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Departamento de Geografía
Introducción…………………………………………………………………………………..2
Desarrollo……………………………………………………………………………………..3
1. Macroeconomía……………………………………………………………….……… 3
2. Inflación…………………………………………………………………………………3
2.1 Definición…………………………………………………………………………… 3
2.2 Medición……………………………………………………………………………. 3
2.2.1 Inflación núcleo………………………………..……………………………..... 4
2.3 Clasificación……………………………………………….…………………......... 4
2.4 Causas según enfoque…………………………………..……………………….. 5
Inflación de demanda………………………………………….…………………..… 5
Inflación de costos…………………………………..……………….………………. 6
Inflación estructural………………………………………..…………….…………… 7
2.5 Consecuencias……………………………………………………….……………. 9
2.6 Lucha……………………………………………………………………………… 10
3. Inflación en la realidad histórica argentina………………………………………. 10
Conclusión……………………………………………………………………..........…….. 11
Anexos……………………………………………………………………………………… 12
Fuentes bibliográficas………………………………………………………….…………. 13
Introducción
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Desarrollo
1. Macroeconomía
2. Inflación
2.1 Definición
2.2 Medición
Según Mochón y Beker (1993: 527): “Dado que un índice de precios no puede
comprender todos los bienes existentes en una economía, debe elegirse un conjunto
que se considere representativo del total. De los índices que pueden tomarse para
representar el nivel general de precios, los más utilizados son el Índice de Precios al
Consumidor (IPC) y el deflactor del PBI.”
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conocer la evolución de los precios de los bienes y servicios que generalmente
adquieren los consumidores, reflejando apropiadamente cuanto se ha encarecido la
vida.
Deflactor del PBI: es el cociente entre el PBI real (la producción física de bienes y
servicios) y el PBI nominal (el valor monetario de la producción). Para evaluar a
partir del deflactor del PBI la tasa de inflación entre dos años determinados se
calcula la variación porcentual experimentada por este índice en ese período:
[(Deflactor de año determinado – Deflactor de año base) / Deflactor de año base] x
100. Este índice es el más apropiado para indicar la evolución de todos los precios
de los bienes y servicios de la economía.
Según Mochón y Beker (1993: 530): “El deflactor del PBI y el IPC se diferencian en
que el primero incluye todos los bienes producidos, mientras que el IPC mide el
costo de los bienes consumidos, esto es, incluidos en la cesta de la compra de la
economía doméstica representativa.”
Nos referimos con este concepto a una forma de medir la inflación en la cual se
seleccionan los bienes y servicios que no sufren alteraciones en su precio ni de
manera estacional (frutas, verduras, ropa, turismo), ni tampoco por medio de
políticas reguladoras (luz, agua, gas, salud, transporte, teléfono, correo, educación,
cigarrillos). Ello posibilita el análisis de los precios que no se distorsionan por estas
vías, obteniendo de su estudio una medida del comportamiento del proceso
inflacionario más efectivo y fiable a su evolución real, ya que según Carlos Belloni
(2018): “se considera que los cambios estacionales son propios de un período
específico” y que “la determinación de los precios regulados tienen un gran
componente político y su evolución no estaría reflejando el cambio en su precio
real”. Para medir en la realidad la inflación se utiliza el IPC, denominándose este
ahora “Índice de Precios al Consumidor Núcleo”, por el cual se obtiene como
resultado el progreso de la inflación núcleo en un período determinado, como por
ejemplo se puede apreciar en la imagen 1.
2.3 Clasificación
Deflación: opuesto a la inflación. Proceso por el cual se reducen los precios de los
bienes y servicios de la economía. Su efecto puede hallarse debido a un deterioro de
la actividad económica, referido al hecho de que exista una demanda muy baja, o a
una mejora en la productividad.
Estanflación: inflación con recesión. La economía entra en un período de
decrecimiento, con bajos salarios, bajo poder adquisitivo y grandes precios, que
siguen aumentando a pesar de la caída en la actividad económica.
