA C IO N

para dilatarles el ánimo r y que no se an­


gustiasen: el les repartía el sustento de
la doctrina conforme la disposición y ca­
pacidad de cada uno; y atemperándose
como una madre con sus hijos, á los que
eran pequeños y tiernos en la fe% les Ins­
tilaba como leche suave y y fácil de ser
recibida y la instrucción acomodada y para
que na quedasen gravados con el manjar
sólido de una doctrina que excediese las
fuerzas y capacidad de ellos ; y ya que
por último no pudo darles por comida y
bebida su propio cuerpo y sangre > co­
mo había hecho el Salvador, les ofreció^
y estaba dispuesto de su parte á darles
su propia alma por el grande amor 7 y
cordial afecto que les tenia : 1 Cupide vo~
lehamm tradere vobis. non solum Evmgelíum
D ñy sed etiam animas no$trasy quoniam cba~
rissimi nobis facti estis.
iG Santo Apostol grande amador de
los hombres \ ¿Quien como vos recibió la

x x. ad Thesalon. 2 .
: OCTAVA. 83
plenitud de aquella regalada promesa, que
había anunciado á los hijos de la Iglesia
el Santo Profeta Isaías, 1 hmrhtls aquas
in gandió de fintibus Salvatoris , bebereis
con gozo las aguas de las fuentes del Sal­
vador? De aquella fuente inagotable de
caridad del corazon suavísimo de Jesús
bebisteis vos la abundancia de sus aguas
para derramarlas sobre los hombres. Con
estas preciosas aguas de vuestra tierna ca­
ridad preparabais los corazones de todos
á recibir la saludable doctrina de vuestro
Apostolado: con ellas los fecundabais pa­
ra que rindiesen copiosos frutos de vida
eterna: con ellas los regabais de continuo
para promoverlos siempre á mayor bien.
¡Pero hay de mí! Yo gimo con el Profe­
ta , * mi alma seca y árida como. la tier­
ra , falta de lluvia y de rocío, abierta con
mil grietas de terrenas aficiones ha que­
dado estéril y sin jugo. Venga ya,, ó
Santo Protector m ió, y haced por vues-

x Isaías 12. a Psalm. 143.


F2
84 MEDITACION

tros ruegos que descienda sobre mí eáa


preciosa lluvia de ía gracia con la qual
se fecunde mi alma en frutos de caridad*
y se haga digna de la vida eterna. Amen,

PUNTO TERCEB.O*

S i qua ergo consolaílo in Christo 3 sí qüod solatium


charitatisif si qua societas spiritus, si qua visce­
ra miserationis, impleté gaudimn meum. Ad
Philip. 2.

Una alma llena de caridad busca to­


dos los caminos para manifestarse á los
que tiernamente amas pero por mas fe^-
cunda que sea en expresiones, y copiosa
en inventar nuevos modos de declararse,
jamás agota la abundancia de sus inter­
nos sentimientos. Ella se deshace y se
desentraña en expresiones; dice y repite
de varias maneras una misma cosa; pero
nunca se satisface, ni parece que acierta
jamás' á declararse como quisiera 5 y ved
aquí el embarazo en que se hallaba el
Apostol San Pablo para manifestar la ter-
OCTAVA . 85
nura de su amor á los Filipenses. Esta­
ba el Santo Apostol en aquella sazón pre­
so en Roma , cargado de cadenas, y mer
tido en una cárcel: pero su ánimo gene­
roso y superior á'todas las angustias que
trae consigo la estrechez de una prisión,
estaba muy suelto, libre y expedito ; ni
la industriosa crueldad de Nerón pudie­
ra hallar en todo el Imperio Romano ca­
denas que fuesen bastantes para tenerlo
preso, ni atar las alas de aquel amor que
volaba á todas partes en beneficio del
próximo. El Santo Apostol en medio de
aquella adversidad, olvidado enteramente
de sí mismo, sin hacer cuenta de sus trar
bajos, ni de sus cadenas, ni de su pri­
sión ; todo ocupado interiormente en el
am or, cuidado y solicitud de aquellos sus
tiernos hijos , que había dexado en las
partes del Oriente halló medio para en­
viar aquella su carta llena toda de cari­
dad á los Filipenses. C id ahora como les
habla : si alguna consolacion quereis dar-
86 M ED ITA C IO N
me en Jesuchristo; si algún alivio y re­
frigerio de caridad deseáis manifestarme
ahora que me hallo en esta tribulación:
si quereis darme muestras de estar uni­
dos conmigo en espíritu por la participa­
ción de aquellos internos bienes que ha­
ce comunes la caridad; si teneis entra­
ñas de compasion y misericordia, y de­
seáis mostrarlas conmigo, que soy vues­
tro Apostol y vuestro Padre, no os pi­
do otra cosa, sino que lleneis mi gozo.
¿No veis como se deshace? ¿ Cómo se der­
rite en expresiones? ¿Cómo se desentraña
el Santo Apostol para manifestar su ca­
ridad? ¿De quántos, y de quán diferen­
tes modos y motivos se vale para mover
el corazon de .sus hijos, y persuadirles lo
que deseaba? ¿Mas qué es lo que pedia
el Apostol San Pablo á los Filipenses en
letorrio y recompensa de aquella su tier­
na caridad con que los amaba? ¿Y quál
era aquel su gozo por cuyo cumplimien­
to tanto suspirabas y que con tantas, y
OCTAVA. 87
tan diferentes y singulares expresiones so­
licitaba de ellos? ¿Qué otro gozo habia
de ser el gozo de un tan grande Apostol,
sino gozo de caridad? El estaba muy des­
cuidado de s í , y muy age no de todo Ín­
teres temporal y consuelo humano, aun­
que se veía en la prisión, y cargado de
cadenas. El no atendía á otra cosa, sino
al bien espiritual de sus hijos; y que
aquellos buenos principios que hablan da­
do de sí en recibir el Evangelio fuesen au-*
mentados y promovidos hasta el sublime
grado de una perfectisima caridad; y es­
ta era la plenitud de aquel gozo á que
aspiraba el Santo Apostol : á esto los
exhortaba desde la cárcel; y esta era to­
da la recompensa que pedia como padre
á sus hijos, impléis gaudium meum, llenad
mi gozo. Entonces será mí gozo cumpli­
do y lleno, quando sepa que vosotros vi-
vis conformes en un mismo sentir y que­
rer, unidos en perfecta concordia y fra­
terna caridad; Ut idem sapiatis, eandem
88 M ED ITA C IO N

chmtatem habmtes, unánimes idipsum sen-


tientes.
¿Y como podían, sus hijos dexar de
corresponder debidamente á una caridad
tan dulce y tan tierna, y de tal padre? 1
De los Calatas sabemos por el testimonio
del mismo Apostol, que lo amaban tan­
to , que si fuera posible se hubieran sa­
cado los ojos de la cara, y se los hubie­
ran dado, oculos vestros eocuisetis, et dedis-
sefis m ihi : y los de Efeso, quando el San­
to Apostol al despedirse de ellos les di-
x o : que ya no le verían mas, prorrum­
pieron en tales alaridos y tan desecho
llanto, que se arrojaban sobre el cuello
del Santo , le besaban su venerable fren­
te bañandole el rostro de copiosas lágri­
mas , % magnus fietrn factus est omn'wm, et
prommbentes super collum Pauíi, osculaban-
tur eum\ y los de Cesarea para detener­
lo , y que no pasase á Jerusalen en don^
de lo aguardaban los Judios para aprisIo«-

x Galat, 4. t Act, 15?.


OCTAVA, 89
narlo, lloraban tanto que se le conmo­
vían las entrañas al Santo Apostol, y les
decía; 1 ¿que hacéis con tanto llorar, afli­
giendo y martirizando mi corazon? Quid
f¿iritis Jlmtesy et afligentes cor meum ? ;Q y
quán poderoso atractivo es una tierna ca­
ridad para ganar las almas! Ella es aquel
precioso sello estampado en el dulce co­
raron de Jesús, que forma el carácter de
un amantísimo Salvador» ¿Y qué cosa mas
propia de la Bondad D ivina, que mirar,
con benignos ojos sus criaturas, como
obras suyas, y obras de su amor? ¿Ha­
cerles sentir interiormente su voz coa
dulzura para que la escuchen con gusto?
¿Inspirarles con suavidad el amor al bien,
para que lo abracen? ¿Y convidarles con
ternura para que no desprecien su lla­
mamiento interior? Así obra Dios en las
almas ocultamente con los internos mo­
vimientos de su gracia 5 y así obraba el
Apostol San Pablo en la externa predí-

1 Act. 40.
9o M ED ITA C IO N
cacion y apostólico ministerio , imitando
este carácter de la Bondad D ivina, y si­
guiendo en todo los designios de la gra­
cia para atraer á los hombres á la eter­
na salvación, por los caminos de una dul­
ce , suave y tierna caridad propia del Re­
dentor que lo habia' escogido singular­
mente por Apostol suyo. Bendito y ala­
bado seáis para siempre dulce Jesús, por
haber dotado á San Pablo de tal caridad,
que podéis decir como en otro tiempo de
D avid, ínvmi virum secundum cor meum,
hallado he un varón según la medida de
mi corazon.
M ED ITA CIO N IX.
Trabajos Apostólicos de San Pablo»

PUNTO PRIMERO.

Ministri Christi sunt, plus ego.... in láboribus plu-


rimis . 2. ad Cor. 11.

¡ diferentes son las promociones


que hace el cielo de las que hace el mun­
do! Los altos puestos á que promueve el
mundo á los suyos son dignidades que
traen consigo honra, gustos y comodi­
dad, Los altos pues, os, y grados sublimes
á que levanta Dios á loa suyos son dig­
nidades que tienen por gloria la ignomi­
nia , por honra las afrentas, por descan­
so las fatigas, por quietud el trabajo, por
comodidad las penalidades, y por regalo
la cruz- Promovió Christo á San Pablo
á la alta dignidad del Apostolado , y lue­
go le declaró su destino. Yo , dixo el
92 M E D IT A C IO N
Salvador ? le mostrare quanto le conven­
ga padecer por la gloria de mí.nombre. 1
Veis aquí el carácter ,que enobleció á San
Pablo ; y esta fue la nota,' señal y divi­
sa de su Apostolado, que el mismo Apos­
tol dio á los fieles de Corinto para con­
fundir á los falsos Apostoles, que se iban
introduciendo ya en aquellos tiempos. Ha­
bían entrado en aquellas partes de Co-
i rinto ciertos Predicadores f que en el sem-
■Wtf
blante y muestra exterior , en su compos­
tura y aparente piedad eran reputados de
otros por Apostoles > por Predicadores de
la verdad y Ministros de Jesuchristo; piel
de oveja con que cubrían su corazon de
lobo. 2 Persona illis sola adjacet ovina peU
lis , que dixo San Chrysóstomo ; siendo
ellos en el fondo hombres arrogantes é
imperiosos, amadores de sí mismos , y
muy pagados de su vana ciencia y elo-
qüencia, procuraban de varias maneras en­
vilecer al Apostol San P ablo, hablando

i Act. p. a Chrysost. hic hom. 44.


NONA. 93
contra el, y derogando quanto podían su
apostólica autoridad. El riesgo de perver­
sión dé aquellos fieles era grande, y no
podía el Santo Apóstol disimularlo sin
hacer traición al Evangelio. A pesar de
su grande humildad, se vió forzado á pu­
blicar de sí lo que era de su propia hon­
ra, y estimación para mantener el.crédito
de su Apostolado; y despues de varías
protestas que hace en señal de quan pe­
sado y sensible le era dar este paso , y
que solamente la gloría de Dios y. el bien
de las almas le obligaban á e llo , da la
instrucción oportuna para discernir los
verdaderos de los fingidos Apostoles; sí
esos se. jactan y se glorían de que son
Ministros de Christo , protesto y d ig o ,
que yo lo soy mas, mejor que todos ellos:
Ministri .Christi .sunt , plus ego. ¿ Y qué
prueba nos dais de esto Santo Apostol?
¿Por ventura los grandes prodigios y mi­
lagros que obráis? Bien pudiera San Pa­
blo dar esta prueba de su Apostolado :
94 MEDITACION

pero rio 5 dexando aparte todas estas ma­


ravillas, empieza por los trabajos padeci­
dos por el nombre de C hristo, in lobo-
rlbus. plurimis , in carceribus abundmtius ,
in plagis supra modum , in mortibus, fre-
qumter. Trabajos , cárceles, golpes, heri­
das y peligros de muerte por la predica­
ción del Evangelio, veis aquí el carácter
del Apostolado de San Pablo. Discurrid
ahora, que tales y quán grandes serian
los trabajos y molestias sufridas por el
Santo Apostol en sus apostólicas excur­
siones, caminando á pie y casi descalzo,
solo ó con un compañero de sus traba­
jos y empresas, pasando de una Ciudad
á otra, de una Provincia á o tra , de un
Reyno á otro por caminos ásperos y di­
fíciles, por montes inacesibles, entre ris­
cos y peñas, por lugares desiertos y so­
litarios , con manifiesto riesgo de caer en
manos de ladrones y asesinos periculis la-
tronum , ya vadeando rios rápidos y cau­
dalosos, y pasándolos á veces á nado con
NONA. 9J
peligro de ahogarse periculis fiuminum , an­
dando de acá acullá como errante y pe­
regrino extraviado, sin tener ni albergue
donde acogerse para tomar algún resue­
llo 7 ni morada cierta para reposar de sus
fatigas instabiles sumas. A unos trabajos
sucedían otros, y á las molestias pasadas
sobrevenían otras de nuevo ; las. fatigas
de sus víages penosos en vez de alivio-se
aumentaban con los golpes y malos tra­
tamientos , ya de los Judíos, que lo abor­
recían de muerte, ya de los Idolatras
obstinados, que no podían tolerar la des-
trucion de sus falsos Dioses, m plagis su-
pra modum. Para fomento de los golpes y
heridas venían las cadenas que cargaban
sobre el cuerpo y a molido y fatigado del
Santo A póstol; y en lugar de reposo y
descanso era arrojado al duro suelo de
un calabozo in carceribus abundantius. Ved
aquí la vida trabajosa de San Pablo en
su apostólica predicación , y esta fue' la
señal y divisa de su Apostolado que dio
96 M E D I T A CION

á ios Corintios en prueba y testimonio


de que el era su verdadero Apostol y Mi­
nistro de Christo, y no aquellos opera­
rios fraudulentos operan dolosi , que los
engañaban, que no tenían cosa de Apos­
toles , sino la apariencia y lo exterior de
su persona, trabajos, fatigas y molestias
sufridas con espíritu de humildad por
Jesuchristo, con espíritu de rendimiento
y sujeción por la Doctrina Apostólica ,
con espíritu de caridad por el bien de las
almas; veis aquí el patrimonio que dexó
Jesuchristo á los suyos. Esta fue la car­
rera que siguió nuestro Maestro y Señor,
y esta misma han de seguir los que se
profesan sus discípulos y criados , que
no ha de ser el discípulo mayor que el
maestro, ni el criado mas que su amo y
señor; y si el deseo de padecer , y la
misma pasión y tribulación sufrida por
Christo y por las almas, fue la nota y
señal del Apostolado de San Pablo; ¿qué
prueba y señal tengo yo de ser discípu-
NONA. 97
lo suyo? ¿Soy amigo de la propia como­
didad y regalo, 6 busco la fatiga y el
trabajo? ¿Siento deseo de padecer y sufrir
mucho por Christo y por las almas, ó
me tiro á una vida ociosa y sin molestia?
Por aquí exáminare quan distante estoy,
ó quan de cerca procuro imitar al Santo
Apostol según la condicion y estado de
mi vida,
PUNTO SEGUNDO,

A J u d g i s qufnqutes quadragetias una minas tfcce-


ter virgis c<ssus sum, 3, ad Cor, i z.

Continúa San Pablo en contar sus


trabajos apostólicos para que instruidos
los Corintios de quanto habia sufrido en
su apostólico ministerio por la gloria de
Dios y bien de las almas, quedasen des­
engañados, y lo reconociesen por su ver­
dadero A p o sto l, y no á aquellos falsos
predicadores que carecían de este carácter
apostólico. Y o , dice, he sufrido cinco
Veces la pena de azotes de mano de los
TOM* I. G
98 M E D IT A C IO N

Judios, recibiendo en mi. cuerpo cada vez


tantos golpes quantos ellos tienen por
costumbre dar á los delinqüentes, Tres
vecés he sido azotado de los Gentiles con
varas, como ellos usan. O Santos A nge­
les, que de lo alto del cielo estabais vien­
do entre la chusma de los Idolatras ba­
queteado, como vil desertor , á un Apos­
tol tan precioso, y á‘ quien vuestro Se­
ñor habia confiado los mas altos nego­
cios de su gloria, para anunciarlos á los
hombres, ¿qué diríais? ¿y cómo os detu­
visteis para no vengar esta injuria hecha
á vuestro Rey? Mas no : que el Santo
Apostol recibía sobre su cuerpo los gol­
pes de los acotes con un semblante lleno
de paz, de mansedumbre y de caridad :
en esto se complacía Jesuchristo , y lo
miraba como generoso soldado suyo, que
tan diestramente peleaba sus batallas. Ca­
da golpe, y cada herida que recibía sobre
su cuerpo, era para San Pablo una nue­
va insignia con que declaraba el carácteí
KONA. 99
de su milicia, y la honra de aquel Se­
ñor , por quien militaba. Su cuerpo cár­
deno y amoratado con los golpes, y la
sangre que brotaba de las heridas, era la
mas vistosa librea que podía mostrar al
cielo , al que poco ántes habia visto á su
mismo R e y, puesto en una columna y
azotado por redimir al mundo. ¿Y pen­
sareis que se tenia por infeliz el Apostol
San Pablo, quando se veía encorvado de-
baxo de las manos de los Judíos y de los
Gentiles, que descargaban sobre él una
lluvia de azotes? El dar vista á los cie­
gos > salud á los enfermos y vida á los
muertos era para San Pablo ménos glo­
rioso que el padecer azotes por Christo.
En los prodigios que obraba en beneficio
del próximo resplandecía solamente el po­
der divin o, por cuya sola virtud se ha­
cen los milagros i pero en el padecer mos­
traba el Santo A p o sto l, juntamente con
la virtud divina, su propia fidelidad en
sufrir con paciencia, constancia y alegría
Joo M E D ITA C IO N

lo que padecía. En los milagros Dios soío


es el que obra, y la criatura es un puro
instrumento del poder divino; pero en las
obras de virtud es el hombre cooperador,
juntamente con el poder de la gracia: ní
la gracia de Dios sola, ni el hombre so­
lo , sino la gracia de Dios juntamente con
el hombre, nec gratia Dei sola , nec ipse
solas j sed gratia D ei cum illo que dice
San Agustín declarando aquel lugar del
Apostol : Non ego autem , sed gratia Dei
mecum , no yo solo, sino la gracia de
Dios conmigo, s í ; por mas dichoso y
honrado se tuvo el Apostol San Pablo
padeciendo azotes tantas veces de Judíos
y Gentiles, que predicando el Evangelio
á ambos pueblos Judaico y Gentil, y es­
ta fue la nota y divisa de su Apostola­
do que dio él á los Corintios para con­
fundir los falsos Apostoles de su tiempo,
que se arrogaban el glorioso título de

-Predicadores de la verdad y de la doctri­
na de Jesuchristo, y al mismo tiempo
JTONA*' 10 1
huían de padecer por C h risto, y por las
almas redimidas por Jesuchristo. Padecer,
sufrir y tolerar son los verdaderos fru­
tos de la doctrina apostólica., y los que
Dios pretende de nosotros, que nos dá
su gracia para que nos asemejemos al Re­
dentor paciente y muerto en la Cruz. San
Pablo era de la misma naturaleza que no­
sotros, frágil y sensible; su natural In- '
clinacion rehusaba la fatiga, temía la des­
honra, y sentía el padecer * pero era fer­
voroso en amar á Jesuchristo : era dili­
gente en servir á D ios, y procuraba por
su parte seguir los impulsos de la
confortado con ella, cooperando coris&iiá,
temente á sus designios : ¿ y por que
sotros no haremos lo mismo ? Dios de su
parte no nos falta: él nos llama con su
gracia interior: no nos hagamos sordos
sin responderle quando pide de nosotros
la respuesta; él nos toca interiormente
para dispertarnos, no nos hagam os^sl
dormido y del que no siente paia/^u^c^-
J02 M E D I T A C IO N

tmar mas á su placer el sueno. El nos


mueve para ayudarnos á levantar, no nos
quedemos por pereza echados. A lgo quie­
re y pide de nosotros quando así llama,
quando así toca, quando así mueve 5 y
pretender que Dios lo haga todo con su
gracia, y nosotros nada, seria una Ilusión
y un error. Dichosos los que saben cor­
responder dignamente á la gracia de Je­
suchristo cooperando constantemente con
ella. Esos son los verdaderos discípulos
de San Pablo , apostólico trabajador y
operario fervoroso, como quienes partici­
pan mas de cerca del carácter de su apos­
tolado.
PUNTO TERCERO.

Semel lapidatus sum. a. ad Cor. i r .

Los Judíos y los Gentiles que concur­


rieron separadamente cada uno por su par­
te á afligir al Apostol San Pablo con la
pena de azotes, para apedrearle se unie­
ron tumultuariamente unos y otros. Ha-
NONA. 103
bia llegado el Santo Apostol á la C iu­
dad de Listra en Licaonia con San Ber-
nábé compañero de sus trabajos y apos­
tólicas empresas. Aquellos Gentiles mo­
vidos , ya por la predicación , ya por
un estupendo milagro que obró San Pa­
blo al entrar en la Ciudad, curando de
repente á un ciego de nacimiento> con­
cibieron tan alta estimación y aprecio de
los nuevos Predicadores, que los miraron
como á unos Dioses baxados del cielo.
Pero ;o h , y quan fáciles y mudables son
los hombres en sus resoluciones y juicios!
¡Quan despreciables y de ningún valor
son los aplausos que dá el m undo! Aque­
llos Gentiles que tan altamente habían
concebido del Apostol San Pablo , y á
quien por llevar la primacía en la predi­
cación llamaban el Dios Mercurio , ellos
mismos trocaron la honra en vituperio y
las alabanzas en desprecio: instigados pues
de algunos Judíos que llegaron de nuevo
a la Ciudad se alborotaron contra el Apos-
1 04 MEDITACION
tol San Pablo , y cogiéndolo arrebatada­
mente lo apedrearon , semel lapidatus sum.
Considerad aqui el grande odio y envidia
de los Judíos. Ellos veían los progresos
rdel christianismo, que iba dilatándose ca­
da día mas , y mas por la predicación de
San Pablo¿ y eso lo miraban como una
pública reprehensión y abominación de
todo quanto habían hecho contra Jesu­
christo , condenándolo á ser crucificado.
Ellos llevaban muy pesadamente, que San
P ab lo , siendo de nación Judio, y ha­
biendo antes perseguido á los Christianos
se hubiese vuelto á favor de ellos, y con­
fundiese publicamente y de continuo á los
Judíos, convenciéndolos por sus mismas
Escrituras, que Christo era el verdadero
Mesías prometido á los Patriarcas, anun­
ciado por los Profetas , y esperado por
tantos siglos de todó el Pueblo Judaico.
Todo esto los irritaba fuertemente , y
procuraban por todos los caminos atajar
el curso de la predicación de San Pablo,
NONA. . I05
moviendo á cada paso contra el alboro­
tos y persecuciones. Por otra parte, ¿quién
no se admirará de la ingratitud de aque­
llos Gentiles, de su inconstancia y lige­
reza en dexarse persuadir tan fácilmente
de los Judíos contra el Santo A p o sto l,
que les habia hecho tanto bien, y había
sido recibido de ellos con tanta honra y
estimación? Poco ántes lo habían honra­
do como á un Dios venido del cielo, y
luego lo iban á apedrear como á un blas­
femo. San Pablo era el mismo que ántes;
ellos eran los que se habían mudado: veis
aquí lo que es el mundo j hoy alabará y
predicará de vos mil elogios , y mañana
murmurará de vos y publicará muchos
oprobios. Por el contrario, considerad co­
mo estaría el Santo Apostol San Pablo
en medio de aquella gran turba de gente
alborotada y descompuesta, que iba ya
echando mano de las piedras para arro­
jarlas contra el Santo Apostol. El esta­
ba como un manso cordero rodeado de
I O6 M ED I T ACION

hambrientos lobos 5 pero con paz y sin


turbación , con serenidad y sin alterarse,
con mansedumbre y sin resistir, esperan­
do con gran sosiego aquellas piedras, que
hablan de labrarle una corona mas pre­
ciosa que los diamantes5 todos, Judíos y
Gentiles de por Junto, infatigables en ar­
rojar piedras contra San Pablo, y el San­
to Apostol constante y firme en recibir­
las sobre su cuerpo. Ellos continuaron en
tan porfiado tesón succediendose unos á
otros en apedrearlo, que no quedó satis­
fecha su rabia y furor hasta que lo de-
xaron por muerto. Entonces cargando
aquel precioso cuerpo dei Santo Apostol
lo sacaron fuera de la C iudad, y lo ar­
rojaron al campo , como á vil jumento *
para que sirviese de pasto á los perros, ó
á las aves de rapiña. ; Que' espectáculo tan
lastimoso! Contemplad aquí aquel gran­
de Predicador de las Gentes como yace
mudo y sin señal de v id a , tendido so­
bre la tierra, envuelto en su propia san-
NONM I0 7
g re, y todo llagado de píes á cabeza. Es­
taban atónitos rodeándolo algunos discí­
pulos de Listra, que se habían manteni­
do firmes en la fe, y habían salido jun­
tamente fuera de la Ciudad para ver el
fin de este suceso tan lastimoso, y tal
vez para enterrar al Santo Apóstol. Pe­
ro Dios nuestro Señor que reservaba á
San Pabio para nuevas y mayores em­
presas le conservó con especial providen­
cia la vida no obstante de haber queda­
do tan maltratado , que lo miraban ya
como muerto 5 y veis aquí que de repen­
te se levanta San Pablo como sí tal co­
sa no hubiese sucedido, y entra de nue­
vo en la Ciudad. ¡O pecho verdadera­
mente apostólico, que así haces frente á
los trabajos ! Un falso Apostol , y de
aquella raza de Predicadores, que se bus­
can á sí mismos, á su honra y á su pro­
pio ínteres, se hubiera guardado muy bien
de meterse otra vez en la Ciudad, en don­
de acababa de ser apedreado. Pero un
I o8 M E D ITA C IO N

Apostol de Jesuchristo, como era San Pa­


blo no huye del trabajo, ni le acobardan
los peligros. El busca la gloria de Chris­
to , y el bien de las almas; y á trueque
de conseguir este fin tan glorioso todo
lo sacrifica hasta su propia vida. ¡ O gran­
de Apostol digno imitador de Jesuchris­
to ! \ Quán bien honrasteis el apostólico
ministerio I Vos tuvisteis por gloria el
padecer, por honra la ignominia, y las
heridas y peligros de muerte por el mas
importante ínteres de vuestra preciosa vi­
da. ¡Soldado valeroso en la milicia de
Christo l Me confundo y me avergüenzo
de mí mismo al verme tan cobarde y con
tanto desaliento en el padecer; alcanzad­
me de Dios gracia para sufrir siquiera
oon paciencia los trabajos que la Provi­
dencia de Dios ha ordenado para bien de
mi alma.
M ED ITA CIO N X
Continuación de la misma materia.

PUNTO PIUMEHOv

Ter naufragiütn fe c i ; nocte et die in profundo nut­


rís fu i ...... 2. ad Cor. n .

A los trabajos padecidos en las apos­


tólicas excursiones y viages por tierra ,
junta San Pablo en su narración los tra­
bajos padecidos en el mar. Tres veces ,-
dice, he naufragado, y un dia entero
con su noche estuve en lo profundo del
mar. Quan molestos y penosos sean los
yiages.por mar, solamente los que nave­
gan, que son los que los experimentan,
pueden dignamente concebirlos, confor­
me al Oráculo del Espíritu Santo, qui na*
•uigant man enarrent pericula ejus. 1 En
.una navegación, principalmente sí es lar-
110 M ED ITA C IO N

g a , todo concurre á incomodar y afligir


al navegantes lá estrechez del sitio , el
continuo, vario y molesto movimiento de
la nave, ía inconstancia de las aguas, la
furia y violencia de los vientos, el po­
co as^o y policía del lu g a r, la molesta y
poco grata compañía de los marineros y
grumetes, gente baxá , vil y soez , los
víveres 6 escasos, 6 mal acondicionados,
entre dia confusion y algarávia, y de no­
che falta de quietud y sosiego. Estos son
trabajos comunes á todos, aun quando
los que navegan son personas acomoda­
das, y toman de antemano las justas me­
didas, y oportunas providencias para ali­
gerarlos. Pero el colmo de todos ellos es
el naufragio. Todo lo que precede, lo qué
acompaña y lo que sigue á un naufra­
gio , todo es consternación. El cielo un
semblante triste y ceñudo que amenaza,
los bramidos del mar que espantan, la,
furia de los vientos que atemoriza , las
olas como altas montañas que se desplo-
D E C IM A . . I I I

m an, cesan las maniobras de los marine­


ros, los pilotos sin consejo, y la pobre
nave á discreción del mar y de los vien­
tos anda de acá acullá, sin dirección y
gobierno. Todo son gritos, confusion y
alaridos, se echa arrebatadamente mano
de todo quanto se halla sobre cubierta ,
caxas, cañones, ancoras , cureñas, y se
arroja al mar para aligerar la nave: na­
da basta. Arrecia la tempestad, crece la
confusion, en tanto número de gente no
hay quien socorra, porque todos se ha­
llan en el mismo peligro, y todos igual­
mente faltos de remedio : no se piensa en­
tonces ni en comer, ni en beber, ní en
dormir, aunque sea extrema la necesidad,
porque el mayor peligro absorve todos
estos cuidados. Se miran unos á otros es­
táticos y suspensos, viendo cada uno en
el semblante de su vecino la imagen de
la m uerte, ya inminente. Continua la
fuerza de la tempestad ; y la desvalida
nave no pudiendo ya resistir mas á los
112 MEDITACION
continuos y violentos embates de las olas
empieza á abrirse y desgajarse. ¡ Qué con­
fusion! ¡Qué alaridos! ¡Qué gritos de mi­
sericordia no se oyen entre tanta multi­
tud de gente que va á perecer , y que­
dar sumergida en el profundo del mar !
Un solo naufragio quando sucede en pa-
rage no distante de tierra, y pueden sal­
var su vida los navegantes , basta para
aterrar al hombre mas intrépido y de co-
razon mas animoso. ¡Quintas veces los
que por fortuna, y buena suerte escapa­
ron de algún naufragio se despidieron
eternamente del m ar, para no esponerse
otra vez á un lance tan apretado! Pon­
derad aquí el grande deseo que tenía San
Pablo de padecer por C h risto , y su in­
comparable grandeza de ánimo en los tra­
bajos, quando no uno , ni dos, ni tres
naufragios fueron poderosos para dete­
n erlo, é impedir que no se arrojase de
nuevo al mar siempre que, ó la gloria de
D io s , ó el bien del próximo le convida-
DECIMA. 113
bá á ello. Tres solos naufragios cuenta
él, porque tres veces solas habia naufra­
gado hasta aquel tiempo en que escribió
esta carta á los Corintios j pero le que­
daba todavía que sufrir otro naufragio,
que padeció en los años siguientes, quan­
do viajó á Roma» 1 ; 0 corazon magná­
nimo, é imperturbable, que no se para,
ni teme, ni vacila á la vista de un ene­
migo tan feroz como es el mar quando
acomete con toda la furia de los vientos,
y con todo el terror de los naufragios í
En uno de estos naufragios le sucedió al
Santo Apostol lo que él cuenta quando
dice: que. estuvo un dia y una noche en
el profundo del m ar, esto es , en alta
m atj que es lo profundo, por la mayor
copia de aguas respecto de lo baxo que
se halla en las cercanías de la tierra, *
mete et die in profundo marts f u i quando*
destrozada la nave en que iba, quedó
San Pablo sobre las aguas luchando en

1 Act. 37. a Chrysost. hic hom. ag.


TOM. I. H
114 MEDITACION'

cuerpo con las olas. Figuraos ahora que


os hallais en aquella playa desierta , y
que desde la orilla estáis viendo á San
Pablo allá lejos en medio del mar. La
nave desecha en mil pedazos, una gran­
de multitud de cadáveres de aquellos mi­
serables náufragos que andan esparcidos
de acá acullá fluctuando entre las olas,
y el Santo Apostol ayudándose de pies
y manos para mantenerse sobre las aguas
trabaja , se esfuerza y afana , parte na­
dando , parte asiendose de alguna tabla,
lastimosa reliquia del naufragio. Las olas
que van y vuelven , y sobrevienen de
continuo, lo cubren de agua, y le ar­
rebatan de la mano aquella miserable ta­
bla, que la buena suerte le habia depa­
rado para su alivio; ya queda sumergido,
ya vuelve á asomar otra vez la cabeza
sobre las aguas; coge alguna boga que
anda al rededor; ya se le escapa por el
inquieto movimiento del m ar: él hace de
su parte lo que puede valiéndose de to^
D E C IM A . XI J

da su industria y trabajo para nó hun­


dirse , y dexa lo demás al cuidado y pro­
videncia de Dios. Imaginad que estáis
mirando á vuestro Apostol en este gran­
de trabajo y necesidad, sin poder ayu­
darlo , ni socorrerlo. Volvéis los ojos á
todas partes para ver si se descubre allá
en el horizonte alguna nave de algún pa-
sagero , que pueda recoger aquel precio­
so naufragó. Nada aparece; el mar soli­
tario, la playa desierta, y el Santo Apos­
tol en la misma necesidad. ¡O dolor!
¡Que" desconsuelo! Estaba entretanto Je­
suchristo mirando desde lo alto del cielo
á su querido Apostol en este grande tra­
bajo y necesidad. El lo esforzaba con su
poderosa gracia, pero sin quitarle la fa­
tiga y el trabajo: él le inspiraba los me­
dios para mantenerse sobre las aguas: él
le ayudaba á mover manos y pies para
no hundirse. Así continuó el Santo Apos­
tol , pasando con sumo afan y trabajo
un dia y una noche en medio del m ar,
H2
I I 6 M ED ITA C IO N

hasta que por último el día siguiente ,


por una muy singular providencia de
Dios pudo coger la playa, todo penetra­
do de frió y humedad , y escapar con
vida de aquel naufragio horroroso. ¡O h,
bendito sea D ios, que con tan amorosa
providencia gobernó á San Pablo en aquel
lance tan apretado, y lo trajo á salva­
mento, conservándole la vida para bien
de tantas almas 1 ¡O Santo Apostol que
bendiciones al ciclo! ¡ Con qué acción de
gracias alabaríais vos á vuestro amado
Jesuchristo, por esta gran misericordia!
jC on qué ternura y devocion besaríais
vos las arenas de la playa l ¡ Cómo le­
vantaríais los ojos al cíelo, bañados en
lágrimas, adorando las amorosas provi­
dencias de Dios 1 ¡Cómo os ofreceríais de
nuevo á mayores trabajos para corres­
ponder á tal bienhechor 1 ¿Y yo quéde?
bo hacer, quando mis trabajos son tan
pequeños respecto de los vuestros, y las
providencias de Dios tan grandes en be^
PECIM A. 11 j
néfiéió de mi alma? ¡O confusioh! Pro­
curaré suplir con humildad lo que me
falta de virtud , y pediré al Señor, que
me haga digno con su gracia de padecer,
mucho por su amor.

PUNTO SEGUNDO-

In vjgiliis m ultis, in fame et siti. 2. acf Cor. 11.

N o se contentó el Apostol San Pa­


blo con la copiosa y abundante materia
de padecer que le ofrecían los hombres
y las demás criaturas por mar y por tier­
ra en eí cumplimiento de su apostólico
ministerio 5 él quiso además de esto to­
marse también voluntariamente , y por sí
mismo otros trabajos, para dar un pú­
blico testimonio de quan fiel Ministro era
de Jesuchristo en su Apostolado. Y lo
primero que cuenta él despues de los nau­
fragios, son las vigilias, velando mucho
de noche , in vtgiliu m ulth . Considerad
aquí quan diferente vida llevan los ama-
I I8 M E D ITA C IO N

dores de este siglo. Convites y mesas re­


galadas, juegos y recreaciones, paseos di­
vertidos , músicas y teatros. Veis aquí la
grande ocupacion y negocio importante,
en que gastan y emplean los mundanos
tod o, ó una gran parte del día, y como
si lo hubieran empleado en las fatigas del
campo, ó en algún exercicio laborioso y
penoso del cuerpo, ó del espíritu, se re­
tiran muy sosegados á descansar en su
lecho, A l gusto y placer que han disfru­
tado de d ía , sucede el reposo y descan­
so de noche, pervirtiendo de esta suerte
el orden de la providencia de D ios, que
ha ordenado las horas del reposo para ali­
vio del trabajo. Por el contrario el Apos­
tol San Pablo de día trabajaba , y de no­
che velaba. Su apostólico exercicio era
una continuada serie de trabajos, de fa­
tigas y molestias. Tras de unos trabajos
venian otros; y no bien acababan de pa­
sar los primeros quando sobrevenían de
nuevo los segundos. Considerad , pues,
D E C IM A , 119
quan justo y debido le era al Santo Apos­
tol el reposo de noche, quando habia si­
do tan penoso y trabajoso su exercicio
entre dia. No obstante esto, el velaba y
no pocas, ó raras veces, sino muchas y
con freqiiencía, in vigillis nrnltis, gastan­
do toda, ó gran parte de la noche en
orar y alabar á D ios, 6 en instruir y en­
señar al próximo 1 según las varias cir­
cunstancias que ocurrían de la necesidad
de las personas, de la oportunidad del
lugar, ó de la precisión del tiempo. ¿Quán-
tas veces llegaba tarde , y á deshora á
algún parage, y aunque cansado y mo­
lido del viage a le era forzoso gastar to­
da la noche en catequizar á los Gentiles
que mostraban deseo de o irle, ó en dar
mayor instrucción á los recien converti­
dos, que necesitaban de ella , ó en dis­
poner y ordenar algunas cosas pertene­
cientes á la R eligión , que pedían pron­
to remedio, y el Santo Apostol no po-

t Act. 16. 4 Acr, 20.


12 O M E D IT A C IO N
día detenerse largo tiempo , por llamarle
alguna mayor necesidad á otra parte? Así
juntaba San Pablo las noches con los dias,
trabajo sobre trabajo , fatiga sobre fati­
ga , molestia sobre molestia, sin lograr
siquiera un pequeño intervalo de tiempo
para aliviar, c interrumpir con el descan­
so las grandes y continuas fatigas de su
apostólico ministerio.
Añadid á estas penosas vigilias la
grande necesidad y falta de sustento que
padecia San Pablo. El había de entablar,
no solamente con la doctrina , sino tam­
bién con el exemplo de su vida la po­
breza Evangélica que habia predicado el
Salvador del mundo. Por. una parte él no>
poseía bien alguno temporal; por otra
parte se abstenía de recibir el necesario
alimento de aquellos fieles á quienes pre­
dicaba , para no dar motivo á nadie de;
pensar que con pretexto de la predica-^
cion buscaba el sustentarse á sí mismo.;
Todo esto le ponia al Santo Apostol en
J>JSCIMA. 12 1
la dura necesidad de tolerar freqüente-
mente mucha hambre y sed en su apos­
tólico ministerio, Infam e et sitij y para
que no le faltase del todo la necesaria
manutención empleaba aquellos ratos de
tiempo que le permitía su apostólico mi-
nisterio en el trabajo de sus manos, tra­
bajando en un oficio mecánico, como otro
qualquiera de baxa suerte que se halla en
la República, y ganandose por este medio
el sustento , laboramus operantes manibus
nostris. ¿Quántas veces se le pasaban al
Santo Apostol los dias enteros en los via-
ges largos, penosos y solitarios, sin co­
m er, unas veces por no hallarse casa ni
albergue en aquellos parages remotos y
desviados, y por otra parte no llevar él
consigo jamás provision alguna; otras
veces por encontrarse con gentes de po­
ca humanidad, que no hacían caso de él
viendole en un trage tan despreciable y
abatido? Ellos eran parcos y avaros en
d ar, y él era contenido en pedir; y así
122 ME H I T ACION

continuaba su viage tolerando hambre y


mas hambre , sed y mas sedT sin hallar
modo con que satisfacer á la necesidad
de la naturaleza. Veis aquí el orden de
Vida que observaba el Apostol San Pablo
para cumplir dignamente el glorioso ca­
rácter de Ministro de Jesuchristo, y san­
tificar al próximo, Y y o , ¿qué hago pa­
ra santificarme á mí mismo? ¿QuáS es el
exercicio de mi vid a, y cómo empleo los
dias y las noches? No permita Dios que
sea yo del número de aquellos, que gas­
tan gran parte del dia en dorm ir, y gran
parte de la noche en divertirse, hacien­
do del dia noche, y de la noche dia.
¿.Quántos hay que tienen por pesado} é
insufrible gastar por la noche media ho­
ra en oracion, ó en leer algún libra pro­
vechoso , y por otra parte pasarán ho­
ras enteras en el juego , y en la diver­
sión con sumo contento y placer? ¿Y es­
to por ventura no es dormir para el bien
del alma, y velar para su propia ruina?
D E C IM A . I23

SI mi debilidad y flaqueza no permiten


aquellas largas y freqiientes vigilias del
Apostol San Pablo, debo á lo ménos or­
denar el tiempo de tal suerte que pueda
ofrecer con presteza y prontitud las pri­
micias del dia á Dios 5 y con este buen
principio animarme á guardar el buen or­
den y concierto de mi vida, y si me falta el
vigor, para tolerar aquella hambre penosa,
que por mortificación toleraba casi de
continuo el Santo Apostol, procuraré si­
quiera contenerme dentro de los límites
de la templanza christiana, empleando lo
que me habia de servir de regalo inútil
en socorrer al pobre hambriento y ne­
cesitado. Este será un obsequio muy agra­
dable á San Pablo, que sentia mas y pro­
curaba con mayor solicitud socorrer las
necesidades agenas , que las suyas pro­
pias*
PUNTO TEHCEB.O.

In jejutiiir m ultis, in frigore > et nuditate. *. ad


Cor. ir*

A la grande y penosa molestia de la


hambre , compañera inseparable de sus
viages, juntaba el Aposto! San Pablo los
muchos ayunos, que el de su propio mo­
tivo anadia, absteniéndose y ¡privándose
voluntariamente del sustento, aun quan­
do teñia oportunidad de tom arlo, para
mortificarse á sí mismo, y por el gran­
de deseó que tenia de padecer por Chris­
to , in jejtmiis multis ; y quando el Santo
A postol, que no era nada ponderativo,
y que solamente forzado de la necesidad
descubría sus virtudes, nos dice, que eran
sus ayunos muchos, in jejun'ús multis, bien
podemos persuadirnos que eran mas de
los que nosotros podemos pensar. Aque­
llos pobres y miserables mendigos de la
República, que van solicitando de puer^
D EC IM A . X25

ta en puerta la caridad y misericordia


del próximo para acallar su hambre, lo­
gran á lo menos su alivio quando reci­
ben de limosna un bocado de pan: se lo
comen luego con gran contento, y satis­
facen por lo pronto la necesidad de la
naturaleza. San Pablo se privaba aun de
este consuelo. El ó no recibía quando le
daban, ó si lo aceptaba se abstenía por
entonces sin hacer caso de la hambre por
mucho que le urgiese y molestase. El ob­
servaba con rigor y religiosa exactitud el
tiempo destinado para la refacción del
cuerpo, que era muy tarde y allá á la
puesta del sol, y hasta aquella hora no
habia que pensar ni en comer, ni en be-
ber cosa alguna. Dura reprehensión * pa­
ra aquellos que tienen por Dios á su
vientre, como dice ei mismo A p o s to l,
quorum Deus venter est , y viven tan su­
jetos al apetito y esclavos de la gula ,
íjue no reciben treguas, ni dilación 5 lu o

% Ad Philip. 3. J
I 26 M ED ITA C IO N

go se rinden al enemigo, y por ün ex-*


tremo de importuna delicadeza antici­
pan el tiempo acostumbrado : y no con-^
tentos aun de tener una mesa esplendi­
da, abundante y bien abastecida de todo
regalo se dispensan fácilmente del ayuno
con pretexto de flaqueza y debilidad ,
quando el motivo verdadero no es otro,
sino el exceso de amor propio, enemigo
de la cruz y mortificación de Jesuchris-
to. ; 0 santo ayuno, consagrado por ej
Hijo de D ios, con la prolongada absti-i
nencia de quarenta dias y quarenta no­
ches en el Desierto , quan vil y des­
preciable te has hecho á los ojos de la
carne 1
Vigilias , hambre , sed, ayunos casí
continuos sobre un cuerpo por Otra par­
te trabajado y molido de fatigas no in­
terrumpidas , bastan para hacer la vida hu­
mana insoportable. ¿Pues qué seria aña­
diéndose á todo esto los crecidos fríos
con la desnudez y falta de abrigo , in
SECIM Á. IIJ

fvigore et nuditate ? Andaba el Santo Apos-


tol por su grande pobreza y necesidad
tan mal arropado, qué no llevaba sobre
su cuerpo sino lo que era precisamente
necesario á la decencia y honestidad; por
lo demás casi desnudo, que así se expli­
ca el mismo con el nombre de desnudez,
in nuditate. ¡ Considerad , que frios , y
quan agudos y molestos habia de tolerar
el Santo Apostol con esta desnudez tan’
extremada y falta de ab rigo ! Las incle­
mencias de los tiempos , lluvias copiosas
y ayres frígidísimos, nieves, hielos, es­
carchas embestían de recio al Apostol San
Pablo en sus apostólicas peregrinaciones
por aquellas regiones frias y heladas, por
donde le era forzoso á las veces viajar,
y el casi desnudo recibiendo sobre su
cuerpo toda la impresión de estos con­
trarios, tiritando de frió sin tener con
que repararse, obligado no pocas veces á
pasar las noches en despoblado y sin abri­
go, ¡ Oh 1 y con quanta perfección y ex-
128 MEDITACION
ceso cumplió él con su exemplo la doc­
trina que nos dexó escrita, quando dixo:
teniendo con que cubrir nuestro cuerpo
contentémonos sin buscar mas. ¿Y qué:
dirán á esto aquellas hijas de este si­
glo, 1 que buscan con tanta ansia y so­
licitud todo lo mas precioso en la cali­
dad del ropage, todo lo mas esquisito en
el artificio, todo lo mas vistoso en el co­
lor , todo lo mas raro y extraordinario
en el uso, y comparecen en público con
tanta pompa y ostentación ,-que según la.
expresión del Santo Profeta D a v id , no
parecen sino unos magníficos y suntuo­
sos templos : filia eorum composita , circum.
ormte ut similitudo templi? 2 ¡O santa vi­
da apostólica, quan despreciable eres á los
ojos del mundo y de la. carne! ¡Pero
quán preciosa en el acatamiento de Dios!.
¡,0 grande Apostol y Predicador de las
Gentes, que tan altamente confirmasteis,
con vuestro exemplo la Evangélica per-
1>£C IM A . . 129
Feccíon y la doctrina de Jesuchristo', Y
por ventura, ¿ no profesamos nosotros, y
nos honramos con el nombre de Chris-
tianos, de seguir aquella misma doctrina
que vos predicasteis con la palabra, y
practicasteis con los exemplos de vuestra
laboriosa vid3? ¿Pues cómo se compadece
tanto regalo, con tal Religión? ¿Tanta
delicadeza, con tal profesion? ¿Tanta co­
modidad en la vida, con tal Evangelio?
¿Tanta libertad en las costumbres , con
tal doctrina?
M ED ITA CIO N XI.
Gloria de San Pablo en el padecer
por Christo♦

PUNTO PRIMERO.

M ihi autem absit gloriari, ni si in Cruce Domini


nostri J e su Christi, ad Galat. 6.

E l mundo, que honra á los suyos con


algún grado, preeminencia, ó dignidad,
los distingue también con cierta señal, ó
divisa que los separa de los demás, y los
hace recomendables á todos. Un Caballe­
ro promovido á alguna de las ilustres Or­
denes M ilitares, se gloría de llevar la ve­
nera de su Orden , y la mira como un
público testimonio de la honra que ha
recibido de su Príncipe. Christo tiene
también sus veneras , para honrar á los
que promueve. San P ablo, escogido pa­
ra el mas alto grado de la milicia de
U ND ECIM A. I3I

Christo, que es al Apostolado habia de


recibir su correspondiente divisa » y tal
que lo distinguiese de los demás, Gran­
des trabajos , afrentas , ignominias, pe­
nas, tormentos, persecuciones, todo esto
se comprehende debaxo del nombre de
.Cruz; y veis aquí la venera de su O r­
den. El la estimó y apreció en tanto gra­
d o , que la miró siempre como el objeto
mas digno de todo su júbilo y de su
gloria. N o quiera jamás D ios, dice el
Santo Apostol escribiendo á los Galatas,
no quiera jamás Dios que yo me gloríe
en otra cosa que en la Cruz de nuestro
Señor Jesuchristo. Ponderad aquí , que
no dice San P ab lo , yo no me glorío; ni
tampoco dice, no quiero gloriarme; au­
menta y encarece mas su gloria con de­
cir : no permita jamás Dios que yo me
gloríe, que es frase de que usamos para
declarar la grande aversión que tenemos
á todo lo que miramos por contrario, y
opuesto al objeto de nuestra honra y de
12
I 32 MMX>ITACION

nuestra gloría'* y así nos explicamos quan­


do decimos, no permita Dios que yo ha­
ga tal cosa. Miraba San Pablo todo lo
que no era conforme á la Cruz de Chris­
to , como cosa aborrecible , detestable é
indigna de su persona; por esto decía el
no permita jamás Dios que yo me glo­
ríe en otra cosa que en la Cruz de nues­
tro Señor Jesuchristo. ¿Y por que' San
Pablo reduxo toda la materia de su glo­
ria á la Cruz de Christo? Bien podia ,
dice San Agustín , gloriarse el Santo
Apostol en la magestad de Christo , en
el poder de C hristo, en la sabiduría de
Christo, en la grandeza de Christo. T o ­
das estas perfecciones de Christo son dig­
nas de que nosotros nos honremos , y
nos gloriemos de tener un Salvador mas
alto que los cielos en la grandeza, infi­
nito en el poder, inmenso en la mages­
tad , Incomprehensible en la sabiduría.
Pero San Pablo , dexando á parte todo,
eso, fixó los ojos en la C r u z , y descu-
U N D ECIM A. I33

brío en ella lo que no pudo jamás el


mundo v e r , ni entender. El mundo no
veía en la Cruz sino infamia y deshon­
ra, suplicio de delinqüentes, y tormen­
to de malhechores. El mundo no veía en
la Cruz sino desprecio y abatimiento, fla­
queza y debilidad. San Pablo miraba la
V

Cruz de Christo , y contemplaba en el


abatimiento la magestad , en la flaqueza
el poder, en la locura la sabiduría, en
el desprecio la gloria , en la muerte la
vida. Veía San Pablo la magestad divina
en la Cruz humillada, pero para levan­
tarnos : veía el poder de Dios en la Cruz
invalido, pero para fortalecernos; veía Ja
gloría de Dios en la Cruz abatida, pero
para ensalzarnos: veía la misma vida, y
vivificador de todos en la Cruz murien­
do, pero para resucitarnos : veía San Pa- •
blo como Christo en la C r u z , con su
pobreza nos enriquecía, con su desnudez
■nos vestía de gracia, con su flaqueza nos
confortaba, con su fatiga nos aliviaba ,
134 M ED ITA C IO N 1
con su tormento nos quitaba la pena ,
con sus desprecios nos ganaba h o n ra,
con las injurias que recibía nos perdona­
ba las nuestras, y con su muerte daba fin
al pecado, obrando una Redención tan
estupenda y maravillosa en medio de la
tierra. Los Judios no pudieron ver en la
Cruz sino su propia maldad, perfidia c
Ingratitud^ y por esto como triunfando
de la flaqueza que mostraba Christo en
la Cruz se burlaban de el con decir, sí
es Hijo de Dios que baxe ahora de la
Cruz y creeremos en el. Christo no qui­
so mostrando su poder baxar de la Cruz,
porque es propio de los Hijos de Dios
.perseverar en la Cruz* Ellos se quedaron
en su perfidia, y Christo dio cumplimien­
to á la Redención. Los Gentiles no pu­
dieron descubrir en la Cruz sino la in­
famia de un patíbulo, y por esto se aver­
gonzaban de ella. San Pablo descubrió en
la Cruz un árbol preciosísimo, de quien
pendían todos los frutos de gracia y glo-
U N D ECIM A. I35

ría i lo que fue materia de confusion y


vergüenza para los soberbios , fue obje­
to de suma gloría para el Apostol. Ved
ahora quanta razón tuvo el Santo Apos­
tol para gloriarse en la Cruz de Christo,
y gloriarse tanto , que mirase todo lo.
demás con suma aversión y desprecio, y
huyese de ello como de cosa aborrecible
y detestable, diciendo, no permita jamás
Dios que yo me gloríe en otra cosa que
en la Cruz de nuestro Señor Jesuchristo.
¿Y por ventura este gran misterio de
la Cruz no está todavía escondido á gran
parte de los Christianos? ¿Quántos se
honran con la Cruz é ignoran los frutos
de ella? ¿Quintos hacen gala y materia
de vanidad, lo que habia de ser estímu­
lo de humildad? Aprecian en la Cruz lo
que aprecia el mundo. El o ro , la plata,
las piedras preciosas que el mundo esti­
ma , eso. estiman ellos en la Cruz. Los
trabajos, las penas, las ignominias que
abrazó Christo en la Cruz , eso es lo
1$6 M ED ITA C IO N

que no quieren y huyen dé ello. Ojos


carnales y mundanos que no miran sino
lo que les puede servir de adorno, y ha­
cerlos vistosos al mundo vano y engaño­
so. San Pablo que tenia otros ojos, ojos
mas limpios para penetrar el profundo
Sacramento dé la C r u z , apreciaba en la
Cruz lo que Christo apreció y escogió
para salvar al mundo, las ignominias y
afrentas de la Cruz. Veis aquí la gloría
de San Pablo. Esta era toda la materia
de su go zo , el blanco de sus deseos, el
objeto de sus delicias. El triunfaba en to­
do quanto era conforme á la Cruz de
Christo, gloriándose en las tribulaciones
que padecia por Christo, en los trabajos
y fatigas, en las molestias y penalidades,
en los peligros y persecuciones , en las
cárceles y cadenas, en los azotes y pe-<
dradas, en las tempestades y naufragios-,
O grande A postol, y zeloso amador de
la Cruz de Christo, alcanzadme de Dios
gracia, y luz del cielo para descubrir los
UNDECIMA. , I3 7
preciosos tesoros de Ja C ru z, y saberlos
estimar , para abrazarme con ella, y es­
trecharla en mi corazon con un amor in­
violable , para no pretender ya en ade­
lante ni otra honra, ni otra gloria, ni
otro contento, ni otro descanso que en
la Cruz , >en donde viva y muera por
amor de C hristo, que en ella nos redi­
mió.
PUNTO SEGUNDO.

M ihi mundus crucifixus est. ad Galat. 6.

Quien así miró la Cruz , y tuvo de


élla tan grande aprecio y estima, discur­
rid ¿con que' ojos miraría al mundo con­
trario y enemigo de la Cruz ? Con aque­
llos ojos con que mira el mundo la Cruz
y huye de ella, como de un leño seco,
hórrido y espinoso , con esos miró San
Pablo al mundo para huir de él y abor­
recerlo. El mundo, dice él escribiendo á
los Galatas, el mundo está ya muerto pa­
ra mí. Y notad, que no dice San Pablo,
I38 M E D I T A C IO N

que tiene al mundo por muerto como


quiera, sino por crucificado, esto es, con
un género de muerte la mas odiosa, la
mas despreciable, la mas digna dé odio
y abominación, que esta era la muerte
de C ru z , según la miraba eí mundo con
sus ojos. 1 M as, ¿qué cosa es el mundo,
de quien habla aquí San Pablo ? El mun­
do es aquel monstruo de tres cabezas que
yió San Juan, y nos describió quando di­
xo : el mundo está lleno de malignidad,
y todo él es concupiscencia de la carne,
concupiscencia de los ojos y soberbia de
la vida, que es decir, apetito de gustos,
y placeres del sentido, codicia de bienes
temporales , vanidad soberbia y ambi­
ción. Debaxo de estas tres cabezas vive
y reyna el mundo, y sujeta á sus ama­
dores hasta llevarlos á la última ruina.
El se cria entre los gustos y contentos
de los sentidos, crece, y se hace robusto
con la copia y abundancia de los bienes
VKPZCIM A. I39

temporales, y llega á su plenitud con el


poder y autoridad terrena, y mientras
estos objetos sensibles obran y exercen su
eficacia en el corazon del hombre, y le
atraen á su am or, el mundo vive.
Todo viviente vive, en sus operacio­
nes , y quando ellas cesan pasa del estado
de vivo al de muerto. Las operaciones del
mundo vivo son los atractivos, con que
los objetos sensibles mueven y cautivan
el corazon del hombre; y quando estos
objetos sensibles pierden todo su atracti­
vo y eficacia para mover y sujetar el co­
razon del hombre, el mundo muere res­
pecto de él, como muere un cuerpo quan­
do pierde del todo el uso , exercicio y
operacíon de sus sentidos. Ponderad aquí
el estado sublime del grande Apostol de
las Gentes. La Cruz de Jesuchristo , en
la qual tanro se gloriaba el Santo Apos­
to l, lo elevo sobre todo lo terreno y sen­
sible , y desde aquel puesto miró con ig­
nominia debaxo de sus pies muerto y cru-
I40 M E D ITA C IO N

cíficado al mundo. Muerto y a , y cruci­


ficado el mundo para San Pablo , queda­
ban juntamente muertos y crucificados pa­
la él los gustos y contentos del mundo,
muertos y crucificados los aplausos y ala­
banzas del mundo , muertos y crucifica­
dos los bienes y tesoros del mundo, muer­
tos y crucificados los obsequios y adula­
ciones del mundo. Todo como, cosa muer­
ta habia ya perdido su fuerza y eficacia
para atraer el corazon de Pablo. El mun­
do está ya muerto y crucificado para mí,
esto e s , como declara San A gustín, ya
no puede el mundo asirse de m í, ni co­
germe , ni tenerme preso , ní causarme
daño. 1 Mundus mihi crucifixus est, a it , ut
me non teneat, ñeque mihi nocere possit. To­
do como cosa muerta lo miraba el San­
to Apostol T como miran los vivos á un
cadáver hediondo y abominable que ha
perdido ya toda su virtud , eficacia y
atractivo ; un cuerpo muerto tiene ojos,
XrN&MCIMA. 14 1
pero no v e : tiene oidos, mas no o y e ;
tiene los demás sentidos, mas sin uso y
exercirio: tiene manos, tiene pies, pero
el muerto ni huele, ni gusta, ni habla,
ni toca, ni anda, ni se mueve. ¿Quién
á ,1a presencia de un cadáver ha tenido
jamás deseo de ser visto de el? ¿Y quién
jamás ha dexado de hablar por temor de
ser oido del que está muerto? A nin­
gún vivo le vienen ganas de que le to­
que un muerto con la mano , ni teme
que le pise con el p ie, ni busca alabanzas
de su boca., ni teme vituperios de su len­
gua , porque de un muerto nada hay que
esperar, nada hay que temer. Esta era la
condicion del mundo respecto de San Pa­
blo. Los gustos y contentos con que brin­
da el mundo á sus amadores, los miraba el
Santo Apostol desde la Cruz como horror
y hediondez que despide un cadáver; los
bienes temporales que el mundo ofrece
á los que le siguen, los miraba San Pa­
blo como ricos y preciosos ataúdes con
142 M E D ITA C IO N

que se cubren y esconden los cuerpos


muertos de los grandes; los aplausos li-
songeros, y vanas honras de la tierra,
las miraba San Pablo como preeminencias
y distinciones entre cadáveres de nobles
y de plebeyos allá en lo interior de los
sepulcros. ¿Y qué otra cosa es todo esto,
sino embeleso de los sentidos, engaño de
dormidos, hechizo de estatuas andantes,
y necia suspensión y aturdimiento de en­
cantados? N o obstante esto así pasan los
hombres, sin advertir, sus días frágiles y
moribundos sobre la tierra. ¡O h ! Muera
ya para mí el mundo , y muera crucifi­
cado. Pierda ya de una vez todo lo sen­
sible su eficacia para moverme, y repose
en santa paz mi corazon en la Cruz de
Christo. A llí tendré por compañero al
Santo Apostol T y miraré con desprecio
todo lo temporal í allí gustaré los fru­
tos de gozo y suavidad , que se buscan
y no se hallan en la tierra. Alcanzadme
Santo Apostol esta gracia del Señor que
XT^DECIM A. 143
halle yo este tesoro escondido á los ojos
de la carne , y solo patente y manifies­
to á los que pueden decir como vos 5 el
mundo ha muerto para mí, el mundo pa­
ra mí está ya crucificado*

PUNTO TERCERO.

E t ego mundo. A d Galat. 6.

Con el primer fruto que cogió San


Pablo del fecundísimo Arbol de la Cruz
logró un estado de vida tan eminente ,
que á su vista quedó el mundo muerto,
perdiendo respecto de el toda su eficacia
para dañarle. Vida dichosa, alta y secre­
ta, y tanto mas segura, ¡quánto mas re­
mota y apartada se halla de los tiros del
mundo 1 Pero todavía para complemento
y última perfección de una vida tan pre-
ciosa le faltaba al Santo Apostol que co­
ger otro fruto del Arbol de la Cruz.
quál fue? Que así como el mundo esta­
ba muerto para San Pablo, así también
144 -MEDITACION
San Pablo estuviese muerto para el mun­
do : y esto es lo que él añade diciendo,
et ego mundo, y yo también estoy muer­
to para el mundo. Considerad aquí lo
que pasa entre un muerto, y otro que es­
tá vivo. El muerto ni v e , ni oye, ni
siente , ni puede exercer acción alguna
v ita l, porque está muerto , y ha perdi­
do del todo el uso y exercicio de los
sentidos ; pero un vivo puede respecto de
un muerto exercitar alguna operación vi­
tal. El que aun vive, aunque no puede
ser visto, ni oído, ni sentido del que.es­
tá muerto, pero él puede ver al muerto,
ó á lo menos revolver dentro de sí su
imagen, especie ó figura; puede acordar­
se de é l, puede admirarse , puede lasti­
marse, y aun derramar algunas lágrimas;
mas un muerto nada de esto puede ha­
cer respecto de otro muerto. Dos muer­
tos por mas amigos que fuesen ántes, y
estén despues juntos en un mismo sepul­
cro , ni pueden verse , ni hablarse mu-
U ND ECIM A. I45

tuamenté , ni darse entre sí muestra ní


señal alguna de su antigua amistad, por­
que muertos los dos cesa de entrambas
partes la mutua correspondencia y comu­
nicación 5 y esto es lo que quiso dar á
entender San Pablo quando dixo: no so­
lamente el mundo está muerto para m í,
sino también yo lo estoy para el mun­
do : ni el mundo puede tenerme preso,
ni yo á é l : ni el mundo puede convidar­
me con algún alhago y atractivo que me
mueva, ni yo mostrarle alguna afición
que le tenga 5 nada deseo, y nada quie­
ro de todo quanto es y se llama mun­
do, que de esta suerte explica San Agus­
tín las palabras del Apostol. 1 E t ego
mundo, ut eum non teneam , ñeque de mun­
do diquid cupiam. ] O muerte feliz y bien­
aventurada ! Pero todavía hay mas que
notar y ponderar en esta muerte espiri­
tual de San Pablo para con el mundo.
Pudiera contentarse el Santo Apostol
1 Expos. atl Galat,

TOM. I. K
I46 M E D IT A C IO N

con decir : yo estoy ya muerto para el


mundo, porque basta la muerte para qui­
tar entre los muertos todo comercio y
mutua comunicación entre sí mismos > pe­
ro añadiendo San Pablo que estaba él ,
no como quiera muerto, sino crucificado
para el mundo , nos declaró un grado
m uy subido de perfección, y fué tanto
como decirnos, que era gloria para é l,
lo que el mundo tiene por C r u z , y que
lo que el mundo mira como gloria, era
Cruz para San Pablo. Los trabajos , las
penalidades, los peligros, las persecucio­
nes son Cruz para el mundo , nada quie­
re de todo esto, y huye de ello lo mas
lejos que puede. Pues eso que tanto abor­
rece el mundo, era gloria para San Pa~
blo* Eso era lo que él estimaba, lo que
mas apreciaba y lo que padecía con su­
mo gozo. Las afrentas, las ignominias,
los desprecios, las cárceles y cadenas, los
azotes y pedradas, todo eso es una Cruz
intolerable para el mundo, no lo puede
U ND ECIM A. 147
v e r , ní o ír , ni imaginar sino con hor­
ro r, con odio y con abominación 5 pues
todo eso era gloria para San Pablo. El
se gloriaba con el nombre de preso y en­
cadenado de Jesuchristo, 1 ego Paulas vine-
tu* Christi Jesu , ostentándolo por título
en sus cartas, y se honraba con ello, mas
que se honran los del mundo con los
ilustres títulos de su nobleza, y con lla­
marse descendientes de los Cesares y A le­
jandros. El mundo tiene por gloria go­
zar aplausos, oir sus propias alabanzas,
recibir obsequios de adulación , ostentar
grandeza y autoridad, mostrar profuskm
de bienes temporales , magniñcencia de
palacios, suntuosidad de convites, esplen­
dor de galas y vestidos. Todo eso era
una Cruz pesadísima para San Pablo i no
la podía llevar, ni sufrir, ni aun mirar­
la de lejos: para todo eso estaba é l, no
solo muerto , sino también crucificado.
¡ O muerte deseable sobre toda vid a!
1 Ephes, 3,

K2
I48 M ED ITA C IO N

¿ Quien mé dará que yo muera ésta pre­


ciosa muerte de los Justos, que vivien­
do aun sobre la tierra están ya espiri-
tualmente muertos y crucificados á todo
lo que es y se llama mundo? Este fue el
estado de vida á que sublimo al grande
Apostol de las Gentes el amor á la Cruz
y deseo de padecer por Christo. ¿ Y yo
en qué disposición me hallo? ¿Siento en
mí los apetitos de agradar al mundo , y
gusto de seguir sus máximas por no des­
agradarle? ¿Recibo de buena gana sus ob­
sequios cortesanos, pero mentirosos? ¿Te­
mo aun el qué dirán , que es aquel grito
espantoso con que el mundo aturde ¿ tan­
tos , y los hace prevaricar apartandolos
de una vida christiana, modesta, devo­
ta y recogida? ¿Me arrastran todavía cier­
tos respetos que el mundo quiere autori­
zar con el uso ó abuso; pero que Chris­
to reprueba y abomina? Si asi fuese, ¡ah!
aun estaba yo v iv o , y muy vivo para
el mundo. Dichoso y o , si ya ninguno de
DUODECIMA. I49
estos sentimientos mundanos viven en mí
corazon, de manera que pueda decir á
imitación del Santo Aposto b yo estoy ya
muerto para el mundo.

M ED ITA CIO N XII.


Gozo de San Pablo en el padecer
por Christo.

PUNTO PRIMERO.

Christo confixus sum Cruci, A d Galat. 2,

M u e r t o ya , y crucificado San Pablo


para el mundo y el mundo para e l , ¿qué
otro lugar para su morada le quedaba, si­
no la Cruz? ¿Y qué otro compañero si­
no Christo? Así fue, y este es el esta­
do en que él se nos representa, quando
escribiendo á los Galatas , les dice: yo es­
toy clavado juntamente con Christo en la
Cruz. Todo este mundo está lleno de
Cruces. Desde que entró el pecado , y
I 5o M E D IT A C IO N

por e l pecado la muerte, se trocó el mun­


do, y de un paraíso que ántes era, pa­
só á ser un seminario de Cruces. ¿Qué
otia cosa es la mortalidad y corrupción
de nuestra naturaleza , sino un campo
fértilísimo de Cruces, en donde sin otro
cultivo , ni industria , y solamente por
.viciosidad del terreno, nacen y crecen
por sí mismas? Los trabajos, fatigas y su­
dores i las penalidades, dolores, enfer­
medades , y tanta cosecha de males que
por todas partes nos cercan y rodean son
otras tantas Cruces en que está penando
la fragilidad de nuestra carne mientras
nos hallamos peregrinos en este misera­
ble destierro. A esto se añaden las ten­
taciones de nuestros enemigos, que va­
liéndose de las semillas que están dentro
de nosotros mismos, las fomentan con su­
ma industria , las hacen crecer con el
poder que tienen y las promueven á ma­
yores progreses. Y como si todo esto aun
no fuese bastante, nos las aumentamos
DUODECIMA. I^ I
mutuamente nosotros mismos, y querien­
do aligerar la Cruz que nos aflige, 6 li­
brarnos de su grave peso, la echamos so­
bre las espaldas del próximo, afligiéndo­
lo , molestándolo, oprimiéndolo con mil
artes y maneras , que inspira el amor
propio, la avaricia, la vanidad y ambi­
ción, y otras pasiones que nos dominan.
Todo son Cruces, y cada uno de noso­
tros tiene la suya propia ordenada por
la providencia de D io s, é intimada por
Jesuchristo en el Evangelio quando dixo:
quien no llevare su C ru z, no puede ser
mi Discípulo. Ello es preciso y no tie­
ne remedio 3 sin Cruz nadie puede estar
en este mundo. El bien , ó el mal con­
siste en el modo y manera de estar, ó
tener, ó llevar cada uno la Cruz que le
cupiere. San Pablo tuvo la suya, y con
su exemplo y palabras nos enseña el mo­
do mas perfecto que hay en este nego­
cio. Vamos ponderando lo que él nos
dice de sí mismo. Yo estoy clavado jun-
I 5 2- MEDITACION
tamente con Christo en la ,Cruz. Notad
que no dice San Pablo, que está precisa­
mente en la C ru z; ni tampoco dice, que
lleva la C ru z , n o ; sino que no puede sa­
lirse de ella. El que lleva la Cruz puede
cansándose soltarla , ó á lo menos hacer
esfuerzo para sacudirla de s í: pero el que
está clavado en la C r u z , allí vive y allí
muere. Atado de pies y manos con los
clavos, ni puede valerse de las manos pa­
ra echar de sí la C ru z, ni puede valer­
se de los pies para huir y escaparse de
ella. Los hijos de este siglo que miran
al desierto como patria, huyen de toda
C ru z, y procuran lograr el bello tiem­
po por todos aquellos caminos, que ya
antiguamente trillaron sus antepasados
quando decían, según nos cuenta la DÍ-*
vina Sabiduría, 1 coronémonos de r®sasy
ántes que ellas se marchíten, espaciémo­
nos como en amena y deliciosa pradería
entre los gustos y placeres del sentido*
D V 0 DJSC1 MA. 153
estén cubiertas nuestras mesas de los man­
jares mas delicados, y nuestras copas lle­
nas siempre de los vinos mas generosos.
¿Se descubre en todo este lenguage ras­
tro alguno de la Cruz? Nada. Ellos em­
briagados del amor de este siglo, ni es­
tar siquiera por un breve rato en la Cruz
pueden sufrirlo. No obstante esto , hu­
yendo ellos de una C r u z , caen en otra;
huyen de la Cruz de la mortificación, y
por el camino del regalo y delicadeza,
caen en la Cruz de los achaques y en­
fermedades : huyen de la Cruz de Chris­
to Redentor,, y caen en la Cruz de
Christo Justiciero. Otros llevan la Cruz,
y aunque no de muy buena gan a, pero
al fin la llevan con paciencia, procuran
aliviar su peso , ya que no pueden del
todo sacudirla, y entre arrodillados y le­
vantados van andando su camino. Otros
finalmente no se contentan de llevar la
Cruz con esfuerzo y denuedo, sino que
se fixan y clavan en ella sin pretender
I ij 4 M E D IT A C IO N
aligerarla, ni disminuirla , ni mudarla t
aceptando con gusto y contento la que
han recibido de Dios, y esto es el estar
clavado juntamente con Christo en la
Cruz. Por esto San Pablo no se conten­
tó con decir que estaba clavado en la
C r u z , confixus sum Cruci , sino que aña^
dio que estaba clavado juntamente con
Christo, Christo confixus sum , que deno­
ta compañía, teniendo un mismo sentir
y querer con Christo en el modo y ma­
nera , tiempo y lugar de estar en la
Cruz i y este es aquel sublime estado de
perfección que nos declaró el grande
Apostol de las Gentes, quando dixo de
sí mismo: yo estoy clavado juntamente
con Christo en la Cruz. ;Gran dicha!
Ser compañero de Christo en la Cruz,
ambos en una misma C ru z, Christo con
su Sagrado Cuerpo, y San Pablo con su
alma, Christo en la realidad, y San Pa­
blo en el afecto y amor.
Contemplad ahora cómo estaba Chris-
ÜVOTtZCIM A, I $$

to en la' Cruz. ¿Quién pudo tener fixas


en la Cruz aquellas divinas manos obra­
doras de tantos milagros y prodigios? ¿Y
quién pudo tener en la Cruz sin movi­
miento aquellos sagrados piés, cuyo con­
tacto respetó el mar, y firme y quieto
les servio de camino sólido como la du­
ra tierra? ¿Hubieran sido bastantes todos
los clavos del mundo para atar al Todo
Poderoso, si el omnipotente clavo del
amor no le hubiera primero clavado el
corazon en aquella misma Cruz? El amor
á su Padre , y el amor á los hombres,
veis aquí los dos clavos que tuvieron al
Redentor quieto, fixo y sin menearse has­
ta espirar en la Cruz. Por esto, siempre
que anticipadamente hablaba el Salvador
de su muerte, y del derramamiento de su
sangre en la C ru z, se bañaba de g o z o í
y como quien espera un dia el mas ale­
gre , el mas festivo y del mayor conten­
to que puede desearse, decia: ¡O h , y
quánto se aflige y vive en apreturas mí
I g6 MEDITACION
corazon hasta que llegue aquella hora!
A la Cruz ía miraba como una preciosa
copa con que le brindaba su Padre , y
con este sentimiento y afecto tlernísimo
de am or, decia él hablando con San Pe­
dro, que procuraba disuadirle de la muer­
te : ¿el Cáliz que me da mí Padre no
quieres tú que yo lo beba? Basta que
venga de tal mano para que yo lo reci­
ba con sumo gusto. El grande amor que
mostró Christo en la C ru z , era aquel
caudaloso rio que bailaba de gozo el co­
lazo ti de San Pablo en todos sus traba­
jos , penas y fatigas. No habia para él
mayor contento que padecer por aquel
Señ or, que con tanto amor habia pade­
cido por el hombre en la Cruz. Este con­
tento , este g o zo , y este amor en el pa­
decer, esto es el estar clavado juntamen­
te con Christo en la Cruz. Así estuvo
San Pablo, y yo debo también animarme
á ello con la gracia de D io s, si quiero
ser imitador suyo. Pero ¡ oh, soy flaca
DUODECIMA. X§ 7
y pusilánime! Protegedme Santo mío con
vuestra poderosa intercesión, para qué
yo pueda llegar á esta cumbre y altura
de la Cruz. Entre tanto procurare con
humildad coger en el pie de la misma
Cruz los frutos de paciencia y sufrimien­
to , y aspirar con el deseo á subir mas
alto.
PUNTO SEGUNDO.

Ego enim stigmata Domini J e su in corpore meo


porto. A d Galat. 6.

Para eterna memoria de una caridad


la mas asombrosa que vieron jamás los
siglos, quiso el Salvador del mundo con­
servar en su cuerpo inmortal y glorioso
las señales de las llagas de sus pies y
manos, y tenerlas patentes y manifiestas
en tiempo y en eternidad, en testimonio
de haber estado por nosotros pendiente
de una Cruz. ¡A quánto obliga el amor!
El amor le hizo gustoso el padecer : el
amor le hizo gustoso el conservar con
I 58 M E D IT A C IO N
las señales la memoria de haber padeci­
do. San Pablo, que reconocía sus traba­
jos y fatigas como preciosos frutos que
iba cogiendo del árbol de la Cruz en el
cumplimiento de su apostólico ministe­
rio, los miraba como regalos del amor
de Christo. ¿ Regalos venidos de tal ma­
no podía dexar de recibirlos el Santo
Apostol sin particular contento, gusto y
satisfacción? Quien tanto se gozaba de
padecer por Christo debia tener en sumo
aprecio y estima qualquiera prenda , se­
ñal , ó reliquia del objeto amado para
conservar siempre fresca la memoria de
su gozo. Los grandes trabajos que pade­
cía San Pablo en sus apostólicas excur­
siones, iban dexando succesivamente en
su cuerpo cada uno correspondiente ves­
tigio. La carne amoratada de los golpes,
las llagas no bien curadas de los azotes,
las heridas que hablan abierto las pedra­
das , los surcos que dexaban las cadenas
y ataduras, el color pálido y macilento
DU OD ECIM A.

que sacaba de las cárceles , de las ham­


bres y ayunos í estas y otras Innumera­
bles eran las preciosas reliquias que con­
servaba de su padecer el Santo A postol;
y estas mismas, según el sentimiento de
los Padres, son las que el llamó señales
de la Pasión, quando dixo escribiendo á
los Galatas : yo llevo impresas en mí
cuerpo las señales de las llagas de Jesu­
christo. Y primeramente debo considerar
la expresión con que se explica el Santo
A p o sto l, aludiendo en este paso , como
nota San Agustín 1 á lo que se hacia cotí
los esclavos en aquel tiempo, y era im­
primirles en el cuerpo , con un hierro cal­
deado y encendido, cierta nota y ,señal*
pata que en virtud de ella fuesen reco­
nocidos por esclavos y restituidos , sí se
huían, á su legítimo dueño y señor, y
esto quiere decir la palabra stigma que
usa aquí San Pablo; en lo qual debo pon­
derar el grande aprecio y estima que te-
X Aüjg. hic.
I 6O MEDITACION
nia del padecer por Christo, quando es­
te uso que era tan penoso y humillante
para los esclavos, se lo apropia á sí mis­
mo , y lo toma por testimonio el mas ho­
norífico para profesar con él auténtica­
mente su esclavitud para con Jesuchristo;
pero con esta diferencia, que lo que ha­
cia en el cuerpo de los esclavos el calor
del hierro encendido, obraba en el cuer­
po de Pablo el ardor de la caridad. Fue­
ra de esto debo notar también, que San
Pablo no dice que tiene, sino que lleva
Impresas en su cuerpo las señales de. las
llagas de Jesuchristo. In corpore meo por­
to. Va gran diferencia de tener, á llevar.
También los esclavos tenían impresa en
su cuerpo aquella nota indecorosa de su
esclavitud i pero era contra su voluntad,
muy de mala gana y con suma repug­
nancia , y si hubieran podido mil veces
la hubieran borrado, por no verse mar­
cados con una señal que daba público
testimonio de su baxa y vil condiciona
x>TroDzciM¿. 161
y así hablando propiamente tenían, pe­
ro no llevaban impresa en su cuerpo
aquella nota. ¡ Quán de otra suerte un
valeroso y nobilísimo Capitan tiene im­
presas en su cuerpo las señales de las he­
ridas quando vuelve victorioso y triun­
fante de la campaña! El las lleva como
honoríficos monumentos de su fidelidad r
Jas ostenta como pruebas de su valor y
trofeos de su victoria. El no teme mos­
trarse á su Soberano con el rostro acu­
chillado, y le presenta con honra y com­
placencia en las heridas otros tantos ob­
sequios hechos á su Real Persona. De es­
te sí que se puede decir con toda propie­
dad , no solamente que tiene, sino que
lleva impresas en su cuerpo las. señales
de las heridas que ha recibido en la guer­
ra 5 y en este sentido decia de sí mismo
San Pablo, no que tenia, sino"que lle­
vaba impresas en su cuerpo las señales de
las llagas de Jesuchristo. Las llevaba, no
para tenerlas. escondidas, como un vil
tom . i. L
I 62 M E D IT A C IO N
esclavo que rehúsa estar sujetó á su Se­
ñor, sino para tenerlas patentes y mani­
fiestas con grande honra suya, con su­
mo gozo y complacencia, como insignias
las mas preciosas, y que lo hacían mas
conforme y semejante á su Dueño y Se­
ñor Jesuchristo. ¡ O Santo A postol, mag­
nífico apreciador de los trabajos, con qué
gozo peleabais vos las batallas del Señor!
Las heridas que recibíais en vuestro cuer­
po eran otras tantas joyas preciosas, qué
os hacían vistoso y agraciado á los ojos
de vuestro amado R ey Christo Jesús, ¿Y;
puede haber adorno mas agradable á un
Dios paciente y muerto en una C ru z ,
que la librea de penas y dolores con que
se presenta á su vista un siervo suyo?
¿Un Apostol y Embaxador que en su
nombre publica la paz del cielo y la re*
conciliación del mundo? ;Dichoso cuer­
po del Apostol en quien se veían estam­
pados con letras de su misma sangre los
frutos de la Redención de Jesuchristo!
D U O D ECIM A. 163
Dadme, Ó Dulce Jesús, amor ai padecer
para acordarme siempre de vos * que por
no olvidaros de mí me mostráis patentes
vuestras llagas. Por los ruegos de Vues­
tro siervo Pablo hacedme la gracia de
imitarle siquiera en algo , y llevar tam­
bién Impresa en mi cuerpo alguna señal
de pena y dolor en prueba de que me
reconozco por uno de vuestros redimi­
dos»
ÍÜNTO TERCERO.

Adimpleo eat qua desunt pasñom m Christi in cat-*


ne mea* A d Coloss. 1. v. 24

El encendido amor dé San Pablo á


Jesuchristo habia ocupado con tanta ple­
nitud aquella su grande alma, y trans-
formadola tan divinamente, que no pa­
rece que San Pablo sabía en sí mismo
pensar, ni querer * ni obráf, ni padecer,
sino que todo eso lo hacia Christo en Pa­
blo: que Christo era el que predicaba >
$1 que padecía s el que trabajaba y eí que
12
I64 M E D IT A C IO N
era el Apostol en su mismo Apostol. El
habla de sus trabajos, como si fueran tra­
bajos de Christo. Habla de las pasiones
de Christo, como si fueran pasiones de
Pablo. Y o ; dice él escribiendo á los Co-
losenses, yo cumplo en mi cuerpo lo que
falta á la Pasión de C hristo, que es de­
cir : yo con lo que padezco en mi cuer­
po doy complemento á lo que aun le
quedaba á Christo que padecer en el su­
yo. ¿Qué decís Santo Apostol? ¿Por ven­
tura la Pasión de Christo fué imperfecta
y diminuta? ¿No padeció Christo todo ló
que había de padecer, y estaba escrito de
él por los Profetas? Sí, todo lo cumplió
al pie de la letra; y por esto poco ántés
de espirar dixo el consummaturn est : todo
está cumplido. Nada quedaba por pade­
cer á Christo en sí mismo como cabeza,
dice San Agustín 5 1 pero le quedaba aun
mucho por padecer en su cuerpo místi­
co : trgp impleta er&nt omnes Passiones, sed
x Aug. in Psalm, 8<S.
DU O D ECIM A. 165
in capHe y restabant adbuc Christi Tassiones
in corpore. Christo en sí padeció abun­
dantemente, para redimir no solo á un
mundo 7 sino á mil mundos que hubie­
ra; pero .era necesario que se nos aplica­
se esta Pasión de Christo para que fué­
semos participantes de su fruto ; y esta
aplicación se habia de hacer mediante la
conversión del mundo á la f¿ de Jesu­
christo ; y para esto ¿quánto hubieron
de padecer y trabajar los Santos Apos­
toles , y principalmente San Pablo por
aquella mies tan copiosa que le cupo en
el repartimiento del ministerio apostóli­
co? Estos son los trabajos de quienes di­
ce el Santo A p o stol, que eran suplemen­
to de la Pasión de C hristo, como nece­
sarios que eran para que esta misma Pa­
sión , que en sí misma era suficiente y
eficaz, fuese para nosotros fructuosa. Y
aquí debo ponderar como San Pablo, ní
llam a, ni quiere llamar suyos estos tra­
bajos , aunque los padecía, sino que los
j 66 M E D IT A C IO N
llama trabajos y pasiones de Christo, y
se los apropia y atribuye como si el mis­
mo Christo los padeciese. Todos los tra­
bajos que habia de padecer San Pablo en
el discurso de su Apostolado fueron des­
de el principio consagrados con el augus­
tísimo nombre de Jesús. Y este fue el tí­
tulo con que los honró C h risto, quan­
do eligiéndolo por su Apostol dixo: yo
le mostrare' quanto le conviene padecer
por mi nombre. En virtud de este sagra­
do nombre, como el fin glorioso de to­
do su padecer, miró ya en adelante San
Pablo sus trabajos con tanto respeto, de-
.vocion y ternura, como si Christo, y no
el fuese el paciente. Un General á quien
el R ey retirándose del exercito dexa en
su lugar para que en su nombre gobier­
ne las empresas de la guerra, todo quan­
to hace y padece, trabajos y heridas, lo
mira todo como acción y pasión propia
'del R ey. San Pablo se consideraba á sí
mismo, como quien habia entrado por
DV08M CXM A. I 6y
nombramiento de Christo á suplir su au­
sencia, y hacer sus veces en la conquis­
ta espiritual del mundo, y en su nom­
bre pelear sus batallas, sudando, traba­
jando , padeciendo. Pues con razón es
atribuirlo todo á Christo, y sus trabajos
no llamarlos suyos, sino de Christo, y
sus heridas no llamarlas suyas, sino de
C hristo; y hasta las señales de las he-*
ridas que habían hecho en su cuerpo las
correas y varas de los azotes, las piedras
y golpes, las cárceles y cadenas, no qui­
so nombrarlas con decir; llevo yo im­
presas en mi cuerpo las señales de mis he­
ridas ; sino diciendo: llevo yo impresas
en mi cuerpo las señales de las heridas
y llagas de Jesuchristo. ¡ O Santo Apos­
tol! ¡Y quán bien conocida teníais la
amorosa condicion del Redentor pacien­
te , quando así os holgabais, y en tan­
ta estima y veneración teníais vuestro pa­
decer por Christo ! ¡ Quán abundantes y
copiosos frutos cogisteis vos de la Pasión
l 68 M E D IT A C IO N
del Salvador, siguiendo tan de cerca sus
pasos! ¿Y pensare' yo lograr los frutos
de la Pasión de Christo sin padecer, y.
asemejarme con mi vida á tan divino
exemplar ? Penas , dolores , trabajos , fa­
tigas, mortificaciones, para el debido cum­
plimiento de lo que enseña la fe' y man*
da la ley de C h risto, son las pasiones de
Christo, que todavía faltan que cumplir­
se succeslvamente, y debo yo cumplir en
mi cuerpo las que me tocaren, si quie­
ro ser participante de los Méritos y Pa­
sión del Salvador.
MEDITACION XIII.
Mortificación de San Pablo.

