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1.

EL CAPITALISMO
A. Características fundamentales
El capitalismo es un sistema económico y social basado en que los medios
de producción deben ser de propiedad privada, el mercado sirve como mecanismo
para asignar los recursos escasos de manera eficiente y el capital sirve como fuente
para generar riqueza. A efectos conceptuales, es la posición económico-social
contraria al socialismo.
Un sistema capitalista se basa principalmente en que la titularidad de los
recursos productivos es de carácter privado. Es decir, deben pertenecer a las
personas y no una organización como el Estado. Dado que el objetivo de la
economía es estudiar la mejor forma de satisfacer las necesidades humanas con los
recursos limitados que disponemos, el capitalismo considera que el mercado es el
mejor mecanismo para llevarlo a cabo. Por ello, cree necesario promover la
propiedad privada y la competencia.
Los principios básicos del capitalismo son los siguientes:
 Defensa de los derechos individuales: Propiedad privada de capital y de
medios productivos.
 Libertad de empresa: Mediante la cual es posible llevar a cabo proyectos
empresariales o ponerles fin.
 Mercado competitivo: Lo cual supone que el precio de intercambio se da
por la interacción de oferta y demanda con la menor injerencia posible del
Estado.
 En este mercado con múltiples opciones y alternativas de productos
entre los cuales los individuos tienen la posibilidad de escoger. En él se
conforman las decisiones de demanda y oferta que dan lugar a los equilibrios
y los precios.
De acuerdo a estas bases los miembros del espectro económico operan de
acuerdo a la búsqueda de su propio interés y la maximización de sus beneficios
acumulando y empleando capital para ello. Alternativamente, los trabajadores que
participan en el sistema aportando mano de obra reciben en contraprestación un
salario u otros tipos de retribución que satisfaga su utilidad y les permita hacerse
con los bienes o servicios que requieran.
B. Plusvalía y capitalismo
La plusvalía, también conocida como plusvalor, apareció definido por Marx en
su obra “El Capital” y hace referencia al excedente monetario originado por el
trabajo humano en cualquier acción productiva. En otras palabras, es el valor no
pagado del trabajo del obrero que crea un plusproducto del cual se hace propietario
el empresario. Originando así la esencia de la explotación o acumulación capitalista.
Es decir, según la teoría desarrollada por Karl Marx, al trabajador se le paga
menos de lo que realmente produce. Así pues, la diferencia entre lo que realmente
produce y su salario es lo que se conoce como plusvalía. Esta plusvalía constituye
la ganancia extra del empresario.
Este plusproducto o plusvalor al ingresar al mercado se convierte en
mercancía y se vende, convirtiéndose en dinero que no retorna a los bolsillos del
empleado en manera de sueldo.
C. Componentes del valor
El valor económico es un concepto que, dependiendo la teoría del valor a la
que nos refiramos, hace referencia a la medición del valor de los distintos bienes y
servicios, con base en una utilidad esperada de los mismos.
Las mercancías poseen valor porque contienen trabajo incorporado en ellas,
pero, cabe destacar que, todo valor de las mercancías es trabajo. El valor de las
mercancías está formado por tres elementos, cada uno de los cuales representa
incorporación de una determinada cantidad de trabajo; estos elementos vienen
siendo los siguientes:
 Capital constante C: Se incorpora a las mercancías en forma de medios de
producción, como instalaciones, edificios, maquinaria, herramientas, entre
otros.
 Capital variable V: Utilizado para comprar fuerza de trabajo, que se
distribuye en forma del salario al trabajador.
 Plusvalía P: Excedente de trabajo que no se le paga al trabajador, y que se
apropia el capitalista por ser el dueño de los medios de producción.

D. Tasa de plusvalía
La tasa de plusvalor es una fórmula que relaciona el plusvalor con el capital
variable invertido en el proceso productivo correspondiente, ello es, la inversión en
fuerza de trabajo. Dicho con otra expresión, la tasa de la plusvalía es igual a valor
de la plusvalía dividida entre el valor de los costes de personal (salarios).

Donde P es la plusvalía y CV el capital variable.


El resultado de la fórmula nos muestra la cantidad exacta de plusvalía que se
genera por cada unidad de capital variable invertida en el proceso productivo,
siendo entonces interpretada como la capacidad de autovalorización del capital
variable. La tasa de la plusvalía es interpretada por Marx como una tasa porcentual
del grado de explotación.
E. Composición orgánica del capital
Desde el punto de vista práctico, la producción resulta de la combinación de medios
específicos de producción y de modalidades concretas de trabajo. Bajo este ángulo
descriptivo, es posible hablar de composición técnica del capital. Esta combinación
productiva tiene, por otra parte, una traducción en valor; en ese caso nos
referiremos a ella como composición orgánica del capital.
La composición orgánica del capital es la síntesis de la composición de valor del
capital (proporción entre capital constante y capital variable) y la composición
técnica del capital (proporción entre medios de producción y fuerza de trabajo) en
tanto la primera refleja los cambios que experimenta la segunda.
La fórmula de la composición orgánica del capital (COC) es c:v. Por ejemplo,
si el capital es 800c+200v, la composición orgánica será 4:1. Otra forma de verla es
el cociente entre el Capital Constante (C) y el Capital variable (V):