Desinflación: etapa económica en la que el crecimiento de los precios se reduce
pero llega ser cero o negativo.
Según magnitud de la inflación:
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este margen de tasas de inflación permite lograr un equilibrio en la economía, en el
cual se favorece el ahorro y la inversión.
Moderada: por debajo del 10% de aumento anual. Los precios aumentan
gradualmente. En este caso las personas están dispuestas a comprometerse con su
dinero en contratos a largo plazo, porque piensan que el nivel de precios no se
modificará y su poder adquisitivo se mantendrá en equilibrio sin afrontar grandes
cambios.
Galopante: entre 10-20% a menos de 1000% de aumento anual. Los precios suben
en tasas de 2 o 3 dígitos por año. Cuando se llega a establecer la inflación galopante
surgen grandes cambios económicos y muchas veces los contratos se pueden
establecer mediante una relación con un índice de precios o puede ser también con
una moneda extranjera, como por ejemplo, en el caso de Argentina, el dólar.
Hiperinflación: aumento mayor del 1000% anual. Los precios aumentan por hora. En
este proceso los individuos buscan desprenderse del dinero que obtienen ya que
este pierde su valor rápidamente, por lo cual disminuye de forma automática el
poder adquisitivo. Este fenómeno es conocido como “la huida del dinero” y conlleva
el perjuicio del ahorro, pues la inflación encarece la posesión de dinero. Las
hiperinflaciones son excepcionales y extremas. A menudo se presentan asociadas a
revoluciones sociales, guerras o conflictos políticos. Estas situaciones además
desorganizan la producción y los mercados y redistribuyen el ingreso y la riqueza de
manera notable.
La Argentina conoció dos episodios de hiperinflación, ubicados en los años 1989,
con tasas de casi el 200% de aumento mensual, y entre diciembre de ese mismo
año y marzo de 1990. Estos episodios llevaron a una revalorización de la estabilidad
monetaria, iniciándose en marzo de 1991, un audaz plan de estabilización basado
en la plena convertibilidad de la moneda nacional al dólar. Con el Plan de
Convertibilidad se llegó, en el segundo bimestre de 1992, a una tasa de inflación de
sólo el 0,9% mensual.
Según Mochón y Beker (1993: 530, 532): “Desde una perspectiva tradicional, la
inflación se ha explicado mediante tres factores: comportamiento de la demanda
agregada, evolución de los costos y elementos estructurales”.
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corrientes. Si, además, la actividad económica se halla en una situación tal que la
totalidad de los factores productivos se encuentran empleados, la producción física
de bienes y servicios no podrá aumentar a corto plazo. Resultará, por tanto, que esta
demanda incrementada no se podrá satisfacer mediante un aumento en la
producción y, en consecuencia, los precios experimentarán una subida. Una crítica
frecuente al planteamiento monetarista mantiene que esta teoría, por sí sola, no
explica por qué varía la oferta monetaria. Se argumenta que el dinero, en realidad,
mantiene un comportamiento pasivo que se adapta a las necesidades de comercio a
medida que varían los precios”.
Asimismo, según Mochón y Beker (1993: 532-533): “Desde una óptica keynesiana
se señala que el dinero no sólo se demanda para hacer frente a las transacciones,
sino también como activo. En este caso la demanda de dinero puede absorber, en
determinadas circunstancias, los aumentos en la oferta monetaria sin necesidad de
que se produzcan alteraciones de precios. De esta forma la relación entre oferta
monetaria y nivel de precios no es tan directa como defienden los monetaristas. En
el enfoque keynesiano la variable clave es la demanda agregada, de forma que si la
demanda total excede de la producción de pleno empleo, tendrá lugar un aumento
en el nivel de precios. Si partimos de una situación de pleno empleo en la que el
gasto total (de las familias y de las empresas en bienes y servicios) es suficiente
para absorber toda la producción y por cualquier causa, como puede ser una mejora
en las expectativas empresariales que provoca un crecimiento en la demanda de
inversión, se produce un aumento autónomo en la demanda agregada, el gasto
monetario será superior al que puedan tolerar los precios anteriores. En estas
circunstancias, se origina un exceso de demanda que motivará un aumento de los
precios, hasta que finalmente dicho aumento iguale el incremento del gasto. En este
caso la causa de la inflación radica en que la demanda en términos monetarios es
mayor que la oferta limitada de bienes y servicios”.
