Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
LA EMOCIÓN
La emoción ha sido tratada desde distintos puntos de vista por diversas teorías. Ellas
varían en sus planteamientos sobre el papel que juegan los procesos fisiológicos,
sobre la composición de los elementos cognitivos y acerca de si la emoción constituye
un evento físico.
Piénsese en un sujeto encerrado en una habitación que intenta salir cuando ocurre un
terremoto. Si el nivel de activación es muy grande (el temor se convierte en pánico) el
sujeto se paraliza y no lograra salir de la habitación.
Esta teoría señala también que la conducta puede ser activada en diferentes grados
sobre un continuo que va desde el sueño profundo hasta los estados emocionales
excitados. Si bien esta teoría de la activación aporta nuevos planteamientos sobre la
emoción, su principal limitación radica en que no se considera todos los aspectos de la
experiencia emocional, como podría ser los aspectos cognoscitivos que no son
considerados.
S. Schachter plantea un enfoque más amplio sobre la emoción, considerando tanto los
aportes de la activación fisiológica como los aspectos relativos a la interpretación
cognoscitiva de la situación emocional. Sostiene la existencia de dos estados o
aspectos paralelos. La activación fisiológica es necesaria para la conducta emocional
pero no la dirige. La orientación de la conducta emocional proviene de la interpretación
que el sujeto realiza del estímulo relevante. Esta interpretación cognoscitiva incluye
también una interpretación de las sensaciones corporales.
Podemos concluir que esta teoría es a la vez, fisiológica y cognoscitiva, los
componentes principales de la emoción serian, precisamente, fisiológicos y
cognoscitivos.
De todo lo expuesto por los diversos autores arriba mencionados se puede decir que
en las emociones humanas entran en juego cuatro aspectos:
Una situación concreta.
Una serie de reacciones fisiológicas específicas o sensaciones (aceleración del
pulso y de la respiración, tensión muscular, etc.).
Unos pensamientos determinados.
Un tipo de respuestas concretas apropiadas para esa situación.
La ansiedad y la ira son reacciones naturales y positivas que tenemos para ponernos
en alerta ante determinadas situaciones, que son consideradas como peligrosas. Pero
también pueden ser emociones negativas que no funcionan como debieran,
activándose ante estímulos inofensivos y provocando malestar y conductas
inadecuadas. Comprender, conocer y admitir las emociones es el procedimiento para
poder controlarlas.
La ansiedad
La ansiedad es una de esas emociones que hay que saber manejar porque son
vividas como desagradables y pueden provocar conductas inapropiadas,
especialmente cuando se producen ante contextos sociales (por ejemplo, hablar en
público) o ante situaciones que no entrañan ningún peligro (por ejemplo, subir en
ascensor, salir a la calle, etc.).
La Ansiedad consiste en un conjunto de sentimientos de miedo, inquietud, tensión,
preocupación e inseguridad que experimentamos ante situaciones que consideramos
amenazantes (tanto física como psicológicamente). Esto es, la “ansiedad”, incluye los
siguientes componentes:
Los pensamientos y las imágenes mentales atemorizantes (cognitivo)
Las sensaciones físicas que se producen cuando estamos nerviosos o furiosos.
(fisiológico).
Los comportamientos que son la consecuencia de la respuesta de ansiedad
(conductual).
La ira
La ira es otra emoción que puede ser problemática. La ira hace referencia a un
conjunto particular de sentimientos que incluyen el enfado, la irritación, la rabia, el
enojo, etc. y que suele aparecer ante una situación en la que no conseguimos lo que
deseamos.
Las reacciones fisiológicas ante la ira son similares a las que se producen ante la
ansiedad; lo que diferencia a una de la otra es el tipo de situaciones que las provocan,
los pensamientos que se producen en esas situaciones y las conductas que se
desencadenan. (Angel Antonio Marcuello García.)
Para evitar o reducir este tipo de situaciones, nada mejor que hacer uso de adecuadas
técnicas de control emocional. Veamos algunos ejemplos.
2. Amplía tu enfoque
Las personas solemos mirar el mundo con visión de túnel. Nos focalizamos en un punto
y es en esa pequeña mota existencial donde se concentran todos
nuestros pensamientos y emociones. Nos olvidamos de lo saludable que es dar un
paso atrás y mirar el mundo con mayor perspectiva, oxigenando ideas, poniendo
distancia de ciertas personas, situaciones y costumbres que nos atrapan.