La composición orgánica del capital cambia tanto por las variaciones en la


composición técnica como por las variaciones en los precios de los medios de
producción y de los salarios.
F. Tasa de ganancia
La tasa de ganancia constituye un indicador clave al momento de evaluar de
la capacidad del capital de valorizarse a sí mismo. Es clave en la medida en que
pone en relación al capital a valorizar con el resultado de dicha operación. Por esa
razón supera las medidas de rentabilidad del capital que no toman el capital
adelantado, sino el capital consumido. Es decir, las medidas basadas en márgenes
tanto de ganancias como de costos no pueden dar cuenta del capital como el sujeto
concreto de la producción social, en vista de no establecer al capital como premisa y
resultado del proceso de valorización.
Según Karl Marx en su obra El capital, la tasa de ganancia se refiere a la
relación entre el plusvalor obtenido y el capital invertido (adelantado) en un ciclo
productivo. Se expresa de la siguiente manera:

Donde P es la plusvalía, KCa es el capital constante adelantado y KVa es el


capital variable adelantado.
La tasa de ganancia es directamente proporcional a la tasa de plusvalor (

) y es inversamente proporcional a la composición orgánica del

capital ( ). Esto se puede ver al expresar la tasa de


ganancia en términos de la composición orgánica del capital:
De manera que cuando la tasa de plusvalía aumenta también lo hace la tasa
de ganancia, pero cuando la composición orgánica del capital aumenta, la tasa de
ganancia disminuye.
G. Reproducción simple
Es un proceso de renovación constante de toda la producción social
capitalista en escala invariable. Bajo el capitalismo, se da la reproducción simple
cuando los capitalistas dedican a sus gastos personales toda la plusvalía que se
apropian bajo el aspecto de distintas formas de ingreso, de suerte que las
dimensiones de la producción no se modifican.
H. Acumulación
Alude a la acumulación de bienes de capital, capital financiero y capital
humano.
Uno de los primeros economistas que hizo referencia al concepto fue Adam
Smith en su libro La Riqueza de las Naciones. En su obra explicaba por qué algunos
países eran ricos y otros no.
Una de las explicaciones que dio fue el de la acumulación del capital o de la
riqueza. Es decir, si una nación ahorraba e invertía, poco a poco sería más rica. Al
disponer cada vez de más máquinas (bienes de capital), más ahorro (capital
financiero) y más educación (capital humano), sería capaz de producir más y mejor.
I. Reproducción ampliada
Es un proceso de renovación constante de toda la producción social
capitalista en creciente volumen. Cuando la reproducción es ampliada parte de la
plusvalía se capitaliza, es decir, se une al capital activo y se emplea para aumentar
el volumen de la producción.
J. Capitalismo de competencia
Competencia se refiere a la existencia de un gran número de empresas o
personas que ofrecen y venden un producto (son oferentes) en un mercado
determinado. En dicho mercado también existe un gran número de personas o
empresas, denominadas consumidores (también llamados demandantes), las
cuales, según sus preferencias y necesidades, compran o demandan esos
productos. A través de la competencia se establece una “rivalidad” entre
productores. Los productores buscan acaparar la mayor cantidad de consumidores
para sí. Para conseguir esto, utilizan estrategias de reducción de precios,
mejoramiento de la calidad, etc., siendo esta la forma en que la competencia crea
un cierto control que evita el abuso por parte de alguna de las partes.
El capitalismo se basa en una economía en la cual el mercado predomina. En
éste se llevan a cabo las transacciones económicas entre personas, empresas y
organizaciones que ofrecen productos y las que los demandan. El mercado, por
medio de las leyes de la oferta y la demanda, regula los precios según los cuales se
intercambian los bienes y servicios (véase Mercados), permite la asignación de
recursos y garantiza la distribución de la renta entre los individuos.
Cada uno de los actores del mercado actúa según su propio interés; por
ejemplo, el capitalista, quien posee los recursos y el capital, busca la maximización
del beneficio propio por medio de la acumulación y reproducción de los recursos, del
capital; los trabajadores, quienes trabajan por la recompensa material que reciben
(el salario) y, por último, los consumidores, quienes buscan obtener la mayor
satisfacción o utilidad adquiriendo lo que quieren y necesitan al menor precio
posible.
K. Leyes
 Ley del valor: Ley económica objetiva de carácter particular que actúa en
todas las formaciones socioeconómicas basadas en la propiedad privada
sobre los medios de producción y constituye un regulador espontáneo de la
producción mercantil. La acción de la ley del valor trasciende las fronteras del
capitalismo y perdura en la primera fase de la formación socioeconómica
comunista. Regula el desarrollo de la producción mercantil mediante el
cambio de mercancías, de acuerdo con la cantidad de trabajo abstracto
socialmente necesario materializado en ellas. La ley del valor es la ley
fundamental de la producción mercantil simple.
 Ley general de la acumulación capitalista: Según esta ley, cuanto mayor
sean la riqueza social, el capital en funciones, el volumen y la intensidad de
su incremento, y también, por tanto, la magnitud absoluta del proletariado y la
capacidad productiva de su trabajo, tanto mayores serán la superpoblación
relativa y el grado de explotación de la clase obrera.
 Ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia: Ley económica
según la cual a cuota media de ganancia tiende a disminuir a medida que el
capitalismo se desarrolla. Las causas que dan origen al descenso de la cuota
de ganancia son el crecimiento de la composición orgánica del capital y el
retardo de la rotación del capital.

