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Universidad Nacional de Río Cuarto

Facultad de Ciencias Humanas

Departamento de Geografía

Profesorado y Licenciatura en Geografía

Informe integrador parcial: “Caracterización de la variable


macroeconómica inflación”.

Nombre: Figueras, Federico y Priul, Cristian

Cátedra: Geografía Económica

Fecha de entrega: Lunes 27 de Agosto de 2018

Docente responsable: Pizzi, Pablo

Docente ayudante de primera: Avaro, Elvio


Índice

Introducción…………………………………………………………………………………..2
Desarrollo……………………………………………………………………………………..3
1. Macroeconomía……………………………………………………………….……… 3
2. Inflación…………………………………………………………………………………3
2.1 Definición…………………………………………………………………………… 3
2.2 Medición……………………………………………………………………………. 3
2.2.1 Inflación núcleo………………………………..……………………………..... 4
2.3 Clasificación……………………………………………….…………………......... 4
2.4 Causas según enfoque…………………………………..……………………….. 5
Inflación de demanda………………………………………….…………………..… 5
Inflación de costos…………………………………..……………….………………. 6
Inflación estructural………………………………………..…………….…………… 7
2.5 Consecuencias……………………………………………………….……………. 9
2.6 Lucha……………………………………………………………………………… 10
3. Inflación en la realidad histórica argentina………………………………………. 10
Conclusión……………………………………………………………………..........…….. 11
Anexos……………………………………………………………………………………… 12
Fuentes bibliográficas………………………………………………………….…………. 13

Introducción

En el presente informe abordaremos la variable macroeconómica denominada


inflación, la cual fue designada por el equipo docente para desarrollar por nosotros.
El objetivo que establecimos para el escrito es el de conocer y comprender acerca
de este elemento de la economía, buscando en el desarrollo del mismo entender
acerca de algunos de los procesos y de los patrones por los cuales se maneja un
sistema económico capitalista, como es el argentino, familiarizándonos además con
el lenguaje específico de la disciplina, llegando a la aprehensión de ciertos
conceptos, términos, expresiones y características con las cuales se rige la misma.
De esta forma, para la elaboración del escrito comenzaremos explicando acerca de
la economía en su sentido más amplio, es decir la macroeconomía, ya que esta
reúne dentro de sí diferentes variables, dentro de las cuales se encuentra la
inflación. Luego, en este sentido, seguiremos ahondando acerca del contexto
macroeconómico, analizando la función que ejerce el Banco Central de la República
Argentina en el mismo, buscando conocer la influencia de este dentro de la dinámica
inflacionaria. Habiendo dejado en claro este primer punto, se procederá a definir el
concepto de inflación en sí, para luego explicar las distintas formas de medirla,
llegando a establecer un modo de clasificación según el resultado obtenido.
Seguiremos detallando acerca de las diversas maneras de explicar el origen del
proceso inflacionario, recurriendo para ello a la explicación de los distintos puntos de
vista existentes en este sentido. Procederemos luego a desarrollar sobre las
consecuencias inherentes de la inflación, para pasar después a una breve
exposición de las formas de lucha que cada sujeto económico de la sociedad
establece ante la misma. Finalizaremos el informe con un sucinto apartado en el cual
profundizaremos acerca del papel adquirido por la inflación en nuestro país desde la
década del ’70, analizando causas y consecuencias según el momento y
clasificándolo según su magnitud.

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Desarrollo

1. Macroeconomía

La macroeconomía estudia, por medio de diferentes objetos de su política, el


funcionamiento general del sistema económico. Estos objetos de la política
macroeconómica se refieren principalmente al PBI, al empleo, a la inflación, al déficit
exterior o interior, al tipo de cambio, etc. A través de ellos se logra tener una visión y
un entendimiento del contexto económico de un determinado territorio, estableciendo
objetivos y diseñando políticas macroeconómicas para llegar a avances en el
sistema económico. Estas políticas se constituyen de medidas y decisiones
determinadas por el gobierno, las cuales están destinadas a intervenir sobre las
variables macroeconómicas referidas anteriormente.
En la actualidad uno de los principales medios que posee el Estado para determinar
la política macroeconómica es el manejo del Banco Central. Esta institución existe
en todos los países, denominándose genéricamente con el nombre del mismo,
siendo representado, en el caso de Argentina, con el nombre de Banco Central de la
República Argentina (BCRA). A través de este el gobierno controla, en su sentido
más amplio, el dinero bancario, ya que regula las condiciones en que tiene lugar su
creación y circulación. Ello implica no sólo intervenir en este proceso, sino también
en, por ejemplo, las tasas de interés, el tipo de cambio y/o, sobre todo, en el proceso
inflacionario; representando la labor del BCRA una de las principales interventoras
en la política macroeconómica.
Siendo la inflación uno de los grandes objetos determinantes de la macroeconomía,
se profundizará a continuación en el siguiente apartado acerca de la misma.

