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La globalización económica plantea nuevos de-safíos a las políticas del Estado, sea éste nacional,
provincial o comunal. Es indispensable comprender la globalidad del conflicto. Desde el
reconocimiento de que la competitividad ya no depende de los recursos naturales y energéticos o
de la voluntad de un Estado protector, hasta la cualificación de los recursos huma-nos, estrategias
de educación y reentrenamiento para lograr una mejor inserción en el mercado mundial.
Las finanzas en la era de la globalización se caracteriza por dos tendencias paralelas: por un lado,
la progresiva liberalización de las normas que regulan los movimientos del capital en los países
desarrollados y en los que ahora se llaman emergentes; por el otro lado, el persistente aumento
de los flujos internaciona-les (colocaciones, compraventa de acciones, bonos e inversión
extranjera directa y préstamos) que se han precipitado sobre el mapa mundial, fomentando un
mercado global.
Las economías nacionales se han ido trasforman-do, se han vuelto cada vez más
interdependientes ya que los procesos de producción, intercambio y circula-ción han adquirido
alcance global. La formidable inte-gración financiera internacional, que transita por el planeta
buscando mejores intereses y beneficios, pro-mueve desarrollos discontinuos. Entra y sale de un
país determinado, con agilidad y celeridad. La necesidad creciente de negocios e inversiones de
mínimo riesgo y máxima rentabilidad exige una dinámica y un conoci-miento extremadamente
minucioso de la problemática política mundial.
La articulación de las finanzas del mundo se realiza en un mercado internacional, donde la veloci-
dad cumple un rol estratégico. Las exigencias que el mercado mundial impone son similares en
todos lados: redimensionamiento del Estado, desregulación de los mercados, eliminación de
trabas burocráticas a la acción privada, achicamiento del déficit fiscal, privati-zaciones,
descentralización, etcétera.
A pesar de ello, la incertidumbre que genera la inestabilidad de los mercados muestra claramente
lo falible que puede ser el mundo de los negocios interna-cionales. Las crisis, que son recurrentes,
en México, en el sudeste Asiático, en Rusia y más recientemente en Brasil han puesto a prueba la
resistencia del sistema económico mundial imperante.
El viraje de una economía productiva a una de especulación financiera promueve una velocidad en
las inversiones mundiales hacia procesos de produc-ción intangibles.
La gran especulación está tabulada en tres direc-ciones: primero, se encamina hacia el mercado
finan-ciero, luego la inversión se destina a "procesos intangi-bles" basados en el conocimiento y la
información; por último, en la producción de bienes relegada de su posición de privilegio
tradicional.
LOS CAMBIOS EN LOS SISTEMAS DE PRODUCCIÓN INDUSTRIAL
Desde fines del siglo pasado y principios del actual, los arquetipos del fordismo y del taylorismo,
dominaron el evangelio industrialista, que se constitu-yó en el lazareto de la política internacional
del siglo XX. La competitividad de la industria se cimentó, en princi-pio, en su elevada
productividad, la expansión del comercio exterior, un constante proceso de innovación
tecnológica y nuevas formas de organización del trabajo en el taller.
La sustentación del fordismo y del taylorismo, ambos originarios de los Estados Unidos, fue la
sustan-tiva transformación en la organización de las empresas y cambios más racionales en
relación con el método de trabajo, con el único objetivo de incrementar la produc-tividad.
El fordismo, implementado por primera vez en Detroit por el propietario de la más afamada
fábrica de automotores de los EE.UU., se caracterizó entre otros elementos por la cadena de
producción semiautomática. Se inclinó por la fabricación en serie de bienes de consumo masivo,
en los años '20. Este sistema comenzó a decaer en los '80 y '90.