L. Crisis y depresiones del capitalismo


Es un proceso de descomposición del sistema capitalista mundial, que
penetra todos los aspectos de la sociedad burguesa: la economía, la política y la
ideología.
La gran crisis de fines del año 1929 y la profunda depresión subsiguiente
marcarán, con el surgimiento del mundo comunista, un hito prominente en la historia
del desarrollo económico-social de la Humanidad.
 La Gran Depresión
La Gran Depresión tuvo repercusiones prácticas y teóncas.
En el orden práctico, las lecciones de la crisis no hacen sino corroborar los
puntos de vista anteriormente enumerados sobre las funestas consecuencias del
Capitalismo de grupos antagónicos.
Una vez superadas las crisis de reconversión—de una economía de guerra a
una economía de producción agrícola e industrial—, las naciones, tanto europeas
como, sobre todo, americana, prosperaron inauditamente.
Estados Unidos, y aun Latinoamérica, proseguía y acumulaba el impulso
recibido al tener que abastecer al continente europeo, sumido primero en la lucha,
arruinado después, pero con deseos y necesidad de rehacerse.
Poco a poco y con sobresaltos Europa se reconstruye. A partir de 1925 logra
alcanzar los niveles de producción conocidos antes de la guerra.
En Estados Unidos la ola de optimismo era gigantesca.
Su naciente, y pronto vigorosa, industria del automóvil y maquinaría agrícola
va ampliándose sin cesar, gracias a las nuevas modalidades de la producción en y
de la venta a crédito. Actuando como foco impulsor, a la vez que promueve el auge
de la producción agrícola, sacude en sus cimientos a las industrias básicas y a las
ramas extractivas de carbón y minerales.
La ola de optimismo es secundaria; viene apoyada en la precedente del mas
intenso trabajo y de la difusión del poder de compra entre las clases trabajadoras.
Con todo, el optimismo acabo degenerando, sobre todo en Wall Street, en
ardiente especulación. Las acciones cotizadas en la Bolsa de Nueva York
totalizaban, según los montos suscritos y los curves registrados, en los diversos
años:
1925 = 27.000 millones de dólares.
1929 = 89.000 millones de dólares.
Donde aparece con claridad la ficticia hinchazón de los valores.
Como ejemplo ilustrativo se propondrá el famoso caso "Ward", quien,
deseando alzarse con la fabricación y comercio del pan en las mayores ciudades,
halagaba a los propietarios de las panaderías, ofreciéndoles altísimos precios pare
la compra de sus negocios. Una vez adquiridos estos, emitía acciones
representativas del capital social así sobrestimado; las ofrecía en la Bolsa, y con el
producto de la venta volvía a comprar y asociar al negocio nuevas panaderías a
precios exagerados. Resultado: que a la vez que, ciertamente, iba monopolizando el
negocio, y por lo mismo, cobrando fuerza económica, acentuaba la desproporción
entre el valor nominal de las acciones, el capital social y los verdaderos activos que
la empresa poseía. En tales circunstancias los dividendos repartidos no podían ser
sino ficticios. La ruina futura era inevitable.
Como se ve, aunque las gentes se creían, y aun eran mas ricas y ello
estimulaba las compras y la producción, la prosperidad no estaba bien cimentada.
Un segundo factor decisivo pare el futuro desencadenamiento de la crisis hay
que reponerlo en el sector de crédito internacional.
Los aliados habían impuesto a los vencidos fuertes pagos en concepto de
reparación por los gastos y destrucción de la guerra.
Alemania supo jugar bien la partida. Era imprescindible que se le ayudara a
reconstruirse, si se pretendía obligarla a pagar tan cuantiosas sumas. Saneada
desde 1924 por el mago alemán de las finanzas, H. Schacht, la situación monetaria,
los capitales extranjeros, franceses, ingleses y americanos, comienzan a fluir sobre
Alemania y Austria. Los elevados tipos de interés pagados por los Bancos germanos
eran un especioso atractivo. Aunque recibidos a corto plazo, esos fondos son
prestados por los Bancos a la industria a largo plazo. Cuando sobrevenga la crisis,
estarán ampliamente inmovilizados y será imposible el repatriarlos.
Así las cosas, los primeros síntomas de malestar provinieron del sector
agrícola norteamericano.
Al recuperarse totalmente Europa y seguir América acumulando los impulsos