2. Inflación
2.1 Definición

La inflación se define como el aumento continuo y generalizado de los precios.


Continuo porque los mismos experimentan un incremento el cual se sostiene a lo
largo de un período de tiempo, y generalizado porque son la mayoría de los bienes y
servicios que consume una economía los que incrementan su valor. Este aumento
es medido y observado mediante la evolución de un índice de precios.

2.2 Medición

Según Mochón y Beker (1993: 527): “Dado que un índice de precios no puede
comprender todos los bienes existentes en una economía, debe elegirse un conjunto
que se considere representativo del total. De los índices que pueden tomarse para
representar el nivel general de precios, los más utilizados son el Índice de Precios al
Consumidor (IPC) y el deflactor del PBI.”

 IPC: Según el INDEC (2016): “El Índice de Precios al Consumidor es un indicador


que mide la evolución promedio de los precios de un conjunto de bienes y servicios
representativos del gasto de consumo de los hogares residentes en un área
determinada.” Para evaluar a partir del IPC la tasa de inflación entre dos años
determinados, es decir la tasa de crecimiento de los precios, se calcula la variación
porcentual experimentada por este índice en ese período: [(IPC de año determinado
– IPC de año base) / IPC año base] x 100. El IPC resulta más adecuado para

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conocer la evolución de los precios de los bienes y servicios que generalmente
adquieren los consumidores, reflejando apropiadamente cuanto se ha encarecido la
vida.
 Deflactor del PBI: es el cociente entre el PBI real (la producción física de bienes y
servicios) y el PBI nominal (el valor monetario de la producción). Para evaluar a
partir del deflactor del PBI la tasa de inflación entre dos años determinados se
calcula la variación porcentual experimentada por este índice en ese período:
[(Deflactor de año determinado – Deflactor de año base) / Deflactor de año base] x
100. Este índice es el más apropiado para indicar la evolución de todos los precios
de los bienes y servicios de la economía.
Según Mochón y Beker (1993: 530): “El deflactor del PBI y el IPC se diferencian en
que el primero incluye todos los bienes producidos, mientras que el IPC mide el
costo de los bienes consumidos, esto es, incluidos en la cesta de la compra de la
economía doméstica representativa.”

2.2.1 Inflación núcleo

Nos referimos con este concepto a una forma de medir la inflación en la cual se
seleccionan los bienes y servicios que no sufren alteraciones en su precio ni de
manera estacional (frutas, verduras, ropa, turismo), ni tampoco por medio de
políticas reguladoras (luz, agua, gas, salud, transporte, teléfono, correo, educación,
cigarrillos). Ello posibilita el análisis de los precios que no se distorsionan por estas
vías, obteniendo de su estudio una medida del comportamiento del proceso
inflacionario más efectivo y fiable a su evolución real, ya que según Carlos Belloni
(2018): “se considera que los cambios estacionales son propios de un período
específico” y que “la determinación de los precios regulados tienen un gran
componente político y su evolución no estaría reflejando el cambio en su precio
real”. Para medir en la realidad la inflación se utiliza el IPC, denominándose este
ahora “Índice de Precios al Consumidor Núcleo”, por el cual se obtiene como
resultado el progreso de la inflación núcleo en un período determinado, como por
ejemplo se puede apreciar en la imagen 1.