PUNTO PRIMERO.

Castigo corpus meum , et in servituPsttt redigo*


1. ad Cor. 9. v. 27.

S a n Pablo que llevaba una vida tan tra­


bajosa y tan llena de incomodidades, que
no tanto podia llamarse vida, quanto una
molesta y prolongada muerte, parece que
podia contentarse con eso, sin pensar en
añadir nuevas aflicciones que doblasen el
peso de sus grandes fatigas. ¿Puede aca­
so haber mayor mortificación, que vivir
sobre la tierra como peregrino, y perpe­
tuo viandante, sin tener casa, ni mora­
da , ni albergue para tomar algún repo­
so, ni sustento seguro para alivio de su
necesidad, ni casi vestido necesario para
repararse y defenderse de las inclemen-
ly O M E D IT A C IO N
cías de los tiempos? ¿Qué mayor morti­
ficación que cargar un cuerpo por una
parte molido con los trabajos , y por
ctra parte hecho el blanco y terrero de
las persecuciones? ¿Un cuerpo sobre quien
descargaban sus iras los Judíos, y sus in­
solencias los Gentiles ? ¿Un cuerpo conti­
nuamente arrojado de una cárcel á otra,
oprimido con el grave peso de las cade­
nas, que de nuevo se succedian unas á
otras? ¿Un cuerpo en quien no habían
dexado parte sana tantas avenidas de azo­
tes , y una tempestad de piedras arroja­
das contra él? ¿Un cuerpo donde como
Puerto de males iban á descargar de to­
das partes penas y dolores todas las cria­
turas, hombres, demonios, tierra, rios y
mares? N o obstante esto, aun piensa el
Santo Apostol nuevos. modos de ator­
mentar a ese cuerpo de tantas maneras
afligido. El era Apostol del Señor, y ha­
bia de confirmar con el exemplo la doc­
trina que enseñaba. Y o , dice él escribien-
I7 1
J> £ C JM A T Z R C IA .
do á los Corintios, castigo á mi cuerpo
y lo sujeto. Como si dixera: N o me con­
tento yo con los trabajos, fatigas y pe­
nalidades que me vienen por la parte de
afuera, y acompañan indispensablemente
al cumplimiento del apostólico ministerio
que exercito 3 sino que además de esto ,
tomo también de mi parte, y voluntaria­
mente el exercicio de mortificar mi cuer­
po , sujetarlo y rendirlo á que cumpla su
deber. S í: afligía y atormentaba el Santo
Apostol á su cuerpo de varias maneras;
ya causándole algún dolor y pena, que
rehúsa la carne padecer, ya privándole
de algún gusto y contento que apetece,
aunque por otra parte fuese lícito, ó en
la comida, ó bebida, ó sueño y reposo.
No se descuidaba San Pablo aunque tan
aventajado en la santidad, sino que era
muy diligente en este exercicio de la pro­
pia mortificación; pero siempre con la de­
bida moderación y prudencia en quanto
era necesario , ó conveniente para las
17 2 MEDITACION
fundones del alma, y conducía á la pro­
pia perfección, 6 al provecho del próxi­
mo , y no era por otra parte de impedi­
mento para los viages, fatigas y empre­
sas de su Apostolado. A l fin, como quien
poseía el espíritu de Christo para saber
regirse á sí mismo y gobernar á otros.
Y aquí debo andar con mucha cautela y
vigilancia para saber discernir los prin­
cipios de donde nacen progresos que fo­
mentan, y fin á donde van á parar cier­
tas máximas de rigor, que se van espar­
ciendo en estos tiempos, que en vez de
hacer suave .el yugo, lo vuelven mas pe­
sado contra la sentencia del Salvador, que
protesta en el Evangelio, que su yugo
es suave y su carga ligera. 1 No se habla
mas que de rigor, de austeridad, de ab­
negación , al mismo tiempo que se toma
el empeño obstinado en querer persuadir,
que las buenas obras son dones de Dios
tan gratuitos, e independientes de las dis-
r Matth. n #
EMC IM A T E R C IA . 1?$

posiciones humanas , como es la lluvia


por respeto á la tierra. A l tribunal de la
Penitencia lo hacen un tribunal de ter­
ror y de venganzas parece que no se re­
conocen por verdaderas penitencias, sino
aquellas asombrosas, cuyo vivo retrato
nos ponen delante de los ojos las vidas
de los Padres dei Yermo. Con este pre-
testo de piedad y fervor primitivo se va
insensiblemente inspirando á las almas un
tal caimiento y desmayo , que vienen á
persuadirse, que no es para ellas la vir­
tud. Aturdidas con tanta austeridad y ri­
gor como suena de continuo en sus oí­
dos va poco á poco creciendo el desalien­
to , hasta que por último retirándose con
el especioso título de respeto y reveren­
cia de los Santos Sacramentos , que son
■las fuentes de donde habían de sacar vi­
gor y esfuerzo, lo abandonan todo y sé
-abandonan á sí mismas. ¡O dolor! ¿Ar­
bol que produce tales frutos puede ser
según el Oráculo de Christo axbol bue^
1^4 M E D IT A C IO N
po? 1 ¿No debe ántes contarse én el nú-*
mero de aquellas plantas que el Salvador
del mundo condenó al exterminio f quan­
do d ixo: 2 toda planta que no hubiese
plantado mi Padre Celestial será desar­
raigada? ¿ Y un tal espíritu, que así aparta
las almas del seno de la Iglesia puede ser
espíritu de San Pablo gran zelador de la
Esposa de Jesuchristo? En el firmamento
no todos son soles, hay también sus as­
tros y planetas, y aunque no lucen tan­
to como el sol , ni resplandecen igual­
mente entre sí mismos; pero ocupan to­
dos su lugar honorífico, cada uno en su
respectiva esfera. No todos pueden ser
Pablos; no todos tienen fuerzas, ni son
llamados de Dios para aquellas grandes
austeridades , mortificaciones y peniten­
cias , que sirven de admiración , y mue­
ven á alabar á Dios, y muestran la gran
virtud y poder de su gracia que así for­
tifica y corrobora la flaqueza humana.
t Matth. 7. * Matth. 15.
*75
& M C IM A T E R C IA .
San Pablo con ser tan dado á la mortifi­
cación , que no concedía á su cuerpo des­
canso, ni alivio, no quiso que le imita­
se en todo este rigor su amado discípu­
lo San Timoteo. 1 T ú , le dice el Santo
Apostol en su primera carta, tú no con­
tinúes ya en adelante en beber agua como
hasta ahora has hecho; usa moderadamen­
te el v in o , por causa de la debilidad de
tu estomago y freqüentes achaques que pa­
deces. ¿No veis la condescendencia paternal
de tan grande Apostol? ¿Cómo se abaxa?
¿Y en medio de las tareas apostólicas *
que absorvian aquella grande alma , de­
xa ndo por decirlo así el sublime carácter
de Apostol , se reviste de la persona de
un próvido, solícito y compasivo Medi­
co para con su discípulo? ¿ Y que' fruto
hubiera sacado San Pablo, si continuan­
do aquel su discípulo en el rigor hubie­
ra quedado arruinado en la salud sin
poderle ayudar, como hacia en su apos-
s i. ad Tiia, 5,
X76 'M ED ITA C IO N
tólico ministerio ? Y asi son mücKo de
notar y ponderar, como muy bien ad­
vierte San Juan Chrysóstomo las palabras
de San Pablo. No dice e l , yo destruyo,
sino yo castigo: ni dice, yo arruino, si­
no yo sujeto á mi cuerpo, que es lo que
hace un Maestro con el discípulo, y un
Señor con su esclavo ; y no un enemigo
con su enemigo que no para, ni desiste
hasta acabar con el del todo: 1 Non di~
ocit per do sed castigo , et in servítutem re­
digo , quod Domini e s t , non hostis; Magis-
tri , non tnimici. ¿Qué provecho sacaria el
Maestro , si castigando con excesivo ri­
gor al discípulo quedase éste inútil para
proseguir en adelante sus estudios? Y sí
así lo hiciese con todos, presto dexaria
de ser Maestro , faltándole enteramente
los discípulos. ¿Y un Señor, á quien tan­
to le importa que su esclavo sea útil y
acomodado para los ministerios domésti­
cos,, no. se arruinaba á sí mismo, arruU
x Chrysost, hom. 33.
17 7
2 E C IM A T Z R C IA .
nando con el sobrado castigo á sü escla­
vo \ Castigúese el cuerpo como esclavo
para que este sujeto á la razón, y obe­
diente al imperio del alma, que es la Se­
ñora. Pero de tal manera, que no que­
de inútil para exercer los ministerios que
le tocan, y cumplir con las cargas y obli­
gaciones á que le obliga su estado y con­
dición. Y para esto ¿qué necesidad hay
de hacer tanto ruido, y de espantar las
almas con el eco de las antiguas peniten­
cias y asombrosas austeridades? Vos San­
to Apostol mío, que tuvisteis espíritu de
verdadera caridad, de mansedumbre apos­
tólica y de paterna compasion para con
los flacos, pusilánimes y pecadores, ins­
truidme y enseñadme el camino recto de
la moderación christiana, para huir de
ambos extremos, del excesivo rigor, y de
la sobrada delicadeza y condescendencia.'
Alcanzadme gracia del Señor para que yo
me aplique constantemente al exercicio de
la mortificación en todo quanto sea ne-
TOM . I. M
17 8 M E D IT A C IO N
cesarlo y conveniente para el bien de mí
aima, observando en ello lo que prescri­
be la santa discreción, atendidas mis fuer­
zas, debilidad, complexión y estado de
vida en que me hallo , cuyas obligacio­
nes debo yo cumplir inviolablemente. Y
sí yo no puedo tanto como otros, su­
pliré' con humildad y propia confusion lo
que me faltare de mortificación y auste­
ridad , procurando amar mucho á Dios
que es el fin á donde se debe dirigir y
encaminar todo lo demás.

p u n t o s e g u n d o .

N e forte cum aliis pr&dicaverim, ipse re^robus


efficiar. 1. ad Cor. 9. v. 27.

San Pablo que tan diligente era en el


exercicio de la mortificación , afligiendo
su cuerpo con causarle dolor sobre do­
lor , y privarle de todo contento huma­
n o, sobre la falta que padecia de todo %
se dio con esto por exemplar á los Co-
J>EC ÍM ATJSR CX A . 179
ríntios, de quan cuidadosos habían de
ser ellos también en mortificarse á sí mis­
mos. El motivo que para ello les propo­
nía el Santo Apostol era muy poderoso.
Yo , les decía, castigo á mi cuerpo , y
procuro tenerlo sujeto y rendido á la ra­
zón , no sea que predicando á otros que­
de yo reprobado, j Qué asombro ! ¡ Qué
sentencia de terror pronunciada por la
boca, y promulgada por la pluma de tan
grande Apostol! ¿Quién , no digo de los
Corintios, pero ni aun de todos quan-
tos se hallan sobre la haz de la tierra
podrá gloriarse de estar mas lejos que San
Pablo de este temor y de este peligro
con que él aterra á toda soberbia y pre­
sunción humana ? ¿ No era San Pablo
aquel precioso vaso de elección' escogido
de Dios para tanta gloria suya? ¿No fue
llamado con una vocacion la mas pro­
digiosa , y elegido para el Apostolado ,
con una gracia la mas estupenda que cu­
po á otro alguno? ¿No correspondió él
M1
l 8o M E D IT A C IO N
luego, y sin tardanza, con un modo el
mas d ign o, el mas noble y el mas gene­
roso al divino llamamiento? El continuo
despues acaudalando tesoros, sobre teso­
ros de merecimientos y buenas obras, y
Dios derramando sobre aquella alma fide­
lísima gracias, sobre gracias, y enrique­
ciéndola siempre mas y mas con dones y
mas dones todos preciosos y preciosísi­
mos. ¿No habla sido él arrebatado hasta
el tercer cielo , é intervenido á los se­
cretos de mayor confianza con Dios? El
habia ya puesto el pie, por decirlo así,
en aquella tierra santa, tomando en cier­
to modo anticipada posesion del paraíso.
El era el amado de Dios , el objeto de
los cariños de Jesuchristo , el terror de
los demonios, el ornato de la Santa Igle­
sia. A l imperio de su voz quedaban lim^-
pios los leprosos, huían las enfermedades
de los cuerpos, cobraban vista los ciegos,
oído los sordos , habla los mudos , su
movimiento regular los paralíticos y ví-
VE C IM A TE R C IA , l8l
da los muertos. El era como un sol, que
iluminaba á todos con los rayos de su
doctrina, y los acaloraba con el ardor de
su virtud y zelo , y los llenaba de bie­
nes con los benéficos influxos de su pre­
dicación. Con todo eso, él teme, y este
temor le obliga á echar mano de la pro­
pia mortificación, no sea que, dice, pre­
dicando i otros, y encaminándolos al cie­
lo me quede yo á la parte de afuera y
reprobado. ¿Y nosotros? Si un tan gran­
de Apostol temió y publicó á la Iglesia
su temor, ¿podremos nosotros vivir se­
guros? ¿Será bien que nos entreguemos
al ocio, al regalo, á la diversión, á dis-'
frutar con paz y sosiego los gustos que
nos presenta el tiempo? ¿Y qué motivos
tenemos para consolarnos, y vivir sin te­
mor,. ni mayores, ni mejores que los que
tenia San Pablo? Cotegemos nuestra vi­
da con la suya, nuestras ocupaciones con
las suyas. San Pablo juntando los dias
con las noches en la fatiga y trabajo; y
I 83 MEDITACION
yo he de lograr toda quanta diversión
me ofrece el d ía , y no tengo de perder
una hora de reposo por la noche. San
Pablo ayunando de continuo , y abste­
niéndose por largas temporadas aun del
sustento necesario; y yo estoy abundan-
/
te y abastecido de to d o : como quando
quiero, y bebo quando me da la gana.;
San Pablo no obstante los motivos que
tenia tan grandes para consolarse, teme;
y yo que no los tengo, como él , no'
muestro temor alguno; y si alguna vez
me acomete algún temor, procuro quan­
to ántes desviarlo , y con buscar de pron­
to alguna diversión, lo borro y me ol­
vido de él. ] O h, y quán diferentes mo­
dos de pensar tienen los hombres! Todos
los grandes méritos , todo el riquísimo
caudal de buenas obras, toda la copia y
abundancia de gracias que de continuo
recibia de Dios , todos los demás dones
que lo hacían poderoso en la virtud de
obrar milagros, todo esto no le bastó a
I 8^
& E C IM A T Z R C IA .

San Pablo para dexar de temer; antes


bien lo estimulaba mas á mortificar su
cuerpo , velar siempre sobre e l, para te­
nerlo á raya , y que estuviera siempre su­
jeto y rendido, y no le armase ninguna
traición, poniéndose de parte de su ene­
migo el demonio para derribarlo. El era
muy rico, y estaba muy cargado de pre­
ciosos tesoros del cielo. Motivo tenia pa­
ra temer, y vivir siempre con cautela y
vigilancia. Un Pirata dexa á las veces pa­
sar francamente, y sin molestar aquellas
naves que van vacías 5 y si algo llevan
es despreciable su carga, que no merece
atención alguna. Pero quando el avista y
descubre alguna nave ricamente cargada
de tesoros, 6 de preciosas mercaderías, á
ella embiste y acomete con mayor fuer-
xa : contra ella aplica toda su industria,
sagacidad y valor para apresarla. ¿Y yo?
¡Pobre de mil Si la gran penuria de me­
recimientos, y la mucha falta y pobre­
za de buenas obras, que en mí se hallan,
184 M E D IT A C IO N
le interesan poco al demonio; pero mr
alma es muy preciosa, y eLapoderarse de
ella lo tiene por gran ganancia suya el
enemigo. Yo me veo rodeado de temo­
res , y por otra parte no hallo en mí mo­
tivos de consuelo, que basten á calmar es­
tos temores. ¿Qué haré? Lo que en mí
no hallo lo busco en vos Santo Apostol
y Protector mió. Vos que ya os hallais
en esa benditísima región de paz, en
donde no tiene entrada el enemigo, ní
el peligro, ni el tem or, miradme con
benignidad de padre; y por aquel gran­
de poder y cabida que te neis con Jesu­
christo, Príncipe de la paz, alcanzadme
gracia del Señor, que aníme mi flaque­
za, aliente mi pusilanimidad, sosiegue mis
temores, y me esfuerze á pelear y vencer,
con generosa mortificación todos los íith
pedimentos de la salud eterna de mi alma,*
PUNTO TERCERO.

Semper mortificationem Jesu in corpore nostro cir-


cwiferentes. 2. ad Cor. 4. V . 10.

La continua guerra que nos hace


nuestro cuerpo , y el peligro de quedar
vencidos en la batalla mientras vivimos
en el estado de corrupción y miseria
eran los motivos que tenia San Pablo pa­
ra armarse de la mortificación, y los que
proponía el á los Corintios para que le
imitasen. SÍ en esta guerra jamás se pu­
blica suspensión de armas , y nunca se
conceden treguas , ello es preciso estar
siempre con las armas en la mano; y es­
to es puntualmente lo que hacia San Pa­
blo, llevando siempre y de continuo, co­
mo dice él, la mortificación de Jesuchris­
to en su cuerpo. Ponderad aquella pala­
bra siempre, semper. No era San Pablo de
aquellos, que tres, ó quatro dias, 6 por
algunas semanas, ó meses se dan al exer-
ciclo de la mortificación, y van por ar­
remetidas, y á temporadas se mortifican,
y á temporadas lo dexan de hacer5 no:
sitio siempre , semper, de continuo , sin
cesar , ni interrumpir un negocio que
tanto nos importa. Las Plazas que están
en las fronteras del enemigo están siem­
pre bien pertrechadas , y nunca se des­
cuidan los que las defienden 3 y durante
la guerra viva siempre están alerta, vi­
gilantes siempre las centinelas , prontas
siempre y en buen orden las armas, dis­
puestos siempre los soldados á rechazar
el ataque y prevenir qualquierít sorpresa
del enemigo , y qualquíer descuido que
se comete en esta parte no se dexa sin
grave castigo en la milicia. N i á la cen­
tinela que se echo á dormir le sirve de
defensa el alegar que no se descubrían
todavía cercanos los enemigos , que no
instaba por entonces el peligro, y que le
parecía poder tomar entretanto un bre­
ve rato de descanso. Nada de todo esto
p e c im a t e r c ia 187
.

es atendido, al punto es arrojada la cen­


tinela de lo alto de la muralla al foso.
Y bien. ¿Es acaso menos interesante la
milicia christiana, que la milicia del mun­
do? ¿Es mas viva la guerra entre dos
exércltos. que están ya apostados para
combatirse mutuamente, que lo es la guer­
ra intestina que llevamos nosotros den­
tro de nosotros mismos? El alma por una
parte con todas las máximas de la razón
y de la ley, y por otra parte el cuerpo
con todos los apetitos y pasiones, que
fomentan siempre la rebelión. ¡Quánto
va de peligro , á peligro, de ínteres, á
ínteres entre una y otra milicia, munda­
na y christiana! No obstante esto , allí
se vive en un continuo temor y sobre­
salto, y aquí se quiere reposar en ple^
na paz, quando por otra parte no se oye
al rededor sino ruido y estruendo de ar­
mas y enemigos. San Pablo, que tenia
bien conocida la astucia del demonio, y
la flaqueza de nuestra carne, y quan fá-
188 JO DI T A CION
riles son de inquietarse # y alborotarse las
pasiones y apetitos, estaba siempre alerta
,y bien prevenido. Nunca dexaba de las
manos las armas de la mortificación pa­
ra pertrecharse siempre mas y mas con­
tra los asaltos, y no quedan jamás es­
puesto á sorpresa alguna del enemigo*:
Por esto debo notar y ponderar también,
que no dice San Pablo precisamente que
llevaba en su cuerpo la mortificación, si­
no que la llevaba al rededor, circunferen­
tes, que es lo mismo que decir; que de
tal manera llevaba él en su cuerpo la mor­
tificación y que en virtud de ella queda­
ba rodeado, cubierto y protegido como
de un escudo contra toda sorpresa de
qualquler lado que fuese acometido; ora
fuese de parte del demonio, del mundo,
ó de la carne, siendo la mortificación
arma juntamente ofensiva y defensiva.
Con la mortificación del cuerpo abatía
los bríos de la carne , debilitando por
este lado las fuerzas del enemigo, Con la
i 89
D E C IM A T E R C IA .
mortificación de los sentidos se protegía
contra el m undo, impidiendo la eficacia
de ios objetos sensibles qué obran por
medio de los sentidos, atraen á sí al al­
ma y la cautivan. Con la mortificación
de las pasiones combatía al demonio, re­
primiendo y sofocando los movimientos
Interiores que e'l levanta aun en falta de
los objetos externos, y alborota al ape­
tito y turba al alma, i O h , y quán di­
latado campo en que correr y exercitar
la mortificación nos descubre aquí el San­
to Apostol con sus palabras y exemplo!
Yo puedo hacer muchos progresos en es­
ta virtud, sin ser menester para ello acu­
dir á aquellas grandes austeridades y pe­
nitencias de los antiguos Anacoretas.'
¿Quántas veces la curiosidad me incita á
ver, ó mirar algún objeto de gusto , ó
de recreo ? Abaxo los o jo s, ó con disi­
mulo los desvio á otra parte y me pri­
vo. Yo alcanzo con esto una gran victo­
ria > y sin derramamiento de sangre. Con
I 9O M E D IT A C IO N
la perfecta guarda de todos los sentidos,
yo quedare libre de muchos combates? y
de un solo golpe derribo á un exército
entero de enemigos, cuyo valor se des­
anima , y cae con solo cerrar las puer­
tas de la Ciudad. A todo esto me ani­
mará el exemplo de Christo paciente, cu­
ya semejanza forma en nosotros la mor­
tificación, que por esto la llama San Pa­
blo , mortificación de Jesús, mortific&tio-
nem Jesu. ¡Grande honra ser semejantes á
Jesús l ¡ Gran dicha tomar voluntariamen­
te alguna pena, por respeto y amor de
a'quel Señor que tanto trabajó y padeció
por nuestro am or!
M ED ITA CIO N XIV .
Grave tentación de S . Pablo*

PUNTO PRIMERO.

N e magnitudo revelationum extolíat m e, datus est


mihi stimulus carnts mece Angelus Satanes, qui
me colaphizet, 2. dd Cor. 12. v. 7 .

E l Apostol San Pablo que había provo­


cado con un solemne desafio á todas las
criaturas, habia ya sido combatido de todas
ellas en este mundo; de los hombres con
sus persecuciones , de la tierra con sus
traba’os, de los caminos con su aspereza,
de los rios con sus peligros, de. los vien­
tos con sus borrascas, de los mares con
sus naufragios. El confederándose también
con todos estos contrarios para añadir
nuevos combates, había sido combatido
de la hambre y sed con sus abstinencias y
ayunos, de la fatiga y quebranto con su$
192 MEDITACION
vigilias > de la penalidad y dolor con el
castigo voluntario de su cuerpo. Faltaba
de combatir á este valeroso y magnánimo
soldado de Jesuchristo el abismo. ¿Mas
con qué armas ? ¿ Quien de nosotros 7 dice
San A g u stin , 1 se atreviera á decirlo, sí
el mismo Santo Apostol sin avergonzar­
se de ello por su mucha humilJad no lo
confesara para dar gloria á Dios, y exem-
plo é instrucción á la Iglesia ? Con las ar­
mas mas ignominiosas y de mayor baxeza
y las mas humillantes de todas salió el
infierno armado contra este grande Apos­
tol. Para que la grandeza de las revela­
ciones (dice el Santo) no me sea ocasión
de ensobefbecerme se ha dado licencia al
demonio para tentarme, moviendo de con­
tinuo una guerra intestina dentro de nú
mismo, y fomentando con molesto estí­
mulo y aguijón la rebeldía de esta mi car-*
ne infeliz y miserable. ¡ Duro combate , y
á cuyo nombre solo se estremecen las. aJU
I In Páalm. 18. Conc, 3,
DECmAQUAZTA. I 93
mas santas! Aquí debo admirar y ado­
rar los juicios de Dios. ¡ Quán altos! pero
santos. ¡ Quán secretos 1pero justos. [Quán
investigabas ! pero llenos de rectitud.
¿Puede haber cosa mas humillante y que
mas, abata la noble, generosa y sublime
dignidad de una alma racional, que verse
reducida á revolver sentimientos, afectos
y pasiones, propias de la condicion barí­
sima de una bestia? No obstante esto,:
aquel grande Apostol de las Gentes, acos­
tumbrado á pisar las estrellas con la ele­
vación de su alm a, y asistir con su espí­
ritu á las Asambleas de los Angeles, como
un ciudadano del cielo se ve precisado á
combatir , á pelear , á luchar con esta tro­
pa vil é ignominiosa que lo provoca. ;Oh,
y quan preciosa es en los ojos de Dios la
yirtud de la humildad! Quando para man­
tenerla en su Apostol le aplica un reme­
dio tan costoso. A aquellos soberbios Fi­
lósofos, que presumieron saber mas de lo
que sabian, y la noticia que tuvieron de
TOM . r. N
194 M E D IT A C IO N
Dios, no la emplearon como debieron en
adorarlo, los castigo D io s, según el tes­
timonio del A p o stol, 1 con dexarlos caer,
y revolcarse como bestias en los pecados
de mayor vergüenza y confusion. Casti­
go propio de la soberbia; y ya que se
levanta sobre s í, y rehúsa dar con la de­
bida sujeción la gloría á D io s, caiga en
ignominia, y quede abatida debaxo de sí
misma. San Pablo no era soberbio, pero
podia serlo; y para que no lo fuese, y se
conservase siempre en humildad, ordenóle
el Señor este gravísimo combate de su car­
ne, que el llamaba estímulo, espuela ó agui­
jón; instrumentos propios y acomodados
para las bestias. Con la espuela se le da
al caballo para hacerle andar. Con el es­
tímulo ss le dá al buey para hacerlo salir
de su paso pesado y perezoso. Dále tam­
bién el nombre de ministro de Satanás
que le daba de bofetadas; declarándonos
con toda esta variedad de frases la gran-
x Ad Rom. i .
19 £
& E C IM A Q V A R T A .
de confusion y vergüenza que trae con­
sigo semejante lucha y tentación. Una
persona noble, si le dan una bofetada,
lo lleva muy pesadamente, y no lo pue­
de sufrir, no tanto por el dolor que cau­
sa, quanto por la ignominia y confusion?
y sufriera ántes de mejor gana una gra­
ve herida, que recibir semejante injuria
én su rostro. Cada insulto de este mi­
nistro de Satanás era para San Pablo una
bofetada, ¡Considerad quan lleno de con­
fusion y vergüenza se presentaba delan­
te de Dios el Santo Apostol así golpea­
do, maltratado, y cubierto el venerable
rostro de su alma de tantas y tan igno­
miniosas bofetadas ! ¿Pénsaria él en revol­
ver dentro de sí ideas de vanidad ? ¿Gus­
taría de fomentar pensamientos de su pro­
pia honra y estimación? ¿Tendría ganas
de envanecerse de los dones y favores
que recibia de Dios? Y veís aquí la ad­
mirable providencia que observa Dios con
las almas santas, poniéndolas , como no-
N2
I 96 M E D IT A C IO N
taSan Gregorio, 1 en tal equilibrio, que
no queden oprimidas con el sobrado aba­
timiento , moderándolo con el favor y
gracia; ni queden envanecidas y levan­
tadas sobre sí con la soberbia, templan­
do la gracia y favor-con la humillación,
para que de esta suerte sepan ellas reco­
nocer lo que so n , y lo que reciben; el
favor que les viene de lo alto, y la mi­
seria que les nace en su propia tierra.
Considerad ahora por una parte á San Pa­
blo quan magnánimo en sus trabajos por
tierras, por rios, por montes y soleda­
des. Quan intrépido en sus peligros por
mares , por borrascas , por naufragios.
Quan constante en sus persecuciones por
Judíos, por Gentiles. Quan triunfante y
glorioso en sus penas y tormentos de azo­
tes , de pedradas y de prisiones, de cárce­
les, de cadenas. Quan alegre en las mo­
lestias de la hambre y sed, deí cansan­
cio y fatiga, de vigilias y falta de re-
1 Greg. lib. ip. mor, c. g.
Z>ECIM AQVARTA. I 97
posó, de frío y de estenuadez; y miradlo
ahora por otra parte fatigado de la ten­
tación , y que arranca de su pecho el sus­
piro mas lastimoso, ¡ A y infeliz de mí!
infelix ego homo. ¿Quién me librará de la
mortalidad y corrupción de esta misera­
ble carne ? 1 ¡O Santo Apostoí! ¿De dón­
de, pues, aquella intrepidez y magna­
nimidad? ¿Aquella constancia y valor?
¿Aquel gozo y alegría ? ¿Y de dónde aho­
ra estos lamentos y gemidos? ¿De dónde
esta debilidad y flaqueza? ¿De dónde este
suspirar por salir de esta miseria? A llí se
mostraba el poder de D io s; aquí se des­
cubre la flaqueza dél hombre : en las co­
sas grandes resplandece la virtud divina;
en las miserias, la fragilidad humana: en
las virtudes se nos descubre el poder que
recibimos de Dios; en las tentaciones se
nos hace ver la nada que somos de no­
sotros mismos. A lia en el cíelo oía Pa­
blo los secretos de D io s: allí recibía las
I 98 M E D IT A C IO N

luces y las mas altas inteligencias de la


Divina Sabiduría : allí era instruido en las
verdades mas importantes de la Religión;
pero acá en la tierra era Pablo fatigado
de la tentación, combatido del demonio,
abofeteado del ministro de Satanás* Con
el espíritu era levantado hasta lo mas al­
to del cielo : con la carne era abatido
hasta las entrañas de la tierra. Por la vir­
tud divina podía Pablo subir hacia arri­
ba ; por la flaqueza propia era tirado ha­
cia abaxo. La gravedad y peso de la ten­
tación lo comprimía; el vigor y fuerza
de la gracia lo dilataba. Para que los gran­
des dones recibidos de Dios no lo levan­
tasen sobre sí, era avisado de su propia
flaqueza de lo que era en sí 5 y para que
no quedase abrumado con el peso de su
fragilidad debaxo de s í, era levantado
con la virtud de la gracia sobre sí mismo
á esperar del poder Divino lo que no pue­
de la flaqueza humana i 'y con esta alter­
nativa fue el Santo Apostol en todo gran-
I 99
D E C IM A Q U A R T A .

de. Grande en el obrar, y grande en el


padecer. Grande en la prosperidad, y
grande en la adversidad. Grande en el es­
tado de favorecido, y grande en el de ten­
tado i y tanto mas grande en los ojos de
D ios, quanto en los suyos propios fuer
mas humilde y pequeño. ¡ Pero ay de mí í
¿Y en qué vendría yo á parar sí me halla­
se tan rico de dones como San Pablo;
quando ahora me veo tan falto de ellos,
y por otra parte tan abundante de mise­
rias y tan lleno de pecados, no sé humi­
llarme? Todo quanto en mí se halla to­
do es materia de humillación, y yo lo
convierto todo en propia estimación y
vanidad. ¡O desconcierto!^Y por ventu­
ra soy otro de lo que soy aun quando
finjo dentro de mí mismo ideas tan lison-
geras ? Dadme 7 Señor, luz que disipe es­
tas tinieblas de mi alma, y me dé á co­
nocer quien sois v o s, y quien soy yo , y
os ofrezca voluntariamente el sacrificio de
alabanza. Harto tengo, Señor, de que hu-
2 00 M E D IT A C IO N
millarme.y $ín ser necesario acudir á aquel
tremendo cauterio humillante y abatí-
dor que por altos juicios permitisteis vos
en vuestro ApostoL

PUNTO SEGUNDO,

Propíer quod ter Domtnum rogavi ut discederet á


me. 2. ad Cor. 12. v. 8.

San Pablo que en todos sus trabajos


y tribulaciones triunfaba de gozo, y con
ánimo generoso acometía por los peli­
gros mas formidables sin aterrarse; veis-
lo aquí ahora, que fatigado de la grave
tentación, y todo lleno de confusion y
vergüenza recurre á Dios, para librarse
de esta molesta tentación. N o se conten­
tó San Pablo con recurrir á D ios, una,
dos, ó tres veces, sino que continuó re­
pitiendo la misma instancia muchas ve­
ces i que esto quiso decir e'l, aunque no
hace mención mas que de tres, compre^

hendiendo debaxo de esas tres un niime-;
2 2 CIM AQ VARTA. 201
xo indefinido de muchas, freqüentes y
repetidas veces sapenumeroy 1 como decla­
ra San Juan Chrysóstomo. Veía por una
parte el Santo Apostol la gravedad del
peligro, el grande poder de un enemigo
tanto mas digno. de temerse , quanto el
es mas doméstico y casero, y acomete mas
de cerca y mas á su salvo, sin querer
desalojar su puesto aunque sea á duras
penas, que sus armas son temibles no por
el terror con que espanta y sujeta, sino
por el alhago con que cautiva y engaña, fej
Veía por otra parte su propia flaqueza C
y fragilidad. Grandes fuerzas, poder, as­
tucia y seducción de parte del enemigo
que combate, y grande flaqueza y debi­
lidad de parte del combatido obligan á pe­
dir socorro y ayuda para salir con vic­
toria del combate. ¿Y á quién debia acu­
dir San Pablo, que pudiese darle este so­
corro y ayuda, sino á Dios? A aquel Se­
ñor que es fuerte y poderoso en las ba-

i Chrysost. hom. aff. (j


a Oa M £ D I T A CION

tallas: que solo él puede sosegar al mar


alborotado : que manda á los vientos y
se. aquietan i y á cuya voz de tanto im­
perio y magestad enmudecen y se apaci­
guan las ruidosas tempestades. No hay
otro de quien pueda esperarse cabal so­
corro , y remedio en semejante lucha y
combate. Sabe muy bien el Señor la ma­
sa de que somos formados, y tiene siem­
pre muy presente, como dice el Santo
Profeta David , 1 que no somos otra co­
sa que un vil y despreciable polvo, ma­
sa frágil y quebradiza, polvo ligero y
fácil de arrebatarlo consigo el viento de
la tentación. ¿ Quien otro puede darle
consistencia y firmeza, sino Dios? Por
esto San Pablo como tentado, acudió á
este remedio, y como Maestro y Doctor
dio con su doctrina y exemplo esta sa­
ludable instrucción á los fieles, enseñán­
doles el continuo y fervoroso recurso á
D io s, como una de las mas poderosas ar-

l Psalm. 102.
ZtZCXMAQZTARTM 20 J
mas para salir sin lesión de semejantes
batallas. ¿No veis como la necesidad y.
el peligro obliga los hombres á ser solí­
citos y diligentes en buscar el remedio
de sus males? Un pobre mendigo acosa^
f
do de la hambre solícita con grande ins­
tancia la misericordia de los ricos, y con
voz trémula y lastimera publica su mise­
ria en medio de las plazas para mover­
los á compasión. Un enfermo que se ve
en peligro grave no cesa de clamar al
Médico en su ayuda. La prosperidad ha­
ce á los hombres floxos y descuidados en
busca del remedio, Y si las miserias y
peligros del cuerpo estimulan tanto á los
hombres á pedir el socorro á aquellos de
quienes pueden lograrlo, ¿con quánta ma­
yor diligencia y fervor debemos nosotros
clamar á D io s, que sea en nuestra ayu­
da, durante la tentación y peligro? En
nosotros no hay que esperar, porque so­
mos flacos: arrimo de otra criatura no
nos sirve y porque es frágil como noso-
a 04 MEDITACION
tros mismos. Solo Dios es fuerte , y de
él solo podemos esperar la fortaleza, que
ningún otro tiene, ni puede darnos. T o ­
da ayuda que puede venir de las criatu­
ras es de poca virtud y poder como ellas
son. Los hombres aun quando tienen vo­
luntad de socorrer muchas veces, no pue­
den hacerlo; y otras veces aunque pue­
dan les falta la voluntad para ello, por­
que tan flaca es su voluntad para el que­
rer, como lo es su virtud para el poder.
Pero Dios nuestro Señor que tiene el po­
der igual al querer, y puede tanto, quán-
to quiere, puede ayudarnos en todo, y
tiene voluntad de socorrernos, mayor que
la que nosotros tenemos de ser socorri­
dos , pero quiere que se lo pidamos 5 y
á este diligente recurso á Dios obliga la
tentación, y estimula con su gravedad y
peligro á los Santos á orar, clamar y pe­
dir á Dios que les ayude, y Dios se com­
place mucho en esto , y recibe de ello
mucha gloria. ¿Con qué ojos llenos de
JSECIMAQV'A&TA. 20 5
benignidad y gracia miraría jesuchristo á
su grande Apostol y amigo Pablo, pos­
trado á sus pies, y fatigado de la ten­
tación, llorando, gimiendo y suspirando
por el remedio? ¿Qué le descubría sus mi­
serias con mayor confianza que la que
tiene un misero Lazariento en mostrar á
un práctico y piadoso Cirujano sus lla­
gas y apostemas? ¿Qué se presentaba co­
mo un pobre y desvalido, tocando y re­
plicando con continuas aldabadas de sú­
plicas y ruegos las puertas de aquella ri­
quísima misericordia , pidiendo el socor­
ro d$ que tanta necesidad tenia? ¿Y nos
persuadiremos nosotros, que ruegos y sú­
plicas continuas, nacidas de tanta humil­
dad, y del profundo conocimiento de la
propia miseria no han de ser atendidas
en aquel tribunal, en que la misericor­
dia tiene por suma gloria despachar con
prontitud todos los memoriales que se le
presentan por parte de la miseria? ¿Cck
mo es posible que se hagan sordos, pa-
20 6 * M E D IT A C IO N
xa los hijos del R eyno, aquellos piadosos
oídos de Dios que según nos dice la Es­
critura 1 están siempre patentes y vigi­
lantes para escuchar los clamores de los
hijos de los cuervos, que desde su nido'
abren la boca para pedir al Criador de
todos aquel sustento que les falta por
abandono de sus padres? ¡O Dios gran­
de y misericordioso! * Corre por vues­
tra cuenta el cuidado del pobre, nos di^
ce vuestro Profeta, y os preciáis de ser
el apoyo del huerfáno y desvalido. ¿Quie'n
mas pobre que yo , que no tengo arri­
mo alguno en quien estrivar? Nada ten­
go porque soy nada? y lo que en mí hay
vuestro es, porque vos me lo habéis da­
do. Todo lo que no sois vos, todo es
quebradizo ; ¿y que arrimo puedo yo
buscar fuera de vos que no me sirva án-
tes de caida que de apoyo? Soy pobre,
soy huerfáno, soy desvalido, no tengo
arrimo en que estrivar, me falta todo
i Psalnj. 145. a Píalra. p.
JfECIMAQXTARTA. 20 ^
apoyo en que sostenerme i sí me dexais
en mí solo me derriva la tentación con
su impulso. Estended la mano de vuestra
gracia, que me de las fuerzas que me
faltan para quedar en pie, y no caerme
por debilidad y flaqueza. Desde el pro­
fundo de mis miserias en que me veo en­
vuelto y sumergido levanto los ojos á esas
altísimas montañas /de la Eternidad, 1 que
.sois vos omnipotente sin principio, mi­
sericordia sin fin , bondad sin térm ino,
clemencia sin límites. De esas Soberanas
alturas espero descienda sobre mi pobre
alma vuestro auxilio, socorro y ayuda
para remedio de tantos males , que en
valde se busca, y no se puede hallar en
esta profundidad, porque toda ella es va­
lle de miserias.
ÍUNTO TERCERO.

Sufficit tibí gratia mea*, nam virtus in infírmitate


perficitur. 2. ad Cor. 12. v. 9.

Continuaba San Pablo en su recurso á


Dios para librarse de aquella tan grave,
molesta, é importuna tentación , y no de­
sistió de su empeño hasta que tuvo res­
puesta del Señor. ¿Pero qué respuesta?
M u y otra de la que el Santo buscaba, y
pretendía con su continua y fervorosa
oracion. San Pablo pedia quedar libre de
la tentación; y Dios se la dexa como an­
tes sin quitársela , como él quería. \Gran
documento , y que nos debe servir de
mucha Instrucción y consolacion, para no
dexar Jamás de recurrir á Dios en nues­
tras tentaciones, aun quando nos parece
que no nos oye D io s, que sí oye y atien­
de muy bien á nuestras súplicas , si ellas
son como deben ser , con fe y confianza!
Nosotros no sabemos lo que nos convie-
2 O9
D E C IM A Q V A R T A .
ne, y á las veces pedimos lo que no agrada
á Dios, ni es provechoso á nosotros. San
Pablo con ser Pablo pensaba pedir una co­
sa muy grata a Dios, y muy provechosa á
sí mismo 5 pero la respuesta del Señor mos­
tró todo lo contrario, lo dexó con la mis­
ma tentación., y le dio una nueva instruc­
ción. Pablo, te basta mi gracia, le dixa el
Señor. Que fue' tanto como decirle: aunque
en tí eres flaco y débil para resistir á la
tentación; pero en mí serás fuerte y po­
deroso para vencerla. La virtud y fuer­
zas que yo te comunico con mi gracia,
te bastan para que t ú , si quieres, salgas
victorioso de este combate. Con esto le
dio lo que le faltaba, y le dexó lo que
no quería él tener. Dióle fuerzas que le
faltaban á su propia flaqueza para pelear,
y le dexó el enemigo para que tuviese
contra quien combatir. Quería el Señor,
dice San A gu stín , 1 hacer fortísimo á su
'Apostol. ¿Y cómo había de ser esto sin
i Ai]g. de trat. et gra. cap. 47.
TOM. I, O
2 10 M E D IT A C IO N
tener contrario á quien resistir, y contra
quien mostrar y exercitar su fortaleza?
¿Quántas veces nos sucede, que pedimos
á Dios nos libre de algún trabajo, adver­
sidad ó tentaciop, y despues de mucho
tiempo nos hallamos siempre con la mis­
ma tribulación acuestas ?. Si Dios en vez
de quitarnos el trabajo nos aumenta la
paciencia para tolerar, y nos dá fuerzas
para resistir , y virtud para no pecar ní
ofenderle, y para servirle con mas humildad
y diligencia, este es el fin que debemos
pretender, quando le pedimos á Dios que
nos quite la tentación; y si no obstante
de perseverar ella logramos por otra parte
el mismo fin , bendito sea el Señor , pues
cogemos el mismo fru to , aunque sea con
otra mano; pero mano que mas le pla­
ce á Dios. ¿Qué importa que sea fuerte y
fortísimo el enemigo que nos combate,
y nosotros débilísimos para resistirle, sí
por otra parte se nos comunica con la
gracia tanta fuerza, que somos podero-
I>£C IM A Q V A R T A . Ü IX

sos para vencerlo y derribarlo ? Antes


bien en eso mismo pone Dios su gloría.
En ninguna otra cosa se echa mas de ver
la virtud y gran poder de la gracia, que
en la debilidad y flaqueza humana. Y.
esta fue la causa de no librarle Dios á
San Pablo de la tentación, como e'l mis­
mo se lo declaró diciendo : porque mi po­
der le d íxo , se manifiesta, y resplandece
mas en la flaqueza y debilidad i nam vir -
tus in injjrmitate perficitur. ¿Qué muestra
daria de su valor un gran soldado con
vencer y sujetar á un nino de pocas fuer­
zas? Por el contrario, si un nino derri­
base á sus pies vencido á un gigante ar­
mado , prueba sería esto de una fortale­
za imponderable. ¿Qué otra cosa era aque­
lla gravísima tentación de San Pablo, si­
no un gigante armado del abismo ? Con
todo eso el Santo Apostol por virtud de
la gracia de Dios quedó tan esforzado,
que salió victorioso y triunfante T no obs­
tante de ser por solas sus fuerzas ñaco y
02
512 MEDITACION
débil, como lo es un niño de pocos años,
*tGran poder y virtud de la gracia mués*
tran estos combates! ¡Gran gloria acar*
rean á Dios estas victorias! Y si la gra*
cia de Dios nos viste de fortaleza, y nos
pone las armas en la manó, nosotros so*
mos los que las hemos de manejar. N o­
sotros somos los combatidos. Nosotros so­
mos los que peleamos. ¿ Qué quiere decir
esto ? Que se requiere de nuestra parte ía
cooperacion. Si nosotros con todas las
fuerzas que recibimos de la gracia, y con
todas las armas que ella nos d a, nos que­
damos ociosos, nos sucederá lo que su­
cediera á un soldado remiso y negligen­
te , que queda muerto en la batalla por
no haber querido valerse de las armas
que le dieron, quando por otra parte con
el buen uso y manejo de ellas, hubiera
salido triunfante y victorioso. 1 Vos Se­
ñor que con vuestra alta sabiduría co­
nocéis cómo , quando, y en qué manera
i Aug. líb. x. ad simplic. a.
DECIZIAQVAX.TA. Ü J

y circunstancias se mostrará dócil mi co­


razon á los impulsos de la gracia , dad-
mela con toda esa oportunidad tan dig­
na de vuestra misericordia, y tan pre­
ciosa para m í, para corresponder debi­
damente á ella.

M ED ITACIO N XV.
Trato interior de San Pablo con Dios.

ÍU N T O PRIMERO.

Kostra autem conversatio in calis est. Ad Philip. 3.


v. 20.

E s t e cielo material que vémos por la


parte inferior que mira acá baxo á la tier­
ra está sujeto á continuas mutaciones y
grande variedad. Ya se ve sereno , ya
turbados unas veces claro y luminoso,
otras veces obscuro, y lleno de nubes y
evapores : quando risueño y apacible,
íquando triste y tempestuoso. Veis aquí
a I4 M E D IT A C IO N
úna imagen de lo que era el grande Apos­
tol de las Gentes colocado aquí en la
Iglesia. Como un cielo movedizo giran­
do al impulso del divino espíritu, que lo
movía para iluminar con los rayos de su
doctrina, y fecundar con los inñuxos de
sus exemplos y virtudes á todo el mun­
do, ¡Quán varios y diferentes aspectos
presentaba este cielo á los hombres por
la parte que mira á la tierra! Ya se veía
sereno con las admirables conversiones
que obraba la luz de su predicación; ya
turbado con las persecuciones y alboro­
tos que se levantaban contra é l Unas ve­
ces claro y luminoso, con el esplendor
de sus milagros 5 y otras veces obscuro
y nublado con las tentaciones , cárceles
y cadenas, Quando risueño y apacible ,
con los prósperos y abundantes progre­
sos del Evangelio; quando triste y tem­
pestuoso con las lluvias de azotes, tem­
pestades de piedras y terror de los naufra­
gios, Esta era la faz que presentaba Pablo
D j¡±CIMA QU JN T A . 2 1§

por la parte inferior que mira á la tierra.


Mas por la parte superior que mira al
cielo. ; A h ! ¡Y quán otro era el semblan­
te! Aun este cielo material por la parte
superior que mira hacia arriba está siem­
pre bañado de luz y resplandor , jamás
opaco y tenebroso. No ha^ allá riba, ni
nubes que lo ofusquen, ni tempestades
que lo alboroten: todo es p a z , tranqui­
lidad y sosiego. Y este era el semblante
que mostraba Pablo por la parte supe­
rior que mira al cielo. Nuestro trato, de­
cia él escribiendo á los Filipenses , nues­
tro trato y conversación está en el cie­
lo. Aunque con el cuerpo, y con estas
ocupaciones y ministerios exteriores vivi­
mos como los demás sobre la tierra, an­
damos, comemos, dormimos, trabajamos,
padecemos , experimentando en nosotros
toda esta variedad y mutación de la car­
ne corruptible; pero en el trato y co­
municación interior; en el modo, insti­
tuto y manera de vivir; en el empleo ,
2XÓ M E D IT A C IO N
uso y ocupado n de nuestra alma todo es"
celestial y divino 5 nada se halla en él
que sea mundano y baxo y terreno. Nues­
tro pensar, nuestro querer, nuestros de^
seos y aficcionesj nuestras ansias y sus­
piros; nuestro amor, y todo nuestro co­
razon allá en*lo alto está; allá vive en el
cielo, y no aquí en la tierra. ¡O gran­
diosa alma, que así levantaste el vuelo ,
como generosa aguila sobre todo lo ter­
reno, para colocar tu nido en aquellas
altísimas y soberanas rocas de la eterni­
dad , en donde nada hay perecedero, na­
da transitorio ,* todo es sólido, estable y
permanente! Quien veía á Pablo andar
sobre la tierra , veía á un hombre fati­
gado en los caminos, pobre en el vesti­
do , parco en el sustento 7 despreciable en
el porte exterior de su persona. Nada se
veía en él de todo quanto el mundo apre­
cia y estima. Ni los ricos apetecían su
fortuna, ni los grandes envidiaban sil
suerte, ni los poderosos temían su valí-
D E C IM A Q U IN T A . 2 17
miento. Así lo miraban los que acá ba-
xo en la tierra lo velan con los ojos gro­
seros de la carne, que no distinguen sí-
no lo que hace gran vulto en el mun­
do. Pero aquellos ciudadanos del cielo,
que tienen ojos mas delicados, y luz mas
pura, quanto mas remota de los sentidos,
miraban a Pablo como á un conciudada­
no suyo. Con ellos vivía Pablo según el
espíritu i entre ellos moraba con el amor. x
El Santo Apostol en aquel su rapto pro­
digioso habia ya visto aquella felicísima
y bienaventurada patria. El habia discur­
rido por aquella Ciudad Santa y celestial
'Jerusalen. El habia paseado aquellas ca­
lles de alegría, en donde resuenan de con­
tinuo suavísimos cánticos de alleluya. El
habia observado aquellas capacísimas pla­
zas en donde la mútua caridad de aque­
llos deliciosísimos ciudadanos eternamen­
te se dilata sin temor, ni riesgo de an­
gustia, ni apretura. El se habia recreado
1 Chrysost. hom. g. ad Pop. Antiocfi.
2 I 8 M E D IT A C IO N
con ver y contemplar atentamente aque­
llas vistosísimas gerarquías de los Ange­
les , y sus coros hermosísimos 5 el bello
orden , concierto y harmonía de aquellos
Soberanos Ministros del Altísimo. El ha­
bia saludado aunque de paso aquellos sus
ascendientes y antiguos Padres del Pueblo
de Israel, Patriarcas y Profetas que re­
posaban ya en el cumplimiento y pose­
sión de sus oráculos y profecías. El ha­
bia mirado atónito y suspenso aquella ad­
mirable y hermosísima procesíon de las
[Vírgenes, que seguían inseparablemente,
por donde quiera que fuese, al Divino
Cordero , y habia oído aquel suavísimo
cántico siempre nuevo, que solas ellas can­
tan , pero todos admiran y alaban á Dios
por ello. El habia visto á los Mártires
presentar sus palmas ante el trono de
Dios, en reconocimiento de la victoria y
triunfo que por el hablan conseguido de
la muerte. Y traspasando aun el Santo
Apostol toda esa multitud, variedad, her-
& E C IM A Q V IN T A . 2 19

mosura de aquella Ciudad Santa, y de


sus felicísimos habitadores y ciudadanos
afortunados, habia llegado hasta el tro­
no de D ios, para ser instruido en los
secretos mas profundos de la Eterna Sa­
biduría. A llí vio lo que jamás ojos vie­
ron , ni oidos oyeron, ni cupo en cora-*
zon humano. Tal profundidad de miste­
rios y sacramentos: tan altos y divinos
arcanos, que el mismo Apostol no halló
otra expresión para decirlos sino el silen­
cio, quando dixo; no es posible que hom­
bre alguno pueda contarlos, ni referirlos,
quando menos declararlos. Non Ucet he-
mini toqui. De todo quanto había visto y
oído en espíritu San Pablo allá en el cie­
lo , de todo conservaba fresca la memo­
ria, y tenia presente la especie, imagen,
c idea de todo 5 y lo contemplaba con
aquella luz superior que recibía de Dios.
] Considerad ahora quan suspenso y en­
golfado estaría su espíritu en la contem­
plación de objetos tan altos y tan diví­
a 20 MEDITACIÓN
nos! ; Quán ocupado su interior en el
conocimiento de verdades tan relevantes\
¡ Gomo le arrebatarían todo el pensamien­
to , afecto y amor! ¡Quán freqüentes se­
rian las visitas que él haria de nuevo £
aquella Santa Tierra de promisión-, que;
había visto de paso, y la que esperaba
poseer en algún tiempo con permanencia!
A llá enviaría como precursores anticipa-r
dos los deseos de su corazon; y agrava­
do con la mortalidad del cuerpo, que aua
lo detenia acá abaxo, desahogaría su pe­
cho con suspiros tiernos y afectuosos.
¡Cómo levantaría los ojos allá á lo al-,
to saludando de lejos aquella bien ave n-í
turada Patria! ¡Cómo se haría presente»
todos los coros de los Angeles! ¡Cómo
asistiría en espíritu á aquellas juntas fe­
licísimas de los Bienaventurados, para ala­
bar juntamente con ellos á Dios! ¿Y yo?
¡ A y de mí! ¡Miserable criatura que ten­
go un corazon tan pequeño, tan baxo y-
tan pegado á la tierra! ¿Es posible que
21C IM A Q V IX T A . 2 21
me vea yo tan enredado con los falsos y
engañosos bienes que ofrece el mundo ?
¿En que pienso? ¿En qué se ocupa mí
alma? ¿Tan olvidados tengo aquellos in-r
comparables bienes del cielo, que no han
'de merecer de mí un freqüente recuerdo ?
j O profunda inmersión del ánimo en es­
ta miserable carne! ¡Que todo quanto
piensa, todo quanto discurre, todo quan­
to trata, todo ha de ser negocios de tier­
ra! i O baxeza y estrechura de un cora­
zón que busca su contento en estas po­
quedades de la tierra, quando por otra
parte es tanta su capacidad y amplitud,
que la grandeza sola del paraiso puede
llenarla y satisfacerla! ¡O mi Dios! He­
rid mi alma con un rayo de aquella so­
berana luz que rodea vuestro trono , y
dispertadla del profundo sueño en que la
tienen ocupada los sentidos con los ob­
jetos lisongeros, que de continuo la pre­
sentan , y quede ya de una vez desen­
gañada, y pueda decir, con vuestro Apos-
2 22 M E D IT A C IO N '
t o l: mí trato y conversación no es de la
tierra, sino del cielo.

PUNTO SEGUNDÓ.

Non hahemus hic manentem civitatem , sed futuram


inquirimus. Hebr. 13. v- 14*

El alma mas vive donde ama , que


donde anima; y estando la de San Pa­
blo allá en el cíelo con el am or, afi­
ción y deseo r considerad que tal se ha­
llarla aquí en la tierra? quien de con­
tinuo revolvia en su interior las nobilí­
simas ideas é imágenes de aquellos inefa­
bles bienes, que jamás pasan, y que con
su permanente estabilidad fixan el cora­
zon inquieto, y lo hacen reposar de una
vez con pleno descanso y sosiego , ¿cómo
miraría esta terrena habitación en que se
veía aun estrechado, y oprimido por el
peso y mortalidad del cuerpo? La mira­
ba como ella es, posada de pasageros, hos-
pedage de viandantes, y asimismo se con-
D E C IM A Q U IN TA - 2 23
templaba como peregrino , que nunca pa­
ra , y que está siempre de viage. No te­
nemos aquí, decia él escribiendo á los He­
breos , Ciudad permanente, ni nosotros,
estamos quedos. Vamos siempre caminan­
do , yendo en busca de otra Ciudad que
no vemos. Ella está ausente , y remota
de nuestros ojos 5 pero allá vamos á pa­
rar. Ella es el punto de dirección, y des­
tino á donde encaminamos nuestros pa^
sos. ¡ O gran verdad ! ¡Altísimo desengaño
para los mortales i N o , no tenemos aquí
Ciudad permanente. La constante revo­
lución de los tiempos, la ordenada y con­
tinua sucesión de los dias y de las no­
ches , de los que nacen y de los que mué-*
ren, es el clarín mas sonoro, y un públi­
co pregonero', que nos avisa é Íntima,
que nada hay aquí en la tierra de fixo y
estable, que todo es transitorio y pasage-
ro, que todo pasa, y nosotros juntamente
con ello , que nuestra vida sobre la tierra
es peregrinación y camino, y nosotros
2 24 M E D IT A C IO N
viandantes y peregrinos. ¿Qué hace un’
peregrino que se ve lejos de su patria, y¡
que ardientemente suspira por ella , co~
mo suspiraba el grande Apostol por aque­
lla soberana Patria en. donde tenia fk o
su corazon, y puesta su morada? El pe-,
regrino no pierde jamás de vista su des*
tino. El deseo de su patria por quien sus­
pira, le hace suave y ligero el viage,.
aunque sea por otra parte áspero y de­
sabrido. Si ocurren ríos rápidos y peli­
grosos 7 él busca modo de vadearlos* El
.vence la dificultad y aspereza de los ca­
minos , él trepa por montañas fragosas y¡
escarpadas, él durante su viage, tolera los
ardores del d ía , los fríos y escarchas de
la noche, él sufre la sed, y falta de fuen-«
te con que apagarla, y la hambre quan­
do no halla venta, ni posada en que to­
mar el sustento necesario 5 y no obstante
la dificultad y fatiga del peregrino pasa
adelante, él procura siempre adelantar el
viage, y ganar terreno para acercarse mas
ZiJE C X X A Q V IN T A ' i 25
y mas á su patria. Este es su destino; y
esto es solo lo que le interesa* Su patria,
que nunca pierde de vista, es lo que lo
anima, lo mueve, lo emplea, y le dá fuer­
zas para viajar sin detenerse, por mas im­
pedimentos y dificultades que se inter­
pongan. Veís aquí lo que era Pablo en
la tierra. El paraíso en donde tenia él
puesta ^u morada y conversación interior
estaba siempre á su vista, con el conti­
nuo recuerdo y memoria. A llí vivía, su
corazon; allí habitaba su alma, con el
amor y deseo. ¿Que' trabajos, qué fati­
gas, qué estorbos podían oponerse en el
víage, que no los venciese y superase la
vista de tan grande bien? Así era; y por
esto llamaba él ligeras sus tribulaciones,
aunque por otra parte eran enormes y
excesivas, y decía: que todos sus traba­
jos , dolores, fatigas y penas no eran con­
dignas , ni tenían proporclon con el in­
menso peso de gloria, que está para ellas
reservada en el paraíso. Mas al peregri-
TOM. I. p
2 26 M E D IT A C IO N
no no siempre ocurren asperezas que ven­
cer , ni grandes trabajos que superar en
el discurso de su viage. El lo encuentra
á veces con llanuras apacibles, con pra­
dos verdes, que recrean la vista con su
amenidad , con campiñas cubiertas de va­
riedad de flores, que deley tan con su her­
mosura , con arboledas bien ordenadas,
que entretienen con su bella proporcion
y simetría, con villas, con pueblos y con
ciudades, que con la multitud y variedad
de objetos que presentan á la vista con­
vidan al pasagero á lograr su diversión*
Nada de estofe importa al peregrino, que
vá en busca de su patria; todo ello es
ageno de su destino : su patria es el fin
de su viage, su patria es el blanco de sus
deseos, su patria es el lugar de su habi­
tación , su patria es por quien suspira su
alma, su patria es el término de su es­
peranza, y á donde ha enviado de ante-
maño su corazon, como huesped que lo
aguarda. El no permite dilación, ni su-
X>ZCIM AQUIh7T A . 2 1 /

frc tardanza , ni demora en el viage. Por


todo atropella á fin de no retardar áu
arribo, que es lo único que le interesa^
El pasa de largo, y sin hacer caso de
todos esos objetos de placer y delicia que
le ocurren en el viage. N i bastan para
detenerlo mas de lo necesario, que los hos-
pedages que se hallan en el camino sean,
magníficos y suntuosos, ni que sus cáma­
ras este'n ricamente adornadas de preciosos
muebles y alhajas; él toma su refrigerio
con brevedad, y adelante; todo lo dexa:
N i que se encuentre con festines y ban­
quetes , fiestas y regocijos no se para, por­
que todo ello lo mira como costumbres pro­
pias de aquel pais, y de los que han esta­
blecido su morada y habitación en aque­
lla tierra; pero que él es allí forastero,
viandante y peregrino, que pasa de lar­
g o , y vá.en busca de su patria. *(0 gran
desengaño, sí se tuviera siempre presen­
te , y se ponderara con la debida refle­
xión! Magníficas casas, palacios suntuo-
2 a8 M E D IT A C lÓ X r
sos, piezas de grande variedad y adorno,
hospedages son y ventas de camino, que
se hallan en esta peregrinación. Otros,
ántes de m í, entraron en ellas, y pasa­
ron. Yo estoy ahora , y pasaré. Sucede­
rán otros despues de n ií, y pasarán. Con­
tentos , gustos j placeres , ñores son , pra­
dos y arboledas, que recrean con su ver­
dor y hermosura durante la primavera
de la edad , y la templada estación de los
bellos años. Pero dexad que vengan los
ardores de una fiebre, los fríos de la en­
corvada vejez, y el invierno de la muer­
te , y todo perecerá. ¡ A h ! peregrino soy
en esta tierra : viandante soy, y no mo­
rador , y como tal debo portarme, mi­
rando todo lo temporal y terreno de pa­
so, y sin apego, si quiero tener mi trato
y conversación en el cielo, y ser su ciu­
dadano.
PUNTO TERCERO.

Jam non estis hospites , et advena $ sed estis ch es


sanctorum 9 et domestici D e i . A d Ephes. 2. v. 19.

El que es huesped é inquilino en al­


guna tierra, á otra ciertamente pertene­
ce de donde ha venido. Y si á todo el
mundo lo miraba San Pablo como á hos-
pedage de paso, y como á peregrinación
de viandante y pasagero, alguna Ciudad
tenia á quien perteneciese, como miem­
bro su y o , y con cuyas leyes se gober­
nase, y siguiese sus máximas y costum­
bres para conservar el derecho de ciuda­
dano* A sí es. Lo que era San P ab lo , y
lo que todos debemos ser lo declaro el
mismo Apostol escribiendo á tos de Efeso,
quando dixo ; Ya no sois huespedes y ad­
venedizos 7 sino que conciudadanos de los
Santos, sois de la Casa y Familia de Dios.
Veis aquí la Ciudad, cuyo ciudadano era
San Pablo. ¡Gran dicha! ¡Felicidad incom-
230 M E D IT A C IO N

parable ! ¿A qué mayor honra puede as­


pirar un peregrino, que á ser ciudadano
de la mas magnífica y preciosa Ciudad ?
¿Ciudad santa, y Ciudad de Dios? ¿Qué
mayor fortuna puede pretender un po­
bre huespued y advenedizo, que entrar
en la Casa de Dios como uno de su Fa*
milia? Esta es la honra que le pertene­
ce al que vive como verdadero peregrino
sobre la tierra. Esta es la dicha que al­
canza el que se porta en este mundo co­
mo forastero y advenedizo. El ciudadano
debe gobernarse por las leyes municipa­
les de la Ciudad, debe seguir sus máxi­
mas , y conformarse con sus costumbres
y usos. San Pablo, que habia estado, aun­
que de paso, en aquella Santa Ciudad, y
visro sus habitadores habia aprendido sus
leyes, y observado las costumbres y usos
de ella. El nos las traxo para publicar-*
la s , y las que él mismo observo constan-*
temente, y debíamos nosotros observar
en esta nuestra peregrinación, para ser
& E C IM A Q U IN T A . 2 3I

contados ya desde ahora en el número de


aquellos felicísimos ciudadanos, y que­
dar nuestro nombre escrito en el libro
de aquella Ciudad nobilísima y preciosa.
La ley eterna de D ios, que es su santí­
sima voluntad > es la que reyna y go­
bierna en aquel pais. bienaventurado. T o ­
dos aquellos habitadores transformados en
D ios, y en virtud de su clara visión he­
chos semejantes á él, por una altísima
participación del ser Divino son también
semejantes á Dios en el querer, no tenien­
do otra voluntad que la Divina , ni otro
querer, ni no querer, que lo que Dios
quiere, 6 no quiere, y quando quiere, y
como quiere. A llí no hay cosa transi­
toria, ni mudable, porque está fundada
aquella Santa Ciudad sobre todo tiempo,,
sobre toda mutación, sobre toda revolu­
ción de so l, luna y estrellas que regulan
los tiempos i todo es allí estable y per­
manente, N i hay sucesión de dias, ní de
noches, siempre es de d ia , y dia eterno,
>3 3 MEDITACION
claro y resplandeciente , sin reconocer
jamas ocaso. A llí no h a y , ni amarguras
de envidia, ni preferencias de soberbia,
ni desprecios de arrogancias 7 ní puntillos
de vanidad. Todos honran, y todos son
entre sí mismos mutuamente honrados.
A llí no hay > ni murmuraciones que con­
tristen , ni porfías que inquieten, ni di­
sensiones que desazonen, ni chismes que
perturben : todo es tranquilidad y sosie­
go , porque todos son hijos de la paz.
N o hay allí fastidio, ni desden, ni mo^
rosidad, ni enfado* Las costumbres, tra­
to , y mutua comunicación entre sí mis­
mos de aquellos humanísimos ciudadanos,
todo es afabilidad y dulzura, caridad y
gozo, benevolencia y alegría. Las alaban­
zas de D io s, el júbilo, y cánticos de agra­
decimiento y bendiciones son los usos y
exercicio continuo en que se emplean
aquellos santos y dichosísimos ciudada­
nos. i O quántas, y quán magníficas ala­
banzas se han dicho de tí Santa Sign y
V Z C IM A Q V IX T A . 233

Jerusalen celestial y Ciudad de D io s!


Pero todo es corto y pequeño en com­
paración de lo que tú eres. ¡Dichosos y
eternamente felices los que merecieren en­
trar por tus puertas , y reposar en el gó-
^20 y posesion de tus bienes inefables í
A eso aspiramos los que vivimos sobre
la tierra, animando entretanto nuestra
flaqueza, y sustentando nuestra pusilani­
midad con el deseo y esperanza. Y vos,
Santo Apostol m ió, que también copias­
teis en vuestra vida las leyes, máximas^
usos y costumbres de aquella Santa Ciu­
dad, viviendo en esta peregrinación una
vida inocente, y llena de toda virtud y
santidad, semejante á la que viven los
ciudadanos del cielo, alcanzadme de Dios
gracia para imitaros perfectamente , hu­
yendo de las máximas depravadas del mun­
do , y abrazando con todo mi corazon
las que son propias del cielo, Que se -man­
tenga mi alma humilde, Sujeta y rendida
á Dios en los sucesos prósperos, firme y
2J3 4 - M E D IT A C IO N

constante en los adversos, paciente en los


trabajos, fuerte en las tentaciones, mag­
nánimo en promover vuestra honra y la
gloria de Dios , y perseverante en toda
virtud, hasta que finalmente acabada esta
laboriosísima peregrinación sobre latier*
l a , merezca ser compañero y conciuda­
dano vuestro en el cielo. Amen.

M ED ITA CIO N XVI.


Menosprecio de San Pablo de la opinion
y estima de los hombres.

PUNTO PRIMERO.

M ih i autem pro mínimo est ut á vobis ju d tcer, aut


ab humano dte. i . ad C o r. 4 . v. 3.

L o s que se miran como habitadores del


m undo, atienden á las máximas del mun-*
do como leyes que deben seguir, y cos­
tumbres con. las quales se deben confor-'
mar. Todo lo que el mundo estima, es*.
d z c im a s z x ta . 235
timan ellos. Todo lo que. el mundo hon­
ra y aplaude, lo tienen ellos en grande
aprecio. Todo lo que el mundo vitupera,
lo miran ellos con horror? porque se tie­
nen á sí mismos por ciudadanos de este
mundo, y los ciudadanos se conforman
en todo con las máximas, leyes y cos­
tumbres de la Ciudad en donde viven.
Mas los que se miran como peregrinos
en este mundo, y han caminado por la
senda de la virtud hácia al cielo, que es
su propia Ciudad y Patria á donde aspi­
ran, deben gobernarse por otras leyes,
seguir otras máximas, y conformarse con
otras costumbres contrarias del todo á las
del mundo. ¡Difícil empresa! Unos y otros,
así los que se tienen por moradores, co­
mo los que se tienen por peregrinos vi­
ven juntos, y hay entre ellos, por una
parte , una mútua comunicación y cor?
respondencia en el trato , y por otra par­
te , una perpetua contrariedad de sentb-
jnientos. Y veis aquí el origen de don-
23 6 MEDITACION
de nace aquella continua guerra, que ex^
perlmentan los buenos de los m alos, los
que se rigen por el espíritu de Dios, de
los que se gobiernan por el espíritu del
mundo.- Guerra que hace difícil el cami­
no de la virtud > y que bien es menester
una grande fortaleza para no desmayar
dexando de proseguir el camino comenza­
do , ó desviándose de el por veredas des­
conocidas , ó tomando el camino contra­
rio y por no oponerse al enemigo, y vi­
vir en paz con él. San Pablo con ser San
Pablo sacrificado del todo al bien del pró­
ximo ? y no obstante el grande empeño
que siempre tuvo en acomodarse con to­
dos, y en todo lo que buenamente po­
día , sin dar ofension, ni disgusto á na­
die, sin perdonar á trabajo, ni fatiga, y
¡cediendo aun de su derecho en varias
'cosas que podía legítimamente pretender,
ry executar como Apostol que era del Se­
ñor 5 con todo experimentó en sí esta
"contrariedad y oposlcion de ciertos Doc­
tores arrogantes, que con máximas en­
contradas sembraron la discordia y divi­
sión entre los Corintios ; y atendiendo
mas al esplendor de la humana sabidu­
ría y eloqiien^a, que á la humildad y
simplicidad de la predicación apostólica,
comenzaron á despreciar,.y.tener en po­
co á tan grande Apostol. ¿Pero que' hizo
San Pablo ? ¿Acaso desistió de su empre-
$a? ¿O se conformó con las máximas de
aquellos Predicadores vanos, soberbios y
presumidos? Nada de eso. El Santo Apos­
tol asegurado de la rectitud de su proce­
der, despreció todo lo demás. A mí., (dice
el escribiendo á los Corintios) á mí no
se me dá nada ser juzgado, y tenido en
poco de vosotros, ni de otro alguno,
sea el que fuere, y aunque por su elo-
qiiencia y sabiduría, por su nobleza, au­
toridad y poder sea en el mundo mas
ilustre, mas claro y visible que la luz del
dia. Los que se gobiernan por las leyes
del espíritu, y no por las máximas del
238- M E D IT A C IO N
mundo se encuentran freqüenteménte con
estos impedimentos que vencer, para ir
adelante su camino, ¿Qué pensarán los
hombres, y qué dirán de m í, si yo que­
riendo atender al bien de^mi alma, me
entrego á una vida devota y recogida?
¿Sí doy de mano á todos aquellos usos
y costumbres que observan otros ? ¿Si me
retiro de aquellas públicas concurrencias,
de diversión y recreo á donde asisten los
demás ? Me tendrán por una persona me­
lancólica ; que soy enemigo de la socie­
dad y buen gusto ¿ que soy de genio es-
travagante y singular, queriendo en este
mi modo de proceder tachar á los demás
de poco ajustados. Y veis aquí como es­
ta opinion y juicios humanos se les para
en medio del camino como un fiero león,
que los aterra con su rugido, y les ataja
el paso. Es cierto que somos deudores á
todos, y debemos evitar la ofension del
■próximo quando se puede buenamente
hacer sin perjuicio de nuestra alma. Hay
1>MCI3£ASS'XT-A. 239
ciertos lances q u e, ó la necesidad, ó las
circunstancias del tiempo, lugar, ó del
estado y condicion de las personas, en:
cierto modo piden el condescender coa
el próximo> y quando así fuere, no sien­
do por otra parte la cosa de suyo mala,
ó peligrosa, nada perderé del estado de-
la virtud en conformarme con los demás,
procediendo con la recta intención de
evitar la ofension é inquietud del p róxi­
mo que de lo contrario se siguiera, 1 y
observando las regias de la debida mode^
ración, templanza, y christiana sobrie­
dad : por lo demás debo ser inexorable
para otro qúalquier respeto humano, que,
esté fundado en las máximas del mundo
y de la carne, que de suyo tiran á des­
viar al alma de la senda de la virtud, á
fomentar el fausto > vanidad y soberbia,
y á buscar el desahogo de los sentidos.'
En esto yerra la opinion y juicio huma­
no , quando mira como punto de honra
240 MEDITACION
el conformarse con los demás que van
por ese rumbo, y . tiene por deshonra el
apartarse de ellos. Aquí conviene atener­
se á la maxíma del A postol, y decir con
éU A mí no se me da nada ser juzgado,
y tenido en poco de los hombres , y pa­
sar adelante su camino sin hacer caso de
lo demás, piensen lo que pensaren, y di­
gan lo que dixeren los hombres. A sí lo
hizo San P ablo , siguiendo y continuan­
do su carrera apostólica entre alabanzas
de unos y vituperios . de otros i qukn lo
honraba, quien lo despreciaba. Unos lo
miraban como Apostol verdadero, y otros
como falso y engañador. ¿Estoy yo así
firme y resuelto á seguir el camino de la
virtud ? ¿Me hallo con esta preparación
de ánimo para recibir, y sin tituvear to­
da esta variedad de acontecimientos, que
la vana opinion y juicios mundanos dan
de sí? ¿A pasar por la deshonra, igual­
mente que por la honra? ¿A sufrir sin
turbación dichos agudos, salados y gra-
D Z C IM A S E X T A . 241
cíosos, pero, picantes, con que el mundo
suele notar, unas veces á las claras, y
otras veces indirectamente la conducta de
los que se retiran de e l, por recogerse
y entregarse á Dios ? Si yo fuere tan co­
barde y que no tuviere valor para resistir
á todos esos enemigos, y mantener mí
puesto, ciertamente que mi virtud es muy
n iñ a, pues tan presto la espanta 5 y se
espanta de lo que es pura sombra, y no
realidad. ¿Y qué otra cosa es esa vana
opinion, esos errados juicios, y ese qué
dirán tan temido, y tan respetado de ios
mundanos? ¿Es otra cosa que una som­
bra pero sin cuerpo? ¿Y un sueño, que
se desvanece al tiempo mismo de abrir los
ojos y^despertarse ? ¿Sí yo voy bien de­
lante de D ios, qué importa que á los hom­
bres les parezca que ando mal? También
al que mira con Un vidrio verde le pa­
rece verde la nieve, y no obstante esto,
ella se queda tan blanca como es en sí
misma. ¿Acaso añadirá bondad y valor
tom. 1,. q
14 a M E D IT A C IO N
á mis obras, ei que. el mundo las aprue­
be? ¿O disminuirá el mérito de ellas, el
que el mundo las repruebe? Aunque to­
do el mundo me alabe, si Dios me vitu­
pera, yo ciertamente saldré condenado en
el Juicio de la verdad. Y por el contra­
rio , aunque todo el mundo diga mil in­
famias contra m í, si Dios me aprueba,
nada tengo que temer; bien puedo estar
seguro de que seré absuelto en el tribu­
nal de la rectitud. ¿Pues dónde está el
terror de los juicios del. mundo? Si nada
quitan , nada añaden á las cosas , y á
todas dexan como ellas son en sí mismas,
¿serán esos juicios otra cosa que una som­
bra , que no tiene ser? ¿N o deben mirar­
se como un sueño, que si espanta, espan­
ta solo á los dormidos; pero que al dis­
pertarse se rien, y hacen burla de todo
? quanto han .soñado? ¡A h ! ¡vanidad, va­
nidad! ¿Y no tengo yo mucha razón para,
indignarme contra mí mismo , si me hace
fuerza lo que tan vano es? Vana es la
Z>Ji CIMÁSEXTA. Ü43

opiníon, vanos los juicios, y vano el qué


dirán, de los mundanos* ¿Y es posible que
una cosa tan van a, y que no subsiste,
ha de ser la regla del vivir y del obrar ?
I Que por respeto de ese qué dirán , hago
lo que no debo hacer, y dexo de hacer
lo que debía obrar? jO perversidad del
juicio! Tenemos la fe, que muestra el
bien que hemos de seguir, y el mal que
hemos de evitar. Sigámos esta luz verda­
dera, que no yerra, y dexemos ‘esa otra
que no es luz que aclara, sino tinieblas
que lo confunden todo. ¡ Ó Unige'nito del
Padre, luz eterna é increada 1 Luz que
resplandece entre las tinieblas, y que vi­
niste al mundo para alumbrar á todos,
dad á mi alma luz para creeros á vos,
que sois la misma verdad? y no al mun­
do , que es falso y mentiroso : luz para
seguiros á v o s, que sois el camino recto
y seguro; y no al m undo, que es preci­
picio : luz para esperar en v o s, que sois
la vida bienaventurada que debo desear;
Q2
a44 M E D IT A C IO N
y para aborrecer al mundo de quien na­
da tengo que esperar,• ni desear , ni ape­
tecer, que pueda darme vida.

PUNTO SEGUNDO.

S i adttc bominibus placerem , Christi servas non


essem. Ad G al. i . v. 10.

Los que han tomado por guía de su


conducta el juicio del mundo y su vana
opinión, muestran un grande empeño de
agradar á ios hombres, y temen con igual
solicitud desagradarles. 1 Si el conduc­
tor es ciego, ¿á dónde pararán los que
le siguen? Si ei juicio del mundo va er­
rado, y su opinion es vana, ¿qué pré-
mio serán las alabanzas, y qué castigo los
vituperios con que el mundo aprueba, o;
reprueba las acciones de los hombres?
Premio sin algún bien , castigo sin al­
gún mal. ¿Y no es una gran locura bus­
car un premio que ningún bien nos trae,
* x.ad C$r.
J> £ CXMASEXTA. 245
y temer con tanta inquietud un castigo
que nada de mal nos acarrea? San Pablo
que tenia tan bien conocida esta verdad1,
miro la honra del mundo, sus alabanzas
.y vituperios con aquel mismo alto des­
precio, que habia tenido de los juicios y
vana opinion de los mundanos. Y o , di­
ce el escribiendo á los Galatas, Si aun
pretendiese agradar á les hombres, no
seria siervo de Jesuchristo, ¡Terrible sen­
tencia! ¿Pues qué, tan grande mal nos
trae el apetito y deseo de agradar á los
hombres, que por ello hayamos de per­
der la honra de ser siervos de Jesuchris­
to? También San Pablo procuraba, como
él mismo d ice, agradar á todos. ¿ Pero
cómo? El mismo se explica. Y o , d ice,
procuro en todas las cosas agradar á to­
dos, no buscando , ni pretendiendo mí
propia honra y utilidad, sino el prove­
cho de muchos, para que todos sean sal­
vos. El bien, ó el mal depende del fin,
ó motivo que tenemos en nuestras obras.
246 D I T A CIO JW
San Pablo con su humildad y mansedum­
bre , con su buena gracia, afabilidad y
dulzura, con su proceder lleno todo de
caridad y z e lo , agradaba á los hombres,
y se conciliaba la benevolencia de todos
para que oyesen con gusto su predica­
ción , y abrazasen la fe de Jesuchristo. Y
esto era lo que él pretendía ¿ y agradar
de esta suerte á los hombres, es agra­
darles con utilidad y provecho, dice San
Agustín, 1 porque entonces, no tanto es
el hombre, quanto Dios el que agrada ,
y es glorificado en los dones y gracias
que por ministerio del hombre se reci­
ben. ¡O h , y quan grande bien, y quan­
to provecho espiritual se sigue al próxi­
mo de un modo de .proceder como este,
de tanta rectitud y pureza de intención!
Imitar en esto á San Pablo es entrar á la
parte de su Apostolado. El que por su
nobleza, autoridad , poder, instrucción
y otros dones naturales se hubiere gran-
&ZCIMASZXTA. 2 4J
geado la estimación, benevolencia y agra­
do ; teniendo por otra parte la virtu d ,
inocencia y santidad, y otros dones so­
brenaturales, que son los que dan efica­
cia á los primeros, puede en el trato fa­
miliar y ordinario ser de grande prove­
cho y utilidad espiritual al próximo. Ga­
nada ya de antemano la voluntad de otros
con la edificación de vida, buena gracia
en el trato y conversación, humanidad y
mansedumbre en todo el porte exterior,
todo quanto dixere será bien recibido.
Los documentos de virtud que inspirare
para ei b ien ; los medios que sugirie/e
para huir del mal, y apartar de sí todo
peligro y tropiezo, serán otras tantas se­
millas, qu& á su tiempo producirán en el
corazon de los que oyen el fruto corres­
pondiente. Obrar así, no es. pretender que
el hombre agrade á otro hombre, sino
que la virtud y Dios, que es el dador de
eUa;, agraden á todos. Pero el querer
agradar á los hombres, con el fin de ser
24 8 M E D IT A C IO N
honrado , estimado y alabado de ellos,
. eso es vanidad. Eso no es agradar con
provecho de otros; sino con daño pro­
pio del mismo que es alabado, perdien­
do de esta suerte el premio de su buena
o b ra, por gozar de un poco de ayre de
Vanidad, que de suyo dan las alabanzas
y aplausos de los hombres. ¡Pésimo co­
merciante, llevar todo el peso y fatiga
de la obra, y quedarse sin ganancia, ní
premio por solo el fin vano con que la
ha corrompido! Con pretender las ala­
banzas de los hombres > pierde las de los
Angeles, que hubiera merecido, si obra­
ra con recto fin, como debiera. ¿ Y no
es este un trueque y cambio lastimoso?
A un entre los mismos amadores de la
vanidad, ; quién de ellos quisiera ser an­
tes alabado de una tropa de muchachos,
que de una junta respetable de hombres
sabios de juicio, taadurez y autoridad?
¡Tanto vá de unas alabanzas á otras! De
jas alabanzas de los A ngeles, á las ala-
2E C IM A S X X T A . a 49
banzas de los hombres. En todas las ar­
tes se busca mas la aprobación de. los pe­
ritos, que de los ignorantes. Él que ha­
ce algún retrato mas gustará que su pin­
tura sea alabada de un Pintor hábil é in­
teligente, que de un miserable Labrador,
que no supo jamás manejar otro pincel
que el tosco arado. Quien busca las ala­
banzas de la tierra, pierde las del cielo.
Quien pretende las alabanzas de los hom­
bres, renuncia las alabanzas de los A n ­
geles. Quien quiere ser alabado de la cria­
tura , se priva de ser alabado del Criador.
¿Puede haber mayor locura? ¡O Santo
A postol, y grande amador de Jesuchris­
to ! Vos que tuvisteis siempre puestos los
ojos en aquel Señor, como siervo fidelí­
simo suyo para agradarle en todo, ayu­
dadme con vuestra poderosa intercesión,
para que no pierda yo jamás de vista á
tan gran Señor y Dueño humanísimo,
digno de toda honra y de todo obsequio.
Servir á é l, es reynar. Vivir en su casa
a £O M E D I T A C I O N 1-

y como uno de su familia, es la mayor


honra. Apartarse de su servicio, es caer
en la mayor miseria y calamidad. ¿Y qué
puedo yo pretender allá fuera entre los
hombres que no lo halle con infinitamen­
te mayor ventaja en la casa y servicio de
tan buen Señor? Aquí hallaré yo la hon­
ra verdadera, las alabanzas sólidas , la
gloria permanente, contento sin disgus­
to, gozo sin disminución, opulencia que
no descaece, poder que no se debilita,
grandeza que jamás cae. S í : á este Señor
quiero servir i á e'1 solo quiero agradar,
y tendré-por gran dicha mía despreciar­
lo todo por lograr la honra de ser con-
siervp vuestro , y fidelísimo siervo de
Jesuchristo.

PUNTO TERCERO.

G loria nostra h<sc est testimontum conscientíce nos-


tra, 3. ád Cor, i, v. 13.