recibidos, se va a crear una peligrosa situación de excedentes de producción
agrícola, que no encontrara fácilmente salida en los mercados y presionara a la baja
sobre los precios.
Por ejemplo, en el sector azucarero, con anterioridad a la guerra, Europa y
América producían por partes iguales un total de 181 millones de quintales de
azúcar —de remolacha y carne—. Durante la guerra, la producción europea se
reducía a 26 millones, mientras que la americana aumentaba a 132 millones. Pero
pare el año 1928 la producción recuperada de Europa alcanzaba a 83 millones de
quintales, mientras que la americana seguía creciendo hasta superar los 185
millones, más que la europea y americana conjuntamente antes de la guerra.
El caso del azúcar es tan solo un indicio de lo ocurrido con otros productos
agrícolas, particularmente al trigo, maíz, etc.
Al gravitar pesadamente los excedentes, sobrevino el hundimiento de los
precios, el retraso en los pagos de la maquinaria comprada a crédito por parte de
los agricultores, las primeras dificultades de la industria americana y de sus Bancos.
Al querer estos sostenerse con la repatriación de fondos desde Europa,
pusieron en aprieto a los Bancos alemanes. Fueron precisamente las demandas de
retiro de fondos las que, provocando la quiebra de la poderosa institución del
"Creditanstalt", de Viena, desencadenaron la ola mundial de pánico. Los Bancos
americanos, queriendo anticiparse unos a otros en la repatriación de capitales,
agudizaron la crisis y obligaron a Alemania a decretar la moratoria bancaria.
El edificio de la prosperidad se venía abajo.
La especulación jugo entonces a la baja y las cotizaciones en Wall Street se
hundieron en el abismo. Las acciones totalizaron en:
1932 = 15.663 millones de $, contra los 89.000 de 1929.
La caída arruinó a los que antes se creían ricos, empezó a frenar las compras
y acabó arrastrando tras sí a todos los precios: los industriales al por mayor bajaron
en un 32 por 100; los agrícolas lo habían hecho en un 54 por 100.
El frenazo consiguientemente experimentado por la producción industrial trajo
como consecuencia inevitable la reducción de sueldos y salarios en un 40 por 100,
aun pare el personal ocupado.
Pero, sobre todo, el paro obrero forzoso alcanzo niveles anormales y
extraordinarios. En los años peores se contaron en EE. UU. hasta catorce millones
de obreros parados. De 1931 a 1940 hubo siempre, por lo menos, siete millones de
obreros sin trabajo.
Como Norteamérica había empezado a ser ya la potencia económica
dominante, la crisis se propagó a todo el mundo. La producción global alemana se
redujo en un 40 por 100; sus exportaciones lo hicieron en un 50 por 100. En
Inglaterra los obreros parados pasaron de los cuatro millones.
Nada tiene de extraño que, en estas circunstancias, germinara en la mente
de Lord Maynard Keynes la Teoría General del Empleo, del Interés y de la Moneda.
Libro publicado en 1936, que iba a reorientar la Teoría Económica.
Esos graves hechos explican igualmente los anhelos por una seguridad social
total, que culminaron en el informe de Sir W. Beveridge y en el programa implantado
después de la segunda guerra mundial por el partido laborista inglés.
Pleno Empleo, Seguridad Social, Nacionalización de las Empresas,
Participación obrera en la Gestión, Intervención económica del Estado, fueron
tópicos socorridos en la inmediata postguerra.
 El Comunismo
Paralelamente con esta evolución del mundo occidental había seguido su
curso azaroso y sobresaltado la revolución rusa.
Será verdad que la implantación del comunismo en los diversos países ha
desmentido las previsiones marxistas de una revolución proletaria en un mundo
capitalista de intensa concentración industrial; será cierto que los conductores
soviéticos, dando muestras de realismo político, a veces feroz, han abandonado, o
atemperado a las circunstancias y conveniencias la ortodoxia marxista; podremos
quizás esperar o anhelar que los mismos éxitos logrados induzcan en los dirigentes
un mayor sentido de responsabilidad y moderación ante la necesaria salvaguarda
de la obra realizada: es verosímil que la paulatina mejora de las condiciones
materiales de vida del pueblo ruso despierte en vasto s sectores de sus cuadros
intermedios una mayor ansia de libertad; habrá quien vislumbre en el horizonte del