Por tanto, cada vez que nos sintamos bloqueados, sin ideas y atosigados por el estrés,
alejémonos un poco. Alcemos la mirada y miremos la vida con mayor amplitud y
perspectiva. El mundo está lleno de posibilidades.
3. Respira hondo
Otra de las técnicas de control emocional tan efectiva como útil es el ensayo mental.
Todos, en algún momento, hacemos eso de anticipar mil fatalidades, fallos, olvidos,
encuentros angustiantes y hasta descuidos de lo más aparatosos. Nuestra mente es
toda una experta en imaginar las situaciones más catastróficas, pero rara vez da con
cómo resolverlas en caso de que sucedieran; más bien se instala en una especie de
preocupación continuada.
Por ejemplo, podemos imaginar qué haríamos en caso de que nos despidieran
del trabajo. Podemos visualizar también qué le diríamos a ese compañero de
trabajo en caso de que iniciáramos una discusión o cómo reaccionaríamos, por
ejemplo, si nuestra pareja empezara a mostrar menos interés por nosotros.
Todo ello nos dotaría de estrategias más válidas para estar preparados y
reaccionar de forma más ajustada (en caso, eso sí, de que sucedieran)
5. El cambio y la expectativa positiva
La vida son ciclos y en ocasiones, hay que renovar ciertas dimensiones de
nuestro ser y en especial de ese disco duro psicológico tan complejo en el ser
humano. Así, algo que deberíamos recordarnos es que hay épocas en que la
motivación decae, momentos donde la apatía y las emociones negativas se
adhieren a nosotros como un extraño óxido invisible.
Que esto suceda es algo normal. La motivación, las ganas, la positividad son
entidades dinámicas que necesitan de nuevos impulsos para no quedar
encallados. Por tanto, cada vez que nos encontremos inmersos en un estado
negatividad muy desgastante, lo mejor es decirnos a nosotros mismos que es
momento de dar un cambio, de tomar un nuevo impulso.
2. Amplía tu enfoque
Las personas solemos mirar el mundo con visión de túnel. Nos focalizamos en un punto
y es en esa pequeña mota existencial donde se concentran todos
nuestros pensamientos y emociones. Nos olvidamos de lo saludable que es dar un
paso atrás y mirar el mundo con mayor perspectiva, oxigenando ideas, poniendo
distancia de ciertas personas, situaciones y costumbres que nos atrapan.
Por tanto, cada vez que nos sintamos bloqueados, sin ideas y atosigados por el estrés,
alejémonos un poco. Alcemos la mirada y miremos la vida con mayor amplitud y
perspectiva. El mundo está lleno de posibilidades.
3. Respira hondo
Tomar aire por la nariz durante 5 segundos. Procuraremos que todo el aire vaya
a la región del abdomen para favorecer así la respiración diafragmática.
‘Trate a las personas como son, y ellas permanecerán así. Trátelas como si fuesen lo
que pueden ser, y las ayudará a transformarse en lo que son capaces de ser”.Goethe
Otra de las técnicas de control emocional tan efectiva como útil es el ensayo mental.
Todos, en algún momento, hacemos eso de anticipar mil fatalidades, fallos, olvidos,
encuentros angustiantes y hasta descuidos de lo más aparatosos. Nuestra mente es
toda una experta en imaginar las situaciones más catastróficas, pero rara vez da con
cómo resolverlas en caso de que sucedieran; más bien se instala en una especie de
preocupación continuada.
Por ejemplo, podemos imaginar qué haríamos en caso de que nos despidieran
del trabajo. Podemos visualizar también qué le diríamos a ese compañero de
trabajo en caso de que iniciáramos una discusión o cómo reaccionaríamos, por
ejemplo, si nuestra pareja empezara a mostrar menos interés por nosotros.
Todo ello nos dotaría de estrategias más válidas para estar preparados y reaccionar de
forma más ajustada (en caso, eso sí, de que sucedieran)
La vida son ciclos y en ocasiones, hay que renovar ciertas dimensiones de nuestro ser
y en especial de ese disco duro psicológico tan complejo en el ser humano. Así, algo
que deberíamos recordarnos es que hay épocas en que la motivación decae,
momentos donde la apatía y las emociones negativas se adhieren a nosotros como un
extraño óxido invisible.
Que esto suceda es algo normal. La motivación, las ganas, la positividad son entidades
dinámicas que necesitan de nuevos impulsos para no quedar encallados. Por tanto,
cada vez que nos encontremos inmersos en un estado negatividad muy desgastante, lo
mejor es decirnos a nosotros mismos que es momento de dar un cambio, de tomar un
nuevo impulso.