Virgen María, mírame, son tantos nudos en mi, ayúdame Madre, solo Tu los puedes deshacer. Todo mi cuerpo padece esta cruel enfermedad, el dolor que me domina, mi alma ya no lo soporta. Yo no estoy, preparado para este triste final, ¿será quizá esta prueba que yo deba superar? No soy santo, ni siquiera buen cristiano. Soy pecador te confieso, dame más tiempo te ruego. Tan solo tiempo te pido, para completar lo que me falta, con mi familia, mis hermanos y en especial con Dios. Cuando cumpla con los míos, y con tu ayuda prepare mi espíritu para que pueda entrar en la casa del Padre, te pediré de igual modo que me lleves a tu lado. Con el poder infinito, con que desatas los nudos, quita de mi este mal y que me pueda alivianar. Desata mis nudos, ¡Oh Virgen!; Madre mía y te prometo, traerte mi alma, mis sueños, y todo mi amor completo. Madre nuestra, Madre mía, intercede por mí en el cielo. Amén Reza: el Padrenuestro, tres Avemaría, un Gloria.