futuro el probable definitivo fracaso de un sistema absorbente, centralizador,
despótico; todos deberían recriminar la perversión de una ideología filosófico-
religiosa falsa y antihumana, etc. Pero, mientras tanto, quedará como hecho
histórico alucinante, de trascendental significación para el curso de la humanidad la
aparición del Comunismo en Rusia, su atormentada consolidación en el país
soviético y la forzada y oportunista propagación en más de la mitad del mundo.
Cuatro estadios se pueden señalar en la evolución del comunismo:
 El periodo revolucionario y de comunismo radical de la llamada guerra civil.
Momentos de conquista audaz del poder y primer asentamiento.
 El periodo transitorio de la Nueva Política Económica; en un cierto sentido de
marcha atrás, por acomodación a las imperiosas exigencias de fomento de la
producción y atención al descontento campesino.
 El lapso más duradero y decisivo de la construcción del Socialismo, con la
elaboración, puesta en marcha y realizaciones de los planes quinquenales,
que pretendieron colectivizar la agricultura y lograron sentar las bases de la
industria pesada soviética.
 Los tiempos ulteriores y recientes de creciente expansión externa hacia
China y democracias populares europeas. A una con el afianzamiento interno
ruso, por prudente atemperamiento a la cambiante evolución, se ha operado
en el bloque comunista una evidente escisión.
A través de esos cuatro estadios un resultado queda patente. Y es, el del
abierto desafío lanzado por el Comunismo contra el Sistema Capitalista.
Aunque sin dar del todo crédito a los datos estadísticos, ni aceptar siquiera la
estricta comparabilidad de las cifras, nos parece que es un triunfo innegable de los
dirigentes comunistas el que en la esfera de la producción se vayan acercando a los
volúmenes y tasas de crecimiento occidentales.
Pero, sin duda, han sido más efectivos sus logros en la esfera de la
distribución, en la nivelación de las fortunas, desmantelamiento de arcaicas
estructuras sociales y proporción de igualdad de oportunidades para todos.
No tiene por qué arredrarnos el reconocimiento de que unos cuantos años de
vandalismo comunista, aunque haya sido, o sea, devastador su paso, puede dejar
despejado el terreno para la apertura de nuevos caminos.
 La situación actual de los dos bloques contrapuestos
Quizás sea una de las más faustas consecuencias de la aparición y
afianzamiento del Comunismo, la reacción provocada en el sistema capitalista
contrapuesto.
El mundo occidental está despertando. Asistimos a un rejuvenecimiento y a
una transformación del sistema capitalista. Es notorio el vigor, siempre renovado en
la eficacia productiva, del capitalismo americano. Resulta todavía más esperanzador
el proceso creativo del capitalismo europeo, más abierto a las necesarias reformas
sociales.
Comunismo y Capitalismo se hallan hoy día frente a frente.
Personalmente opinamos que el Capitalismo, o continua y acelera el proceso
de interna renovación, superando viejas concepciones, o sucumbe ante el ímpetu
del adversario.
Así mismo el Comunismo, que en sus etapas iniciales puede ofrecer
evidentes éxitos, por la implantación de un férreo Capitalismo de Estado,
forzosamente ha de degenerar, y a la larga no será lo suficientemente eficaz como
para asegurar permanentemente una adecuada y justa distribución de la riqueza.
Frente a ambos sistemas, capitalista y comunista, se alzan, como tierras de
conquista y promisión, las vastas extensiones del sudeste asiático, de los
continentes africano y latinoamericano.
En este tercer campo de lucha intermedio debe dirimirse la gran contienda, si
no queremos asistir a la conformación de un capitalismo de naciones ricas y un
proletariado de naciones pobres.
Las profundas desigualdades sociales, asentadas en vetustas estructuras y
que dan como resultado la miserable condición de vida de las clases populares,
hacen de esos continentes campo abonado para el Comunismo.
Pero también, al contrario, en ese ámbito del mundo subdesarrollado podría
encontrar el sistema capitalista un terreno de misión y de obra redentora. Redentora
de esos pueblos y de sus propios vicios. Salvando a esos mundos, el Capitalismo se
salvará a sí mismo y desbaratará la permanente amenaza del Comunismo.