Durante mucho tiempo, la economía aherrojada al Estado, con un mercado interno alambricado a
las decisiones gubernamentales y a la planificación central restaron posibilidades competitivas y
menguaron el crecimiento, desarrollo y expansión de los sectores industriales que obsesionados
por el volumen descui-daron la calidad de su producción. Este proceso se observó con claridad en
los países socialistas y en todo el tercer mundo, donde hoy resulta más traumática la reconversión
industrial y el redimensionamiento del aparato productivo.
La transformación de la industria transitó una doble carretera de cambio, por la cual se trocaron
los procesos productivos intensivos en mano de obra por tecnología y capital, y las materias
primas naturales fueron reemplazadas por insumes de origen sintético y desarrollo de laboratorios
técnicos.
El pragmatismo y realismo políticos con que se protagoniza el mundo de las ideas y de la política,
muestra una profunda crisis de valores. Muchos auto-res se han tentado con la necesidad de
hablar del fallecimiento definitivo de las "ideologías", otros han profetizado "el fin de la historia" y
algunos consideran que con el agotamiento de los socialismos se han hundido todas las utopías.
Las transformaciones culturales, en los cambios de actitud y en los giros de identidades, y los
patrones de comportamiento político, de amplios sectores socia-les, se han ido manifestando de
distintas formas. Por un lado, la difundida exigencia de sociedades abiertas y democráticas
sobrevuelan el planeta, con una potencia como nunca antes sucedió en la historia; pero, por el
otro lado, la palpable tendencia a extremar el individua-lismo, la fragmentación social, la
compulsiva creencia en el éxito en términos de Hollywood, la despolitiza-ción, la conquista del
mercado sobre el ámbito público, la exclusión social y la apatía, constituyen un escenario poco
propicio para el desarrollo político democrático.
Otros conceptos que se fueron diluyendo en estos años son los de derecha e izquierda. La cultura
política social se ha refugiado en un pragmatismo gerencial y subordinado a los grandes centros
del poder mundial. En estos momentos presenciamos una políti-ca ambidiestra en el manejo de la
cosa pública.
La larga etapa de la Modernidad Industrial produ-jo un colosal deterioro ambiental del cual es
necesario tomar conciencia por la magnitud del problema. Los efectos del crecimiento industrial,
requiriendo cada vez más recursos naturales y creando desechos que no son absorbidos, ni
requeridos, ni biodegradados por la naturaleza, han producido la contaminación, lisa y llana, de
casi todo el planeta.
La palabra "ecología", que proviene del griego oíkos, casa u hogar donde se vive, relaciona a los
organismos con el medio ambiente. El estudio de los sistemas ecológicos o ecosistemas que
interrelacionan a los organismos con el medio ambiente y entre sí se han ido desarrollando en los
últimos treinta años vertiginosamente hasta llegar a constituirse en una "economía de la
naturaleza".
Los componentes "no vivos" (abióticos) como los "vivos" (bióticos) se entrelazan en el medio
ambiente formando una relación inseparable donde circulan los elementos nutritivos y los flujos
de energía.
En los últimos dos siglos, desarrollo industrial mediante, el hombre alteró los ciclos bioquímicos de
la naturaleza. El envenenamiento del aire por el dióxido de azufre, o el exceso de nitrógeno y de
fósforo en el agua, son contaminantes atmosféricos que producen efectos letales sobre la vida.
Casi la mitad de los lagos de agua dulce están contaminados y todos los ríos del mundo sufren un
elevado deterioro contaminante. El 83 % de las aguas cloacales del mundo se arrojan al mar o en
los ríos, sin un tratamiento previo. En 1998 se han arrojado 38.000 millones de toneladas de
desechos al mar. El 85 % de ellos permanece estancado próximo a las costas.
Las emisiones de clorofluorcarbonatos provoca-ron la disminución de la capa de ozono en un 4 %
en el hemisferio norte y un 3 % en el sur
El biólogo inglés, NORMAN MYERS (39), alertó que en el siglo XX el hombre ha destruido el 75 %
de las especies vivientes.