. Si los juicios del mundo van errados,


J> E C IM A S E X T A . 2 § I

y es vana su opinion; si las alabanzas


humanas no tienen ser^ ni el bueno-pier­
de su bondad por ser despreciado, ni eí
malo dexa por eso de ser m alo, aunque
todos lo alaben y bendigan , debo yo
buscar fundamento mas sólido sobre que
estrive el bien que pretendo. La honra,
la gloria y el contento que yo busco han
de ser bienes míos. ¿ Y qué seguridad pue­
do yo tener de poseerlos, s i . los deposi­
to en manos de un traidor, y dexo á su
discreción el administrarlos? Y o los ten­
dré , si él quisiere, y quando quisiere y
como quisiere* Si él no quisiere , como
freqiientemente no querrá, por ser infiel,
yo me veré privado de ellos. Quien quie­
re agradar al mundo, y seguir sus má­
ximas como leyes , traspasa á las manos
del mundo su propia gloria , honra y
contento. Mientras el mundo quisiere ala­
barlo y aplaudirlo, disfrutará sus bienes.
A la hora dada que al mundo le dé la
gana de despreciarlo, todo está perdido.
a 5a M E D IT A C IO N

Él queda sin honra, sin gloría y sin con­


tento. ¿Podrá ese tal blasonar que soh
bienes suyos, quando están pendientes de
agena mano , y mano tan infiel T que
siempre y quando quiere se los quita?
i A h ! ; No son bienes los que están tara
fuera de nosotros! Dentro de nosotros
están los verdaderos bienes. Allá fuera en
el mundo se ven las sombras de bienes.
-El cuerpo y solidez del bien dentro de
nosotros mismos se ha de buscar. El bien
sólido y verdadero ha de ser tan m ió,
que nadie me lo pueda quitar, sí yo no
quiero. En esta seguridad de poseerlo he­
mos de colocar nuestro contento y glo­
ría. Así lo hizo San Pablo. Nuestra glo­
ria, decia el á los Corintios, nuestra glo­
ria está puesta en el testimonio de nues­
tra conciencia. Los que vanamente se ale­
gran de oír sus propias alabanzas, ó caen
de ánimo con los vituperios que se di­
cen contra ellos, tienen puesta su gloria,
no' en sí mismos, sino en la boca de los
DZCIMÁSEXTA, 2 £3
que los alaban ó vituperan. Pero los que
miran las cosas con otros ojos, y con la
luz de la verdad tienen puesta su gloria,
dentro de sí mismos, y allá recurren pa­
ra su consuelo y descanso quando se ven
por la parte de afuera fatigados de los
mundanos. Si el testimonio de su propia
conciencia los asegura de la rectitud, jus­
ticia y santidad de su proceder, ellos dis­
frutan en su interior los frutos de la paz,
aunque todo el mundo allá fuera los acu­
se y grite con mil calumnias, despreclos
y vituperios. A quien el testimonio de la
conciencia declara libre, en vano publica
el mundo como reo, ¡ Gran consuelo t
¡Contento sólido, é imperturbable! Quien
tiene esta roca de .donde asirse y en que
descansar, ¿por qué ha de temer al mar
alborotado? Toda la maledicencia de los
hombres aquí se estrella , como las olas
del mar en un peñasco. En este tribuna*
de la conciencia hemos da examinar las
alabanzas y los vituperios: lo que se di-*
2 $4 M E D IT A C IO N
ce contra nosotros, ó á favor nuestro. Sí '
yo no hallo en mí el bien que de mí se
dice, yo debo entristecerme y confun­
dirme de ser alabado por lo que no ten­
go 5 y al contrario, si no hallo en mí el
mal que contra mí se dice , ¿por qué me
ha de inquietar un dicho v a n o , que se
lo lleva el viento? N i las alabanzas me
servirán de escudo para defenderme, si la
conciencia me acusa ; ni los vituperios
serán bastantes á condenarme, si la con­
ciencia me dá por libre. 1 He aquí, de­
cia el Santo Job consolándose á sí mis­
m o, he aquí que allá en el cielo está mí
testigo. Los que desean ser aplaudidos y
alabados de los hombres por el bien que
hacen, buscan aquí en la tierra testigo
de sus obras. A poyo débil, y que no po­
drá sostenerlos en el dia de la necesidad
y trabajo, quando ni ese testigo, ni su
testimonio serán atendidos , ni escucha­
dos; y se descubrirán las obras como ellas
i Job 1(5.
2 > E C IM A S E X T A . 2 $$

son en sí, y no conforme al juicio que


hizo de ellas el mundo con alabarlas, ó
vituperarlas. San Pablo también, para con­
solarse, buscó testigo de sus obras, no
en la tierra, sino dentro de sí mismo. SI
tenemos á favor nuestro dos testigos r
testigo en fel cielo como Job , y testigo
en el corazon como Pablo: testigo á Dios,
y testigo á la propia conciencia noso­
tros hemos vencido el pleyto; al dicho,
y testimonio de estos dos testigos como
irrefragables que so n , queda concluida
toda controversia ; dexad pues que allá
en el mundo hablen los hombres lo que
quisieren, que todo quanto dixeren es un
poco de ayre que despiden de sí las pa­
labras, sean de alabanza, sean de vitu­
perio , pero que nada obran, ni hacen,
ni deshacen, y las debemos mirar como
palabras que no significan nada. Tam­
bién decian de San Pablo 1 aquellos so­
berbios de Corintio, que era un jiombre
a §6 M E D IT A C IO N
terrible y audaz: que sus cartas eran du­
ras, severas y llenas de amenazas 5 pero
que en presencia de otros era un hom­
bre vil y despreciable; ¿ y que sacaron
de todo eso ? Ellos quedaron avergonza­
dos. y confundidos, y el Santo Apostol
glorificado.

MEDITACION XVII.
Gratitud de San Pablo.

PUNTO PRIMERO.

Benedictas D e u s , et Pater Domini nostri J e su


Ckristi y Pater misericordiarum , et Deus totius
consolationis. 2. ad Cor. 1. v. 3.

E s t a r uno cargado de deudas, y no te-


ner bien alguno propio ; y no obstante
esto, tenerse por muy rico 7 y gloriarse
de ello, es la mayor necedad. ¿Y quienes
son ios que así neciamente blasonan, si-*
P Z C IIJA S EPTÍMA.
no los ingratos? El espíritu del mundo
que los gobierna les persuade á mirar co­
mo bienes propios lo que' son deudas, y
negociar con ellos su privado Interes,
sin contar con el legítimo Señor á quien
pertenecen. Todo quanto han recibido
lo emplean en agradar a los hombres, :
pretendiendo, en todo ser alabados, hon­
rados y glorificados sobre, la tierra. Pero
San Pablo, que habia recibido como el
dice, el espíritu de D io s, y no del mun­
do para conocer , y entender los bienes
que se le habían dado, quiso ántes agra­
decido confesar la deuda, que disponec
ingrato , como dueño , de lo que no
era suyo. Bendito sea Dios, exclama el
Apostol escribiendo á los Corintios, ben­
dito sea Dios y Padre nuestro Jesuchris­
to , Padre de las misericordias, y Dios
de toda consolacion. Cántico de alaban­
zas, voz de agradecido. Padre , no coma
quiera misericordioso, ni de una- ú otra
misericordia, sino de todas. Pater. miseri-'
tom. i. R
258 M E D IT A C IO N
cordiarum. D io s, no como quiera conso­
lador, ni de uno ú otro consuelo 7 sino
de todos. Deus totim consol¿.tianís. ¿Quin­
tos son nuestros males y nuestras miserias ?
¿Quintas nuestras tribulaciones? Quien
piense poder librarse de uno solo de es­
tos males, y de esas miserias sin el Padre
de las misericordias: quien espere recibir
consuelo en alguna de sus tribulaciones
sin el Dios de toda consohclon, tengase
por rico y abastecida de bienes : téngase
por dichoso y afortunado, y ponga en
sí mismo y 6 en otro hombre su gloría y
contento. Mas el Apostol San P ablo, no
reconoce en sí tanta riqueza, ni poder,
ní felicidad. El se confiesa deudor de to­
dos y con piísimo afecto de agradecimien­
to alaba al Padre de las misericordias, por
el remedio de sus miserias, y al Dios de
toda consolacion, por el consuelo en sus
•.aflicciones. Y veis aquí los grandes prin­
cipios en quienes se funda la necesidad
y obligación de la gratitud; una suma
V K C JM A S E P T IM A . 2 $9

pobreza y falta de bienes de parte nues­


tra , y una suma liberalidad y misericor­
dia de parte de Dios que nos enriquece
con sus dones. ¿Y puede haber cosa mas
propia de un deudor que confesar la deu­
da? ¿Y puede haber cosa mas obligante
que pagar esa misma deuda, restituyen­
do al acreedor lo que es suyo? Toda la
naturaleza exige de nosotros el cumpli­
miento de esta obligación. Todos los rios7
dice San Bernardo, nacen del m ar, y al
mar restituyen otra vez las aguas que de
allí recibieron. Mirad como corren Los
ríos por toda la haz de la tierra sin parar
jamás. Ellos giran, y dan mil vueltas-y
revueltas, se estrellan quando es. menes­
ter por no pararse entre piedras y pe­
ñascos : se abren el paso aunque sea por
estrechuras y gargantas de las montañas
. por no detener su curso : no paran, siem­
pre corren, venciendo todo quanto pue­
de servir de impedimento y obstáculo á su
carreras y si tal vez la industria de los
R2
ft 6 o MEDITACION
hombres , procura detener la corriente del
rio con oponerle alguna presa, 0 margen
de resistencia y aprisionarlo, lo sobrepuja
y traspasa todo para restituirse otra vez
al mar de donde recibió sus aguas. Mi­
rad la tierra, como al punto mismo que
recibe de mano del labrador el grano , no
se muestra avara con retenerlo para s í, y
convertirlo en su propia utilidad 5 sino
que lo abriga dentro de su seno 7 lo fo^
menta con su virtud, y todos quantos
socorros le vienen de otra parte, el ca­
lor del sol, la humedad y refrigerio del
agua, el rigor del hielo y de la escarcha,
"de todo se ayuda para mostrarse agrade­
cida, restituyendo á su tiempo y con usu­
ra al labrador la semilla que recibió de
su mano. Mirad al cielo, como aquellos
mismos vapores que en menudísimas par­
tículas recibe de la tierra, los va juntan­
do , y formando en vistosas y fecundas
nubes para devolverlas otra vez á la mis­
ma tierra en copiosas lluvias, que la re-
¿5ECIMA S EP T I MA . 26I
crean, la refrigeran y fecundan* Y todo
esto ¿qué otra cosa es sino haber impre­
so el A utor de la naturaleza en todas sus
criaturas una perfecta idea de la gratitud,
y con estos exemplos palpables y visibles
intimar á todos aquella intrínseca y na­
tural obligación de referir con acción de
gracias ios bienes á su primer origen de
donde nacen y se derivan ? ¿Y si esta gra­
ta correspondencia muestran con tanta
puntualidad los ños para con el mar, la
tierra para con el labrador , y el cielo
para con la misma tierra, será bien que
nosotros por libre y espontánea elección
traspasemos una ley que las demás cria­
turas , por natural institución de la natu­
raleza cumplen, y con su exemplo nos
reconvienen de esta grande obligación ?
*,Ahi no lo hacia así San Pablo. La mul­
titud y grandeza de bienes que habia re­
cibido de D ios, eran para el Santo Apos­
tol una carga, que aunque preciosa, pero
que con su gravísimo peso k) disperta-
2Ó1 MEDITACION
ba continuamente á mostrarse agradecido^
Todas sus cartas están sembradas de una
hermosa variedad de afectos de alabanzas,
de bendiciones, de acción de gracias con
que desahoga su pecho afectuosísimo para
con Dios, engrandeciendo, y ensalzando
su liberalidad y misericordia en repartir
sus bienes. ¿Y yo en qué pienso? ¿No
siento en mí el peso de los muchos be­
neficios que he recibido de Dios? ¿Pues
cómo no me ¿isjierta para rendir á tal
bienhechor aquellos obsequios, que con
tanto derecho pide de mí la ley del agra­
decimiento? Soy muy atento y vigilante
para disfrutar los bienes que recibo, para
convertirlos en mi propia utilidad y pro­
vecho, para negociar con ellos mi parti­
cular ínteres, mi honra, mi contento, y
el agrado de los hombres; pero al mismo
tiempo vivo muy olvidado de aquella ma­
no benéfica y liberal que me los dá. ¿Y,
no es esto una fea ingratitud? ¿Y no mi­
rará Dios como perdidos todos esos bie-
D ZCIM ASZFTIM A, 26 3
nés, qué así quedan estraviados por el
mal uso, sin volver otra vez por la gra­
titud a la fuente de donde salie'ron? En­
señadme Santo Apostol y Protector mió á
ser agradecido, como vos lo fuisteis; que
yo sepa emplear lo que soy , lo que ten­
g o , y lo que he recibido en alabar á Dios,
y engrandecer su misericordia y libera­
lidad , y no en buscar mi honra y con­
tento sobre la tierra.

PUNTO SEGUNDO.

In ómnibus gratias agite . 1. ad Thesaíonc. 5. v. 18.

Si el bien lleva consigo mismo intrín­


seca y esencial la deuda del agradecimien­
t o , el que ha recibido de otro todo el
bien que tiene, por necesaria ley se ve
obligado á serle agradecido en todo. Y es­
to es solo lo. que hacia San Pablo, y exhor­
taba á los Tésalonicenses á hacer lo mis­
mo. Dad , decia é l, las gracias á Dios en
todo, y por todo. ¡Qué campo tan dila-
2 64 MEDITACION •
tado se le abre aquí á un corazon agra­
decido para exercicio de su gratitud! Cie­
los , con todo el adorno hermosísimo de
astros y planetas: tierra, con tanta muí-*
títud de animales , y varieaad de plantas,
flores y frutos: mares, fuentes y rios con
la copia y abundancia de peces, bienes
son, y bienes todos para el uso y utili­
dad del hombre» ¿Y de dónde nos han;
venido todos estos bienes? Ellos mismos
con el orden, disposición, concierto y har­
monía que guardan uniforme y constan­
temente entre sí lo publican por boca del
Profeta. Ipse fecit nos , et non ipsi nos. 1 No
somos nosotros los que nos hemos he­
cho; el Dios sabio y poderoso nos ha
criado. N i por ser esos bienes tan uni­
versales, que á todos sirven , y son para
utilidad y provecho de todos dexan de
ser míos, y tan mios, como sí yo solo:
los hubiera recibido, y para mí solo los
hubiera Dios criado, Si el sol con sú luz:
i Ps^lm. pp,
D É C IM A S Z P T IM A . 26$

alumbra á todos, y los fomenta con su


virtud y calor : si la luna con su clari­
dad á todos sirve de guia, y consuelo en­
tre la obscuridad de la noche: si los rios
y las fuentes proveen á todos, quanto re­
frigerio necesita la miseria humana, para
apagar la sed : si el mar tiene siempre
abierto el paso para todos, con el fin de
mantener el comercio y mutua comuni­
cación de las naciones distantes entre sí t
si la tierra á nadie esconde su vistoso
adorno de plantas, yerbas, flores y fru­
tos que recibió de mano del Criador para
bien y recreo de sus habitadores, yo lo­
gro todos esos bienes, con tanta plenitud
é integridad, como si yo solo estuviera
en este mundo. ¿Y no debo yo conside­
rarme tan obligado a Dios, por esos bie­
nes, como si yo solo fuera el deudor de
todos ellos? Sí: ¡bendito y alabado sea
para siempre el Señor, que muestra para
conmigo tan particular cuidado, como si­
no tuviera que atender á otro alguno su
206 MEDITACION
amorosa Providencia ! Y si de todos esos
bienes generales en el orden de la natu­
raleza, vuelvo yo sobre mí mismo, me
veré sobrecargado con el excesivo núme­
ro de deudas propias quantos son los
bienes particulares que he recibido de la
Bondad Divina. Vida, salud, fuerzas, no­
bleza , poder, autoridad, bienes tempora­
les, honra y estimación, perfección de
potencias, integridad de sentidos, ingenio,
talento, sabiduría, instrucción, dones son;,
dones que descienden de lo alto del Pa­
dre de las lumbres. ¿Y qué méritos pre­
cedieron en m í, para lograr estas mejo­
ras, sobre tantos hijos de A dán, que gi­
men debaxo de otra suerte infeliz y mi­
serable , privados , 6 en todo, ó en parte
de esos mismos bienes ? Si me lisongeo de
mis antepasados y ascendientes, que me
dexáron como en herencia tan buena suer­
te , ¿aquellos de quien la recibiéron ? Yi
siguiendo el curso de unas á otras cau­
sas, yo llegaré por último á aquella época
D E C IM A S E P T IM A - 267
memorable, quando Dios puso y asentó
los fundamentos de la tierra. ¿Y aquí?
Buscad méritos, quando nadie había que
pudiese merecer esta ni otra suerte. En
aquel profundo valle de la nada todos
eran iguales. Solo Dios es el principio de
donde nacen, y la fuente de donde se
derivan todos los bienes naturales? y él
es «1 que los reparte, según el orden de
su alta sabiduría y providencia, quando
quiere, como quiere, y á quien quiere.
iYo debo, pues, alabar á Dios incesante­
mente por los que he recibido 5 y en ac­
ción de gracias reconocerle por dador de
ellos, teniéndome á mí por obligado á ser­
virle en todo, y por todo. Pero al fin
todos esos bienes pertenecen al orden de
la naturaleza. El principal objeto en quien
tenia puesta su mira el grande Apostol
de las Gentes para exercitar su gratitud,
y mover á los fieles á ser agradecidos
eran los bienes del orden de la gracia.
A quí es donde él Santo Apostol se des-
a 6S M E D IT A C IO N ■
hace, y multiplicando palabras y cxpre-*
slones, é inventando nuevos modos de de­
clararse no acierta la lengua, ni la plu­
ma puede seguir la rapidez de sus altos
sentimientos. El interrumpe, e'l vuelve á
tomar el curso, el dexa las cláusulas me­
dio cortadas y suspensas, por el ímpetu
y velocidad de su espíritu, que sobrepu­
jaba á toda lengua de carne > y humana
pluma para esprimit y declarar la g;an^
deza de estos bienes. El no contento con
mostrar su propia gratitud para con Dios,
suple la falta de los demás, y cargando
sobre sí las deudas de todos aquellos pri­
mitivos christianos, da principio á casí
todas sus cartas con bendecir, alabar, en­
grandecer la misericordia de Dios en ac­
ción de gracias por el incomparable be­
neficio de lá vocacion de los Gentiles á la
f^ y Evangelio de C hristo, que es el prin­
cipio de todo bien sobrenatural. jCori
quánta devoción y ternura 1 \ Con que
afecto de humilde gratitud! Quan pene-*
D ZCIJÚA SE P T IM A . 269
trado de amor y respeto descubre su co­
razon el Santo Apostol, en reconocimien­
to de la gracia de la vocacion á la fe,
que es la puerta por donde hemos de en­
trar para ser participantes de los bienes
de gracia y gloria, que nos traxo Christo
con su venida al mundo. Yo soy uno de
los que- han sido por gratuita voluntad y
misericordia de Dios llamado á esta misma
fe de Jesuchristo, y admitido é incorpo­
rado por el Bautismo con su cuerpo mís­
tico la Santa Iglesia. \O dicha ! ¡ O gra­
cia incomparable! ¡Quántos aun viven, y
mueren sepultados en la idolatría e' in­
fidelidad ! ¡Quántos preocupados de la
muerte antes de nacer á esta luz exterior
del mundo, mueren sin la gracia del Bau­
tismo ! ¿Y qué méritos he tenido yo para
que Dios usase conmigo de esta prefe­
rencia y predilección? ¡O gran Dios de
las misericordias ! ¿Quién no se abismará
al contemplar la grandeza de este bene­
ficio soberano? ¿Cómo he correspondido
ay o M E D IT A C IO N
yo á él hasta ahora? ¿Qué conformidad
hay entre mí y Jesuchristo, con quien
debo estar unido como sarmiento con su
vid , para participar de los infiuxos de vi­
da que de esta sacrosanta cabeza se de­
rivan á todo el cuerpo ? ¡ O mi buen Je­
sús \ No permitáis que yo degenere de
la alta dignidad á que me habéis promo­
vido por el santo Bautismo. Avivad en
mí la f é , esforzad mí esperanza y en­
cended en mí la caridad para correspon­
der dignamente al grande amor con que
me habéis traído á vos, y poder cantar
eternamente el cántico de vuestras mise­
ricordias en compañía de todos los Bien­
aventurados en el cielo. Amen.

PUNTO TERCERO.

Si autem accepirti, quid gloriaris 3 quasi non ac~


ceperis% i. ad Cor. 4 . v. 7 .

Vista la necesidad y obligado n que


tenemos de ser agradecidos , y la mate-
DZC1M ASEFTIM A. 2J I
■lía amplísima y dilatada sobre qué exer-
citar la gratitud, resta que consideremos
cómo, y de qué manera hemos de mos­
trar nuestro agradecimiento para con
Dios, Fácil cosa es decirle á Dios; Señor
os doy las gracias- Eso mases decir, que
hacer; y lo que se nos pide es acción de
graciasy y no solas palabras, que no tan­
to dan las gracias , quanto las dicen y
profieren. También decía á boca llena
aquel soberbio Eariseo del Evangelio , *
gracias á D io s, que no soy ladrón, ní
injusto, ni adultero} ayuno dos veces ca­
da semana, y pago con puntualidad los
diezmos de todo quanto poseo. Bueno era
todo eso, y como beneficio de Dios mos­
traba reconocerlo el Fariseo, quando por
ello daba las gracias al Señor. No obs­
tante esto, semejante modo de dar gra­
cias no fué recibido, ni apreciado, sino
reprobado de Jesuchristo. ¿Y por qué?
Porque el Fariseo con anteponerse al Pu-
i Luc. 18.
272 MEDITACION
blicáno en aquellos bienes que decía de
sí mismo, no tanto los reconocía por be­
neficios de D ios, quanto. por méritos pro­
pios, en virtud de los quales se tenia por
mejor que el Publicáno i y atribuirse á sí
mismo la gloria del bien recibido, es in­
gratitud contra el bienhechor que se lo
ha dado. Veis aquí el verdadero y per­
fecto modo de dar las gracias á Dios, que
nos enseña el Apostol. Atribuir á Dios
la gloria de todo el bien que tenemos.
¿Qué bien tienes tú , dice San Pablo, que
no lo hayas recibido de Dios? Y si lo has
recibido, ¿por qué te glorías, como si
tal cosa no hubieras recibido? Si recibi­
mos, ageno es lo que recibimos: de otro
es , que nos lo da. ¿Pues por qué me
tengo yo de alzar con la gloria de aquel,
que muestra ser tan liberal para conmi­
go? ¿Quién mas rico de bienes que San
Pablo ? ¿ Quién mas lleno de gracias, do-
nes y privilegios? ¿Quién mas eficaz; en
la predicación? ¿Quién mas poderoso en
& E C IM A S E P T IM A . 2/3
la virtud de obrar milagros? ¿Quién mas
adornado de celestial sabiduría? ¿Quién
mas abundante de méritos y virtudes?
¿Pero quién por otra parte mas zeloso
de dar en todo y por todo la gloria a
Dios? El era aquel siervo fidelísimo en
la casa del "Señor, que administraba con
tanta lealtad y desínteres la hacienda de
su amo, que no se apropiaba bien algu­
no , ni disponía de él, como absoluto
dueño; todo lo miraba con tal respeto,
amor y fidelidad que referia de todo la
gloria á su Señor. No ignoraba el Santo
Apostol las grandes riquezas de su alma.
El habia recibido el espíritu de Dios pa­
ra conocer y apreciar lo que se le habia
dado. ¿Podía ménos de alegrarse, y reci­
bir gozo y contento, viéndose tan favore­
cido de Dios? ¿Y con los grandes tesoros
del cielo que descubría dentro de sí mis­
mo, no se gloriaba él de algún modo ? Sí:
¿pero como? Su gozo y contento no lo te­
nia puesto en sí mismo el Santo A postol,
tom . i. s
274 M E D IT A C IO N
sino en Dios y y en solo Dios se gloriaba,
glorificando, alabando y bendiciendo al
Señor, por la suma bondad, liberalidad
y misericordia que usaba con él. Y esto
es gloriarse en D io s, y no en sí mismo.
N o prohíbe San Pablo absolutamente el
gloriarse, sino que enseña el modo de
gloriarse. Vamos ponderando sus palabras.
N o dice precisamente, ¿si tú has recibido
por qué te glorías? Quid glorlaru ? N o,
no para aquí el Santo Apostol j pasa ade­
lante añadiendo como si no hubieras re­
cibido. Quasi non acceperis. Aquí está el
m al, gloriarse de los dones de D ios, co­
mo sino fueran recibidos. Alegrarse, y re­
cibir contento con los dones de Dios,
teniéndose por ellos como cosa propia
por digno de honra y alabanza, es atri­
buirse á sí mismo los dones y beneficios
de Dios ; es mirarlos como propios, y no
como recibidos. Y gloriarse así, es glo­
riarse de ingrato. Si son dones recibidos,
al dador de ellos es debida la honra. El
P E C IM A S E P T IIIA . 0. £

dador és, el que debe ser alabado, y glo^


rificado por sus dones. ¿Quién es él que
merece la honra y gloria de magnífico y
liberal? ¿Por ventura el que recibe, ó el
que dá? ¿Y si Dios es el que nos dá, y
reparte liberalmente sus bienes, y noso^
tros somos los que los recibimos, por qué
no hemos de dar á él toda la gloria?
¡O bendito y alabado seáis para siempre,
Señor, por vuestras misericordias! A vos
solo es debida la honra, y la gloria de
todo. Este es aquel pregón de tanto go­
zo que nos publicáron los Santos A nge­
les en vuestro nacimiento temporal. Glo­
ria á Dios en las alturas, y aquí en la
tierra paz á los hombres de buena vo­
luntad. ¡Buen repartimiento y distribu­
ción * Os damos., Señor, las gracias por
ello. Vos nos dexais Ja utilidad de vues­
tros bienes, que disfrutemos la paz, la
reconciliación, el provecho de las buenas
obras, el fruto de las virtudes 5 reservan­
do para vos la gloria de liberal y dad i-
276 MEDITACION
Voso, de magnífico bienhechor, de prin­
cipio universal v fuente, y origen de todo
bien. De vos nos viene todo quanto so­
mos , todo quanto tenemos i y á vos solo
sea dada la honra, y la gloria de todo,
por todos los siglos de los siglos. Amen»;

MEDITACION XVIII.
Correspondencia de San 'Pablo al bene-*
ficio de la gracia .

PUNTO PRIMERO.

Gratia Del sum id quoi sum. 1. ad Cor. 15. v. 10*

3 L a sincera confesion que hace de sí el


Apostol San P ab lo , es la corresponden­
cia mas digna de un corazon agradecido,
la.mas debida al beneficio de la gracia,
y la mas gloriosa al dador liberal de ella.
P o r la gracia de Dios, dice el Santo Apos­
to l, s o y , eso que soy. Quien así se re-
&XCIM AOCTAVA. 277
, conoce por obligado, muestras da de ser
sumamente agradecido, ¿Qué cosa mas
digna de un corazon agradecido, que en­
grandecer el beneficio, por honrar al bien­
hechor? ¿Y puede darse testimonio ma­
yor de la grandeza y excelencia de la gra­
cia, y del dador de ella , que ponernos
á la vista á un Pablo, con todo quanto
tiene, y todo quanto es ? Si por la gran­
deza del efecto se descubre la grandeza
de la causa : si por la bondad del fruto
se conoce la bondad del . árbol, Pablo
A p ostol tan grande como es, es fruto de
la gracia. Pablo Apostol tan Santo como
e s , es fruto de la gracia. ¿Qué era Pa­
blo de sí mismo, y antes de venir sobre
él la gracia de Jesuchristo ? Pablo, era
Saulo, que es decir: un joven fiero, y
lleno de amenazas contra los Christianos.
El con la vivacidad, é intrepidez de su
genio fogoso, en hechos y palabras, por
cartas y comisiones esparcía por todas
partes el terror de su persona contra los
278 M E D IT A C IO N

Discípulos del Señor. Los grandes males


que habia hecho , y continuaba aun en
hacer á aquella pequeña grey y recien na­
cida Iglesia Primitiva en Jerusalen se ha­
bían ya divulgado por todas las Provin­
cias vecinas; ninguno se atrevía á com­
parecer delante de él* Todos temblaban,
al oír solo el nombre de Saulo. El habia
concurrido con sumo placer, y triunfan­
do de gozo á apedrear al ínclito Proto^
Mártir San Esteban j y para que los de­
más pudieran con mayor expedición y
desembarazo arrojar las piedras habia él
tomado á su cargo guardar las vestiduras
de todos. El no contento con perseguir en
Jerusalen á los Apostoles y Predicadores
del Evangelio de Christo, iba discurrien­
d o , de acá, acullá como un leon ayra-
do para prender y despedazar á todos
quan tos confesaban el nombre de Chris­
to. El se metía dentro de las casas > y sin
perdonar á edad, sexo, ni condicion ar­
rebataba á hombres y mugeres, y á quan-
&ECIMAOCTAVA. 9
tos podía haber a las manos en los ca^
minos y Ciudades á todos ataba , con
ánimo de llevarlos á Jerusalen, para que
fuesen severamente castigados por los
Príncipes de los Sacerdotes ; y extirpar
por este medio si era posible la ley de
Christo, ya en sus principios. Esto era
Saulo* ¿Y Pablo qué es? ¡O poder y vir­
tud de la gracia de Jesuchristo! Saulo,
trocado ya en Pablo, veis aquí un lobo
convertido en oveja. Un perseguidor en
Predicador. Un blasfemo en Apostol. El
que ántes esparcia y destrozaba, como lo­
bo , el ganado de Jesuchristo ya lo re­
coge, ya lo defiende, como Pastor. T o ­
do aquel empeño que hasta entonces ha­
bia mostrado Saulo en mantener y con­
servar la religión Judaica , contra la fe
del Evangelio, lo manifiesta ahora en plan­
tar y promover el Evangelio , contra el
Judaismo ; y aquel grande zelador de
M oyses, y de las antiguas tradiciones de
sus Padres } puesto á la frente de la Igle-
a 8o M E D IT A C IO N
,sía como nuevo Apostol de Jesuchristo,
se aplica todo en abolir la ley de la ser­
vidumbre, por entablar la ley de gracia
y libertad. Ya no se veía Saulo entrar
por las casas de los Christianos para ar­
rebatar hombres y mugeres, maniatarlos
y llevarlos á Jerusalen , como víctimas
destinadas al matadero. El por él contra­
rio , se metia dentro de las Sinagogas de
los Judíos, para confundirlos y conven­
cerlos de su error, probando por las Es­
crituras de los Profetas, que Christo á
quien el hasta entonces, y ellos todavía
perseveraban en perseguir, era el verda­
dero Mesías prometido en la Ley anti­
gua. Sus caminos y sus viages ya no eran
como de salteador, que todo lo despue­
bla con el terror y espanto 3 sino como
de Angel de paz, que anunciaba á todos
los bienes de la Redención. Ya no salía
el armado con las cartas patentes de los
Sacerdotes de Israel; sino con la firma
del Sumo Sacerdote del Nuevo Testamen-
DMCIMAOCTAYA, 281
to Christo Jesús, llevando en su augus­
to nombre el carácter de Embaxador del
cielo. Por su predicación ya no sonaba
el nombre de Moyses, sino el de Chris­
to 5 y en vez de la Arca y Propiciatorio,
no se oian de la boca de Pablo sino elo­
gios y alabanzas de la Cruz, Si Pablo
quando Saulo era enemigo de los Chris-
tianos, ahora trocado enteramente en Pa­
blo es el blanco de las iras y venganzas
de Judíos y de Gentiles. Pablo contra to­
dos, y todos contra Pablo. Todos por­
fiados en perseguir á Pablo, y hacer que
enmudeciese aquel clarín sonoro j y Pa­
blo constante y valeroso en mantener su
puesto, y que resonase mas altamente su
predicación. ¿Y todo esto no es un pro­
digio de la gracia? Eso era Pablo, y eso
es lo que él confiesa con tanta sinceri­
dad, quando d ice: por la gracia de Dios
soy y o , eso que soy. Gratia Dei sum id
quod sum. ¡ Corazon pió , devoto y agra­
decido I El haber sido blasfemo , contu-
2 .8 2 ■ M E D IT A C IO N
melíoso, perseguidor, y tantos males co­
mo habia causado á la Iglesia r todo eso
eran cosas de Saulo, y todo se lo atri­
buye solamente á sí Pablo T como cosa
propia. De todo lo demás se reconoce por
deudor á la gracia, sin cuya virtud na­
da podía hacer de quanto hizo f y con
ella lo pudo todo. Veis aquí la noble
correspondencia del Santo Apóstol al be­
neficio de la gracia , confesar los males
que por sí mismo habia hecho, para ha­
cer resaltar mas los bienes que habia re­
cibido. Abatirse y apocarse á sí mismo,
por engrandecer y ensalzar al bienhechor:
tomar para sí toda la confusion , para
traspasar toda la gloria al que tanto bien
le había hecho. Esta es correspondencia
de un ánimo generoso, y qual correspon­
día á un tan grande Apóstol como San
Pablo. ] O gracia!, ¡Don preciosísimo, é
imponderable 1 ]Quán grande es la nece­
sidad que de tí tenemos! Sin tí ni pen*
sa r, ní querer, ni obrar podemos obra
283
D E C IM A O C T A V A ,

alguna ¡de piedad y virtud, que sea útil


para la vida eterna. ¡ Quán grande es tu
poder y efica'cia para trocar el corazon !
Por tí se nos comunica tanta fuerza, que
confortados con tu virtud lo podemos to­
do. O Santo A p o sto l, que también exr
perimentasteís en vos mismo el gran poder
de la gracia, alcanzadme la abundante y
copiosa de aquel Señor, merecedor de to­
da gracia , para que yo sepa imitaros á
vos, y seguir á Christo; y con mis pa­
labras y exemplos traer á otros al cono­
cimiento , y amor del mismo Señor que
nos trajo con su venida al mundo todos
los tesoros de la gracia.

PUNTO SEGUNDO.

G ratia ejtis in me vacua non f u i t , sed abundan-


■ tiu s ¡¿lis ómnibus laboravL 1. ad Cor, 15. v. 10»

El Santo Apostol, no contento con


esta grata correspondencia en glorificar
al bienhechor , ensalzando con el sumo
¿84 MEDITACION
aprecio que mostraba la grandeza del be-*
neficio, correspondió también por su par­
te, cumpliendo perfectamente con el fin
de la gracia, y con los designios de aquel
Señor, que con tan liberal profusion se
la habia dado. La gracia de Dios, añade
é l , no estuvo en mí ociosa; ántes bien
trabajé mas que todos. La gracia se nos
dá, para que obremos con ella. Con la
gracia se nos dan aquellas fuerzas, poder
y virtud que por otra parte no tenemos;;
y si nosotros no empleamos esas fuerzas,
virtud y poder que recibimos por la gra­
cia , ella queda sin fruto y efecto para
el qual se dá. ¿Y esto qué otra cosa es,
que estar en nosotros ociosa ? A quien le
dan un caballo robusto y generoso con
el fin de hacer viage, que él por sí so­
lo no puede hacer , por faltarle entera­
mente las fuerzas, se le pone en estado
de viajar, y se le da todo poder y-apti­
tud para hacerlo. Pero si él gusta mas de
estarse quedo , y por fíoxedad y pereza
X)ECIMAOCTAVA. 3 8$
no quiere usar, ni valerse de la podero­
sa ayuda del caballo, en vano lo ha re_
cibldo : él quedará sin el'-provecho del
.viage: el caballo ocioso, y el bienhechor
privado de aquel designio, que tuvo en
darlo; efectos todos de la ruindad de un
corazon ingrato. Pablo , que aun en lo
natural era de un ánimo nobilísimo y su­
blime , ap to , y capaz de toda hazaña y
empresa gloriosa , viéndose tan liberal-
mente prevenido de la misericordia de
Dios con tanta gracia, ¿podia ménos de
mostrarse generoso apreciador del benefi­
cio , y zeloso honrador del bienhechor?
El habia recibido mucha, y muy grandio­
sa gracia; cosas grandes, y grandiosas ha­
bia de obrar , para que fuese digna la
correspondencia, y tuviesen proporcion
los frutos , con la grandeza del árbol,
que Dios habia plantado en aquella su
tierra escogida del corazon de Pablo. ¿Y
qué cosa grande se vio jamás en toda la
carrera apostólica de los demás Apostoles
2 8 6 M E D IT A C IO N

todos juntos, que no se hallase recogida


en solo el Apostolado de San Pablo? Bieu
pudo decir, el Santo Apostol, sin arro­
gancia , lo que la. necesidad de los Co­
rintios , y la defensa de su Apostolado le
obligó á declarar, quando dixo: que ha­
bia trabajado mas que todos juntos los
demás Apostoles. Abundantius ómnibus la­
boravi. i Qué multitud de cárceles no san­
tificó San Pablo con su presencia ? ¿ Qué
variedad de cadenas no se vieron honra­
das con ceñir aquel precioso cuerpo?
¿Qué correas? ¿Qué varas no tuvieron la
dicha de verse tenidas con la sangre de
tan grande Apostol? ¿La multitud de pie­
dras arrojadas contra San Pablo en tan­
tas heridas como le abrieron, no le for­
maron una corona mas preciosa que to­
das las esmeraldas y rubíes, que adornan
y hermosean la cabeza de un Monarca ?
¿Qué ríos? ¿Qué mares? ¿Qué borrascas
y tempestades no concurriéron á hacer
patente y manifiesta, con asombro de la
& E C IM A O C T Á VA. %8 7

tierra y del mar, y con admiración del


cielo, la incomparable grandeza de áni­
mo del Apostol? Los demonios que mi­
raban la caída de los Idolos, y los tem­
plos de la Idolatría que iban ya bamba-
leando y amenazando ruina, por la pre­
dicación de San Pablo , ¿que' alborotos
no levantaban? ,¿Qué tumultos y sedicio­
nes no movían, por medio de hombres y
mugeres, de Sacerdotes y de Magistrados,
de Grandes , de Príncipes y de .Reyes ?
¿Tantas y tan porfiadas persecuciones, ya
de Judíos, ya de Gentiles que iban de
continuo á estrellarse, como olas de un
mar alborotado contra el Santo Apostol,
no hacían resaltar mas y mas la pacien­
cia, ia fortaleza, la constancia, la mag­
nanimidad j y el valor de aquel ánimo
excelso y superior á todo? ¿Qué mayor
.alegría'en el padecer? ¿Qué pobreza mas
estremada? ¿Qué abstinencia mas rigoro­
sa? ¿Qué humildad mas profunda? ¿Qué
.mansedumbre mas inalterable? ¿Qué ca-
H8 8 MEDITACION
ridad mas ardiente? ¿Qué zelo .mas fo g o
so? ¿Qué amor mas tierno? ¿Qué com-*
pasión mas de madre? ¿Qué solicitud mas
laboriosa? ¿Qué desinteres mas despega­
do ? ¿ Qué desprecio mas heroico de todo
lo temporal y visible? Jamás hubo codi­
cioso que tanto contento recibiese de la
copia y abundancia de tesoros, como el
que tenia San Pablo con la pobreza, y
falta de bienes temporales¿ y se gloriaba
mas con los desprecios, é ignominias su­
fridas por C hristo, que se alegra el ma­
yor ambicioso con las honras y alaban­
zas de los hombres. ¿No veis quanta mul­
titud y variedad de frutos de la gracia,
todos excelentes y preciosísimos, que hi­
cieron gloriosa la carrera apostólica de
San Pablo? Mucha razón tuvo el Santo
Apostol para decir: que la gracia no es­
tuvo en él ociosa , quando iba siempre
acompañada como fecunda madre de tan
ilustre y numerosa familia, de tantas y
tan heroicas obras de virtud y santidad*
289
Z>2 C I M A 0 C T A V A . ~

¿Por ventura podré yo decir lo mismo ,


la gracia de Dios no ha estado en mí
ociosa? ¿Quintas gracias he recibido, y
estoy aun recibiendo continuamente de
Dios? ¿Y qué fruto he recogido hasta
■ahora, de tantas gracias? ¿Qué provecho
saco? ¿Qué mejoras experimento en mí
alma? ¿No me siento yo freqüentemente
movido al desprecio de todo lo temporal
y visible, como cosa inútil, y que no me
satisface, ni me consuela , ni me dá paz,
ni contento ? No obstante esto, yo pro­
sigo siempre con la afición á estas cosas
terrenas, sin acabar jamás de desprender­
me de ellas. ¡Ingratitud! ¡Mala corres­
pondencia ! ¿Y no puedo yo con razón
temer la pena tan merecida de los ingra­
tos, la privación del beneficio? Si tan
mala acogida halla en mí la gracia, ella
pasará adelante. ¡Y ay de mí, si me vie­
re solo, y sin la asistencia y defensa de
tal compañero! Sin remedio me perderé,
cayendo en manos dé m is' enemigos. N o
to m , 1, T
29 0 M ED ITA C IO N

lo permitáis Santo A postol, y Protector


mío. Instad fuertemente con vuestros rue­
gos á Jesuchristo, que tanto os ama, é
interceded por mí pobre y desvalido i pe-
xo entregado á vuestra guardia y custo­
d ia, para que el Señor por vuestro me­
dio me conceda aquellas gracias, á cuyo
impulso, y con su ayuda se muestre dór
cil mi corazon, y corresponda con el de­
bido agradecimiento.

PUNTO TERCERO,

Non ego autem , sed gratia D ei mecum, i, ad


Cor. i$. v. io T

Sí todo quanto obró el grande Apos-


tol de las Gentes lo atribuye él á la gra­
cia , ¿por ventura lo hace todo la gracia,
y nosotros no hacemos nada? ¿Y sola­
mente recibimos su poderosa Impresión,
como la cera en quien la mano del artí­
fice imprime el sello? Error: esto fuera
hacer de los hombres otras tantas esta-
29 I
D Z C IM A O C T A V A .

tuas , que sin tener ellas parte alguna


quedan adornadas, por sola la voluntad
y operación del que las viste, ¿Acaso la
gracia obra en nosotros con tanta fuer­
za , que no podamos resistir á su impre­
sión 7 y no este' en nuestra mano el co­
operar ó no cooperar, sino que necesa­
riamente hayamos de hacer aquello á que
la misma gracia nos incita y mueve? Igual
error. El Santo Apostol como Maestro de
la Iglesia , con establecer un dogma, no
podía destruir o tro , echando por tierra
el libre alvedrio con ensenar la necesidad
de la gracia. Si nuestras buenas obras
dependen necesariamente de la gracia, sin
cuya virtud no se pueden h a c e rd e p e n ­
den también del libre alvedrio, sin cuya
libre determinación y cooperadon no se
hacen. El bien que hacemos, dice el gran
Padre de la Iglesia San Gregorio, 1 es
de Dios, y es juntamente nuestro: es de
Dios por la gracia con que él gratuita^

X Life, 33, mor. c. 20,


rz.
a92 j M E D IT A C IO N
mente nos previene, y es nuestro por la
obediencia libre de nuestra voluntad. Bo~
num quippe quod dgimus et Dei est , et nos-
trum , Dei per prevenientem gratiam , nos**
trum per obsequentem líber am voluntatem, Sí
en el bien que obramos no tuviéramos
nosotros parte alguna, ¿por dónde po­
díamos esperar premio, ni recompensa de
nuestras obras? Si nostrum non est unde
nobis retribuí premia speramus 1 Sin libertad
no hay me'ríto. ¿Quién no sabe que na­
die es digno de alabanza, ó vituperio, d¿
premio, ó castigo por no haber hecho lo
que no pudo hacer? Eso hasta los Pas­
tores, dice San Agustín, lo cantan en los
montes*, los Poetas en los teatros , la
Gente ordinaria en los corrillos, los Sa­
bios en las Bibliotecas , los Maestros en
las escuelas, los Prelados en los templos,
y el Genero humano en todo el mun­
do. 1 Nemine vituperatione, vsl suplicio dig
num , qui non fa e ia t , quod facere non po~

i Lib. de duab, anim. c. u .


p e c im a o c t a v a . 293
t u it , non ttC' c m t m t et in montíbus Pasto-
j w , f í in theatvis P osta, et Indócil in cir-
culis y et Doctl in Bibliothecis , et M agistrl
in schotis, Anústites in sacratis locis , íf
«z orfo terrarum Genus bumanum ? San Pa­
blo con atribuir todo el bien á la gra­
cia , nos muestra la suma necesidad y
dependencia que tenemos de la gracia,
sin cuya virtud , asistencia y ayuda na­
da podemos hacer, ni empezar, ni pro­
mover, ni proseguir, ni acabar, ní per­
feccionar obra alguna de piedad, ó que
sea útil y conducente para la vida eter­
na. Veis aquí por que San Pablo todo el
bien lo atribuye á la gracia; porque de
la gracia nos viene todo el poder , vir­
tud y fuerza para obrar bien, como con­
viene. Considerad á un hombre, que por
muchas y graves heridas que ha recibi­
do , ha quedado tan estropeado, tan dé­
bil y postrado de fuerzas, que no pue­
de moverse, ni dar un paso, ni aun si­
quiera sustentarse en pie por sí solo: vie-
a 94 m e p it a c io x t ■
ne otro robusto, y se le junta? ío pone
en pie , y animan dolo, le dice: estriva
en mí, y no temas: Vamos andando jun­
tos, i No Veis como el ñaco i con el ar­
rimo , y ayuda del fuerte y robusto pue­
de mover un pie > puede otro , puede
andar, quando nada* nada de todo eso
podía antes por sí solo? ¿Aquel espacio
de camino que anduviere el flaco con la
ayuda del otro, que lo conforta, y con
su asistencia y arrimo le dá fuerzas, se
lo atribuirá por ventura á sí mismo? ¿Se
podrá vanamente gloriar y decir: no veis
como yo ando, me muevo y camino? Es­
perad un poco y lo vereis. Soltad el ar­
rimo del que os ayuda > ó que él se re­
tire un tantico de vos, ¿qué sucede? M i­
tad como ya no anda, ni se mueve, án-
tes bien se cae el que antes se estaba era
pie j porque para caerse no son menester
fuerzas 5 basta y sobra la propia debili­
dad y flaqueza, y esta es la que el flaco
tiene de sí mismo > y la experimenta con
295
P Z C IM A O C T A V A .

su caída, y con ella reconoce que las


fuerzas, virtud y poder para sustentarse
en pie , para moverse y caminar le vie­
nen de aquel robusto que se le junta, y
con su ayuda lo conforta. Por ahí se
puede rastrear algo, y entender la fuer­
za y poder que la gracia comunica á la
naturaleza humana, caída y postrada por
el pecado. La pone en pie , levantando-
la á un estado sobrenatural: le dá vir­
tud y poder para moverse , y andar el
camino del cielo, quando ántes nada de
todo eso podia ella de sí misma. Y esa
gran virtud de la gracia consideraba el
Apostol quando d ixo : por la gracia de
Dios s o y , eso que soy. Pero mirad aho­
ra con que reserva y circunspección ha­
bía el Santo Apostol para dar á la gra­
cia lo que es su yo, y no negar al Ubre
alvedrio lo que le pertenece. Sabía muy
bien San Pablo , que toda aquella fuerza
y virtud de la gracia estaba atemperada
con el libre alvedrio j y que la voluntad
o.gb MEDITACION
humana, si bien recibe de la gracia to­
do el poder y virtud para obrar sobre­
naturalmente , no queda constreñida, ni
forzada á ello 5 antes queda indiferente y
en su libertad para obrar , ó dexar de
obrar 7 para consentir, ó disentir ? para
adm itir, ó desechar la misma gracia, y
no frutifícar con ella. Por esto añadió
luego : y la gracia no estuvo en mí ocio­
sa , antes trabaje mas que todos. 1 E t
gratia ejus in me vacua non f u lt 7 sed abun-
dantius ómnibus l&boravu ¿No veis como
aquí declara el Apostol su cooperacion?
Sin ella la gracia hubiera quedado ocio­
sa y sin efecto , como pudo y lo supo­
ne el Apostol; pero cooperando produ-
xo en Pablo todo aquel fruto , para el
qual se la habia dado Dios. No para aquí
el Apostol. Para que nadie pensase, que
e l, con haber dicho trabaje' mas que to­
dos, abundantius ómnibus labora v i , atribuía

i Conc. T rid . ses. 6. cap. et can. 4. Aug. de


Spir. et littera cap. 34.
E E C IM A O C T A V A . ÍI 97

a sti propia virtud y fuerzas el obrar,


modera luego la expresión, añadiendo :
mas no y o , sino la gracia. Non ego au­
tem , sed gratia. Y para que no pareciese
que e l , con negar de si aquella virtud y
poder propio de la gracia, negaba Junta­
mente , y se desposeía de la determina­
ción libre de su voluntad en cooperar á
la virtud de la gracia, volvió a añadir
rnecum, haciéndose compañero de la gra­
cia en el obrar , que fue tanto como de­
cir , según declara San A gu stín : ni la gra­
cia de Dios sola, ni yo so lo ; sino la gra­
cia de Dios juntamente conmigo. 1 Non
ego autem , sed gratia D el rnecum , id est
non sotus , sed gratia Del rnecum, ac per
boc nec gratia Del sola , nec ipse solas , sed
gratia Del cum illo * Con esto concluyó
San Pablo este punto tan difícil* de en­
tender , y mas diñcil de declarar, dando
á cada uno lo que le toca: á la gracia la
virtud y poder para obrar i y al libre al-
i L ib . de gratia et ¡ib. Arb. c. g.
HgS MEDITACION'

vedrlo, ya prevenido y confortado de la


gracia, la determinación en cooperar li­
bremente á la virtud de la misma gracia;
y con toda esta moderación, circunspec­
ción y variedad de expresiones concordó
él ámbos dogmas, de la necesidad de la
gracia, y de la libertad humana: como
si nos dixera, según explica San Grego­
rio: en quanto haber sido prevenido de
la gracia para poder obrar, no tengo yo
parte alguna en eso, todo es don gra­
tuito de Dios: en quanto á conformar y
acomodar mi voluntad con el Ubre con­
sentimiento al don de la gracia, siguien­
do su impulso y mocion, aquí estoy yo. 1
Ac si diceret in bono opere laboravi non ego,
sed et ego > in boc enim qtwd solo Domtni
dono praventus sumy non ego í in eo autem,
quod donum volúntate subsequutus, et ego.

x G reg. lib. x. super Ezecli. bom, 9.


M ED ITA CIO N XIX.
Continúa el mismo asunto sobre el bene­
ficio de la gracia.

PUNTO PRIMERO.

Non quod sttfficientes si mus cogitare aliquid á nohis,


quasi ex nobis, sed sufficientia nostra ex Deo est.
a. ad C o r, 3. v. 5.

C ^ u ien tiene una Joya, é ignora su va­


lo r, ¿cómo podrá dignamente estimarla,
y mostrar el aprecio que ella se merece? SI
la gracia es aquella joya preciosísima, que
nos trae tanto bien : si tanta es la ne­
cesidad que tenemos de la gracia, que sin
ella no hay que esperar bien alguno, ¿se­
rá lícito ignorarla? ¿No debemos procu­
rar conocer su precio y valor para cor­
responder dignamente á ella? ¿Pues qué
cosa es esa gracia interior , de la qual
tanto se habla, y tantas ideas contrarias
á la misma gracia se fabrican con el es-
JOO MEDITACION
pecioso título de engrandecerla ? Esa gra­
cia interior es un don que infunde Dios
al alma, y en virtud de é l , la eleva, y
levanta á un estado superior > para obrar
sobre las fuerzas de la naturaleza, obras
dignas de D ios, útiles, y conducentes pa­
ta la vida eterna. La suma pobreza y mi­
seria de nuestra naturaleza caida y pos­
trada por ei pecado , nos descubre quanta
sea la excelencia de la gracia, y quanta
la necesidad que tenemos de ella. Por el
pecado de A dán, quedó nuestra natura­
leza sin luz y sin fuerzas; sin luz en el
entendimiento, y sin fuerzas en la vo­
luntad. De parte del entendimiento una
total ignorancia de los bienes sobrenatu­
rales ; y de parte de la voluntad una su­
ma debilidad y falta de fuerzas para ape­
tecerlos y procurarlos. Con la gracia se
nos quita la ignorancia, y se nos dá luz
para descubrir el camino del cielo que
Rabiam os perdido. Con la gracia se cor-
robora nuestra debilidad y flaqueza, y se
DZCJM A N O N A . 3 Oí
nos dan fuerzas y poder para andarlo.
La luz pertenece al entendimiento ; las
fuerzas, virtud y poder á la voluntad.
Y veis aquí el oficio que hace con noso­
tros la gracia interior, que llaman pre­
veniente, ó excitante, y declaran los Com*
cilios y los Padres con el nombre de ilu­
minación, é inspiración del Espíritu San­
to. Se llama preveniente 7 porque sin pre­
ceder de nuestra parte me'rito alguno que
nos la pueda grangear, ni disposición
previa , ni proporcion , ni congruidad al­
guna que nos haga dignos de ella, nos
previene la misericordia de D io s, y se
anticipa, y anteriormente á toda nuestra
deliberación y libertad, nos la infunde,
ilustrando al entendimiento con esta luz
ó iluminación sobrenatural para conocer
el bien , y moviendo á la voluntad con
la inspiración, dispertando en ella, con
suavidad y dulzura, una cierta inclina­
ción y afición con que se siente exper'
mentalmente convidada, alentada, y at
302 MEDITACION
da á abrazar aquel mismo bien que la
descubre, y le hace ver la luz del en­
tendimiento. De lo qual hizo mención
San Agustín quando dixo , hablando de
esta ilustración que se dá para descubrir­
nos el bien oculto : 1 ut innoteseat quod la-
tebat , y de la inspiración que se dá pa­
ra hacernos suave lo que no nos delei­
taba 7 et suave fia t 7 quod non delectabais
Llámase también esta gracia Interior ex­
citante, vocacion y llamamiento, porque
con ella dispierta Dios al alma ? confor­
me aquello de San Pablo : * surge qui dor­
mís , levantate tú que estás dormido. Por­
que así como los que duermen durante
el sueño están ágenos del trato y comer­
cio y comunicación con los demás, que
velan y están dispiertoss, pues ni oyen,
ni hablan, ni discurren, ni pueden con-
textar á cosa alguna de quanto los otros
dicen; del mismo modo se halla el alma

i L ib . a. de peccat. meritis et remis, cap. 17-.


i Ephes. g.
X>£ C IM A N O N A . 3O 3
anteriormente á la infusión de esta gra­
cia, como dormida en orden á los bienes
sobrenaturales. Porque, ántes de recibir
esta luz el alma no tenia conocimiento,
ni especie, ni idea de semejantes bienes,
por ser ellos de un orden, superior, y que
exceden las fuerzas y capacidad de la luz
natural del entendimiento para descubrir­
los ; y por medio de la santa ilustración
que la infunde Dios , la dlspierta, hacién­
dola sentir interiormente su voz con que
la hace atenta y vigilante, para que ad­
vierta el bien que se le descubre- Y de
esta santa iluminación, ó gracia excitan­
te de parte del entendimiento habló San
P ab lo , quando dixo : No somos suficien­
tes de nosotros mismos para tener un buen
pensamiento en orden á la eterna vida,
sino que toda nuestra suficiencia nos ha
de venir .de Dios. Ella es el principio de
todo b ien , y por ahí empieza la miseri­
cordia del Señor á obrar con los Genti­
les , para traerlos á la fe. Y aunque á es-
304 -3IÍ-E& I T A CIO N
te fin. se ordena la predicación del Evan­
g elio , pero todo quanto pueden hacer los
Ministros y Predicadores Evangélicos no
es mas que plantar y regar , como dice
San Pablo , y de nada sirviera todo su
ministerio, si Dios no añadiera la inte­
rior mocion de la gracia, para obrar en
el alma interiormente, al mismo tiempo
que csternamente, por los sentidos, oye
la predicación, como dice San Agustín : 1
no es esta iluminación interior, como las
doctrinas humanas, que se adquieren me­
diante los sentidos por el magisterio de
hombres; ella es una doctrina oculta , al­
ta y secreta, como la llama el mismo
Santo 5 y está muy distante y remota de
los sentidos la escuela, en la qual se oye
al Padre de la eterna sabiduría, 2 <z-jalde
remota est A senslbus h¿ec scola , in qua P a-
ter auditur. Esta misma santa iluminación
es el principio por donde empieza la obra

j L ib. ig . de C iv. cap. 6, a D e Predestin.


sanct. cap. 8.
I>SCIMANONA, 305
de la penitencia, y conversíon del peca­
dor. Ella es Igualmente necesaria para la
perseverancia de los justos 5 y finalmente,
siempre que el justo, despues de haber
cesado de obrar sobrenaturalmente en el
exércicio de alguna virtu d , comienza otra
vez de nuevo, tiene necesidad de esta san­
ta iluminación, como de un dispertador que
lo avive, lo haga vigilante y atento, le
dirija los pasos para comenzar, proseguir,
y consumar su camino. Esta es aquella
gracia, que tan repetidas veces pide a
Dios el Santo Profeta David en sus Sal­
mos. Ilumina oculos meos$ Deus misereatur
nostri, illummet vultum suum super nos, Y,
la Santa Iglesia en sus públicas oraciones
freqüentemente la pide. Excita Domine cor-
da nostra & c . jO D io s, quán admirable
es vuestra Providencial {Quán rico sois
en misericordias ! ¡ Quán liberal en gra­
cias ! Nosotros por el pecado habitaba-
mos en una región de sombras de muer­
te, y de tinieblas de ignorancia í y vos
T O M , I. V
3 O6 MEDITACION
habéis hecho resplandecer sobre nuestras
cabezas la lumbre de vuestro rosr o , la
ilustración de vuestra gracia. Con esta luz
nos habéis descubierto el paraíso, que
habia quedado para nosotros eternamen­
te oculto por el pecado. Con ella nos ha­
béis mostrado el camino recto y seguro
por donde dirigir y encaminar nuestros
pasos sin tropiezo. Con ella alentais nues­
tra flaqueza , para no- desmayar en las di­
ficultades y trabajos. Con ella , nos dais
virtud y poder para seguiros* Visitadme,
Señor, freqüentemente con esta gracia, y
multiplicad siempre mas y mas la copia
y abundancia, para que yo no os pier­
da jamás de vista, y llegue á poseeros
eternamente.

PUNTO SEGUNDO,

Deus autem pacis, aptet vos in omni bono, A d He­


breos cap. 13. v» 20. et a i.

Supuesta ya en el entendimiento la
,
D EC 1 M A N 0 N A . 3°7
gracia de la santa iluminación , se sigue
por un cierto vínculo la gracia de la ins­
piración en la voluntad. Los bienes so­
brenaturales son muy altos, y de un or­
den superior á donde no puede llegar el
alma con sus fuerzas naturales 5 y tan im­
proporcionada es la voluntad para de­
searlos, como el entendimiento para co­
nocerlos. Era, pues, muy conducente y
aun necesario, que ambas potencias fue­
sen confortadas con las gracias correspon­
dientes ; y si el entendimiento con la ilu­
minación es conducido al conocimiento
de aquellos bienes, fuese también la vo­
luntad conducida con la inspiración al
amor y deseo eficaz de obtenerlos, Y es­
te es el modo de proceder de la sabia y,
suave Providencia de D ios, acomodándo­
se en ello al modo de obrar que tiene
ía naturaleza. Considerad lo que sucede,
y pasa con nosotros en orden á estos bie­
nes naturales, y de acá baxo. El modo
connatural de obrar de nuestra voluntad
308 MEDITACION
e s , que prevenida del conocimiento del
bien, ó del mal que la propone y repre­
senta el entendimiento, luego se mueve,
con una cierta afición hacia el bien, ó con
afecto contrario respecto del mal 7 como
huyendo, y retirándose de eX Del mis­
mo modo se ha Dios nuestro Señor en
el ÓEden de la gracia, que previniendo
al entendimiento con la luz é ilumina­
ción sobrenatural imprime inmediatamente
por sí mismo, ó hace que en virtud de di­
cha iluminación resulte en la voluntad
un movimiento proporcionado á la ilu­
minación ? de suerte 7 que si ella propone,
ó representa algún objeto de terror, co­
mo el infierno , al punto se levanta en la
voluntad un afecto de temor > si es acer­
ca de los beneficios de Dios, nace en la
voluntad un cierto afecto indeliberado,
y acto imperfecto de amor. Por estos sen­
timientos interiores de inclinación, afi­
ción, suavidad, dulzura, ó temor , en los
quales consiste la inspiración que imprí-
J>ECIMAmi$A. 309
me Dios en la voluntad, ó hace que re­
sulten en ella , en virtud de la ilumina­
ción dei entendimiento, vá disponiendo
el mismo Señor, y preparando poco á
poco ía misma voluntad, para el perfec­
to consentimiento, como dixo San Agus­
tín. 1 Tctum Dea detur qui homlnis volun-
tótem bonam, et praparat adjuvandam , et
adjuvat preparatam. Y de esta preparación
habló San Pablo, quando escribiendo á
los Hebreos díxo : D io s, autor y amador
de la p a z , os adapte en todo bien 5 que
fue tanto como decir * os prepare la vo­
luntad , inclinándola ai bien. Porque sien­
do la voluntad principio de todos los
actos buenos y virtuosos, entonces que­
da el hombre bien adaptado, dispuesto y
preparado para todo bien, quando Dios
le infunde la santa inspiración, en vir­
tud de la qual. queda la voluntad incli­
nada, y aficionada al bien. Por esto dixo.
San Agustín : Quando Dios quiere que se
310 MEDITACION
haga lo que no conviene hacer de otra
suerte que queriendo, y consintiendo los
hombres , dispone que se les incline y afi­
cione el corazon á que quieran eso , in­
clinándolos el mismo que obra en nosotros
de un modo admirable é inefable nuestros
propios quereres. 1 Cum Deus vult Jierl
quod non nisl volentibus homíntbus oportet fie-
ri j inclinari eorum corda ut hoc vellnt , eo sci-
Ikct inclinante, qui in nobis mlrabili modo, et
inefabili operatur et ve lie. Y este es aquel to­
que interior del corazon , como habla el
ConcilioTridentino, 2 tangente Deo cor ho~
minis, conforme á lo que dice el Señor en
el Apocalipsi: 3 Ego sto ad ostium et pulso.
Yo estoy en la puerta, y toco. ¿Qué otra
cosa es aquella puerta, sino la voluntad
por donde entra Dios en el alma? Por
la voluntad entra, y es admitido í y por
la voluntad se le despide. Es admitido
consintiendo la voluntad á la gracia, pero

i D e Predest. sanct, cap. ao, 3 Conc. T rid . í .


Sess. 6. cap. g. 3 Cap. 3.
X)£Cri£ANONA. 3 11
resistiendo se despide á D io s, echándote,
como dicen , con la puerta en los ojos.
\ O eterna y suma bondad ! Centro de la
p a z , fuente de toda v id a , y origen de
todo ser. Inclinad , Señor , mi cora­
zon al cumplimiento de vuestra l e y , in­
clina cor meum Deus in testimonia tua . Es-*
tos bienes terrenos y sensibles lo tienen
preso y cautivo, lo arrebatan, lo divi­
den , y lo reparten entre sí. ¿Como me
desprenderé de ellos ? Sanadme, Señor, el
corazon , que está enfermo con estas afec­
ciones terrenas y miserables ; é incli­
nadlo á vos con la dulzura de vuestra
gracia, que me haga perder toda la afi­
ción á lo sensible y temporal. Soy muy
flaco, Señor, y el trabajo y dificultad en
el camino de la virtud me espanta. En­
dulzad mi corazón con vuestra gracia:
compadeceos de mi gran miseria, que ha­
ce tantas veces inútil vuestra santa ins­
piración : aumentad siempre mas y mas
Vuestras gracias para que la copia y abun-
3I a MEDITACION
dancia de ellas obtenga de mí flaqueza'
la justa y debida correspondencia,

ÍUNTG TERpERp,

Spiritus adjuv0t infirmit&tem nostram. Rom. 8*


V. 2<f,

Además de la gracia preveniente y.


excitante, es también necesaria la que se
llama gracia adyuvante para obrar bien,
como conviene, conforme á lo que tiene
definido el Santo Concilio Tridentino. 1
Si quis dixerit , sine preveniente Spirltus Sanctí
inípiratione, atque ejus adjutorio & c . De la
qual habló San Pablo escribiendo á los
Romanos, quando dixo : El Espíritu San-*
to ayuda nuestra debilidad y flaqueza^
Un hombre débil y falto de fuerzas, y;
que por sí solo no puede moverse, ni le-?
yantarse, ni caminar, necesita de quien
le ayude para hacer todo eso, ¿Y bastan
rá que el otro le ayude, como ayuda el
I Sess. 6. can, 3.
pzciM Am tfA* 313
maestro a sú discípulo en el estudio ? N o 2
el maestro ayuda al discípulo, exhortán­
dolo , instruyéndolo, amenazándolo con
el castigo, si fuere descuidado. Todos es­
tos medios son como otras tantas espue­
las que incitan al discípulo á cumplir su
deber, y aprovechar en el estudio. Mas
este modo de ayudar por sí solo, no bas­
ta para hacer mover al que no tiene fuer­
zas para ello. Si queremos que ande el
que está débil y postrado por falta de vi­
gor , no nos contentamos con exhortarlo
y animarlo á que se levante j además de
esto, añadimos otro género de ayuda, y
es, aplicar juntamente nuestras fuerzas,
tomarlo de la m ano, sustentarlo, ayu^
dándolo á levantarse y ponerse en pie, y.
haciendo juntamente con él todo quanto
él por sí solo no podia hacer i y veis
aquí lo que puntualmente hace con no-^
sotros la gracia adyuvante. Con la gra?-
cia excitante prepara Dios nuestra volun­
tad, para obtener el consentimiento. Con
3 I4 MEDITACION
la gracia adyuvante obra juntamente con
nosotros, cooperando con nuestra volun­
tad , quando preparada ya con la gracia
excitante se determina á consentir. Y de
aquí proviene, que en las divinas Escri­
turas se llama Dios nuestro ayudador, 1
Domine adjutor meus. Y no hay cosa que
mas á menudo se oiga de la boca de los
fieles, ni que se repíta en la Iglesia con
mayor freqüencia que aquellas palabras
del Salmo : Deus in adjutorium meum in-
tende. Domine &d adjuvandum me festina
Dios m ió, atended á mi ayuda, no tar­
déis , Señor, en ayudarme. La debilidad
y flaqueza de nuestro líbre alvedrio es
tanta, que no solamente necesita de lá
virtud divina para poder obrar bienj si­
no que aun para prorrumpir en la mis­
ma actual operacion, tiene necesidad de
que D ios, con la continua asistencia de
su gracia, le ayude y lo conforte. Aque^
líos internos sentimientos y mociones de
DJECIMANONA. 3 T5
la gracia excitante se dirigen á dispertar
al alma, á darla toques interiores para
hacerla atenta y vigilante, á llamarla, ha­
ciéndola sentir dentro de sí la voz de
D ios: á exhortarla, persuadirla, y convi­
dándola con el bien que se le propone v
á inclinarle el corazon con suavidad y :
dulzura , para aficionarla y atraerla á lo
que Dios quiere. Todos esos sentimien­
tos y mociones interiores preceden al li­
bre consentimiento. Con ellos el alma
queda dispuesta sí, y preparada para se­
guir y obedecer á los impulsos de la gra­
c ia , mas no obligada. Ella no obstante
todas aquellas mociones, que interiormen­
te siente, puede desecharlas, y apartando
la mente , o desviándola á otra cosa, de­
jarlas sin fruto y sin provecho , y esto
es disentir á la gracia. Y quando así su­
cede veis aquí, que aquella alma que es­
taba tan bien preparada para ser ayuda­
da, como habla San A gu stin , 1 qui volm -
316 M 2j> IT A C I0 2 T
tatem praparat adjuvandam , no lo fue, por­
que no quiso ella ser ayudada. Dios nues­
tro Señor , con prevenirla y excitarla gra­
tuita y misericordiosamente, la tenía ofre­
cida su ayuda, y estaba pronto á ayu­
darla con la asistencia de su gracia 5 1 pe­
ro como quiera que esta ayud^i no se dá,
sino á quien hace a lg o , y quando hace,
como dice San Agustín. 2 Nec adjuvare
potest, nlsl qm diquid sponte conatur. Si el
alma pudiendo ya determinarse á obrar
con la gracia preveniente que tiene, .y,
con la adyuvante que Dios por su par­
te le ofrece y le exhibe, no quiere ha­
cerlo , ¿cómo quereis que sea ayudado
quien no hace nada ? 3 Nam si nihil agís,
quomodo Ule adjuvat ? El espíritu de Dios
que te mueve, dice el mismo Santo Doc­
tor , es ayudador de los que hacen. El
mismo nombre de ayudador te muestra,

1 August. liib. a- de peccatorum m erit st retníe.


cap. 17. 2 L ib. í . de peccatorum merit. et remis*
cap. c¡, 3 Aug. in Epist, Joan, tract. 4.
p e c im a n o n a . 3 17
y te dá a entender, que tú haces algo.
Reconoce, pues T lo que pides , y lo que
confiesas, quando dices: Sed mí ayuda­
dor. Tu invocas á Dios, y lo llamas ayu­
dador t u y o ; nadie es ayudado si él mis­
mo no hace nada. 1 Spiritus enim D ei qui
te agit , agentibus adjutor est- Ipsum nomen
adjutoris prascr'bit tibí quia et tu ipse ¿It-
. Agnosce quid poseas? agnosce quid
' quid agís
eonfiteris, quando dicis adjutor meus esto ne
derelinquas me.Adjutorem utlque invocasDeum.-
Nemo adjuvatur, si ab illo nihil agatur. ¿De
una piedra insensible, ó de un tronco sin
movimiento, hablará jamás un artífice de
esta suerte; yo ayudo á esta piedra a
levantarse sobre una columna? ¿Yo ayu­
do á ese tronco á venir hasta mi casa ?
La piedra no es ayudada, sino levanta­
da s y á ese tronco que por sí nada ha­
ce , ni puede hacer, lo tendreis en casa,
no ayudándolo, sino trayéndolo. ¿Y qué
otra cosa es sino hacernos otras tantas
x Aug. de ver bis Apost. serm, 13,
318 M ED ITACION

piedras insensibles, y otros tantos leños


toscos ? el querernos introducir una suer­
te de gracia que lo haga todo? ¿Y cómo
un torrente impetuoso é irresistible, que
arrebata consigo todo quanto halla en la
orilla, sin dexarle otra acción que ser lle­
vado y arrebatado de la corriente? Esa es
una gracia desconocida de San P ablo,
inventada del error , y reprobada por
la Iglesia. No , no somos movidos de la
gracia de D io s, dice San A gu stín , como
piedras insensibles7 ó como brutos, que
carecen de razón y libertad. 1 Nec adju-
vari potest , ni si qui diquid sponte conatur9
quia non sicut in l apidi bus insensatis aut si-
cut in sis in quorum natura rationem volun^
tatem qua non condidit, salutem nostram Deus
operatur in nobis. No somos llevados, ní
arrebatados > sino ayudados de la gracia.
Sí la gracia hace, nosotros juntamente ha­
cemos. Si la gracia obra, nosotros coopera­
mos con ella; y esto es ayudar uno á otro,
x Lib, a de pee. mer. et remis, cap. g.
DXCIXANONA. 319
hacer juntamente con el una misma cosa.
El que está débil 7 y no tiene por sí solo
fuerzas para andar, si es ayudado de otro,
anda y camina. ¿Por ventura el que le
ayuda í caminar lo carga sobre sus- es­
paldas ? Eso no fuera ayudarlo , sino lle­
varlo. Lo ayuda con no apartarse de él*
y con su continua asistencia , la susten­
ta , lo conforta , y le da fuerzas,. SI el
flaco con esa asistencia y ayuda del otro
se esfuerza y se aplica á andar y anda. Sí
se para , porque se cansa, y rehúsa el
trabajo, cesa también la ayuda del otro,
en quanto al actual movimiento del an­
dar.
M ED ITA CIO N XX
Sobre la correspondencia al beneficio
de la gracia*

PUN tO PUlMERO.

Adjuvantes autem exhortamur,¿ ne in vacuum gra­


tia D e i recipiatis. 2* ad Cor. 6. v. 1.

E l Apostol Sari Pablo, que fue tan di­


ligente en corresponder al beneficio de la
gracia no habia de ser me'nos cuidadoso
en exhortar á otros á hacer lo mismo. El
conocía bien los grandes bienes que nos
trae la gracia, si nosotros corresponde­
mos debidamente á ella. El, como Apos­
tol que era del Sefior , habia recibido
mucha y muy grande gracia; y la habla
recibido, no solamente.para santificarse
á sí mismo, sino también para santificar
á otros. Menester era que no se conten­
tase con su buen exemplo para mover á
V IG E S IM A . 3aI
los Fieles á corresponder dignamente á la
gracia, sino que además de esto los ex­
hortase á lo mismo con sus palabras. Os
exhortamos, dice el escribiendo á los Co­
rintios, á no recibir la gracia inútilmen­
te y sin provecho. San Pablo exhorta á
los Corintios, que no tengan ociosa y
sin fruto la gracia de Dicte. Luego po­
dían libremente los Corintios con aquella
gracia no fructificar , y hacer que estu­
viese en ellos ociosa. Esta es la conse-
qüencia que sacó San Agustín de las pa­
labras dichas del Apostol. 1 Hoc enim 11-
berum arbitrlum homínis exbortatur et m
alits quibus dicitj rogamus ne in vacuum gra-
tiam Dei suscipiatis 5 ut quid enim eos ro-
g&t si gratiam stc smceperunt ut propriam
perderm t volm Utem ? ¿ A qué venia exhor­
tar el Apostol á los Corintios, que nó
tuviesen ociosa la gracia, si ellos no te­
nían Ubre voluntad para hacer lo con­
trario? Ningún hombre prudente exhor-
1 Lib. de Grat. et lib. Arb. cap. g,

TOM. I. X
322 M E D IT A CION
ta á otro á hacer aquello que no puede
dexar de hacer. A l que está metido en
una cárcel bien cerrado y bien asegura­
do , con fuertes grillos y cadenas , que
no puede moverse del sitio en donde es­
tá , ¿sería bien exhortarlo á que no huya?
I Que no se escape r dexando burlado ai
carcelero? ¿Y, no recibiera aquel misera­
ble preso una tal exhortación como bur­
la y escarnio que se hacia de el? ¿ Y al
Predicador que se la hiciera no lo mira­
ra como á un hombre, ó insensato, 6 in­
humano , que en vez de consolarlo y ali­
viarlo en su pena habia venido á hacer
Irrisión de él? O Santo A postol, ¿y qué
dirán á eso los nuevos discípulos de la
gracia? Vos Santo Apostol exhortáis á los
¡Corintios á que fructifiquen con la gra­
cia que han recibido $ y estos nuevos dis­
cípulos de la gracia asientan , que una
gracia tal, que no trae consigo irresis­
tiblemente este fruto no es verdadera gra­
cia de Jesuchristo : que toda gracia inte-
VIGESIM A. 323
ilor que se concede ahora en el estado
presente de la naturaleza humana, caída
por el pecado de Adán, siempre y nece­
sariamente obtiene el efecto próximo 6
inmediato para el qual se dá. Ahora, pues,
supuesto este principio discurramos así:
sí aquella gracia que habían recibido los
Corintios tenia ya por sí misma necesa­
riamente vinculada la buena corresponden­
cia , como efecto próximo é inm ediato,
sin estar en mano de ellos fustrarla ó im­
pedirla, San Pabló los exhortaba á hacer
lo que no podían ellos déxar de hacer :
luego era inútil la exhortación; y era lo
mismo que exhortar á que no h u ya, ni
se escape de la cárcel al que está dentro
tan bien asegurado 7 que ní aun si quie­
re moverse puede, ni dar un paso fuera
de aquel recinto en que se halla: ¿y es­
to no es condenar al Apostol San Pablo
de hombre imprudente, ó insensato? Ade­
lante : si por el contrario , aquella gra­
cia de los Corintios no tenia por sí mis-
. X2
324 M E D IT A C IO N
ma necesariamente vinculada la buena cor­
respondencia, y de parte de ellos podía
quedar ociosa y sin fruto, San Pablo les
predicaba una gracia que no era verda­
dera gracia de Christo > ¿y esto no es
Hacer á San Pablo falso Apostol? Veis
aquí los extremos á que conduce él espí­
ritu de error , de cuyo tribunal ha de
salir siempre condenado el Apostol de las
Gentes , tómese el partido que se quiera.
San Pablo era Predicador de la verdad,
y verdadero Apostol de Jesuchristo. El
sabía, que era verdadera gracia la que ha­
bían recibido los Corintios;,pero que no
obstante esto podían faltar por su ne­
gligencia, no correspondiendo á ella co­
mo debían; y por esto los exhortaba con
el exemplo y con palabras, que no la tu­
viesen ociosa y sin fruto. Prudente, útil
y necesaria exhortación, y digna de tari
excelente Predicador de la gracia; y to­
dos necesitamos de tenerla muy presente.
Quien espera una gracia que io haga to-
V IG E S IM A . 325
.do, ése quiere reposar en el lecho de su
pereza y floxedad. Ese es el fin y- para­
dero á donde se encamina todo el empe­
ño de promover una suerte de gracia,
que el que la tiene no puede dexar de
obrar bien; y el que no la tiene no pue­
de dexar de obrar m al: que todo está
de parte de la gracia y del dador , y
nada de parte del que la recibe , como
es la lluvia por respeto á la tierra: que
si Dios quiere que obremos bien, que nos
dé tal gracia que nos traiga juntamente
consigo las buenas obras, sin que sea me­
nester aplicar de nuestra parte otra dili­
gencia, que el recibirlas; como el que es­
tá debaxo del árbol sentado, y á su pla­
cer recibiendo los frutos, que otro desde
lo alto le echa en el seno, ¿Y eso qué
otra cosa es, sino abandonarse á una to­
tal inacción, y de aquí por sus pasos con­
tados ir á parar al estado, lastimoso de la
desesperación? N o , ese no es camino, si-
ño precipicio y derrumbadero. Y o vena-
3 16 M E D IT A C IO N
ro Santo Apostol vuestra exhortación que
hicisteis á los Corintios, y la recibo co­
mo hecha á mí mismo, y sin duda que
á todos toca, quando. para instrucción de
todos la habéis dexado en depósito á la
Santa Iglesia. Yo sé que de parte de Dios
no falta , y que sino correspondo á la
gracia es por mi culpa. Yo puedo obrar
bien con la gracia que Dios me d á; si­
no lo hago, la gracia no pierde nada de
su virtud j pero yo quedo sin el fruto
de las buenas obras por no haber sabido,
iil querido aprovecharme de ella; como el
remedio, aunque por otra parte activo y
eficaz, no produce efecto, ni logra el fin
de la salud en el enfermo que no lo to­
ma. jO amantísimo Protector m ió! Vos
que tan divinamente nos. descubristeis con
vuestra predicación los tesoros de la gra­
cia de Jesuchristo, y que tan abundan­
tes y preciosos frutos de santidad reco­
gisteis correspondiendo dignamente á la
gracia de vuestro Apostolado; ahora que
V IG E S IM A . 527
gozáis ya en santa paz de aquel dicho­
so fin , á donde se encamina toda gracia,
que es la poseslon del Eterno bien, in­
terceded por mí con vuestros ruegos. an­
te el trono de la piedad y misericordia
de Jesús , autor, dador y merecedor de
toda gracia, para que derrame.la pleníw
tud de sus bendiciones sobre esta mi po­
bre alma árida , este'rll, é infecunda, y
que tanto necesita de ese riego celestial
y divino, para dar frutos de vida eter­
na- Conozco mi debilidad, flaqueza, ¿ in ­
constancia en cooperar con la gracia, y
confieso con dolor mi ingratitud, por no
haber correspondido hasta ahora, como
debía. Merezca yo en adelante por vues^
tros ruegos, lo que hasta ahora he des­
merecido por mi poca fidelidad y mala
correspondencia.
PUNTO SEGUNDO.

Cum fñeiü , et tremare vestram saluiem operami-*


ni. Á d Philip, s. v. 1 2.

: Todos mientras andamos peregrinos


sobre la tierra en busca de nuestra pa­
tria somos negociantes; y este es el em~
pleo á que nos. destinó Christo ántes de,
partir de este mundo para su Padre. Ne-,
gotiamlni dum venio. 1 Negociad y dixo,
hasta tanto que yo vuelva á pediros cuen­
ta de vuestra conducta. El negocio que
nos encargó es el mas importante que se
puede tratar en todo tiempo, ora sea mi­
rando las ganancias que debemos esperar,
del buen manejo; ora sea mirando los
daños que debemos temer por la mala
conducta que tuviéremos en tratarlo. Pro*,
curar la eterna vida. Veis aquí el gran­
de, é importante negocio á que nos man­
dó atender el Salvador. ¿Mas quienes era-;
I Lúe, lp.
VIGESIMA* 329
mos nosotros pobres y miserables para
tratar un negocio de tanta considerado^
si el mismo Señor que nos destinaba pa­
ra este empleo no nos hubiera proveeido:
de un fondo correspondiente, y de un
capital quantiosísimo, que nos asegurase
de su /parte el acierto? Proveyólo. Este
capital es el tesoro de sus gracias. C oa
el buen manejo de este capital, la ganan­
cia es segura. Si lo tenemos ocioso y sin
emplearlo , la pérdida es irreparable. Y.
primeramente debemos considerar y pon­
derar la suma liberalidad que nos mués*
tra el Señor en este gran negocio, que
en algún modo se puede llamar negocio
todo nuestro. En los negocios que se tra­
tan entre los hombres, quien pone el ca­
pital entra en la parte de los frutos y,
ganancias. Mas aquí en este negocio, po­
niendo Dios el capital, nos cede todos
los frutos. El solamente reserva para sí la
gloria de todoj por lo demás, toda quan-
ta utilidad y ganancia proviene del buen
■'3 3 ° . M E D ITA C IO N
uso de sus gracias, toda quiere que sea
.para nosotros. ¿Y esto no debe por ven­
tura merecer de nuestra parte una exac­
ta .fidelidad en el manejo de este nego­
cio? ¿No nos debe obligar á correspon­
der dignamente á la benevolencia de tan
liberar bienhechor? Dios con el capital de
sus gracias nos dá toda la suficiencia, vir­
tud y poder para tratar el negocio de
nuestras almas. Nosotros debemos contri­
buir con la aplicación y con la Indus­
tr ia , que es decir, con el buen uso y
manejo de esas mismas gracias. Tener
ocioso y sin acción el capital que se dio
para negociar, es Incurrir en la senten­
cia que mereció oir de la boca de su Se­
ñor aquel siervo descuidado y perezoso,
por haber escondido debaxo de tierra el
talento que se le habia dado para nego­
ciar. Serve mole. Mal siervo. 1 ¿ El temor
de incurrir en semejante maldición, no
debe estimular eficazmente toda nuestra
i Matth.
VIGESIMA. 33I
aplicación é industria para Un negocio,
que tanto nos importa ? ¿Y qué industria
y aplicación será sobrada para tratar en
la brevedad del tiempo que se nos con­
cede, el negocio de toda una eternidad ?
¿Tenemos entre manos este gran nego­
cio , y dexámos andar el tiempo á su pla­
cer? ¿Se pasan los días sin sentir, y las
noches sin advertirlo, y nosotros tan des­
cuidados de dia como dormidos de noche,
en vez de negociar la vida eterna, vivi­
mos ociosos? No es este negocio que tra­
tamos, ni para descuidados, ni para dor­
midos , ni para ociosos. Atended al ne­
gocio de vuestra eterna salud, decia San
Pablo escribiendo á los Hlipenses, con te­
mor , y temblor de corazon. No es para
ménos un negocio como este* Quien te­
me , anda siempre solícito, y nada des­
precia. Quien tiembla , se recela de todo,
y procura buscar apoyo para su consue­
lo y seguridad. En los negocios huma­
nos y de intereses temporales se procura
3 32 HESITACION
con gran diligencia precaver todo riesgo.,
;y no se desprecia ocasion, ni oportunW
dad de lograr ganancia, no obstante; de
ser , tanto los riesgos como las ganancias,
de poco realce; al fin como cosas que se
pasan, y acaban con.el tiempo. Pero en
este negocio de la eterna salvación , ¿que
:pel!gro no es sumamente temible? ¿Que
-ganancia que no sea sumamente aprecia-
ble? Los enemigos que nós hacen difícil
este negocio, y nos ponen á riesgo de
■perderlo, son muchos, y todos formida­
bles; el demonio con sus astucias, el mun­
do con sus atractivos, la carne con sus
alhagos. ¿Y de nuestra parte, que tene­
mos que nos ponga en salvo y seguri­
dad de todos esos peligros? Una suma
miseria, una suma debilidad, una suma
inconstancia. Emprendemos ese negocio,
y al cabo de una hora lo dexámos. 'Nue­
vos propositos, nuevas resoluciones, y
dentro de breve tiempo nos trocamos, ha­
ciendo lo contrario de todo quanto ha*
VIGESIM A. 333
bíamos poco antes resuelto y ¡determina­
do. ¿Y esto qué quiere decir? Que no hay-
que fiar de nosotros mismos, y que so­
lamente podemos esperar y estrivar en el
poder y virtud de la gracia, correspon­
diendo con fidelidad y prontitud á sus
llamadas. Quando Dios alarga la mano
de su ayuda, asirse luego de ella, para
huir del peligro y tentación. Quando con
las inspiraciones santas toca á la puerta
del corazon, abrirle luego, y sin tardan­
za. Quando llama, haciendo sentir su voz
interior, responderle al punto, y sin di­
lación ; porque de lo contrario se dá Dios
por ofendido, y suele pasar de largo; y
á las veces tarda en volver en castigo de
la ingratitud con que ha sido tan mal
recibido. ¿Qué hubiera sido de San Pa­
blo , si quando fue llamado de Christo
Saulo, Saulo, por qué me persigues ? hu­
biera despreciado esta v o z , y pasado ade­
lante su camino ? Tal vez hubiera que­
dado siempre Saulo perseguidor, sin llegar
334 MEDITACION
jamás á ser Pablo Apostol. El no se hizo
sordo á la llamada, respondió luego, y se
rindió, entregándose enteramente á la vo­
luntad de Christo; y esta pronta y grata
correspondencia á la vocación fue el prin­
cipio de aquella excelsa fábrica de su san­
tidad, que él perfeccionó siempre mas y
mas con la continua y diligente corres­
pondencia á las demás gracias que suce­
sivamente se le dieron. Quien no cor­
responde á la gracia como debe, muestras
dá de la poca estima que tiene del don
que ha, recibido, pues con tanta facilidad
y ligereza lo dexa ocioso y sin fruto?
¿y esta poca estima y aprecio que se ha­
ce del don, por ventura no redunda en
desprecio del dador ? ¿Y cómo pensamos
que mirará Dios sus gracias en quien no
las emplea, dexándolas ociosas, y sin cor­
responder á ellas ? Las mirará, sin duda,
como perdidas, y al otro como á un in^«
grato , pues que hace tan poco caso del
beneficio. La mas justa pena* y la mas
- V IG E S IM A , 335
debida á un ingrato e s, desposeerlo del
beneficio recibido; pero al mismo tiempo
es la pena que mas nos debe hacer tem­
blar. Si Dios retira de nosotros sus gra­
cias , ¿que' bienes nos quedan , y qué fon­
dos tenemos para negociar nuestra salva­
ción? Removido este precioso capital, nos
quedamos en nuestra pobreza, necesidad
y miseria. ¿Y qué hay que esperar de no­
sotros mismos, sino ruina y perdición?
SÍ queremos que Dios nos conserve el ca­
pital de sus gracias, y vaya aumentán­
dolo con otras nuevas y aun mayores,
gran diligencia es menester, y que no
nos descuidemos en el buen uso de las
que nos dá, ¿Y para esto, qué medio mas
oportuno que aquel santo temor, á que
nos exhorta el Santo Apostol, y él mis­
mo mantenía y avivaba en sí para aten­
der al negocio de su alma ? N o sea que
(decia é l), procurando salvar á otros,.me
pierda yo á mí mismo. ] O mi Dios I que
teneis misericordia de todos, disimuláis
3 36 M E D IT A C IO N
con vuestra piedad los pecados de los hom^
bres, y nada aborrecéis de quanto'habéis
criado, yo soy criatura vuestra, vos mí
criador : soy hechura dé vuestras manos,
y vos mi hacedor. Multiplicad en mí
vuestras misericordias para que aborrezca
todas mis ingratitudes, y sepa estimar
vuestras gracias, correspondiendo de aquí
adelante con suma fidelidad, diligencia y;
agradecimiento.