2.3 Clasificación

 Deflación: opuesto a la inflación. Proceso por el cual se reducen los precios de los
bienes y servicios de la economía. Su efecto puede hallarse debido a un deterioro de
la actividad económica, referido al hecho de que exista una demanda muy baja, o a
una mejora en la productividad.
 Estanflación: inflación con recesión. La economía entra en un período de
decrecimiento, con bajos salarios, bajo poder adquisitivo y grandes precios, que
siguen aumentando a pesar de la caída en la actividad económica.
 Desinflación: etapa económica en la que el crecimiento de los precios se reduce
pero llega ser cero o negativo.
Según magnitud de la inflación:

 Controlada: alrededor del 2% de aumento anual. En esta situación los precios no


varían de gran manera, por lo que el poder adquisitivo se mantiene. Permanecer en

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este margen de tasas de inflación permite lograr un equilibrio en la economía, en el
cual se favorece el ahorro y la inversión.
 Moderada: por debajo del 10% de aumento anual. Los precios aumentan
gradualmente. En este caso las personas están dispuestas a comprometerse con su
dinero en contratos a largo plazo, porque piensan que el nivel de precios no se
modificará y su poder adquisitivo se mantendrá en equilibrio sin afrontar grandes
cambios.
 Galopante: entre 10-20% a menos de 1000% de aumento anual. Los precios suben
en tasas de 2 o 3 dígitos por año. Cuando se llega a establecer la inflación galopante
surgen grandes cambios económicos y muchas veces los contratos se pueden
establecer mediante una relación con un índice de precios o puede ser también con
una moneda extranjera, como por ejemplo, en el caso de Argentina, el dólar.
 Hiperinflación: aumento mayor del 1000% anual. Los precios aumentan por hora. En
este proceso los individuos buscan desprenderse del dinero que obtienen ya que
este pierde su valor rápidamente, por lo cual disminuye de forma automática el
poder adquisitivo. Este fenómeno es conocido como “la huida del dinero” y conlleva
el perjuicio del ahorro, pues la inflación encarece la posesión de dinero. Las
hiperinflaciones son excepcionales y extremas. A menudo se presentan asociadas a
revoluciones sociales, guerras o conflictos políticos. Estas situaciones además
desorganizan la producción y los mercados y redistribuyen el ingreso y la riqueza de
manera notable.
La Argentina conoció dos episodios de hiperinflación, ubicados en los años 1989,
con tasas de casi el 200% de aumento mensual, y entre diciembre de ese mismo
año y marzo de 1990. Estos episodios llevaron a una revalorización de la estabilidad
monetaria, iniciándose en marzo de 1991, un audaz plan de estabilización basado
en la plena convertibilidad de la moneda nacional al dólar. Con el Plan de
Convertibilidad se llegó, en el segundo bimestre de 1992, a una tasa de inflación de
sólo el 0,9% mensual.

2.4 Causas según enfoque

Según Mochón y Beker (1993: 530, 532): “Desde una perspectiva tradicional, la
inflación se ha explicado mediante tres factores: comportamiento de la demanda
agregada, evolución de los costos y elementos estructurales”.

 “Inflación de demanda: La consideración de que la demanda es el factor


determinante de la inflación es algo de lo que participan tanto los monetaristas como
los keynesianos, pero ambos propugnan, sin embargo, distintas explicaciones
acerca de las causas que provocan dicho comportamiento”.
Como siguen explicando los autores: “En el contexto monetarista, la causa que
explica el comportamiento de la demanda agregada es el aumento de la cantidad de
dinero por encima del crecimiento de la producción. Si en una economía en la que,
inicialmente, no se experimentan tensiones inflacionistas tiene lugar un aumento en
la cantidad de dinero, los agentes económicos dispondrán de una mayor liquidez.
Pero dado que desde la perspectiva monetarista el dinero se mantiene básicamente
para transacciones, los agentes económicos se encontrarán con una cantidad de
dinero mayor de la que precisan e intentarán gastar el exceso de dinero en la
compra de otros activos rentables o aumentando su demanda de bienes y servicios

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corrientes. Si, además, la actividad económica se halla en una situación tal que la
totalidad de los factores productivos se encuentran empleados, la producción física
de bienes y servicios no podrá aumentar a corto plazo. Resultará, por tanto, que esta
demanda incrementada no se podrá satisfacer mediante un aumento en la
producción y, en consecuencia, los precios experimentarán una subida. Una crítica
frecuente al planteamiento monetarista mantiene que esta teoría, por sí sola, no
explica por qué varía la oferta monetaria. Se argumenta que el dinero, en realidad,
mantiene un comportamiento pasivo que se adapta a las necesidades de comercio a
medida que varían los precios”.