M. Naturaleza y características
El capitalismo es un régimen económico creado para proteger los intereses
de los poderosos a través de la competencia. La historia ha puesto en evidencia que
el capitalismo es un monstruo que devora las empresas y fábricas pequeñas en
beneficio de corporaciones de dimensiones colosales. La concentración de la
riqueza hace, pues, a la esencia del capitalismo. La riqueza tiende a ser cada día
más exclusiva, condenando a los sectores bajos de la sociedad a la miseria más
escandalosa. De esa manera las masas de trabajadores se incrementan sin cesar,
con lo cual emerge una brecha social que insulta a la dignidad humana. La elite
económica vive a expensas del sudor de millones de esclavos, creándose una
relación de subordinación que excluye aquellos valores por los cuales lucharon los
revolucionarios franceses.
La explotación, proclamó con vehemencia Mijaíl A. Bakunin (1814-1876), es
el corazón del régimen capitalista. Ello explica por qué el capitalismo es
esencialmente inmoral. Lo es porque obliga al proletario a vender su fuerza de
trabajo para no morirse de hambre, a arrodillarse frente a los dueños del capital, a
aceptar la esclavitud con tal de no perder el trabajo. Lo es porque genera en los
oprimidos odio y resentimiento, venenos del espíritu que destruyen cualquier atisbo
de concordia social. Lo es porque unos pocos se hacen ricos a costa de la sangre y
la humillación de la mayoría. El capitalismo es sinónimo de desigualdad,
sometimiento y violencia. Las palabras de Cristina son la expresión de un ideal, de
una quimera. Porque el capitalismo, por más que sufra algún retoque (mayor
regulación de los mercados, por ejemplo), nació para legitimar la ambición
desenfrenada de poder de una minoría para la cual los proletarios no son más que
ladrillos en la pared.
2. EL IMPERIALISMO
A. Origen y desarrollo del imperialismo
El origen del imperialismo se remonta a la antigüedad y ha adoptado distintos
modelos a lo largo de la historia, siendo algunos de ellos más frecuentes que otros
dentro de un periodo histórico concreto. En el mundo antiguo la práctica del
imperialismo daba como resultado una serie de grandes imperios que surgían
cuando un pueblo, que generalmente representaba a una determinada civilización y
religión, intentaba dominar a todos los demás creando un sistema de control
unificado. El imperio de Alejandro Magno y el Imperio romano son destacados
ejemplos de esta modalidad.
Por el contrario, el imperialismo europeo de comienzos de la era moderna
(1400-1750) se caracterizaba por ser una expansión colonial en territorios de
ultramar. No se trataba de un país que intentaba unificar el mundo sino de muchas
naciones que competían por establecer su control sobre el sur y sureste de Asia y el
continente americano. Los sistemas imperialistas se estructuraron de acuerdo con la
doctrina del mercantilismo: cada metrópoli procuraba controlar el comercio de sus
colonias para monopolizar los beneficios obtenidos.
A mediados del siglo XIX apareció otra variante, el imperialismo del
librecambio. Esta modalidad perduró en este periodo pese a que el mercantilismo y
la creación de imperios oficiales estaba disminuyendo de forma significativa. El
poder y la influencia de Europa, y sobre todo de Gran Bretaña, se habían extendido
de manera oficiosa, esto es, haciendo uso de vías diplomáticas y medios
económicos, en lugar de seguir canales oficiales como la creación de colonias. Sin
embargo, el imperialismo basado en el librecambio desapareció pronto: hacia finales
del siglo XIX las potencias europeas habían vuelto a practicar el imperialismo
consistente en la anexión territorial, expandiéndose en África, Asia y el Pacífico.
Desde que terminó la II Guerra Mundial y la mayoría de los imperios
reconocidos se disolvieron, ha prevalecido lo que podríamos calificar como el
moderno imperialismo económico, donde el dominio no se manifiesta de manera
oficial. Por ejemplo, Estados Unidos ejerce un considerable control sobre
determinadas naciones del Tercer Mundo debido a su poder económico y su
influencia en algunas organizaciones financieras internacionales, tales como el
Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Del mismo modo, las
potencias europeas han seguido interviniendo de forma significativa en la vida
política y económica de sus antiguas colonias, por lo que han sido acusadas de
practicar el neocolonialismo, que consiste en ejercer la soberanía de una nación sin
que exista un gobierno colonial oficial.