Por otro lado, es importante comprender los aspectos devastadores del efecto invernadero. La
pre-sencia del metano en la atmósfera crece a una tasa de 1,3 % anual y el anhídrido carbónico,
CO2, que acom-paña a la quema de combustibles fósiles, está cambian-do el régimen de
precipitaciones en amplias zonas del mundo.
La temperatura media del planeta se está elevan-do como resultado de la acumulación de gases
que retienen el calor en la atmósfera, provocando cambios climáticos sobre los ecosistemas
terrestres.
Es indispensable frenar la degradación del plane-ta. Para ello, los Estados nacionales deben
planificar y ejecutar políticas de urgente concreción.
La crisis ambiental debe ser contemplada con responsabilidad por las políticas gubernamentales.
Asimismo, el mercado global no puede excusarse sobre esta temática, puesto que tiene gran
responsabi-lidad en el menoscabo del medio ambiente.
Para cumplir con el criterio de desarrollo susten-table, en cuanto al crecimiento de una economía
que no afecte la satisfacción de las necesidades de futuras generaciones, se deberá proceder a
elevar como máxi-ma prioridad de la ciencia, la política y el mercado, al deterioro de la naturaleza
en todos los órdenes y ejercitar políticas acordes con un proyecto de defensa integral que
posibilite frenar la degradación del plane-ta. Es imprescindible garantizar estrategias de desarro-llo
que sean compatibles con la preservación del ambiente, ya que hay infinidad de recursos no
renovables que se están comprometiendo con tal magnitud que afectará la calidad de vida de las
próximas e inmediatas generaciones.
En este sentido, la comuna debe tener un prota-gonismo esencial, ya que desde lo local se puede
controlar más eficientemente las políticas de Estado que involucran al tema ambiental; pero,
como cada municipio tiene perfiles ambientales diferentes, puede suceder que los grandes
problemas detectados a nivel estadual no coincida con los problemas de cada loca-lidad. Por ello,
es imprescindible formar una red desde lo local hacia lo provincial, nacional e internacional, que
en forma orgánica y sistemática desarrolle una planificación territorial sustentable.
Resulta prioritario recordar la directa relación que existe entre las diversas formas de
contaminación y la salud de las personas. Aunque se observa, en este punto, una mayor
sensibilización pública y conciencia-ción ciudadana, los gobiernos de todos los niveles deberán
multiplicar los esfuerzos en propagandizar con claridad los efectos devastadores de la contamina-
ción del medio ambiente.
En estos últimos tiempos han surgido grupos de ciudadanos voluntarios espontáneos que están
contri-buyendo a la difusión de la problemática ecológica, realizando un conjunto de acciones para
despertar la motivación de las personas por defender el equilibrio natural. La temática ambiental
constituye una posibilidad de trabajar por el bien común. Por ello es que se han multiplicado los
canales no formales de defensa del medio ambiente.Las ONG, los comités ecológicos o las
brigadas verdes han constituido una base social flexible y diver-sa que moviliza a millones de
personas en todo el mundo, trabajando voluntariamente, erigiendo nove-dosos canales de
participación ciudadana.La evolución tecnológica en los procesos produc-tivos, la mundialización
de la economía y la globaliza-ción y la liberalización del comercio han incrementado in forma
alarmante el impacto de las actividades humanas sobre el medio ambiente.Es necesario establecer
un marco operativo glo-bal para lograr un acuerdo político internacional con objetivos posibles
que tiendan a frenar al actual proce-do de deterioro.Como se ha planteado ya, la contaminación
ambiental nos concierne a todos. A partir de los años 60 surgen organizaciones e instituciones
internacio-lales como el Fondo Mundial para la naturaleza, Green-peace, y otros que han
desarrollado una encomiable tarea en defensa de la naturaleza y la vida silvestre, creando las
condiciones de concienciación de los riesgos que se corren, por la aceleración del deterioro global
de la calidad ambiental de nuestro planeta.