Lo que explican los monetaristas aquí es básicamente que la inflación se debe a un


aumento del dinero disponible más allá del nivel de producción. El proceso, como lo
explican los autores, ocurre gracias a la mayor liquidez, esto es la mayor capacidad
de venta de bienes y servicios, que logran los individuos debido al incremento en la
cantidad de dinero, que, a su vez, significará un aumento en la demanda de
diferentes bienes y servicios adquiridos, fomentada por el mayor poder adquisitivo
que se logra. Sin embargo, al encontrarse la economía en su máximo nivel de
producción, esta demanda no se podrá satisfacer, lo que culminará en un
crecimiento de los precios, por el cual se equilibrará el sistema.

Asimismo, según Mochón y Beker (1993: 532-533): “Desde una óptica keynesiana
se señala que el dinero no sólo se demanda para hacer frente a las transacciones,
sino también como activo. En este caso la demanda de dinero puede absorber, en
determinadas circunstancias, los aumentos en la oferta monetaria sin necesidad de
que se produzcan alteraciones de precios. De esta forma la relación entre oferta
monetaria y nivel de precios no es tan directa como defienden los monetaristas. En
el enfoque keynesiano la variable clave es la demanda agregada, de forma que si la
demanda total excede de la producción de pleno empleo, tendrá lugar un aumento
en el nivel de precios. Si partimos de una situación de pleno empleo en la que el
gasto total (de las familias y de las empresas en bienes y servicios) es suficiente
para absorber toda la producción y por cualquier causa, como puede ser una mejora
en las expectativas empresariales que provoca un crecimiento en la demanda de
inversión, se produce un aumento autónomo en la demanda agregada, el gasto
monetario será superior al que puedan tolerar los precios anteriores. En estas
circunstancias, se origina un exceso de demanda que motivará un aumento de los
precios, hasta que finalmente dicho aumento iguale el incremento del gasto. En este
caso la causa de la inflación radica en que la demanda en términos monetarios es
mayor que la oferta limitada de bienes y servicios”.

Los keynesianos, por su parte, explican que un aumento en la oferta monetaria


puede ser absorbido por un incremento sistemático de la demanda monetaria por
medio de activos por ejemplo, por lo cual puede haber incrementos en la cantidad de
dinero sin que ello conlleve procesos inflacionarios. El origen de la inflación, en este
caso, como se explica, radica en un crecimiento de la demanda agregada, que
produce un aumento directo de los precios al no ser posible un progreso de la
producción debido a la situación de la economía, la cual se encuentra en un estado
de pleno empleo.

 Inflación de costos: Según desarrollan Mochón y Beker (1993: 535): “los que
defienden la inflación de costos argumentan que, dado el carácter no competitivo de
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la formación de los salarios, los sindicatos pueden conseguir aumentos salariales
superiores a los de la productividad del trabajo, lo que hace que el proceso
inflacionista se inicie por un empujón de los costos y no por un tirón de la demanda.
Sólo si el crecimiento de los salarios es superior al crecimiento de la productividad
cabe hablar propiamente de inflación de costos. Se ofrecen distintos argumentos
para poner en marcha el proceso inflacionista. Unos defienden que existen grupos
organizados intentando apropiarse de una proporción mayor de la renta nacional,
mediante la manipulación de los precios monetarios sobre los que tienen control”.
Sin embargo también son otros los factores que condicionan a la aparición de la
inflación de costos. En este sentido, aludimos a una frase de J. C. de Pablo (1991:
712), en la cual indica que este tipo, denominado por él inflación inercial: “es la
explicación favorita de los empresarios, los cuales suelen afirmar que “si a mí no me
aumentaran los salarios, las materias primas (nacionales e importadas) y las tarifas
de servicios públicos, entonces no tendría por qué aumentar mis precios””; dejando
en claro el papel en el cual influyen los vendedores y empresarios en este proceso,
en el cual ellos incrementando los precios, ya sea por un aumento de los costos de
capital o un mayor gasto en mano de obra por ejemplo, motivan a los sindicatos a
establecer medidas con el objetivo mantener el poder adquisitivo de los
trabajadores, con el crecimiento de sus salarios, constituyendo los sindicatos, en
este caso, un medio para volver al equilibrio anterior.