B. Características
Podríamos definir el imperialismo a través de las siguientes características:
 Aboga por la implantación del dominio de una nación sobre otra, mediante el
uso de la fuerza.
 Los medios de producción son controlados por las potencias imperialistas.
 Se persigue el control militar y policial en el territorio dominado.
 Los beneficios derivados de la explotación son repatriados a la potencia
imperialista.
 Aboga por el monopolio de mercado de la nación dominada, a favor de la
potencia imperialista.
 Aboga por mantener el poder político del país dominado.
 Se prima la superioridad de los ciudadanos originarios de la potencia
imperialista, sobre los ciudadanos del Estado dominado.

C. Papel del Estado


El papel sustancial del Estado en la sociedad actual es el de asegurar la
obtención de los beneficios de las empresas, permitiendo la acumulación de capital
por parte de unas pocas personas (en comparación a la gran masa trabajadora) y el
conservarlo privadamente con tranquilidad. Como estos beneficios deben ser
constantemente ampliados por la repetición del circuito de producción descrito en
capítulos anteriores, el Estado debe asegurar las condiciones para que exista un
crecimiento económico suficiente para lograr este objetivo. A esto se refieren los
economistas actuales con la expresión crear un ambiente de negocios, un entorno
social e institucional que favorezca la existencia de excedentes y les posibilite su
retención en manos privadas. En lenguaje empresarial un sistema donde se
garantice la propiedad privada de los medios de producción, las reglas de juego
(leyes, decretos, políticas económicas) sean claras y con relativa permanencia, la
justicia proteja lo que entienden sus derechos (la apropiación del excedente) y
exista una cultura empresarial desarrollada.
Desde este punto de vista, no es posible considerar el sistema actual como
un sistema económico únicamente privado. Esto no significa que no se cumplan los
análisis y tendencias que hemos descrito con anterioridad, por el contrario, no se
puede explicar las fluctuaciones de la economía de la sociedad actual sin estas
leyes. Pero sí significa que la economía capitalista basada en unidades
empresariales no coordinadas no se podría sostener sin las actividades de
protección, estimulación y socialización que realiza el Estado. Baste nombrar en
cada caso y a manera de ejemplo no taxativo el aseguramiento de los derechos de
propiedad en sus diversas formas (para asegurar al empresario la apropiación de
los excedentes creados por el trabajador), las actividades de investigación básicas y
aplicadas (contribuyendo al progreso técnico tan necesario al capitalismo,
realizando el Estado estas actividades no rentables en sí mismas) y la educación de
la población (para reproducir la fuerza de trabajo en condiciones adecuadas al grado
de progreso técnico alcanzado.)
Es totalmente cierto que en la sociedad actual Estado y empresarios no son
la misma cosa. El capitalismo, a diferencia de los sistemas anteriores tales como el
feudalismo y la esclavitud, es un nuevo sistema en el que la estructura económica
no tiene acceso directo a los medios de violencia para imponer una coerción directa
de acuerdo a sus intereses. En ese sentido en la sociedad actual existen una
dimensión económica y una dimensión política que en determinados momentos de
la vida de los países pueden entrar en tensión. La sociedad económica conforma un
sistema en donde todos los elementos se relacionan y producen resultados que no
se pueden explicar en forma aislada. Pero en la marcha normal del sistema y, más
aún en los momentos de crisis, el Estado interviene en la organización social en
representación de los grupos dominantes económicamente.
D. Perspectiva del capitalismo
A lo largo de la historia moderna, una variedad de perspectivas sobre el
capitalismo ha evolucionado en función de las diferentes escuelas de pensamiento.
Adam Smith fue uno de los primeros escritores influyentes sobre el tema con
su libro La riqueza de las naciones, que generalmente se considera el comienzo de
la economía clásica que surgió en el siglo XVIII. Por el contrario, Karl Marx
consideraba que el capitalismo era un modo de producción históricamente
específico y consideraba que el capitalismo era una fase de desarrollo económico
que pasaría y sería reemplazado por el comunismo puro. Junto con su crítica al
capitalismo, Marx creía que los trabajadores explotados serían la fuerza impulsora
detrás de una revolución social hacia una economía de estilo socialista. Para Marx,
este ciclo de extracción de la plusvalía por parte de los dueños del capital o de la
burguesía se convierte en la base de la lucha de clases.
Este argumento está entrelazado con la versión de Marx de la teoría del
valor, obra que afirma que el trabajo es la fuente de todo valor y, por lo tanto, del
beneficio. Max Weber consideraba el intercambio de mercado en lugar de la
producción como la característica definitoria del capitalismo. En contraste con sus
contrapartes en modos anteriores de actividad económica, las empresas capitalistas
eran las agentes de la racionalización de la producción, dirigida a maximizar la
eficiencia y la productividad. Una tendencia que conduce a un proceso sociológico
de racionalización envolvente. Según Weber, los trabajadores en instituciones
económicas precapitalistas entendían el trabajo en términos de una relación
personal entre el maestro y el oficial en un gremio, o entre el señor y el campesino
en una hacienda.
Mientras tanto, la economía institucional, que fue la principal escuela de
pensamiento económico en los Estados Unidos, sostiene que el capitalismo no
puede separarse del sistema político y social en el que está incrustado. A finales del
siglo XIX, la Escuela Histórica Alemana de Economía divergió con la Escuela
