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Biografía[editar]

Nacido en la localidad navarra de Echalar el 18 de noviembre de 1894, 1 procedía de una


familia de clase media que le encaminó por la carrera eclesiástica, especialmente su tío,
párroco de Echalar. Su madre Toribia Zubigaray pertenecía, por línea materna, a la casa
de Echebercea, de reconocida hidalguía 2 y con una cierta buena posición económica. Su
padre Benigno Aznar colaboraba con el Ayuntamiento de Echalar y otras instituciones del
pueblo. Se licenció en Filosofía y Letras por las Universidades de Pamplona y Madrid y en
Derecho por las Universidades de Valladolid y Madrid. 3
Con 12 años comenzó a escribir crónicas para El Eco de Navarra.4 Comenzó, tras estas
primeras aportaciones infantiles, a colaborar en 1912 con el periódico tradicionalista La
Tradición Navarra. Se mudó a Bilbao, donde conocería Mercedes Gómez-Acedo
Villanueva (Bilbao, 1895-25 de enero de 1933) con quien se casaría en Hendaya el 4 de
noviembre de 1915.5
En Bilbao trabajó como redactor del diario Euzkadi, de corte nacionalista vasco y
recientemente fundado, entre otros por él, a los 18 años. También formó parte del conjunto
fundador de la edición en castellano de Euzkadi, La Tarde, con 19 años, colaborando
además con la revista cultural Hermes, en ocasiones con el seudónimo «Imanol». Durante
la Primera Guerra Mundial escribió crónicas del frente desde lo que hoy es la Biblioteca de
Bidebarrieta, en Bilbao, firmando con el seudónimo «Gudalgai» ("recluta", en euskera). En
diciembre de 1914 se estrenó en el teatro Campos Elíseos de Bilbao su drama El jardín
del mayorazgo, calificado por Indalecio Prieto de «furibundamente antiespañol».
Hacia 1916, Aznar Zubigaray se afilió al Partido Nacionalista Vasco y fue acusado años
después por Indalecio Prieto de representar a las tendencias radicales dentro del mismo.
Este mismo año nació su hijo Manuel. Pese a su vinculación nacionalista entre 1912 y
1917 siempre sostuvo que nunca apostó por una vía «secesionista cerril que después
había preponderado». En 1918, gracias a sus trabajos periodísticos previos y a la amistad
que le unía con Nicolás María de Urgoiti, fue nombrado director del periódico El
Sol de Madrid. Desde esta publicación siguió respaldando la corriente aliadófila y, siendo
director, visitaría con el conde de Romanones, al presidente Wilson en medio de los
Tratados de Paz que acabaron con la Gran Guerra. Despertó la simpatía de Georges
Clemenceau el cual le concedió hasta cinco entrevistas.
Bajo su dirección El Sol incorporó a las firmas más prestigiosas de la época
como Fernando de los Ríos, Américo Castro, José Ortega y Gasset, Ramón
Basterra, Miguel de Unamuno o Azorín. Se cuenta que la oferta que Urgoiti le hizo a Aznar,
contando este con tan solo 22 años, le convertía no en solo uno de los directores de
periódico más jóvenes de la historia del periodismo en España sino el mejor pagado de la
época.6
En 1922 dejó España con su familia y marchó a Cuba buscando abrirse hueco entre el
periodismo cubano. Así, dirigiría sucesivamente los periódicos El País, el Diario de la
Marina y Excelsior posteriormente integrado en El País. Permanecería en La Habana
hasta la instauración de la Segunda República Española y allí nacería una de sus hijas. Su
contacto con la isla caribeña en particular y con Hispanoamérica en general, no se
terminaría aquí, pues seguiría siendo corresponsal jefe de El Diario de la Marina y del
diario argentino La Nación en Madrid durante la Guerra Civil.7 Su conocimiento sobre el
tema cubano le hizo ser galardonado con el Premio Juan Palomo al mejor artículo
periodístico del año por su colaboración en «Cuba, Lecciones de una Derrota». 89
Tras su período cubano, volvió en 1931 a España, donde retomó a la dirección de El Sol,
cayendo la Monarquía en su trayecto de vuelta. Reconoció la labor y la honradez de
Alfonso XIII en su marcha de España y se integró plenamente en el nuevo régimen,
formando parte del Partido Republicano Conservador de Miguel Maura y posteriormente