 Inflación estructural: aquí Mochón y Beker (1993: 539) explican que a este tipo: “se
la suele identificar como la inflación típica de los países en vías de desarrollo. Los
estructuralistas mantienen que las bases de la inflación descansan en el sistema
productivo y social, y que los factores monetarios sólo tienen importancia como
elemento propagador de la inflación, pero no la originan. El manejo de la política
monetaria puede tener efectos rápidos, aunque sólo se estará atacando los
síntomas y no las verdaderas causas de las tensiones inflacionistas. La teoría de la
inflación estructural ha sido desarrollada por autores latinoamericanos, entre quienes
se destacan los argentinos Aldo Ferrer y Julio H. G. Olivera, y el chileno Osvaldo
Sunkel. Ellos ven el proceso inflacionario como la manifestación del problema
económico endémico que padecen los países anteriormente mencionados. Ciertas
rigideces estructurales e institucionales básicas y profundamente enraizadas son, en
última instancia, la causa de las presiones inflacionistas. Se señala que tanto la
oferta de productos intermedios, como la de bienes de capital y de productos
alimenticios, es rígida, por lo que al incrementarse su demanda, con el desarrollo
general de la economía, aumentan los precios. En la medida en que todo cambio
estructural da lugar a cambios en los precios relativos, ello también generará,
entonces, presiones inflacionarias. Ante esta situación, los estructuralistas se
inclinan por un desarrollo continuado, aun a costa de la estabilidad de los precios.
Se argumenta que con el desarrollo se corregirán las deficiencias estructurales
básicas, lo que a largo plazo y de forma lenta permitirá reducir las tensiones
inflacionistas”.

Asimismo, Mochón y Beker (1993: 539-540) prosiguen resaltando que “el


crecimiento de los países no industrializados depende fundamentalmente de la
evolución de las exportaciones, las cuales se caracterizan por presentar unas
fluctuaciones muy acusadas y una escasa diversificación. De ello se deriva una gran
inestabilidad en el crecimiento económico, de forma que cuando se generan
contracciones en el sector exterior, las tensiones inflacionistas aparecen como un
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intento de mantener la actividad económica o por lo menos de amortiguar su
descenso. En efecto, estos intentos se suelen traducir en expansiones del crédito
para compensar la caída de los ingresos derivados de la exportación”.
En otras palabras, lo que dan a entender los autores aquí básicamente es que el
problema de la inflación es propio de los países en vías desarrollo, y que su origen
reside en el intercambio desigual entre estos y los países desarrollados. En este
sentido explican que, al significar fundamentalmente las exportaciones el ingreso
principal de los primeros países y al estar estas además estrechamente vinculadas
con los países desarrollados, se genera una acentuada dependencia económica de
los anteriores con estos. Ello, a su vez, favorece los procesos inflacionarios dados
en los Estados no desarrollados, constituyendo estas situaciones una condición
inherente de los mismos. De esta forma, la intervención sobre la política monetaria
en estos países intenta sólo resolver aquellos problemas derivados de la inflación,
mas no inciden sobre su origen en sí. En este sentido refieren la génesis de la
inflación a la incapacidad de dinamismo y flexibilidad del sistema económico de
estos países, argumentando que cualquier variación estructural en la economía,
como puede ser un aumento en la demanda, conlleva inevitablemente al incremento
de los precios. Defienden además que, para salir de esta situación inflacionaria, los
países en vías de desarrollo deben propugnar su progreso económico, más allá del
ascenso en los precios que puedan experimentar en el proceso, los cuales
terminaran reduciéndose conforme más avance su evolución económica.

No obstante, Mochón y Beker (1993: 540) prosiguen argumentando que: “de


acuerdo con lo señalado, cabe aceptar que el origen del proceso de inflación puede
iniciarse con la aparición de alguno de los siguientes factores: aumentos de la
demanda agregada, excesos en la oferta monetaria, presiones en los costos o
problemas estructurales. El hecho es que, una vez que el proceso inflacionista está
en marcha, se desarrolla de forma circular, operando unos factores sobre otros
reforzándose mutuamente”.
Sintéticamente, los autores aclaran aquí que el proceso inflacionario, sea cual sea
su factor de origen, es un ciclo el cual no presenta un tipo de inflación como
determinante, interviniendo cada una de ellas en el mismo de manera conjunta y
sistemática. Por ello, se debe entender y pensar a la inflación como un proceso
dinámico, y no con la rigidez de la clasificación anteriormente explicada.
Para concluir con el apartado, y a modo explicativo, para complementar lo dicho con
anterioridad, Mochón y Beker (1993: 541-543) agregan que: “por un lado, la
distinción entre inflación de demanda o inflación de costos es muy difícil de
concretar, pues todo lo que muestran los datos estadísticos sobre precios y salarios
es una secuencia interminable de aumentos en ambas variables. Para catalogar una
inflación como de demanda o de costos habría que acudir al punto de partida, y esto
resulta muy difícil en el mundo real. No obstante, el resultado sigue siendo producido
por el poder de los agentes, fundamentalmente sindicatos y empresarios, para
definir y redefinir el precio de lo que venden en términos de dinero”.
En este sentido, los autores remarcan que: “de acuerdo con las razones apuntadas,
algunos autores han señalado que quizás lo más acertado sea considerar la inflación
como un proceso único aunque con distintas fases características. La fase inicial se
correspondería con una época de expansión y en ella se darían todos los síntomas
de inflación de demanda. Durante esta fase del ciclo los salarios aumentan y la
producción y el empleo se mantienen elevados. Pero una vez que se entra en la fase