PUNTO TERCERO.

D eus est enim qui operatur in m bis et •selle, et


perficere* A d Philip. 2. v. 13.

San Pablo habia exhortado á los Fí*


lipenses á procurar el negocio de sus al­
mas con temor y temblor de corazon. El
temor se dirigía á hacerlos solícitos en
obrar bien; el temblor á conservarlos hu­
mildes en medio de las buenas obras. El
que no teme vive muy confiado, y se en­
trega al ocio, y no haciendo nada ¿que
fruto ha de coger? El que no es humil-
V IG E S IM A . 53^
de pierde por la soberbia e l fruto que
habría cogido de su trabajo y diligencia.
No frutificar con la gracia teniéndola
Ociosa es despreciar el don recibido : fru­
tificar con ella, y atribuirse á sí el fru­
to de las buenas obras es despreciar al
dador 5 y tan dañoso es quedarse desnu­
do de todo bien por falta de correspon­
dencia á la gracia, como quedar despor
jado por la soberbia de aquel mismo bieri,
que en virtud de la correspondencia ha-
bria adquirido. Para precaver San Pablo,
en sus amados Filipenses este peligró á
que viven expuestos todos los buenos, les
previene con un saludable aviso, y es,
que no se arroguen á sí mismos, mas an­
tes atribuyan á soló Dios las buenas obras,
porque D io s, dice el A postol, obra en
vosotros ese querer y buena voluntad con
que correspondéis á la gracia. No pen-
seis, dice San A gu stin , que San Pablo
con decir qué Dios obra nuestro querer
quita la libertad para no querer, que eso
tom . i. y
338 MEDITACION
solo pudo pensarlo un Calvino, y los que
de esta maligna planta retoñaron despues
como otros tantos pimpollos de Iniqui­
dad;. no es eso: ántes exhortando San
Pablo á los Filipenses á obrar, les recon­
viene del libre alvedrio que tienen, para
dexar de obrar. Como si les dixera : aun­
que vosotros con vuestro libre alvedrio
cooperáis con la gracia, y correspondéis
á ella , obrando bien; pero debeis siem­
pre proceder en esto con temor y humil­
dad, sabiendo que no sois solos en obrar
el bien, sino que juntamente con voso*
tros obra Dios. N i obráis por vuestras
fuerzas , sino que Dios principalmente
obra en vosotros con la virtud de su gra­
cia; y por esto guardaos bien de enva­
neceros, mirando con arrogancia las bue~
ñas obras, como frutos de vuestra cose­
cha, que no es así ; ántes toda la bon­
dad de ellas se deriva principalmente de
la buena raíz dé la gracia. 1 Quando enim
i Lib. de Grat. et lib. Arb. cap, p.
v ig é s im a . 3 39

jubetur y ut operatur, llberum ¿orum conve-


nítur arbltrium , sed ideo cum timore , et tre­
mare ¡f ne sibi tribuendo quod bene operatur
de bonis tmquam suis extollattur óperibus.».<
Si enim timetis j et tremetis non éxtollimi^
ni tmquam de vestris óperibus bonls' quia
Deus est qui operatur in vobis. Imaginad
que Veis tendido en tierra á un misera­
ble* y tan necesitado, que ní tiene casa
én donde recogerse, ni vestido con que
cubrirse, ni alimento con que sustentar­
se. Pasa por allí un rico compasivo y mi­
sericordioso j y movido de sü innata pie­
dad, se inclina j y alargando sU manó*
pone en la de aquel infeliz una joya pre­
ciosísima^ y de un valor inestimable* EÍ
pobre la recibe; y enterado del valor y
precio de la joya vá ^ y compra con ella
uná casa bien provista dé toda suerte de
muebles y utensilios i hace uná buena pro­
visión dé víveres para el sustento necesa­
rio 7 y sé provéé dé toda especie de ro­
pa para el vestido según ló pidiere ia va-
Y3
340 M E D IT A C IO N
riedad del tiempo y de la estación. Este
miserable, quando así se viese bien abasr-
tecido de todo, ¿por ventura se atribu­
yera á sí aquella su mutación de fortu­
na ? Todo lo conrrarioi el diría, y con
mucha verdad, veis aquí , que este vestir-
do que traygo , este alimentó que como,
esta casa que habito, todo lo debo á la
.bondad y misericordia de aquel rico pia­
doso. En virtud de la joya que me dio
tengo y poseo todo esto; y todo es frur
to de aquella preciosa dádiva que puso
en mi mano aquella, de mí siempre, ben­
dita mano de su caridad. Pero bien i ¿aca­
so no era libre aquel miserable para ad­
m itir, ó rehusar la joya? Claro está que
sí. El rico se la daba y ofrecía; mas no
le forzaba á recibirla. ¿Y que tenemos
con eso? Eso quiere decir, que aquel in­
feliz pudo consentir en quedarse pobre
como ántes, no aceptando la joya 5 y en
uno y otro estado todo es materia de hu­
mildad y confusion para el pobre mise-
34 X
V IG E S IM A .
table; y solamente es materia de gloria
para el rico misericordioso. A este se le
debe atribuir todo el bien , y al otro to­
da \¿l miseria, de la qual, si ahora se ve
libre, es por pura misericordia del rico,
que le dio aquella joya. Veis aquí como
nuestra libertad en admitir ó desechar,la
gracia, que es aquella joya preciosísima,
por cuya virtud y precio nos enrique­
cemos de buenas obras, no impide nada
para que atribuyamos á D io s, y no á no­
sotros todo el bien que hacemos, y es­
to es lo que ingeniosamente declaró San
A g u stín , quando sobre aquellas palabras
del A p o sto l: 1 ¿Qué cosa tienes, que no
la hayas recibido ? dice : el alma, pues,
no puede de otra suerte recibir y tener
estos bienes sino consintiendo : de don­
de el bien que tiene y que recibe es de
D iosj pero el recibirlo y el tenerlo es
propio del que recibe y del que tiene. a
Accipere quipps, et habere anima non potest
i 4. Cor. 4. 2 D e Spir. et lit. cap. 34,
3-43 M XDITACIO tf

dona de quibtis hoc audit , nisi consintiendo,


ac per hoc quid habeat, et quid accipiaty D ei
est : accifere autem et habere, utique áccipien-
tis f et habentis est. Que es lo mismo que
poca antes había dicho con otras palabras,
es á saber : que el consentir, o disentir
á la gracia 6 yocacíon es acto de la propia
voluntad. Consentiré autem vocationi D ei ,
vel ab ea dissentire , í/Vaí proprU vo-
fanUt's est. i O Dios misericordioso ! A'
vos solo , y no á nosotros sea dada la
gloria de todo. Quando somos misera­
bles , de nosotros mismos lo somos : quan-
do nos vemos libres de la miseria, por
sola vuestra misericordia nos vemos tales.
Vuelvan, pues, todos los bienes i su ori­
gen de donde nacen, como los rios al mar
de donde salen; porque vos sois aquel
mar inmenso de bondad, del qual se de­
rivan , como otros tantos rio s, los bienes
todos que riegan y fecundan nuestras al­
mas.
M E D IT A C IO N XXL
Correspondencia de San Pablo al bene­
ficio de la redención.

PUNTO PRIMERO.

C¡baritas enim Chisti urget nos (estimantes hoc quo-


niam si um s pro ómnibus mortuus e s t: ergo om­
nes mortui sunt, et pro ómnibus mortuus est
Cbristus. 2. ad Cor. j.-v. 14.

el beneficio, ó tenerlo en poco,


es enorme ingratitud, ¿qué seria el ne­
garlo? Quanto mayor es el beneficio, tan­
to es menos excusable el olvido , tanto
menos perdonable el desprecio> pero re­
sistir, y oponerse con negarlo, es una
impiedad, que hasta las mismas fierast con
su natural instinto la condenan. El ma­
yor beneficio que Dios ha hecho es la uni­
versal redención del mundo. En seis días
obró el todo Poderoso esta gran máqui-
344 M E D IT A C IO N
na del universo, con todas las criaturas
que para su gloria tuvo por bien criar.
Mas para redimir al hombre, y renovar
al mundo, empleó, no el corto número'
de seis dias, sino el largo espacio de trein­
ta y ,tres años. Criar al mundo no le cos­
tó á Dios trabajo alguno. H abló, y bas­
tó su palabra. A l imperio de su voz sa­
lió el mundo del profundo de la nada,
y se vio de repente con el ser que tie­
ne , 1 ipse d ix it , et facta sm t. Pero para
rehacer al mundo, para restaurarlo, para
redimirlo, ¿qué trabajos? ¿qué fatigas?
¿qué penas?.¿qué dolores? ¿y qué muerte?
¿Y todo esto no habia de bastar , y ser
sobrado para que nosotros tuviésemos
siempre impreso en la memoria este be­
neficio? ¿Para que lo estimásemos cori su­
mo aprecio? ¿Para que lo agradeciésemos
con el mayor reconocimiento ? P e r o ¡ ó;
infelicidad de nuestros tiempos! El mun-
do antiguo fué obra de Dios vivo 7 y es
x Psalm. 148.
V IG E S IM A ? R IM A . 345
de todos admirado. El mundo nuevo o
. renovado fue obra de Dios muerto, y es
de muchos poco atendido. A l Dios vivo
se le honra con el título de Criador. A I
Dios muerto se le quiere negar, ó á lo
menos disminuir, y obscurecer el nombre
y gloria de Redentor. ¿Es posible ? \ De­
cir que Christo no murió por todos, qué
otra cosa es, que negar á Dios muerto,
ó á lo ménos disminuirle, y obscurecer­
le el nombre y gloria de Redentor ! ¿Qué
decís vos Apostol de las Gentes? ¿El ha­
ber Christo muerto por los hombres no
fué un exceso de caridad? ¿Y vos que sois
un Apostol todo lleno de caridad, y tan
agradecido á Jesuchristo por su grande
caridad, podréis tolerar injuria tan enor­
me como se hace al amor de Christo, con­
decir, que no murió por todos? O.yga-
mos como se explica el grande Apostol
de las Gentes, penetrado del mas profun­
do sentimiento de g ra titu d p o r la muer^
te del Redentor. La caridad, dice, con
346 MEDITACION
que Christo amó á los hombres nos aprie­
ta , nos fuerza, y nos obliga á hacer lo
mismo, movidos de su exempío y amor,
y sacrificarnos enteramente al bien de los
hombres, sin perdonar á trabajo, pena,
do lor, ni muerte con el fin de salvarlos
á todos, ponderando esto : Que si uno
murió por todos, luego todos estabamos
muertos, y por todos murió Christo. ¿Pue­
de estar mas clara, ni con mayor enca­
recimiento promulgada por el Apostol
esta verdad ? Mirad ahora, como discurre
San A gu stín , aquel Santo Padre de cuya
autoridad tanto se ha abusado por los
partidarios del error. Fundado este San­
to Padre en las palabras dichas del Apos­
tol asienta lo primero: que el exceptuar
algunos, y no comprehenderlos en el be­
neficio de la muerte de C hristo, es tanto
como eximirlos del número de los muer­
tos : 1 Nega igitur Christum etíam pro par~
vulis mortuum, ut eximas eos de numero mor-
i Lib, 6, contra Julián, cap. 4.
VIGESIMA? RIMA. 347
iuorum y como arguye él contra Juliano:
lo segundo , que todos, sin exceptuar á
nadie, estaban muertos, en quanto todos
en Adán habían incurrido en la necesi­
dad de morir ; lo tercero, que uno solo
estaba v iv o , y por el mismo caso él so­
lo era quien podía morir por los demás,
y este era Christo. Ved ahora en suma
y conclusión el discurso de San Agustín.
Uno solo que estaba v iv o , murió por to­
dos los que estaban muertos, sin excep­
tuar á nadie: todos los hombres, sin ex­
ceptuar á nadie, estaban muertos; luego
aquel vivo murió por todos los hombres,
sin exceptuar á nadie. 1 Omnes ¿taque mor-
tui sunt in peccatis nemlne prorsus excepto,
£t pro ómnibus mortuis vivus mortuus est
m us . ]Humilde y devoto Agustino , dig­
no imitador del grande Apostol de las
Gentes en reconocer, confesar, y agra­
decer el beneficio de la universal reden­
ción! Veis aquí el primer acto de grata
348 M E D IT A C IO N
correspondencia que muestra San Pablo
al beneficio de la redención confesarlo
con sinceridad de corazon > y con esta
confesion rendida , sujeta y obsequiosa re­
conocerlo para dar la glorte debida al
Redentor. ¿Y quién debe interesarse mas
en esta gloria del Rendentor , que los mis­
mos redimidos? ¿Puede haber mayor glo­
ría para los esclavos puestos ya en liber­
tad , que pregonar el dulce nombre del
libertador? Quantas veces confesamos el
título de Redentor, otras tantas nos hon­
ramos á nosotros mismos, publicando el
testimonio mas honorífico de nuestra pro­
pia libertad. ¿Y qué, acaso no merece to­
da nuestra atención y aprecio la grande
utilidad que se nos sigue de aquí ? Dos
grandes motivos ponderaba el A p o sto l, y
debemos todos ponderar en este benefi­
cio de la redención : el primero, los gran­
des males de que nos lib ró ; y el segun­
do, los bienes incomparables que nos acar­
reó Christo con su muerte. ¿Qué mayor
V IG Z S IM A P R IM A . 349
mal puede haber que ei pecado, que nos
aparta de D io s, que es la fuente y orír
gen de todo bíen? Christo con su muer­
te destruyó todo pecado , no„ solo el ori­
ginal, sino también los personales, con
satisfacer por todos ellos plenamente á la
Divina Justicia,, y nos puso en estado de
poder obtener por sus méritos el perdón
universal de toda culpa, y de toda pena.
¿Quánto hay aquí que pensar, discurrir
y ponderar ? Si por el pecado estabamos
eternamente muertos para D ios, y pri­
vados de todos aquellos inefables bieness
por la redención recobramos el espíritu
de v id a , y adquirimos en jesuchristo
nuestro Redentor el derecho de entrar
en la poseslon de todos aquellos bienes,
como hermanos del mismo Señor , y here­
deros juntamente con él. Veis aquí una mi-
na abierta inagotable en que enriquecerse
siempre mas y mas una alma pía, devota y
agradecida. ¡O amantísimo Redentor! Seáis
para siempre bendito y alabado y glorifica-
3 $O M E D IT A C IO N
do de los Angeles y de los hombres i de
los cielos, de la tierra, y de todas las cria­
turas. ¿Quién me diera las lenguas de to­
das ellas para engrandecer y ensalzar vues­
tras misericordias en la redención tan co­
piosa que obrasteis en medio de la tierra 1
\0 redención nueva 1 ¡O reparación anti­
gua i \ O felicidad eterna, que todo eso¡
-nos vino por la preciosa muerte de Chris*
tol
PUNTO SEGUNDO*

V t et qui vivunt * non jam sibi vivant $ sed et qui


pro ipsis mortuus efU 2. ad Cor. 5. v. 15.

Confesar 7 reconocer, y estimar el be­


neficio y es la primera obligación que nos
impone la ley de la gratitud. Este afec­
to no debe ser como aquellas plantas es­
tériles , que no tienen otra utilidad, que
recrear la vista con su hermosura: h a d e
Ser árbol fecundo, y abundante de fru­
tos , y estos son aquella recompensa, qué
én retorno del* beneficio recibido presen-
V IG E S IM A ? R IM A * 3$ I
tamos al bienhechor. En el beneficio no
solamente hemos de atender al bien que
recibimos; sino también, y mucho mas
el amor y benevolencia que nos muestra
el bienhechor; y este amor ha de ser el
motivo mas poderoso que nos ha de obli­
gar á la recompensa del beneficio recibi­
do. Considerad quanta fuerza tuvo este
motivo en Pablo i y como se explica el
para declarar el afecto de su corazon
agradecido.. La caridad de Christo, dice,
nos aprieta, nos fuerza , y nos obliga.
Chantas Christi urgei nos. ¿Y de qué ca­
ridad habla el Apostol? ¿Por ventura ha­
bla de la caridad con qüe él amaba á
Christo, caridad tan ardiente y tan fo­
gosa, que no lo dexaba reposar, y lo te­
nia en continuo movimiento y agitación?
No habla él de su caridad, sino de la
de Christo. De aquella inmensa caridad
que mostró el Salvador en dar su. vida
por los hombres. Ponderaba el Santo
Apostol esta grande caridad de Christo,
3$ 2 MEDITACIÓN1 '
y discurría así : sí uno murió por todos:
si Christo, en quien por ser la misma
inocencia y santidad no podia tener en­
trada la muerte del pecado, era el único
v iv o , y todos los demás estabamos muer­
tos : si este v iv o , y que era vivo por ex­
celencia, perdió su vida, entregándose vo ­
luntaria y espontáneamente á la muerte,
para dar vida á los que no la tenían
si estabamos muertos, y hemos pasado á
ser vivos, y la vida que tenemos, por su
muerte la hemos recibido, ¿quál ha de ser
él empleo de una vida, y vida tal que
no reconoce otro origen que la muerte
de un Dios ? Considerad ahora él fruto
que San Pablo sacó de esta su pondera­
ción, y declaró á los fieles, como la mas
justa recompensa que debía mostrar nues­
tra gratitud al Redentor. A esto nos obli­
ga , prosigue e l , y compele la caridad de
Christo y que en adelante no vivamos ya
para nosotros mismos ; sino para aquel
que muriendo nos dio lai vida. ¡ Justa,
V I& E S IM A P R IM J. 3 53
Justa recompensa, y muy debida! ¡Quán
bien la mostró el Santo Apostol, y quán
exactamente la cumplió en toda su v id a !
¿Y no es esto mismo lo que nos declaró
quando dixo : vivo y o , mas no yo , Chris­
to es aquel que vive en mí? Miraba Pa­
blo á su vida como fruto de la C ruz, y
se contemplaba á sí mismo como hijo de la
muerte dado á luz entre dolores y pe­
nas del Redentor ¿y una vida engendra-*
da entre infinitas penas, y nacida de la
muerte de Christo, no habia de ser án­
tes vida de Christo, que vida de Pablo ?
Si Christo con su muerte nos díó la vi­
da, él muriendo traspasó, por decirlo así,
su vida á nosotros, para vivificarnos, y.
resucitarnos de muerte á vida; ¿y esta
no nos debe obligar á vivir una vida que
sea digna de Christo ? ¿No debe aseme­
jarse la vida al origen de-donde nace?
Así lo discurría San Pablo, y así lo exe-
cutaba. Pablo, ya no vivía para sí, sino
para Christo. Christo era el que predi-
tom . í. z
354 MEDITACION
caba en P ablo: Christo el que era per^
seguido en Pablo : Christo el que era ape-*-
dteado en Pablo : Christo era el que tra->
bajaba en P ablo; y Christo el que era
encadenado, y aprisionado en Pablo. To­
do quanto hacia Pablo , lo hacia Christo
en P ablo; porque Pablo ya no vivía pa­
ra s í , sino para Christo i y el amor de
Christo era el alma que animaba todas
las operaciones de Pablo , y las hacia dig­
nas de una vida que tuviese mas seme­
janza con la vida de C hristo, que con
la vida de Pablo. ¿Vivo yo de esta suer­
te agradecido á Christo, que pueda decir
como San Pablo : vivo y o , no ya para
mí 5 sino para aquel que con su muerte
me dio la vida ? Si yo vivo para mi con­
tento y regalo , para mi propia honra y
estimación, para mi ínteres y comodidad,
yo vivo para m í, y no para-Christo. Yo
vivo muy olvidado del beneficio que he
recibido. Yo no hago cuenta de mi vida,
como de cosa obligada ál que me la dió¿
VIGE SIMA P RIMA. 3^
sino como de cosa habida por mí indus­
tria, y de la qual yo dispongo á mi discre­
ción y libertad. ¿Y esto se puede compo­
ner con la obligación de la gratitud ? ¿ No
es un procedimiento propio de un ingrato?
Si vivimos porque Christo con su muerte
nos dio la vid a, para aquel hemos de vi­
vir por cuya causa vivimos j y esto por
dos m otivos: uno porque en tanto vivi­
mos, en quanto él nos dio la vida que
tenemos; y el otro porque nos la dio mu­
riendo él, para que nosotros la tuviéra­
mos i ¿y si cada uno de estos motivos
era por sí solo bastantísimo para obli­
garnos á emplear toda nuestra vida al ser­
vicio y obsequio del que nos la dio, que
será quando ambos motivos concurren
Juntos á aumentar la deuda y obligación?
Un enfermo se tiene por muy obligado,
y se muestra agraJecido á aquel Médico,
que con su gran cuidado y excelente ha­
bilidad lo ha sacado , como dicen , de las
puertas de la muerte, y lo ha restituido
z2
3¡[6 . MEDITACION
al estado de perfecta salud ? ¿pero sí aquel
M édico, no queriendo valerse solamente
de su propia habilidad > y teniendo po­
der para ello traspasase en su propio cuer­
po todo el mal del enfermo, para dexar-
la sano, qué, diría este ? Quando se vie*
se a si mismo perfectamente sana, y al
Médico, su libertador, lo mirase tendido
en una cama, padeciendo y tolerando to­
dos aquellos dolores y angustias, que po­
co antes le. aquejaban á él, ¿podría dexac
de serle sumamente agradecido ? ¿ No se
miraría como estrechamente obligado $
no apartarse de su lado, y dedicarse en­
teramente á servirle en todo, durante la
enfermedad? Veis aquí los dos motivos
qüe ponderaba el Apostol, A. la infinita
.sabiduría y omnipotencia de D ios, no íe
faltaban medios fáciles y suaves para dar­
nos la vida, á los que estabamos muer­
tos por el pecado; pero no quiso, ántes
escogió el extremo que tanto ha hecho
resplandecer su amor y caridad para con
- Y jG £ $ n fA P R I M A . . _ 3 $7
los hombres: tomó sobre sí nuestras mi­
serias corporales con vestirse de nuestra
carne mortal y pasible, y muriendo dar­
nos la vida; para que entendamos, que
si vivimos, Vivimos por causa de aquel
Señor 7 que no como quiera nos d-ió la
vida; sino que nos la dio por un medio
tan costoso á é l c o m o fué muriendo por
nosotros. ¡O caridad inapeable! ¿Qué ha­
cemos nosotros sobre la tierra, si esta vi­
da que tenemos no la empleamos toda en
servir y agradar al Redentor, á cuyos
ojos fué tan preciosa ? M i vida fué com­
prada á precio de sangre, y de sangre
divina. Todo estoy tenido con la san­
gre de Christo* Sangre de un valor y es­
tima infinitamente mayor que la grana
tnas escogida , que la púrpura mas pre­
ciosa; ¿y tendré ánimo para revolearme
sobre el lodo de la tierra? ¡O h ! ¿y en
qué pienso y o , si olvido esto? ¿Y si lo
tengo presente puedo dexar de sentirme
herido de amor y gratitud hácia un Re-
3 $8 M ED ITACIO N
dentor, que con tan buenos ojos, me mw
r ó , y derramó so,bre mí todas las rique­
zas de su caridad ?

ÍU N TO 'TERCERO.

Qui dilexit m e, et tradidit semetipsum pro me. G a-


lat 2. v. ao.

Aquella grande caridad que mostró


Christo á los hombres, con haber queri­
do morir por todos > hirió tan de recio
el corazon de Pablo, que lo incitó á un
afecto muy vehemente de gratitud; y pa­
ra satisfacerse y consolarse no halló otro
medio , sino traspasar á sí como propia
la deuda, que era común de todos. Aquel
beneficio general de la muerte del Reden­
to r, y su caridad en sufrirla, se la apli­
có el Santo Apostol á sí mismo > con tan­
ta propiedad, como i si él splo hubiera si­
do el redimido,, y por él solo hubiera
muerto el Redentor. Y o , dice él. escri­
biendo á los Galatas j yo en quanto vi-
V I G Z S I M A P R lt í A , 3$9
vo durante esta mortalidad de mi cuer-
p o , vivo ya por la fe del Hijo de Dios,
que me am ó, y se entregó á la muerte
por mí. ¿Qué es esto Santo Apostol? ¿No
nos decís vos , que fué entregado. á la
muerte por todos nosotros? pro nohis om~
nibus tradidit illum ? 1 Y ahora, dexando
á parte á todos los demás, sin hacer
mención de ninguno os presentáis vos so­
lo en el campo, como el único objeto
del amor de Christo, qui dilexit me i y
el único blanco á que se dirigió su muer­
te , et tradidit semeiipsum pro me. En esto
se ve la vehemencia del afecto. A quí no
miraba San Pablo lo que habian de ha­
cer los otros, sino lo que tocaba á él.
fA l contemplar el Santo Apostol el estu-
péndo beneñcio de la humana redención ,
quedó tan absorto y tan pasmado de la
süma caridad de Christo, que se miró á
sí mismo como responsable de todo. T o ­
dos los demás eramos también interesa-
360 M E D IT A C IO N '
dos j és verdad. Eramos también deudor
res: es así. ¿Pero, por ser los demás
hombres deudores á tan gran beneficio,
dexaba de serió igualmente el Santo Apos­
tol? Y quien debe* su propia deuda es
la que lo grava, no la deuda de los de­
más» A un deudor honrado y generoso,
y mas quando la deuda es quantiosa y
exorbitante t le sobrecoge y le asorbe el
ánimo, y todo se le va en pensar y bus­
car caminos por donde salir, y exone­
rarse del grave peso que le aflige. ¿Por
ventura le aligera la pena el saber que
hay otros igualmente deudores, y de igual
cantidad? Nada de eso. Satisfacer su pro­
pia deuda es el empeño á que únicamen­
te atiende, y eso es lo que le tiene siem­
pre ocupado. Consideraba San Pablo, que
el motivo y causa de la muerte de Chris­
to eran los pecadosí y veis aquí, que de
tropel se le representaban al Santo Apos­
tol todos, y tantos males, como el cuen­
ta de s í, que habia sido blasfemo y con-
V IG X SIM A P R IM A . 36 X
tumelíóso : que habia perseguido excesi­
vamente á la Iglesia: que era indigno de
ser Apostol; el oía allá en su interior
contemplativo los gritos de todos aque­
llos pecados suyos, y como que le de­
cían : por todo esto tú eres el reo de la
muerte de Christo : tú el deudor, y de
una deuda que no podías pagar; y.Chris­
to , por su gran caridad, salió á favor
tu y o , y la pago con su mueite. ¿En me­
dio de todo eso querreis que el Santo
Apostol se entretuviese en discurrir so­
bre lo demás , quando tanto tenia que
pensar dentro de sí mismo? ¿Quando aten»
dia que un solo pecado mortal es una
deuda tan exorbitante , que no hay en
toda la naturaleza humana, ni angélica
caudal bastante para satisfacer por ella,
y que para pagar esta deuda de cada uno
en particular era tan necesaria la muerte
del Redentor, como para pagar la deu­
da de todos juntos? Quando esto ponde- .
raba el Santo A postol, recogido todo en
3.62 v M E P irA C IO N
su interior, se consideraba como sí él so­
lo estuviera' en este mundo con Christo;
y que este Señor desde la Cruz , mori­
bundo ya , y espirando le decia : Mira
Pablo, por tí me veo en el estado en que
me ves. Ved aquí por que el Santo Apos­
tol se apropiaba á sí al Redentor, como
sí fuera solo Redentor de Pablo 5 y la
caridad de C hristo, como si toda hubie­
ra ido á descargar sus riquezas sobre el
alma solo de Pablo. Este era el afecto de
encendida caridad, y tiernísima gratitud
con que intimamente estrechaba á Jesu­
christo, como Redentor todo su y o , co­
mo amador todo suyo , aunque era Re­
dentor y amador de los demás hombres.
M E D IT A C IO N X X II.
Sobré el mismo asunto.

PUNTO PRIMERO-

Fidells sermo, et omni acceptione dignus : quod


Christus Jesús vsnit in huno mundum peccato-
res salvos facere, quorum prtmus ego sum* 1.
ad Tira. 1. v. 15.

( g u a n d o el Apostol San Pablo previene


con un cierto preámbulo de palabras el
ánimo del Lector para hacerlo atento y
vigilante, prueba es, y señal muy clara
de la grandeza del sentimiento que vá á
declarar. Escribe e'l á su amado Discípu­
lo Timoteo, y le habla así: Palabra dig­
na de toda fe y creencia; palabra muy
recomendable, y que merece toda apro­
bación es la que voy á decirte. ¿ Y qué
palabra, ó Instrucción será esta, quando
con un proemio de tanta solemnidad vá
á depositarla el gran Maestro de las Gen-
364 J f í J U T A C IO t f
tes en el seno de su Discípulo y Obis­
po de Efeso? Oigamosla con la debida
veneración. Sábete, le dice, que Christo
Jesús vino á este mundo á salvar á los
pecadores, de ios quales soy yo el pri­
mero , como el principal y mayor de to­
dos. Veis aquí una confesion la mas hu­
millante que pudo hacer de sí el Santo
A p o s to l5 pero al mismo tiempo la mas
gloriosa á la caridad de Christo. Queria
San Pablo inspirar á su amado Discípulo,
y en el á todos nosotros una alta idea de
la misericordia de Dios, y de la caridad
de Christo en el misterio de la reden­
ción. Iba á dar una prueba , la mas re^
levante, y la que entre todas descubrie­
se mas al vivo esta gran misericordia y
caridad, y no pudo hallar otra mas ex­
presiva que contraponer á tal misericor­
dia la mayor miseria, y a tal caridad la
mayor necesidad, La miseria mas digna
de ser atendida de una grandiosísima mi­
sericordia, y la necesidad mas proporcio-
V IG ESIM A SZ G TTN D A . 365
nada al empleo y exercicio de una altísi­
ma caridad, es el pecado. Quanto mas
crecido es el número, y quanto mas enor­
me es la gravedad de los pecados, tanto
es mayor la miseria y necesidad en que
se halla el pecador. En librarlo de esta
gran miseria muestra su mayor poder la
misericordia, y en socorrerlo descubre su
mayor grandeza la caridad. Ved ahora la
fuerza de la sentencia de San P ablo, y
la impresión que pretendía él hiciese en
el ánimo de su Discípulo Timoteo. Entre
todos los pecadores, para cuya salud eter­
na vino Christo al mundo , soy yo el
primero, el principal y el m ayor; lue­
go en salvar á J?abIo ha hecho ChristQ
campear mas su misericordia, y resplan­
decer mas la grandeza de su caridad, que
en salvar á todos. los demás pecadores,:
¿puede haber confesion mas gloriosa pa­
ra Christo? El Santo con este su propio
abatimiento engrandeció el beneficio de
la redención sobre toda grandeza, y hon-
36 6 M E D IT A C IO N
ró al Redentor sobre toda honra. Quan­
to mas primorosa es üna obra, tanto mas
descubre la ciencia y habilidad del artí­
fice que la hizo* Quanto mayores son los
impedimentos que vencer, tanto se nece­
sita de mayor fuerza y poder para alla*^
narlos. M ayor gloria adquiere un Capi-
tan venciendo á pocos valerosos y esfor­
zados, que á una grande multitud de co­
bardes, flacos y pusilánimes. Mayor aplau­
so 7 honra y alabanza mereció David por
haber derribado á un solo G igante, qué
si hubiera vencido y desbaratado á una
tropa de diez mil Filisteos. Pablo, el ma­
yor pecador de todos, salvado por Chris­
to. ;Grande y primorosa obra! ¡Exquisi­
ta misericordia del artífice que la hizo!
Pabló el mayor pecador de todos: el de
mayor resistencia, por los muchos y ma­
yores obstáculos que vencer 3 no obstan­
te esto ha sido salvado. ] Gran poder dé
aquella misericordia , que sobrepujando
tantos impedimentos de pecados lo salvó !
VIG ES IM A S E G U m >A . 367
\ Pablo el mayor pecador de todos , el
enemigo mayor de la Iglesia, el princi­
pal caudillo del Judaismo contra el Evan­
gelio , el que se oponía con mayor fuer­
za á la gracia, derribado, sujeto y ren­
dido á los pies de la misericordia y ca­
ridad de Christo! ¡Inmensa gloria del
Redentor, que triunfó con tanta honra
de este Gigante! Todo esto quiso com-
prehender el grande Apostol en aquella
su humilde y devota confesion, con que
se publica el por el mayor pecador de
todos quántos vino Christo í salvar; y
este sentimiento es el que inculca tanto,
y pretende imprimir en el corazon de su
amado Discípulo Tim oteo, para que se­
pa el estimar; el beneficio de la redención,
y glorificar y ensalzar sobre toda alaban­
za y exaltación la misericordia y caridad
inapeable de Jesuchristo. ; O agradecido
A postoll ¡O pecho devotísimo y amador
de Christo! El escoge por suma gloria
ponerse debaxo de los pies de toda la Igle-
368 M E D ITA C IO N

sia 5 y buscar el lugar mas baxo y el írW


fimo entre todos los pecadores de la tier­
ra , para levantar sobre sus propias rui­
nas la gloria del Redentor 5 y manifestar
á todos con mayor ostentación la nunca
dignamente alabada caridad y misericor­
dia de'Christo, que vino á este mundo
para salvar. á los pecadores. Pero ya que
San Pablo queria engrandecer tanto la m i ­
sericordia de Dios, y la caridad de Chris­
to , ¿con qué verdad pudo él decir, que
era el mayo x. pecador de todos, para en­
grandecerla l con abatirse tanto á sí mis­
mo? Sin duda que previendo San Pablo
esta dificultad que podia nacer en el áni­
mo de su Discípulo, lo previno con po­
nerle por delante la autoridad de su pa­
labra digna de toda fe y recomendación;
basta que yo lo d ig a, para ser creido,
aunque no lo entiendas 5 y quando así
h ablo, es porque así lo siento en mi in­
terior , y esto mismo nos debe bastar á
todos, que diciendo San Pablo de sí que
VIGESIMA SEGUNV A . 369
éra el mayor pecador de todos , él dixo
toda verdad, porque dixo lo que inte­
riormente sentía y juzgaba de sí mismo.
S i fuéramos tan humildes, como lo era
San Pablo , fácilmente lo entenderíamos.
Mirad el camino contrario que lleva el
espíritu de soberbia , al que sigue el es­
píritu de humildad. La soberbia inclina
siempre al hombre á mirar en sí sus pro­
pios bienes, para estimarse; y en el pró­
ximo los defectos y pecados que tiene, pa­
ra preferirse á él y despreciarlo. El so­
berbio no gusta de pensar en sus pro­
pios defectos, porque no le traen con­
tento , sino disgusto; no le sirven de
honra, sino de confusion, y huye de to­
do eso , como contrario al fin que pre­
tende , que es su propia exaltación, es­
tima y preferencia. Los bienes que tiene,
.'ó piensa tener lo hacen atento y vigi­
lante para tenerlos siempre presentes, pa­
ra considerarlos y amplificarlos. Quien así
anda ocupado, pensando siempre en sus
tom . 1. aa
370 M E D IT A C IO N
propios bienes, no sabe considerar en el
próximo sino los defectos que tiene, ó
imagina que tie n e, para de esta suerte
estimarse mas en su interior, y preferir­
se al próximo. El espíritu de humildad
por el contrario inclina siempre al hu­
milde á mirar en sí sus propios defectos
y pecados, para confundirse; y en el pró­
ximo los bienes y dones que ha recibido
para estimarlos. Quien tiene tanto que
mirar dentro de sí, no gusta de salir fue­
ra de sí para saber los males que otro
tiene: él ocupado interiormente en la con­
sideración de sus propios males, no con­
sidera los ágenos, porque, ó los ignora,
ó si los sabe encuentra juntamente razo^

nes para escusarlos, ó disminuirlos; quan­
do los suyos propios por la íntima per­
suasión que tiene de ellos abultan tanto
^n su interior, que no sabe hallar seme­
jante en ninguno otro; y este afecto y
sentimiento interior que tiene de sí mis­
mo es el que le mueve mejor que ningu-
V IG E S IM A S E G U N D A . 3y l

na especulación del entendimiento á juz­


garse y tenerse por el peor, de todos. San
Pablo, que con el espíritu de Christo ,
habia recibido el espíritu de humildad ,
por una parte consideraba la grandeza,
excelencia y dignidad de Christo sobre
todo lo criado; y por otra parte que él
lo habia perseguido tan porfiadamente,
que bastaba para arrancar (si hubiera si­
do posible) la Religión Christiana de la
tierra, y borrar el nombre de Christo de
la memoria de los siglos. ¿A vista de to­
do esto qué podía hallar el Santo Apos­
tol que fuese correspondiente al senti­
miento interior que de sí tenia , quan­
do contraponía su propia iniquidad, a la
dignidad de Christo, y el mucho mal que
habia hecho, á todo el bien que merecía
Christo? El se abatió mucho con decir,
que era el mayor pecador de todos, sí5
pero sin duda se hubiera abatido aun
■mas, si hubiera hallado otra cosa peor,
que ser el' peor de to d o s; ¿ y esto con
AA 2
3 J% M E D IT A CION
qué devocion y afecto ? ¿ Con qué agra­
decimiento y amor? ¿Con qué deseo de
ensalzar la caridad de C h risto, para que
fuese conocida, engrandecida y glorifica­
da de todos? Alcanzadme Santo Apostol
semejante espíritu de humildísima y devo­
tísima gratitud para con mi Redentor,
digno de toda honra y de toda gloria,
por la afectuosísima caridad con que me
libró de tantos males, y me ganó con sus
merecimientos todo bien.

TUNTO SEGUNDO.

Sed ideo misericordiam consecutus sum , ut in


me primo ostenderet Christus Jesús omnem pa~
tientiam ad informationem eorum qui credituri
sant Mi 3 in vitam teternam. i. Tim. i. v. 16.

Aquel espíritu de profundísima humil­


dad, que habia ocupado enteramente el
corazon de P ablo, lo tenia siempre tan
atento y vigilante en considerar sus pro­
pios duelos, que hasta los mismos dones
que habla recibido de Dios-le descubrían
V1G-JE SIM A SZGU ND A . 373
mas su propia indignidad. Todo quanto
veía de parte suya eran deméritos > de
parte de Dios todo misericordias ; y por
esto miraba los dones que habia recibido
tan ágenos de s í, y tan propios de Dios,
que por qualquier lado que se mirase no
hallaba sino materia de confusion. Con­
fusion por sus pecados, y mayor confu­
sión por las misericordias de Dios, vien­
do que recaían sobre tanta indignidad,
como consideraba en sí mismo. De aquí
le riacia al Santo Apostol un sentimien­
to interior de ia caridad y misericordia
de C h risto, tari sublime qué se quedaba
absorto , y rio acertaba á ponderarlo, ad­
mirándose altísimamente de ver tal mise­
ricordia de parte de C h risto, á compe­
tencia de tanta baxeza., e indignidad de
parte del hombre: tanta caridad del co-
razon de Christo , luchando con tanta
ruindad del corazon humano; y con es­
ta contraposicioñ hizo San Pablo resal­
tar mas la misericordia y caridad de Chris-
374 M E D IT A C IO N
t o , como triunfadora y victoriosa de la
mayor indignidad , que entre todas, y de
todos los pecadores de la tierra conside­
raba el Santo Apostol la suya propia. Mas
no paró aq u í> ántes para inspirar á los
demás hombres una idea semejante á la
que él tenia de la caridad y misericordia
del Redentor, y alentarlos con la espe­
ranza del perdón 7 publicó para consuelo
de todos, .que Christo lo habia escogido
por exemplo de su misericordia. La cau­
sa y motivo , prosigue el mismo Santo
Apostol j de haber alcanzado yo miseri­
cordia, ha sido para manifestar Christo
en m í, como en primario objeto y prin­
cipal exemplo, toda su paciencia y lon­
ganimidad; y para que con. esto cobrad-
sen ánimo ,y aliento para esperar el per-
don todos los que en los siglos venide­
ros creyesen en él,- para conseguir la vi­
da eterna. No se puede pensar cosa ní
mas baxa, ni mas humilde, ni mas aba­
tida , que la que dice de sí el Santo Apos-
V IG E SM A SEG V JST D A . 37 £
tol. El con esta confesion excede en hu­
mildad a la otra, con que se publicó por
el mayor pecador de todos. Atento San
P ablo, y ocupado todo en engrandecer
y ensalzar la caridad de C hristo, de la
qual estaba lleno su piísimo y agradeci­
dísimo corazon, se abate hasta el mayor
extremo á que puede llegar el pensamien­
to humano. Considerémoslo, y para ello
hagamos cuenta, dice San Juan Chrisós-
tom o, que los habitadores de una Ciu­
dad populosísima han incurrido en la des­
gracia de su Príncipe, unos mas, y otros
menos por el número y calidad de sus-
delitos i pero todos dignos y merecedores
del suplicio, y de un total exterminio; y r
esto es lo que están aguardando y te­
miendo de hora, en hora aquellos mise­
ros e' infelices ciudadanos. Entretanto se
esparce la voz de que el Rey quiere per­
donar á todos. No. se dan por seguros*
los ciudadanos. Ellos aun temen; sus pro­
pios delitos los perturban : la conciencia
3 7^ ‘ MEDITACION
los inquieta, y las voces del perdón ge­
neral no bastan á sosegarlos. Entre aque­
lla gran muchedumbre de reos y delin­
quientes se halla uno que por la varie­
dad, multitud y gravedad de pecados es
famosísimo, nombrado de todos, y seña­
lado, como dicen, con el dedo. Ahora
pues : si ese famosísimo y renombrado de­
linquiente se presentase á los demás ciu­
dadanos , publicando á voces, como ha­
bia sido perdonado, nadie dudára ya , de
que el R ey quería igualmente perdonar á
todos. Quien se mostraba tan benigno en
perdonar al que era caudillo y cabeza de
la iniquidad, con el mismo hecho daba la
prueba mas convincente,’ y el testimonio
mas autorizado de querer perdonar á los
demás , que lo desmerecían menos. Esto
es puntualmente lo que dice aquí San Pa­
blo. Queriendo Dios asegurar á los pe­
cadores de la buena voluntad que tenia
de perdonarlos, me escogió á mí, como
el mas famoso de todos, en quien mani-
V IG E S IM A S E G V N P A . 377
festase la grandeza de su misericordia, pa-
ra que viendo los demás , que Pablo hav
bia sido perdonado, no obstante de ha-'
ber sido el mayor caudillo y cabeza de
maldad, y que por sus muchos pecados
era el mas indigno, y tenia mas desme­
recido el perdón, nadie desconfíe, ni se
desaliente, y esten ciertos todos que se­
rán acogidos con benignidad y misericor­
dia de aquellas piadosas entrañas del Re­
dentor, que con tanta caridad me abra­
zó á m í, en señal de paz y reconcilia­
ción. ¡O grande A p o sto l! Yo os contem­
plo en la Iglesia como á una preciosa
columna, tanto mas sublime, quanto mas
profunda fue la basa de vuestra humil­
dad y abatimiento. En esa columna mi­
ro , le o , y considero la inscripción que
vos mismo grabasteis, para consuelo uni­
versal de todos : P ablo, eí mayor peca­
dor, perdonado, y puesto por exemplar
é imagen viva de ]a misericordia, pacien­
cia y longanimidad de Dics en tolerar
37® MEDITACION
acoger, y perdonar todos los pecadores
de 1a tierra, es el espejo de la caridad de
Christo Redentor, que vino al mundo
para salvar á los pecadores..

PUNTO TERCERO,

, -
In hoc enim laboramus et tnaledicimur quid spera
mus in Deutn vivum, qui est Sahator omniumr,
bgminum. i. Tim. 4. v. 10.

Con la grandiosa idea que tenia Sari


Pablo de la misericordia y caridad de
Christo para con los pecadores, ¿qué otros
sentimientos habia de inspirar á los hom­
bres que sentimientos de consuelo , dé
aliento y de esperanza? Los enemigos de
la universal redención, como ágenos del
espíritu de C hristo, na saben fomentar
sino sentimientos de rigor y de espanto
con que retiran á las almas del seno dé
la caridad, y las precipitan á la hoya
funestísima de un total desaliento. Ellos
tienen de la Bondad Divina sentimientos
tan baxos, tan viles y tan indignos, que
V IG E S IM A S E GT/ND A. 379
se avergonzara un hombre de bien, si de
él se tuviera tan baxa idea. Ellos nos pro­
ponen á un D io s, que mira al linage
humano, despues de la caida de Adán,
con tales ojos, que á ciertos hombres quie­
re salvar, y á otros no : que proveyen­
do á unos de medios abundantes, niega
á otros hasta lo necesario, dexándolos en­
teramente abandonados en la impotencia
de salvarse. ¿Puedese pensar cosa ni mas
indigna de la Bondad D ivin a, ni mas in­
juriosa á la caridad del Redentor? Tan­
ta verdad es, que el espíritu de Christo
inspira al corazon humano sentimientos
de piedad; pero el espíritu de error, des-*
poseyéndolo hasta de la misma humané
dad, lo vuelve impío contra Dios. ¿Y
qué decís vos Santo Apostol? ¿Qué? con
el fin de conseguir la eterna salud, dice
San P ablo, trabajámos, sufrimos, y tole^
ramos. en este mundo , porque tenemos
puesta nuestra esperanza en Dios vivo,
que es Salvador de todos los hombres^
380 M E D IT A C IO N
¿No veis como no hace el Santo A'pos-
tol esa distinción diciendo : que Dios es
Salvador de unos, y no Salvador de otros?
De todos, de todos los hombres , dice,
es Salvador , Salvator omnium hominum*
Quanto es de su parte á todos quiere
salvar, y á nadie desecha. Quanto es de
su parte á todos provee de medios nece­
sarios para salvarse, y á nadie retira, ní
aparta de sí. ¿Y de qué hombres habla­
ba San Pablo , quando de esta suerte nos
declara la voluntad que Dios de su par­
te tiene de salvarlos diciendo que es Sal­
vador de todos ? ¿Por ventura hablaba de
los hombres descendientes de Adán en el
estado de la inocencia? Esos ni oyeron,
ni pudie'ron jamás oír la predicación del
A p o sto l, porque no hubo tales hombres.
El hablaba de los hombres nacidos de
Adán pecador; á esos predicaba, esos eran
los que le o ían , y de todos esos decia
que Dios era Salvador, Salvator omnium
hominum. Todos los hombres, no obstan-
V IG E SIM A SEGUNDA. 38I
te el pecado original, están ordenados al
último fin de la eterna bienaventuranza;
Es cosa muy justa, y muy debida ai buen
orden de la Providencia, no excluir por
sí misma y de antemano á nadie de la
participación de aquel premio que está
propuesto generalmente á todos. Es pro­
pio de la Bondad Divina franquear por
sí misma á todos la participación de su
gracia, y no rehusar de su parte i na­
die, ni desampararlo, si primeramente no
la abandonan á ella. Pensar que una mi­
sericordia infinita, como fuente que es
perenne, y que siempre mana ha de cer­
rar por sí misma el conducto para que
no se acerquen á ella los miserables, y
que perezcan allá fuera, sin remedio aban­
donados , eso no cabe sino en la baxa y
vil idea de un corazon ruin. Concluya­
mos ya con el testimonio de San Prós­
pero que habla a sí: Diciendo San Pablo
que Dios es Salvador de todos 7 él nos ase­
gura , que la buena voluntad que de par­
te suya tiene Dios en orden á la eterna
salud de las hombres, es universal, y se
extiende ,/á 'todos sin restricción ; y esta
sentencia del Apostol corta toda dispu-
ta T y ^ fr .í ,la..;rco ntr over si a. 1 Qua sen-
tentia totam dirimit controversiam; di vendo
enim qui est Salvator omnium confirmavit
bonitatem Del super universos homines esse ge-
neraíem. Veis aquí el fallo que dá este
-gran Padre de la Iglesia, y discípulo, no
falsoV* stnfcr^exdadero, y el mas ilustre
defensor que ha tenido San Agustín. ¡ O
mi buen Jesús ! En vuestro dulce nombre
lleváis impresa la salud eterna de los hom­
bres. Sois mi Salvador, salvadme; dadme
gracia, Señor 7 para imitaros en obrar , y
padecer como vos hicisteis, obrando nues­
tra salud en medio de la tierra; y con
esto merezca glorificar eternamente vues-
-tro augusto nombre en el cielo.

j Lib. cu de voc, gcntíum cap. jr*


MEDITACIONES
SOBRE LA EXCELENCIA Y VIRTUDES

TOMO II.
MEDITACIONES
¡OBRE LA EXCELENCIA Y VIRTUDES

DEL GLORIOSO

DOCTOR DE LAS GENTES

SAN PABLO*
EN HONOR

DE LOS AÑOS DE SU A P O ST O L A D O .

SU AUTOR

DON MIGUEL PERARNAffi

PRESBÍTERO.

. TOM O SEGU N D O ,

CO N LÍ CENCI A*
ATAD5.ID EN 1 A IMPRENTA RE AL i

1790.
5
TABLA
DE L A S M E D IT A C IO N E S
que contiene este Tomo.

M editación xxiii. Sentimientos de San


Pablo acerca del Misterio de Chris-
to. Pagina i .
Punto i.° Proposuit instaurare omnia in
Christo, qua in calis, et qua in ierra
sunt. ibid.
Punto a Proposuit instaurare omnia in
Christo, qua in calis} et qua in tér­
ra sunt. p. 9.
Punto 3.0 Proposuit instaurare omnia ■ in
. Christo, qua in calis et qua in térra
sunt. p. 15.
M edit. xxiv. Prosigue el mismo asunto
sobre el Misterio de Christo. pa-
gin. zo.
Punto i .° Et per eum reconciliare omnia
in ijjsum, jjacificans per sanguinem Crur
cis ejus, sive qua in tsrris, si've
in calis sunt. ibid.
P u n t o 2 .® Pacificans per sanguinetn Cru~
cis ejus, sive qua in terris, sive qu<£
in calis sunt. p. 27.
P unto 3 Ipse enim est p a x nóstra, qui
fecit utraque unum. p. 34,
M edít. xxv. Continuación sobre el Mis**
terio de Christo. p* 39.
P u n t o i.° Ipsum dedit caput super om-

nem Ecclesiam. ibid.


P unto 2 ° Ipsum dedit caput super omnem
Ecclesiam . p. 48.
P u n t o 3.0 Benedictus D e u s , et Pater
Dominz nostri Jesu C h risti, qui bene-
dixit nos in omni benedictione spirituali
in calestibus in Christo. p. £ £.
Correspondencia de San
M e d i t . x x v i.

Pablo al beneficio del Bautismo,


p . 62*
Punto i .° Quicumque baptizati sumus in
Christo J e s u , in morte ejus baptizati
sumus. ibid.
P unto 2 In uno spiritu omnes nos in,
unum Corpus baptizati sumus. p. 69.
P u n t o 3.0 Quicumque enim in Christo bap-
tiza ti estis > Ühristum induistis. p . 7 y.

Títulos de corresponden­
M e d i t . x x v tu

cia al beneficio, del Bautismo, pa-


gin. 83.
P u n to i .° Expoliantes vos veterem fcómi-

nem cum actibus suis , et induentes no~


mm. ibid.
P u n t o 2 ° Sicui portavimus imaginem ter-

reni i portemus t et imaginem cádestis.


p. 9 1 .

P u n t o , 3.0 Glorifícate et pórtate Deum


in corpore vestro. p. 9 8 .

Milicia christiana 7 y sus


M e d ít . x x v iii.

armas, p. 104.
P u n to i Non est nobis colluctatio ad -
versus carnem y et sanguinem, sed ad -
versus Principes et Potestates , adver -
sus mundi Rectores tenebrarmi liarum.
ibid.

P u n t o 2.0 Propterea accipite armaturam

D e i; state succinti lumbos vestros in


veritate . p. 1 1 3 .
P u n to 3 E t induti lorieam ju stitia . pa-
gin. 1 2 2.
Continuación sobre las ar­
M e d í t . x x íx .

mas de la milicia christiana. p. 129.


P u n t o x .° E t caleeati pedes in prxpara-
tione Evangeliipacis. ibid.
P unto 2 ° In ómnibus sumentes scutum ji -
dei. p. 1 4 0 .

P u n t o 3.0 E t galeam salutis assumite, et


gladium spiritus, quod est verbum D eu
p. 1 4 9 .

M e d it . xxx. Buen exemplo de Sañ Pa­


blo. p. 158.
P u n t o i ° Imitatores mei estote , sicut et
ego Christi. ibid.
P u n t o a.° Christi bonus odor sumus, pa-

gin. 168.
P u n t o 3.0 Spectaculum fa c ti sumus mun­
do , et A ngelis, et hominibus. p. 1 7 7 .

Fervor de San Pablo, pa-


M e d i t . x x x í.

gin. 185.
P unto i Sequor autem si quo modo com-
prehendam j in quo et comprehensus sum
d Christo Jesu , ibid.
P u n t o %? Qua quidem retro sunt oblibis-
cens j. ad ea vero qu<$ sunt priora exten-
dens me ifsum. P- I 95.
. P u n t o 3.0 A d destmatumpersequor } ad
bramum superna rvocationis D e i in
Christo Je su. p, 203.
M e d i t , x x x ii .Vida de San Pablo escon­
dida con Christo* p. 21 k
P u n t o 1 .° Mor fui estis, et vita vestra

abscondita est cum Christo in Deo. ibid.


P u n t o 2 .° V ita vestra abscondita est cum

Christo in Deo. p. 22 0.

P u n t o 3 ,° Cum Christus apparuerit vita


v estra , tune et vos apjparebitis cum ifso
in gloria, p. 2 2 9 .

M e d i t * x xx iii .Suspiros de San Pablo por


. la eterna patria, p. 2.37.
P u n t o i .° Desiderium habens dissolvi, et

esse cum Christo. ibid.


P u n t o 2.0 Positi in tabernáculo isto in-
gemiscimus. p. 2 4 4 .

P u n t o 3 .° Infelix ego homo! Quis me libe-


rabit de corpore mortis hujus? p. 251.
M e d i t , x x x iv * Fin glorioso de San Pablo,
p. 2 5 9 .
P u n t o i .° Ego enim jam deUbor, et tem-
pus resolutionis mea instat. ibid.
P unto 2 ° Bonum certamen certavi. pa*

gin. 269*
P u n t o 3.0 Cursum consummavi. p. 2 7 6 . .

Victoria de San Pablo en


M e d it . x x x v .

su martirio, p. 283.
Punto i *° Ubi est mors •victoria tua ? ibid.
P u n t o 2.0 Absorpta est mors in victoria.
p. 2 8 9 .

P unto 3 Deo autem gratias , qui dedit


nobis victoriam per Dominum nostrum
Jesum Christum. p. 295.
Triunfo de San Pablo, pa-*
M e d it . x x x v i .

gin. 303.
P u n t o Ít.° Deo gratias, qui semper triun­
fa ? nos in Christo . ibid.
P unto 2 ° Keposita est mihi corona ju sti-
ti<£> p. 3 1 1 .
P u n t o 3.0 E t illi quidem, ut corruptibi^
lem coronam accipiant ¿ nos autm incor-
ruptam. p. 318.
MEDITACIONES
SOBRE LA EXCELENCIA Y VIRTUDES

D E SAN P A B L O A P O S T O L .

MEDITACION XXIII.
Sentimientos de San Pablo acerca del
Misterio de Chrhto.

PUNTO PRIMERO.

Proporutt instaurare omnia in Christo, quee in c<elis>


et %ua in térra sunu Ephes. i. v. p. et 10.

J f amas se vio cárcel alguna, ni tan llena


de luz, ni tan dichosa, ni tan digna de
.veneración como aquella cárcel' de Roma,
guando en ella escribió el grande Apos­
tol de las Gentes sus admirables cartas á
los Efesios y á los Colosenses. Allí fue'
tom . n. A
2 M E D IT A C IO N
donde el Santo Apostol , desahogando su
pecho apostólico , lleno todo de Christo,
descubrió sus mas altos sentimientos, para
alentar á los fieles á la tolerancia de las
tribulaciones, y encenderlos en un vivo
afecto de amor, de alabanza, de gratitud
y reconocimiento á Dios por la grande­
za y excelencia del Misterio de Christo.
¡Quán dilatado estaba aquel grande co­
razon del Apostol en medio de las an­
gustias y estrechuras de un calabozo!
i Quán libre, suelto y desembarazado aquel
espíritu, quando no obstante el grave pe­
so de las cadenas que opnmian á su cuer­
po , revolvía dentro de sí ideas tan mag­
níficas, y sentimientos los mas sublimes
y mas grandiosos ! El nos descubre un
cielo nuevo y una tierra nueva. Todo
se habla envejecido por el pecado, y to­
do nos lo describe renovado por Christo*
En Christo, dice el grande Apostol, de^
terminó Dios restaurar , reparar, y reno­
var io que estaba allá en el cielo, y to-
V IG E S Z M A T E R C IA . 3
do quanto habia aquí en la tierra. ¡Gran
Misterio! ¡Objeto el mas grandioso de
la omnipotencia, sabiduría y bondad de
Dios! ¡Sacramento inefable, y que dará
á todos ios siglos continua y eterna ma­
teria de alabanza al todo Poderoso!
Habia Dios criado desde el principio
de los tiempos una multitud inumerable
de Angeles allá en el cielo, reparándo­
los en diversas gerarquías, y ordenán-
. dolos en vistosísimos y hermosísimos co­
ros j criaturas todas las mas bellas, las
mas perfectas, las mas ricas en dones, y
las mas adornadas de gracia; al fin co­
mo las que llevaban la. primacía entre
todas las obras de Dios. Crió también
aquí en la tierra á los primeros hombres
Adán y Eva, y como principio y origen
que habían de ser de una larga y nu­
merosa descendencia , los enriqueció de
mucha y copiosa gracia, y de una gran
variedad de dones en cuerpo y en alma,
con el privilegio de traspasar á todos sus
A2
4 ' M E D IT A C IO N
descendientes esta preciosa herencia, si
mantenían aquel estado que acababan de
recibir de Dios, perseverando en la suje­
ción , rendimiento-, y obediencia debida a
su Criador. A todas estas criaturas ra­
cionales , Angeles y hombres, aunque en­
tre sí tan distantes en naturaleza y per­
fecciones , habia Dios unido con el vín­
culo de caridad y mútua corresponden­
cia en forma de una misma República?
la qual debo yo contemplar según la idea
que me presenta el Apostol, como una
gran Ciudad santa y religiosa, en la qual,
contribuyendo cada uno por su parte, en
el cielo los Angeles, y en la tierra los
hombres, al obsequio de su Rey y Sobe­
rano Señor, fuese con un /nismo espíri­
tu alabada y reconocida en todo el uni­
verso la magestad y gloria de su nom­
bre. Además de esto, fueron todos cría-
idos en estado de merecer, señalándoles
Dios por premio de su fidelidad y per­
severancia la eterna bienaventuranza, en
V IG E S IM A T E R C IA . $

ciya pósesion habían de entrar acabado


aquel plazo que tenia determinado la Pro­
videncia en sus altos y secretos consejos.
[Sapientísimo establecimiento ! ¡Felicísima
República! ¡Ciudad bienaventurada! Pe­
ro, ¡ó profundo abismo de la nada! To*
dos los habitadores de esta gran Ciudad
eran criaturas, que es tanto como decir :
que de sí eran nada, y de la nada los
habia sacado Dios criándolas. Ellas des­
cubrieron bien lo que eran, con la caí­
da ; y faltando á su deber mostráron que
por sí mismas no tenían virtud para man
tenerse, como no habían tenido poder
para criarse. Entró el pecado 5 y veis aquí
que por el lado de los Angeles se des­
moronó el muro de esta Santa Ciudad,
y quedaron en él tales agujeros , tan­
tos y tales vacíos , quántos fueron los
Angeles que cayeron. Siguióse á esta rui­
na la caída de Adán , y en él quedó
enteramente arruinado el muro de esta
Ciudad de Dios por parte de los hom-
6 M E D IT A C IO N
bres. ¡Ruina en el cíelo! ¡Ruina en la
tierra ! Todo necesitaba de reparo. El.
muro de parte de los Angeles habia
perdido su integridad, faltándole aque­
llas preciosísimas piedras con que la sa­
bia y poderosa mano del Altísimo lo ha­
bia adornado en su primera construcción
y fábrica. Aquellos nobilísimos coros v y
también ordenados como habian salido
de las manos de D ios, se miraban defec­
tuosos por incompletos. Allá faltaba una
grande multitud de Angeles: mas arriba
un numero correspondiente de Arcánge­
les. Los Principados, Potestades y Sera­
fines echaban menos una gran porcion
de sus antiguos compañeros. Dios, que.
desde la eternidad habia previsto con.su
alta sabiduría todo quanto habia de su­
ceder en la serie de los tiempos, no obs­
tante esto, habia Juntamente determina­
do no criar mas Angeles que substituir:
de nuevo, en lugar de los que á su tiem­
po cayeran , desamparando su antiguo
V IG ES I 2 ÍA TE R CIA . J

puesto. Y bien: ¿por ventura hablan de


quedar eternamente sin reparo aquellas
ruinas dei cielo ? Eso no convenia á la
grandeza y magnificencia de Dios. ¿Pues
qué remedio? Las ruinas de aquel pre­
cioso muro del cielo se habían de repa­
rar con el lodo de la tierra. Veis aquí
un remedio y un reparo, que sola una
sabiduría, bondad y poder infinito , co­
mo es el de Dios ? pudo inventarlo y exe-
cutarlo, Todos aquellos excelentísimos co­
ros de Angeles, que con tantos vacíos de
los que cayéron se veían defectuosos i
incompletos, habían de restituirse á su
primera integridad, perfección y comple­
mento > y esto no por Angeles que de
nuevo pareciesen en el cielo, sino por
hombres de la tierra: por hombres, no
viejos y antiquados en A dán, que todos
esos eran ya ruinas é inútiles para el re­
paro , sino por hombres nuevos, y reno­
vados en Christo. Hombres, que siendo
tales en la naturaleza, fuesen Angeles en
8 M ED I T ACION
la santidad que habian de adquirir por
Christo, y que en virtud de los meatos de
este misericordiosísimo y divino Redentor
se hiciesen dignos de ser colocados, unos
entre ios Angeles, otros entre los A r­
cángeles , quien para ocupar el puesto de
los Principados, quien para tomar asien­
to entre los Tronos, quien, por último,
para ser contado en el número de los Se­
rafines, que así declara San Agustin las
palabras del Apostol: 1 InsUurmtur ques
in calis sunt , cum id quod inde in Angel i s
lapsum est , ex bomlnibus reddltur. ¡ O al­
ma mía 1 Tú eres renovada en Christo
por el Bautismo, y por virtud y gracia
del Redentor estás destinada á reparar por
tu parte las ruinas del cielo. Levanta los
ojos de tu consideración á aquellas sobe­
ranas alturas, y mira el sublime puesto á
que te llama la gracia y vocacion de Chris­
to. Todas las grandezas de la tierra son
baxezas, y todas las dignidades poque-
i EncMr. cap. 6%.
V IG E S IM A T E R C IA , 9

clades en comparación de aquellos exce­


lentísimos coros de los Angeles, entre
los quales, tienen ya preparado su asien­
to los predestinados de Dios. Aquella ha
de ser tu morada, sino la desmereces.
Allí será tu eterna habitación, si fueres
digna. ¿Pues en que piensas? ¿Que es lo
que te detiene aquí en la tierra? ¿Que
cosa h a y , ni puede haber acá baxo que
merezca cautivar tu afición y amor, y
hacerte perder un bien tan grande?

PUNTO SEGUNDO.

Vroposuit instaurare omnia- in Christo >qua in calis}


et quce in térra sunt. Ephes. 1, v. 9. et i o.

Si las ruinas del cielo, según el orden


de la divina sabiduría, se habian de res­
taurar con los reparos de la tierra , sí
arruinado el fundamento, que era Adán,
quedo enteramente caído este muro de
parte de los hombres 5 ello era preciso
para restaurar el cielo empezar el reparo
10 M E D IT A C IO N

por la tierra. Nueva generación , nueva


formación, nuevos hombres, y tan nue­
vos , que no quedase en ellos resabio al­
guno de aquella antigua vejez de la cor­
rupción del pecado. Y veis aquí el mo­
do , dice San Agustín, como se repararon
estas ruinas de la tierra : 1 Instaurmtur
qua in terrls sunt cum ipsi homines qui pre­
destinad sunt ad vitam ¿eternam a corrup-
tionis vetusUte rem vm tur . Y para esto, ¡ qué
idea tan profunda descubrió la eterna
sabiduría* ¡Qué medio tan asombroso es­
cogió la divina bondad! ¡Qué obra tan
estupenda puso en execucion el poder di­
vino ! Para esta nueva generación y for­
mación de nuevos hombres, compareció
aquí en la tierra un hombre nuevo. Nue­
v o , con la novedad de ser concebido, no
como los demás por obra de varón, sino
como ninguno otro, por virtud del Es­
píritu Santo. Nuevo, con la novedad de
haber nacido de las purísimas entrañas
i Enchir. cap, <5 a»
VIGESIMA TERCIA . 11
de una Virgen. N uevo, con la novedad
de una admirable y prodigiosa unión, en
virtud de la qual fuese mas, que Angel,
y siendo Hombre fuese juntamente Dios.
Y veis aquí el gran Misterio de Christo,
que puso en consternación al cielo y á
la tierra. Un conjunto milagroso y es­
tupendo de dos cosas las mas distantes,
pero al mismo tiempo las mas íntimamen­
te unidas.: naturaleza humana y natura­
leza divina en una misma persona del
Hijo de Dios. Dios, y Hombre : Criador,
y criatura: Eterno, y temporal: Impasi­
ble , y mortal. En virtud de esta ad­
mirable y estupenda unión , habia en:
Christo una mútua comunicación de las
operaciones de entrambas naturalezas,
que aunque distintas entre sí mismas i
pero siendo ámbas á dos naturalezas, pro­
pias del Divino Verbo Encarnado , se
atribuía á Dios lo que obraba la natu­
raleza humana, y se atribuía al Hom­
bre lo que obraba la divina. De suerte,
I a M E D IT A C IO N

que con toda verdad y propiedad se di­


ce, hablando de Christo : Dios se fatiga­
ba en los caminos, Dios padeció hambre
en el desierto, Dios fué azotado en una
columna, Dios muerto en una cruz; y
con la misma verdad y propiedad se dice
de Christo : El Hombre dá vida á los
muertos, el Hombre perdona los pecados
hechos contra D ios, el Hombre santifica
á las almas. ] Misterio inefable! ¡ Sacra­
mento incomprehensible, y que no pudo
jamás caer en la idea de los mas altos
Querubines 1 Este Hombre nuevo , Hom­
bre Dios, compareció en la tierra como
un nuevo Adán > para formar una nueva
descendencia de nuevos hombres; nuevos,
no engendrados según la carne corrupti­
ble y ruinosa que nos dexó el viejo Adán,*
sino reengendrados según el espíritu de;
Christo ; nuevos, en quienes quedase abo­
lida toda vejez y corrupción del pecado,
y resplandeciese con ilustre novedad la-
gracia y hermosura de un tan sábio, tan
VIG ESIM A TER CIA. 1 3
bueno, tan misericordioso , y tan liberal
restaurador- No tienen porque lamentar­
se los Angeles, n o , de la baxeza de los
hombres, viendo entrar sucesivamente en
aquella Santa Ciudad, y tomar asiento,
como compañeros suyos en aquellos su­
blimes coros estas criaturas de acá baxo,
y de condicion tan Inferior á la suya.
El Hijo de D ios, pasando de largo todas
aquellas nobilísimas gerarquías del cielo,
sin querer tomar naturaleza alguna de
los Angeles, baxó á nosotros, y tomó la
nuestra, 1 nusqmm Angelas apprehendit sed
semen Abraba , como nos dice el Apostol.
En Christo se vio nuestra naturaleza tan
exáltada, que la miran ya los mismos An­
geles superior, con inmensa distancia, á
todos sus coros, y la adoran con profun­
do respeto y veneración colocada allá á
la diestra del Padre. 2 ¿A quien de los
Angeles, nos dice el Apostol, habló ja­
más Dios de esta suerte, tú eres mi Hijo ?
x Hebra, a .1?* * Hebra?, i. y.
14 MEDITACION
Eso estaba reservado para el Hombre Dios.
Este s í, dice el Padre, este es mi amado
Hijo. Nosotros hemos sido muy enno-
1 blecidos por Christo, y nuestra naturale­
za , aunque tan baxa, ha sido por este
nuestro gran Reparador levantada á un
grado tan eminente, que bien podemos
competir con los mismos Angeles en gran­
deza. ¡ O dichosas ruinas las nuestras, que
merecieron tal Restaurador ! ¡O bendito
para siempre seaís Christo Jesús, univer­
sal Reparador del cielo y de la tierra \
A nuestras ruinas deben los Angeles la
reparación de las suyas, y á la tierra es
deudor el cielo, de la renovación mas glo­
riosa, y de la mayor , y mas estupenda
novedad que vieron, ní verán jamás los
siglos. ¿Puede haber m ayor, y mas estu­
penda novedad, que ver á un hombre en
el trono de Dios? Hombre Dios, Verbo
abreviado : aquí se mira comprehendido
todo : un cielo nuevo : una tierra nueva*
y una renovación universal de todo*
PUNTO TERCERO.

Proposuit instaurare omnia in Christo, qua in ca~


lis et qu<z in térra sunt. Ephes. i . v. 9. et 10.

Quanto concurrió á la grande obra de


la renovación universal del cielo y de la
tierra, todo fue nuevo y estupendo; pe­
ro el modo de efectuarse esta renovación,
fue sobremanera asombroso. Un Hombre
Dios, renueva el cielo. Un Dios Hombre,
renueva la tierra. ¿Qué queremos decir
con eso? Un Hombre sublimado al ser di­
vino , repara las ruinas de los Angeles.
Un Dios humillado al ser humano , re­
para las ruinas de los hombres. ¿Podrá
pensarse Jamás novedad mas asombrosa?
Mirad: para la restauración del cielo, era
necesaria la fuerza y el poder ; para la
restauración de la tierra , era necesario,
á su modo, la fuerza y la fatiga, Aque­
llas ruinas de los Angeles se hablan de
reparar por otros tantos hombres que en-
1 6 M E D IT A C IO N

trasen en lugar de los Angeles caídos? y


para levantar ese reparo de la tierra al
cielo, ¿qué fuerza no era menester? Pa­
ra que unos hombres miserables caídos en
tierra, enteramente arruinados por el pe­
cado de Adán , sin poderse mover, ni
menear subiesen hasta la cumbre de los
cíelos á llenar los vacíos de aquellos co­
ros de los Angeles , ningún otro poder
era bastante, Esino el poder divinos po­
der de infinita fuerza y eficacia. Todo
ese poder, fuerza y eficacia, la tenia Chris­
to , en quanto Dios que era. Ese Hombre
D ios, es el obrador de semejantes mara­
villas. El es el que desde su trono, co­
mo lo vio San Juan, publicó que quanto
hacia y obraba todo era nuevo. 1 E t dixit
qui sedebat in throno , ecce nova fació om~
nia* En levantar, pues, á los hombres cal­
dos , traspasarlos al cielo, colocarlos en­
tre los Angeles en sus coros , mostró
Christo Hombre que era Dios, y que te-
V IG Z S IM A T E R C IA . 17
nía fuerza y poder infinito, como era
necesario, para reparar las ruinas del cie­
lo. ¿Mas para reparar las rumas de la
tierra? ¡.O-h, aquí si que mostró Christo.
D ios, que era hombre! ¡ Aquí descubrió
bien la miseria humana 1 Las ruinas de la
tierra habian lastimado el honor divino,
.violando con la injuria y ofensa el su­
mo derecho que tiene Dios á ser respe­
tado de sus criaturas. Pedia el buen or­
den de la justicia que se hiciese ese re­
paro , por via de condigna , y rigorosa
satisfacción 5 y para ello era necesario ,
según la divina ordenación, el trabajo, la
fatiga y penalidad. Nada de eso podia ha­
cer Dios por sí mismo, por ser inmor­
tal é impasible : era necesario que lo hi­
ciese un hombre mortal y pasible. Afa­
nar , sudar, padecer y morir, veis aquí
que á todo eso se humilló este gran Dios
con hacerse hombre, para reparar las rui­
nas de la tierra. Mirad á este nuestro
gran Restaurador, y lo vereis sudando
TOM. II,. B
18 M ED ITAC ION

con el rigor del sol, y rendido del can­


sancio y fatiga del viage, sentarse 'sobre
la fuente de Jacob , aguardando á una
pobre muger Samaritana, que necesitaba
de reparo por su ruina. Miradlo ya ayu­
nando en un desierto, como un rigoro­
so Anacoreta; ya navegando en una po­
bre barquilla, con unos humildes pesca­
dores; ya afanando en instruir y predi­
car á una turba ruda é ignorante; y des-
pues de una vida pobre, llena de traba­
jos, de contradiciones de los malos, y per­
secuciones de los envidiosos , lo veréis
por último levantado en un patíbulo, y
para mayor infamia, entre dos ladrones
derramar toda su sangre, obrando nues­
tra salud , y restauración en medio de la
tierra. ¡O h! Todo este grande objeto,
y mucho mas, que nosotros no podemos
decir, ni concebir, veía y contemplaba el
grande Apostol de las Gentes en la obs­
curidad de aquella cárcel, quando escri-
bia á los Efesios la reparación del cielo
V I G E S IM A T Z R C IA . 19
y de la tierra por Jesuchristo, ¡con qué
devocion y ternura moverla el la pluma
para estampar en su carta el nombre au­
gusto de Christo, gran reparador del Uni^
verso! ¡Con qué afecto besarla él sus ca­
denas! ¡Cómo bendeciría aquella cárcel!
Todo lo miraba el Santo A postol, como
santificado y consagrado con la sangre
de Jesús, que lo habla renovado todo 7 en­
nobleciendo nuestros trabajos , penas y
dolores, con los que él se digno padecér
para reparar las ruinas que habia causa­
do el pecado de A d á n , y los demás per­
sonales de cada uno de los hombres.
M ED ITA CIO N XX IV .
Trasigue el mismo asunto sobre el Mis -
terio de Christo .
PUNTO TRIMERO.

E t per eum reconciliare omnia in ipsum, pacifican!


per sanguinem Crucit ejus , sive qua in*terrist
stve qu(£ in ceelis- sunt. Coloss. i. v. 19. et 20.

L a s ruinas del pecado traxeron consigo


la desunión de aquella Santa Ciudad de
Dios. Arrojados ya del cíelo los sober­
bios', inquietos y perturbadores> los San­
tos Angeles que se habian mantenido fir­
mes y constantes en la fidelidad , suje­
ción y obediencia para con su Criador,
recibieron en premio la seguridad de su
estado , entrando en la posesion de la
Eterna Bienaventuranza. Ellos unidos en
perpetua caridad consigo mismos y coa
Dios, formaron su Ciudad á parte sepa­
rados de sus antiguos, pero ya teprobos
V IG E S IM A QU A R T A . 2 I
compañeros j y divididos juntamente de
los hombres pecadores que quedaban so-
ios y de por sí sobre la tierra. ¡ Fatal
división! ¡ Principio de una guerra funes­
tísima que iba á declarar ei cielo contra
la tierra! Ella no tardó, porque echados
que fueron del paraiso Adán y Eva, se
puso luego por guarda y centinela en-la
entrada de aquel lugar un Querubín con
una espada de fuego que manejaba dies­
tramente hácia uno y otro lado, y á
la redonda, esparcía el terror por todas
partes, para que ni A dán, ni E va, ní
alguno de sus descendientes, se atrevie- •
sen jamás á acercarse á aquella dichosísi­
ma región. Y veis aquí declarada con esa
ceremonia de tanta solemnidad la guerra
entre el cielo y la tierra. ¡ Desgraciada
posteridad de Adán! ¿Qué harás? Todo
el cielo contra tí: ¡Dios enemigo! ¡Los
Santos Angeles armados! ¡Espadas de fue­
go que miran y amenazan por todas par­
tes! ¿Qué puedes esperar? ¿Y qué no de­
a % M E D IT A C IO N .
bes temer? Todos sin remedio estabamos
eternamente perdidos. Este era el estado
infeliz y deplorable en que se hallaba el
linage humano, por la calda de A d án ,
quando he aquí, que sin poderlo noso­
tros esperar, ni discurrir , salió á nues­
tro favor un grande medianero que po­
niéndose de por medio reconciliase al hom­
bre con Dios, y paCificáse ai cielo con
la tierra, asentando una paz tan firme y
duradera que fuese eternamente indisolu­
ble. Este es el sentimiento sublime que
nos declara el Apostol quando dice, es­
cribiendo á los Colosenses, que Dios de­
terminó reconciliar consigo á todos los
hombres por Jesuchristo , y por la san­
gre que este Divino Señor derramó en la
Cruz ajustar la paz del cielo con la tier­
ra. i Alabada sea para siempre la infinita
sabiduría de Dios, inventora de tal re­
medio í \ Bendita sea eternamente su in­
mensa misericordia, que así nos socorrió!
Contemplad ahora á este gran mediane-
V I G E SIM A Q U ARTA. 2 3
ro Christo Jesús, y para ello mirad lo
que pasa en una disensión y discordia.
Quando riñen dos enemistados r y mutua­
mente se emprenden para herirse y mal­
tratarse, el que quiere reconciliarlos po-
nese de por medio entre los dos, y co­
giendo al uno con un brazo, y al otro
con el otro brazo los detiene, y no los
suelta hasta volverlos en paz y amistad*
y para este efecto, claro está que el me­
dianero debe tener cavida y autoridad ,
poder y buena gracia con las partes in­
teresadas que están discordes y desunidas.
Es necesario el poder para que sea eficaz
y con fruto la mediación 3 y es junta­
mente necesaria la buena gracia y harmo­
nía, para que el mediador sea aceptado,
y bien recibido de ambos contrarios par­
tidos. Para el negocio de esta grande re­
conciliación del linage humano, ¿de dón­
de podia salir, ó esperarse medianero ? El
cielo era contrario á la tierra. Dios esta­
ba enojado contra el hombre. ¿Quien era
i4 MEDITACION
capaz de interponerse por medianero en­
tre el cielo y la tierra? ¿Entre Dios y el
hombre? Quien fuese solamente de la tier­
ra , nada tendría de recomendable para
con el cielo. Quien fuese solamente hom­
bre, no tendría poder, ni entrada con
Dios. Es muy distante el cielo de la tier­
ra, y mas distante Dios del hombre pa­
ra el fin de poderse hallar entre extremos
tan apartados mediación que sea útil, y.
medianero que sea poderoso y eficaz. Ello
es necesario que un cabal, perfecto y efi­
caz medianero este cerca , y no distante
de entrambas partes disidentes, como quien
ha de ponerse de por medio entre las dos
para juntarlas y unirlas entre sí en san­
ta paz. >No veis como aquí se descubre
el profundo Misterio de Christo que nos
quiere dar á entender d grande é Ilus­
trado Apostol de las Gentes? Christo pues­
to dé por medio entre el cielo y la tier­
ra, estaba igualmente cerca de los dos:
ní era todo de la tierra, ni era todo del
V IG Z S m A Q V A R T A , 2 $

cielo. El era terreno, por decirlo j i pa­


ra con la tierra : era celestial para con
el cielo. ¡Poderosísimo medianero! El cier­
tamente juntará el cielo con la tierra, y
los unirá entre sí en una paz inviolable,
y perpetua amistad. Christo puesto de por
medio entre el hombre y Dios, no dis­
taba de los dos, ni era solamente Hom­
bre con los hombres , ni era solamente
Dios con Dios. El era Hombre con noso­
tros; el era Dios con su Eterno Padre.
¡Eficacísimo medianero! El obtendrá quan­
to querrá: él unirá al hombre con Dios,
y hará que Dios reciba al hombre en
amistad, lo abrace con amor, y le dé el
gracioso osculo de paz. Mirad á este gran
medianero, y vercis con que fuerza, po­
der y eficacia se interpone entre el cielo
,y la tierra, entre Dios y el hombre pa­
ra tratar y ajustar el negocio de nuestra
paz y reconciliación. Con el brazo de su
divinidad, detuvo el cielo, para que no,
descargase el golpe de su justicia. Con el
a 6 M E D IT A C IO N
brazo de su humanidad, protegió la tier­
ra, para que no quedase oprimida de ía
indignación del cielo. Con el brazo de su
humanidad, estaba asido con el hombre,
para reconciliarlo con Dios. Con el bra­
zo de su divinidad, estaba asido con Dios,
para apaciguarlo con el hombre. ¿Quien
no exclamará aquí con el Profeta : Quis
loquetur potentzas D om iné ¿Quién podrá
dignamente alabar y engrandecer las ma­
ravillas del poder, sabiduría , misericor­
dia , bondad y amor de Dios, que tanto
resplandecen en este inefable y profun­
dísimo Sacramento de Christo ? ¡ O mise­
ricordioso reconciliador de los hombres 1
Yo me rindo desde ahora á la inmensa
caridad con que me reconciliasteis con
vuestro Padre. Quiero ser vuestro , pues
que así me ganasteis quando yo andaba
tan perdido , y me juntaisteis con vos
quando yo estaba tan separado por el pe­
cado. Dadme Señor vuestra gracia para
que no me aparte jamás de vos.
PUNTO SEGUNDO.

Pacifican* per sangüinem Crucis ejus , sive qu&


in terris , sive quá in calis sunt. Coloss. i»
v. 20.