Inflación de costos: Según desarrollan Mochón y Beker (1993: 535): “los que
defienden la inflación de costos argumentan que, dado el carácter no competitivo de
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la formación de los salarios, los sindicatos pueden conseguir aumentos salariales
superiores a los de la productividad del trabajo, lo que hace que el proceso
inflacionista se inicie por un empujón de los costos y no por un tirón de la demanda.
Sólo si el crecimiento de los salarios es superior al crecimiento de la productividad
cabe hablar propiamente de inflación de costos. Se ofrecen distintos argumentos
para poner en marcha el proceso inflacionista. Unos defienden que existen grupos
organizados intentando apropiarse de una proporción mayor de la renta nacional,
mediante la manipulación de los precios monetarios sobre los que tienen control”.
Sin embargo también son otros los factores que condicionan a la aparición de la
inflación de costos. En este sentido, aludimos a una frase de J. C. de Pablo (1991:
712), en la cual indica que este tipo, denominado por él inflación inercial: “es la
explicación favorita de los empresarios, los cuales suelen afirmar que “si a mí no me
aumentaran los salarios, las materias primas (nacionales e importadas) y las tarifas
de servicios públicos, entonces no tendría por qué aumentar mis precios””; dejando
en claro el papel en el cual influyen los vendedores y empresarios en este proceso,
en el cual ellos incrementando los precios, ya sea por un aumento de los costos de
capital o un mayor gasto en mano de obra por ejemplo, motivan a los sindicatos a
establecer medidas con el objetivo mantener el poder adquisitivo de los
trabajadores, con el crecimiento de sus salarios, constituyendo los sindicatos, en
este caso, un medio para volver al equilibrio anterior.
Inflación estructural: aquí Mochón y Beker (1993: 539) explican que a este tipo: “se
la suele identificar como la inflación típica de los países en vías de desarrollo. Los
estructuralistas mantienen que las bases de la inflación descansan en el sistema
productivo y social, y que los factores monetarios sólo tienen importancia como
elemento propagador de la inflación, pero no la originan. El manejo de la política
monetaria puede tener efectos rápidos, aunque sólo se estará atacando los
síntomas y no las verdaderas causas de las tensiones inflacionistas. La teoría de la
inflación estructural ha sido desarrollada por autores latinoamericanos, entre quienes
se destacan los argentinos Aldo Ferrer y Julio H. G. Olivera, y el chileno Osvaldo
Sunkel. Ellos ven el proceso inflacionario como la manifestación del problema
económico endémico que padecen los países anteriormente mencionados. Ciertas
rigideces estructurales e institucionales básicas y profundamente enraizadas son, en
última instancia, la causa de las presiones inflacionistas. Se señala que tanto la
oferta de productos intermedios, como la de bienes de capital y de productos
alimenticios, es rígida, por lo que al incrementarse su demanda, con el desarrollo
general de la economía, aumentan los precios. En la medida en que todo cambio
estructural da lugar a cambios en los precios relativos, ello también generará,
entonces, presiones inflacionarias. Ante esta situación, los estructuralistas se
inclinan por un desarrollo continuado, aun a costa de la estabilidad de los precios.
Se argumenta que con el desarrollo se corregirán las deficiencias estructurales
básicas, lo que a largo plazo y de forma lenta permitirá reducir las tensiones
inflacionistas”.