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descendente del ciclo los niveles de producción y empleo decaen, aunque los
precios y salarios siguen subiendo, siendo inicialmente los salarios los que lo hacen
a un mayor ritmo. Esta fase se correspondería con la inflación de costos”.

2.5 Consecuencias

En este apartado se tratarán las distintas problemáticas que resultan del proceso
inflacionario, diferenciando entre los distintos sujetos o grupos económicos, ya que
el mismo presenta en cada uno un grado diferente de incidencia sobre su economía.
También se analizará, según lo visto en clase y por medio de bibliografía
complementaria, sobre qué elementos principalmente influye la inflación, los cuales
se sintetizan en el poder adquisitivo y la incertidumbre. Así, como desarrollan
Mochón y Beker (1993: 544-546) y los mismos autores en (1994: 305-306): “en
primer lugar la inflación reduce el poder adquisitivo del dinero, esto es, el valor de lo
que se puede comprar con una cantidad de dinero determinada. Con ello, perjudica
más a unos grupos sociales que a otros, e incluso puede llegar a beneficiar a
determinados individuos o grupos en algunos casos concretos. La inflación perjudica
sobre todo a aquellos individuos que reciben renta fijas y, en general, a los que
reciben rentas que crecen menos que la inflación. Un ejemplo típico de estos grupos
suelen ser los jubilados y los pensionistas. También se verán afectados en gran
medida aquellos trabajadores que por dificultades de la empresa, o por otras
razones, no puedan lograr que los aumentos de sus salarios discurran paralelos a
los incrementos de los precios. Asimismo son perjudicados los acreedores y los
ahorristas que encuentren que las tasas de interés y las primas de inflación que
reciban por sus préstamos y por sus ahorros sea menor que la tasa de inflación. Por
otro lado aparecen los beneficiados por el proceso inflacionario, entre los cuales se
encuentran los deudores, ya que al ser menor el valor del dinero, la cantidad que
tienen que devolver es inferior; y el Estado, tanto por ser un deudor neto como por
efecto de ciertos impuestos en los que la proporción a pagar aumenta con el nivel de
ingreso, y, por lo tanto, se eleva con la inflación. Sin embargo, el Estado también se
ve perjudicado, aunque en menor medida, por la inflación debido a que su
recaudación tiende a caer por efecto de  "rezagos fiscales", en referencia al hecho
de que los impuestos que el Estado percibe en un determinado período se calculan
sobre los valores de un período anterior, lo cual determina que, en un proceso
inflacionario, la recaudación impositiva aumente menos que los gastos del Estado.
Además debe señalarse que a nivel internacional la inflación también tiene unos
efectos considerables. Aquellos países que experimentan una mayor tasa de
inflación verán que sus productos perderán competitividad, y esto incidirá
negativamente sobre sus exportaciones. Con ello, asimismo, al reducirse la
demanda de bienes y servicios nacionales, se reducirá el número de trabajadores
requeridos para producir, lo que llevará consigo un aumento del desempleo”.