Toda la disensión entre el cíelo y la


tierra había nacido de los hombres. Los
Santos Angeles bien unidos estaban entre
sí mismos y con Dios, y réynaba en aque­
llas soberanas alturas una paz innaltera-
ble, concordia y unión. Ellos zelosos del
honor divino, no podían mirar con in­
diferencia el desprecio que habian hecho
los hombres á Dios, substrayéndose de la
sujeción y obediencia debida á su Rey y
Soberano Señor. Mientras subsistiese el pe­
cado , origen de la discordia, habia de
continuar la guerra, no pudiendo de otra
suerte entrar la paz, dice San A gu stín ,
sino concordando las cosas de allá arriba
y del cielo, con las de acá afraxo y de
la tierra, que somos nosotros. 1 Quomodo
i Enchir. cap. 62,
28 M E D IT A C IO N
a&tem pacificantur cókstia y ni si nóbis. Id esty
concordando nobiscum. Remover, pues, y de
una manera bien penosa la causa de la
discordia, que era el pecado, reconcilian­
do al hombre con Dios, veis aquí la con­
dición, y condicion bien gravosa que se
le propuso por delante á este piadoso me­
dianero para ajustar la paz entre el cie­
lo y la tierra, ¿Y quereis ver quan gra­
vosa y pesada fué esta condicion? Oid al
Aposto! que estaba bien enterado de los
tratados de esta sacrosanta paz , como
quien había sido perfectamente instruido
por el mismo pacificador Christo Jesús.
Se le pidió á este Señor, no ménos que
la sangre de sus venas, y no como quie­
ra derramada gota á gota, sino á rauda­
les copiosos , y no por un género de
muerte gloriosa, y propia de una perso­
na honrada y bien nacida, sino de una
muerte v il, y la mas infame que se co­
nocía entonces en el mundo, que era la
muerte de C ru z, muerte propia de ladro-
V IG JESIM A QUARTA. 29
nes y de públicos malhechores, ¡O paz
cara y carísima I ; Quánto debes ser apre­
ciada de los hombres! Nuestro gran me­
dianero , era de mucha caridad, para de­
sear de aceptar esta condicion, aunque
por otra parte gravosísima , ya por su­
mamente dolorosa, ya también por igual­
mente afrentosa. El tuvo por bien firmar
la paz con su propia sangre, para que
fuese una paz indisputable y paz eterna.
He aqui que nuestro gran pacificador
Christo Jesús, levanta su Cruz sobre la
tierra como el mas ilustre trofeo de la
paz. Paz la mas gloriosa para el cielo, y
paz la mas ventajosa para la tierra. ¿Qué
mayor gloria puede recibir el cielo, que
la que recibe de la sujeción, rendimien­
to, y obediencia de un Hombre Dios, que
muere en una Cruz para reconciliar al
hombre con D ios, y pacificar por este
medio al cielo con la tierra?' Aunque se
recorran con la mente los siglos eternos,
no se hallará gloria igual á esta. Y pa-
3O M E D IT A C IO N
ra la tierra ¿que ventajosa? ¿Que bienes
nos ha traído esta paz? Mirad : quien
hubiese recibido una herida mortal, pu­
diera darse por contento con sanar aun­
que fuera quedando con alguna deformi­
dad , debilidad 6 flaqueza por causa de
la herida pasada; pero sí el medicamen­
to fuese tan eficaz que lo dexase mas sa­
no , mas fuerte, mas robusto y mas her­
moso que ántes, esto fuera pata él una
fortuna, no solamente, no esperada, pero
ni aun ideada por una mente la mas fe­
cunda , y la mas lisongera. Un pobre que
por sus deudas se vé metido en una cár­
cel, se tendría por dichoso, si otro mo­
vido de caridad y compasion saliese á su
favor pagando por él las deudas, y li­
brándole de aquella prisión; pero si aquel
hombre piadoso fuese tan magnífico y li­
beral, que además de librar al pobre de
la cárcel, y pagar todas sus deudas lo lie-*
nase de bienes, de riquezas y posesio­
nes , y fuera de esto lo promoviese á un
V IC E S IM A Q V A R T A . 3X
grado sublime de nobleza, fundándole un
ilustre Principado, ¿qué dixera aquel po­
bre? ¿Qué sentiría dentro de' su corazon,
quando se viese de repente levantado á
una fortuna tan superior á su nacimien­
to , á la condicion de su persona, á los
méritos de su vid a, y á todas las espe­
ranzas qué podía fundar en lo por venir?
¿No quedarla atónito, y asombrado de la
magnificencia de aquel hombre igualmen­
te rico en misericordia y liberalidad, que
en bienes temporales? Ahora pues: Chris­
to no se contentó con ajustar una paz
que nos librase solamente de los males
en que nos veíamos sumergidos, dexán-
donos por otra parte en el estado pobre
y miserable que de suyo tiene la baxa
condicion de nuestra naturaleza, quiso
ademas de esto, que acompañase á esta
paz una gran copia y abundancia de bie­
nes. Nosotros por el pecado éramos in­
dignos de vivir, y aun de pisar la tier­
ra, y por esta paz, somos levantados has*
31 M E D IT A C IO N

ta las alturas del cielo. Nosotros no me­


recíamos gozar de los bienes viles y pe­
recederos de la tierra, y por esta pre­
ciosa paz se nos abrieron las puertas del
cielo para tomar posesion de los bienes
eternos del paraíso. Nosotros por el pe­
cado éramos indignos de la vil, y poco
gustosa compañía de las bestias, y por
esta santa paz se nos dá poder y virtud
para ser compañeros de los Angeles. Sí
por el pecado nos habíamos abatido á la
vilísima condicion de esclavos, por esta
preciosa paz, somos levantados á la ilus­
tre dignidad de hijos de D ios, de herma­
nos de Jesuchristo, y herederos junta­
mente con él de sus mas apreciabies te­
soros. ¿Y una paz tan gloriosa como es­
ta no merecía ser solemnemente promul­
gada por el mismo cielo ? S í : y no allá
arriba , sino acá abaxo. Aquí en la tierra
la anunciáron los Angeles de paz. Aque­
llos Santos ciudadanos al contemplar ya
enteramente pacificado el cielo con la
v ig z s im a q z ta r ta . 33
tierra, llenos de gozo, y de un inmenso
júbilo, baxáron á dar el parabién á los
hombres de esta paz tan gloriosa. Mirad­
los , i quán humanos! ¡quán afables! Con
quanta gracia, suavidad y dulzura se me­
ten entre unos pobres Pastorcillos para
hacer un mismo coro con ellos en aque­
lla noche felicísima del nacimiento de
nuestro gran pacificador y Príncipe de la
paz* No se veían allí, no , espadas de
fuego que aterrasen, ni Querubines cotí
semblante de guerra que esparciesen el
terror por la comarca de Belen. Nada de
eso : una luz apacible y sosegada que re­
creaba y hacia deliciosa aquella noche,
dio principio al mas bello dia t juntán­
dose el cielo con la tierra, los Angeles
con los hombres para entonar y solem­
nizar el nuevo cántico de la paz, Gloria
á Dios en las alturas, y aquí en la tier­
ra paz á los hombres de buena voluntad*:
Gloria in excelsis D eo , et in térra pax ho
minibus borne voluntatU*.
TOM. Uí. £
PUNTO TERCERO.

Tpse enim est pax nostra, q u ifecit atraque mum .


Ephes. a. v. 14.

Con la desunión que habían traí­


do las ruinas del pecado, no solamente
el cielo se habia dividido de la tierra,
sino que aun acá baxo había entrado
también entre los mismos hombres la di­
visión y la discordia. La numerosa des­
cendencia de Adán que se veía grande­
mente multiplicada sobre la haz de la
tierra, quedó por último dividida en dos
partidos entre sí contrarios y rivales , es
á saber, Judíos y Gentiles. La diversidad
de leyes, usos, costumbres y ceremonias,
fué la ocasion del odio, aversión y des­
precio con que se miraban mútuamente
unos á otros. Los Judíos tenían á los
Gentiles por inmundos y profanos, .por
hombres sin le y , y no hablaban de ellos*
sino con el infame nombre de pecadores*
v ig z s im a q v a r t a . 3§
como idólatras que eran. 1 Los Gentiles
por el contrario, aborrecían á los Judíos,
como á nación de nuevos usos y costum­
bres , y que én su modo de vivir y go­
bernarse se habían apartado, y enagena*
do de las demás naciones de la tierra, y.
se butlaban de ellos > llamándolos con va­
tios nombres y apellidos de ignominia y.
desprecio. Christo Jesús que vino al mun­
do , trayendo consigo el glorioso título
de Príncipe de la p az, lo habia de pa­
cificar todo, y habia de entablar tal con­
cordia y unión, que abrazase con un mis­
mo vínculo á todas las naciones de la tier-
í a , y este es él sentimiento que nos de­
clara el Apostol, quando escribiendo á los
Bfesios nos propone á Christo, diciendo,
qué el es el autor de nuestra paz, y que
juntó á los dos Pueblos Judaico y Gen­
til , y los unió en una misma Iglesia. Los
Judíos se gloriaban con arrogancia de que
eran hijos dó Abrahan, y se miraban co-
i Ad Galat, cap. s.
C2
36 M E D IT A C IO N

mo los únicos herederos de las magníficas


promesas que Dios habia hecho á aquel
Santo Patriarca, sin entender que no tan­
to la carnal propagación, quanto la imi­
tación en la fe , constituía los verdade­
ros hijos de Abrahan > é hijos de promi­
sión. Dios nuestro Señor, que meditaba
sentimientos de paz sobre todos los hi­
jos de Adán , no tenia abandonado al
Pueblo Gentil, y quiso comprehenderlo
también en aquella paz magnífica y ge­
neral , que tan á costa suya habia hecho
Christo, y firmadola con su propia san­
gre. Fueron admitidos los Gentiles á ser
participantes de los frutos de esta pre­
ciosa paz, y llamándoles Dios á la Fe y
Evangelio de Christo, hizo, que quitadas
y abolidas ya todas las diferencias pasa­
das , concurriesen ámbos Pueblos á for­
mar uno mismo que no habia de llamar­
se en adelante Judaico ni Gentil, sino que
á su tiempo seria llamado Pueblo Chris-
tiano, y aquel grande Dios , que antí-
V IG E S IM A Q irA R T A . 37

guaménte se llamaba Dios de Abrahan ,


Dios de Isac y Dios de Jacob, quiso lla­
marse Dios de todos; y que todos con­
curriéramos á honrar á su amado H ijo,
llevando impresa, patente y siempre ma­
nifiesta, en el nombre de Christianos, la
gloriosa divisa é insignia de la paz, y
un continuo recuerdo de nuestro miseri­
cordiosísimo pacificador Christo. ¡ O ben­
dita sea mil veces la misericordia de Dios
y la caridad de Christo! ¡Quán zelosos
nos hemos de mostrar en mantener esta
paz, concordia y unión con todosí ¿So­
mos Christianos? Aquí no hay diversi­
dad, ni de Griego, ni de Bárbaro, ni de
Scyta. ¿Somos Christianos? No hay aquí
distinción , ni de grados, ni de condi­
ciones, ni de estados. Grandes y peque­
ños , pobres y ricos, nobles y plebeyos,
esclavos y señores, todos somos honra­
dos con un mismo nombre , un mismo
recuerdo , dispertador y monitorio de la
paz. Esta es la herencia que nos dexó
$8 MEDITACION
nuestro pacificador. La paz os dexo 5 mí
paz os doy : Veis aquí la manda que más
estrechamente encargo Christo á los su-*
(yos, ántes de partir de este mundo al Pa­
dre. Esta era la salutación con que el
mismo Señor saludaba á los suyos: Pape
vohis , la paz sea con vosotros. Con esta
misma quiso que los suyos saludasen á
los demás, donde quiera que llegasen. P a x
huic Domut y la paz venga sobre esta casa,:
Esta misma era la salutación ordinaria
del Apostol en sus cartas, como tan alie-»
g a d o , y tan perfecto imitador y zeloso
cumplidor de todo quanto había dexado
encargado Christo. Qratla vobis? et Pax*
M ED ITA CIO N XXV,
Continuación sobre el Misterio de
Christo.

PUNTO PRIMERO*

Ipsum dedit caput super omnem Ecclesiam. Ephes.


i . V. 2 2 .

E n virtud de aquella general reconci­


liación hecha por C hristo, entró de nue­
vo la paz y concordia entre el cielo y la
tierra? y todos así Angeles, como hom­
bres quedaron otra vez unidos para for­
mar una misma Ciudad y espiritual Re­
pública. Era necesaria una cabeza que los
rigiese y gobernase, y á quien estuviesen
todos sujetos y subordinados, como miem­
bros á su cabeza. ¿Y quién hahia de ser
cabeza de esta gran multitud y variedad
de Angeles y de hombres que concur­
rían todos á formar un mismo cuerpo?
40 M E D ITA C IO N

¿Por ventura algún Angel? ¿Algún A r­


cángel? ¿O alguno del mas sublime coro
de los Serafines? Ninguno de estos. Chris-
to Jesús que los habia unido y pacifica­
do á todos, e'i mismo fué á quien desti­
nó el Eterno Padre por Cabeza de todos*
Constituyólo Dios , dice el Apostol ha­
blando de Christo, por Cabeza de toda
la Iglesia; de toda Iglesia, dice, para com-
prehenderlo todo, hombres y Angeles ,
Iglesia militante , é Iglesia triunfantes
viadores , y que aun militan por Chris­
to , y comprehensores que reynan ya
triunfantes con Christo. Veis aquí , la ex­
celencia y dignidad á que fué promovi­
da la sacrosanta humanidad de Jesuchris­
to. A un cielo nuevo , y á una tierra
nueva, que todo éso nos habia venido
por Christo, le correspondía también una
Cabeza nueva; ¿y qué mayor novedad se
podia pensar, como que una naturaleza
de condicion tan inferior, como es la na­
turaleza humana respecto de la naturale-
V IG ESIM A Q V IN T A . 41
¿a de los Angeles subiese á tal grado y.
dignidad , que no solamente los hombres,
sino aun también los mismos Angeles ve­
nerasen á Christo según la naturaleza hu­
mana por su Cabeza? ¿Y á que' se redu­
ce esta dignidad de Christo? ¿Y qué es
lo que nos quiere dar á entender el Apos-
tol quando nos dice: que Christo en quan­
to Hombre está constituido por Cabeza de
toda Iglesia ? Lo que se dice de un cuer­
po natural y su cabeza, eso mismo á pro-
porcion, y por una cierta semejanza se
dice de un cuerpo místico y de su cabe­
za. Un cuerpo natural, como es el hu­
mano, se compone de una gran multitud
de miembros distintos entre sí, y dife­
rentes en el uso, oficio y ministerio; no
todos son pies, no todas son manos, ni
todo son cuello, ni los brazos son ojos,
ni los ojos son oidos, ni estos son len­
gua. Cada uno ocupa su lu g a r,'y nin­
guno toma para sí el oficio de otro. Ellos
observan entre sí mismos una grande har-
4 a M I V I T ACIO N

monía, concordia y unión, porque todos


componen un mismo cuerpo, y todos ti­
ran á conservarlo, procurando cada uno,
no desunirse , ni separarse de otro. En­
tre toda esta gran multitud y variedad
de miembros que concurren á formar un
mismo cuerpo, la cabeza es el principal
de todos ellos, y el mas noble , porque
es el primero en el orden, es el mas per­
fecto y el .que influye en los demás. Es
el primero en el orden, porque empezan­
do por lo alto, es el que ocupa el pri­
mer lugar. Es el mas perfecto, porque en
la cabeza, como en su propio asiento re­
siden todos los sentidos, quando en los
demás miembros del cuerpo, tasadamente
se halla el sentido solo del tacto. Final­
mente, influye la cabeza en todo lo res­
tante del cuerpo, porque de la cabeza se
deriva á los demás miembros el movimien­
t o , el sentido, la dirección y el gobier­
no en sus respectivos oficios , funciones
y. ministerios. Ahora, pues, á semejanza
Y1Gxszma quinta . 45
de Un cüérpo natural, se dice cuerpo mís­
tico una multitud de hombres ordenados
á un mismo fin; y á semejanza de la ca­
beza de un cuerpo natural, se dice ca­
beza de un cuerpo místico aquella perso­
na la mas alta en el puesto, la mas per­
fecta en la dignidad, y la que influye en
los demás con el imperio, dirección y go­
bierno; y así una multitud de personas,
aunque distintas entre sí, diversas en sus
grados, y varias en sus empleos, oficios
y ministerios ; pero siendo ordenadas á
un mismo fin á formar y componer una
misma sociedad unidas en un mismo re-
gímen y gobierno, y debaxo de unas mis­
mas leyes; toda esa grande multitud así
unida , se dice un Cuerpo místico que
llamamos Reyno y el principal de toda
esa multitud, que es el R ey, es la cabe-*
za. Pero hay que notar una diferencia en-*
tre el cuerpo natural, y el cuerpo místi-
c o : que en el primero todos los míem-
bros que entran á componerlo, se hallan
44 M E D IT A C IO N
Juntos de una vez y aun mismo tiempo..
Un cuerpo humano pide tener á un mis­
mo tiempo todos los miembros que lo
componen, y no que le vengan separada­
mente por succesion temporal, ahora un
brazo, mañana un píe, otro dia una ma­
no : todo ha de concurrir juntamente y
á un mismo tiempo , porque así lo pide
un cuerpo físico ó natural; mas para un
cuerpo místico no se pide eso. Todos los
que entran succesivamente á ser parte de
una multitud ordenada á un mismo fin,
entran al mismo tiempo á componerla, y
se miran ya como miembros de aquel cuer­
po místico. Ahora pues: todo el linage
humano, toda esa gran multitud de hom­
bres desde Adán hasta el último de la fin
del mundo, todos fueron ordenados á un
mismo fin, que es la Bienaventuranza pa­
ra la qual los crió Dios á todos; para ese
mismo fin, fueron también criados los An«.
geles. ¡Quán grande multitud! i Quinta
variedad de criaturas racionales en la tier-
V I G ESIMAQZTINTA. 45
ra y én el cielo! Cada uno por su par­
t e , y á su tiempo entra á componer esa
gran multitud, y toda ella es el gran
cuerpo místico en toda su amplitud, ex^
tensión y universalidad sobre el qual pu-
so Dios por Cabeza á Jesuchristo. Nues^
tra Cabeza, dice San Agustín, es Chris-
to , y nosotros somos el cuerpo místico
de esta Cabeza* ¿Por ventura nosotros so­
los? ¿Y no lo son también los que nos
precedieron ? Todos los fieles desde el
principio hasta la fin del mundo, y jun­
tamente con ellos todas las numerosas le­
giones vy exércitos de los Angeles, todos
componen á este gran cuerpo , concurrien­
do todos á formar una como Ciudad, de-
baxo de un mismo Rey, y una como Pro­
vincia debaxo de un mismo Emperador. 1
¡Veis aquí el fruto de la paz. Cielo y tier­
ra, hombres y Angeles : moradores del
mundo en la mudable sucesión de los

I Aug. conc, 3. in Psalm. 3S. D. Th. 3, p, g. i„


i 3. t. 4.
4 « M E D IT A C IO N
tiempos: habitadores deí cíelo en la in­
mutable permanencia de la eternidad, to­
do lo sujetó el Eterno Padre á Christo co­
mo á Cabeza de todo, para que todo de­
pendiese de Christo, como de Principé
universal, y de quien se habla de deri­
var , como de Cabeza á este gran cuerpo
todo movimiento de vida espiritual, to­
do sentimiento de virtud y gracia, y to­
do reposo de gloria y fruición eterna tan­
to á hombres, quanto á Angeles, así en
tiempo, como en eternidad* ¡Grande ex­
celencia de Jesuchristo! Peto grande hon*
ía , y sobremanera grande del linage hu­
mano* Christo, que en quanto Hombre se
había humillado hasta el extremo, fué en
quanto Hombre ensalzado hasta lo sumo,
y promovido á la alta dignidad dé Ca­
beza de todos, nos levantó á nosotros á
un sublime grado de nobleza. Nosotros
hemos contraído un cierto grado de afi­
nidad y parentesco con Dios, quando uno
de nuestro linage, y según la naturaleza
VIG ESIM AQ ZriN TA . 47
misma qué tomó de nosotros, lia sido le-,
yantado á tan alto puesto, que hasta las
mismas gerarquías de los Angeles, pos­
trados con el mas profundo respeto, lo
adoran por su Cabeza. Y á nosotros co­
mo mas interesados y obligados, ¿qué nos
corresponde hacer? Bien es menester que
tengamos siempre presente aquel memo­
rable recuerdo del gran Pontífice San
L eón : 1 Mira y atiende, ó Christíano,.
tu dignidad , y no degeneres con tus cos­
tumbres viles y baxas del sublime grado
de nobleza, á que te ha promovido Chrís-
to. Ten presente de qué cuerpo eres miem­
bro, y qual es tu Cabeza. Esto nos de­
be bastar, para que vivamos una vida dig­
na de Christo, y no que sea deshonra
de un Christiano,

x Serm. i . de Nat. Dominl,


ITTNXO SEGUNDO.

Ipsum dedit caput supsr omnem Ecclesiam. Ephes.


I. V. 33.

Christo en quanto Hombre, como el


mas próximo y cercano á D ios, es el pri­
mero en el orden de la gracia, y ocupa
el primero y mas alto lugar como en un'
cuerpo natural ocupa el primer lugar la
cabeza. En Christo está la plenitud de
todo don, de toda gracia, de toda vir­
tud , y de toda perfección, como se ha­
llan en la cabeza de un cuerpo natural
la plenitud de todos los sentidos, De esta
gran plenitud de Christo, diceSan Juan, 1
todos recibimos á proporcion y medida
las gracias, que son aquellos soberanos
ínfluxos que nos vienen de esta mística
y sacrosanta Cabeza. Y veis aquí la prin­
cipal prerogativa de esta altísima digni­
dad, y es la gran virtud y eficacia que
i Joan. i.
v ig z s im a q u in t a . 49
tiene de influir en los miembros de su
cuerpo místico. En un cuerpo natural,
para que los miembros reciban el influxo
de la cabeza, es necesaria la unión con
ella. Un miembro separado del cuerpo,
queda juntamente separado de la cabeza
con quien antes estaba unido, mediante
la unión que tenia con los demás miem­
bros del cuerpo : perdida esta unión que­
da privado de aquellos influxos que la
cabeza comunica á todo el cuerpo. Un
pie separado y cortado del cuerpo , ¿qué
influxos quieren que reciba de la cabeza?
El ya no siente, ni anda, ni se mueve,
quando ántes todo eso podia miéntras
conservó la unión. Mas : una mano que
por algún accidente notable de perlesía
ha quedado muerta, aunque por otra par­
te esté todavía unida con el cuerpo, poco7
ó ningún influxo recibe de la cabeza. Sí
ántes para levantarla, ó servirse de ella
para algún otro uso bastaba el imperio
eficaz de la cabeza, ahora ya no basta,
to m . is, d
5O M E D IT A C IO N
porque está muerta, y no obedece, y
para ello es necesario que aplique su fuer­
za , y violencia la otra mano que aun
queda viva, libre y expedita. ¡Tan débil y
limitada es en un cuerpo natural la virtud
que la cabeza tiene de influir y gobernar
á sus respectivos miembros 1¡Oh> y quan­
to exceso, y quan inmensa ventaja hace
en la virtud de influir nuestra mística y
soberana Cabeza Christo, á la cabeza de
un cuerpo natural í ¿Quereís saber quan-
ta? Considerad primero los diferentes gra­
dos de unión que hay entre los miem­
bros de este gran Cuerpo místico , y su
Cabeza Christo. Unos están unidos con
Christo por gloria, como son los Bien­
aventurados, y este es el supremo grado
de unión. Otros están unidos por gracia
y caridad, y estos son los Justos, que
aun caminan por fé como peregrinos en
este destierro del mundo, suspirando por
aquella bienaventurada patria: entre es­
tos aun viadores ó caminantes, se com-
VIGESIM AQ U INTJ. ■5 I

prehenden también los que están en el


purgatorio > los. quales sí bien .concluye­
ron su carrera en quanto al estado de
merecer, pero todavía no han llegado al
termino, y andan aun por fé, y con cer­
tísima esperanza de entrar en la posesion
de la eterna vida. Otros finalmente están
unidos con su Cabeza Christo por sola
f e , como son los pecadores, que habien­
do perdido por el pecado la unión de
gracia y caridad, conservan aun la fé.
Todos esos son miembros , y como tales
pertenecen al Cuerpo místico de la Igle­
sia que tiene á Christo por su Cabeza.
Y los demás que, o han perdido la fé
que recibiéron en el Bautismo, como son
los Hereges , ó que aun no la han reci-1
bido, ni bautizádose, como son los de­
más Infieles ó Gentiles: todos esos care¿
cen de unión con la Cabeza, y ninguno
de ellos por faltarle esta unión es efecti­
vamente miembro del Cuerpo místico. ¿Y
dexará por eso de ser Christo Cabeza de
D2
J 2 M E D IT A C IO N
ellos ? Nada menos que eso. Christo es
Cabeza de todos. Si esos no son miem­
bros por faltarles toda unión con el Cuer­
po místico y su Cabeza, á Christo nada
le falta, y tiene toda la virtud , perfec­
ción y eficacia que pide y requiere la
dignidad de Cabeza mística. Mientras ellos
viven en este mundo, se hallan en esta­
do de salvación, y si aun no son miem­
bros del Cuerpo místíco, son capaces de
serlo. Si todavía no tienen unión, pue­
den tenerla, y en esto se ve la gran vir­
tud y eficacia de influir que tiene nues­
tra mística y sacrosanta Cabeza Jesu­
christo 5 1 porque el influye, no solamen­
te en los miembros vivos, sino también
en los miembros muertos > y no solo en
los miembros muertos, sino aun en los
separados; y no solamente en los miem­
bros separados, sino aun también en los
que jamás han sido miembros de su Cuer­
po místico, solo porque pueden serlo. El
1 D . Th. 3. p, q. 3. á 3. á 1 ,
v ig e s jm a q v in t a . 53
Influye én los miembros vivos, que son
los Justos, promoviéndolos y perfeccio­
nándolos con mayor aumento en la vida
espiritual de gracia y santidad, cumplién­
dose lo que él mismo d ixo: 1 Que .había
venido á este mundo, para que todos re­
cibiesen el espíritu de vida, no como
quiera, sino con muchas creces y abun­
dancia. El influye en los miembros muer­
tos, que son los pecadores, Inspirándoles
la penitencia y contrición para restituir­
los á la vida que hablan perdido por el
pecado. El influye en los miembros se­
parados que son los Hereges, descubrién­
doles con las santas ilustraciones de la
gracia, los errores en que están envuel­
tos , para que los retraten, y se reúnan al
Cuerpo místico de donde se separaron.
El finalmente influye en los que jamás
han sido miembros místicos , como son los.
Gentiles, llamándolos á la fé con ocultas
inspiraciones, con que les hace sentir in-
i Joan. lo.
£4 H E S IT A C IO N
teriormente su vo z, ó Inmediatamente
por sí mismo, 6 por el ministerio de los
Santos Angeles, ó por la predicación de
los Ministros Evangélicos. Tanta es la vir­
tud y eficacia de nuestra mística y sa­
crosanta Cabeza Christo Jesúss porque él
es aquel Divino Sol de Justicia, que es­
parce los rayos de su luz y gracia á to­
das partes, y ninguno hay que pueda
esconderse del calor de su caridad, y to­
dos participan de las saludables influen­
cias de su gran misericordia. Bendito seáis
eternamente mi buen Jesús. Yo profun­
damente humillado ante vuestro acata­
miento, os adoro , como á mi sacrosanta
Cabeza mística, y os doy quantas gra­
cias puedo por haberme incorporado con
vos en el santo Bautismo, para recibir
mas de cerca, y participar con mayor
abundancia los influxos de vuestra gra­
cia; pero ¡oh, y quanta es mi confusion!
Todo cuerpo y los miembros de él de­
ben tener conformidad y semejanza con
V IO E S IM A QU IN T A . $$

la cabeza. ¿Debaxo de una cabeza coro­


nada de espinas estuviera bien un miem­
bro entregado todo al regalo y delica­
deza? ¿Que" semejanza y conformidad ten­
go yo con vos ? Dadme, Señor, vuestra
gracia para procurar con la perfecta imi­
tación de vuestros exemplos y virtudes
una entera conformidad y semejanza con
vos en esta vida mortal, para llegar á
unirme con vos con aquella suprema y
eternamente indisoluble unión que me
transforme todo en vos en la gloria,

PUNTO TERCERO*

Benedictas D eu s, et Pater Domini nostri Jesu


Christi , qui benedixit nos in omni benedictione
sptrituali in cahstibus in Christo. Ephes. i . v, 3.

Tanta eficacia como la que tiene nues­


tra mística Cabeza Jesuchristo para influir
todo bien universalmente en todos, y e n
todo lugar, y en todo tiempo, ¿de dón­
de puede provenir sino de una virtud
infinita ? Ello es a sí: esta eficacia de in-
^6 M E D IT A C IO N
fluir, es por vía de mérito. En virtud de
la unión personal, .quedo la naturaleza
humana en Christo tan propia del Divi­
no Verbo, como naturaleza suya, y to­
das sus operaciones fueron levantadas á
;un grado divino , comunicándolas con su
dignidad la persona del Verbo un valor
y precio tan relevante que eran capaces
de merecer todo quanto puede otorgar
la omnipotencia de Dios. Sondead, si po­
déis, á este gran mar í extended la con­
sideración quanto pudiereis , dilatad el
deseo quanto quisiereis, que no hallareis
fondo, ni márgenes, ni riberas, porque
no tiene término : es inmenso , é infinito
el valor y precio de los méritos de Chris­
to. Todos quantos bienes hay de gracia y
de gloria, y todo quanto se ordena á esos
mismos bienes : todo quanto ha comuni­
cado Dios desde el principio del mundo,
¡y comunicará en' tiempo y en eternidad
á todas las criaturas racionales, y todo
quanto puede comunicar de sus tesoros
V IG E S 1M A Q VIN TA . §J
inagotables la omnipotencia de D ios, to­
do 1q tiene muy bien merecido Christo :
y así todos esos bienes son gracia respecto
de nosotros, que eramos indignos por el
pecado; pero respecto de Christo, no son
gracia sino justicia, y todo es debido á
sus méritos, como es debido el salario al
jornalero por su trabajo, y el estipendio
al soldado por su servicio. Contemplad
ahora al grande Apostol de las Gentes,
como se engolfa en este mar : como se di­
lata su piísimo y devotísimo corazon en
afectos de amor , de alabanza, de grati­
tud , y reconocimiento al Eterno Padre
por los bienes incomparables que nos han
venido por Christo. Bendito, dice el es­
cribiendo á los Efeslos : bendito, alaban­
do y glorificado sea para.siempre Dios y
Padre de nuestro Señor Jesuchristo que
nos bendixo en toda bendición espiritual,
derramando sobre nosotros la copia y
abundancia de sus bienes, y nos enrique­
ció con los preciosos dones del cielo por
58 M E D IT A C IO N

los méritos de su amado Hijo Jesuchristo.


Veis aquí un cántico de alabanza y de­
votísimo agradecimiento, que saliendo del
profundo de una cárcel, llenó de consue­
lo , gozo y suavidad á toda la Iglesia. El
Eterno Padre desde las alturas del cielo
echó su bendición á la tierra enviándo­
nos á su Hijo, benedixit nos. ¡Qué ben­
dición tan fecunda 1 ¡Quan llena y abun­
dante! Antiguamente se oían en el Pue­
blo de Israel bendiciones y promesas de
aquellos Santos Padres y Patriarcas, pero
bendiciones de tierra, fecundidad en las
familias, fertilidad en los campos, copia
de bienes temporales, prosperidad en la
guerra, victoria de enemigos, paz tempo­
ral, sosiego y tranquilidad al rededor,
región deliciosa que manaba leche y miel,
tierra de promision. Mas aquí la bendi­
ción que nos publica el Apostol, es ben­
dición toda espiritual y del cielo, y no
una sola, ni muchas, sino todas, 1 in omni
I Rom. 8.
V IG E SIM A QV I 2?T A . 59
benedicitone splritualL Nó se nos promete
aquí uno, ú otro bien, todos se nos dan
de una vez. El Padre entregó por no­
sotros á su propio Hijo, dice el Apostol,
luego con él nos lo dio todo. Quando
se nos dá el Dueño, el Señor y el Amo
de todo, no hay mas que desear. Extien^
da aquí quanto pueda su consideración
el alma en pensar, en discurrir, en idear.
Dilate quanto quiera su corazon en ape­
tecer , desear, y pretender bienes y mas
bienes, Toda consideración es corta 5 to­
do deseo es limitado. Los bienes que te­
nemos en Christo sobrepujan á toda idea,
y exceden á toda la basta capacidad del
corazon humano. Si el alma está en ti­
nieblas, en Christo hallará luz que le
alumbre : si está flaca, débil y desmedra­
da , en Christo hallará la virtud, poder
y fortaleza que la corrobore y la dé fuer­
zas : si está enferma, en Christo hallará
el remedio que la sane: si está muerta por
el pecado, en Christo hallará la vida y
6 o MEDITACION
resurrección que la vivifique. Para los que
andan á la vida eterna, Christo es el ca­
mino , y el conductor seguro: para los
que han dé entrar en el paraíso, Christo
es la puerta; Christo es el compañero que
nos conforta en esta peregrinación y des­
tierro : Christo es nuestra defensa en los
combates : Christo es nuestro aliento en
los desmayos: Christo es nuestra fortale­
za en las tentaciones : Christo es nues­
tro descanso en las fatigas : Christo es
nuestra victoria en las batallas: para los
hambrientos de la justicia y santidad,
Christo es pan de vida : para los sedien­
tos , Christo es la fuente de aguas vivas.
Christo para nosotros es todo, y todo lo
tenemos en Christo.. Los dones de Dios,
dice el A postol, 1 son sin arrepentimien­
to. Lo dado dado, y no hay que volver
atras. El Eterno Padre nos ha dado á su
Hijo Christo Jesús; ya Christo es todo
nuestro. Todos los bienes de Christo,
V I G £ SJMA QV I N T A .

todas sus riquezas y tesoros, todos sus
merecimientos son bienes nuestros. ¿Pue­
de haber mayor consuelo ? Nosotros so­
mos riquísimos, si sabemos conocer y
estimar nuestra suerte. Bien podemos pre­
sentarnos con toda confianza y seguri­
dad al trono del Eterno Padre, y decirle:
Y o nada merezco, y soy indigno de todos
pero veis aquí gran Padre que alego á
mi favor los me'ritos de mi Hermano ma­
yor Jesuchristo, que me los ha cedido,
y lo merece todo.
MEDITACION XXVI.
Correspondencia de San Tablo al bene­
ficio del Bautismo.

PUNTO PRIMERO,

Quicumque baptizati sumus in Christo Jesu ? in


marte ejus baptizati sumus. Rom. 6 . v. 3.

L o s bienes que tenemos en Christo son


un tesoro Inagotable. Si no los hacemos
nuestros con la aplicación, nos quedare­
mos pobres en medio de las mayores ri­
quezas. ¿De qué le sirviera á un hombre
tener en su campo un tesoro escondido,
si no procuraba descubrirlo con su tra­
bajo? La fé , y las buenas obras son el
trabajo que se nos pide para ser partici­
pantes de los méritos de Christo, que son
aquel gran tesoro que ha colocado Dios
en nuestta posesion , el Santo Bautismo,
por cuya virtud quedamos incorporados
VIGESIMAS E X T A . 63
con Jesuchtísto, y somos hechos miem­
bros de su Cuerpo místico. La Santa Igle­
sia es la puerta por donde hemos de en­
trar á poseerlos. \ Quán bueno es D io s!
¡ Quán dulce y suave misericordia ha mos­
trado él con los hijos de los hombres,
quando nos ha hecho tan fácil la entra­
da á sus tesorosl ¿por ventura le fue tan
fácil á Christo el adquirirlos y ganarlos
para nosotros? Una vida trabajosa, una
pasión dolorosa, y una muerte afrento­
sa, fueron las tres puertas por donde en­
tró y salió Christo de este mundo, para
dexarnos los bienes inestimables de una
copiosa redención, y nosotros con la sua­
ve ablución del agua bautismal entramos
con tanta facilidad á echar mano de to­
dos esos bienes, y enriquecernos con ellos.
Tanta aspereza de Christo consigo mis­
mo para adquirir bienes, y tanta suavi­
dad con nosotros para que lográsemos,
¿ no muestra por ventura un amor de Pa­
dre que se deshace y se desentraña pos
64 M ED ITA C IO N

el bien y provecho de sus hijos ? ¿Y no


merece todo eso de nuestra parte un con­
tinuo recuerdo de un tan liberal y dul­
císimo Bienhechor? Este recuerdo nos pro­
pone el grande Apostol de las Gentes,
como díspertador que nos avise de la
gran deuda y obligación que tenemos con­
traida por el Bautismo para correspon­
der á él dignamente. Todos los que he­
mos sido bautizados en Christo Jesús,
dice el A p o stol, hemos sido bautizados á
semejanza y representación de su muerte.;
Lo que fué la Cruz para Christo, eso es
el Bautismo para nosotros. Christo en la
Cruz murió al cuerpo, y nosotros en el
Bautismo morimos al pecado. Veis aquí
la primera semejanza y representación del
Bautismo con la muerte de Christo. El
cuerpo del Salvador que ántes estaba vivo,
quedó muerto en la Cruz. El pecado que
ántes estaba vivo en nosotros , quedó
muerto en el Bautismo, y tan muerto,
que perdió enteramente la vida tanto en
VÍGESIMASEXTA. 6J
sí mísmo, quanto en la pena que lo acom­
paña. ¡Prodigiosa virtud y eficacia del
Bautismo, que dá una muerte la mas ca­
bal y completa, no solamente á toda cul­
pa , sino aun también á toda pena que
pueda impedir, ó retardar la entrada del
bautizado en el paraíso ! ¡Gran profusion,
por decirlo así, de las riquezas de D io s !
Lo que tanto costó á Christo , y que para
ello derramó toda su sangre, lo comuni­
ca con tanta liberalidad y franqueza, que
en recibirlo nos quita todo trabajo y
dolor i y lo que para él fue suma pena,
es para nosotros indulgencia y remisión.
¿Quánta gratitud exige de nosotros un
tal beneficio? ¿Quánto amor pide en re­
torno una tal bondad que de esta suer­
te se expende á sí mismo y á sus bienes
para darnos un estado digno de su gran­
deza? ¿Y bastará este recuerdo, y el apre­
cio y estima que de ahí nace para cor­
responder nosotros dignamente al benefi­
cio del Bautismo ? No por cierto : en el
TOM. II.. s
66 M E D IT A C IO N

Bautismo no solamente hemos de consi­


derar la virtud y eficacia que tiene, sino
también el propósito de vida a que nos
obliga ? y en ámbas cosas es semejanza y
representación de la muerte de Christo.
El cuerpo de Christo quedó muerto en
Ja C ru z, y con la muerte cesáron todas
las operaciones de vida. En el cuerpo
muerto quedáron los ojos, pero sin ver ;
quedaron los oidos, pero sin oir : quedó
la lengua, mas sin hablar, y todos los
demás órganos y sentidos, en cuyas ope­
raciones vive el cuerpo, quedan con la
muerte sin uso, sin exercicio, y sin vida.
En el Bautismo queda muerto todo pe­
cado, ¿pero por ventura quedan junta­
mente muertos los apetitos y pasiones
que nacieron del pecado ? N o , esos ape­
titos quedan despues del Bautismo, no
obstante su grande virtud y eficacia en
dar la. muerte á toda culpa. Ellos no son
pecado por sí mismos, y si no se les ¡un­
ta el consentimiento -de la voluntad, son
V I G E S I M A SE X T A . 6j
lucha y pelea que en nosotros queda para
exercicio de virtud, pero no triunfo de
que pueda blasonar el enemigo. No obs­
tante eso, ellos fomentan por sí mismos
el pecado, y con la presencia de los
objetos sensibles, convidan, atraen, y son
capaces de conquistar la voluntad ¿ ad­
mitirlo. Ahora pues 5 si en virtud del
Bautismo, y por su eficacia morimos al
pecado, debemos en el propósito de vida
morir también á todos esos apetitos que
de suyo tiran á introducir de nuevo el
pecado y darle vida, imitando nosotros
icón esa continua mortificación la muer­
te corporal de Christo : de manera , que
sx en nosotros des pues del Bautismo que­
dan las pasiones, estén muertas, y sin
desorden que es el uso y exercicio en
que ellas viven, como quedáron en el
cuerpo de Christo muerto los órganos de
los sentidos, pero sin uso y exercicio de
vida. Esa doblada muerte á - todo peca­
do, y a todo vicio y desorden de ápet'l-
£2
68 M E D IT A C IO N
tos y pasiones es lo que cumplió cons­
tantemente despues del Bautismo el San­
to A postol, y pretendió de nosotros quan­
do dixo : Todos los que hemos sido bau­
tizados en Christo Jesús, hemos sido
bautizados á semejanza y representación
de su muerte, y esta es aquella grande
protesta que hacemos , y con tanta so­
lemnidad profesamos delante del cielo y
de la tierra en el Bautismo, quando pre­
guntados y requeridos por la Iglesia : ¿sí
renunciamos al demonio , y á sus obras
y á sus pompas? Respondemos por boca
del Padrino ; Renunciamos, y damos de
mano á todo eso, aborreciéndolo, y de­
testándolo de todo corazon. Abrm untUs
Sathanrf , et omn'bus operibus ejus ?E t óm­
nibus pompis ejv.s ?A b re n m tlo , abrenuntio.
Toda la Iglesia es testigo de esta mi pro­
fesión : yo no la puedo negar, ni disi­
mular. En virtud de este pacto y con­
vención fui admitido en la santa Piscina
del Bautismo. ¿Y la tengo yo presente
V lC r E SIM A S E X T A . 69
para obrar conforme á ella? ¿Doy entra­
da otra vez al fausto y vanidad del si­
glo? ¿A la soberbia, lisonja y ambición?
¿A los gustos y placeres del mundo? Si
eso fuera así, yo no cumplo con la pro­
fesión que hice en el Bautismo : yo he
engañado á la Iglesia : y habiendo de es­
tar muerto á todo eso , me hallo muy
v iv o , no para obsequiar á Christo, sino
para servir al demonio en sus obras y;
en sus pompas,

PUNTO SEGUNDO.

1» uno spiritu omnes nos in unum corpas bapii-


%ati sumus. 1. ad Cor. ia . v. 13.

Morir al pecado, dichoso morir. Sí


por virtud y eficacia del Bautismo que­
damos muertos á toda culpa, es para re­
cibir una vida nueva y mas preciosa que
la que ántes teníamos. Por la generación
carnal, recibimos un ser que nos dá pu­
ramente el vivir. Por el Bautismo recibí-
70 M E D IT A C IO N
mos un ser, que nos dá el poder santa­
mente v iv ir; y veis aquí por que el Bau­
tismo se llama regeneración , porque en
el somos nuevamente engendrados, y de-
xando de ser lo que eramos, pasamos á
ser una nueva criatura. ¿Qué cosa era­
mos ántes del Bautismo? Muertos por el
pecado. ¿Qué cosa somos despues del Bau­
tismo? Vivos por la gracia. Antes del
Bautismo eramos hijos de Adán pecador,
y herederos de su maldición. Despues del
Bautismo somos hijos de D io s, y herede­
ros de la bendición dé Christo. Ya des­
de los mas retirados tiempos previo y
anunció esta gran novedad el Profeta
Isaías quando llamó á Christo con el nom­
bre de Padre del siglo venidero. Pater fu~
turi 'saculi. Padre de una nueva genera­
ción : Padre de unas nuevas criaturas: Pa­
dre de un nuevo Pueblo. Toda esta ad­
mirable renovación sucede en el Bautis­
mo. A llí con la remisión del pecado, nos
desposeemos del viejo Adán. A llí con la
VIGESIMASEXTA. 7 1
infusión de la gracia, adquirimos una nue­
va descendencia, por la qual pertenece­
mos al nuevo A d á n , que es Christo, au­
tor y origen de esta nueva generación.
\ Quán sublime título! ;Quán poderoso
para empeñarnos á coriesponder debida­
mente á un tan gran beneficio! A los Ju-
dios que vanamente se gloriaban de ser
descendientes, y llamarse hijos de Abra-
han, les reconvino Christo con ese mis­
mo título para confundirlos y abatir su
soberbia. Si sois hijos de A brahan, les
decia, haced obras dignas de Abrahan
vuestro Padre , opera Abrabte fache.
no debo yo temer semejante reprehensión,
sino vivo como corresponde al alto ca­
rácter, con que fui sellado en el Bautis­
mo ? SI eres Christiano , y perteneces á
Christo por el nuevo ser que has recibi­
do , haz obras dignas de Christo tu Pa­
dre y de quien has sido espiritualmente
reengendrado por el Bautismo. ¡ Quán al­
tamente penetrado de esta verdad estaba
72 M E D IT A C IO N
el Apostol! Todos nosotros, decía el es­
cribiendo á los Corintios, todos nosotros
hemos renacido por un mismo espíritu
en el Bautismo para formar un mismo
cuerpo. Todos por el Bautismo quedamos
unidos e' incorporados con Jesuchristo ,
pasando á ser miembros de su Cuerpo
místico. El espíritu de Christo, es como
el alma de ese cuerpo y lo vivifica. El
es el que le dá esa nueva vida. Nosotros
por virtud de ese espíritu de vida ? que
nos infunde Christo en el Bautismo, so­
mos trasladados de muerte á vida? de la
generación carnal, á la generación espi­
ritual > de la semejanza y conformidad
con Adán pecador, á la semejanza y con­
formidad con Christo Justo y Cabeza de
los Justos. Todos los miembros de un
mismo cuerpo viven por aquel mismo es­
píritu que los anima y vivifica. El Apos­
tol San Pablo no recibió en el Bautismo
otro espíritu de v id a , que el que yo he
recibidos ni fué miembro de otro Cuer^-
Y I G E S 1M Á S E X T A . 73
po místico que aquel con quien yo que­
dé incorporado por el Bautismo. ¿Qué
obras de vida manifiesto yo dignas del
espíritu que anima y vivifica á este gran
cuerpo? ¿Resplandece por ventura en mis
obras esa ilustre novedad de vida? ¿O
acaso imito yo aun con mis operaciones
la vejez y corrupción de Adán pecador?
¿ Y no fuera eso una gran monstruosi­
dad? ¿Recibir el espíritu de una nueva
v id a , y no dar muestras ni señal de vi­
vo ? ¡O grande ApostolI Yo al contem­
plar vuestra vida desde que fuisteis bau­
tizado, hasta la fin de ella, no veo sino
una estupenda novedad. Desde que pa­
sasteis de la Sinagoga á la Iglesia de Chris­
to todo fué nuevo en vos. Antes gran
zelador de la ley v ieja : despues ardiente
Apostol de la nueva. Antes gran promo­
tor de las antiguas tradiciones de vues­
tros Padres; despues un Predicador infa­
tigable del Evangelio de Christo. El es­
píritu de Christo era el que daba moví-
7 4 MEDI TACI ON 1

miento , virtud y eficacia á todas vues­


tras operaciones, á todas las empresas de
vuestro ministerio apostólico. Incorpora­
do ya con jesuchristo por el Bautismo ,
ya no v ivía , ni obraba, ni respiraba es­
te devotísimo Apostol, sino por Jesuchris­
to. El en todas sus cartas , no sabe sol­
tar de su pluma, ni de su lengua á Jesu­
christo , ni parece que podia desplegar sus
labios, sin pronunciar el augusto nombre
de Christo. Apenas acaba de nombrar á
Christo, quando vuelve de nuevo con el
nombre de Jesús, y aun á veces ántes de
concluir la clausula, repite el nombre de
Jesuchristo, entretexiendo casi todo quan-
to dice con los nombres de C hristo, de
Jesús, de Jesuchristo. Christo era el es­
píritu que interiormente lo animaba :
Christo era lo que el Santo Apostol ex-
teriormente respiraba.
PUNTO TERCERO.

Quicumque enim in Christo bapti%ati estis ? Chris-


tum induistis, Galat. 3. v. 37.

Los sentimientos que manifiesta un


cuerpo v iv o , son los que demuestran el
espíritu de vida que interiormente lo ani­
ma y vivifica. Ellos deben ser semejantes
al principio y origen de donde nacen y
se deriban. ¿Y qué otro espíritu, sino el
de Christo, es aquel espíritu de vida que
recibimos en el Bautismo por cuya vir­
tud quedamos interiormente renovados r y ;
unidos como miembros vivos con su Cuer­
po místico ? Nosotros no correspondemos
debidamente, sino mostramos tales senti­
mientos de vida que sean dignos de Chris­
to. San Pablo que hacia y cumplía en sí
mismo todo lo que predicaba á otros,
nos descubre esta gran obligación, quan­
do escribiendo á los Galatas les dice: to­
dos los que habéis sido bautizados en
7 6. ' M E D IT A C IO N
Christo , os habéis vestido de Christo.
N o pudo el Santo Apostol con palabras,
n i mas expresivas, ni mas eficaces, ni mas
honoríficas ponernos delante la deuda que
hemos contraido con Christo por el Bau­
tismo. El que perfectamente imita á otro,
el que en todas sus acciones, máximas y
sentimientos, el que en su modo de pen­
sar, de discurrir y de obrar representa á
otro , de ese decimos que se ha revesti­
do de la persona de aquel, cuyas moda­
les todas tan al vivo imita y representa.
¿Todos los que hemos sido bautizados en
Christo nos hemos vestido de Christo ?
A sí lo dice el Apostol, y lo dice con la
autoridad de Christo que no puede en­
gañarse. Christo es nuestro vestido. Veis
aquí un título el mas ilustre y el mas
obligante, El vestido no solamente cu­
bre todo el cuerpo, sino que también le
sirve de un grande adorno , si por otra
parte es precioso. ¿Y se hallará por ven­
tura vestido alguno que sea ni mas cum-
V IG E S IM A S E X T A . 77
piído, ni mas precioso que Jesuchristo ?
Si Christo es nuestro vestido, no ha de
quedar en nosotros parte alguna desnu­
da : todo lo ha de cubrir esa sagrada ves­
tidura i pensamientos, palabras, obras,
máximas de pensar, reglas de vivir, dic­
támenes de obrar en todo tiempo , y en
todo lugar todo ha de ser conforme á
C h risto, si estamos vestidos de Christo,
y representamos á su persona con la ves­
tidura. Aun en Jas representaciones que
se usan en los teatros, el que represen­
ta la persona del Rey , quando habla ,
habla con magestadj en el andar, en el
moverse y en los demás gestos, observa
el decoro que pide la dignidad Real. T o ­
do quanto hace , dice y executa, debe ser
correspondiente á la grandeza de la per­
sona , cuyo carácter demuestra en el ves­
tido que lleva: sino cumple eso, no ha­
ce bien su papel , ni la Real vestidura
que ostenta le trae honra, sino ignonur
nia, y en vez de lograr aplauso de los
y8 M E D IT A C IO N
presentes, sale del teatro cori vituperio.
\ Mirad ahora quan bien cubierto y ador­
nado1andaba el Apostol con la vestidu­
ra de Christo que habia recibido eñ el
Bautismo; quan bien representaba en to­
do la persona de Christo , de quien se
veía revestido! Y o , dice él escribiendo á
los Corintios, 1 me he portado con voso­
tros como hombre que ni sabe pensar,
ni discurrir, ni hablar, ni obrar, ni que
tenga otra noticia , ni ciencia, ni prác­
tica, sino de Jesuchristo y ese crucifica­
do. ¿Puedo yo decir otro tanto de mí?
¿En qué se ocupan mis pensamientos, mis
discursos, mis largas y freqüentes con­
versaciones? Y o , dice el Apostol escri­
biendo á los Filipenses, 4 yo por el amor
■y obsequio de Christo no estimo en na­
da las demás cosas, ántes las desprecio y
las tengo por basura ; abomino de ellas
como de cosa indigna de ser nombrada,
stercora. Máxima funda-
omnia arbitror ut ■
- j i. ad Cor. ■». a A d Philip, 3.
V IG E S IM A S E X T A . 79
mental que lo comprehende todo. Bienes
terrenos, honras humanas, placeres del
mundo , todo eso lo miraba el Santo
Apostol con desprecio , haciendo de ello
el mismo caso que se hace de un puña­
do de basura que se hecha en un rincón
el mas despreciable de la casa. Lo que ce­
día en honra de Christo, lo que se en­
caminaba á su mayor culto y obsequio,
eso era lo que apreciaba San Pablo. Eso
si que es estar vestido de Jesuchristo. Eso
es mirar con respeto y decoro tan sagra­
da vestidura. Qualquiera otra cosa extra­
ña que se le junte que aparte y desvie
de este fin , será manchar la vestidura, 6
sobreponer á lo precioso un vil remien­
do. ¿Por ventura solo San Pablo quedó
vestido de Jesuchristo en el Bautismo, y
los demás no? Todos dice el Apostol, to­
dos los que habéis sido bautizados en
Christo, os habéis vestido de Christo?
¿y cómo cumplo yo con ese cargo de re­
presentar en mis acciones la persona de
8o M E D IT A C IO N
Christo ? i Quáles son las máximas que re­
gulan mi vida y modo de obrar? Si yo
hago gran caso de la pompa , fausto y
ostentación que tanto aprecia y admira
el mundo: si yo me avergüenzo de aque­
lla santa humildad, y christiana modera­
ción que enserió y practicó Christo en
todas las cosas, ¿se podrá decir que yo
estoy vestido de Christo? ¿Y no se dirá
ántes que yo ando muy ufáno y pompo­
samente vestido del mundo? En Christo
se nos ha dado una vestidura nueva ,
cumplida y preciosa; ¿ y por qué no la
hemos de apreciar como se merece ? Con*
ella podemos presentarnos delante del cie­
lo y de la tierra, y seremos bien vistos
de los Santos A ngeles, y atendidos del
Eterno Padre. ¿Sabéis cómo quedaremos
enteramente vestidos y cubiertos de Jesu­
christo? Cumpliendo lo que el mismo
Apostol encarga á los Corintios : 1 aho­
ra comáis , ahora bebáis , ahora hagais
i i . ad Cor. 10,
VIGZSIMASÉXTA. 8J
qualquíera otra co sa h a ce d lo todo á glo­
ria de Dios. Christo buscó siempre la glo­
ria de su Padre. Si nosotros en quanto
hiciéremos, procuramos el mismo fin r nos
revestimos de su persona y lo represen­
tamos bien en todo. Yo no busco mi glo­
ria , decia Christo ,á los' Judíos , sino la
de mi Padre que me envió al mundo. Sí
nosotros en todas las acciones de nuestra
vida no pretendemos :agradar al mundo, ní
buscamos las alabanzas y estimación de los
hombres, ni la propia utilidad é Ínteres,
ni el gusto y satisfacción de nuestro sen­
tir y querer , sirio el agradar solamen­
te á D ios, y que él solo sea en todo
honrado y glorificados veis aquí la ves­
tidura brillante de Jesuchristo, y tan vis­
tosa que muestra y descubre todos los
colores de todas las virtudes. De esta suer­
te andaba vestido de Jesuchristo el Apos­
to! San Pablo, ahora comiese y bebiese,
ahora le molestase la hambre y sed, aho­
ra estuviera abrigado , ahora padeciese
TOM. U. F
82 ‘ M E D IT A C IO N
desnudez y frío , ahora predicase con
aceptación y aplauso , ahora fuese infa­
mado y perseguido , ahora libre y suel­
to , ahora preso y encadenado, ahora bien
recibido , ahora azotado y apedreado. El
no buscaba jamás ni su gusto, ni su pro­
vecho, ni su aplauso, ni su comodidad;
sino que en todo así en lo prospero, co­
mo en lo adverso ; así en lo triste, como
en lo alegre; así en lo gustoso, como en
lo desapacible, solo pretendía agradar á
D io s, y que fuese conocido y glorifica­
do Jesuchristo en todo, y de todos sobre
la tierrá. ¡O grande Apostol! ¡Desnudo
de todo! ¡ Pero abundantemente vestido
de Jesuchristo! ¡ Quién me diera saberos
imitar en tan gloriosa desnudez, y en tan
abastecida vestidura! Alcanzadme de Dios,
6 Santo mió, esta gracia para seguiros,
y hacerme semejante y conforme á Jesu-
christo en esta vida mortal, para poder­
lo glorificar eternamente en el cielo.
M E D IT A C IO N XXVII.
Títulos de correspondencia al beneficio
del Bautismo,
f:
PtTNTO PRIMERO.

Expoliantes vos veierem hominem cum actihus suht


et induentes mvum, Coloss, 3. v. 9. et 10.

P a r a empeñarnos-San Pablo á correspon­


der dignamente al beneficio del Bautis­
mo nos propuso la honra y excelencia á’
que hemos sido levantados por virtud de
ese Sacramento. ¿Por ventura era poca
honra el haber subido nosotros de la ba->
xísima condicion de esclavos á la alta
dignidad de hijos? ¿El reconocernos Jesu-*
christo por hermanos suyos, y que po-r*
damos llamar k boca llena á su propia
Padre Padre nuestro? Ese título por sí>
solo bastaba y era sobrado; pero San Pa­
blo que en todo muestra ia generosidad
F2
84 M ED ITA C IO N
de su grande corazon , no se contentó
con eso, y quiso que nos tuviéramos.en
tanta honra , que nos mirásemos como
otros tantos Christos. Si por el Bautismo
quedamos vestidos de C hristo, como di­
ce el Apostol, nosotros somos otros tan­
tos Christos en imagen, figura y repre­
sentación, y como tales comparecemos en
la presencia de su Padre. ¡ Grande amor
de Christo para con nosotros l ¡ Gran dig­
nación de su Padre! ] Y grande honra
nuestra! ¿Y qué se sigue de ahí? Que el
instituto de vida que profesamos en el
Bautismo , es un instituto de vida pro­
pia de Christo, y eso quiere decir vida
Christiana : vida digna de Christo nues­
tro Fundador. El vestido es símbolo, ó
señal que demuestra el estado de vida que
cada uno profesa. Por la diversidad de
vestido conocemos la diversidad dé las na­
ciones, sus diferentes usos, leyes y cos­
tumbres. Si Christo es aquella nueva y
preciosa vestidura que recibimos en el
VIG ESIM A SEPTIM A . 8$
Bautísmó, nosotros hemos.de manifestar
en el progreso de nuestra vida que se­
guimos y practicámos los usos, leyes y
costumbres que nos dexó Christo, y sí
no fuese así■
, nosotros somos ñngidos, y
representamos lo que no somos. ¿Pero de>*
lante de quien? Delante del Eterno Pa­
dre, iy eso; será por ventura engañar-a
Dios? ¿Y. no será ántes engañarnos á no­
sotros mismos, y muy á costa nuestra?
¿Pues que remedio ? El mismo que nos
prescribe el Apostol. Dos hombres, y dos
suertes de vestido nos propone San Pa­
blo : hombre viejo y Hombre nuevo: ves­
tido de hombre viejo y vestido de hom­
bre nuevo. Adán quando salid de las
manos de Dios , salió vestido, y rica­
mente vestido de gracia, belleza y her­
mosura. Pecó A d á n , y quedó despojado
de aquel precioso vestido que había re­
cibido de la graciosa y liberal mano de
Dios. ¿Y cómo quedó? Como queda un
leproso vestido y cubierto de su lepra,
86 M ED ITA C IO N

y así entramos en el mundo todos sus


descendientes desnudos de aquella precio­
sa vestidura de gracia, que recibió nues­
tro Padre en su primera creación, y cu­
biertos con los viles andrajos, reliquias
del pecado , que nos dexó en herencia,
fastidiosos de la virtud , inclinados al vi-*
cío , repugnantes al bien, propensos al
mal, perezosos para el trabajo, amadores
del ocio y del regalo, entregados ente­
ramente á los bienes terrenos, á dar gus­
to á los sentidos, desahogo á las pasio­
nes, y satisfacción á todos nuestros desor­
denados quereres. Todo eso , según la
frase del A postol, comprehende el vesti­
do del hombre viejo , vestido de Adán
pecador, y envejecido por el pecado. Vino
Christo al mundo, y vino vestido de
aquella preciosa vestidura de gracia que
habia perdido Adán s y para renovar al
hombre de viejo á nuevo , traxo una ves­
tidura de tanta amplitud , extensión y
grandeza, que no solamente bastase, si-
Y 1G E SI MAS E P T I M A . 87

no qüe. fuese superabundante para vestir­


n o s ,-y cubrirnos á todos, porque vino
con la plenitud de toda gracia, justicia,
v irtu d , santidad y mérito. Veis aquí al
Hombre nuevo y su vestido. Ahora b ien :
¿qué nos dice el Apostol? Despojaos del
hombre viejo , y vestios del nuevo. El
pide una cosa muy justa y muy debida,
¿Quién de antemano está tan mal arro­
pado, que no lleva sobre su cuerpo sino
unos viles girones y andrajos tan ruines y
gastados que le dexan casi desnudo , si le
dan un vestido nuevo y precioso, no se
despojará de buena gana, y echará en­
horamala á aquellos miserables repiezos
que en vez de mostrarlo vestido, lo ha­
cen despreciable á los ojos de todos?
¿Quién duda de eso? ¿Qué vestidura, ni
mas nueva, ni mas rica, ni mas preciosa
pudo hallarse jamás que la vestidura que
se nos dá en el Bautismo ? Con la gra­
cia y caridad, y demás virtudes y dones
del Espíritu Santo que la acompañan,
88 M ED ITA C IO N ■
adornan y hermosean al alma, quedamos
vestidos del. mismo Jesuchristo , Hombre
nuevo y renovador de todo hombre.
Que novedad de vestido , ¿quándo jamás-
se había visto otro semejante en la tier­
ra ? i Que riquezas de vestido , quando en
él campean las riquezas todas del cíelo!
¡ Qué preciosidad de, vestido, quando: en
él se encierra el valor y precio de la D i­
vinidad ! ¿Y tendremos valor para dexar
sin uso á ese vestido nuevo, rico y pre­
cioso que se nos lia dado ? ¿ Y echar
mano del vestido viejo y andrajoso que
nos dexó el hombre viejo Adán pecador?
Soberbia, ambición, fausto, vanidad i má­
ximas del mundo fomentadoras de honra
vana, y de estimación frágil y perecedera,
aprecio de bienes terrenos, que , ó los
roba el ladrón, ó los gasta la polilla, ó
los consume el tiempo; gustos, placeres,
diversiones y recreos que pasan ligera­
mente como relámpagos, y no dexan de
sí otro vestigio que la inquietud y sin-
VIO £ SIMAS EPTIM A. '89
sabor, pésar y amargura de haber sido;
andrajos son todo eso, y vestidura vil y
despreciable ; del: hombre viejo , de Adán
pecador. Pues despojaos de'tpdo éso, dice
San Pablo i. ¿y quereis saber quan bien Se
había despojado de todo eso el grande
Apostol? Oíd como habla él á los Tésa­
lo nícenses, 1 -con que' libertad, y quan sin
temor de ser desmentido descubre su pe­
cho y y la sinceridad y pureza de sus cos­
tumbres á toda, la Macedonia. Vosotros
sabéis por experiencia, les dice, qual ha
sido mi am bo y mi entrada para predi­
caros el Evangelio , que no ha sido en
van o , ni por vanidad ó soberbia, sino
acompañado y autorizado de testimonios
eficaces de la virtud divina , que no he
pretendido agradar á los hombres , sino
á Dios solo, que escudriña y penetra los
secretos del corazon; ni jamás han salla­
do de mi boca palabras de adulación, ni
lisonja, como vosotros mismos sabéis bien*
i Thessalon. a*
90 MEDITACIQN

til ine há movido jamás ínteres alguñQ


temporal , como es testigo Dios s ni he
buscado 7 ni pretendido Jas alabanzas de
los hombres, ni de vosotros, ni de otro
alguno. ¿Se; descubre por ventura en to­
da esa narración del Apostol andrajo al­
guno del hombre viejo , ni siquiera el
color del vestido viejo de Adán pecador ?
El nombra por testigo de lo que dice á
los mismos Tésalo nicenses. con. quienés
habla* El llama también á Dios por tes-^
tigo de la verdad de su dicho. Quan ase­
gurado estaba el Santo Apostol de la pu­
reza de sus costumbres, quando cita el
testimonio mas respetable del cielo , que
es D io s, y el mas autorizado de la tier-
Ira, que era entonces toda la Ciudad de
Tesalónica, á quienes escribía. Si yo re­
corro todos los puntos que toca San Pa­
blo en su narración , ¿podré asegurar mí
inocencia en todos e l l o s y confirmaría
con testimonios tan autorizados ? Gran
consuelo fuera eso para mL O Santo Apos-
V I G E S I M A SE P T I M A . 9 I

t o l,y Protector amantísimo mió, que tam­


bién supisteis con la gracia, de Dios des­
pojaros del hombre viejo, y vestiros del
nuevo, echar afuera. la vil y despreciable
vestidura de Adán pecador, y adornar
vuestra alma con la preciosa vestidura de
Christo, rogad por mí á ese Divino Sal­
vador, que me de' tanta y tan copiosa
gracia, que sepa yo también vestirme de
C hristo, y aprecie en tanto grado á esa
celestial vestidura, que en todos mis pen­
samientos, palabras, obras y tenor de vi­
da , se descubra la semejanza, y confor­
midad que debo yo tener con Christo,
y representar su persona.

PUNTO SEGUNDO.

Stcut portavimus imaginem terreni, portemu* , et


imaginem calestis. 1. ad Cor. 15. v. 49.

El que ántes con un vestido viejo,


ordinario y vil mostraba ser de baxa suer­
te , saliendo despues al público con ador-
92 v MEDITACION

no y ticamente vestido, dá muestras dé


haber mejorado de condicion y fortuna:
Nuevo estado, vestido nuevo, figura nue*
va. El nuevo trágé con que se presenta
al público, es como una cierta imagen y
representación, en que descubre á los ojos
de todos la novedad de su estado. N o­
sotros por el Bautismo adquirimos un nue­
vo estado. De hijos de la tierra, pasa­
mos á ser hijos del cielo. Por la genera­
ción de A d á n , somos terrenos; Por la ge­
neración de Christo , somos celestiales. De
Adán terreno, heredamos la inclinación
á la tierra.' De Christo celestial y divi­
no , heredamos la inclinación al cielo*
Veis aquí otro título que nos señala San
Pablo para empeñarnos á corresponder
dignamente ai beneficio del Bautismo 5 y
es la semejanza que debemos procurar
mantener con nuestro Padre, que nos dio
tan alto estado, y nos enriqueció con
tan preciosa herencia. Si en otro tiem­
p o , dice el Apostol, llevamos la imagen
VIG £ SIMA SEPTIM A . 93
del hombre terreno, llevemos ya en ade­
lante la imagen del Hombre celestial»
Aquellos hijos que en su modo de pro­
ceder imitan á su padre, y procuran ase­
mejarse í el en todo, se dicen, y son en
verdad imagen de su padre. Por el con­
trario , los que son desemejantes y de con^
trarias costumbres, esos degeneran del no­
ble carácter de hijos, y son mirados co­
mo bastardos» El buen hijo debe tener
siempre delante de sí el exemplar de su
padre, para conformarse con e l , y hacer­
se tal 7 que todos los que le m iran, pue­
dan decir de e l : ese es imagen y figura
de su padre. Adán que habia sido cria­
do de Dios en estado de gracia e inmor­
talidad, perdiendo por el pecado la jus­
ticia original mereció oir de Dios : Tá
gres tierra , y en tierra te convertirás. Del
pecado nació la muerte, y de allí trae su
origen la mortalidad y corrupción de es­
ta vida con que todos entramos en este
mundo. Con la necesidad. y miserias que
94 MEDITACION
trae consigo la mortalidad se multiplican
los deseos, buscando los hombres con an­
sia y solicitud los bienes terrenos para
.alivio de tantas miserias, y remedio de
tantas necesidades de su vida mortal y
corruptible. Esos mismos bienes como frá­
giles y caducos que son, ya perecen, ya
se mudan y varian con el tiempo, y el
corazon humano que los busca, está su­
jeto á una continua inconstancia y agi­
tación 5 de un deseo pasa á o tro ; á una
afición, sucede o tra, siempre inquieto, y
nunca fixo y estable, porque todo es tran­
sitorio y fugitivo aquello que persigue
y en que estriva y se afianza. Esta gran­
de inclinación, afición y apego á la tierra
á buscar, pretender y lograr sus bienes,
esa es la imagen del hombre terreno: esa
es la figura de Adán pecador, que ha­
biendo perdido por el pecado la rectitud
de la justicia original para mirar y as­
pirar continuamente al cielo, quedó tan
encorvado á la tierra, como aquellos ani-
VIGESIM ASE PTIM A. 9$
males que ni tienen ojos para v e r, ni
corazon para aspirar á cosa alguna supe­
rior á la tierra.- Christo Jesús que vino
al mundo á reparar al hombre, nos res­
tituyó la rectitud de la justicia y santi­
dad , para que pudiéramos aspirar con el
deseo, amor y esperanza á la inmortali­
dad é incorrupción del cielo. El entabló
sobre la tierra un género de vida celes­
tial y divina, y se propuso por exem­
plar de ella, para que lo imitásemos y
siguiésemos los que por el Bautismo en­
trásemos á S2t de su nuevo pueblo. Por
aquel nuevo espíritu de vida, que nos
infunde en el Bautismo, somos espiritual­
mente reengendrados, renovados y transa
formados en nuevos hombres, esto es,
Christianos, y se nos imprime el carác­
ter y figura de Christo , como señal que
nos distingue y separa de los demás, y
que en virtud de é l, ya no pertenecemos
á Adán, ni al mundo, sino á Christo y al
Cielo j que somos santos por la profesion,
96 . MEDITACION
del Bautismo;, y somos celestiales por' el
instituto de v id a , y nos llama el Apos­
tol , nación santa , pueblo, escogid on u e­
vas criaturas , nuevos hombres. A l con­
templar todo esto, ¿qué reflexiones debo
hacer yo sobre mi vida? ¿Mis costumbres
son tales que muestren el carácter y fi­
gura del hombre terreno, ó del celestial
y divino? ¿Mi modo de vivir es según
la carne, ó según el espíritu? ¿Me ase­
mejo yo á Adán pecador , ó á Christo
Justo? Si los sentidos son los que gobier­
nan mi espíritu para abrazar ó desechar
10 que á ellos fuere agradable ó desapa­
cible : si las máximas del mundo son las
que regulan mí vida para seguir lo que
al mundo agrada, y dexar de seguir lo
que á él no le dá gusto, yo pertenezco
aun á A d án . pecador, y no á Christo
Hombre nuevo. Yo llevo aun impreso er>
mi vida el carácter , imagen y figura del
hombre terreno, y no del Hombre celes­
tial y divino. ;A h l no suceda eso jamás,
VIG £ SIMA SEP TIM A, 97
ní lo permita D íos, porque fuera un opro-
brio de mi profesíon. ¿Quánta materia de
propia confusion me dá el grande Apos-
tol de las Gentes? ¿Quién mejor que San
Pablo llevó siempre impresa en su vida
la imagen del Hombre celestial y divino ?
Todas sus cosumbres, pensamientos T pa­
labras , obras, trabajos y empresas, todas
estaban selladas con el carácter del cielo.
El no sabia hablar, pensar, ni discurrir,
sino de lo que pertenecía al cielo y ob­
sequio de D ios, y á dilatar mas y mas
la fé y conocimiento de Christo. ; Devo­
tísimo Apostol I ¡Tierno y fervoroso ama­
dor, de Jesuchristo I Quien tenia siem­
pre presente sin perder jamás de vis­
ta á Christo para inspirar su conocimien­
to y amor á aquellos nuevos Christianos
de la primitiva Iglesia, ¿quán bien es­
tampada tendría en su corazon la ima­
gen de ese Divino Salvador ? A vista de
tal exemplar tan cuidadosamente y con
tanto afecto meditado, ¿ no habia de sa-
tom. it. g
98 MEDITACION
lir su bendita alma una cabal y perfec­
ta copia?
PUNTO TERCERO.

Glorifícate et pórtate Deum in corpore vestro* 1» ad!


C ojt. 6 . v. 20.

Glorificad , y llevad á Dios en vues­


tros cuerpos. Veis aquí el termino á que
se dirigen tantos títulos honoríficos, co­
mo nos propuso el Apostol para empe­
ñarnos á ser generosos en corresponder,
al beneficio del Bautismo. Una vez vesti­
dos del Hombre nuevo, adornados de la
preciosa vestidura de Christo, sellados con
el carácter del Hombre celestial y divino,,
llevando en nosotros impresa, patente y
manifiesta su imagen, ya no nos debemos
mirar como tierra, sino como cielo5 ni
á nuestros cuerpos como casa y habita­
ción terrena , sino como templo celestial
y divino. Nuestras almas., y por ellas
nuestros cuerpos, quedaron en el Bautis­
mo consagrados y dedicados á Dios. Ya
V I G E S I M A S MT T I M A . 99

no somos nuestros, desde que fuimos tras*


pasados por ese título de tanta religión
y santidad, al servicio de Christo. So­
mos de D io s, y debemos glorificarlo en
nuestros cuerpos , respetándolos y vene­
rándolos , como á otros tantos Santua­
rios , en quienes Christo colocó su pro­
pia imagen por el Bautismo, ¿Con qué
decoro y honestidad se tratan los tem­
plos? ¿Con qué cuidado y diligencia se
procura su aséo y limpieza? ¿Con. qué res-
peto y devocion se exerritan en ellos-to­
das las funciones y ministerios que cor­
responden á la santidad de aquel lugar?
Nosotros seremos responsables á Dios de
un cierto hurto y sacrilegio, si usáremos
de nuestros cuerpos, disponiendo de ellos*
como de hacienda propia. Eso fuera abu­
so y contra el derecho sacrosanto del
Bautismo. Pies y manos, ojos y lengua,
y demás órganos y sentidos de nuestro
cuerpo, son de Dios? están ya dedicados
al culto y obsequio de Dios. Extraerlos
G2
100 M E D IT A C IO N

de esa esfera, es enagenarlos de su due­


ño i darles un uso contrario, es abuso;
emplearlos en cosas impertinentes, ridi­
culas, y contra la decencia y gravedad,
es profanar el Santuario. Resuene conti­
nuamente en el oído interior de nuestras
almas, lo que oyó Moyses, quando qui­
so acercarse á aquel lugar que habia es­
cogido Dios para hablarle y descubrirse-
le. 1 Quita ese calzado de tus pies, le
dixo el Señor, porque el lugar en don-*
de estás, es tierra santa; si nuestros cuer­
pos por la mortalidad son tierra, sepa­
mos que son tierra santa desde que en­
tró Christo á poseerlos «por el Bautismo.
Ello es preciso desnudarse de todo lo que
es estraño y sobrepuesto, y que desdice
de la dignidad y santidad de aquel Señor
que los tomó por morada suya. SI la cu­
riosidad, ó ligereza brindase á nuestros
ojos para mirar lo que no conviene ver,
que busque otros ojos, que esos ojos que
! i Exod. 3,
V I G E SIM A S E P T IM A . I OI

tenemos, ya no son nuestros : son de


Christo que los consagró en el Bautismo
para glorificar á Dios con ellos, y no ofen­
derle. Si la lengua siempre inquieta y mal
contentadiza quisiere prorrumpir en pa­
labras, ó que contrísten al próximo, ó ,
que perturben la paz, ó que obscurezcan
su buen nombre y opinion , hagamos
cuenta que nos dice C hristo: Esa lengua
no es tu y a , es m ía, y la tengo dedica­
da no para hacer mal á nadie, sino pfgy-
ra glorificar con ella á mi Padre. Ese f r l| l ,:
no será bastante para moderar el uso de
los demás sentidos; ni las manos se atre­
verán á otras obras, que á las que fue­
ren dignas de la profesion Christiana, ní
los pies darán otros pasos, ni á otro lu­
gar que el que prescribe la ley de Chris­
to. Entonces sí que glorificaremos á Dios,
y lo llevaremos en nuestros cuerpos,
quando todos los sentidos conspiraren
con el buen uso, en honraE al cuer
como templo de Dios, y que no se
\ ;, ^
103 M E D IT A C IO N
en ellos desorden alguno; ántes réyne en
todo aquella paz, concierto y harmonía
que pide el lugar santo. Mirad quan bien
cumplia el Santo Apostol lo que prescri­
be á los demás. Sus ojos se empleaban en
llorar la pérdida, ó el peligro de las al­
mas. 1 Acordaos y tened presente, decía
él al despedirse de los de Efeso, que tres
años continuos no he cesado de llorar
por vosotros, noche y d ia , avisando á
cada uno en particular, é instruyéndolo
en su deber. Sus oidos se empleaban en
escuchar con benignidad las miserias y
lástimas del próximo para socorrerlas y
aliviarlas, y consolar á todos. Su lengua
en la predicación del Evangelio de d ia,
y en alabar á Dios de noche con cánti­
cos espirituales, aun estando metido en lo
profundo de la cárcel. Sus manos en el
trabajo corporal y mecánico, como otro
qualquíera oficial ordinario de la Repú­
blica para sustentarse á sí, y aun los que
x Act. ao.
V IG E S IM A S E P T IM A . I O3

le acompañaban en la predicación del


Evangelio, y no ser gravoso á nadie, ga­
nándose con su propio trabajo el susten­
to. Sus pies en las correrías apostólicas á
diversas Ciudades, Provincias y Reynos
para promover y dilatar la mayor gloría
de Christo. Aquel Santo cuerpo del Apos­
tol bien regido y gobernado de una alma
llena de C hristo, era como un cielo mo­
vedizo , que á todos llevaba la salud con
los Influxos soberanos de la gracia que
le asistía. ¡ O Santo Apostol quan lejos
estoy yo de dar á mis sentidos un uso
tan noble y tan del agrado de D io s !
Ayudadme con vuestros ruegos al Señor,
para que me de luz para conocer cómo,
quando, y en que' manera debo yo em­
plear los sentidos de mi cuerpo, para no
regirme , ni gobernarme poj: el gusto que
los mueve, sino por el agrado de D ios,
ó por el provecho del próximo , ó por
otro motivo honesto que debo siempre
tener presente en todas mis operaciones.
104 M E D IT A C IO N
De esa suerte , será Dios glorificado en
mi cuerpo ; el próximo edificado, y mí
alma santificada.

MEDITACION XXVIII.
Milicia christiana , y sus armas,

PUNTO PRIMERO.

N on est nobis colluctatio adversas carnem , et san-


guinem , sed adversas Principes et Potestates ?
adversus mundi Rectores tenebrarum barum,
Ephes, <5 , v. 12,

E n el Bautismo con dar el nombre, nos


alistamos á una nueva milicia para pelear
como nuevos y generosos soldados las ba­
tallas del Señor. Del bando del demonio,
á cuya tiranía estabamos sujetos por el
pecado, pasamos á las banderas de Chris­
to. De la pesada, é ignominiosa sujeción
de un, tirano, somos trasladados al dul-
ce imperio del legítimo Señor. Del'poder
de las tinieblas, al Reyno de luz y cía-.
V IG E SIM A O C T A V A , I Oj
tíd ad; y de obscuros que ántes éramos ^
y sin nombre, somos ya conocidos, es­
critos y pregonados en las ordenanzas deí
cielo. ¡ Gran dicha la nuestra, si sabemos
mantener el puesto con honor! ¡ Milicia
del cielo! ¡ Soldados de Christo! ¡ Guer­
reros del Señor Dios- de los exe'rcitos!
¿Que suerte y condicion de guerra se
nos intima, quando se nos proponen por
delante títulos tan altos y tan honorífi­
cos? Nueva guerra, nuevos enemigos, y.
nuevo modo de pelear. Para pelear con
acierto y felicidad, es necesario en primer
lugar tener noticia é inteligencia de la na­
turaleza de la guerra que se emprende :■
es menester además de esto el conoci­
miento de la condicion, índole , habili­
dad é industria de los enemigos con quie­
nes se ha de combatir, y finalmente te­
ner siempre presente el fin que se pre­
tende por la victoria. Una guerra dificií
y trabajosa despierta en el soldado el va­
lor y la fortaleza para dar mayores prue*
lo 6 M E D IT A C IO N
bas de su fidelidad, quanto es mas arduo
el negocio en que sirve al Príncipe. La
industria y sagacidad de los enemigos ha-
te al soldado diligente y advertido para
¿star siempre alerta , y no dexarse sor-
prehender, y finalmente el bien que se
busca y se espera conseguir, si es muy
relevante y de superior esfera , aníma
grandemente al soldado á sufrir y tole­
rar todos los trabajos de la guerra. El
grande Apostol de las Gentes, como uno
de los principales oficiales de la milicia
de Christo, y de mayor sabiduría, pru­
dencia, industria y práctica en este ge­
nero de batallas, nos instruye en todo
eso con su doctrina y con su exemplo;
como buen capitan nos aníma á seguirlo
con valor y sin miedo» Nuestro comba­
te y pelea, dice este gran campeón y ge­
neroso soldado de C hristo, instruyendo
á los Efesiosj nuestro combate, lucha y
pelea ha de ser , no con hombres com­
puestos de carne y sangre, sino con De-
V IG E S IM A OCTAVA. I OJ

«ionios, con Principados, Potestades y


Dominaciones que muestran su Señorío
sobre este ayre obscuro y tenebroso que
rodea la haz de la tierra. ¡Guerra árdua
y peligrosa 1 SÍ hubiéramos de pelear con
otros hombres, peleáramos en algún mo­
do con iguales: hombres, con hombres.
Pero San Pablo nos descubre aquí, como
en campo de batalla, no á hombres, si­
no á Angeles enemigos, y no Angeles
como quiera, sino á Principados, Potes*
tades y Dominaciones, que son de supe­
rior gerarquía. ¡Gran desigualdad! N o­
sotros corporeos y sensibles, y que por
donde quiera que vamos somos descubier^*
to s, quando nuestros enemigos son -in­
visibles , ocultos y siempre escondidos á
nuestros ojos, sin que podamos advertir,
por qué lado nos quieran acometer. La
guerra que nos han declarado, es siem­
pre vivas la pelea continua y constante,
sin dar lugar á treguas, ni á suspensión
de armas. ¿Y qual es el objeto de esta-
10 8 M E D IT A C IO N
grande guerra? ¿Qual es el fin á que se
dirigen todas sus máquinas? El asunto de
esta guerra , no es el mismo que se ve
en las guerras de acá baxo. No se trata
aquí de conquistas de nuevas Provincias,
ni de apoderarse de nuevas Plazas, ni de
estender , ó dilatar el dominio temporal
de algún Reyno. No se buscan aquí ní
riquezas de la tierra, 111 honra humana,
ni gloria de este siglo. Los bienes eter­
nos, y la poseslon del paraiso, son to­
do el objeto de esta guerra, y el térmi­
no á que se aspira, y á donde se preten­
de llegar por la victoria. ¿Puede haber
guerra mas considerable, ni de mas im­
portantes consequencias? Añádese á esto
la grande y exquisita malignidad de nues­
tros enemigos. Ellos pelean con increible
empeño y obstinación, no para adquirir
para sí esos mismos bienes del paraiso sx
nos vencieren j desterrados como están
perpetuamente del cielo, son incapaces de
ganar, ni poseer bien alguno de aquella
YIG-ESIM AQCTAVA, I 09
felicísima región : el gusto solo de des­
pojarnos á nosotros, y privarnos de aque­
llos bienes es todo el fruto que preten­
den en el porfiado empeño de pelear y
de vencer. ¡Envidia diabólica! ¡Odio pro­
pio del infierno, que se apacienta y sa­
borea del mal ageno, sin traerle á sí al­
gún provecho ! ¿ Qué mas ? ¿ Y el modo
de pelear? Es del todo diferente del que
se usa en las guerras humanas y visibles.
Nuestros enemigos pelean, no tanto con
la fuerza, quanto con el engaño , astu­
cia y sagacidad. Rara vez acometen á las
personas virtuosas en derechura, y fren­
te á frente , sino obliquamente de lado
y a traición. Ellos van siempre dando
vueltas al rededor, como nos dice San
Pedro > circuit quarens quem deboret, ace­
chando aquella parte por donde flaquea­
mos mas, y el lado que descubrimos me­
nos pertrechado y mas desvalido. -Ellos
escudriñan atentamente nuestras inclina­
ciones para servirse de ellas , como de
IIO M E D IT A C IO N
tropas auxiliares, y entran dentro de no-:
sotros con mayor disimulo por medio de
esos enemigos tanto menos advertidos y
rechazados, quanto son mas domésticos
y ciudadanos* Ellos se fingen amigos y
aliados para encubrir la traición, y cu­
biertos con capa de piedad, condescien­
den con nosotros, y como que nos acom­
pañan en nuestras ideas y empresas de
virtud, entrando á los principios con la
nuestra, para salir despues finalmente con
la suya. Veis aquí el plan de guerra que
nos descubre el grande Apostol de las
Gentes, para instruirnos y enterarnos del
estado de nuestra milicia, de la condi­
cion de nuestros enemigos, y de la gran­
deza de bienes ó de males, que trae con­
sigo , la buena ó la mala suerte de pelear
y de vencer. En la milicia terrena, no
todos son admitidos para soldados. A la
milicia christiana todos nos alistamos en
el Bautismo hombres y mujeres, mance­
bos y viejos, sanos y enfermos. Para
V IG ESIM A O C TA V A . III
pelear hombres con hombres, ni todos
tienen fuerza, ni todos tienen aptitud y
habilidad. Para pelear hombres con ma­
los A ngeles, y combatir con los Prínci­
pes de las tinieblas, á todos se nos dá
lo suficiente, ni podemos excusarnos con
decir que ignoramos el arte de la guerra,
ó que nos faltan fuerzas y virtud para
vencer. Christo Jesús á quien seguimos
en esa sagrada milicia, nos provee de to­
do lo necesario. Los que sirven en la
milicia terrena, viven siempre prontos y
dispuestos para acudir donde quiera que
amenaza el peligro de la guerra; ni el
amor á la patria, ó á los parientes, ní
las delicias y amenidad del sitio en don­
de se hallan, ni los negocios que traen
entre manos , nada de todo eso les de­
tiene : oyen sonar el clarín que intima
la batalla, al punto marchan, y lo dexan
todo. Esta prontitud y preparación de
ánimo á dexarlo todo para pelear, quan­
do insta el combate, y somos embestidos
lia MEDITACION
de los Principes de las tinieblas con sus
tentaciones, es lo que pretende San.Pa-.
blo de nosotros, con informarnos del es­
tado de nuestra milicia, y de la condi­
cion de los enemigos contra quienes he­
mos de guerrear. ¡ O Santo A p o stol! Sed
mi compañero, y no os apartéis jamás
de mí lado en las guerras que mueven
contra mí los enemigos. Vos como tan
diestro y valeroso en pelear las batallas
del Señor, quebrantad las fuerzas de los
Príncipes de las tinieblas con el poder
que Dios os dá, para que yo cobre alien­
to con ver á mis enemigos enflaquecidos
y debilitados. Su fuerza me espanta > el
ímpetu y violencia con que acometen, me
atemoriza y acobarda. Soy de'bil para
resistir y hacer frente, y necesito de gran­
de ánimo para mantenerme firme y cons­
tante en la batalla. Vos, Santo mió, po­
déis mucho, y tenels grande entrada con
Jesuchristo vuestro grande amador y fa­
vorecedor. Rogad á ese Divino Señor y
V IG E SIM A O CTAVA. 11 3
Supremo Capitan de esta milicia que me
dé su gracia, y tanta gracia, que llegue
yo con ella a ser superior á todas las
fuerzas de mis enemigos, y alcanzar de
ellos una completa victoria.