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descendente del ciclo los niveles de producción y empleo decaen, aunque los
precios y salarios siguen subiendo, siendo inicialmente los salarios los que lo hacen
a un mayor ritmo. Esta fase se correspondería con la inflación de costos”.
2.5 Consecuencias
En este apartado se tratarán las distintas problemáticas que resultan del proceso
inflacionario, diferenciando entre los distintos sujetos o grupos económicos, ya que
el mismo presenta en cada uno un grado diferente de incidencia sobre su economía.
También se analizará, según lo visto en clase y por medio de bibliografía
complementaria, sobre qué elementos principalmente influye la inflación, los cuales
se sintetizan en el poder adquisitivo y la incertidumbre. Así, como desarrollan
Mochón y Beker (1993: 544-546) y los mismos autores en (1994: 305-306): “en
primer lugar la inflación reduce el poder adquisitivo del dinero, esto es, el valor de lo
que se puede comprar con una cantidad de dinero determinada. Con ello, perjudica
más a unos grupos sociales que a otros, e incluso puede llegar a beneficiar a
determinados individuos o grupos en algunos casos concretos. La inflación perjudica
sobre todo a aquellos individuos que reciben renta fijas y, en general, a los que
reciben rentas que crecen menos que la inflación. Un ejemplo típico de estos grupos
suelen ser los jubilados y los pensionistas. También se verán afectados en gran
medida aquellos trabajadores que por dificultades de la empresa, o por otras
razones, no puedan lograr que los aumentos de sus salarios discurran paralelos a
los incrementos de los precios. Asimismo son perjudicados los acreedores y los
ahorristas que encuentren que las tasas de interés y las primas de inflación que
reciban por sus préstamos y por sus ahorros sea menor que la tasa de inflación. Por
otro lado aparecen los beneficiados por el proceso inflacionario, entre los cuales se
encuentran los deudores, ya que al ser menor el valor del dinero, la cantidad que
tienen que devolver es inferior; y el Estado, tanto por ser un deudor neto como por
efecto de ciertos impuestos en los que la proporción a pagar aumenta con el nivel de
ingreso, y, por lo tanto, se eleva con la inflación. Sin embargo, el Estado también se
ve perjudicado, aunque en menor medida, por la inflación debido a que su
recaudación tiende a caer por efecto de "rezagos fiscales", en referencia al hecho
de que los impuestos que el Estado percibe en un determinado período se calculan
sobre los valores de un período anterior, lo cual determina que, en un proceso
inflacionario, la recaudación impositiva aumente menos que los gastos del Estado.
Además debe señalarse que a nivel internacional la inflación también tiene unos
efectos considerables. Aquellos países que experimentan una mayor tasa de
inflación verán que sus productos perderán competitividad, y esto incidirá
negativamente sobre sus exportaciones. Con ello, asimismo, al reducirse la
demanda de bienes y servicios nacionales, se reducirá el número de trabajadores
requeridos para producir, lo que llevará consigo un aumento del desempleo”.
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afectadas. Esta inseguridad ante el futuro afecta principalmente a los consumidores,
que desconocen cuál es el precio verdadero que tendrán que pagar por un
determinado bien o servicio, las empresas, que no saben a cuánto podrán vender
sus productos en el futuro y cuánto les costará producir los bienes que en la
actualidad lanzan al mercado, los ahorristas, que no conocen lo que valdrán
realmente sus ahorros dentro de 5 o 10 años, y el sector público, que se encontrará
con dificultades para prever el valor exacto de los gastos de inversión en equipo e
infraestructura al que deberá hacer frente en los próximos años.
