Está en la página 1de 2

PERIODO MUDO (1896-1931)

2. Segunda etapa (1916-1931).


Venustiano Carranza, durante sus periodos presidenciales de facto (1915-17) y
constitucional (1917-20), se interesa por los usos propagandísticos y educativos de la
cinematografía. En 1916 les concede una beca para realizar estudios de cine en Estados
Unidos a las hermanas Dolores y Adriana Elhers y avala la creación de la cátedra de
Preparación y Práctica de Cinematógrafo que se inaugura el 24 de abril de 1917 en el
Conservatorio Nacional de Música y Arte Dramático a cargo de Manuel de la Bandera.
Durante su gobierno, la Secretaría de Guerra y Marina produce varias cintas para
desarrollar la disciplina militar y despertar el fervor cívico y de servicio del nuevo
Ejército Nacional surgido de las fuerzas irregulares de la revolución con filmes como
Juan Soldado de E. Castilla (1919), El precio de la gloria (1919), El block house de alta
luz (1919) y Honor militar (1920), cuyas direcciones se atribuyen a Fernando Orozco y
Berra.
Después de la primera guerra mundial se afianza el predominio de Hollywood en el
gusto de los mexicanos. En la década de 1920 se consolida el nuevo estado emanado de
la revolución
Después de la muerte de Carranza (1920) se suceden los generales Álvaro Obregón
(1920-24) y Plutarco Elías Calles (1924-28) en la presidencia de la República. El
gobierno sortea graves crisis como la rebelión de Adolfo de la Huerta (1923) y el
conflicto religioso (1926-29). Con el asesinato de Obregón en julio de 1928 se inicia el
llamado Maximato (1928-34) por la preponderancia personal de Plutarco Elías Calles,
“Jefe Máximo de la Revolución”. En este periodo la “familia revolucionaria” ya
diezmada, se aglutina en el Partido Nacional Revolucionario (1929). A partir de 1922
comienza el descenso de la producción fílmica. De más de veinte largometrajes
filmados en 1921, se reducen a sólo cuatro en 1924. Hay una breve recuperación en
1925 que no logra mantenerse en los siguientes años. En 1926 se inicia la producción
sonora en Estados Unidos y en 1929 los mexicanos comienzan la producción
experimental de cintas sonorizadas y sincronizadas con discos. Se hace un pequeño,
pero significativo número de filmaciones en los estados de Yucatán, Jalisco, San Luis
Potosí, Sonora, Oaxaca, Puebla, Michoacán y Veracruz, que con la llegada del cine
sonoro, no vuelven a repetirse. Por entonces la mitad de la producción se inspira en
temas nacionales, como reflejo de la poderosa cruzada nacionalista impulsada desde la
Secretaría de Educación Pública por el filósofo José Vasconcelos durante el régimen de
Álvaro Obregón. Otra fuente de inspiración es el “género mexicano” del teatro de
revista muy en boga, como es evidente en Viaje redondo (1919) y Partida ganada
(1920), dirigidas por José Manuel Ramos. Prolífico entusiasta de esa línea
“mexicanista” es Miguel Contreras Torres, ex oficial revolucionario que cumple una
carrera cinematográfica excepcionalmente larga que va desde la década de 1920, hasta
la de 1960. Después de su debut como protagonista de El Zarco de J. M. Ramos (1919),
es casi siempre productor, realizador, argumentista y protagonista de sus películas, entre
ellas El hombre sin patria (1922), planteamiento revanchista y patriotero del problema
de los braceros mexicanos en Estados Unidos; Oro, sangre y sol (1923), basada en la
vida del diestro neoleonés Rodolfo Gaona; filma en el extranjero Ejército cubano y El
relicario, rodada en México, España y Hollywood (1926) y El león de Sierra Morena,
filmada en España entre 1927 y 1928 y vuelve al país en 1929.
Otro exponente del cine de inspiración nacionalista es Guillermo Calles “El Indio”,
especializado en caracterizar villanos y pieles rojas en numerosos westerns de
Hollywood, que proyecta un halo indigenista en sus cintas De raza azteca, codirigida
con M. Conteras Torres (1921), El indio yaqui (1926) y Raza de bronce (1927). Manuel
R. Ojeda dirige El Cristo de oro (1926) y Conspiración (1927), cintas de ambiente
colonial, y El coloso de mármol (1928), que pondera los logros del presidente Plutarco
Elías Calles y de los gobiernos surgidos de la revolución. En contraste, el ingeniero
Gustavo Sáenz de Sicilia, plasma sus ínfulas de aristócrata y sus tendencias fascistas en
Atavismo (1923), Un drama en la aristocracia (1924) y La boda de Rosario (1929).
Resalta en esta década la filmación de cintas “moralizadoras” como Bolcheviquismo de
P. J. Vázquez (1922) y El puño de hierro de Gabriel García Moreno (1927) filmada en
Orizaba, Veracruz, que denuncia los perjuicios de la farmacodependencia con crudo y
sorprendente realismo. La producción de documentales pasa a segundo plano. Se
continúa el registro de corridas, competencias de autos, eventos populares y cívicos y
actualidades de nota roja o desastres naturales. Sobresalen los referidos a los asesinatos
de Zapata en Emiliano Zapata en vida y muerte de E. Rosas (1919) y Funeral de
Emiliano Zapata de S. Toscano (1919), aspectos de la rendición y asesinato de
Francisco Villa, como Rendición de Villa en Sabinas de S. Toscano (1920), Villa íntimo
(1920), Francisco Villa, producción de E. Rosas (1923) y Francisco Villa, su vida como
guerrillero y su trágica muerte, producida por S. Toscano y A. F. Ocañas (1923). Están
también los largometrajes que recogen las conmemoraciones del centenario de la
consumación de la independencia en 1921 producidos por Salvador Toscano, Ediciones
Camus e International Pictures. En 1928, después del asesinato del general Álvaro
Obregón, se presenta Solemnes funerales del general Obregón. Sobre el intrigante caso
del curandero y milagrero Niño Fidencio, se exhiben en 1928 Fidencio con foto de
Jorge Stahl y El campo del dolor de Eduardo Martorell. También se conocen algunos
documentales de promoción turística y de propaganda política.

También podría gustarte