PUNTO SEGUNDO.

Propterea acápite armaturam D e i ; State succinú


lumbos vestros in veritate. Ephes. 6 . v. 13. et 14.

Declarado ya el estado de nuestra mi­


licia; propuesto el plan de guerra, y co­
nocido el poder, astucia y malignidad
de nuestros enemigos con quienes hemos
de combatir, nos exhorta San Pablo á to­
mar las armas. No quiere el Santo Apos­
tol que seamos cobardes, ni desertores
que al primer sonido de batalla, vuelven’
la espalda al enemigo, y se retiran del
campo. Sí solamente atendiéramos al po­
der y fuerza de nuestros enemigos, á su
habilidad y astucia, y á la multitud de
caminos ocultos por donde nos acome-
TOM. II. H
ÍI4 M E D IT A C IO N
ten con sus tentaciones para derribarnos,
¿quienes somos nosotros para oponernos
á una legión de espíritus enemigos fero­
ces , sagaces, é industriosos para idear y
éxecutar todo-mal? Pero San Pablo que
tenía bien conocida la amorosa Providen­
cia de D ios, y que no permite que sea­
mos tentados sobre nuestras fuerzas 7 y
que si crece el furor de la guerra, se au­
mentan los socorros, nos alienta con pro­
ponernos, la gran virtud y poder de las
armas que hemos de manejar, ¿Y que" ge­
nero de armas son esas? La milicia en que
servimos es espiritual: los enemigos que
nos hacen guerra son espíritus: los in­
tereses sobre quienes se vuelve y revuel­
ve la gran máquina de esta guerra, son
bienes incorpóreos y del alma. Ello es
preciso que sean también espirituales las
armas, y correspondan al estado de la
milicia, á la naturaleza de la guerra, y
á la calidad y condicion de los enemi­
gos* Sí, armas son todas espirituales 7 y
V IG ESJM A O C TA V A . I I 5

tan poderosas , que para dar á entender


su gran virtud y eficacia las llama San
Pablo armas de Dios. Pero advertid aquí,
que el Santo Apostol para aumentar mas
nuestro ánimo y valor, no nos exhorta
precisamente con decir : Tomad las armas,
sino tomad el aparato de armas de Dios,
accipte armaturam Dei. La multitud y va­
riedad de armas de toda suerte defensi­
vas y ofensivas que tenemos en Dios es
tan abundante, que bien pudo llamaría
el Apostol aparato y armería de Dios.
Armas de D ios, y abundante provísion
de tales armas, ¿á quién no animarán?
Con armas que traen consigo la virtud
divina, bien podremos hacer frente á los
enemigos. Mirad quaji alentado se sin­
tió el Santo Profeta luego que se vio ar­
mado de las armas de Dios* Si sz levan^
taren contra mí esquadrones enteros de
enemigos, decia é l, no temerá mi cora­
zon. 1 SI se endureciese mas y mas la
t Psatm. 26*
II-6 M E D IT A C IO N

guerra , yo esperaré constante y animoso


la victoria. Las armas, aunque sean po­
derosas , no bastan por sí solas : es me­
nester también la diligencia, y destreza
en manejarlas. ¿De qué sirven las armas
á una mano ociosa y sin acción? A de­
más de eso, es necesario también el or­
den militar. Una tropa de soldados, aun­
que bien armados, si por otra parte es­
tán sueltos y desordenados, sin guardar
aquel puesto y situación que prescribe la
milicia, mas expuestos están al matadero,
que á conseguir victoria del enemigo.
En todo nos instruye el A postol, y co--
rno diestro Capítan que saca ya á sus sol­
dados al campo de batalla nos previene
con exhortarnos : Estad , pues , en pie fir­
mes y constantes manteniendo cada uno
su puesto , ceñidos con la fidelidad, que
es el cíngulo de vuestra milicia para es­
tar prontos y expeditos á qualquiera ac­
ción que pidiere la necesidad 6 el peli­
gro. State sucdnti lumbos vestiros in veri-
V IG E SIM AOCTAVA. l l f
tate. ¿No veis quanta solicitud muestra el
Apostol? Y es que tenia bien conocida
la naturaleza de la guerra que mueven
contra nosotros con sus tentaciones los
Príncipes de las tinieblas : tenia bien pe­
netrada la malignidad de ellos, sus malas
artes, astucia y sagacidad. Estad en pie
State. El soldado que hace frente al ene­
migo , está derecho , y á píe firme lo
aguarda : no se inclina ni á u n o , ni á
otro lado : no se arrima á ninguna par­
te, y mucho menos se recuesta ó se sienta.
Esas otras no son posturas propias de
quien trabaja y pelea, sino de quien des­
cansa y está ocioso. No es esa la situa­
ción de un soldado que muestra valor y
fortaleza, sino de un delicado que huye
de la fatiga, y busca su regalo. No es
ese tiempo de estar ocioso, sino de tra­
bajar : no es tiempo de dormir, sino de
velar : no es tiempo de reposar, sino de
pelear. Si los Príncipes de las tinieblas,
que nunca duermen, y están siempre vi-
I I8 M E D IT A C IO N

güantes y advertidos para nuestro daño


nos vea ó inclinados, arrimados, ó recos­
tados sobre la tierra con alguna desor­
denada afición á las criaturas, ¡ay de no­
sotros ! Hallándonos tan mal dispuestos,
y tan mal ordenados, y yá medió caídos,
¿quán fácil les será el derribarnos ? Veis,
aquí lo que nos quiere dar á entender el
Apostol con valerse de las expresiones de
la milicia terrena, y aplicar sus usos á la
milicia christiana. State : Estad en pié, de­
rechos, y no inclinados, ni arrimados, ní
encorvados, ni medio caldos, como quien
se echa á descansar. Nos quiere firmes,
constantes y valerosos, y eso demuestra
la positura y situación de estar en pie
State. Resueltos, y con habitual propósi­
to eficaz de mantener el puesto que ocu­
pamos , y no abandonarlo cueste lo: que
costare. El que se inclina, se cansa de es­
tar en pie; el que se arrima, busca algún
alivioj el que se echa, se abandona, y
quiere dormir. ¿Y qué quiere decir todo
VIGXSIM AOCTAVA. I I9

eso?: Eso nos demuestra un ánimo poco


atento y vigilante, muy floxo , remiso y
descuidado > calidades todas muy contra­
rias á la milicia christiaria. Esas aficiones
á los bienes de la tierra, á buscar en to­
do nuestro regalo y comodidad : esas in­
clinaciones desordenadas que dividen y
reparten el corazon á las criaturas con
ciertas familiaridades, que nos ocupan va­
namente y sin fruto, y nos traen inquie-*
tos y desasosegados : esa falsa idea que
hemos concebido de la*propla estimación
y vana honra del mundo que tantas ve*
ces nos perturba con sus etiquetas, ¿que
otra cosa es todo eso, sino rodrigones
que busca en que estrivar nuestra debir
Hdad, y arrimos en que descansar nues^
tra fatiga , y asiento en que dormir
nuestra soñolencia? Pero rodrigones sin
fundamento , arrimos quebradizos , y
asiento que está para caerse. Vendrá el
impulso de la tentación, y dará en tierra
•con todo. No es situación oportuna para
I 2O M E D IT A C IO N
pelear la disposición de un ánimo titu­
beante , y que bambalea. State : Estad en
pie , grita el Apostol animando á los sol­
dados de esta milicia, no busquéis arrimo
alguno aquí en la tierra, y ceñidos con
el cíngulo militar estad prontos y expe­
ditos para dexarlo todo, quando así lo
pidiere la necesidad ó peligro de la guer-
xa. El cíngulo ó faxa militar que anti­
guamente se les daba á los soldados quan­
do entraban de nuevo en la milicia era
símbolo de la constancia y fidelidad que
debían guardar en el servicio de su Prín­
cipe. La verdad ó fidelidad en guardar
la palabra que dimos á Dios, veis aquí
el cíngulo de nuestra milicia. Con él fui­
mos honrados, y recibimos la investidu­
ra de soldados de Christo en el Bautis­
mo. Cíngulo el mas honorífico, como que
es semejante al que sirvió de adorno á
nuestro Capítan' Christo Jesús, de quien
tantos siglos ántes habia dicho el Profe­
ta , que la fidelidad en cumplir sus pro-
V IG E S 1M A0 CTAVA. 12 1
mesas, seria la faxa que ceñiria sus re­
nes : 1 E t erit fides clnctoñum renum ejus,
La profesion militar que hicimos , quan­
do' nos alistamos por el Bautismo á la mi­
licia de Christo, fué el protestar que re­
nunciábamos á Satanás, y á todas sus
obras y pompas. Seamos personas de ho­
nor en guardar con fidelidad , y mante­
ner con constancia la palabra que dimos
á tan ilustre Capitan; y este es el recuer­
do que nos dá aquí San Pablo, quando
nos exhorta á estar firmes y constantes
ceñidos con la verdad : State succinti in ve-
ritáis. ¿Quán bien ceñido estaba el Santo
Apostol con este respetable cíngulo de la
milicia christiana ? ¿Quién mas fiel en
cumplir sus promesas? ¿Quién mas cons­
tante en guardar su palabra? ¿Quién mas
pronto y expedito para las arduas empre­
sas del servicio de Christo? Ceñido con
esa sagrada faxa de la verdad y fideli­
dad , era el terror de los demonios. El á
122 M ED ITA C IO N

pié firme, y sin arrimo de criatura7algu­


na/hacia frente á todos, á la tierra, al
mar , al ayre, á los abismos. N i las1hon­
ras del mundo, ni los intereses de la tierr
r a , ni las borrascas del ayre, ni las tem­
pestades del mar, ni los peligros de la
vida, ni las persecuciones de los hombres,
ni las instigaciones de los demonios, eran
bastantes pata hacerle perder ni abando­
nar el puesto de su milicia. Ayudadme,
Santo Protector m ió, para que yo sepa
imitaros en la constancia y fidelidad, que
debo mostrar para el servicio de Christo,

PCN TO TERCERO . .

E t induti loricam justitia, Ephes, 6. v. ^ 4.

Despues del cíngulo militar , nos se­


ñala San Pablo por arma de nuestra mi­
licia , la loriga. El Santo Apostol si­
guiendo el uso antiguo, y de sus tiem­
pos traspasa y acomoda á la milicia chris^
tiana el vestido y las mismas armas que
YTGXSIM AOCTAVA, í 2 3

eran propias de la milicia terrena. Las


armas de la milicia terrena, como desti­
nadas á proteger y armar á unos cuer­
pos contra otros cuerpos enemigos, eran
armas materiales y visibles. Las armas de
la milicia christiana como destinadas á
proteger y armar á unos espíritus contra
otros espíritus enemigos, son armas espi­
rituales é invisibles. Lo que era para la
milicia terrena el cíngulo militar, eso es
para la milicia christiana la fidelidad y
constancia; y lo que era para el solda­
do de la tierra la loriga, esa es para el
soldado de Christo la justicia. Por el
nombre de justicia no se entiende aquí
aquella virtud particular , cuyo uso y
exercicio es dar á cada uno lo que es su­
yo , y por vía de rigoroso derecho le
pertenece. San Pablo habla en términos
mas generales, y debaxo del nombre de
justicia comprehende á toda virtud, y en
este sentido toda obra buena, sea de lá
virtud que se fuere, se dice obra justa,
124 MEDITACION
y los hombres santos y perfectos se, lla­
man Justos, porque sus obras tienen to^
das las medidas de la ley eterna de Dios,
que es el principio y regla de toda vir­
tud, justicia y santidad, y con esa regla
deben anivelarse todas nuestras obras, pa­
ra que merezcan el nombre de justas, vir­
tuosas j perfectas y santas. Veis aquí la
justicia j á quien dá San Pablo el nombre
de loriga, quando nos exhorta á vestir­
nos y armarnos de ella , para resistir á
los Príncipes de las tinieblas, como an­
tiguamente se vestían y armaban de su
loriga los soldados de la tierra para pe­
lear contra terrenos enemigos. La loriga
era una suerte de túnica militar, que cu­
bría toda la arca del cuerpo, protegién­
dolo y defendiendolo especialmente de los
dardos, que disparaban los flecheros del
campo enemigo. ¿Quiénes mas hábiles y
certeros para manejar el arco, y disparar
la flecha, que los Príncipes de las tinie­
blas? Todas sus tentaciones son otras tan-
V IG E S I U A O C T A V A . 12 $

tas saetas del infierno que dirigen con-»


tra nosotros'ocultamente sin ser vistos,
ni sentidos , y sin ruido al disparar el
arco. ¿Quereis estar á-cubierto de esos
dardos? Vestios de la loriga de la justi­
cia , dice San Pablo, indut-i lorieam justi-
ti<e. Proveeos bien de toda suerte de bue­
nas obras; pertrechaos de toda virtud,
que no quede al descubierto parte algu­
na de vuestra alma. Una sola ■abertura
que quede sin tapar, allí asestará el ene­
migo su flecha; y tiene tales dardos, tan
sutiles y delicados, que una sola rendija
le basta para penetrar y traspasar de par­
te á parte, no al cuerpo, sino al alma.
Conviene que estemos cubiertos de todas
partes, y bien pertrechados para no de­
xar ningún portillo al enemigo. El uso
continuo de toda suerte de buenas obras,
y el exercicio constante de toda virtud,
nos pondrá siempre á cubierto, como al
soldado su loriga. No basta que este una
parte defendida, lo ha de estar también
I l 6 M ED ITA CIO N
la otra. No basta que esté un lado pro­
tegido , debe estar igualmente pertrecha-*
do el otro. A la diestra, y á la sinies­
tra , dice San Pablo 7 nos hemos de ar­
mar de estas armas de la justicia 7 per ar*
ma justitia a dextrís , et a smrstrh. 1 En
la prosperidad y bonanza, que es,la dies^
tra ; y en la adversidad y trabajo y que
es la siniestra hemos de estar igualmente
impenetrables. Quando el enemigo no
puede con \z tribulación hacernos caer en
desmayo y desaliento , busca otro lado
para ver si por via de honras y alaban­
zas nos puede derrivar en soberbia y va­
nagloria. ¿Quántas veces instiga e'l al pró­
ximo 7 para que nos diga alguna palabra
picante y desabrida para hacernos caer
en impaciencia y venganza, y á respon­
derle en el mismo tono? El provoca la
ira de unos, para irritar á otros á que
pierdan la paz. El mueve la lengua mur­
muradora de unos, para entibiar la ca-
z a.ad C or.5 .
VIG ESIMAOCTAVA. I 27
ridad de otros. Ajustemos nosotros mas;
y mas por uno y otro lado , con la con­
tinua repetición de buenas obras, esta sa­
grada loriga xle la justicia á nuestras al­
mas , y nos servirá, no solamente para
protegernos y defendernos de todos esos
tiros ocultos , sino aun también para
ofender y herir al mismo enemigo que
los dispara. Si nosotros en vez de la so­
berbia y vanagloria que pretendía el de-,
monio, sacamos mayor humildad y des-;
precio de las vanas honras y alabanzas ,
damos el golpe mas sensible , y la mas
ignominiosa bofetada que puede recibir
su infernal soberbia. Con nuestro sufri­
miento en las injurias, y con la manse­
dumbre en las palabras y respuestas, ha­
cemos arder de cólera la ira del demonio,
y su grande envidia no puede tolerar el
golpe que recibe, quando nosotros mos­
tramos buena cara , y provocamos con
mayores obsequios de caridad á los que
nos persiguen y hablan mal de nosotros.
r a8 m e d it a c ió n
¡O h , y quan bien pertrechado y defen­
dido estaba el grande Apostol de las Gen-'
tes con esta sagrada loriga de la justicia!
El para afervorizar á los Corintios con
exhortarlos á lo que debian hacer, táci­
tamente describe su vida apostólica, y co­
mo se portaba entre los varios acaeci­
mientos de su apostólico ministerio. No­
sotros, decía, armados á la diestra, y á
la siniestra de toda suerte de obras jus­
tas, obras de virtud y piedad, 1 que son;
las armas de la justicia, nos portamos de
tal manera ,, qu& ni las cosas prósperas
nos levantan, ni las adversas nos abaten.
Nosotros caminamos con igualdad de áni­
mo , así entre las honras, como entre los
desprecios; ahora nos alaben , ahora nos
desacrediten, ahora seamos tenidos por
verdaderos Apostoles, ahora seamos mi­
rados como falsos y engañadores ; ya sea­
mos reputados por hombres obscuros y de
ningún precio, ya sea nuestro nombre
X 9. ad C or. <7.
V IG ESIM A O C TA V A . I 29
celebrado, y de mucha gloria y estima­
ción , somos siempre los mismos, sin tor­
cer, ni á una , ni: á otra parte del Evan­
gelio, mostrándonos en todo verdaderos
ministros y sieryos de Dios, ;Esto si que
era ser magnánimo y generoso soldado
de la milicia de ;Christo l \ O quan dicho­
so fuera yo, sí estuviera tan bien arma­
do y pertrechado de estas armas y lori­
ga de la justicia contra toda suerte de
asaltos y acometidas del enemigo l

MEDITACION XXIX.
Continuación sobre las armas de la
milicia christiana.

PUNTO PRIMERO.

£ í calceati pedes in pr&paratiom Evangelii pacis.


£phes. 6. v. ij .

L a milicia terrena tenía también su pro­


pio calzado militar, y era una suerte de
T O M . II,, i
I30 MEDITACION
botas ó borceguíes, que cubrían los píes*
y pacte de las piernas. Los viages largos,
y á veces por caminos difíciles, ásperos y
escabrosos, trepando por montes y pedre­
gales, obligaban á la milicia á usar de
este reparo, para que los soldados p e ­
diesen con mayor prontitud y libertad
cxecutar sus marchas. El que anda con
los pies desnudos, camina siempre con
lentitud y timidez, por el'miedo y re­
celo que tiene de lastimarse. Eso es muy
contrario á la guerra. El soldado debe
ser intrépido, pronto, eficaz y executi-
v o ; y quando insta el peligro, ó pide
la necesidad el perseguir al enemigo para
obtener una completa victoria, debe sa­
cudir todo recelo y temor, y no andar
ocupado con esos miedos sobre cómo y
dónde ha de asentar el pie, para evitar
el peligro de lastimarse. Quitar al solda­
do todos esos impedimentos de lentitud
y tardanza, miedos y recelos de lastimar­
se los píes, y disponerlo á toda aquella
YlGESIMAiTONA. I 3I
prontitud, intrepidez y actividad que re­
quiere la milicia, veis aquí el fin del cal­
zado militar. Ahora pues, lo que era él
calzado militar para los soldados de la
tierra, eso era para el soldado de Chris^-
to la preparación del Evangelio de paz,
dice San Pablo, et cálceati pedes in pr<epa-
ratwne Evangeli paets. Una generosa in­
trepidez y actividad, una prontitud ale­
gre , una alegría pronta, y una gran
dilatación de ánimo para andar el cami­
no del Evangelio, y penetrar por medio
de los esquadrones enemigos que se nos
oponen, y nos quieren impedir y atajar
iel paso, esa es la preparación del Evan­
gelio que dice el Apostol, y esa misma
es el calzado de nuestra milicia. ¡Nobi­
lísimo calzado! Pero calzado propio de
la milicia de Christo. Quanto excede la
milicia christiana á la terrena, tanto es
superior el calzado de una, respecto del
calzado de la otra. Intereses de la tierra
soa todo el fin que busca y pretende
102 MEDITACION
conseguir la milicia terrena. Bienes' eter­
nos del paraiso son el fin á donde as­
pira la milicia christiana. . .Andar cami­
nos de tierra, evitar peligros de tierra,
proteger pies de carne para no lastimar­
se sobre la tierra, á todo eso se reduce el
calzado de los soldados de la tierra. A n ­
dar caminos del cielo, evitar peligros del
cielo, proteger pies no de carne, sino de
espíritu r afectos interiores que son los
pies, con que el alma anda y camina ha­
cia el paraiso, y entrar por último en
la posesion de aquel Reyno interminable,
que comprehende todo bien, á eso se diri­
ge el calzado de los soldados de Christo;
bienes todos que nos traxo el Evangelio,
que por eso se llama Evangelio de paz,
que es decir, buena nueva, feliz anun­
cio, por el qual se nos promete toda pros­
peridad , toda riqueza, toda copia y opu­
lencia de bienes; y en una palabra, to­
da paz, sosiego y tranquilidad, en que
descansa el corazon y reposa el alma en
v ig e sim a n o n a . 133

la abundancia y plenitud de todo quan­


to puede desear y apetecer. La conside­
ración de la grandeza de esos bienes, y
de esa paz que nos promete el Evange­
lio, es la que Inspira al soldado de Chris­
to aquella prontitud é intrepidez, aque­
lla alegria y dilatación de ánimo para
executar sus marchas hácia el paraíso, y
pelear constantemente contra todos los
enemigos que nos estorban el conseguir­
lo. ¿Siento yo en mí esa prontitud ale­
g re , y esa alegria pronta para andar el
camino del Evangelio de Christo, para
obedecer sus leyes, seguir sus máximas,
y abrazar sus consejos ? ¿O acaso experi­
mento en mí una cierta lentitud en obe­
decer á lo que se me manda, tardanza en
desechar lo que se me prohibe, y Un ge­
nero de fastidio y horror á todo lo que
es de consejo y perfección? Si el temor
de desagradar á los hombres me detiene:
si aquella suerte de vergüenza mas mun­
dana que humana, me impide para ma-
134 M ED ITACIO N í

nifestar en público la profesion de la vida ■



christiana: si ando con miedos y recelos
del qué dirán los del mundo, y eso me
hace volver atrás del camino de la vir­
tud: si no. tengo valor para trepar por to­
das esas dificultades é impedimentosmí
alma no está calzada, anda todavía con
los pies desnudos pues que tanto miedo
tiene de lastimarse, ¿Unas pequeñas pie­
dras que el mundo con sus Vanos respe-,
tos y reparos esparce en medio del ca­
mino bastan para detenerme y atajarme
el paso? ¿Pues qué será quando los Prín­
cipes de las tinieblas me opongan peñas­
cos- agudos y escarpados, 6 de un gran .
trabajo que padecerlo de una gran difi­
cultad que superar, ó de una gravísima
tentación á que resistir? ¡O h , aquí sí
que es necesario un buen calzado sólido,
firme, y duro para andar con seguridad
y sin recelo! San Pablo, que desde los
principios de su conversión se habla cal-»,
zado á lo militar con tanto esmero, no
V IG E S IM A N O K J. I 3§
solamente para andar el camino del cielo
sin tropiezo, sino también para mostrar­
lo á otros con su predicación , y animar­
los con su exemplo á seguirlo, caminaba
con gran libertad por el Evangelio de
Christo , no obstante los continuos im­
pedimentos que arrojaban sobre el cami­
no los enemigos para atajarle el paso.
Aquella alegre prontitud, generosa in­
trepidez, y dilatación de ánimo, que eran
su calzado militar y evangélico , y del
qual se habia también proveído para em­
prender el viage del cielo, lo hacían an­
dar expedito y sin lentitud, le quitaban
todo miedo y recelo de lastimarse. Con:
ese resguardo y protección, lo pisaba to­
do, y iba adelante prosiguiendo su camino
sin detenerse. ¿Quereis contemplar con
admiración y gusto quan agraciado y pre­
cioso era el calzado evangélico del Apos­
tol? Miradlo en aquella playa vecina á
Efeso , quando tuvo presentes á los prin­
cipales de aquella Iglesia, á quienes ha-
I 36 M E D IT A C IO N

bia llamado y convocado para dexarles la


ultima memoria de su apostólica solici­
tud. 1 Veisme aquí, les dixo, que yo estoy,
de partida, y paso á Jerusalen : lo que
allí me ha de suceder, no lo sé; solo
puedo decir, que el Espíritu Santo por
todas las Ciudades por donde paso me
atestigua; y por boca de sus Profetas me
anuncia y hace saber, como en Jerusalen
me esperan tribulaciones, cárceles y ca­
denas, pero á mí nada me espanta de to­
do eso : no hago caso de todo quanto
pueda ocurrir que padecer, sufrir y to­
lerar, porque aprecio y estimo mas á mi
alma, que á mi vida, y con tal que yo
•acabe con gloria mi carrera, y dé cum­
plimiento al ministerio de la predicación
que me ha encargado Jesuchristo, venga
lo que viniere, y carguen sobre mí tra­
bajos, tribulaciones 7 cátceles y cadenas.;
¡ O nobilísimo soldado de Christo! ¡ Quan
alegre prontitud, quan magnánima- expe-
1 Act. 10.
v ig e s im a n o n a . i37
dicion, quan generosa intrepidez mues­
tra él Apostol para toda escursion y em­
presa del servicio y milicia de Christo \
Ese es el calzado hermoso con que debo
yo cubrir y proteger todos los afectos*
deseos y movimientos interiorés del alrria^
que son sus pies, si quiero tener la hon­
ra de servir en esta sagrada milicia. A
eso me obliga la nobleza del estado á
que fui promovido en el Bautismo. El re­
cuerdo de aquel título honorífico de li­
bertad que recibí entonces, ha de ser el
estímulo mas poderoso, para empeñarme
á no degenerar, cayendo del noble esta­
do de libre, á la vil y abatida condicion
de esclavo. El calzado era antiguamente
símbolo de la libertad 5 como por el con­
trario , andar con los pies desnudos, era
señal de servidumbre y esclavitud : por
eso á los Israelitas, quando los saco Dios
del cautiverio de Egipto, los mandó, que
se calzasen en señal de libertad, 1 et cal-
x Exod. 13,
I 38 M E D IT A C IO N
ceamentá htbebltis in pedibus, Gomo si les
dbteraPueblo mió, hasta ahora has an­
dado con los pies desmides en testimo­
nio de tu esclavitud ignominiosa, pero
respira ya con la dichosa nueva de tu
libertad. Esta noche te verás libre de.
tu servidumbre y cautiverio. Yo haré res­
plandecer en medio de las tinieblas de
Egipto el poder y magnificencia de mi
diestra , y te pondré' en libertad á pesar
de Faraón y de todos sus ministros , y
en prueba de eso te mando que te calces
y cubras la desnudez de tus pies. A es­
te ilustre paso de la Historia Sagrada alu­
de el Apostol, quando con tanto esmero
nos propone el calzado de la milicia chris­
tiana. Nosotros eramos cautivos y escla­
vos del demonio ántes del Bautismo, co­
mo eran esclavos de Faraón los Israeli­
tas en Egipto. Nosotros entramos en las
aguas bautismales, dividiéndonos y sepa­
rándonos de la esclavitud del demonio,
como entraron en aquella memorable noche
V IG S SIM A N O N A . 1^9
los Israelitas en el mar R oxo, figura y
representación de nuestro Bautismo, para
quedar eternamente separados del Egipto
y de Faraón. Los Israelitas se calzaron :
por mandado de Dios para emprender el
viage por el desierto á la tierra de pror
misión, y pelear con esfuerzo y sin te­
mor contra las naciones enemigas, que
les disputaban el paso; y á nosotros se
nos manda, según el Apostol, que nos
calcemos con la preparación del Evange­
lio de paz, para emprender por el de­
sierto de este mundo el viage al paraíso,
que es aquella tierra deseable y tierra de
vivientes prometida en el Evangelio á los
que dignamente pelearen , y no desfalle­
ciesen en el camino. ¿Que' resta y a , sino
cobrar ánimo y vigor para emprender ese
viage, y bien calzados con la preparación
del Evangelio de paz, que nos conduce
á nuestra patria, caminar con una santa
intrepidez, pisando y hollando todos los
obstáculos que nos, objeta el mundo para
140 ' M E D IT A C IO N
impedirnos ó retardarnos el víagc? Siga­
mos con prontitud alegre al Santo Apos-
to l, qué nos muestra el camino, y con
su exempló nos anima á pelear contra los
Príncipes de las tinieblas, que á uno y >
á otro lado del camino están apostados
para impedirnos el paso. No temamos con
tan buena guia: entreguémonos á su di­
rección y gobierno, que él con el grito
apostólico de su doctrina, con la fuerza
de su virtud, con el poder de su exem-
p lo , con la eficacia de su intercesión, es
bastante para aterrarlos, y que nos de-
-xen el paso libre, y sin tropiezo.

PUNTO SEGUNDO,

In ómnibus surtientes scuturn fidei. Ephes. 6. v. 16,

Prontos ya y expeditos con el calza­


do militar para emprender con libertad f
y sin temores y recelos el camino de la
.vida christiana y evangélica, nos exhor­
ta el Apostol á tomar en la mano el es-
VIGESTM AN ON A. I 4I
cudo. El escudo servia de reparo y de­
fensa al cuerpo , cubriéndolo á ,1o largo
desde ios hombros hasta los pies , para
protegerlo contra toda suerte de armas
arrojadizas. A todos esos, tiros recibia el
soldado en su escudo, y con el diestra­
mente manejado, los desviaba para evitat
el golpe ó la herida. Los enemigos que
nos impugnan están ocultos á uno y otro
lado del camino. Las armas con que nos
acometen son invisibles; ello era preciso
que el Santo Apostol nos armase tam­
bién con un escudo correspondiente. Es­
cudo invisible j sí5 pero bien observado
y temido de los enemigos. ¿Y que escu­
do es ese? La fé. Veis aquí un escudo
que sirve de protección y defensa gene­
ral contra toda suerte de armas, y que
por esto nos avisa el Apostol que lo ten*
gamos siempre pronto en todo y por to­
d o , m ómnibus súmenles scutum fideí$< en
todas nuestras obras, en todas las tenta^
ciones, sugestiones, tiros y acometimien-
142 M E D IT A C IO N
tos de los espíritus malignos, nunca he­
mos de soltar este poderoso escudo de lá
fe : con él manejándolo diestramente y
con habilidad, rebatiremos y haremos inú­
tiles todas las armas de los Príncipes de
las tinieblas. El modo de pelear de los
espíritus malignos, es con ficción , enga­
ñó y falsedad. Sí nosotros les oponemos
la verdad, los desarmamos. ¿Qué cosa mas
contraría á la mentira'■que la verdadi
Lá verdad no admite engaño, deshace la
ficción, destruye la falsedad. No hay co­
sa mas verdadera que la fe : ella estrivá
en la suma verdad y autoridad de Dios
que no puede engañarse en lo que cono­
ce, ni puede engañarnos en lo que dice,
y nos propone por la Iglesia, que es su
órgano , y por quien nos manifiesta lo
que hemos de creer. Todo el empeño de
los Príncipes de las tinieblas, es persua- -
dirnos como bueno lo que es malo, co­
mo verdadero lo que es fingido y apa­
rente , como útil lo que es dañoso y no-
Y IG E SIM A N O S A . 143
cívo. A l codicioso le sugiere bienes tem­
porales, al vano lisonjas y alabanzas de
los hombres, al delicado gustos y place**
res del mundo , al ambicioso honras y
dignidades de la tierra. ¿Pero qué bienes
son todos esos? Aplicad el escudo' de la
fe, y descubriréis el engaño. Nada tra-
ximos á este mundo al nacer, y nada cier­
tamente llevaremos al otro al morir, di­
ce el grande Apostol. 1 ¿Pues qué bienes
son las riquezas y tesoros de la tierra,:
quando así dexan á su antiguo poseedor-
pobre y desnudo, y que vaya el alma
sola, y sin acompañarla á una vida du­
radera é inmortal ? Tener por verdade­
ros esos bienes, y poner en ellos el cora­
zon, es necedad, y eso es lo que mere­
ció oír aquel rico del Evangelio, quando
mas alegre y gozoso hablaba con su al-,
m a, y la decía: alma mia muchos bie­
nes tienes acaudalados, y para largos años,
regalate y banquetea, y logra con pUr .
i j , ad Tim, C,
144 MEDITACION
cer el bello tiempo, \ A h ! necio, oyó una
VOZ que le decía. ¡A h ! necio, Stuíts-. es­

ta noche te arrebatarán el alma de ese


cuerpo, ¿y todos esos bienes que has re­
cogido de quién serán? Bienes sólidos y
verdaderos solamente son aquellos que na­
die nos los puede quitar contra nuestra
propia voluntad ,* esos son los bienes del
alma, y esos mismos son los que nos hacen
buenos, los que nos hacen ricos y abasteci­
dos de todo. Bien, que otro nos lo puede
quitar sin querer nosotros, ese no es bien
propio, sino ageno, no es nuestro, sino de
aquel que primero lo quita y se lo lleva,
en quanto él es el que lo logra. El bien só­
lido y verdadero ha de ser de tal natura­
leza, que quien lo posee, esté seguro, que
si él no quiere, nadie le puede privar del
bien que tiene; ¿y qué seguridad nos dán
de poseerlos todos los que el mundo lla­
ma bienes? Si.son tesoros, no están li­
bres de la mano del ladrón que los hur­
ta : si son posesiones, están expuestas al
V IG E S IM A NONA, I 4£
granizo , y á otras inclemencias de los
tiempos que las talan : si son vestidos,
allí entra la polilla que los consume: sí
son palacios, y casas de recreo y ameni­
dad, el tiempo las gasta, las debilita, y
por último las arruina. ¿Y estos son los
bienes sobre los quales tanto se ocupa, se
desvela y se afana el corazon del hom­
bre? Aquí fabrica sus armas el enemigo,
y con ellas irrita la codicia de los mor^
tales y los derriva. ¡A h , santa fe i ¡quan
dormida, quán apagada , y aun quán
muerta está en el corazon de tantos co­
mo gimen heridos y lastimados del dar­
do de la codicia! Una fé viva,' atenta
dispierta y vigilante, descubre la insubsis-
tencia de todos esos bienes, y oponién­
dose como escudo impenetrable á la su­
gestión , la rebate y vuelve inútil el tira
del enemigo. Gustos y placeres del mun­
do, ¿qué bienes son? A l instante del na­
cer y despuntar, mueren y se acaban; el
tiempo presente que los fomenta, los ar-
TOM. IU x
I 46 M E D IT A C IO N

rebata consigo con mayor velocidad que


va la nave que corre á toda vela, y no
dexa vestigio de su carrera sobre las aguas
que al pasar corta y divide. Honras, ala­
banzas y estimación d e : mucho nombre
sobre la tierra, ¿que' bienes son? Som­
bras que van siguiendo á la rapidez del
tiempo: pasa este, y desaparece la som­
bra que iba detras del tiempo. Como aque­
llos grandes ríos que conservan su gran­
deza y nombre respetable entre tanto que
corren su carrera,,llegan al mar y lo pier­
den todo. No hay allí ni Danubio, ni
Tigris, ni Eufrates: todo es mar: no hay
distinción ni preferencia de rio á torren­
te y arroyuelo. Una misma confusion de
aguas lo absorve todo. Llegamos al seno
de la eternidad, y desaparece todo lo que
hacia vulto aquí en la tierra. Veis aquí
lo que ‘son todos esos que la falsa -qpí-
nion de los hombres llama bienes i son
apariencia, sombra y figura que pasa, di­
ce el Apostol praterit figura bujus mun*
Y1G-ESIM ANÓNA. I 47
di. 1 La fé viva abraza como bienes, 4 o
que el mundo aborrece como males. La
fe' viva mira como males , ó peligro de
grandes males , á lo que el mundo apre­
cia como bienes. Armado el Santo Apos­
tol con el escudo de una fe viva y vigi­
lante, que descubre y discierne lo verda­
dero de lo falso, lo sólido de lo aparen­
te, lo puro y sincero de lo fingido, ¿por
dónde habian de acometerlo los Príncipes
de las tinieblas para lograr sus titos? ¿ Por
trabajos? ¿Por incomodidades? ¿Por ne­
cesidad, desabrigo, y falta de habitación
y morada? ¿Por golpes y heridas? ¿Por
malas lenguas que lo infamaban? ¿Por
persecuciones que le movían ? ¿ Por des­
precios, deshonras y vituperios? En vez
de quedar el lastimado de algún dardo de
impaciencia ó de cólera, de caimiento de
ánimo ó desesperación , de odio ó de ‘ven­
ganza, de murmuración ó desabrimiento,
miradlo como triunfa en medio de todos
I48 M E D IT A C IO N
esos que el mundo tiene por infortunios**
¿Con que alegría y grandeza de ánimo
vá y vuelve sin perder jamás la paz y
sosiego de su corazon? Hasta la hora pre­
sente, escribía el á los Corintios: 1 has­
ta la hora presente , toleramos freqüen-
temente la hambre y la sed, y andamos
desarropados y casi desnudos, sin tener
abrigo, m morada fixa y segura. Somos
golpeados y heridos sin quejarnos* Nos
maldicen y desean todo mal, y nos lle­
nan de oprobrios y de injurias, y noso­
tros por el contrario les deseamos todo
bien, y les hablamos y respondemos con
toda afabilidad y mansedumbre. Somos te­
nidos por necios, porque predicamos á
Christo crucificado. Somos mirados, co­
mo personas viles, y de ningún precio y
valor, y que no merecen andar, sino de-
baxo de los píes de todos, cómo cosa des­
preciable: nos tienen por flacos y mise­
rables , y que no tenemos fuerzas, ni po*
x 1. ad Con 4.
V I G E SIM A R O N A . X 49

der para rebatir tantos males , trabajos


y tribulaciones como cargan sobre noso­
tros , y entretanto , vosotros os gloriáis,
con el explendor de vuestro nombre, y
os complacéis de ser tenidos y respetados
por sábios y eloqüentes, por nobles y po­
derosos. ¡O grande Apostol i jQuién tu­
viera aquella vuestra fé magnanima y
grandiosa, que os hacia superior á todo
lo sensible, y que pasa con el tiempo,

PUNTO TERCERO.

E t gakam salutis assumite, et gladium spirltüs,


quod est vsrbum Dei. Ephes. 6. v. 17.

El cíngulo militar y el calzado , la lo­


riga y el escudo enteramente protegían
al cuerpo del soldado; pero entretanto
quedaba la cabeza al descubierto. Era-ne­
cesario que una parte tan principal y ,su­
perior, de la qual depende la conserva-
clon y movimiento, la dirección y go­
bierno de los demás miembros, para el
I gÓ MEDITACION
uso y exercicio de la guerra, tuviese tam­
bién su particular defensa. Para ella in­
ventó la milicia terrena el moriion ó ca­
pacete, instrumento que por una parte
dexaba á la cabeza toda la aptitud para
ver lo que pasaba, y por otra parte sien­
do de una materia sólida é impenetrable,
la ponia á cubierto de toda arma. Ese era
el morrión material y corpóreo, San Pa­
blo que nos instruye en otra milicia su­
perior á la terrena, y nos arma de sol­
dados para pelear, no contra cuerpos vi­
sibles , sino contra- espíritus invisibles, nos
provee de un morrion ó capacete incor­
póreo, é invisible. Tomad, dice, el mor­
rion de la salud, que es tanto como de­
cir 5 armaos con la virtud de la esperanza,
como el se declara mas, escribiendo á los
.Tésalo nicenses: 1 Galeam spem sdutis . Lo
que es para el cuerpo la cabeza en el or­
den natural, eso es el fin en el orden
moral. La cabeza con su imperio mue-<
i i. Thessalon. g.
V IG Z S JM A tfO N A , I 5I

ve, dirige y gobierna las operaciones na­


turales de todo el cuerpo, y el fin ó in­
tención mueve y dirige las operaciones
morales del espíritu. Si el fin ó intención
que nos mueve á obrar fuere recto y con­
forme á Dios, la obra que de ahí se si­
gue será buena; si fuere malo y torcido,
la obra saldrá mala y defectuosa; y así
el fin es la cabeza de todas nuestras ac­
ciones, pensamientos, deseos, palabras y
obras, y para defensa y" protección de
esta cabeza , nos señala el Apostol la vir­
tud de la esperanza, como sólido y fir­
mísimo morrión. La virtud de la espe'*
ranza mira á Dios, como á nuestro últi­
mo fin , á donde hemos de ir á parar.
A ese último fin, deben referirse y or­
denarse los demás fines. Lo que nos apar­
ta del último fin, no, es camino, sino ex­
travío : no nos guia y conduce, sino que
nos hace andar errados y perdidos. SI
conseguimos nuestro último fin, todo lo
ganamos; si perdemos nuestro último fin,
2 52 M Z P IT A C IO N
todo está perdido para nosotros. ¿Que le
aprovechará al hombre, aunque gane to­
do el mundo, dice Christo , si por úl­
timo pierde su alma ? Perdida el alma,
queda perdida la eterna vida : todo lo de­
más es transitorio y fugitivo, y se acaba
con el tiempo. Por aquí entendereis quan­
ta fuerza t tiene la virtud de la esperan­
za para alentar el ánimo. Aun en los ne­
gocios terrenos, las esperanzas humanas,
siendo como son tan falibles y engaño­
sas, y que á cada paso se frustran y nos
dexan burlados , tienen tal poder y efica­
cia, que mueven al hombre á emprender
cosas arduas y muy trabajosas. La espe­
ranza de una abundante cosecha, obliga
al labrador á las duras fatigas del cam­
po , á volver y revolver la tierra con el
sudor de su rostro, á tolerar los ardores
del estío, los yelos y escarchas del invier­
no, ¿y quántas veces, ó por la sequedad
de la estación, ó por exceso de las lluvias,;
ó por una tempestad de granizo que so-*
V 'IG ZSIM AN O N A . I .$ 3
brevíno, queda frustrado el labrador, vien­
do á sus ojos perdida la cosecha? No obs­
tante eso, él no desiste : al año siguien­
te vuelve á renovar las mismas fatigas
del pasado; ¿y qué es lo que le mueve
á eso? La esperanza. La esperanza de me­
jorar de fortuna y de lograr grandes te­
soros, obliga al mercader á traspasar los
mares con inmensas molestias, trabajos,
peligros y naufragios; á ir en busca de
nuevas é incógnitas regiones; ¿y quintas
veces al regreso de su viage se halla va­
cío , y tan falto, como quando se embar­
có ? .Con todo eso, él dispone en su Idea
emprender nuevo viage; ¿y qué le mue­
ve ? La esperanza. La esperanza de ascen­
der á un superior grado de la milicia, ó
de lograr un rico botín de la derrota de
los enemigos, empeña al soldado á devo­
rar los trabajos y peligros de la guerra.
Si la esperanza frágil y de un bien ca­
duco, obliga al hombre á sufrir, tolerar
y emprender negocios tan árduos y tra-
1^4 M E D IT A C IO N
bajosos, ¿qué hará la esperanza sólida y
fundada en Dios, y esperanza de conse­
guir, no un bien caduco, sino eterno!
Por aquí consoló y alentó el grande Apos­
tol de las Gentes á quellos fieles Hebreos,
que por causa de la .Religión Christiana
se veían despojados de todos los bienes*
El les puso por delante y á la vista los
grandes, trabajos, peregrinaciones y des­
tierros , privación de bienes, esclavitud y
vejaciones que padeciéron de las nacio­
nes enemigas aquellos sus antepasados y
progenitores Patriarcas y Profetas del Pue­
blo de Israel. Mirad á un Abraham, á
un Isaac, á- un Jacob, les decia, como
iban errantes y peregrinos sobre.la tier­
ra,, sin patria, sin ciudad, sin casa ni ha­
bitación permanente, y morando en unas
tiendas movedizas de campaña, 1 in casu-
lis habitando. , ahora acá, ahora acullá ,
padeciendo inumerables trabajos y moles­
tias; ¿y por que? Porque aspiraban de
i Hebr. n * v. 9* et 10,
VIG -ESIM AN O N A. 1 $$
continuo á áquella eterna patria qúe les
descubría la fe': Expectabat enim fundamen»
ta babentem civitatem cujus a rtifex, et con*
ditor Deus. Mirad á un Moyses criado
desde nino entre' los regalos y delicias
del palacio por haberle adoptado por hi­
jo suyo la hija de Faraón, como lo dexó
todo, y metido entre sus hermanos los
Hebreos esclavos y oprimidos, prefiere su
dura suerte á todos los tesoros del Egip­
to; ¿y por qué? Porque tenia puesta su
mira en ei premio de la eterna vida,. as*
picfcbat enim in remimerationem; y de esta
suerte va texiendo el Santo Apostol un
largo catálogo de aquellos Santos del an­
tiguo Testamento, describiendo sus gran­
des hazañas y proezas para alentar con
la fé y esperanza de la eterna vida á los
Hebreos Christianos á la tolerancia de las
tribulaciones. jO santa esperanza de la
eterna vida! ¡Quán alentada se halla aqué­
lla alma á quien tu proteges, cubres y
defiendes, como sólido y firmísimo mor-
Ij6 M E D IT A C IO N
rion \ Todo pensamiento c idea, todo de­
seo y apetito, todo fin y pretensión que
sugiera el enemigo para batirla y derri­
barla, aquí se estrella. Todo otro bien,
en comparación del bien eterno, se des­
vanece como humo, y pierde toda su fuer­
za y eficacia para mover el corazon á de­
searlo. Protegidos y cubiertos ya de pies
á cabeza con el aparato de tantas armas
como nos ha mostrado hasta aquí el Apos­
tol, nos exhorta por último á tomar él
alfange. Tomad, dice, el alfange espiri­
tual de la palabra de D io s; Gladium spl-
rltu s , quod est verbum Dei. Con este alfan­
ge cortó Christo la cabeza á todas las ten­
taciones, con que el demonio le acometió
en el desierto. Tres fueron las tentacio­
nes del enemigo, y otras tantas las sen­
tencias de la Escritura que le opuso Chris­
to para rebatirlas. Esta es una arma po­
derosa, y-de la qual se han valido siem­
pre los Santos. Toda la Santa Escritura,
y especialmente los Salmos de D avid, son
yig e szm a n o n a . 157
una abundante armería. A llí se halla una
variedad admirable de sentencias, expre­
siones, afectos y sentimientos dictados del
Espíritu Santo, para consolar, confortar
y alentar al alma contra toda suerte de
tentaciones. Debo yo procurar hacerme
familiares algunos de estos tantos senti­
mientos que se hallan esparcidos en los
libros para echar m ano, ahora de unos,
ahora de otros, conforme la disposición
en que me hallare, y la suerte de la ten­
tación que me acometiere. De esta ma­
nera armado y pertrechado, implorando
de continuo el socorro y auxilio de Dios,
pelearé gloriosamente las batallas del Se­
ñor, con firme esperanza de alcanzar com­
pleta victoria del enemigo.
M ED ITA CIO N XXX.
Buen ejemplo de San Pablo.

PUNTO PRIMERO.

Imitatores mei estote, sieut et ego Christi» 1. ad


Cor. i i , v. 1.

S a n Pablo que con tanta solicitud y es­


mero nos ha ido íntruyendo en la mili­
cia christiana , y con tanta menudencia
nos ha. ído armando de soldados para pe­
lear dignamente en obsequio de Christo,
no se habia de contentar con sola la Ins­
trucción y teórica. A é l , como tan ilustre
Capitan de esta sagrada milicia, le tocaba
ir por delante con el exemplo. Mas se
mueve y anima el soldado con ver á su
guia y conductor penetrar intrépido por
medio de los esquadrones enemigos ,
que sí le exhortase con la voz á acome­
ter, quedándose él por otra parte á se-
T R IG E S IM A , I59
guro y lejos de los peligros. El exemplo
es la exhortación mas eficaz. La palabra
nos enseña lo que hemos de hacer; la
obra nos mueve por sí misma á obrar,
y nos incita con eficacia á poner en exe-
cucion lo que hemos aprendido. Si el San­
to Apostol fué tan diligente en cumplir
con su doctrina el oficio de Maestro, no
menos cuidadoso se muestra en cumplir
con su exemplo el oficio de Capitan, ex­
hortándonos, no como quiera á pelear,
sino á seguirlo é imitarlo en esta empre­
sa : empresa en que se trata de conseguir
la virtud, con la victoria de los vicios ,
pasiones y tentaciones con que ños ha­
cen guerra los enemigos. Sed mis imita­
dores, decia é l, escribiendo á los Corin­
tios. ¿Pues qué? ¿Tan común y ordinario
era el exemplar que proponía el Santo
Apostol á los Corintios, para que todos
ellos lo siguiesen? Corinto era una Ciu­
dad populosísima, de mucha riqueza y de
gran comercio : allí se hallaban personas
l 6 o M ED ITACION

de todas clases, de todos estados y con­


diciones, nobles, plebeyos, ricos, pobres*
esclavos. ¿Por ventura todos esos habian
de mirar á San Pablo como dechado y
exemplar con quien conformasen su vida
y sus costumbres? ¿Y quién era capaz de
seguir á un tal Gigante, como era el Apos­
tol en toda obra de virtud, y perfección
christiana y evangélica?. No todos pue­
den predicar, ní tienen aptitud para ello.
No todos tienen fuerzas para sufrir aque­
llos grandes trabajos y fatigas de San Pa­
blo en sus peregrinaciones evangélicas. No
todos tienen fuerzas para tolerar aquellos
grandes ayunos y abstinencias, hambre,
sed, frió y desnudez que eran los com­
pañeros casi inseparables de su apostólico
ministerio. Proponerse San Pablo á sí mis­
mo por exemplar de imitación á todos los
Corintios, antes parece que era infundir­
les desmayo, que vigor; y en vez de co­
brar ellos ánimo y aliento, era de temer
que se retirasen amedrentados* No obs-*
T R IG E S IM A . I6I
tdnte esto, San Pablo hablaba con todos,
y á todos exhortaba á que le imitasen^.
Jmitatores mei estote, San Pablo era muy.
prudente y discreto, y no había de pre­
tender una suerte de rigor y austeridad
de vida que excediese las fuerzas de los
Corintios, á quienes instruía, ni exhor­
tarles á hacer lo que muchos de ellos no
podían, y por su estado, oficio y con­
dicion, se hallaban Impedidos á hacerlo*!
La exhortación debe ser acomodada á las
personas á quienes se dirige, encaminán­
dolas á aquel grado de virtud y perfec­
ción que se compadece con las obligacio­
nes del estado en que se hallan 5 y ha­
cer lo contrario, seria invertir el-orden,-
introduciendo la confusion, en vez dó
conservar el buen concierto y harmonía
de la Providencia. Por eso San Pablo, ex­
hortando á los Corintios á que le imita­
sen , no paró aquí: añadió luego el mo­
do y manera en que quería ser imitado.;
Imitadme, como yo imito á Christo. ¿7-
ÍTOM. IJU L
1 Ó2 M E D IT A C IO N
cut et ego Cbrlstu ¿Y qué suerte . de imi­
tación pedia con esto San Pablo á los Co­
rintios? Mirad : .en la larga instrucción
que iba dando San Pablo á los Corintios,
acababa de decirles, que él no buscaba
su comodidad en nada , y que en todo
quanto hacia, buscaba siempre lo que era
¿til y provechoso á muchos, para que
todos se salvasen: Non qrnrens quod mihi
Utlle est , sed quod multis y ut sd m f im t %
y luego á renglón seguido les exhorta á
que lo imiten, como él imitaba á Chrís-
t o , que era tanto como decirles; ama­
dos hijos, sí quereí.s saber, como, y en
qué manera imito yo á Christo, mirad á
ese Divino Salvador, el fin de su venida
al mundo, cómo se portó aquí en la tier­
ra, su modo de vivir y conversar entre
los hombres. Christo vino al mundo pa­
ra redimir á todos, su vida fué entera­
mente dedicada al bien de todos, en na-*
da buscó Christo su propia comodidad ,,
sino la utilidad y provecho de todos, pa-
T R IG E S IM A . 163
ra ello trabajó, se fatigó, sudó, ayunó,
y pasó una vida pobre y menesterosa, nó
obstante de ser el Dueño y Señor de cie­
lo y tierra. Vivir no tanto para sí , quan­
to para el bien común y universal de to­
dos , ese fue el fin de la venida de Chris­
to en carne mortal al mundo, ese fue eí
principio de su vid a, ese el progreso, y,
ese fue' el remate y fin con la muerte de
.Cruz. Veis aquí el exemplar de imitación,
<jue se propuso el grande Apostol de las
Gentes, y con ese divino exemplar aJus-«
tó también su vida, que salló una per­
fecta y consumada copia, y tal que pu­
do con toda seguridad proponerse á sí
mismo por exemplar, á quien imitasen los
Corintios. Imitadme á mí, como yo imi­
to á Christo. La vída de Pablo no tan­
to la debemos considerar como bien pro­
pio y peculiar suyo , quanto coma un'
bien común y universal de todos; y es-*,
to sin duda le quiso dar á entender Dios
al Santo Apostol con aquélla visión, quan-
LZ
164 MEDITACION
do siguiendo sus excursiones apostólicas,
se le apareció de noche un Macedonio en
el tráge y vestido, pero en realidad era
el Angel del Señor , que habia tomado
la forma y figura de Macedonio, y pues­
to delante del Santo Apostol con grande
humildad y sumisión le rogaba, dicien-
dole; pasa á Macedonia , y ayúdanos,
transiem in Macedón!am adjuva nos. 1 En­
tendió luego el Santo Apostol el miste­
rio , como tan práctico que era, y ver­
sado en el trato y comunicación con- el
cielo: pasó luego á Macedonia, ganó pa­
ta Christo á muchos de las Ciudades de
Tilipo y Tesalonica; de suerte que don­
de quiera que lo pidiese el bien del pró­
ximo , allá corría Pablo. Para el bien del
próximo , Pablo dexaba su reposo, y to­
maba la fatiga: para el bien del próxi­
mo , despreciaba Pablo su seguridad, y
se metía en medio de los peligros: para
el bien del próximo, se abstenía Pablo dé
1 Act, 16.
T R IG E S IM A . 165
comer y beber, y se recreaba con pade­
cer hambre y sed: para el bien del pró­
ximo , se abrazaba Pablo con la necesidad
y pobreza; ni la incomodidad del frió y
desabrigo, ni las inclemencias de los tiem­
pos y estaciones, ni la distancia de los
lugares y provincias, ni la aspereza de
los caminos lo detenía ó retardaba 5 ¿ y
por qué? Porque en nada buscaba Pablo
su propia utilidad, sino el bien y utili­
dad del próximo. En esto imitaba San Pa­
blo á Jesuchristo, y en esto quería él ser
Imitado de los Corintios. En ninguna co­
sa se mostró San Pablo mas zeloso imi­
tador de Christo, como en el gran cui­
dado y solicitud que tuvo de la salva­
ción del próximo, y este mismo cuidado
y solicitud, es la prueba mas relevante
que podemos nosotros dar de ser imita­
dores de San Pablo, Si en eso fuesemos
descuidados, frios ó indiferentes, aunque
por otra parte maceremos nuestro cuerpo
con ásperas penitencias f aunque el rigor
j66 M ED ITA C IO N
de los ayunos deslustre nuestro rostro, y;
lo .vuelva pálido y macilento, aunque, dur-,
mamos en el duro suelo, y nos fatigue­
mos con vigilias y trabajos, no haremos
cosa grande, y. que nos haga.singular**
mente recomendables delante de Dios, di-*
ce San Juan Chrysóstomo , muy atrás nos,
hallaremos de la imitación :de. San Pablo,«■
y muy lejos y distantes: de la imitación
de Christo., á quien tan de cerca imita
el Apostol. Y para eso , ¿quien puede te-<
¡ner excusa? Todos de qualquier clase, es­
tado y condicion que sean7 pueden en
eso imitar á San Pablo, procurando en
todo lo que hicieren ser útiles y prove­
chosos al próximo. Sí no podemos predi­
car como San Pablo, podemos exhortar,
é instruir privadamente en la virtud á
aquellos con quienes tratamos ; podemos
en nuestras conversaciones familiares ins-f
pirar máximas de piedad y de religión,
¿Se halla el próximo en peligro de caer ?
Darle la mano con un buen consejo, que
T R IG E SIM A . I Ó /

lo dirija para librarse del peligro. ¿Está


afligido y desconsolado ? Confortarlo coa
motivos de (¿mstiana conformidad y to­
lerancia. Podemos ayudar al próximo con
avisos y amonestaciones christianas, opor^
tunas, y á su tiempo5 con oraciones, ro­
gando á Dios, en cuyas manos están los
corazones de todos, para que el Señor les
trueque y convierta á sí, Podemos ayu­
dar al próximo con vivir nosotros muy
ajustados á los preceptos y documentos-
de la religión, y este buen exemplo, quan­
to fuere de mayor pureza, integridad y*
perfección, tanto será de mayor eficacia,-
y servirá de una tácita reprehensión de
los desórdenes del próximo para corregir-'
lo. ¿No formamos todos un mismo cuer­
po de milicia christiana? ¿No se nos ha
proveído á todos de unas mismas armas?
|No se nos ha declarado igualmente á
todos la guerra por los Príncipes de las
tinieblas? ¿Pues por que' no hemos de
ayudarnos mutuamente en lo que pudié-
l68 M E D IT A C IO N

remos? Ño seamos como aquellos solda­


dos inútiles y sin provecho, que van di­
ciendo : perezca el que perdiere, y sal-
.vese quien se salvare, que yo quiero guar­
dar mi vida; y con el fin de salvarse
atienden á sí solos, y se escapan, dexan-
do á sus compañeros en medio de la re­
friega, abandonados entre peligros y he­
ridas. ¡O Santo Apostol 1 Alcanzadme de
Christo Jesús, tierno y solícito amador
de los hombres, una partecita siquiera de
vuestro espíritu,, para atender al bien del
, próximo, y ayudarlo, aunque para ello
sea menester sufrir molestias y trabajos,
y privarme de comodidades y convenien*
cias, que mucho mas que todo eso. me­
rece la salud eterna de una sola alma..

PUNTO SEGUNDO.

Christi lonus odor sumus. 2. Cor. 2. v. i j .

El grande Apostol de las Gentes, que


con amor mas que de padre abarcaba den-
T R IG E S IM A . t 69/
tro de su dilatadísimo corazon á todo el
mundo, como si á todo el hubiera engen­
drado; y con ternura mas sensible quede
una madre Fomentaba en sus capacísimas,
entrañas á todos los hombres como hi­
jos , para guardarlos de todo mal, y pro-,
moverlos al sumo bien de la eterna sal­
vación , era un tesoro que no podia es-:
tar escondido en el mundo. Todo quanto
obraba este grande Apostol era efecto de
su incomparable zelo; y si todos con é l
se enriqUecian y participaban del bien,
¿cómo podia ser ignorado? Era preciso
que una virtud, que tan universalmente
Influía en todos, fuese tan notoria, que.
á nadie pudiera ocultarse, y todos con
su fuerza se sintiesen interiormente mo­
vidos á imitarla, ó á confundirse. No hay
cosa mas difícil de esconderse que la luz :
ella descubriendo las demás cosas sensi­
bles por sí sola se manifiesta. No pudo
el Santo Apostol dexar de confesar esta
verdad, y así dice el escribiendo á ios
iyo M E D IT A C IO N
Corintios: Por donde quiera que vamos
despedimos el buen olor y fragancia de
Jesuchristo. Este vaso de elección, como
lo llamó Christo: Vas electlonis, ¿qué otra
cosa fué, dice San Bernardo, que un pre-
cioso vaso lleno de toda especie aromá­
tica y odorífera? Toda virtud tiene su.
particular olor del cielo, para atraer en
pos de sí al alma. Quien las habia jun­
tado todas, y de todas ellas había hecho
un pomo ó pevete el mas escogido, ¿con
quánta fuerza habia de atraer á los hom­
bres con su fragancia ;al amor de Chris-.
to? Entrad ahora-, y discurrid con la con­
sideración por el Evangelio, que es aquel
campo fértilísimo, en donde plantó nues­
tro gran Labrador y Padre de Familias
Christo Jesús todas las yerbas odoríferas
de las virtudes que nos traxo del cielo,
con su venida al mundo. ¿Quánta mul­
titud, y quán grande variedad de esas
preciosas yerbas en el bien obrar, nos
muestra con sus preceptos el Evangelio í
T R IG E S IM A . 17 1
Los mas menudos pensamientos, las in­
tenciones mas ocultas y secretas , las pa-*
labras mas ordinarias, las obras mas . co­
munes y usuales, todo lo regula el Evan­
gelio de Christo, con la norma de la vir­
tud y santidad. La pureza de una ley tan
santa, no permite, ni desorden , ni exce­
so, ni falta en la conducta qúe hemos de
observar en orden á Dios, en orden al
próximo, y en orden á nosotros mismos..
\ A quán alto grado de perfección nos
eñcámina el Evangelio con los consejos!
San Pablo, que era aquel vaso de elec­
ción, en quien depositó Christo su Evan­
gelio para publicarlo al mundo, era jun­
tamente como vaso aromático, que al mis­
mo tiempo que iba descubriendo con la
predicación el Evangelio, despedia de sí
con la práctica y exemplo de su vida el
buen olor y fragancia de todo quanto:
precioso encerraba la doctrina evangélica
que predicaba. Todas las personas de qual-
quier clase que sean ¿ á la presencia de
I ?2 M E D IT A C IO N
este precioso vaso aromático de San Pa­
blo , sentirán luego, y percibirán el buert
olor y fragancia de aquellas virtudes que
son propias del estado de cada uno* ¿Que
providencia mas solícita? ¿Que cuidado;
mas exacto y diligente? ¿Que' instrucción1
mas oportuna y acomodada, que la que
observaba San Pablo con el próximo eri
socorrer sus necesidades, ó por sí mismo*
6 por medio de otros , si él no podia pot
su pobreza? ¿En instruir á cada uno de
su deber? ¿En darle aquella crianza y edu­
cación que prescribe el Evangelio? ¿En
quitar el ocio, y que todos conforme á
su condicion , 1 se empleasen en el traba­
jo , como él lo hacia para sustentarse, y
no ser gravosos á nadie, ni inquietos,
manteniendo la paz, concordia y unión
que requiere la sociedad bien ordenada ? 2
Tras de este suave olor y fragancia del
buen exemplo de San Pablo, deben ir con
la imitación los padres de familias, para
1 i.Thesa. 4. a a.Thess. 3.
T R IG E S IM A . 173
atender á todos los que están á su cargo
y cuidado. ¡Qué fragancia tan del cielo
'despedía de sí la pureza de San Pablo,
quando deseaba que todos fuesen como
él; 1 para que el alma descarnada, y li­
bre de las ataduras con que la tiran acá
baxo á la tierra las cosas materiales y,
corpulentas, se halle dispuesta para ele­
varse con la oracion á contemplar lo eter­
no , espiritual, é invisible ! Este suavísi­
mo olor convidará á las vírgenes á se-<
guirle. Ello es así, que este vaso de elec­
ción, y vaso precioso de toda virtud y
santidad, rebosaba por todas partes, lle­
nándolo todo del suavísimo olor de sus
exemplos; grandes y pequeños, superio­
res y súbditos, esclavos y señores, fieles
é infieles, Gentiles y Judios, Griegos y
Romanos, todos, y en todas partes, aun
en los parages mas remotos y distantes,
sentían el buen olor, porque á todos era
deudor el Santo Apostol del buen exem-
1 ,j . Cor. 7.
174 M E D IT A C IO N

p ió, como decía é l : Omnibus debitorés su­


mus. A todas esas virtudes, como á una
númerosa y bien morigerada familia, ha­
cía servir San Pablo al bien del próximo.
Este era el blanco y terrero, á donde se
dirigían todas 3 aun á las obras mas ba-
xas y ordinarias y de menos lustre, las
daba el Santo Apostol tanto realce con
el fin altísimo de la salvación del próxi­
mo á que las encaminaba , que todas ellas
en la presencia de Dios comparecían ves­
tidas con el preciosísimo adorno de la ca­
ridad. El comer y beber, el trabajar de
manos r las salutaciones mas comunes y,
familiares, que usa tanto en sus cartas,,
formando un largo catálogo de personas,
así hombres, como mugeres, de quienes'
hace honorífica mención , y recomienda
con ternura á las Iglesias, todo muestra
él grande zelo en que ardia del bien del
próximo, y que no pensaba este grande
Apóstol en otra cosa de dia y de noche, si­
no en llevar almas, á Dios, Y veis aquí por
TR IG ESIM A. J 7.5

que díce, que en todas partes despedía


de sí el buen olor de Christo. Bien po­
día el haber dicho, que por donde quie­
ra que ib a, derramaba el buen olor de
mansedumbre, de humildad, de pobreza
y desprecio de todo lo temporal 5 de pa­
ciencia, de pureza, de mortificación, de
fortaleza, de abstinencia y templanza , y
demás virtudes i pero nada dixo de todo
eso : todo lo absorvió el olor de Christo r
Christi bonus odor sumus. \O h ! ¿Y qué otro
olor habla de despedir de sí, sino él buen
olor y fragancia del Salvador, quien por
todas partes derramaba bienes de salud ?
¿Quién en todo y por todo no buscaba,
ni pretendía otra cosa que la salvación
eterna de las almas? Ninguno amó tan­
to á sus propios enemigos: ninguno hi­
zo tanto bien á los mismos que lo abor­
recían: ninguno padeció tanto por el bien
de los que lo maltrataban:, como San'Pa­
blo, Quanto mas se enfurecían contra él*
tantos mayores obsequios de caridad ies
Xy 6 M ED ITA C IO N

mostraba; tanto mayor compasíon y mU


sericordia les descubría. El los miraba con
aquellos ojos, con que un buen padre mi­
ra'delante de sí á un hijo frenético y
delirante: por mas que el hijo se irrite
y enfurezca contra su padre; por mas que
lo hiera y lo maltrate, el padre siempre
es padre, sus entrañas descubren enton­
ces mas dolor, mas ternura, y sus ojos
mas lágrimas de compasíon por el mal y.
enfermedad que padece su h ijo , á quien
él tanto ama. ¡O Santo Apostol, cuyo
buen olor de Christo lo llenó todo, sem­
brando por todas partes copiosos y abun­
dantes bienes de salud! Con esta celes­
tial fragancia se recrea aquí en la tierra
toda la Iglesia militante, y se sienten
atraídos á imitaros los que son hijos de
salud, y frutos escogidos del Salvador.
Pero ¡ay de mí! ¿Qué zelo siento en mí
corazon del bien del próximo? ¿Qué ha­
go yo para conducir alguna alma al cié*
lo ? ¿Qué padezco para librarle de la éter-
T R IG E S IM A , 17 7
na perdición ? ¿De qué rae sirve vuestro
exemplo ? SI en esto no os imito procu­
rando en lo que pudiere de mi parte en­
caminar al próximo á la eterna salvación,;
ni yo despido buen olor de Christo, ní
siento el que vos derramais, ni puedo li-
songearme > sino en vano, de ser vues­
tro imitador.

PUNTO TERCERO.

§j¡?ctaculum fa cti sumus mundo > et Angelís 9 et bo~


minibus. i . ad Cor. 4. v. 9.

San Pablo, cuya vida era un bien;


universal, y cuyas operaciones se dirigían
todas por la intención del mismo Apos-,
tol al bien de todos, habia de tener en
este mundo el mismo lugar que tiene el
sol en el universo,'alumbrar á todos con
la luz de su doctrina, é influir en todos
con la eficacia de su exemplo. Por eso
dixo él escribiendo á los Corintios : So-*
mos hechos espectáculo para el;mundo,
t o m , llf M
I78 MEDITACION
y .objeto en quien todos tienen puesta su
mira, así Angeles, como hombres. ¡Quán
grandes, y de quanta amplitud y exten­
sión habian de ser las virtudes de San Pa­
blo , para que pudieran ser espectáculo,
no de algún ángulo de la tierra, no de
una ú otra ciudad, no de esta ó la otra
provincia, reyno ó nación, sino de todo
el mundo : Spectaculum fa cti sumus mundo \
¡ Quán sublimes, y de quán alta perfec­
ción y excelencia convenia que fuesen la?
obras de este Santo Apostol, para que
fuesen dignas, de que no solamente los
hombres las mirasen, sino hasta los mis­
mos Angeles las admirasen : A n g elis , et
bominlbus ! Para gente ordinaria basta un
espectáculo común y ordinario. Quanto
mas inteligentes y de mas alta esfera son
los que concurren, tanto mas ilustre y de
ífcayor dignidad debe ser el espectáculo
para satisfacer el gusto y llenar la idea. ¿Y
que' espectáculo de tanta dignidad dio al
mundo con su vida el grande Apostol?.
T R IG E S IM A . I79

l Que objeto de tanta novedad presentó á


los Angeles para atraer sus ojos á mirar­
lo y admirarlo? Aquella incansable labo­
riosidad en las tareas apostólicas : aquella
magnanimidad en los peligros por tierras,
por íios y por mares: aquella invencible
paciencia en los trabajos de pobreza, frió
y desnudez : aquella mortificación y aus- -
teridad heróica en hambre, sed, abstinen^
d a s , ayunos y vigilias : aquella admira­
ble constancia en las persecuciones, se­
diciones :y alborotos que se levantaban
contra el : aquella insuperable fortaleza
en los tormentos, cárceles, prisiones y
cadenas: aquella profundísima humildad,
así en despreciar las honras y alabanzas
del mundo, como en alegrarse de las ig­
nominias , vituperios y afrentas : aquella
continua solicitud de todas las Iglesias,
atendiendo, no solamente al bien espiri­
tual, sino también al socorro temporal de
los pobres y menesterosos, al consuelo de
los afligidos ? al alivio de los atribulados,
M2
l8 o . MEDITACION
a la paz y concordia de las familias tur­
badas y desunidas, á la reconciliación djs
los enemistados, á la corrección y reme­
dio de los desórdenes, al niayor progre­
so y aumento de la fe y buenas costum­
bres : aquella ardentísima caridad con que
volaba este Santo Apostol á todas partes,
llevando en las alas de su zelo la salud
á todos : aquella tiernísima compasión y
misericordia con que abrigaba dentro de
sus entrañas las miserias y tribulaciones
de todos, sintiéndolas en su corazon,. y
llorándolas con sus ojos, con mayor do­
lor , que los mismos que las padecían^
Todo esto, ¿no era por ventura un es­
pectáculo en que tenían íos hombres mu­
cho que ver, mucho que imitar, y los
Angeles mucho que admirar? Sin duda.:
Pero al fin todo ese espectáculo, aunque
no de por junto, y con la unión de to­
dos sus grandes objetos en- una misma
persona, á lo menos repartido en varias
y diferentes personas, no era nuevo, Era
T R IG ESIM A. I8I
ése uní espectáculo que por partes pre­
sentaban también cada uno de por sí los
demás Apostoles con su vida y apostóli­
co ministerio. San Pablo, que habia en­
trado con novedad en el orden del Apos­
tolado , habla de manifestar y descubrir
en este grande espectáculo objetos nue­
vos, y tales, que fuesen'dignos de ser
admirados hasta de los demás Apostoles
acá en la tierra, y de los Angeles allá
en el cielo. En todas las virtudes y em­
presas de este grande Apostol, siempre
se descubría y campeaba sobre todo el
amor al próximo, y el deseo de su eter­
na salvación. A este fin él tuvo por bien
escoger la dilación de su propia bienaven­
turanza por asistir mas tiempo , conso­
lar y promover en el bien espiritual á
los Filipenses. El no rehusó por su par­
te quedar privado eternamente del paraíso,
quando eso fuese necesario, para que sus
hermanos los Hebreos entrasen á poseer­
lo. Quien así deseaba y procuraba con
iSü M E D IT A C IO N
tantas veras •el bien del próximo, ¿con
quinto. empeño se .había de oponer á to*
dos. los obstáculos, que por algún lado
pudieran: impedirlo ó retardarlo ? Mirad,
ahora el rumbo extraordinario qué tomo
este Santo Apostol, 1 Ghristo habia or­
denado á los demás Apóstoles que se sus­
tentasen del ministerio apostólico, porque
es cosa justa y muy .debida , que el ope­
rario reciba sit alimento temporal de aque­
llos mismos, para cuyo bien espiritual
trabaja, se ocupa y emplea. San Pablo
podia usar. libremente de este derecho,
como usaron de él: los demás Apóstoles,,
ya. por la ordenación de Christo, ya por
los testimonios de la L e y , ya por la ra- <
zon natural, ya finalmente por los exem-
plos tomados de la milicia , de la agri­
cultura , y del oficio pastoril, como lar­
gamente prueba el- mismo Apostol. No
obstante todo eso , San Pablo cedió vo­
luntariamente á su derecho, y no quiso
i Match, io.
T R IG E S IM A . 183
récibír de los Corintios 1 el sustento tem­
poral , aunque por otra parte le era de-,
bido por su trabajo y ministerio apostó­
lico.. Temió el Santo Apostol, que si el
usaba en esta parte de su derecho, algu*
nos de los Corintios por ser mas tena­
ces en guardar, que liberales en repartir,
como muy dados que eran al comercio*
tomasen, de ahí ocasion para no recibir
con tanta alegria, diligencia y prontitud
el Evangelio. Para quitar, pues, toda re­
mora , lentitud, é impedimento al curso
d éla predicación, renunciando San Pa*
blo con heroico desinteres á su derecho,
y subiendo á un grado superior al exem­
plo de los demás Apóstoles, determinó
sustentarse con el trabajo de sus manos.
Contemplad ahora á este grande Apos­
tol, como fatigado, sudado, y rendido de
las penosas tareas de entre d ia, se afana
de noche en trabajar de manos, para sus~
tentarse á sí, y á los compañeros de su
MEDITACION.
apostólico ministerio, 1 qua mihi opus eranti
et his qui mecum smt-> miñistraveruMma -
ñus Uta. ¿Que' dirían los Angeles, quan­
do viesen á un Pablo Apóstol del Señor,,
recogerse de noche en la oficina de Aquíla
y Prisrilla, que eran de su-misma arte,
y allí en vez de tomar algún descanso,
ocuparse, pero. en que7? ,-En coser, pieles
para cubrir tiendas de campaña, que ese
era el oficio que exercitaba, 2 sutorem peí-
liumj como dice San Juan. Chry sos tomo.;
jQué asombro ! ¡A qué grado de humil­
dad y abatimiento obligo á este Santo
Apostol el zelo de aprovechar al próxi­
mo , y de dar á su apostólica predicación
un curso mas libre y desembarazado! ¡O
exemplo el mas raro y extraordinario, y;
que el solo comprehende un seminario de
virtudes ! Objeto estupendo á los. ojos-del
mundo, pero de suma recreación y com­
placencia á la vista .de todo el paraíso.

* Act. ao. * In Epist. 2, Tim. hom. g.


t r ig e s im a p r im a . 185

^ MEDITACION XXXI.
Fervor de San Pablo*

PUNTO PRIMERO.

Sequor autem si quo modo comprehendam, in quo ef


comprehensus sum d Christo Jesu* Philip. 3.?
V. 12,

S a n Pablo que se mostró siempre tan


zeloso en procurar el bien de los otros,
y quiso que en esto todos le imitasen,’
no habia de ser descuidado en atender
k sí mismo. Quanto es mas perfecto el
instrumento , tanto es mas á propósito:
para servirse de él el operante. Una plu­
ma bien cortada sirve mejor que otra ro­
ma para escribir j y un cuchillo de buen
filo, es mas apto para cortar que otro
mellado. El Santo Apostol r que por su
ministerio apostólico era cooperario de
Dios para la conversión de las almas.
l86 M ED ITA C IO N

D el enim sumus adjutores, 1 habla de pro-:


cu m perfeccionarse con la divina gracia
de tal suerte que pudiera servir de ins­
trumento el mas apto, y el mas bien dis-.
puesto i la poderosa mano de Dios, pa­
ta el grande, negocio de la salvación de
las almas. El instrumento debe estar con­
junto y unido con el principal operante:
la pluma separada,.y de por sí, no sir­
ve para escribir, como ni tampoco el cu­
chillo para cortar, sino está junto y uni­
do con la mano que le ha de dar el im*
pulso y eficacia. San Pablo que con su
alta sabiduría conocia bien, que para toa­
das las empresas de su zelo, Dios era el
principal operante, y el era un instruí
mentó, procuró desde el principio de su
conversión unirse mas y mas con Dios,
tomando con grande empeño el negocio
de.áu aprovechamiento espiritual, y per­
fección propia de su estado. Un ánimo
generoso , y un corazon dilatado , veis
. j i. ad Cor. 3.
I 8J
T R I G E S I M A PRIM A.

aquí las dos alas de esta grande Aguila


para emprender su carrera, j Con que de­
nuedo y fervor, este Santo y devotísimo
Apostol, fue en seguimiento de Christo/
imitando sus virtudes, y conformándose
con la imagen que habia dexado impresa
con su vida santísima este divino exem­
plar! ,El no tanto corrió quanto voló por
el camino de la perfección, y .santidad*'
Por donde quiera que descubriese impre­
sas las. huellas del .Salvador, allí estam­
paba las. suyas. el Santo Apostol, siempre
en seguimiento de Christo , corriendo:
siempre con todas sus fuerzas para alcan­
zarlo r sequor autem si quomodo comprehen^
dam,. Consideraba San Pablo el grande
fervor con que habia emprendido Jesu­
christo la carrera de su vida mortal aquí:
en la tierra para tratar. el negocio de
nuestra redención que le habia encarga­
do su Padre. Para declarar este grande
fervor de Jesuchristo, habia ya dicho de.
él muy anticipadamente su- Profeta, que
^88 m m d ita c io x ■
daría saltos de gozo y de placer, como
Gigante para correr su carrera. Exulta*
ut G igas dd currendam vlam. 1 Mirad
que saltos, y quan dilatados por el gran­
de gozo; y alegría que muestran su fer­
vor , dio Jesuchristo por nosotros. Del
sublime trono del Eterno Padre, saltó á
¡' lá humildad y estrechez de las entrañas
de una Virgen: de esa humildad y aba­
timiento á la suma pobreza, e incomodi­
dad de un pesebre : de aquí á las gran­
des molestias de un destierro en Egipto:
de las molestias y miserias de un destier-
i
ro , á la sujeción, rendimiento y obe­
diencia á sus Padres en Nazareth: dé la
sujeción y obediencia, al rigor y auste­
ridad de los ayunos en el desierto: del
rigor y austeridad de los ayunos, á los
trabajos y fatigas de la predicación por
'toda la Palestina: de los trabajos y fati­
gas., á los tormentos de una Pasión do-
lorosa, y muerte afrentosa en la Cruz*.
TRIO E S IM A P R IM A . |8^

¡Saltos todos bien arduos y, dilatados!


Bien era menester que el Santo Aposto}
corriese á todo correr con la imitación^
para ir en seguimiento con sus virtudes,
y alcanzar con ellas á Jesuchristo hasta
cogerlo y unirse perfectamente con ¿U
Bse fue el empeño de San Pablo, y pa­
la conseguirlo nos demuestra el San^o
Apostol su grande conato , esfuerzo >y
fervor con la energía de la palabra que
usa para explicarse, que no tanto deno­
ta seguir , ni aun precisamente correr >
sino perseguir como advierte San Juan
Chrysóstomo , imo non dixit curro , sed
fersequor. Quien persigue, bien sabéis con
quanto empeño lo hace. El que persigue
i á otro que huye á todo huir , y á quifen
ardientemente desea alcanzar para coger­
lo y que no se le escape , á nadie mira
de todos quántos se hallan en la’carrep,
y si alguno se le atraviesa por delante
para atajarlo ó impedirlo, lo arroja de sí
con grande ímpetu y violencia: su mira
1^0 M E D I T A C IO N

y atención, brazos, pies, alma y cuer­


po, todo parece que lo recoge y junta
en uno para redoblar las fuerzas, y au­
mentar mas y mas la velocidad y rapi­
dez en el correr: su empeño es correr;
s u fin alcanzar, y toda su mira está pues­

ta en aquel á quien persigue para coger­


lo ; á ninguna otra cosa advierte ni re­
para; A ese modo fue el empeño, cona­
to y fervor de San Pablo en la carrera
de la vida christiana y evangélica para
ir tras de Jesuchristo con la imitación de
sus virtudes, y no parar, ni desistir, ace­
lerando siempre mas y mas sus pasos,
hasta alcanzarlo , unirse con el y poseer­
lo* Seqaor autem si quo modo comprehendam.
Para continuar y aumentar mas y mas
cada dia su fervor , fué de grande estí^
mulo para San Pablo el acordarse y te­
ner siempre presente aquella grande efi­
cacia que habia mostrado con él la mi­
sericordia del Salvador en llamarlo del
Judaismo al Evangelio, quando corrien-
T R IG E SIM A P R IM A . I9I

do Pablo lleno de fieros y amenazas ,


hirviendo dezelo y fervor para perseguir
á los Christianos, y en ellos á Christo ¿
le salió al encuentro este Señor, echóle
la mano de su gracia para detenerlo; der­
ribólo , y postrólo en tierra 5 lo cegó pa-f,
xa darle mejor vista que la que ántes te­
nia, y lo rindió con tanta fuerza y vir­
tud que le obligó á gritar: Señor, ¿qué
quereis que haga? Veis aquí lo que me­
ditaba de continuo el Santo Apostol, que
por eso tantas veces hace el mención de
aquel su antiguo fuego y fervor Judaico,
y Farisaico contra Christo. Con este re-s
cuerdo que tenia siempre tan presente el
Santo Apostol, discurría así. Lo que hi­
zo Christo conmigo: todo aquel grande
empeño, conato y eficacia en cogerme,,
quando yo andaba tan mal huido y aver-
so á Christo, todo fue' con el fin de.que
yo aplicase el mismo fervor y empeño en
seguirlo con la imitación de sus virtu­
des, hasta alcanzarlo; y-eso puntualmen-
192 MEDITACION
te es lo que el mismo Apostol dio á en­
tender , quando habiendo dicho, que iba
corriendo con todo esfuerzo para alcan­
zar á Christo y cogerlo, sequor autem si
quo modo comprehendam, añadió luego; co­
mo yo fui cogido del mismo Christo, in
quo et cemprehensus sum d Christo Jesuy co­
mo si dlxera: Si Christo con tanta fuer­
za me detuvo quando yo andaba tan per­
dido, y con tanta eñcacia me cogió y se
asió de mí sin soltarme hasta rendirme p
la gratitud y generosidad me obliga á-
mostrar de mi parte la debida correspon­
dencia, en un continuo, constante y fer­
voroso empeño de imitar sus virtudes con
la mayor semejanza y perfección que sea
posible» conformando enteramente mi vi­
da con la suya, que ese es el camino que
debo yo seguir y correr con todas mis .
fuerzas para alcanzar á Christo, cogerlo
y asirme de el tan fuertemente, que nin­
guna cosa sea bastante para hacerme sol­
tar esta íntima unión, y eso sjerá haber
TRIGESIMA?RIMA. 1 93
yo: cogido-' á Christo , como Christo me
cogió á ,mí , si quo modo comprehendam ,
in quo ,, et comprehensus sum d Christo
Jesu. ¡O Santo y fervorosísimo Apos­
tol 1 i Y cómo puedo yo contemplar
vuestro espíritu todo.-de-fuego , siem­
pre en movimiento , calor y actividad
por el camino de la virtud y perfec­
ción , sin llenarme de rubor y confuí
«ion por mi gran frialdad y tibieza 1
Yo desde tan lejos os mito, como á un
ciervo herido y sediento que corre en
busca de las aguas para su refrigerio ,
trepando por montes y collados con tan­
ta velocidad, que nadie hay que pueda
detenerlo ; y yo entretanto arrastrando
por la haz de la tierra siempre pesado
siempre perezoso, y casi sin movimien^
to en el camino de la virtud. ¿ Y qué?
¿Tan olvidadas tengo yo las misericor­
dias de Dios para continuar con tan­
ta insensibilidad y falta de corresponden­
cia? ¡O mi Dios! Por todos los camínós
TOM. II. N
1 94 MEDITACION
me habeís seguido con solicitud de Pa­
dre, ¿y quántas veces me habéis atajado
los pasos, para que no me perdiese? Sí
yo iba á desviarme , vos con suma dili­
gencia y prontitud me salíais al encuen­
tro para volverme á camino. ¿Tanto cui­
dado y solicitud en vos para salvarme,
y tanto descuido , pereza y negligencia
en mí para serviros? Tened Señor com­
pasión de mi flaqueza y debilidad, cor­
roborad á mi espíritu con la virtud y efi­
cacia de vuestra gracia para corresponder,
como correspondió vuestro fidelísimo Sier­
v o , y Apóstol fervoroso á vuestras mi­
sericordias con generosa gratitud, solíci­
ta diligencia, alegre prontitud, y fervo­
rosa actividad en todo quanto sea de
Vuestro agrado y servicio.
t r íg e s im a p r ím a . 195

PUNTO SEGUNDO.