Austriaca de Economía emergente, dirigida en ese momento por Carl Menger. Las
generaciones posteriores de seguidores de la Escuela Austriaca continuaron
influyendo en el pensamiento económico occidental durante gran parte del siglo XX.
El economista austriaco Joseph Schumpeter, un precursor de la Escuela Austriaca
de Economía, enfatizó la destrucción creativa del capitalismo, el hecho de que las
economías de mercado cambian constantemente.
Los economistas austriacos Ludwig von Mises y Friedrich Hayek se
encontraban entre los principales defensores de la economía de mercado contra los
defensores de las economías socialistas planificadas del siglo XX. Entre los
argumentos de Mises estaba el problema del cálculo económico, que fue propuesto
por primera vez por Mises en 1920 y luego fue expuesto por Hayek. El problema al
que nos referimos es el de cómo distribuir los recursos racionalmente en una
economía. La solución de mercado libre es el mecanismo del precio, en el que las
personas individualmente tienen la capacidad de decidir cómo se debe distribuir un
bien o servicio en función de su disposición a dar dinero por ello. Mises y Hayek
argumentaron que solo el capitalismo de mercado podía manejar una economía
moderna y compleja.
Parcialmente opuesto a esa opinión, el economista británico John Maynard
Keynes argumentó en su Teoría general del empleo, los intereses y el dinero de
1937 que el capitalismo sufría un problema básico en su capacidad para
recuperarse de los períodos de desaceleración de la inversión. Keynes argumentó
que una economía capitalista podría permanecer en un equilibrio indefinido a pesar
del alto desempleo. Keynes trató de proporcionar soluciones a muchos de los
problemas de Marx sin abandonar por completo la comprensión clásica del
capitalismo. Su trabajo intentó demostrar que la regulación puede ser efectiva y que
los estabilizadores económicos pueden frenar las agresiones de la expansión y la
recesión que a Marx no le gustaban.
Estos cambios buscaban crear más estabilidad en el ciclo económico y
reducir los abusos a los trabajadores. Los economistas Keynesianos argumentan
que las políticas Keynesianas fueron una de las principales razones por las que el
capitalismo fue capaz de recuperarse tras la Gran Depresión.
La economía del lado de la oferta se desarrolló durante la década de 1970 en
respuesta a la política económica keynesiana y en particular al fracaso de la gestión
de la demanda para estabilizar las economías occidentales durante la estanflación
de la década de 1970 tras la crisis del petróleo de 1973. Se basó en una serie de
ideas económicas no keynesianas, en particular en el pensamiento de la Escuela
Austriaca sobre el espíritu empresarial y la nueva macroeconomía clásica. Las
raíces intelectuales de la economía de la oferta también se remontan a varios
pensadores económicos tempranos como Ibn Khaldun, Jonathan Swift, David
Hume, Adam Smith y Alexander Hamilton. Las recomendaciones políticas típicas de
la economía del lado de la oferta son tasas impositivas marginales más bajas y
menos regulación. Los beneficios máximos de la política tributaria se logran
optimizando las tasas impositivas marginales para estimular el crecimiento, aunque
es un malentendido común que los aspectos económicos de la oferta solo se
refieren a la política tributaria cuando trata de eliminar las barreras a la producción
en general.
Hoy en día, la investigación académica mayoritaria sobre el capitalismo en el
mundo occidental se basa en el pensamiento económico neoclásico. Le favorece
una amplia coordinación del mercado y patrones relativamente neutrales de
regulación gubernamental del mercado dirigidos a mantener los derechos de
propiedad; mercados laborales desregulados; gobierno corporativo dominado por
los dueños financieros de las empresas; y sistemas financieros que dependen
principalmente del financiamiento basado en el mercado de capitales en lugar del
financiamiento estatal.
Milton Friedman tomó muchos de los principios básicos establecidos por
Adam Smith y los economistas clásicos y les dio un nuevo giro. Un ejemplo de esto
es su artículo en la edición de septiembre de 1970 de The New York Times, donde
afirma que la responsabilidad social de las empresas es "usar sus recursos y
participar en actividades diseñadas para aumentar sus ganancias ... (a través de) la
competencia abierta y libre, sin engaños ni fraudes ". Esto es similar al argumento
de Smith de que el interés propio a su vez beneficia a toda la sociedad.
Un trabajo como este ayudó a sentar las bases para la próxima
comercialización (o privatización) de las empresas estatales y la economía de la
oferta de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. La Escuela de Economía de Chicago
es más conocida por su defensa del libre mercado y sus ideas monetaristas. Según
Friedman y otros monetaristas, las economías de mercado son intrínsecamente
estables si se las deja solas y las depresiones se deben únicamente a la
intervención del gobierno.
Pero en 2008, tras la crisis financiera, se produjo un rápido cambio de opinión
entre muchos prominentes economistas a favor del estímulo keynesiano, y, a partir
de octubre, los responsables políticos comenzaron a anunciar importantes paquetes
de estímulo, con la esperanza de evitar la posibilidad de una depresión global. A
principios de 2009 hubo una amplia aceptación entre los responsables de la política
económica mundial sobre la necesidad de un estímulo fiscal. Los responsables de
las políticas económicas reavivaron el pensamiento keynesiano a favor de una
intervención gubernamental sólida, que el Financial Times describió como una
"sorprendente inversión de la ortodoxia de las últimas décadas". En 2009, las ideas
de Keynes volvieron a ser una inspiración central para la respuesta global a la crisis
financiera de 2007-2010.

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