en el Partido del Centro Democrático de Portela Valladares, participando en las elecciones
de 1936, sin obtener acta de diputado. Su evolución política lo llevó a decantarse por el
bando de Miguel Maura. De la misma forma dirigiría en 1933 la campaña electoral del
Partido Republicano Conservador.
Durante los años de la Segunda República, en el Café Lyon d'Or de Bilbao, Aznar
Zubigaray concurría a la tertulia que presidía Pedro Eguillor y en la que participaron, entre
otros, Miguel de Unamuno, Gregorio de Balparda, Ramón de Basterra (hasta su muerte en
1928), José Félix de Lequerica, José María de Areilza, Pedro Mourlane Michelena, Rafael
Sánchez-Mazas, Joaquín Zuazagoitia e Ignacio Zuloaga, con el que le unía una gran
amistad.
Tras la sublevación militar del 18 de julio de 1936, que lo sorprendió en Madrid, se
desplazó a Burgos para ponerse al servicio de los sublevados. Vinculado a la derecha por
su amistad con José Antonio Primo de Rivera y aún en el frente republicano dónde había
sido condenado a muerte, consigue huir vía Bruselas. Pese a sus antecedentes
nacionalistas y el haber sido previamente condenado a muerte por el bando nacional, su
trabajo como propagandista y cronista militar le granjeó el aprecio de los sublevados. De
esta época data su Historia militar de la Guerra de España (1936-1939) (1940), quizá su
libro más importante, que tuvo varias ediciones posteriores en Editora Nacional.
Llegó a dirigir el Diario Vasco —periódico que se le ofreció tras rechazar dirigir el
vallisoletano Libertad—, la revista Semana —publicación de la cual fue fundador junto
a Manuel Halcón—, La Vanguardia y la agencia de noticias EFE. En el año 1945 fue
nombrado ministro plenipotenciario de España ante Estados Unidos en Washington, donde
ayudó los intentos de José Félix de Lequerica de establecer relaciones diplomáticas con
los Estados Unidos.10 El 28 de diciembre de 1948, asistió a la apertura de la Academia
Hondureña de la Lengua, aprovechando el viaje como representante español a la toma de
posesión del nuevo Gobierno hondureño, el 1 de enero de 1949. 11 Bajo la tutela
de Serrano Suñer y junto a Manuel Halcón y otros, impulsó en 1941 la creación
del Consejo de la Hispanidad, de cuya Cancillería formó parte como vocal.1213
En 1960 fue nombrado director de La Vanguardia Española, de Barcelona por el conde de
Godó. En 1964 fue nombrado embajador ante la Organización de las Naciones Unidas,
donde permaneció hasta 1967, culminando su carrera diplomática; previamente había
ocupado las embajadas de República Dominicana (1948-1952), de la República de
Argentina (1952-1955) y de Marruecos (1963-1964). Fue procurador en Cortes designado
por el jefe del Estado desde 1958 hasta 1962. Durante su estancia en la ONU, apareció en
una entrevista sobre la figura de Francisco Franco en la película Franco, ese
hombre dirigida por José Luis Sáenz de Heredia.
Mantuvo amargas polémicas con Indalecio Prieto que le atacó desde el extranjero,
acusándole de hipócrita y aludiendo a la supuesta protección que Aznar le pidió cuando
estalló la Guerra Civil. Por otro lado, Manuel Aznar, tiempo después le consideraría a su
vez como «una atroz calamidad» desde el punto de vista político. Contrajo segundas
nupcias con Milagro Gallego y Cortés, con la que no tendría descendencia. Murió en
Madrid, el 10 de noviembre de 1975, diez días antes que el general Franco.
A su muerte hubo toda clase de declaraciones, desde la condena (como Gregorio
Morán o Iñaki Anasagasti) al elogio que le dirigieron, entre otras personalidades de la
época, José María de Areilza, Antonio Garrigues Díaz-Cañabate, la Liga Árabe o Manuel
Fraga. Se creó el Premio Aznar por la agencia EFE, que dejaría de concederse a partir de
1982.14 La ciudad de Irún nombraría en su honor una calle, Embajador Aznar. Juan Luis
Cebrián destacó la figura de Aznar en estos términos:
«Don Manuel Aznar defendió la necesidad de los periódicos para promover la restauración
democrática; también hubo buenos periodistas en la dictadura y ha habido malos
gobernantes en la democracia».15

Familia

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