Qti(0 quidem retró sunt oblibiscens, ad ea vero


qua sunt priora exteniens me ipsum. P hilip. 3.
v. 13.

vSi el grande Apostol de las Gentes


despues de tantos trabajos, peligros y tri­
bulaciones padecidas por Christo; des­
pués de tantas obras heroicas de .virtud
en cumplimiento de su apostólico minis­
terio , sinceramente confesó, escribiendo
á los Hlipenses, que aun no habia alcan­
zado la perfección :' Fratres 7 ego me non
arbitrar comprehendisse, ¿quie'n podrá li-
songearse de ser perfecto, quando por
buena suerte pudiéramos desear que nues­
tro fin fuese á lo menos comparable con
los principios de este Santo Apostol? Y
bien: ¿Por ventura esa humilde y since­
ra confesion de San Pablo lo desmayó?
Antes le sirvió de espuela para ser mas
diligente y fervoroso en adquirir la pro­
pia perfección. Quien se tiene por per-
N2
I Q6 ME DI T A C I ON

fecto, se míra en cierto modo como se­


guro, y descuida de ir adelante, echán­
dose á reposar, como quien ha llegado
ya al término. Nuestra perfección, sea
la que se fuere aquí en la tierra, es per­
fección de viadores ó caminantes. Entre
los caminantes el que se extravía, vá fue­
ra de su perfección , el que rodea, se
atrasa, el que se para y detiene, tanto
pierde de su perfección, quanto del ca­
mino que pudo adelantar , si no se hu­
biera detenido. Andar siempre, y andar
con prontitud, diligencia y fervor ade­
lante , y ganar siempre terreno nuevo,
veis aquí la perfección propia de un ca­
minante; y para ello ¿qué hace et que es
diligente , solícito y fervoroso? Todo el
camino andado lo echa en olvido, como
cosa que dexa ya á las espaldas, y toda
su míra y atención la pone en lo que le
falta por andar hasta llegar al término
de su viage. Por el contrario el que es
descuidado y perezoso , á cada paso se
T R I G E S I MA P R I M A . I p /

para á mirar lo que tiene andado, y co­


mo que se recrea y solaza con esta vis­
ta y recuerdo. ¿Y que' saca de ahí? Con­
tinuar su viage de peor gana, que la que
tuvo, quando le emprendió de nuevo en
los principios: andar con mas lentitud ^
cansarse mas presto, desmayar freqiien-
temente, y echarse mas á menudo á des­
cansar durante su viage. Veis aquí la
imagen del que anda perezoso y negli­
gente por el camino de la virtud. El ocu­
pado con la memoria del bien pasado, y,
que hizo en otro tiempo, se consuela con
eso, y como que allí reposa y descansa;
de donde comienza á sentir un género
de fastidio para ir adelante por la difi­
cultad y trabajo que experimenta. Hoy
hace con descuido y poca exáctitud, lo
que ántes hacia con diligencia : mañana
lo interrumpe : otro dia lo dexa del to­
do i y así con esas paradas y descansos
que va tomando repetidas veces, se debi­
litan mas las fuerzas para andar , y se
x P8 M E D IT A C IO N
entibia, enfriándose cada dia mas y mas
el deseo de proseguir su camino. Toda
la vida del buen christiano, dice S. Agus­
tín , 1 está puesta en un santo deseo de
aprovechar , é ir adelante. Este deseo, es
el seno de nuestra alma, y aunque de su­
yo es estrecho , pero extendiéndolo , se
ensancha, y se vuelve mas capaz y di­
latado. Ved aquí lo que puntualmente nos
dice San Pablo que él hacia como exem­
plar que era de fervorosos; olvidándome
y o , dice, de todo quanto dexo atrás, me
extiendo y dilato hácia aquello que miro
delante de m í, como cosa que aun me fal­
ta, y queda por alcanzar, qua quidem retro
sunt obliviscens , ad ea vero qü<e sunt prio-
ra extendens me ipsum. Todos los actos de
virtud en honra y culto de Dios, todos
los trabajos padecidos por Christo, todo
el bien en utilidad del próximo que has­
ta entonces había obrado el Apostol, co­
mo cosa ya pasada, y que dexaba atrás
i Tract. 4. in Epist. Joan.
TRI GAS I MA P R I M A . I 9 9

y á las espaldas, ni lo miraba, ni lo aten­


día , ni se acordaba de ello, qua retro sunt
obliviscms. Toda su mira y atención la
fixaba en lo que estaba delante i allá en­
caminaba su deseo, allá se extendía toda
su almay a d e a vero qua sunt priora exten-
dens me ipsum. ¿Quereis ver quanto ha­
bia ensanchado este Santo Apostol el se­
no de su. alma? Mirad la prontitud de
aquel su deseos quanto mas se extendía
y dilataba hácia adelante , tanto mas ter­
reno descubria de nuevo que le quedaba
que andar en el camino de la perfección.
Mientras le quedaban aun penas que pa­
decer por Christo, mientras le quedaban
todavía trabajos que sufrir por el bien
del próximo, mie'ntras quedaba Pablo en
pie con la unión de su alma al cuerpo,
quedaba siempre camino abierto en que
extender y dilatar mas y mas su deseo
para Ir adelante, redoblando el exercicio
de las virtudes con nuevos actos y nue­
vos objetos. Y todo eso ¿quando se ha-
a 0 0 M E D IT A C IO N ■
bia de acabar? Quando el Santo Apóstol
dexase de ser peregrino y caminante so­
bre la tierra, que es decir , que había de
durar hasta la muerte. Una alma á quien
espolea el estímulo del fervor, no se para,
ni se detiene á descansar en su carrera
hasta la muerte. ¡Quanto procuráron de­
tener al Santo Apostol sus discípulos en
Cesárea, para que no pasase á Jerusalen,
como él tenia determinado ! Ellos temían,
y con razón, los malos y ásperos trata­
mientos , con que habia de ser recibido
de los Judíos, que en todas partes lo per­
seguían. Habia llegado de Jerusalen á Ce­
sárea un Profeta del Señor llamado Aga-
b o , 1 y puesto en la presencia de San Pa­
blo le quitó el cíngulo, y con él atóse
el Profeta sus pies y manos, diciendo en
alta voz delante de todos. Veis aquí lo que
dice el Espíritu Santo : de esta suerte en
•■que/ipe* veis será atado en Jerusalen por
lo¿ Julios el varón cuyo es este cíngu-
* i Act. a i.
T R IG E SIM A PR IM A . 201

lo , y será entregado al poder de los Gen­


tiles. ¡Que ruegos! ¡Que' lágrimas y so­
llozos de todos para detener al Santo
A p o sto !! Pero San Pablo que extendia
siempre, y dilataba su deseo hácia ade­
lante, se mantuvo siempre firme y cons­
tante en su resolución por la gloria de
D ios: ni las tiernas súplicas de los que
tanto le amaban , ni el doloroso llanto
de los que tanto se afligían por él, fué-
ron bastantes para- pararlo en su carrera.
M ayor quebranto sentia su tierno cor#í
zon por las lágrimas de aquellos sus díií
cípulos, que quanto dolor podían causa^
le las cadenas de toda la Palestina; y así
les d ixo: ¿ Qué hacéis con tanto llorar
que me quebráis el corazon? Sabed que
yo estoy pronto y dispuesto , no sola­
mente para ser atado y aprisionado , si­
no también para morir por el nombre dg
mi Señor Jesuchristo. Prisiones, cárcjl^j
y cadenas, todo eso lo tenia ya and|£p
el Apostol, todo eso ya lo dexaba atrás
20 2 M E D IT A C IO N

y 3. las espaldas, qu¿e retrd sunt oblivls-


censi su deseo se extendía adelante? pade­
cer la muerte, eso es lo que le quedaba
aun por andar al Santo Apostol, y en
eso tenia él puesta su mira* yendo siem­
pre adelante en su camino , ad ea vero
qua sunt priora extendens me ipsum, ¡ O
grande Apostol! ¿Quién podrá dignamen­
te ponderar el incomparable fervor de
vuestro espíritu ? ¡ Alma insaciable! Siem­
pre hambrienta , siempre sedienta de la
justicia y santidad, cuyo seno capacísimo
todo lo abarcaba, cuyo deseo dilatadísi­
mo á todo se extendía i la virtud mas
heroica era para él cosa ordinaria, la
santidad mas eminente era corta esfera,
todo lo traspasaba con la rapidez de su
vuelo el' gran fervor, ¿Quién podrá se-:
güiros Santo mío ? Vos estáis lleno de ca­
lidad. La caridad es benigna y compa­
siva* L a caridad condesciende con la fía-
qúéza y debilidad. Alargad la mano de-
vuestra poderosa intercesión, y ayudada
TRIGESIMA? RIMA. 2O3
me á caminar porque soy ñaco, y si aun
con todo eso me quedo tan atras, tenga
á lo menos el consuelo de no perderos
de vista, y me aníme á seguiros , aun­
que desde tan lejos , y de una tan in-^
mensa distancia.

PUNTO TERCERO.

A d destinatum persequor , ad bravitim superna


vocationis D ei in Christo J e su, P h ilip . 3. v. 14 .

Ir siempre adelante con todo ahinco


por el camino de la virtud y perfección;
veis aquí el empeño que con tanta efica­
cia y actividad tomó el Apostol, ad des­
tinatum persequor : llegar por último á
conseguir la corona de la eterna vida,
que es el premio señalado y propuesto
por la divina vocacion á los viadores ó
caminantes por fé, veis aquí el término
á que aspiraba el Apostol , como á fin
de su carrera, como á reposo y descanso
de sus fatigas despues de correr con tanta
204 MEDITACION

velocidad y fervor, ad bravium superna


vocationis Del. Poderoso impulso para ha­
cer andar y correr con fervor al alma
por el camino de la virtud , es aquella
preciosísima corona de la eternidad, que
la muestra Dios desde lo alto, y con ella
la convida á apresurar el paso y no de­
tenerse. El Santo Apostol, que había ya
visto algo del sumo precio y valor im­
ponderable de aquella corona de eterna
felicidad, tenia siempre puesta su mira en
ella, y no tanto corría, quanto'volaba
para alcanzarla. En la carrera del mundo
una pequeña utilidad temporal, una hon­
ra pasagera, un Ínteres de poca monta
y consideración , que se proponen los
hombres, como galardón de. sus indus­
trias y tareas, les obliga á tomar oficios
de mucho trabajo , peligros , sujeción y
servidumbre, aprenderlos con mucha di­
ligencia y solicitud, exercitarlos con fer­
vor y perseverancia en la mecánica , en
la a g ricu ltu ra e n la náutica, en la mí^
TRIGJESIMAJPRIMA. 20 J
lícía, en la toga 5 la mira y atención
que tienen puesta en el premio, les ocu­
pa enteramente el ánimo, y no los dexa
advertir en el peso y gravedad de los
penosos exerclcios de su arte , oficio ó
ministerio: lo áspero, se les hace suave,
lo pesado, se les vuelve Ügero, lo mo­
lesto, gustoso, lo arduo, fácil y llevade­
ro : la vista sola del galardón ó recom­
pensa que se prometen, basta para ha­
cerlos andar vigilantes, solícitos y fervo­
rosos en sus respectivas ocupaciones y
ministerios. Tanta fuerza tiene la vista
del premio para animar al trabajo, y dis­
pertar al alma á sacudir de sí toda pere­
za , negligencia y dexadez en el obrar.
Y si un premio temporal que apenas ex­
cede , y á veces no llega á igualar la
quantidad, qualidad y duración del tra­
bajo , molestia y fatiga que precedió, tie­
ne toda esa virtud y eficacia para inci^
tar y estimular al fervor de las operacio­
nes humanas, discurrid con quanta fuer-
ao6 M E D IT A C IO N
za y eficacia moverá la vista del premio
y galardón eterno al que tuviere ojos
limpios para verlo, y corazon desemba­
razado para desearlo. Conviene corregir
con la vista interior esos ojos del cuer­
po acostumbrados , á no v e r , ní mirar
sino lo sensible, y hacer que suspendan
el uso inmoderado para dar entrada á la
luz- y reflexiones de la fe'. Las cosas que
se ven son temporales y pasageras : las
que no se ven son las eternas. Quien
tiene puesta su mira y atención en lo
temporal, á eso solo busca con empeño,
y va en su seguimiento con fervor para
alcanzarlo. Quien fija su vista interior en
lo eterno, allá se encamina con toda so­
licitud , lo busca con diligencia, y no
desiste hasta encontrarlo. Todos los im­
pedimentos que puedan atravesarse para
detenernos en el camino de la virtud, y
todas las dificultades que se nos pueden
oponer para hacernos parar y desistir, son
impedimentos y dificultades temporales, y
1
TRIGJESIMAPR M A . 20/
que pasan con el tiempo: lo que pasa con
el tiempo, con él se acaba, y lo que se
acaba con el tiempo, ¿qué comparación
tiene con lo eterno, que siempre dura?
¡ Quántas, y quan grandes dificultades !
¡Quintos, y quan poderosos impedimen­
tos tuvo que vencer San Pablo en la car­
tera de su apostólica predicación! ¡ Quán­
tas, y quan graves molestias, trabajos,
fatigas, tentaciones, penalidades, perse­
cuciones , peligros y tormentos tuvo que
sufrir, para ir siempre adelante en et ca­
mino comenzado! No obstante esto, to-^
do lo tuvo por leve* por pequeño y
de poquísima consideración , leve trU
bulatlonís nostra , porque miraba á lo eter­
no. Todo lo temporal, sino se mira, es
pequeño : si se mira, parece grande y de
mucho peso. Es como la sombra. Ella na­
da es, sino se mira y se atiende solo al
cuerpo ; pero sí se aparta la vista del
cuerpo, y se aplica toda á mirar la som­
bra, parece cosa grande y de mucho vul-
2 O8 M E D IT A C IO N
to , y que basta para espantar. ¿Cómo
tenia San Pablo por leves y de poca mon­
ta á todas sus tribulaciones? No mirán­
dolas; non contemplantikus nobis qua v i den-
tur i ¡y cómo podia San Pablo no ver7 lo
que veía y tenia presente? Mirando lo
que estaba ausente y lejos de sus ojos,
sed q m non videntur. Considerad lo que
pasa con un negociante que emprende su
viage á país estraño y peregrino. El tie­
ne presente y á su vista el mar, aquella
continua inquietud y alteración de las
aguas, aquel ir y volver de las olas, que
se hínchan, que se levantan hasta las nu­
bes, que se quiebran y estrellan con un
ruido que amedrenta y atolondra, aquel
soplar impetuoso de los vientos,, que to­
do lo alborotan. Si el negociante mira a
todo eso que tiene presente, y á su vis­
ta, se quedará siempre en el Puerto , y
no hará jamás viage por miedo dé per­
derse ó naufragar. Otra cosa mira é l,
aunque todavía no la ve. Los grandes te-
T RI QESXMAPRI MA. 2 O9
soros de plata y o ro , las ricas mercadu­
rías de seda y algodon, las perlas y de­
más joyas preciosas de aquel p aís, á don­
de dirige la nave su proa, eso es lo que
mira el negociante; y sin embargo nada
de todo eso ve desde el Puerto de don­
de sale. L o rico y precioso, aunque au­
sente y que no se v e , le hace perder al
negociante la mira y atención á lo que
tiene presente, y está á su vísta; le obli­
ga á embarcarse , le hace despreciar to­
dos los peligros del m a r, e' ir en busca
de aquel suspirado país, que aun sin ver­
lo , lo miraba ya desde lejos con agudos
ojos su codicia. San P a b lo , que era me­
jor negociante, levantó sus ojos para fi­
jarlos en objeto mas noble y mas subli­
me. El puso toda su mira y atención en
aquella riquísima y preciosísima corona
de la eterna v id a , que no se v e ; y eso
bastó para no mirar lo que v e ía , y para
despreciar y tener en poco todo lo pre­
sente y temporal que está delante de los
tom . II. o
2 10 MEDITACION
ojos. 1 Non contemplante bus nobis qu¿e vi-
deniur, sed qu¿e non vldeniur . Qua emm v i-
dentur tewporalia sunt ; qu# ¿rntem non v i-
dentur aterna sunt. \ O Santo A p o sto l!
Que tan bien supisteis negociar, acauda­
lando con vuestra diligencia y fervor
tanta copia de tesoros de virtud y mere­
cimientos , alcanzadme del Señor con
vuestros ruegos un quantiosísimo capital
de gracias, para con él, aplicando yo Jun­
tamente de mi parte la industria y el tra­
bajo , saber grangear la mas rica, la mas
preciosa y la mas estimable jo ya, que es
la corona de la eterna vida.

i a* ad Cor* 4.
MEDITACION XXXII.
Vida de San Pablo escondida con
Christo.

PUNTO PB.IMEÍLO*

Mortui esiis > et tita vestra ahscondita est cuta


Christo iñ Deo* C oloss. 3. V. 3.

E l grande fervor de. San Pablo en se­


guir á Christo é imitar sus virtudes le
conduxo á una suerte de vida ^ que á los
ojos dei mundo era una muerte, pero de­
lante de Dios era una vida preciosísima*
y ¡sumamente deseable, Vida , cuyo as­
pecto y semblante todo es de muerte, no
puede ser sino una vida muy oculta y
escondida* Veis aquí la vida de los San­
tos en esta peregrinación sobre la tierra,
y la que tuvo con eminencia el grande
Apóstol > pudiendo decir de sí, lo que
aplicó á los Colosenses quando dixo; Vo-
02
%I 2 MEDITACION

sotros estáis muertos; pero vuestra vida


está escondida con Christo en Dios :
muertos y vivos: muertos en la estima­
ción del mundo, y vivos en el aprecio
de Dios. Toda vida en su raíz y origen
consiste en un cierto principio oculto é
interior, de donde nace, y se deriva el
movimiento y operacion en el viviente ,
y quando falta toda operacion y cesa to­
do movimiento, decimos que ha muerto
el que ántes vivía; como por el contra­
rio , mientras dura algún género de mo­
vimiento , y se manifiesta alguna opera­
cion vital, por ahí se descubre y demues­
tra , que aun persevera aquel principio
oculto é interior, que lo aníma y vivi­
fica. ¿Qué movimiento, y qué operacio­
nes vitales mostró San Pablo en todo el
curso de su vida apostólica? Si se atien­
de á lo que el mundo llama y tiene por
■vida, ningún movimiento, ninguna ope­
ración vital descubrió San Pablo que fue­
se correspondiente á ese género de vídaj
TRIGESIMASJEGVNP A. 2I $
en orden á semejante vida, San Pablo es­
taba muerto , mortul estis. La vida del
mundo es corporal y sensible , como él
es. Gustar de comer, beber y dormir,
procurar toda comodidad y regalo, en ca­
ma, habitación y exercicio : tomar placer
en todo lo que dispierta, fomenta é irri­
ta la curiosidad y gusto de los sentidos,
dar cumplimiento y satisfacción á los mo­
vimientos interiores que van tras de esos
bienes terrenos, y quando aun no se po­
seen en efecto , aspirar á ellos con el de­
seo , apacentar el ánimo , y entretenerlo
con la memoria, afición y amor, miran­
do á todo eso como á un estado de vi­
da el mas feliz, y tanto mas deseable,
quanto fuere mayor el explendor, copia
y abundancia de esos bienes; esto es lo
que el mundo llama vida, y vida dicho­
sa , y los que la logran son aplaudidos
y ensalzados de los amadores del mismo
mundo, como bienaventurados. 1 Beatum
i PsaJm, 143.
3 14 M E D IT A C IO N 1
díxerunt populum cul bac sunt* - Para todo
eso San Pablo estaba muerto, mortui es~
tis. El ni comía, ni bebia, ni dormía, ní
mostraba movimiento, ni operacion algu­
na que saliese animada y dirigida dei
gusto y del placer. El placer y gusto, co­
mo principio vivificante que anima, mue­
ve y hace obrar á los vivientes munda­
nos y terrenos estaba muerto en San Pa­
blo , y no tenia virtud, ni eficacia para
producir en el Santo Apostol movimien­
to , ni operacion alguna. Ahora comiese,
bebiese, 6 durmiese, ó hiciese otra qual-
quier cosa que pide de suyo la necesidad,
ó conveniencia que trae consigo la con­
dicion humana mortal y corruptible, na­
da de todo eso hacia por el gusto y pla­
cer que le moviese á ello. Ese fin baxo,
terreno y animal , habia muerto. Otro
principio vivificante, oculto y escondido,
era el origen, de donde se derivaba to­
do movimiento y operación de vida del
Apostol. El liajbia abandonado enteramen-
T R IG JE S IM A S E G U N P A . 2 I J
te todo lo terreno, sensible y temporal,
y como los muertos escondidos en lo in^
tenor de los sepulcros, no tienen tra­
to alguno , comunicación , ni comercio
con los que andan todavía sobre la haz
de la tierra, se habia retirado el Apos­
tol en lo mas oculto del corazon de
Christo, y allí vivia como en lugar se­
guro , solitario y libre de toda turbación,
succesion y mudanza, que pasa dentro de
la esfera de lo mundano y visible. Chris­
to no solamente era la vida exemplar y
de imitación , con quien se conformaba
San Pablo, sino que también era la vida
.final, ó el fin que le movia, incitaba y
animaba en todos los movimientos y ope­
raciones de vida. El amor de Christo, la
honra y gloria de Christo era aquel prin­
cipio universal , aquel mobil superior,
aquel grande exe sobre el qual giraba y
se volvia toda la máquina portentosa de
Vida de tan grande Apostol. Quien vie­
se á San Pablo andar por el mundo, co-
2x6 M E D IT A C IO N

mer, beber, dormir, respirar este ayre


común de todos, pensarla que San Pablo
era como los demás hombres, y que vi­
vía como uno de ellos. Pero \ ó excelen­
cia de la vida interior y escondida con
Christo! iQuánta distancia hay de obrar
á obrar, aun quando las operaciones son
á cerca de objetos comunes y ordinarios*
Christo también comía, bebia y dormía
aquí en lá tierra, y no reusaba algunas
veces ser convidado, y asistir á las me­
sas esplendidas y festivas; ¡ pero á quan
sublime grado de perfección levantaba
Christo esas mismas operaciones tan or­
dinarias con el modo de exercerlas!
Tanto se complacía el Eterno Padre de
ver á su Hijo comer entre los convida­
dos allá en Cana de Galilea , como en
celar su honra, arrojando del Templo á
los que lo profanaban con el vil minis­
terio de su codicia. San Pablo, como hom­
bre que era, estaba sujeto á todas esas
necesidades de la condicion humana, mor-
T R IG E S IM A S E G V N V A . ÜI J
tal y corruptible. El hacia también lo que
los demás hacían s ¡ pero con qué espíri­
tu! ¡con qué perfección! La honra y glo­
ria de Christo, que era el fin que movía
al Santo Apostol á obrar todo quanto
obraba > era aquel principio interior de
vida, que animaba é infundía espíritu de
vida, á lo que de otra suerte hubiera si­
do un cadáver de operacion mundana,
terrena 6 animal. Ese fin tan alto y tan
sublime, levantaba á un grado superior á
aquellas acciones de suyo baxas, y que
por sí mismas son de tan inferior condi­
cion , y hacía que el Santo Apostol aten­
diese á ellas con el mismo espíritu con
que exercitaba las obras mas heroicas de
su apostólico ministerio. Ese mismo fin,
como principio vital y de quien se deri­
vaba todo movimiento, hacia que San Pa­
blo mírase á todas las cosas con una per­
fecta indiferencia , y estuviese tan bien
dispuesto y preparado para tomar unas,
como para dexar otras. Con la misma
igualdad de ánimo recibía la fatiga, que
el descanso: con igual amor sufria la
hambre, sed , frió y desnudez, que sí
tomase el sustento necesario, y todo aquel
reparo y defensivo á que obliga la mise­
ria del hombre y la inclemencia de los
tiempos. A donde quiera que inspiraba
la honra y gloria de Christo , allá cor­
ría el Santo Apostol, fuese lo que fuese,
ahora comer, ahora ayunar, ahora dor­
mir . ahora velar. Por eso decia él á los
: sé comer, y sé tolerar el ham-
bre; sé abundar, y sé padecer pobreza y
necesidad; sé estar abastecido, y sé estar
también falto y menesteroso de todo. 1
Scio , et satfari, et esurire , et abundare, et
penuriam patu ¿Y de quién otro, sino de
Christo habia aprendido el Santo Apostol
esta grande arte y ciencia divina para po­
der decir que sabia y estaba bien ins­
truido en todo eso , ubique , et in óm­
nibus institutus sum ? El corazon de Chris-
I Philip. 4.
to , én donde vivía el Santo Apostol, era
la escuela en que habia aprendido ésta
arte de vivir un genero de vida divina,
con operaciones vitales, de suyo muy hu­
manas y muy ordinarias. Este espíritu de
.vida interior, que movia al Apostol, y
daba tan grande alma á todas sus opera­
ciones, era muy oculto; ni los hombres
lo veían, ni el se descubría, por aque­
llos efectos , como tan ordinarios que
eran y comunes á todos. O Santo Apos­
tol, no menos Apostol de Christo en pre­
dicar el Evangelio, que en coser pieles:
no menos imitador de Christo en comer,
que en ayunar: no menos amador de
Christo en la abundancia, que en la po­
breza : no menos zelador de Christo en
el vestido, que en la desnudez. En lo ex­
terior, y á los ojos del mundo, se veía
gran diferencia y variedad de ocupacio­
nes; unas de explendor, otras de abati­
miento; pero á todas igualmente anima­
ba un mismo espíritu interior. La honra
2 20 M E D IT A C IO N
y gloría de Christo, era aquel espíritu
de vida, que las daba el movimiento, y
hacia que compareciesen en la presencia
de Christo tan vivas, tan vistosas y tan
agraciadas, como la mas cabal y perfec­
ta copia del divino exemplar que imita­
ban. Alcanzadme Santo mió, que sepa yo
imitaros en este modo de obrar con es­
píritu interior, que dá vida tan preciosa
á lo que el mundo no aprecia, ni esti­
ma, ni conoce, porque está oculto y es­
condido á sus ojos.

PUNTO SEGUNDO*

V ita vestra abs condita est cum Christo in Deo*


Coloss. 3. v. 3.

Lo que es el oro en las entrañas de


la tierra , y la perla en el profundo del
mar, eso es la vida de los Santos inte­
rior y escondida con Christo. ¡ Quán
precioso es el oro entre los metales! Pe­
ro todo su precio y valor lo tiene ocul­
to én üna obscura mina. ¡Quán Hermo­
sa es la perla entre las Joyas1. Pero to­
da su belleza está escondida en el seno
de una tosca concha. Lo que muestra el
oro por defuera, todo es despreciable á
la vista. Un monte pelado sin verdor,
sín amenidad, sin hermosura, tierra se­
ca, estéril e infecunda de toda yerba y
de toda planta, veis aquí la faz exterior
que se descubre á los ojos. ¿Tanta pre­
ciosidad en el oro debaxo de tan vil apa­
riencia? Sí: precioso y v il5 precioso en
sí, y vil en la tierra obscura que lo ocul­
ta. Y la perla, ¿qué semblante muestra
de sí al Pescador que la busca? Una du­
ra, tosca y escabrosa concha. ¿Tanta be­
lleza en la perla con tanta fealdad? Sí:
hermosa y fea i hermosa en sí misma, y
fea en la concha, que la tiene cerrada y
escondida. ¡O vida interior de los San­
tos, tanto mas preciosa, quanto es mas
vil lo que te encubre! ; O vida tanto mas
hermosa, quanto es mas vil lo que te es-
2 22 M E D IT A C IO N
conde! Preciosa á la vista del cielo, vil
á los ojos de la tierra: hermosa en la
presencia de Dios, fea delanté de los hom­
bres. Trabajos, tribulaciones, persecucio­
nes, abatimientos , enfermedades ; esos
i
son aquellos montes pelados, sin recreo,
ni amenidad que el mundo mira con des­
precio y con horror; pues allí dentro se
conserva oculto el mas rico tesoro de la
virtud de los Santos. Mortificación, ab­
negación , retiro, abstracción de todo lo
temporal; esa es aquella dura, tosca y
escabrosa concha, que nada tiene de vis­
toso; pues allí dentro está escondida la
mas hermosa perla de la vida interior de
los Santos. La vida del mundo, toda es
exterior, porque el bien que ama es sen­
sible, y toda ella se funda en la como­
didad y regalo, en el explendor y glo­
ria , en la fama, honra y estimación de
mucho nombre sobre la tierra. Estos son
los bienes que el mundo aprecia, esos
solos los que mira, porque los tiene pre-
T R IG E S IM A S ^ G V N J> A . %2 J
sentes á sus ojos. En esos bienes exter­
nos y sujetos á la vísta de todos viven
los mundanos: en ellos se manifiesta su
vida, y es conocida de todos, aplaudida
de unos, y envidiada de otros. La vida
de los Santos, es interior, porque ni es
visible, ni corporal el bien que aman, y
tanto los méritos, quanto el premio que
esperan, todo está escondido* ¡Quán con­
trarias vidas1. ¡Y quán distante la una de
la otra! La una se descubre con lucimien­
to y explendor; la otra se esconde con
humildad y retiro. La una triunfa con
los aplausos y alabanzas; la otra huye de
toda humana honra. La 'una campea con
la comodidad y regalo i la otra vive con­
tenta con la abnegación y trabajo. Todo
quanto el mundo muestra de su vida, to­
do es vistoso; pero eso es todo el bien
que tiene, y no queda otro que esperar.
Todo quanto muestran los Santos de su
vida interior > todo es despreciable á los
ojos de la carne; pero ellos viven ocul-
224 M E D IT A C IO N
tamente con una vida la mas preciosa a
los ojos de Dios. No estrañeis decia el
alma Santa, hablando con las Hijas de Je-
rusalen, no estrañeis de ver mi semblan­
te obscuro y denegrido , porque me ha
tostado ei sol: Noli te me considerare quod
fusca sÍMj quia decoloravit me sol. El ardor
de los trabajos, de las tribulaciones y per­
secuciones, eso es lo que tuesta aquí en:
la tierra á los Santos, y los vulve obs­
curos y denegridos á la vista de los mun­
danos , sin gloria, sin explendor, sin fa­
ma, sin aprecio , ni estimación , viles y
abatidos í pero todo eso es color y color
de tierra. Dentro de ese color obscuro y,
feo, allí se oculta lo precioso y lo her­
moso , nigra sum , sed formosa. 1 ¡ O pre­
ciosos y viles! i O hermosos y feos! Ellos
habian de ser del todo semejantes á aquel
divino exemplar de todos los Santos.,
¿Quién mas precioso, ni mas hermoso que
Jesuchristo? El era el precioso y el her*
T R IG E S IM A S £ G UND A . 22$

tnoso sobre todos los hijos de los hom­


bres, nos dice un Profeta, á quien tan
anticipadamente se descubrió , speciosus for­
ma pr¿e f ilm hominum ; la misma preciosi­
dad y la misma hermosura; la misma ino­
cencia y la misma santidad; el mismo res­
plandor y la misma gloria. Eso era Chris­
to en sí mismo. ¿Y por nosotros? ¡O h ,
y quan desfigurado lo vió posteriormen­
te otro Profeta! Violo obscuro y dene­
grido , cárdeno y amoratado, y todo él
tan mal parado, como si fuera un lepro­
so , y que el aspecto que mostraba á los
ojos del mundo era de un Hombre sin
nombre, y enteramente desconocido, nec
repuUvlmus cum, 1 ¿Quán hermoso lo víó
San Pedro en el Tabor? Mas blanco que
la nieve, mas resplandeciente que el sol.
¿Quán demudado le vió San Juan en la
Cruz? Pálido como la muerte 7 abatido
como un ladrón. ¡ O Christo Jesús ma­
nifiesto y oculto! ¡Descubierto y escon-
1 Isaiíe ¿3.

TOM. II. P
22 6 M E D IT A C IO N
dido ! i Encubierto á los ojos de la carne I
^Declarado á los ojos del espíritu! Deba-
xo de un aspecto de tanta tribulación y
.. abatimiento, un ladrón lo despreció co­
mo á delinqiiente : otro le confesó por
Rey: los incrédulos lo trataron peor queá
un puro hombre: el Centurión lo reconoció
por Hijo de Dios. Veis aquí en dónde se
esconde la vida de los Santos, en dónde
se escondió la vida ■ del Hijo de Dios.
Trabajos, tribulaciones, desprecios, aba­
timientos , eso es lo que presentan por
. afuera ? y por eso son desconocidos del
mundo. Inocencia, pureza y santidad, eso
es lo que tienen escondido con Christo,
y por eso son apreciados del cielo. ¿Y
pensaremos nosotros que aquel grande
amador de Christo , un Pablo Apostol,
habia de ir en busca de otra vida, y vi*
da en quien echase el mundo sus ojos
con agrado? Mirad quan bien escondido
.. estaba con Christo el Santo Apostol en
su primera entrada en Corinto, quando
T R IG E S IM A SXGXTNDA. 2 27
cargó sobre él tanta copla de trabajos,
de tribulaciones y abatimientos, que fué
necesario que el mismo Christo se le apa­
reciese aquella noche y lo confortase. 1
No temas Pablo, le dixo el Señor5 no
temas que yo estoy contigo para prote­
gerte : 2 continua y no ceses de predi­
car , porque hágote saber, que aquí en
Corinto tengo yo un numeroso Pueblo
de escogidos. ¿Qué nueva mas gustosa
podia recibir el Santo Apostol? Con sa­
ber que estaban ocultos en Corinto mu­
chos que á su tiempo serian amadores de
Christo , ¿qué pena podia darle á San
Pablo, ser tenido por un hombrecillo de
figura vil y contentible, falto de huma­
na ciencia y eloqüencia, y ser mirado,
como mira el mundo con desprecio á to­
do lo que carece de gloria humana y es­
plendor terreno? Debaxo de ese aspecto
tan vil y despreciable á los ojos del mun­
do, estaba escondida la sabiduría, la elo-
1 Act, 18. a 1, ad Cor. a.
Vi
2 28 M E D IT A C IO N
qüencia y eficacia divina de la prédicas
cion del grande A postol: estaba escon?
.dida la inocencia, virtud y santidad lie?
róica de su vida. ¡O precioso Apostol,
tanto mas precioso , quanto mas humi-i
liado y abatido! ¡ O hermosa alma, tan?
to mas bella, quanto mas vil y despre­
ciable á los ojos del mundo aquel cuer^
po tan trabajado que te escondía! Allí
iban á descargar sus tiros, los trabajos,
las Ignominias, las tribulaciones y perse-*
cuciones; pero la constancia interior, ía
fortaleza y magnanimidad que estaba es­
condida con Christo, y fundada en aque­
lla roca insuperable de virtud divina, to­
do lo rebatia, superior siempre á todo;
Alcanzadme Santo Apostol copiosa gra­
cia, con cuya virtud quede yo tan es-?
forzado, que no haga caso de todo quan-r
to el mundo ama, estima y aprecia, y
viva con gusto y contento en lo mas re­
tirado y escondido del corazon de. ChrísT
to.
PUNTO TERCERO.

Cum Christüí apparuerit vita vestra , tune et vos


' apparsbitis cum ipso in gloria. C0J.0ss.-3. v. 4.

El mundo disfruta su vida con pla^


ecr, esplendor y gloria, entretanto que
los Santos quedan ocultos, olvidados y
desconocidos, como otros tantos muertos,
que ya no tienen trato alguno, comuni-*
cacion , ni comercio con los vivos. Ven­
drá tiempo en que se trocarán las suer­
tes: daráse una vuelta al torno y se des­
cubrirá nuevo teatro: morirán los vivos
y resucitarán los muertos. Veis aquí el
consuelo que dá San Pablo á los Colo-
senses, que eran de la clase de aquellos
dichosos muertos, que tenían su vida es^
candida con Christo/ Quando apareciere
Christo, que es vuestra vida , dice el
Apostol, entonces aparecereis vosotros ,
juntamente con el. No ha de quedar siem­
pre oculta vuestra vida, no. No ha de
2gO MEDITACION
estar siempre escondida con Christo, no,
Quando Christo que es vuestra vida, y
ahora está oculto , se descubra y ma­
nifieste , entonces saldréis vosotros al pú­
blico , y todo el mundo verá que esta­
bais vivos, y muy vivos los que él re­
putaba y tenia por muertos. Vuestra vi­
da , dice San Agustin , es como el in­
vierno, en el qual Christo, que es el sol
de justicia, está cubierto. Considerad lo
que pasa en el invierno con los árboles.
Ellos, aunque por otra parte vivos y bien
arraigados dentro de tierra, quedan en
tiempo de invierno, como muertos. Aque­
llas hojas que los tenian antes con su
gran copia , frondosidad y verdor her­
mosamente vestidos y adornados, sirvien­
do de recreo á la vista, de refrigerio al
pasagero, de gustoso descanso al fatiga­
d o , todas se caen con el rigor del frió,
y quedan los árboles enteramente desnu­
dos y desaliñados > las ramas secas , el
tronco hispido, la corteza dura y esca-
T R I G E S1M A SM GV N PA, 23 I
brosa. En la apariencia y semblante ex­
terior parece uno mismo árbol vivo y ár­
bol muerto 5 pero aguardad un poco, y
que llegue el verano , vereis entonces lo
que se descubre. Aquel árbol que duran­
te el invierno , no. manifestaba señal al­
guna de vivo, comienza con el calor de
la nueva estación á dar muestras de lo
que tenia oculto. Su vida que estaba es­
condida en la ralz^ allá en lo hondo de
las entrañas de la tierra , se va descu­
briendo en los nuevos brotes que apa­
recen ; se van poco á poco extendiendo
y dilatando los renuevos5 nacen, crecen,
y-se tupen las hojas que lo visten; ya
aparecen las ñores que lo adornan; ya.
finalmente cuelgan de sus ramas, como
otros tantos hijos de su fecundidad, los.
deliciosos y apreciables frutos, ¿No veis,
quanta diferencia hay de árbol, á árbol?.
Antes agoviado con el frió , endurecido
can el hielo y las, escarchas, maltratado
de los vientos, híspido , duro, seco e' in-
43 ® M E D IT A C IO N
flexible, sin aliño, sin amenidad, ni her­
mosura y como muerto. Y'ahora blando,
flexible y manejable, verde., frondoso ,
florido y fecundo. Eso es lo que pasa con
los Santos que tienen su vida escondida
con Christo. Mientras se hallan en este
mundo, están de invierno: son árboles
vivos, sí, y muy vivos, pero su vida de
ellos está oculta, allá en la raíz de la ca­
ridad está escondida , raiz preciosísima
y que dilata sus raigones, no aquí en es­
ta tierra de muertos, sino allá en aque­
lla tierra vital, y tierra de vivientes el
paraíso. Entretanto que el sol de justi­
cia Christo Jesús está oculto dura el in­
vierno. Hyems nostra Christi occultaiío est.-
Vientos helados del Aquilón, tentaciones
del demonio que impelen, nieves que caen1
de lo alto , persecuciones de poderoso si
que abruman, hielos y escarchas al rede­
dor, trabajos, tribulaciones, ignominias,
desprecios que aprietan y oprimen de to­
das partes 5 eso es , y no otro lo que
233
tr ig e s im a s z g v n p a .
trae consigo el invierno, y no hay que
prometerse bonanza alguna durante el ri­
gor de la estación i sufrir y aguantar sin
dar muestras de sentimiento, como muer­
tos por defuera, mortui species pero como
vivos ocultamente y en la raíz, v iv í ra-
dice , esperar el feliz arribo de la nueva
estación, y que se descubra con toda la
plenitud de sus rayos el sol de justicia
Christo Jesús , y' traiga el verano de eter­
na duración, ese es el exercicio de los
Santos. oAistas nostra Christi revelatlo. En­
tonces sí que se manifestará con toda cla­
ridad la verdadera vida , y los que ántes
eran como árboles muertos y que tenían
su vida oculta en la ra íz, reverdecerán
con nueva y nunca vista amenidad. Ves-
tiránse de nuevo, y no de hojas caedi­
zas y del tiempo, sino' fixas, estables y
permanentes, et foltum ejus non defiuet; 1
adornaránse de ñores que nunca se mar­
chitan , ñores de celestial fragancia, sua-
2 34- M E D IT A C IO N - -
vidad y recreo, y.quedarán llenos y car­
gados de los mas preciosos frutos de sa­
bor divino, de eterna saciedad y hartu­
ra. Eso es á lo que atienden los Santos
desde el retiro y soledad de su vida ocul­
ta, elevados siempre sus ojos, y la vls^
ta interior á aquella apacible primavera,
y delicioso estio que aguardan para des­
cubrir su vida con la manifestación de
Christo, en donde la tienen escondida* 1
Atiende autem venturum tempus astatis quo-
modo seqmtur , et dicat: cum autem Christus
apparuerit vita vestra , tune et vos appare-*
bitis cum Christo in gloria . A eso atendía
el Santo Apostol, quando aun duraba su
invierno en este mundo. ¡ Quán rigoroso
lo experimentó en la Ciudad de Filipo de
Macedonia! 2 Levantóse allí tal torbelli­
no contra él, qv*e puso en confusion á
toda la plebe. ¿Qué podia esperar el San­
to Apostol de semejante contratiempo?
Una desapiadada lluvia de azotes descar-

i Aug, serm. n a . de temp. a Act. 16.


TRI GES I MA SMG V X D A. 4 3$
gó sobre las espaldas de San Pablo, y de
Silas su compañero; y no paró aquí la
tempestad. Por orden de los Magistrados
fueron metidos en un calabozo, y en lo
mas profundo de é l, y aun para mayor
seguridad, se les aplicó un duro y pesa­
dísimo cepó, que les tuviese enteramente
impedidos. ¿Qué haría San Pablo oculto
y escondido como muerto en lo mas obs­
curo y retirado de un calabozo ? Llegó lá
media noche, y veis aquí que empieza el
Santo Apostol á entonar una celestial me­
lodía de cánticos espirituales, hymnos y
alabanzas á Dios, correspondiendo por su
parte Silas su compañero, oyéndolo to­
do los demás presos , aunque apartados
en otros retretes de la cárcel. ¿ Qué es
esto? El lugar era el mas oculto, la ho­
ra la mas solitaria, la tribulación la mas
sensible , la ignominia la mas pesada, ¿y
en medio de todo eso cánticos, hymnos
y alabanzas? ¡A h ! Eso era ensayarse pa­
ra el exercicio de aquella preciosa vida y
2 %6 MJEPJTAClON
que por entonces estaba oculta, y con­
tinuarlo después, quando se descubriese
con la manifestación de Christo. A llí eran
todavía cánticos de invierno mezclados
con lágrimas y dolor que esprime la tri—:
bulacion. Despues serán cánticos de ve­
rano, quando quite Dios todo dolor, y
enjugue toda lágrima á sus siervos , y vi­
van ellos una vida dei todo vital en aque­
lla deseable tierra de vivientes , con la
dulcísima compañía de los que siempre
viven y nunca mueren. Allá merezca lle­
gar por vuestra intercesión, amado Apos-
t o l, esta mi pobre alma, quando salga
de esta tierra de muertos, y dexe la com­
pañía de los moribundos de acá, que ern
tretanto que viven, viven muriendo siem­
pre. '
MEDITACION XXXIII.
Suspiros de San 'Pablo por la eterna
patria.

PUNTO PRIMERO.

Destderium habens d is so h i, et esse cum Christo*


. Philip. 1. v. 23.

S i el grande Apostol tenía su vida es­


condida con Christo, y allí se la guar­
daba el Señor como en depósito, ¿qué
habia de hacer ya San Pablo aquí en el
mundo? Gemir , suspirar y anhelar por
juntarse y unirse con su vida. Quien ya
no vivía aquí en la tierra, '¿qué mues­
tras, sino suspiros habia de dar de una-
vida que la tenia toda oculta y escondi­
da allá en el cielo? ¿Que hace una po­
bre avecilla encerrada dentro del breve
recinto de una jaula , quando mita de­
lante de sí, pero lejos, una fértil, ame-.
238 M E D IT A C IO N
na y dilatada campaña ? Ella bate y sacu-*
de las alas , y se esfuerza á extenderlas
para volar , y dilatarse por aquella re­
gión que mira , como á su patria ; pero
se ve precisada luego á abatir su vuelo
por el impedimento de la jaula, que se lo
estorba. Ella vuelve y revuelve, sacude
y bate de nuevo 'sus alas, repite y mul­
tiplica sus esfuerzos para extender su vue­
lo , y en eso se le pasa el dia, ocupada
toda en esas pruebas y exercicio, conso­
lándose con aquellos vuelos cortos, sí 5
pero continuos á la vista de la campaña,
entretanto que se ve presa, ó impedida
para volar con libertad; ardientes deseos,
ansias fervorosas , suspiros vehementes ,
veis aquí el batir de las alas que mani­
fiesta el Apostol para volar á aquella re­
gión deliciosa , y bienaventurada tierra
de Vivientes , en donde tenía colocada su
verdadera vida: esfuerzos son todo eso;
y esfuerzos de una grande alma que va
á emprender un vuelo muy rápido y di-
T R 2& E S IM A T Z R C IA . 239
latado, pero que se reconoce todavía pre­
sa, atada e' impedida, y con dolor sus­
pira por la libertad, desiderium babens di­
solví. \ O quando se soltará este lazo que
me tiene preso! ¡Quando se romperán es­
tas ataduras de mi cuerpo, que no me
dexan en libertad para volar á lo alto !
i O vida m ia, Christo Jesús! Vos vivis
con los vivos, y sois la patria de los vi­
vientes, y por vos viven los que nunca
.mueren; y yo aun acá baxo entre los
mortales en la tierra de los que mueren,
rodeado de mortalidad y corrupción,
¿quando me veré libre de tanta muerte?
et esse cum Christo . Así suspiraba el gran­
de Apostol por aquella eterna patria ,
porque allí tenia puesto todo su tesoro y
y en donde estaba su tesoro , habia de
estar juntamente su corazon. Todo su te­
soro era vivir con Christo , y lo que no
era esto , era para San Pablo nada, .Nin­
guna cosa podía merecerle á aquel gran­
de corazon afecto , aprecio, n; estima ,
249 M X D I T A CION
sino llevaba consigo impreso algún ves-*
tigio de Christo. SI dilataba la fé con la
predicación del Evangelio , eso habia de
ser como Apostol, y Apostol de Chris-
tQr Paulus Aposivlus Christi. Si se emplea­
ba en los exercicios de caridad y benefi­
cencia con el próximo , sirviendo á to­
dos , en todo quanto podía, eso habia
de ser como siervo, y siervo de Christo.
Paulus servus Christi. Si padecía trabajos
y tribulaciones, cárceles y cadenas, eso
habia de ser como preso, y prisionero de
Christo. Paulus vinctus Christi. Ahora
glorificase á. Dios con su ministerio apos­
tólico 5 ahora sirviese al próximo con su
caridad; ahora padeciese'por el Evange­
lio f en todo había de sonar Christo. Sí
vivia, por Christo vivia: si moria, por
Christo habia de m orir: ahora viviese,
ahora muriese, todo era una misma cor
sa para San Pablo; porque todo su ter
soro era Christo , y en Christo tenia
puesto el buen uso y fruto de su vida
TRIG ESIM ATZRCIA. 1
24

en Christo tenia colocado el logro y ga­


nancia de su muerte, 1 mihi vivere Chris-
tus est , et mori luctum . ¡Quán de otra
manera suspiran los amadores de este si­
glo ! Ellos como viles comerciantes han
fabricado su tesoro aquí en la tierra;
aquí procuran conservarlo con solicitud,
aumentarlo con trabajos y diligencia, y .
viven siempre inquietos, agitados y con­
gojosos con el temor de perderlo. Lo que
es destierro , lo miran como patria: lo
que es hospedage de camino, lo tienen
por casa propia: lo que es una proion--
gada muerte, lo estiman como á vida de­
liciosa y apetecible. ¿En donde quereis
que esté. su corazon , sino pegado aquí
en la tierra, que es el lugar de su. te­
soro? Sus deseos no se levantan de la tier­
ra : si gimen , gimen por la tierra ; st
suspiran, suspiran por la tierra : $1 se
alegran, bienes carnales y terrenos son
la materia de su gozo: si se entristecen,
i Philip, i .
TOM. II. Q
.442 MEDITACION .
daños terrenos y del cuerpo son aquel
mar de amargura , que los ahoga en la
aflicción y dolor. Quien tiene puesto to­
do su bien aquí en la tierra, ¿cómo se
ha de levantar sobre. la tierra? ¿A qué
suspirar por el cíelo, quando todo io que
aman, es terreno? ¡A h pobre alma! ¡A :
que' grado de abatimiento te ves humilla­
da y envilecida! T ú eres, nobilísima, po­
co ménos que los Angeles, de origen ce­
lestial , de naturaleza inmortal é incor­
ruptible. Tu patria es el cielo, pais de
los inmortales é incorruptibles, región de
los vivientes, y tierra deseable de los que
nunca mueren. Por cierta enemistad con
tu Señor, te ves desterrada de tu patria
á está reglón sombría y tenebrosa de
muertos. Aquí estás tú confinada con es­
te cuerpo miserable. El en su tierra, co-*
mo mortal y corruptible; pero tú como
peregrina, advenediza y forastera en tier­
ra agena. ; Qué tiene que ver contigo to­
do lo terreno, quando tú eres celestial?
TR1GESIM ATZRCIA. 114 3
Todo quanto hallarás aquí, todo es tran­
sitorio y pasagero; pero tú eres eterna
que siempre duras : aquí no se ve sino
mortalidad y corrupción; pero tú eres in­
mortal é incorruptible; aquí todo es in­
constancia y mutabilidad, nacen unos y,
mueren otros ; ninguna cosa permanece
en un mismo estado. Nada rinde de sí
este pais miserable, mortal y corrupti­
ble, quesea correspondiente á tu noble­
za, á tu dignidad y condicion. ¡ A h po­
bre forastera y digna de toda compasion!
¿A qué tierra has venido? No queda pa­
ra tí otro consuelo en este país extraño
y tierra agena, que suspirar por aquella
amada patria , en donde se halla todo
bien, de que carece este país, y en don­
de. no se halla mal alguno , de lo que
tanto abunda este destierro. ¿No oyes
quanto suspira el grande Apostol por
verse libre de esta habitación terrena de
su cuerpo mortal y corruptible? Y es que
ningún bien tenia puesto aquí en lá tier-
, Q2
244 MEDITACION

ra qué amar, desear 6 apetecer, y süs¿


piraba por salir de ella, como de venta
ruinosa, como de casa caediza, como de
morada agena, como de país enemigo,
como de región bárbara ,* y aspiraba con
ardiente de?eo al cielo como á su tierra,
como á su patria, como á su propia ca­
sa , como á morada de los suyos, como
á habitación de amigos, como á región
de pacíficos y reyno de paz , tranquili­
dad y sosiego. ~

PUNTO SEGUNDO.

Positi in tabernáculo isto ingemiscimus. 3 . ad Co-


íinth. 5. v. 4.

Quien suspira por algún bien, suspi­


ra que le falta y lo mira aun ausente y.
lejano. Quien gime por causa de algún
mal, gime que le aflige de presente y le
dá pena. San Pablo tenia ya puesta de
antemano su vida con Christo allá en el
cielo, pero él quedaba todavía aquí en la
T R IG Z S IM A T Z R C 1 A . ¿4$
tierra* El ardiente deseo de juntarse y
unirse con su vida, lo impelía hacia lo
alto , y por eso suspiraba. La pesadez
del cuerpo mortal y corruptible, lo ti­
raba hácia abaxo deteniéndolo aquí en la
tierra , y por esto gemía. Toda tardan­
za y dilación de verse con Christo, y
vivir con él en eterna *fruición, era pa­
ra el Santo Apostol un peso intolerable,
que lo oprimía, interrumpiendo su vida
con suspiros y gemidos. Suspirar siempre
por un bien que nunca acaba de llegar,
es una muerte prolongada* Gemir siem­
pre por un mal que no acaba jamás de
sacudir de sí, es un género de vida mo­
ribunda. Gemimos, decia él á los Corin­
tios, gemimos siempre y de;continuo, en­
tretanto que moramos en este tabernácu­
lo de nuestro cuerpo mortal y corrup­
tible. ¡O h, quan despegado y desasido
estaba el Santo Apostol, de esta que el
mundo llama vida! ¿Por qué desean tan­
to los mortales prolongar sus dias? To-
4 46 MEDI T A C I O N

da vida les parece corta, y aun despues de


haber llegado á una larga y abanzada
edad, procuran con todo empeño dilatar
mas y mas su vida, y si fuera posible,
nadie los arrancára de esta tierra , sien­
do por otra parte tierra de abrojcs y de
espinas de mil cuidados, trabajos y,mo-,
lestias, que de continuo los lastiman. Y *
es que miran á sus cuerpos, como á ca­
sa propia y habitación de recreo. San,
Pablo miraba á su cuerpo , como á un
tabernáculo, 6 tienda de campaña ¡p ositi ■
in tabernáculo isto,, ¿No veis como están,
los soldados dentro de sus tiendas, en­
tretanto que se hallan acampados duran­
te la guerra ? ¿Quán á la ligera viven ?
¿La disposición y preparación de ánimo
con que se hallan á todas horas para le­
vantar sus tiendas, moverlas 6 traspasar­
las de un lugar á otro, ahora acá, aho­
ra-acullá, según pide la mutación y va­
riedad de acampamentos de la milicia?
Allá en sus casas , como habitación fixa
TJRJG-ZSIMATXRCIA. 247

y estable abundaban mas ó menos de tras­


tos , utensilios y alhajas; ¿pero en las
tiendas de campaña? Lo precisamente ne­
cesario para estar cubiertos y con algún
resguardo, pero muy á la ligera, expues­
tos siempre á dexar aquel puesto y pasar
á otro» Si: acampamento militar es nues­
tra vida sobre la tierra. Tiendas de cam­
paña son nuestros cuerpos mortales y
corruptibles. Por mas que el mundo quie­
ra hacerlos casa propia , morada fíxa y
habitación estable, ellos ni son., ni se­
rán jamás otra cosa que tiendas frágiles,
débiles y movedizas, que ahora se paran,
ahora se recogen: en un día están en pie,
y en otro caidas: hoy presentan á la vis-f
ta un aspecto agradable con su buen or­
den y disposición , y mañana dexan el
terreno vacío , solitario y desamparado.
Nacen los hombres: veis aquí el primer
acampamento, que es la infancia, acam­
pamento lleno de miserias, de llantos y
de gemidos para los recien nacidos, y lie-
2 48 M E D IT A C IO N
no de cuidados y de molestias para las
madres. De la infancia pasan nuestros
cuerpos mortales y corruptibles á la pue­
ricia ó niñez, segundo acampamento en
que se aumentan y multiplican los cui­
dados, molestias y trabajos. Acaba la ni­
ñez, y entra la pubertad; nuevos cuida-
dos, nuevas molestias, nuevos temores.
A la pubertad sucede la juventud ; zo­
zobras, pesares, disgustos, peligros. Sí­
guese la edad madura; y aquí tristezas,
aflicciones, quebrantos y amarguras; y
pasando de uno á otro acampamento, lle­
gan por último á la vejez, acampamen­
to de tedios, impertinencias, desprecios,
desamparos y soledad; ¿y de aquí? No
hay otro acampamento á que pasar, sino
al sepulcro. ¿Que' otra cosa es este trán­
sito de una edad á otra, sino una con­
tinuada y succesiva muerte? Acabarse una
cosa y dexar de ser, eso es morir. Si en-*
tra la niñez., es porque acabó la Infan­
cia; ella murió. A un estado de vida que
tr ig e s im a tz r c ia . a 49
acaba y muere, sucede otro que nace y
empieza, pero tan frágil y movedizo co­
mo el que pasó y dexó de ser. A sí van
succesivamente muriendo nuestros cuer­
pos mortales y corruptibles , al mismo
tiempo que van pasando de una edad á
otra. De un estado de vida que m uere,
se mudan á otro que va á toda prisa á
morir. Eso*es mudar y traspasar la tien­
da militar de un acampamento á otro, ¿y
todo eso por ventura no es materia án­
tes de llan to, que de alegría? ¿Y que' mas
obliga á gemir , que á consolarse? ¿Que'
gusto tiene el soldado en vivir debaxó
de una miserable tienda, que apenas le
sirve de abrigo? El gran frió la traspa­
sa, la excesiva lluvia la penetra, los vien­
tos impetuosos la conmueven y la hacen
bambalean La necesidad sola de la guer­
ra , le obliga á perseverar debaxo de una
cubierta tan vil y despreciable í por lo
demás, ¿quánto suspira él por el fin y
remate de la gu erra, para retirarse á su
2 $o MEDITACION
casa , -y- lograr habitación sólida y mas
estable que pueda resistir á los contra­
tiempos que tanto combaten é incomo­
dan la debilidad de una frágil tienda?
Eso habia de bastar, para que nosotros,
no estubieramos tan asidos con nuestros
cuerpos miserables, que tan mal abrigo
dan á nuestras almas , y que en vez de
casas de recreo, no son otra cosa que
chozas de incomodidad y desabrigo. La
tierra en que vivimos es tierra de labor t
no hay que pretender aquí recreo, sino
fatiga. Mientras dura la mortalidad y cor­
rupción de nuestros cuerpos , gemir de-
baxo de la dureza del trabajo, es el exer-
cicio que nos está señalado. Allá arriba
está la tierra suspirada, tierra de reposo.
No entra allí la mortalidad y corrupción:
no tiene allí lugar el trabajo y la fati­
ga. Descanso, y descanso eterno, es la.
morada de los cuerpos que se nos pro­
mete; pero cuerpos no terrenos, sino ce­
lestiales, cuerpos inmortales é incorrup-
TR IG ESTMATERCIA. 2$ I

tibies, contra quienes no tiene fuerza im­


presión alguna de la tierra. Entonces si
que tendrán nuestras almas casa propia,
y casa de recreo , habitación estable y
permanente abastecida de todo,' quando
nuestros, cuerpos, aunque en la substan­
cia los mismos, pero serán ya libres de
toda mortalidad y corrupción, que es la
fuente y origen de las miserias que sen­
timos aquí, en la tierra. Gimamos, como
gemia el Apostol, con gemidos que ar­
ranque de nuestros pechos, no el hor­
ror al trabajo y al padecer, sino al amor
de vivir y reynar con Christo. De esta
suerte quedarán hermanados suspiros y
gemidos, quando. ambos conspirasen á un
mismo fin, que es la eterna patria.

PUNTO TERCERO.

Infelix ego homo\ Quis me líber¿bit de corpor e


mortis hujus ? Rom. 7. v. 24.

Un corazon enteramente desprendido


252 HMDITAGIOUt
de la tierra, y que nada ama, nada quie­
re, nada desea de lo de acá baxo, y que
ha perdido toda aficcion á lo temporal,
terreno y corruptible, ¡con quánta fuer­
za , ardor y vehemencia suspira por el
bien eterno é inmutable! ¿Quien podrá
detener ni aprisionar á ese corazon aquí
en la tierra, á la qual mira con tanto
fastidio y horror, y hace todos los es­
fuerzos posibles para huir de ella ? ¿Aho­
garlo? Es imposible, ¿Oprimirlo? Impon­
derable peso es menester. El es como una
mina cargada y a , pero en lo mas pro­
fundo de una gran montaña, que al re­
ventar, si no puede abrir brecha hácia
arriba, conmueve, hace temblar y estre­
mecer á todo el monte. Suspiraba el San­
to Apostol por estar* y vivir con su ama­
do Jesuchristo en aquella soberana patria.
Allí iban á parar todas sus ansias y de­
seos. El fervor de su espíritu, que no po­
día tomar reposo, ni descanso alguno so­
bre la tierra iba levantando de dia en
T R I G E SIM A T E RCIA, 2 $ 3
illa mas y mas su vuelo : pero el cuer­
po mortal y corruptible, era un peso in­
tolerable, que no podía levantarlo el San­
to Apostol 5 y víendose de esta suerte
preso y tirado hacia abaxo, revolvió den­
tro de sí j y prorrumpió del profundo de
sus entrañas en un quexido el mas lasti­
moso y capaz de hacer temblar á toda
carne mortal y corruptible. \ A y de mí!
exclamó el Apostol; ¡A y de mí hombre
miserable! ¿Quién me librará del cuerpo
de esta muerte ? ¿Oís ? A aquel cuerpo
que poco ántes lo habla llamado tienda
de campaña, por la facilidad y pronti­
tud con que nos hemos de desprender
'de él y ahora lo llama cuerpo de muerte
por el horror que le causa f como peso
que lo detiene , y le estorba para subir
allá á lo alto, á la tierra de los vivien­
tes. Esta mortalidad y corrupción de nues­
tra carne, está pegada aquí en esta tier­
ra de miserias como en su centro. La
muchedumbre y variedad de miserias que
2£4 M EV1TA CT017 '■
padece, le obliga á mendigar de las cria­
turas el remedio. La hambre la hace des­
mayar y desfallecer: la sed la seca y abra­
sa: el trabajo y fatiga la debilita: el ocio
la disuelve y relaja. Ella como mortal y
corruptible no puede durar largo tiempo
en un mismo estado. ¿Quién puede estar
siempre durmiendo? Estar por otra par­
te siempre velando, es imposible. Comer
á todas horas, aunque los manjares sean
los mas gustosos y delicados, causa fas­
tidio. Ayunar de continuo y abstenerse
de todo sustento, es un morir. Perseve­
rar siempre en el trabajo, es inaguanta­
ble. Vivir siempre en ocio y sin hacer
nada, es apresurar mas la corrupción de
nuestra vida. ¿Qué sucede pues? Que an­
da siempre nuestro cuerpo variando de
una miseria á otra; de una necesidad á
otra. Lo que poco ántes fué remedio , pa­
sa luego á ser nueva necesidad; y lo que
se toma por alivio , llega poco despues á
ser peso y carga, SÍ come acosado de la
T R IG E S IM A T E R C IA . %§ $

hambre , luego siente la pesadez , y se


fastidia de comer y anda otra vez en bus­
ca del hambre, y procura dispertar de
nue.vo el apetito y ganas de comer que
acababa de sacudir de s í: se cansa de
caminar ó estar en pie, .y se sienta para
descansar, y á poco rato se cansa de eso
mismo, y vuelve á levantarse, moverse y
andar, pasando á ser alivio lo que ántes
fue' trabajo; y lo que acababa de ser can­
sancio y fatiga, se toma ya por reposo.
¿Puede haber mayor miseria? Eso es ser
cuerpo de muerte, teatro y representa­
ción de muertes, y mas muertes; porque
todo quanto pasa por é l , aunque con
variedad y diferencia de semblantes, to­
do son muertes; pero muertes que mien­
tras no acaban todas de morir, detienen
siempre al alma aquí en esta tierra de
muertos, y la impiden y estorban subir
á lo alto, para tomar posesion de la tier­
ra de los vivos. ¿Quánto pensáis que pa-
, decia el grande y fervoroso Apostol al
2 $6 M E D IT A C IO N
contemplar aquella soberana patria , y
discurrir en espíritu por aquellos coros
de los Angeles, como uno de ellos, has-*
ta llegar al sublime trono de la Sacrosan­
ta Humanidad de Jesuchristo ; y aquí,
quando con mayor quietud y regala de­
seaba el Santo Apostol , consolando su
ausencia, recrearse con su amado, se sin­
tiese de repente interpelar de su carne
mortal y corruptible, que, ó rendida de
la necesidad del sueño, ó desmayada de..
flaqueza por la hambre, lo interrumpía
llamando á sí la atención y cuidado? ¡Q
dolor! AI sentirse el Santo Apostol ti­
rado de alto abaxo por la vil carne, que
tenia en su ayuda todo el peso de la
tierra, ¿como no habia de gemir? ¿Có­
mo no habla de lastimarse de su suerte?
\A y de m í! Hombre miserable : ¿Y quién,
me librará del cuerpo de esta muerte? In -
f e lix ego homo! Quis me libérabit de corpo-*
re monis hujus ? El mas constante tesón
el fervor mas activo, el cuidado mas di-
TI R GES I MA TERCIA. 2 $?
ligente, la solicitud mas vigilante, abate
sus alas, y no puede menos de inclinar­
se hácia la tierra, mientras estamos ves­
tidos y rodeados de la mortalidad y cor­
rupción de nuestra carne. Sus necesida­
des son naturales y no se pueden evitar.
Quiera, ó no quiera el alma, ella ha de
sentir las miserias de su cuerpo. Aban­
donarlo enteramente, es ser homicida t
atender á su cuidado , es interrumpir el
mas noble exercicio de vida; y si esto
solo bastaba y era sobrado para gemir,
como gemia el Apostol, debaxo de tan
duro peso de la mortalidad y corrupción
del cuerpo, ¿qué será si á todo eso se
añaden los peligros de perder del todo la
eterna vida, que acompañan y van siem­
pre juntos con esa mortalidad y corrup­
ción ? La guerra intestina, la lucha ocul­
ta é interior de las pasiones y apetitos ,
la contrariedad de sentimientos que bro­
tan continuamente de la mortalidad y
corrupción de nuestros cuerpos, ponen
tom. xi.; R
2^8 M E D IT A C IO N
freqüentemente al alma en grandes aprie­
tos. El cuerpo busca siempre su conten­
to, y no quiere ceder, y nunca dexa las
armas de la mano para guerrear, y la po­
bre alma se ve precisada á atender y cui­
dar de este su grande enemigo , á sus­
tentarlo con' el alimento necesario, á de­
xa rio reposar, quando la necesidad lo rin­
de. jO suerte miserable! Aquí si que es
menester redoblar los gemidos. A y de mí
hombre miserable, decia de sí el Apos­
tol ; pero ay de mí hombre infeliz y des­
dichado , podre' yo decir, quando ni ten­
go tanta virtud para resistir , ni tantas
fuerzas para combatir y pelear como el
Apostol. Infelix ego homo ! Quis me libe-
rabit de corpore mortis hujm l O Santo
Apostol m ió, que estáis ya libre de to­
do esto, y sois morador de la Santa Sion,
tierra de paz y tranquilidad, volved esos
vuestros ojos Henos de benignidad hácia
nosotros, que nos hallamos en la tierra
de llanto y de gemidos , y alcanzadnos
poderosa gracia del Señor para acabar
nuestra carrera con tal felicidad que
merezcamos ser compañeros vuestros en
cantar hymnos de eterna alabanza y ale­
gría.

MEDITACION XXXIV.
Fin glorioso de San Pablo.

FUNTO PRIMERO.

'Ego enim jam delibor, et tempus resolutlonis mee


Instate 2. Tim. 4. v. 6 ,

amadores de este siglo se les pre-


senta la muerte con semblante terrible y
espantoso. Quien estuvo toda su vida
con tanto apego asido á los bienes de la
tierra, y mira ya delante de sí la formi­
dable guadaña de la muerte que está á
descargar el golpe, y dividir al poseyen-
te de todo quanto habia hasta entonces
poseido con amor, y poner de por me-
2 Ó0 M E D IT A C IO N
dio aquella profunda valle de separación
que será eternamente intransitable, ;qué
dolor I que' tristeza! que desaliento! Bien
es menester que le asista y esté á su la­
do quien lo consuele, lo conforte y lo
aliente. Pero el grande Apostol de las
Gentes , que no tenía aquí en la tierra
bien alguno, y miraba, á su cuerpo, no
como á poseedor terreno que suspira por
sus bienes, sino como á pesada y moles­
ta carga que hace gemir por verse libre
de ella, ¡quán alegre, y quán lleno de
gozo estaba , mirándose ya próximo y
cercano á su muerte! El en vez de ne­
cesitar de otro que le asistiese, consola­
se y confortase, se pone muy de propó­
sito á exercitar todos esos oficios de ca­
ridad con el que dexaba vivo aun y re-
manente sobre la tierra , aquel su tan
querido y tiernamente amado Discípulo
Timoteo. Considerad ahora, como el San­
to Apostol en lo profundo de la cárcel
4? Roma toma la pluma en la mano pa-
t r ig é s im a QV A R T A , 26 I

xa escribirle, y dexarle aquella su última


carta, como en testamento y última vo­
luntad. Sabia bien el Santo Apostol quan­
to suspiraba Timoteo por Pablo, y que
la separación sola que causaba la distan­
cia de Efeso á Roma * hacia derramar al
Santo Discípulo copiosas lágrimas por la
ausencia de su Maestro como á un tier­
no infante que se ve arrancado de los pe­
chos de su madre, mcmor lacrimarum tua-
rum . ¿Quánto dolor, y quan grande llan­
to habia de causarle al Santo Discípulo,
no ya la separación que va junta con la
distancia de lugares , sino la que trae con­
sigo la distancia del tiempo á la eterni­
dad y separación qué es compañera de la
muerte? Por esto el Santo Apostol, des­
pues de haber prevenido á su Discípulo
cotí las mas tiernas expresiones de amor
y benevolencia, y manifestadole el deseo
grande que tenia de verle , y la conti­
nua memoria que hacia de él en todas
sus oraciones de dia y de noche, y ala-
2 62 M E D IT A C IO N
badole la sincera fe de su abuela y de su
madre, y la que conservaba el mismo T i­
moteo , como la mas rica y preciosa he­
rencia de sus progenitores, despues de
haberle exhortado á la vigilancia y exác-
to, cumplimiento del oficio Pastoral para
impedir los errores y mala doctrina de
los falsos Apóstoles, llega por último y
le habla así: Ea que yo estoy ya de par­
tida, y voy á consumar el sacrificio coa
el derramamiento de mi sangre: Ego enim
jam delibor, ¡Qué ánimo tan varonil mues­
tra el Apostol l No son esas palabras,,
dice San Agustín, de quien teme, ni de
quien se aflige, sino de quien se alegra,
y da saltos de gozo y de placer á vista
de la muerte, y era tanto como si le dí-
xese á Timoteo : No tienes, amado hijo
Timoteo, porque afligirte, ni desconso­
larte. Si yo pereciera y acabara mis dias
sin gloría, eso fuera materia de llanto
y de dolor ; pero yo parto para mi pa­
tria , y voy á recibir aquella preciosa co*-
T R IO Z SIMA QUARTA. $6 3
ron a, que me tiene preparada Christo,
mi Señor, y me aguarda ya para asen­
tarla sobre mi cabeza con las joyas ines­
timables de eterno gozo y alegría. Sí
dexo á la tierra, es por poseer el cielo:
si doy ñn á mi peregrinación y acabo
de ser peregrino y forastero, es por re­
cibir el derecho de ciudadano de aquella
Santa Ciudad, cuyas murallas están fun­
dadas sobre todo tiempo, y por cuyas
puertas no tiene entrada la succesion y
mudanza de las cosas transitorias: con
acabarse estos mis días pasageros, acaba-
tánse también las noches, y entrará aquel
día nuevo que nunca se envejece, ni dis­
minuye. Dia á quien no han de succe-
der, ni las sombras del ocaso, ní las ti­
nieblas de la noche, porque es dia de
perpetua luz y claridad. ¡Quánto se ale­
gra el navegante despues de un largo y
penoso viage, despues de mil peligros,
borrascas y tempestades, quando por úl­
timo llega á descubrir la tierra, en que
a 64 M E D IT A C IO N
tomar puerto , y asegurar su nave con
toda la rica y preciosa carga que lle­
v a ! ¿Y yo estoy ya á la vista de aque-?
lia playa dichosa, playa de firmeza y
estabilidad ? Miro ya delante de mis ojos
aquella tierra de mí tan suspirada, aquel
puerto de tranquilidad y sosiego, ¿por
qué has de querer tu que yo me engol­
fe otra v e z, y siga el curso de las olas
por ese mar tempestuoso del mundo, y
vaya en busca de nuevos peligros , de
nuevas borrascas y tempestades? ¡Quanto
se alegra el soldado despues de muchos
trabajos y fatigas, despues de tantas he­
ridas recibidas en la guerra, quando oye
pregonar por el campo la feliz nueva
de la p az, y que se le dá libertad para
volverse á su casa, y recibir de los su­
yos con tiernos abrazos los parabienes
de su regreso! Y yo siento ya de cer­
ca aquel suavísimo cántico de la paz que
publica el cíelo, y me llama á la dulce
compañía de los míos, ¿por qué no has
üe alegrarte tú de que yo levánte ya
mí acampamento, y me restituya á aque­
lla pacífica mansión de mis Progenitores,
y antiguos Padres y Patriarcas de Israel,
que me precedieron en la fé, y me aguar­
dan para cantar juntamente conmigo el
cántico de gloria y de honra, de alaban­
za y acción de gracias á Christo por los
triunfos de mi Apostolado? ¡Quánto se
alegra el labrador, quando vé á sus ojos
la mies blanca y en sazón , y entra ya
con su hoz á cortarla para recoger to­
dos sus copiosos y abundantes frutos, y
asegurarlos en la trox, en donde ni te­
me la inundación de las aguas que los
pudra, ni los ardores del bochorno que
los agoste, ni los torbellinos del ayre
que los arrebate! Y ahora que estoy yo
para coger la mies, que por tantos años
y con tantos trabajos, fatigas y peligros
he sembrado, en vez de gozarte tú con­
migo, ¿mostrarás pena y dolor? Hasta aho­
ra no he hecho mas, que gustar las prí-
0,66 M E D IT A C IO N

mielas del espíritu; ya es tiempo de en­


trar en. el gozo y posesión de la pleni­
tud é Integridad de todos los frutos.
Hasta ahora he gemido debaxo del duro
peso de este mi cuerpo mortal y corrup­
tible; dexame que quede libre y aligera­
do de tan molesta carga. Veis aquí los
motivos que hacían á San Pabla alegrar­
se tanto de su muerte , y que la mírase
con un semblante lleno de gozo, y to­
dos ellos eran muy poderosos para con­
solar á Timoteo. Bien los penetraba el
Santo Discípulo, aunque no se los pro­
ponía claramente su Maestro , y no po­
día menos de alegrarse de la dicha del
Santo Apóstol, sí bien sentía por otra
parte sumamente la ausencia. Pero otro
motivo mas urgente le propuso San Pa­
blo á su Discípulo Timoteo para conso­
larlo. El en vez de nombrar la muerte,
que es nombre que infunde tristeza y
horror, substituyó en su lugar el nom­
bre de sacrificio; sacrificio el mas grato,
T R IG E S IM A Q V A R T A .
y el mas apacible. En el sacrificio de las
víctimas, parte se ofrecía á Dios, y par­
te quedaba para el Sacerdote $ pero en el
sacrificio de las cosas líquidas, como eran
vino y aceyte, todo cedía en honra y
culto de Dios, y de la palabra de este
sacrificio que se decia Libamen uso San
Pablo para dar noticia, de su cercana
muerte á Timoteo : Ego enim jam delibor,
para que entendiese Timoteo, que la muer­
te de su gran Maestro, era como una co­
pa de precioso licor, que le presentaba
Christo, como al mismo Christo estando
para morir se la habia presentado su Eter­
no Padre, y que de esta misma expresión
se habia valido el Salvador para conso­
lar á sus Discípulos , quando hablando.
con Pedro le dixo : Cdicem quem dedit mihi
P a ter , non bíbam illum ? El cáliz que me
dá á beber mi Padre, ¿cómo quieres tu
que yo lo rehúse, y dexe de beber lo con
sumo gusto, viniendo de tales manos ?
Este cáliz habla de beber San Pablo, y
a 68 M E D IT A C IO N
con el le brindaba el Salvador, \ coma
era posible que el Santo Apostol no lo
aceptase con sumo gozo? El no tanto
iba á morir, quanto á celebrar, vestido
de fiesta con la púrpura de su sangre, el
mas precioso sacrificio que podia ofrecer
á su amado Jesuchristo ; y si esto era ma­
teria de suma alegria para San Pablo,
¿podía acaso dexar de ser de suma con-
solacion para Timoteo el mas obediente
Discípulo, y el imitador mas ajustado
del Santo Apostol ? O como se acorda­
ría el Santo Discípulo de lo que ántes
habia escrito su Maestro á los Filipenses
desde la prisión de Roma. Si oye'redes
decir que yo he consumado ya el sacri­
ficio de mi. vida con el derramamiento
de mi sangre, alegraos, y dadme á mí el
parabién por ello, idipsum autem , et vos
gaudete , et congratulammi mihi. ¡ O Santo
mil veces dichoso 1 ¡ Apostol bienaventu­
rado, y digno de todas las bendiciones
del cielo 1
PUNTO SEGUNDO.

Bonum certamen certavi. 2* Tim. 4. v. 7.

Prosigue el Apostol, y al oficio de


consolador junta el de confortador, ani­
mando con el exemplo á su Discípulo á
imitarlo en la gloriosa empresa con que
iba á coronar su vida. Y o , dice el Apos­
tol , he peleado gloriosa pelea : Bonum cer­
tamen certavi* Yo por la publicación y di­
latación del Evangelio , he penetrado por
medio de todas las esquadras enemigas
que me oponía el Infierno, y á pesar de
todos sus esfuerzos, he levantado, con la
gracia de Christo, el estandarte de la
Cruz sobre el Gentilismo : otros pelean
por el aumento de intereses temporales,
por la honra y gloria del mundo, por
la extensión de dominios terrenos ; pelea
trabajosa, pero sin fruto; pelea peligro­
sa , pero sin ganancia; pelea llena de he­
didas y de muertes, pero sin corona ; los
27° M E D IT A C IO N
vencidos quedan vencidos , y los vence­
dores sin triunfo, y la muerte sola es la
victoriosa, arrebatando consigo todo el
fruto, y quedando con los despojos de to­
dos : mas mi pelea ha sido gloriosa, bonum
certamen : mi pelea ha sido por fundar la
Verdadera religión, y arruinar la idola­
tría , establecer el imperio de Christo, y
destruir el reyno del demonio, estable­
cer la virtud, y triunfar del vicio , le­
vantar cruces sobre la tierra , y derribar
templos de superstición. Mi pelea ha sido,
no por extender el dominio de los cuer­
pos corruptibles , que se acaban con el
tiempo, sino por la conquista de las al­
mas inmortales, que duran eternamente*
El fruto de mi petea. es la virtud : la vic­
toria es la verdadera paz del alma , el
triunfo es la corona de la eterna vida,
bonum certamen. En esta pelea, he man­
tenido siempre mi puesto con valor y
constancia, contra todos los enemigos de
la piedad y religión, contra el mundo,.
t r ig e s im a q v a r t a . 271
contra el demonio y contra la carne. N í
los Reyes con su poder, ni los Magis­
trados con su autoridad, ni los Pilóso-
fos con sus sofismas» ni los Hereges con
sus engaños y seducción, ni los Políti­
cos con sus astucias, ni las cárceles con su
horror, ni las cadenas con su peso , ní
los azotes con su ignominia, ni las pie­
dras con sus golpes, ni las heridas con
su dolor , ni los tormentos con su pena,
ni las delicias con sus alhagos, ni las ten­
taciones con su importunidad, ni la tier­
ra con sus molestias, ni el ayre con sus
borrascas , ni el mar con sus naufragios,
ni los demonios con su furor, ni los hom­
bres con su crueldad, ni el mundo en­
tero con todos sus atractivos, me han
hecho retroceder un paso, ni he cedido*
ni he soltado jamás las armas de la ma­
n o , siempre firme y constante , siempre
perseverante en todo, y contra todos los
enemigos, bonum certamen certav‘. ¿Ha­
béis visto jamás, exclama el Chr.ysósto-
a/2 M E D IT A C IO N
mo ? 1 Igual grandeza de ánimo ? ¿Habéis
visto mayor anchura de corazon? Vidis-
ti latitudimm animal Vidisti mentís mag*
nltudinenñ ¡O pelea ilustre! ¡O pelea mag­
nifica y gloriosa! ¡O soldado el mas In­
signe que vio jamás la milicia de Chris-
to! ¿Y por ventura no era capaz de con­
moverle las entrañas á Timoteo este gran­
de exemplo , quando al leer la carta de
su Maestro llegase á aquellas palabras,
bonum certamen certavi? ¡Alto aquí Timo­
teo! Hé aquí abierto con esa pequeña
cláusula el campo de todo el Apostolado
de vuestro Maestro. Discurrid ahora por
mares, por rios, por tierras, por sole­
dades, por poblados : por donde quiera
que anduviereis, hallareis esa inscripción
como pública pregonera de las grandes
proezas de vuestro Maestro, bonum cer~
tamen certavi. Ese es el legado pió que
os dexa vuestro Maestro por última vo­
luntad. ¡Pero hay de mí! A l leer yo, y
s Hora. 73*
T R I G ESIM A Q U A R T A . ¿73
considerar estas palabras del A postol,
¿qué confianza siento en mí mismo de
poder decir en la hora de mi muerte, he
peleado gloriosamente y con fruto? Bo­
num certamen certavu El Apostol iba á
presentarse á su Príncipe Soberano Chris­
to Jesús todo cubierto de cicatrices, in­
signias las mas honoríficas, y las mas glo­
riosas que puede mostrar un soldado á su
R e y , quando vuelve de la guerra> ¿y yo
qué señales podré mostrar en prueba de
haber peleado dignamente las batallas del
Señor, y en testimonio de la fidelidad
qüe debo guardar en su servicio? Ahora
no es tiempo de persecuciones , como
quando vivia el Apostol; pero si faltan
tiranos que persigan, ¿por ventura ha
cesado la guerra que mueven las pasiones
y apetitos contra la virtud , contra la
piedad y contra la religión? Si ahora no
tengo valor para despreciar por el obse­
quio de Christo un pequeño ínteres tem­
poral, un puntillo de honra vana, un
TOM. II. s
2 74 ' MEDITACION :■
gusto pasagero que se lo lleva el viento,
•¿cómo habría que esperar de mí aquella
-magnánima fortaleza despreciadora de to­
do objeto de terror, si viese delante de
-mis ojos alfanges desnudos,, catastas, en-*
. fogadas, peynes y garfios de hierro ? que
venían'á arañar y sulcar mis carnes? En
la milicia terrena no se difiere la preven­
ción para quando acomete ya el enemigo.
En tiempo de paz se procura que los sol­
dados tengan sus armas limpias y bien
dispuestas: se les enseña el modo de ma-
. nejarlas 7 se les instruye en el exercicio
de la guerra, se les ocupa de continuo
■en practicar con arte, diligencia y exac­
titud todas las evoluciones militares.
Quien estuviese, en tiempo de paz bien
exercitado en todo eso, se hará temible
á los mismos enemigos, quando llegue el
lance de la guerra5 pero quien no tuvie­
re uso, práctica., ni exercicio , aun en
tiempo de paz, será floxo, cobarde y pu-
; rsilánime. La hora de la muerte es el úl-
T R IG T SIMA QVARTA.
timo combate, y aquella batalla campal
•en que se decide de la suerte de todos.
¿Que" uso tengo yo de manejar las armas
de ía milicia chrístíana? ¿Qué -práctica ,
destreza é inteligencia en el exercício de
resistir á las tentaciones, y oponerme a
los apetitos que me impugnan?. Pensar
que de repente tengo ,yo de salir solda­
do hábil y exercítado i quando me vea
acometido de todo el exército de mis ene­
migos, que me enviste con todo el tren
y aparato de sus armas, no habiendo en
tiempo de paz ó de treguas aprendido
'VáOj-ni exercicio alguno de pelear, eso
fuera una gran temeridad 5 debo yo de
antemano prevenirme, freqüentar con di­
ligencia la escuela de la virtud, practi­
car con cuidado sus exercicios, implorar
de continuo con fervor y perseverancia
la asistencia dél Espíritu Santo , que es
aquel Maestro é Instructor Soberano, que
juntamente con la enseñanza interior ins­
pira ánimo ,- y dá valor y fortaleza-para
27 6 M E D IT A C IO N
pelear y vencer. De esta suerte podré
consolarme con la esperanza, de que lle­
gando aquel último combate, se cumpla
en mí lo que dixo de ¡sí con tanta con­
solación el Apostol f bonum certamen- cer-
tavi: He peleado dignamente con acier­
to y fruto.

PUNTO TERCERO,

Cursum consummavi. 2. Tim. 4. v. 7.