Además, como se dijo, la inflación supone un costo en cuanto que genera un


sentimiento en los individuos y grupos económicos de incertidumbre ante la toma de
decisiones. En este sentido, Mochón y Beker en (1993: 547) y en (1994: 306)
refieren que: “las decisiones son más difíciles de tomar cuando aumenta la
incertidumbre que originan los procesos inflacionarios. En particular se ha señalado
que la incertidumbre derivada de la inflación dificulta los controles y los cálculos de
rendimientos de las inversiones. Esto determina que la inversión se resienta, con lo
que la acumulación de capital, y paralelamente la productividad, se verán seriamente

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afectadas. Esta inseguridad ante el futuro afecta principalmente a los consumidores,
que desconocen cuál es el precio verdadero que tendrán que pagar por un
determinado bien o servicio, las empresas, que no saben a cuánto podrán vender
sus productos en el futuro y cuánto les costará producir los bienes que en la
actualidad lanzan al mercado, los ahorristas, que no conocen lo que valdrán
realmente sus ahorros dentro de 5 o 10 años, y el sector público, que se encontrará
con dificultades para prever el valor exacto de los gastos de inversión en equipo e
infraestructura al que deberá hacer frente en los próximos años.

2.6 Lucha

De esta forma, ante la presencia constante de la inflación, los sujetos y conjuntos


económicos desarrollan una capacidad de pelea, cada vez más eficiente, contra la
misma, principalmente buscando apaciguar sus efectos contrarios. Mochón y Beker
(1993: 547-548), siguiendo esta línea, diferencian entre la lucha que ejercen los
distintos sectores en este sentido, por lo cual refieren que: “en principio, los
trabajadores preverán que los precios van a subir y presionarán para elevar su
salario de forma que su poder adquisitivo no se reduzca. Por su lado, los
prestamistas tratarán de cargar una tasa de interés que aumente igual que la tasa de
inflación. Asimismo, la inflación prevista induce al público a alterar la composición de
su tenencia de dinero, títulos, obligaciones y otros bienes. Algunos de estos activos
protegen al propietario de los mismos contra el aumento de precios y otros no. Por
ello, si se esperan fuertes tensiones inflacionistas aumentará la demanda de activos
inmunes a la inflación, los cuales son principalmente los activos físicos, ya que
suelen mantener su valor respecto a otros bienes. Por su parte, el Estado para
combatir la disminución del poder adquisitivo ha utilizado a veces políticas de rentas
a fin de influir directamente en los salarios y los precios, y no a través de la demanda
agregada. Así, el gobierno puede propiciar acuerdos con los sindicatos y con los
empresarios para moderar el crecimiento de los salarios y de los precios. En
ocasiones, los gobiernos también aprueban medidas legislativas que tratan de
controlarlos. Una alternativa además para afrontar la inflación consiste en tratar de
aprender a vivir con ella, en particular procurar ajustar totalmente las instituciones de
la economía a la misma. En este sentido, vivir con inflación significa introducir la
indexación con carácter general, tanto en los términos de los contratos como en la
fijación de los precios. Mediante la indexación se ajustarán automáticamente todos
los pagos a los efectos de la inflación por medio de índices de precios. En la
práctica, sin embargo, la indexación plantea problemas, pues hay desfases entre el
momento en que bajan los precios y el momento en que pueden ajustarse todos los
pagos. También aparecen los desajustes fiscales, los cuales son muy son difíciles
de evitar. La indexación, asimismo, plantea el inconveniente de que cuando los
agentes se habitúan a vivir con inflación se sufre un sesgo inflacionista y se empieza
a creer que la tasa de inflación puede aumentar sin que ello tenga mayores
consecuencias. Además cabe el peligro de que se genere un proceso de
inflacionista progresivo que conduzca a un período de hiperinflación”.

3. Inflación en la realidad histórica argentina

Como es de sabido conocimiento, la Argentina desde épocas remotas ha padecido


la inflación hasta en sus más impactantes estados, como en los períodos de 1989-
1990, donde el país sufrió procesos hiperinflacionarios. Para visualizar ello, en la