2.6 Lucha
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imagen 2 se puede apreciar el desarrollo de esta situación entre diferentes períodos
y dentro de distintos contextos macroeconómicos, pudiendo relacionar así la realidad
político-social argentina con diferentes etapas y niveles de inflación. En este sentido,
podemos señalar que es principalmente durante las épocas de inestabilidad política,
ajuste, desempleo, endeudamiento externo y crisis globales que la inflación se
incrementa en gran medida. Fue así que a mediados de la década del 70’, los
procesos hiperinflacionarios se vincularon mayormente con una crisis política, que
culminó en un golpe de estado en el año 1976, y con una crisis económica mundial,
a causa de la suba del precio del petróleo en el 73’, que significó un detonante para
el devenir de la economía nacional. La siguiente etapa hiperinflacionaria se dio en
los años 1989-1990 y constituyó el resultado de un crecimiento económico
subordinado a las necesidades impuestas por el ajuste del sector externo y del
sector público. Debido a ello los años posteriores se buscó plenamente la estabilidad
monetaria, aún a costa de otras problemáticas que surgieron durante el proceso, de
las cuales se subraya principalmente el desempleo. Pasada esta época, ya en el
nuevo milenio, fueron especialmente los shocks externos, vinculados a crisis
político-económicas dispersas mundialmente, las que actuaron de catalizador para la
recesión experimentada por el país durante los años finales de los 90’ y los iniciales
de los 2000, recesión la cual significó inflación, pero en una magnitud mucho más
atenuada que la vivida en los períodos anteriores.
Ya en la actualidad, la inflación prosigue como una problemática de enormes
consecuencias, que pueden llegar a devenir en crisis económicas ligadas a la
recesión y a la depreciación de la moneda, como indica el ex viceministro de
Economía Emmanuel Álvarez Agis en una nota con el diario El Ámbito, donde afirma
que una suba del tipo de cambio significa precios más altos, lo cual se traduce en
una caída de la actividad económica: “básicamente se está pensando que inflar la
economía va a reactivar el mercado, y me parece que es al revés”, además agregó
que “tener un dólar más alto puede ser una buena noticia para el ingreso de los
exportadores, aunque en general te genera una recesión”. Sin embargo, también el
gobierno está optando por otras medidas para favorecer la economía nacional, y ha
diseñado un plan por el cual piensa atraer inversiones al sistema financiero a través
de la suba de las tasas de interés, buscando con ello reducir el dinero circulante por
medio del ahorro de los consumidores, estableciendo condiciones adversas para la
extracción de préstamos, como bien explica una noticia del diario El Cronista
Fernando Marengo. No obstante, sigue Marengo, debido a diversos factores, el
objetivo de que progrese la economía y que se reduzca la inflación no se ha logrado,
encontrando las causas de ello estrechamente asociadas al encarecimiento de
costos de producción, al endeudamiento externo y a la dinámica de la política
cambiaria en la Argentina.
Conclusión
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realización de este escrito ya que nos permite desarrollar una perspectiva diferente,
más ligada a la realidad, acerca de un elemento tan influyente en la economía como
es la inflación, sobre todo en nuestro país.
Anexos
Imagen 1: Gráfico en el que se diferencia el IPCN y las otras variables del IPC.
(https://www.cronista.com/economiapolitica/Que-es-la-inflacion-nucleo-y-por-que-viene-siendo-
una-mala-noticia-para-el-Gobierno-20180419-0098.html)
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Imagen 2. Evolución del crecimiento económico en la Argentina. (Proveído por el equipo docente)
Fuentes bibliográficas
https://www.indec.gob.ar/ftp/cuadros/economia/ipc_que_es_06_16.pdf
https://www.cronista.com/economiapolitica/Que-es-la-inflacion-nucleo-y-por-que-
viene-siendo-una-mala-noticia-para-el-Gobierno-20180419-0098.html
https://www.clarin.com/economia/inflacion-core-preocupa_0_rkhE61dKM.html
https://www.cronista.com/columnistas/Por-que-sube-la-inflacion-nucleo-20180315-
0102.html
http://www.ambito.com/910408-economistas-advierten-que-suba-del-dolar-se-
trasladara-a-precios-y-afectara-la-actividad
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