Despues de tantas y tan duras bata­


llas en el servicio de Christo: despues de
tantos y tan ilustres trofeos levantados
en honor de la Cruz, que hasta enton­
ces habia sido escandalo para los Judíos,
y locura para los Gentiles: despues de
tantos, y tan penosos viages y peregri­
naciones en el exercicio y ministerio apos­
tólico, quando el grande Apostol Pablo
se hallaba ya en el sexagesimooctavo año
de su edad, y en el trigesimoquarto de
su conversión, acabó sus dias témpora-
. T R IG E SIM A Q V 'A R T A .
tes, para empezar aquel glorioso dia de
la eternidad, que no reconoce ocaso. Cur-
sum, consammavl. Hé concluido mi carre­
ja. ¡O, gran lumbrera de la Iglesia mili­
tante! ¡Y asi escóndeis. vuestros rayos!
¿Tan corta fué vuestra esfera que la ter­
mináis con dos solas palabras, cursum con-
summavft ¿No fué Pablo el que escribien­
do á los Romanos les decía haber llena­
do de luz evangélica con su predicación
á todas las regiones circunvecinas, desde.
Jerusalen hasta la Bosnia y Esclavonia,
que es decir Arabia , Damasco , Antlo-
quia, Seleuda, Chipre, Panfilia, Pisidia,
Licaonia, Siria, Cílicia, Frigia, Galacia ,
Misia, Troas, Macedonia, Beoda, Aca-
ya , Epyro? 1 Ita ut ab Hierusalem per
circuitum , usqtte ad Illyricum repleverim
Evangelium Christi ? ¿No fué Pablo el que
habiendo salido libre de su primera pri­
sión en Roma, como sol que se muestra
mas claro, y resplandeciente después de
278 M E D IT A C IO N
haber disipado las nub?§ opacas de tem­
pestad que lo rodeaban, ilustró con lo§;
rayos de su predicación á ia Italia, y si­
guiendo adelante su curso, se descubrió
también en España , logrando aquellos
Reynos la dicha y consuelo de ver na­
cer tan hermoso día? 1 ¿Y ahora nos ce­
ñís en dos solás palabras un curso tan .
dilatado, una esfera tan extendida cursum
consummavil Sí 5 estaba Pablo pa$i gl fe'r-
mino de su carteraj iba muy aprisa, y
abreviaba quanto podía el tiempo por el
gran deseo y amor á la eternidad , que
lo convidaba. Concluyó finalmente Pablo ;
su carrera, Cursum consummavi. Carrera
de hombre mortal, carrera de Santo via^
dor j carrera de Apostol misionero. No
está el negocio en ponduir cada uno su
carrera, sino en el modo de concluirla, .
Corred de tal suerte, dice el Apostol?
que Uegueis á conseguir el premio y I4
corona. Sic currite ut comprehendatis, Con-»
j Chrys. serm, 4 e Pent, t. 3.
T R IO E SIM A QUA R T A , 279
.viene correr con rectitu d co n diligencia
y con perseverancia, para llegar á con­
seguir la corona que está prometida á los
que concluyen debidamente su carrera.
¡Con cuánta rectitud corrió el Apostol
la carrera de hombre mortal, no torcien­
do Jamás el paso del dictamen de la ra­
zón, que es aquella línea de rectitud, que *
debe dirigir al hombre en todas sus ope­
raciones humanas! ¡Con quánta rectitud
corrió la carrera de christiano, ajustando
siempre sus pasos á la ley evangélica,
que es aquella línea de dirección, que ti­
ró Christo Maestro de toda rectitud l
¡ Con quánta rectitud corrió la carrera
de Apostol, yendo siempre en derechura
de los mas altos consejos, y de la mas
sublime perfección del orden apostólico!
¿Puedo yo decir otro tanto de mí en la
carrera que debo andar, según el estado
de vida en que me hallo 1 Si voy contan­
do los pasos de mi vida uno por uno ,
tal vez hallaré mucho de qué confundir-
a 8Ó MEDITACION
me. ¿Han sido rectas mis palabras , mis
obras y mis afectos? ¿En el hablar he sí-
do yo siempre ajustado con las reglas de
la modestia y de la caridad? ¿Mis obras
han tenido toda aquella justa medida,
que pide el honor de Dios, el fin de mí
salvación y el bien del próximo? ¿Mis
intenciones han sido siempre rectas 6 tor­
cidas j inclinándose hacia algún fin ter­
reno ó de propia comodidad ? SI yo en
ve2 de seguir la ley, hubiera tomado por
regla la pasión 5 y en lugar de gober~
narme la virtud ,■me hubieran llevado
tras sí los impulsos de la naturaleza, eso
no hubiera sido correr , sino trompicar,
San Pablo no solamente corrió su carre-,
ra con rectitud} sino también con dili­
gencia , acelerando siempre mas y mas el
paso, quanto mas adelante iba en su car­
rera. No se veían en San Pablo paradas,
ni detenciones en el exercicio de la vir­
tud y santidad: la carrera que empren­
dió la continuó sin lentitud, sin tardan-
T R IG E S IM A QVARTA. 2 81
zá, sin disminución: correr á trechos y
pararse , es de hombre cansado y que aflo-
xa. El tesón y constancia del Apostol en
correr su carrera apostólica traspasó to­
dos los impedimentos que se le atravesa­
ban para impedirlo. Ningún bien terreno
lo entretenía / ni siquiera para mirarlo.
Ningún mal temporal lo paraba, ni si­
quiera para temerlo y desviarlo de sí. El
correr de San Pablo, dice el Chrysósto-
mo, no tanto fue correr de hombre,
quanto volar de aguila, y aun mas que
todo eso. Si vuela el aguila, y su vue­
lo es tan rápido y veloz , y se remonta
tanto i pero no siempre vuela, también
abate alguna vez su vuelo, y no pocas
veces se expone á ser cogida, y tal vez.
la cogen en el lazo, quando se abaxa á
la tierra i pero el grande Apostol, como
si tuviera alas de fuego remontó tanto
su vuelo, que pasó por encima de todos
los impedimentos del Evangelio, penas,
dolores, tormentos, muertes, todo lo tras-
284 M E D IT A C IO N
pasó, sin que nada pudiera detenerlo en
su carrera, 1 velutí avts igneis suffulta
aljs retía omnia et impedimenta transcmdit.
Adelante, pues, Santo mió, que yo os
pierdo ya de vista. Id enhorabuena á re­
cibir la corona que os alarga el reparti­
dor de premios Christo Jesús. Tomad en
vuestra mano la palma, insignia de las
victorias de vuestras grandes batallas. En­
trad en el gozo de vuestro Señor, como
en termino de vuestra carrera, galardón
de vuestros trabajos, y .descanso de vues­
tras fatigas. Pero mirad con benignos
ojos á los que aquí quedamos, afanando
aun en la carrera , y luchando con los
enemigos, que se nos oponen en el paso
para Impedirnos. Con vos vá junta , y
compañera inseparable aquella gran cari­
dad , que tanto se interesó en el bien de
todos. ¿Podrá por ventura abandonarnos
ahora, que entra en el rey no de la ca­
ridad á recibir toda su perfección? Para
i In. a. Tim, hom, p.
tr ig z s im a q v a r ta . 283

soterremos, ya no teneis necesidad, San­


to mió, ni de trabajar, ni de sufrir ,p o r-
jl;
que vuestra caridad será ya en adelante
cuidadosa sin trabajo , diligente sin agi­
tación, solícita sin congoja, tierna y amo­
rosa sin pena, ni zozobra/

MEDITACION XXXV.
Victoria de San Pablo en su martirio.

PUNTO PRIMERO.

V U ?st mor? victoria j. ad Cor, 15. v. 5j,

i ^Que' otra cosa fué el Apostolado de


San Pablo que un campo siempre abier­
to de batalla? ¿Qué otra cosa fué su mi­
nisterio apostólico, que un continuado y
jamás interrumpido exercicio de pelear?
¡Siempre soldado! siempre guerrero! siem­
pre con las anuas en la mano! En algún
tiempo había de manifestar al mundo San
2S4 M E D IT A C IO N
Pablo su victoria. Con trabajos y.fatl^
gas, con penas, dolores y tormentos, pe-r
leo contra el amor desordenado de la vi­
da y lo venció. Quedaba todavía en el
campo que vencer la muerte, que hacía
ostentación de todas sus fuerzas con el
terror. Ello era preciso derribar á este
enemigo, para quedar dueño del campo,
y poder ya cantar seguro la victoria. Ubi
est mors victoria tm \ ¿En dónde está, 0
muerte, tu victoria ? Considerad ahora el
valor y constancia, el gozo y alegría con
que sale de la cárcel el grande Aposto],
rodeado de soldados que lo conducían al
suplicio. El como Apostol que habia si­
do en vida f no podía dexar de mostrar­
lo en la muerte. Allí mismo en el cami­
no convirtió á tres de los soldados, y los
dispuso de tal manera , que abandonan­
do la milicia de N erón, pasáron al ser­
vicio de Christo. ¿No veis los preámbu­
los de la completa victoria, que va á con­
seguir el Santo Apostol? ¿Cómo va des-
tr ig z s im a q u in ta .285
pojando á Nerón de las armas de su im­
piedad? ¿Cómo á los mismos ministros de
la idolatría los traspasa í las banderas de
la religión, y los que ántes eran tan ze-
íosos del. honor de su Príncipe, se mues­
tran ya prontos á dar con su sangre un
público testimonio de la fe y divinidad
de Jesuchristo ? Así fue. Longino, Aces-
to y Megísto, que así se llamaban aque­
llos tres soldados f son nombres ya res­
petables en los Fastos de la Iglesia, y
ocupan su lugar honorífico en el ilustre
y gran catálogo de los mártires. Quien
de esta suerte iba debilitando ya aun en
el camino Jas fuerzas de la muerte con
agregar sus ministros á la milicia de
Christo /¿con que' semblante de mages­
tad y grandeza de ánimo miraría á la
misma muerte, que lo aguardaba allá fue­
ra en el campo con el alfange desnudo?
Eso era ya de antemano hacer burla de
la muerte, y quitarle en parte sus ar­
mas, aun antes de entrar en el combate.
2 86 M E D IT A C IO N
Ubi.est. mors victoria tual ¿En donde estf,
6 muerte, tu victoria? ¿No oyes como
te insulta el Apostol? ¿No ves como los
/ministros, que has enviado por delante
para llevar á este respetable reo á tu pre­
sencia, rinden sus armas, y sin hacer ca­
so de tu imperio, sé pasan al partido de
Pablo? Continua Pablo su camino siem­
pre magnánimo ,. y con su acostumbrada
grandeza de corazon, capaz de infundir
fuerzas y vigor al mas caído desaliento,
y al llegar á la puerta de la Ciudad, veis'
aquí que le sale al encuentro aquella no­
bilísima y religiosísima matrona Romana
Plautüa r llorando amargamente por ver
á su Apostol entre aquella confusa tropa
de gente descompasada. El Santo Apos­
to l, que atendía mas á consolar y ani­
mar á los suyos, que á la pena que po­
dían causarle todos los objetos de terror
que concurrían á formar aquel grande es­
pectáculo, miró á Plautíla con un sem­
blante de magestad> pero al misma tíern-
T R IG ESIM AQ U IN TA , 2 87
po lleno de gracia, afabilidad y dulzura;
pidióla el velo para cubrirse el rostro se­
gún tenían de ¡costumbre los reos conde­
nados' á recibir en su cuello el golpe de
la espada.. Ofrecióla el- Apostol á la de­
votísima Señora restituirla su velo, y po-
.nerselo en sus propias manos , termina­
do que fuese el ministerio, para el quál
se lo pedia, como en efecto se lo cum­
plió el Santo Apostol aparecíendosele des­
pués de su muerte á Plautila, y entre­
gándole en sus manos el velo. ¿Qué sen­
timientos de piedad, de respeto y devo-
xion pasarían por el alma de aquella ben­
ditísima Señora al oir la humilde peti­
ción del Santo Apostol ? Alargad Señora
vuestro velo, y traspasadlo de vuestra ca­
beza á la cabeza de tan grande Apostol.
Jamás velo alguno ha sido, ni tan di­
choso, ni tan. honrado. ¿A qué minis­
terio, ni mas noble, ni mas sublime pu­
do aspirar jamás vuestro velo, que á. cu­
brir aquel respetable rostro, á quien mí-
288 M E D IT A C IO N

ran con' veneración los Angeles del pa­


raíso? Vuestro velo será teñido con la
sangre de Pablo Apostol. ¡Grande honra!
.Vuestra suerte será envidiada de todas las
matronas Romanas, que os sucederán en
la serie de los tiempos venideros. ¡Di­
chosa Plautila! i Afortunada Señora! Vá­
ya en hora buena vuestro velo, y acom­
pañe al Santo Apostol hasta el martirio,
yá que el tropel de gente y vuestro de­
coro , no os permite ir en su seguimien­
to. Alargó Plautila su velo con todo res­
peto y devocion, y recibiólo el Apostol
con humildísima gratitud, como la últi­
ma obra de caridad, que se hacia con su
persona. ¡O pobrísimo Apostol! \ Pobre
de bienes terrenos, faltándole, hasta un
pedazo de lienzo para cubrir su rostro!
j Pero rico de bienes los mas preciosos
del paraíso ! Cubrid y a , ó Santo Apos­
tol , vuestro rostro con ese velo de Plau-
tila. La muerte que tiene ya su brazo
levantado con la espada desnuda, está á
T R IG E S IM A QU IN TA, 289
!a vísta. Jamás se atreviera á descargar el
golpe si viese descubierto, y en su pro­
pia magestad el semblante de Pablo Apos­
tol. Ella téme el insulto de aquel cánti­
co victorioso , que ha Ido por delante
pregonando vuestro martirio. Ubi est mors
vktoria, ¿En dónde está, 6 muerte,
tu victoria?

PUNTO SEGUNDO.

Absorpta est mors in victoria, i, ad Cor. ij. v, $4,

Llagado que fue' el Santo Apostol al


lugar de su martirio, levantó los ojos ai
cielo, y puesto de rodillas , hizo oracion
al Señor. \ Que afectos tan fervorosos y
encendidos saldrían de aquel pecho apos­
tólico ! j Con qué fuego de caridad arde­
ría aquel corazon para consumar el ho­
locausto, vle'ndose ya colocado en las mis­
mas aras í ¿Quántas vidas, y quántos cue«
líos deseara tener el Santo Apostol, pa­
ra sujetarlos todos al cuchillo en honor
TOM. II. t
290 MEDITACION
de Christo? El no tenia mas que ün cue­
llo, y ese lo alargó con prontitud, con
constancia y con sumo gozo al ministro
de la muerte, que tenia ya levantado su
brazo para descargar el golpe. Detente,
ó ministro de crueldad Neroniana. ¿Sa­
bes tú que cuello vas á dividir y sepa­
rar con tu espada? Ese cuello es aquel
sagrado canal de la divinidad por donde
se han derivado á la tierra las copiosas
aguas de la redención de Christo. Ese
cuello es aquel precioso conducto por
donde han venido á los hombres las ri­
quezas del paraíso. Ese cuello es aquella
trompeta evangélica , que ha ido hasta
ahora resonando y publicando por todo
el mundo los mas ocultos y saludables
arcanos de la eterna sabiduría de Dios
en beneficio de todos. Ese cuello., es cue­
llo del grande Pablo, bien conocido por
su voz apostólica de Hebreos, de Griegos
y de Romanos; de Bárbaros y de Scy-
tas j. j cuya fama ha penetrado hasta I03
T R IG E S IM A Q U IN TA . 2 9I
extremos de la tierra. ¿Cómo no tiembla
y se estremece ese brazo ? ¿Cómo no se
cae en tierra esa espada, quedando yer­
ta de horror la mano que la empuña?
¡ O dureza nunca vista l ¡ O inhumana
crueldad i Nerón había de ser Nerón,
hasta la muerte, y traspasar mas allá la
odiosa fama de su nombre á toda la pos­
teridad. Nerón habia de quedar para siem­
pre con el infame nombre de cruel} y
Pablo habia de ser honrado con el glo­
rioso título de mártir de Jesuchristo. Ca­
yó finalmente la espada al impulso de
aquella mano executora de la muerte so­
bre el cuello del A postol, y quedó el
cuerpo trunco y la cabeza separada. Aquí
se acabó, ó muerte , tu dominio j queda
ya en adelante abolido para siempre tu
poder y jurisdicción, y Pablo victorioso,
absorpta est mors in victoria, ¿Qué has he­
cho, ó muerte? Has levantado á Pablo su
destierro, y lo has traspasado á su patria.
Has dado fin á la peregrinación y moles-
T2
292 MEDITACION
to viage , que tanto afligía al Apostol y
y lo atrabajaba, y le has abierto las puer­
tas de su Ciudad, para que se restituya
á los suyos, y viva ya en paz, gozo y
tranquilidad eterna, sin peligro, ni te­
mor de nuevo destierro, de nueva pere­
grinación y viage. ¿Qué has hecho, ó
muerte? Has quitado á Pablo la mortali­
dad y corrupción. Eso es lo que tanto
deseaba el Apostol. ¿Por qué gemía y.
suspiraba, tanto San Pablo, sino por ver­
se libre de la mortalidad y corrupción
de su cuerpo? ¿Por ventura has aboli­
do su cuerpo con el golpe de tu es­
pada ? ¿ Por ventura has aniquilado su
cabeza con separarla de sus hombros?
Una cosa es el cuerpo, y otra la morta^
lidad del cuerpo. No es lo mismo la ca­
beza, que la corruptibilidad de la cabe­
za. Sí el cuerpo es" pesado , molesto y
honeroso, no lo es por su naturaleza y
substancia, no lo es por sí mismo y por
ser cuerpo, sino por ser mortal y cor-«
TRIGESIM A QZÍINTA . 293
ruptible. Entretanto que el cuerpo está
vestido de la mortalidad y corrupción ,
está sujeto á la pesadez, á las molestias
y trabajos; siente las heridas, le aflige el
dolor, le causa pena la fatiga , se debi^
lita con el hambre, se fastidia de la sa­
ciedad y hartura, lo rinden los achaques
y las enfermedades. Esos son los precur­
sores que tú envías por delante para avi­
sar al cuerpo de su mortalidad y corrupV
cion, hasta que llegas tú, y á tu presen­
cia cae el cuerpo mortal y corruptible..
Pues mira y atiende. Ese cuerpo de Pa­
blo , que ves ahora aquí tendido en el
campo, vendrá tiempo en que se pondrá
otra vez en piej y esa cabeza que ahora
está de por sí y apartada, esa misma se
reunirá á esos hombros, de.quienes tú la
has dividido y separado. Cuerpo y cabe­
za de nuevo juntos. Pablo segunda vez
en pie, pero no ya Pablo mortal, sino
inmortal: no ya Pablo corruptible, sinQ
Pablo invulnerable. Ya no te quedan pre-
294 M E D IT A C IO N
cursores que enviar por delante para avi­
sar á Pablo de su mortalidad y corrup^
cion. Eso se acabó ya. Hasta aquí llegó
tu poder y no pasa adelante: absorpta
t$t mors in victoria. Terminada la morta­
lidad y corrupción del cuerpo, se acabó
tu dominio; quedará para siempre inútil
tu guadaña, y comparecerá otra vez Pa­
blo con toda la magestad y gloria de
Apostol. Contemplad ahora con un san­
to horror, dice el Chrysóstomo, \que
espectáculo verá Roma, quando en el úl­
timo dia de los tiempos, vea al grande
Apostol Pablo levantarse de su tumba, y
subir por esos ay res al encuentro de
Christo I Quando lo mire sentado, como
Con-Juez allá sobre una nube que echará
de sí rayos de claridad y relámpagos de
terror. ¡Con qué ojos lo mirará Nerón,
viéndose á sí mismo sobre la haz de la
tierra abatido, como un vil esclavo! ¡Qué
recuerdos tan amargos revolverá dentro
de sí con la memoria de- las cárceles y
T R IG E SIM A q U IN T A . 2 9$
cadenas , con que tantas veces afligió y
atormentó al Santo Apostol! Venciste Pa­
blo, venciste. Tu admirable fortalezaj ven­
ció á Nerón con toda su crueldad. Tu
constancia incomparable, venció al anti­
guo imperio Romano con todo su poder.'
T u magnanimidad insuperable, venció á
la muerte con todo su terror. A b so rta *
est mors in victoria*

PUNTO TERCERO.

Deo autem g ra tia s, qui dedit nobis victoriam per


Dominum nostrum J esu Cbrhtum , 1. a d C o r . i j ,
v. 57. V

¿Que' hombre m ortal, caduco y frá­


gil era capaz de alcanzar victoria de la
muerte, sino estuviera armado del poder
y virtud de aquel gran libertador Chris-
to Jesús, que levantándose glorioso del
sepulcro, enarboló sobre esa región de
muertos el estandarte de la inmortalidad,
con la noble y nunca antes vista inscrip­
ción, Trmnphaiori mortisr Triunfador de la
2 0/ 6 me n iT A c io r r

muerte? A este magnifico Triunfador se


debe toda victoria, que los mortales con­
siguen de la muerte j y á él dirige agra­
decido el Apostol su cántico victorioso,
mirando ya con su firmísima esperanza,
como presente lo venidero, gracias á Dios,
dice el Santo, que nos dio victoria de
la muerte por los me'ritos de nuestro Se­
ñor Jesuchristo. Así honra Pablo victo­
rioso á Christo Triunfador. El fruto de
la victoria cedió en utilidad de Pablo, la
gloria toda la refirió á Christo, por cu­
ya yirtud y gracia, venció á la muerte.
Pero aquel divino Triunfador, que es li­
beral y magnifico en honrar á los que
lo glorifican, no se contentó con que Pa­
blo gozase enteramente del fruto de la
victoria, quiso también hacerle partici­
pante de la gloria de vencedor, manifes­
tando en honra suya al mundo las mas
ilustres y gloriosas señales de tan seña­
lada victoria. La muerte para causar es­
panto á los que se hallaban presentes, se
TRX G ESIM A Q triN TA . 2 97

habia armado del terror contra el Apos­


tol, Ella pensó que partiendo con su al­
fange la cerviz de Pablo, iba i inundar
la tierra con un rio de sangre, capaz de
hacer por una parte odioso con el hor­
ror el nombre del A postol, y por otra
parte de atajar con el miedo los progre­
sos de la religión. ¿Pero que' sucedió? ¡O
grandeza de Dios en honrar á Pablo! A l
dar el golpe, veis aquí, que en vez de
un rio de sangre, brotó de aquel sagra­
do cuello del Apostol, una torrente de
leche. ¡A h muerte! ¿Y en dónde está
aquel horror con que pensabas tú retraer,
y ahuyentar á los circunstantes del apre­
cio y venerador* de Pablo? Ya todos
convierten á el sus ojos con admiración
dulcemente atraídos de un objeto tan
agradable y delicioso. El bárbaro, execu-
tor del golpe, al verse salpicado de aque­
lla prodigiosa sangre, que con el color
y candor de leche, hacia campear su ves­
tidura cou un nuevo y maravilloso ado^
298 M E D IT A C IO N
n o, espantado se convirtió á la fé. 1 Si­
guieron su exemplo los demás compañe­
ros , y otros muchos de los circunstantes
atónitos del prodigio, abrazáron también
la verdadera religión. ¡O sangre apos­
tólica y predicadora hasta la muerte! Co*
mo sangre predicaste peleando en las ba­
tallas de la vida. Como leche predicas
triunfando en la victoria de la muerte^
A sí honró Christo en la muerte á quien
no pensó, ni tuvo jamás otro deseo, que
glorificarlo en vida. Bendito y alabado
seáis para siempre, \6 gran Dios! ¿Quién
o.tro sino vos que sois el Señor fuerte y
poderoso, el Señor poderoso en las ba­
tallas podia ser autor de estas victorias
tan magnificas y gloriosas? Oid ahora co­
mo se recrea ^en este paso el devotísimo
espíritu del gran Padre y Doctor de la
Iglesia San Ambrosio. SI de la cerviz de
Pablo con el golpe de la espada manó
leche en lugar de sangre, y compareció
1 Inter opera Chrys. orat. in princip. Apost. t. 5.
299
TRIG-ESIM AQ U IN T A ,
el Santo Apostol entre los horrores de
aquella muerte mas blanco , hermoso, y
explendido, que roxó y ensangrentado,
no debe causar esto estupor á nadie:
l pues qué maravilla que abunde de leche
el que nutre á la Iglesia? 1 Quid enim
mlrum si abundat laete nutritor Ecclesia , si-
cut ipse ad Corintbios a it , lac vobis potum
dedi j non escam ? El , como una tierna
madre, de cüyos pechos cuelgan y se ali­
mentan los infantes con dulzura ■criaba
á los primitivos fieles de la Iglesia, y
atemperándose á la niñez y ternura de
ellas en la fe, les instilaba en forma de
leche la suavidad de su doctrinar Esta es
aquella bendita tierra, que prometió Dios
á nuestros padres, quando d ixo : Yo os
daré en posesion, y lugar de vuestra mo­
rada una tierra que mana leche y miel.
N o hablaba el Señor no de esta tierra
terrena, material y corpórea, que con las
avenidas y derivaciones de las aguas , en*
goo M E D IT A C IO N

Vuelve cieno , y forma lodo; sino de


aquella bienaventurada tierra de Pablo,
de donde fluye perenemente un licor pu­
ro , y de allí destila siempre y de con­
tinuo toda suavidad y dulzura. ¿Pues qué
carta hay de este grande A p o sto l, que
no sea mas dulce que la miel? ¿Mas pu­
ra y suave que la leche? Sus cartas son
como los pechos de las Iglesias que nu^
tren á los Pueblos, y les dan el alimen­
to escogido de la salud. No hay, pues,
que maravillarnos, que de la cerviz del
Apostol, en vez de sangre manase leche:
D e cervice ergo Apostoli pro smguine las
m am vit . ; O Apostol gloriosísimo, quan
ilustre ha sido vuestra victoria, quando
el mismo Christo ha querido hacerse su
pregonero! Vos con vuestra sangre tan­
tas veces derramada en-obsequio de Chris-»
t o , ensalzasteis en vida la gloria de la
,\Cruz;*y Christo en retorno de esa san-
, gre, o$ ^recompensa con leche para honrar
'yuesóyá martirio. Mas* si el cielo con el
tr ig e s im a q v z n ta .
301 -

prodigío de la leche celebró la ilustre vic­


toria de San Pablo en su martirio; la
tierra que había sido el campo de sus
batallas apostólicas, había de contribuir
por su parte á celebrarla , concurriendo
ámbos á dos cielo y tierra , como los mas
autorizados testimonios á dar toda so­
lemnidad á la victoria. La cabeza del
Apostol al separarse de su cuello con el
golpe de laJespada, y caer en tierra, dio
con la fuerza del espíritu, y por virtud
divina tres saltos succesívamente, y á pro­
porcionada distancia. Sintióse la tierra
llamar con aquellos golpes respetables ,
que llevaban consigo el imperio y auto­
ridad del Criador i y correspondiendo
pronta hizo al punto brotar de sus en­
trañas tres nuevas fuentes, que empeza­
ron entonces á manar, y manan aun en
nuestros tiempos para inmortal gloria del
Aposrol. ¡Quán admirable es Dios
Santos 1 i Quán magnifico honradoificl&stas
siervosl ¿Y no deberá esto basta4% <$l¡i
3O a M E D IT A C IO N

que nosotros seamos diligentes en vene­


rar, y solícitos en promover el culto y
obsequio á tan grande Aposto!, por cu­
ya honra y gloria se muestra Christo tan
empeñado? ¡O grande Pablo! ¡Mucha
cavida teneis con Jesuchristo I Yo me ha­
llo aun en esta tierra de enemigos en­
vuelto en mil refriegas y batallas, y me
queda todavía que pasar la última y mas
peligrosa, que es la batalla de la muer­
te. Asistidme de^de ahora con vuestra po­
derosa intercesión, y continuad en pro­
tegerme para lograr la dicha de poder
cantar con vos en ese Reyno de paz y
tranquilidad el cántico de bendición, ala­
banza y acción de gracias. Bendito y ala­
bado sea eternamente Dios por habernos
dado victoria de la muerte por los mé­
ritos de nuestro Señor Jesuchristo. Deo
autem gratms, qut dedit nobis victoriam per
Domimm nostrum Je su Qhristum .
MEDITACION XXXVI.
Triunfo de San Pablo.

PUNTO PRIMERO.

Deo gratias, qui semper triunfat m s in Christo.


a. ad Cor. 2. v. 14.

D e s p u e s de la victoria, se sigue el triun­


fo. La antigua Roma acostumbrada á ver
y admirar aquella pompa, magestad y :
gloria de sus mas célebres Capitanes, quan­
do al volver victoriosos de la guerra en­
traban triunfantes en la C iudadano te­
nia idea de otro triunfo, que el que veía
en todo aquel aparato magnífico y sun­
tuoso, quando sentado el vencedor sobre
una preciosa y sublime carroza, precedi­
do , acompañado, y seguido de todas las
órdenes y estados de la República; entre
los aplausos y aclamaciones de un infi­
nito pueblo : entre el harmonioso sonido
304 M E D IT A C IO N

de trompas y clarines : entre la muche­


dumbre y variedad de trofeos , armas , es­
cudos, banderas, estatuas, éimágenes, que
mostraban en figura, ó en caracteres, é
inscripciones el nombre de los montes y
ríos, de las provincias y ciudades, ó nue­
vamente adquiridas con las armas, ó su­
jetadas , y hechas tributarias, ó admiti­
das en alianza y protección del Imperio
Rom ano, subia triunfante y glorioso al
Capitolio. Con estas vastas ideas de faus­
to , ostentación, y gloria mundana ocu­
pada aquella antigua y supersticiosa Ro­
ma , ¿con qué desprecio miraría al gran­
de Apostol de las Gentes, cuyo cadáver
yacía en el campo, el cuerpo aquí , la
cabeza allá, como un público facineroso
ajusticiado para escarmiento de otros, y
esterminio de la religión ? No obstante
esto, aquel grande hombre cuya sangre
aun b u llía, por el calor que habia dexa-
do su grande espíritu, era sin disputa el
mas ilustre Capitan que se habia descu-*
T R I(x É S lM A S £ X T A . 305
bíerió y aparecido e'rt todo el imperio
Romano. ¿Pues cómo así yace sin gloria
sobre la dúra tierra ? Esa misma ignomi­
nia y despfecio es el principio de su triun­
fo. Levanta, ó Roma, ttís cijos dé la tíer^
ra , y rfiifa con ríiejor vistá á Pablo sil*
bir triunfante, no ya á lo alto dé tü tari
famoso C apitolio, sino á lo mas encum­
brado dél tércer cielo. También tiene
Christo sus triunfos para hónrar y glo­
rificar á los victoriosos de sil milicia. Pa­
decer trabajos, sufrir injurias y afrentas,
tolerad penas, tormentos y muertes en
obsequio de Christo, es llevar á Christo
en su persona í y quien lleva sobré sí car­
ga tan pfeciosa, ¿con qué pompa y so­
lemnidad ha dé set recibido en aquel
R ey no en dónde todos son vasallos de
C h risto, y Christo es el R ey de todos?
] Mirad qiian rico y cargado de despojos
Sübé el grande Apostol I ¡ Mirad quan
ilustres trofeos Van por delante pregonan­
do su victoria l N o veréis allí , ni escla-
tom. 11, v
306 M ED ITA C IO N

vos maniatados á los pies del vencedor*


ni Grandes, Príncipes y Reyes presos, y
atadas ignominiosamente sus manos á las
espaldas siguiendo confusos y avergonza­
dos la triunfal carroza* N o hay allí ? ní
plebeyo despreciado, ni noble abatido,
ni soldado prisionero, ni Rey cautivo :
todos son libres > todos honrados, todos
han mejorado de fortuna, todos han su­
bido á un alto estado de dignidad los
que venció en sus batallas, y sujetó al
Imperio de Christo este gran triunfador.
Almas son, y almas que conquistó Pa­
blo con la virtud y fuerzas, con el po­
der y armas de su apostólica predicación.*
Estos son los ricos despojos, que quitó
al enemigo. Estos son los trofeos hono­
ríficos que levanta ahora, y muestra co­
mo señales de la victoria, Efeso, Corin-
t o , Macedonia , A c a y a , Bosnia, y otras
enumerables provincias, reynos y ciuda­
des, no ya en estatuas de metal, ni en imá­
genes insensibles, ni en- caracteres muer-
307
t r ig e s im a s e x t a .

to s , como en los triunfos militares de


Rom a, sino en almas vivas se presentan
para hacer mas glorioso este triunfo.
!A brid ya T ó cielos, vuestras puertas eter-
nales para dar entrada á Pablo triunfa­
dor. ¿Quántos son los insignes trofeos
que habéis ya anticipadamente recibido
de este ilustre Capitan ? Y vosotros Filí-
penses y Tesalonicenses, que reposáis ya
en santa p a z, salid al encuentro á vues­
tro Padre y Apostol. ¿No sois vosotros
aquell&s que en vida mortal fuisteis tan
amados, y tan tiernamente queridos del
Apostol? ¿No le costasteis á vuestro Pa­
dre tantos trabajos y fatigas , sudores , pe­
nas y tormentos? Pues veíslo aquí; ya su­
be. N o se ausentará ya jamás de voso­
tros; lo tendreis siempre presente, y com­
pañero inseparable. ¿Con qué gozo y ale­
gría saldrían al encuentro de este glo­
rioso triunfador tantas y tan inumerables
almas como habla enviado ya de ante­
mano al paraíso ? ¿Con qué aplausos se-
v2
308 M E D IT A C IO N
ria recibido? ¿Con qué aclamaciones? ¿Con
qué cánticos de alabanza, y acción de
gracias á Christo T por cuya virtud y mé^*
ritos habían logrado la dicha de haber
sido conquistadas por las batallas traba­
josas y penosas’ de Pablo ? Veis aquí los
trofeos- Ilustres que muestran y publican,
no con su propio abatimiento y confu­
sion y sino con grande honra y utilidad
suya la gloria del triunfador. Toda aque­
lla milicia del cielo ordenada con sus be­
llísimos esquadrones der los nueve coros
de los Angeles, ¿con quinta magnificen­
cia, pompa y solemnidad pensáis , recibí-
lia. á este glorioso triunfador ? Las bata­
llas de Pablo aquí en la tierra hablan
sido dignas de ser miradas, admiradas ,
y aplaudidas de los Angeles. ¿Con quán-
to empeño sé esmerarían ellos para cele­
brar ahora dignamente el debido triun­
fo? ¿Quántos puestos ántes vacíos se veían
ya de nuevo ocupados en aquellos coros
por las grandes y gloriosas reclutas, que
T R IG E SIM A S E X T A . 3 OQ
había Hecho aquí en la tierra el Santo
lAposto!, y mandado allá para completar
aquellos esquadrones de los Angeles dis­
minuidos desde la primera y antigua re­
belión? Ello era justo que todos contri­
buyesen , como interesados, á la gloria
del triunfador- Cada coro de por s í, pre­
sentaría aquellos nuevos soldados de la
celestial milicia, que habia adquirido por
las conquistas de Pablo. Veis aquí, dirían
ellos en honra del triunfador., veis aquí
el fruto de vuestras peleas. Veis aquí le­
vantados ahora con magnificencia y apa­
rato digno del cielo, estos trofeos, seña^
les t<?das gloriosas, y monumentos sem­
piternos de vuestras victorias. ¡Qué cán­
ticos de suavidad Angélica! ¡Qué músi­
ca tan harmoniosa ! ¡Qué melodía tan ce­
lestial se dexaria sentir por toda aquella
santa Jerusalen y Ciudad de paz 1 Y vo­
sotros venerables ancianos antiguos Pa­
dres y Patriarcas de Israel, ¿con qué re­
gocijo miraríais la entrada triunfal de un
310 M E D IT A C IO N
descendiente vuestro tan ilustre, que éra'
la honra y g lo ria , el gozo y alegría de.
todo el Pueblo de Dios? ¿Qué tienes tu
que comparar á esto, antigua y supersti­
ciosa Roma? Si tus Senadores vestidos
todos de blanco salían al encuentro al
triunfador, y ceñian por una y otra par­
te su magnífica y triunfal carroza para
autorizar el triunfo con la presencia res­
petable del Senado; mira ahora á Pablo.
¡Quán otro es el Senado ! ¡Quán diferen­
tes de los tuyos, y de quan otro grado,
y mas alta esfera incomparablemente son
los Senadores que concurren á autorizar,
solemnizar , y engrandecer la magestad y
gloria de este triunfo! Vestidos de blan­
co están todos s mas no de blancura cor­
ruptible , y que ven hasta los ojos de las
bestias, sino de aquella estola blanca de
inmortalidad, y gloria reservada á la vis­
ta sola de los limpios de corazon. Sus
cabezas adornadas no con hojas de laurel,
sino con riquísimas y preciosísimas coro-
3II
T R IG E S IM A S E X T A .
ñas de oro en señal de Reyes. Esos son
los Senadores que concurren al triunfo
de Pablo. Pablo era el que entraba triun­
fante, no con vana ostentación, Era triun­
fador humilde y agradecido , y entraba
cantando 5 y con él todos aquellos Santos
Senadores, todas las almas Saritas, todos
los Angeles del paraíso, toda aquella ce­
lestial asamblea cantaba juntamente con
Pablo el mas dulce y agradable cántico
de alabanza y bendición, de honra y gra­
titud, A Dios sean dadas eternamente las
gracias, porque nos hace triunfadores ilus­
tres y gloriosos, y dignos de asistir á su
presencia, magestad y gloria por los mé­
ritos de Jesuchristo nuestro Señor. Deo
g r atlas , qui semjper trlumphat nos in Christo .

PUNTO SEGUNDO.

Reposita est mihi corona justitia, 2. Tim. 4,


T. 8.

La ciega Gentilidad, que no tenía ojos


31% MZPIT4PI0N
p r a v e r , sino lo que pasa por este ma-?
renal y corpulento teatro de la tierra,
hílela. gran caso del fausto y ostentación,
4 e la y gk>ÍÍ4 mundana, A ese blan^
co y terrero dirigía sus acciones, y esa
er^ el gran premio á que aspiraba con
las hazañas ma$ arduas.y trabajosas de la
milicia* Para ese fin los Romanos, que
eptre todas l$s naciones se mostraron
siempre sumamente ambiciosos y codicio?
sos d^ Jionor terreno, tenían destinad^
uria gran multitud y variedad de coro­
nas, Con ellas premiaban a los vencedor
t£s. á proporcion de la virtud militar y
calida^ áp la$ empresas con que se ha-
fejan distinguido los soldados en la guer­
ra. Pero ¿que coronas? !La que ceñia la3
sienes del mas famoso entre los triunfa­
dores, y en c\ mas solemne y magnífico
aparato del gran triunfo, era de hojas de
lau rel: hojas que fácilmente las arrebata
el viento j hojas que el sol las marchita
y seca : hojas que el tiempo las consuma
T R 1 Q Z S IM A S E X T A . 3 I 3
y acab^ En ninguna otra cosa mostra­
ron mejor aquellos hombres, que eran
hombres de tierra, como en honrar el mé­
rito con una corona la mas van a, la mas
frágil, y la mas pasagera. Mas ¿qué otro
premio , sino hojas era proporcionado, y
debido á un mérito infructuoso y sin subs^
tancia,? ¿ Y esta era aquella corona triun­
fal á que aspiraban aquellos famosos Ca­
pitanes de la antigua Roma ? Todo era
cri ellos terreno; milicia terrena, empre­
sas terrenas, méritos terrenos, premios
terrenos, honras terrenas, y glorias ter­
renas 5 todo digno de quedar sepultado
y consumido dentro de tierra. Otra era
U milicia que había seguido Pablo * mas
altos sus fines y empresas, mas arduas y
trabajosas sus batallas, mas útiles sus con~
quistas, mas honrosas y sobresalientes sus
victorias, El habia de coronar su triun­
fo con una corona, que ni la tierra la
pudriese, ni el uso la gastase, ni el tiem­
po U consumiese. Cprona de justicia y
3I 4 M E D IT A C IO N
santidad, corona de vida eterna. Veis
aquí la corona que tenia preparada .para
el dia de su gran triunfo : Reposita est mihi
corona justitU . ¡O grande Apostol I ¡Quién
hubiera podido asistir á vuestro glorioso
triunfo ! ¡ Quando entre los aplausos y
aclamaciones de todas las almas santas de
la ley de gracia; quando entre las co­
piosísimas bendiciones de todos los Pa­
dres, Patriarcas y Profetas del antiguo
Testamento; quando entre la harmonlosa
música de todo el tren de instrumentos
celestiales de los nueve coros de los A n­
geles, y sus dulcísimos cánticos de vic­
toria , subíais triunfante de coro en co­
r o , de gerarquía en gerarquía, hasta lle­
gar á recibir de la mano de Jesuchristo
la preciosa corona de vencedor ! N o se
veía allí corona de olivo, ni corona de
m irto, ni corona de laurel. Semejantes
coronas solamente eran dignas de entrar
en el Capitolio tan decantado de los Rot­
úlanos, y premiar la vanidad de sus ha-
T It IG Z S IM A S Z X T A . $ I $

zanas* Vuestra corona era digna de vues­


tro mérito , y digna juntamente de la
grandeza y magnificencia del remunera-
dor. ¿Quién de mayor me'rito que Pa­
blo ? ¿Quién mas magnífico y dadivoso
en premiar que Jesuchristo ? Vuestra co­
rona , ó Santo A postol, fué preciosa á la
medida de la excelencia de vuestras vic­
torias, de la grandeza.de vuestras bata­
llas , y de la multitud y ferocidad de los
enemigos vencidos y sojuzgados. ¿Qué
suerte de batallas se vió jamás en la mi­
licia de C hristo, en que no mostrase el
grande Apostol su virtud en grado he­
roico ?. Batallas contra el Judaismo parax
abolir una ley que había ya finalizado.
Batallas contra el Gentilismo para arrui­
nar una superstición inveterada por tan­
tos siglos. Batallas contra la vana sabi­
duría de los Filósofos orgullosos. Bata­
llas contra los errores de los Hereges arro­
gantes. Batallas contra la impiedad de los
libertinos. Batallas para destruir todo vi-
3 I6 U E V IT A C IO N
c ío , y batallas para establecer toda v iíJ
md. ¿No veis que campo de guerra tan
dilatado? Todo el mundo hacia frente á
Pablo; ¿pero con qué armas? Con todo
el tren de las pasiones y apetitos suel­
tos, y dexados á discreción y sin freno:
con'todo el aparato de bienes terrenos,
de honras humanas, de gustos del sentí-
do i con todo el terror de penas , casti­
gos y tormentos; con toda la provisiori
de leyes, ritos y costumbres; con todo
el poder y fuerza de una contraria edu­
cación heredada, y sucesivamente traspa­
sada de padres á hijos, A todo ese exér-
cito enemigo* había añadido su ala par­
ticular el demonio, colocando en ella á
magos, hechiceros y adivinos para entre­
tener á los pueblos en su antigua reli­
gión y costumbres. Pablo armado con la
Cruz de Christo, y peleando, con predi­
car , padecer y sufrir, desbarató á todo
este grande exército, y levantó con in­
mensa gloria en el campo de sus batallas
T RIGESIM ASEX TA. 3 If
el estandarte de una nueva religión : nue­
vas leyes, nuevos tito s, nuevas costum­
bres , nueva educación y nueva vida.
¿Qué corona, pensáis, merecerá un tal
Vencedor ? ¿ Qué corona le será debida
por tantas, tan varias y tan árduas ba­
tallas? ¿Qué corona no será bien que ador­
ne su cabeza por tantas , tan magnífi­
cas y gloriosas victorias? Jesuchristo, que
era el que asistía á todas aquellas peleas^
batallas y victorias, y que es el justo
apreciador de todas e l l a s y tiene en su
mano toda suerte de coronas, y las repar­
te con suma magnificencia y explendor;
él solo es el juez que puede dar una jus­
ta estimación de la excelencia, precio y;
valor de la triunfal corona de justicia con
que Pablo celebró su triunfo en el cielo:
Meposita est míhí corona justitU ¡ quam da-
bit mihi Dominas Justus Judex,
PUNTO TERCERO.

E t illi qu'ídem, ut corruptifalem coronam accipiant$


nos autem incorruptam. i. ad Cor. 9. v. 25.

El Apostolado de San Pablo, no so­


lamente había sido magnifico en las obras,
sino también estupendo en los trabajos.
Por sus grandes hazañas en el ministerio
apostólico, merecía el Santo Apostol ser
honrado con una ilustre corona de glo­
ria, que lo hiciese recomendable á toda
aquella corte del cielo : por sus muchos
y estupendos trabajos, merecía una coro­
na de p az, que lo asegurase de su eter­
no descanso. Las grandes hazañas se pre­
mian con corona de gloria y honor: los
grandes trabajos se recompensan con co­
ronas de quietud y reposo. El fin de la
guerra es la. paz. Ese es el fruto que se
pretende en tas peleas y batallas. La paz
terrena está sujeta á la variación. Ella se
muda con el tiem po; y según la varia
TR IG £ SIM A S E X T A . 3 I 9

sucesión de nuevos acaecimientos > la paz


se acaba, y entra de nuevo la guerra y
disensión. A una paz tan frágil, tan va­
riable y de tan corta duración, ¿que~
otra corona le corresponde por premio,
que una corona corruptible ? Veis aquí
toda la recompensa que recibían por sus
trabajos y fatigas aquellos famosos triun^
fadores. E t tlli quidem , ut corruptibilem
coronam accipant. La paz celestial era el
{in á donde se encaminaban los trabajos
y fatigas de la milicia de Pablo. Paz in­
variable y paz que dura para siempre.
Paz á la qual no ha de suceder ya nue­
va guerra; ni han de turbar jamás nue­
vos enemigos que sobrevengan. Paz libre
de todo peligro y temor. Paz profunda
y de eterna seguridad. Corona inmortal
c incorruptible habia de ser la insignia
y título glorioso en virtud del qual en­
trase Pablo en una entera y segura po­
sesión de esta paz eternamente inmuta­
ble, como descanso de sus trabajos, re-
gao M ED ITACION

poso de sus fatigas, fruto de sus peleas*


fin de sus batallas y honra de sus victo­
rias. Nos autem incorrmptam. Los frutos
de la paz temporal son pasageros, comú
frutos del tiempo. Son frutos, que si re­
crean, no sustentan :■si lisonjean aí gu^
to , no lo sacian: lo entretienen ligera­
mente , mas no lo llenan, ni satisfacen.-
Los frutos de la paz eterna son frutos
inmortales ,• y qtfe jamás se corrompen r
no solamente recrean, sino también sus­
tentan, dan hartura, y Satisfacen por' ser'
frutos vitales, y frutos de vída eternas
Entrar en la pacífica posesion de todos
esos frutos preciosísimos es recibir aque­
lla riquísima corona á la qual llama lá
Escritura corona de vida : 1 Dabo tibi co•*
tQnam vite* ¡ O corona inmortal é incor­
ruptible ! *rCoro na qtie al mismo tiempo*
que adornas de suma gloría aí que te re-*
cib e, lo rodeas por todas partes, prote^
giendolo de todo mal, y encerrando den-
I .ApOC. a.
TR IG T S IM A S E X T A , 32 I

dentro de tí la plenitud y complemento


de todo bien! ; Dichosa vid a, que se ve
de esa suerte coronada! \ Quién es capaz
de comprehender, quanto menos de de­
clarar su precio y valor? *,Vida opulen­
ta t vida llena! vida divina í El grande
'Apostol que peregrinando aun por este
destierro, fué graciosamente traspasado
por breve tiempo á aquella dichosa pa­
tria vital y tierra ' de vivientes , quedo
tan atónito y suspenso de lo que habia
visto , que al volver de aquel su rapto
maravilloso, no acertaba á hablar* 1 Non
Iket hom'mi loquu Y para dispertarnos á
suspirar por aquella vida bienaventura­
da , nos dexó escrito, 2 que ni ojos vie­
ro n , ni oidos oyéron, ni cupo en co­
razon humano la grandeza, opulencia y.
preciosidad de aquellos bienes que tiene
Dios preparados para los que le aman. Y¡
si m esta tierra, que es tierra de cala­
midad y miserias, y lugar de destierro,
- x a .a d C o r . i» . * n ad Cor. a,
TOM. II. X
33 3 M ED ITAC IO N

ha derramado Dios tanta copla , multi­


tud , variedad y abundancia de bienes
para el común provecho, alivio y recreo
de todos, así buenos, como malos, fie­
les é infieles, justos y pecadores, consi­
derad ¿qué tales serán aquellos bienes de
allá arriba, quando Dios se nos prepone
como amante, solícito y magnífico pro­
veedor de todos ellos? D ios, que es in­
finitamente sábío en idear : Dios, que es
infinitamente poderoso en executar: Dios,
que es infinitamente liberal en expender,
es el que prepara, dispone y apareja. ÍV¿-
paravit Deus. Y eso, no aquí en el des­
tierro, sino allá en la patria. No para
extraños, sino para amigos. Para hijos.
Para legítimos herederos. Diligsntibus te.
¿ Qué tales bienes serán los prevenidos,
dispuestos y preparados por tales manos?
¡O vida colmada de bienes! ¿Qué pode­
mos nosotros decir de tí faltos de cifcn-
cia y experiencia, como mortales que so­
mos , y vivimos una vida que no es vi-*
TRJG E S IMA S E XT A , 323

da, sino muerte prolongada? Vivir en


miserias, trabajos y penalidades no es vi­
vir,' es lentamente morir. Vida á quien
los humores entumecen, los dolores ex­
tenúan, los ardores secan, el ayre alte­
ra, los manjares hinchan, los ayunos des­
carnan , los trabajos fatigan, las triste­
zas consumen, el temor aprieta, la se­
guridad entorpece, los peligros sobresal­
tan , las riquezas envanecen, la pobreza
abate, la juventud engríe, la vejez en­
corva, el demonio acecha, las tentacio­
nes turban, los achaques d e b ilita n la s
enfermedades enflaquecen , y la muerte
por último corrompe y acaba. ¿Qué suer­
te de vida es esta, sino vid a, que siem­
pre muere , y muerte, que siempre vive?
Y nosotros, que así vivimos muriendo,
y morimos viviendo, ¿qué podemos de­
cir de tí , vida bienaventurada, vida míl
veces vida y eternamente vida? ¡O quán
remota estás de todas las ideas de vida
que podemos tener en este estado de mor-
324 M ED ITA C IO N

tálldad! Vida quieta. Vida de reposo im­


perturbable, vida de altísima y eterna
p a z , que sobrepuja á todo sentido y co­
nocimiento , vida que ignora lo que es
muerte y mortalidad, vida de quien está
perpetuamente desterrada la tristeza y
aflicción, el dolor y quebranto, el temor,
y peligro , la inquietud y congoja, la
disensión y discordia. Vida amigable,
tranquila y de unión indisoluble. Vida
de quien huye todo contrario; ni puede
acercarse á ella tentación, insulto, ni ene­
migo. Lejos de ella el terror del infier­
no , y mas apartado y distante que está
el cíelo de la tierra , y el oriente del
ocaso. Ella es puerto de tranquilidad y
sosiego, lugar escondido de reposo 7 mo­
rada felicísima de descanso, fin y premio
‘de los trabajos, fatigas y penalidades pa­
decidas aquí en la tierra por el obsequio
de Christo. Quanto mas en número , y
mayores en gravedad y mas largos en
duración hubieren sido los trabajos aquí
T R IG E S IM A SE X T A . $2$

padecidos por C hristo, tanto será mas


preciosa y aventajada aquella corona de
vida, honra, adorno y premio de los es­
cogidos de Dios. Contemplad ahora quan
sobresaliente, y con quanta magnificen­
cia y esplendor se descubriría en su triun­
fo , y campearía en aquella corte del cie­
lo el grande Apostol laboriosísimo sobre
los demás Apostoles, y adornado de su
particular corona, que mostraba en es­
maltes preciosísimos , grabada la inscrip­
ción de todos sus trabajos apostólicos,
por mares , por rios , por tierras, por
ciudades, por despoblados, por tribuna­
les, por cárceles, por cadenas. Este es
Pablo A p o sto l, que dió entero cumpli­
miento á los designios de Christo, quan­
do al llamarlo al Apostolado, dixo: Y o
le mostraré quanto le conviene padecer
por la gloria de mi nombre. 1 Ego osten-
dam illi quanta oporteat eum pro nomine
meo patu Aquí descansa en lo mas reti-
z Act. Q.
3^6 MEDITACION
rado de toda conturbación, en lo mas es­
condido y delicioso del seno de Jesuchris­
t o , que es la verdadera vida de los que
por él mueren, paz sin fin de los atri­
bulados, y eterno reposo de ios pacien­
tes, fatigados y perseguidos.
INDICE
DE LO QUE CONTIENEN
estas Meditaciones.

L a letra M significa la M editación, la P


el Punto de ella.

A
¿ A lm a . Cómo es renovada por el Bautismo ; cómo
está destinada por su parte á reparar las ruinas del
cielo, M . 13. P. 1. V arios grados de unión del al­
ma con Jesuchristo. M . ag. P . 2.
¿Urnas santas. Fines que Dios tiene en enviarles ten­
taciones. M , 14. P . 1. Cómo han de clamar á D ios
en ellas. P . 2. N o han de caer de ánimo aunque
D ios no se las quite , porque les aumenta Ja gracia
para vencer, como á San Pablo: doctrina oportuna
sobre esto. P . 3. Armas para pelear contra Jas ten­
taciones. V ease: M ilicia christiana.
Amor a Dios. E l amor se funda siempre en algún
bien 5 nuestro amor supone la bondad en la persona
amada y no puede d arselaj pero D io s, amándonos,
nos dá la bondad que no teníamos. Nuestro amor á
D ios consiste en usar bien de lo que hemos recibi­
do de su bondad; procurando su gloria. Efectos que
causa el amor de D ios en los bienaventurados; efec­
tos que ha causado en algunos siervos suyos acá en
el mundo. M. g. P. i . y siguientes.
¿ 4mor al próximo. Se sigue al amor de Dios. Un cria­
do fiel y generoso no solo ama á su S eñ o r, sino su
hacienda y quanto le pertenece. L a principal ha­
cienda de D ios son las almas! las a m ó, envió á su
H ijo , que trabajó por ellas: este exemplo empeñó á
los obreros del Evangelio en sufrimientos y sacrifi­
cios, M , (5. P4 i* Se acomodáron á to d o , como una
madre con el hijo tierno. P. i . Tomaban como pro­
pias las miserias temporales del próxim o; si le mi­
raban caído en la culpa no tenían sosiego hasta sa­
carle de aquel funesto estado. P . 3.
Excelencia del amor al próximo. Se conoce en prefe­
rir el consuelo de los fieles á su propio reposo t y
aun el dilatar la posesion de la bienaventuranza, por
asistirles y consolarles; como se vió en San Pablo }
en San Martin y en San Ignacio de Loyola. M . 7.
P . r. y a.
Ternura del amor al próximo. Se explica en los cari­
ños y cuidados de una madre con el hijo peque-
fio. M . 8. P. 1. Pero se muestra mejor en eí trato
y conversación de Jesuchristo con sus Discípulos.
P . a. Exémplos del amor al próximo y sus calida­
des. V ease: San Pablo*
B

Bautismo. Por él quedamos incorporados con Christo,


y somos hechos miembros de su cuerpo místico: en­
tramos con facilidad á participar unos tesoros , que
Christo no nos adquirió sino con mucho trabajo.
M . z 6* P . i . L o que fue la Cruz para C h risto , es
el Bautismo para nosotros; se explica esto. P . r.
V irtud y eficacia del Bautism o: propósito de vida
á que nos o b lig a : por él queda muerto el pecado;
no mueren los apetitos y pasiones que nacieron del
pecado j pero nos pueden ser exercicio de virtud.
P . i . E l Bautismo se llama regeneración , porque
nos dá un nuevo ser: estabamos muertos por la cul­
p a , y resucitamos á la vida de la gracia: obras que
nos conviene hacer. M . iñ. P, 2. Por el Bautismo
nos hemos vestido de Jesuchristo: ¿qué quiere decir
esto? P. 3. Por él somos hermanos de JesuchristOj
llamamos Padre á D io s , somos Christos en imagen
y representación j dexamos el vestido viejo de Adán
y tomamos otro n uevo: quan precioso sea este ves­
tido. M . 27. P . 1. Obligación que nos resulta de
llevar siempre la imagen de C h ris to : examen y re­
convención que cada uno debe hacerse á sí mismo
sobre esto. P . 2. Quedamos consagrados á D io s ,
somos hacienda suya j debemos traerle siempre y
glorificarle. P. 3.
Beneficios. ¿Quántos hemos recibido de la bondad de
D ios ? Debemos confesar la deuda, y aplicarnos á
p a g a rla : exemplo que nos dá la naturaleza en las
aguas y en la tierra, M , 17 . P , 1, Todas las cria­
turas nos dicen que seamos agradecidos á D ios.
P . a. D e qué manera ha de ser esta gratitud. P . 3.
Beneficio de la redención. Quan gra n d e, quanto le
costó al S eñ o r: grandes males de que nos libró :
bienes incomparables que nos hizo. M . a i . P . 1. E n
conseqüencia de este beneficio debemos v iv ir solo
para Jesuchristo. P . 2, D ebe mirar cada uno la
deuda como suya prop ia } como si él solo fuera el
redimido. P , 3.
Bienaventurados. Descripción de su estado dichoso.
M . 33. P . 1. y 4. Triunfo con que son recibidos.
M . 36. P. 1. Corona que se les dá correspondiente
á sus batallas y victorias. P . a. Paz y reposo que
gozan en aquel estado. P. 3. Efectos que causa en
ellos el amor de D ios. M . g. P. 1.
Bienaventuranza. Cómo han suspirado por ella los
Justos. M , 33. P . 1. Nosotras tenemos por nada
aquella tierra deseable, porque estamos pegados á
esta. P, a. Los Justos se quexaban porque se alar­
gaba su destierro y su morada entre las miserias
de esta vida. P . 3. Cómo se les representaba la
bienaventuranza > quando se acercaban al fin de la
carrera. M . 34. P . 1. Cómo se alegraban de haber
trabajado. P . 2. Quanto gozo les causaba el haber
peleado con fidelidad. P . 3,
Bienes. Los verdaderos están dentro de nosotros mis­
mos, M , ió . P , 3.

G
Carrera. Cómo se ha de hacer la de esta vida. M . 34.
P . 3. Exámen que debe hacer cada «no sobre esto.

P . 3-
CarceL F ue dichosa y digna de veneración la en que
estuvo San P a b lo : ¿qué hizo en ella? M , 43. P. 1.
Caridad. Excelencias de esta virtud. M. 7. P. a. V ea-
se: Amor á Dios y al próximo.
Caridad. D e nuestro Salvador. V e a s e : Jesucristo.
Cielo. É l material es símbolo de nuestra v id a , ó de la
vída del Justo perseguido : por la parte inferior
mutaciones: por la superior tranquilidad y sosiego.
M . 13. P . 1.
Cielo . E n el misterio de Christo se nos ofrece un ,
cielo nuevo, y una tierra nueva ; se explica esto,
M . 13. P. x.
Cielo. V e a s e : Bienaventuranza.
Cbvistiano, Sus obligaciones en virtud del sagrado
Bautismo. M . a 6. P . 1. y a. Todos sus deberes se
tratan con extensión en los dos títu los: Bautismo y
Milicia christiana.
Ciudad. L a permanente está en el cielo : se describe.
E sta vida es peregrinación : cómo se ha de hacer.
M . i ¿ . P . a. y 3.
Conciencia, En el buen testimonio de ella está nuestra
33a
g lo ria : cómo se entiende esto. M . iff. P . 3.
Cuerpo. E s un cuerpo místico el de la Iglesia y los
fíeles. Jesuchristo es la cabeza , nosotros los miem­
bros. M . atj. P . 1. D e esta cabeza recibimos todo
. el influxo : varios grados de unión entre los miem­
bros de este cuerpo y su cabeza. P. 1 . Influye en
los miembrps vivos, en los muertos, y en los sepa­
radas y cómo. P. 2.
Cruz. L a de Jesuchristo fué un gran m isterio: quan
escondido está para algunos christianos: quanto abor­
recen este misterio los amadores del mundo. M . 1 1 .
P . 1.
C r u c e E l mundo está lleno de ella s, y cada uno de
nosotros tiene la s u y a : trabajamos por librarnos y
no podemos : huimos de una Cruz y damos en otra.
M. 12. P, 1. Cómo hemos de recibir las Cruces
que nos envia Dios. P. a. Cómo hemos de suplir lo
. que faltó á la Pasión de Jesuchristo. P . 3.
Cuello. E l de San P a b lo , quan precioso. M, 3$. P. 2.
En su martirio ofreció leche en lugar de sangre.
P . 3. Reflexiones de San Ambrosio sobre este pro-'
d igio: con esta leche sustenta á la Iglesia en sus car­
tas. P. 3. ■

D
Dios. Cómo nos a m ó , y amandonos nos comunicó la
bondad. M . P. 1. Su amor á las criaturas res­
plandece en todos sus beneficios. V e a s e : Beneficios*
Viéndonos perdidos 5 envió su Hijo para que lo res­
tableciese todo, M . S3. P . 1, a. y 3.

JE
Esperanza chrtsfiana. Es el morrion de nuestra mili­
cia : que se hace en el mundo por la esperanza de
estos bienes caducos: qué han hecho los Justos por
alcanzar los bienes verdaderos. M . ap. P , 3,
Estado* Qual es el de la naturaleza, despues del pe­
cado. M . ip . F . r* ,
Evangelio. Por qué le líama San Pablo Evangelio de
paz. M . áp. P . 1 . Tesoro que se halla en el Evan­
gelio ; regla de nuestros pensamientos , palabras y
acciones, M . 30, P. a,
Exemplo . E l de San P a b lo , y quan importante es el
buen exemplo en los Superiores y Ministros. M . 30
por toda,

F é. L a santa fé es el escudo contra todos los tiros de


nuestros enemigos ; qué nos dice la fé acerca de la
vanidad de las cosas de este mundo: famosas ■victo­
rias que han conseguido los Justos por la fé. M , ap,
P . a.
Fervor, Quan importante es en el servicio de Dios ;
para excitarlo nos hemos de proponer los pasos y
, acciones de Jesuchristo* M . 3 1. P , j , Hemos de oí-
vidar el camino que y a se hizo 5 y atender ál que
resta que andar, para no desmayar en él. P. a. He­
mos de mirar la corona que nos está preparada } y
' con esta vista perderán todo el horror los trabajos 9
como sucede al Comerciante en los peligros del mar3
quando mira la ganancia en la India. P. 3.

Gracia. Cómo obra D ios en nosotros por ella. M . p .


P. a. Necesidad , poder y eficacia de la gra cia :
transformaciones que hace en el hombre. M , 18.
P . 1. Se nos dá para que trabajemos con e lla , y sí
la tenemos ociosa sonios ingratos y dignos de casti­
go. P . a. N o fuerza nuestra libertad: se junta á no-
sotrosj y nos dá el movimiento^ que no teníamos j
pero somos libres en admitirla ó desecharla. Com­
paración del hombre sano ¡ que conduce al tullido :
doctrina de ios Santos Padres sobre esta materia.
P . 3. Cómo quedó nuestra naturaleza por el pecado
de A d á n ; qué cosa es esta gracia in terio r: varios
nombres y oficios‘que tiene: sin ella nada pueden
hacer los Predicadores del E va n g elio : es necesaria
al justo y al pecador. M . ip . P. 1. A la gracia de
iluminación en el entendimiento f se sigue la de ins-
piracion en la voluntad. P. a. Además de la gracia
preveniente y excitante } es necesaria la adyuvante :
explicase esta. N adie se dice ayudado, si él m is-
jno no hace nada : no somos movidos de la gracia
como piedras insensibles, ó como brutos que care­
cen de razón. P . 3. San Pablo exhorta á los de C o-
rinto á que no la tengan ociosa: de aquí se infiere
que son libres en obrar , ó dexar de obrar con ella:
al que está en la cárcel bien asegurado con cadenas
no se le exhorta á que no huya. Quien espera que
la gracia lo haga tod o, como la lluvia respecto de
la tie r r a , ó como el que está sentado debaxo del
árbol recibiendo los frutos que otro le echa en el
seno, este se abandona á una total inacción. M. 20.
P . 1. L a gracia es el fondo y el capital con que
negociamos nuestra salud: Dios pone el ca p ita l, y
reservándose solo la gloria de todo, nos cede las ga­
nancias. P. 1. L a gracia es una jo y a , con la qual
salimos de la miseria en que estabamos , porque
compramos con ella quanto habíamos menester : to­
do se debe al Poderoso que nos dio esa j o y a : com­
paración oportuna. M . ao. P . 3.
Gratitud , agradecimiento. Quanto hemos recibido es
de D ios: los rios que vuelven al m ar, de donde sa­
lieron } la tierra que recibe el grano, y lo vuelve
multiplicado : todas las criaturas nos predican la
gratitud. M . 17. P. 1. y 1, Gratitud práctica. P. 3.
Guerra. Es continua la de esta v id a , y debe serlo
' igualmente la vigilancia. M . 13. P . 3. Jesuchristo
. fué el medianero de la guerra que habia entre el
cielo y la tierra. V e a se : Jesu cristo, Todavía .se
continúa la batalla mientras estamos en esta vida.
V e a s e : M ilicia ckristiana,

H
Hombres. Hemos sido reparados por la Pasión y
Muerte de Jesuchristo. M. 23. P . 1. Quedamos en­
noblecidos por su venida. P. a. Ajustó nuestras di­
ferencias. M . 44. P . 1. Nos hizo hombres nuevos
por el Bautismo. M . 47. P. 1. V e a s e : Jesuchristo,
Humildad. Como se manifiesta la verdadera. M . a a.
P. 1. E l humilde sabe discernir lo suyo de lo age-
no. M. 3. P. 1, Atribuye á Dios todo el bien que
tiene. P . a. Se abate á sí mismo , y engrandece á
Dios en sus dones. P . 3,

J
Jesu cristo. Saltos de Gigante que dió en su carrera
por nuestra salud. M . 31. P. 1. Su caridad y mi­
sericordia en el misterio de la Redención. M. 44 .
P. 1. Perdona á los mas grandes pecadores > y así
alienta á los otros. P. 4 . Sentimientos que debemos
tener de la bondad y misericordia de Jesuchristo.
P . 3. Cómo lo reparó todo en el cielo y en la tier­
ra ; el muro de la tierra se habia desmoronado por
el pecado de Adán , y el del cielo por el de los An­
geles Apostatas, M , 43. P. x. Comenzó el reparo por
la tierra : medio asombroso que tomó para, esto la
eterna bondad , que fué aparecer en la tierra un
Hombre nuevo s con ciertas qualidádes. P. a. ¿ D e
qué manera se executó esta renovación? Un Hom­
bre Dios renueva el c ie lo , un Dios Hombre renue­
v a la tierra ; se explica esto- P. 3. E l reparo se
hizo por via de condigna y rigurosa satisfacción.
P . 3. Jesuchristo salió por medianero para compo­
ner las diferencias entre el cielo y la tierra , y los
puso en paz : para esto tenia pod er, que hizo efi­
caz su mediación , y gracia con las partes interesa­
das , que hizo su mediación bien recibida. M . 24.
P . 1. Detuvo al cielo , y protegió á la tierra : asi­
do al hombre, le reconcilió con D io s : asido á Dios,
le apaciguó con el hombre. P. 1. Se propuso remo­
ver el pecado , que era la causa de la discordia.
¡Quán gravosa le fué esta condicion, quán cara le
costó la paz í P. 2. Pero quan ventajosa para noso­
tros , que no solo quedamos restablecidos, sino mas
robustos. Comparación del que estaba preso por deu­
d as, y un rico piadoso las pagó por é l , y sacándo­
le de la prisión, le fundó además un pingue m ayo­
razgo. P . a. También puso en paz Jesuchristo los
dos Pueblos Judio y G e n til, y los juntó ' en una
misma Iglesia. P. 3. Es cabeza de ella , y nosotros
somos sus miembros: y este es el fruto de la paz
que h iz o ; se explica esto. M . ag. P. r. D e esta ca­
beza recibimos todo el iníluxo ? si nos mantenemos
TOM. II,. Y.
unidos: varios grados de unión entre los miembros
de este cuerpo místico y su cabeza* P . 2. E lla in­
fluye en los miembros Vivos, y en cierta manera en
los muertos , en los separados y en los que jamás
han. sido miembros, porque pueden serlo $ se expli­
ca esto, P . 2. Esta universalidad y eficacia de inílu-
xo proviene de una virtud infin ita, que hace á Je—
suchristo todo para todos. P . 3» E l amor á los hom­
bres le tuvo fixo en la Cruz, M . 12. P . x. E l mis­
mo amor le hizo conservar en su cuerpo glorioso
las señales de sus llagas. P . a. Nos dió un nuevo
ser por el B autism o, y por eso se llamó Padre del
futuro siglo. M. 26. P. 2. Nos despojó del vestido
del viejo Adán , y nos traxo un vestido nuevo,
M . a^. P . 1. Nos ha dexado un yugo muy suave ;
¿qué se ha de decir de las máximas de rigor que
se esparcen en estos tiempos? M . 13, P. 1.
Justos. Su vida 3 sus trabajos, sus consuelos, sus con­
sideraciones , sus triunfos , sus ansias , sus suspiros
por la patria. V é a s e : Vida,

u
Mansedumbre. Quan necesaria es esta virtud á los
Ministros del Evangelio. M . 4. P . 1, Les hace ama­
bles á todos. P . 2. Gana los pecadores por la blan­
d u ra , poniéndolos sobre sus hombros como el Pas­
tor á la oveja perdida. P , 3.
Máximas de rigor. Quan perniciosas. M. 13, P, 1.
Milicia christiana. Objeto de ella : poder y astucia
de nuestros enemigos: cómo hemos de pelear, M . 28.
P . 1. Armas de esta m ilic ia : el cíngulo , que sig­
nifica la fidelidad. P . a. L a loriga , que significa la
justicia, prevención de- todo género de buenas obras
que nos cubren á la diestra y siniestra. P, 3. E l
calzado 9 que significa la intrepidez y dilatación de
ánimo para andar el camino. M . ag, P. 1. Recon­
vención al christiano cobarde. P . 1. E l escudo, que
significa la f é : ¿qué dice la fé de las cosas de este
mundo? Maravillas que se obraron con este escudo.
P . 4. E l morrion, que significa la esperanza ¿ la de
la vida eterna ha hecho valerosos los soldados. P . 3.
Los que así pelearon , llegan llenos de gozo al fin
de su milicia. M . 34. Reconvención á los solda­
dos que no pueden mostrar i su R ey alguna señal
de haber peleado en esta milicia. M. 34, por toda.
Ministros. Los del Evangelio han de temer su propia
reprobación, al tiempo que trabajan por la salud
de otros, como decia San Pablo. M . 13. P . 2. E n
las virtudes del Apostol, tienen modelos para todos
los ramos de su ministerio. V ease: San Pablo.
Mortificación. L a del cuerpo ha de ser continua, por­
que lo'es la guerra. M . 13, P. 3. L a ha de gober­
nar la prudencia, para que sujete y no destruya.
M . 13. P . 1. Ha de extenderse á todo el cuerpo y
sus sentidos. P. 3.
r%
Mundo. E s el monstruo que vió San Juanj se explica
donde n ace, crece y se hace robusto este monstruo»
M . i i , P. a. Quanto aborrece el mundo todo lo que
han apreciado y buscado los Justos. P. 3. Cómo
persigue hoy á los que celebró ayer. M . p . . P. 3.
Cómo está lleno de Cruces. M , xa. P . 1. Cómo he­
mos de despreciar sus respetos. M . 16. P. 1. Pre­
tender agradar á los hombres por traerles á Dios >
es laudable. P. a. Buscar la estimación - de ellos es
pésimo com ercio: depositar su gloria en el mundo
es perderlo todo. P. 3. Los verdaderos bienes están
dentro de nosotros. P , 3*
Muerte. Quan dulce es á los justos, quan espantosa á
los pecadores. M . 34. P . 1.
Muerte mística. Tiene mucha similitud con la muer­
te natural, M, 1 1 . P . i , y s.

N
Navegación. Trabajos y molestias que trae. M. 10,
P. 1.
Negociación. Fondo que se nos dá para hacer la de
nuestra salud : cómo hemos de trabajar en ella.
M . ao. P . a. Siempre con temor ? que nos haga so-
, lícitos para obrar bien y con tem blor, que nos con­
serve humildes en medio de las buenas obras. Todo
lo hace Dios en nosotros: éramos miserables, y el
Sefíor nos dió la joya de su g ra cia , con cuyo p re-
cío salimos de nuestra miseria. Comparación opor­
tuna. P. 3. E l Mercader no ve los peligros del mar
que tiene presente , y ve la ganancia en la In d ia :
nosotros hemos de poner la mira en la corona que
310 vemos , y no hacer caso de los trabajos presen­
tes. M . 31. P . 3.

P
San Pablo Apostol'. Sos virtudes. Vocacion al Apos­
tolado : cómo correspondió: transformación maravi­
llosa que hizo la gracia. M. 1. por toda.
S u sabiduría. Escuela nueva que abrió Dios para ins­
truirle. M . 2, P. 1, Fué universal: excedió á la de
Moyses y los Profetas. P . a. Y en cierta manera ú
la de los espíritus bienaventurados. Pi 3.
Su humildad. V irtud necesaria como el lastre á la na­
ve cargada. M . 3. P . 1. Hasta que grado llegó la
humildad en San Pablo. P. a. Hasta tenerse por el
ínfimo entre los Apostoles ; hasta mirarse como un
aborto. P. 3.
Su mansedumbre. Quan admirable : por ella se hizo
amable á todos , y ganó los pecadores. M . 4. por
toda.
Su caridad hacia Dios. Conocimiento que tuvo de la
bondad d ivin a : en todo buscó la mayor gloria del
Señor. M . í*. P . 1. L a caridad le transformó: Muer­
to á todo lo visib le , sus empresas no tenían otra
v id a , ni otro impulso que el amor de Christo. P. 2*
No hubo fuerza', ni tribulación para apartarle de
esta caridad. P . 3.
Su cavidad con el próximo. Am a á D io s , y se sacri­
fica por la hacienda de Dios , como el criado fiel y
generoso por los intereses de su amo. M. 6. P. 1.
jSe acomoda á todos, por ganarlos, como la madre
con su hijo enfermo. P. 2. M ira como propias las
miserias temporales del próximo: trabaja en librar­
le de las espirituales. P. 3'.
Excelencia de esta caridad. Luchan en su corazon los
afectos de ir á la p a tr ia , y quedar aquí por la sa­
lud de las almas. M . 7. P . 1. Se resuelve á sufrir
la dilación de la bienaventuranza. Reflexiones sobre
este sacrificio. P. a. Desea , si no hay otra medio
para que se salven , quedar separado de la com pa-
fiía de Jesuchristo. Reflexiones sobre este exceso de
caridad. P. 3.
Ternura de esta caridad. Se explica en los cariños de
una m adre, con el hijo pequeño, M . 8. P> 1. Y en
las entrañas de Jesuchristo, de donde procedia la
ternura con sus discípulos. P. 2. Les llama su gozo
y su corona, y así les excita á la fidelidad. P. 3.
Trabajos apostólicos del Santo. Hace relación de los
que le ocasionaron las criaturas , azotes , piedras ,
naufragios , y su gozo en estas tribulaciones. Cuenta
también sus trabajos voluntarios , vigilias } hambre ¡
sed , & c. M . 9. y 10. por todos sus Puntos,
Su gloria en padecer por Christo. Toda la puso en la
Cruz del. mismo Sefíor, M . n . P. i. E l mundo es­
tuvo muerto y crucificado para é l , y él lo estuvo
para el mundo. P. 2. y 3.
Sti gozo en padecer por Christo, Estuvo con Christo
en la Cruz por amor. M . i« , P. 1. Apreciando los
trabajos, gloriándose de las llagas y afrentas. P, 2,
Uamandolas llagas de Jesuchristo. P. 3.
Su mortificación. No podía ser mas severo consigo
, m ism o, ni mas suave con los dem ás: sujetaba su
cu erpo, y no le destruía, M , 13. P, 1. Cómo se
proponía por exemplar á los de Corinto. P. a.
Su tentación. Dios la permite para tenerle humillado
en medio de la grandeza de los favores, M , 14,
P . 1. Pide la libertad de e lla , porque le espanta la
gravedad del peligro, el poder del adversario, y su
propia flaqueza. P. 4. No se le concede la petición:
se le a.umenta la gra cia : es gloria de D io s , que sus
siervos triunfen en las batallas. P. 3.
Su trato interior con Dios . L a parte inferior sujeta á
mutaciones j la superior en paz y reposo , como el
c ie lo : trata admirablemente con el Señor y sus
bienaventurados. M . ig . P . 1. M ira esta habitación
terrena como el peregrino: propiedades de este. Su
conversación es en su patria, P, 3. Descripción de
esta. P. 3.
Su menosprecio de la opinion de los hombres. M . 16.
P , 1. E l mismo caso hace de sus honras, que de sus
vituperios, P, a. Procura agradarles por ganar sus
almas; pero su gloría está en el Señor, y ea el tes­
timonio de su conciencia. P. 3.
Su gratitud d Dios- L e alaba en todas sus Epístolas.
M . 17. P . 1. Exhorta á todos á lo mismo. P. 2.
Enseña á dar á Dios la gloria por todos los bienes
que poseemos. P. 3.
Stt correspondencia á la gracia. A esta lo atribuye
todo, y se reconoce obligado á trabajar por el bien
de todos. M, 18. P. 1. N o tiene ociosa ía gracia:
desempeña los fines para que se le dio. P. a. Cómo
sintió de la gracia y del libre alvedrio. P. 3. E x ­
horta á los de Corinto á que cooperen á la gracia
trabajando con ella. M , 20. P, 1.
Su correspondencia al beneficio de la redención. Lo
confiesa, y dá la debida gloria al Redentor. M , a i .
P , x. Considera los trabajos que costó á Jesuchris­
to este beneficio ? 7 en recompensa vive todo para
el mismo Christo. P. 1. Hace propia suya la deu­
da , que es común de tod as, como si él solo fuera
el redim ido, y así se excita á la correspondencia.

P‘ 3*
Sus sentimientos humildes en gloria de este misterio.
N ada ve en Dios sino misericordias , ni en sí mis­
mo sino demeritos : se considera el mayor pecador,
M , 22. P. 1. y 2. Convida i todos con las miseri­
cordias del Señor. P. 3.
S u correspondencia al 'beneficio del Bautismo. Habla
de la vida que nos dá 3 de Jas obligaciones que nos
íntim a, de la conformidad de nuestras obras con las
de Jesuchristo, de quien nos vestimos , de la ma­
nera de honrar este vestido. M* a(5. por toda. E x ­
plica este nuevo vestido que nos traxo Jesuchristo,
despojándonos del viejo en el Bautism o: se muestra
un hombre nuevo , glorificando y trayendo á Dios
en su cuerpo. M . 27. por toda.
Sus batallas. E l , despues de explicar la calidad de
nuestra gu erra, y el poder de nuestros enemigos 3
arma al soldado christiano de la fidelidad , de la
justicia , del valor , de la fé y de la esperanza , en
las figuras de cíngulo , loriga > calzado , escudo y
movrion; con estas armas peieó y nos ensefió á pe­
lear. M . 28. y ap. por todas.
Su buen exemplo. Imita á Jesuchristo, y se ofre­
ce por modelo : podemos imitarle respectivamente,
M . 30. P . 1. Fué un vaso de arom as, que atraía á
todos con la suavidad de su o lo r, y colmaba de
bienes á los mismos que le perseguían, como el pa­
dre al hijo frenético. P. a. Fué espectáculo al mun­
do, á ios Angeles y á los hombres en todas sus. vir­
tudes. P. 3. Exemplo raro que dió de desinteres,
no queriendo sustentarse de las limosnas de los fie­
les , sino del trabajo de sus m anos: motivo de esto*
í\3<
Su fervor, No solo sig u ió , sino que persiguió á Je­
suchristo para cogerle 3 como Jesuchristo le habia
cogido en el camino de D am asco; se explica esto.
M . 31. P. i . Para adelantar en Ja perfección 5 no
se acuerda de lo que ha hecho ¡ y extiende sus de­
seos á lo que resta que hacer. Comparación en el
caminante. P. a. M ira la corona que le está prepa­
rada , y no le hacen fuerza los trabajos, P. 3.
S u vida. Fué preciosísima á los ojos de D ios : nada
tuvo de lo que el mundo llama vida corporal y sen­
sible. M. 3a. P. 1. Fué vida escondida con Christo
en D io s , como él decia á los Colosenses. P. s .
Comparación de esta v id a , en la del árb ol, que
aunque en el invierno parece muerto y desprecia­
b le , vive en la raiz y se renueva en la primavera
con los rayos del sol, P . 3.
Sus suspiros por la patria. Desea desatarse de éstas
prisiones : comparación en la ave encerrada en la
jaula, M , 33, P . 1. Quan desprendido estaba de es­
te mundo. P . 1. Cómo se quexaba porque se dilata­
ba el sacarle del destierro. P. 3.
Stí glorioso fin. M ira la muerte con a le g ría , y des­
cubre los motivos de esta en la carta que escribe y
en que consuela á Timoteo. M . 34. P. 1. Alienta y
conforta al mismo mostrándole quanto ha trabajado
por Ja propagación del Evangelio. P . a. V alor con
que siguió el Apostol su carrera hasta el fin. P . 3.
Su martirio. Toda su vida fué un texido de victorias,
y así fué su muerte: conversiones que obra D ios en
ella, M . 35. P. 1. Sus afectos ardientes quando lle­
gó al lugar del martirio, P . 4 . Sale de su cuerpo
leche en lugar de sangre , al golpe de la espada :
conversiones que siguen á este prodigio* Reflexiones
que hace sobre él San Ambrosio. P. 3.
S u triunfo. Los triunfos de la antigua Roma , son na­
da en comparación de la pompa con que es recibi­
do en la glo ria, rodeado dé los pueblos que convir­
t i ó , aclamado de la milicia c elestia l, elogiado de
ios bienaventurados, M . 36. P. 1. Se le dá corona
correspondiente i sus batallas y victorias. P . ¡t. Co­
rona de gloria , de honor y de reposo, que Dios
tiene preparada á sus .fieles soldados. P. 3.
Pueblos. Am or que teman á San Pablo , los que con­
virtió, M , 8. P . 3,

R
Redención. V ea se: Beneficios de Dios,
Reparación. L a del cielo y la tie r r a , por el misterio
de Christo, V ease en la palabra: Jesuchristo.
Respetos humanos. Se han de despreciar. M . 16. P. r.
Procurar agradar á los hombres por ganarles para.
D io s , es laudable: buscar precisamente su estima­
c ió n , es pésimo comercio. P. a. Fixar su gloria en
el murniü , es fiarla á un depositario infiel. P . 3.
iRigor, Qaan perniciosas son las máximas de rigor que
se esparcen en estos tiempos. M , 13, P. 1.
S

Salud, V e a s e : Negocio de la salud.


Servicio do Dios. Quan diferentes son las promocio­
nes en e ste , que en el del mundo, M . 9, P. 1. Có­
mo recompensa Dios á los que le sirven con fideli­
dad, M . 3 6. P. 3. V e a s e : M ilicia cbrisúana.

T
Trabajos. A estos destina Dios á los hombres que pro­
mueve , así como el mundo dá á los suyos dignida­
des. M . 9. P . 1. Los trabajos son el patrimonio que
dexó Christo á los suyos. P . 1. Pero en ellos esta
D ios con nosotros. P. a. Nosotros huimos de un tra­
bajo y damos en o tro, porque en todas partes y si­
tuaciones hay abundancia de ellos. M . 12. P . 1.
Cómo hemos de recibir los que D ies nos envía,
P. a.
Trabajos. Y molestias de una navegación. M* 10. P. 1.
Transformación. Quan maravillosa fué la que hizo Dios
de Saulo. M . 1. P. .1.
Temor. San P ab lo , sin embargo de su vida exemplar
y m eritoria, temió su reprobación : qué podemos
temer nosotros. M , 13. P. a.
Tempestad. Descripción de la tempestad ó borrasca
del mar. M. 10. P. 1-
Tentaciones* Por qué permite Dios que las padezcan
sus justos; M . 14. P. r. Cómo hemos de llamar al
Señor en nuestra defensa. P. a. Si no nos libra de
ella s, nos asiste con su gracia para que no c a ig a ­
mos. P. 3. Armas contra las tentaciones. M. ®8. por
toda. Cómo hemos de pelear con esas armas M, 29.
P . 1.

Union. L a del alma con Jesuchristo tiene varios gra­


dos. M a$. P . a.
Union, Jesuchristo unió el cielo con la tierra , y en
esta los dos pueblos. Vease : Jesuchristo.
Prestido. Se nos dá nuevo por el B autism o: calidades
de é l : obligaciones que nos resultan: reconvención
á los que no usan bien de este vestido. M . 46 . P. 3.
Vida. L a nuestra es un acampamento, es una tienda
de campaña que se muda fácilmente. M. 3a. P. 2.
Brevedad con que pasamos de una edad y de una
diversión á otra. P. a. Es una peregrinación en que
no se ha de perder de vista la patria. M* ig . P. 2.
y 3. Es una continua gu erra: es una plaza á las
fronteras del enem igo, y no han de dormir los que
Ja guarnecen. M . 13. P. 3. Es un destierro : es el
centro de las m iserias, y sin embargo aman los
mundanos esta vida y desean alargarla. M . 33,
P . 1. a. y 3.
Vida, L a de los Santas comparada con la nuestra.
M, 10. P. a,
Vida de los Justos. Quan despreciable á los ojos del
mundo , y quan preciosa á los de D io s : es una vi­
da interior y escondida , como el oro en las entra­
ñas de la tie r r a ; y ia perla en lo profundo del
mar. M . 34, P . 1, Imitan á Jesuchristo, cuya vida
estuvo escondida en D io s : parecía una cosa y era
otra. P. 3. Contrariedad de vidas que se advierte
en los hombres, P . 1. A l fin se cambian las suertes:
la vida que parecía despreciable, se muestra llena
de g lo ria : así se vió en Jesuchristo , en San Pablo
y en todos los J ustos: comparación del árbol en el
invierno y en la primavera. P. 3. M iran con ale­
gria el fin de sus miserias. M . 34. P. i. Cogen con
gozo el fruto de sus trabajos. P . 4- V en su carrera
dichosamente consumada. P. 3. Suspiran por la pa­
tria. M . 33. P . 1. Son recibidos en ella. M . 3 6.
P . 1. Son coronados de gloria y de honor. P . a.
Comienzan una vid a verdaderamente f e liz : calida­
des de esta vida. P . 3.
Vida. Qnan reprensible es la vida delicada en mesa
y vestido. M . 10. P . -3. -
Vacación* Quan prodigiosaJ)a' d éb a n lo . M . r. P . 1»

z
Zeío. E l de la gloría de D ios se conoce en nosotros
por el buen uso que hacemos de los dones que re­
cibimos de su bondad. M . g. P. 1, Efectos que cau-
só este zelo en algunos justos. P. %. y 3.
Zelo. E l de la salud de las almas se significa en el
criado fiel y generoso , que ama y cuida todas las
cosas de su Señor : las almas son la principal ha­
cienda de D io s : por ellas trabajó Jesuchristo , y á
su exemplo los obreros del Evangelio. M . 6. P . 1.
E l zelo les hacia acomodarse á todo , y sufrirlo to­
do por el bien de esas almas, P, 2, y 3. Propie­
dades del verdadero zelo. V ease: Excelencia, ter~
mira del amor al próximo.
Zelo de San 'Pablo. V ease en su propio lu g a r; su
caridad hacia D ios y hácia el próximo : la exce­
lencia y la ternura de su caridad : sus trabajos y
su gozo en ellos : la alegría con que abraza todo
género de penas 5 porque todos consigan la verda­
dera salud , como escribía á su discípulo Tim o­
teo.

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