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imagen 2 se puede apreciar el desarrollo de esta situación entre diferentes períodos
y dentro de distintos contextos macroeconómicos, pudiendo relacionar así la realidad
político-social argentina con diferentes etapas y niveles de inflación. En este sentido,
podemos señalar que es principalmente durante las épocas de inestabilidad política,
ajuste, desempleo, endeudamiento externo y crisis globales que la inflación se
incrementa en gran medida. Fue así que a mediados de la década del 70’, los
procesos hiperinflacionarios se vincularon mayormente con una crisis política, que
culminó en un golpe de estado en el año 1976, y con una crisis económica mundial,
a causa de la suba del precio del petróleo en el 73’, que significó un detonante para
el devenir de la economía nacional. La siguiente etapa hiperinflacionaria se dio en
los años 1989-1990 y constituyó el resultado de un crecimiento económico
subordinado a las necesidades impuestas por el ajuste del sector externo y del
sector público. Debido a ello los años posteriores se buscó plenamente la estabilidad
monetaria, aún a costa de otras problemáticas que surgieron durante el proceso, de
las cuales se subraya principalmente el desempleo. Pasada esta época, ya en el
nuevo milenio, fueron especialmente los shocks externos, vinculados a crisis
político-económicas dispersas mundialmente, las que actuaron de catalizador para la
recesión experimentada por el país durante los años finales de los 90’ y los iniciales
de los 2000, recesión la cual significó inflación, pero en una magnitud mucho más
atenuada que la vivida en los períodos anteriores.
Ya en la actualidad, la inflación prosigue como una problemática de enormes
consecuencias, que pueden llegar a devenir en crisis económicas ligadas a la
recesión y a la depreciación de la moneda, como indica el ex viceministro de
Economía Emmanuel Álvarez Agis en una nota con el diario El Ámbito, donde afirma
que una suba del tipo de cambio significa precios más altos, lo cual se traduce en
una caída de la actividad económica: “básicamente se está pensando que inflar la
economía va a reactivar el mercado, y me parece que es al revés”, además agregó
que “tener un dólar más alto puede ser una buena noticia para el ingreso de los
exportadores, aunque en general te genera una recesión”. Sin embargo, también el
gobierno está optando por otras medidas para favorecer la economía nacional, y ha
diseñado un plan por el cual piensa atraer inversiones al sistema financiero a través
de la suba de las tasas de interés, buscando con ello reducir el dinero circulante por
medio del ahorro de los consumidores, estableciendo condiciones adversas para la
extracción de préstamos, como bien explica una noticia del diario El Cronista
Fernando Marengo. No obstante, sigue Marengo, debido a diversos factores, el
objetivo de que progrese la economía y que se reduzca la inflación no se ha logrado,
encontrando las causas de ello estrechamente asociadas al encarecimiento de
costos de producción, al endeudamiento externo y a la dinámica de la política
cambiaria en la Argentina.

Conclusión

La inflación es una problemática económica inherente al sistema capitalista actual,


aunque su existencia preceda a éste, rematándose su origen a siglos antes de
Cristo, con la civilización griega. En este sentido, al estar constantemente influida la
economía por la misma, se hace necesario conocerla, entender de su dinámica,
comprender acerca de sus consecuencias, y, en base a ello, establecer una
conciencia y formular un método de manejo financiero por el cual sus efectos no
determinen el devenir de nuestra economía. Por ello nos parece enriquecedora la

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realización de este escrito ya que nos permite desarrollar una perspectiva diferente,
más ligada a la realidad, acerca de un elemento tan influyente en la economía como
es la inflación, sobre todo en nuestro país.

Anexos

Imagen 1: Gráfico en el que se diferencia el IPCN y las otras variables del IPC.
(https://www.cronista.com/economiapolitica/Que-es-la-inflacion-nucleo-y-por-que-viene-siendo-
una-mala-noticia-para-el-Gobierno-20180419-0098.html)

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Imagen 2. Evolución del crecimiento económico en la Argentina. (Proveído por el equipo docente)

Fuentes bibliográficas

Mochón Morcillo, F. y Beker V. A. 1993. “Economía: principios y aplicaciones”. Mc


Graw Hill. Madrid. España.

Mochón Morcillo, F. y Beker V. A. 1994. “Elementos de micro y macroeconomía”. Mc


Graw Hill. Madrid. España.

De Pablo, J. C. 1991. “Macroeconomía”. Fondo de Cultura Económica. Buenos


Aires. Argentina.

https://www.indec.gob.ar/ftp/cuadros/economia/ipc_que_es_06_16.pdf

https://www.cronista.com/economiapolitica/Que-es-la-inflacion-nucleo-y-por-que-
viene-siendo-una-mala-noticia-para-el-Gobierno-20180419-0098.html

https://www.clarin.com/economia/inflacion-core-preocupa_0_rkhE61dKM.html

https://www.cronista.com/columnistas/Por-que-sube-la-inflacion-nucleo-20180315-
0102.html

http://www.ambito.com/910408-economistas-advierten-que-suba-del-dolar-se-
trasladara-a-precios-y-afectara-la-actividad

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